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  • Alice Miller

    LA LLAVE PERDIDA

    Traduccin deJoan Parra Contreras

    Ensayo

  • Ttulo original: Der gemiedene Schlssel

    1 edicin: octubre 19912 edicin: enero 2002

    Suhrkamp Verlag. Frankfurt am Main, 1988.Reservados todos los derechos

    Joan Parra Contreras, 1991Diseo de la coleccin y de la cubierta: BMReservados todos los derechos de esta edicin paraTusquets Editores, S.A. - Cesare Cant, 8 - 08023 BarcelonaISBN: 84-7223-390-1Depsito legal: B. 46.064-2001Fotocomposicin: Foinsa - Passatge Gaiol. 13-15 - 08013Barcelona Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Papelera del Leizarn, S.A.Impresin: A&M Grfic, S.L.Impreso en Espaa

  • ALICE MILLER

    Alice Miller es doctora en Filosofa, psicoterapeuta y autora de nueve librosacerca de la influencia de la infancia en la vida del adulto y la incidencia de lostraumas en el desarrollo de la personalidad. Hasta 1979, momento en quedecide dedicarse en exclusiva a escribir, haba ejercido la prctica delpsicoanlisis. De esta autora, traducida a ms de veintiuna lenguas y que en1986 recibi en Nueva York el prestigioso Premio Janusz-Korczak, TusquetsEditores ha publicado, adems de La llave perdida, los siguientes ttulos: El saberproscrito, El drama del nio dotado (en edicin ampliada y revisada) y Por tu propiobien (Ensayo 9, 36 y 37).

  • ndice

    1 .......................................................................................................................................10

    La vida no vivida ............................................................................................................10

    y la obra de un filsofo vital ..........................................................................................10

    (Friedrich Nietzsche) ......................................................................................................10

    2 .......................................................................................................................................49

    El terremoto de Mlaga .................................................................................................49

    y los ojos de pintor de un nio de tres aos ...................................................................49

    (Pablo Picasso) ...............................................................................................................49

    3 .......................................................................................................................................59

    Los angelitos muertos de la madre ................................................................................59

    y las obras comprometidas de la hija .............................................................................59

    (Kthe Kollwitz) ..............................................................................................................59

    4 .......................................................................................................................................67

    Carcajadas en torno a un nio maltratado....................................................................67

    o El arte del autodominio ..............................................................................................67

    (Buster Keaton)...............................................................................................................67

    5 .......................................................................................................................................71

    Dspota o artista? .........................................................................................................71

    6 .......................................................................................................................................83

    Cuando Isaac se aleja del altar de sacrificios ...............................................................83

    7 .......................................................................................................................................88

    El traje nuevo del emperador .........................................................................................88

    Referencia de las obras citadas ....................................................................................100

  • Introduccin

    Siempre que hojeo biografas de personas que se han distinguido por sucreatividad, encuentro en las primeras pginas informaciones secundarias queme son de gran ayuda en mis tareas. Esas informaciones suelen referirse a uno ovarios sucesos de la infancia, cuyas huellas pueden siempre rastrearse en laobra de esas personas, y a menudo constituyen el comn denominador de sucarrera. Sin embargo, los bigrafos apenas prestan atencin a esos sucesosconcretos. Lo que sucede con esos hechos es algo as como si alguien seencontrara un llavero y no supiera qu hacer con l, porque no conoce alpropietario y supone que debe de vivir desde hace tiempo en otra casa, por loque no tendr ya el menor inters en recuperar las llaves perdidas.

    Est justificado que yo tome esas llaves y localice las puertas de viejascasas a las que corresponden, para descubrir ah una vida que lleva largotiempo esperando ser objeto de atencin? Abrir las puertas de casas ajenas yhusmear en las historias familiares de otras personas puede parecer indiscreto.En vista de que muchas personas siguen idealizando compulsivamente a suspadres, mi propsito puede incluso calificarse de importuno. Y, con todo, loconsidero imprescindible. Pues el asombroso saber que sale a la luz tras esaspuertas hasta ahora cerradas puede contribuir decisivamente a que muchaspersonas despierten de su peligroso y funesto letargo y hallen su salvacinpersonal.

  • 1La vida no vivida

    y la obra de un filsofo vital(Friedrich Nietzsche)

    Todos tememos a la verdadEcce homo

    Escrib el presente ensayo hace seis aos,1 y lo he revisado ligeramentepara incluirlo en este libro. La revisin ha sido necesaria porque en estos aosmi motivacin ha cambiado un poco, y mi inters por esta temtica haadquirido nuevos matices. Hace seis aos, mi propsito era todava el de probarque las obras de escritores y pintores son la narracin, en lenguaje cifrado ysimblico, de los traumas infantiles de los que el adulto no recuerda nada.Despus de haber hecho ese descubrimiento gracias a mi actividad pictrica{vase A. Miller 1985, pgs. 11 y ss.)2 y a los escritos de Franz Kafka {vase A.Miller 1981, pgs. 307-373), poda pasar a aplicarlo a otras carreras creadoras.Mi intencin era compartir ese descubrimiento con los expertos, pero prontohube de constatar que ni los bigrafos ni los psicoanalistas estaban interesadosen mi demostracin.

    Aunque no llegu en ningn momento a dudar de la fuerza probatoria delmaterial aportado por m, por ejemplo acerca de Kafka, perd sin embargo elinters por suministrar pruebas cientficas. Pues me di cuenta de que eraprecisamente a los expertos a quienes ms esfuerzos les costaba comprender lalgica de los hechos, tanto ms cuanto que esa lgica pona en cuestin lasopiniones que haban sustentado hasta entonces.

    As pues, decid no publicar este ensayo y guardarme para m el saberadquirido, y me dediqu a otras actividades, como la pintura y la confrontacincon mi propia primera infancia. Por ese camino llegu a comprender, con eltiempo, que mi decepcin ante la ceguera de la sociedad y de los expertos tenaalgo que ver con mi propia ceguera, y que me senta de algn modo forzada ademostrarme a m misma algo que una parte de m se negaba a creer. Porsupuesto, haca tiempo que conoca los puntos dbiles de mis padres y los

    1 En 1982. ( N . del E . )2 Para todas las referencias a lo largo del texto, vase el apartado Referencia de las obrascitadas, en las ltimas pgs. de este volumen. En el texto citamos en primer lugar el ao de laedicin alemana, y a continuacin, en cursiva, el de la edicin espaola, cuando la hay. ( N . delE . )

  • daos que me haban inflingido sin saberlo, pero mi idealizacin de suspersonas, originaria de la primera infancia, segua en pie. La detect en miingenua fe y en la confianza que puse en que los bigrafos de Hitler, Kafka yNietzsche estuvieran en condiciones de ver y confirmar mis hallazgos.

    Pero yo no comprenda que eso era imposible, porque el saber queaportaba era un saber proscrito. No lo comprend hasta que mi sentimiento dedecepcin me hizo ver lo mucho que representaba para m aquella idealizacininfantil de mis padres. Durante mucho tiempo no pude renunciar a laesperanza de verlos algn da dispuestos a compartir conmigo mis preguntas, ano eludirlas, a permitirles obrar sus efectos en ellos y a ver conjuntamenteconmigo, sin miedos, adnde conducen. Siendo nia, nunca haba vivido nadasimilar, y crea haber superado esa carencia haca mucho tiempo. Pero miasombro ante las reacciones de los expertos, de las personas de las que esperabaun mayor saber que de m misma, me mostr que an no haba renunciado a laimagen de los padres sabios y valientes, dispuestos a dejarse convencer por loshechos. En cuanto fui consciente de esta conexin, dej de sentir la necesidad depublicar este ensayo.

    Si ahora, pese a todo, lo hago, es por otros motivos. Deseo compartir elsaber que he adquirido con personas capaces de enfrentarse a los hechos. Nohace falta que sean expertos; bastara con que, gracias a mi ensayo, se sintierananimadas a leer a Nietzsche y a relacionar sus propias experiencias con lasimpresiones que adquieran por medio de la lectura.

    Pero la necesidad de compartir mis hallazgos con otras personas no es elnico motivo que me impulsa. Escribir es para m una necesidad, y siempre vaasociado a un determinado placer, pero no as el publicar. Pese a ello he vueltoa echarme esa carga sobre los hombros, porque precisamente el caso deNietzsche me ha hecho comprender que la indiferencia de la sociedad hacia losmalos tratos a los nios representa un gran peligro para la humanidad.Determinadas frases aisladas de la obra de Nietzsche jams habran podido sermanipuladas y puestas al servicio del fascismo y del genocidio si se las hubieracomprendido como lo que son en el fondo: el lenguaje cifrado de un niomudo. Miles de jvenes no habran estado dispuestos a irse a la guerra con esoslemas en el macuto si hubieran sabido que aquella ideologa de la destruccinde la moral y los valores tradicionales no era sino el puo en alto de un niohambriento de verdad, que haba sufrido intensamente bajo el imperio de esamoral. Durante los aos treinta y cuarenta vi con mis propios ojos cmo laspalabras de Nietzsche impulsaban indirectamente el avance mortfero de losnacionalsocialistas; por eso me pareci, ms tarde, que vala la pena descubrir ymostrar el origen de esas palabras, ideas y sentimientos.

    Habran sido utilizables para el nazismo las ideas de Nietzsche si sehubiera comprendido el origen de stas? En absoluto. Pero si la sociedadhubiera podido comprender ese origen, las ideas nacionalsocialistas habransido prcticamente impensables, y en ningn caso habran alcanzado una tanamplia difusin. Nadie presta odos a las simples y prosaicas realidades de losmalos tratos a la infancia, a pesar de que su conocimiento podra servir a la

  • humanidad para explicar muchas cosas y para evitar guerras. Estas realidadesslo despiertan un inters desacostumbrado y un compromiso emocionalcuando se las suministra bajo un disfraz, en forma simblica. No en vano esahistoria disfrazada le es conocida a la mayora de las personas. Pero el lenguajesimblico se encarga de garantizar el mantenimiento de la represin, laausencia de dolor. Por eso mi tesis, segn la cual las obras de Nietzsche reflejanlos sentimientos, necesidades y tragedias no vividas de la infancia del autor,tropezar presumiblemente con una muy intensa oposicin. Sin embargo, estatesis es cierta, y voy a demostrarlo en las pginas siguientes. Con todo, lademostracin slo podr comprenderla quien est dispuesto a abandonar porun tiempo la perspectiva del adulto para introducirse en la situacin de unnio, tomndola plenamente en serio.

    De qu nio hablamos? Del chico que aprendi en la escuela a sojuzgarsus sentimientos y a fingir siempre que careca de ellos? O del nio al que sujoven madre, su abuela y sus dos tas se dedicaban diariamente a educar paraconvertirlo en un hombre como Dios manda? O del nio pequeo cuyoamado padre perdi la razn y vivi once meses en casa en ese estado? Odel nio ms pequeo an, al que ese mismo amado padre, con el que a vecesse le permita jugar, castigaba con la mxima severidad y encerraba enhabitaciones oscuras? No se trata de uno u otro de stos, sino siempre delmismo nio, que tuvo que soportar todo esto sin tener derecho a expresarsentimiento alguno, es ms, sin tener siquiera derecho a sentir.

    Friedrich Nietzsche sobrevivi a esa infancia, sobrevivi a las ms de cienenfermedades anuales durante el bachillerato, a las constantes jaquecas y a lostrastornos reumticos que sus bigrafos enumeran diligentes sin molestarse eninvestigar sus causas, y que acaban atribuyendo a una constitucin dbil. Alos doce aos, Nietzsche escribe su diario tal como podra hacerlo un adulto:conformista, razonable, modoso. Pero en la adolescencia brotan de su interiorlos sentimientos un da sojuzgados. Surgen obras que conmovern a losadolescentes de posteriores generaciones. Y cuando ms tarde, a los cuarentaaos, incapaz de soportar por ms tiempo su soledad, pierde la razn porqueno puede permitirse ver con claridad su propia historia y las races de sta en suinfancia, entonces todo est claro: los historiadores hallan la causa de su trgicofinal en la gonorrea que contrajo durante la adolescencia. As, en el marco denuestra moral, todo encaja perfectamente: la enfermedad mortal como justo,aunque tardo castigo por una visita a un burdel. El paralelismo con las actualesespeculaciones acerca de los afectados por el SIDA es evidente. Todo parecehallar una perfecta culminacin, y la moral burguesa campa por sus respetos.Pero lo que las educadoras y educadores de Nietzsche hicieron en concreto conaquel nio no es algo tan lejano como para no poder sacarlo ya a la luz. Quizshaya jvenes estudiantes que descubran esa historia, lean las cartas de lahermana y la madre, escriban tesis doctorales sobre el tema y reconstruyan lasituacin de la que ms tarde surgiran obras como Ms all del bien y del mal, ElAnticristo o As habl Zaratustra. Pero esto slo podrn hacerlo los estudiantesque no hayan sido maltratados durante su infancia o que hayan superado los

  • malos tratos y gracias a ello puedan prestar odos y abrir los ojos a lossufrimientos de los nios apaleados. Semejantes investigaciones despertarnprobablemente muy escaso entusiasmo entre sus profesores. Pero, si soncapaces de renunciar a ello, suministrarn las pruebas de que los crmenescometidos en los nios acaban revolvindose contra la humanidad entera. Ytambin podrn mostrar los insospechados procesos a travs de los cualessucede eso.

    El hogar familiar

    En mi bsqueda de datos palpables acerca de la primera infancia deNietzsche, me enter de lo siguiente:

    Tanto el padre como la madre procedan de familias de pastoresprotestantes y tenan varios telogos en su rbol genealgico. El padre era elhijo menor del segundo matrimonio de su padre, y cuando, a los treinta aos, secas con una mujer de diecisiete, se llev consigo a sus dos hermanas mayores.Un ao despus de la boda vino al mundo Friedrich Nietzsche. Cuando stetena dos aos de edad, naci su hermana, y poco despus su hermano, el cualmuri a los dos aos, poco despus de la muerte del padre. Segn los informesque nos han llegado, el padre, Ludwig Friedrich Nietzsche, era un hombresensible y afectuoso, que desde el principio quiso mucho a su hijo y pasabamucho tiempo con l, cuando tocaba el piano fantaseando. Esa importanteexperiencia, juntamente con los clidos sentimientos que el padre albergaba,quizs, hacia su hijo, pudo contribuir a que ste, pese a la severa educacin,fuera capaz de experimentar sentimientos intensos. Pero determinadossentimientos estaban estrictamente prohibidos. Se habla, por ejemplo, deintensos ataques de ira, de los que sin embargo pronto se hizo desistir al nioaplicando severas medidas.

    La gran biografa de Janz nos informa de ello:

    Tan pronto como el hijo mayor empez a hablar un poco, el padre seaficion a pasar con l parte de su tiempo libre. Tampoco le molestaba ensu gabinete de estudio, donde el hijo, como escribe la madre, contemplabasilencioso y pensativo al padre mientras ste trabajaba. Pero cuandoms se entusiasmaba el nio era cuando el padre fantaseaba al piano. Yaa la edad de un ao, el pequeo Fritz, como todos le llamaban, seincorporaba en tales ocasiones en su cochecito y prestaba atencin alpadre, totalmente en silencio y sin quitarle la vista de encima. Con todo,no puede decirse que durante estos primeros aos fuera siempre un niobueno y obediente. Cuando algo no le pareca bien, se echaba de espaldassobre el suelo y pateaba lleno de furia con las piernecitas. El padre, alparecer, procedi contra esto con gran energa, pese a lo cual el nio debide seguir largo tiempo aferrado a su testarudez y su porfa siempre que le

  • era negado algo que deseaba; pero ya no se rebelaba, sino que, sinpronunciar palabra, se retiraba a algn rincn silencioso o al excusado,donde sobrellevaba a solas su ira. (C. -P. Janz 1978, pg. 48)

    Sea cual sea el significado que el bigrafo atribuya a ese sobrellevar, locierto es que esos sentimientos que el nio tena que aniquilar en el excusadose hallan, perfectamente reconocibles, en los escritos posteriores del filsofo. Noolvidemos que con la familia vivan tambin la abuela y dos jvenes tas, lascuales, junto a las tareas de la casa y una serie de actividades de beneficencia,tenan como principal objetivo la educacin del primognito. Cuando Friedrichtena apenas cuatro aos, su padre falleci tras once meses de penosaenfermedad, probablemente a consecuencia de un tumor cerebral, que su hijocalificara ms tarde como reblandecimiento del cerebro. En la familia se crela leyenda segn la cual la enfermedad del padre tuvo su origen en unaccidente, versin que mitigaba un poco la vergenza que al parecerrepresentaba para la familia una enfermedad cerebral. Hasta ahora no hanacabado de aclararse clnicamente las circunstancias que condujeron a la muertedel padre.

    Los adultos difcilmente podemos imaginar lo que siente un nio deapenas cuatro aos al ver a su amado padre en este caso la persona mscercana, pues la madre no lo era en aquella poca contraer de repente unaenfermedad cerebral. En cualquier caso, parece inevitable un estado de granconfusin: las reacciones del padre, hasta el momento ms o menos predecibles,escapan de repente a todo clculo; el padre, ese hombre grande, admirado ysabio, se ha vuelto de repente tonto; quienes le rodean se avergenzan quizde sus respuestas, las cuales provocan tambin, posiblemente, el desprecio delnio, que ste, sin embargo, debe reprimir, porque ama a su padre.Probablemente el padre mismo estaba orgulloso de la inteligencia de su hijo, yahora, tan pronto, desaparece como interlocutor. Ya no se le puede contar nada,ni preguntar nada, ya no se le puede tener como punto de orientacin, ni contarcon su eco, y sin embargo, en ese estado, est ah.

    Poco despus de la muerte del padre muri tambin el hermano pequeo,y Friedrich se vio a partir de entonces en la condicin de nico ser masculino enun hogar de mujeres. Vive junto a la abuela, las dos tas, la madre y la hermanapequea. Ello no habra tenido malas consecuencias para l si una de estasmujeres le hubiera brindado ternura, calor y verdadero afecto. Pero todas ellascompetan en el propsito de inculcarle el autodominio y otras virtudescristianas. Su moral, adquirida mediante la educacin, no estaba en absoluto ala altura de la fantasa primigenia ni de la autenticidad de las preguntas delmuchacho. As que intentaron acallar la incmoda curiosidad del niomediante un estricto control y una educacin severa.

    Qu otra cosa puede hacer un nio sometido por completo a ese rgimen,sino adaptarse y sojuzgar con todas sus energas sus autnticos sentimientos?Eso es lo que hizo Friedrich; muy pronto se convirti en un nio modelo y unalumno ejemplar. Janz describe en su biografa de Nietzsche una escena que

  • ilustra claramente las dimensiones que alcanz la autonegacin. Volviendo dela escuela a casa, el nio Nietzsche se vio sorprendido por un fuerte chubasco,pero no aceler el paso, sino que sigui andando despacio y erguido. Comoexplicacin, el muchacho adujo que al salir de la escuela hay que caminar deregreso a casa sin atropellos y con urbanidad. As lo exige el reglamento (C.-P.Janz 1978). De qu clase de adiestramiento debi de ser fruto semejanteactitud?

    El nio observa lo que le rodea, y no puede evitar que surjan en lpensamientos crticos. Pero stos jams deben ser expresados, sino al igualque todos los dems pensamientos impos reprimidos con toda energa. Por sifuera poco, las personas que rodean al nio predican constantemente losvalores cristianos del amor al prjimo y de la misericordia. Al mismo tiempo, elnio experimenta diariamente que nadie lo trata con compasin cuando lepegan, que nadie se da cuenta de que sufre. Nadie le ayuda, a pesar de quetantas personas se dedican a su alrededor a ejercer las virtudes cristianas. Quvalor pueden tener en realidad esas virtudes?, debe de preguntarse el nio unay otra vez. Acaso no soy yo tambin un prjimo que merece ser amado? Peroestas mismas preguntas podran provocar nuevas palizas. As pues, qu otroremedio le queda sino guardarse esas preguntas y quedarse con ellas an mssolo que hasta entonces, pues no le est permitido compartirlas con nadie?

    Pero estas preguntas no desaparecern. Ms tarde, mucho ms tarde,cuando la escuela acabe y las autoridades, los catedrticos, ya no le produzcantemor, porque l mismo, Nietzsche, es catedrtico tambin, las preguntas y lossentimientos sojuzgados se escaparn del calabozo donde han estadoencerrados veinte aos. Entretanto, habrn adquirido legitimidad al hallar unobjeto sustitutivo. La crtica de Nietzsche no se dirigir contra los autnticoscausantes de su ira, es decir, las tas, la abuela, la madre, sino contra los valoresde la filologa. Aun as, ello requiere coraje, pues se trata de valores que hastaentonces haban sido sagrados para todos los fillogos.

    Pero Nietzsche tambin ataca valores que antes le haban sido caros, peroque quienes le rodeaban no respetaban, como por ejemplo la verdad,simbolizada en la persona de Scrates. De la misma manera que un joven enplena pubertad ha de rechazar, de entrada, todo aquello que ha amado hasta elmomento, a fin de edificar nuevos valores, Nietzsche, que no vivi esarevolucin de la pubertad, que a los doce aos escribe en su diariocomplacientes anotaciones, empieza a los veinticinco aos a atacar, a zaherir, areducir al absurdo la cultura en la que estaba afincado. Y no con los recursos deun joven en plena adolescencia, sino con ayuda del intelecto altamentedesarrollado de un fillogo y catedrtico de filosofa.

    Es perfectamente comprensible que ese lenguaje posea fuerza y cause unahonda impresin. No se trata de un parloteo hueco que echa mano de consignasrevolucionarias gastadas, sino de una combinacin, inusual entre los fillogos,de pensamiento original y sentimientos intensos, que resultan convincentes aprimera vista.

  • Estamos acostumbrados ya a contemplar a Nietzsche como unrepresentante del Romanticismo tardo, y a su filosofa vital como fruto de lainfluencia de Schopenhauer. Pero el que sean determinadas personas, y nootras, quienes nos influyen durante la edad adulta, no tiene nada de casual, y ladescripcin que hace Nietzsche de la euforia que experiment al iniciar lalectura de la principal obra de Schopenhauer muestra que descubri en ella, nosin motivo, un mundo emparentado con el suyo propio. Si durante laadolescencia se le hubiera permitido hablar libremente en el seno de la familia,posiblemente no hubiera necesitado a Schopenhauer, ni, sobre todo, a loshroes germnicos, a Richard Wagner y a la bestia rubia. Habra hallado suspropias y ajustadas palabras para decir: No soporto las cadenas bajo las quediariamente se me aprisiona; mis fuerzas creadoras corren el peligro de verseaniquiladas. Necesito toda mi energa para salvarlas, para afirmarme aqu. Nopuedo replicaros nada que seis capaces de entender. No puedo vivir en estemundo angosto y lleno de falsedad. Y sin embargo no puedo abandonaros. Nopuedo prescindir de vosotras, soy todava un nio y estoy a vuestra merced.Por eso sois tan prepotentes, a pesar de vuestra debilidad. Para derribar esemundo que me impide vivir hara falta un coraje heroico y cualidadessobrehumanas, fuerzas sobrehumanas. Yo no poseo esas fuerzas, soydemasiado dbil y tengo miedo de haceros dao, pero desprecio la debilidadque hay en m y la debilidad que hay en vosotras, que me fuerza a sentircompasin. Desprecio toda forma de debilidad que me impida vivir. Habis cercadomi vida con coacciones; entre la escuela y el hogar no me queda margen algunode libertad, a excepcin quiz de la msica, pero eso no me basta. Necesitopoder servirme de las palabras. Necesito poder proferirlas a gritos. Vuestramoral y vuestra racionalidad son para m una crcel en la que me asfixio, y esoal inicio de mi vida, cuando tantas cosas tengo por decir.

    Todas esas palabras se quedaron atascadas en la garganta y en la cabezade Nietzsche, y no es de extraar que ya en la infancia, y sobre todo en su etapaescolar, sufriera continuamente intensas jaquecas, laringitis y trastornosreumticos. Todo lo que no poda articularse hacia el exterior permaneci en elcuerpo, obrando sus efectos en forma de constante tensin. Ms tarde, elpensamiento crtico pudo dirigirse contra conceptos abstractos como la cultura,el cristianismo, el esnobismo, los valores burgueses. Ejerciendo estas crticas nocorra peligro de matar a nadie (pues todo nio bien educado teme que susmalas palabras puedan matar a las personas a las que quiere). En comparacincon ese peligro, la crtica a algo abstracto como es la sociedad no deja de parecerinofensiva aunque provoque la indignacin de los representantes de aqulla.No se halla uno ante ellos como un nio desamparado y culpable; uno puededefenderse, y tambin pasar al ataque, con la ayuda de argumentosintelectuales, recurso que por regla general no est a disposicin de los nios, ytampoco estaba a disposicin del nio Nietzsche.

    Y, con todo, las precisas observaciones de Nietzsche acerca de nuestrosistema cultural y de la moral cristiana, as como la intensidad de suindignacin, no tienen su origen en la poca de sus anlisis filosficos, sino en

  • los primeros aos de su vida. En esa poca, Nietzsche se dedic a observar elsistema; por entonces sufra bajo l, esclavo y amante al mismo tiempo; porentonces estaba encadenado a una moral que despreciaba, y era atormentadopor personas cuyo amor necesitaba. Entre las estrategias posibles para superarsu justificada y ardiente ira, el dirigirla contra el cristianismo en su conjunto salvaguardando as la integridad del hogar paterno y la idealizacin de lospadres no era, sin duda, la nica imaginable, pero tampoco la peor. Si nohubiera pasado aquellos buenos primeros aos junto a su padre, y no hubieratenido ms tarde la posibilidad de tocar msica e ir a buenas escuelas, quinsabe lo que su odio le habra impulsado a hacer? En cualquier caso, susobservaciones tempranamente asimiladas han ayudado a muchas personas aver cosas en las que nunca haban reparado antes. Lo experimentado y vividopor un individuo puede, pese a lo subjetivo de la fuente, alcanzar validezgeneral, porque los sistemas de la familia y de la educacin, que Nietzscheobserv temprana y minuciosamente, son representativos del conjunto de lasociedad.

    Confusin

    Pero, junto a esa faceta positiva, la manera en que Nietzsche super sudestino infantil tuvo tambin funestos y devastadores efectos, porque el filsofoutiliz como arma contra el mundo aquello que ms problemas le caus a lmismo: la confusin. De igual manera que l mismo se vio confundido hasta loms hondo, en primer lugar por la terrible enfermedad del padre, y ms tarde,una y otra vez, por la insoportable contradiccin entre la moral predicada y elcomportamiento fctico de todas las personas-clave tanto en la familia como enla escuela, Nietzsche, a su vez, lleva de vez en cuando al lector a la confusin,presumiblemente sin darse cuenta l mismo. Yo experiment este sentimientode confusin cuando, despus de tres dcadas, empec a releer las obras deNietzsche. Treinta aos antes, yo, empeada nicamente en entender lo queNietzsche quera decir, haba dejado de lado este sentimiento. Pero la segundavez me dej guiar por l. Y as pude comprobar que a otras personas les sucedalo mismo, aunque no emplearan la palabra confusin y no atribuyeran elorigen de ese sentimiento a una necesidad compulsiva de repeticin anclada enla persona de Nietzsche, sino a su propia falta de formacin, inteligencia oprofundidad intelectual. Esa es justamente la actitud que aprendemos desdepequeos: cuando los mayores (los ms sabios) propagan, como si se tratarade verdades evidentes, toda clase de disparates, contradicciones y absurdos,cmo podra un nio educado autoritariamente darse cuenta de que lo que oyeno es el colmo de la sabidura? Har todos los esfuerzos posibles para creerloas, y esconder a su propia vista sus dudas en lo ms recndito. As es comomuchas personas leen hoy en da los escritos del gran Nietzsche. Se atribuyen a

  • s mismos las causas de la confusin y se inclinan con reverencia ante elfilsofo, tal como ste lo hizo quizs en su da ante su padre enfermo.

    Yo descubr estas conexiones gracias a haber tolerado el sentimiento deconfusin producido por la lectura de Nietzsche, pero aun as no considero estesentimiento como un asunto de mi nica incumbencia. Hall en los escritos deRichard Blunck, el cual se dedic durante cuatro dcadas al estudio de la obra yla vida de Nietzsche, un pasaje que confirma indirectamente mis experiencias.Al ser destruida durante la guerra una gran parte del material que Blunck habaacumulado, ste tuvo que renunciar a publicar la gran biografa de Nietzscheque tena planeada, y puso en manos de Curt-Paul Janz la continuacin de latarea. En la introduccin a la biografa en tres volmenes de Janz se hallan lassiguientes palabras de Richard Blunck:

    Quien, como nosotros cuarenta aos atrs, tropiece por primera vezcon un libro de Nietzsche notar de inmediato que el libro pone a pruebaalgo ms que su entendimiento, que ah no basta con seguir elpensamiento del autor en su camino de las hiptesis a las consecuencias yde concepto en concepto, en busca de verdades. Antes bien, el lectorsentir que ha penetrado en un formidable campo magntico del queemanan sacudidas de naturaleza demasiado profunda para podercapturarlas slo con las redes del entendimiento. Ms que una serie dejuicios o de nociones, lo que le conmover ser la persona que se halla trasesos juicios y nociones. Si tiene algo que defender, saldr a menudo alpaso de ellos; pero ya nunca ms podr desembarazarse del todo de lapersona que los emite, ni sustraerse al campo magntico que starepresenta. Si slo presta atencin a los juicios que salen a su encuentro ensentencias imperiosas, y que a veces parecen abalanzarse sobre l, el lectortendr pronto la sensacin de hallarse en un laberinto en cuyas intrincadasgaleras se le muestran inconmensurables riquezas, pero tambin el rostroamenazante del Minotauro que reclama vctimas humanas. Creer hallarseante las verdades ms verdaderas, que dan de lleno en el corazn de lascosas; pero en el siguiente libro esas verdades ms verdaderas sederogarn a s mismas, y el lector sentir que lo nico que ha hecho hasido penetrar en una nueva galera del laberinto. Con todo, el lector quemantenga despierto su ser y no se limite a tantear con el intelecto nuncaperder la certeza de hallarse ms cerca de la vida y del verdadero rostrode sta que con ningn otro pensador. Lo que se le revela, en plenacontradiccin de juicios y puntos de vista, es una potencia intelectualsingularmente profunda y elevada, que no est ligada a puntos de vista nia verdades, sino que los remonta y franquea una y otra vez, siempre alservicio de una veracidad que no conoce otra ley que a s misma y la vidaque fluye, se transforma y recrea eternamente.

    Una tal veracidad no es cualidad propia del saber compendiador nidel entendimiento ordenador, por ms que no pueda apenas prescindir deellos, sino pertenece a una personalidad de marcado carcter moral, a un

  • corazn lleno de coraje y a un intelecto intrpido e infatigable. Paraalcanzar la exuberancia que caracteriza la obra de Nietzsche, esa veracidaddebe ser vivida y sufrida. Esa veracidad, ligada a una extrema capacidadde asimilacin y de penetracin crtica de todas las posibilidades delmundo intelectual europeo, ligada tambin a la hondura en la visin de laesencia del ser humano y a una proftica clarividencia y amplitud demiras, se nos muestra aqu en unas dimensiones nicas en la historia delpensamiento occidental; por ello la vida y la obra de Nietzsche nos afectanen tan gran medida: una vida y una obra que, bajo el azote de esaveracidad, fueron una lucha constante y sin tregua contra una poca quese suma cada vez ms en una desesperada falsedad, y contra la propiafelicidad, la fama o incluso el corazn amante; una hazaa cuya pureza ynecesidad no se ven enturbiadas ni suprimidas por repercusin alguna,por equvoca y terrible que sta fuese. (Richard Blunck, en C. -P. Janz 1978,pg. 10)

    El autor de las precedentes lneas se hall, en el fondo, muy cerca de laverdad, pero se extravi en los laberintos. La educacin recibida bast parahacerle incapaz de ir en busca de los orgenes biogrficos de esos laberintos. Ysi, a pesar de ello, hubiera podido atreverse a hacerlo, su existencia y su trabajose habran visto, sin duda, seriamente amenazados bajo el Tercer Reich. Pues enesa poca Nietzsche estaba muy de moda. Su veneracin del hroe brbarofue interpretada al pie de la letra y vivida con todas sus horriblesconsecuencias. Pero precisamente la manera en que los nacionalsocialistasadaptaron para sus fines los hallazgos y formulaciones de Nietzsche, muestra lapotencial peligrosidad de un anlisis que contempla por separado los ltimoseslabones de una cadena biogrfica y demuestra desinters y ceguera hacia elorigen de esa cadena.

    Hoy en da, los bigrafos del filsofo hacen hincapi continuamente en elhecho de que el pensamiento y la vida de Nietzsche estn estrechamenteligados, probablemente ms que en el caso de ningn otro pensador. Peroraramente se hallan referencias a la infancia, a pesar de que, sin conocimientode sta, cualquier recorrido vital resulta incomprensible. La biografa de Curt-Paul Janz, que abarca un total de 1.977 pginas y no apareci hasta 1978, dedicaa la infancia de Nietzsche, una vez concluida la historia de los antepasados,menos de diez pginas, porque el significado de la infancia para la vidaposterior del filsofo es an objeto de intensa discusin, debido a lo cual apenasse han efectuado investigaciones en este terreno. Los estudiosos no buscan enlos escritos de Nietzsche aspectos de la historia de su vida, sino de la historia dela filosofa. La vida, la enfermedad y el trgico final de Nietzsche no han sidohasta ahora investigados a la luz de su infancia; y mucho menos su obra, porsupuesto.

    Y, sin embargo, me parece que hoy en da no es difcil darse cuenta de quela obra de Nietzsche fue un intento desesperado, pero nunca abandonado,hasta el colapso espiritual de liberarse de la prisin de su infancia, del odio

  • hacia las personas que lo educaron y atormentaron. Ese odio, y el miedo a eseodio, debieron de ser tanto ms intensos cuanto menos le fue dado a Nietzscheen su vida independizarse de las figuras reales de su madre y su hermana. Esbien sabido que la hermana de Nietzsche falsific muchas de las cartas delfilsofo, que intrig infatigablemente contra los intereses de su hermano y queno descans hasta ver destruida la relacin de ste con Lou von Salom. Tantola madre como la hermana necesitaron que Friedrich dependiera de ellas hastael final. El nio educado a la perfeccin aprendi tempranamente a nodefenderse, y en lugar de ello a combatir sus genuinos sentimientos: por esomismo el adulto no consigui encontrar su camino hacia una liberacin real.Hall en la escritura una y otra vez la ilusin de una liberacin porque en elplano simblico dio, innegablemente, pasos que le condujeron en esa direccin.Tambin los dio en la vida real, pero sin mezclar nunca en ello a su propiafamilia. Por ejemplo, tuvo el coraje, despus de haber enfermado, de renunciara su ctedra en Basilea para poder criticar ms libremente el sistema. Adquirias la libertad de escribir aquello que una necesidad interior le obligaba aescribir, sin tener que amoldarse a las reglas de la universidad. Pero en ciertomodo eso no pas de ser una solucin de repuesto, pues era incapaz desuprimir lo que se ocultaba detrs, es decir, la idealizacin del hogar paterno,porque sus verdaderos sentimientos (la ira, el miedo, el desprecio, laimpotencia, las ansias de liberacin, la furia destructiva y la desesperadadependencia hacia sus verdugos) le robaban la paz y exigan constantementenuevos objetos sustitutorios.

    La madre

    En varias cartas dirigidas a amigos de Friedrich Nietzsche, la madredescribe el estado del enfermo, al que consagr sus esfuerzos, como si se tratarade un nio pequeo, en la poca en que Nietzsche haba ya perdido porcompleto sus energas intelectuales. En un pasaje de estas cartas, la madrerefiere que Nietzsche emita, con rostro risueo, terribles alaridos. No podemossaber si esa informacin es digna de confianza, pues las madres interpretan amenudo la expresin de los rostros de sus hijos tal como corresponde a suspropios deseos. Pero si las observaciones de la madre son correctas, podemosdescubrir en ello la actitud del nio pequeo, muy pequeo, que por fin podagritar, en presencia de la madre, tan fuerte como jams le haba sido permitido,y que disfrutaba de la tolerancia materna por fin alcanzada. Pues los gritos deun adulto apenas son imaginables sin un rostro desfigurado por el dolor.

    Algunas mujeres empiezan a tratar con ms cario a sus hijos en elmomento en que stos, a consecuencia, por ejemplo, de una enfermedad mentalo cerebral, dejan de estar en condiciones de pensar, es decir, de ejercer crticaalguna. No estn muertos todava, pero s desamparados y a merced de lamadre. A algunas de esas mujeres, educadas ante todo para el cumplimiento

  • del deber, esa actitud de sacrificio por el hijo las har sentirse buenas y nobles.Si durante su infancia tuvieron que reprimir sus propias crticas, les molestarque el hijo o la hija exterioricen crticas hacia ellas. En cambio, el hijominusvlido las har sentirse menos cuestionadas. Adems, sus sacrificios enfavor del hijo son objeto de consideracin y de admiracin por parte de lasociedad. Por ello es muy probable que la madre de Nietzsche, que contabadieciocho aos al nacer l, y a la que incluso los bigrafos ms benvolosdescriben como una mujer fra, necia e incapaz de interesarse por nada, sesacrificara efectivamente por su hijo cuando ste, en sus ltimos aos, ya noreconoca a sus amigos y apenas poda hablar.

    Richard Wagner(El padre, la seduccin y el desengao)

    Para poder mostrar los diversos escenarios de la vida de Nietzsche enconexin con su infancia, no slo hara falta estudiar muy atentamente suscartas, sino tambin desentraar los hechos reales de entre el cmulo defalsificaciones efectuadas por la hermana. A mi parecer, cualquiera que notenga reparo en establecer la conexin con la infancia puede descubrir, en esatarea, muchas novedades. Por ejemplo, se podra analizar la cuestin de si larelacin de Nietzsche con Richard Wagner treinta aos mayor que l no fueen realidad una reedicin de las trgicas y reprimidas experiencias con larepentina enfermedad del padre. El hecho de que la admiracin y el entusiasmoiniciales se transformaran tan repentinamente en desengao, rechazo y radicalabandono, parece hablar en favor de tal hiptesis. El desengao se produjocuando Wagner compuso Parsifal, con el que, a los ojos de Nietzsche,traicion los antiguos valores germnicos en favor de los cristianos, tansospechosos para el filsofo. Slo a partir de ese momento empez a serconsciente de los puntos dbiles de Richard Wagner, puntos que hasta entonceshaba pasado por alto en su idealizacin.

    He buscado en vano, en la vasta bibliografa existente sobre Nietzsche,informaciones que describan cmo aquel inteligente nio de cuatro aos ymedio vivi la historia de los once meses de enfermedad cerebral de su padre.A falta de datos pertinentes, tuve que dirigir mi atencin hacia la vida posteriordel filsofo y buscar en ella puntos de referencia. Creo haberlos hallado en larelacin de Nietzsche con Richard Wagner. Por grande que pudiera ser ladecepcin de Nietzsche, ya hombre maduro, ante la obra de Richard Wagner,jams habra hecho brotar semejante cmulo de escarnios y desprecio (sobretodo si tenemos en cuenta que Wagner nunca le hizo personalmente ningndao a Nietzsche, es ms, senta un gran afecto hacia l) si la personalidad y laobra del msico no hubieran hecho renacer en Nietzsche los sufrimientos de susprimeros aos.

  • A partir de un determinado momento, el conjunto de la obra de Wagner yel ambiente de Bayreuth, que haban sido para l en su juventud una especie depatria, se le aparecen a Nietzsche como una gigantesca mentira. Lo nico queno puede negarle a Wagner son sus dotes de actor; pero Nietzsche no concibeesto como un elogio, pues define la psicologa y la moral del actor de lasiguiente manera: (...) Lo que ha de parecer verdadero no puede permitirseserlo. (...) La msica de Wagner no es jams verdadera. Pero se la consideraverdadera; y todos contentos (Werke III, pg. 366). En ella, segn Nietzsche, elautor finge sentimientos sagrados, nobles, grandes y buenos, y simula idealesque apenas tienen relacin con los verdaderos sentimientos de una personaviva. Esos sentimientos los halla Nietzsche en Carmen de Bizet, en laambivalencia, en el matar por amor. Asiste, entusiasmado, a variasrepresentaciones de esa pera. Experimenta Carmen como una liberacin de lamentira que le persigue desde los aos de su juventud en Bayreuth, perotambin desde la infancia. Y ahora la ofensiva contra el antes admirado ypaternal amigo Richard Wagner es total. Ya no encuentra nada bueno en l, y loodia de todo corazn, como un nio profundamente herido. El odio se nutre dela desesperacin y la tristeza por haberse dejado engaar tanto tiempo, porhaber admirado durante tanto tiempo a alguien que ahora le parece digno slode desprecio. Cmo fue que no descubri antes la debilidad que se ocultabatras la fachada, cmo pudo dejarse engaar de esa manera?

    Nietzsche se siente vctima de una seduccin que ahora tratar dedesenmascarar por todos los medios. Considera ingenua la admiracin de losdems, y no puede comprender que sigan viajando a Bayreuth para dejarsehipnotizar por una mentira que l ya ha desvelado. Ese dolor sale a la luz una yotra vez en sus recriminaciones contra Richard Wagner: Nietzsche quisieraponer a la humanidad en guardia contra un gran engao y despertar de susopor a los wagnerianos, remitindolos a s mismos y a sus propias y genuinasvivencias, tal como lo hace Zaratustra cuando renuncia a tener discpulos.

    A pesar de que su intensidad se nutre de la ira en su da reprimidahacia su padre y hacia otras personas-clave de su infancia, los ataques deNietzsche no muestran flaquezas lgicas que pudieran delatar su enraizamientoen un resentimiento infantil. Lo que escribe, aduciendo ejemplos, sobre Wagner,es tan convincente (aunque los wagnerianos quiz no lo vean as) que hay quereconocer en ello, independientemente del trasfondo subjetivo y emocional delas observaciones, un alto grado de objetividad. En mi opinin, las agudas dotesobservadoras de Nietzsche tienen su pre-historia en la relacin con el padre,cuya msica escuchaba el nio con la mxima entrega, admiracin yentusiasmo. Pero ese padre no era slo el msico que tocaba el piano, sinotambin el educador que, aunque pudiera aprobar ciertos sentimientos (comopor ejemplo el entusiasmo por su msica), castigaba severamente otros.

    Quizs el nio consigui asumir las dos distintas facetas de su padre,pasando por alto los castigos mientras le fuera posible acudir a l y asimilar sumsica. Pero cuando el padre enferm, cuando el nio se sinti, de la noche a lamaana, completamente abandonado por l, los abrumadores sentimientos de

  • decepcin, de ira, de vergenza por haber sido seducido y abandonado,deberan haber irrumpido, si..., si el nio no hubiera aprendido ya antes queestaba prohibido exteriorizar esos sentimientos. Y si no hubiera estado, a partirde entonces, rodeado de educadoras (wagnerianas) que condenaban sussentimientos y los mantenan bajo estricto control. As pues, estos sentimientoshubieron de esperar decenas de aos para poder ser revividos frente a lapersona de otro msico.

    Y, sin embargo, la agudeza y la precisin de las observaciones no se venalteradas por los sentimientos, sino, por el contrario, ms bien reforzadas. Ashabra hablado el nio Nietzsche si no se lo hubieran impedido: No puedocreer en tu msica si al mismo tiempo me pegas y castigas por mis genuinossentimientos. Si esa msica no engaa, si realmente expresa la verdad, entoncestengo derecho a esperar de ti que respetes los sentimientos de tu hijo. De locontrario, hay algo que no encaja; de lo contrario, esa msica que he absorbidopor todos mis poros es un embuste. Voy a pregonarlo a todos los vientos paraque otros, por ejemplo mis hermanos pequeos, no sean tambin vctimas deesa seduccin. Si tu teologa, tus sermones, tus palabras dijeran la verdad, mehabras tratado de muy otra forma, no habras podido contemplar, sin la menorcomprensin, mis sufrimientos, porque yo tambin soy el prjimo al que hayque amar. Si hubieras sido una persona honrada, en la que se pudiera creer, nome habras castigado por mi llanto, ni me habras dejado arrostrar solo mismiserias sin tu apoyo, ni me habras prohibido hablar. A la vista de todo lo queme ha sucedido, tus conceptos de bondad, amor al prjimo y redencin meparecen vacos y falsos; todo aquello en lo que he credo hasta ahora no es msque teatro, completamente carente de realidad. Lo que vivo es real, y tuspalabras deberan poder medirse con esa realidad. Pero, frente a la realidad, tuspalabras son pura comedia. Te encanta tener un hijo que te escucha y te admira.Eso satisface tus necesidades. Los dems no se dan cuenta de ello, y piensanque de verdad tienes algo que ofrecerles. Pero yo me he dado cuenta, headivinado tu precariedad, slo que no me estaba permitido decirlo.

    Al nio eso no le estaba permitido. Por lo menos, frente al padre. Pero, yaadulto, se lo dir a Richard Wagner, lo escribir sin rodeos. Y el mundo tomaren serio lo que escriba. Pero tanto Nietzsche como el mundo no sepreguntarn qu hay detrs de esos escritos.

    La misoginia de Nietzsche

    En contraste con la validez de su crtica a las actividades de Wagner, a lacultura burguesa y a la moral cristiana, el concepto nietzscheano del serfemenino no es a menudo ms que una grotesca desfiguracin; pero slo en lamedida en que las destinatarias de sus crticas permanecen desconocidas. En suinfancia, Friedrich Nietzsche se vio confrontado con un grupo de educadorasexclusivamente femenino, y tuvo que recurrir a todas sus energas para

  • soportarlo. Ms adelante se desquitara, pero nicamente a nivel simblico,atacando a todas las mujeres, con la excepcin de su madre y su hermana. Lasautnticas causantes de sus sufrimientos permaneceran intocables.

    Pero la misoginia de Nietzsche resulta comprensible si se tiene presente laenorme desconfianza que debi de acumularse en aquel nio tan a menudovapuleado, y que ms tarde, ya adulto, escribira, en su ira ciega eirresponsable: Vas a tratarte con mujeres? No olvides el ltigo!. Estaasociacin de factores que realizo se basa en los escritos de la pedagoganegra que cit en 1985, y en los que se describe exhaustivamente cmo se debeofuscar, engaar y manipular a un nio para hacerlo bueno y sumiso (vase A.Miller 1980, 1985b, pgs. 17 y ss.).

    No cabe la menor duda de que Nietzsche fue educado segn los principiosde la pedagoga negra. Por esta razn fue raramente capaz de expresar sumalestar por las manipulaciones e insinceridades de su hermana; no le estabapermitido ver cmo era su hermana en realidad. Si alguna vez lo hizo, no tarden retirar sus palabras. Por ejemplo, afirm una vez que la voz de su hermana leresultaba difcil de soportar, pero aadi inmediatamente que en el fondonunca haba dudado realmente de su benevolencia, de sus buenas intenciones,de su amor hacia l, de su credibilidad. Y es que no poda permitirse esa duda,porque no tena otra hermana, porque quera creer que ella lo amaba y que eseamor significaba algo ms que explotacin y afn de imponerse a toda costa. Sile hubiese estado permitido ver cmo era su hermana, no habra necesitadogeneralizar. No habra tenido por qu tomar a todas las mujeres, en suglobalidad, por brujas y serpientes, ni habra tenido por qu odiarlas sinexcepcin.

    El fascismo(La bestia parda)

    No es mi intencin explicar la vida de Nietzsche basndome en suinfancia, sino comprender su filosofa a partir de sus experiencias infantiles. Laexperiencia decisiva fue el desprecio del dbil y la obediencia hacia el poderoso.Este principio aparentemente inocuo, con el que tantas personas se familiarizanen la infancia, es el ncleo de toda ideologa fascista. La experiencia de labrutalidad durante la infancia conduce al adicto de la ideologa fascista, sea stade la clase que sea, a la ceguera hacia el lder y la brutalidad hacia los msdbiles. El caso de Nietzsche, pero tambin, por ejemplo, determinadasaseveraciones de C. G. Jung (vase A. Miller 1981, pgs. 113-115), muestran contoda claridad que este proceso puede ir asociado con un anhelo de liberacin delas energas creativas del nio, que se ven sojuzgadas en el sistema de lapedagoga negra. El afn de vivir y de desarrollarse sin trabas que caracterizaa toda criatura humana se halla en estos casos aparejado con la voz del antiguo

  • verdugo, ahora interiorizado. De la misma manera que en su da los principiosde la pedagoga negra ahogaron los gritos del nio, la brutalidad del fascismoahoga el anhelo de vida del individuo. El sistema interiorizado se asocia con lasinquietudes del nio y conduce a ideologas destructivas, que pueden fascinar acualquiera que se haya visto sometido a una educacin semejante. Por ello lopeligroso no son los escritos de Nietzsche, sino el sistema educativo del quesurgieron l mismo y sus lectores. Estos pudieron transformar su aparentefilosofa de la vida en una ideologa de la muerte, porque dicha filosofa estuvosiempre, en el fondo, vinculada con la muerte.

    No es ninguna casualidad que As habl Zaratustra se convirtiera en la msfamosa de las obras de Nietzsche, pues el confundido lector hall en el estilo deZaratustra, al menos un marco externo que le era familiar desde su infancia: elestilo del predicador. Tambin deba de resultarle familiar pese al nuevoenvoltorio lingstico la lucha por la vida y contra la neutralizacin a travsde la obediencia. Nietzsche gira constantemente en torno a esa alternativa:

    Yo he seguido las huellas de lo vivo, he recorrido los caminos msgrandes y los ms pequeos para conocer su especie. (...)

    Con centuplicado espejo he captado su mirada cuando tena cerrada laboca: para que fuesen sus ojos los que me hablasen. Y sus ojos me hanhablado.

    Pero en todo lugar en que encontr seres vivientes o hablar tambin deobediencia. Todo ser viviente es un ser obediente.

    Y esto es lo segundo: Se le dan rdenes al que no sabe obedecerse a smismo. As es la especie de los vivientes.

    Pero esto es lo tercero que o: Mandar es ms difcil que obedecer. Yno slo porque el que manda lleva el peso de todos los que obedecen, yese peso fcilmente lo aplasta:

    Un ensayo y un riesgo advert en todo mandar; y siempre que el servivo manda se arriesga a s mismo al hacerlo.

    Ms an, tambin cuando se manda a s mismo tiene que expiar sumandar. Tiene que ser juez y vengador y vctima de su propia ley.

    Cmo ocurre esto!, me preguntaba. Qu es lo que induce a loviviente a obedecer y a mandar y a ejercer obediencia incluso cuandomanda? (F. Nietzsche 1976, pgs. 170-171, cursiva de A.M.)

    Y este misterio me ha confiado la vida misma. Mira, dijo, yo soy loque tiene que superarse siempre a s mismo.

    En verdad, vosotros llamis a esto voluntad de engendrar o instintode finalidad, de algo ms alto, ms lejano, ms vario: pero todo eso es unanica cosa y un nico misterio.

    Prefiero hundirme en mi ocaso y renunciar a esa nica cosa; y, enverdad, donde hay ocaso y caer de hojas, mira, all la vida se inmola a smisma por el poder!

  • Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradiccin delas finalidades: ay, quien adivina mi voluntad, se adivina sin dudatambin por qu caminos torcidos tengo que caminar yo!

    Sea cual sea lo que yo cree, y el modo como lo ame pronto tengoque ser adversario de ello y de mi amor: as lo quiere mi voluntad.

    Y tambin t, hombre del conocimiento, eras tan slo un sendero yuna huella de mi voluntad: en verdad, mi voluntad de poder caminatambin con los pies de tu voluntad de verdad!

    No ha dado ciertamente en el blanco de la verdad quien disparhacia ella la frase de la voluntad de existir: esa voluntad no existe!

    Pues lo que no es no puede querer; mas lo que est en la existencia,cmo podra seguir queriendo la existencia!

    Slo donde hay vida hay tambin voluntad: pero no voluntad devida, sino as te lo enseo yo la voluntad de poder!

    Muchas cosas tiene el viviente en ms alto aprecio que la vidamisma; pero en el apreciar mismo habla la voluntad de poder!

    Esto fue lo que en otro tiempo me ense la vida: y con ello osresuelvo yo, sapientsimos, incluso el enigma de vuestro corazn.

    En verdad, yo os digo: Un bien y un mal que fuesen imperecederos no existen! Por s mismos deben una y otra vez superarse a s mismos.

    Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercisviolencia, valoradores: y se es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblory el desbordamiento de vuestra propia alma.

    Pero una violencia ms fuerte surge de vuestros valores, y una nuevasuperacin: al chocar con ella se rompen el huevo y la cscara.

    Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad,se tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores.

    Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas sta es labondad creadora.

    Hablemos de esto, sapientsimos, aunque sea desagradable. Callar espeor; todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas.

    Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades pueda caer hecho pedazos! Hay muchas casas que construir todava!

    As habl Zaratustra. (dem, pgs. 171-173)

    Pero tambin hay pasajes en Zaratustra que parecen superar esa trgicamezcolanza de bien y mal e invitan inequvocamente a los hombres delconocimiento a romper las viejas tablas.

    Ceden, estos buenos, se resignan, su corazn repite lo dicho porotros, el fondo de ellos obedece: mas quien obedece no se oye a s mismo!

    Todo lo que los buenos llaman malvado tiene que reunirse para quenazca una nica verdad: oh hermanos mos, sois tambin vosotrosbastante malvados para esa verdad?

  • La osada temeraria, la larga desconfianza, el cruel no, el fastidio, elsajar en vivo qu raras veces se rene esto! Pero de tal semilla es de laque se engendra verdad!

    Junto a la conciencia malvada ha crecido hasta ahora todo saber!Romped, rompedme, hombres del conocimiento, las viejas tablas! {dem,pg. 278, cursiva de A.M.)

    Qu duro y malvado debe de sentirse un nio que permanece fiel a smismo y no revela aquello que ve y percibe!

    Por qu tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder?Por qu hay tanta negacin, tanta renegacin en vuestro corazn? Y tanpoco destino en vuestra mirada?Ysi no queris ser destinos ni inexorables: cmo podrais vencerconmigo?Ysi vuestra dureza no quiere levantar chispas y cortar y sajar: cmopodrais algn da crear conmigo?

    Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene quepareceros el imprimir vuestra mano sobre milenios como si fuesen cera bienaventuranza, escribir sobre la voluntad de milenios como sobrebronce, ms duros que el bronce, ms nobles que el bronce. Slo lototalmente duro es lo ms noble de todo.

    Esta nueva tabla, oh hermanos mos, coloco yo sobre vosotros: haceosduros! . (dem, pg. 296)

    Qu difcil, y al mismo tiempo, necesario es saber decir no!:

    Con la tempestad llamada espritu sopl sobre tu mar agitado;todas las nubes las expuls de l soplando, estrangul incluso alestrangulador llamado pecado.

    Oh alma ma, te he dado el derecho de decir no como la tempestad y dedecir s como dice s el cielo abierto: silenciosa como la luz te encuentrasahora, y caminas a travs de tempestades de negacin.

    Oh alma ma, te he devuelto la libertad sobre lo creado y lo increado:y quin conoce la voluptuosidad de lo futuro como t lo conoces?

    Oh alma ma, te he enseado el despreciar que no viene como unacarcoma, el grande, amoroso despreciar, que ama mximamente all dondemximamente desprecia.

    Oh alma ma, te he enseado a persuadir de tal modo que persuadesa venir a ti a los argumentos mismos: semejante al sol, que persuade almar a subir hasta su altura.

    Oh alma ma, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodillay todo llamar seor a otro; te he dado a ti misma el nombre viraje de lanecesidad y destino. (dem, pgs. 305-306, cursiva de A.M.)

  • Pero la vida buscada est llena de peligros, y las ms hermosas fantasas seven oscurecidas por experiencias y amenazas tempranas:

    Slo dos veces agitaste tus castauelas con pequeas manos entonces se balance ya mi pie con furia de bailar.

    Mis talones se irguieron, los dedos de mis pies escuchaban paracomprenderte: lleva, en efecto, quien baila sus odos en los dedos desus pies!

    Hacia ti di un salto: t retrocediste huyendo de l; y hacia m lanzllamas la lengua de tus flotantes cabellos fugitivos!

    Di un salto apartndome de ti y de tus serpientes: entonces t tedetuviste, medio vuelta, los ojos llenos de deseo.

    Con miradas sinuosas me enseas senderos sinuosos; en ellos mi pieaprende astucias!

    Te temo cercana, te amo lejana; tu huida me atrae, tu buscar me hacedetenerme: yo sufro, mas qu no he sufrido con gusto por ti!

    Cuya frialdad inflama, cuyo odio seduce, cuya huida ata, cuya burla conmueve:

    quin no te odiara a ti, gran atadora, envolvedora, tentadora,buscadora, encontradora! Quin no te amara a ti, pecadora inocente,impaciente, rpida como el viento, de ojos infantiles!

    Hacia dnde me arrastras ahora, criatura prodigiosa y niotravieso? Y ahora vuelves a huir de m, dulce presa y nio ingrato!

    Te sigo bailando, te sigo incluso sobre una pequea huella. Dndeests? Dame la mano! O un dedo tan slo!

    Aqu hay cavernas y espesas malezas: nos extraviaremos! Alto!Prate! No ves revolotear bhos y murcilagos?

    T bho! T murcilago! Quieres burlarte de m? Dnde estamos?De los perros has aprendido este aullar y ladrar.

    T me grues cariosamente con blancos dientecillos, tus malvadosojos saltan hacia m desde ensortijadas melenitas!

    Este es un baile a campo traviesa: yo soy el cazador t quieres sermi perro, o mi gamuza?

    Ahora, a mi lado! Y rpido, maligna saltadora! Ahora, arriba! Y alotro lado! Ay! Me he cado yo mismo al saltar!

    Oh, mrame yacer en el suelo, t arrogancia, e implorar gracia! Megustara recorrer contigo senderos ms agradables!

    senderos del amor, a travs de silenciosos bosquecillos demltiples colores! O all a lo largo del lago: all nadan y bailan pecesdorados!

    Ahora ests cansada? All arriba hay ovejas y atardeceres: no eshermoso dormir cuando los pastores tocan la flauta?

    Tan cansada ests? Yo te llevo, deja tan slo caer los brazos! Y sitienes sed yo tendra sin duda algo, mas tu boca no quiere beberlo!

  • Oh esta maldita, gil, flexible serpiente y bruja escurridiza!Adnde has ido? Mas en la cara siento, de tu mano, dos huellas ymanchas rojas!

    Estoy en verdad cansado de ser siempre tu estpido pastor! Tbruja, hasta ahora he cantado yo para ti, ahora t debes gritar para m!

    Al comps de mi ltigo debes bailar y gritar para m! Acaso heolvidado el ltigo? No! (dem, pgs. 309-311)

    A la serpiente y a la bruja se las puede odiar y flagelar, pero a la madre, ala abuela y las tas no. Con todo, es imposible desor los sentimientos de ira,indignacin y desconfianza. Tambin pueden ir dirigidos al populacho, quedesempea la misma funcin simblica que la serpiente y la bruja.

    No es este hoy de la plebe? Mas la plebe no sabe lo que es grande, loque es pequeo, lo que es recto y honesto: ella es inocentemente torcida,ella miente siempre.

    Tened hoy una sana desconfianza, vosotros hombres superiores,hombres, valientes! Hombres de corazn abierto! Y mantened secretasvuestras razones! Pues este hoy es de la plebe.

    Lo que la plebe aprendi en otro tiempo a creer sin razones, quinpodra destrurselo mediante razones?Yen el mercado se convence con gestos. Las razones, en cambio, vuelvendesconfiada a la plebe.Ysi alguna vez la verdad venci all, preguntaos con sana desconfianza:Qu fuerte error ha luchado por ella?. (dem, pgs. 386-387)

    Y Nietzsche pugna una y otra vez por alzarse sobre las nieblas de losperturbadores principios morales y alcanzar la claridad.

    No os dejis persuadir, adoctrinar! Quin es vuestro prjimo? Yaunque obris por el prjimo, no creis, sin embargo, por l!

    Olvidadme ese por, creadores: precisamente vuestra virtud quiereque no hagis ninguna cosa por y a causa de y porque. A estaspequeas palabras falsas debis cerrar vuestros odos.

    El por el prjimo es la virtud tan slo de las gentes pequeas: entreellas se dice tal para cual y una mano lava la otra: no tienen niderecho ni fuerza de exigir vuestro egosmo!

    En vuestro egosmo, creadores, hay la cautela y la previsin de laembarazada! Lo que nadie ha visto an con sus ojos, el fruto: eso es lo quevuestro amor entero protege y cuida y alimenta.

    All donde est todo vuestro amor, en vuestro hijo, all est tambintoda vuestra virtud! Vuestra obra, vuestra voluntad es vuestro prjimo:no os dejis inducir a admitir falsos valores! (dem, pg. 388)

  • La llamada a la guerra posee para Nietzsche, en el fondo, slo unsignificado simblico. Lo nico que pretende es declarar la guerra a laaniquiladora coaccin, a la mentira, a la cobarda que tan dolorosamenteestrangularon su existencia infantil.

    An hay una vida libre a disposicin de las almas grandes. Enverdad, quien poco posee, tanto menos es posedo: alabada sea la pequeapobreza!

    All donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo:all comienza la cancin del necesario, la meloda nica e insustituible.(dem, pgs. 84-85, cursiva de A.M.)

    Y esa persona que dependi de su madre y de su hermana durante toda lavida escribe: Si queris subir a lo alto emplead vuestras propias piernas! Nodejis que os lleven hasta arriba, no os sentis sobre espaldas y cabezas deotros! (dem, pg. 387).

    Por lo que respecta al pensamiento, Nietzsche nunca se sent sobre lasespaldas de nadie, pero en su vida permiti que las personas ms cercanas sesentaran sobre las suyas hasta el final. Cambi as la vida por la sabidura(Entonces, sin embargo, me fue la vida ms querida que lo que nunca me lo hasido toda mi sabidura, dem, pg. 312). Pero una vez que estuvo en posesin dela sabidura y se hizo consciente de lo que haba perdido, escribi en una carta aFranz Overbeck (22 de febrero de 1883): No! Esta vida! Y yo que soy elpaladn de la vida! (Werke IV, pg. 794). Slo lo era en teora, en la escritura.No le fue dado vivir la vida. El 14 de enero de 1880 escribe a Malwida vonMeysenbug: Pues el terrible y casi incesante martirio de mi vida me haceansiar el final, y algunos signos me hacen alimentar la esperanza de que laapopleja redentora no est lejana (Werke IV, pg. 752). Y en 1887 le dirigi aPaul Deussen las muy significativas palabras: Creo que no voy a durar mucho.Ya he llegado a la edad en la que muri mi padre, y tengo la sensacin de quesucumbir al mismo mal que l (P. Deussen 1901).

    El diagnstico clnico de su enfermedad habla de parlisis progresiva, ylos bigrafos parecen tranquilizarse al poder constatar que la dolencia finalde Nietzsche no tuvo nada que ver en absoluto con las antiguasenfermedades de la etapa escolar. Los 118 ataques (!) en un ao (1879) debieronde ser obviamente pura casualidad, ya que, en opinin de muchos de susbigrafos, Nietzsche fue, hasta su cada en la parlisis progresiva, un hombrerebosante de salud. Por ms que los bigrafos se apoyen para ello en argumentosmdico-cientficos, lo cierto es que raramente se me ha aparecido tan clara lacoherencia interna de un itinerario vital desde el principio hasta el fin, como laque transmiten las cartas y la obra de Nietzsche.

    Por qu soy tan sabio

  • De los textos de Nietzsche brota a veces algo que a primera vista podracalificarse de megalomana, y que produce en el lector bien educado unareaccin de repulsa. Un autor ha llamado a esto el complejo de divinidad deNietzsche, y en Ecce homo y en las cartas hay pasajes que, efectivamente, hacenpensar en un complejo semejante. Cmo hacer casar esa altanera con unespritu tan crtico y autocrtico como el de Nietzsche, si prescindimos de lashabituales etiquetas moralizantes? Quien lea los escritos autobiogrficos delNietzsche de doce a catorce aos apenas creer posible que procedan de lamisma pluma que escribi las obras posteriores. No porque sean infantiles, sinopor lo adultos que son. Una gran parte de esas anotaciones podran haber sidoescritas, y en el mismo estilo, por las tas, la abuela o el padre de Nietzsche. Soninsulsas y recatadas, como est mandado. Los sentimientos aparecen carentesde autenticidad y de fuerza, a veces teatrales, y casi siempre falsos. Se percibeque aquello que de verdad experimenta el autor est condenado a una vidasubterrnea, sin poder manifestarse mediante una sola frase, ni siquieramediante una palabra.

    Pero ese muchacho que a los doce aos escribe como un adulto tambin escapaz de hacer otras cosas. Y qu pasa con su orgullo, con su certeza decomprender ms que quienes le rodean? Si en aquella poca Nietzsche hubieraexpresado ese orgullo, habra pecado contra una importante virtud cristiana, lahumildad. Sin duda slo habra provocado rechazo e indignacin. As pues,siendo nio hubo de reprimir el sano y comprensible sentimiento decomplacencia ante su saber y de tristeza por su soledad con ese saber, y nopudo expresarlo hasta mucho ms tarde, por ejemplo en Ecce homo. Perotambin en ese caso, impulsado por una necesidad compulsiva de repeticin, lohace de una manera intolerable para su entorno. As se pone en el papel delpecador, de aquel que infringe las normas de la sociedad, por ejemplo lanorma de la humildad. Provoca con ello la indignacin moral de suscontemporneos y tambin de la posteridad, lo cual l acepta con gusto, yprobablemente incluso paladea, porque esa temeridad le hace sentirse liberado.No conoce otra clase de liberacin, como lo es el saber en el seno de lacomunidad. Nunca ha sido testigo de que pueda decirse la verdad sin al mismotiempo castigarse por ello, sin poner en manos del resto de los humanos losmedios que les permiten refutar esa verdad calificndola de megalomana.Nietzsche siempre haba estado a solas con su saber.

    Pero lo que en Nietzsche se nos aparece como megalomana tienepresumiblemente otras races adems de la necesidad interna de provocar.Nietzsche era el primognito, y ni siquiera tras el nacimiento de su hermanapudo contar con nadie que compartiera con l sus experiencias y percepciones,sobre todo en relacin con el padre transformado por la enfermedad. Demanera que se sinti siempre solo con sus descubrimientos, y no pudo vivir laexperiencia de que es posible compartir sin peligro con el entorno losdescubrimientos propios. Si hubiera tenido hermanos mayores, quiz suspercepciones no le habran resultado fatales. Quizs habra podido contar de

  • vez en cuando por lo menos con la mirada comprensiva de un hermano o deuna hermana mayor. Pero se vio forzado a ser el nico que sabe, o, por decirlo deotra manera, lo dejaron a solas con el saber, lo cual no slo puede despertarorgullo, sino que tambin puede provocar sentimientos de tristeza.

    Los abundantes pasajes en que revela su visin del cristianismo permitenapreciar la manera en que Nietzsche experiment el mundo que le rodeaba.Para que esos ataques sin cuartel adquieran un sentido, basta con sustituir lapalabra cristianismo por mis tas o mi familia en El Anticristo:

    En el cristianismo pasan a primer plano los instintos de lossometidos y los oprimidos: los estamentos ms bajos son los que buscanen l su salvacin. Aqu, como ocupacin, como medio contra elaburrimiento, se practica la casustica del pecado, la autocrtica, lainquisicin de la conciencia; aqu se mantiene constantemente en pie(mediante la oracin) el afecto con respecto a un Poderoso, llamado Dios;aqu lo ms alto es considerado inalcanzable, un don, una gracia. Aqufalta tambin la publicidad; el escondrijo, el cuarto oscuro son cristianos.Aqu el cuerpo es despreciado, la higiene, rechazada como sensualidad; laIglesia se defiende de la limpieza... Cristiano es un cierto sentido decrueldad con respecto a s mismo y con respecto a otros; el odio a los quepiensan de otro modo; la voluntad de perseguir. Representacionessombras y excitantes ocupan el primer plano; los estados de nimo msanhelados, designados con los nombres ms altos, son los epilepsoides; ladieta es elegida de tal modo que favorezca los fenmenos morbosos ysobreexcite los nervios. Cristiana es la enemistad a muerte contra losseores de la tierra, contra los aristcratas y a la vez una emulacinescondida, secreta (a ellos se les deja el cuerpo, se quiere nicamenteel alma...). Cristiano es el odio al espritu, al orgullo, al valor, a lalibertad, al libertinaje del espritu; cristiano es el odio a los sentidos, a lasalegras de los sentidos, a la alegra en cuanto tal... (F. Nietzsche 1990, pgs.46-47)

    No es difcil hacerse una idea de lo mucho que sufri el nio Nietzschebajo las creencias y afirmaciones de su entorno, en especial bajo el rechazo desus necesidades sensuales, de su corporalidad, y bajo constantes exigenciasmorales como la contricin, la piedad, el amor al prjimo, la castidad, el temorde Dios, la fidelidad, la pureza, la devocin. Para l todo eso no era y conrazn ms que una sarta de conceptos vacos, que se oponan a todo aquelloque para l significaba vida, a lo que significa vida para todo nio, y en los quevea el odio a lo natural (la realidad!) (dem, pg. 40). Nietzsche afirmaque el mundo cristiano es un mundo de ficcin, el cual a su vez es expresinde un profundo descontento con lo real... Pero con esto queda aclarado todo.Quin es el nico que tiene motivos para evadirse, mediante una mentira, de larealidad? El que sufre de ella. Pero sufrir de la realidad significa ser unarealidad fracasada... (dem, pg. 40).

  • No podramos tambin ver esto como especulaciones del nio acerca desus tas solteras, dedicadas a la beneficencia, cuyos mtodos educativos estabanante todo orientados a aniquilar en l toda seal de esa vitalidad que en su dahaba sido aniquilada en ellas? Si suponemos tras la moral taimada delcristianismo, que Nietzsche describe, los principios que rigieron su educacin,no resulta difcil entrever tras los seores de la tierra y los aristcratas alnio enraizado an en sus sentimientos, y por ello fuerte, vital, ntegro, al nioque corre el peligro de tener que sacrificar su vitalidad a los principios de laeducacin. Si leemos El Anticristo bajo esa clave, las frases antes confusasadquirirn a nuestros ojos un claro significado. Veamos unos pocos ejemplos:

    Si, por ejemplo, hay felicidad en creerse redimido del pecado, no senecesita, como presupuesto de eso, que el hombre sea pecador, sino que sesienta pecador. Pero si lo que se necesita en general y ante todo es fe,entonces hay que desacreditar la razn, el conocimiento, la investigacin:el camino que conduce a la verdad se convierte en el camino prohibido. La esperanza firme es un estimulante mucho mayor de la vida quecualquier felicidad acontecida en realidad. A los que sufren hay quemantenerlos en pie con una esperanza que no pueda ser contradicha porninguna realidad, que no quede suprimida por un cumplimiento: unaesperanza del ms all. (F. Nietzsche 1990, pg. 48)

    Para poder decir no a todo lo que representa en la Tierra elmovimiento ascendente de la vida, la buena constitucin, el poder, labelleza, la afirmacin de s mismo, para poder hacer eso, el instinto,convertido en genio, del resentimiento tuvo que inventarse aqu otromundo, desde el cual aquella afirmacin de la vida apareca como el mal,como lo reprobable en s. (dem, pg. 50)

    Calculadas las cosas psicolgicamente, los pecados se vuelvenindispensables en toda sociedad organizada de manera sacerdotal: ellosson las autnticas palancas del poder, el sacerdote vive de los pecados,tiene necesidad de que se peque... Artculo supremo: Dios perdona aquien hace penitencia dicho claramente: a quien se somete al sacerdote.(dem, pg. 55)

    Cuando Nietzsche se refiere a la persona de Jess, el tono cambiaradicalmente:

    Me opongo, dicho una vez ms, a que el fantico sea introducido enel tipo del redentor...; la fe que aqu hace or su voz no es una feconquistada con lucha est ah, est desde el principio, es, por asdecirlo, una infantilidad que se ha retirado a lo espiritual... Semejante feno se encoleriza, no censura, no se defiende: no lleva la espada nobarrunta en absoluto hasta qu punto ella podra llegar alguna vez a

  • dividir. No da pruebas de s misma, ni con milagros, ni con premios ypromesas, y menos an con la Escritura: ella misma es en todo instantesu milagro, su premio, su prueba, su reino de Dios. Tampoco esa fe seformula a s misma lo que hace es vivir, se defiende de las frmulas.(dem, pg. 61)

    La adhesin a la persona del redentor no excluye, sin embargo, queNietzsche exprese sentimientos de repugnancia hacia los sacerdotes y la Iglesia:

    (...) los conceptos ms all, juicio final, inmortalidad del alma,el alma misma; son instrumentos de tortura, son sistemas de crueldadesmediante los cuales el sacerdote lleg a ser seor, sigui siendo seor...Todo el mundo sabe eso: y, sin embargo, todo sigue igual que antes. (dem,pg. 68)

    Desde el principio, los sacerdotes se sirvieron de la persona del redentorpara satisfacer sus necesidades de poder:

    (...) con Pablo, una vez ms quiso el sacerdote alcanzar el poder, lslo poda usar conceptos, doctrinas, smbolos con los que se tiraniza a lasmasas, con los que se forman rebaos. Qu es lo nico que Mahomatom en prstamo ms tarde al cristianismo? El invento de Pablo, sumedio de lograr la tirana sacerdotal, de formar rebaos: la creencia en lainmortalidad es decir, la doctrina del juicio... (dem, pg. 74)

    La gran mentira de la inmortalidad personal destruye toda razn,toda naturaleza existente en el instinto a partir de ahora todo lo que enlos instintos es beneficioso, favorecedor a la vida, garantizador del futuro,suscita desconfianza. Vivir de tal modo que ya no tenga sentido vivir, eso eslo que ahora se convierte en el sentido de la vida... (...) pequeossanturrones, y locos en sus tres cuartas partes, tienen derecho a imaginarseque, en razn de ellos, las leyes de la naturaleza son transgredidas de modoconstante nunca se estigmatizar con bastante desprecio semejanteintensificacin hasta lo infinito, hasta lo impdico, de toda especie deegosmo. Y, sin embargo, el cristianismo debe su victoria a esa deplorableadulacin de la vanidad personal. (dem, pgs. 74-75)

    El sacerdote conoce nicamente un peligro grande: ese peligro es laciencia el concepto sano de causa y efecto. (...)

    El hombre no debe mirar hacia fuera, debe mirar dentro de s: nodebe mirar dentro de las cosas con listeza y cautela, como alguien queaprende, no debe mirar en absoluto: debe sufrir... Y debe sufrir de talmodo que en todo tiempo tenga necesidad del sacerdote. (...) Un atentadode sacerdotes! (...) Si las consecuencias naturales de un acto no son yanaturales, sino que se piensa que estn producidas por fantasmas

  • conceptuales propios de la supersticin, por Dios, por espritus, poralmas, como consecuencias meramente morales, que son un premio,un castigo, una seal, un medio de educacin, entonces queda destruido elpresupuesto del conocimiento... (dem, pg. 85)

    He seleccionado las citas precedentes con arreglo a diversos criterios. A miparecer, expresan con claridad los sentimientos del adulto Nietzsche respecto alcristianismo, y adems revelan al lector sensibilizado hacia ello los sentimientosinconscientes por reprimidos en la infancia hacia los adultos de su entornoinfantil. Por otro lado, esas citas muestran tambin los mtodos y principios dela educacin que el nio Nietzsche debi de experimentar sin poder darlesnombre. Se trata siempre, en primer trmino, del desprecio de lo vital, de lasensualidad, de la creatividad; es la destruccin del bienestar del nio en pro dela contricin y de los sentimientos de culpabilidad. La represin delpensamiento autnomo, de la capacidad de crtica, de la necesidad decomprender las cosas en nexos causales (la ciencia), de la necesidad de libertady espontaneidad. No slo se predicaban obediencia y sumisin, sino tambin elsupuesto amor a la verdad, que no es otra cosa que pura hipocresa, pues elnio al que se le prohbe manifestarse crticamente se ve forzado a unaconstante mentira. Esta perversin de los valores fue lo que provoc una y otravez la ira de Nietzsche, y lo que l pretendi hacer palpable mediante susparadjicas formulaciones, para dejar de estar a solas con su ira.

    La magnificacin del mal(Estar vivo es malo)

    Nietzsche se contempla a s mismo como paladn del mal slo en unterreno concreto: en contraposicin a aquello que los humanos llaman bueno.En este contexto, escribe en Ecce homo:

    Si el animal de rebao brilla en el resplandor de la virtud ms pura,el hombre de excepcin tiene que haber sido degradado a la categora demalvado. Si la mendacidad reclama a toda costa, para su ptica, la palabraverdad, al autnticamente veraz habr que encontrarlo entonces bajo lospeores nombres. (F. Nietzsche 1984, pg. 128)

    Y unas lneas ms arriba cita a Zaratustra:

    Falsas costas y falsas seguridades os han enseado los buenos: en mentirasde los buenos habis nacido y habis estado cobijados. Todo est falseado ydeformado hasta el fondo por los buenos. (...) Los buenos, en efecto nopueden crear: son siempre el comienzo del final: crucifican a quien

  • escribe nuevos valores sobre nuevas tablas, sacrifican el futuro a s mismos, crucifican todo el futuro de los hombres! Los buenos han sidosiempre el comienzo del final. Y sean cuales sean los daos que loscalumniadores del mundo ocasionen: el dao de los buenos es el dao msdaino de todos! (dem, pg. 127)

    Las siguientes frases confirman que ese saber tiene su origen en lasexperiencias infantiles del autor:

    La condicin de existencia de los buenos es la mentira: dicho deotro modo, el no-querer-ver, a ningn precio, cmo est constituida en elfondo la realidad, a saber, que no lo est de tal modo que constantementesuscite instintos benvolos, y menos an de tal modo que permitaconstantemente la intervencin de manos miopes y bonachonas. (dem,pg. 126)

    Ese saber conduce a una soledad sin lmites, que fue desde el principio eldestino de Nietzsche. Cuanto mejor comprenda su entorno, ms divorciado sesenta de l, y ello porque no poda comunicar a nadie sus observaciones yexperiencias. Despus de haberlo hecho por fin en As habl Zaratustra, y de verfrustradas las esperanzas de que su mensaje fuera comprendido y asimilado,escribi en Ecce homo las siguientes palabras:

    Prescindiendo de estas obras de diez das, los aos del Zaratustra ysobre todo los siguientes representaron un estado de miseria sin igual. Sepaga caro el ser inmortal: se muere a causa de ello varias veces durante lavida. Hay algo que yo denomino la rancune de lo grande: todo logrande, una obra, una accin, se vuelve, inmediatamente de acabada,contra quien la hizo. Este se encuentra entonces dbil justo por haberlahecho no soporta ya su accin, no la mira ya a la cara. Tener detrs de salgo que jams fue lcito querer, algo a lo que est atado el nudo deldestino de la humanidad y tenerlo ahora encima de s...! Casi aplasta...La rancune de lo grande! Una segunda cosa es el espantoso silencio quese oye en torno a s. La soledad tiene siete pieles; nada pasa ya a travs deellas. Se ve a los hombres, se saluda a los amigos: nuevo desierto, ningunamirada saluda ya. En el mejor de los casos, una especie de rebelin. Talrebelin la advert yo en grados muy diversos, pero en casi todo el mundoque se hallaba cerca de m, parece que nada ofende ms hondo que elhacer notar de repente una distancia las naturalezas nobles que no sabenvivir sin venerar son escasas. Una tercera cosa es la absurdairritabilidad de la piel a las pequeas picaduras, una especie dedesamparo ante todo lo pequeo. Esto me parece estar condicionado porel inmenso derroche de todas las energas defensivas que cada accincreadora, cada accin nacida de lo ms propio, de lo ms ntimo, de lo msprofundo, tiene como presupuesto. Las pequeas capacidades defensivas

  • quedan de este modo en suspenso, por as decirlo: ya no fluye a ellasfuerza alguna. Me atrevo a sugerir que uno digiere peor, se mueve adisgusto, est demasiado expuesto a sentimientos de escalofro, incluso ala desconfianza, a la desconfianza, que es en muchos casos un meroerror etiolgico. Hallndome en un estado semejante, yo advert en unaocasin la proximidad de un rebao de vacas, antes de haberlo visto, porel retorno de pensamientos ms suaves, ms humanitarios: aquello tiene ens calor... (dem, pgs. 100-101)

    La causa de la soledad de Nietzsche no es la pobreza, sino el sufrimientointerior, pues aquello que l dice slo pueden asimilarlo muy pocos, y a stos lquiz ni siquiera los oye. As que prefiere estar solo a convivir con personas queno le comprenden; en esa soledad brotan nuevas ideas, nuevosdescubrimientos. Estos se basan en sus experiencias ms personales, pero almismo tiempo las encubren, por lo que no resultan, a su vez, fciles decompartir, y acentan an ms la soledad, ahondan an ms el abismo que lesepara del entorno. Un proceso que se inici en la infancia, la cual consisti enun incesante dar. La nica razn de ser del nio era comprender a los dems,ejercer la paciencia para con ellos, confirmarlos en su autoconciencia, pero nopara saciar su propia sed de comprensin. Nietzsche describe en su Cancin dela noche el carcter trgico de ese intento de solucin, la tragicidad de aquel queregala y del sediento:

    Luz soy yo: ay, si fuera noche! Pero sta es mi soledad, el estarcircundado de luz.

    Ay, si yo fuese oscuro, y nocturno! Cmo iba a sorber los pechos dela luz!

    Y aun a vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeas estrellascentelleantes y gusanos relucientes all arriba! Y a ser dichoso porvuestros regalos de luz.

    Pero yo vivo en mi propia luz, yo reabsorbo en m todas las llamasque de m salen.

    No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soado querobar tiene que ser ms dichoso an que tomar.

    Esta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; sta esmi envidia, el ver ojos expectantes y las despejadas noches de la niebla.

    Oh desventura de todos los que regalan! Oh eclipse de mi sol! Ohansia de ansiar! Oh hambre ardiente en la saciedad!

    Ellos toman de m: pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hayentre tomar y dar: el abismo ms pequeo es el ms difcil de salvar.

    Un hambre brota de mi belleza: dao quisiera causar a quienesilumino, saquear quisiera a quienes colmo de regalos tanta es mihambre de maldad.

  • Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella:semejante a la cascada, que vacila an en su cada: tanta es mi hambre demaldad.

    Tal venganza se imagina mi plenitud, tal perfidia mana de misoledad.

    Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud seha cansado de s misma por su sobreabundancia! (dem, pgs. 103-104)

    Este poema expresa la envidia hacia aquellos qu e son capaces de tomar,aquellos que, siendo nios, recibieron amor, aquellos que son capaces desentirse resguardados en el seno de un grupo, aquellos que no estncondenados a explorar en soledad nuevos mundos, a hacer de ellos presente alos dems y recibir a cambio hostilidad. Pero ese destino es ineludible. Quienno quiere vivir sin la verdad ha de echarse a los hombros la fra carga de lasoledad. Nietzsche escribe:

    Cunta verdad soporta, cunta verdad osa un espritu?, esto se fueconvirtiendo cada vez ms, para m, en la autntica unidad de medida. Elerror (el creer en el ideal) no es ceguera, el error es cobarda... Todaconquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor,de la dureza consigo mismo, de la limpieza consigo mismo... Yo no refutolos ideales, ante ellos, simplemente, me pongo los guantes... Nitimur invetitum: bajo este signo vencer un da mi filosofa, pues hasta ahora lonico que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido la verdad.{dem, pg. 17)

    Hasta ahora lo nico que se ha prohibido siempre, por principio, ha sidola verdad. Esta frase es exacta tanto por lo que se refiere a la historia de lahumanidad como en lo tocante al hogar de la familia Nietzsche. Y l, que noquiere ni puede doblegarse a tal prohibicin, busca refugio en el atesmo. Noquiere ser uno ms de los adoradores de la divinidad:

    Acaso no he sido nunca bastante pueril para hacerlo? Elatesmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, menos an comoun acontecimiento: en m se da por supuesto, instintivamente. Soydemasiado curioso, demasiado problemtico, demasiado altanero para queme agrade una respuesta burda. Dios es una respuesta burda, unaindelicadeza contra nosotros los pensadores, incluso en el fondo no esnada ms que una burda prohibicin que se nos hace: no debis pensar!...(dem, pg. 36)

    La prohibicin de pensar, que el nio haba intentado inculcarse a smismo cada noche, despus de la oracin y antes de conciliar el sueo, se alzacontra la vida, pues el imperativo de controlar constantemente los

  • pensamientos, de distinguir los permitidos de los prohibidos y a su vez deceirlos a los dogmas acaba destruyendo su vitalidad.

    Este s ltimo, gozossimo, exuberante, arrogantsimo dicho a la vidano es slo la inteleccin suprema, sino tambin la ms honda, la msrigurosamente confirmada y sostenida por la verdad y la ciencia. No hayque sustraer nada de lo que existe, nada es superfluo los aspectos de laexistencia rechazados por los cristianos y por otros nihilistas pertenecenincluso a un orden infinitamente superior, en la jerarqua de los valores,que aquello que el instinto de dcadence pudo lcitamente aprobar, llamarbueno. Para captar esto se necesita valor y, como condicin de l, un excesode fuerza: pues nos acercamos a la verdad exactamente en la medida enque al valor le es lcito osar ir hacia adelante, exactamente en la medida dela fuerza. El conocimiento, el decir s a la realidad es una necesidad para elfuerte, as como son una necesidad para el dbil, bajo la inspiracin de sudebilidad, la cobarda y la huida frente a la realidad el ideal... El dbilno es dueo de conocer: los dcadents tienen necesidad de la mentira, ella esuna de sus condiciones de conservacin. Quien no slo comprende lapalabra dionisaco, sino que se comprende a s mismo en ella, nonecesita ninguna refutacin de Platn, o del cristianismo, o deSchopenhauer huele la putrefaccin... (dem, pgs. 69-70)

    Para u n fisilogo tal anttesis de valores no deja ninguna duda.Cuando dentro del organismo el rgano ms diminuto deja, aunque sea enmedida muy pequea, de proveer con total seguridad a su auto-conservacin, a la recuperacin de sus fuerzas, a su egosmo, entonces eltodo degenera. El fisilogo exige la amputacin de la parte degenerada,niega toda solidaridad con lo degenerado, est completamente lejos desentir compasin por ello. Pero el sacerdote quiere precisamente ladegeneracin del todo, de la humanidad: por ello conserva lo degenerado a este precio domina la humanidad... Qu sentido tienen aquellosconceptos-mentiras, los conceptos auxiliares de la moral, alma,espritu, voluntad libre, Dios, sino el de arruinar fisiolgicamente ala humanidad?... Cuando se deja de tomar en serio la autoconservacin, elaumento de fuerzas del cuerpo, es decir, de la vida, cuando de la anemia sehace un ideal, y del desprecio del cuerpo la salud del alma, qu es estoms que una receta para la dcadence? La prdida del centro degravedad, la resistencia contra los instintos naturales, en una palabra, eldesinters a esto se ha llamado hasta ahora moral... Con Aurora yo fuiel primero en entablar la lucha contra la moral de la renuncia a s mismo. (dem, pgs. 89-90)

    Nietzsche