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Mark Nathan Cohen – La crisis alimentaria de la prehistoria – “el problema de los orígenes de la agricultura” Un registro paleontológico largo y bien estudiado sugiere que en el mundo biológico no se da el cambio por el cambio, sino que más bien es resultado de presiones selectivas alteradas que requieren modificaciones de reajuste por parte de la población de que se trate. ¿Por qué se abandonó jamás la forma de vida cazadora recolectora? Durante gran parte de esta historia nuestras interpretaciones se veían limitadas por una serie de prejuicios teóricos profundamente arraigados. Dos fuentes principales de estos prejuicios: Thomas Malthus – su modelo subrayaba el carácter fundamentalmente dependiente de la población como variable que respondía a los límites que le imponía la oferta disponible de comida, y tendía a ignorar la posible importancia del crecimiento demográfico como estímulo del cambio tecnológico y del aumento de la producción de alimentos. Evolucionistas del s.XIX – clasificaban las culturas humanas en grupos netamente delimitados que representan las fases de la evolución, y además a definir estos grupos o fases con criterios fundamentalmente tecnológicos: el tipo de útiles manufacturados o, más tarde, los métodos empleados en la búsqueda de comida. Morgan sugiere que el proceso de cambio cultural consistió fundamentalmente en la acumulación de capacidades tecnológicas, y que el nivel de desarrollo tecnológico logrado fue el determianate primordial. Su historia de la cultura humana describe una sucesión de fases bien definidas y relativamente estáticas. Antropología – visión unilateral de la relación entre la tecnología y el crecimiento demográfico. V. Gordon Childe relaciona el desarrollo de la civilización europea con una serie de revoluciones (revolución neolítica) que entrañan una reorganización masiva a plazo relativamente corto de la tecnología, la cual tuvo como resultado períodos de rápido crecimiento demográfico y de reorganización de las instituciones sociales. Un enfoque de larga data consistía en contemplar los orígenes de la agricultura como parte del proceso natural de la evolución natural. Percibir la agricultura como un nuevo nivel conceptual dependiente ante todo del logro de unos conocimientos y avances suficientes. Pautas de la evolución, momento, lugar y circunstancias del surgimiento de la agricultura. Poca atención al ¿por qué? Se interpretaba que la agricultura brindaba beneficios económicos tan importantes y tan obvios a las poblaciones humanas que una vez se alcanzaba el nivel suficiente de conocimientos tecnológicos sería evidente la aceptación de la nueva economía. Segundo enfoque – la agricultura surgía en respuesta a alguna tensión o algún desequilibrio que trastorna las pautas tradicionales de subsistencia mediante la caza y la recolección. Dadas la hipótesis maltusianas vigentes, se consideraba que ésta tensión tendría que originarse fuera de la especie humana, en algún tipo de cambio o aberración ambientales. Por la correlación temporal se daba gran importancia a los acontecimientos climáticos de finales del pleistoceno, pero estos se concebían parcialmente y varias veces de forma errónea. En los últimos años se han dado avances importantes, gracias al empleo de los análisis polínicos en el diagnóstico del clima y variables ambientales para el cambio económico. También en el tratamiento de los restos macro orgánicos y de los aspectos inorgánicos del medio ambiente. Robert Braidwood y sus colegas lograron gran precisión en la definición de la ecología de la agricultura inicial y las consecuencias de la nueva economía. También han introducido el estilo moderno de estudios interdisciplinarios centrados en la investigación científica polifacética del problema. Coe y Flannery, Mc Neish y Byers. Ahora se interpreta “revolución agrícola” en el sentido de que entraña modificaciones progresivas de la distribución de las poblaciones humanas en un panorama de micromedios variados. Flannery y Binford – los orígenes de la agricultura como un proceso. Modificación de pautas de comportamiento sistemático que interactúan entre sí para modificar esos sistemas. Es indispensable demostrar como y por qué se modificaron las pautas del comportamiento humano. Flannery y Binford han reintroducido la idea de la tensión o del desequilibrio como factor causal y han aplicado este concepto dentro de un marco bien definido de variables que interactúan entre sí. Flannery estudió formas mutantes de maíz silvestre. Tras describir los diversos recursos disponibles para la explotación humana y analizar las pautas de comportamiento que entrañaba su utilización, Flannery adujo que las formas mutantes de maíz alimentarían al hombre a dedicar una parte mayor de su tiempo a producir y cosechar maíz a expensas de otros recursos. Al colocar el comienzo de la agricultura en un contexto de estrategias económicas competitivas, Flannery estableció un modelo realista de las pautas de comportamiento y las opciones culturales que entrañaba esta nueva tecnología. Las explicaciones que se nos brindan para aclarar los motivos de la tensión y aducir un motivo de cambio siguen siendo, a mi juicio, bastante insuficientes. En respuesta, probablemente, al excesivo celo de los primeros difusionistas, que explicaban la llegada de la agricultura a una región en gran medida por la diseminación de ideas a partir de otra región. Lo más llamativo de la agricultura primitiva es que se tarta de un acontecimiento tan universal. Hace 2.000 años la inmensa mayoría de la humanidad vivía de la agricultura. La generalización de la agricultura se realizó en unos 8.000 años. Como señalaba Charles Reed, el problema no consiste sólo en explicar los principios de la agricultura, sino explicar como fue que tantas poblaciones humanas realizaron esta transición en tan poco tiempo. Es necesario un ligero cambio de enfoque. Lo que necesitamos, pues, es una teoría que pueda explicar la similitud generalizada de unos cambios culturales que se dan en unos medios ambientes muy diversos y que pueda explicar el carácter aproximadamente sincrónico de estos cambios. La teoría no debe explicar solo la “invención” de la agricultura, sino también su aceptación y la transformación económica generalizada de la sociedad humana que comportó. Lo ideal sería que la teoría explicara también por qué surgió la agricultura en el momento concreto de tiempo en que lo hizo.

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Mark Nathan Cohen – La crisis alimentaria de la prehistoria – “el problema de los orígenes de la agricultura”

Un registro paleontológico largo y bien estudiado sugiere que en el mundo biológico no se da el cambio por el cambio, sino que más bien es resultado de presiones selectivas alteradas que requieren modificaciones de reajuste por parte de la población de que se trate. ¿Por qué se abandonó jamás la forma de vida cazadora recolectora?Durante gran parte de esta historia nuestras interpretaciones se veían limitadas por una serie de prejuicios teóricos profundamente arraigados. Dos fuentes principales de estos prejuicios:Thomas Malthus – su modelo subrayaba el carácter fundamentalmente dependiente de la población como variable que respondía a los límites que le imponía la oferta disponible de comida, y tendía a ignorar la posible importancia del crecimiento demográfico como estímulo del cambio tecnológico y del aumento de la producción de alimentos.Evolucionistas del s.XIX – clasificaban las culturas humanas en grupos netamente delimitados que representan las fases de la evolución, y además a definir estos grupos o fases con criterios fundamentalmente tecnológicos: el tipo de útiles manufacturados o, más tarde, los métodos empleados en la búsqueda de comida. Morgan sugiere que el proceso de cambio cultural consistió fundamentalmente en la acumulación de capacidades tecnológicas, y que el nivel de desarrollo tecnológico logrado fue el determianate primordial. Su historia de la cultura humana describe una sucesión de fases bien definidas y relativamente estáticas.Antropología – visión unilateral de la relación entre la tecnología y el crecimiento demográfico.V. Gordon Childe relaciona el desarrollo de la civilización europea con una serie de revoluciones (revolución neolítica) que entrañan una reorganización masiva a plazo relativamente corto de la tecnología, la cual tuvo como resultado períodos de rápido crecimiento demográfico y de reorganización de las instituciones sociales.Un enfoque de larga data consistía en contemplar los orígenes de la agricultura como parte del proceso natural de la evolución natural. Percibir la agricultura como un nuevo nivel conceptual dependiente ante todo del logro de unos conocimientos y avances suficientes. Pautas de la evolución, momento, lugar y circunstancias del surgimiento de la agricultura. Poca atención al ¿por qué? Se interpretaba que la agricultura brindaba beneficios económicos tan importantes y tan obvios a las poblaciones humanas que una vez se alcanzaba el nivel suficiente de conocimientos tecnológicos sería evidente la aceptación de la nueva economía.Segundo enfoque – la agricultura surgía en respuesta a alguna tensión o algún desequilibrio que trastorna las pautas tradicionales de subsistencia mediante la caza y la recolección. Dadas la hipótesis maltusianas vigentes, se consideraba que ésta tensión tendría que originarse fuera de la especie humana, en algún tipo de cambio o aberración ambientales. Por la correlación temporal se daba gran importancia a los acontecimientos climáticos de finales del pleistoceno, pero estos se concebían parcialmente y varias veces de forma errónea.En los últimos años se han dado avances importantes, gracias al empleo de los análisis polínicos en el diagnóstico del clima y variables ambientales para el cambio económico. También en el tratamiento de los restos macro orgánicos y de los aspectos inorgánicos del medio ambiente. Robert Braidwood y sus colegas lograron gran precisión en la definición de la ecología de la agricultura inicial y las consecuencias de la nueva economía. También han introducido el estilo moderno de estudios interdisciplinarios centrados en la investigación científica polifacética del problema.Coe y Flannery, Mc Neish y Byers. Ahora se interpreta “revolución agrícola” en el sentido de que entraña modificaciones progresivas de la distribución de las poblaciones humanas en un panorama de micromedios variados. Flannery y Binford – los orígenes de la agricultura como un proceso. Modificación de pautas de comportamiento sistemático que interactúan entre sí para modificar esos sistemas. Es indispensable demostrar como y por qué se modificaron las pautas del comportamiento humano. Flannery y Binford han reintroducido la idea de la tensión o del desequilibrio como factor causal y han aplicado este concepto dentro de un marco bien definido de variables que interactúan entre sí.Flannery estudió formas mutantes de maíz silvestre. Tras describir los diversos recursos disponibles para la explotación humana y analizar las pautas de comportamiento que entrañaba su utilización, Flannery adujo que las formas mutantes de maíz alimentarían al hombre a dedicar una parte mayor de su tiempo a producir y cosechar maíz a expensas de otros recursos. Al colocar el comienzo de la agricultura en un contexto de estrategias económicas competitivas, Flannery estableció un modelo realista de las pautas de comportamiento y las opciones culturales que entrañaba esta nueva tecnología.Las explicaciones que se nos brindan para aclarar los motivos de la tensión y aducir un motivo de cambio siguen siendo, a mi juicio, bastante insuficientes. En respuesta, probablemente, al excesivo celo de los primeros difusionistas, que explicaban la llegada de la agricultura a una región en gran medida por la diseminación de ideas a partir de otra región. Lo más llamativo de la agricultura primitiva es que se tarta de un acontecimiento tan universal. Hace 2.000 años la inmensa mayoría de la humanidad vivía de la agricultura. La generalización de la agricultura se realizó en unos 8.000 años. Como señalaba Charles Reed, el problema no consiste sólo en explicar los principios de la agricultura, sino explicar como fue que tantas poblaciones humanas realizaron esta transición en tan poco tiempo. Es necesario un ligero cambio de enfoque. Lo que necesitamos, pues, es una teoría que pueda explicar la similitud generalizada de unos cambios culturales que se dan en unos medios ambientes muy diversos y que pueda explicar el carácter aproximadamente sincrónico de estos cambios. La teoría no debe explicar solo la “invención” de la agricultura, sino también su aceptación y la transformación económica generalizada de la sociedad humana que comportó. Lo ideal sería que la teoría explicara también por qué surgió la agricultura en el momento concreto de tiempo en que lo hizo.

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A mi juicio, el análisis de Flannery (1968) se equivoca al hacer hincapié en una mutación como el factor que promueve el desequilibrio y el reajuste. Las mutaciones son aspectos aleatorios pero no reiterativos del medio ambiente. Ya se habría dispuesto de maíz mutante varias veces antes del momento en que el hombre amplio por primera vez la utilización de este recurso. Lo que ha cambiado es la población humana, no el medio. No explica como es que la gente de diversas partes del mundo aparentemente pasó de forma simultánea por procesos muy parecidos a los que él describe.Binford aduce que el estímulo básico favorable a la agricultura fue la presión demográfica o el desarrollo de la densidad demográfica en exceso de lo que cabía sustentar en cualquier región mediante la caza y la recolección. Pero Binford trabajaba sometido a algunas limitaciones teóricas de la antropología tradicional y no creía que la superpoblación o la presión demográfica pudieran surgir sin más en ninguna región. Binford aducía que al subir los niveles del mar después del pleistoceno, se creo un hábitat costero favorable a las poblaciones humanas sedentarias, que entonces aumentaron con gran rapidez, lanzando a las generaciones siguientes hacia el interior, donde penetraron en los territorios de grupos de cazadores recolectores del interior. Estas zonas de penetración eran las zonas superpobladas donde primero se dio la domesticación. Pero yo creo que este enfoque concreto minimiza mucho la medida en que la aparición de la agricultura y el crecimiento demográfico que le precedió fueron fenómenos generales.La subida del nivel del mar es un cambio ambiental que tiene una distribución mundial. La subida del nivel del mar modificaría la posición, la configuración y la ecología de la costa, pero afectaría a cada segmento de la costa de forma peculiar a su propia configuración concreta. El argumento de que el cambio del nivel del mar tendría una tendencia general a mejorar el hábitat costero o a promover adaptaciones costeras sedentarias y paralelas en todo el mundo es insostenible. Además, las fluctuaciones del nivel del mar han sido una característica de los medios costeros durante toda la evolución humana.Además, la hipótesis de Binford carece de apoyo general en el registro arqueológico. En muchos de los primeros centros agrícolas no existen pruebas de las migraciones hacia el interior. No hay razones para creer que el tipo de poblaciones asentadas que describe se limitaran, fundamentalmente, a las costas marítimas. La explotación costera postpleistocénica parece no ser más que una faceta de una fenómeno mucho más general. La hipótesis hace mucho hincapié en la cronología post pleistocénica de loa acontecimientos que llevan a la agricultura, cuando de hecho las pautas más importantes estaban surgiendo bastante antes del período al que se refiere Binford.Problemas parecidos se encuentran en diversas explicaciones climáticas de la agricultura. Childe (1951) aducía que la agricultura surgió en el Oriente Medio cuando el hombre y sus domesticables en potencia se vieron obligados a mantener relaciones íntimas y de mutua dependencia durante una sequía que se suponía había ocurrido al final del pleistoceno. La investigación moderna ha puesto en duda la sequía postulada, y la teoría de Childe está generalmente desacreditada. En todo caso la hipótesis no tendría más alcance que el local. Wright ha sugerido que la agricultura podría haberse iniciado como reacción a la aparición de densos grupos de cereales silvestres en el Oriente medio hace poco más de 10.000 años. Puede tener considerable importancia para la secuencia local, pero no puede explicarlos orígenes de la agricultura. En general, todas las explicaciones basadas en el clima adolecen de dos problemas. En primer lugar, los fenómenos climáticos son reversibles y reiterados; no pueden explicar la aparición única de un acontecimiento o de un proceso que ha dado muestras de muy poca tendencia a la reversión. En segundo lugar, los cambios climáticos son, por su propio carácter, de ámbito regional, y muchas veces tienen una dirección opuesta en regiones adyacentes.Otra serie de enfoques, las mencionadas supra, explican la agricultura ante todo en términos de condiciones culturales preexistentes. Según Braidwood (1960), el desarrollo de la agricultura se basó en un uso cada vez más intensivo de la fauna y la flora locales: la consiguiente familiaridad con los domesticables llevó a fin de cuentas a su manipulación. Una de las tendencias más evidentes del registro arqueológico es la tendencia de las poblaciones humanas a explotar intensivamente la fauna local en su diversidad y, la flora, justo antes de su domesticación. Braidwood falla como aclaración. Su explicación destaca el conocimiento humano antes de las posibilidades de explotación, cuando de hecho hay bastantes datos de que los principios de la domesticación se comprende universalmente. El hombre no necesitaba tanto la educación como la motivación. Braidwood no explica satisfactoriamente por qué surgió este tipo de explotación cuando lo hizo, ni por qué en tantos sitios al mismo tiempo.Sauer y Watson & Watson (1969) han sugerido que el sedentarismo era necesario como condición previa para la agricultura, lo que permitía familiarizarse con la flora local y experimentar. Hacen hincapié en los conocimientos más que en la motivación. Otro problema es que ahora ya disponemos de pruebas de que el sedentarismo no siempre es de hecho una condición previa para el desarrollo agrícola. Este modelo no explica el sedentarismo en sí.Flannery (1965) ha aducido que el transporte de especies favoritas de plantas, a las que se saca de su medio ambiente habitual para llevarlas a nuevas regiones, modificaría las presiones selectivas a las que estaba sometida la planta, con el resultado de que aparecían tipos mutantes que antes escaseaban. Este resultado se podía conseguir mediante el desplazamiento de poblaciones humanas o sencillamente mediante el transporte de las propias especies favoritas vía comercio. Lynch (1973) ha ampliado observando que la caza y recolección trashumantes podían lograr este resultado. La trashumancia requiere unos calendarios muy precisos de desplazamientos estacionales, que podrían obligar a los grupos humanos a cosechar determinados recursos poco antes o, lo que es mas importante, poco después de su momento de madurez óptima. El momento de la cosecha podría llevar a seleccionar determinados tipos de semillas. Con una cosecha tardía, se seleccionarían las formas mutantes que tendieran a mantener las semillas en lugar de romperse, y a esto seguiría el transporte inmediato de las especies seleccionadas a nuevas regiones por la ruta de las migraciones.

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Ambas sugerencias brindan una percepción importante del proceso de domesticación, pero todavía carecemos de una explicación de por qué habían de surgir esas pautas en sí o de por qué habían de tener por resultado la adopción general y sincrónica en todo el mundo de una economía agrícola.Otra línea de pensamiento ha postulado que el origen de la agricultura podría encontrarse en prácticas místicas o ceremoniales. E. Isaac (1970) relaciona la agricultura con una nueva “visión del mundo” y unas nuevas prácticas ceremoniales que aparecieron al final del paleolítico superior. Esta hipótesis es en gran medida incomprobable, y aunque fuera válida se limitaría a describir el contexto en el que se desarrolló la agricultura. Estos modelos que explican la agricultura en términos de otras variables culturales aumentan nuestro conocimiento descriptivo del contexto en que aparece la agricultura, pero no constituyen explicaciones causales. No explican la aparición generalizada de la agricultura.Es posible que el modelo más riguroso que se ha propuesto hasta ahora para explicar la aparición de la agricultura sea el que brinda David Harris (1977). Este ha ampliado y generalizado el modelo básico de Binford, con el argumento de que la agricultura no aparecería más que en condiciones de desequilibrio entre población y recursos. Se centra en el crecimiento de la población humana como factor de tensión. Sin embargo, se ve limitado por su hipótesis de que las poblaciones humanas no crecen, normalmente, más allá de la capacidad de sus recursos. Para resolver el dilema, aduce que los controles normales al crecimiento demográfico pueden perder su eficacia en condiciones en que la estructura de movilidad de un grupo está cambiando. Se interpretan los cambios del medio en el sentido de que inducen a alterar las estrategias económicas y esto lleva al sedentarismo; el sedentarismo lleva a un crecimiento demográfico “anormal” o ala presión demográfica. Considera entonces toda una gama de variables ambientales y tecnológicas y elabora una serie de modelos auxiliares a fin de demostrar cuándo sería probable que la presión demográfica llevara a la domesticación y cuándo no.El defecto básico del modelo de Harris es que éste no dispone de una forma satisfactoria de explicar por qué se modificaron las pautas de movilidad de los grupos con efectos ecológicos tan profundos en tantas partes del mundo aproximadamente al mismo tiempo. Harris señala que la extinción de la megafauna migratoria que es observable en muchas regiones podría haber tenido una tendencia generalizada a modificar las estrategias económicas y a promover el sedentarismo y el crecimiento demográfico. Señala Harris, la vinculación entre el tiempo (y el espacio) entre las extinciones y la aparición del sedentarismo no es tan directa como podría uno desear. Elude la cuestión de las causas de las extinciones al final del pleistoceno, cuestión que es objeto de grandes debates. El modelo de Harris se centra demasiado en los acontecimientos postpleistocénicos y no reconoce la relación que existe entre estos acontecimientos y unas pautas que son observables a plazo más largo.Para hallar una explicación más satisfactoria a la aparición generalizada de la agricultura, debemos volver a estudiar el papel del crecimiento demográfico y de la presión demográfica y contemplarlos como fuerzas activas que modifican constantemente el ecosistema y la respuesta cultural humana a éste. El crecimiento demográfico es contínuo. El crecimiento de las poblaciones cazadoras recolectoras hasta un umbral o nivel de saturación podría haber creado la tensión que impuso a las poblaciones la necesidad de empezar a aumentar artificialmente sus recursos alimenticios. Esa tensión la compartieron diversas poblaciones humanas que vivían en medios diferentes y que pasaban por tipos y ritmos diferentes de cambio ambiental. Podría incluso explicar la aparición de la agricultura en diferentes partes del mundo al mismo tiempo aproximadamente, si se puede demostrar que existían mecanismos que actuaban con eficacia para distribuir la presión demográfica de forma equilibrada de una región a otra. Esto explica: que los datos arqueológicos sobre desequilibrio y tensión –la presión demográfica- no se limiten al período postpleistocénico, sino que estén generalizados en el registro prehistórico. Parece que el crecimiento demográfico que primero llevó a la expansión territorial y ala infiltración en zonas ecológicas no utilizadas, empezó a producir gradualmente una intensificación económica cuando se agotaron las posibilidades de expansión territorial.Existe una cierta lógica básica – el crecimiento demográfico fue un factor que contribuyó al cambio cultural.El hombre, con su mayor flexibilidad ecológica y de comportamiento, puede enfrentarse con mucha más frecuencia al problema de superpoblación mediante un reajuste de su comportamiento y mediante el aumento de sus números.Esther Boserup (1965) fue la principal responsable de poner en tela de juicio los modelos maltusianos. Aduce que no es tanto el crecimiento tecnológico lo que determina el tipo de agricultura que se emplea, sino la densidad de la población, y que las diversas tecnologías conocidas representan una serie contínua de reacciones más o menos elásticas al aumento de la población.El modelo de presión demográfica de cambio cultual ha gozado de poca aprobación. Se le atribuye una aplicabilidad muy limitada para aquellos que entienden que la presión demográfica sólo actúa en condiciones muy especiales.Cohen cree que este rechazo es lamentable y prematuro, y que esta limitación es improcedente. Se propone aducir que el crecimiento y la presión demográficos son factores que contribuyen a los orígenes de una economía agrícola en todo el mundo. Sugiere que se deberían sustituir los modelos imperantes de poblaciones humanas como sistemas que tratan de mantener el equilibrio y lo logan por modelos que subrayen el crecimiento inherente de esos sistemas. En resumen, se propone argumentar que la población humana ha venido creciendo a todo lo largo de su historia, y que ese crecimiento es la causa, mas bien que simplemente el resultado, de gran parte del “progreso” humano o del cambio tecnológico, especialmente en lo que hace a la subsistencia. Aunque la caza recolección constituyen un modo de adaptación exitoso para los grupos humanos pequeños, no lo es así para poblaciones densas o grandes. Sugiere que el desarrollo de la agricultura fue un reajuste que las poblaciones humanas se vieron forzadas a hacer en reacción al constante aumento de sus números. Hace unos 11-12.000 años, los cazadores recolectores, que vivían con una gama limitada de alimentos preferidos, habían ocupado, por el crecimiento demográfico natural y la consiguiente expansión territorial, todas las partes del globo que

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podían sustentar su estilo de vida con razonable facilidad. Para entonces, de hecho, ya habían considerado necesario en muchas regiones ampliar la gama de recursos silvestres que utilizaban para comer a fin de alimentar sus poblaciones crecientes. Sugiere que a partir de esa época, con la dificultad progresiva para la expansión territorial, se vieron obligados a consumir cosas cada vez menos agradables, y a concentrarse en alimentos de menor nivel nutritivo y de más densidad. Entre el 9.000 y el 2.000 antes de hoy las poblaciones de todo el mundo, ya recolectoras de amplio espectro, se vieron obligadas a ajustarse a nuevos aumentos de sus números mediante un incremento artificial de los productos que reaccionaban bien a su atención (no siempre favoritos) y a los que podía hacerse producir el mayor número de calorías comestibles por u. de tierra.1- la agricultura no es sólo un concepto o comportamiento unificado, sino una acumulación de técnicas utilizadas para aumentar la gama o la densidad de crecimiento de determinados recursos; que estas técnicas, la mayor parte de las cuales utilizan en diversas combinaciones diferentes sociedades “c-r”, no representan una gran ruptura conceptual con las pautas tradicionales de subsistencia, y que por lo tanto no es la ignorancia, sino más bien la falta de necesidad lo que impide a algunos grupos hacerse agricultores.2- la agricultura no es más fácil que la c-r. Solo presenta una ventaja: la de proporcionar más calorías por unidad de tierra y de tiempo, por lo que puede sustentar a poblaciones más numerosas. Solo se practica cuando lo requiere la presión demográfica.3- pese a los modelos contemporáneos de sistemas de equilibrio de las poblaciones c-r, de hecho las sociedades humanas han ido en crecimiento a lo largo de toda la historia, y con ello necesitando nuevas estrategias de aprovechamiento de recursos, y nuevas relaciones ecológicas.4- las poblaciones c-r gozan de unos mecanismos generalizados y muy eficaces de equilibrio de densidad demográfica entre las regiones. No resulta irrazonable hallar una acumulación aproximadamente sincrónica de presión demográfica en grandes extensiones del globo. La mayor parte de la población del mundo adoptó la agricultura dentro del mismo lapso de tiempo relativamente breve.5- los acontecimientos que desembocaron en la agricultura en las diversas partes del mundo revelan un paralelismo notable cuando se los contempla con una perspectiva temporal y geográfica razonablemente amplia. Pese a las variaciones locales, este paralelismo parece exigir que haya algún factor común que contribuya que actúe en esas regiones.6- el registro del hombre paleolítico y mesolítico, así como el hombre preagrícola del nuevo mundo, se puede interpretar razonablemente en el sentido de que indica un crecimiento demográfico bastante contínuo y una presión demográfica creciente en contextos preagrícolas, y que en cada caso la adopción de la agricultura no parece ser más que una adaptación de una larga serie de adaptaciones ecológicas al aumento de la población.