aalto, alvar - la humanización de la arquitectura.pdf

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  • 1. edicin: febrero, 1978 2 edicin: febrero, 1982

    lfkhiiuser Vcrlog, Basel, 1970

    1 > n .. d 111 c11b1r1 t4 Clutct Tusqucts H rvadot ''"'"' lm derechos de esta c.-clicin para l u1 ur11 1 d11urr1, S. A., Dnrcdonn, 1977 l m 11r.11 J d1t111ta, S. A, Irndier, 24, bajos, Barcelona-17 1 l\N 84122ns1.1 1 (111-ho l

  • l .a influencia de la construccin y los materiales en la arquitectura moderna

    Los materiales y mtodos de construccin rnmo tales no ejercen una influencia unila-teral y directa sobre la arquitectura.

    En la antigedad -Mykonos- o incluso en pocas ms recientes. cuando no exista la pmibilidad del tratamiento de materiales, o 'c'>lo en muy escasa medida, la naturaleza mis-ma. nico proveedor de materiales. determi-11.tba las diversas posibilidades de construc-11n. La arquitectura primitiva bien podra ~11 denominada la ((genialidad del descubri-111 it'n toll. Pues en aquella poca, cuando no tx1'ltian todava procesos de acabado, la natu-1.tlcw proporcionaba directamente todos los 111.1tc1 iales de construccin. La eleccin deba 11.H crsc, principalmente, entre bloques de pie-d1 .1, troncos de rboles, pieles de animales, ct.-cctcra. La arquitectura consista en la combi-IJ.IC in correcta de esos materiales.

    Este arte primitivo nos produce una espe-,, 1.d admiracin, pues ah pueden reconocerse, 11111 evidencia, las primeras victorias modestas rlC' l.\ inteligencia humana sobre la naturaleza.

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  • fai este caso se debe hablar, sin duda, de una influencia unilateral y directa de materiales y mtodos en la arquitectura, se trataba verda-deramente de una correlacin inexorable.

    A medida que el desarrollo se hace ms veloz, no nos es Posible seguir diferenciando con tanta claridad entre las causas y los efec-tos. En lugar de los materiales extrados di-rectamente de l a naturaleza)), hallamos ma-teriales de construccin que ya no son tan ru-dimentarios ni naturales, sino que hnn sido sometidos a diferentes mtodos ele 11.ttamien-to que se crearon en los pi o< r'>m a1

  • total de la construccin. Bien puede ser que una construccin metlica de ese estilo se ase-meje, en su carcter, a la construccin de la poca primitiva; aunque difiera de ella en un sentido esencial.

    La estructura de los edificios modernos ha pasado a ser con frecuencia, en cuanto a volumen y, sobre todo, en cuanto a importan-cia, un elemento a tener mucho menos en cuenta que en pocas anteriores. Sin embar-go, a medida que la importancia de la estruc-tura ha ido disminuyendo, otros problemas y nuevos elementos bsicos han ido ocupando su lugar en el proceso arquitectnico.

    En la lucha humana contra la naturale-za, somos siempre conscientes del esfuerzo que se realiza para tratar el problema con el que nos enfrentamos, de forma que su impor-tancia y su efecto perjudicial sobre la vida se ver reducido tan pronto como se haya halla-do la solucin correcta. Si observamos la ar-quitectura desde este p1isma, o sea como un apartado de la lucha entre el hombre y la na-turaleza, descubriremos su carcter esencial: una variabilidad sistemtica y constante. Los problemas de su proceso interno, y por lo tanto tambin el nmero de elementos arqui-

    tec~nicos bsicos, aumentan inintermmpida-mente, y al mismo tiempo los planteamientos que con anterioridad predominaban van per-diendo su importancia. De ah que las ((Va-

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    1 J1 ion('s naturales sobre el teman constitu-rn 1111a de las caractersticas bsicas de la ar-

    u 11

  • tculos para trna arquitectura ms :: realista. Una de ellas debe mencionarse especialmen-te: la planificacin de la ciudad y su regla-mentacin. Existen demasiadas reglas en la moderna planificacin de la ciudad que, in: cluso antes del levantamiento del edificio, de-terminan y limitan la naturaleza de la futura construccin. En este caso, la tcnica de la pla-nificacin de las ciudades ha promovido el carcter de una oficina para el control de la_ construccin q11c ha conseguido penetrar en el campo de la arquitectura hasta un grado tal que se ha convertido en un obstculo para el despliegue libre de la naturaleza de la ar-quitectura. Como resultado se ha coartado la oportuniclarl de desarrollar su labor.

    El hecho de que el primer elemento b-sico de fa arquitectura -}a estructura de so-porte- haya cambiado tanto en su carcter, significa que. hoy, al solucionar un problema de construccin, tengamos que escoger entre numerosas soluciones posibles. No obstante, ello significa tambin que la determinacin por adelantado ele las caracterbticas de un edi-ficio, se ha hecho proporcionalmente m~ di-fcil.

    Las reglamentaciones de la planificacin, as como la legislacin en general, se dirigen ambas contra una explotacin asocial del suelo y, a este fin, regulan la altura, el volu-men, la situacin, y a menudo incluso la for-

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    ma del edificio proyectado. No obstante, su funcin se ha valorado incorrectamente de forma que, en lugar de estimular el des~rro

    ll~, se ha convertido en un obstculo para el mismo.

    He mencionado anteriormente un elemen-to arquitectnico cuyas fases de desarrollo pueden remontarse a los comienzos primiti-vos. Veremos que existen otros elementos de arquitectura que aparecen ms tarde en la misma curva de desarrollo. Los problemas de aislamiento constituyen el segundo factor en importancia de la arquitectura. Debemos ob-servar este factor de tal modo que nos permita

    c~~prender el aislamiento en todos sus sjg-mficados: desde el aislamiento contra las fuerzas de la naturaleza hasta el aislamiento entre la gente y los grupos de gente.

    . E~ ~ema del aislamiento constituy, a] prmc1p10, un problema en la planificacin de las ciudades (debido a la carencia de medios, las cuestiones relativas al aislamiento se re-solvan casi exclusivamente por la eleccin del emplazamiento del edificio), pero el desa-rrollo nos ha proporcionado innumerables

    materiale~ Y. mtodos para resolver estos pro-blemas tecmcamente. Las mltiples posibili-dades de combinacin de materiales aislan-tes han c~mbiado, en el curso del tiempo, la construccin de la cubierta con el resultado de que la cubierta plana, por ejemplo, se ha

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  • convertido en algo independiente de la lati-tud. Se ha librado a la planta baja de las exi-gencias que partan del planteamiento de la cubierta. El tema de la cubierta se ha visto reducido de un problema capital a un factor elstico y secundari~, que permite inconta-bles posibilidades para plantas anteriormente desconocidas. La variedad de materiales, que aumenta l~ eficacia del aislamiento del soni-do, ha permitido agrupar a la gente en espa-cios ms reducidos sin desventajas. Lo men-cionado anteriormente es una prueba ms de la versatilidad interna de la arquitectura.

    Si tuviramos que examinar algunos ele-mentos ms, por ejemplo todas las partes mo-vibles de un edificio como son las ventanas y puertas, u observsemos el tratamiento de su-perficies que se extienden desde las su jetas a .gran desgaste hasta las de .materiales que pue-den conseguir una absorcin efectiva del soni-do, llegaramos a una conclusin que apunta en el mismo sentido.

    Al aumentar el nmero de materiales pre-fabricados industrialmente, de partes estan-darizadas y de mtodos usados, tambin aumenta el nmero de combinaciones, y con ello la flexibilidad de cualquier planificacin.

    Las instalaciones tcnicas de los edificios modernos constituyen un grupo aparte. Los problemas que pretenden resolver son anti-guos, pero se puede afirmar g ue, en la forma

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    que ahora se presentan, estn desligados de sus condiciones anteriores y ha aumentado de este modo la libertad de la planificacin ar-quitectnica. Pondr solamente un ejemplo: la calefaccin. Hoy nos hemos acostumbrado, sin excepciones, . la calefaccin central. El clculo de la economa que resulta de tal ins-talacin tcnica. no es solamenie provechosa para un edificio de mediana dimensin. En ste, y en otros casos puramente tcnicos, exis-te una clara tendencia hacia la concentracin. Yo mismo acabo de concluir una instalacin en la que se han unido varios edificios indivi-

    ~uales a una planta de calefaccin central por medio de canales subterrneos. Este es un mtodo usado ya en diversas partes del mun-do.

    Lo que esto pueda significar de cara a la planificacin de una ciudad, por ejemplo, es bastante evidente: los lmites de una situa-cin o de un barrio no pueden determinarse arbitrariamente con anterioridad; debern depender .del sistema de calefaccin escogido para los diferentes grupos de edificios e inclu-so de las respectivas posiciones de los edifi-cios. Si al mismo tiempo, junto con este siste-ma, existe la posibilidad de la calefaccin elc-

    t~ica, la ~ual, a su vez, exime de la dependen-cia del sistema de calefaccin con respecto al mutuo emplazamiento de los edificios, tene-mos entonces una prueba ms del continuo

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  • cambio interno del mundo de la arquitectu-ra que mencionmnos con anterioridad.

    Debe recordarse, en este contexto, otro aspecto de la arquitectura: la tcnica ms ~ntigua y a la vez ms reciente, la estandariza-cin. Siempre existi la estandarizacin. Uno de sus resultados ms importantes fue la in-troduccin de programas sistemticos en la arquitectura. Por estandarizacin se entiende, con frecuencia, el mtodo que produce uni-formidad y formalismo. Esta definicin es ob-viamente falsa.

    La verdadera estandarizacin debe usarse y desarrollarse en el sentido en que las partes estandarizadas y materias primas tengan cuali-dades de las que resulte el mayor nmero po-sible de combinaciones.

    En una ocasin afirm que el mejor co-mit de estandarizacin del mundo era Ja na-turaleza misma; pero en la naturaleza la es-tandarizacin aparece, sobre todo y casi exclu

    fl sivamente, en sus unidades ms pequeas, las clulas. Ello da como resultado millones de combinaciones elsticas en las que no se halla

    \ formalismo alguno. Adems, ello da origen a una abundancia enorme de formas 01:gni-cas en crecimiento y eternamente cambian-tes. La estandarizacin arquitectnica debe seguir el mismo camino.

    Para contrarrestar la idea de que el nico mtodo que permite lograr la armona arqui-

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    tectnica y la planificacin efectiva en la in-geniera estructural radica en las formas fijas y en la homogeneidad de las nuevas formas, intent, por todo lo mencionado anteriormen-te, resaltar la variacin y el crecimiento -. con similitud a lo que ocune en la vida orgni-ca-, como las caractersticas ms profundas de la arquitectura. Me gustara afirmar que, en ltimo trmino, se es el nico estilo ver dadero de hacer arquitectura. Si se colocan obstculos en este camino, la arquitectura se atrofiar y acabar por morir. Ya que hoy nos hemos reunido en esta Conferencia Nrdica de la Construccin, en otras palabras, en una c.onfercncia que se propone crear las posibi-lidades para unos resultados mejores en todos los aspectos de la edificacin, tenemos rodas las razones para intentar eliminar las condi-ciones que actan contra la arquitectura co-rrecta y creativa. Esto nos lleva de nuevo a la planificacin de .las ciudades. Los repre-'entante.s de los diferentes pases que partici-pan eu las conferencias sobre la edificacin podran colaborar en el .sentido de sustitu los conceptos de planificacin, que limitan a la arquitectura porque parten de la base de que Ja arquitectura 110 tiene crecimiento ni \ ariabiliclad inherente, por sistemas oue per-mitan su desarrollo.

    Los proyectos de planificacin de ciuda-des debieran dirjgirse de tal modo que, por

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  • ejemplo, al planificar ~1~1~ vivienda, t~1~ edifi-cio o un grupo de ed1f1nos, b solnnoi:_ a la que se llegase fuera la natural para el. ano en que se levante el edif.icio. El agru~am1ent? de los edificios debera poder realizarse hbr-mente al margen de los requisitos dados, y todas las reglamentaciones que apunten ha-cia un parecido superficial o formal, deberan marginarse. Nuestra sociedad te~dra
  • Finlandia debe ser el primer lugar en que se experimente e investigue la actividad hu-mana que hoy llamamos reconstruccin. Este es el deber que este pas tiene con la huma-nidad, y el deber del resto de los pases es la ayuda que pueden prestar para que esta experiencia resulte afortunada y de utilidad internacional.

    La reconstruccin en la post-guerra se di-ferencia de un desarrollo normal en un pas cualquiera en que viene acompaada del pro-blema de una necesidad humana despropor-cionada -necesidad apremiada por la emer-gencia, combinada con una cantidad anormal de trabajo por hacer. I .a reconstruccin de la post-guerra difiere tambin de los programas de ayuda y de, por ejemplo, la actividad de la Cruz Roja, en que su labor no tiene abso-lutamente nada ele provisional. La reconstruc-cin recuerda algunos aspectos de la activi-dad de la colonizacin en tiempos pasados, si exceptuamos que, en este caso, la civiliza-cin existe ya. aunque su parte material haya sido destruida y deba reconstruirse. Se dife-rencia asimismo de la colonizacin en los ele-mentos de tiempo y alcance, pues en esta re-construccin el tiempo e=> muy limitado y las necesidades cuantitatiYas son comparativa-mente enormes.

    Existe una nGcesidad muy definida de in-vestigacin cu idado~a y de organizacin, si la

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    tarea pretende realizarse con xito, y la trage-dia de la guerra se limita para que los ele-mentos importantes de la civilizacin no pue-dan ser destruidos.

    Un resumen escueto muestra la dificultad de los problemas y la dureza de la tarea orga nizativa de la reconstruccin. Todos los pa-ses beligerantes tendrn necesidad de ella con la misma velocidad con que la guerra moder na los destruye. Vamos a concentrarnos en esta parte insignificante del problema : la ve-locidad. Existe un factoI__gue es la anttesi~ de la buena calidad y que co!:!si_te ~n la nece-sidad ele construir apresuradamente._ La ne-cesidad inmediata es la de tener listas las viviendas lo antes posible. Evidentemente nos hallamos ante los mismos problemas experi-mentados con anterioridad en los perodos de colonizacin. Sabemos que en estas circuns-tancias se construan barracones, en primera instancia. Esos barracones no resultaban su-ficientemente prcticos para una vida organi-zada y tuvieron que ser reemplazados por nue-vos edificios. Incluso estas segundas ciuda-desl> rara vez reunieron las condiciones para una vida ms permanente; y por esto llega-ron las ((terceras ciudades>J. Qu antiecon-mico resulta el sistema de las sustituciones!

    De otro lado, disponemos de ejemplos en E~tndos que intentaron construir ciudades completamente acabadas en un primer paso,

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  • aunque no se dispusiera del. tiempo nece~ario para tal empresa. En el pnmer Plan Qu~nquenal ruso podemos hallar casos de estos in-tentos, y sabemos que con resultados poco afortunados en lo que respecta al programa de construcciones.

    Debe existir un tercer sistema, que en el perodo ms breve satisfaga todas las necesi-dades elementales de la poblacin. Pero ese sistema debe, al mismo tiempo y sin demoli-cin alguna, crecer hasta el punto de la com-pleta satisfaccin de las necesidades de una sociedad civilizada:

    }. Debe planificarse la comunidad y de-ben construirse las viviendas de modo que el nivel de vida de la gente pueda alcanzarse pafat!namente. . . .

    2. Al existir tal necesidad de v1v1endas para la poblacin, debe procurarse, ~~primer lugar, una vivienda primitiva que sati~faga las necesidades elementales, debe realt zarse la construccin de cada vivienda indi-vidual de modo que pueda alcanzarse una ca-lidad mayor durante el prximo perodo de construccin sin necesidad de destruir nada de la anterior estructura.

    Resumiendo, se procura en primer lugar las paredes y el techo; en segundo lugar, la calefaccin e iluminacin; luego, se aumen-tan las instalaciones higinicas. El prximo

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    paso incluye mejores materiales, y el paso fi-nal es una vivienda moderna semejante a cualquier un idad acabada de una ciudad ac-tual.

    3. En la primera etapa, muchas comodi-dades corno el suministro d~~g!!~,_Eao, etc., tendrn carcter colectivo, pero posteriormen-te se prveer de este senicio a cada unidad de vivienda.

    4. Casi todos los elementos de una vi-vienda unitaria pueden construirse en etapas sucesivas corno en una ciudad, con la sal vedad de que una casa proporciona la proteccin elemental para un individuo, mientrqs que una comunidad debe proveer a la totalidad de la poblacin. La financiacin de un progra-ma de este estilo debera correr pareja a la reconstruccin. b-1. erinc!.pio, los habitantes pagaran una renta reducida, que aumenta-ra en cada etapa sucesiva. Este sistema estara en consonancia con el aumento del nivel de vida, reducido temporalmente por la guerr::t; y ese nivel aumentara en proporcin a la ra-pidez de la reconstruccin.

    5. Para llevar a la prctica esta idea de-beramos disponer

  • cin desde el punto de vista de la obtencin de materiales.

    Finalmente, para llevar a cabo lln pbn de ese estilo debernos disponer de un progiama especial. Amrica nunca tuvo escasez de ma-teriales. Pero Finlandia se enfrenta a una in-suficiencia debida a la falta de transportes y a dificultades financieras que motivan este problema. Hoy Jcbemos enfrentarnos a la llr-gencia en la bsqueda de un sistema que ayu-dm al crecimiento de 11.}testras ciudades en consonancia con los sum1~istros potenciales. Del mismo modo, cada clet~lle de b recons-truccin. tanto ideolgica como material, de-be desarrollarse orgnicamente. H emos de construir casas que han ele crecer.

    L5-Yiv ienda en crecimiento debe reem pla-zar a la mmquina de vivirn.

    Este es el enfoque humauo para el co11s-tructor de hoy.

    (Publicado en Magazine of Art, junio de 19..)

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    La humanizacin ~e la arquitectura

    En contraste con aquella arquitecwra, cu-ya principal preocupacin consiste en el es~ tilo formalista que deben reflejar los edifi-cios, existe la arquitectura 911e conocemos por f uucionalista. - - r

    El desarrollo de la idea funcional y su ex-presi11 en las construcciones constituye pro-bablemente el acontecimiento ms vigorizan-te de la actividad arquitectnica de nuestros dfas y, sin embargo, la funcin en arquiteclu-ra -y tambin el funcionalismo- no resulta algo precisamente fcil es el nso caractersti-co, tarea o accin d~ . .!ln ob__jeto. La funcin es tambifn !11:1~ cosa que Q.epend~ de otra y vara en func10n de_ ella.

  • la actividad humana. Un objeto en el campo arquitectnico puede ser funcional desde un punto de vista, y no serlo de$de otro. Duran-te la ltima dcada, la arquitectura moderna era funcional desde el punto de vista tcnico, principalmente, acentuando su nfasis en el aspecto econmico de la actividad constructi-va. Este nfasis es deseable, naturalmente, pues la produccin de. refugios apropiados para las personas ha constituido un proces muy caro en comparacin con la satisfaccin de otras necesidades humanas. Ciertamente, si la arquitectura ha de tener un valor huma-no ms am p1 io, el primer paso debe consistir en la 01gan izacin correcta de sus aspectos econmicos. Pero si la arquitectura abarca todos los campos de la vida humana, el ver-dadero funcionalismo de la arquitectura debe reflejarse, principalmente, en su funcionali-dad bajo el punto de vista humano. Si anali-zamos ms profundamente los procesos de la vida humana, po'demos constatar que la tc-nica es solamente una ayuda, y no un fenme-no independiente y definitivo. El funciona-lismo tcnico no puede definir la arquitectu-ra.

    Si existiera un mtodo para desarrollar la arquitectura paso a paso, empezando por los aspectos econmicos y tcnicos para cubrir luego las otras funciones humanas de mayor complicacin, entonces el funcionalismo pu-

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    1.nente tcnico sera aceptable; pero no exis-te tal posibilidad. !,i....argui:t.ecturCL..no slo cu-hre todos los campo~ de la actividad humana, tiene incluso gue dejarrollarse en todos esos campo~ al mismo tiempo. Si no ocurre as, ob-tenemos solamente resultados unilaterales y superficiales.

    El trmino racionalismo aparece tan a menudo en conex?>n con laArquitectura Mo-derna como el trmino funcionalismo>>. Se ha racionalizado la Arquitectura Moderna, principalmente desde el punto de vista tc-nico, del mismo modo como se han acentua-do las funciones tcnicas. Si bien durante el perodo puramente racional de la Arquitec-tura .Moderna se crearon construcciones en las que se exager Ja tcnica racional y no se recalcaron suficientemente las Eunciones hu-manas, sa no es razn suficiente pa~a descar-tar el racionalismo de la arquitectura.

    No era la racionalizacin en s misma lo errneo del primer p erodo, ahora conclui-d_?, de la ~rquitectura Moderna. La equivoca-cin consiste en la insuficiente profundizacin de dicha racionalizacin.

    En lugar ele desechar la mentalidad racio-nal,_ la ~uev~e de la Arguitectu_ra Moder-na mtenfa pr~yectar los mtodos racionales ~esde el mbito tcnico al terreno psicolgico y humano.

    Veamos un ejemplo: una de las activida-

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  • des tpicas de la Arquitectura Moderna ha consistido en la construccin
  • dido experjmentar personalmente e~ la con~truccn de hospitales que las rcacc1oneo; ps1 quicas y psicolgicas de los pacientes propor cionaban indicaciones vlidas para la construc cin de viviendas ordinarias. Si llevamos ade-lante el funcionalismo tcnico, descubriremos que gran cantidad de fac~ore~ de nuestra ar-quitectura actual ~o s?r1. funcionales cles
  • ra que el chorro de agua incidiera en la por-celana en ngulo agudo, evitando el ruido de este modo.

    Esto son slo ilustraciones de una habita-cin experimental en el sanatorio, y se men-cionan aqu como meros ejemplos de mto-dos arquitectnicos que siempre estn en com-binacin con los fenmenos tcnicos, fsicos y psicolgicos, nunca con uno ele ellos aislada-mente.

    El funcionalismo es correcto, slo si pue-de ampliarse hasta abarcar incluso el campo psicofsico. Ese es el nico mtodo de huma-nizar la arquitectura.

    _.,.. El mobiliario de la Biblioteca Municipal de Viipuri, en madera flexible, es el resul-tado de los experimentos llevados a cabo tam-bin en el sanatorio Paimio. En la poca de esos experimentos, se empezaban a construir en Europa los primeros mobiliarios tubulares cromados, pero esos materiales no cumplen los requisitos psicofsicos del ser humano. El Sa-natorio necesitaba un mobiliario ligero, fle-xible, fcil de lavar, etc. Tras una larga expe-rimentacin con madera se descubrieron las ventajas del sistema flexible a la hora de pro-ducir un mobiliario adaptado al tacto huma-no y ms apropiado, como material, a la vida larga y dolorosa de un sanatorio.

    El problema ms importante en relaci0ri a una biblioteca es el del ojo humano. Una 32

    biblioteca puede estar bien construida y ser incluso funcional desde el punto de vista tc-nico, sin haber por ello resuelto este proble-ma, pero no puede considerarse arquitect-nica y humanamente completa a menos que resuelva satisfactoriamente la funcin huma-na del edificio, la de la lectura del libro. El ojo es solamente una parte diminuta del cuer-po humano, pero es la ms sensible y quiz la ms importante. El concebir una luz natu-ral o artificial que destruya al ojo humano o sea inapropiada para su utilizacin, es hacer arquitectura reaccionaria, incluso si por otro lado el edificio tiene un alto valor construc-tivo.

    La luz del da a travs de las ventanas or-dinarias slo cubre una parte de una sala gran-de e incluso si la habitacin est suficiente-mente iluminada, la luz ser desigual y varia-r sobre Jos distintos puntos del suelo; por esta razn se han usado preferentemente cla-raboyas en las bibliotecas, museos, etc. Pero la claraboya que cubre el rea completa del suelo, produce una luz exagerada, si no se realizan arreglos adicionales. En el edificio bi-blioteca de Viipuri, se resolvi el problema con la ayuda de numerosas claraboyas cni-cas, construidas de Eorma que la luz pudiera ser denomjnada luz diurna indirecta. Las cla-raboyas circulares son tcnicamente raciona-les por su sistema de vidrio monopieza. (Cada

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  • claraboya consiste en una base cnica de ce-mento de seis pies de dimetro, y una pieza circular de cristal grueso sin juntas, en su par-te superior, sin ninguna construccin de es-tructuras.) Este sistema resulta humanamen-te racional porque proporciona un tipo de luz apropiado para la lectura, armonizado y sua-vizado por su reflexin en las superficies c-nicas de la claraboya. En Finlandia, el mayor ngulo de incidencia de la luz del sol es casi de cincuenta y dos grados. Los conos de cemen-to estn diseados de forma que la luz del sol incida siempre indirectamente. Las super-ficies de los conos expanden luz en millones de direcciones. Tericamente, por ejemplo, la luz alcanza a un libro abierto desde todas esas diferentes direcciones evitando de este modo la reflexin al ojo humano de las p-ginas blancas del libro. (La reflexin brillan-te de las pginas d un libro es uno de los fe nmenos ms fatigantes de la lectura.) De la misma manera, ese sistema de iluminacin eli-mina el fenmeno de la sombra al margen de la posicin del lector. El problema de la lec tura de un libro es algo ms que el problema del ojo; una luz apropiada a la lectura debe permitir diferentes posiciones del cuerpo hu-mano en todas las relaciones adecuadas entre el libro y el ojo. La lectura de un libro requie-re una concentracin especial tanto cultural como fsicamente; la arquitectura tiene el de-

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    her de eliminar cualquier elemento perturba-dor. .

    Cientficamente, resulta imposible a~.egurar qu clase y qu cantidad de luz es la ideal-mente apropiada para el ojo humano, ptro cuando se trata de construir una sala la solu cin debe hallarse con la ayuda de

    1

    los dif.:,>-rent~s elementos que la arquitectura aba:rca. El s1ste~a de claraboyas surgi como produc-to combmado de la problemtica de una cu-bierta (la sala tena un ancho de cerca de se-senta pies que requera una construccin con vigas suficientemente altas para la colocacin de los conos) y limitaciones tcnicas especia-les por la constrnccin horizontal del cristal.

    Una solucin arquitectnica debe tener siempre una motivacin humana basada en el anlisis, pero esa motivacin se ha de mate-rializar en la construccin, la cual es proba-blemente el resultado de circunstancias ex traas.

    Los ~je1:Ilplos mencionados son slo pro b~emas sm importancia. Pero estn muy rela-ciona.dos con ,el. ser humano y por esta razn adqmeren mas importancia que otros prob}e. mas de mayor envergadura.

    (Pu~licado en The Technology Review, uovzembre de r940, pgs. r4-r5.)

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  • Arquitectura y arte concreto

    Aun practicando yo mismo las artes, nada naturalmente me impide tratar por escrito cuestiones relativas al arte, considerndolas desde el mismo punto de vista que los crticos o los tericos, quienes, en cambio, no practi-can el arte profesionalmente. Sin embargo, un profesional del arte no puede opinar con la misma imparcialidad que un terico del arte, tanto en lo que respecta a la creacin artsti-ca actual como en lo que se refiere a sus cole-gas. Por este motivo no transcribir aqu ms que una serie de reflexiones, fruto de mi pro-pio trabajo creativo.

    La sacrosanta relacin entre arquitectura y bellas artes ha sido siempre motivo de dis-cusin, y siempre tambin se ha manifestado el deseo de resucitarla. Este deseo se ha ma-nifestado las ms de las veces mediante una mayor demanda de pintura y escultura en los edificios nuevos, o mediante una colaboracin organizada de aficionados a las tres artes -ar-quitectura, escultura y pintura- que recuer-da vagamente un cccongreso para sacerdotes y

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  • mdicos. Peridicamente, y ahora tambin, vuelve a orse la famosa con~igna por la que se pide ms pintura monumental en los edi-ficios oficiales! Es curioso observar cmo este deseo proviene muy pocas veces de los verda-de;ros hombres de arte. En general, lo expre-san, con algunas excepciones comprensibles, aquellos que ms se interesan por el arte po-pular y, en el mejor de los casos, las llamadas asociaciones artsticas. No soy ni mucho me-nos un enemigo de la consigna: ms pintura en la arquitectiira (uno de los pases por los cuales me siento ms atrado es Italia, y con-fieso que la destruccin de la sala de Man-tegna en la Chiesa degli Eremitani fue un golpe duro para m), sin embargo, no puedo dejar de sealar que el problema es mucho ms complejo. La cuestin de la relacin en-tre la arquitectura y el arte moderno concre-to, planteada por el director de la revista Domus, el arquitecto Rogers, me parece que podra llegar, siguiendo esta misma lnea, a una solucin ms certera y duradera que lo que lo permitira una asimilacin cuantitati-va de las distintas artes.

    Ante todo, puede decirse que las formas

  • cinco largos aos), me encontr embarcado en diseos infantiles que repre,sentaban una montaa imaginaria, que tena distintas for-mas en sus vertientes, y varios soles en una superestructura celeste que iluminaban con igual intensidad los flancos de la montaa. Los diseos en s no tenan nada que ver con la arquitectura, pero de ellos nai la com-binacin de las plantas y de las secciones, cu-ya ntima conexin me sera muy difcil des-cribir, y que pasaron a ser la idea principal cuando conceb la biblioteca, hoy probable-mente destruida.' La idea base en la creacin de la biblioteca de la ciudad de \Viipuri radi-ca en las salas de lectura y ]as salas para li-bros, concntricas, agrupadas, a distintos nive-les, alrededor de un control central situado en lo al to del conjunto. No hablo de estas expe-riencias puramente personales, vividas junto a mi mesa de trabajo, con la intencin de pro-poner un mtodo. Creo, adems, que la mayor parte de mis colegas se reconocer en esa lucha cotidiana con los problemas de la arqui-tectura. El ejemplo citado no tjene nada que ver con la calidad del resultado final. Si he mencionado el procedimiento, ha sido slo para ilustrar la gnesis de mi couvicci
  • vez, en riachuelos en el monte, bajo las pri-meras gotas de agua que bajan de los glacia-res (similares en eso a los primeros impulsos de la arquitectura), tan le jos ele la vi~la_ P.rc-tica como pueden ser los impulsos imciales de ls sentimientos y de la vida instintiva del hombre, de la lucha cotidiana que nos une los unos a los otros. Y, del mismo modo que es preciso dar tiempo para que los minsculos huevos de pez se conviertan poco a poc0 en salmones adultos, as todo lo que nace del es-pritu del hombre requiere tiempo para su desarrollo. Y la arquitectura necesita an ms tiempo que cualquier otra cosa. Como ejemr plo, que no es ms que un plido reflejo de los grandes acontecimientos mundiales, pue-do decirles que viv personalmente la expe-encia: de cmo un juego, en apariencia vano e intil, me brind, con su forma, diez o ms aos despus, la clave de una serie de formas prctic4s desde el punto de vista arquitect-nico. Por otra parte, pueden, sin duda, citar-se muchos otros casos en los que la solucin desde el punto de vista arquitectnico dio ori-gen a formas aisladas de arte concreto, q uc aportaron al hombre importaates impulsos y motivaciones, y en el que Sll; misma realiza-cin ha sido muy marGada por la influencia del sentimiento. '

    Un joven pintor checo, que vino a visirar-me a mi estudio, me deca hace pocos das

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    que hay algo_ profndamente humano en el arte concreto, y aadi: No puedo ~xplicarle el nexo, pero mi sentimiento y mi convic-cin me sugieren esta afirmacin.

    siento algo, o no siento nadan, me di-jo un mdico ,suizo el verano pasado, un hom-bre que conoce lis tragedias de la vid;i huma-na. Esta es. su norm para juzgar el arte.

    Qu{z la cuestin radique precjsamente en el hecho de que el ar-,te concreto es una sim-plificacin que nos permite experimentar ni-camente sentimientos; hoy en da, por lo tan-to, es un arma humana, un sentimiento pura-mente humano que el lenguaje escrito de cierta forma ha agotado. Pero ello a condi-cin de que el arte permita, al nacer y al de-sarrollarse, aquella enorme acumulacin de inteligencia, de naturaleza y de sentimientos humanos a los que nos referamos ms arriba.

    Cmo naci el capitel jnico? La libre espeltez de las formas de la columna de ma

  • simplificada de cada cosa humana en un mis-mo molde, en lugar de una reproduccin de los valores y de la vida, que no puede cap-tarse ms que a travs de la cristalizacin. La realizacin, en este caso la inteligencia, la ra-zn, o como quirase llamarla, no hace ms que un to~o nico con la creacin;, su parte en la creacin es a veces ms importante, otras menos. Aqu, desde lo ms hondo, entran en juego sentimientos indefinibles. Pero me pa-rece que se ha llegado a un alto grado de de-sarrollo si se tiene en cuenta el punto alcan-zado por el arte moderno, punto en el que el

    homb~e, q~e no_ posee.ni tan slo aquella par-te de rntehgencrn realizadora necesaria al tra-bajo creativo, puede, gracias a esta forma cris-talizada, recibir impresiones positivas, nica-mente mediante la ayuda de esa cosa indefi-nible que se llama sentimiento.

    Todo lo expuesto hasta aqu concuerda con la verdad, si se exceptan naturalmente las formas vulgares y comercializadas del arte moderno. en gran cantidad hoy en da, como las malezas .

    . Me parece que e~tamos construyendo una u111dad del arte que tiene races ms profun-das q ne la reunin superficial de las distintas artes, que tiene como punto de partida el status nascendi. Es eYidente que nos encontra-mos al principio de ese proceso. pero (en el desarrollo cultural. cada perodo tiene nn va-

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    lor igual) no podemos considerar el arte ar-caico menos elevado que el de la Acrpolis, y el arte de Giotto no era sin duda inferior al que realizarnn los colegas arquitectos y pin-tores que le sucedieron.

    (Publicado en l

  • Entre el humanismo y el materialismo

    Es un gran placer para m dirigirme por primera vez en Viena, a ustedes, mis colegas y amigos y a ustedes, seoras y seores. Natu-ralmente, sta no es la primera ocasin en mi vida en que me encuentro en esta ciudad. Siendo todava joven, uno de mis primeros viajes de estudio me trajo, como a todos los arquitectos finlandeses, a Viena. Los cursos prcticos para arquitectos en nuestro peque-mo rincn de Escandinavia han sido influen-ciados poderosamehte por el pensamiento vie-ns, hasta tal extremo que, de hec,ho, todava hoy, cuando los estudiantes del Instituto Tc-nico de Helsinki pretenden rerse y carica-turizar a un profesor, comienzan con estas pa-labras Dijo Otto \Vagner ... n.

    Fue necesaria una larga batalla, librada particularmente en Viena, para alinear la ar-quitectura con las necesidades de hoy. De la que somos todos conscientes, y sabemos tam-bin que no se ha llegado al final, que la ba-talla debe continuar a medida que nos en-frentamos con uno y otro problema.

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  • Estoy seguro de que las arraigadas tradi-ciones de arquitectura en Viena continuarn en el futuro para conseguir una contribucin mayor hacia la resolucin de nuestros proble-mas ms dif~ciles.

    Con frecuencia se otorga solamente una consideracin muy superficial a los proble-mas de la arquitectura, como se demuestra en la pregunta que se plantea a los turistas en el puerto de Nueva York: Es usted parti-dario de lo moderno o de 'lo antiguo?. Las cosas se observan demasiado bajo el aspecto formal. Los problemas ms difciles no sur-gen de la bsqueda de una forma para . la vi-da actual, sino ms bien del intento de crear formas que estn basadas sobre verdaderos va-lores humanos. Todos sabemos que vivimos en una edad envuelta en una cntinua batalla contra la mecanizacin y las mquinas.

    La pelcula Tiempos Modernos de Char-lie Chaplin comtituye un ejemplo de esta lucha contra la excesiva mecanizacin del mundo. Puede hallarse una actitud similar en la literatura y el teatro. Decimos que debe-damos ser los amos de las mquinas mientras que, de hecho, somos sus esclavos. Esta para-doja representa uno de los mayores prohle-rnas de la arquitectura.

    Resulta bastante evidente que, tras un pe-rodo de form

  • temente apropiada - la iluminacin f~uorescente de alta tensin produce una luz incons-tante y un espectro excesivamen~e azul. ~~tamos usando ms luz para la misma act~v~dad porque las cualidades. fsicas .Y psqm~~s de esta luz no resultan satisfactorias. Lo mis-mo ocurre .en todos los casos. Uno duda sobre

    1 si mencionar o no el descubrimiento de que la ventilacin a travs de tubos de metal es una cuestin falta de todo sentido prctico.

    Durante aos s:ipimos que los mejores. cons-tituyentes del aire -los ozones- se p1er~en por la friccin en los conduct?s de ventila-cin. Las pruebas de laboratono han. d~~ostrado de hecho que los elementos b1o~og1camente activos del aire desaparecen casi com-pletamente como r~sul~ad? de la ~pida pr~sin mecnica del aire al introducirlo en edi-ficios de oficinas. Bombeamos aire a las po-bres taquimecangrafas pero de poc? les sir-ve -es suficiente para mantenerlas vivas pero para poco ms. Su bienestar fsico queda de-satendido.

    He mencionado slo varios problemas que dejan un regusto peculiar. De. todas. formas, todos sabemos que tales conflictos, mhuma-nos y abiolgicos existen en todo lugar. Es deber del arquitecto el aplicar at:}u, una vez ms la correcta escala de valores.

    Les mostrar ahora varias fotografas pero no me hallo en una posicin aventajada para

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    mostrarles los ejemplos tpicos del conflicto que tratamos. Podemos, sin embargo, aadir una pizca de humanidad, pues un hombre, diez hombres, ni siquiera un centenar de ar-tistas activos podran incluso cambiar el mun-do completamente. Por medio de las fotogra-fas, deseara ilustrarles varios de los ejemplos en los que nos movemos en la frontera entre la humanizacin y la mecanizacin. Estas fo-tografas estn tomadas en mis propias obras, pues, como arquitecto en funciones, intuyo peligros en cualquier crtica aventurada de mis colegas. Me parece que la nica posibi-lidad es permitir hablar por s mismos a los diseos arquitectnicos construidos, en lugar de teorizar.

    La primera di~positiva es una fotografa tpica de mi pas. Se intenta darles una idea de la apariencia de la naturaleza que rodea los edificios que discutiremos. El pas est constituido de bosques y agua, y tiene ms de 80.000 lagos interiores. En un pas de esta na-turaleza, los hombres tienen siempre la posi-bilidad de mantener contactos con la, natura-leza. Las ciudades son pequeas, la capital tiene solamente 400.000 habitantes, las ma-yores ciudades, despus de ella, tienen menos de 100.000 habitantes o cantidades prximas a esta cifra, una ciudad de 30.000 habitantes 5e considera mediana y puede constituir un centro administrativo. Todos pueden vivir

  • borde del agua, en las riberas de uno de los incontables lagos y disfrutar all de los pla- ceres de los bosques de pinos y las aguas cla-ras. En realidad, naturalmente, no es se el caso porque la vida no es tan simple y los hombres no pueden instalarse donde les ape-tece, y todo debe estar propiamente organi-zado.

    Les mostrar ahora una serie corta de dia-positivas de uno de mis diseos antiguos. Es-te fue un proyecto en el gue entr en contac-to, .por primera vez, con .la desgracia hum_a-na. El proyecto en cuestin es el Sanatono para tnberculosos de Paimio. CuaJildO recib la asicrnacin de ese sanatorio, me encontraba

    ' enfermo yo misr9-o y pude, po1 esta razon, llevar a cabo varias experiencias y averiguar lo que significa realmente estar enfermo. Er~contr irritante tener que estar echado hon-

    ,, zontalrnente todq el tiempo y lo primer.o ,9_!.le ;,t1 (\~puc~~ ~o~statar es que la,s habi_tacion~ se di-... , ' sean para gente que esta en. pie, pero no pa-

    ' ra quie1~es tienen que 'estar echados en cama \,. I I * todo el da. La luz electnca atrarn mis OJOS

    constantemente, como a mariposas alrededor ele una lmpara. No exista ningn equilibrio i,nterno, no haba verdadera paz en la habita-cin que no haba sido diseada expresamen-te para gente tumbada en posic_in horizontal. Intent por eso disear salas para pacientes delicados que proporcionaran una atmsfe-

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    ra apacible a los enfermos. No inclu, por ejemplo, la ventilacin artificial que produce una corriente molesta alrededor de la cabeza pero dise un sistema que permita la etra-da de aire ligeramente caliente por entre las hojas de las ventanas.

    Esos son ejemplos que demuestran cmo puede hacerse algo para aliviar el sufrimiento de la gente. Un ht\ ~:bo es otro ejemplo. In-tent disear un lavabo en el que el agua no

    pro~ujera ruido. El agua cae en ngulo agu-do sobre la porcelana, evitando de este modo el ruido que podra mole~tar al paciente ve-cino mientras corre el agua.

    I~Tacieuclo un gran $alto, pasamos de la cl-nita a una Universidad al norte de Finlandia. Se trata del edificio principal de la Universi-dad: de la biblioteca, de las instalaciones de- , portivas, del instituto y de una gran escuela. Todos sabemos que la educacin moderna es-t altamente colectivizada. No podemos edu-car a nuestros llijos ms que en un sistema prcticamente uniforme para todos; hoy no es posible hablar de un verdadero individua-lismo en la edufacin. Todos sabemos que la colectividad tiene ventajas positivas, pero que puede tambin ser nefasta para la gente. Debe hallarse algn punto central entre el absoluto individ nalismo y la excesiva colectivizacin. Las escuelas se hacen cada 'vez mayores, pues esa disposicin reduce los gastos de adminis-

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  • tracin, pero es indispensable hallar tambin un lmite ptimo para este tipo de institucio-nes. Aqu ven ustedes una escuela primaria completamente ordinaria pero que funciona como un Instituto pedaggico para maestros y estudiantes. En general, los edificios de las clases parecen ser demasiado grandes y el im-presionante nmero de clases signHica una co-lectivizacin. intensa. En lugar de un colegio con muchas clases, intent construir un agru-pamiento de muchos colegios pequeos. Tres clases y una escalera constituyen siempre una unidad, procurando dar la ilusin de una es-cuela pequea anexionada administrativamen-te al complejo total de la escuela.

    Ahora ven ustedes otro proyecto: un cre-matorio. Si hemos hablado de los efectos de-

    s~gradables producidos por la colectivizacin en la escuela, existe otra forma de rutina hu-mana organizada ,que puede ser sumamente hiriente. En una ciudad, con una poblacin de varios millones, resulta una experiencia te-rrible la visita a un crematorio organizado, donde cualquier visitante tiene que buscar, siguiendo el abece

  • zona reservada al trabajo y al descanso de los hombres est unos metros por c11cirna de la zona de los automviles. Sabemos que los combustibles, como la gasolina, producen ga-ses que afectan las partes sensitivas del C'!-Ier-po humano. Quizs se encuentre ah una ex-plicacin en la gnesis del cncer. Aunque no tengamos pruebas de eso, ningn especialista se atrevera a contradecir la hiptesis. Resul-ta trgico pensar que las grandes comodicfa-des de nuestra poca abrigan a 1
  • Para nosotros, el ladrillo es un elemento importante para la creacin de las formas. Me encontraba en una ocasin en Milwaukee en compaa de mi viejo amigo ~kjJoyd JVr_ig}\t que deba dar all una conferencia. Comenz en estos trminos: . No podemos crear con elementos estandariza-dos una arquitectura de fohnas libres. El mu-ro de ladrillo conserv'lr su forma cbica has-ta que ~e descubra uq ladril~~ermita un ,jt. ~~as Jib~ebera ser posible . ar una forma tal que""fuera susceptible de m~orporarse al muro de ladrillo creando al mismo tie~po un muro circular o negatiYo, convexo, concavo o rectangular.

    Ser ju,sto ~erminar subrayando que nos halla~os ,aun leJOS de poseer los materiales que neces1tanamos para la forma arquitectnica. No slo el ladrillo debe tener una forma uni-versa! que pueda ser usada para todo; sucede lo mismo con las otras formas de estandariza-cin. Cuando lleguein:os al pun~o de ser capa-ces de llevar a cabo diferentes finalidades con una un~d.ad e~tandarizada que tenga un alma de elast~c1dad mcorporada en el objeto, habre-mos abierto entonces ui;i camino entre Cha rybdis y Scylla, entre el individualismo y el colectivismo.

    (C_onferencia leda en la Asociacin Central de Arqu.itectos de Viena en el verano de r955, publ)1cada en Der Bmm, r955, 7;8, pgs. I?4-176.

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  • Conferencia anual en el R.l.B.A., 1957

    La revolucin arquitectnica que est te niendo lugar en estas ltimas d~cadas ha sus-citado mucho inters y entusiasmo por la ar-quitectura, pero como todas las revoluciones. empieza con mucho entusiasmo y acaba en alguna forma de dictadura. Se desva de su ca-mino. Hoy -subsiste an alguna cosa buena: por todas partes del mundo, ya sea en Uru-guay, en Escandinavia, en Inglatera, en Afri-ca del Sur -en todos esos pases-, encontra-mos grupos bien organizados de gente creati-va que se llaman a s mismos arquitectos, con una nueva, real -cmo dira?-, direccin para el mundo. De los artistas formalistas que eran, se han desplazado lentamente hacia un nuevo campo; hoy son la garde d' honneur, el escuadrn que combate duramente para humanizar la tcnica contempornea.

    Hace unos das, en Pars, tuve una discu-sin con un cliente sobre un tema tan sim-ple como la ventilacin. Dijo: La tcnica sin espritu es la peor cosa del mundo)) - lo cual es cierto.

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  • Veamos cmo realizamos ese trabajo. Lo hacemos correctamente? Tomemos dos extre-mos. Si, cuando bajase en la estacin central de Nueva York o en una estacin de Chicago, algunos de los jvenes arquitectos all presen-tes me preguntara al no conocerme : Es us-ted partidario de lo antiguo o de lo moder-no?, no me extraara porque se me ha plan-teado esta cuestin en todas las lenguas; la ltima vez en Portugal, en Estoril. Pienso que no existe una frmula ms na."ive ni ms corriente -Es usted partidario de lo anti-guo o de lo moderno?. Si analizamos esta pregunta ms a fondo, en seguida nos damos cuenta de que est desprovista de todo senti-do. En arte, no existen ms que dos alterna-tivas: la humanidad o no.

    La sola forma o algn detalle no pueden, por s mismas, crear algo autnticamente hu-mano. Tenemos,' hoy en da, suficiente arqui-tectura superficial y bastante mediocre, y sin embargo es moderna. Sera ciertamente di-fcil encontrar a un arquitecto capaz de dise-ar hoy un dtalle gtico o georgiano.

    Tomemos una capital de la distraccin o del espectculo -Hollywood, por ejemplo. Naturalmente todas las casas son modernas. Encontraremos muy pocas casas que propor-cionen a los seres humanos el espritu de una vida fsica real.

    Tomemos el otro polo. Hace unos meses

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    un arquitecto hind lleg a FjnJandia, cubier-ta de nieve ~reo que era de Bombay o de Nueva De~h1-, y llevaba un libro en el que haba escr:1to todas las pr.eguntas que consi-der ms importantes en el arte de construir. Se?tndose tras los buenos das, formul su primera pregunta:

  • tculos que impiden las buenas producciones. Por qu hay tan pocas ciudades bien pla-

    nificadas, por qu se desaprueban tantas pla-nificaciones correctas, por qu es tan peque-o el porcentaje de buenas edificaciones, y por qu casi careemos en nuestros das de edificios oficiales que sean smbolos de la vida social, smbolos de lo que podra llamarse de-mocracia -edificios que pertenecen a todos?

    Las razones que en verdad detienen la cultura al nivel del 2 por ciento, 4 por ciento o 5 por ciento del total son profundas sin du-da, y muy difciles de analizar. Esa es la pre-gunta de nuestro tiempo; es una pregunta sobre el significado ms profundo de la civi-lizacin y la cultura, una cuestin sobre Ja actividad total desde, digamos, la sociedad de i 700 hasta nuestro industrialismo. Hoy se ha-ce cualquier pieza con diferentes mtodos a los usados anteriormente. Nuestra vida ha asu-mido una forma completamente diferente. Esto debe, por supuesto, perjudicarnos; no puede ser un movimiento apacible. Existen obstculos naturalmente para lograr una ma-yor cantidad de buenas realizaciones; pero tambin existen cosas que podran ser elimi-nadas si se quisiera, y si estudisemos esos de-talles creo que conseguiramos ms y mejores productos para el pobre hombre de la demo-cracia de nuestros das.

    Una cosa ms aadira: deberamos abrir

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    una discusi1: a un nivel tolerante. Existe hoy ~na tend~11~1a no muy agradable. Se organi-zan e~pos1c1ones de arquitectura, de arte in-dustrial o ~rtes en general. No slo aqu sino ei: el contmente tambin. Y dicen los perio-distas : Hoy Suecia va a la cabeza de los pases productores de cristal; maana Finlan-da o~upara el primer puesto en la produccin de cristal.' este pas es el primero en cermi-ca; Brasil lleva ventaja en la coloracin de fachadas. Nu creo que se sea un camino co-rrecto. Deberamos poner todas las cartas so-b1:~ la mesa ~ discutir juntos, planificar jun-~o:> ~ ,h~blar s_mceramente sobre nuestros pun-Los C1eb1~es. No tendramos que ser como tte-res, y ahrmar: S, vamos a la cabeza de los paises productores de cristal. Deberamos re-~ordar las grandes pocas de la literatura, la epoca de Voltare, Rousseau, o incluso ms t,ar?e. Ah tienen ustedes a Bernard Shaw, Stn~dberg, o Anatole France. Cul fue la glo_na d~ esos hombres? Fue el criticismo, el estdo ?1s elevado del arte y tambin la lu-

    ~ha. N? pueden ustedes recordar a Bernar

  • discusin y el contacto, y nuestras comunica-ciones con el pblico, debieran ser idnticas a las de estos literatos. Por supuesto, la litera-tura y la arquitectura estn muy alejadas una de otra, a veces fuera del alcance de la vista.

    Cules son los principales obstculos que nos detienen en la consecucin de una pro-duccin al ciento por ciento? No puedo refe-rirlos todos pero detallar unos cuantos de los que pueden eliminarse. Existe la enorme di-ficultad de educar a la gente hacia la arqui-tectura. Requiere el dominio de muchas ma-terias, un elevado nivel cultural poco usual antes de poder obtener una respuesta o el en-tendimiento de la gente. Me sent muy orgu-lloso cuando vi aqu, en Inglaterra, un librito publicado para las escuelas que inclua un ca-ptulo dedicado a la educacin preliminar en arquitectura. Iba dirigido a nios muy peque-os de la escuela elemental. Creo que es una buena iniciativa, pero temo que la arquitec-tura que abarca todo el mundo estructural y formal que nos rodea resulta demasiado com-plicada para convertirse en materia

  • mond Unwin, o del Weissenhof en Alemani. don
  • este caso, si dominsemos el material, el nom-bre de la filosofa sera nicamente arquitec-tura, y podramos crear un tipo de estandari-zacin que tendra cualidades humanas. Po-dramos intentar realizaciones que favorecie-ran ms a las personas. No se trata de la can-tidad de cables o ruedas de coches estandari-zadas; se trata de que, cuando llegamos a los aspectos que nos tocan de cerca, el problema resulta diferente -se convierte en una cues-tin del espritu, se convierte en una cuestin intelectual en la estandarizacin.

    En una ocasin intent realizar 'la estan-darizacin de cajas de escalera. Esa es proba-blemente una de las estandarizaciones ms an tiguas. Naturalmente, disearnos nuevos esca-lones cada da en todas nuestras casas, pero un escaln estandaritado depende de la altu ra de los edificios y de un montn de cosa') ms. No podemos usar el mismo escaln en cualquier caso, porque tendra que ser suf cientemente elstico como para poder usarse no importa donde. Intentamos re.solver el asunto por medio de un sistema elstico en el cual los escalones iban uno dentro de otro. pero de tal forma que la proporcin del plano horizontal con el vertical mantena siempre la frmula que hemos venido usando desde el tiempo del Renacimiento, creo. desde Giotto. e incluso antes del perodo Pericleo. Debido a que el movimiento del ser humano requiere

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    una forma rtmica especfica. No puede cons truirse un .escaln arbitrariamente; debe te-ner una proporcin especial. Habl sobre es-te tema en la universidad de Gothenburg. El rector dijo: Detngase un momento, .tengo que ir a la biblioteca. Baj a la bibliote- , ca y volvi con un libro -La Divina Come- \ dia de Dante. Lo abri por la pgina en la que dice que lo peor del Infierno son las err-neas proporciones de las escaleras. Con esas cosas pequeas podramos construir un mun-do armnico para 1a gente. Existen posibili dades si cada uno intentase actuar de este mo-do, y se intentase tambin que quienes estn en la Administracin siguieran esa lnea.

    Tratar un asunto ms: estamos traba-jando siempre con grandes sumas de dinero.

    T~~ lo que hac.e:nos significa una gran in-vers1on. La planificacin de las ciudades es quiz la mayor. Un simple cambio del trfico rodado supone algo tan costoso que poltica-mente resulta imposible. Hoy sabemos que el hombre de la calle est constantemente ro-deado de autom\'iles. Cada instante, inclu-so en las ciudades ms pequeas, hay cientos de mquinas de motor adelantando al peatn.

    Este se halla en una posicin mucho peor que l~ ~e los trabajadores que pasan ocho ho-ras dianas en una fbrica de p-f>el. General-mente no hay rnotor~s _en las fbricas de papel, solamente hay trasm1s1ones elctricas, y si hay

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  • motores son muy pocos. Sin embargo, en la calle oasan a cientos continuamente. Nues-

    tras calles y ciudades se disearon para pro-psitos completamente diferentes -como la hermosa avenida italiana para trfico de ca-rruajes. Ahora est repleta de automvi-les -y s::ibemos que no son neutros. Despren-

  • mente, y es antihumana. En algunas ocasio-nes la cosa llega tan lejos que el sentido es completamente opuesto. Conozco escuelas que producen material en esta lnea de pro-paganda qne resulta probablemente barata en cifras .pero muy cara por nio.

    Vamos a considerar algo ms sobre ello. Paso de las consideraciones econmicas al te-ma de la decorncin. Todos sabemos que la decoracin es una actividad independien-te de la arquitectura. Existe el arte industrial que no tiene ninguna relacin con su matriz, la arquitectura. Es la decoracin que podra-mos colocar n cualquier parte.

    Resulta algo muy cmico que la raciona-l izaciu errnea. la racionalizacin an tihu-mana, el pso errneo de la palabra econ-mico, .Y la decoracin. sean como los tres cerditos -trabajan juntos. Hace una sema-na pude \'er en Suiza grandes alineaciones de edificios construidos segn un estanclard me-cnico sin ningn espritu, pero bien empa-rejado con la decoracin. La decoracin de-sempeaba b fun cin de cubrir los elemen-tos que de ,otro modo hubieran aparecido de-m~siado duros y demasiado inhumanos.

    Pero esa actividad triangular conduce a una sociedad desculturalizada y a la construc-cin de edificos sin cultura -esta combina-cin de n:es elementos que no comulgan entre s. De este modo conseguimos una sociedad

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    inorgnica. Deberamos esforzarnos en la pro duccin de artculos sencillos, buenos, sin de-coracin, pero artculos que estuvieran en ar-mona con el ser humano y gue se adaptasen orgnicamente al hombre de la calle.

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    0.jpg1.jpg2.jpg3.jpg4.jpg5.jpg6.jpg7.jpg8.jpg9.jpg10.jpg11.jpg12.jpg13.jpg14.jpg15.jpg16.jpg17.jpg18.jpg19.jpg20.jpg21.jpg22.jpg23.jpg24.jpg25.jpg26.jpg27.jpg28.jpg29.jpg30.jpg31.jpg32.jpg33.jpg34.jpg35.jpg36.jpg