5. la per a - vialibre-ffe.com · callados, y parece que el sol da una libertad de hablar en voz...

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Por FERNANDO DIAZ-PLAJA 5. L A P E R EZ A A pereza engendra el bostezo, el boste- `zo el sueño; ^o es al revés? EI caso es que el perezoso tiene tendencia a estar tumbado e inmóvil de forma que, Zqué sitio mejor que el del coche-cama o de una li- tera? "^Usted duerme en el tren?". "Yo, como un bendito". Qué bien deben de dormir los benditos Ise supone que por falta de remor- dimientos) para que la gente los ponga de paradigma de lo que es un buen sueño. Pero quien duerme asf de verdad, en el tren se lo pasa "chachi", como dicen los castizos. EI mejor y más cierto eslogan que se ha lanza- do en la RENFE ha sido el de "Ganará tiem- po durmiendo", al hablar de sus coches-ca- ma. Acostarse en Madrid y despertarse en La Coruña significa desplazarse sin haber perdido ninguna hora importante de la vida de uno, porque las que empleó en el viaje las ten(a que haber pasado igualmente fuera de la realidad. EI tren entonces tiene algo de magia. Cerrar los ojos en un lugar y abrirlos en otro a muchos kilómetros de distancia... Aparte de que eso, además de acercar como en un "zoom" cinematográfico la ciu- dad deseada, evita aquella que uno no apre- cia. Eugenio d'Ors, que odiaba una villa (de cuyo nombre, como decfa "EI Quijote", no quiero acordarme, para evitar irritaciones lo- cales, que a veces son más agresivas que las nacionales), dec(a: "Lo bueno de ir en coche-cama de Y a Z es que se pasa por X en estado inconsciente". Esa temporal ausencia de la realidad se ve perturbada a veces dramáticamente por la violencia de un grito que Ilega temerosa- "EI empleado le aseguró que bajarfa..: '. 15

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Por FERNANDO DIAZ-PLAJA

5. LA PEREZAA pereza engendra el bostezo, el boste-

`zo el sueño; ^o es al revés? EI caso esque el perezoso tiene tendencia a estar

tumbado e inmóvil de forma que, Zqué sitiomejor que el del coche-cama o de una li-tera?

"^Usted duerme en el tren?". "Yo, comoun bendito". Qué bien deben de dormir losbenditos Ise supone que por falta de remor-dimientos) para que la gente los ponga deparadigma de lo que es un buen sueño. Peroquien duerme asf de verdad, en el tren se lopasa "chachi", como dicen los castizos. EImejor y más cierto eslogan que se ha lanza-do en la RENFE ha sido el de "Ganará tiem-po durmiendo", al hablar de sus coches-ca-ma. Acostarse en Madrid y despertarse enLa Coruña significa desplazarse sin haberperdido ninguna hora importante de la vidade uno, porque las que empleó en el viajelas ten(a que haber pasado igualmente fuerade la realidad. EI tren entonces tiene algo demagia. Cerrar los ojos en un lugar y abrirlosen otro a muchos kilómetros de distancia...

Aparte de que eso, además de acercarcomo en un "zoom" cinematográfico la ciu-dad deseada, evita aquella que uno no apre-cia. Eugenio d'Ors, que odiaba una villa (decuyo nombre, como decfa "EI Quijote", noquiero acordarme, para evitar irritaciones lo-cales, que a veces son más agresivas quelas nacionales), dec(a: "Lo bueno de ir encoche-cama de Y a Z es que se pasa por Xen estado inconsciente".

Esa temporal ausencia de la realidad seve perturbada a veces dramáticamente porla violencia de un grito que Ilega temerosa-

"EIempleado

le

aseguróque

bajarfa..: '.

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mente en medio de la noche, un grito quesigue a una campana y que advierte a losadormilados pasajeros que "el tren descen-dente procedente de Irún y estacionado enla via l, en breves minutos efectuará su sali-da", información nunca solicitada, que yosepa, por ninguno de los pasajeros, porqueel único de ellos que tenfa que bajar a esepueblo, casi siempre insignificante, Ilevabaveinte minutos en la plataforma, junto a lasalida, por temor a pasar de largo.

"i Si hubiara usted vistoal señor a quien obligué a bajanse!.. ".

Y a propósito de pasar de largo; hay unavieja anécdota del señor que informó al en-cargado del coche-cama en el trayecto Ma-drid-Barcelona que él tenía que bajar sin fal-ta en Zaragoza cuando Ilegara a esa esta-ción a las tres de la madrugada. Que leadvertía, sin embargo, que é l tenfa un des-pertar muy malo y que no se extrañara queal ser Ilamado se revolviera contra su des-pertador, insultándole incluso; que era unareacción instintiva, a la que no podia evitar

medio dormido, pero le insistió que, a pesarde ello, le hiciera bajar, fuera como fuera.Era muy importante para sus negocios. EIempleado le aseguró que bajaria en Zarago-za como él se Ilamaba Pepe. EI viajero le diouna buena propina y se fue confiado a la ca-ma... Cuando le despertó la luz del dia, eltren estaba ya en la costa catalana y frentea él brillaba el mar. EI señor, enfurecido, sa-lió en pijama al pasillo y al encontrarse conel empleado le reprochó entre gritos e insul-

"EI perezosose ha inatalado..:'.

tos la jugada que le habia hecho, y que iba acausarle grandes perjuicios económicos. Leaseguró que darfa parte a la compañia paraque le impusiera una sanción; cuando secansó de soltar improperios, volvió a su ca-bina dando un portazo. Un señor que habíapresenciado el incidente se acercó al em-pleado para condenar la mala educación delcaballero y comentar las cosas que teníanque sufrir los encargados del coche-camaen su trabajo. EI otro suspiró, encogiendolos hombros.

-Esto no es nada. i Si hubiera usted ofdoal señor a quien obligué a bajarse en Zara-goza!

L protagonista de la historia era el casotípico del dormilón nato, del que puede^poyarse en la esquina de una silla, ce-

rrar los ojos y permanecer dormido, pase loque pase. Existe, por otra parte (ya que el

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tren es un auténtico muestrario de la faunahumana), el incapaz de pegar ojo, sabiendoque puede pasarse de estación, y aun entrelos que van hasta el final del recorrido hayquienes son incapaces de dormir. Son losque escuchan todo el tiempo la respiracióndel señor a su lado, desde el suspiro hasta elronquido; los que se enteran de cada una delas estaciones que pasan; los que fuman sinparar para hacer algo; los que salen al pasi-

Ilo cada dos por tres; los que Ilegan a sudestino con unas ojeras tan tremendas queasustan a los familiares que les están espe-rando. Son las víctimas sin remisión del via-je nocturno, aunque afortunadamente sonpocas. La mayoría de los viajeros oscilan en-tre la "cabezadita", si están sentados, y elsueño reparador, si están tumbados. Noacaban de dormir ni acaban de velar. En ge-neral, a ésos les anima mucho ver Ilegar eldfa, porque les quita la necesidad de estarcallados, y parece que el sol da una libertadde hablar en voz alta para distraerse. Ningúnave se alborota más en un gallinero que los

viajeros de un vagún de asiento corridocuando empieza el d(a, y con ello la probabi-

lidad de comer, beber y comentar cosas...especialmente por la seguridad de que hanpasado lo peor y están ya muy cerca del fa-miliar, del amigo y del baño caliente y repa-rador de posturas forzadas.

... Que, en general, son las peores dificul-tades para el perezoso, cuando se instala enun departamento ya ocupado. Hay que ver

entonces con qué suavidad empieza a pres-tar a sus miembros la posibilidad de exten-

derse. EI codo se desliza por el brazo delsillón con una leve presión sobre el del veci-

no, hasta que éste, más tímido -especial-mente si es señora-, se retire, dejándole el

espacio; el torso se va recostando, la piernaalargándose por entre las piernas ajenas...,el pie entonces salta el estrecho pasillo y seintercala entre las posaderas de dos caballe-ros para que, al menos esa pierna, queda to-talmente extendida; si no hay quejas, se vafiltrando el otro; a los diez minutos de co-menzar el viaje, el perezoso se ha instalado,larga y aparatosamente, apoyando la cabe-za en la mano abierta, reclinando el torsohasta ocupar dos puestos en lugar de uno ylos pies Ilegando hasta el respaldo de en-frente. De vez en cuando, el señor que "al-berga" sus pies hace un movimiento brusco,los pies se caen al suelo, el perezoso fingedespertarse, se endereza y dice "Usted per-done". Pocos minutos después está reali-zando la misma operación. Si el vecino esde los de sueño profundo, será victima in-consciente de esa maníobra; si es tfmido,

"... un inspector se acercó...".

igual, y si es irritable de manera defensiva,es decir, de los que prefieren levantarse ysalirse al pasillo antes de aguantar tantocontacto, mejor que mejor; el perezoso estáocupando ya cuatro puestos en vez de uno...

L perezosa no va casi nunca al cocherestaurante porque para eso hay quelevantarse, caminar por los pasillos en-

tre bandazos, sentarse estrechamente conotras personas, esperar...; prefiere quedarse

en su sitio dulcemente solitario, y si pasa al-guien con un carrito de bebidas y bocadilloscomprarse algo que comerse en paz y graciade Dios. Y a echar otra siestecita.

De uno de esos me contaron poco des-pués de terminada la guerra civil que sequedó dormido en el rincón de su departa-

mento. En aquel tiempo había constante vi-gilancia policial, y un inspector se acercó aexaminar su documentación. AI notar queestaba dormido le sacudió, y en el momento ^

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en que el otro abría los ojos entre sueños,dando la vuelta a la solapa el enseñó la pla-ca de policía. EI buen señor, todavía entrenieblas, viendo aquello brillante y tan cerca,se inclinó hacia delante, dio un beso a laplaca y volvió a quedarse dormido. Quienme lo contaba, testigo presencial de suceso,me aseguró que el policía le dejó seguir dur-miendo porque, como comentó, un hombrecapaz de reacción tan pía, no podía ser ene-migo del orden público; y además, evidente-mente, era de derechas.

La pereza es enemiga de uno de los ele-

mentos más importantes de los ferrocarri-les, es decir, la puntualidad. La persona queen el chiste clásico aparece en el andén consus maletas en ambas manos, viendo desa-parecer a lo lejos el vagón de cola del trenque tenía que tomar es en el ochenta porciento de los casos un auténtico perezoso alque ha advertido su familia varias veces quesi no se levantaba de la cama perdería eltren. "Hay tiempo", ha protestado una yotra vez, mientras se cubría la cabeza con elembozo de la sábana. Y, naturalmente,cuando se ha decidido a levantarse, vestirsey precipitarse a la calle, ha tardado en en-contrar el taxi necesario y ha Ilegado al an-dén justamente cuando el tren desaparecíaa lo lejos.

(Debía de ser de la escuela del protago-nista de uno de los proverbios de Salomón,que utiliza uno de los pretextos más gracio-sos que haya leído en mi vida para no mo-verse: "No salgo a la calle -dice ese vagobíblico-, porque en la plaza hay probable-mente un león dispuesto a devorarme".)

Sí, el perezoso es la antitesis del buenviajero, al que no le basta Ilegar a tiempo dela salida antes del tren, sino que debería ha-cerlo mucho antes para encontrar buenasiento. Esa búsqueda afanosa del sitio enque van a situarse nuestras próximas horasno tendrá ningún éxito sin una previa pre-sencia en el lugar mucho tiempo antes deemprender la marcha. ^Ventanilla o pasíllo?EI perezoso tiene que contentarse con loque le han dejado los diligentes que se le-vantaron antes.

L AS historias didácticas de nuestrosmaestros que oíamos de niños alaban-do la buena costumbre de quien dejaba

el lecho antes que los demás se completa-ban siempre con un ejemplo en forma demoraleja. EI ejemplo era de un niño que, le-vantándose con el alba, había encontradouna bolsa Ilena de oro en la playa antesque nadie pudiera verla, con lo que se hizo

rico.

"Cuando el tren desaparecfa a lo lejos..: '

Es curioso que en aquel tiempo a ningúnprofesor se le ocurriera precisar que lo quetiene que hacer un ser honrado en esas cir-cunstancias no era enloquecer de júbilo an-te el hallazgo, sino Ilevarlo a la Comisaría dePolicía más próxima para que lo devolvieranal legítimo poseedor. No. Se limitaban a feli-

citar al descubridor, poniendo énfasis enque lo había encontrado precisamente porsu laboriosidad; que había visto compensa-

do el hábito maravilloso de levantarse tem-prano con ese premio. De lo que se deducíalo bueno que era eso de madrugar...

Hasta que un alumno de mi clase, másdespierto que los demás, "se cargó" la his-toria y la deducción del ejemplo con una fra-se Ilena de buen sentido. Fue ésta:

-Pero, oiga, profesor..., i más había ma-drugado el que perdió la bolsa! n F. D. P.( Ilustraciones de Mendoza.)

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