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  • Fernando Vallejo

    El desbarrancadero

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    carlosTorresTypewritten Text www.alfaguara.com/coEmpieza a leer... El desbarrancadero

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  • 2001, Fernando Vallejo 2001, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.De esta edicin:2008, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.Calle 80 No. 10-23Telfono (571) 6 39 60 00Fax (571) 2 36 93 82Bogot

    Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.Avenida Leandro N. Alem 720 (1001), Buenos Aires

    Santillana Ediciones Generales, S.A. de C.V.Avenida Universidad, 767, Colonia del Valle Mxico, D.F., 03100

    Santillana Ediciones Generales, S.L.Torrelaguna, 60. 28043 Madrid

    ISBN: 978-958-704-625-0

    Impreso en ColombiaPrimera edicin en esta Biblioteca: abril de 2008Diseo de cubierta: Ana Mara SnchezEn la cubierta Fernando Vallejo (a la derecha)con su hermano Daro de nios, foto tomada por su to Argemiro Foto del autor: Alejandra Lpez

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede serreproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitidapor un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna formani por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

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  • 7Cuando le abrieron la puerta entr sin saludar,subi la escalera, cruz la segunda planta, lleg alcuarto del fondo, se desplom en la cama y cay encoma. As, libre de s mismo, al borde del desbarran-cadero de la muerte por el que no mucho despus sehabra de despear, pas los que creo que fueron susnicos das en paz desde su lejana infancia. Era lasemana de navidad, la ms feliz de los nios de Antio-quia. Y qu hace que ramos nios! Se nos habanido pasando los das, los aos, la vida, tan atropella-damente como ese ro de Medelln que convirtieronen alcantarilla para que arrastrara, entre remolinos derabia, en sus aguas sucias, en vez de las sabaletas res-plandecientes de antao, mierda, mierda y ms mier-da hacia el mar.

    Para el ao nuevo ya estaba de vuelta a la reali-dad: a lo ineluctable, a su enfermedad, al polvosomanicomio de su casa, de mi casa, que se desmorona-ba en ruinas. Pero de mi casa digo? Pendejo! Cun-to haca que ya no era mi casa, desde que papi semuri, y por eso el polvo, porque desde que l faltya nadie la barra. La Loca haba perdido con sumuerte ms que un marido a su sirvienta, la nica

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  • que le dur. Medio siglo le dur, lo que se dice r-pido. Ellos eran el espejo del amor, el sol de la feli-cidad, el matrimonio perfecto. Nueve hijos fabrica-ron en los primeros veinte aos mientras les funcionla mquina, para la mayor gloria de Dios y de la pa-tria. Cul Dios, cul patria! Pendejos! Dios no existey si existe es un cerdo y Colombia un matadero. Yyo que jur no volver! Nunca digas de esta agua nobeber porque al ritmo a que vamos y con los mu-chos que somos el da menos pensado estaremosbebiendo todos el agua-mierda de ese ro. Que todosea para la mayor gloria del que dije y la que dije.Amn.

    Volv cuando me avisaron que Daro, mi her-mano, el primero de la infinidad que tuve se estabamuriendo, no se saba de qu. De esa enfermedad,hombre, de maricas que es la moda, del modelito quehoy se estila y que los pone a andar por las calles comocadveres, como fantasmas translcidos impulsadospor la luz que mueve a las mariposas. Y que se llamacmo? Ah, yo no s. Con esta debilidad que siemprehe tenido yo por las mujeres, de maricas nada s,como no sea que los hay de sobra en este mundoincluyendo presidentes y papas. Sin ir ms lejos deeste pas de sicarios, no acabamos pues de tener aqude Primer Mandatario a una Primera Dama? Y habla-ban las malas lenguas (que de esto saben ms que laslenguas de fuego del Espritu Santo) de la debilidadapostlica que le acometi al Papa Pablo por los chu-los o marchette de Roma. La misma que me acome-ti a m cuando estuve all y lo conoc, o mejor dicho

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  • lo vi de lejos, un domingo en la maana y en la plazade San Pedro bendiciendo desde su ventana. Cmoolvidarlo! l arriba bendiciendo y abajo nosotros elrebao aborregados en la cerrazn de la plaza. En miopinin, en mi modesta opinin, bendeca dema-siado y demasiado inespecficamente y con demasia-da soltura, como si tuviera la mano quebrada, suelta,haciendo en el aire cruces que tenamos que adivinar.Como notario que de tanto firmar daa la firma, detanto bendecir Su Santidad haba daado su bendi-cin. Bendeca desmaadamente, para aqu, paraall, para el Norte, para el Sur, para el Oriente, parael Occidente, a quien quiera y a quien le cayera, adiestra y siniestra, a la diabla. Qu chaparrn de ben-diciones el que nos llovi! Esa maana andaba SuSantidad ms suelto de la manita que mdico rece-tando antibiticos.

    Toqu y me abri el Gran Gevn, el semiengen-dro que de ltimo hijo pari la Loca (en mala edad,a destiempo, cuando ya los vulos, los genes, estabandaados por las mutaciones). Abri y ni me salud,se dio la vuelta y volvi a sus computadoras, al Inter-net. Se haba adueado de la casa, de esa casa que papinos dej cuando nos dej y de paso este mundo.Primero se apoder de la sala, despus del jardn, delcomedor, del patio, del cuarto del piano, la biblioteca,la cocina y toda la segunda planta incluyendo en loscuartos los techos y en el techo la antena del televi-sor. Con decirles que ya era suya hasta la enredaderaque cubra por fuera el ventanal de la fachada, y loshumildes ratones que en las noches venan a mi casa

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  • a malcomer, vicio del que nos acabamos de curar no-sotros definitivamente cuando papi se muri.

    Y este semiengendro por qu no me saluda, oes que dorm con l?

    No me hablaba desde haca aales, desde que flo-reci el castao. Se le haba venido incubando en labarriga un odio fermentado contra m, contra esteamor, su propio hermano, el de la voz, el que aqudice yo, el dueo de este changarro. En fin, qu levamos a hacer, mientras Daro no se muriera estba-mos condenados a seguirnos viendo bajo el mismotecho, en el mismo infierno. El infiernito que la Locaconstruy, paso a paso, da a da, amorosamente, encincuenta aos. Como las empresas slidas que no seimprovisan, un infiernito de tradicin.

    Pas. Descargu la maleta en el piso y entoncesvi a la Muerte en la escalera, instalada all la puta perracon su sonrisita inefable, en el primer escaln. Habavuelto. Si por lo menos fuera por m... Qu va! A estesu servidor (suyo de usted, no de ella) le tiene respeto.Me ve y se aparta, como cuando se tropezaban los hai-tianos en la calle con Duvalier.

    No voy a subir, seora, no vine a verla. Comola Loca, trato de no subir ni bajar escaleras y andarsiempre en plano. Y mientras vuelvo cudese y mecuida de paso la maleta, que en este pas de ladronesen un descuido le roban a uno los calzoncillos y a laMuerte la hoz.

    Y dej a la desdentada cuidando y segu hacia elpatio. All estaba, en una hamaca que haba colgadodel mango y del ciruelo, y bajo una sbana extendida

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  • sobre los alambres de secar ropa que lo protega delsol.

    Daro, nio, pero si ests en la tienda del cheik!Se incorpor sonrindome como si viera en m a

    la vida, y slo la alegra de verme, que le brillaba enlos ojos, le daba vida a su cara: el resto era un pellejoarrugado sobre los huesos y manchado por el sarcoma.

    Qu pas, nio! Por qu no me avisaste queestabas tan mal? Yo llamndote da tras da a Bogotdesde Mxico y nadie me contestaba. Pens que se tehaba vuelto a descomponer el telfono.

    No, el descompuesto era l que se estaba murien-do desde haca meses de diarrea, una diarrea impara-ble que ni Dios Padre con toda su omnipotencia yprobada bondad para con los humanos poda dete-ner. Lo del telfono eran dos simples cables sueltosque su desidia ajena a las llamadas de este mundomantena as en el suelo mientras flotaba rumbo alcielo, contenida por el techo, una embotada nube demarihuana que se alimentaba a s misma. El telfonotena arreglo. l no. Con sida o sin sida era un casoperdido. Y miren quin lo dice!

    Abr esas ventanas, Daro, para que salga estahumareda que ya no me deja pensar.

    No, no las abra. Que si las abra entraba el vien-to fro de afuera. Y segua muy campante en la ha-maca que tena colgada de pared a pared. Qu desas-tre ese apartamento suyo de Bogot! Peor que estacasa de Medelln donde se estaba muriendo. Nadams les describo el bao. Para empezar, haba quesubir un escaln.

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  • Y este escaln aqu para qu? Maestros deobra chambones!

    En qu cabeza caba hacer el bao un escalnms alto que el resto del tugurio? Me tropezaba conel escaln al entrar, y me iba de bruces sobre el vacoal salir.

    Hijueputa dos veces el que lo construy! Unapor su madre y otra por su abuela.

    El bao no tena foco, o mejor dicho foco s, perofundido, y cunto hace que se acab el papel higi-nico. Desde los tiempos de Maricastaa y el maricnGaviria. Y ojo al que se sentara en ese inodoro: se gol-peaba las rodillas contra la pared. Ya quisiera yo ver aSu Santidad Wojtyla sentado ah. O bajo la regadera,un chorrito fro, fro, fro que caa gota a gota a trescentmetros del ngulo que formaban las otras dosparedes, heladas. El golpe ya no era slo en las rodi-llas sino tambin en los codos cuando uno se tratabade enjabonar. Pero jabn?

    Daro, carajo, dnde est el jabn!Jabn no haba. Que se acab. Tambin se acab.

    Todo en esta vida se acaba. Y ahora el que se estaba aca-bando era l, sin que ni Dios ni nadie pudiera evitarlo.

    Se incorpor con dificultad de la hamaca del jar-dn para saludarme, y al abrazarlo sent como si apre-tara contra el corazn un costalado de huesos. Unpjaro cort el aire seco con un llamado inarmnico,metlico: Gruac! Gruac! Gruac! O algo as, comotriturando lata.

    Hace das que trato de verlo coment Daro,pero no s dnde est, se me esconde.

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  • Que iba graznando del mango al ciruelo, delciruelo a la enredadera, de la enredadera al techo, sindejarse ver.

    Ya conozco a todos los pjaros que vienen aqu,menos se.

    En este punto recuerdo que un ao atrs habasubido con papi al edificio de al lado, recin termi-nado, a conocer sus apartamentos que acababan deponer en venta, y que vi por primera vez desde arribael jardincito de mi casa: un cuadradito verde, vivo,vivo, al que llegaban los pjaros. Uno de los ltimosque quedaban en ese barrio de Laureles cuyas casashaban ido cayendo una a una a golpes de piquetacompradas y tumbadas por la mafia para levantar ensus terrenos edificios mafiosos.

    Y a quin le piensan vender tantos apartamen-tos? le pregunt a papi.

    No hay a quin me contest. Hoy por hoyaqu slo hay ricos muy ricos y pobres muy pobres.Y los ricos no venden porque los pobres no compran.

    Los pobres jams compran coment: roban.Roban y paren para que vengan ms pobres a seguirrobando y pariendo. Menos mal papi que ya te vas amorir y a escapar de ver tumbada tu casa.

    Qu va! El que se va a morir es este siglo queest muy viejo. Yo no. Pienso enterrar al milenio yvivir hasta los ciento quince aos. O ms.

    Ciento quince aos bebiendo aguardiente? Nohay hgado que resista.

    Claro que lo hay! El hgado es un rgano muynoble que se renueva.

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  • Tres meses despus yaca en su cama muerto, jus-tamente porque el hgado no se le renov. Qu se vaa renovar! Aqu los nicos que se renuevan son estoshijos de puta en la presidencia. Pobre papi, a quienquise tanto. Ochenta y dos aos vivi, bien rezados.Lo cual es mucho si se mira desde un lado, pero si semira desde el otro muy poquito. Ochenta y dos aosno alcanzan ni para aprenderse uno una enciclopedia.

    O no, Daro? Tenemos que aguantar a ver siacabamos de remontar la cuesta de este siglo que tandifcil se est poniendo. Pasado el 2000 todo va a serms fcil: tomaremos rumbo a la eternidad de bajada.Hay que creer en algo, aunque sea en la fuerza de lagravedad. Sin fe no se puede vivir.

    Entonces, mientras yo lo vea armar un cigarri-llo de marihuana, me cont cmo se haba precipi-tado el desastre: a los pocos das de estarse tomandoun remedio que yo le haba mandado de Mxico em-pez a subir de peso y a llenrsele la cara como pormilagro. Qu milagro ni qu milagro! Era que habadejado de orinar y estaba acumulando lquidos: des-pus de la cara se le hincharon los pies y a partir deese momento la cosa definitivamente se jodi porqueya no pudo ni caminar para subir a ese apartamentosuyo de Bogot situado en el pico de una falda coro-nando una montaa, tan, tan, tan, tan alto que lasnubes del cielo se confundan con sus nubes de mari-huana. De inmediato comprend qu haba pasado.La fluoximesterona, la porquera que le mand, eraun andrgeno anablico que se estaba experimen-tando en el sida dizque para revertir la extenuacin de

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  • los enfermos y aumentarles la masa muscular. En vezde eso a Daro lo que le provoc fue una hipertrofiade la prstata que le obstruy los conductos urinarios.Por eso la acumulacin de lquidos y el milagro de larozagancia de la cara.

    Hombre Daro, la prstata es un rgano est-pido. Por ah empiezan casi todos los cnceres de loshombres, y como no sea para la reproduccin no sirvepara nada. Hay que sacarla. Y mientras ms prontomejor, no bien nazca el nio y antes de que madurey se reproduzca el hijueputica. Y de paso se le sacanel apndice y las amgdalas. As, sin tanto estorbo,podr correr ms ligero el angelito y no tendr oca-sin de hacer el mal.

    Y acto seguido, en tanto l acababa de armar elcigarrillo de marihuana y se lo empezaba a fumar conla naturalidad de la beata que comulga todos los das,le fui explicando el plan mo que constaba de lossiguientes cinco puntos geniales: Uno, pararle la dia-rrea con un remedio para la diarrea de las vacas, la sul-faguanidina, que nunca se haba usado en humanospero que a m se me ocurri dado que no es tanta ladiferencia entre la humanidad y los bovinos como nosea que las mujeres producen con dos tetas menosleche que las vacas con cinco o seis. Dos, sacarle la prs-tata. Tres, volverle a dar la fluoximesterona. Cuatro,publicar en El Colombiano, el peridico de Medelln,el consabido anuncio de Gracias Espritu Santo porlos favores recibidos. Y quinto, irnos de rumba a laCte dAzur.

    Qu te parece?

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  • Que le pareca bien. Y mientras me lo deca seatragantaba con el humo de la maldita yerba, que esbendita.

    Esa marihuana es bendita, o no, Daro?Claro que lo era, por ella estaba vivo! El sida le

    quitaba el apetito, pero la marihuana se lo volva a dar.Fum ms, hombre.Palabras necias las mas. No haba que decrselo.

    Mi hermano era marihuano convencido desde hacacuando menos treinta aos, desde que yo le presenta la inefable. Con esta inconstancia ma para todo,esta volubilidad que me caracteriza, yo la dej pocodespus. l no: se la sum al aguardiente. Y le hacancortocircuito. El desquiciamiento que le provocaba ami hermano la conjuncin de los dos demonios lopona a hacer chambonada y media: rompa vidrios,chocaba carros, quebraba televisores. A trancazos seagarraba con la polica y un da, en un juzgado, fren-te a un juez, tir por el balcn al juez. A la crcel Mo-delo fue a dar, una temporadita. Cmo sali vivo deall, de esa crcel que es modelo pero del matadero,no lo s. De eso no hablaba, se le olvidaba. Todo loque tena que ver con sus horrores se le olvidaba. Queera problema de familia, deca, que a nosotros dizquese nos cruzaban los cables.

    Se le cruzarn a usted, hermano. A m no, tocomadera! Tan tan.

    Andaba por la selva del Amazonas en plena zonaguerrillera con una mochilita al hombro llena deaguardiente y marihuana y sin cdula, se imaginausted? Nadie que exista, en Colombia, anda sin c-

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  • dula. En Colombia hasta los muertos tienen cdula,y votan. Dejar uno all la cdula en la casa es comodejar el pip, quin con dos centigramos de cerebrola deja!

    Por qu carajos, Daro, no ands con la cdula,qu te cuesta?

    No tengo, me la robaron.Estpido!Dejarse robar uno la cdula en Colombia es peor

    que matar a la madre.Y si con tu cdula matan a un cristiano qu?Que qu va, que qu iba, que no iban a matar a

    nadie, que dejara ese fatalismo. Fatalismo! Esa pala-bra, ya en desuso, la aprendimos de la abuela. Vienedel latn, de fatum, destino, que siempre es parapeor. Raquelita, madre abuela, qu bueno que ya noests para que no veas el derrumbe de tu nieto!

    Por la selva del Amazonas andaba pues sin c-dula. Cmo pasaba los retenes del ejrcito sin cdulapara irse a fumar marihuana en el corazn de la jun-gla? Vaya Dios a saber, de eso tampoco hablaba. Denada hablaba. Vidrio que l quebr, casa que l des-troz, ajena o propia, vidrio y casa que se le borrabande la cabeza ipso facto. Los horrores que me hizo a mno tienen cuento. Cuando el eminentsimo doctor Ba-rraquer me transplant una crnea, Daro de un gui-tarrazo en la cabeza me desprendi la retina. Cuntasguitarras en su vida no quebr! Cancin tocada gui-tarra quebrada. El amasiato de la marihuana y elaguardiente le desencadenaba a Daro una verdaderafuria de destruccin. Cmo lo aguantaban los ami-

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  • gos? No s. Cmo lo aguantaba la familia? No s.Cmo lo aguantaba yo? No s. No s cmo lo aguan-t cincuenta aos. Y los vecinos, por Dios, los veci-nos! Dejaba el grifo del agua abierto, cerraba con tri-ple llave su apartamento para que no se lo fueran arobar, y se iba quince das a la Amazonia a meditar.Les inundaba a todos los apartamentos: al vecino deabajo, al de ms abajo, al de la planta baja, chorriandoel agua, bajando en chorritos cristalinos por la esca-lera, de escaln en escaln y diciendo din dan. Dindan, din dan... Y no le inundaban a l su aparta-mento? S, se lo inundaba el cielo cuando llova, porlas goteras del techo, que era el del edificio y estabavuelto una coladera.

    Daro, mand a coger esas goteras.No las agarra nadie! deca. Que dizque el que subiera a agarrar las goteras le

    rompa las tejas.La teja de tu cabeza, irresponsable, cabrn, que

    la tens corrida.El techo del apartamento de Daro, capitel de su

    edificio, corona etrea de Bogot junto a las nubes delcerro de Monserrate desde donde Cristo Rey preside,era una coladera. Una solemne, una irredenta cola-dera que tras la lluvia le cagaban las palomas.

    Y esa puerta, por Dios, esa puerta con triple llave!Le daba el sol de la tarde y aunque era metlica la hin-chaba y no haba forma de abrirla. Esperaba l enton-ces afuera una hora, dos horas, tres horas a que se en-friara y se deshinchara. O bien iba hasta la tienda dedos cuadras abajo (con los vecinos no poda contar

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    carlosTorresTypewritten TextQueda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin,comunicacin pblica y transformacin de esta obra sin contar con autorizacin de los titulares depropiedad intelectual. La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delitocontra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Cdigo Penal).