a la caza de notas

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A la caza de notas Kurt Wiesenfeld 1 , Tito Rovira 2 Tomado de Newsweek en español, junio 19 de 1996. Modificaciones, julio 26 de 2007. Muchos estudiantes solicitan notas como si se tratara de conseguir camisetas gratis o algo similar con la mayor facilidad posible. Fue un error de novato, después de 10 años debería haberlo sabido, pero fui a mi oficina el día siguiente de fijar en el mural las calificaciones finales. Alguien tocó tentativamente la puerta. “¿Profesor? Estuve en su clase de Física. Salí mal. Me pregunto, si hay manera de mejorar la nota. “Pensé” ¿Por qué me lo preguntas? ¿No es ya tarde para preocuparte?” Luego que el estudiante me contara sus penurias y se fuera, sonó el teléfono. “Saqué un REGULAR en su clase. ¿Hay formas que me cambie por PENDIENTE?” Después comenzó el bombardeo por e-mail. “Soy demasiado tímido para ir a hablar con usted, pero no para pedirle un mejor resultado. De todas maneras, vale la pena hacer un último esfuerzo”. Al otro día tuve mensajes telefónicos de estudiantes pidiéndome que los llamara. No lo hice. Hubo un tiempo en que a uno le sucedía algo igual y joderse eso era todo. Podíamos gemir y lamentarnos, pero había que aceptarlo como resultado del aprendizaje. En los últimos años, sin embargo, algunos estudiantes han desarrollado la tendencia a comportarse como unos insatisfechos. Si no les gustan sus resultados, acuden a la oficina de “reclamos” para hacer a una mejor evaluación. Lo que me alarma es su indiferencia hacia las calificaciones como indicios del trabajo personal. Cuando se les presiona para responder por qué creen que merecen mejores evaluaciones, muchos admiten que no se las merecen, pero que sí les gustaría obtenerlas. Habiendo crecido en un ambiente donde se otorgan estrellas doradas en reconocimiento al esfuerzo y caritas sonrientes para mostrar dignidad, han aprendido que pueden avanzar sin trabajar mucho si pueden conocer al docente para que les dé una oportunidad. Esta actitud va más allá del cinismo. Hay una extraña inocencia tras la idea de que uno puede esperar (e incluso merecer) una mejor nota simplemente rogando hasta lograrla. Con esa perspectiva, supongo que no me debería haber sentido tan asombrado por el hecho de que 12 estudiantes me pidieran que cambiara sus calificaciones luego que éstas fueran publicadas. Este número representa el 10% de mis educandos, quienes dejaron pasar tres meses de exámenes parciales cortos e informes de laboratorio antes de que no hubiera más remedio. Mis estudiantes graduados llaman a esto pensamiento extra-racional: si el esfuerzo y la inteligencia no son importantes, ¿por qué deberían serlo las fechas 1 Docente Gregoria Tech. Atlanta. 2 Docente Ciencias Básicas, Facultad de Ingeniería Unilibre, Bogotá.

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A la caza de notas

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Page 1: A la caza de notas

A la caza de notas

Kurt Wiesenfeld1, Tito Rovira2

Tomado de Newsweek en español, junio 19 de 1996. Modificaciones, julio 26 de 2007.

Muchos estudiantes solicitan notas como si se tratara de conseguir camisetas gratis o

algo similar con la mayor facilidad posible.

Fue un error de novato, después de 10 años debería haberlo sabido, pero fui a mi

oficina el día siguiente de fijar en el mural las calificaciones finales. Alguien tocó

tentativamente la puerta.

“¿Profesor? Estuve en su clase de Física. Salí mal. Me pregunto, si hay manera de

mejorar la nota. “Pensé” ¿Por qué me lo preguntas? ¿No es ya tarde para

preocuparte?”

Luego que el estudiante me contara sus penurias y se fuera, sonó el teléfono.

“Saqué un REGULAR en su clase. ¿Hay formas que me cambie por PENDIENTE?”

Después comenzó el bombardeo por e-mail. “Soy demasiado tímido para ir a hablar

con usted, pero no para pedirle un mejor resultado. De todas maneras, vale la pena

hacer un último esfuerzo”. Al otro día tuve mensajes telefónicos de estudiantes

pidiéndome que los llamara. No lo hice.

Hubo un tiempo en que a uno le sucedía algo igual y joderse eso era todo. Podíamos

gemir y lamentarnos, pero había que aceptarlo como resultado del aprendizaje. En los

últimos años, sin embargo, algunos estudiantes han desarrollado la tendencia a

comportarse como unos insatisfechos. Si no les gustan sus resultados, acuden a la

oficina de “reclamos” para hacer a una mejor evaluación.

Lo que me alarma es su indiferencia hacia las calificaciones como indicios del trabajo

personal. Cuando se les presiona para responder por qué creen que merecen mejores

evaluaciones, muchos admiten que no se las merecen, pero que sí les gustaría

obtenerlas. Habiendo crecido en un ambiente donde se otorgan estrellas doradas en

reconocimiento al esfuerzo y caritas sonrientes para mostrar dignidad, han aprendido

que pueden avanzar sin trabajar mucho si pueden conocer al docente para que les dé

una oportunidad. Esta actitud va más allá del cinismo. Hay una extraña inocencia tras

la idea de que uno puede esperar (e incluso merecer) una mejor nota simplemente

rogando hasta lograrla. Con esa perspectiva, supongo que no me debería haber

sentido tan asombrado por el hecho de que 12 estudiantes me pidieran que cambiara

sus calificaciones luego que éstas fueran publicadas.

Este número representa el 10% de mis educandos, quienes dejaron pasar tres meses

de exámenes parciales cortos e informes de laboratorio antes de que no hubiera más

remedio. Mis estudiantes graduados llaman a esto pensamiento extra-racional: si el

esfuerzo y la inteligencia no son importantes, ¿por qué deberían serlo las fechas

1 Docente Gregoria Tech. Atlanta.

2 Docente Ciencias Básicas, Facultad de Ingeniería Unilibre, Bogotá.

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límites? Lo que importa es sacar mejores notas mediante una bonificación inmerecida,

lo que equivale –en términos de academia- a ganárselas fácilmente.

Sus razonamientos para obtener mejores resultados a menudo ignoran el rendimiento

o la asimilación del conocimiento. “Si mi calificación no sube a REGULAR, pierdo mi

beca”. “Si no me da un BUENO, renuncio”. Al parecer, soy responsable de que alguien

pierda una beca, abandone sus estudios o decida si la vida tiene sentido. Quizás estos

estudiantes me ven como un idiota útil con algo que ellos desean: la nota.

Lo que la Universidad realmente ofrece -la posibilidad de aprender- es considerado

irrelevante, poco menos que inútil, debido a que requiere mucho trabajo y largas

horas.

En una sociedad saturada de valores superficiales, el amor por el conocimiento en sí

es algo excéntrico. Los beneficios de la fama y la riqueza son más obvios. ¿Es

correcto culpar a los estudiantes por reflejar estos valores que reinan en nuestra

sociedad?

Por supuesto, es correcto. Lo que debería hacer esta gente es tomarse ahora en serio

a sí misma, ya que nuestro país se verá forzado a hacerlo después, cuando haya

mucho más en juego. Deben reconocer que su actitud no solo es autodestructiva sino

que es humanamente destructiva. La pérdida del control de calidad -dar las notas

apropiadas a los logros- es una gran preocupación en mi vida. Un colega me hizo ver

que un estudiante de Física podía obtener un título sin jamás haber respondido por

completo a sus obligaciones. ¿Cómo? Mediante la obtención de créditos parciales y

adicionales. Y con cierta ayuda de sus notas. Pero ¿qué sucede una vez esa persona

se gradúa y logra un trabajo? Ahí es cuando se incrementan los percances que

resultan de la pérdida de los niveles académicos. Nos lamentamos de que los

estudiantes sean “impulsados hacia arriba” hasta que salen de la secundaria, pese a

ser analfabetos e ineptos en matemáticas; pero parecemos despreocuparnos después

de graduados de la Universidad cuyas menos flagrantes deficiencias son mucho más

dañinas si sus credenciales exceden sus habilidades.

La mayoría de mis estudiantes se especializan en ciencia e ingeniería. Si son buenos

en la obtención de parciales, pero no en dar respuestas correctas, eso significa que el

puente se derrumbará o que el medicamento no es el indicado de formular. Se

encuentran ejemplos aquí, en Atlanta. El año pasado una torre de iluminación del

estadio olímpico se desplomó, matando por fortuna a un solo trabajador. Se cayó

debido a que un ingeniero calculo mal cuánto peso podía resistir. Un edificio nuevo de

12 pisos podría desarrollar peligrosas grietas debido a más de quince centímetros de

desnivel en su base. El error se debió a datos incorrectos que se suministraron a una

computadora. Esas son las consecuencias en un mundo real, debido a errores y a la

falta de experiencia.

Pero esa lección es ignorada por el 10% quejambroso. Diga que no quiere (porque NO

PUEDE, sino porque NO LO HARA) cambiar de calificación que merecen por la que

ellos desean, y a menudo se quedan enojados o se vuelven enemigos gratuitos. No

piensan que sea correcto que se les juzgue según su rendimiento y no según sus

deseos o “potencial”. No piensan que sea justo poner en peligro sus becas o estar en

peligro de dejar sus estudios, sencillamente porque no pudieron hacer o porque no

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cumplieron con su trabajo. Pero es más que justo; es algo necesario para ayudar a

preservar el mínimo de calidad que nuestra comunidad necesita para mantener su

seguridad y su integridad. No sé si los estudiantes de hoy o de mañana aprenderán

esa lección, pero yo he aprendido la mía. En adelante, después que se hayan puesto

en el mural las notas finales, me esconderé hasta que comience el próximo semestre.