9-luduena experiencias místicas de lo numinoso en el campo religioso

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1 CONFIGURACIONES, EPISTEMOLOGIAS Y TECNOLOGIAS DEL SER EN ACCION: EXPERIENCIAS MISTICAS DE LO NUMINOSO EN EL CAMPO RELIGIOSO. ABSTRACT: En esta ponencia intento trazar una síntesis comparativa entre dos sistemas de creencia en apariencia divergentes como el catolicismo practicado por una comunidad de monjes de clausura y el espiritismo desarrollado por la Escuela Científica Basilio. Para este análisis prepondero las dimensiones estrictamente constituidas por el vínculo simbólico-existencial sujeto-numen. En este sentido, establezco los procesos nativos de construcción de lo numinoso, la producción de una epistemología propia de abordaje y, en relación con ello, la implementación de ciertas tecnologías del ser específicas de cada grupo para consumar su asociación con el numen. GUSTAVO ANDRES LUDUEÑA (*) INTRODUCCION La experiencia mística representa una de las dimensiones cruciales de la práctica religiosa. En esta ponencia será entendida como el vínculo que el sujeto creyente establece con ese “mundo otro” (Bastide 1972) que es variable según los términos en que sea definido por cada sistema de creencia. Este mundo etéreo, al que se asocian cosmogonías, cosmologías y otras formas de explicación del propio mundo y del universo, no se halla cercenado de la experiencia cotidiana del creyente, encontrando ilimitadas modalidades para hacérsele presente. Tal es la temática general abordada en este estudio. (*) Departamento de Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, U.B.A. Ponencia presentada en las X Jornadas sobre Alternativas Religiosas en América Latina “Sociedad y Religión en el Tercer Milenio”, 3 al 6 de octubre del 2000, Buenos Aires.

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Cristianismo; Mística; Teología

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  • 1CONFIGURACIONES, EPISTEMOLOGIAS Y TECNOLOGIAS DEL SER EN

    ACCION: EXPERIENCIAS MISTICAS DE LO NUMINOSO

    EN EL CAMPO RELIGIOSO.

    ABSTRACT: En esta ponencia intento trazar una sntesis comparativa entre dos

    sistemas de creencia en apariencia divergentes como el catolicismo practicado por una

    comunidad de monjes de clausura y el espiritismo desarrollado por la Escuela

    Cientfica Basilio. Para este anlisis prepondero las dimensiones estrictamente

    constituidas por el vnculo simblico-existencial sujeto-numen. En este sentido,

    establezco los procesos nativos de construccin de lo numinoso, la produccin de una

    epistemologa propia de abordaje y, en relacin con ello, la implementacin de ciertas

    tecnologas del ser especficas de cada grupo para consumar su asociacin con el

    numen.

    GUSTAVO ANDRES LUDUEA(*)

    INTRODUCCION

    La experiencia mstica representa una de las dimensiones cruciales de la prctica

    religiosa. En esta ponencia ser entendida como el vnculo que el sujeto creyente

    establece con ese mundo otro (Bastide 1972) que es variable segn los trminos en

    que sea definido por cada sistema de creencia. Este mundo etreo, al que se asocian

    cosmogonas, cosmologas y otras formas de explicacin del propio mundo y del

    universo, no se halla cercenado de la experiencia cotidiana del creyente, encontrando

    ilimitadas modalidades para hacrsele presente. Tal es la temtica general abordada en

    este estudio.

    (*)Departamento de Antropologa, Facultad de Filosofa y Letras, U.B.A. Ponencia presentada en las X

    Jornadas sobre Alternativas Religiosas en Amrica Latina Sociedad y Religin en el Tercer Milenio, 3

    al 6 de octubre del 2000, Buenos Aires.

  • 2Para ello, se adoptaron tres nociones que no slo remiten a ese espacio otro, sino

    que sostienen fuertes vnculos entre s. Ellas son las de configuraciones de lo numinoso,

    epistemologa y tecnologas del ser. Creo que estas concepciones pueden enmarcarse

    dentro de una estructura conceptual que ya he definido en otra oportunidad me estoy

    refiriendo a la estructura episteme-numen (Luduea 2000b) que tratar ms adelante, y

    que las mismas pueden ser entendidas como un tringulo conceptual necesario para dar

    cuenta de la experiencia mstica.

    Para ponderar la potencialidad explicativa de dicho marco terico he

    seleccionado adrede dos grupos religiosos de un carcter sustancialmente diferencial,

    con la intencin manifiesta de evaluar su adaptacin para el anlisis de la experiencia

    mstica en cada uno de ellos. Estos grupos son los monjes benedictinos y los espiritistas

    pertenecientes a la Escuela Cientfica Basilio. Con cada uno de ellos logr un encuentro

    etnogrfico, siendo ms prolongado mi estudio sobre los primeros que sobre los

    segundos. No obstante, creo haber obtenido en ambos casos importantes precisiones en

    relacin con la temtica de este trabajo.

    Con respecto a las caractersticas generales de los mencionados grupos, podra

    sealarse que los benedictinos constituyen una de las rdenes regulares de la Iglesia

    Catlica Romana. Son monjes de clausura que se retiran voluntariamente del mundo

    para llevar una vida en comunidad. En la cual se dedican al trabajo, el estudio y la

    oracin. Por otra parte, la Escuela Cientfica Basilio constituye una institucin

    independiente que desde su origen en 1917 ha dado lugar al desarrollo de un espiritismo

    sui generis, sin una vinculacin formal o doctrinaria con el kardecismo argentino.

    LOS MUNDOS INVISIBLES

    El filsofo Rudolf Otto logr una aproximacin a este mundo otro a travs de la

    nocin de numen (1980). Segn este autor, lo numinoso no puede ser definido sino

    que slo puede suscitarse, sugerirse, despertarse... (ibid.: 16). Otto resuelve este

    problema de definicin mediante las caractersticas que el numen reviste. La primera de

    ellas se refiere al sentimiento de criatura. Es decir, al sentimiento de la criatura de

  • 3que se hunde y se anega en su propia nada y desaparece frente a aqul que est sobre

    todas las criaturas (ibid.: 19). Esta caracterstica que implica ya un objeto fuera de m

    remite en forma directa al numen, que es justamente el motivo causal del sentimiento de

    criatura y, por lo tanto, su sentimiento concomitante (ibid.: 21). Un segundo rasgo

    est dado por el mysterium tremendum. Este tremendo misterio,

    Puede penetrar con suave flujo el nimo, en la forma del sentimiento sosegado de la devocin

    absorta. Puede pasar como una corriente fluida que dura algn tiempo y despus se ahla y

    tiembla, y al fin se apaga, y deja desembocar de nuevo el espritu en lo profano. Puede estallar de

    sbito en el espritu, entre embates y convulsiones. Puede llevar a la embriaguez, al arrobo, al

    xtasis. Se presenta en formas feroces o demonacas. Puede hundir al alma en horrores y

    espantos casi brujescos (ibid.: 23).

    El mysterium tremendum evoca en el creyente un estado anmico distinto del

    sentimiento de criatura. Asocindose, por un lado, con lo oculto y secreto, lo que no es

    pblico, lo que no se concibe ni entiende, lo que no es cotidiano y familiar (ibid.) y,

    por el otro lado, con lo estrictamente tremendum que no es otra cosa que el temor. Sin

    embargo, este ltimo no se explica por un miedo natural. Lo tremendum constituye un

    pavor numinoso que no se distingue slo en grado del miedo corriente.1 Es de una

    cualidad completamente diferente que a menudo puede incluir un efecto corporal de

    reaccin (ibid.: 27). Por otra parte, este temor expresado hacia el numen se

    correlaciona con una caracterstica del objeto numinoso que Otto seala como la clera

    o la ira de Dios (ibid.: 29). El cual remite a lo que nuestro autor denomina como la

    majestas o majestad, es decir, el elemento de poder, potencia, prepotencia,

    1 En relacin con el espiritismo y esta cualidad de lo numinoso, Otto llega a afirmar que: El espiritismo

    demuestra que nadie se espanta ante un espritu cuando ste es concebido, comprendido. Por esta razn

    no tiene el espiritismo valor ninguno para el estudio de la religin (1980: 41n.) [bastardillas del autor].

    Esto presupone que el conocimiento allana cualquier lugar al temor descartando de plano la existencia de

    lo tremendum en este sistema de creencia. No compartimos esta visin por dos motivos. Primero, el

    espiritismo se plantea como una ciencia espiritual en continuo progreso y por lo tanto no todo le es

    conocido, en consecuencia, no todo se halla racionalizado y comprendido. Segundo, a raz de esto ltimo

    no estamos seguros de que nadie se espanta ante un espritu, an cuando ste pueda ser concebido

    dentro de las configuraciones nativas de lo numinoso. De modo tal que creemos en la importancia de las

    investigaciones sobre el espiritismo desde el campo de los estudios de la religin en ciencias sociales.

  • 4omnipotencia (ibid.: 30) del numen. A esta majestad tremenda de superioridad absoluta

    se opone el sentimiento de criatura que exige el aniquilamiento del yo (ibid.: 33).

    Finalmente, una ltima caracterstica de lo numinoso es lo que Otto denomina

    energa. Que se pone de manifiesto en el amor o la clera de Dios y evoca

    expresiones simblicas, tales como vida, pasin, esencia afectiva, voluntad, fuerza,

    movimiento, agitacin, actividad, impulso (ibid.: 35). En suma, esta tercera cualidad

    remite a un numen absolutamente viviente que elude su reificacin en una divinidad

    enteramente racionalizada. He aqu un componente lcidamente destacado por Otto en

    toda su obra que remite a lo irracional en toda religin. Debe evitarse la visin parcial

    e incorrecta que consiste en la idea de que los predicados racionales [espritu, razn,

    voluntad inteligente, sabidura, etc.] apuran y agotan la esencia de la divinidad (ibid.:

    10). Es en este punto justamente donde interviene ms directamente la categora de lo

    santo. La cual hace referencia no slo a un comportamiento moral (como la bondad,

    por ejemplo), sino a una dimensin inefable... completamente inaccesible a la

    comprensin por conceptos (ibid.: 14). Este plusvalor de significacin requiere para el

    autor de un trmino que designe lo santo menos su componente moral, y... menos

    cualquier otro componente irracional (ibid.: 15) [bastardillas del autor]. Este algo que

    vive en todas las religiones como su fondo y mdula es lo que Otto denomina bajo el

    nombre de lo numinoso.

    Pese a que no es mi intencin expresar una crtica a esta visin filosfica creo

    que es necesario hacer algunos breves comentarios. En primer lugar, se trata de una

    produccin intelectual que descansa en un basamento religioso estrictamente

    judeocristiano, y por lo tanto su empleo para el anlisis de religiones y/o grupos

    religiosos contemporneos debe ser cuidadosamente ponderado. Por otra parte, como

    toda produccin socio-histricamente situada aparece claramente influenciada por un

    evolucionismo an vigente en la Europa de principios de siglo XX. Lo cual se

    manifiesta de modo patente cuando hace referencia al catolicismo como una religin

    superior en relacin a otras formas y grados de religin, por sus conceptos de

    eminente claridad, transparencia y plenitud (ibid.: 10). Asimismo, se pone de relieve

    una visin de tono esencialista que promete a priori la aparicin de lo irracional en toda

    religin existente. Por otro lado, manifiesta una concepcin fuertemente psicologicista

    marcadamente centrada en el sujeto individual e ideal experimentando y viviendo por s

  • 5solo todo este encuentro con la divinidad, dejando al margen del anlisis su entorno

    colectivo y an sociolgico. Este ltimo aspecto se relaciona con otro poderosamente

    presente en el trabajo de Otto que es el abismo instalado a partir del binomio sujeto-

    numen, el cual se caracteriza por las cualidades diametralmente opuestas con las que

    estaran revestidos. Finalmente, cabra preguntarse si la distincin tajante que Otto se

    esfuerza por demostrar en todas las religiones entre lo racional y lo irracional es

    realmente as, o habra que pensar en un hiato meramente analtico que guarda poca o

    ninguna correspondencia con la experiencia religiosa real segn la viven los creyentes.

    No obstante estas observaciones, creo que su concepto de lo numinoso

    representa una categora sumamente til para el abordaje que desde las ciencias sociales

    podemos realizar en relacin con los grupos religiosos, particularmente en los estudios

    sobre cosmologas, cosmogonas, etc. En mi trabajo de campo en comunidades

    benedictinas pude comprobar en numerosas ocasiones su importancia en la vida

    comunitaria de los monjes. Como creyentes catlicos, estos monjes por cierto se

    comprenden dentro del dogma oficialmente aceptado por la Iglesia Romana. Sin

    embargo, dentro de su cosmologa se destaca la presencia de ciertas figuras numinosas

    que juegan una participacin activa en la vida religiosa colectiva. Tal es el caso del

    fundador de la Orden Benedictina a la cual estos monjes pertenecen.

    En efecto, San Benito de Nursia (480-547 d.C.) fue un anacoreta italiano que

    cre los primeros monasterios que dieron origen a la orden religiosa que lleva su

    nombre. Su contribucin ms prominente fue la redaccin de la Regla de los Monjes

    (Regula Monachorum), que establece en trminos bastante precisos y en un lenguaje

    ameno el modo en que debe desarrollarse la vida de los monjes en el monasterio. Su

    profusin fue significativa a lo largo de todo el medioevo y an en nuestros das es fcil

    advertir su impronta en estas casas religiosas.

    Esto ltimo pude comprobarlo de maneras diversas en las abadas visitadas. En

    algunos de estos monasterios la preponderancia de esta figura numinosa ya se

    manifiesta en su propio nombre. Tal es el caso de la abada San Benito. En este lugar

    en particular, aunque idnticas caractersticas pueden encontrarse en otros con mayor o

    menor diferencia, el santo aparece expresado de diversos modos en la simbologa del

    monasterio. A un lado del sector frontal, San Benito se presenta en una escultura de

    bronce en un cubculo especialmente preparado. En posicin de descanso sostiene con

  • 6su derecha el bastn de pastor indicador del Evangelio, mientras que en su izquierda

    sostiene la Regla probablemente recordndole al monje la obediencia que debe

    mantener hacia ella. Las flores permanentemente frescas a sus pies sealan el cuidado y

    respeto asiduo hacia su memoria. Numerosas oportunidades he tenido para ver tanto a

    monjes como a visitantes ocasionales acercarse hasta su imagen para rezar alguna

    oracin. Todo esto puede verificarse de muchas otras maneras. Por ejemplo, durante el

    oficio religioso de Completas al final de la jornada cuando ya el sol se ocult

    completamente,2 los monjes leen en el templo un pequeo pasaje de la Regla que

    cierra el oficio y el da, despus del cual todos deben dirigirse hacia sus celdas en

    completo silencio y meditacin. Asimismo, el santo se presenta en forma recurrente en

    la ornamentacin del lugar. Ya sea en cuadros, pinturas, esculturas, o incluso en

    artculos varios comercializados por el monasterio. Como libros, sealadores, estatuillas

    y, sin duda la ms popular, la famosa medalla de San Benito. Esta ltima casi ha

    suscitado un verdadero culto que hace inmune al portador de las malas ondas, segn

    afirman muchos de sus compradores.3 Sera extenso continuar con las particularidades

    de esta figura numinosa en la vida de las comunidades benedictinas. No obstante, no

    puede mencionarse aqulla sin dar cuenta de la entidad divina que da sentido a todo el

    conjunto. Tanto al resto de los nmenes,4 como a la vida asctica misma que generan

    los monjes.

    En efecto, el inicio a la vida monstica se origina en un llamado. As me fue

    sealado en varias oportunidades por estos religiosos que sentan profundamente que

    Dios les peda sto, en clara alusin a la vida consagrada. Puede notarse aqu que se

    perfila una dimensin que tratar ms detalladamente en un siguiente punto que est

    relacionada con las tecnologas del ser, pero que apunta directamente al vnculo que el

    sujeto establece con lo numinoso (en el primer caso con la figura del santo Benito y

    ahora con la divinidad). La preponderancia de Dios se presenta desde el principio como

    2 Estos oficios religiosos son encuentros cotidianos celebrados colectivamente en la iglesia del monasterio

    que consisten en la lectura, oracin y salmodia dirigida a Dios. Se realiza siete veces al da, ya que siete

    son los oficios y las Horas Litrgicas, durante todo el ao.3 En relacin con la historia y el verdadero significado de la medalla de San Benito vase el minucioso

    anlisis de Elizalde 1998. Aparecen tambin unas menciones generales en Luduea 2000b.4 Ejemplos importantes son el Nio Dios y la Virgen Mara, que como Benito revisten una presencia

    preponderante en la simbologa de estos lugares.

  • 7la causa y el motivo de la adopcin de los votos y de una vida dedicada a El. La

    configuracin de este particular numen reviste cualidades de carcter especial. Para el

    monje no es una personalidad intrascendente ni est sumida en un universo etreo de

    carcter abstracto sustrada de la vida de sus hijos mortales. Contrariamente al modelo

    de divinidad instaurado con la emergencia de la mentalidad burguesa sustentado en una

    deidad cada vez ms alejada del mundo (cfr. Romero 1987), los monjes sostienen una

    imagen de Dios que lo define como una entidad siempre presente en la vida de los

    hombres. La deidad aparece como un protagonista principal en todo el escenario de la

    Creacin y est investida con todos los predicados que resaltan su magnificencia,

    omnipotencia, sabidura y amor.

    A El se destinan las oraciones, los rituales, las lecturas, los pedidos, etc., que no

    hacen otra cosa que reafirmar la conceptualizacin antes mencionada. En los oficios

    religiosos esta configuracin numinosa se hace presente de forma paradigmtica. La

    Regla describe en detalle cmo deben ser celebrados tales eventos y las lecturas que

    corresponden a cada una de las fechas sealadas por el calendario litrgico. La oracin

    colectiva dirigida a Dios durante los oficios ocupa un lugar central. Asimismo, la

    corporalidad tambin se contagia de esta idea de divinidad. Expresndose en una

    reverencia lenta y a veces prolongada al final de cada salmo que pone de manifiesto las

    caractersticas atribuidas al Altsimo. El papel del cuerpo en la relacin del sujeto con el

    numen es sumamente rica y lamentablemente debo postergarla para un futuro trabajo.

    Por lo pronto, baste con sealarse que la prctica sistemtica de una ascesis corporal a

    travs del control de la sexualidad, el trabajo, la obediencia, el silencio, etc., no puede

    ser considerada como un componente casual o extico en este contexto particular. Por el

    contrario, sostengo que no es posible su explicacin si no es considerando

    explcitamente su vnculo con la especificidad de las configuraciones bajo las que se

    muestra el numen.

    Este tipo de formas numinosas a las que brevemente hice referencia se

    manifiestan en otro sistema de creencia completamente distinto al catolicismo romano,

    siendo tambin experimentadas en formas divergentes por los sujetos. Aunque aparecen

    bajo diferentes denominaciones, mutadas, transformadas e, incluso, revestidas con otras

    cualidades, es posible detenerse en este plano constituido por ese mundo otro y

    vincularlas desde cada uno de los grupos creenciales. En la cosmologa de la Escuela

  • 8Cientfica Basilio (ECB), sobre la que trabaj detalladamente en otra parte (Luduea

    2000a), pueden encontrarse entidades numinosas como las de Dios o como las de San

    Benito pero con distinciones sustanciales. A grandes rasgos puede mencionarse que la

    ECB se encuentra desde su origen fuertemente emparentada con el espiritismo, lo cual

    ya marca una primera diferencia con el catolicismo.5 Sin embargo, es necesario hacer

    notar que si bien sus primeros adeptos se nutrieron profundamente en la obra de Allan

    Kardec y Len Denis entre otros, su crecimiento acentuado y progresivo a lo largo de

    todo el siglo XX desde sus inicios en 1917 dio lugar a un espiritismo sui generis.6 Entre

    sus principios se destaca la creencia en una doble dimensin de existencia ontolgica

    un mundo material y un mundo espiritual, que remiten directamente a la

    condicin en la que se encuentran las entidades que los miembros de la ECB denominan

    como encarnados y espritus o almas.7 Otro de sus postulados es la existencia de

    una Ley de Evolucin Espiritual que rige el proceso de transformacin de los espritus

    en seres cada vez ms evolucionados mediante la Reparacin de las faltas cometidas,

    conducindolos nuevamente al lado del Padre Creador del que se alejaron por su

    atributo del libre albedro. Se plantea aqu una diferenciacin jerrquica en trminos de

    los grados evolutivos que deriva en una disyuncin esencial y delimita una doble

    dimensin cosmolgica. Un mundo espiritual de seres evolucionados denominado como

    el Bien y mundo de espritus equivocados conocido como el Error. Toda esta esfera

    espiritual se opone al mundo material, en el que encarnan los espritus equivocados para

    reparar sus faltas y proseguir su camino de evolucin hacia Dios. Es menester aclarar

    5 No estamos mencionado por ejemplo las estridentes confrontaciones que esta institucin libr con la

    Iglesia Catlica a mediados del siglo. Debe recordarse que la ECB se present abiertamente declarada a

    favor de un espiritismo superior que pretenda instalarse en un campo religioso monopolizado por el

    catolicismo. En este sentido, los actos multitudinarios causaron ...incidentes pblicos con cuadros de la

    Accin Catlica y una protesta formal de la Iglesia (Forni 1993: 13). Asimismo, se mencion que ...el

    slogan `Jess no es Dios fue muy irritante para la Iglesia y el catolicismo militante (ibid.: 23n.).6 La ECB constituye una organizacin independiente de origen nacional y sin ningn tipo de relacin de

    adhesin a la CEA (Confederacin Esprita Argentina) que congrega a la mayora de las asociaciones de

    corte estrictamente kardecista.7 La ECB emplea indistintamente ambos trminos para referirse a las ontologas del plano espiritual. A

    diferencia del espiritismo kardecista que utiliza para esto ltimo la categora de espritu y destina la

    nocin de alma para referirse a los espritus que estn encarnados en un cuerpo.

  • 9que espritu y materia se encuentran inextricablemente ligados, contrariamente a lo que

    podra llegar a pensarse.

    La imagen numinosa de Dios ocupa el lugar central del Bien, y si se le

    reconocen las cualidades antes mencionadas para los monjes, aqu aparece

    especialmente definida a travs del amor: Dios es amor. Tambin es la causa

    primera de todas las cosas que dio origen a todo lo existente. Un punto de suma

    importancia que le produjo a la ECB no pocas discusiones con los interlocutores del

    catolicismo romano fue, y sigue siendo an, su concepcin acerca de Jess de Nazareth.

    En efecto, los miembros se dirigen a El simplemente como Jess o, ms corrientemente,

    como el Maestro. Se lo reconoce como el mesas aunque de un modo particular. Jess

    fue un mesas entre muchos otros que encarnaron con la misin de traer las

    verdades sobre el mundo espiritual Krishna, Buda, etc., y su trabajo misional

    consisti en divulgar la Idea Nueva.8 El maestro, y aqu se muestra el principal punto

    de conflicto con el catolicismo, no es identificado en lo absoluto con la figura de Dios.

    El misterio de la Santsima Trinidad que en la concepcin catlica se funde en el

    complejo numinoso del Uno tripartito del Padre, el Hijo y el Espritu Santo, en la

    teologa de la ECB se halla claramente separado en las imgenes de entidades

    slidamente autnomas. Dios es conceptualizado como el Creador que en un acto de

    amor le dio vida a todos sus hijos dotndolos con los atributos de inteligencia, libertad y

    amor. En tanto que Jess es considerado como un espritu superior de luz que nunca

    se alej del Padre, y slo encarn con una misin muy especfica que fue precedida por

    muchos otros. En consecuencia, Jess es tomado por un hermano evolucionado que

    durante su encarnacin vivi los vaivenes de cualquier otro encarnado, aunque marcado

    por la responsabilidad con que haba venido al mundo.

    La ECB desarroll una interesante cosmologa entorno a la figura de Dios y,

    sobre todo, en relacin con la persona de Jess de Nazareth, pero sera muy extenso

    abundar en detalles. Profundizar ms en estos aspectos no hara ms que poner de

    relieve las divergencias teolgicas que en este particular caracterizan a estos respectivos

    sistemas de creencia. Una ltima temtica que se vincula con el culto a otras entidades

    8 Esta misin de traer al mundo material los conocimientos sobre el plano espiritual no puede dejar de

    parangonarse con la definicin que el mismo Allan Kardec dio del espiritismo. Este fue considerado por

    l como la Tercera Revelacin despus de las propiciadas por Moiss y Jess de Nazareth.

  • 10

    numinosas, como seal anteriormente respecto a San Benito, se asocia con el lugar que

    los guas espirituales ocupan en la creencia de la ECB. Para esta institucin no existen

    santos beatificados como en la Iglesia Catlica, sino espritus que pasaron por la

    encarnacin y evolucionaron as como espritus que por su grado evolutivo nunca

    necesitaron encarnar. Todos estos espritus que ya forman parte del Bien pueden

    auspiciar como guas espirituales de los encarnados, de las obras o misiones que el Bien

    les encomiende, o como guas de filiales de la institucin.9 El Maestro mismo es

    considerado como gua espiritual de la obra de la Redencin Universal y de toda la

    ECB. Las oraciones que el creyente catlico destina al santo o a la virgen, aqu se

    traducen en trminos de pedidos al gua mediante un acto de elevacin espiritual,

    sobre la que me detendr en el apartado referido a las tecnologas del ser. Estos pedidos

    operan al modo de una accin vincular con el numen que, segn se vio, es de un

    carcter complejo. Tales solicitudes pueden estar dirigidas a Dios, al Maestro, al gua de

    la filial o, incluso, al gua personal.

    Las breves explicaciones que expuse anteriormente delatan la particularidad y

    complejidad de las cosmologas de cada uno de los sistemas de creencias tratados.

    Puede advertirse con claridad las modalidades y la multiplicidad de formas en las que el

    numen se presenta, cmo es caracterizado y definido por los actores, qu atributos le

    son concedidos, etc. La nocin desarrollada por Otto sobre lo numinoso puede

    constituirse en una herramienta til para la empresa analtica que pretenda encarar los

    sistemas de simbologa religiosa, siempre y cuando sean consideradas las observaciones

    formuladas al comienzo. Esta categora de trabajo expresa su utilidad tanto en el estudio

    de grupos concretos tomados separadamente, como en el anlisis de tipo comparativo

    focalizado en aspectos particulares. Su potencialidad para la investigacin

    antropolgica-etnogrfica se pone especialmente de manifiesto para el abordaje de las

    experiencias del tipo mstico. En el campo nos encontramos a menudo con situaciones

    en las que el mundo real y el mundo otro parecen fundirse en un punto temporo-

    espacial liminal en el la presencia de lo numinoso se hace patente para el creyente. Esta

    experiencia del numen desnuda la preponderancia de otras dos dimensiones que

    9 La ECB cuenta en la actualidad con ms de 300 filiales repartidas en el pas y en el extranjero. Cada una

    de ellas posee un gua espiritual designado por el Bien que colabora en el plano espiritual con las diversas

    tareas que se realizan en cada una.

  • 11

    conforman junto a lo estrictamente numinoso una unidad indisoluble, y que slo es

    posible desvincular aunque no sin dificultades en forma anlitica. Estas estn

    constituidas, por un lado, por los saberes y conocimientos que los sujetos poseen y

    construyen en relacin con el numen y, por otro lado, por las modalidades en las que los

    mismos sujetos establecen el vnculo mstico con l.

    EPISTEMOLOGIAS DE LO SAGRADO

    En una oportunidad que me encontraba haciendo trabajo de campo en uno de los

    monasterios benedictinos, me invitaron a participar de una lectura de la Biblia. Era

    domingo, y la idea consista en trabajar sobre un breve pasaje bblico referido a la

    parbola del Hijo Prdigo. Conoca muy bien la ancdota del hijo que deja su casa y su

    familia para abandonarse solitariamente a las aventuras del mundo y luego de

    desdichadas prdidas debe retornar en un estado de plena miseria a su antiguo hogar. En

    las proximidades de su casa es recibido afectuosamente por su padre a quien

    injustamente haba abandonado. Rembrandt retrat con una belleza inigualable este

    clido encuentro as como muchos otros artistas hicieron lo suyo con otros eventos

    bblicos. Este pasaje iba a ser ledo en la misa dominical y para los que en ese momento

    nos encontrbamos en el monasterio consista en un preludio de lo que acontecera en la

    misma. La lectura se realiz en grupo en uno de los salones del monasterio. Eramos

    unas seis o siete personas entre las que se contaban tres monjes de la abada, uno de los

    cuales era sacerdote. Todos nos sentamos alrededor de una mesa en absoluto silencio

    luego de haber rezado una oracin de pie al lado de nuestras respectivas sillas.

    Rompiendo el silencio imperante, el monje sacerdote que auspiciaba como coordinador

    del grupo expres verbalmente en pocas palabras las consignas que deban dirigir la

    lectura. La misma deba hacerse pensando en las siguientes preguntas: qu dice?; qu

    me dice?; qu le digo?. Un poco sorprendido, un poco confundido por las consignas, y

    un poco temeroso por cometer algn error, me aboqu decididamente a imitar al resto y

    concentrarme en la lectura. Una y otra vez le los versculos uno por uno. Levant la

    vista y observ al resto. Otra vez ms me dirig al texto.

  • 12

    Despus de unos cuantos minutos, uno de los monjes irrumpi. Se expres con

    gravedad sobre lo que el pasaje contena. Tmidamente otro de los presentes aport algo

    ms. Yo no me qued atrs y en un arranque de coraje tambin esboc unos pequeos

    detalles. A esa primera consigna le sigui la segunda: qu me dice?. Aqu ya me las vi

    difciles. Me preguntaba qu ms poda encontrar en el texto adems de lo que ya estaba

    escrito. As y todo me volv nuevamente a la lectura. Mis sugerencias me llevaban en un

    camino circular a lo que anteriormente ya haba ledo y ahora estaba releyendo. Qu

    ms poda encontrarse?. En ese silencio literal y literario otro de los monjes habl,

    siempre en una forma respetuosa acorde al clima que envolva el particular encuentro.

    Las interpretaciones que la primera vez no se distanciaban mayormente de lo puramente

    textual comienzan ahora a tener mayor vuelo, mientras que la objetivacin del texto se

    transforma paulatinamente en una subjetivacin del texto hacia fuera. En una

    hermenutica del sujeto sobre el objeto pero dirigida hacia el mismo sujeto. Mientras el

    mo era un movimiento centrfugo del tipo texto-texto que no me permita disiparme de

    la pura materialidad de la prosa bblica, los monjes parecan realizar un movimiento

    centrpeto de un tipo sujeto-texto-sujeto en el que la parbola operaba como metfora de

    la propia vida. Mi lectura era en crculo, la de ellos en espiral. Ellos interpretaban

    situaciones de la vida real con la mirada puesta en la parbola. El texto no era un mero

    depositario de contenidos estancos y poco significativos ms all de lo anecdtico, era

    plenamente generador y disparador de una hermenutica que iba del sujeto al texto pero

    que siempre volva al sujeto para ponderar su propia situacin en el mundo, por ello se

    trataba tambin de una auto-hermenutica.

    A esta altura de los acontecimientos, para la tercera consigna me encontraba

    totalmente fuera de combate y sin posibilidades de poder dilucidar qu poda

    transmitirme ese texto y, menos an, qu poda yo decirle a l. Esta actividad que me

    planteaba de entrada la contradiccin o aparente incongruencia de establecer un dilogo

    con un texto, pas de tratarse de un simple ejercicio de lectura al menos por la

    impresin inicial con la cual la haba iniciado a una verdadera experiencia mstica de la

    cual por cierto no era partcipe. Pese a mi desconocimiento poco tard en darme cuenta

    de la presencia de lo numinoso en todo el evento. Desde el principio hasta el fin

    implicaba la construccin de un vnculo con el numen que en este caso particular se

    manifestaba materialmente en la textualidad de una sucesin de palabras y oraciones.

  • 13

    Ms an, donde yo adverta simplemente un texto con una enseanza moral

    anecdtica los monjes vean adems la Palabra de Dios. La ma se trataba de una

    concepcin ms reificante que la de ellos. No pudiendo eludir yo mismo la mera

    cosificacin, su actitud era absolutamente vivificante. No era el texto el que me deca

    algo, sino que era el Seor el que hablaba. Tampoco se trataba de decirle algo al texto.

    Era con Dios con quien deba hablarse. El Seor me dice..., el Seor nos dice...,

    Seor yo te digo..., etc., eran referencias comunes con las que los monjes intervenan

    en los ltimos pasos del ejercicio.

    Esta anecdtica situacin etnogrfica demuestra al menos dos cosas. En primer

    lugar, la existencia de una configuracin definida del numen que es conocido,

    caracterizado y conceptualizado de una manera determinada. En este caso la textualidad

    es la mediacin necesaria para el establecimiento de ese dilogo personal que se entabla

    con el Seor. En segundo lugar, la implementacin de una modalidad particular de

    conocer a ese Dios, a esa entidad numinosa con la que se construye un vnculo. La

    oracin y la lectura ofician como modalidades (tecnologas?) especficas para lograr

    esa asociacin mstica con el Seor. Esta problemtica puede reducirse, segn creo, al

    cmo finalmente es posible constituir un saber, un conocimiento sobre ese numen que

    en el caso de los monjes es motivo de renuncias, de prcticas ascticas, y de encendidos

    y continuados rituales hacia su figura. Ello implica necesariamente, entonces, una

    epistemologa. Mis falencias adaptativas, cognitivas e instrumentales para cumplir con

    las consignas de la lectura revelaban claramente la ausencia de una epistemologa

    acorde para con ese mundo otro presente en el universo simblico-religioso

    monstico.10

    Justamente, el antroplogo Gregory Bateson defini la epistemologa en relacin

    al cmo nosotros podemos saber alguna cosa (1993a: 14). Es decir, de qu manera es

    posible generar un conocimiento sobre algo que en nuestro caso esta inextricablemente

    ligado a lo numinoso. El qu dice, qu me dice y qu le digo se hallan

    directamente relacionados a este proceso cognitivo que en el caso de los monjes parece

    10 El antroplogo Van Reidhead formul un interesante abordaje comparativo entre las epistemologas de

    la disciplina antropolgica y la del monacato benedictino, afirmando que: Ambos grupos comienzan con

    supuestos teorticos en torno a la naturaleza del conocimiento y en relacin a los mtodos y limitaciones

    de su adquisicin. Los monjes, al igual que los antroplogos, generalmente sostienen que sus supuestos

    son testeables, aunque los mtodos de comprobacin sean diferentes (1993: 13) [mi traduccin].

  • 14

    incluir tanto al texto, como al sujeto y a la figura numinosa personificada en la imagen

    de Dios. Dems est decir que las respuestas a cada una de esas particulares preguntas

    trasuntan conocimientos y saberes especficos, a los que slo es posible acceder

    poniendo en juego determinado marco epistemolgico al cual por supuesto yo me

    encontraba muy ajeno.11 La conceptualizacin sui generis de Bateson extiende la

    presencia de epistemologas fuera del campo estrictamente cientfico. Sosteniendo que,

    En el pronombre nosotros estaban incluidos, por supuesto, la estrella de mar y el bosque de

    secuoyas, el huevo que se divide y el senado de Estados Unidos. Y en esa alguna cosa que estos

    seres diversamente saben se inclua cmo crecer con simetra quntuple, cmo sobrevivir a un

    incendio del bosque, cmo crecer y conservar empero la misma forma, cmo aprender,

    cmo redactar una Constitucin, cmo inventar y conducir un automvil, cmo contar

    hasta siete, etc. Maravillosos seres con conocimientos y habilidades casi milagrosos (ibid.)

    [comillas del autor].

    A esta sugerente propuesta terica podra agregarse como preguntas acerca de

    esa alguna cosa cuestiones tales como cules son las caractersticas de ese mundo otro

    invisible a los ojos pero presente en la simbologa religiosa; cules son los lmites que lo

    circunscriben; qu entidades numinosas habitan su espacio; cmo son estas ontologas;

    qu relaciones entablan con los sujetos; de qu modo estos ltimos pueden obtener

    conocimientos de ellas o a partir de ellas; etc. Estas cuestiones epistemolgicas estn

    presentes particularmente en la cosmologa de la ECB, sobre las que ya hice algunas

    referencias en otra parte (cfr. Luduea 2000a). En este caso la cuestin relativa al

    conocimiento reviste aristas muy particulares, dado que el espiritismo propuesto por la

    ECB desde sus inicios haba de ser, al igual que el proyectado por Allan Kardec, de un

    carcter netamente cientfico.12 El mismo trmino forma parte de la denominacin

    oficial de la institucin no por casualidad.

    11 Idntica epistemologa parece presentarse en los procesos hermenuticos desarrollados para el abordaje

    de textos bblicos, cfr. Rivas 1998.12 La obra de Allan Kardec fue un intento de fundamentar La Ciencia de Dios donde la razn ocupa el

    lugar central. Esta ciencia espiritual y la mediumnidad (aplicacin del mtodo experimental y

    evidencia palpable de lo sobrenatural) deba develar las verdades del mundo y del ms all (Forni

    1993: 17) [comillas del autor].

  • 15

    En efecto, la aceptacin de la existencia del mundo espiritual se plante no en

    trminos de una verdad dogmticamente aceptada a travs de una institucionalizacin

    doctrinal, sino mediante la experimentacin y la comprobacin mediumnmica. Lo

    numinoso es explicado racionalmente para el creyente en la experiencia cotidiana de

    las prcticas espirituales. La configuracin particular del numen se asocia en este caso

    a una epistemologa acorde con tal formacin.13 Al decir de Bateson, todo ...individuo

    humano cada organismo tiene sus propios hbitos personales de construir el

    conocimiento y cada sistema cultural, religioso o cientfico promueve determinados

    hbitos epistemolgicos (1994: 33). En este sentido, las prcticas realizadas a menudo

    en el saln de actos espirituales comportan necesariamente la implementacin de una

    epistemologa propia. Una de las ms comunes desarrolladas por los miembros de la

    ECB es la prctica de liberacin espiritual. La cual consiste en lograr un particular

    estado del ser caracterizado por una relajacin corporal y un estado mental especial de

    elevacin espiritual que, sumado a un pedido insistente dirigido al Bien, permita la

    accin de este ltimo sobre las incursiones del mundo del Error en el plano de los

    encarnados. Tal accin tiene por finalidad lograr que el sujeto pueda liberarse de la

    influencia que los espritus equivocados ejercen sobre el mundo material, ya sea

    colocando trabas, provocando confusin, trayendo enfermedades, etc. Este objetivo se

    consuma en la materializacin de estos espritus en los mediums parlantes presentes

    durante la prctica. En tal estado estos seres tienen la libertad de expresarse

    manifestando sus inquietudes a travs de los sujetos que auspician como mediums.

    Cuando as ocurre el coordinador de toda la prctica conduce el dilogo con el espritu

    materializado. En esta situacin el Bien colabora para que estas entidades puedan

    percibir su condicin espiritual y as comprobar por sus propios medios la necesidad de

    transformarla. Advirtase en este caso particular de que modo la relacin con lo

    numinoso que para los monjes se constituye a travs del silencio, aqu se realiza

    mediante un vnculo verbal.

    En este caso como en el anterior es fundamental el logro de cierto estado

    ontolgico del ser en su totalidad, ya sea tanto a nivel de consciencia como a nivel de

    13 A este respecto sera interesante pensar si verdaderamente esta supuesta concordancia es condicin sine

    qua non o si, por el contrario, es posible tambin pensar en discontinuidades, saltos y/o conflictos

    epistemolgicos.

  • 16

    cuerpo. En el primer caso, con los monjes esto viene mediatizado por la oracin y el

    silencio, en tanto que, en el segundo caso, dicho estado es el emergente de la elevacin

    espiritual, de la intervencin del Bien y de la actitud dialgica que se entabla con lo

    numinoso que se manifiesta en un espritu materializado en el cuerpo prestado por un

    medium. En estos ejemplos resulta evidente la importancia que revisten los

    conocimientos sobre lo numinoso y sobre como abordarlo para construir un vnculo con

    l en cualquiera de sus formas. De qu modo es posible realizarlo sin la posesin de

    estos saberes que permiten tal relacin?. La epistemologa justamente posibilita esta

    meta. En cada uno de estos sistemas de creencia caracterizados por las especificidades

    irreductibles de sus propias configuraciones numinosas, se circunscriben sistemas

    cognitivos que requieren de tcnicas concretas que hagan posible el contacto sujeto-

    numen que se consuma en la experiencia mstica.14

    EL NUMEN Y SUS TECNOLOGIAS

    El empleo del concepto de tecnologa como categora conceptual para el anlisis

    de los modos en que los sujetos trabajan sobre la conciencia o sobre sus propios cuerpos

    fue ampliamente utilizada por numerosos autores (Foucault 1989, 1990, 1991; Harpham

    1987; Hutton 1988; Lvi-Strauss 1971; Martin 1988; Mauss 1971; Moore 1994; Paden

    1988). Yo mismo hice uso de ella para el estudio del silencio en una comunidad

    monstica de benedictinos (Luduea 1998). Otros autores que se refirieron a los

    mecanismos de relacin con lo sagrado (Forni 1993) parecen igualmente apuntar en

    esta direccin.

    Como toda categora de este tipo presenta las dificultades esenciales de la

    distancia conceptual que ella puede presentar con relacin a los usos nativos de aquello

    que pretende explicar. Por ello es necesario recordar que las nociones empleadas deben

    14 En este sentido se ha afirmado que ...en tanto que el mundo del monje es trascendente..., la relacin

    con Dios es completamente subjetiva [humanistic] y el monje slo puede experimentar a Dios a travs de

    su propia humanidad sus sentidos y los significados ordinarios de la percepcin humana (Reidhead

    1993: 15) [mi traduccin].

  • 17

    ser siempre, cualesquiera que stas sean, las que tienen que adecuarse a la realidad

    etnogrfica y no a la inversa. En el caso contrario, deben ser lisa y llanamente

    descartadas para el estudio. En este sentido, el concepto general de tecnologa parece

    sugerir prima facie un carcter instrumental, utilitario, y hasta finalista que puede

    empaar la justa apreciacin de los usos que los nativos hacen de ciertas prcticas. Este

    es un aspecto fundamental a tener en cuenta.

    Uno de los primeros en emplear esta nocin fue Marcel Mauss, quien acu el

    trmino de tcnicas corporales para referirse a ...la forma en que los hombres,

    sociedad por sociedad, hacen uso de su cuerpo en una forma tradicional (1971: 337).

    Con esta idea Mauss pretenda englobar a todas aquellas prcticas que comportaban

    ciertas posturas, movimientos, etc., que involucraban al cuerpo y que tenan un claro

    origen cultural. As, actividades tan triviales como caminar, correr, nadar, estar de pi,

    etc., encontraban su racionalidad dentro del sistema simblico de la sociedad (Douglas

    1993: 90). En este sentido, resulta interesante destacar el modo en que prcticas

    aparentemente subjetivas e individuales encuentran su marco contenedor en las

    respectivas culturas, como afirma Douglas, ...no puede haber un modo natural de

    considerar el cuerpo que no implique al mismo tiempo una dimensin social (ibid.:

    94). Tambin el antroplogo Claude Lvi-Strauss se ha hecho eco de esta lnea de

    pensamiento sosteniendo que,

    Esto es una verdad aplicable no slo a las ms humildes tcnicas, como son la produccin de

    fuego por frotamiento, o la talla de instrumentos de piedra a golpes, sino tambin a esas grandes

    construcciones, a la vez fsicas y sociales, en que consisten las diferentes gimnasias..., o las

    tcnicas de respiracin china e hind, e incluso los ejercicios de circo, que constituyen un viejo

    patrimonio de nuestra cultura (1971: 15).

    Estos trabajos que enfatizan los usos del cuerpo y su entorno sociolgico pueden

    ser complementados con los realizados por el filsofo francs Michel Focault (1991).

    En efecto, este autor distingue cuatro tipos de tecnologas: 1) las de la produccin; 2) las

    de los sistemas de significacin; 3) las del poder; y 4) las tecnologas del yo. Estas

    ltimas, segn el autor,

  • 18

    ...permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto nmero de

    operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser,

    obteniendo as una transformacin de s mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad,

    pureza, sabidura o inmortalidad (ibid.: 48).

    En este enfoque Foucault pondera otras dimensiones, menos contempladas en

    los trabajos de Mauss, que se refieren a los aspectos puramente psicolgicos del

    individuo. Desde una perspectiva estrictamente genealgica rastrea las races morales de

    la cultura occidental hasta los antecedentes de la civilizacin grecoromana. De este

    modo, seala la importancia del ejercicio de la askesis (ascesis o ascetismo) entre los

    antiguos griegos, particularmente en determinados grupos filosficos como los

    estoicos, los pitagricos y los cnicos. La askesis era llevada a cabo mediante dos

    tecnologas que se encuentran ponderadas en todo el trabajo de Foucault, y que aluden a

    dos dimensiones del ser el cuerpo y el alma que prefiguran las expresiones de las

    filosofas platnica, agustina y cartesiana. Ellas son la melete o meditatio y la gymnasia.

    Mientras la primera ...es una experiencia imaginaria que ejercita el pensamiento...

    (ibid.: 76) y se refiere a la meditacin a travs del conocimiento de s, la segunda est

    relacionada con la prctica de ciertos ejercicios corporales como la abstinencia sexual,

    el ayuno, etc. Cada una de estas tcnicas estuvieron presentes en las actividades

    cotidianas de distintas escuelas filosficas, aunque no siempre con la misma

    significacin ni con la misma intensidad.15

    Tecnologas del ser tales como el cuidado y el conocimiento de s presentes en la

    Antigua Grecia, en los gnsticos, y en las primeras tradiciones del cristianismo

    monstico (Foucault 1990, 1991; Hutton 1988; Martin 1988; Paden 1988), proyectan su

    permanencia en el monacato actual.16 El ejemplo antes citado de la lectura ofrece un

    caso paradigmtico de lo que estamos sealando. En efecto, una de las prcticas

    cotidianas en los monasterios benedictinos es la que los monjes denominan como la

    15 Para mayor informacin sobre esta tradicin vase Foucault 1990, 1991, y Armstrong 1993. Tambin

    Paden 1988 y Martin 1988.16 No es mi intencin analizar las transformaciones que estas tcnicas experimentaron a lo largo de su

    desarrollo histrico. Aunque es claro que las mismas se encuentran fuertemente emparentadas con ciertas

    prcticas que an continan llevndose a cabo en las comunidades monsticas (ejemplos de ello lo

    constituyen el silencio, el ayuno, el celibato, la confesin, etc.). Incluso el mismo Foucault rastrea la

    genealoga del psicoanlisis freudiano hasta llegar a estas tecnologas (Hutton 1988).

  • 19

    Lectio Divina (Lectura Divina), o simplemente la Lectio como se la llama ms

    corrientemente. Esta particular lectura se caracteriza tanto por la modalidad en que se

    lleva a cabo como por las condiciones en que se realiza. En primer lugar debe sealarse

    que se trata de una actividad estrictamente individual para la que hay establecidos

    horarios determinados durante la maana y la tarde. En cada uno de estos momentos los

    monjes se dirigen a sus respectivas celdas y se concentran en la lectura, la cual se

    desarrolla normalmente sobre fragmentos de textos de carcter sagrado como la Biblia.

    Se atiende menos a la extensin que a la profundidad y modalidad en que se aborda el

    material. La cualidad misma del texto determina la forma de abordaje. Como me fue

    sealado en una oportunidad por uno de los monjes, la Biblia ...no se trata de un libro

    cualquiera..., de una novela que uno puede leerla y despus olvidarse.... Puede ser leda

    una innumerable cantidad de veces y encontrar siempre algo nuevo. Se trata de un libro

    sagrado en el que se puede escuchar la Palabra de Dios. Por ello, la Lectio siempre es

    una lectura profundamente meditada, pensada y rumiada. Es en esta rumia de la

    Palabra de Dios que consiste en leer, releer y volver a leer un determinado fragmento en

    que se desarrolla lo que los monjes denominan como la escucha. Esta escucha se

    manifiesta en estos espacios de lectura meditada en la soledad y el silencio de la celda

    individual.

    El vnculo con lo numinoso se produce en este caso a travs de la lectura, el

    silencio, la escucha y el direccionamiento de los pensamientos hacia Dios. La

    experiencia mstica se genera bajo la accin combinada de mltiples tecnologas que

    actan en ciertas condiciones y permiten el establecimiento de una relacin con la

    divinidad. La epistemologa interviene prestando los elementos para el cmo construir

    ese vnculo, es decir, formando parte de algo as como una competencia religiosa o de

    un saber cmo. Por otra parte, debe recordarse que se trata de una experiencia mstica

    y no de un experimento. De modo tal que hay evitar cualquier apreciacin del tipo

    mecanicista que slo pondere las condiciones de realizacin y sus resultados finales o

    esperados. La experiencia particular de la Lectio conserva, por supuesto, profundos

    lazos con la lectura grupal que antes nos sirvi de ejemplo. Pero en ambos casos, lo

    numinoso se hace presente al sujeto slo por el manejo de determinados conocimientos

    especficos y de ciertas modalidades de gobierno sobre el propio ser que involucran

  • 20

    tanto al cuerpo como a la conciencia, y que implican igualmente la posesin de saberes

    concretos.

    La experiencia mstica es decir, el encuentro con la divinidad segn se ha

    definido al comienzo que se efecta aqu mediante el silencio, contrasta con la

    experiencia que del mismo tenor se presenta en la prctica de liberacin espiritual en la

    ECB. El medium parlante que persigue primeramente un estado de elevacin espiritual

    ejerciendo un control consciente sobre el cuerpo y los pensamientos para establecer

    un contacto con los espritus del Bien, y al mismo tiempo para dar lugar a ste para que

    intervenga, pone en juego igualmente una serie de tecnologas que hacen posible o,

    mejor an, crean las condiciones adecuadas para alcanzar determinada meta. La cual

    consiste en liberarse de las influencias de los espritus del Error para que stos, previa

    comprobacin de su condicin y de sus consecuencias, puedan cesar su perjudicial

    injerencia en el mundo material. La mediumnidad interviene como un medio

    fundamental y necesario para construir el vnculo con lo numinoso. Debe mencionarse

    que aqu slo se est haciendo referencia a la mediumnidad parlante, pero que la ECB

    acepta tambin dentro de sus prcticas mediumnmicas la vidente, la intuitiva y la

    escribiente (an reconociendo la existencia de una enorme cantidad de stas como la

    oyente, la curativa, etc.).

    Esta particular cualidad del ser, segn es definida por el espiritismo sui generis

    de la ECB, no es un don de unos pocos sino una potencialidad latente en todos los seres

    humanos que la desarrollan en mayor o menor grado. Es posible encuadrarla dentro los

    parmetros de las tecnologas del ser y de la epistemologa nativa que propician el

    acceso al mundo invisible, a ese mundo otro heterogneo pero coherente poblado por

    una innumerable cantidad de espritus. El espritu materializado habla a travs del

    medium, el cual opera a modo de canal para hacer posible el proceso de comunicacin.

    Esto ocurre as dado que, de acuerdo a los conocimientos aceptados, se sabe que las

    entidades espirituales pierden toda la estructura material que permite tanto la expresin

    verbal como las otras capacidades de los encarnados. Fenmeno que acontece en el

    momento de la muerte. Por ese motivo el medium presta su cuerpo y su mente para que

    el espritu pueda articular un discurso a travs de un lenguaje. Durante el dilogo el

    director de la prctica entabla un intercambio con el espritu materializado, de modo tal

    que el contacto con el numen que est all se consuma en el habla. A diferencia de lo

  • 21

    que ocurre con la Lectio entre los monjes, que se asimila ms a un dilogo interno,

    introspectivo, y estrictamente individual con lo numinoso.

    Estos apretados ejemplos de la construccin del vnculo con el numen mediante

    epistemologas especficas de aproximacin y tecnologas del ser particulares, no agotan

    en lo absoluto el abanico de casos que podran llegar a plantearse dentro de estos grupos

    de creencia. Incluso podran citarse otros casos en los que intervienen otro tipo de

    tcnicas que estn involucradas igualmente en el contexto de la experiencia mstica. En

    el caso de la ECB no estamos considerando otras prcticas espirituales que plantean

    deferentes modalidades de relacin mstica introduciendo, inclusive, el uso de otras

    mediumnidades como la videncia. De la misma manera, en los monasterios benedictinos

    se presentan ciertas formas ritualizadas que implican otros tantos modos de vnculo con

    lo numinoso, de las cuales los oficios religiosos ofrecen un ejemplo paradigmtico.

    En relacin con lo que hasta aqu ha sido sealado cabra hacer mencin a un

    ltimo aspecto que, segn creo, no puede ni debe ser soslayado en el anlisis de las

    experiencias msticas de lo numinoso en el campo religioso. Me refiero a lo que

    eventualmente podra ser denominado como la dimensin sensorio-perceptiva presente

    en este tipo de experiencias. La consideracin antropolgica de este punto parece

    conducirnos a los lmites mismos de nuestra disciplina, aunque an en las fronteras de la

    interdisciplina tenemos mucho que aportar. El marco analtico presentado comprende

    claramente esta dimensin. En consecuencia, esta ltima se encuentra profundamente

    ligada tanto a las epistemologas como a las tcnicas y, por supuesto, a lo numinoso

    mismo, ya que es ste al fin y al cabo el que parece despertar ciertas sensaciones o

    percepciones en los sujetos que desarrollan estas experiencias. Estados de paz, de

    plenitud, de alteracin de consciencia, de visin, etc., se presentan en estos sistemas de

    creencia, a veces en forma individual y otras en forma colectiva.17 El material

    etnogrfico con el que contamos en la actualidad puede sin duda aportar muchos y ms

    ricos ejemplos de los que aqu se esbozaron y que apuntan claramente en esta direccin.

    17 A este respecto y en relacin con el espiritismo kardecista se afirm que ...hay un acceso a la

    experimentacin personal de las personas comunes: contactos con entidades espirituales personalizadas

    (espritus de difuntos). Todo esto atravesado por un ntido vector o tensin de acercamiento constante a la

    verdad y a la tica (en coincidencia paradjicamente con el espritu evolucionista) (Forni 1993: 17).

  • 22

    No obstante, parece que an el ncleo de estas particulares experiencias nos sigue

    poniendo obstculos para su cabal comprensin.

    En modo alguno es pretensin de este trabajo alcanzar un modelo explicativo en

    relacin a esta dimensin que reviste aristas tan complejas, aunque s pueden ser

    considerados ciertos puntos de inters. Pese a ser tomado como una perogrullada, debe

    recordarse que la mente humana an con las diferencias culturales que caracterizan a

    nuestra especie ...es en todas partes una y la misma cosa, con las mismas capacidades

    (Lvi-Strauss 1986: 40). Por otra parte, la percepcin parece rehuir a tal universalismo

    como bien lo expres el mismo autor en este breve pasaje:

    Al parecer exista una determinada tribu que consegua ver el planeta Venus a la luz del da, cosa

    que adems de increble me pareca materialmente imposible. Cuando expuse el problema a

    astrnomos profesionales me respondieron que, efectivamente, nosotros no lo logramos pero que

    atendiendo a la cantidad de luz emitida por el planeta Venus durante el da realmente no es

    inconcebible que algunas personas puedan detectarlo. Ms tarde consult viejos tratados de

    navegacin pertenecientes a nuestra propia civilizacin, y todo indica que los marineros de esa

    poca eran perfectamente capaces de ver el planeta Venus a la luz del da. Probablemente,

    tambin nosotros podramos lograrlo si tuvisemos la vista entrenada (ibid.: 39).

    Esta interesante observacin de Lvi-Strauss coloca evidentemente el peso del

    componente cultural en relacin al qu y al de qu modo se percibe lo que se percibe. El

    producto de la percepcin no slo implica un proceso fisio-biolgico sino que implica

    igualmente un proceso cultural. Asimismo, parece ser un rasgo universal... el hecho de

    que quien percibe deba percibir slo el producto de su acto perceptivo (Bateson 1993b:

    287). Lvi-Strauss afirma, volviendo nuevamente sobre la dimensin cultural de la

    percepcin, que en la constitucin del paradigma cientfico durante los siglos XVII y

    XVIII se enfatiz la negacin de lo sensitivo. La ciencia emergente slo poda

    constituirse y reemplazar al pensamiento mstico y mtico solamente

    ...si volva la espalda al mundo de los sentidos, al mundo que vemos, olemos, saboreamos y

    percibimos, que el mundo sensorial era un mundo ilusorio frente al mundo real, que sera el de

    las propiedades matemticas, que slo pueden ser descubiertas por el intelecto y que estn en

    total contradiccin con respecto al testimonio de los sentidos (1986: 24).

  • 23

    Estas sugerentes observaciones resultan de importancia para su aplicacin a la

    cuestin que nos convoca. Por cierto que el mundo real al que este autor se refiere

    poco tiene que ver con ese mundo otro que se constituye en la patria de lo numinoso.

    Por otro lado, la sensorialidad sobre ese mundo puede tener pocas o ninguna

    correspondencia con las percepciones que el sujeto puede experimentar en relacin con

    el numen. Sin embargo, es posible rescatar el hecho de que en tanto que la percepcin se

    constituya en un proceso en el cual la cultura mantenga una presencia activa, su

    intervencin en las experiencias msticas generadas en determinados sistemas de

    creencia tambin responda a la especificidad de los mismos. Lo cual significa que tanto

    lo percibido como el modo en que se percibe sea concreto al sistema que se est

    considerando. Los ejemplos mencionados apuntan en este sentido. Las configuraciones

    de lo numinoso son diferenciales, las epistemologas y las tecnologas empleadas

    tambin lo son. Es posible entonces que los productos perceptivos de los sujetos de

    estos grupos tampoco sean iguales. Una contribucin de Bateson parece arribar a

    idnticas conclusiones. Segn este autor ...el mecanismo de percepcin, la manera en

    que uno percibe, est regido por un sistema de presuposiciones que yo llamo nuestra

    epistemologa particular: toda una filosofa profundamente insertada en nuestro espritu

    pero ms all de nuestra consciencia (1994: 100) [bastardillas del autor].

    Esta ltima observacin introduce la particularidad epistemolgica del modo del

    percibir. Es decir, del modo en que el sujeto establece su relacin con el numen en la

    experiencia mstica. Como vimos, estas aproximaciones a lo numinoso que adquiere

    configuraciones bien definidas en los trminos de los respectivos sistemas de creencia

    se logran a travs de tecnologas tan especficas que nos lleva a cuestionarnos acerca de

    la posible inconmensurabilidad de las maneras de percibir en estos contextos. La

    percepcin que se sustenta en una epistemologa particular (ibid.) parece indicar un

    sentido similar para estos sistemas de saberes en los que descansa el vnculo con el

    numen. Pese a estas diferencias aparentes no creo posible sostener el rigor de la

    inconmensurabilidad, al menos para estos sistemas de creencia. Un ejemplo de ello

    puede encontrarse en ese mbito lamentablemente tan poco explorado y dira, tan

    fundamental por los antroplogos que es el de la produccin esttica y artstica en el

    campo religioso. Tanto en la ECB como en los benedictinos se advierte la presencia de

    iconografas, tallados, trabajos literarios, pinturas, grabados, fotografas, rdenes y

  • 24

    emplazamientos arquitectnicos, etc., que apuntan a esta dimensin esttica pero que

    como etngrafos si bien describimos pocas veces analizamos, o terminamos

    subsumiendo su lugar dentro del heterclito espacio de lo simblico. No obstante, la

    ponderacin del entramado simblico de este mundo objetual permite una entrada tan

    legtima como cualquier otra al universo cosmolgico de estos grupos.

    En relacin con la inconmensurabilidad pueden apuntarse ciertos paralelos

    estticos que reducen el peso de dicha caracterizacin. En este sentido, es oportuno

    mencionar que la mayora de los primeros miembros de la ECB provenan en gran parte

    de la Iglesia Catlica, o al menos posean una importante formacin cultural en este

    mbito.18 Punto que sin duda tuvo impacto en la construccin de la esttica de la

    institucin. El caso del saln de actos espirituales es un ejemplo paradigmtico.

    Brevemente puede mencionarse el orden de disposicin de los bancos o sillas presentes

    en la mayora de templos catlicos, que apuntan en direccin a un centro en el que se

    llevan a cabo las prcticas principales; este ltimo a su vez se destaca por la presencia

    de una cruz que no posee un Cristo crucificado, sino una corona de espinas que

    representa el smbolo principal de la institucin desde sus comienzos; la existencia de

    un retrato del Maestro que se presenta con su corona de espinas y su aureola que lo

    muestra como un espritu de luz; etc. Esta arista puede ser mucho ms desarrollada de lo

    que hasta aqu se ha hecho. Importa destacar, sin embargo, lo relativo de lo

    inconmensurable. Esta dimensin esttica adquiere importancia no slo por su cualidad

    de produccin religiosa, sino tambin y sobre todo por su capacidad generadora de

    prctica. Este mundo simblico-objetual es ms que un actor pasivo muerto en la

    inmovilidad de sus materiales. Es un protagonista activo en la produccin de

    sentimientos, sensaciones, percepciones, etc. Lo cual nos conduce nuevamente a la

    dimensin sensorio-perceptiva y a las tecnologas del ser.19 El miembro de la ECB que

    realiza la liberacin espiritual dirige su mirada hacia la cruz y hacia el retrato del

    18 En este sentido Floreal Forni afirm que: La doctrina de este centro espiritista coloca muchos

    elementos catlicos en un lugar central, incluida la figura de Jess como `el maestro (1993: 22n.)

    [comillas del autor].19 Es necesario sealar que no es slo la presencia sino tambin la ausencia de objetos la que debe ser

    considerada. La ambientacin casi minimalista de muchos de los templos benedictinos y cistercienses que

    tuve oportunidad de conocer se encuentra en una clara conexin con la prctica asctica en estos

    monasterios.

  • 25

    Maestro buscando en all su elevacin espiritual. El monje que reza en el templo puede

    dirigir su mirada a la cruz, o mirar hacia un punto infinito para lograr el vnculo con la

    divinidad.

    ESTRUCTURA EPISTEME-NUMEN

    Los sistemas de creencia a los que hice referencia trasuntan sus propios mundos

    invisibles. Estos sacro-espacios de alteridad se constituyen en la patria eterna de los

    nmenes que en ella habitan. Entre ellos fueron mencionados la figura de Dios y la de

    San Benito para los monjes benedictinos, y las de Jess de Nazareth (el Maestro) y de

    los guas espirituales para los miembros de la ECB. Es cierto que estos puntos podran

    ser tratados con mayor profundidad con la que aqu han sido citados, incluso, pueden

    ser complementados con otras personificaciones numinosas como las del demonio o las

    diferentes jerarquizaciones de espritus a las que ya me refer en detalle en otra parte

    (cfr. Luduea 2000b y 2000a respectivamente).

    Estas alusiones denotan la versatilidad de la categora desarrollada por Otto para

    el estudio de las entidades simblicas que devienen en el otro del sujeto creyente, el

    cul slo puede entrar en relacin con ellas en la instancia peculiar de la experiencia

    mstica. El numen o los nmenes, lo numinoso en general puede adoptar formas tan

    diversas, heterogneas y complejas como tantos sean los sistemas de creencia en los que

    aqullas se presenten. Puede cristalizarse en ngeles, santos, espritus, duendes, fludos,

    energas csmicas, dioses, planos de realidad, etc. Lo numinoso tratado

    apriorsticamente y sin un sistema simblico-creencial de referencia pierde su anclaje

    ontolgico-existencial y, por lo tanto, slo obtiene su especificidad configuracional en

    el momento en que hacemos alusin a un sistema X, en consecuencia, puede uno

    referirse a nmenes estrictamente determinados (n1, n2, n3, etc.) por el pensamiento

    nativo. As, como categora terica abstracta solamente sirve a la especulacin, de modo

    tal que nicamente se posee de realidad (podramos decir de vida) cuando se introduce

    de lleno en el campo etnogrfico. Slo en esta manera la nocin de lo numinoso se

    constituye en una herramienta susceptible de escudriar en el mundo otro nativo.

  • 26

    Ahora bien, este concepto que permite la evaluacin de las caractersticas,

    poderes, personificaciones, relaciones, mbitos de influencia, etc., de los nmenes

    involucrados, implica necesariamente el manejo por parte de los sujetos de un conjunto

    de saberes relacionados con dichas ontologas. El monje, como me fue sealado en una

    ocasin ...ha tenido con encuentro personal con Dios..., lo conoce, le teme, sabe como

    su presencia se manifiesta en el mundo. Los espiritistas tambin saben como son y

    actan las entidades espirituales. En suma, cada uno de estos sujetos posee un

    conocimiento especfico en relacin con lo numinoso. El cual se adquiere tanto a travs

    del estudio y la reflexin como mediante la experiencia vivida en la prctica frecuente.

    Por otra parte, la construccin de este conocimiento comporta la emergencia de

    epistemologas nativas diferenciales cuya especificidad est dada por las

    configuraciones particulares del numen. Se incluye aqu, por ejemplo, el cmo

    construir, manejar y experimentar la situacin de vnculo con el numen; los mbitos

    propicios para su realizacin; las hermenuticas generadas entorno a estas mismas

    experiencias msticas; las distintas modalidades de acceder a lo numinoso, etc. Es decir,

    el cmo se conoce acerca de lo que se conoce. Los monjes no acuden al empleo de

    mediumnidades para establecer una relacin con Dios dicho trmino ni siquiera figura

    dentro de su teologa, y cualquier referencia a la posibilidad de comunicarse con

    entidades espirituales puede despertar rechazo y ser tildado incluso de demonaco. Por

    otro lado, los espiritistas tampoco necesitan del retiro para vincularse con los espritus

    ya que su propio saber sobre lo numinoso sostiene que ellos pueden actuar por doquier.

    Es as que para dos sistemas de creencia dados (X, Y) se conforman marcos

    epistemolgicos particulares de abordaje de lo numinoso (e1, e2) que hacen posible al

    sujeto el vnculo mstico con el mundo otro. Este saber que no es slo terico sino

    fundamentalmente pragmtico forma parte de un sistema de prcticas (podramos decir

    de un habitus), al modo en que fue definido por Pierre Bourdieu (1991), que remite

    especficamente a un saber hacer.

    Esta epistemologa que trasunta un conocimiento prctico y con la cual me

    encontr frontalmente en el caso antes citado de la lectura bblica est por cierto

    inextricablemente ligada a lo numinoso, pero tambin se halla de manera patente

    asociada a las tecnologas que el sujeto utiliza en su relacin con el numen. Debe

    recordarse en este punto la necesidad de no concebir a estas tecnologas como una mera

  • 27

    herramienta externa instrumentalizadora para obtener un fin. En efecto, como seal en

    otra parte (Luduea 2000c), estas tecnologas son cuerpo, son consciencia y forman

    parte del ser como una totalidad. Tampoco son innatas al modo de la competencia

    chomskiana, sino adquiridas en un proceso de socializacin a la manera del habitus

    bourdieuano. Estas tecnologas del ser de uso individual o colectivo, conscientes o

    inconscientes, entramadas en los cuerpos y en las mentes, adquiridas, comportan al

    igual que lo numinoso y las epistemologas saberes bien concretos. El monje sabe que

    hacer para entablar un dilogo con Dios y conoce que actitud debe guardar, por su parte,

    un espiritista sabe muy bien lo que hay que hacer para eludir la accin de los espritus

    del Error y que disciplina guardar para lograr su evolucin. Cada uno de ellos hace uso

    de varias de estas tecnologas que pueden tener finalidades diversas, pero que en gran

    parte involucran directamente a la esfera del numen. Tales son los casos en los que se

    ejercitan la Lectio, la escucha, el silencio, la oracin, la ascesis en general, entre los

    benedictinos, o las diferentes modalidades de mediumnidad entre los miembros de la

    ECB. Es lcito entonces afirmar que en cada uno de estos sistemas particulares se

    presentan, junto a las mencionadas configuraciones de lo numinoso y a las

    epistemologas, ciertas tecnologas del ser (t1, t2, t3, etc.) que hacen posible la

    aproximacin del sujeto con el mundo otro y la consecuente construccin de algn tipo

    de vnculo con el numen.

    La consecuencia ms directa de lo que hasta aqu he venido diciendo es, segn

    creo, que el sujeto no se lanza al encuentro de lo numinoso en un estado de desnudez

    ontolgica sino que lo hace con las vestimentas provistas por un conjunto de saberes

    que posibilitan la constitucin de este vnculo simblico-exitencial. Es necesario

    entonces detenerse en las cualidades de estos particulares conocimientos. En primer

    lugar, debe sealarse su carcter nativo-cultural, es decir, la especificidad que lo asocia

    a un particular sistema de creencia definiendo una cierta dimensin identitaria (esta

    ltima sin duda junto a otros elementos en los que no nos hemos detenido). Cabra

    mencionar aqu las tradiciones de las cuales muchos de estos grupos se hacen eco

    incorporando y resignificando saberes precedentes.20 Ejemplos de ello lo constituyen el

    monacato primitivo y medieval entre los benedictinos, y el magnetismo y el espiritismo

    kardecista en la ECB. Un segundo aspecto relacionado con el anterior es el matiz

    20 Vase por ejemplo el sugerente estudio de Carvalho (1998).

  • 28

    profundamente heterogneo que parece caracterizar a estos saberes. En este sentido, a

    los conocimientos sobre lo numinoso, las epistemologas, las tecnologas y las

    tradiciones que ya de por s dibujan un paisaje bastante heterclito y complejo, se

    suman a menudo saberes cuyo origen se encuentra fuera de la propia doctrina o

    teologa. Me refiero a conocimientos profanos como historia, poltica, economa,

    ciencia, etc., que engrosan el campo cognitivo y juegan un papel de no poca

    envergadura en los procesos hermenuticos del numen. En un trabajo reciente (Luduea

    2000b) analic el modo en que los saberes mdicos eran incluidos en la construccin de

    un discurso interpretativo en relacin con un supuesto caso de posesin diablica, junto

    a otros elementos estrictamente teolgico-doctrinales.21 Un ltimo punto a ser

    mencionado, que se desprende de todo este trabajo, es el vnculo inextricable que dichos

    saberes guardan con el numen. Tal vez aqu ms que nunca es vlida aquella frase que

    dice todos los caminos conducen a Roma.

    Estos conocimientos heterogneos de los sujetos conforman un campo cognitivo

    desde el cual se torna viable cualquier relacin construida con lo numinoso pudiendo,

    por otra parte, ser comprendido dicho campo dentro lo que Foucault denomin como

    episteme (1983, 1998). Este autor se refiri a esta nocin no en los trminos de ...una

    teora subyacente, sino un espacio de dispersin, un campo abierto y sin duda

    indefinidamente descriptible de relaciones (1983: 63). Foucault emplea la idea de

    episteme para aludir a las matrices de pensamiento nutridas evidentemente por una

    enorme cantidad de conocimientos de un perodo histrico relativamente prolongado

    por lo cual dichos saberes son particulares a esta etapa, con el objeto de explicar la

    emergencia de determinados paradigmas cientficos (por ejemplo, el modelo mdico o

    las ciencias humanas) as como la constitucin de ciertas maneras de conceptualizar

    algunos aspectos de la realidad, cualesquiera que stos sean (por ejemplo, la locura). La

    perspectiva foucaultiana, ms genealgica que histrica, apunta justamente a

    concentrarse en lo disperso, lo confuso, lo heterogneo, lo conflictivo, por lo cual esta

    21 La convivencia entre estos componentes divergentes en un mismo sistema de creencia recuerda la

    presencia paralela del mito y la razn en la Grecia Antigua mencionada por Segato (1990). Los

    antroplogos debemos estar vigilantes ante esta situacin evitando buscar ms una lgica de la

    coherencia que una lgica de la articulacin. Esto demuestra que estos sistemas no pueden ser

    considerados aisladamente sino como parte un contexto histrico-social al cual pertenecen y al cual son

    permeables. Esto es vlido incluso para los monjes que viven supuestamente aislados del mundo.

  • 29

    visin no slo trasunta una crtica a ciertas formas de hacer historia (tal como el mismo

    autor lo seala), sino que este enfoque se encuentra perfectamente reflejado en la nocin

    misma de episteme. En este sentido, Foucault afirma que en ...una cultura y en un

    momento dados, slo hay siempre una episteme, que define las condiciones de

    posibilidad de todo saber, sea que se manifieste en una teora o que quede

    silenciosamente investida en una prctica (1998: 166).

    La episteme est dirigida a dar cuenta del campo cognitivo de una cultura, de un

    tiempo histrico y, en consecuencia, de la heterogeneidad y complejidad intrnseca a

    esta particular unidad analtica de conocimientos. Es a partir de una determinada

    episteme que una sociedad construye sus modelos de ciencia, de pensamiento y de

    abordaje de la realidad. Las obras ya clsicas de Foucault como Historia de la Locura,

    Historia de la Sexualidad o El Nacimiento de la Clnica, apuntan precisamente a revelar

    (en el sentido de hacer visible) las matrices de pensamiento de determinados perodos

    de la historia, en los que se constituyeron peculiares concepciones sociales en relacin a

    lo considerado como anormal, al sexo, y a la medicina como disciplina cientfica

    emergente. Nuestra adopcin del concepto de episteme apunta justamente a rescatar

    estos elementos histricos, difusos, complejos y heterclitos pero no ya a un nivel

    macro-cultural, sino a un plano micro-sociolgico circunscripto a las fronteras ambiguas

    de un sistema de creencia. Los saberes antes mencionados referidos a lo numinoso, las

    epistemologas, las tecnologas y las tradiciones (que intervienen directamente en la

    creacin y re-creacin de los elementos anteriores), pueden ser subsumidos dentro de la

    nocin de episteme.22 Por lo tanto, lo que aqu fue entendido como experiencia mstica

    que en el sentido sui generis adoptado involucra cualquier tipo de acto, prctica o

    situacin a travs de la cual el sujeto creyente construye algn tipo de vnculo con lo

    numinoso, comporta la injerencia y el interjuego de las dimensiones denotadas en el

    numen y en la episteme. Por tal motivo, como he intentado demostrar, este tipo de

    experiencias religiosas pueden ser analticamente abordadas en la investigacin

    antropolgica desde lo que aqu fue denominado como la estructura episteme-numen.

    22 Advirtase que aqu slo estn siendo contemplados estos particulares conocimientos en razn de la

    intervencin directa que ellos parecen desarrollar en el contexto de las experiencias de relacin con el

    numen. Esta consideracin no descarta por cierto la posibilidad de que se presenten otros saberes ya sea a

    nivel de este tipo de situaciones o a nivel del sistema de creencia contemplado en general.

  • 30

    Esta estructura, que aqu tratamos terica y especulativamente en la materialidad del

    papel, contrasta radicalmente con la experiencia vvida en la que se refleja cuando el

    sujeto mismo se torna en puente humano entre las dimensiones epistmicas y

    numinosas, en la inmediatez de la situacin concreta de la experiencia mstica. En

    consecuencia, encarar la empresa de estudiar la constitucin del vnculo sujeto-mundo-

    otro desde el marco conceptual aportado por la estructura episteme-numen, implica

    atender a la articulacin de ciertos saberes de orden sociocultural que comportan

    dimensiones epistemolgicas, tecnolgicas, numinosas y sensorio-perceptivas, que

    slo se revelan en el escenario etnogrfico de la experiencia religiosa.

    CONCLUSION

    En este trabajo fueron desarrolladas algunas comparaciones entre ciertas

    experiencias correspondientes a sistemas creenciales divergentes. Sin forzar nuestros

    datos etnogrficos fue posible establecer que an entre las diferencias pueden ser

    halladas ciertas similitudes. An entre el agua y el aceite es plausible determinar una

    superficie de contacto. En nuestro caso, esta superficie est dada por lo que hemos dado

    en llamar ante la falta de un trmino ms apropiado la estructura episteme-numen. La

    cual fue presentada menos como una constante esencial a los grupos considerados,

    que como un marco analtico de trabajo para el abordaje de las experiencias religiosas.

    Estas ltimas definidas como un particular constructo nativo para la constitucin de

    algn tipo de vnculo con la esfera de lo numinoso. En tanto que la estructura episteme-

    numen fue mostrada como un recurso terico para explicar el modo en que el sujeto

    vive, experimenta y construye su relacin con el numen.

    En este sentido, se hizo mencin en forma sucinta principalmente a los marcos

    epistemolgicos, tecnolgicos y numinosos con los que el monje y el miembro de la

    ECB emprenden el contacto con el mundo-otro. Por lo tanto, esta estructura de relacin

    concibe al sujeto inmerso en una episteme como campo cognitivo de saberes

    heterclitos e indisolublemente ligados a ciertas prcticas, que se torna en la condicin

    necesaria para el encuentro del numen. Este recurso analtico puede ser pensado como

  • 31

    un marco referencial intermedio de traduccin entre el mundo otro sacro-simblico

    interviniente en la experiencia religiosa, y el mundo racional-explicativo del

    antroplogo. En este punto considero necesario hacer algunas aclaraciones respecto a

    este enfoque. En primer lugar, debe destacarse que lo que fue presentado de manera

    conceptualmente desmenuzada, en el campo etnogrfico puede encontrarse no ya en la

    prctica religiosa ms insignificante sino, lo que coloca mayores obstculos a nuestra

    investigacin, de una manera tan imbricada que slo el estudio microscpico y detallado

    puede establecer. Lo cual implica por parte del antroplogo un proceso de des-

    construccin y re-construccin para lograr la explicacin de lo que se est produciendo.

    En segundo lugar, hay que recordar que los trminos tericos a los que se ha hecho

    referencia remiten a categoras analticas que se diferencian sustancialmente de las

    empleadas en los contextos nativos. Por lo cual como elementos analticos slo pueden

    servirnos para pensar determinado tipo de experiencias, invistindose de un sentido

    verdadero cuando son confrontadas con el campo o, mejor an, cuando ellas constituyen

    sus propios significados en el espacio nativo. En tercer lugar, este enfoque

    microscpico, concentrado en las experiencias religiosas, tiene que ser necesariamente

    complementado con una perspectiva macroscpica que establezca los vnculos de

    estructuracin de estas experiencias con el contexto sociocultural mayor del cual forman

    parte. Evitar el reduccionismo resulta fundamental para no perder de vista su relacin

    con procesos sociales de amplio alcance.

    Dos observaciones restan formular en relacin con el enfoque propuesto.

    Primeramente el vinculado con la denominacin frecuente de sistema de creencia o

    religin en general para aludir a conglomerados humanos concretos. En muchos casos,

    la referencia a un sistema de creencia dado parece suponer que se est frente a un grupo

    determinado no importa cual, que sostiene una particular teologa fundada en el acto de

    creer, es decir, en la fe. Postura que, segn creo, elimina la posibilidad de evaluar los

    procesos subyacentes de sostenimiento y re-creacin de tal accin. Es decir, el dogma,

    la teologa o la doctrina en tanto saberes especficos sobre lo numinoso, se encuentran

    all para ser seguidos, credos y, pocas veces, discutidos. Esta perspectiva se sostiene

    en dos presupuestos. En primer lugar, conceptualiza ingenuamente a la teologa como

    un componente esttico sencillamente dado dentro del universo simblico nativo.

    Ignorando, pese a aceptar las posibles transformaciones histricas sufridas, los resortes

  • 32

    profundos de regeneracin que hacen posible la re-creacin de los conocimientos. Por

    otra parte, supone un sujeto pasivo y limitado a un papel de receptor de un mensaje del

    que no es protagonista o slo lo es secundariamente. En cuyo caso el individuo se

    presenta ms como seguidor que como hacedor de su propia teologa.

    La ltima observacin que debe hacerse se relaciona directamente con la anterior

    formulacin. Esta consiste en considerar a los sistemas de creencia no slo como

    sistemas de fe sino, adems, como sistemas cognitivos. La estructura episteme-numen

    propuesta presupone implcitamente que dichos sistemas no slo re-producen

    determinados saberes sobre lo numinoso. Los re-crean introduciendo transformaciones

    mediante la produccin de nuevos conocimientos. Los sujetos construyen y producen

    saberes en relacin con el mundo otro, lo cual implica tanto un sujeto activo como una

    relacin ms dinmica con el numen. Este proceso no slo es terico y especulativo sino

    que, asimismo, es verdaderamente experiencial. Tornando entonces a la instancia de la

    experiencia mstica como la instancia misma de los procesos cognitivos de produccin

    de conocimiento sobre lo numinoso. Considero que sea ste ltimo, fundamentalmente,

    el aporte ms importante de la perspectiva propuesta en este trabajo.

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