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1 PEDAGOGIZAR CONTRA LA DISCRIMINACIÓN Y EL RACISMO Un reto en una sociedad construida a partir de divisiones y contradicciones. Ana Lucía Ramazzini 1 Comparto mis reflexiones e inquietudes sobre esta serie de publicaciones referentes a la problemática del racismo desde mi perspectiva de maestra, una maestra que ha dado clases en primer grado, tercero, quinto Primaria; en Bachillerato y Magisterio y en la Universidad. Y lo hago desde esta perspectiva, desde mi vocación de maestra, porque estoy profundamente convencida que la educación formal no puede continuar favoreciendo la reproducción de relaciones de poder y comportamientos que nos dividen, enfrentan, excluyen o profundizan distancias. Es por esto que la propuesta de AVANCSO es un gran aporte, ya que incluye trabajos de investigación sobre educación, pluralidad y relaciones de poder; así como una propuesta concreta de bases para un trabajo pedagógico contra la discriminación y el racismo; con el objetivo de explorar desde la perspectiva educativa esta problemática. Esa búsqueda de traer del exilio a la pedagogía en la academia, es muy valioso. Por mucho tiempo, la Academia y la pedagogía han estado desvinculadas. Las y los maestros hemos sido un sector abandonado por la Academia, y en la mayoría de los casos, la educación formal no ha sido un espacio de trabajo ni reconocido ni valorado. Este divorcio ha representado un alto costo social para nuestro país. Se han generado fuertes y profundos debates sobre la problemática del racismo en Guatemala; se han realizado diversas investigaciones que abordan esta situación desde un enfoque sociológico, político, antropológico, histórico, jurídico… Pero en el ámbito de la educación formal esta problemática sigue siendo un tabú, bañado por el silencio o limitado por las siguientes posiciones: Se asume que debe “educarse” al otro, a la otra para que dejen de ser racistas o se asume que en una “buena clase” se imponen o listan una serie de nuevos comportamientos que las y los alumnos deben seguir y así se habrá trabajado el racismo. De esta forma sólo se generan dobles discursos y la práctica racista continua siendo recurrente. Se asume que el racismo debe abordarse como un tema y no como una problemática, y se va dando información nueva, pero no se cuestiona cómo se ha ido construyendo el racismo, cómo funciona, por qué surge, cómo se normaliza, cómo se reproduce, cómo se oculta, quiénes lo generan y por qué, a quiénes beneficia… No se cuestiona cómo se va construyendo el conocimiento en el proceso educativo, un conocimiento que muchas veces va sesgado por prácticas y actitudes discriminatorias y racistas. Se asume que la discriminación y el racismo deben ser abordados únicamente por las y los maestros de estudios sociales; y que no es competencia de todos. Así se sigue favoreciendo la fragmentación, y las y los niños y jóvenes tienden a actuar de una 1 Docente y coordinadora del área de sociología de la jornada nocturna de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Coordinadora del departamento de Ciencias Sociales del Colegio Monte María y forma parte de la directiva de la Asociación Nacional de Colegios Católicos ANACC.

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PEDAGOGIZAR CONTRA LA DISCRIMINACIÓN Y EL RACISMO Un reto en una sociedad construida a partir

de divisiones y contradicciones.

Ana Lucía Ramazzini1 Comparto mis reflexiones e inquietudes sobre esta serie de publicaciones referentes a

la problemática del racismo desde mi perspectiva de maestra, una maestra que ha dado clases en primer grado, tercero, quinto Primaria; en Bachillerato y Magisterio y en la Universidad. Y lo hago desde esta perspectiva, desde mi vocación de maestra, porque estoy profundamente convencida que la educación formal no puede continuar favoreciendo la reproducción de relaciones de poder y comportamientos que nos dividen, enfrentan, excluyen o profundizan distancias. Es por esto que la propuesta de AVANCSO es un gran aporte, ya que incluye trabajos de investigación sobre educación, pluralidad y relaciones de poder; así como una propuesta concreta de bases para un trabajo pedagógico contra la discriminación y el racismo; con el objetivo de explorar desde la perspectiva educativa esta problemática. Esa búsqueda de traer del exilio a la pedagogía en la academia, es muy valioso.

Por mucho tiempo, la Academia y la pedagogía han estado desvinculadas. Las y los maestros hemos sido un sector abandonado por la Academia, y en la mayoría de los casos, la educación formal no ha sido un espacio de trabajo ni reconocido ni valorado. Este divorcio ha representado un alto costo social para nuestro país. Se han generado fuertes y profundos debates sobre la problemática del racismo en Guatemala; se han realizado diversas investigaciones que abordan esta situación desde un enfoque sociológico, político, antropológico, histórico, jurídico… Pero en el ámbito de la educación formal esta problemática sigue siendo un tabú, bañado por el silencio o limitado por las siguientes posiciones:

Se asume que debe “educarse” al otro, a la otra para que dejen de ser racistas o se

asume que en una “buena clase” se imponen o listan una serie de nuevos comportamientos que las y los alumnos deben seguir y así se habrá trabajado el racismo. De esta forma sólo se generan dobles discursos y la práctica racista continua siendo recurrente.

Se asume que el racismo debe abordarse como un tema y no como una problemática, y se va dando información nueva, pero no se cuestiona cómo se ha ido construyendo el racismo, cómo funciona, por qué surge, cómo se normaliza, cómo se reproduce, cómo se oculta, quiénes lo generan y por qué, a quiénes beneficia… No se cuestiona cómo se va construyendo el conocimiento en el proceso educativo, un conocimiento que muchas veces va sesgado por prácticas y actitudes discriminatorias y racistas.

Se asume que la discriminación y el racismo deben ser abordados únicamente por las y los maestros de estudios sociales; y que no es competencia de todos. Así se sigue favoreciendo la fragmentación, y las y los niños y jóvenes tienden a actuar de una

1 Docente y coordinadora del área de sociología de la jornada nocturna de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Coordinadora del departamento de Ciencias Sociales del Colegio Monte María y forma parte de la directiva de la Asociación Nacional de Colegios Católicos ANACC.

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manera con unos y de otra con otros, según sea la clase: “ hay viene la maestra de sociales, no hagan chistes sobre los indios”

Se asume que el o la maestra no son discriminadores ni racistas. Se ha reflexionado muy poco acerca de la influencia de las y los maestros en la discriminación y el racismo. Y no se da un acompañamiento que permita reflexionar sobre sus propias actitudes y experiencias en relación a lo interétnico.

Se asume la propuesta de la interculturalidad con un abordaje “light”, en el que hay que construir relaciones armónicas conociendo las otras culturas. Y, como plantea Cecilia Garcés, se enseña de las otras culturas de la misma forma en que aprenden de la existencia de un pulmón: lo ven en fotos y dibujos, favoreciendo la folklorización.

Se asume que la interculturalidad debe ser abordada sólo por los indígenas para que se “adapten”. O se reduce esta propuesta al idioma.

Se asume la aplicación de ciertas metodologías nuevas con patrones racistas, sin intencionalidades definidas.

Esta serie de libros logra recoger los principales problemas del aula al trabajar la

discriminación y racismo, tomando el pulso a estos reduccionismos que hacemos desde el magisterio. Son pocos los institutos y centros de investigación que consideran llevar más a allá del ámbito académico las discusiones que generan; son pocos los que valoran el salón de clases, con niños, niñas y jóvenes, como un espacio dinámico; son pocos los que tratan de incidir en la labor docente. Sin embargo, existen instituciones como AVANCSO y CIRMA que buscan acompañar a las y los maestros en el debate de principios pedagógicos. Con estas organizaciones tenemos la experiencia de trabajar desde la Asociación Nacional de Colegios Católicos.

Pero también, es necesario reconocer, que son pocos los maestros y las maestras que

ven a la Academia como una posibilidad de alianza; son pocos los y las maestras que quieren entrarle al debate teórico que enriquezca su cotidianidad en el aula o que se vea enriquecido el debate por esta cotidianidad; son pocos los y las maestras que no buscan únicamente manuales de actividades para integrar a sus clases y pasarla bien.

Ejemplo claro del divorcio entre el mundo académico y la cotidianidad del aula es la

forma en que se está manejando el curso de Seminario, a partir de la normativa del Ministerio de Educación. El MINEDUC presentó el año pasado un tipo de manual en el que se establece qué hacer en cada periodo de clase del curso de Seminario, que es un curso fundamentalmente para hacer investigación. Este manual, que tuvo un tiraje para cubrir a toda la población estudiantil que se iba a graduar, es trabajado por 4 personajes quienes van induciendo a las y los jóvenes en lo que deben ir trabajando; estos personajes se presentan así mismos así:

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1. Mi nombre es Ixmukane´ Aj Tz´utujil y vengo de Santiago de Atitlán. Tengo 16 años y mi sueño es ser líder maya. Pienso que como líder maya podré apoyar a las mujeres, a los niños y a los ancianos de todas las etnias de Guatemala, incluyendo los Xincas, que dicen que no vienen de los mayas. 2. Mi nombre es Carlos Moreno, tengo 18 años y vivo en la capital (…) mi sueño es ser un gran empresario. El área específica no la sé, lo único es que quiero ser exitoso. Lo tengo tan claro que hasta estoy leyendo el libro: “Los 7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos”. 3. Mi nombre es Luis Marley. ¿Saben por qué me llamo así? Luis es el nombre de mi abuelo que era fan de Bob Marley, aquel cantante jamaiquino de reggae. Soy garífuna caribeño, vivo en Livingston y me parezco mucho a Bob Marley, entre otras cosas, porque llevo los pelos al estilo rastafari, con unas trenzas largas, pero a lo afro. Mis sueños son ir a Jamaica y ser famoso como ese mítico músico del que llevo el apellido. 4. Mi nombre es Ana Pascual, nací en Barcelona, pero mis papás se trasladaron a La Antigua Guatemala cuando era muy pequeña. Vinieron a trabajar con la Cooperación Española (…) Tengo 17 años y mi gran sueño es crear una ONG para jóvenes interesados en el desarrollo científico y tecnológico.

Y todavía hacen mención de otro personaje llamado MAIZOL. El manual describe a MAIZOL como un personaje fantástico, que tiene forma, color y olor similares al maíz. MAIZOL es una mezcla de maíz, pájaro y sol. Hay que invocarlo para soñar respirando profundamente, cerrando los ojos y gritando. En la Academia estamos haciendo grandes debates sobre el pensamiento civilizatorio, el uso del racismo por las élites de poder, la heterofobia y el racismo guatemalteco, el discurso ladino, el cuestionamiento a la interculturalidad, el derecho indígena, etc. etc. etc. Éstos, indiscutiblemente, son válidos; pero en nuestras clases, se siguen reproduciendo esquemas de discriminación y racismo. De repente habría que repensar la incidencia de la Academia. Además, no se trata, desde la educación, “tapar los ojos” frente a propuestas como la señalada sino abordarlas con las y los alumnos desde una perspectiva crítica. Estos ejemplos pueden convertirse en un material de mucha reflexión. La problemática del racismo en nuestro país es compleja y sólo se puede contribuir a la discusión nacional a partir de esta complejidad. En el caso de esta serie, se ponen a disposición una variedad de perspectivas teóricas e ideológicas para abordar el tema y analizar este escenario convulsionado, lo cual enriquece la discusión. Fue muy acertado contar con el enfoque pedagógico, el cual es fundamental, en términos de la comprensión de la discriminación y el racismo y de la búsqueda de mecanismos para su erradicación.

Meike Heckt se cuestiona sobre la educación intercultural en una sociedad étnicamente dividida y ofrece un punto de partida para un profundo debate. Cuando se plantea la interculturalidad, pueden existir riesgos muy altos porque puede quedarse en un

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abordaje en el cual no se establecen las causas que sostienen la discriminación; pero la autora la plantea desde la perspectiva crítica, visibilizando las estructuras de desigualdad y las relaciones de poder vigentes en el país; creo que eso hace posible la educación intercultural antirracista, como una alternativa frente al escenario educativo en el que nos movemos. Me voy a permitir PEDAGOGIZAR, “hacer pedagogía”, a partir de su propuesta pedagógica. Quiero compartir mi propia síntesis de lo que pude leer detrás de líneas de los trabajos presentados en esta serie, especialmente los de Cecilia Garcés, Irma Alicia Velásquez Nimatuj, Meike Heckt, Gustavo Palma y Beatriz Mendizábal, Aura Cumes, Vilma Duque, Annita Kalpaka, Phil Cohen y que me parecen una propuesta retadora. Varios de estos trabajos los hemos hecho materia de discusión con alumnas de V magisterio y estudiantes universitarios, quienes han planteado, a partir de éstos, nuevas preguntas, inquietudes de su experiencia personal y cuestionamientos sobre las estructuras que sostienen el racismo y la discriminación. Esto hizo sumamente interesante la discusión en el aula. En conjunto, esta serie tiene la propuesta de una pedagogía intercultural y antirracista que:

1. Construya memoria y se pregunte ¿por qué? Una pedagogía que reflexione sobre las causas del sistema en el que estamos; que comprenda el contexto dominante y opresor; que pueda hacer una lectura crítica del desarrollo de las relaciones sociales. Por ejemplo, en nuestras clases trabajamos la pobreza y visibilizamos la situación de los pobres, pero no trabajamos cómo se fueron dando históricamente los procesos de empobrecimiento y las causas que generan la pobreza y exclusión. Reducimos la comprensión de la pobreza a los pobres, y no analizamos el sistema y los actores que generan pobreza. Lo mismo sucede con el racismo, nos quedamos en identificar los estereotipos y prejuicios; o animamos a la relación armónica interétnica, pero ignoramos las causas que generan la problemática.

2. Problematice. Una pedagogía que reconozca la tensión y la conflictividad. Que comprenda que los procesos educativos son dinámicos y no lineales. Y que son los momentos de crisis y conflictividad donde pueden ser más efectivos los aprendizajes.

3. Desenmascare la anormalidad de lo normalizado en la cotidianidad y en la estructura. Una pedagogía que nombre lo innombrado. Sin lugar a dudas, que algo pase desapercibido, hace que se “normalice” y lo más preocupante del caso es que se hace más presente. Ese es el caso del racismo y de allí la importancia de hacer visibles los mecanismos de poder, partiendo de las experiencias de la cotidianidad y analizando estas normalidades cotidianas desde sus raíces estructurales. Las preguntas que se hacen en EL RETO DE NO SER RACISMO NI VÍCTIMA DEL RACISMO, son muy valiosas porque recuperan la experiencia personal. Hay que visibilizar las dimensiones ocultas del racismo, aquellas que permanecen escondidas y que en esa invisibilidad se hacen aún más presentes.

4. Cuestione las verdades absolutas que promulgan la homologación y la civilización. Una pedagogía que bote barreras, que acerque distancias, sin dejar a un lado la diversidad. Una pedagogía mltilateral y policéntrica. Que desmonte el autoritarismo de esas verdades absolutas y que favorezca ver a las y los otros como personas con las que se pueden construir proyectos comunes.

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5. Valore los procesos. Una pedagogía que no se quede sólo con que “ya se trabajó el tema”. Una pedagogía que se resista a que los temas están muertos y agotados, y que apuntale su dinamismo y construcción. Valorar los procesos, implica valorar la reflexión constante.

6. Potencie la transformación. La educación por si sola no va a generar cambios, tampoco puede uno de maestra y maestro ser ingenuo en esto. Y como plantea Meike la educación intercultural antirracista no debe ser abordada única y exclusivamente por educadores y educadoras. Pero sí es necesario el reconocimiento de la potencialidad de cambio que se encuentra en los espacios educativos formales.

Pero hace falta profundizar, sin lugar a dudas, en una pedagogía intercultural y antirracista:

1. Desde la perspectiva de género. La perspectiva de género no es un agregado más; implicaría, incluso, poder hacer una revisión en base a las relaciones de poder que subordinan a las mujeres en las aristas de discriminación y racismo. Esto tendría que ser parte también de la visión crítica desde la que se está presentando la interculturalidad en esta serie de libros. Las estructuras de poder patriarcales existentes y que se evidencian en el sexismo y androcentrismo, están siendo reproducidas también en el sistema educativo. El análisis entre pluralidad educación y poder, no puede desligarse de visibilizar la situación de las mujeres. Mucho menos cuando se plantea como líneas guía del trabajo:

- las relaciones de poder y su reproducción ideológica. - La desigualdad y la búsqueda de alternativas. - La importancia del análisis crítico de la historia. - La función y el potencial de la educación en la búsqueda de cambios.

Y desde estos planteamientos no concuerdo con Meike, no considero que la educación intercultural sea “para todos”, es fundamental reconocer que es también “para todas”; y no se trata sólo de “agregar la a para hacerlo políticamente correcto”; si la educación intercultural pone en riesgo las relaciones de poder existentes, en esas relaciones estamos presentes las mujeres. Como lo señala Irma Alicia Velásquez Nimatuj: El caso de discriminación racial que viví es uno dentro de un mar de violaciones cotidianas que enfrentan las mujeres mayas. 2. Reconocedora de la diversidad existente y su complejidad. No sólo la

dicotomía maya-ladino, sino de la composición heterogénea y plural de la sociedad.

3. Vinculadora de los contextos local-nacional-mundial. Una pedagogía que reconozca que la articulación de estructuras mentales racistas y discriminatorias arraigadas en las y los guatemaltecos se construyen a partir de las relaciones macro-micro, de la dinámica que genera el sistema global.

4. Que redimensione la ciudadanía y la acción política. Por mucho tiempo se ha favorecido la idea de la neutralidad de la educación ¡Qué más político que esta “neutralidad”! La educación tiene que ver con opciones definidas y en este caso, la educación intercultural antirracista implica cuestionar la idea de un Estado nacional homogéneo. Construir una nación diferente, pasa indiscutiblemente por un ejercicio ciudadano distinto. La educación es un acto político y por lo tanto, la construcción de la ciudadanía apuesta profundamente por el análisis crítico y profundo de las causas que explican por qué estamos como estamos. Vivir la ciudadanía, desde

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esta visión de la educación como acto político, implica habilitar la discusión y el debate, posibilitar la toma de decisiones, resolver las problemáticas en forma compartida, abrir espacios para la oposición crítica y constructiva y para la proposición de alternativas.

5. Favorecedora del desaprendizaje. Para mí, los procesos educativos más retadores son los que logran el DESAPRENDIZAJE y presentan un desafío porque hay que buscar estrategias pedagógicas y didácticas para sostenerlos. Meike hace énfasis en la importancia de des-aprender actitudes, perspectivas racistas y discriminadoras. Para esto es fundamental generar procesos que confronten desde dónde cada uno o cada una está viendo al mundo, desde qué posición.

6. En constante autorevisión. Una pedagogía que pedagogice a partir de sí misma. Una pedagogía que haga lectura constante de sí misma, una reflexión autocrítica de los principios pedagógicos que movilizan su acción didáctica.

En el sistema educativo actual, el debate no puede quedarse reducido al acceso, a la

cobertura de la educación; se trata de la reformulación pedagógica. No implica sólo un salto cuantitativo, sino cualitativo. ¡El país requiere de una transformación cualitativa! Ya no es posible seguir favoreciendo una pedagogía de colonización, light, iluminista, descontextualizada, estandarizada, ahistórica, falsamente neutral; no podemos seguir favoreciendo una pedagogía civilizatoria, asimilacionista y de homologación; no podemos seguir favoreciendo una pedagogía oficial que reproduce las relaciones de poder del sistema. Y en esto, las y los maestros, las y los académicos tenemos responsabilidad, conjuntamente con otros actores.

Coincido con la necesidad de seguir en la búsqueda de caminos alternativos hacia una

sociedad guatemalteca más justa, incluyente y abierta a la pluralidad. Para lograrlo, obviamente, no puede pensarse ingenuamente que sólo se puede hacer a través de la educación y mucho menos sólo a través del sistema formal. Además, Como bien dice Meike lo educativo desborda el ámbito del maestro y de la escuela y no se pueden reemplazar medidas políticas por acciones pedagógicas.

Coincido con que en el ámbito educativo, no pueden darse “recetas” ni manuales; pero

es importante que la investigación aporte a la reflexión a partir de la práctica y regrese a ésta. La riqueza de este trabajo es que plantea bases pedagógicas y comparte experiencias metodológicas y didácticas para iniciar un trabajo educativo contra la discriminación y el racismo.

La recomendación metodología de contemplar las tres fases fundamentales para una

actividad: introducción, actividades temáticas (praxis-teoría-praxis) y conclusiones, podría ser enriquecida si no se ve de forma tan lineal, sino de una manera más dinámica. Por ejemplo, las conclusiones pueden ser nuevas preguntas o aperturas que se tengan y que se utilicen como introducción o como generadoras de nuevas actividades temáticas. En este proceso, además, es fundamental favorecer los espacios de análisis personal, grupal y en plenaria; favoreciendo la pedagogía de la pregunta. Es importante, tener una intencionalidad definida con cada una de las sesiones que se lleven a cabo y sobretodo tomar en cuenta los cinco elementos del proceso educativo: Contexto, sujetos, intencionalidad, metodología y contenidos. Como se plantea en la propuesta pedagógica, no se puede trabajar la parte metodológica “haciendo talleres” y que las personas “reciban el taller”. Se trata, más bien de “tallerear juntos y juntas”. Este nuevo verbo Tallerear, fue acuñado por Marcela Lagarde y lo

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tomo en este caso para plantear la necesidad que los procesos educativos implican participación y dinamismo, conflictividad y tensión.

Es de reconocer el trabajo realizado por todos y todas las involucradas. En esta serie

se abre el debate sobre un tema tabú, se analiza la pluralidad, la educación y las relaciones de poder, se hace un análisis de cómo pasar de lo políticamente correcto a la lucha antirracista y se generan bases para un trabajo pedagógico contra la discriminación y el racismo. Animan a pensar sobre los retos concretos para construir propuestas pedagógicas y políticas de trabajo antirracista. Lo mejor del caso es que el tema no está agotado, es un debate inconcluso que da para más. No es fácil apostarle a la educación intercultural y antirracista en una sociedad construida a partir de divisiones y contradicciones, y con una historia violentada.

La invitación que hago es seguir profundizando en la investigación de esta problemática

compleja del trabajo pedagógico antirracista, pero también a darle su lugar a la socialización del debate y a la mediación del mismo para que llegue a las aulas y se enriquezca. El reto es seguir explorando las posibilidades de pedagogizar contra la discriminación y el racismo.