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LOS DIÓSCUROS Y LA LEGIO VII GEMINA. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL APELATIVO Y EL EMBLEMA DE LA LEGIÓN por ANGEL MORILLO CERDÁN Universidad de León RESUMEN A lo largo de estas páginas planteamos las dudas que todavía subsisten sobre el apelativo gemina apli- cado a la legio VII, así como la posibilidad de que los Dióscuros puedan considerarse el emblema de dicha unidad. ABSTRACT In this pages we outline the doubts that still exist on the appellative gemina applied to legio VII, as well as the possibility that the Dioscurii could be considered the emblem of this military unit. Como es bien sabido, la creación de la legio VII se enmarca dentro de los dramáticos aconte- cimientos que rodearon la guerra civil del 68-70 d. C. 1 . Tras la partida de la legio X gemina hacia durante el año 63 d. C., el ejército hispánico había quedado reducido a una única legión, la VI victrix, acantonada en León (Morillo, 2002: 81), y acompañada, según Suetonio 2 , por dos alae y tres cohortes, que debieron estar adscritas a la unidad legionaria. La Legión VI Victrix y su coman- dante, Tito Vinio, participaron activamente en la sublevación del año 68 de Galba contra Nerón y en el levantamiento en una nueva unidad en Clunia, compuesta por hispanos 3 . Esta nueva uni- dad respondía a la necesidad de Galba de contar con más tropas en su previsible lucha contra el 1 No vamos a entrar en la narración de los hechos que resultan más que suficientemente conocidos. Entre la abundante bibliografía que hace alusión a la historia de la legio VII v. Ritterling (1925: col. 1630-1641), García y Bellido (1950; 1970), Roldán (1974: 201-204), Tranoy (1981: 171-173), Le Roux (1982: 151-153; 2000), Matilla (1983), Abascal (1986), Alföldy (1987), Rabanal (1990: 73-89), Rodríguez González (2001. 243-254) y García Marcos (2002). 2 Galba, X, 2. 3 Resulta muy significativo que sea precisamente Galba, gobernador de la provincia que contaba con los recursos aurífe- ros más importantes de todo el Imperio, el primer pretendiente en levantarse contra Nerón. No cabe duda que el oro astur debió comprar numerosas fidelidades en la carrera hacia el trono. Entre ellas la de la propia legio VI victrix, en la que reposa- ba el control efectivo de los distritos auríferos, y de su comandante, que siempre vemos en un primer plano junto a Galba (Morillo, 2002: 88).

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LOS DIÓSCUROS Y LA LEGIO VII GEMINA. ALGUNAS REFLEXIONESSOBRE EL APELATIVO Y EL EMBLEMA DE LA LEGIÓN

por

ANGEL MORILLO CERDÁN

Universidad de León

RESUMEN

A lo largo de estas páginas planteamos las dudas que todavía subsisten sobre el apelativo gemina apli-cado a la legio VII, así como la posibilidad de que los Dióscuros puedan considerarse el emblema de dichaunidad.

ABSTRACT

In this pages we outline the doubts that still exist on the appellative gemina applied to legio VII, as wellas the possibility that the Dioscurii could be considered the emblem of this military unit.

Como es bien sabido, la creación de la legio VII se enmarca dentro de los dramáticos aconte-cimientos que rodearon la guerra civil del 68-70 d. C.1. Tras la partida de la legio X gemina haciadurante el año 63 d. C., el ejército hispánico había quedado reducido a una única legión, la VIvictrix, acantonada en León (Morillo, 2002: 81), y acompañada, según Suetonio2, por dos alae ytres cohortes, que debieron estar adscritas a la unidad legionaria. La Legión VI Victrix y su coman-dante, Tito Vinio, participaron activamente en la sublevación del año 68 de Galba contra Neróny en el levantamiento en una nueva unidad en Clunia, compuesta por hispanos3. Esta nueva uni-dad respondía a la necesidad de Galba de contar con más tropas en su previsible lucha contra el

1 No vamos a entrar en la narración de los hechos que resultan más que suficientemente conocidos. Entre la abundantebibliografía que hace alusión a la historia de la legio VII v. Ritterling (1925: col. 1630-1641), García y Bellido (1950; 1970),Roldán (1974: 201-204), Tranoy (1981: 171-173), Le Roux (1982: 151-153; 2000), Matilla (1983), Abascal (1986), Alföldy(1987), Rabanal (1990: 73-89), Rodríguez González (2001. 243-254) y García Marcos (2002).

2 Galba, X, 2.3 Resulta muy significativo que sea precisamente Galba, gobernador de la provincia que contaba con los recursos aurífe-

ros más importantes de todo el Imperio, el primer pretendiente en levantarse contra Nerón. No cabe duda que el oro asturdebió comprar numerosas fidelidades en la carrera hacia el trono. Entre ellas la de la propia legio VI victrix, en la que reposa-ba el control efectivo de los distritos auríferos, y de su comandante, que siempre vemos en un primer plano junto a Galba(Morillo, 2002: 88).

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último de los julioclaudios, y recibió el numeral VII, correlativo al de la única unidad presente enaquel momento en la Península, la VI victrix, su legión matriz. En su primera etapa recibirá elapelativo de Galbiana,4 en honor a su fundador, e Hispana, alusivo a su origen, como evidenciauna inscripción hallada en Brescia (Garzetti, 1970: 331-336)5. La Legión VII creada por Galbaconstituye de hecho el embrión de la futura VII gemina. Gracias a dos de las lápidas descubiertasen Villalís6 conocemos la fecha exacta en la que la legio VII recibió sus enseñas, lo que acaeció el10 de junio del año 68 d. C.7 (Diego Santos, 1986: 51-52, nº 33 y 53-55, nº 35).

En octubre del mismo año, la legio VII “Galbiana” ya está operando en Roma, para posterior-mente ser destinada al limes danubiano. Tras la muerte de Galba toma partido por Otón, regre-sando de nuevo a Italia. Con Vitelio retorna brevemente al Danubio, desde donde apoya a Ves-pasiano, lo que la llevará a participar en la segunda batalla de Bedriacum (cerca de la actualCremona)8, sufriendo graves pérdidas9.

Posteriormente es destinada a la Germania Superior, donde sabemos de su presencia, por laslápidas de los tribunos T. Staberius y C. Baburius, ambas fechadas en el 73-74 d. C., donde apa-rece ya con los epítetos gemina y felix10, y el hallazgo de varias tegulae con los mismos títulos enel importante centro alfarero de Rheinzabern11 (Ludowici, 1912: 115-116 y 125-127).

La vuelta a Hispania de la legio VII gemina debió de producirse a finales del año 74 d. C.,aunque no va a ser hasta el 79 cuando aparezcan las primeras referencias a su estancia en sendasinscripciones de Chaves y Cornoces (Orense)12. Ahora bien, como hemos visto, su establecimien-to no será ex novo, sino que ocupara el lugar del viejo campamento de la legio VI victrix en León,asentamiento que contaba ya con una larga tradición castrense. No obstante, García y Bellido sos-tiene que antes de la llegada de la totalidad de la legio VII a la Península, algunas de sus vexilla-tiones pudieron estar ya acantonadas en León construyendo el recinto que más tarde iba a ocuparaquella. Esta opinión se fundamenta en el hallazgo en la ciudad de varias marcas latericias en lasque la legión aparece exclusivamente con el epíteto gemina, sin el felix que obtendría en o antesdel año 74 d. C. (García y Bellido, 1970b: 589 y 591). Las recientes evidencias arqueológicas nodesmienten esta hipótesis de trabajo, ya que no existe un paréntesis temporal entre el abandonodel campamento de la etapa julioclaudia y el levantamiento del de la legio VII, si bien por elmomento no puede probarse que dichas tropas pertenecieran a la legión creada por Galba. Sinembargo, nuestra opinión es que los destacamentos de ésta habrían llegado con posterioridad al69-70, momento en el que la legio VI parte definitivamente de Hispania hacia el Rin (GarcíaMarcos, 2002: 182, n. 3).

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4 Tácito, Historiae II, 86 y III, 7,10, 21.5 Esta confusión en el apelativo asignado a la legión llevó a Le Roux a proponer que esta unidad no tuvo reconocimien-

to oficial hasta el 70 d. C. (1970: 152-153), momento en el que debió recibir el definitivo apelativo de gemina. Alföldy semuestra abiertamente contrario a esta opinión, señalando que el reconocimiento oficial se remonta al mismo momento de sucreación en el año 68 (1985: 394-395).

6 A ellas habría que añadir una tercera, muy fragmentada, procedente de la ciudad de León y dada a conocer por Gar-cía y Bellido (1970: 324).

7 CIL II 2552 y 2554.8 En la primera batalla de Bedriacum (primavera del año 69) también participaron algunas vexillationes de la legio VII

(Garzetti, 1970: 336).9 Tácito, Hist. III, 22.10 CIL VI 3538 y XIII 5033, respectivamente.11 CIL XIII 12167, 1-8.12 CIL II 2477 y IRG IV 92, respectivamente.

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Independientemente del momento concreto de la llegada de las primeras tropas de la legioVII, a partir de comienzos de época flavia el campamento de León será la base permanente deesta legión a lo largo de todo el Imperio13. Como ya hemos apuntado en varias ocasiones ante-riores (v. Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 73-74; Morillo, 2002: 87-88), los móviles queexplican esta elección geográfica, claramente continuista respecto al periodo anterior, están estre-chamente vinculados a la creciente importancia que la explotación aurífera del noroeste de His-pania fue adquiriendo a lo largo de todo el siglo I d. C. y, en particular, a partir de los flavios(Domergue 1986, 33; Sánchez-Palencia & Fernández-Posse 1985, 322-324). Esta situación hacíanecesaria la presencia de un importante contingente de tropas, cuya función sería tanto la cons-trucción, como la vigilancia, mantenimiento y control de las vías que daban salida al oro, asícomo la aportación del apoyo técnico necesario para facilitar la importante infraestructura queprecisaban las explotaciones mineras y su administración. La importancia que la administraciónromana otorgaba a la explotación de los recursos auríferos se plasmó en la creación de la VíaXVIII en época flavia, también conocida como via Nova (Tranoy 1981: 215), en cuyo trazado esseguro que participarían contingentes de la legión14.

Sólo en contadas ocasiones la unidad o cuerpos de la misma abandonarán su acantonamien-to en la capital leonesa para colaborar de forma puntal en diversos acontecimientos bélicos en laPenínsula, como su probable participación para sofocar la invasión de tribus de mauri en la Béti-ca durante la segunda mitad del siglo II15, e incluso fuera de Hispania, cuando las necesidadesmilitares del Imperio así lo requerían. Su presencia se constata en Germania, en el 88/89 d. C.,en Britania, durante el 119 d. C., y en la Mauretania, durante el reinado de Antonino Pío (Rol-dán, 1974: 203-204; Le Bohec, 1981: 160; 1989: 379; Abascal, 1986; Garzón, 1993; Brandl,1999: 105). Su participación en las campañas dácicas de Trajano sigue siendo objeto de contro-versia, si bien el hallazgo de varias tegulae con el sello de la legión halladas en Porolissum parecenatestiguarlo (Gudea, 1978: 65-75, 1984 y 1997: 28, 29, 46 y 113, Fig. 24; Le Roux, 1981: 119-200).

Pero si la historia de la legión resulta bastante bien conocida a partir del momento de su ins-talación en el campamento de León a comienzos de época flavia, gracias a las evidencias litera-rias, arqueológicas y epigráficas, las circunstancias que rodearon su creación y trayectoria duran-te los traumáticos años de la guerra civil, así como algunos aspectos relativos a su identidad comounidad militar, tales como su emblema, siguen planteando incógnitas. Dentro de la fase de refle-xión general en la que nos encontramos, impulsada por el acelerado proceso de avance en el cono-cimiento arqueológico, tanto en el campo de la arqueología militar romana en su conjunto, comoen lo relativo a la legio VII gemina y a la ciudad de León en particular, es preciso volver sobre algu-nas de estas cuestiones casi olvidadas y obviadas por la investigación actual, de las que nos vamosa ocupar a continuación.

LOS DIÓSCUROS Y LA LEGIO VII GEMINA 749

13 Sobre la vinculación de la legio VII gemina con León existe una amplísima bibliografía (v. nota 1). Además, sigue resul-tando imprescindible el trabajo de García Bellido (1970b). Los trabajos de conjunto recientes, ya desde una óptica auténti-camente arqueológica, son numerosos (v. García Marcos & Miguel, 1997; García Marcos, 1996; 2002; García Marcos &Morillo, 2000/01 y 2002; Morillo, 1999; Morillo & García Marcos, 2000; 2003; 2004; Morillo et alii, 2002).

14 De su actividad constructora tenemos testimonio por la mencionada inscripción de Aquae Flaviae, en donde la legioVII colabora en la realización de un puente (v. n. 12).

15 La actuación de la legio VII en estos acontecimientos está sujeta a cierto debate, ya que si bien Alföldy (1970: 389-390),Roldán (1974: 204) o Abascal (1986: 323), entre otros, son favorables a esta hipótesis, Le Roux la cuestiona (1982: 376-377).

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La primera de estas cuestiones reside en el propio nombre que adopta la unidad tras la bata-lla de Bedriacum. La trascendencia de este episodio para la legio VII, que, según Tácito16, perdióvarios mandos y enseñas, ha llevado a numerosos investigadores a argumentar que, tras la men-cionada batalla, la unidad debió quedar tan diezmada que le serían asignados efectivos proceden-tes de otra legión, portando a partir de este momento el epíteto de gemina (doble, acoplada) (Rit-terling, 1925: col. 1630; García y Bellido, 1950: 464). Pero dicha interpretación se basa en datosindirectos.

La mayor parte de los investigadores suele atribuir al epíteto “gemina” el mismo significadoque César asigna a gemella, es decir, legión formada por la unión de dos antiguas unidades17. Sinembargo, la cuestión dista mucho de estar aclarada. Las evidencias de las que disponemos confir-man que las legiones del ejército romano que llevaron en diferentes momentos el apelativo gemi-na (legio X gemina, legio XIII gemina, legio XIV gemina, legio I Flavia gemina, legio II Flavia gemi-na), derivan no de dos unidades, como se desprende del relato de César anteriormente citado,sino de un único cuerpo perfectamente identificado, cuyo ordinal se mantiene en la denomina-ción de la nueva unidad junto al apelativo gemina, indicando con claridad la procedencia de susefectivos originales, de los que toma prestados seguramente cuadros de mando y soldados expe-rimentados. En este sentido, la legio VII gemina vuelve a ser una excepción, ya que ni conserva elnumeral de su unidad matriz, la VI victrix, ni nada en su denominación definitiva permite espe-cular sobre la procedencia de los supuestos efectivos agregados tras la batalla de Cremona, paralo que se han apuntado unidades como la XV primigenia, I Germanica, o la I Macriana (v. Rodrí-guez González, 2001: 245).

No cabe duda de que Vespasiano, al acometer la reforma del ejército al final de la guerra civil,reforma cuyo efecto más evidente fue la desaparición de las unidades vitelianas más hostiles a sucausa, como la IIII Macedonica, debió considerar poco apropiado para una legión el apelativo deGalbiana, que en definitiva recordaba una sublevación contra el poder legítimo establecido y losdramáticos sucesos del reciente enfrentamiento civil. Y tal vez buscara una solución como utili-zar una denominación “neutra” ya existente –gemina-, dando a entender que la legión originalreclutada por Galba fuera de los cauces reglamentarios se había extinguido y se había fundadouna nueva unidad, la legio VII gemina, con los efectivos disponibles de la anterior Legión VII.Pero tampoco podemos descartar que recurriera a la denominación gemina aludiendo al momen-to de nacimiento de la unidad, esto es, su signo astrológico -Géminis-, un término sin ningúntipo de resonancia política y de vinculación con los acontecimientos del pasado inmediato, conel que se podían identificar perfectamente los veteranos de la legión.

Una segunda cuestión, claramente ligada a la anterior y tan sorprendente como aquella, esque, a pesar de la abundancia de evidencias epigráficas relativas a la legio VII gemina, carecemosde emblemas (signa militaria) ligados indiscutiblemente a dicha unidad militar.

Aunque el trabajo ya clásico de Domaszewski (1885) dejó sentadas las bases de conocimien-to sobre las insignias y estandartes militares romanos que han seguido vigentes hasta nuestrosdías, aún subsisten numerosas incógnitas sobre estos objetos. Los problemas se centran incluso enel campo terminológico, ya que no está claro el significado que las fuentes clásicas atribuyen altérmino signum y si dicho concepto engloba otros como aquila o vexillum o se reserva para otrotipo de enseñas como signos-parlantes de cada unidad. El desconocimiento se hace asimismo

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16 Hist. III, 22.17 Bellum civ. III, 4, 1.

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extensivo a la fisonomía concreta de alguno de estos signos, al ámbito de reconocimiento y a lacronología de cada tipo de estandarte. Esta situación se ha visto propiciada también por la esca-sez de estandartes militares romanos que ha llegado hasta nosotros. Además de las dificultades deconservación inherentes a las piezas de bronce, cuero y tela, el extravío de una enseña era una delas mayores humillaciones que podía sufrir una unidad militar y simbolizaba a la vez la pérdidade su honor en el combate y del honor de la propia Roma. Por lo tanto, pocos estandartes debie-ron ser abandonados por su unidad propietaria a lo largo de la historia de Roma18. Por otra parte,este valor simbólico de los signa debía residir en buena medida en el objeto en sí mismo y por lotanto debieron existir relativamente pocos estandartes, que mantenían su valor para una cohorteo legión a lo largo de muchos años, independientemente de que los componentes de la misma sefueran renovando. Por lo tanto, ante la escasez de piezas recuperadas19, la principal fuente paraconocer las enseñas militares romanas sigue siendo sus representaciones en la iconografía romanacontemporánea, fundamentalmente en monedas y relieves de tipo histórico, funerario o conme-morativo20 (Morillo & García Diez, 2000: 398).

El águila fue el más importante de los estandartes militares romanos. Plinio señala que suimposición como símbolo común y privativo de la legión romana tuvo lugar en el 104 a. C., conocasión del segundo consulado de C. Mario21. Este mismo autor señala que hasta ese momento,el águila convivía con otros animales totémicos como el lobo, el minotauro, el jabalí o el caballocomo símbolos de las legiones. Sin embargo, y a pesar de la mención de Plinio, la adopción deláguila como emblema genérico de la legión no implicó la desaparición radical del resto de lasenseñas de carácter animal, que se mantienen a lo largo de todo el Imperio (Feugere, 1993: 55),junto con otras representaciones humanas como la Victoria, Júpiter o Neptuno, que se introdu-cen paulatinamente. Al lado del águila cada legión adopta uno o varios de estos símbolos figura-dos como enseña particular, que servía para identificarla e identificar los diferentes destacamen-tos en los que podía encontrarse dividida (Reinach, 1926: 1311). El mismo símbolo eraempleado como emblema por diferentes legiones. Aunque no siempre resulta factible atribuir undeterminado signo a una unidad concreta, ya Domaszweski (1885: 55) y, con mayor amplitud,Reinach (1926, 1311) recogieron las asociaciones entre determinados animales y legiones. Laelección de uno u otro animal por parte de cada unidad debía estar sin duda autorizada por laautoridad imperial y debía depender de las circunstancias históricas por las que atravesaban losdiferentes cuerpos. Domaszewski intentó explicar la adopción de determinados símbolos en vir-tud del signo zodiacal de su fundador o restaurador (1885: 55). Así, Cesar habría aportado elsigno zodiacal del toro a las legiones creadas o refundadas por él, mientras Augusto habría hecholo propio con el capricornio. Sin embargo, otros emperadores no aplican su signo zodiacal a lasunidades creadas por ellos mismos. En otros casos como el león, el Pegaso, la cigüeña, el carneroo el jabalí, perfectamente constatados para algunas unidades, no se puede mantener su carácter

18 No debemos olvidar las continuas referencias de los textos clásicos a los intentos de recuperación de las enseñas legio-narias perdidas frente a enemigos como los partos o los germanos.

19 El más conocido es sin duda el remate de enseña en forma de capricornio hallado a comienzos de siglo en los alrede-dores de Wiesbaden, posiblemente abandonado precipitadamente por la legio XXII primigenia durante la invasión de los ala-manes, al que debemos sumar varios signa más con forma de jabalí procedentes en su mayor parte de las Galias. Hace algu-nos años dimos a conocer otro remate de estandarte con la misma fisonomía conservado en el Museo Arqueológico Nacional(v. Morillo & García Diez, 2000, con bibliografía)

20 A manera de ejemplo, podemos señalar la presencia de varios de estos estandartes militares animalísticos en la Colum-na de Trajano de Roma (v. Cichorius, 1896: 228, fig. 39 b, lám. XXXV).

21 Naturalis Historia X, 5.

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Fig. 1. Ara votiva procedente de la iglesia parroquial de Villalís de la Valduerna (Villamontán de la Val-duerna, León), depositada en el Museo de San Isidoro de León.

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como símbolos zodiacales. Es probable incluso que algunas unidades carecieran de otro signo másallá del águila. En la elección de cada animal o emblema totémico debieron intervenir complejascircunstancias históricas que afectaban al Imperio en su conjunto y a cada legión en particular,circunstancias que, salvo excepciones, escapan a nuestro conocimiento (Morillo & García Diez,2000: 398).

Es precisamente dentro de este contexto dentro del cual debemos insertar la problemáticarelativa al desconocido emblema de la legio VII gemina. La reiterada –y un tanto anómala- ausen-cia en la documentación arqueológica, que se ha incrementado de forma espectacular en los últi-mos veinte años, de cualquier signum militaris asociado al nombre de la unidad estacionada enLeón a partir del año 74 d. C., nos lleva a plantear dos posibilidades. Es posible que la LegiónVII Gemina careciera de emblema privativo, asumiendo el águila como distintivo militar porexcelencia. Se puede argumentar que esta unidad militar, única legión estacionada en la Penínsu-la durante varios siglos, tal vez no tendría la necesidad de identificarse que manifiestan los cuer-pos legionarios en zonas fronterizas, con gran densidad de fuerzas militares. Sin embargo, sabe-mos que la Legión VII surge en un contexto extremamente militarizado y sus primeros añostranscurren en zonas próximas a la frontera, donde actúa en combinación con otras unidades.Además, participó en diversas campañas exteriores a lo largo del Alto Imperio. Sin duda resulta-ría extraño que, dejado al margen las prácticas del ejército romano, no se hubiera dotado de unsigno-parlante propio perfectamente reconocible, que permitiera agruparse a sus efectivos bajossus estandartes en momentos cruciales de la batalla. Por otra parte, en el propio marco del exer-citus hispanicus, está perfectamente constatado el uso de estos símbolos identificativos, como seríael caso de la cohors I Gallica, cuyo emblema fue un jabalí desde el mismo momento de su naci-miento, tal y como conocemos por algunas inscripciones de Villalís (Diego Santos, 1986: 57-61,nº 38-41; Rabanal & García Martínez, 2001: 129-130, 133, 137-138, nº 65, 66, 68, 72)22.

La segunda hipótesis posible es que la legio VII gemina contó con algún tipo de emblema,pero resulta difícil identificarlo porque, por motivos que desconocemos, nos han llegado escasostestimonios de su utilización. Y puestos a identificar cuál fue dicho emblema debemos volversobre una vieja hipótesis de Gómez Moreno, quien apuntaba a los Dióscuros como héroes tute-lares de la legión (1925: 72). El punto de partida de su argumentación era la presencia, en unalápida conmemorativa del nacimiento de la legión, de un relieve de donde se representaba a losGemelos Divinos con una Victoria entre ambos volando hacia la derecha23. Gómez Moreno jus-tificaba el uso de este símbolo por parte de la legión por haberse creado bajo el signo de Gémi-nis, el 10 de junio, tal y como se recoge en los epígrafes conmemorativos. García y Bellido, quese ocupa del asunto tan sólo en una breve nota en su primer trabajo sobre la Legión VII (1950:454-455, n. 3), corrige acertadamente a Gómez Moreno, señalando que la legión no adoptócomo emblema a los Dióscuros en el momento de su creación, sino años más tarde, tras haberrecibido el apelativo gemina y precisamente por este motivo. No obstante, este autor, que en estetrabajo no niega que los Dióscuros se convirtieran en el símbolo-parlante de la legio VII, sorpren-dentemente no vuelve sobre esta cuestión en ninguno de sus trabajos posteriores sobre esta uni-dad militar.

Hoy en día, junto a la lápida que dio a conocer Gómez Moreno (Diego Santos, 1986: 55-56,nº 36 lám. XXXIV; Rabanal & García Martínez, 2001: 131-132, nº 67, lám. XVIII, 4) (Fig. 1),

LOS DIÓSCUROS Y LA LEGIO VII GEMINA 753

22 CIL II, 2555; 2556.23 CIL II, 2553.

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contamos con una segunda lápida, en la que se representa de nuevo a los Dióscuros, en esta oca-sión con la figura de Júpiter en el centro, portando el rayo en su mano diestra (Diego Santos,1986: 56, nº 37 lám. XXXV; Rabanal & García Martínez, 2001: 148-149, nº 79, lám. XXII, 3)(Fig. 2)24. Ambas se datan a mediados del siglo II d. C. La iconografía de las representaciones,con los dos Gemelos Divinos desnudos afrontados y llevando un caballo por la brida, se encuen-tra perfectamente testimoniada en relieves de todo tipo, gemas y monedas (LIMC III, 1: Dios-kouroi/Castores 34-57). Sin embargo, las lápidas que aquí presentamos son los únicos ejemplosde este tipo iconográfico documentados en Hispania (Cid López, 1981: 115-116)25.

Los Dióscuros, más conocidos en el mundo romano como los Cástores, gozaron de una grandevoción entre el elemento militar, sin duda porque tradicionalmente se les consideraba protec-tores de la caballería romana y del ejército en su conjunto desde su mítica intervención a favorde Roma en la batalla del lago Regillo en el 499 a. C., motivo por el cual se les dedicó un tem-plo en el foro en el 484 a. C. Asimismo los textos latinos reflejan claramente su carácter astral,identificándose iconográficamente con el signo de Géminis (v. Le Boeuffle, 1977: 208-210), ade-más de asumir un carácter cosmológico como protectores de la vida y la muerte, a caballo entrelos dos planos de la existencia (LIMC III, 1: Dioskouroi/Castores, p. 609-610).

Cid López señaló acertadamente hace algunos años que el carácter de los Cástores como divi-nidades tutelares del ejército romano se veía claramente reforzado en las lápidas de Villalís queaquí mencionamos a través su asociación con divinidades de primer rango típicamente imperia-les y militares como Júpiter y la Victoria, formando tríadas, lo que nos indicaría que estamos enpresencia de un culto colectivo típicamente militar (1981: 121). No obstante, su interesanteobservación deja sin resolver el motivo de la excepcional presencia de los Dióscuros en un relie-ve conmemorativo del nacimiento de la legio VII o de un cuerpo de tropa dependiente de aque-lla, sobre todo porque carecemos de cualquier otro testimonio que avale la existencia en Hispa-nia de un culto hacia dichos héroes similar al que se verifica entre los militares de regiones comoGermania o la frontera del Danubio. Por lo tanto, o bien nos encontramos ante un episodio espo-rádico de dicho culto militar, como opina Cid, o bien debemos buscar otra explicación, comopodría ser la identificación de los Cástores como el emblema de la legio VII gemina, asignado aesta unidad tras su refundación llevada a cabo tras la batalla de Cremona, y de ahí la razón de supresencia en una lápida conmemorativa de su fundación. Es decir, que dicho símbolo, y tal vezel propio apelativo de gemina, que pudo concederse en el mismo momento, haría referencia alsigno zodiacal de Géminis –los Gemelos Divinos, Cástor y Pólux-, signo bajo el que nació la uni-dad en el año 68 d. C. A tenor del comportamiento de emperadores como César y Augusto, laelección de un signo del zodíaco como emblema legionario no constituiría una anomalía, si biensería el primer caso en que nos encontraríamos a Cástor y Pólux encarnados en su vertiente astralde los Gemelos Divinos como protectores de una unidad con el apelativo gemina26.

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24 Damos las gracias al Prof. Rabanal por las fotografías que utilizamos en este trabajo, que amablemente nos ha facilitado.25 Resulta sorprendente que la voz correspondiente del LIMC no se haga eco de los hallazgos españoles, más aún cuan-

do uno de ellos está publicado incluso en el CIL, y el segundo se dio a conocer hace más de medio siglo. Nos encontramosante un ejemplo más del serio desconocimiento por parte de ciertos sectores de la arqueología romana de fuera de nuestrasfronteras de los avances de la arqueología hispana en este campo, de la que ya nos hemos hecho eco en otras ocasiones (Fer-nández Ochoa & Morillo, 2005: 257, nota 25).

26 Si analizamos la recopilación de signos militares de todas las legiones del ejército romano realizada por Domaszewski(1885: 55) y Reinach (1926: 1311), se observa que no puede encontrase ninguna unidad, incluidas aquellas intituladas gemi-na, cuyo emblema sea Géminis. Nos llama la atención el hecho de que primero Hernández Guerra (1999: 111) y, más tarde,Rodríguez González (2001: 246), afirmen que los Gemelos Divinos fueron el emblema de algunas legiones denominadas gemi-

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En definitiva, por el momento carecemos de evidencias que permitan saber si, como la mayorparte de los investigadores opina, la Legión VII recibió el apelativo de gemina tras la batalla deCremona tras su fusión con otra unidad y, a partir de este título, adoptaría los Dioscuros comosímbolo parlante; o bien, tanto el apelativo como el emblema serían concedidos al mismo tiem-po, haciéndolos derivar directamente del signo zodiacal de Géminis, bajo el que se creo la legiónen origen. E incluso si dicha unidad llegó o no a tener emblema propio. Pero en estas líneashemos querido reflexionar sobre una cuestión todavía abierta, planteando diversas hipótesis detrabajo a partir de la escasa documentación disponible.

Fig. 2. Fragmento de cabecera perteneciente a un ara votiva empotrada en la fachada de una vivienda enVillalís de la Valduerna (Villamontán de la Valduerna, León) (Fotografía: M. A. Rabanal).

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na. Ambos autores fundamentan esta hipótesis en un trabajo anterior de Gricourt (1994: 201-202). Pero este investigador tansólo menciona un áureo de autenticidad cuestionada conservado en el Museo Británico, supuestamente acuñado por Victori-no en el 271 d. C., en el que aparecen los Dióscuros asociados a la legio X gemina en el reverso. El propio Gricourt recoge ladiscusión sobre este tema, centrada en la peculiaridad del motivo y la razón por la que se han escogido los Dióscuros en lugardel toro, símbolo habitual de la legio X, que el investigador atribuye no tanto por su asociación a la Legión X Gemina en par-ticular, cuanto por su carácter de divinidades guerreras y heroicas, protectoras del ejército. Por lo tanto, más allá de esta proble-mática pieza, carecemos de asociaciones claras entre los Gemelos Divinos y las unidades denominadas gemina.

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