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50 años del archivo fílmico más importante de América Latina

Las 10 joyas de la Filmoteca de la UNAM

Por Patricia Vega [email protected]

Con copias en 16 milímetros de las películas Raíces de Benito Alazraki y Torero de Carlos Velo, producidas y donadas por Manuel Barbachano Ponce, el 8 de julio de 1960 na-ció formalmente la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) bajo el impulso de Manuel González Casanova.

La institución, encabezada en la actualidad por Guada-lupe Ferrer, ha iniciado la celebración de su 50 aniversario con la proyección mensual de cintas clásicas de la cine-matografía mundial que han sido rescatadas por distintos archivos fílmicos; la programación de la trilogía restaurada de Fernando de Fuentes: El prisionero 13 (1933), El com-padre Mendoza (1933) y Vámonos con Pancho Villa (1935); y la realización de un magno documental de dos horas con materiales sobre la Revolución (de 1908 a 1917), que han sido rescatados, restaurados y editados por la Filmoteca, entre otras actividades.

La institución es propietaria también de aparatos que dan cuenta del desarrollo técnico del cine y que serán ex-hibidos en una sala de carácter permanente ubicada en sus antiguas instalaciones en el Centro Histórico, rebautizadas como Casa del Cine.

A diferencia de la Cineteca Nacional, que cuenta con una gran colección de cine mexicano contemporáneo debido a que la ley obliga a los productores mexicanos a entregar-le una copia de cada película que filman, la Filmoteca de la UNAM ha centrado sus esfuerzos en la localización de películas antiguas y su conservación para ser proyectadas prosteriormente.

“Si es viejo y es mexicano, ese cine nos interesa y vamos por él esté donde esté”, resume Guadalupe Ferrer, quien con un pequeño ejemplo coloca en perspectiva la labor que desarrolla la Filmoteca: “La restauración se hace fotograma por fotograma… en la actualidad, las películas tienen 24 cuadros por segundo, saque cuentas e imagine la cantidad de fotogramas que tiene un largometraje de 90 minutos que requiriera ser restaurado en su totalidad debido a la degradación del material”.

A lo largo de sus 50 años de vida, la Filmoteca la del UNAM sólo ha tenido tres directores: Manuel González Casanova, Iván Trujillo y, desde hace dos años, Guadalupe Ferrer.

Hace medio siglo, Manuel González Casanova reunió dos copias de filmes de 16 milímetros con las cuales se inició el acervo de la naciente

Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México. Hoy cuenta con el archivo fílmico más importante de Latinoamérica. Y, en medio de

aprietos económicos, se dispone a celebrar su aniversario con un proyecto que incluye la exhibición de algunas de sus joyas (filmes mu-

dos, el negativo original de María Candelaria, películas porno mexicanas de los años 30, entre otras), la remodelación de las salas de exhibición

de la UNAM y la creación de la Casa del Cine. Su meta: la localización, el rescate, la preservación y la difusión del cine antiguo.

“Si es viejo y es mexicano, ese cine nos interesa”.

Cada uno de los titulares ha dado a la institución un sello distintivo: a González Casanova le tocó iniciar el acervo fílmico. En lo que el archivo se incrementaba, se ocupó de producir documentales, muchos de ellos dirigidos por él mismo, así como de alimentar a los diversos cineclubes universitarios que se multiplicaban como hongos; Trujillo, por ser biólogo, le dio impulso al cine científico; y Ferrer ha expresado su intención de con-centrarse en la restauración, la conservación y la preservación del material, para lo que so-licitará recursos adicionales para construir más bóvedas, además de la digitalización de la base de datos para ofrecer un mejor servicio a investigadores y especialistas, y la difusión del material mediante su exhibición en salas ad hoc.

Así, aparte de los espacios tradicionales en los que la UNAM exhibe cine y de los prés-tamos de películas a diversas instituciones, una vez que terminen las celebraciones se iniciará en diciembre próximo la remodela-ción de las salas Julio Bracho y José Revueltas del Centro Cultural Universitario (CCU) para transformarlas en tres salas cinematográfi-cas: una pequeña, destinada a la difusión de las joyas fílmicas atractivas para cinéfilos y especialistas; una mediana, dedicada al cine mexicano contemporáneo que no es exhibido de manera suficiente en las corridas comerciales, y una sala grande dedicada a premieres y películas que forman parte de diversos festivales fílmicos. Un mismo lobby integrará a las tres salas, que también contarán con los sistemas de proyección de alta definición y sonido dolby.

Los dos mayores retos que enfrenta Ferrer serán obtener los recursos económicos para las construcciones planeadas y lograr que los estudiantes universitarios acudan masiva-

de la década de los treinta. Así, cuando en 1993 llegó a la Filmoteca un depósito de materiales de nitrato de celulosa mal clasificados y Francisco Gaytán se topó con una lata que sólo decía “Mancha”, recordó sus clases de historia del cine mexicano y pensó: “¿y qué tal si es esa cinta legenda-ria?”. Resultó que sí era, aunque la película estaba sucia, maltrecha e incompleta.

Después de un minucioso trabajo de restauración, la cinta acaba de ser exhibida en la sala Julio Bracho como parte de las conmemoraciones del cincuentenario de la filmoteca.

2. El negativo original de MaríaCandelaria

Sin duda, el mejor resultado de la colaboración entre el realizador Emilio El Indio Fernández y la actriz Do-lores del Río y fue filmada en Xochimilco en 1943.

A pesar de estar considerada como una de las 100 mejores películas del cine mexicano, el negativo original de la cinta estuvo perdido y olvidado en un almacén de Los Ángeles, en Estados Unidos.

mente a las nuevas salas cinematográficas, ya que su ubicación, en el Centro Cultural Universitario, dificulta el acceso.

Ferrer piensa particularmente en las mujeres estudiantes que no cuentan con un medio de transporte propio y que se sienten inseguras por la noche debido a la distancia que existe en las paradas de los trasportes públicos.

Por tener 39 años de trabajar en la Filmoteca, Francisco Gaytán Fernández, subdirector de Preservación, se ha convertido prácticamente en una base de datos viviente de la institución. Guarda en su memoria fechas, datos, títulos y características de cintas.

En contadas ocasiones pide a su secre-taria algún expediente. Sólo lo hace con el propósito de confirmar la información, pero las más de las veces los datos provienen de su cabeza.

En respuesta a una petición formulada por emeequis, Gaytán eligió una decena de cintas; claro que podrían ser otras, pues los tesoros fílmicos que resguarda la Filmoteca se cuentan por miles. Sin embargo, este breve listado cumple el objetivo de ser un pequeño botón de muestra.

1. La mancha de sangre

Fue filmada en 1937 por el pintor y teórico de arte Adolfo Best Maugard, quien era un esteta. Best propuso una visión absoluta-mente diferente al estereotipo que, desde Santa, dominaba las películas de cabareteras o de prostitutas. En su película presentó a la prostituta como una trabajadora que pasa su tiempo en el cabaret; capaz de aburrirse, pelearse, disfrutar o estar a disgusto con una labor que le permite ganarse la vida sin sufrir necesariamente por ello. Las prostitutas que el cine retrataba normalmente no obedecían a ese patrón.

Debido a ese tratamiento inusual, La mancha de sangre fue secuestrada por el gobierno del general Lázaro Cárdenas, lo que impidió su estreno.

Seis años después, en 1943, la película fue exhibida sin mucho éxito durante cua-tro semanas en el cine Poltieama y luego desapareció, cayendo en el olvido. Debido a su poca difusión, la cinta se convirtió en un mito entre los estudiantes y, gracias a un artículo escrito por Salvador Elizondo en 1961, La mancha de sangre adquirió el rango de leyenda, pues aunque se sabía de su existencia muy pocos la habían visto.

No obstante, era considerada por los especialistas como una de las pocas pe-lículas eróticas del cine latinoamericano

Cuando la Filmoteca supo de la existencia de ese negativo se comunicó con Televisa, pues esa empresa es propietaria de los derechos de exhibición de la cinta, pero ésta no se interesó en adquirir el hallazgo, así que la Filmoteca se convirtió en propietaria del negativo original de María Candelaria.

3. Colección de cine mexicano porno silente

A lo largo de los años, en mercados de viejo o a través de dona-ciones particulares, la Filmoteca de la UNAM ha localizado, adquirido y restaurado distintos materiales pornográficos cuya función básica era, de acuerdo con investigaciones realizadas, exhibirse en los prostíbulos de la época.

Los cortometrajes —son cerca de 40—, filmados en su mayoría en las primeras décadas del siglo pasado, antes de que la tecnología permitiera que el sonido fuera impreso en la película, han adquirido ahora un carácter documental, porque no sólo son reveladores de los usos y costumbres, sino que registran, por ejemplo, las calles de la ciudad.

Aunque es muy poco lo que se sabe sobre esas películas, se aprecia una marcada escasez de recursos en su con-fección. Han sido bautizadas por la Filmoteca de acuerdo con su trama: El sueño de Fray Vergazo, La dama y el perro, Un minuto de amor, Viaje de bodas, Amor árabe…

A diferencia del cine porno realizado en otros países que, generalmente, se reduce al acto genital mecánico, el porno mexicano tiene patrones que lo hacen único: cuenta historias a través de argumentos que, con picardía, tratan de ser chistosos y hay exposición de los sacerdotes y de la Iglesia.

4. El vuelo glorioso de los aviadores Barberán y Collar

En la madrugada del 10 de junio de 1933 los aviadores es-pañoles Mariano Barberán y Joaquín Collar despegaron, en la nave Cuatro Vientos, del aeródromo de Tablada en Sevilla, España. Así comenzaría una de las mayores proezas de la aviación mundial: un vuelo sin escalas España-Cuba, para continuar a México. Cuando los aviadores arribaron a La Habana, una multitud los recibió calurosamente y el gobierno les otorgó una condecoración y las llaves de la capital cubana.

En la ciudad de México más de 60 mil personas, encabe-zadas por el ex presidente Plutarco Elías Calles, aguardaron bajo la lluvia su llegada durante casi un día. Tras la salida de La Habana, no se volvió a saber del Cuatro Vientos. Los pilotos se guiaban sólo con ayuda de una brújula, ya que habían decidido volar sin llevar aparato de radio, a fin de aligerar el peso de la nave y cargar la mayor cantidad de combustible posible.

El avión desapareció y se volvió toda una leyen-da. En la década de los ochenta se descubren los restos del avión caído en México y lo que había

pasado. Originalmente se había programado hacer un documental sobre todo el vuelo, pero se convirtió en un documento sobre la pérdida del avión y de las vidas de los pilotos. En el material rescatado por la Filmoteca se registró también, por primera vez, el sonido directo de una calle mexicana, al filmar a la multitud que esperaba la llegada de los aviadores.

5. Zitari

Filmada también en 1931, esta cinta es ante-rior a Santa y es considerada como la prime-ra película sonora del cine mexicano. Zitari es, literalmente, un “regalo de amor” del realizador Manuel Contreras Torres a Medea de Novara, la musa con la que se casa y hace sus películas más conocidas.

Según parece, la cinta se estrenó en 1931 en Yucatán, pero no hay registro de que se hubiera exhibido en la ciudad de México has-ta que la Filmoteca la copió y la proyectó.

Es una película muy “extraña” porque tiene la estructura de una película silente, pero ya tiene música. El sonido no se hizo en México, la música fue agregada en Los Ángeles. La cinta narra el amor entre una princesa azteca, pero se desarrolla en Teo-tihuacán, y Medea de Novara juraba que los vestidos que usó le fueron prestados por un museo mexicano, ya que ella pertenecía a la nobleza del principado de Lichtenstein.

6. La sombra del caudillo

Basada en la polémica novela del mismo nombre publicada en 1929 por Martín Luis Guzmán, en Madrid, donde vivía deste-rrado, y llevada a la pantalla en 1960 por el realizador Julio Bracho, la cinta La sombra del caudillo sufrió durante 30 años un veto militar nunca formulado de manera explíci-ta, que la convirtió en la “película maldita” del cine mexicano.

Su estreno comercial fue posible sólo hasta el 25 de octubre de 1990, cuando se autorizó su exhibición. Se estrenó en la sala Gabriel Figueroa que pertenecía al Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinema-tográfica, productor de la cinta.

Tanto la novela como la película narran la historia de la sucesión presidencial en los turbulentos años previos a la instituciona-lización de la Revolución y es una crítica al caudillismo posrevolucionario: muestra la matanza de Huitzilac, en la que el general Francisco R. Serrano y un grupo de simpa-tizantes perdieron la vida.

En la época en la que la película estuvo desaparecida la Filmoteca recibió, de manera anónima, una copia en 16 milímetros. En los ochenta La sombra del caudillo circuló de manera clandestina mediante copias en video que se cotizaban a un precio alto en el mercado de La Lagunilla.

Cuando en 1990 se exhibió la cinta, se pudo comprobar que enviados del ejército habían acudido a los laboratorios Filmo-lab, donde se encontraba el negativo en 35 milímetros, obligando a los trabajadores a entregarlo sin que jamás se volviera a saber nada sobre su paradero.

Muriel y Fred Zinnemann, hecha a partir del negativo restaurado en la Cinemateca de Bolonia, Italia, gracias al patrocinio de la World Cinema Foundation, encabeza-da por el cineasta estadunidense Martin Scorsese.

La fotografía del filme fue realizada por el estadunidense Paul Strand y cuenta con el valiosísimo aporte musical del compositor mexicano Silvestre Revueltas. Todos esos elementos hacen que la película sea consi-derada uno de los más importantes clásicos de la cinematografía mexicana.

Redes fue realizada cuando Narciso Bassols era secretario de Educación Públi-ca, y Carlos Chávez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes. Fue el piloto de un proyecto para que el Estado mexicano produjera cintas de ficción con conciencia social: filmada totalmente en locaciones en Alvarado, Veracruz, la película fue interpre-tada por verdaderos pescadores y presenta su explotación por parte de un cacique de la región.

El negativo original de la cinta se perdió debido a que durante la ocupación de Fran-cia por parte de Alemania, en la Segunda Guerra Mundial, la Gestapo lo encontró y lo quemó.

9. México ante los ojos del mundo

Fue producida por los Ferrocarriles Nacio-nales de México en 1925. Este documental silente es la primera película a colores reali-zada en México mediante la técnica de tin-ting and toning, es decir, al filmar se utiliza primero una película ya teñida de fábrica y luego, al revelarse, se le agrega otro color, con lo que se da lugar a una bicromía. Hasta donde se sabe es la única película que se hizo en el país mediante esta técnica.

10. Tepeyac

Es el largometraje de ficción silente más anti-guo que se conoce en el ámbito del cine mexi-cano. Filmado en 1917 representa, además, la primera aparición del tema guadalupano en la cinematografía mexicana.

La película presenta a una Guadalupe que, angustiada por la noticia de que el buque en el que viaja su prometido ha sido hundido por un submarino, busca consuelo en un libro sobre las apariciones de la Virgen del Tepeyac.

Producido bajo condiciones precarias, es también un ejemplo de las dificultades que tuvo que sortear nuestra cinematografía para lograr establecerse como una industria, ante la voraz competencia de Hollywood y sus grandes producciones. ¶

50 años, 48 mil películas y 10 mil carteles

La Filmoteca de la UNAM es considerada como el archivo fílmico más importante de América Latina y se encuentra entre los 15 más destacados a nivel mundial debido a su impresionante acervo. Cuenta con un laboratorio y per-sonal altamente calificado para efectuar restauraciones fotoquímicas, lo que le permite apoyar el rescate y copiado fílmico de materiales de otros países.

Cuenta con alrededor de 48 mil títulos distribuidos en más de 300 mil latas que, identificadas y catalogadas, se preservan en condiciones ideales en siete bóvedas destinadas a albergar el material en nitrato de celulosa (altamente inflamable, por lo que esas bóvedas tienen un diseño especial y se encuentran cerca de la Estación de Bomberos en el Centro Cultural Universitario) y otras seis que resguardan el material en acetato, cumpliendo con to-dos los requisitos que estipula la Federación Internacional de Archivos Fílmicos.

La Filmoteca cuenta además con una colección de 10 mil ejemplares de carteles, 7 mil lobby cards (carteles en formato de tarjetas postales) y 83 mil fotografías de roda-je y de personalidades; una gran cantidad de documentos y más de 15 mil impresos especializados entre libros, re-vistas y folletos, así como películas de la cinematografía nacional e internacional en video para consulta de inves-tigadores. ¶

El único material existente era la copia en 16 milímetros, que la Filmoteca prestó al STPC para que 30 años después de haber sido filmada finalmente pudiera estrenarse.

7. El puño de hierro

Es el tercer y último largometraje que Gabriel García Mo-reno dirigió en Orizaba, Veracruz. La película, una ficción silente filmada en 1927, presenta a un prostíbulo en el que de manera abierta se consumen heroína y cocaína. Con una restauración editorial a cargo de Esperanza Vázquez Bernal, El puño de hierro es posiblemente la película mexicana que más directamente aborda el tema de la drogadicción.

A fines de la década de los sesenta, el investigador Au-relio de los Reyes recibió de la familia Mayer, de Orizaba, siete rollos en soporte de nitrato, tanto positivos como negativos, que entregó a la Filmoteca de la UNAM para su resguardo y restauración.

8. Redes

La Filmoteca cuenta con una nueva copia de la película Redes, filmada en 1934 bajo la dirección de Emilio Gómez