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1.1 Se encuentra en la colina El Plumaje, que se- gún Caso “antes se llamó por los mixtecos el Cerro del Quetzal” (1938: 83). Es interesante que Abra- ham Castellanos en 1902, durante el XIII Encuen- tro de Americanistas, se refirió a este sitio como “La Letra” y “el Dolmen” en su escrito titulado “Danni Dipàa” (1989). 1.2 Ubicada en una elevación al noreste de la pla- za principal de Monte Albán, es una de las residen- cias de mayor tamaño en el sitio. La construcción del Sistema de la Tumba 105 está colocada en una gran plataforma de cerca de 50 m por lado, y la ca- sa propiamente se sustenta en otra plataforma me- nor, con medidas aproximadas a los 20 m por lado y a la que Miller (1995: 88–89) denominó platafor- ma basal [fig. 5.1a]. Se trata de un patio rodeado por cuartos en sus cuatro lados y otros cuatro más pe- queños en las esquinas; es un típico “palacio” o ca- sa residencial funeraria zapoteca. Por la magnitud del edificio y las enormes piedras usadas en la cons- trucción, se sospechó que la tumba, en su interior, era de extraordinaria importancia [fig. 5.1b]. A 50 m hacia fuera, al oeste de dicha casa, hay un juego de pelota. Los cuatro aposentos principales están situados, como se dijo, hacia los cuatro puntos cardinales; el del oeste, frente a una escalinata, “se usó como pór- tico y en él estaba la puerta del gran dintel” (Caso, 1938: 84). Del lado opuesto, abajo del aposento es- te, se encuentra la tumba. El acceso a la casa no es directo, sino por medio de un pasillo en zigzag, for- ma recurrente en la arquitectura doméstica desde la época IIIb hasta la Conquista; se usó también en Mitla durante la época V [fig. 5.2]. 1.3 Caso nombró a esta casa o sistema como Pie- dra de Letra porque hay algunas líneas grabadas en los grandes bloques de piedra que conforman las jambas y el dintel; no obstante, a la fecha no se dis- tinguen. Con base en las ofrendas cerámicas —una de las cuales, según el autor, representa a Cocijo—, supuso que la casa estaba en uso durante la época IIIa; 1 sin embargo, la ofrenda más notable, encon- trada en el relleno y en el centro del patio, fue fe- chada por el mismo autor como correspondiente a la época IV (Caso, 1938: 85), por lo que se le pue- de asociar con una reutilización de la tumba. Esta ofrenda consistía en una máscara de mosaico for- mada por jade, pirita y piedras negras; a su lado ha- bía treinta y cinco cascabeles grandes de cobre (Ca- so, 1938: 84). En el centro del patio se encontró el pozo de ofrendas, constituido por una oquedad de sección rectangular con muros de piedras bien cor- tadas y que tiene por piso la roca natural del cerro. Dentro del pozo se hallaron vasijas de las llamadas “floreros”, semejantes a las teotihuacanas y corres- pondientes a la época IIIa. También había unos va- sos rectangulares. Bajo el aposento del oriente se halló la Tumba 105. Las excavaciones revelaron que fue construida Tumba 105 (Montículo de la Piedra de Letra) Beatriz de la Fuente Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM 5 1 Es posible que la primera época de construcción haya sido IIIa tardío, pero la ocupación principal del palacio es de la época IIIb.

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Page 1: 5 Tumba 105 - 132.248.9.195

1.1 Se encuentra en la colina El Plumaje, que se-gún Caso “antes se llamó por los mixtecos el Cerrodel Quetzal” (1938: 83). Es interesante que Abra-ham Castellanos en 1902, durante el XIII Encuen-tro de Americanistas, se refirió a este sitio como “LaLetra” y “el Dolmen” en su escrito titulado “DanniDipàa” (1989).

1.2 Ubicada en una elevación al noreste de la pla-za principal de Monte Albán, es una de las residen-cias de mayor tamaño en el sitio. La construccióndel Sistema de la Tumba 105 está colocada en unagran plataforma de cerca de 50 m por lado, y la ca-sa propiamente se sustenta en otra plataforma me-nor, con medidas aproximadas a los 20 m por ladoy a la que Miller (1995: 88–89) denominó platafor-ma basal [fig. 5.1a]. Se trata de un patio rodeado porcuartos en sus cuatro lados y otros cuatro más pe-queños en las esquinas; es un típico “palacio” o ca-sa residencial funeraria zapoteca. Por la magnituddel edificio y las enormes piedras usadas en la cons-trucción, se sospechó que la tumba, en su interior,era de extraordinaria importancia [fig. 5.1b]. A 50 mhacia fuera, al oeste de dicha casa, hay un juego depelota.

Los cuatro aposentos principales están situados,como se dijo, hacia los cuatro puntos cardinales; eldel oeste, frente a una escalinata, “se usó como pór-tico y en él estaba la puerta del gran dintel” (Caso,1938: 84). Del lado opuesto, abajo del aposento es-te, se encuentra la tumba. El acceso a la casa no esdirecto, sino por medio de un pasillo en zigzag, for-

ma recurrente en la arquitectura doméstica desdela época IIIb hasta la Conquista; se usó también enMitla durante la época V [fig. 5.2].

1.3 Caso nombró a esta casa o sistema como Pie-dra de Letra porque hay algunas líneas grabadas enlos grandes bloques de piedra que conforman lasjambas y el dintel; no obstante, a la fecha no se dis-tinguen. Con base en las ofrendas cerámicas —unade las cuales, según el autor, representa a Cocijo—,supuso que la casa estaba en uso durante la épocaIIIa;1 sin embargo, la ofrenda más notable, encon-trada en el relleno y en el centro del patio, fue fe-chada por el mismo autor como correspondiente ala época IV (Caso, 1938: 85), por lo que se le pue-de asociar con una reutilización de la tumba. Estaofrenda consistía en una máscara de mosaico for-mada por jade, pirita y piedras negras; a su lado ha-bía treinta y cinco cascabeles grandes de cobre (Ca-so, 1938: 84). En el centro del patio se encontró elpozo de ofrendas, constituido por una oquedad desección rectangular con muros de piedras bien cor-tadas y que tiene por piso la roca natural del cerro.Dentro del pozo se hallaron vasijas de las llamadas“floreros”, semejantes a las teotihuacanas y corres-pondientes a la época IIIa. También había unos va-sos rectangulares.

Bajo el aposento del oriente se halló la Tumba105. Las excavaciones revelaron que fue construida

Tumba 105(Montículo de la Piedra de Letra)

Beatriz de la FuenteInstituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

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1 Es posible que la primera época de construcción haya sido IIIatardío, pero la ocupación principal del palacio es de la época IIIb.

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Monte Albán I Tumba 105 | 83

Figura 5.1a. Monte Albán.Sistema de la Tumba 105,planta del conjunto.(Dibujo: G. Ramírez, 2004.)

Figura 5.1b. Monte Albán.Sistema de la Tumba 105,vista panorámicadel conjunto.(Dibujo: G. Ramírez, 2004.)

Tumba 105

0 10 m

Tumba 105

Entradahecha porarqueólogos

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simultáneamente a la casa. Aquélla se sitúa al cen-tro del cuarto este, y se entra a ella por una esca-linata orientada hacia el oeste; tiene un pequeñovestíbulo al cual se accede bajando cuatro escalo-nes y le sigue una cámara mayor que es de plantacruciforme, al igual que en las tumbas 3 y 60 deMonte Albán. Está casi toda tallada en la roca, ygrandes monolitos constituyen el techo plano. En elfondo “había dos trozos de columnas,2 y sobre el dela izquierda y abajo del de la derecha estaban loshuesos de un esqueleto que se enterró incompleto.El único objeto que se encontró con el esqueleto fueun fragmento de hueso recortado” (Caso, 1938: 86).

El techo y el piso de la tumba estuvieron pin-tados de rojo, pero en la actualidad sólo quedanmanchas negras; hay otras tres de color rojo en unaesquina del muro cabezal. Las paredes llevan figu-ras, imágenes y glifos; se advierten dos variaciones—en los lados norte y sur— en los muros de los bra-zos de la cruz: dos de ellos están en color rojo yotros dos, en cada lado, fueron cubiertos por figurasy glifos. Un dato importante es que, según Miller,

“observaciones cuidadosas de los restos de estucoen las caras exteriores de las jambas, indican clara-mente que el estuco continuaba sobre las piedrasque sellaban la entrada de la tumba” (1995: 90).3

1.4 El hallazgo fue realizado por el arqueólogo Al-fonso Caso durante la temporada de exploracionesde 1937 en Monte Albán, coincidiendo con el de lastumbas 103 y 104.

2.2 Se encuentra en malas condiciones. Reciente-mente, a principios del año 2000, se limpió y restau-ró eliminando la última de varias capas de barnizbrillante que la cubrió durante años. No obstante,por su mala factura, en la talla irregular de los mu-ros y los intersticios entre las losas de la cubierta, lapintura mural está sumamente deteriorada en par-tes tales como las jambas, el muro este (el del fon-do) y secciones de los brazos o muros remetidos.

Las medidas actuales, tomadas en noviembre de1999 por el arquitecto Gerardo Ramírez, miembrode este Proyecto, no coinciden con las registradaspor investigadores anteriores [fig. 5.3]. Las medi-das son: 481 cm de largo por 390 de ancho. El acce-so a la tumba mide 100 cm de ancho [lám. 5.1], entanto que los brazos cruciformes se amplían entre103 y 106 cm en el lado norte, y 103 y 104 cm en elsur; su longitud varía entre 80 y 98 cm. Las medi-das indican la irregularidad de la planta.

Según Miller (1995: 96), sobre la pared de estu-co las líneas se incidieron encima del enlucido, de-lineando el área del diseño; después, líneas rojas(de aproximadamente 4 mm de ancho) fueron apli-cadas por encima de las incisiones. A ello se pusie-ron áreas de color plano que se demarcaron con lí-neas negras bien definidas y de 2 a 4 mm de ancho.Al parecer, las jambas nunca fueron repintadas, loque sí ocurrió con los demás muros en diversas oca-siones. Caso menciona la transparencia de variaspinturas y asienta que la tumba “estuvo pintada porlo menos dos veces” (1938: 88).

Al respecto, en un viaje en diciembre de 2000,Diana Magaloni y Tatiana Falcón, miembros del Pro-yecto, realizaron trabajos para cotejar informaciones

84 | Oaxaca I Catálogo

2 Se trata de tambores.

3 En realidad, el autor se refiere a restos de estuco de la mampos-tería con que fue clausurada la tumba, los cuales quedaron sobreel estuco pintado de rojo de la fachada.

Figura 5.2. Monte Albán.Tumba 105, planta y alzado desplegado.(Dibujo: G. Ramírez, 2004.)

Vestíbulo

0 2 m

Ve VeJambanorte

JambasurNicho Nicho

N E S

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Monte Albán I Tumba 105 | 85

Lámina 5.1. Monte Albán.Tumba 105, fachada.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

Figura 5.3. Monte Albán.Tumba 105, alzado desplegado.(Dibujo: G. Ramírez, 2004.)

Lámina 5.2. Monte Albán.Tumba 105, interior.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

Jambanorte

Nicho

N

Ve Nicho

0 1 m

Jambasur

Ve

0 1 mS

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previas y hacer un análisis preciso de las seccio-nes de muros degradadas, de los posibles repintes yde las técnicas que se utilizaron. En sus estudios secuestiona la existencia de diferentes etapas pictó-ricas y sugieren que se trata, más bien, de repintes(para información más detallada sobre tales aspec-tos técnicos, véase el artículo de Diana Magaloni yTatiana Falcón incluido en esta misma obra).

En el exterior de la jamba norte se conservantrazos negros sobre pintura roja. Las jambas y lasparedes interiores —salvo excepciones de color rojoen los muros que conforman los brazos de la cruz—tuvieron diseños simbólicos, figuras y glifos. Pisosy techo fueron pintados de rojo, color que se con-serva de modo parcial. Todos los muros se dividenpictóricamente en tres secciones horizontales:una alta y una baja de menor tamaño y con repre-sentaciones diferentes, y otra medianera más gran-de —de mayor importancia visual— que da cabidaa la secuencia de iconos: figuras humanas y glifos[lám. 5.2].

La sección alta, es decir, el registro superior,muestra repetido en cinco ocasiones el mismo dise-ño: un panel rectangular con dos ojos como barrashorizontales, bandas diagonales y dos amplias fran-jas también horizontales que se curvan hacia abajoen los extremos, de modo tal que recuerdan el table-ro de doble escapulario, característico de la arqui-tectura zapoteca. De dichas formas descienden treselementos con aspecto de campana, compuestos porsegmentos semicirculares. A los lados se miran ban-das curvas y rectas, y círculos concéntricos. A estediseño se le conoce —a partir de Caso (1928)— co-mo “fauces celestiales” [lám. 5.3]. Sobre las jambas—norte y sur— hay diseños similares en contenidopero levemente distintos en representación; conello suman siete los signos de “fauces celestiales”.

En el registro medio se muestran hombres,mujeres y, entre ellos, series de glifos. Las figurashumanas alternan —según el sexo— en parejas, seconfrontan o corresponden. Las de los muros, a par-tir de los brazos de la cruz, se dirigen del fondo dela tumba hacia fuera; las otras se aproximan —sal-vo las del muro sur— al muro del fondo.

En medio de la diversidad de tocados, ornamen-tos e indumentaria, que se describirán en su mo-mento, hay una serie de constantes en las figurashumanas: todas llevan los rostros de perfil, así como

las piernas y los pies, que se muestran en actitud decaminar; los torsos van de frente. Todas, salvo una,simulan ser personas de edad avanzada, pues tie-nen la boca hendida debido a la falta de dientes. Lasmujeres van descalzas y usan quexquémetl y fal-da, delatan su estatus en su tocado; en tanto, la con-vención masculina indica su jerarquía y actividadno sólo en el tocado y el vestuario, sino también enlos objetos que portan en las manos: báculos, bolsasrituales y granos que esparcen.

Las figuras suman en total dieciocho y son en sumayoría parejas de hombre y mujer. Para esta des-cripción se numeran de izquierda a derecha desdeel número 1 hasta el 18. Entre las figuras humanashay glifos ordenados en columnas sobrepuestas —tales el caso del muro norte—, o un solo glifo de granimportancia visual en el muro este [lám. 5.2], o bien,otros breves y compactos en el muro sur [lám. 5.4];todos ellos se describen, identificados con letras, enel apartado 4.6. Asimismo, hay otros glifos que seencuentran en los tocados: serán descritos, en sumomento, junto con los antedichos.

El registro inferior está constituido por una ban-da horizontal con rectángulos de esquinas redon-deadas que alternan —en pares— su dirección: unosse aprecian como formas ascendentes, los otros fi-guran descender; a tal diseño se le ha consideradoindicador de lugar o nombre de lugar (Miller, 1995:98) [fig. 5.4].

Procederé a la descripción de las escenas pinta-das en el interior de la tumba conforme al siguien-te orden: la jamba norte; el muro norte; el brazonorte de la cruz con sus paredes norte y este; elmuro del fondo, que es el este; el muro sur con sucorrespondiente brazo y paredes este y sur, y, final-mente, la jamba sur de la entrada, siguiendo, comoya se anunció, una lectura de izquierda a derechadel espectador que ingresa en la Tumba 105. La des-cripción ha de ser integradora —figura, indumen-taria, tocado y atributos—, a fin de aprehender lasimágenes completas. Está apoyada en las visitas alsitio, en las fotografías que se tomaron en el lugarpara el Proyecto La Pintura Mural Prehispánica enMéxico, y en las ilustraciones y dibujos de Caso(1938) y de Miller (1995). Se trata de dieciocho fi-guras humanas —acaso nueve parejas—, y la lec-tura se iniciará a partir de la jamba norte y termi-nará en la sur.

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Monte Albán I Tumba 105 | 87

Lámina 5.3.Monte Albán.Tumba 105,parte superior delnicho norte.(Foto: P. Ángelesy E. Peñaloza, 2000.)

Lámina 5.4.Monte Albán.Tumba 105,muro sur. Detalle.(Foto: P. Ángelesy E. Peñaloza, 2000.)

Figura 5.4. Monte Albán.Tumba 105, diseño del registro inferior.(Dibujo: R. Ramírez Sánchez, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 24.)

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do, es masculina y mira de frente hacia la otra, quees femenina [figs. 5.5 y 5.6]. Ambos personajes sonancianos. El hombre (1) lleva un tocado elaboradoal que Caso identifica como la representación deldios Pitao Cozobi (1938: 88); muestra al frente el sig-no de los ojos desorbitados con gotas en sus comisu-ras. Su rostro, brazos y piernas se hallan de perfil;su posición es erecta, con un pie detrás de otro, enactitud de caminar. El resto de la figura está suma-mente deteriorado. Es posible que con su mano de-recha sostuviera una bolsa, y con la izquierda, unbastón con tres discos en su empuñadura. El toca-do consistía en tres secciones ovales sobrepuestas(tal vez una serpiente enrollada que remataba enuna cabeza con la nariz o labio superior vuelto ha-cia arriba) y, encima, haces de amplias plumas quedescriben una gran curva.

La figura femenina (2), mayormente conserva-da, porta un tocado con una serpiente de cabeza in-vertida, cuya cola, al parecer, terminaba en una bor-la. El tocado culmina en lo alto con un haz curvo de

Las dos jambas —y los demás muros pintadosde la tumba— llevan las figuraciones escénicas enuna banda mayor, limitada, en lo alto y en lo bajo,por otras dos bandas menores. Son tres registros ensentido horizontal. El superior es una franja corri-da con un diseño parecido al que se advierte en laTumba 104. Está más completo en la jamba norteque en la sur [lám. 5.5]. Representaba un símbolocentral de perímetro rectangular y de lados meno-res curvos; bajo él se distinguen aún pequeños ojoscon cejas azules y tres gotas que se desprenden delas comisuras; en una de ellas, todavía apreciable,se ve su interior dividido en dos colores. A los ladosde este diseño primordial, del cual se ha dicho quees una versión del signo “fauces celestiales”, se re-conocen formas ovaladas con tres representacio-nes en su interior; las extremas muestran forma deu acostada y limitan al centro una trapezoidal cru-zada por una banda vertical.

En el registro central hay dos figuras humanas—hoy día muy destruidas—: una, del lado izquier-

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Lámina 5.5. Monte Albán.Tumba 105, jamba norte, figuras 1 y 2.(Foto: E. Peñaloza y G. Vázquez, 2000.)

Figura 5.5. Monte Albán.Tumba 105, jamba norte, figura 1.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. II-B.)

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plumas anchas y redondeadas en su punta —con-vención característica zapoteca. La base del toca-do puede representar un numeral. El rostro de lamujer fue posiblemente de boca remetida y des-dentada; está de perfil, en tanto que su cuerpo —cu-bierto por un quexquémetl, decorado con discos—se mira de frente, al igual que las manos extendi-das por el dorso, que asoman opuestas al nivel dela cintura. Lo demás es ahora inapreciable. En el re-gistro inferior había diseños iguales a los del restode la tumba: son idénticos entre sí, aunque se alter-nan de manera invertida. Consisten en bandas rec-tangulares y curvadas en sus esquinas —de colorverde las interiores y rojo oscuro las exteriores—,que forman recuadros y articulan los diseños opues-tos; en el eje central y vertical de cada una se veíantres puntos negros [fig. 5.7].

Los muros norte [lám. 5.6] y sur, así como el es-te —el del fondo— siguen los patrones compositi-vos de las jambas: dos bandas o registros menoresen lo alto y en lo bajo, con representaciones abstrac-

Monte Albán I Tumba 105 | 89

Figura 5.6. Monte Albán.Tumba 105, jamba norte, figura 2.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. II-B.)

tas y simbólicas, y un gran registro medianero enel cual se desarrolla la escena figurativa. La bandao registro superior es formalmente distinta a la delas jambas, aunque tenga, quizá, el mismo signifi-cado. Voy a describir, de modo breve, lo representa-do en los registros superior e inferior y, en extenso,las variaciones que se advierten en las figuras de laescena de en medio.

En el registro superior se percibe, repetido cin-co veces en la extensión de los muros, el enormesigno semejante a una u desarrollada a lo ancho ycuyos extremos se enrollan hacia su interior a ma-nera de espirales [láms. 5.11 y 5.12]. Se trata de unagreca equivalente a la del “doble meandro”, caracte-rística de las construcciones zapotecas. En su por-ción superior hay dos medios rectángulos (negroy rojo) encerrados en otro mayor, de color azul; enla parte media hay franjas paralelas, diagonales ydivergentes, así como la base de un trapecio en suinterior. En la porción inferior descienden —es de-cir, se hallan hacia abajo— tres segmentos semi-

Figura 5.7. Monte Albán.Tumba 105, jamba norte, figuras 1 y 2.(Dibujo: R. López Ávila, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 20.)

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circulares que se han considerado “ojos estelares”.En ambos lados del diseño principal de este regis-tro se reconocen lienzos y bandas que terminan enplumas, flecos y círculos [lám. 5.13].

La siguiente descripción de las figuras se apo-ya en Caso (1938: 86–92) y en Miller (1995: 84–106),así como en la percepción de quien esto escribe.Cabe señalar que la versión de Miller difiere de lade Caso, y a ambas me referiré más adelante.

En los muros que van de los brazos de la cruzhasta el vano de entrada y, como si caminaran pa-ra salir de la tumba, se encuentran, a cada lado, dosparejas de figuras masculinas con figuras femeni-nas a las que Caso consideró deidades [lám. 5.6].Las paredes que se juntan con el muro del fondomuestran otra pareja (hombre y mujer) que ve ha-cia un glifo central [lám. 5.17]. Es así que en cadauna de las paredes laterales de la tumba —sin con-siderar los brazos de la cruz— hay tres parejas, másotra en el muro del fondo, lo que da un total de sie-te. A este número hay que añadir las dos parejaspintadas en las jambas, lo cual suma nueve pare-jas de figuras humanas. Es posible que todas ellas,exceptuando una femenina, sean de ancianos.

Hay que hacer notar que, en la lectura que co-mienza en el lado izquierdo, a una mujer sigue unhombre, de tal modo que, a la entrada de la tumba,sale de ésta una mujer en el muro norte, y un hom-bre se dirige hacia fuera en el muro sur. En el de-sarrollo de la secuencia hay una excepción en elbrazo de la cruz que corresponde al muro norte; aella me referiré después.

En la pared norte, pintada con el mismo colorde fondo que todas las demás —rojo oscuro—, apa-rece primero la figura femenina (3) [figs. 5.8 y 5.12]frente a su glifo nominal (que será nombrado en elapartado 4.6). El rostro de la anciana está de perfil—frente a su boca se advierte una vírgula de la pa-labra—; el cuerpo, de frente, y los pies, descalzos,uno detrás de otro en actitud de caminar. Se ven lasmanos con las palmas hacia el frente y en sentidoopuesto. Bajo su enorme tocado, el cabello, pinta-do de amarillo, está dispuesto en franjas paralelasque llegan a los hombros [lám. 5.7].

El tocado se apoya en una banda doble que losostiene; al frente se encuentra la cabeza que Casollamó “dios del cielo” (1938: 90): es una imagenzoomorfa con la mandíbula superior curvada ha-cia abajo, y muestra un colmillo curvo tambiénhacia abajo; lleva orejeras circulares y discos decolor azul verdoso, y se ornamenta con tres gran-des flores —el glifo J— “que parecen indicar quees una representación estilizada de la flor” (Caso,1938: 90; 1965e: 936). No obstante, junto con Igna-cio Bernal, lo identifica como la mazorca del maíz(1952: 20, fig. 7). Según el primer autor, es comúnla representación del glifo J en las urnas funera-rias zapotecas. En lo alto del tocado hay plumasverdes de diferentes tamaños y en su parte poste-rior descienden franjas y una especie de hebillarematada con plumas.

La figura se cubre con quexquémetl y faldellínornados con grecas. Porta orejeras circulares, collarde cuentas, colgantes y ajorcas, todas verdes. Fren-te a su boca se reconoce la vírgula de la palabraparticularmente elaborada, e incluye una cuentade jade y una concha bivalva; Miller (1995: 100) pro-pone que son sugerentes de ‘precioso’ y ‘fecun-didad’.

Su compañero (4) [figs. 5.9 y 5.12], que simulacaminar detrás de ella, es también un hombre viejoque tiene alrededor del ojo “el anillo característico

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Lámina 5.6. Monte Albán.Tumba 105, muro norte.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

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Monte Albán I Tumba 105 | 91

Lámina 5.7. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 3.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

Figura 5.8. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 3.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

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Figura 5.9. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 4.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

Lámina 5.8. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 4.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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Monte Albán I Tumba 105 | 93

Figura 5.10. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 5.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

Lámina 5.9. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 5.Detalle. (Foto: E. Peñaloza y G. Vázquez, 2000.)

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94 | Oaxaca I Catálogo

Lámina 5.10. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 6.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

Figura 5.11. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 6.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

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del dios de la lluvia” (Caso, 1938: 90). La posturano difiere de la anterior en cuanto a que el rostrode perfil se halla en dirección a la izquierda, y unagran vírgula decorada emerge de su boca; el cuer-po está visto de frente, y los pies, calzados con san-dalias anudadas sobre el empeine. Se advierten losbrazos hacia el frente del cuerpo; el izquierdo sostie-ne una bolsa y el derecho toma un bastón decora-do con dos turquesas y una flor, y circundado porun objeto ondulante —que puede ser tela o piel— ycon colgantes por abajo [lám. 5.8].

El tocado se forma con bandas enrolladas com-puestas por placas y plumas que culminan en dosdiseños circulares verdes, limitados por segmen-tos y anudados en su centro por dos bandas rojas.De cada uno yergue hacia arriba lo que parece seruna larga pluma negra y verde; es igual a la deltocado de los personajes 9 y 11. El tocado limitael rostro a modo de barboquejo. De su parte poste-rior parece descender una banda curva de segmen-tos verdes y círculos concéntricos de color amari-llo. En la espalda de la figura, Caso y el dibujanteVillagra observaron amplias bandas curvas de co-lor crema y amarillo, mismas que Miller reinter-pretó como parte del abanico. Su indumentariaestá constituida por una capa verde (decorada conconchas en su parte baja), un lienzo a manerade ceñidor, un braguero y un disco dorsal visto defrente.

La siguiente figura es femenina (5) [figs. 5.10 y5.12]. Tiene, al igual que la número 3, quexquémetldecorado con grecas escalonadas y franjas alternasen rojo y amarillo, en tanto que la falda es roja condiscos verdes y está sostenida por un cinturón cu-yo paño delantero tiene otra greca polícroma. Sor-prende el rostro, que difiere notablemente de losdemás en sus rasgos y en la menor edad que repre-senta (no parece prógnata) [lám. 5.9]. Sigue el pa-trón de las representaciones de mujeres con el cuer-po de frente, las palmas de la mano dirigidas ensentido opuesto y el pulgar inclinado hacia el cen-tro; los pies se hallan descalzos y ornados con ajor-cas de cuentas verdes. Carece de vírgula y lleva ungran tocado, en cuyo frente se percibe el rostro yel brazo de una figurilla humana que dirige la vistaen el mismo sentido que la figura mayor. En la ba-se del tocado se advierte una doble banda similara la del personaje 3, con la diferencia de que ésta

lleva una barra y tres puntos: se trata de un nume-ral. Por encima, varias franjas terminan en una he-billa con plumas, y al centro, en lo alto, un óvalodel cual baja un capullo de tres pétalos; sobre él selevantan anchas plumas verdes adornadas con loque son acaso seis pequeñas borlas.

El hombre que le sigue en esta suerte de pro-cesión es también una figura de viejo (6) [figs. 5.11y 5.12] que empuña una lanza con la mano dere-cha, en tanto que con la izquierda toma el escudo,la bolsa y un objeto que, al decir de Caso, “pareceuna porra, con la punta llena de nudos o protube-rancias” (1938: 90). De hecho, lo que aún se apreciaes que la mano izquierda toma únicamente unabolsa, y debido a la confusión de elementos repin-tados sólo se identifican varios diseños en su inte-rior [lám. 5.10].

Como los demás, tiene el rostro de perfil, mues-tra parte de su cabello amarillo bajo el tocado, y suspies calzan sandalias —que imitan la piel de jaguar—anudadas con bandas azules. El tocado se sustentasobre dos bandas de placas —posiblemente simulan-do cuero— y consiste en un medallón rectangularsobre el cual se apoya una cabeza serpentina conel labio superior vuelto hacia arriba y cuyo cuerpose forma de segmentos paralelos; por debajo de éste,una banda de placas verdes destaca sobre un diseño

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Lámina 5.11. Monte Albán.Tumba 105, muro norte,esquina superior izquierda. Detalle.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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Lámina 5.13. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, parte media superior y nicho.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

Lámina 5.12. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, parte superior.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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de grecas o de petatillo entrelazado. En la cabeza delreptil se reconoce un diseño rectangular con unabanda diagonal, y un penacho de plumas verdes seyergue anudado en la base de la cabeza por dos ban-das. En el lado opuesto del tocado, placas y plumasrematan en lo que parece ser una pata con tres ga-rras. Al centro de tal extensión del tocado se ve untrapecio, y por encima, dos bandas amarillas y anu-dadas que unen las bases de dos formas lanceoladasy con rayas en su interior. Es un tocado ciertamen-te espectacular y distinto de los demás.

El personaje tiene un pectoral de varias hilerasde placas rematado por conchas, así como un petocon diseño cuadricular; lleva una especie de peque-ño abanico y una banda que termina en fleco, debajode la cual hay otra con un elemento trilobulado.

Del registro inferior, ya descrito, hay en estetramo una variación notable, pues en los espaciosvacíos se representaron diseños que simulan dos

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Figura 5.12. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figuras 3–6.(Dibujo: R. Ramírez Sánchez, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 22.)

Lámina 5.14. Monte Albán.Tumba 105, nicho norte.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

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La última imagen del muro norte (8) [figs. 5.14y 5.15] tuvo, según Caso, dos superposiciones decapas pictóricas. La más antigua se veía en la por-ción media baja y era una representación femeni-na con huipil y falda; la más reciente es la de unafigura de hombre que se distingue en la porciónalta, cuyo sexo identifica el autor porque “llevabaen el cinturón el característico adorno masculino”(1938: 91): se trata del disco dorsal y posiblemen-te del abanico. Lo que en la actualidad se percibees que la figura está de pie, de perfil, y su rostro seorienta hacia el muro este. Al decir de Caso, la pri-mera pintura, la “diosa” o imagen femenina, se di-rigía hacia la entrada de la tumba; sin embargo, lade la superposición con la nueva pintura, la del“dios” o imagen masculina, mira en sentido opues-to (Caso, 1938: 91). Tal figura, la 8 [lám. 5.16], llevaun objeto en la mano y tiene una vírgula frente a suboca. El enorme tocado, símbolo de identidad, secompone de tres bandas —verde, ocre y roja— so-bre las cuales hay un paño que muestra dos círculosconcéntricos con fondo rojo (este tocado de atribu-tos tipo Tláloc lo portan personajes masculinos);

dedos que se rozan en dirección opuesta, uno ha-cia arriba y otro hacia abajo [lám. 5.10]. Esto, posi-blemente, alteraría el significado general del signolocativo (los rectángulos con esquinas redondea-das que se inician en la época II de Monte Albán).Por lo demás, todo mantiene el ritmo reiterado delresto de los registros inferiores.

En los muros occidental y norte del brazo de lacruz que se encuentra en el lado norte, sólo hay pin-tura roja [lám. 5.14]. Sin embargo, en la pared orien-tal se encontraba una figura (7) [figs. 5.13 y 5.15]—hoy muy destruida, y que fue repintada al menosen dos ocasiones— que se dirigía hacia el muro delfondo de la tumba, como saliendo del brazo de lacruz; en los dibujos de Caso se identifica “su atuen-do de huipil con pendientes, falda, y en su tocadolleva al frente una cabeza fantástica” (Caso, 1938:89) ornamentada con plumas que le otorgan la apa-riencia de ave. En lo alto lleva lo que pudo habersido un penacho de plumas. Frente a su boca se ha-llaba una vírgula y bajo ésta se percibía impreci-samente una columna de glifos, según los dibujosde Villagra [lám. 5.15].

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Figura 5.13. Monte Albán.Tumba 105, muro este del nicho norte, figura 7.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

Lámina 5.15. Monte Albán.Tumba 105, muro este del nicho norte, figura 7.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

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Figura 5.14. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 8.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003. Basado en Caso, 1938: lám. IV.)

Lámina 5.16. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, figura 8.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

Figura 5.15. Monte Albán.Tumba 105, muros este y nortedel nicho norte, figuras 8 y 9.(Dibujo: C. Coronel, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 22.)

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Figura 5.16. Monte Albán.Tumba 105, muro este, figura 9.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. V.)

Figura 5.17. Monte Albán.Tumba 105, muro este, figura 10.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. V.)

Figura 5.18. Monte Albán.Tumba 105, muro este, figuras 9 y 10.(Tomado de Miller, 1995: fig. 24.)

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están situados al mismo nivel y, según Caso, son co-mo los que “vemos a menudo en cabecitas teotihua-canas” (1938: 91). De acuerdo con el mismo autor,por arriba hay una faja formada por ojos con cejasazules; se trata de la representación de dos serpien-tes entrelazadas —roja y verde—, en cuyo extremoponiente se encuentra una cabeza de ave con picoamarillo y cresta roja. Por debajo de la cabeza delave se advierte un glifo oval con cuatro círculos ensus bordes y otros dos en su interior, lo que pare-ce ser el numeral 1 en su forma “decorada”, propiode las épocas tardías, o bien, el glifo E, que es ‘tur-quesa’, sin numeral. Hacia arriba del cuerpo entre-lazado se yerguen haces de amplias plumas quedescienden hacia la parte posterior de la figura.

El muro este muestra, sin duda, la escena pri-mordial, en la cual convergen varias imágenes de

las paredes norte y sur y las dos pintadas en el muroeste o del fondo; estas últimas representan a unhombre (9) y a una mujer (10) [figs. 5.16, 5.17 y5.18] que parecen dirigirse o hablar a un enorme gli-fo central. Es posible que se trate de cuando menostres superposiciones pictóricas (Caso, 1938: 91);las “fauces celestiales”, más amplias que en los otrosmuros, ocultan una representación anterior más pe-queña y con dos “ojos estelares” alargados, y aba-jo de ésta se ven dos barras numerales, la últimade ellas ubicada bajo la pintura del marco que li-mita el glifo central. La configuración pictórica secomplementa con el registro medio —en el cualse colocaron las figuras humanas y el desmesura-do glifo central— y el registro inferior, que presumi-blemente llevaba el mismo diseño que hay en losotros muros.

Lámina 5.17. Monte Albán.Tumba 105, muro este, figuras 9 y 10.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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El gran signo jeroglífico oculta, en parte, el sig-no de la palabra, que sale de la boca de las figuras;del lado izquierdo está la figura masculina. De loque permanece apreciable se distingue parte de sutocado, que culmina en dos plumas que surgen desendos círculos colocados en bandas dirigidas haciaarriba y que penetran en el registro de las “faucescelestiales”. Son similares a los de los personajes 4 y11. Es posible que con una de sus manos tomara unabolsa y con la otra un báculo con tres discos en suempuñadura, semejante a la número 1 [lám. 5.17].

En el lado derecho, la figura femenina llevaquexquémetl, falda y ajorcas con discos verdes; susmanos están cruzadas sobre el pecho y porta unenorme tocado que, posiblemente, tenía una cabe-za serpentina y un penacho de plumas. La conven-ción de ambas figuras —9 y 10— se asemeja a la delas previamente descritas.

En la parte del muro sur cercana al fondo sepintó a un viejo (11) que dirige su mirada al accesode la tumba [figs. 5.19 y 5.21]. Las imágenes estánconfusas por la superposición de capas pictóricas[lám. 5.18]. Se distingue que llevaba un anillo al-rededor de los ojos y una especie de barboquejogrande (similar al del personaje 9), un tocado com-puesto por bandas, una encima de otra, y un hazde plumas colgantes en la parte posterior; debajo deéste se encuentra una franja verde delimitada porotra amarilla, y tal vez forman parte del abanico, yaque muy cerca se encuentra el disco dorsal [lám.5.19]. El tocado culmina, por arriba, con dos círcu-los atados en su centro y una especie de pluma lan-ceolada que ya se ha descrito previamente (es elmismo tocado de las números 4 y 9), y en lo alto re-mata en un penacho de plumas. Además de la vír-gula de la palabra, es posible que frente a su rostrohubiera signos glíficos. Lo que resta de la figura esen particular desconcertante por las alteraciones entiempos antiguos, pero la imagen es definitivamentemasculina.

Los muros occidental y sur del brazo de la cruzestán pintados de rojo [lám. 5.20]; en el lado orien-te del mismo se plasmó la representación de unamujer (12), hoy apenas visible, que tenía —segúnCaso— la cabeza de Pitao Cozobi en su tocado [figs.5.20 y 5.21]. Aún se aprecia un gran tocado de dise-ños geométricos. Hay restos de decoración de vír-gulas y de un signo como cruz de malta a la altura

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Lámina 5.18. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 11.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

Figura 5.19. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 11.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

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Lámina 5.19. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 12. Detalle.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1999.)

Figura 5.20. Monte Albán.Tumba 105, nicho sur, muro este, figura 12.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

Figura 5.21. Monte Albán.Tumba 105, nicho sur, muros estey sur, figuras 11 y 12.(Dibujo: R. López Ávila, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 23.)

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Lámina 5.20. Monte Albán.Tumba 105, muro este del nicho sur.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

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Lámina 5.21. Monte Albán.Tumba 105, muro sur.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 1997.)

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Lámina 5.22. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 13.(Foto: P. Ángeles y G. Vázquez, 2000.)

Figura 5.22. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 13.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

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de su cuerpo, signo al que Caso catalogó como gli-fo I (1928: 35). El resto está sumamente degrada-do y no se pueden discernir las formas. Según el di-bujo de Miller, esta imagen se confronta con la quelleva el número 11.

En la última sección del muro sur de la tumbase encuentran las figuras 13 a 16 [lám. 5.21]. La 13[figs. 5.22 y 5.26] es femenina y se halla de perfil;lleva los pies descalzos, en actitud de caminar, y sedirige hacia el oeste. Va vestida con quexquémetly falda decorados con discos verdes; el collar esigualmente verde, pero deja ver unos discos ama-rillos correspondientes a una pintura anterior. Sucabello amarillo, a la usanza ya descrita, se cubreen la frente con dos franjas que portan un enormetocado constituido por bandas sobrepuestas, formascirculares y rematado con plumas de diversos tama-ños [lám. 5.22]. Cabe señalar, entre otros datos dis-tintivos de esta imagen, que su tocado muestra, enel lado frontal, una cabeza serpentina con la narizhacia arriba: es, según el arqueólogo Caso, la más-cara de Pitao Cozobi, el dios del maíz (1938: 89). Ja-vier Urcid le ha dado el término arbitrario —él mis-mo así lo reconoce— de xicani, vocablo zapotecoque —según lo refiere Córdova— designa al hechi-cero nigromántico, y establece el paralelismo en-tre la iconografía mixteca y la náhuatl (1942: 169).Es semejante a la del tocado de la figura del muronorte de la Tumba 104 y de otras de Suchilquiton-go; se trata de una cabeza vista de perfil con labio

o nariz prolongado y vuelto hacia arriba, de ojo rec-tangular y oreja cubierta por una orejera de círcu-los concéntricos [lám. 5.23]. El diseño del tocado semezcla con rasgos pictóricos previos, pero se reco-noce el diseño de u —con los extremos en espiral—sobre dicha cabeza serpentina, así como los hacesde plumas en lo alto y por delante.

La figura que le sigue hacia el frente (14) [figs.5.23 y 5.26] es la de un hombre viejo de perfil y conlos pies calzados con sandalias, puestos uno detrásde otro [lám. 5.24]. Según Caso, se advierte un re-pinte y por ello se ve una doble línea amarilla conpuntos azules (1938: 89). De su vestuario destacael pectoral de varios colores y las grandes bandas,tal vez como sacos, que descienden sobre la espal-da y terminan en plumas. Caso concluye que estaparte del vestuario corresponde a lo “que los azte-cas llamaban yetecomatl o calabazo, en el cual sellevaba el tabaco” (1938: 89), aunque tal vez y nue-vamente estamos frente al abanico asociado al dis-co dorsal. En la mano derecha porta una bolsa. Sutocado es grande y está compuesto por bandas ver-des y rojas que sostienen diseños curvos, amarillosy rojos; sobresale un símbolo de tres gotas seme-jante “a un símbolo teotihuacano que se repite mu-cho en la cerámica. Su tocado de plumas tiene atrásla cabeza de Cocijo” (1938: 89). De su boca sale unavírgula de la palabra.

A continuación, el personaje 15 [figs. 5.24 y5.26] mantiene su cuerpo y la orientación del mis-mo según la convención direccional establecidapara las mujeres: cabeza de perfil, cuerpo de frente(dejando asomar sobre sus vestiduras las palmas delas manos extendidas) y piernas y pies colocadosuno detrás de otro [lám. 5.25]. Se trata tambiénde una anciana con el cabello teñido de amarillo yla boca desdentada; frente a ésta se reconoce unavírgula adornada. Se ha dicho que las decoracio-nes en las vírgulas son señal de canto. Como ador-nos lleva orejeras, collar y ajorcas de discos verdessimulando jades. Su gran tocado de plumas mues-tra al frente una cabeza zoomorfa, y en la parte deatrás, una banda amarilla con discos verdes y unahebilla rematada con plumas; en lo alto hay un pe-nacho y una tira amarilla —que se proyecta al fren-te— decorada con una cuenta y su remate.

La última figura de la secuencia que aquí heseguido (16) [figs. 5.25 y 5.26] es la de un hombre

Lámina 5.23. Monte Albán.Tumba 105, muro sur. Detalle.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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Figura 5.23. Monte Albán.Tumba 105, muro sur,figura 14.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

Lámina 5.24. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 14.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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Figura 5.24. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 15.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

Lámina 5.25. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 15.(Foto: P. Ángeles y E. Peñaloza, 2000.)

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Figura 5.25. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 16.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. III.)

Lámina 5.26. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, figura 16.(Foto: P. Ángeles y G. Vázquez, 2000.)

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que, como los que le anteceden, parece caminar ha-cia la entrada de la tumba. Es también un viejo, es-tá de perfil y tiene frente a su boca una vírgula; consu mano derecha sujeta una bolsa y con la izquier-da esparce lo que parecen ser semillas [lám. 5.26].Su rostro y cuerpo van pintados de rojo, tiene unmoño en su ceñidor y porta braguero, disco dorsaly sandalias. Lleva pectoral de bandas pintadas derojo, verde y ocre, y de su espalda desciende unabanda curva que termina en plumas, y otra más,roja y verde, que seguramente representa el aba-nico dorsal. Es posible que se trate del mismo ob-jeto que se ve en los personajes 14, 9 y 1. El to-cado que porta es grande y elaborado, compuestopor bandas curvas sobrepuestas y rematado porplumas; está muy destruido. En la base del toca-do se advierte una especie de cartucho con un gli-fo, del cual aparentemente desciende un glifo detres gotas.

Aunque las dos jambas —norte y sur— estánmuy deterioradas, es más apreciable el diseño de lasur. En la parte alta se reconoce el mismo diseñoque en la jamba norte [lám. 5.27].

Lámina 5.27. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, figuras 17 y 18.(Foto: P. Ángeles y G. Vázquez, 2000.)

Figura 5.26.Monte Albán.Tumba 105,muro sur,figuras 13–16.(Dibujo: R.RamírezSánchez, 2005.Tomadode Miller,1995: fig. 23.)

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Dos figuras confrontadas, también ancianas—mujer y hombre—, sobreviven incompletas en lajamba sur. Del lado izquierdo se pintó la figura demujer (17) [figs. 5.27 y 5.29], muy parecida en suconvención pictórica a la antes descrita de la jam-ba norte: cabeza y piernas de perfil, cuerpo visto defrente, vestimenta de quexquémetl y faldellín. Sutocado pudo ser también semejante al de la mujerde la jamba norte: en la base, una placa horizontalcon dos o tres discos en su interior; por encima, unaforma serpentina que termina con una borla en di-rección a su espalda; más arriba, restos de lo quepudieran haber sido plumas. Miller (1995: 92) diceque “la figura femenina usa también un tocado [...]de piel de jaguar coronado por un glifo largo e indis-tinguible, y se miran los contornos de plumas quese curvan hacia atrás”.4 No obstante, las condicionesactuales impiden describir lo que originalmente fuerepresentado.

Frente a la mujer vieja se inclina, encorvado,un hombre también anciano (18) [figs. 5.28 y 5.29].Lleva un gran tocado, como de lienzos enrollados

Figura 5.27. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, figura 17.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. II-A.)

y con diseño de piel de jaguar, que puede represen-tar una serpiente-jaguar que remata en una cabezaserpentina; abajo de ésta se aprecia el signo de ojosdesorbitados con tres gotas en sus comisuras, y en loalto y hacia atrás hay un diseño de plumas. El rostrodel anciano muestra con claridad la boca desden-tada y las líneas faciales que acentúan la edad. So-bre su pecho se reconoce el perfil de una máscaraverde con orejeras circulares, y su mano derechase extiende, visible e indicadora, por debajo de losnumerales del glifo.

4.5 Las interpretaciones que se han dado de lasimágenes descritas anteriormente se presentaránde modo breve a continuación. Se iniciará por elautor más antiguo.

1) Alfonso Caso (1938: 83–92, figs. 19–24) identifi-ca las figuras humanas del interior de la tumbacomo representación de dioses y diosas. Cuen-ta un total de dieciocho, de las cuales nueve sonfemeninas y las otras nueve son masculinas.Anota que el número nueve está fuertementeasociado con el inframundo en el México an-tiguo, y que de acuerdo con el Códice Vaticano Ao Códice Ríos, los nueve dioses del inframun-do van siempre acompañados de sus consor-tes: es el patrón que se sigue en la Tumba 105.Asimismo, nueve es el número del grupo dejugadores de pelota, hecho significativo por lacancha de juego asociada con esta edificación.La mayoría de las identificaciones que hace Ca-so deriva de los elementos del tocado y de lossignos glíficos al frente de las figuras, y entreellas reconoce algunas deidades, como Cocijoy Pitao Cozobi, así como a Tláloc, por el atribu-to del aro en torno a los ojos. Su observaciónde que la banda superior representa las “fau-ces celestiales” coincide con su idea de figurasdivinas.

2) En su escrito de 1983 (“Stone Monuments andTomb Murals at Monte Albán IIIa”, 1983: 137–143), Joyce Marcus es quien primero muestracon argumentos convincentes que se trata deparejas. Añade —de modo menos seguro— queson “parejas reales” (1983: 141), y también ase-vera que las “fauces celestiales” son signo dedescendencia divina, de tal suerte que son4 Traducción de la autora. (N. de los eds.)

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“hombres y mujeres reales que estaban, presu-miblemente, relacionados con el ocupante”(1983: 143). Identifica los glifos —a partir de lanomenclatura de Caso— como nombres calen-dáricos, y así señala con respecto al muro norte:

Figura 3, femenina: 7 turquesa (combinación

de glifos)

Figura 4, masculina: glifo J + glifo E + ‘turquesa’

Figura 5, femenina: 3 cerro (?), glifo J; 1 agua

Figura 6, masculina: glifo J + glifo E + 3 u 8

(glifo A)

En el muro sur propone la siguiente lectura:

Figura 13, femenina: 12 mono, con su lengua

de serpiente

Figura 14, masculina: 4 serpiente

Figura 15, femenina: 4 jaguar

Figura 16, masculina: 3 mono + (?)

No identifica más glifos porque dice que sulectura es incierta; reconoce, en la jamba sur,2 o 3 jaguar y 1 venado.

Por otra parte, Marcus (p. 143) discute la re-lación entre las pinturas de la Tumba 105 y loscódices mixtecos, concluyendo que aquéllas an-ticipan la relación genealógica de las lápidas depiedra de la época Monte Albán IIIb–IV.

3) Miller, en 1995 (pp. 94–106), da una interpreta-ción más extensa. Para el autor hay dos esce-nas representadas en la Tumba 105: la primeraestá constituida por las cuatro parejas que si-mulan salir de la tumba, y la segunda está for-mada por las seis figuras restantes (tres parejas)que desde los brazos de la cruz miran hacia elfondo. Existe, sin embargo, una diferencia queel propio autor plantea y que resulta difícil decomprender. Según Miller, se trata de “tres dis-tintos temas iconográficos representados en los

Figura 5.28. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, figura 18.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. II-A.)

Figura 5.29. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, figuras 17 y 18.(Dibujo: C. Coronel Sánchez, 2005.Tomado de Miller, 1995: fig. 21.)

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muros; cada uno describe diferentes relacio-nes con los difuntos” (p. 103). De tal suerte quelas figuras de las jambas revelan el primer temaiconográfico, el más venerado, ya que se loca-liza justo en el acceso del recinto al mundo delos muertos, y así sugiere “que estas parejas ma-ritales representan a los venerados ancestrosfundadores de las líneas de descenso paterna ymaterna de los ocupantes de la tumba” (p. 103).

Continúan las dos escenas separadas entresí (recuérdese que se trata de dos escenas, perode tres asuntos iconográficos). La primera seencuentra en los muros norte y sur, al ponien-te de los brazos cruciformes, y la segunda, alfondo, se restringe a los muros del lado orien-te de la cruz. Lo que da unidad a la primera es-cena son las parejas —maritales, de acuerdocon el autor— y su apariencia de salir de la tum-ba. El desfile se inicia con una mujer (figura 3)en el muro norte y su contraparte es un hombre(figura 16) en el muro sur. Miller recuerda lascaracterísticas distintivas de los varones —bas-tones, bolsas, esparcimiento de semillas— y delas mujeres —quexquémetl, falda, pies descal-zos y manos opuestas. Ello indica que las pa-rejas que salen de la tumba “representan a losdescendientes vivos de las líneas masculina yfemenina del ocupante fallecido y colocado enla tumba” (p. 104). Tales personajes vivos ocu-pan la banda intermedia bajo el signo que sig-nifica “dinastía real” o “descenso real”, y sobrela banda de los glifos de lugar. Para confirmar lahipótesis de dicha realeza, recuerda que el di-seño de greca escalonada en el vestuario es suatributo específico. Hace hincapié en que la fi-gura 5 pudo haber sido de origen extranjero.

En la siguiente escena, las seis figuras (7 a11) se dirigen hacia el elemento principal delmuro central: el enorme glifo 13 muerte, y se-gún el autor, tal nombre indica “que están enefecto muertos y que pueden ser los ancestrosinmediatos del ocupante” (p. 104). Las explica-ciones que ofrece para comprender la superpo-sición de capas pictóricas es que la tumba seabría de acuerdo con la necesidad de nuevosentierros, por lo que “el cambio de relación conel difunto más reciente pudiera ser motivo delas alteraciones pictóricas” (p. 104).

En suma, los tres conjuntos iconográficos re-presentan tres clases diferentes de parentesco:los fundadores dinásticos en las jambas, los pa-rientes sobrevivientes y herederos en la escenauno, y los ancestros recientemente fallecidosen la escena dos. El autor sugiere también quecuando se abandonó la casa se abrió la tumbapor última vez, sacaron su contenido y coloca-ron los segmentos de columnas que se encon-traron en su interior cuando fue descubierta, yal final la sellaron cuidadosamente. Estas acti-vidades pudieron ocurrir durante la época IV dela cronología de Caso o la IIIb–IV de la de Win-ter (1989a), según se infiere por el cobre, asocia-do a la ofrenda final.

Para Miller, que coincide con Marcus (1983:143), Robertson (1982: 17) y Chadwick (1982:28), las pinturas de la Tumba 105 son anteceden-tes de los códices mixtecos y sus alteracionespueden anticipar el proceso de rehacer la his-toria, lo que según otros autores se aprecia enel Códice Nuttall. Estilísticamente, Miller rela-ciona las pinturas de la Tumba 105 de MonteAlbán con la Tumba 5 del entonces llamado Ce-rro de la Campana (Suchilquitongo) y con al-guna pintura teotihuacana como el Tláloc rojo,actualmente en el Museo Amparo.

4.6 Los registros jeroglíficos —o parte de ellos— queaún se aprecian entre las figuras humanas, se indi-can con letras en el dibujo general; sólo se hará refe-rencia a los parcialmente visibles. Los signos glíficosque se encuentran en el tocado fueron descritos enel lugar que les corresponde y no en este apartado.

Las descripciones que van a continuación estántomadas, en lo fundamental, del texto de AlfonsoCaso de 1938 y de la apreciación de los dibujos co-rrespondientes que realizó el pintor Agustín Villa-gra. Cuando procede, se añade la nomenclatura re-ciente de los mismos, es decir, las indicaciones deSusana Díaz, participante en este Proyecto.

Glifos A y B. Entre ambas figuras hubo glifos ynumerales, hoy día sumamente deteriorados. Caso(1938: 88) reporta que vio el número 12 asociado ala figura femenina, en tanto que Miller (1995: 92)dice haber visto el numeral 8 [figs. 5.29 y 5.30].

Glifo C. Frente a la figura 3 hay un complica-do conjunto de signos y objetos colocados en sen-

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de abajo arriba, una flor amarilla tripétala; por en-cima, el numeral 1 con cuatro puntos rojos en lasesquinas, y en lo alto, un cuadrete con esquinas de-coradas en rojo y azul [figs. 5.35 y 5.36].

Glifo I. Ocupa la parte media la escena de lasfiguras de ancianos —personajes 9 y 10, hombre ymujer— y el glifo que Caso identifica como H: setrata de un cráneo que tiene dos barras numera-les y tres puntos, por lo que se puede leer como13 muerte. “Atrás del glifo 13 muerte se ven toda-vía algunos signos que pertenecían a esta últimarepresentación, por ejemplo, un punto numeralque formaba parte del nombre de la diosa y unapequeña barra numeral del lado izquierdo” (Caso,1938: 92). Se ha dicho también que se trata del gli-fo 13 mono [fig. 5.37].

Glifo J. Hay restos de lo que pudieran haber si-do glifos entre las figuras 11 y 12: uno parece queera un ojo acompañado de un numeral 5 (¿glifo L?,Caso, 1938: 89), y otro, más abajo, encerrado enun cartucho. A la fecha no se distinguen los glifos[fig. 5.38].

tido vertical: en lo bajo, el glifo nominal 7 turquesa;por encima, una vasija, un signo de infinito en rojoy un paño en amarillo, así como una posible pen-ca de maguey; en lo alto, un glifo compuesto porun ojo y un breve penacho de cinco o cuatro plu-mas [fig. 5.31].

Glifo D. Sus determinativos, como los llama Ca-so, es decir, el nombre que lo identifica, son tres sig-nos que se encuentran frente a la figura 4: “abajo, laturquesa rodeada de cuatro puntos como aparece elnumeral 1 en estos frescos y en los de la Tumba 104;arriba, un glifo semejante a la turquesa y que repre-senta al Sol; por último, el glifo J sobre dos puntosque no parecen numerales. Quizá con la represen-tación de la turquesa acompañada de cuatro pun-tos diametralmente opuestos se quiso representarel día 1 turquesa, y éste es entonces el nombre deldios” (1938: 90) [fig. 5.32].

Glifo E. Los glifos o signos “determinativos” fren-te a la figura 5 son cinco, y serán descritos de aba-jo arriba [fig. 5.33]. El primero, que Caso no reco-noce, está formado por dos bandas verticales que seunen por abajo y terminan en un apéndice que re-cuerda una bolsa. En la parte alta de las dos bandashay una línea que las une y de ésta desciende unsemicírculo blanco; sobre ese diseño se ve el nume-ral 1 decorado con cuatro puntos, y por encima deéstos Caso observa “un glifo terminado hacia arribaen tres como hojas con las puntas decoradas con lafigura trilobulada” (según Díaz, se trataría del gli-fo Z), misma que se aprecia en el glifo J de otrasimágenes. En cuarto lugar tenemos el glifo ‘cerro’acompañado de tres puntos, y en la parte más altaun glifo cuadrado con diseño geométrico en su in-terior. En la parte posterior, a la altura del quexqué-metl, hay un diseño independiente compuesto poruna sección escalonada y una curva, y en lo alto,dos círculos: uno concéntrico y otro con una cruzen su interior.

Glifo F. Al decir de Caso, los glifos “determina-tivos” de la figura 6 son, de abajo a arriba: “el glifo8 A, estando formado el numeral por una barra conlos tres puntos superpuestos; arriba de este nom-bre, otra vez el glifo del Sol con el glifo J como flor”(1938: 91) [fig. 5.34].

Glifos G y H. Entre las figuras 7 y 8 hay restos deregistros jeroglíficos que no son identificables, masse puede rescatar, con base en el dibujo de Villagra,

Figura 5.30. Monte Albán.Tumba 105, jamba norte, glifos A y B.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Basado en Caso, 1938: lám. II-B.)

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Figura 5.31. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, glifo C.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.32. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, glifo D.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.33. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, glifo E.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.34. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, glifo F.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.35. Monte Albán.Tumba 105, nicho norte,muro este, glifo G.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.36. Monte Albán.Tumba 105, muro norte, glifo H.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.37. Monte Albán.Tumba 105, muro este, glifo I.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003. Basado enCaso, 1938.)

Figura 5.38. Monte Albán.Tumba 105, nicho sur, muro este, glifo J.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003. Tomado deCaso, 1938.)

Figura 5.39. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, glifo K.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Tomado de Caso, 1938.)

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Figura 5.44. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, glifo O.(Dibujo: A. Reséndiz, 2003.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.40. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, glifo L.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.41. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, glifo M.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.42. Monte Albán.Tumba 105, muro sur, glifo N.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

Figura 5.43. Monte Albán.Tumba 105, jamba sur, glifo Ñ.(Dibujo: A. Reséndiz, 2004.Tomado de Caso, 1938.)

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do situado sobre lo que pudiera ser el numeral 1(¿se trata de Uno Venado?), según Caso (1938: 89)[fig. 5.43]. De acuerdo con Díaz, ¿1? G (comunica-ción personal).

Glifo O. Frente al rostro de la figura 18 se reco-noce una gran cabeza de jaguar vista de perfil ycolocada sobre dos numerales que en conjunto in-dican el nombre calendárico de Dos Jaguar [fig.5.44]. La cabeza lleva una orejera de forma similara los numerales. Díaz indica que se trata del glifo2 B (comunicación personal).

5.1 J. Acosta, 1965: 814–836; A. Caso, 1928; 1938:83–92, figs. 19–24; 1965e: 849–870; A. Caso e I. Ber-nal, 1952; A. Castellanos, 1989; J. de Córdova, 1942;R. Chadwick, 1982: 27–31; B. de la Fuente, 1997:131–150; J. Marcus, 1983: 137–143; A. Miller, 1988:233–258; 1990: 309–332; 1995; J. Paddock, 1985: 91–113; J. Paddock, ed., 1966; D. Robertson, 1982: 15–26;J. Urcid, 1994: 77–97; M. Winter, 1989a: 123–130.

Glifo K. Casi a la altura del rostro de la figura 13va la inscripción glífica formada por el numeral 12 yuna cabeza de mono, de cuya boca emerge, haciaarriba, una prominente lengua bífida [fig. 5.39].

Glifo L. Frente a la figura 14 y por debajo de lavírgula se advierte una inscripción que registra elnombre Cuatro Serpiente [fig. 5.40], a la que Díazdenomina 4 M (comunicación personal).

Glifo M. A partir de su nombre glífico, que llevaal frente, el nombre de esta anciana (figura 15) seve representado en gran tamaño; se trata de CuatroJaguar [fig. 5.41]. Díaz se refiere a este signo como4 B (comunicación personal).

Glifo N. Según el glifo nominal, situado frente alpersonaje, figura 16, se trata de Tres Mono; por arri-ba de este glifo se encuentra otro que es como deunas fauces, y otro más, no identificado, en coloresrojo y azul [fig. 5.42]. Díaz llama 3 O a este signo (co-municación personal).

Glifo Ñ. Hay vestigios del nombre calendári-co de la figura 17: el perfil de una cabeza de vena-

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