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    Cuestiones de Filosofa N 3-4 3

    INTRODUCCIN

    Es necesario filosofar. Pues o filosofamos o no filosofamos.

    Si lo primero, pues filosofamos y si lo segundo tenemos

    que pensar por qu no filosofamos y ya estamos filosofando.

    Por lo tanto, filosofamos.

    Aristteles

    La introduccin de un escrito sirve por lo regu-lar para orientar al lector acerca del contenido

    general del trabajo. En este caso no. La apro-vechar para hablar, no del contenido de la obra,sino del espritu que la alienta. Sealar los gus-tos, y los disgustos del autor con respecto a otrosenfoques: el nima en penadel positivismo reco-rre y posee este opsculo de principio a fin. Y

    eso, en nuestro medio, debe justificarse desdeel comienzo, para no llevar a equvocos a loslectores.

    Si dijera que mi propuesta se inspira en lahermenetica de Gadamer, en la fenomenologa

    AAAAARGUMENTACIN PARARGUMENTACIN PARARGUMENTACIN PARARGUMENTACIN PARARGUMENTACIN PARAPRINCIPIANTESPRINCIPIANTESPRINCIPIANTESPRINCIPIANTESPRINCIPIANTES

    Jos Francisco Rodrguez LatorreProfesor Escuela de Filosofa y Humanidades UPTC

    (El siguiente texto corresponde a la Introduccin y el primer captulo del informe investigacin del proyecto DESARROLLO DE

    COMPETENCIAS ARGUMENTATIVAS presentado a la Direccin de Investigaciones de la UPTC)

    Resumen: Este texto se ocupa, en primer lugar, de tomar distancia de la concepcin gramtico-minuciosade la idea de competencia, que resulta supremamente ardua de seguir para las personas poco familiarizadas con

    esa discusin; y en segundo lugar, muestra algunos conceptos claves de la argumentacin orientada a lacomposicin escrita. Dilucida qu es argumentar como ejercicio racional, cules son los elementos bsicosde un argumento, diferencia entre argumentos formales e informales, probables y probatorios y, en fin,aborda el problema de la induccin y la deduccin de manera general.

    Palabras clave: Argumentacin, lgica.

    This article seeks to distance itself from the gramatically specific language teaching concept of competencethat is extremely difficult to understand for those who are unfamiliar with its discussion. In the secondplace, it will show some key concepts of argumentation, aimed at written composition. It will explainargumentation as a rational exercise, the basic elements of an argument, the difference between formal andinformal argumentation, proof and evidence arguments, and finally, the problem of deduction and induction

    in a general manner.

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    de Husserl o en la teora crtica de la Escuela deFrankfurt, no despertara sospecha, as los lec-tores no entendieran de qu se trata en cada caso.Pero, el tufillo empirista y positivista s despier-ta suspicacias, as tampoco se comprenda su

    enfoque. O, peor an, as se comparta de he-cho. La propaganda en contra del positivismo,dentro del mundo acadmico, ha estado bienorquestada desde la poca en que se luchaba porla revolucin proletaria.

    Aclarar mi simpata con el positivismo, o porsus restos, bien vale un rodeo apaciguador. Sever que no es tan malo, perverso, ni reacciona-rio ser positivista nostlgico. Es un estilo y unaopcin de pensamiento, como tantas otras. Es

    un enfoque y, por lo tanto, se inscribe en unalnea de trabajo y se aparta de otras; nada msnatural.

    Vemoslo con un contraste. En mayo de 2000se reunieron en la Biblioteca Luis Angel Arangolos investigadores pedaggicos del pas para darlas orientaciones pertinentes a los docentes queestamos en el da a da del saln de clase. Comoera apenas lgico, se puso sobre el tapete el subey baja de las competencias cognitivas, la

    argumentativa y su corto espacio. El debate sedio entre la Universidad Nacional y la Universi-dad del Valle.

    All no vi interesante la recomendacin del pro-fesor Eduardo Serrano Orjuela de la Universi-dad del Valle de investigar el fenmeno de lascompetenciasdesde los estudios de punta delanlisis semitico o semiolgico.

    Si su invitacin implica hacer prrafos eruditos,como los de su disertacin en el evento de mayo

    de 2000, gracias pero no, yo paso. Miren nadams la cita siguiente, tomada del comienzo ydel final de su comentario a la intervencin deFabio Jurado en el evento organizado porCOLCIENCIAS y SOCOLPE para evaluar el

    estado de la investigacin pedaggica en Co-lombia. El trabajo de Fabio Jurado para esaocasin se titul: Lenguaje, CompetenciasComunicativas y Didctica: Un Estado de la Cues-

    tin. Y el de Serrano: Consideraciones Semiticas

    sobre el Concepto de Competencia. Comentario al estu-dio de Fabio Jurado. Ambos aparecen en el Vol. Ide las memorias del evento1 .

    Serrano se muestra en desacuerdo con la formacomo Jurado se ocupa del concepto de competen-ciay por ese motivo su comentario se centraren debatirlo. [Los subrayados son nuestros]

    La semitica discursiva concibe la com-petencia como una estructura modal pre-supuesta por la performancia o, si se pre-

    fiere otra traduccin, por la actuacin odesempeo, o, en un sentido general, laaccin. Si el acto es un hacer-ser dicenGreimas y Courts, la competencia es loque hace ser; es decir, todas las condi-ciones previas y los presupuestos que ha-cen posible la accin (1979:53). Segnesto, se debe tener presente: 1) que com-petencia es un lexema que hace partede una red conceptual en la que se en-

    cuentra, entre otros, performancia, y2) que la competencia est siempre pre-supuesta por la performancia, lo que quie-re decir que para que tenga lugar una ac-tuacin, desempeo o accin, se requie-re, como condicin necesaria, una deter-minada competencia. Escuchemos unavez ms a Greimas y Courts: con rela-cin a la performancia que es un hacerproductor de enunciados, la competen-cia es un saber-hacer, es ese algo que

    1HENAO, Myrian y CASTRO, Jorge: Estados del Arte de laInvestigacin en Educacin y Pedagoga en Colombia, 2 Vol. Edi-tores COLCIENCIAS-SOCOLPE. Bogot, 2000.

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    hace posible el hacer (1979:53). Enpalabras llanas, la competencia existepara hacer algo con ella. Puede ser queno se haga nada, pero se requiere parahacerlo si uno se anima. En este sentido,

    la competencia no es construccin desentido y significacin, sino el conjun-to de condiciones presupuestas que ha-cen posible dicha construccin. (pag. 126-7)

    Le queda a uno la duda: Por qu mejor no seexpresa todo el tiempo en Pala-bras Llanas? Este prrafocompite en complejidad conlos Heidegger, Hegel oFichte. Nada ms mirar

    los subrayados. De pocosirvi el anlisis lgicodel lenguaje que el pobreRudolf Carnap hizo en ladcada de los aos treinta.Como vemos, la nada conti-na nadeando. Qu gracia levern a toda esta sofistica-cin, frases grandilocuentes ytrminos rebuscados? Si tan-tas cosas valiosas se pueden for-

    mular en el lenguaje de los morta-les. O en el lenguaje llano como llo llama.

    Pareciera que se trata de una gran elaboracinconceptual y analtica, pero no lo es. De seguroquien entre en ese lenguaje encontrar la formade inventarse su par de categoras y pasar deerudito contribuyendo al debate. Como ejem-plo de lo fcil que resultan estos aportes teri-cos, propongo las mas. Las condiciones necesa-

    rias, ese algo que hace posible el hacer , viene antecedi-do de una intencionalidad operante, raz de las condicio-

    nes eidticas que posibilitan el operar de todas las opera-

    ciones. En conjunto las operaciones no se distinguen

    analticamente del operar como intencin, pero emprica-

    mente se despliegan en un espacio-tiempo que les es pro-

    pio. Etc. Etc. Etc. [Hasta aqu mi contribucin,ya me cans.]

    Nada ms a propsito para bajar el humo detanta teora y aterrizar en el mundanal ruido las

    disertaciones subidas de tono, que un fragmen-to de Hctor Abad Faciolince, en una columnade Cromos:

    A veces se aprende ms en las tiras c-micas que en los artculos serios. Hace

    algn tiempo le una de Jus-to y Franco que me ayud

    a despojarme de un com-plejo que siempre he te-nido frente a los profe-

    sores de colegio: cuandovoy a reuniones de padres

    de familia, no les entiendo loque me dicen. Justo y Franco

    me ayudaron. En la tiracmica que digo,ellos estn pasando

    frente a una guarderainfantil y leen en la puer-

    ta un cartel que dice as:

    Leccin de hoy: desarro-llo de la habilidad de comuni-cacin no verbal con nfasis en la

    capacidad de poner fin en forma simb-lica y formal a una relacin personal enprogreso mediante procedimientossemnticos gestuales. Justo le explica alotro: Quiere decir que les estn ense-ando a los nios a decir adis con lamano. Los comics para hacer rer exa-geran, pero en este caso estn captando

    literalmente la oscura jerga con que se ex-presan hoy en da los maestros.

    (Contra la Oscuridadpor Hctor AbadFaciolince)

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    Esta aclaracin necesaria nos pertrecha y justi-fica para ofrecer resistencia a la recomendacindel profesor Serrano. Recordemos que su pol-mica con Fabio Jurado se dio en un SeminarioNacional sobre Investigacin Pedaggica, en el

    balance general de aciertos y desaciertos en Co-lombia. Y el punto de vista correcto de la in-vestigacin en el rea de lenguaje y particular-mente en lo relacionado con las competenciasrecomendado por el profesor Serrano, ser elde la metateora.

    No estoy de acuerdo. Puedo decir, con algo deexperiencia, que estoy curado de espantos me-tafsicos. Compartir tribuna durante veinte aoscon filsofos de todas las especies y subfilumsno

    es poca cosa, y la conclusin al final del camino,despus de leer y discutir a los clsicos y a losno tan clsicos, es que la claridad en el lenguajeno tiene precio. Benditos, Bacon, Berkeley yBertrand! Que nunca se cansaron de buscar latransparencia.

    Me quedo con Popper: la honestidad in-telectual es la claridad expositiva. O conel poeta Daro Jaramillo Agudelo: Cuan-do escribamos un texto pensemos si

    estara bien en el respaldo de un so-bre de sopasMaggi. Es decir,cuando escribamos es mejorque nos entiendan a que nosadmiren con la boca abierta.

    La recomendacin final delprofesor Serrano aCOLCIENCIAS-ASOCOLPE y ala comunidad educadora es esta:

    En su totalidad estas ltimas

    (investigaciones que se inscri-ben en el anlisis del discur-so) segn se desprende de laresea del profesor Jurado, soninvestigaciones aplicadas al an-

    lisis de procesos discursivos concretos.Esto est bien, pero no se debe dejar delado la investigacin terica(metadiscursiva y epistemolgica) si nose quiere que la investigacin aplicada ter-

    mine apoyndose en modelos terico-metololgicos empobrecidos y desliga-dos de la investigacin de vanguardia.(P. 137)

    Apreciado lector, lamento defraudarlo, pero enlas lneas que vienen no hallar reflexiones enri-quecidas por la vanguardia. No se intentarn in-dagaciones de tipo metaterico. Ms bien, seacoger la incitacin de Hume al final de su In-vestigacin sobre el Conocimiento Humano2: Exami-

    nemos con cuidado los libros y doctrinas pues-tos a nuestra consideracin. Si no contienenreflexiones acerca del nmero o no traen infor-

    macin y anlisis acerca de la expe-riencia: arrojadlos al fuego!

    Tal vez sorprenda que un fi-lsofo profesional se expre-se de forma tan descorts dealgunos de los mximos expo-nentes del gremio, cuando ya

    no se estila ese veneno. En unapoca de meta-relatos postmo-dernos y de la social-bacanera,no quedan bien eso oles ybanderillas propios de las re-vistas de peluquera, para refe-

    rirse a sabios connotados.

    Pero tengo razones depeso en mi cantinela. Su-cede que dentro del gre-mio filosfico y profesoral

    2HUME, David: Investigacin so-bre el Conocimiento Humano

    Alianza editorial. Barcelona1978.

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    hizo carrera el desprecio por la filosofa positi-vista, el degeneramiento positivista o ms sua-vemente el error positivista. Calificativos ex-tendidos como mancha de aceite en el mundopedaggico, que de manera acrtica son de buen

    recibo entre los colegas, en la certeza de no en-contrar una respuesta proporcionada.

    Y esa conducta no est mal de por s, pero enese caso podemos hacer uso de la regla de justiciapropuesta por Perelman: entidades iguales, de-ben recibir tratamientos iguales. De modo quesi ciertas filosofas no les parecen a los colegasy manifiestan abiertamente su rechazo, est bien;pero en el mismo sentido, las que no nos pare-cen a nosotros, no tienen por qu estr bien y

    hay que decirlo. Y ya.Por lo dems esta animadversin por la especu-lacin ampulosa est bien documentada en lahistoria del pensamiento moderno. El premioNobel de literatura y filsofo matemticoBertrand Russell3, bendito Bertrand! nos reve-la intimidades de su conversin a la claridadexpositiva: Mi primer contacto serio con lafilosofa alemana consisti en la lectura de Kanta quien, mientras fui estudiante, vener respe-

    tuosamente. Mis profesores me dijeron quedeba considerar, por lo menos, lo mismo aHegel, y yo acept su opinin hasta que lo le.Pero, cuando le a Hegel, descubr que sus ob-servaciones sobre la filosofa de las matemti-cas eran ignorantes y, al mismo tiempo, estpi-das. Esto me hizo rechazar su filosofa y, por en-tonces, por razones algo diferentes, rechac la fi-losofa de Kant. (Retratos de Memoriapag. 27).

    En el fondo del corazn me gusta pensar al lobo

    del poema de Borges, en El ltimo lobo de Ingla-

    terra, anlogamente al ltimo positivista. Elpoema tiene su gracia porque narra una situa-cin real que es inferida de unos datos conoci-dos. Es un argumento deductivo tomado de laexperiencia emprica y recreado en un poema.

    Premisa I: En Inglaterra hubo lobosPremisa II: Ahora no los hay.

    Premisas III: Los cazadores los acabaron.

    Ergo: En algn momento deambulpor la campia inglesa un lobo que era el lti-mo lobo de Inglaterra. No saba que su simien-te y sus afanes de hembra eran intiles y sin em-bargo actuaba con todos los bros naturales, ino-cente de su destino.

    As estoy el ltimo positivista defendiendouna causa perdida en la que creo firmemente.Y con la certeza casi perfecta de mi incapacidadpara dejar descendencia. Es tal la resistencia alo que suene positivista que mi perorata parece-r huera. Por eso la beligerancia a ratos. Eseespritu se refleja en tesis como las diez que pro-pongo enseguida y que sirven de marco a miexposicin.

    1. Slo existe una lgica, la lgica formal. Ylo que llamamos otras lgicas no son ms queuna extensin de la formal en un campo espe-cializado. La lgica dialctica...

    2. La lgica es una parte del campo de laargumentacin. Esto se cae de su peso; indi-ca que el conjunto continente de la argumenta-cin somete al de la lgica como un captulo.El hombre se impone, argumenta y razona. Enese orden. Primero la fuerza. Luego, con algo

    de cultura, intenta dar razones; y, con un buenestudio, demuestra formalmente.

    3. La retrica complementa la argumenta-cin. Llamamos aqu la atencin acerca delformato de la argumentacin. Las explicaciones

    3RUSSELL, Bertrand: Retratos de Memoria y otros Ensayos.Alianza Editorial. Madrid, 1976. [Ttulo Original: Portraitsfrom Memory and Other Essays. George Allen and Unwin Ltda.1956. Traduccin Manuel Surez.]

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    4En el Malpensante No. 29 aparece un artculo de SusanHaanck, que no dudo en recomendar, criticando eserelativismo sexista de la verdad. Tanto ms interesanteviniendo de una mujer.

    no es mucha gracia inventar hiptesis: cualquieralo puede hacer. Lo difcil, la gracia del cuento, esponerlas a prueba y confirmarlas; o mejor aun,ponerlas a prueba y refutarlas. Como lo hizoKepler rastreando durante diez aos las hiptesis

    geomtricas que explicaran las rbitas de los pla-netas, hasta dar con la que ya sabemos.

    8. La expresin: Aqu se maneja otra lgi-ca, por lo general no tiene contenido lgi-co, o no hace referencia al campo de la lgi-ca. Al final de este escrito expondr una crticaa este lugar tan comn en el mundo acadmico.

    9. No es fcil renunciar a la argumentacin.El epgrafe del comienzo deja fuera de duda estepensamiento. No podemos sacarle el cuerpo a

    la argumentacin. Esto, que pareciera una de-fensa fuera de lugar, de una idea con la que cual-quier persona razonable estara de acuerdo,amerita una atencin. Russell se admiraba de smismo, en una de sus primeras conferencias fi-losficas, de tener que defender frente a los fi-lsofos, una tesis tan excntrica como la exis-tencia del mundo exterior. A quines si no alos filsofos se les ocurrira una duda ms pe-regrina. Lo mismo sucede con la argumenta-

    cin, no falta quien diga que esa actividad nonos compete.

    10. La argumentacin que naci en la Gre-cia democrtica, es el arma de los dbiles;los poderosos se imponen con otras armas.La idea que anima esta tesis la escuch al profe-sor espaol Fernando Broncano, en la I Confe-rencia Internacional de Filosofa de la Cienciaen Barranquilla, cuando responda a la inquie-tud de una feminista que le reprochaba la insis-

    tencia masculina en la argumentacin4

    .

    entre las personas se dan empleando el lengua-je, y ste, por definicin, se encuentra impreg-nado de humanidad, de sensibilidad y de emo-tividad que condicionan la eficacia de las razo-nes. Para ilustrar este matrimonio indisoluble

    nos ocuparemos de la persuasin.4. La buena argumentacin no depende dela cultura, sino de la coherencia y la perti-nente relacin entre las premisas y las con-clusiones. Pongo esta opinin en destacadopara retar a quienes suelen hablar de otras for-mas de racionalidad, de otras formas de cono-cimiento en otras culturas, para que nos expliquenel contenido de esa tesis. (Si es que lo tiene).

    5. Los seres humanos somos mejores razo-

    nando mal, que razonando bien. De hecho,con cuatro o cinco reglas de lgica nos he-mos defendido durante miles de aos, y enel intermedio inventamos decenas y acasocentenares de sofismas. Esta particularidadse pone en evidencia cuando hacemos talleresde argumentacin, o cuando constatamos el n-mero creciente de sofismas identificados o, sim-plemente, cuando leemos columnas periodsti-cas como las de Antonio Caballero.

    6. La biologa y la emotividad condicionannuestro razonamiento. Se trata de un temabien documentado y del cual traeremos, en elpenltimo captulo, algunos materiales muy cor-tos que lo ejemplifican.

    7. Los seres humanos somos buenos parahacer hiptesis, pero malos para demostrar-las. He querido en este punto poner sobre eltapete una condicin de nuestra relacincognoscitiva con el mundo que da a da se revela

    con mayor nitidez: Una hiptesis no se le niega anadie. Indicando de este modo la facilidad con laque todos buscamos explicaciones, cualquier ex-plicacin, por absurda que sea, para entender loextrao. Pero al mismo tiempo para sealar, que

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    Bien, esto es todo sobre el espritu que animareste escrito, sobre los gustos y disgustos delautor. El punto nmero ocho deeste manifiesto cuasipositivistaser desarrollado al final. Pase-

    mos ahora s a hablar de las par-tes que componen la Argu-mentacin para Principian-tes. Unos conceptos b-sicos de argumentacin,cinco en total. Una pre-sentacin panormicade la argumentacindeductiva; otra de lainductiva. Una seccinacerca de los condicionantes

    sicolgicos de razonamiento ylas falacias que suelen contami-narlo. Un captulo sobre el razona-miento informal con cuarenta ejerciciospor orden de dificultad. Para cerrar con unaprimera aproximacin al arte de componer re-seas y una diatriba contra la otra lgica. Comose puede ver, hay de todo, como en botica.

    (Si no les parece mi escrito, al final incluyo unabibliografa donde encontrarn cosas mejores).

    I

    CONCEPTOS BSICOS DE

    ARGUMENTACIN

    1. PRESENCIA DE LA ARGUMENTA-CIN

    La argumentacin es un ejercicio intelectual re-lacionado prcticamente con todas las activida-des profesionales y de intercambio cognoscitivoentre las personas. Un mdico que decide ope-

    rar le explica a su paciente las razones por lasque tom esa decisin; incluso, as no con-versen, se explicar a s mismo, por qu

    esa es la mejor opcin en esas circuns-tancias. Un juez que dicta sentencia,

    un fiscal que acusa o un abo-gado que defiende, aportanelementos de juicio, argu-mentos, para sustentar susrespectivos puntos de vis-ta; aunque sean antagni-cos entre s. Un profesoral reprobar a un alumno, un

    administrador al tomaruna decisin en la empre-sa, o un funcionario p-

    blico al aplicar un procedi-miento, se justifican con base

    en datos y reglas, convenios, re-glamentos o leyes, el paso que

    dieron. Dios, en muchas religio-nes, se toma la molestia de explicarle

    a sus criaturas la razn de sus mandatos. Y enmuchos de estos casos, desde el mdico a la di-vinidad, pasando por los administradores, eco-nomistas, filsofos hasta el narrador de ftbol,

    lo realizan por escrito. De ah la importancia deatender al mejoramiento de esta competenciaargumentativa. Pensamiento claro, argumenta-cin y escritura, van de la mano. Slo quedaneximidos de esta obligacin, o se autoeximen,para mayor comodidad, los locos y los tiranosde todos los colores.

    La argumentacin como teora se orienta a darrespuesta a las preguntas bsicas acerca de nues-tras capacidades naturales de inferencia, y a

    explicitar los procedimientos correctos y los pro-cedimientos perniciosos, que mejoran o entor-pecen la capacidad argumentativa de cualquierpersona. Las preguntas son: Qu es argumen-tar?, Qu es una competencia argumentativa?,

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    Por qu es importante argumentar?, Cules sonlos extremos de la argumentacin?

    2. QU ES ARGUMENTAR?

    Argumentar es la exteriorizacin de una inten-cin. La intencin de mostrar la verdad de unaidea, en funcin de la verdad de otras. Es lapretensin de indicar que la verdad de laspremisas se traslada, por un procedimiento ra-zonable, a la verdad de una conclusin. Es darrazones de lo que pensamos, en lugar de recu-rrir a la simple autoridad. Y aunque suenetautolgico, argumentar es proponer argumentos.

    Un argumento es una construccin intelectualen la cual llegamos a conclusiones, o resultados,apoyados en razones o premisas (asumidas comoverdaderas) siguiendo reglas o procedimientoslegtimos. Un buen ejemplo de esta actitud laencontramos en los filsofos empiristas, los fi-lsofos de la ciencia y los estoicos, quienes nose sentan en trance oracular, no hablaban comodioses hermticos o metafsicos a sus criaturasboquiabiertas. Antes bien, se colocaban al nivel

    de sus interlocutores y con esfuerzo persuasivo,tejan una a una las ideas, de las ms, a las me-nos evidentes. De modo que pudiramos se-guirlos, paso a paso, idea tras idea, y nos encon-tremos fraternales al final del camino, en la mis-ma conclusin. Incluso, aunque no coincida-mos en los mismos puntos de vista, si alguiense toma la molestia de razonar con nosotros,habremos ganado en claridad y el desacuerdopodr darse en mejores trminos. Todas estasintenciones y el ejercicio intelectual que lasacompaa, son argumentar.

    Ejemplo 1:

    Sneca nos dice en sus Cartas a Lucilio: sufrems de lo necesario el que sufre antes de lo ne-

    cesario, sentencia comprensible por s mismasin ninguna hermenetica especial, pero que,para una mejor comprensin, el estoico nos acla-ra agregando: ...porque sufre dos veces5.

    Pensemos en la visita al dentista para calzar una

    muela, cuando el zumbido de la fresa nos ate-rroriza. Es absurdo sufrir hoy, estando en casamuy cmodos, si de todas formas sufriremosmaana en la silla de torturas. La mxima delfilsofo nos invita a controlar la imaginacindaina. Tal como ya lo sealara su maestroEpicteto. No os aterroricis en un terremoto como sitoda la ciudad se os fuera a caer encima. Porque un solo

    ladrillazo en la cabeza es suficiente para mataros6.

    Ejemplo 2:

    Queremos llegar a la conclusin de que pedia-tras y veterinarios estn en la misma situacincon respecto a sus pacientes, pues los nios muypequeos y los animales no hablan. Si es dif-cil saber el dolor que sienten los animales, por-que el dolor es subjetivo y los animales no pue-den hablar, entoncesveterinarios y pediatras se en-cuentran en la misma situacin. Aqu se venclaros los elementos llamados premisas y el ele-mento llamado conclusin. De dnde partimos

    y a dnde llegamos.Un argumento puede tener la extensin de unalnea o de una obra en cuatro volmenes. Lacantidad de informacin no importa. Lo valio-so es el deseo informativo del expositor.Anthony Weston, en sus Claves de la Argumenta-cin7nos trae un ejemplo lacnico, pero certero

    5

    SNECA, Lucio Anneo: La Consolacin a Helvia y Cartasa Lucilio. Editorial Salvat. Madrid, 1971. [Traduccin deJuan Carlos Garca-Borrn]

    6EPCTETO: Meditaciones.Editorial Porra. Mxico, 19807WESTON, Anthony: Las Claves de la Argumentacin.Edi-torial Ariel. Bogot, 1995.

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    de Churchill, para defender el optimismo: Seaoptimista, lo dems no trae dividendos. Quienlea esta frase se hace a una idea y puede com-partirla o refutarla.

    En el otro extremo de la argumentacin podraestar el caso del Obispo James Usher, presenta-do por Jay Stephen Gould, el paleontlogoamericano, como un caso paradigmtico de in-vestigacin cientfica. El obispo ingls se plan-te en 1640 una pregunta en apariencia muy sen-cilla: Cundo fue creado el mundo? Que puestaen trminos de la ciencia moderna sera Cun-do se origina el mundo? Y mostr, siguiendo lanica pista con que se poda contar en su po-ca, la Biblia, que el mundo haba sido creado el

    16 de octubre del ao 4004 antes de Cristo, alas nueve de la maana. Llegar a esta conclu-sin le demand veinte aos de trabajo y unaobra de dos mil pginas, que bien podramosconsiderar las premisas de su argumento. (In-sisto, un argumento no se mide ni por su exten-sin, ni por su veracidad, en principio sinopor la intencin que anima a su defensor).

    3. QU ES TENER COMPETENCIAARGUMENTATIVA?

    Del mismo modo que todas las personas tene-mos competencias comunicativas, es decir, la ca-pacidad de desenvolvernos con solvencia en elmanejo del lenguaje, pues desde nios nos adies-tran en su manejo, tambin, a lo largo de la vida,nos adiestramos en la argumentacin y en reite-rados intercambios, aprendemos a confrontar

    ideas, a razonar con alguna precisin, a obtenerideas de ideas, a mostrar acuerdos y desacuer-dos... cuando las condiciones polticas y socia-les lo permiten.

    La argumentacin es una competencia, como lacapacidad de comunicarnos, pero a diferenciadel manejo del lenguaje, el nfasis que los pa-dres y maestros ponen en su correccin, es me-nor al que ponen en corregir las oraciones, vo-

    cabulario y gramtica; razn por la cual somosmenos diestros en su ejercicio. Este subdesa-rrollo se evidencia claramente en pruebas sobrecompetencias realizadas recientemente entre estu-diantes de distintas modalidades acadmicas:Las pruebas del ICFES a estudiantes de Educa-cin Bsica Primaria, los Exmenes de Estadopor competencias, las pruebas de la IDEP enlos colegios de Bogot y, las pruebas aplicadaspor un grupo de investigacin de la UPN a es-tudiantes de los distintos programas de la facul-

    tad de Educacin de la UPTC. En los cuatrocasos, pero especialmente en el ltimo, queda-ron en claro las deficiencias notorias yprotuberantes relacionadas con la capacidad deargumentacin.

    De los exmenes aplicados por el IDEP a250.000 escolares de instituciones pblicas yprivadas de Bogot y asesorados por el grupointerdisciplinario de la Universidad Nacional, sehablaba en la prensa de una calificacin prome-dio de 2,4 sobre cinco dentro de los resultadosesperados.

    Y en el caso de las pruebas aplicadas por la UPNa los estudiantes de la facultad de educacin dela UPTC, el resultado ms bajo se obtuvo en lacompetencia argumentativa. Poniendo nueva-mente sobre el tapete el tipo de tratamiento queen la casa y en la escuela le dan a este factorintelectual.

    Entre ms educada una persona, ms atencinpresta a la forma como se expresan sus hijos.Ningn padre les hablara todo el tiempo conexpresiones como agugu, agaga, toto, tati, tutun, babe,tita, titin, etc.; al contrario, a medida que el nio

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    crece se esmera por ensearle a pronunciar co-rrectamente las palabras y a construir frases consentido de modo que los dems le entiendan.

    Sin embargo, en asuntos de argumentacin, laatencin es menor o nula. Incluso, en muchas

    ocasiones cuando al nio se le corrige, el resul-tado final es la atrofia de lo poco bueno quetraa desde la cuna: no me lleve la contraria,joven, que yo soy su pap y s porqu se lo digoo los mayores siempre tenemos la razn o nose exponga a una paliza, y haga lo que le digo,Qu me viene usted a ensear si yo me quemlas pestaas en la U. cuatro aos etc. Expre-siones e indicaciones que pervierten eficazmentenuestra capacidad de razonar. Con ayudas de

    esa clase, antes no estamos peor!En estas condiciones decimos que la compe-tencia argumentativa es una sensibilidad parti-cular a los argumentos. En primer lugar, estardispuesto a razonar con los dems en trminosde igualdad intelectual.

    De entrada todos somos iguales, as en el fondose piense que unos son ms iguales que otros.Si quisiramos pensar, como lo hacen los admi-nistradores de empresas, en trminos de

    indicadores de gestin, diramos que nuestracompetencia argumentativa es directamente pro-porcional al tiempo que seamos capaces de per-manecer en una polmica sin perder la compos-tura.

    La competencia argumentativa es igualmenteproporcional a la sensibilidad puesta en exigir alos dems la justificacin de sus puntos de vistay al esfuerzo que hagamos por presentar losnuestros de la forma ms coherente.

    Aunado a esta exigencia va la constante revi-sin de los lugares comunes desde donde sole-mos argumentar. En resumen, podramos decirque se es competente argumentativamente cuan-

    do se est en capacidad de producir argumentoscorrectos. Y, siguiendo a Weston, podramos re-ducir a cinco las caractersticas que los identifican:

    1. Distinguir la conclusin que se desea probarde las premisas con las cuales se desea apoyar.

    2. Presentar las ideas en un orden natural bus-cando una ptima comprensin.

    3. Partir de premisas fiables, bien establecidasde conocimiento de calidad para que tengamosmayor probabilidad de llegar con certeza a laconclusin.

    4. Usar un lenguaje concreto evitando al mxi-mo las ambigedades.

    5. Evitar el lenguaje emotivo que con frecuen-cia desva las discusiones del punto central a laperiferia.

    Estar atento a estas cinco caractersticas es unpaso importante en el adelantamiento de la cla-ridad intelectual y del dominio de la que llama-mos competencia argumentativa.

    4. POR QU ES IMPORTANTE ARGU-MENTAR?

    Argumentar es importante bsicamente por trestipos de razones: Acadmicas, Polticas y Mo-rales:

    Las Razones Acadmicas a favor de la argu-mentacin se caen de su peso. No existe cono-cimiento, antiguo ni moderno, ni mucho me-nos progreso en el conocimiento, si no se viveen una cultura del debate y la controversia ra-

    cional de ideas. El profesor Jos Grans Sellarshablando de la formacin de una cultura acad-mica, la identifica con la formacin de la uni-versidad misma, y destaca como rasgos funda-mentales, dos caractersticas directamente vin-

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    culadas a la propuesta formulada aqu: El pri-mero de estos rasgos podra ser enunciado como un recha-

    zo explcito a los argumentos de autoridad. Por princi-

    pio se considera que toda afirmacin es discutible. No

    hay verdades sagradas. Todo debe ser sometido a la cr-

    tica. En este sentido este rasgo es un principio democr-tico en el interior de las comunidades acadmicas... El

    segundo rasgo de la cultura acadmica podra enunciarse

    en trminos de un privilegio por la argumentacin racio-

    nal. La discusin acadmica se da sobre la base de

    razones explcitas que se pueden exponer coherentemente

    en el lenguaje (Intervencin en el segundo en-cuentro nacional de egresados del programa deDocencia Universitaria en la UIS. Junio de2000).

    No abundaremos aqu en detalles acercade la importancia acadmica del ejerci-cio argumentativo; el presente escri-to en su conjunto es un alegatomucho ms amplio en su favor.Tal vez, slo sea necesarioapuntalar una de las ideaspresentadas por el profesorGrans para redondearuna aproximacin.

    Cuando l dice que enla esfera acadmica, yespecialmente universi-taria, todas las ideas sonsusceptibles de crtica, metrae a la mente esa frase tancomn en el argot popular:Esa es mi idea, resptemela, si

    quiere que les respeten las suyas.Curiosamente, lo interesantede la universidad, y de la uni-

    versalidad del conocimiento, es la claridad al-canzada respecto de a quin se le debe guardarrespeto. Est claro que no es a las teoras, ni alos puntos de vista, ni a las perspectivas, es a laspersonas; de ah la importancia de distinguir en-

    tre unas y otras, entre unos y unas, entre otros yotras, etc. Y as sucesivamente, en una pedago-ga incesante. Las personas, cuando debaten, alcalor de la controversia (y muchas veces, de losaguardientes), tienden a confundir personas con

    puntos de vista, generando resistencias eincomprensiones. Esperamos que nuestro es-fuerzo aporte un grano de pimienta en esta la-bor esclarecedora.

    Por Razones Polticas. Los griegos mostra-ron desde hace dos mil quinientos aos que lademocracia y la argumentacin son actividadesinseparables y que los buenos ciudadanos y losbuenos gobernantes deben dar razones vlidas

    de sus acciones y creencias.

    El historiador de la retrica JamesMurphy8 hablando acerca de los

    orgenes de esta disciplina en-cuentra que se atribuye a los

    elatas Corax y Tisias, el estu-dio sistemtico de la retri-ca y la elaboracin del pri-mer libro sobre el tema,pero que curiosamente suarte slo tom fuerza entre

    los atenienses casi un siglodespus. Se pregunta enton-ces si existi una coloniza-cin intelectual desde la pe-riferia a la metrpoli y en-

    cuentra que no, pues entre losgriegos, un pueblo con tradiciones

    democrticas, ya exista de antemano unasensibilidad grande hacia el debate y el

    choque civilizado de ideas. De suerteque las enseanzas de Gorgias, alumno

    8MURPHY, James (ed.): Sinopsis histrica de la Retrica. Bi-blioteca Universitaria de la Editorial Gredos. Madrid, 1989.[Ttulo original:A Synoptic History of Classical Rhetoric (1983).Versin espaola de A. R. Bocanegra.]

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    destacado de Tisias, encontraron el terreno abo-nado para su pedagoga.

    Contrasta con los griegos la amplia difusin, en-tre nosotros, de la mala retrica, especialmenteen la tribuna parlamentaria y en los estrados sin-

    dicales. Notable por su abundancia de lugarescomunes: los deberes patriticos, la paz esquiva, laexplotacin imperialista, la violencia consuetudinaria,

    la investigacin exhaustiva, el compromiso histrico, el

    papel del maestro, construir nacin, las decisiones tras-

    cendentales etc., etc., etc., frases machacadas, tri-lladas, molidas en polvo fino. Discursosseudoemotivos, deshilvanados y aburridores pa-gados al precio justo de un bostezo. Que nicomunican, ni convencen. Antes bien, todo lo

    contrario. Pues, incluso, son esperados por mu-chos con esa factura, al convertirse, con el tiem-po, en un rito inerte.

    Contrasta, digo, esta circunstancia nacional, conel tiempo sereno, en que los hombres despier-tos, ciudadanos nobles, dueos de sus actos yde su destino, se tomaban la asamblea, la plazapblica, el gora, el estrado judicial, o las gale-ras en la Atenas de Pericles, antes de Pericles ydespus de Pericles. Con su permiso y sin l.

    Para ventilar inquietudes, opiniones y verdadessin temor a las consecuencias. O mejor, con lacerteza integra de las responsabilidades asumi-das.

    Tucdides en su inigualable obra Guerras delPeloponeso, relata la forma en la cual losespartanos deliberan en la plaza pblica acercade la conveniencia de decretar la guerra a losatenienses. En el estrado el rey, los senadores yalgunos jueces presiden el debate. Abajo, el

    pueblo libre, los ciudadanos, escuchan atentosel desarrollo de los acontecimientos. Muchoshablan y exponen sus razones, en pro y en con-tra. La plaza atiborrada deja escapar una emo-cin contenida. Un grupo de atenienses est

    de paso en Esparta, por un asunto de negocios.Se enteran de las delicadas deliberaciones, escu-chan algunos oradores y piden la palabra. Quie-ren explicar lo inconveniente de una confronta-cin fratricida. Se la ceden. Argumentan a fa-

    vor de la concordia y las negociaciones. Losespartanos escuchan en silencio, respetuosos desus enemigos, pues la palabra es sagrada. Lue-go habla un magistrado espartano e invita a laguerra. Pide que no le crean a los atenienses aquienes tilda de prfidos. El rey espartano in-tercede. Se opone a la beligerancia: una pazjusta para la Hlade es su deseo ms profundoY da sus razones. Viene luego, y de ltimo, unciudadano, su nombre se conserva, Estenelaidasy en una intervencin de pocos minutos, (sus

    palabras las consigna Tucdides en una pginade sus Guerras) inclina la balanza. Ahora vienela votacin. Los espartanos, separndose de lasolicitud de su rey, decretan las hostilidades.Espartanos y atenienses lucharn con grandesprdidas durante aos. Y Estenelaidas pasa a laprimera lnea de combate: su opinin implicacompromisos.

    Qu lejos estamos de esos tiempos! En que elgusto por la palabra, el respeto por la palabra y

    su cultivo inteligente eran una preocupacinacadmica y civil. Los griegos amaban su uso y,tal como lo reconoce Nietzsche9, en su Leccinde Retrica, les apasionaba la controversia. Node otra forma se explica la atencin tan concen-trada en la elaboracin de sus discursos.

    No lo olvidemos: la argumentacin en una de-mocracia activa es una condicin esencial.

    Y por Razones Morales. Argumentar es un

    esfuerzo por convencer a otros de que la verdadest de nuestro lado y tenemos cmo mostrarlo.

    9NIETZSCHE, Federico: El Libro del Filsofo. EditorialTaurus, Barcelona, 1998.

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    As mismo, en caso de estar en un error, es im-perativo mudar de opinin hacia la que consi-deremos correcta. La argumentacin tiene sinduda un componente tico, en la medida en quesupone la sinceridad como condicin necesa-

    ria, si tomamos a los otros como interlocutoreslegtimos, tal como si dialogramos con noso-tros mismos.

    Habermas y la Escuela de Frankfurt han desa-rrollado todo un sistema de tica basado en elprincipio de la comunicacin argumentada lla-mado Teora de la Accin Comunicativa. En luno de los principios bsicos para construir unsistema moral de convivencia pasa por el respe-to al otro y por la pretensin de sinceridad en

    todos nuestros enunciados. O como diceSavater, si quieres dialogar conmigo, de verdad,ponte en mi lugar.

    Un pensamiento que ilustra muy bien esta acti-tud es la famosa frase de Voltaire acerca de latolerancia: S que no estamos de acuerdo, perodara mi vida por defender un sistema de go-bierno y una sociedad en la cual pudieras de-fender tu punto de vista. Como se advierte deinmediato, moral y poltica se tocan ntegramen-

    te.

    5. EXTREMOS DE LA ARGUMENTA-CIN: OPINAR Y DEMOSTRAR

    La argumentacin es una capacidad y una des-treza que se aprenden con el ejercicio y con laayuda del talento natural, como el ftbol. Es elcaso que unas personas argumentan mejor queotras, as como hay unos futbolistas mejores que

    otros. Ya porque entrenan todos los das, yaporque tienen una mejor predisposicin. As,unos estarn rezagados y otros adelantados eneste aspecto. En un extremo se ubicarn quie-

    nes slo tienen opiniones, que repiten sin co-nocer el fundamento y, en el otro, aquellos queno slo saben el por qu de lo que piensan, sonadems capaces de demostrarlo.

    Ejemplo de Opinin: El partido liberal es

    mejor que el conservador porque mis padres asme lo ensearon y adems uno no debe cam-biar nunca de bando.

    Ejemplo de Demostracin: Tales de Mileto,el primer filsofo natural, estableci la redondezde la Tierra analizando la sombra que sta pro-yectaba sobre la Luna durante los eclipses. En-contrando que la Tierra siempre proyectaba unasilueta circular sobre la Luna, advirti que unobjeto que siempre proyecta una sombra circu-

    lar sobre otro, sin importar desde donde se ilu-mine, tiene por fuerza que tener forma esfrica.Luego la Tierra es una esfera.

    Con estos dos elementos Tales estableci laredondez de nuestro planeta ms all de cual-quier duda razonable, y no slo esto, tambincalcul su tamao relativo: cuantas veces es msgrande la Tierra que la Luna.

    A despecho de esta verdad, en la escuela an seensea que fue Coln, mirando los barcos des-

    de el puerto perdindose en el horizonte, quienhizo el descubrimiento antes de lanzarse a suaventura atlntica.

    En sntesis podemos decir que la argumenta-cin como actividad razonable puede identifi-carse desde estas cuatro perspectivas: una defi-nicin del concepto, una idea de competenciaargumentativa, unas razones que le dan vigen-cia en la academia, en la sociedad y en el indivi-duo y, finalmente, una distincin general, pero

    necesaria, con la opininla doxa no cientficacaracterizada, ya hace mucho tiempo, por lospensadores griegos.