8 - la isla

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Gua, el dragón, se acercó al cangrejo para darle un abrazo; de pronto, una ola llegó a sus alas y las mojó.

Las sacudio empapando a sus amigos, todos rieron. Entonces, el dragón voló para volver a tocar el mar con sus alas. Regresó y las sacudió en el aire; las gotas se volvieron lluvia bajo un sol gigante, como el corazón de Amandina que brillaba de felicidad.

Autor: RodiaDibujos: Rodia

Impreso en México / Printed in MexicoPor Vettoretti impresores S.A. de C.V.Calle Zacatecas No. 30 Col. Ricardo Flores MagónCuernavaca, Morelos.

Prohibida la reproducción sin permiso por escrito del autor.

Tiraje: 5,000 ejemplares

LA ISLA

LA ISLA

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Amandina tenía sed. Agarró su sombrero para tomar agua y le dio un gran trago. Comenzó a toser y sus ojos se abrieron de par en par.

―¡Esa agua no se toma! ―gritó el cangrejo.

―¡Está salada! ―dijo Amandina ―Muy salada.

―Así sabe el mar ―comentó el cangrejo levantando orgulloso la cabeza.

― Es que... Tengo mucha sed.

El cangrejo corrió de un lado a otro.

―¿A dónde va? ―pregunto el dragón intrigado.

El cangrejo subió a una palmera, y con un sólo movimiento tiró un coco. Lo agarró y le enterró una tenaza para hacerle un hoyo. Tomó una hoja de palmera y regresó con Amandina.

El cangrejo hizo un cucurucho con la hoja y le vació un poco de agua de coco.

―¡Ten! esto si se puede tomar.

Amandina se lo tomó.

―¡Está delicioso!

El cangrejo agarró una concha y le sirvió a Qí. Después le paso el coco al dragón.

―No, gracias. Dáselo a ellos, tienen mucha sed, yo voy por otro.

El dragón voló hacía la palmera y corto varios cocos; caían uno tras otro. Los tomó con sus garras y se los llevó.

El cangrejo agarró uno y lo rompió por la mitad. Con una concha rascó el fondo y le dijo a Amandina:

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―Come, supongo que tienes hambre.

―Mmm...¡está rico! Me recuerda al lichi, una fruta que crece en árboles gigantes en un lugar lejano. También es suave, jugosa, transparente, pero con una envoltura roja.

―Nunca la probaré... ―dijo el cangrejo triste. Amandina tocó la orilla del mar con sus pies y se lavó la cara.

―Es hora de irnos ―dijo.

―¡Por qué?, ¿a dónde van? ―preguntó el cangrejo angustiado.

―Tenemos que continuar nuestro viaje ―dijo Qì.

―¿No les gustó el sonido del mar? ―preguntó el cangrejo desesperado.

―¡Claro! Pero...

El cangrejo la interrumpió.

―Les puedo enseñar a formar barcos con las hojas de las palmeras, a nadar, hacer bolsas con la piel del coco, bailar con el canto de las aves, buscar estrellas de mar. También podemos formar túneles debajo de la arena para jugar a las escondidillas. Además, les falta ver otros atardeceres, hacer castillos de arena, montar delfines...

El cangrejo daba vueltas de un lado a otro desesperado, no dejaba de hablar.

―¡Amandina, Gua, Qí, nos podemos divertir mucho en esta isla.

El dragón se acercó al cangrejo, estiró su ala, lo abrazó y le dijo:

―Le encantaría conocer tu mundo, pero Amandina debe descubrir el suyo.

Qì voló hacía el cangrejo y se sentó sobre su larga pata y expresó:

―Debemos continuar el viaje para buscar los talentos de Amandina.

―¿¡En dónde!? ―preguntó el cangrejo emocionado

―La verdad... ―respondió Amandina exprimiendo su sombrero―, no sabemos.

―¡¿Quizá en el fondo del mar?! ―surgió el cangrejo emocionado.

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Los tres se quedaron pensando

―Puede ser ―sugirió Amandina.

―En realidad no sabemos ―dijo Qì.

Amandina se paró, se quitó el sombrero y haciendo una reverencia, le preguntó al cangrejo:

―¿Quieres ver magia?

Qì voló alrededor de Gua y Amandina, los tres se voltearon a ver.

―¡Es el momento! ―dijeron al mismo tiempo.

Amandina apretó su pulsera.

La bruja blanca apareció volando con su vestido sobre el mar, con una bolsa en las manos. Las olas iban y venían. Amandina se paró sobre una roca y le grito:

―Bruja blanca, ¡somos una familia!

―Si, son una familia maravillosa ―dijo a la distancia, con su vestido flotando, como una sirena. Su voz desaparecía en el sonido de las olas.

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―La bruja blanca se acercó volando sobre un inmenso mar turquesa, como el color de los ojos de Amandina. Se acercó el cangrejo y le dio la bolsa. La abrió y sacó un fruto rojo.

―¡Es un lichi! ―dijo Amandina sorprendida.

―¡No lo puedo creer! Ustedes son diferentes a todo lo que he conocido. ¡Me gustaría tanto que se quedaran! Han creado magia en mi vida ―dijo el cangrejo.

Pequeño niño que lee este cuento, si quieres saber si se quedan en la isla con el cangrejo, averígualo en la próxima historia.

Glosario.

Abrazar: Acostarte en la arena y sentir el calor del sol.

Crear: Pensar cómo hacer feliz a los que te rodean.

Felicidad: Subir con tu amigo a la rama más alta de un árbol, abrir los brazos y sentirte libre.

Orgulloso: Explicarle a un topo ciego, las figuras de las nubes que van pasando.

8 Fin

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- Gua, el dragón, Qí y Amandina dicen todo lo que no les gusta. Tú también debes hacerlo, ya que también eres un heroe de esta historia.

-Amandina es muy feliz porque dice lo que no le gusta.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHO A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO,CONCIENCIA Y RELIGIÓN.