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Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia Giberti, Eva UN ACOMPAÑAMIENTO NOMADE EN PSICOTERAPIAS Y PSICOANALISIS Nómadas (Col), núm. 10, abril, 1999, pp. 252-262 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105114274021 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

Giberti, Eva

UN ACOMPAÑAMIENTO NOMADE EN PSICOTERAPIAS Y PSICOANALISIS

Nómadas (Col), núm. 10, abril, 1999, pp. 252-262

Universidad Central

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105114274021

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* Psicóloga-psicoanalista. Docente universitaria. Co-directora de la Maestría en cienciasde la Familia (Universidad Nacional de Gral San Martín -Buenos Aires). Introdujo ladivulgación del psicoanálisis en Argentina utilizando los medios de comunicación apartir de 1957.

UN ACOMPAÑAMIENTONOMADE EN

PSICOTERAPIAS YPSICOANALISIS

Eva Giberti*

Debemos ir alegres por la tierra sin aferrarnos nunca como a una patria; elespíritu no quiere encadenarse. Grado a grado, nos eleva y ensancha. Apenasse acomoda nuestra vida y nos confiamos, todo se disuelve; sólo quien estápronto para irse puede escapar del hábito que mata.

Grados, Herman Hesse

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253NÓMADAS

Para acompañar a los nómadeses preciso acompasarse a sus métri-cas; ellas diseñan caminos imprevis-tos, a cuya vera se encuentranaquellos y aquellas que repiten, in-terminablemente, la retórica del tro-pezar. Son quienes nos convocancomo psicoterapeutas esperando quenos ocupemos de sus conflictos a par-tir de un saber que sin duda nos sos-tiene. Quienes somos psicoanalistaso/y psicoterapeutas intentamos acom-pañarlos guardando en la memorianuestros propios tropiezos crónicosy revisando nuestras convicciones ynuestras técnicas, las cuales cada díamás, dependen de la escucha y delestrecho hablar. Acerca de la escu-cha, sin particularizar en la escuchapsicoanalítica, así lo escribe Bacca-rini:1 �La lógica predicativa quizáestuvo poco atenta a la escucha, que,en cambio, es esencial para (o en) unpensamiento nómade�. ¿Por quéesencial para quienes recorren los si-lenciosos territorios desérticos?

Porque no sólo habrá de escu-char a los sonidos que habitan cadauno de los vientos, sino porque otrosviajeros, en el cruce con losnómades, hablarán con palabras queserá preciso tener en cuenta. Cadauna de ellas encierra los fonemasbásicos y elementales a las que elfonólogo Trubeszkoy2 , en 1932 ad-judicó contenidos con calidad in-consciente, marcando desde muytemprano las diferencias que a par-tir de ellos distinguen a un niño deotro. Al margen de los lingüistas tra-dicionales, Trubeszkoy -que no dejóde señalar la presencia de leyesdeductivas e inductivas- descubrió

el significante material (que consi-deró la base del significado formal),asociado con lo inconsciente.

La producción del fonema pro-duce cambios en la significación ydebido a ello el rebote al significadooriginario no es el mismo para to-dos. El saber del nómada acerca dela pluralidad de sujetos creadores designificantes lo conduce a evocar lafonoaudiología que discierne las ca-lidades inconscientes que están enjuego cuando se pronuncian losfonemas. Incorpora de este modo unmodelo de interpretación lingüísti-ca que merced a su inclusión de loinconsciente, añade la eficacia de lametonimia, de la metáfora y de launión entre ambas, cuyo reconoci-miento funda la idea de sujeto.

Este recorte de un modelo lin-güístico es uno de los tres que esti-mo pertinente desarrollar parareflexionar acerca del pensamientonómada y de los nómades.

Otro modelo, ontológico, es elque remite a la idea de sujeto que seha creado mediante la interpretaciónque deviene de la metáfora, de lametonimia y de la unión-articulaciónentre ambas o silepsis, de acuerdocon la tesis de Yañez Cortés3 . Y untercer modelo lógico-gnoseológico, elde un sujeto formalizable como pa-radoja y formando parte de la estruc-tura metonimia-metáfora-silepsis.

Desde una perspectiva semejan-te Baccarini advierte acerca de la ló-gica predicativa, apenas interesadaen la escucha, lógica que histórica-

mente se asocia con el pensamientoconceptual y proposicional quedesemboca en lo dogmático, en laidea de una verdad, y de una razón.Pensamiento que, como es sabido,excluía por evaluarlas como nocientíficas a la metáfora, a la meto-nimia si bien ésta podía utilizarse paraconstruir el concepto.

De modo que el diseño de talpensamiento se organizaba según elmodelo 1):

Conceptual, proposicional conuna aceptación mínima de lo meta-fórico, lo metonímico y la articula-ción entre ellos, para cerrarse sobresí mismo, verificando lo conceptual,proposicional, según el planteo deYañez Cortés.

Pero en los comienzos del siglosurgieron las que habrían de consti-tuirse en tesis de sujeto lideradas porMarx, Nietzsche y Freud, creadas apartir del reconocimiento de la me-táfora, la metonimia y la articulaciónde ambas como fundantes de unanueva comprensión del ser humano,que sin excluir lo conceptual,proposicional, lo limitaba. Esto su-giere la construcción del modelo 2):

metonimia, metáfora, silepsis-concepto, proposición-metonimia, metáfora silepsis,

modelo que no puede cerrarseya que remite a sujeto-deseo (debi-do a la posición inicial y posteriorde la metonimia, la metáfora y lasilepsis en la distribución) que en síconstituye una paradoja.

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Este modelo, opuesto al anterior,no hace lugar a los dogmatismos queseparaban la ciencia por una parte yel arte, la poesía, la estética por otra,consideradas de menor valor. Freud,en varias de sus obras se enfrentócon este criterio al subrayar la im-portancia de los poetas que suelenanticipar en sus poesías la presenciade lo inconsciente en los actos delos seres humanos y hablan antici-padamente de lo que luego estudia-rá la ciencia. Por otra parte,Freud abarca la idea de meto-nimia y de metáfora al referirsea los mecanismos de conden-sación y desplazamiento, po-sicionándose en la perspectivadel segundo modelo.

Si nos atenemos a la ideade fijeza como tendencia amantenerse siempre bajo unmismo cielo, los pensadoresque centralizaron su prácticaen el modelo conceptual,proposicional tuvieron un an-tecedente en el mito. Recor-demos el Génesis y la historiade Caín y Abel: Abel era pas-tor, apuntaba al nomadismo yCaín, agricultor, sedentario,fundó la ciudad de Henoch yotras ciudades y trabajó la pie-dra y los metales. Para realizaresas tareas precisó mantener-se bajo el mismo cielo, nocambiar de un territorio al otro; yse mantuvo obediente en el cum-plimiento de una sola orden: el cas-tigo de Yahvé por el crimen contrasu hermano.

Caín encarna la antítesis delnomadismo el cual reclama el trán-sito, el movimiento, la condensacióny el desplazamiento simbolizadospor la metonimia. Lo que se trans-lada es la metonimia, así como la me-

táfora condensa dichos translados,ambas imbricadas en una articula-ción, la silepsis. Caín representa enel lugar de lo estatuído -derivaciónde estaticus-, aquello que fué fijadoy se mantiene sin cambio, lo clasistaque indica no salirse de ese lugar.

El nómade en cambio produceuna dinámica que sin ignorar lo con-ceptual no se ata a ello ya que lo con-ceptual proposicional autoriza

discutir sobre de determinadas hi-pótesis acerca de lo que está escri-to, pero tendiendo a lograr la verdad,o el cumplimiento de lo previsto, sincomprometerse en la búsqueda delo inesperado ni con el saber respectode la imposibilidad de la plenifi-cación de un pensamiento.

Estimo útil reproducir la críticaadvertencia de Remo Bodei4 cuan-do escribe: �Es inconsistente el pro-

yecto (si se toma como suele ocu-rrir, al pie de la letra) de un noma-dismo y de un transformismoincesante de las ideas, de las creen-cias y de los deseos. Este puede másbien representar un instrumentoapropiado para acreditar, contra unarealidad sentida como rígida y opre-siva, las exigencias de las �nuevassubjetividades� emergentes para en-tremezclar juegos ya hechos o paradisolver concreciones políticas o

mentales inmovilizantes, peroamenaza con convertirse enuna vacua e involuntaria repe-tición del bergsonismo, por elénfasis puesto sobre la catego-ría de �fluidez� que no está ala altura del duro trabajo decomprensión y demolición delas resistencias y las supera, porconsiguiente, sólo con el�deseo� y la fantasía. Desgra-ciadamente el movimieno,perpetuo no ha sido inventadotampoco para la �mecánica delos fluidos��.

Como muestras del noma-dismo peligroso Bodei cita lostextos de Guattari y Deleuze,El Antiedipo (1973), Rizo-ma(1978) y La Rivolizione Mo-leculare de Guattari(1978).Cuando se refiere a la fluidezmenciona, con cierto estimu-lante comentario, el texto de

Luce Irigaray Ce sexe qui n´en estpas un, concediendo algún espacioa �la reivindicación para la mujer deuna mecánica de los fluidos, de unacontinua búsqueda y modifi-cación.�(sic).

El aporte de este autor, un pen-sador fecundo, interesa no sólo porsus trabajos de índole filosófica, sinopor su curiosidad acerca del psicoa-nálisis y por su dedicación al estudio

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de las transformaciones del sujeto, apartir de una transformación que�quiere comprenderse a sí misma�.

Tal como Marx se ocupó delmodo de producción y no del pro-ducto, y de ese modo fisuró los con-ceptos clásicos de la economíapolítica al introducir las figuras his-tóricas e ideológicas como superes-tructura de la economía; Nietzschepensó en el sujeto como sujeto de laestética al proponer la oposiciónApolo-Dioniso y Freud produjo losdesórdenes propios de una teoría queabrió las compuertas de lo temidopara estudiar desde otra perspectivala sexualidad, el in-consciente y losdeslizamientos co-rrespondientes a losactos fallidos, los ol-vidos y el análisis delos sueños, para locual precisó navegarcon los nómades.

Las nuevas for-maciones de la vidapsíquica del sujetopueden ser estu-diadas como neo-narcisismos5 , o como violenciasincrementadas que no encuentran suarraigo total en formaciones infanti-les y para las que el psicoanálisis in-tenta crear espacios de reflexión; unejemplo de ello es el que produce elactual fenómeno de la perplejidad.

Durante las últimas décadas, di-versas formas de depresión abunda-ron en las nosografías, y la antiguatristeza llegó a convertirse en para-digma de la clínica, asociada con elestrés. Pero restaba describir unanoxa que encontrábamos en la vidade familia que, impregnaba a variosde sus miembros, y en ámbitos no

familiares, y que podría sintetizarseen la expresión: �Cuando el mundose convierte en algo ajeno�. La des-cripción corresponde a un estado deánimo en el cual se mezcla la sensa-ción de estar frente a �algo� inex-plicable y un estado deincertidumbre (crímenes impunes,fertilización asistida, corrupción enmúltiples niveles, ingreso a Internety sus derivados, por ejemplo), quegestaban una tensión permanente.Estado que se acompaña por una dis-minución o pérdida del deseo sexualy por una sensación de extrañamien-to ante los hechos de la vida diaria,como si no obstante ser protagonis-

tas de la cotidianidad, se sintieranajenos a ella6 .

La perplejidad ante la vida yante la propia vida no aparecíacomo síntoma a pesar de constituirun modelo de alteración enajenada,no solamente en relación con unotro, sino respecto de la vida toda.Los sociólogos7 describen un esta-do semejante que desborda la clíni-ca, y que hoy incluimos en ellaporque es desde allí desde dondereiteradamente nos convocan.

En este punto encontramos lasarticulaciones que dan cuenta de la

tensión entre lo moderno y la mo-dernidad. Las normas, los para-digmas y los valores propuestosquedan fisurados y no sirven comosostén para quienes confiaban con-tar con ellos; esta afirmación se con-virtió en rutina entre los autores ytambién entre quienes no escribenacerca del tema pero lo vivencian, yrecurren a los psicofármacos o a laspantallas de televisión como refugioasegurador.

Cuando dialogamos con quienesnos consultan -sean hombres, mu-jeres o adolescentes, aparece una vi-vencia persecutoria que podría

traducirse diciendo:�Es como si alguienme quisiera tomarpor zonzo�. Quienesasí lo describen inten-tan explicar que sesienten como si vivie-ran en medio de unmonumental engañopor medio del cual sepretende que se acep-ten como reales aque-llas historias que sonficticias y que se pien-se que existe confu-

sión donde rige el encubrimiento.

La variable pronominal �se�que encubre no sabemos a quién o aqué entidad o institución o poder so-brenatural y que encontramos enpersonas que no son delirantes, tra-duce el sentimiento de estupidez in-terior que muchos sobrellevan y queno lograron yugular mediante me-canismos omnipotentes ni ensayan-do participar en la multiplicidad deesferas de interés que las culturasofrecen: practicar deportes, viajar,hacer compras, apostar en los jue-gos, incluirse en programas de tele-visión y otras. Entonces, quienes se

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sienten perplejos no llegan a com-prender cómo forman parte de unasociedad que fué creada, aparente-mente, entre todos pero de acuerdocon modelos que no todos eligieron.

Tal vez, un párrafo de Trías8

se aproxime a un perfil de estospersonajes: �Sabe sin saber, nosabe sabiendo acaso, sabe sin que-rer, quiere sin saber qué, sabe quéquiere sin saber qué es lo que quie-re, y a veces también duda de quequiera o de que sepa lo que quie-ra, vive sin vivir y finalmente mueresin vivir�.

No en vano este autor culminauno de sus capítulos con este pá-rrafo después de haber recorridolos textos de Beckett, repasado lashistorias de sus personajes, hijos delazar y huérfanos de la necesidad,que no es de este modo como con-cebimos a los nómades del pensar.

El enfoque que D. Maldavsky9

propone cuando se refiere al senti-miento de sí permite asociar el tonoafectivo con el modo de procesardeterminados estímulos que pro-vienen del exterior y que, en deter-minados sujetos generan unavivencia de arrasamiento: �El sen-timiento de sí, de la propia exis-tencia viviente, deriva de que seconstituya y subsista el matiz o eltono afectivo, el cual puede serarrasado por la magnitud de losprocesos pulsionales, pero por so-bre todo por un enlace particularcon lo exterior, con lo otro mun-dano�.

Este autor aporta una tesis cuyasíntesis sostiene que los seres hu-manos precisan ser capaces de crearun aparato psíquico que pueda sen-tir los propios sentimientos, y alu-

de a la necesidad de ternura y dematices afectivos contenedores delas emociones del niño, provenien-tes de la familia.

Una de las características de es-tos estados de perplejidad perma-nentes reside en la descripción deuna vivencia de vulnerabilidad quemencionan quienes consultan; no essencillo encontrar matices que lepermitan rehacer vivencias de in-fancia, pero sí se puede reconocerla intensidad de los impactos queprovienen del mundo exterior,descriptos como �sorpresas� o he-chos incomprensibles, no-metabo-lizables.

Este sentimiento de sí, parece-ría vulnerado y �en baja� en quie-nes consultan, lo que coadyuvaríaen la creación de perplejidadescomo efecto de situaciones con lasque no esperaba encontrarse y quedescriben como propias del fin delmilenio.

Gargani10 describe esta situa-ción como �crisis de la racionali-dad�, y lo hace como si fuera unapercepción que registrara que lacasa de nuestro saber estádeshabitada porque al transformar-se las relaciones sociales, las rela-ciones entre hombres y mujeres,entre padres e hijos, entre institu-ciones y gobernados, también nues-tro saber, en materia de política,música, ciencia, resulta transforma-do. En esta circunstancia se tienela certeza de que existe un saber noexplicitado, no llevado plenamen-te a la conciencia, más allá del quedisponíamos. O sea que sentimosque el saber y nuestro conocimien-to no llegan a coincidir, como ocu-rría en el sistema cerrado de lasantiguas convenciones.

Si unimos el texto de Mal-davsky con el de Gargani estare-mos muy cerca de la descripción delefecto de perplejidad que describo.Para asumir el acompañamiento deestos estados, más allá del recono-cimiento de las técnicas de las quedisponemos, es preciso eludir la re-petición de los cánones propios delos sistemas cerrados -y la aplica-ción del psicoanálisis podría trans-formarse en uno de esos sistemas-y recurrir al enfoque nómade pararepensar en la demanda de quiensufre de acuerdo con algunas carac-terísticas propias del final delmilenio y según la propia historia.Lo cual no siempre nos evitará elerror, además de recordar que noes posible cerrar todos los caminosde la conflictualidad.

Hablar con otros en situaciónsemejante no ayuda lo suficiente ycuando nos encontramos con al-guien que quiere ayudar y conven-cer de lo erróneo de la vivencia deperplejidad, esos diálogos se con-vierten en una forma de la violen-cia. Se produce un efecto deregurgitación psicológica que con-duce a girar sobre la propia pisadasin más horizonte que el propio om-bligo, extraviada la alternativanómade del sujeto. Alternativanómade que conduce a la búsque-da de un sentido de la vida que nopuede prescindir del otro. O sea,que ese ser humano perplejo cual-quiera sea el sujeto que la teoría en-mascara es, inevitablemente, unsujeto paradojal, compelido haciael reconocimiento de lo imposiblede la satisfacción de su deseo. Enese recorrido encuentra piedras quedebe eludir y otras que balizarán lasenda que cada día construye alen-tado por el resonar del manantialque aún busca fuera de sí.

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Extravíos y medios decomunicación

El abordaje de las nuevas expe-riencias por las que hombres ymujeres atraviesan, reclama la refor-mulación del saber-deseo por partede los psicoanalistas y la creación denuevas pautas capaces de sostenerlas interpretaciones-explicacionescon las que trabajamos. Esas teorías,capaces de acompañar a los perple-jos, a los que no pueden desear y alos que aman raquíticamente, tam-bién suelen ser convocadas paraabrir picadas11 en las estadísticas delos delitos donde se asesinan chicasy chicos, donde se explota a toda unapoblación, donde se somete a lasmujeres, donde se estafa a destajo.

Es el orden de los extravíos quelas teorías psicoanalíticas estudian apartir de nuevas métricas, puestoque los actuales extravíos proponenotras dimensiones; sin embargo, estemundo, nunca fué �este�, siemprefué cambiante, y siempre fué �otroque prometía ser mejor�.

El extravío ya no proviene sola-mente de lo que constituyó el riesgode convertir a las psicoterapias y alpsicoanálisis en órganos de control,sino de las denominadas políticasemancipatorias que pueden inscri-birse en ese orden de lo que �pro-metía ser mejor� y que, más allá delo que sus autores propician, generailusiones frustrantes.

La liberación de inhibiciones ytrabas que podían frenar el creci-miento y ensanchamiento de la vidade los seres humanos no necesaria-mente incluye la responsabilidad quenos compete frente a los otros sereshumanos como parte de una convi-vencia colectiva. Tanto Habermas

como Rawls, pensaron en términosemancipatorios en el nivel de las op-ciones posibles para cada sujeto,pero no logran aclarar cómo llevara la práctica sus tesis.

Los que clasifico como extravíosen donde pueden sumergirse los psi-coanalistas y psicoterapeutas y quie-nes trabajan con ellos comopacientes o analizandos, o bien ex-travíos en los que desembocan aque-llos sujetos que confían en políticasemancipatorias pero no logran dis-poner o disfrutar de lo que éstasprometen, coadyuvan en la cons-trucción de subjetividades que hansido denominadas �nuevas subjeti-vidades�; en cuya historia los con-tenidos y estilos que aportan losmedios de comunicación adquierensingular importancia.

Una de las observaciones críti-cas alrededor del ingreso de los me-dios de comunicación en la vida defamilia es la de fomentar elconsumismo y al mismo tiempo fijarante las pantallas del televisor a quie-nes miran o escuchan; estas críticasremiten al sedentarismo que resultade dicha fijación, así como a las ca-racterísticas de la escucha que ejer-cemos respecto de ese otro que nosinterpela desde las pantallas, diferenteen lo comunicacional de cualquierotro que se relacione directamentecon nosotros en la dimensión de unálter presente y cercano.

Se han discutido largamente lasapreciaciones apocalípticas acercade estos medios, cuyo análisis nosenfrenta nuevamente con los textosque enunció Tzvetan N.S. Trubetz-koy12 acerca de los fonemas en estecaso provenientes de quienes losemiten desde la máquina, a diferen-cia del nómade que a medida que se

translada reconoce el decurso per-manente de las diferencias en la sig-nificación, cambios en lossignificantes.

La máquina de televisión sueleser encendida o apagada, dinámicaésta que al mismo tiempo apela a lailusión de libertad de elección queignora su dependencia de la parado-ja: cuando se elige algo, al mismotiempo se des-elige otra cosa, sínte-sis que remite a una lógica de la pa-radoja, imprescindible cuandopensamos en términos de sujeto dedeseo.

La cantidad de canales de losque se puede disponer para �elegir�,marca un único camino que puedeenrumbarse según las propias pre-ferencias, pero que, a diferencia delos recorridos nómades, no puedenabrirse más que los canales propues-tos por quienes regulan el territoriode la televisión.

El azar al que se expone el pen-samiento nómade es parcialmenteazaroso, ya que es necesario recono-cer un determinismo moderado en laelección de sus rumbos, lo que noautoriza idealizaciones acerca de suspensamientos y recorridos como pa-radigma de libertad extrema. Pero ladiferencia con el sedentarismo cró-nico y dependiente de quienes rigensus vidas viajando preferentementepor los canales de la televisión resideen que no pueden separarse del ob-jeto-cosa-teve, y recordemos, segúnel modelo ontológico propuesto enun comienzo, que la libertad de Su-jeto no está condicionada por el obje-to sino por lo que denominamos lafalta y el incumplimiento del deseo.

La descripción de lo que sucedecon quienes adhieren estrictamente

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al televisor nos conduce a verificarque cualquier programa aporta sutécnica para eludir las soledades desu público y paradojalmente tam-bién para eludir los diálogos conotros convivientes. La práctica sesintetiza en un botón: la unidad ojo-mano que se inauguró en la prehis-toria cuando alguien encendió elprimer fuego por frotación de dosmaderas o de dos piedras, adquirióotro estatuto cuando se logró quelas pantallas se convirtieran en es-cenas vivientes sólo con apretar unbotón. Para mirar después las pan-tallas con la misma concentración,admiración y espe-ranza con la que enaquel entonces, loshombres y las muje-res que vivían en lascavernas observa-ban, fascinados, sufuego.

Para nosotros, launidad ojo- mano,enriquecida por latécnica, enciende al-ternativas que imper-ceptiblemente vanligando nuestro mo-do de ser -para no ha-blar, por ahora del Yo- con loscontenidos de esas pantallas; la per-sistencia con que día tras día recurri-mos a la televisión coadyuva en laconstrucción de una subjetividad queno puede, ni quiere, prescindir de lasimágenes y los sonidos que, otros, aje-nos pero fundamentales, diseñan paranosotros. Una subjetividad que incor-poró la unidad ojo-botón, semejanteaunque ajena a la temprana unidadojo-mano que los bebés inauguran, yque los habitantes de las cavernas,nómades también ellos, habilitaronpara acoger en la tierra de los morta-les el don que Prometeo les enviara.

Subjetividad en vasoscomunicantes

Podemos imaginar que las sub-jetividades que se construyenincorporando los estímulos y las res-puestas que resultan de la utilizaciónde los medios, en este caso me re-fiero a la televisión específicamente,se dinamizan como si fuesen tubodentro de un sistema de vasos co-municantes cuyo contenido se dis-tribuye por infinitos canales y secomparte con millones de otros quemiran lo mismo. Subjetividades quepodrán lograr que ese contenido

hierva o se congele según quien seaaquel o aquella que la transporta,pero que tiene su camino trazadodentro del sistema.

También había caminos trazadoshace treinta años y las familias conlas que trabajábamos organizabansus vidas de acuerdo con el proyec-to que los más grandes tenían res-pecto de los más chicos, o segúnfueran sus aspiraciones conscientes.Una diferencia con las familias ac-tuales radica en que los contenidosde los vasos comunicantes no se dis-tribuían masivamente mediante las

pantallas de televisión o no apare-cían globalizados gracias a la circu-lación de noticias e informaciones.

Parecería innecesario marcar ladiferencia entre los diversos estilosde vida de las familias de hoy en díay su incidencia en las subjetividades.Sin embargo, dado que existen co-mentarios reiterados acerca del es-tar a la deriva de los gruposfamiliares, si se los compara con elordenamiento que los regulaba en si-glos anteriores, y ahora mencionoel proyecto de vida de cada familia,es preciso contrastar ambas afirma-

ciones, ya que estar ala deriva es una ex-presión que se inscri-be en el orden del mal,del andar perdidos,del accidente, la antí-tesis del proyecto. Ylo que el pensamien-to tradicional siemprepropició fué eseproyectarse en el fu-turo que dogmáti-camente equivale asujetarse a una metavisualizada en lostiempos venideros.Equivale a recorrer

las huellas conocidas y caminarlashasta hundirse en un anticipo delpropio entierro. La antítesis de losprocedimientos nómades.

�Tener proyecto de futuro� esuno de los paradigmas clásicos pro-puestos por las clases medias, queadherían a dicho proyecto con elénfasis y la perseverancia de quienestá convencido de estar fraguandosu destino y controlando el futuro;de allí que se convirtió en muletillade políticos, moralistas y educado-res cuando apelan a �la juventud� yreclaman de ella que piense en el fu-

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turo, o reconvienen a los jóvenesporque carecen de proyecto; en rea-lidad no logran reconocer el giro sim-bólico que implica el no-proyecto deinnumerables jóvenes, hartos delimperio de aquellos adultos que trasesa expresión exigen coincidenciacon los proyectos que ellos avalan yno con otros13 .

Insistir en el antiguo paradigmadel proyecto que garantice el bienes-tar futuro -y toda familia tiene unproyecto para sus hijos aunqueignore que lo posee- signifi-ca desatender las urgen-cias jugadas entre lomoderno y la moderni-dad, época esta última enla cual la aceleración nosólo adquirió estatus deideal, sino que se imponeen la continua búsqueda ycelebración de lo nuevo.

Guattari14 apela a laidea de velocidad asocia-da a la banalidad al des-cribir una índole desubjetividad: �(...) y enese momento recrear demodo práctico las diver-sas figuras de la subjeti-vación histórica, entre lasque la subjetividad capi-talista es la más vertigi-nosa por su vacío, por subanalidad, su vulgaridad,su estado de cosas a la al-tura del betún�.

Incluir la aceleración en la co-tidianidad, y competir con otros ace-lerados y con otras aceleradas secorrelaciona con la producción deadrenalina y con la imposibilidad dedetenerse para tomar aliento; por-que detenerse significa perder tiem-po, es decir, descapitalizarse.

La disposición nómade

La antítesis de esta dialéctica esel andar del nómade que se detienepara rescatar su aliento porque loprecisa para lo que vendrá; su ejer-cicio de peregrino le enseñó que elaliento gastado sólo sirve para re-cordar que ya respiró aquellas ideasque le ampliaron el fiato, y le sirvie-ron para crecer, pero que la pausaactual no puede petrificarlo en la nos-talgia de lo que quedó atrás.

Esta es parte de la disposiciónnomádica, que asume lo ya dadocomo algo a superar y de lo cual hayque despedirse, sin que siempre seanecesario aniquilarlo. El gestoidentitario del nómada es la despe-dida porque transita un adiós de símismo permanente. Y haberlo ele-gido lo deja sin asidero para los as-pectos de su Yo que estuvieron

originados en aquello de lo cual sedespide.

Nómade equivale a transladomeditado, insustituible, ajeno alespontaneísmo simplificador. Trans-lado que realiza la metonimia de latraslación y asume la condensaciónde ese translado que propone la me-táfora cuando el nómade se detieneen el oasis para poder continuar sucamino, reguladas y unidas ambas

por la bisectriz de la silepsis; esdecir, el deseo es el que está

en juego, formalizadoahora mediante la apli-cación de la metáfora,la metonimia y lasilepsis de acuerdo conla tesis de Yañez Cortés.

Lo que importa es elcamino y el encuentrocon otro, y la negativa aadherir exclusivamentea lo conceptual, propo-sicional como paradigmade verdad, incluye laoposición al rigor inte-lectual, al estilo althusse-riano o a la manera deFeyerabend.

La praxis del nó-made apuesta a la bús-queda de oasis que noanuncian el final del re-corrido sino que inau-guran el rumbo hacia

otro remanso. Al decir de HermanHesse en el Juego de Abalorios: �Encada comienzo está un hechizo / quenos protege y ayuda a vivir�. Diga-mos entonces que la creación nun-ca termina y no se agota porque esdeseo.

En el esquema Nº1 que propuseal comenzar este artículo, subrayé

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que se trata de un modelo cerradoen el pensamiento, que se vuelvesobre sí mismo ya que carece detranslados, oasis, búsqueda intermi-nable, porque le sobran certezas. Elnómade, regido por el deseo, anun-cia la falta permanente debido a laimposibilidad de conceptualizar de-seo. El nómada aprendió que puedeconocer la cosa, el objeto, pero paraabordar al sujeto deberá recurrir alsaber y no a conocer de objeto, ydeberá sumir la imposibilidad deconceptualizar deseo.

En el modelo quepropuse deseo remite asujeto, a sujeto de la inter-pretación dado que éstacoadyuva en la metafo-rización del mismo y en lanecesidad de metonimi-zarlo, ya que actualmenteno nos encontramos en elsujeto hegeliano- que des-emboca en el objeto- sinoque se impone saber acer-ca del para-sí o el para -otros que Heideggerpropusiera.

Maldavsky sostiene15

que el nomadismo, comoconstructo ideológicomontado sobre las prác-ticas de los nómades, pue-de asociarse con el modelo queofrece la vida pulsional con sus com-ponentes conservadores, por unaparte, y por otra, el permanente es-forzarse de la pulsión hacia adelan-te, que incluye lo desconocido.

En consecuencia �se produceuna insatisfacción entre lo que seanhela repetir y lo que se persiguecomo novedad en el mundo, conpronóstico de aventura; siemprepermanece un resto, un plus

pulsional debido al cual el ser hu-mano hacia adelante en busca de loque sea�.

La tendencia a la exploración yla importancia de lo nuevo concitauna insatisfacción que puja poravanzar en contraposición con laconvocatoria de experiencias ante-riores asociadas al encierro y a la re-petición. No faltan riesgos en labúsqueda de aventuras intelectuales:perderse en laberintos o irse por las

ramas que pueden finalizar en la des-orientación absoluta que, yo añadi-ría, no es lo mismo que mantenersea la deriva.

Estamos autorizados a entender-la como disposición porque al ha-blar de pensamiento nómade o deplanteos de índole nómade se pro-duce un efecto de sentido que resul-ta de las variadas combinaciones delos conocimientos que tenemos acer-ca de los nómades como pueblos y

civilizaciones. Construimos abstrac-ciones a partir de su modo de no-afincarse y de buscar oasis, así comode sus maneras de producir estrate-gias de supervivencia y descubrirnuevos parajes; pero como nuestrasabstracciones no pueden resumirseen una sola de las propiedades quecaracterizan a los nómades, pode-mos pensar que se trata de una dis-posición porque resulta del efectode un conjunto en el que latotalización de sus diversos niveles

(o segmentos) lografundar un sentido.

Formando partedel mismo, encontra-mos lógicas diferen-tes, la primordial, esla lógica del azar,(paradigma del nó-made pensante), yaque la necesidad (ca-racterística fundantedel ser humano), quetiende a lo unitario,repetido, monolítico,queda ligada a azarespolivalentes y múlti-ples al evadir elcamino previsto, as-faltado y conocido yse lo sustituye por laarena del desierto.La provocación del

azar (ya mencioné su relación con undeterminismo moderado) que el pen-samiento nómade suscita, es la rup-tura epistemológica que coadyuva enla creación del sentido de lo nómade.

Lo nómade implica ruptura, talcomo se la vió florecer en el sigloXX a raíz de los revisionismos pro-venientes de diversas disciplinas ydel surgimiento, en 1929, de la te-sis de Bachelard acerca del pensa-miento �aproximalista�16 que se

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podría sintetizar diciendo �no haymás filosofía que la proximidad�.En ella apuntaba a lo que más tar-de sería su trabajo para la imposi-bilidad de verificación en términosde las ciencias duras. Su adhesióna los contenidos de la teoría psico-analítica y su decisión de incorpo-rar la poesía y la literatura en laaplicación del psicoanálisis marcóun sendero prometedor para estadisciplina, encaminado hacia lasprácticas nómades.

La desestructuración epistemo-lógica que marcó la caída del impe-rio del objeto puesto que el cogitocartesiano no daba cuenta de todaslas características del ser humano nidel deseo que lo funda, facilitó lacreación de la confianza y la espe-ranza en el psicoanálisis como téc-nica a cargo de �lo inconsciente delsujeto�.

El sujeto de interpretación(modelo ontológico), parte de estemomento histórico y habrá de ca-racterizarse por su relación con lametonimia, la metáfora y la silepsis,en intercambios recíprocos y pasa-jes en movimiento de una a la otra.

La interpretación es una estructuraregulada por la metonimia, la metá-fora y la silepsis que contiene un in-tento conceptual proposicional. Elpsicoanálisis también posiciona al in-dividuo como sujeto de la paradoja(modelo gnoseológico-lógico), quereclama la aplicación de otras lógi-cas, no formales17 y que desde laslógicas fuertes aplica variables dé-biles; la lógica de las paradojas cuen-ta con distribuidores que puedenpasar por el azar, la historicidad, y

aún de la probabilidad, es decir, aque-llas lógicas que puedan integrarsecon la metonimia y la metáfora, quedependen de la creatividad del pen-samiento y no sintonizan con el con-cepto y lo proposicional.

Desde las perspectivas queenuncié y que constituyen un mí-nimo recorrido por los ámbitosemblemáticos del nomadismoavanzamos junto con quienes nosapelan solicitando acompañamientopsicoanalítico. Intentamos accedera un nomadismo intelectual quecuenta con un asidero interior, sub-jetivo, que es la adscripciónidentificatoria (Maldavsky, 1999)

con innumerables contenidos teó-ricos que nos incitaron a des-suje-tarnos de los dogmas.

Así acompañamos las nuevasdesesperaciones de los sujetosescindidos, de los no-sujetos y de lossujetos descentrados; algunas deellas han sido bella y claramente des-criptas por los maestros y allí encon-tramos la huella fecunda; otrasveces, si retrocedemos hasta los con-siderados maestros, la cinta del

casete chirría sin encontrar el tim-bre ni la altura que nuestrosconsultantes demandan.

Creatividad, curación ypliegues

El modelo nómade refleja lausanza de los antiguos músicositinerantes que encontraban su alivioinventando poesías que transforma-ban en canción, de acuerdo con losargumentos que sus recorridos lesaportaban; así narraron las gestas queluego se reconocieron como aconteci-mientos, cuando lo posible de lo im-posible hacía su aparición histórica18 .

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En el momento que trabajamosen psicoterapias y en psicoanálisis,los caminos del nomadismo contri-buyen para que aquel o aquella aquien acompañamos, puedan antici-par sus posibilidades de acuerdo consu manera de ser. La complejidaddel emprendimiento reside en queestas personas corren el riesgo deser capturadas por los modelos quedesde la infancia les llegan vía vasoscomunicantes; y no siempre dejanespacio libre y propio para una crea-tividad que sea el efecto de la ten-sión que toda búsqueda produce.Como diría Husserl, quienes nosconsultan suelen estar pre-figurados,cuando la demanda del nómade esla opuesta o la antagónica, segúnsea la evaluación.

De donde el recurso a lapsicoterapia o al psicoanálisisno necesariamente remita a la�curación� o �equilibrio� dequien consulta, sino a la creati-vidad que le permita prescindirde aquello que lo encorseta. Allídonde encuentra las fijaciones yrecuerdos que no logra borrar por-que la propia infancia lo tironea enbusca de lealtades hacia los víncu-los tempranos, los que iniciaron alYo en los códigos convencionales,los que se preocuparon por enseñar-le a acomodar cuidadosamente cual-quier pliegue � fuera de lugar�,como cuando se tiende una cama yse estiran prolijamente las colchas ylas sábanas para aplanar cualquierarruga antiestética; es el modelo quereproducen, ilusoriamente, quienespretenden ordenar las ondulacionesde las arenas del desierto.

Esos pliegues, definidos e incier-tos, son ahijados del viento; el so-plo, la brisa o el tumulto del airetormentoso pueden recrear en las

arenas la estética de lo imprevistoque alimenta la pulsión de sernómade. Sus pensamientos desafíana los interrogantes consagrados paraconstruir otros, los que derivan delpropio sentir, y del sentir de los otrosque nos convocan. Ellos y nosotros,ya sea como habitantes convencio-nales de territorios conocidos y rei-teradamente rastreados, o comonómades coincidimos en buscar laestrella polar para no perder el rum-bo. La diferencia reside en que, paralos primeros, la estrella polar es laguía real, y la esperanza de poder

conceptualizarlo todo. Para losnómades, a semejanza de R. Stemm-bler, jurisconsulto y filósofo de la es-cuela neokantiana de Marburgo, queen 1880 afirmó: �la justicia es comola estrella polar que nos guía peronunca se alcanza� , la estrella polares inalcanzable, porque forma partede los iconos de la virtualidad.

Citas

1 E. Baccarini, �Introduzione�, en: ElPensiero nómade, Cittadella, Assisi,1994.

2 T.N.S.S., Trubetzkoy, La Phonologie,1929, Seminario en La Sorbonne,1931, edición VRIN, París.

3 R. Yañez Cortés, Comunicación per-sonal. Seminario acerca del Sujeto.Asociación Psicoanalítica Argentina(APA) Ofset, Buenos Aires, 1993. Lasilepsis se produciría como bisectriz enel ángulo recto formado por el cruce dela diacronía y la sincronía, entre la re-petición y la creación.

4 R. Bodei, �Comprender, modificarse�,en: La Crisis de la razón, México, SigloXXI, 1983.

5 Lipovetsky, La era del vacío, Barcelo-na, Anagrama, 1986.

6 E. Giberti, �Cuando el mundo se con-vierte en algo ajeno�, en: Diario Cla-rín, Buenos Aires, 1997.

7 A. Gurrutxaga, La perplejidad socioló-gica, Bilbao, Universidad del País Vas-co, 1996.

8 E. Trías, Drama e identidad, Barce-lona, Destinos, 1993.

9 D. Maldavsky, Teoría y clínica delos procesos tóxicos, Buenos Aires,Amorrortu, 1992.

10 A. Gargani, �Introducción�, en:Crisis de la razón, México, SigloXXI, 1983.

11 En Argentina se denomina picadaal sendero que se abre en plena selva

para lo cual se utilizan machetes.

12 Trubetzkoy T. N. S., Ob. cit.

13 E. Giberti, �Relato por invita-ción�, Seminario organizado por laFundación Kellog :Juventud y Fa-milia, Campos de Jordao, Brasil,1998, en prensa.

14 F. Guattari y T. Negri, Las verdadesnómadas, Donostia, Tercera prensa,1996.

1 5 D. Maldavsky, Comunicación personal,1998.

1 6 G. Bachelard, Essai sur laconnaissance approchee, Paris, Vrin,1929.

1 7 E. Giberti y colaboradoras, ¿Y por qué?se preguntan algunas mujeres, BuenosAires, Fundación A.Moreau de Justo,1988.

18 A. Badiou, Manifiesto por la filosofía,Buenos Aires, Nueva Visión, 1979.