aas y sus alternativas en la infancia

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D urante la mayor parte del siglo pasado el ácido acetilsa- licílico (AAS), más conocido como Aspirina ® , ha sido el fármaco de referencia en niños para el tratamiento de la fiebre y el dolor leve a moderado. Su uso mayoritario ha lle- gado hasta los años ochenta del siglo xx; a partir de enton- ces, como consecuencia de su asociación con el síndrome de Reye, especialmente en niños con varicela o gripe, ha caído en desuso y ha sido desplazado por otros fármacos como pa- racetamol, en uso desde los años setenta, o el ibuprofeno, in- troducido en los noventa 1,2 . A la vista de lo anterior, en este artículo se exponen las medidas reguladoras que sobre el uso de la aspirina infantil ha tomado la Agencia Española del Medicamento (AEM) y, tras una visión general sobre las características del AAS y del síndrome de Reye, se lleva a cabo un repaso del trata- miento de las enfermedades en que más se ha utilizado o se utiliza el AAS en niños, así como otros fármacos que tien- den a sustituirlo, sobre todo en el tratamiento de la fiebre y el dolor en pediatría. Recientes medidas reguladoras sobre el uso de AAS en la infancia En mayo de 2003, el Comité de Seguridad de Medicamentos de Uso Humano, órgano asesor de la AEM, ha reevaluado la relación beneficio/riesgo del AAS (y salicilatos en general) en su uso pediátrico. Según este organismo, la información FMC 2004;11(3):131-41 131 AAS y sus alternativas en la infancia R.M. Torres García Farmacéutico de Atención Primaria. Área de Salud de Ibiza-Formentera. Ib-Salut. Ibiza. España. T erapéutica en APS Puntos clave Palabras clave: Ácido acetilsalicílico • Aspirina • Síndrome de Reye • Antipiréticos • Analgésicos • Pediatría. El ácido acetilsalicílico (AAS) ha sido el analgésico- antipirético más utilizado en niños hasta la década de los ochenta. El AAS se ha asociado con la aparición de síndrome de Reye, por lo que la Agencia Española del Medicamento ha contraindicado su uso en menores de 16 años con síndrome febril, gripe o varicela. El síndrome de Reye es una encefalopatía hepática, con afección mitocondrial, de aparición rara pero con una alta mortalidad. Otros analgésicos-antipiréticos, como el paracetamol, el ibuprofeno o el metamizol, no se han asociado con la aparición de este síndrome. El ibuprofeno mantiene la acción antiinflamatoria y potencialmente gastrolesiva del AAS, mientras que el paracetamol y el metamizol pierden el poder antiinflamatorio y gastrolesivo en las dosis recomendadas. En el tratamiento de la fiebre y del dolor leve-moderado en pediatría se pueden considerar de elección, frente al AAS, el paracetamol y el ibuprofeno, por su eficacia y mejor perfil de seguridad y tolerabilidad. El metamizol se debe reservar para el tratamiento de fiebre elevada resistente a los anteriores; es de mayor utilidad en dolor tipo cólico o visceral por su leve efecto relajante del músculo liso. En dolor de tipo inflamatorio o en niños con artritis el ibuprofeno es una buena alternativa a AAS, por su mayor duración de acción, su mejor tolerabilidad y porque se puede evitar su suspensión en caso de gripe o varicela. Si bien el paracetamol y el ibuprofeno se consideran bastante seguros, se debe hacer una adecuada dosificación, en mg/kg de peso, para evitar sobredosis no intencionadas; son de elección las formulaciones como solución oral en niños pequeños. El AAS sigue siendo el fármaco de elección como antiagregante plaquetario y en la enfermedad de Kawasaki.

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Page 1: AAS y sus alternativas en la infancia

Durante la mayor parte del siglo pasado el ácido acetilsa-licílico (AAS), más conocido como Aspirina®, ha sido

el fármaco de referencia en niños para el tratamiento de lafiebre y el dolor leve a moderado. Su uso mayoritario ha lle-gado hasta los años ochenta del siglo xx; a partir de enton-ces, como consecuencia de su asociación con el síndrome deReye, especialmente en niños con varicela o gripe, ha caídoen desuso y ha sido desplazado por otros fármacos como pa-racetamol, en uso desde los años setenta, o el ibuprofeno, in-troducido en los noventa1,2.

A la vista de lo anterior, en este artículo se exponen lasmedidas reguladoras que sobre el uso de la aspirina infantilha tomado la Agencia Española del Medicamento (AEM) y,tras una visión general sobre las características del AAS y

del síndrome de Reye, se lleva a cabo un repaso del trata-miento de las enfermedades en que más se ha utilizado o seutiliza el AAS en niños, así como otros fármacos que tien-den a sustituirlo, sobre todo en el tratamiento de la fiebre yel dolor en pediatría.

Recientes medidas reguladorassobre el uso de AAS en la infancia

En mayo de 2003, el Comité de Seguridad de Medicamentosde Uso Humano, órgano asesor de la AEM, ha reevaluado larelación beneficio/riesgo del AAS (y salicilatos en general)en su uso pediátrico. Según este organismo, la información

FMC 2004;11(3):131-41 131

AAS y sus alternativas en la infanciaR.M. Torres GarcíaFarmacéutico de Atención Primaria. Área de Salud de Ibiza-Formentera. Ib-Salut. Ibiza. España.

Terapéutica en APS

Puntos clave

Palabras clave: Ácido acetilsalicílico • Aspirina • Síndrome de Reye • Antipiréticos • Analgésicos • Pediatría.

● El ácido acetilsalicílico (AAS) ha sido el analgésico-antipirético más utilizado en niños hasta la década de los ochenta.

● El AAS se ha asociado con la aparición de síndrome deReye, por lo que la Agencia Española del Medicamento ha contraindicado su uso en menores de 16 años con síndrome febril, gripe o varicela.

● El síndrome de Reye es una encefalopatía hepática, con afección mitocondrial, de aparición rara pero con una alta mortalidad.

● Otros analgésicos-antipiréticos, como el paracetamol, el ibuprofeno o el metamizol, no se han asociado con la aparición de este síndrome.

● El ibuprofeno mantiene la acción antiinflamatoria y potencialmente gastrolesiva del AAS, mientras que el paracetamol y el metamizol pierden el poder antiinflamatorio y gastrolesivo en las dosisrecomendadas.

● En el tratamiento de la fiebre y del dolor leve-moderado enpediatría se pueden considerar de elección, frente al AAS,el paracetamol y el ibuprofeno, por su eficacia y mejorperfil de seguridad y tolerabilidad.

● El metamizol se debe reservar para el tratamiento de fiebreelevada resistente a los anteriores; es de mayor utilidad endolor tipo cólico o visceral por su leve efecto relajante delmúsculo liso.

● En dolor de tipo inflamatorio o en niños con artritis elibuprofeno es una buena alternativa a AAS, por su mayorduración de acción, su mejor tolerabilidad y porque sepuede evitar su suspensión en caso de gripe o varicela.

● Si bien el paracetamol y el ibuprofeno se consideranbastante seguros, se debe hacer una adecuada dosificación,en mg/kg de peso, para evitar sobredosis no intencionadas;son de elección las formulaciones como solución oral enniños pequeños.

● El AAS sigue siendo el fármaco de elección comoantiagregante plaquetario y en la enfermedad de Kawasaki.

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disponible no permite descartar la asociación del uso deAAS en niños febriles y la aparición de síndrome de Reye.Como conclusión se recomendó a la AEM que se anularanla especialidades farmacéuticas publicitarias (EFP) infantilescon AAS o salicilatos en su composición; que se exigiera laprescripción médica para todas las especialidades farmacéu-ticas (EF) con dosis inferiores a 500 mg de AAS; que se in-trodujera en la ficha técnica y el prospecto la contraindica-ción de su uso en procesos febriles, gripe y varicela en me-nores de 16 años, y que se mantuvieran únicamente comoEFP aquellas con más de 500 mg de AAS3. A la vista deello, la AEM publicó la circular 10/93 en la que revisaba laautorización de comercialización de las especialidades far-macéuticas con AAS/salicilatos. En ella se disponía4:

– La suspensión cautelar de la autorización de comerciali-zación de las EF de uso sistémico, que no requieran pres-cripción médica, que contengan AAS/salicilatos y sean deuso exclusivo infantil.

– La inclusión en la ficha técnica y prospecto de las EFcon AAS/salicilatos, de uso en adultos sin necesidad deprescripción médica, de la contraindicación de su uso en ni-ños menores de 16 años.

– La inclusión en la ficha técnica de las EF con AAS/sali-cilatos que sí requieran prescripción médica de la contraindi-cación de su uso en niños menores de 16 años con procesosfebriles, gripe o varicela. En el prospecto se advierte de lanecesidad de evitar su utilización en menores de 16 años sal-vo expresa indicación médica.

Ácido acetilsalicílicoEl AAS es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) delgrupo de los salicilatos. En concreto, es el éster salicílico delácido acético5,6.

Acción terapéutica y mecanismoSu actividad es antiinflamatoria, analgésica y antipirética, ypresenta acciones diferentes del resto de los salicilatos. Supropiedad para acetilar proteínas le lleva a inhibir la agrega-ción plaquetaria, a diferencia de otros de su grupo5,6. La as-pirina inhibe irreversiblemente la actividad ciclooxigenasa(COX), complejo enzimático que cataliza la conversión deácido araquidónico en prostaglandinas, que tienen un impor-tante papel fisiológico (mediadores de la inflamación, secre-ción de bicarbonato y moco por la mucosa gástrica, agrega-ción plaquetaria o regulación del flujo renal y del balance desodio y agua en el riñón). Hay 2 isoenzimas: la COX-1, quees constitutiva en la mayoría de tejidos, como en las plaque-tas, y la COX-2, cuya expresión puede ser inducida en res-puesta a estímulos inflamatorios y mitogénicos. La primeraes más sensible a la acción de la aspirina. La existencia de 2isoenzimas con diferente afinidad por AAS explica, al me-

nos en parte, las menores dosis necesarias y la mayor dura-ción de acción del fármaco para inhibir la agregación pla-quetaria frente a su acción analgésica y antiinflamatoria5,6.

La acción analgésica está mediada principalmente por lainhibición de la síntesis de prostaglandinas, si bien pueden es-tar implicados otros mecanismos. Las prostaglandinas sensibi-lizan a los receptores del dolor frente a la estimulación mecá-nica u otros mediadores de tipo químico (histamina, bradicini-na…). Los salicilatos no modifican el umbral del dolor ni loprevienen si se ha producido por prostaglandinas exógenas oendógenas previamente sintetizadas. Su acción analgésica seproduce fundamentalmente a escala periférica, pero tambiéncentral, presumiblemente en el hipotálamo. Además, su efectoantiinflamatorio contribuye a disminuir el dolor5,6.

No se ha establecido claramente el mecanismo de acciónantiinflamatorio, posiblemente por la complejidad del proce-so de la inflamación. Dado que las prostaglandinas están im-plicadas en este proceso y producen directamente muchos delos signos y síntomas de la inflamación, el efecto antiinfla-matorio de la aspirina puede estar mediado por la inhibiciónde su producción y liberación. No inhibe la lipooxigenasa,enzima implicada en la formación de leucotrienos, pero alinhibir la ciclooxigenasa (el sustrato de ambas enzimas es elácido araquidónico) puede producir un aumento en su pro-ducción, lo que puede contribuir a la respuesta inflamatoria.La importancia clínica de este hecho no está clara. In vitroelAAS estabiliza la membrana de los lisosomas y puede, ade-más, inhibir la activación de los linfocitos e interferir en laformación de anticuerpos mediada por prostaglandinas, im-plicados en procesos inflamatorios del tejido conectivo.También puede alterar la composición, la síntesis y el meta-bolismo de los mucopolisacáridos de este tejido, ayudando aprevenir la difusión del proceso inflamatorio5,6.

El efecto antipirético de los salicilatos se manifiesta enpersonas con fiebre (raramente en afebriles), que se explica,entre otros posibles mecanismos, por la disminución de lasíntesis de prostaglandinas, que median en el efecto de lospirógenos endógenos sobre el hipotálamo5,6.

El AAS inhibe la agregación plaquetaria, y puede doblarel tiempo medio de sangrado, y los niños son más sensiblesque los adultos: acetila e inactiva irreversiblemente la COXen las plaquetas circulantes, lo que inhibe la producción detromboxano A2 a partir del ácido araquidónico, que es induc-tor de la agregación plaquetaria. Dado que la COX no se pue-de resintetizar en las plaquetas, el efecto se mantiene en lasque están afectadas durante toda su vida (de 4 a 7 días)5-7.

FarmacocinéticaLa absorción oral del AAS es buena, del 80 al 100% de ladosis administrada, pero la biodisponibilidad como fármacono hidrolizado es menor (50-70%), pues sufre hidrolizacióna salicilato en el tracto gastrointestinal y al sufrir el primerpaso hepático. Ésta no se ve afectada por la administración

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conjunta con alimentos, aunque sí se enlentece su absorción.Asimismo, hay evidencias de que empeora en la fase febrilde la enfermedad de Kawasaki5.

El salicilato se une extensamente a las proteínas plasmáti-cas y tiene una amplia distribución en el organismo6. Lafracción de AAS que llega intacta al plasma se hidroliza rá-pidamente a salicilato (metabolito activo) por esterasas delhígado y, en menor medida, plasmáticas, de eritrocitos y lí-quido sinovial. La vida media plasmática, tanto del AAS co-mo del salicilato, aumenta con la dosis, así como en la insu-ficiencia renal7. En neonatos, la posibilidad de que se pro-duzca toxicidad es mayor, ya que la metabolización y laeliminación son más lentas8,9. Sólo se excreta inalterado porla orina un 1% del total de la dosis administrada, el resto lohace como salicilato o sus metabolitos5.

La duración de acción de una dosis única es de 4 a 6 h7,comenzando su efecto antipirético en aproximadamente unahora5,9. La inhibición de la agregación plaquetaria sucede ende 1 a 7,5 min7.

Efectos adversosComo en el resto de los AINE, hay que resaltar los efectosgastrointestinales: dispepsia, pirosis, náuseas, vómitos, ano-rexia o dolor abdominal. La frecuencia de pacientes afecta-dos oscila entre el 2 y el 10% a dosis usuales como analgési-co o antipirético y el 10-30% en pacientes que reciben altasdosis (> 3,6 g/día en adultos). Estos efectos se pueden mini-mizar si el fármaco se administra con las comidas. Sin em-bargo, esto no reduce la posibilidad de que se produzca he-morragia gastrointestinal, cuya incidencia y gravedad estánrelacionadas con la dosis. También se pueden producir di-versos grados de lesión en la mucosa, desde eritema o pete-quias hasta úlcera gastroduodenal, sangrante o no, y que noestán bien correlacionados con los síntomas5.

A las dosis usuales no suele provocar efectos adversos re-nales, pero en sobredosis puede reducir el aclaramiento decreatinina o causar necrosis tisular con fallo renal. En pa-cientes con mala función renal puede disminuir reversible-mente el flujo sanguíneo renal y producir retención de agua,sodio y potasio5. La terapia a largo plazo con AAS, sola o encombinación con otros analgésicos, se ha relacionado epide-miológicamente con la aparición de “nefropatía anal-gésica”5, al igual que el consumo de paracetamol, al que sele atribuye un riesgo similar10.

También pueden producirse erupciones cutáneas, pero seobservan normalmente sólo en pacientes que reciben AASdurante más de una semana o en sobredosis. Además de otrotipo de lesiones (eritematosas, escarlatiformes…), en rarasocasiones se ha asociado con la aparición de síndrome deSteven-Johnson y necrólisis tóxica epidérmica5.

Raras veces se producen reacciones de hipersensibilidad,caracterizadas por broncospasmo (sobre todo), urticaria, ri-nitis grave, angioedema y/o shock y, en rarísimas ocasiones

muerte, que ocurre normalmente en las 3 h siguientes a laadministración. La sensibilidad al AAS se produce en el0,3% de la población general, en el 20% de las personas conurticaria crónica, en el 4-10% de los asmáticos y en el 1,5%de los que sufren rinitis crónica. En los niños y adolescentesocurre con menor frecuencia que en la edad adulta5,11,12. Lasensibilidad es cruzada con mayor frecuencia con ibuprofe-no que con paracetamol, si bien con este último puede serloen un 5% de los casos5.

En algunos pacientes asmáticos el AAS y otros AINE inhibi-dores de la COX precipitan ataques de asma y reacciones naso-oculares. Ya en 1922 se asoció la “tríada” hipersensibilidad alAAS, asma y poliposis nasal12. Los pacientes con asma induci-da por aspirina deben evitar el fármaco, así como otros inhibi-dores de la COX. El mecanismo implicado parece ser el au-mento de la liberación de leucotrienos5. En caso necesario, unabuena alternativa es el paracetamol, aunque puede haber reac-ción cruzada, por lo que debe monitorizarse al paciente durante3 h tras la administración12. Otros efectos adversos son:

– Hepatotoxicidad reversible, particularmente en niñostratados de artritis juvenil o fiebre reumática, o si hay dañohepático previo5.

– Tinnitus y pérdida auditiva reversible, con dosis altasy/o continuadas. Es más difícil de detectar en niños peque-ños, con lo que pierde su utilidad como indicador de intoxi-cación salicílica.

– Efectos hematológicos.– Alteraciones de la coagulación

Intoxicación por salicilatosLa intoxicación crónica por salicilatos, o salicilismo, se pro-duce en terapia prolongada y a altas dosis (> 100 mg/kg). Enlos niños se produce particularmente en presencia de deshi-dratación. En éstos las manifestaciones más frecuentes sonla hiperventilación y los efectos sobre el sistema nerviosocentral, como aturdimiento, sopor y cambios del comporta-miento. Usualmente ocurren a concentraciones séricas de sa-licilato > 300 µg/ml. En caso de intoxicación leve se debedisminuir la dosis, así como ofrecer terapia de soporte. Si esmás grave, debe retirarse el AAS5.

La intoxicación aguda se produce por ingestión de unadosis simple. Es de media a moderada por ingesta de 150-300 mg/kg de salicilato, grave con 300-500 mg/kg y poten-cialmente letal con > 500 mg/kg. El principal efecto produ-cido es la extensión de su actividad farmacológica. Se mani-fiesta como pirosis y vómitos, sobre todo en niños, entre unay 8 h tras la ingestión, y puede estar seguido de otro períodoasintomático de varias horas. Las principales manifestacio-nes fisiológicas que se presentan son alteraciones hidroelec-trolíticas y del equilibrio ácido-base, deshidratación, hiper-pirexia e hiper-hipoglucemia. En los niños de menor edad, laacidosis es más grave, con predominio de la acidosis meta-

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bólica frente a la alcalosis, por ser estos pacientes más sensi-bles a sufrir cetosis. También se producen las manifestacio-nes de la intoxicación crónica, pero más pronunciadas y enuna sucesión más rápida. Además se pueden observar: oligu-ria, hipertermia, vértigo, tremor, delirio, electroencefalogra-ma anormal, convulsiones generalizadas, letargia y coma, ycon menor frecuencia, edema pulmonar, erupciones cutáneasy pancreatitis, además de complicaciones hemorrágicas. Laintoxicación puede progresar hasta la muerte, por colapsocardiovascular e insuficiencia respiratoria5.

Según datos del Servicio de Información Toxicológica, enlos niños de hasta 14 años el 15% de las intoxicaciones me-dicamentosas producidas entre 1998 y 2000 fueron por anti-piréticos en presentación oral pediátrica (un 11%, paraceta-mol; un 3%, AAS, y un 1,5%, ibuprofeno). El riesgo de su-frir intoxicación por paracetamol fue 5,6 veces superior quepor ibuprofeno, con significación estadística. También para-cetamol es el que mayor proporción de intoxicaciones gra-ves produce (9,4%), debido a su hepatotoxicidad en sobre-dosis, frente al 2% del AAS y el 1% del ibuprofeno. La fre-cuencia de intoxicación por AAS es mucho menor que enotros estudios de años anteriores, y los autores la justificanpor la disminución de su uso en niños en los últimos años13.Las dosis consideradas tóxicas se exponen en la tabla 1.

PrecaucionesHay que tener precaución ante posibles intervenciones qui-rúrgicas u odontológicas ante el riesgo de sangrado14. En lac-tantes de madres tratadas con AAS en altas dosis y durantelargos períodos se pueden producir efectos adversos, si bienel riesgo es bajo cuando se administran dosis ocasionales5.

ContraindicacionesEl AAS está contraindicado en úlcera gastrointestinal o mo-lestias gástricas de repetición, alergia a los salicilatos, hemo-filia o problemas de la coagulación sanguínea, terapia con-junta con anticoagulantes orales e insuficiencia renal o hepá-tica14. También está contraindicado en procesos febriles,gripe o varicela en menores de 16 años4.

InteraccionesEl AAS puede desplazar de su unión a proteínas plasmáticasa la fenilhidantoína, el ácido valproico, los anticoagulantes

orales o las penicilinas, aumentando sus efectos, así comolos de los antidiabéticos orales. También desplaza a la bili-rrubina en neonatos, produciendo hiperbilirrubinemia. Suadministración, además, incrementa el riesgo de toxicidadpor metotrexato, y no debe administrarse junto a otros fár-macos ulcerogénicos, como otros AINE y corticoides4,5.

AAS y síndrome de ReyeEl síndrome de Reye es un tipo especial de encefalopatía he-pática no ictérica caracterizado por edema cerebral difusoasociado a un depósito de microvesículas de grasa en el cito-plasma celular de diferentes órganos, especialmente en el hí-gado15. Es un proceso agudo que ocurre fundamentalmenteen niños y adolescentes, aunque también puede producirseen la edad adulta3. Puede aparecer de forma espontánea o enbrotes acompañando a infecciones por los virus de la in-fluenza B y de la varicela zoster, pero también a otros virus.Si bien esporádicamente se habían notificado casos con es-tas manifestaciones desde 1929, Reye et al, en 1963, enAustralia, describieron esta entidad clinicopatológica.

La mayoría de los pacientes refieren síndrome febrilacompañado de síntomas respiratorios y vómitos en la sema-na previa a la aparición de los síntomas neurológicos. Hayvarios grados de compromiso neurológico, con cambiosfluctuantes de la personalidad y deterioro de la conciencia.El síndrome progresa con rapidez, con desarrollo de irritabi-lidad extrema, agitación, confusión, convulsiones, delirio ycoma15,16. El hígado se encuentra agrandado, y en muchasocasiones es la clave diagnóstica15. Se han identificado nu-merosos cambios metabólicos, como hiperamonemia y valo-res elevados de alanina aminotransferasa y aspartato amino-transferasa, así como una reducción en el tiempo de pro-trombina15,16. También es frecuente la hipoglucemia y lostrastornos del equilibrio ácido-base. El electroencefalograma(EEG) suele evidenciar un enlentecimiento difuso de la acti-vidad cerebral15.

A menudo la diferenciación clínica frente a otras altera-ciones metabólicas congénitas y con manifestaciones simila-res a las del síndrome de Reye es difícil. La mayoría se pro-duce por defectos enzimáticos y se manifiesta normalmenteantes de los 3 años de edad. Suelen producirse episodios re-currentes, hipoglucemia frecuente, cardiomegalia y debili-dad muscular16. Hay una diferencia observable en el micros-copio electrónico: en el síndrome de Reye se producen cam-bios ultrastructurales en el tejido hepático, como lasalteraciones mitocondriales, anormalmente grandes y pleo-mórficas15,16.

La causa precisa del síndrome de Reye es desconocida,aunque hay estudios epidemiológicos que han encontradouna fuerte asociación entre la ingestión de aspirina duranteel proceso gripal o la varicela y la producción del síndro-me3,15-17.

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TABLA 1. Dosis considerada tóxica para paracetamol,ibuprofeno y AAS13

Fármaco Dosis tóxica

Paracetamol > 140 mg/kg

Ibuprofeno > 200 mg/kg

AAS > 150 mg/kg

AAS: ácido acetilsalicílico.

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Su alta mortalidad (> 60% en las primeras series estudia-das en la década de los setenta) se ha podido reducir en laactualidad gracias al diagnóstico precoz y al inicio más rápi-do del tratamiento15. La incidencia de este síndrome ha dis-minuido significativamente al disminuirse la prescripción deaspirina en niños con infecciones virales3,15,16. En EstadosUnidos, desde que se informó en 1980 de la posible relaciónentre el uso de aspirina en procesos gripales o varicela y laaparición del síndrome de Reye, el número de casos ha dis-minuido en gran medida. Desde 1986 se incluyó una adver-tencia en el etiquetado de los medicamentos que conteníanen su composición AAS. Entre 1981 y 1997 se declararon1.207 casos, hallándose valores de salicilatos en sangre en el82% de ellos. De los 555 declarados en 1980 se pasó a me-nos de 100 por año en 1985 y 1986; no más de 36 al año en-tre 1987 y 1993, y no más de 2 entre 1994 y 1997. Un 31%de los casos fueron fatales16.

El pico de casos informados se produce entre enero yabril, coincidiendo con el desarrollo de infecciones viralesdel tracto respiratorio superior, y en particular la gripe. Sinembargo, desde 1990 esta asociación estacional es menosobvia, lo que indica que el mero hecho de haber más infec-ciones virales no explica por sí mismo la aparición de picosestacionales de síndrome de Reye16.

Asimismo, la incidencia puede ser mayor en niños que to-man salicilatos para tratar la artritis reumatoide juvenil, asícomo en los que toman altas dosis de aspirina. Por tanto, hayque prestar especial atención a los niños que requieren la ad-ministración a largo plazo de AAS, como los que padecenenfermedad de Kawasaki y artritis reumatoide juvenil, ofre-ciéndoles la vacuna antigripal y antivaricela, e instruyendo alos cuidadores sobre la importancia de reconocer temprana-mente los síntomas del síndrome, retirando rápidamente latoma de aspirina ante la menor sospecha16.

Hay otros tratamientos (paracetamol, ibuprofeno) efecti-vos en el tratamiento de niños febriles con infección intercu-rrente, que no se han relacionado con este síndrome17. Porejemplo, el ibuprofeno pediátrico se introdujo para la pres-cripción en Estados Unidos en 1989, y en 1995, como medi-camento de venta libre (sin necesidad de receta). Su crecien-

te consumo ha ido aparejado con la disminución paulatinade casos de síndrome de Reye, lo que apoya la falta de aso-ciación entre su uso y la enfermedad18.

Usos de la aspirina en pediatría

Tratamiento del dolor en la infancia

Históricamente la actitud ante el tratamiento del dolor eramuy diferente en los niños que en los adultos, en parte pordatos equivocados respecto a la percepción y la toleranciadel dolor en aquéllos, y a las limitaciones para valorar su in-tensidad19.

La elección del tratamiento analgésico debe ir marcadapor la intensidad del dolor y las características del niño, con-siderando una escala lógica basada en su eficacia analgésica,como la escalera de la OMS. La pauta de dosificación debeser regular, no “a demanda”, y se debe revisar en función dela respuesta clínica y la aparición de efectos adversos. Engeneral, se prefiere la vía oral en dolor leve-moderado, salvocuando existan vómitos en que es de utilidad la administra-ción rectal19.

Tanto los AINE como el paracetamol (tablas 2 y 3) son deutilización frecuente en el tratamiento del dolor leve a mo-derado (cefaleas, odontalgias, traumatismos menores…) oen cirugía ambulatoria. También son de elección en algunassituaciones crónicas (artritis reumatoide juvenil), asociadoscon opiáceos en formas más graves de dolor (oncológico) otras cirugía mayor19. El uso del AAS como analgésico pe-diátrico ha disminuido en los últimos años por su relacióncon el síndrome de Reye, a favor de ibuprofeno y, sobre to-do, paracetamol20.

La cefalea es frecuente durante la infancia, y más aún enla adolescencia. Un tercio de los niños de al menos 7 años yla mitad de los de 15 o mayores tienen cefaleas, que sonfrecuentes en el 2,5 y el 15%, respectivamente. La migrañaes la forma más frecuente de cefalea aguda recurrente y suprevalencia va desde el 1,2-3,2% en niños de 3 a 7 añoshasta el 8-23% en los de 15 años21. Una vez descartada unaenfermedad neurológica importante e instauradas las co-

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TABLA 2. Dosis recomendadas en pediatría para analgésicos-antipiréticos2,6,7,14,21,27,32,33

Dosis Dosis máxima IntervaloFármaco por toma por día entre Observaciones

(mg/kg) (mg/kg) tomas (h)

Aspirina 10-15 80 4-6 Contraindicada en síndrome febril, gripe y varicela en menores de 16 añosNo hay formas líquidas orales de uso pediátrico

Paracetamol 10-15 100 4-6 Se recomienda no superar las 5 tomas por día. La dosis máxima puede ser menor en niños menores y neonatos (véase texto). No exceder de 60 mg/kg/día en menores de 1 año

Ibuprofeno 5-10 40-50 6-8 Se han recomendado también 30 mg/kg/día, en 3-4 tomas

Metamizol La dosis recomendada es de un supositorio infantil de 500 mg en niños de 3-11 años, y medio supositorio en niños de 1-3 años, en ambos casos cada 6-8 h

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rrespondientes medidas no farmacológicas, el siguiente pa-so sería el tratamiento medicamentoso. El más utilizado esel uso intermitente de analgésicos por vía oral, y es funda-mental facilitar el acceso al tratamiento tanto en casa comoen el ambiente escolar. A veces son necesarias dosis mayo-res que las empleadas como antipiréticos. Normalmente soneficaces el ibuprofeno (o naproxeno) y el paracetamol, to-mados tan pronto como sea posible. El primero, a dosis de10 mg/kg, es el mejor estudiado y muestra más beneficiosque el último20,21. Otros tratamientos incluyen la terapiaprofiláctica diaria en niños con ataques frecuentes que mo-difican su estilo de vida, o el uso de triptanes en adolescen-tes con migraña que no responde a los analgésicos habitua-les21. El ibuprofeno es también la mejor opción frente a laaspirina cuando el dolor tiene origen inflamatorio, y ademásdispone de presentaciones líquidas orales y una mayor du-ración de acción que ésta19. En el dolor visceral moderado-

intenso es de mayor utilidad el metamizol que el ibuprofenoo el paracetamol22.

En el dolor posquirúrgico, los AINE deberían administrar-se antes de la intervención, dado que no son eficaces ante eldolor provocado por prostaglandinas ya liberadas. En algu-nos casos es conveniente evitar el efecto antiagregante, por loque el paracetamol y el metamizol serían de elección22.

Artritis crónica infantilEn esta afección la experiencia es limitada y se reduce aunos pocos AINE, fármacos con los que, en general, se co-mienza el tratamiento. La aspirina ha sido el fármaco de re-ferencia, pero presenta diversos inconvenientes: a)su cortaduración de acción requiere despertar al niño por la noche;b) en dosis altas se requieren controles de salicilemia; c)serecomienda su retirada ante la posibilidad de contraer la gri-pe o la varicela, y d)no son infrecuentes los síntomas gas-trointestinales con las dosis utilizadas en esta enfermedad23.Una comparación entre AAS e ibuprofeno en niños con ar-tritis muestra una eficacia analgésica similar entre ambos,pero con mejor cumplimiento y menos efectos adversos paraeste último20. Lo mismo se puede decir en relación con elnaproxeno y el tolmetin. En este sentido, debe citarse el cua-dro denominado síndrome de activación del macrófago, enel que se produce coagulación intravascular diseminada y al-teración de la función hepática, que puede ocurrir en la for-ma sistémica de la artritis crónica infantil y se ha relaciona-do con la toma de AINE23. Las dosis utilizadas en la artritisson mayores que las necesarias para alcanzar el efecto anal-gésico-antipirético (tabla 4).

Enfermedad de KawasakiLa enfermedad de Kawasaki es una enfermedad multisisté-mica, con vasculitis de pequeños y medianos vasos, propiade lactantes y niños pequeños. Se caracteriza por fiebre demás de 5 días de evolución, junto a inyección conjuntival bi-lateral no exudativa, lesiones orofaríngeas, edema o eritemaen manos y pies, exantema polimorfo y adenopatía cervical.Se pueden observar otras manifestaciones como artralgias,artritis, manifestaciones digestivas o meningitis aséptica, en-tre otras. Es muy característica y frecuente la aparición deirritabilidad. La causa es desconocida, pero se cree que al-gún agente externo desconocido provoca una disfunción in-munológica en niños genéticamente predispuestos24.

En el ecocardiograma en la fase aguda (1-2 semanas) pue-den aparecer aneurismas y, sobre todo, en la fase subaguda,a partir de la tercera y cuarta semana. En ésta cede la fiebrey se evidencia trombocitosis7,24.

El tratamiento se basa en la administración de aspirina,para evitar complicaciones cardiovasculares graves, e inmu-noglobulina intravenosa (IGIV). Se ha postulado que los es-teroides podrían ser de utilidad en pacientes resistentes a laIGIV. La dosis inicial de AAS es de 80-100 mg/kg/día en

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TABLA 3. Presentaciones comerciales pediátricas de analgésicos-antipiréticos

Fármaco Presentaciones pediátricas

AAS Comprimidos, 100 mg, 20 y 30 comp.Comprimidos, 125 mg, 30 comp.Comprimidos, 250 mg, 30 comp.Comprimidos, 300 mg, 30 comp.Sobres, 200 mg, 20 sobres

Paracetamol Gotas, 100 mg/ml, 30 y 60 mlSolución, 120 mg/5 ml, 115, 120 y 200 mlSolución, 150 mg/5 ml, 90 mlComprimidos, 160 mg, 16 y 20 comp.Supositorios, 150 mg, 6 sup.Supositorios, 200 mg, 10 sup.Supositorios, 250 mg, 5, 6, 10 y 20 sup.Supositorios, 300 mg, 6 sup.Supositorios, 325 mg, 8 sup.

Ibuprofeno Gotas, 200 mg/ml, 18 mlSuspensión, 100 mg/5 ml, 150 y 200 mlSobres, 100 mg, 12 sobresSobres, 200 mg, 12 sobres

Metamizol Supositorios, 500 mg, 6 sup.

AAS: ácido acetilsalicílico; comp.: comprimidos; sup.: supositorios.

TABLA 4. Dosis de los AINE en el tratamiento de la artritiscrónica infantil7,24

Fármaco mg/kg/día Dosis/día

Aspirina 70-90 3-4

Naproxeno 15-20 2

Tolmetin 25-30 3

Ibuprofeno 30-50 3

Indometacina 1-2,5 3

Piroxicam 0,3-0,6 1

AINE: antiinflamatorios no esteroideos.

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3-4 tomas, durante 2 semanas o hasta después de 48 h de ladesaparición de la fiebre. Posteriormente se utilizan 5 mg/kg/día durante 6-8 semanas más o hasta que la cifra deplaquetas se normalice, añadiendo dipiridamol (3-5mg/kg/día) si hay anomalías de las arterias coronarias. Semantiene el tratamiento por un año o hasta la resolución delos aneurismas8,24.

Durante la fase febril de la enfermedad la absorción deAAS es menor de lo normal, entre el 14 y el 60% de la dosisadministrada. Por ello se precisan dosis mucho mayores delo habitual (incluso > 100 mg/kg/día) para alcanzar valoresterapéuticos7.

Tratamiento antiagregante plaquetario en niñosNo están claras las dosis de aspirina que se deben utilizar enniños. Se han util izado empíricamente dosis de 1-5mg/kg/día para algunos stentsendovasculares o algunoseventos cardiovasculares. Para prótesis mecánicas de válvu-las cardíacas se han usado dosis de 6 a 20 mg/kg/día, solo oen asociación con 6 mg/kg/día de dipiridamol, en 3 tomas.Las dosis bajas utilizadas en antiagregación plaquetaria ha-cen que la tolerabilidad y la seguridad del AAS sean mejo-res que en otras enfermedades en que se usa de modo conti-nuado, como la artritis reumatoide. Entre otras cosas, el ries-go de sufrir síndrome de Reye es dosis dependiente8. Hayfalta de experiencia clínica en niños, y también se descono-cen las dosis adecuadas de otros antiagregantes, como el clo-pidogrel y la ticlopidina8.

Tratamiento de la fiebre en los niñosLa fiebre es uno de los signos clínicos más frecuentes en pe-diatría y, además, provoca alarma inmediata en los pa-dres2,25. Con frecuencia indica un proceso infeccioso subya-cente, aunque no siempre, si bien suele ser de tipo banal1,2.

La elevación anormal de la temperatura corporal se debe aun cambio en el centro termorregulador hipotalámico26. Encondiciones normales la temperatura se mantiene entre 36 y37 °C, si bien sufre fluctuaciones durante el día. Es mínimapor la mañana, elevándose a lo largo del día para alcanzar sumáximo al final de la tarde (1 °C más). Además, se ve afecta-da por factores ambientales, que afectan más a los neonatos ya los lactantes, con capacidad autorreguladora más limitada2.

Se acepta que los mecanismos fisiológicos que conducena la fiebre se producen como resultado de la respuesta inmu-nológica a estímulos endógenos, exógenos o de ambos tipos.Ante una agresión o invasión patógena se liberan citocinas(pirógenos endógenos), principalmente interleucinas y factorde necrosis tumoral. También existen pirógenos exógenoscomo el lipopolisacárido de muchas bacterias. Una vez al-canzan el centro termorregulador, desencadenan la síntesisde prostaglandinas, por la vía de la COX, en particular laPGE2, las cuales provocan el aumento de la temperatura cor-

poral mediante un extenso número de respuestas, ya sean fi-siológicas (escalofríos, vasoconstricción cutánea…) o decomportamiento (búsqueda de abrigo)1,2,27. Además, se libe-ran antipiréticos endógenos (criógenos) que actúan modu-lando la elevación de la temperatura corporal y previenengeneralmente su elevación hasta valores peligrosos27.

Las causas más frecuentes de fiebre en los niños son auto-limitadas, como las infecciones virales agudas, principal-mente de vías respiratorias altas. La fiebre también puedeproducirse por infección bacteriana, inmunizaciones o deshi-dratación. Cuando es prolongada, puede llegar a ser signo deenfermedades malignas y del tejido conectivo25,26.

Existe cierta controversia sobre la conveniencia de trataro no la fiebre. El aumento moderado de la temperatura cor-poral es un mecanismo de defensa que estimula el sistemainmunitario, incrementando la resistencia del paciente frentea la agresión externa. Además, parece dificultar la supervi-vencia de muchos gérmenes1,2,25-27. Incluso se especula conel papel medicosocial de la fiebre, al provocar un mayor cui-dado al paciente2. Por otro lado, la fiebre es un signo clínicoimportante para el diagnóstico y el pronóstico de la enferme-dad, y su eliminación puede retrasar la instauración de unaterapia adecuada y la evaluación de la correspondiente res-puesta terapéutica26. Su disminución se ha relacionado in-cluso con la prolongación del curso de la enfermedad, sibien otros estudios no lo han confirmado25. Tampoco debenolvidarse los posibles problemas de seguridad relacionadoscon el uso de los antipiréticos25.

Por otro lado, la fiebre también provoca efectos negativos,como dolor, malestar, irritabilidad, somnolencia, anorexia,vómitos, cetosis, deshidratación, delirio febril, convulsionesfebriles, descompensación de enfermedades crónicas y ab-sentismo escolar. Temperaturas corporales superiores a 41 °Cpueden provocar lesiones neurológicas y colapso vascular2.No debe olvidarse la ansiedad considerable que sufren lospadres de un niño con fiebre, la gran mayoría de los cualespiensan que la fiebre puede ser peligrosa para sus hijos (con-vulsiones, daño cerebral irreversible…) o que sin tratamientoésta ascenderá hasta valores peligrosos, lo que lleva al trata-miento de la fiebre con o sin supervisión médica26.

La utilización de antipiréticos se dirige, sobre todo, a evitarel malestar, mejorando la actividad, la alimentación y la hi-dratación del niño, así como a evitar complicaciones en niñosde alto riesgo o cuyas hidratación, nutrición o reservas meta-bólicas son marginales26,27. El niño suele tolerar bastante bienla fiebre, especialmente hasta 39 °C. El tratamiento o no de lafiebre dependerá de las condiciones concretas cada paciente,teniendo como objetivo no la normalización de la temperaturacorporal, sino el alivio de los síntomas asociados. Hay queconsiderar que la fiebre no es peligrosa, en términos genera-les, hasta los 41 °C, y que se puede considerar innecesario sutratamiento si no supera los 38 °C2. En cuanto a las convulsio-nes febriles, éstas se producen sólo en un 2-5% de niños, de

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los cuales un 33% tendrá alguna recurrencia, y la inmensamayoría no tendrá efectos permanentes derivados de ellas25.Hay, además, evidencia de que el uso de antipiréticos al co-mienzo de la fiebre no previene las recurrencias convulsi-vas25,29. Sin embargo, éstos sí han demostrado mejorar el hu-mor, la comodidad, el apetito y la actividad normal del niño,sin afectar a la duración de la fiebre ni haber clara evidenciade ser superiores a medidas de tipo físico25,28.

Entre las medidas no farmacológicas para disminuir lafiebre están la retirada de la ropa de abrigo, mantener unatemperatura ambiente de 21-22 °C, el uso de esponjas empa-padas de agua tibia y proporcionar una hidratación ade-cuada2,26.

Todos los antipiréticos de uso en la actualidad inhiben laCOX, y actúan sobre el centro termorregulador, normalizan-do sus funciones y dando lugar a vasodilatación periféricaque disipa el calor2,16. Todos son, asimismo, analgésicos, sibien dentro de ellos se pueden establecer 2 grupos: los deefecto analgésico-antitérmico, como el paracetamol y el me-tamizol, y los que asocian, además, el efecto antiinflamato-rio propio de los AINE, como el AAS y el ibuprofeno2.

El AAS, el antipirético más antiguo y conocido, ha sidoutilizado durante más de 70 años para el tratamiento de lafiebre en los niños26. Como consecuencia su asociación conel síndrome de Reye, especialmente en niños con varicela ogripe, ha caído en desuso y actualmente está contraindicadoen menores de 16 años con estas enfermedades o con síndro-me febril4, por lo que ha sido desplazado por otros fármacoscomo paracetamol o ibuprofeno1,2, cuyas dosis y presenta-ciones aparecen en las tablas 2 y 3.

Una práctica común es alternar el uso de ibuprofeno y pa-racetamol25,29. En un reciente estudio realizado en España, el68,8% de los pediatras utilizaba una pauta alternante de anti-piréticos, siendo la combinación de ibuprofeno y paracetamolla recomendada por el 96,9% de ellos1. La vía metabólica deambos fármacos es diferente, y no se ven afectados entre sí.A pesar de ello no hay evidencia que sustente esta práctica,que puede en determinados casos aumentar la posibilidad deefectos tóxicos renales o de errores de dosificación por partede los cuidadores. Por tanto, esta práctica se debe ejercer conla debida precaución, siendo una pauta aceptable la adminis-tración alternante de los fármacos cada 3 h1,25,27,29.

Fármacos alternativos al AAS en el tratamiento de la fiebre, el dolor y la inflamación

ParacetamolEn sentido estricto, el paracetamol no es un AINE, pues ca-rece de actividad antiinflamatoria aplicable en clínica, sibien tiene eficacia antipirética y analgésica comparable al

AAS, salvo en dolor de tipo inflamatorio6,7,30. Su utilizacióncomo analgésico-antipirético en niños ha aumentado casi enla misma proporción en que ha disminuido el empleo deAAS, y se puede considerar de elección en el tratamiento deldolor y la fiebre, en caso de que haya que utilizar un antipi-rético.

La concentración plasmática máxima de paracetamol sealcanza a los 30-60 min después de la administración de for-mas líquidas orales9. La absorción se ve enlentecida con losalimentos (especialmente los ricos en hidratos de carbono)6.La absorción rectal por lo general es más variable y más len-ta que la obtenida con formulaciones orales, aunque los supo-sitorios son de gran utilidad en casos de vómitos. La vida me-dia de eliminación en niños es de 1,8 a 4 h, y de 2,8 a 4,7 h enrecién nacidos9.

En términos de eficacia, no existen diferencias significati-vas entre paracetamol y AAS en el tratamiento de la fiebre9.La dosis de paracetamol recomendada es de 10-15 mg/kg depeso por toma, en 4 o, como máximo, 5 tomas al día6,30,31.La dosis acumulada diaria no debe superar 100 mg/kg en ni-ños, 75 mg/kg en niños pequeños, 60 mg/kg en neonatos yprematuros tras la semana 32 de la concepción, y 40 mg/kgen neonatos entre las semanas 28 y 3220. Por vía rectal se re-comiendan 15-20 mg/dosis cada 6 h. Para menores de 4-6años se recomienda la administración de gotas orales, quepermite ajustar la dosis según el peso y la edad9.

A dosis terapéuticas es de los analgésicos-antipiréticosmás seguros y mejor tolerados6,30. Carece de muchos de losefectos adversos del AAS, como los gastrointestinales y losderivados de la antiagregación plaquetaria, y debido a su se-guridad puede emplearse en niños muy pequeños9,30. Oca-sionalmente produce reacciones de hipersensibilidad, comoexantema cutáneo y, en casos aislados, anormalidades hema-tológicas9,30. En cuanto a la hepatotoxicidad, que es el efec-to adverso más grave del paracetamol, parece que los niñosson menos susceptibles, y existen factores predisponentescomo desnutrición crónica y determinadas patologías cróni-cas cuyos tratamientos puedan interactuar (tablas 5 y 6)6,9,29.Dado su extenso uso, se debe prestar la necesaria atención ala hepatotoxicidad grave por sobredosis de paracetamol enniños, sea intencionada o no29. En la actualidad es el analgé-sico-antipirético que produce intoxicaciones medicamento-sas en niños con mayor frecuencia y gravedad, si bien en unnúmero bajo comparado con el amplio uso de este fárma-co13,32. Se estima que una dosis única de 120-150 mg/kgpuede asociarse con toxicidad hepática29,31.

IbuprofenoAunque su eficacia antipirética en niños es conocida desdehace más de 20 años, la suspensión para uso pediátrico noestuvo disponible hasta los años ochenta. Al igual que elAAS, también tiene propiedades antiinflamatorias, lo queunido a su mejor tolerancia y a su no asociación con el sín-

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drome de Reye lo hacen una alternativa adecuada a éste paramuchas de sus indicaciones2,9.

En términos de eficacia, se han comparado los efectos an-tipiréticos del ibuprofeno (5 y 10 mg/kg) con los del parace-tamol (10 mg/kg). La eficacia antipirética-analgésica de am-bos fármacos es similar, y se consideran equivalentes 15 mg/kg cada 6 h de paracetamol y 10 mg/kg cada 6 h deibuprofeno, siendo las dosis más elevadas de ibuprofeno lasque reducen la temperatura en mayor grado y durante mástiempo9,33. En cualquier caso ambos medicamentos sonigualmente eficaces para el tratamiento de la fiebre y el do-lor leve-moderado, y el mayor grado y duración de la acciónobtenida con ibuprofeno no supone necesariamente una ven-taja clínica9.

La dosis recomendada de ibuprofeno como analgésico-antipirético es de 5-10 mg/kg por dosis cada 6-8 h (o bien 30mg/kg/día). No deben superarse los 40-50 mg/kg/día2,7,26.En niños que pesen menos de 30 kg se recomienda no sobre-pasar la dosis de 600 mg/día9,26. En artritis reumatoide juve-nil se han usado de 30 a 50 mg/kg/día en 4 tomas7.

Los efectos adversos del ibuprofeno a las dosis utilizadasen niños son poco frecuentes, leves y principalmente gas-trointestinales (diarrea, vómitos, dolor abdominal, exantema,agitación, nerviosismo e irritabilidad). En un estudio compa-rativo con paracetamol, el riesgo de hospitalización por he-morragia gastrointestinal, insuficiencia renal o anafilaxia nose incrementó con el uso de ibuprofeno a corto plazo en ni-ños con fiebre34. Su tolerabilidad es comparable con la delparacetamol y superior a la del AAS7.

Se han descrito reacciones de hipersensibilidad, ulcera-ciones gastrointestinales, alteraciones renales, plaquetarias yhepáticas, y meningitis aséptica. En cuanto a la sobredosifi-cación, se ha observado que los menores de 5 años son mássusceptibles a desarrollar apnea, coma y convulsiones. Laingestión de > 200 mg/kg se considera tóxica13, mientrasque más de 400 mg/kg de ibuprofeno pueden originar toxici-dad grave9,26.

Igual que todos los analgésicos no esteroideos, no debeadministrarse a pacientes con historia previa de úlcera pépti-ca o hipersensibilidad al AAS u otros AINE. Por la posibili-

dad de producir broncospasmos debe utilizarse con precau-ción en los niños con asma2,9, aunque en un estudio en com-paración con paracetamol no presentó mayor riesgo que éstede producir broncospasmo en niños con asma sin historia desensibilidad a la aspirina11. Tampoco se aconseja su uso enpacientes con deshidratación o con volumen plasmático dis-minuido, ya que el ibuprofeno puede disminuir el flujo san-guíneo renal9. Es de especial utilidad en fiebre que aparecejunto con procesos inflamatorios, como la otitis2.

MetamizolEste fármaco se utiliza fundamentalmente por su efectoanalgésico y antitérmico. Como analgésico se considera su-perior al paracetamol, pues es más seguro que el AAS a ni-vel gastrointestinal (aunque produce lesiones al forzar la do-sis) y sin complicaciones hemorrágicas. Por su ligera acciónrelajante del músculo liso resulta especialmente útil en dolo-res tipo cólico2,6.

Tras su administración por vía oral alcanza su concentra-ción plasmática máxima en 1-2 h6,7. El comienzo de la ac-ción se produce en 0,5-1 h, manteniendo una buena respues-ta tras 4-6 h7. Se metaboliza en el hígado y se elimina por elriñón2.

Si bien es muy utilizado en España, no se utiliza en abso-luto en otros países, por el riesgo de provocar anemia aplá-sica o agranulocitosis. Realmente el riesgo estimado es muybajo, pero mayor que el resto de los AINE6. La incidenciade anemia aplásica es de unos 2-3 casos por millón6 y la deagranulocitosis por el uso de metamizol es variable según elárea geográfica y el estudio, pero parece ser muy baja (5-8casos por millón)6. Un estudio de la International Agranu-locytosis and Aplastic Anemia Society muestra que el exce-so de riesgo de agranulocitosis fue de 1,1 por millón o in-cluso menor. En otro metaanálisis, que comparaba estudiosepidemiológicos, el exceso de mortalidad debido a agranu-locitosis, anemia aplásica, anafilaxia y complicaciones gra-ves gastrointestinales fue de 185/millón para el AAS,20/millón para el paracetamol y 25/millón para la dipirona,con lo que su falta de disponibilidad en otros países podríarevisarse33.

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TABLA 5. Medicamentos y condiciones que pueden incrementarla susceptibilidad de toxicidad por paracetamol31

Medicamentos Situaciones clínicas u otras condiciones

Carbamazepina Diabetes mellitus

Isoniazida Obesidad

Fenobarbital Desnutrición crónica

Rifampicina Infección viral concomitante

Ayuno prolongado

Historia familiar de hepatotoxicidad por paracetamol

TABLA 6. Otros factores relacionados con hepatotoxicidad porparacetamol en niños31

Menores de 10 años en asociación con el uso de dosis inadecuadas

Retraso en el comienzo de los síntomas tras una ingestión tóxica potencial

Retraso en la administración de N-acetilcisteína tras ingestión tóxica

Ingestión de paracetamol con fármacos hepatotóxicos

Utilización de presentaciones para adultos en lugar de pediátricas

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La dosis óptima pediátrica no está bien establecida, perose recomiendan dosis de 10-20 mg/kg cada 6 h7. La únicapresentación pediátrica comercializada son supositorios in-fantiles de 500 mg2. La dosis recomendada es de un suposi-torio infantil en niños de 3-11 años, y medio supositorio enniños de 1-3 años, en ambos casos cada 6-8 h (tablas 2 y 3).Se recomienda en caso de fiebre grave que no responda aotros antipiréticos.

En un amplio ensayo clínico realizado en niños de entre 6 meses y 6 años de edad, la normalización de la temperatu-ra se produjo en mayor proporción con ibuprofeno y meta-mizol (un 78 y un 82%, respectivamente) que con paraceta-mol (68%). Tras 4-6 h de la administración, la media detemperatura del grupo de metamizol fue significativamentemenor que en los otros grupos de tratamiento. Los perfilesde tolerabilidad fueron similares entre los 3 fármacos33.

ConclusionesEl uso de la aspirina en pediatría está quedando relegado asus indicaciones como antiagregante plaquetario. La princi-pal causa es su asociación con el síndrome de Reye, que hallevado a la AEM a contraindicar su uso en menores de 16 años con procesos febriles, gripe o varicela, pero ésta noes posiblemente la única causa. En la actualidad, hay fárma-cos aprobados para su uso en el tratamiento de la fiebre y eldolor en pediatría que han mostrado, al menos, la misma efi-cacia y una tolerabilidad y seguridad superiores a las deAAS, y además sin estar implicados en el síndrome de Reye.Estos son el paracetamol y el ibuprofeno. Este último, por suefecto antiinflamatorio, puede sustituir a AAS en la artritiscrónica juvenil, con una duración de acción más prolongada.El paracetamol, además, no tiene el potencial ulcerogénicode los AINE clásicos y tiene una amplia experiencia de usoen pediatría. A todo ello se une la existencia en el mercadode preparados pediátricos, como soluciones orales, que faci-litan una correcta dosificación en pediatría.

Como siempre que se habla de selección de medicamen-tos, no basta para utilizar un fármaco el hecho de que éste seaeficaz y aceptablemente seguro. Hay que comparar con otrasalternativas disponibles para la indicación y el grupo de po-blación para los que se quiere utilizar. El síndrome de Reyees en realidad de rara aparición, y la asociación entre éste y elAAS tiene “sólo” la fuerza de la evidencia de una asociaciónde tipo epidemiológico. Además, cabe la posibilidad de quealgunos casos diagnosticados en el pasado fueran alteracio-nes metabólicas mal etiquetadas como síndrome de Reye, co-mo la deficiencia de acetil coenzima A deshidrogenasa, quehoy, con las modernas técnicas diagnósticas, no pasaríaninadvertidas27. Aun así, las alternativas con las que se com-para el AAS no están implicadas en este síndrome y tienen almenos tan buenas características para el tratamiento de la fie-bre o el dolor leve-moderado y una mayor seguridad.

Pero cabe añadir a la última afirmación “según los datosdisponibles en la actualidad”. ¿Por qué? Porque el AAS es elantipirético con más experiencia de uso en el tratamiento dela fiebre en la infancia. ¿Qué significa esto? Pues que su per-fil de riesgos es el mejor conocido de todos, y que si se hu-biera introducido en el mercado hace sólo unos pocos añosposiblemente su asociación con este síndrome podría pasaraún inadvertida, y se seguiría recomendando como uno delos fármacos de elección. O a la inversa: comparados con elAAS, el paracetamol y, sobre todo, el ibuprofeno en su usopediátrico son fármacos “relativamente nuevos”, con la posi-bilidad de que su perfil de riesgos, sobre todo de reaccionesadversas de incidencia muy baja, sea aún peor conocido queel de la aspirina27.

No se debe banalizar, por ejemplo, el uso de antipiréticosen la fiebre, valorando su necesidad real y cuidando de queel ajuste de la dosis sea el adecuado. Una vez más se debealertar a los prescriptores sobre la detección de posiblesefectos adversos, sobre todo raros o graves, por el uso demedicamentos y la necesidad de comunicarlos a los CentrosRegionales de Farmacovigilancia como modo de contribuiral conocimiento del perfil de seguridad de los medicamentostras la comercialización.

Como conclusión final se puede afirmar que las medidasreguladoras aplicadas por la AEM no dejan ningún vacío te-rapéutico en el tratamiento de procesos en que antes se utili-zaba el AAS.

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