5 geertz cliford2003 la interpretacion de las culturas gedisa capitulo1

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    1.Descripcin densa: hacia una

    teora interpretativa de la culturai

    En su libroPhilosophyina NewKey,Susanne Langer observa que ciertas ideas estallan en el paisaje intelectual con una tremenda fuerza. Resuelven tantos problemas fundamentalesenun momento que tambin parecen prometer que van a resolver tod os los problemas fundamentales, clarificar todas las cuestiones oscuras. Todosseabalanzana esaideacomo sifueraunfrmula mgicadealguna nueva cienciapositiva, como si fuera el centro conceptual alrededor del cual es posible construirun nuevo sistema general de anlisis. El sbito auge de semejante grande idee, queeclipsa momentneamente casi todo lo dems, se debe, dice la autora, "al hecho deque todos los espritus sensibles y activos se dedican inmediatamente a explotarla.Laprobamos en toda circunstancia, para toda finalidad, experimentamoslasposiblesextensiones de su significacin estricta, sus generalizaciones y derivaciones".Pero una vez que nos hemos familiarizado con la nuevaidea,una vez que staforma partedenuestra provisin generalde conceptostericos, nuestras expectativasse hacen ms equilibradas en lo tocante alosusos reales de dichaidea,de suerte queas termina su excesiva popularidad. Slounos pocosfanticos persisten en su intento de aplicarla umversalmente; pero pensadores menos impetuosos al cabo de untiempo se ponen a considerar los problemas que la idea ha generado. Tratan de aplicarlayhacerla extensiva a aquellos campos donde resulta aplicable y donde es posible hacerla extensibleydesisten de hacerlo en aquellosen quela ideanoes aplicableni puede extenderse. Si era valedera se convierteentoncesverdaderamenteenuna ideaseminal, en una parte permanente y perdurable de nuestro arsenal intelectual. Peroya no tiene aquel promisorio, grandioso alcance de su aparente aplicacin universalque antes tena. La segunda ley de termodinmicao el principiode la seleccin natural o el concepto de m otivacin inconscienteola organizacin de los medios de produccin no lo explica todo y ni siquiera todo lo humano, pero, sin embargo, explicaalgo; de m anera que nuestra atencin se dirige a aislar slo lo que es ese a lgo, a desembarazamos deunabuena porcin de seudociencia a la que, enelprimer entusiasmo de su celebridad, la idea tambin dio nacimiento.Quesea enrealidadste o no el modo en que sedesarrollanlosconceptos cientficos fundamentalmenteimportantes,no los .Perociertamenteesteesquemaencajaen el concepto decultura alrededordel cual naci todala disciplinadela antropologa, la cual se preocup cada vez m s por limitar, especificar, circunscribir y contener el dominio de aqulla. Los ensayos que siguen, en sus diferentes maneras y ensus variasdireccionesestntodos dedicados a reducirel conceptode culturaa susverdaderas dimensiones, con lo cual tienden a asegurar su constante importancia antesque a socavarla. Todosellos,avecesexplcitamenteperocon ms frecuencia envir-tud delanlisisparticularquedesarrollan,preconizanun concepto deculturamsestrecho, especializado y, segn imagino, tericamente ms vigoroso que el de E . B.

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    Tylor, al que pretende reemplazar, pues el "todo sumamente complejo" de Tylor, cuya fecundidad nadie niega, me parece haber llegado al punto en el que oscurece mslas cosas de lo que las revela.El pantano conceptual aquepuede conducir el estilopot-au-feutyloriano de teorizar sobre la cultura resulta palpable en lo que todava es una de las mejores introducciones generales a la antropologa,Mirrorfor Mande Clyde Kluckhohn. En unasveintisiete pginas de su captulo sobre el concepto de cultura, Kluckhohn se las ingenia para definir la cultura como:1)"el modo total de vidadeun pueblo"; 2) "el legado social que el individuo adquiere de su grupo";3)"una manera de pensar, sentiry creer"; 4) "una abstraccindela conducta"; 5) "una teora del antroplogo sobre lamaneraenquese conducerealmente un grupodepersonas"; 6) "un depsitodesaberalmacenado";7) unaserie de orientaciones estandarizadas frente a problemas reiterados";8)"conductaaprendida";9)"unmecanismode regulacin normativode laconducta"; 10) "una serie de tcnicas para adaptarse, tanto al ambiente exterior como alos otros hombres";11)"un precipitadodehistoria"; y tal vez en su desesperacin elautor recurre a otros smiles, tales como un mapa, un tamiz, unamatriz.Frente a estegnero dedispersin terica cualquierconcepto deculturaauncuando seamsrestringido y no enteramente estndar, que por lo menos sea internamente coherente yque,lo cual es msimportante, ofrezcaunargumento susceptible de ser definido (como, para ser honestos, el propio Kluckhohn lo comprendi sagazmente) representauna m ejora. El eclecticismo es contraproducentenoporque haya nicamente una direccin en la que resulta til moverse, sino porque justamente hay muchasy esnecesario elegir entre ellas.El concepto deculturaque propugno ycuya utilidad procuran demostrarlosensayos que siguen es esencialmente un concepto semitico. Creyendo con Max We-ber que el hombre es un animal inserto en tramas de significacin que l mismo hatejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el anlisis de la cultura ha deser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativaenbuscadesignificaciones. Lo que busco es la explicacin, interpretando expresiones sociales que son enigmticas en su superficie. Pero semejante pronunciamiento, que contiene toda una doctrina en una clusula, exige en s mismo alguna explicacin.

    IIEl operacionalismo como dogma metodolgico nunca tuvo mucho sentido porlo menos en lo que se refiere a las ciencias sociales y, salvo unos pocos rincones demasiado transitados el conductismo skinneriano, los tests de inteligencia, etc.est en gran medida muerto en la actualidad. Pero asytodo, hizo un aporte importante que conserva cierta fuerza, independientemente de lo que uno pueda pensar altratar de definir el carisma o la alienacin en trminos operacionales: si uno deseacomprender lo que es una ciencia, en primer lugar debera prestar atencin, no a susteoras o a sus descubrimientos y ciertamente no a lo que los abogados de esa ciencia dicen sobre ella; uno debe atender a lo que hacen los que la practican.En antropologa o, en todo caso, en antropologa social lo que hacen los que

    lapracticanesetnografa.Ycomprendiendolo que esla etnografao msexactamentelo que eshacer etnografase puedecomenzar a captar aquequivale el anlisis antropolgico como forma de conocimiento. Corresponde advertir enseguida que sta2

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    no es una cuestin de mtodos. Desde cierto punto de vista, el del libro de texto, hacer etnografa es establecer relaciones, seleccionar a los informantes, transcribir textos,establecer genealogas, trazar mapas del rea, llevar un diario, etc. Pero no sonestas actividades, estas tcnicasyprocedimientos lo que definen la empresa. Lo quela define es cierto tipo de esfuerzo intelectual: una especulacin elaborada en trminos de, para emplear el concepto de GilbertRyle,"descripcin densa".Ryle habla de "descripcin densa" en dos recientes ensayos suyos (reimpresosahora en el segundo volumen de susCollectedpapers)dedicados a la cuestinde,como l dice, qu est haciendoLePenseur."pensando y reflexionando" y "pensandopensamientos". Consideremos, dice el autor, el caso de dos muchachos que contraenrpidamente el prpado del ojo derecho. En uno de ellos el movimiento es un tic involuntario; en el otro, una guiadadeconspiracin dirigida aunamigo. Los dos movimientos, como m ovimientos, son idnticos; vistos desde una cmara fotogrfica,observados "fenomnicamente" no se podra decir cul es el tic y cul es la seal nisi ambos son una cosa o laotra.Sin embargo, a pesar de que la diferencia no puedeser fotografiada, la diferencia entreunticy un guio esenorme, comosabequien ha

    ya tenido la desgracia de haber tomado el primero por el segundo. El que guia elojo est comunicando algo y comunicndolo de una manera bien precisayespecial:1)deliberadamente, 2) a alguien en particular,3)para transmitir un mensaje particular, 4) de conformidad con un cdigo socialmente establecido y 5) sin conocimientodel resto de los circunstantes. Como lo hace notar Ryle, el guiador hizo dos cosas(contraer su ojo y hacer una seal) m ientras que el que exhibi el tic hizo slo una,contrajo el prpado. Contraerelojo con una finalidadcuandoexisteuncdigo pblico segn el cual hacer esto equivale a una seal de conspiracin eshacer una guiada. Consiste, ni ms ni menos, en esto: una pizca de conducta, una pizca de culturay voil un gesto.Pero todo esto no es ms que el comienzo. Supongamos, contina diciendo elautor,quehayauntercermuchacho quien"para divertir maliciosamenteasus camara-das" remeda la guiadadelprimermuchacho y lo hacetorpemente,desmaadamente,como aficionado. Por supuesto, lo hace de la misma manera en que el segundo muchacho guiabaelojoyel primero m ostraba sutic,esdecir,contrayendo rpidamente el prpado del ojo derecho; slo que este ltimo muchacho no est guiando elojo ni mostrando untic,sino que est parodiando a otro cuando risueamente intenta hacer la guiada. Tambin aqu existe un cdigo socialmente establecido (el muchacho har "elguio"trabajosamente, exageradamente, quiz agregando una mueca ... los habituales artificios del payaso); y tambin aqu hay un mensaje. Pero aho

    ra lo que flota en el airees,no una conspiracin, sino el ridculo. Si los dems piensanque lrealmente est haciendo unaguiada,todo su proyecto fracasa por entero,aunque con diferentes resultados si los compaeros piensan que est exhibiendo untic.Y podemos ir an ms lejos: inseguro de sus habilidades mmicas, el supuestosatrico puede practicarensu casaanteel espejo; en ese casonoestar mostrando untic,ni haciendo un guio, ni remedando; estar ensayando; pero visto por una cmara fotogrfica, observado por un conductista radical o por un creyente en sentenciasprotocolares, el muchacho estar solamente contrayendo con rapidez el prpado delojo derecho, lo mismo que en los otros casos. Las complejidades son posibles yprcticamente no tienen fin, por lo menos lgicamente. Por ejemplo, el guiadororiginal podra haber estadofingiendouna guiada, digamos, para engaar a los dems y hacerlescreerqueestabaenmarcha una conspiracin cuando en realidad no haba talcosa;en esecaso, nuestras descripciones delo que elremedadorestremedan-

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    do y de lo que el que ensaya ante el espejo est ensayando cambian desde luego enconsecuencia. Pero la cuestin es que la diferencia entre lo que Ryle llama la "descripcin superficial"de lo queest naciendoel queensayaante elespejo (remedador,guiador,dueo de untic...),esdecir,"contrayendo rpidamenteel ojoderecho"yla"descripcindensa"de lo queest haciendo("practicandouna burla a un amigo alsimular una seal con el fin de engaar a un inocente y hacerle creer que est en marcha una conspiracin") defineelobjetode laetnografa: una jerarqua estratificadadeestructuras significativas atendiendo a las cuales se producen,seperciben y se interpretan los tics, los guios, los guios fingidos, las parodias, los ensayos de parodias y sin las cuales no existiran (ni siquiera los tics de grado cero que, como categoracultural,son tan no guios como los guios son no tics), independientementede lo que alguien hiciera o no con sus prpados.Como tantas de las pequeas historias que losfilsofosde Oxford se complacen en urdir, todo este asunto de la guiada, la falsa guiada, la imitacin burlescade la guiada, el ensayo burlesco de la falsa guiada, puede parecer un poco artificial. Con la intencin de agregar una nota ms empricamepermito (sin hacer antesningn comentario explicativo) transcribir un extracto, bastante tpico, de mi propialibretadecampo para demostrar que, por redondeado que esta losefectos didcticos,el ejemplode Rylepresenta una imagen bien exacta de la clase de estructuras superpuestas, en cuanto a inferencias e implicaciones, a travs de las cuales un etngrafotrata continuamente de abrirse paso.

    Los franceses (segn dijo el informante) slo acababan de llegar. Instalaronunos veinte pequeos fuertes entre este punto, la ciudad, y la regin de Mar-musha en medio de las montaas, y los instalaron en medio de los promontorios a fin de poder vigilar el interior del pas. As y todo no podan garantizarproteccinyseguridad sobretodoporlasnoches, de maneraqueaunque se supona que estaba legalmente abolido el sistema delmezrag(pacto comercial),en realidad continuaba practicndose lo mismo que antes.Una noche, cuando Cohn (que hablafluidamenteel berber) se encontrabaall arriba, en Marmusha, otros dos judos comerciantes de una tribu vecinaacudieron al lugar para comprarle algunos artculos. Unos berberes pertenecientes a otra tribu vecina trataron de irrumpir en la casa de Cohn, pero stedispar su escopeta al aire. (Tradicionalmente no estaba permitido quelosjudos tuvieran armas, pero en aquel perodo las cosas estaban tan inquietas quemuchos judoslas tenan de todas maneras.) El estampido llam la atencin delos franceses y los merodeadores huyeron.Peroregresaron a la noche siguiente; unodeellos disfrazado de mujer llam ala puertaycont cierta historia. Cohn tema sospechas y no quera dejarla entrar, pero los otros judos dijeron: "Bah, si es slo la mujer. Todo est bien".De manera que le abrieron la puerta y todo el grupo se precipit adentro. Dieron muerte alos dosvisitantes judos,peroCohn logr encerrarseenun cuarto adyacente. Oy que los ladrones proyectaban quemarlo vivo en el negociodespus de haber retirado las mercaderas; abri entonces la puerta y se lanzafuera blandiendo un garrote y as consigui escaparse por una ventana.Lleg al fuerte para hacerse atenderlasheridasyse quej al comandante local,un tal capitn Dumari, a quien le manifest que deseaba obtener su'ar,es decir, cuatro o cinco veces el valor de las mercaderas que le haban robado. Losbandidos pertenecan a una tribu que todavanose haba sometido a la autori-

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    dad francesayestaban en abierta rebelin, demodo que cuandoCohn pidi autorizacin para ir con su arrendadordelmezrag,el jequede la tribu de Marmus-ha,con elinderecoger la indemnizacin que le corresponda porlasreglas tradicionales, el capitn Dumari no poda darle oficialmente permiso a causa dela prohibicin francesa delmezrag, pero le dio autorizacin verbal y le dijo:"Si te matan, es asunto tuyo".Entonceseljeque,eljudo y un pequeo grupo de hombres armados de Mar-musha recorrieron diezoquince kilmetros montaas arriba por la zona rebelde,enla cual desde luego nohaba franceses; deslizndosea hurtadillas seapoderaron del pastor de la tribu ladrona y de sus rebaos. Los de la otra tribupronto llegaron montados a caballo y armados para perseguirlos y ya estabandispuestos a atacar. Pero cuando vieron quines eran los "ladrones de lasovejas" cambiaron de idea y dijeron: "Muy bien, hablaremos". Realmente nopodan negarloque haba ocurridoquealgunos desushombres haban despojado a Cohn y dado muerte a sus dos visitantes y no estaban dispuestosa desatar una contienda seria con los de Marmusha porque eso supondra unalucha con los invasores. Los dos grupos se pusieron pues a hablar y hablaronyhablaronen lallanuraen medio demillares de ovejas; porfindecidieron reparar los daos con quinientas ovejas. Los dos grupos armados de berberes sealinearon entonces montados a caballo en dos extremos opuestos de la llanurateniendo entre ellos el ganado; entonces Cohn con su negra vestidura talar ysus sueltas pantuflas se meti entre las ovejas y comenz a elegir una por unaa su placer para resarcirse de los daos.As Cohn obtuvo sus ovejas y retorn a Marmusha. Los franceses del fuertelo oyeron llegar desde lejos (Cohn gritaba feliz recordando lo ocurrido: "Ba,ba, ba") ysepreguntaron "Qu diablos es eso?" Cohn dijo: "Este es mi 'ar".Los franceses no creyeron lo que en realidad haba ocurrido y lo acusaron deser unespaquetrabajabapara los berberesrebeldes.Loencarcelarony lequitaron su ganado. Su familia que viva en la ciudad, no teniendo noticias suyasdurante largo tiempo, crey que haba m uerto. Pero los franceses terminaronpor ponerlo en libertad y Cohn regres a su hogar, aunque sin sus ovejas.Acudi entoncesalcoronelde laciudad,elfrancsencargado detoda la regin,para quejarse de lo ocurrido. Pero el coronel le replic: "Nada puedo hacer eneste asunto. No es cosa ma".Citado textualmente y de manera aislada como "una nota metida en una bote

    lla",este pasaje da (como lo hara cualquier pasaje semejante presentado anlogamente)unabuena idea de cuantas cosas entran en la descripcin etnogrfica aun del tipoms elemental, da una idea de cuan extraordinariamente "densa" es tal descripcin.En escritos antropolgicos terminados, incluso en los reunidos en estelibro,este hecho (que lo que nosotros llamamos nuestros datos son realmente interpretaciones deinterpretaciones de otras personas sobre lo que ellas y sus compatriotas piensan ysienten)queda oscurecidoporquela mayor parte deloque necesitamos para comprender un suceso particular, un rito, una costumbre, una idea o cualquier otra cosa, seinsinacomoinformacindefondoantes que lacosamisma seadirectamente examinada. (Revelar, por ejemplo,que este pequeodramasedesarrollenlasierrasaltasdel centro de M arruecos en 1912y quefue contado allen1968,determina gran parte denuestra comprensinde ese drama.) Esto noentraanadaparticularmente maloy en todo caso esinevitable.Slo que lleva a una ideadela investigacin antropol-

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    gica que la concibe ms como una actividad de observacin y menos como la actividad de interpretacin que en realidad es. Apoyndonos en la base fctica, la rocafirme (si es que la hay) de toda la empresa, ya desde el comienzo nos hallamos explicando y, lo que es peor, explicando explicaciones. Guios sobre guios sobreguios.El anlisis consiste pues en desentraar las estructuras de significacin loque Ryle llam cdigos establecidos, expresin un tanto equvoca, pues hace que laempresaseparezca demasiado a latarea delempleadoquedescifra, cuandomsbiense asemeja a la del crtico literario y en determinar su campo social y su alcance.Aqu,en nuestrotexto,esetrabajodediscernir comenzara distinguiendolas tresdiferentesestructurasdeinterpretacinqueintervienenenlasituacin,los judos,losberberesylos franceses,y luegocontinuara mostrandocmo (yporqu)en aquella -poca y en aquel lugar la copresencia de los tres elementos produjo una situacin enlacualel sistemtico malentendido redujo la forma tradicional a una farsa social. Loque perjudic a Cohnyjunto con l a todo el antiguo esquema de relaciones sociales y econmicas dentro del cual l se mova, fue una confusin de lenguas.

    Luego volvera ocuparmedeesta afirmacindemasiadocompacta ascomo delos detalles del textomismo.Por ahora slo quiero destacar que la etnografa es descripcindensa.Lo que enrealidad encaraeletngrafo(salvocuando est entregadoala ms automticadelas rutinas que es la recoleccin de datos) es una multiplicidaddeestructuras conceptuales complejas, muchasde lascuales estn superpuestasoenlazadas entre s, estructuras que son al mismo tiempo extraas, irregulares,noexplcitas,yalascualeseletngrafodebeingeniarsedealgunamanera,paracaptarlasprimero y para explicarlas despus. Y esto ocurre hasta en los niveles de trabajo msvulgares y rutinarios de su actividad: entrevistar a informantes, observarritos,elici-tartrminosde parentesco, establecerlmitesde propiedad, hacercenso decasas... escribir su diario. Hacer etnografa es como tratar de leer (en el sentido de "interpretarun texto") un manuscrito extranjero, borroso, plagado de elipsis, de incoherencias,de sospechosas enmiendasy decomentarios tendenciososyadems escrito,no enlasgrafas convencionales de representacin sonora, sino en ejemplos voltiles de conducta modelada.

    raLa cultura, ese documento activo, es pues pblica, lo mismo que un guio

    burlesco o una correra para apoderarse de ovejas. Aunque contiene ideas, la culturano existe en la cabeza de alguien; aunque no es fsica, no es una entidad oculta. Elinterminable debate en el seno de la antropologa sobre si la cultura es "subjetiva" u"objetiva"juntocon el intercambio recprocodeinsultos intelectuales("Idealista ","mentalista ", "conductista ", "impresionista ", "positivista ") que lo acompaa,est por entero mal planteado. Una vez que la conducta humana es vista como accin simblica accin que, lo mismo que la fonacin en el habla, el color en lapintura, las lneas en la escritura o el sonido en la msica, significa algo pierdesentidolacuestin de sabersi laculturaesconducta estructurada,o unaestructuradela mente, o hasta las dos cosas juntas mezcladas. En el caso de un guio burlesco ode unafingidacorreraparaapoderarsedeovejas, aquello porlo quehayquepreguntar no es su condicin ontolgica. Eso es lo mismo que las rocas por un lado y lossueos por el otro: son cosas de este mundo. Aquello por lo que hay que preguntar24

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    es por su sentido y su valor: si es mofa o desafo, irona o clera, esnobismo u orgullo,lo que se expresa a travs de su aparicin y por su intermedio.Esto podr parecer una verdad evidente,perohaynumerosasm aneras de oscurecerla.Unade ellas esimaginarque laculturaes unarealidad "superorgnica", conclusa en s misma, con fuerzas y fines propios; esto es reificar la cultura. Otra maneraes pretenderquela cultura consiste en el craso esquemadela conducta que observamos en losindividuosdealguna comunidad identificable;estoesreducirla.Peroaunqueestas dosconfusiones todava subsisten e indudablemente subsistirn siempre, lafuente principal del embrollo tericoquepresenta la antropologa contempornea esuna concepcin que se desarrollcomoreaccin aesas dosposturasy queahora estampliamente sostenida; me refiero a la concepcin, para citar a Ward Goodenough,quiz su principal expositor, segn la cual "la cultura (est situada) en el entendimiento y en el corazn de los hombres".Designada de varias m aneras, etnociencia, anlisis componencial o antropologa cognitiva (una terminologa fluctuante que refleja profunda incertidumbre), estaescuela de pensamiento sostiene que la cultura est compuesta de estructuras psicolgicas mediante las cuales los individuos o grupos de individuos guan su conducta."La cultura de una sociedad", para citar de nuevo o Goodenough, esta vez un pasajeque ha llegado a convertirse en ellocus classicusde todo el movimiento, "consisteen lo que uno debe conocer o creer a fin de obrar de una manera aceptable para susmiembros".Ypartiendo de este concepto de lo que es la cultura resulta una concepcin,igualmente afirmada,de lo que esdescribirla:laexposicinde reglassistemticas,unaespecie dealgoritmia etnogrfica que,deserseguida,hara posibleobrar,como, o pasar (dejando de lado la apariencia fsica) por un nativo. De esta manera, unsubjetivismo extremado se vincula con un formalismo extremado, y el resultado noha desorprender: un violento debate sobresi losanlisis particulares (queserealizanenlaformadetaxonom as, paradigmas, tablas, rbolesyotras ingenuidades) reflejanlo que los nativos "realmente" piensan o si son meramente hbiles simulaciones,lgicamente convincentes pero sustancialmente diferentes de lo que piensan los nativos. Como a primera vista este enfoque parece lo bastante prximo al que estamosdesarrollando aqu para que se lo confunda conl,conviene decir explcitamente loque los divide. Si por un momento dejamos a un lado nuestros guios y nuestrasovejas y tomamos un cuarteto de Beethoven como un ejemplo de cultura muy especial, pero sumamente ilustrativo en este caso, nadie lo identificar, creo, con su partitura, con la destreza y conocimientos necesarios para tocarlo, con la comprensinque tienen de l sus ejecutantes o el pblico, ni (poner atencin,enpassant,a los reduccionistas y alosreificadores) con una determinada ejecucin del cuarteto o con alguna misteriosa entidad que trasciende la existenciamaterial."Ningunadeestas cosas"tal vez sea unaexpresindemasiadofuerte,pues siempre hayespritus incorregibles. Pero que un cuarteto de Beethoven es una estructura tonal desarrollada en eltiempo, una secuencia coherente de sonidos modulados en una palabra, msicaynoel conocimiento de alguien o la creencia de alguien sobre algo, incluso sobre lamanera de ejecutarlo, es una proposicin que probablemente se acepte despus decierta reflexin.Para tocarelvioliesnecesario poseer ciertainclinacin,ciertadestreza,conocimientos y talento, hallarse en disposicin de tocary(como reza la vieja broma) tener un violn. Pero tocar el violn no es ni la inclinacin, ni la destreza, ni el conocimiento, ni el estado anmico, ni (idea que aparentemente abrazan los que creen en

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    "la cultura material") el violi. Para hacer un pacto comercial en Marruecos uno debe llevar a cabo ciertas cosas de determinadas maneras (entre ellas, mientras cantauno en rabe curnico degollar un cordero ante los miembros varones adultos de latribu reunidos en ellugar) yposeerciertascaractersticas psicolgicas (entre otras, eldeseo de cosas distantes). Pero el pacto comercial no es ni el degello, ni el deseo,aunque es bien real, como hubieron de descubrirlo en una ocasin anterior siete parientesdeljeque deMarmusha a quienesste hizoejecutarcomoconsecuencia delrobo de una mugrienta y sarnosa piel de oveja carente de todo valor que perteneca aCohn.La cultura es pblica porque la significacin lo es . Uno no puede hacer unaguiada (ofingirburlescamente una guiada) sin conocer lo que ella significa o sinsabercmocontraer fsicamenteelprpadoy uno no puedellevar acabouna correrapara aduearse de ovejas (ofingiral correra) sin saber lo que es apoderarse de unaovejayla manera prctica de hacerlo. Pero sacar de estas verdades la conclusin deque saber guiar es guiar y saber robar una oveja es una correra para robar ovejassupone una confusin tan profundacomotomar descripciones dbiles y superficialespor descripciones densas, identificar la guiadacon lascontracciones delprpado o lacorrera para robar ovejascon lacazade animales lanudosfuerade los camposde pastoreo. La falacia cognitivista de que la cultura consiste (para citar a otro vocerodelmovimiento,Stephen Tyler)en"fenmenos mentalesquepueden[elautor quieredecir deberan ]seranalizados mediantemtodos formales semejantes a losde lamatemticay lalgica" estandemoledora paraun usoefectivodelconceptodecultura como lo son las falacias del conductismo y del idealismo de las cuales el cogniti-vismo es una correccin mal pergeada. Y tal vez esta falacia sea aun peor puestoque sus errores son ms refinados y sus deformaciones ms sutiles.La crtica generalizada de las teoras personales de la significacin constituyeya (desde el primer Husserl y el ltimo Wittgenstein) una parte tan importante delpensamiento moderno que no necesitamos exponerla aqu una vez ms. Lo que seimpone es darsecuentade que elfenmeno alcanza a la antropologa,yespecialmenteadvertirquedecirque laculturaconsiste enestructurasdesignificacin socialmen-teestablecidas en virtudde lascuales la gentehace cosastales como seales de conspiracin y se adhiere a stas, o percibe insultos y contesta a ellos no es lo mismoque decirquese trata de un fenmeno psicolgico (una caractersticadelespritu, dela personalidad,de laestructura cognitivade alguien) odecirquela cultura eseltan-trismo, la gentica, la forma progresivadelverbo, la clasificacin de los vinos,elderecho comn o la nocin de "una maldicin condicional" (como Westermarck defini elconceptode ar,en virtuddelcual Cohn reclamaba reparacinde losdaos sufridos). Lo que en un lugar como Marruecos nos impide a quienes nos hemos criadohaciendo seas captar la significacin de las seas de otros no es tanto ignorancia decmo operaelprocesodeconocimiento (aunque si uno suponeque eseproceso opera de la misma manera en que opera en nosotros tal suposicin contribuir mucho aque conozcamos menos de tal proceso) como falta de familiaridad con el universoimaginativo en el cual los actos de esas gentes son signos. Ya que hemos nombradoa Wittgenstein, podemos tambin citarlo ahora:

    "Decimosde algunaspersonasque sontransparentes para nosotros. Sin embargo,tocante a esta observacin, es importante tener en cuenta que un ser humanopuede ser un enigma completo para otro. Nos damos cuenta de esto cuandovamos a un pas extranjero de tradiciones completamente extraas para noso-26

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    tros; y, lo que es ms, aun teniendo dominio de la lengua del pas. No comprendemosa la gente. (Y no a causa de no saber lo que esas gentes se dicenunas a otras.) No podemos sentirnos cmodos con ellas".

    IVComo experiencia personal la investigacin etnogrfica consiste en lanzarnosa una desalentadora aventuracuyoxito slosevislumbra alolejos; tratardeformular las bases en que uno imagina, siempre con excesos, haber encontrado apoyo, esaquello en que consiste el escrito antropolgico como empeo cientfico. No tratamos (o por lo m enos yo no trato) de convertirnos en nativos (en todo caso una palabra comprometida) o de imitar a los nativos. Slo los romnticos o los espas encontraran sentido en hacerlo. Loqueprocuramos es (en el sentidoampliodel trmino en el cual ste designa mucho ms que la charla) conversar con ellos, una cuestin bastantemsdifcil, (y noslocon extranjeros) de loquegeneralmentesereco

    noce. "Si hablarpor algn otro parece un proceso misterioso", observaba StanleyCavell, "esto puede deberse a que hablaraalguien no parece lo suficientemente misterioso".Consideradalacuestinde estamanera,lafinalidaddela antropologa consisteen ampliar el universo del discurso humano. Desde luego, no es sta su nica finalidad, tambin aspira a la instruccin, al entretenimiento, al consejo prctico, al progreso moralya descubrirelorden naturalde laconductahumana;y no esla antropologa la nica disciplina que persigue estafinalidad.Pero se trata de una m eta a laque se ajusta peculiarmente bien el concepto semitico de cultura. Entendida comosistemas en interaccin de signos interpretables (que, ignorando las acepciones provinciales, yo llamara smbolos), la cultura no es una entidad, algo a lo que puedanatribuirsedemaneracausalacontecimientos sociales,modos deconducta, instituciones o procesos sociales; la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirsetodos esos fenmenos de manera inteligible, es decir, densa.La famosa identificacin antropolgica con lo (para nosotros) extico jinetesberberes, mercachifles judos, legionarios franceseses puesesencialmente unartificio para ocultarnos nuestra falta de capacidad para relacionarnos perceptivamentecon lo que nos resulta misterioso y con los dems. Observar lo corriente en lugaresen que esto asume formas no habituales muestrano,como a menudo se ha pretendido,la arbitrariedad de la conducta humana (no hay nada especialmente arbitrario enrobar ovejas violentamenteenMarruecos),sino lamedidaen que susignificacin vara segnelesquemadevidaque loinforma. Comprender la cultura deun pueblosupone captar su carcter normal sin reducir su particularidad. (Cuanto msmeesfuerzopor comprender loquepiensanysienten los marroques, tanto ms lgicosysingulares me parecen.) Dicha comprensin los hace accesibles, los coloca en el marcode sus propias trivialidades y disipa su opacidad.Es esta m aniobra, a la que suele designarse demasiado superficialmente como"ver las cosas desde elpunto devista del actor",demasiadolibrescamente como e l enfoque de laVersteheno demasiado tcnicamente como "anlisis mico", la que a menudoconduce a la idea de que la antropologaesuna variedad de interpretacin mental a larga distanciaouna fantasasobre las islas decanbales, maniobraque,para algunos deseosos de navegar a travs de los restos de una docenadefilosofas hundidas,debeporesoejecutarse con gran cuidado. Nadaes msnecesario para compren-

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    der lo que es la interpretacin antropolgica y hasta qu punto esinterpretacin queuna comprensin exacta de lo que significa y de lo que no significa afirmar quenuestras formulaciones sobre sistemas simblicos de otros pueblos deben orientarseen funcin del actor.iLo cual significa que las descripciones de la cultura de berberes,judoso francesesdebenencararse atendiendo a losvaloresqueimaginamosqueberberes, judoso franceses asignan a las cosas, atendiendo a las frmulas que ellos usan para definirlo que les sucede. Lo que no significa es que tales descripciones sean ellas mismasberberes, judasofrancesas,esdecir,parte de larealidadque estndescribiendo;sonantropolgicas pues son parte de un sistema en desarrollo de anlisis cientfico. Debenelaborarse atendiendoa lasinterpretacionesque hacen de suexperiencia personaspertenecientes a un grupo particular, porque son descripciones, segn ellas mismasdeclaran,detales interpretaciones; y son antropolgicas porque son en verdad antroplogos quienes laselaboran.Normalmente no es necesario sealar con tanto cuidadoque elobjetodeestudio es una cosayque el estudio de ese objeto es otra. Es claro que el mundo fsico no es la fsica y que una clave esquemtica del Finnegan'sWake no es elFinnegan'sWake. Pero, como en el estudio de la cultura, el anlisispenetra en el cuerpo mismo del objeto es decir,comenzamos con nuestras propiasinterpretaciones de lo quenuestros informantes son opiensan que son yluego lassistematizamos,la lnea que separa la cultura (marroqu) como hecho natural y lacultura (marroqu) como entidad terica tiende a borrarse; y tanto ms si la ltima espresentada en la forma de una descripcin, desde el punto de vista del actor, de lasconcepciones (marroques) deodasas cosas, desde la violencia, el honor, la dignidad y la justicia hasta la tribu, la propiedad, el padrinazgo y lajefatura.En suma, los escritos antropolgicos son ellos mismos interpretaciones y poraadidura interpretaciones de segundo y tercerorden.(Por definicin, slo un "nativo"hace interpretaciones de primer orden: se trata desucultura.)2De manera quesonficciones;ficcionesen el sentido de que son algo "hecho", algo "formado","compuesto" que es la significacind fictio,no necesariamente falsas o inefectivas o meros experimentos mentales de "como si". Elaborar descripciones orientadas hacia el punto de vista del actor de los hechos relativos a un caudillo berber, aun comerciantejudo yaunmilitar francs enelMarruecos de1912constituye claramente un acto imaginativo, en modo alguno diferente de la elaboracin de anlogasdescripciones de,digamos,lasrelacionesquetenan entres unmdicodeprovinciasfrancs, su boba y adltera esposa y el ftil amante en la Francia del siglo XIX. Enel ltimo caso, los actores estn representados como si no hubieran existido y loshechos como si no hubieran ocurrido, en tanto que en el primer caso los actores estn interpretadoscomorealesylos hechos como ocurridos. Estaesuna diferencia de

    1 N o slo de otros pueblos; la antropologa puede ejercitarse en la cultura de la cual ellamisma forma parte y, en efecto, esto ocurre cada vez en mayor medida, lo cual tiene profundaimportancia, pero como plantea unos cuantos espinosos y especiales problemas de segundoorden, por el momento dejar a un lado este hecho.El problema de los rdenes es ciertamente complejo. Los trabajos antropolgicos basadosen otros trabajos antropolgicos (los de Lvi-Strauss, por ejemplo) pueden ciertamente ser de uncuarto orden o an ms, y los informantes con frecuencia y hasta habitualmente daninterpretaciones d e segundo orden; es lo que ha llegado a conocerse com o modelos nativos . Enlas culturas ilustradas, en las que la interpretacin nativa puede alcanzar niveles superiores (enel caso del Magreb basta pensar e un Ibn Jaldn y en el caso de los Estados Unidos en MargaretMead) estas cuestiones se hacen verdaderamente intrincadas.28

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    nopoca importancia, una diferenciaqueprecisamente Madame Bovary encontraba difcil de entender. Pero la importancianoreside en el hecho de que la historia de MadameBovary fuera una creacin literaria entanto que la de Cohnfueraslo unaanotacin.Las condiciones de su creacin y su sentido (paranodecir nada de la calidadliteraria) difieren. Pero una historia es tanfictio,"una hechura", como la otra.Los antroplogos no siempre tuvieron conciencia de este hecho: de que si bienla cultura existe en aquel puesto comercial, en el fuerte de la montaa o en la correra para robar ovejas, la antropologa existe en ellibro,en el artculo, en la conferencia, en la exposicin del museo y hoy en da a veces en la pelcula cinematogrfica.Darsecuenta deestosignifica comprender quelalneaqueseparamodode representacin y contenido sustantivo no puede trazarse en el anlisis cultural como no puedehacrselo en pintura;yese hecho a su vez parece amenazar la condicin objetiva delconocimiento antropolgico al sugerirquela fuente de stees,no la realidad social,sino el artificio erudito.Loamenaza,pero se trata deuna amenaza superficial.El derecho dela relacinetnogrfica a que se le preste atencin no depende de la habilidad que tenga su autorpara recoger hechos primitivos en remotos lugaresyllevarlos a su pas, como si fueran una mscaraouna escultura extica,sino quedepende del grado enque eseautorsea capaz declarificarlo que ocurre entales lugares,dereducirelenigmaquclasede nombres son sos?alque naturalmente dan nacimiento hechosnofamiliaresque surgenenescenariosdesconocidos.Esto planteavariosproblemas seriosdeverificacin, osi lapalabra "verificacin" es demasiado fuerteparauna ciencia tan blanda (yopreferira decir "evaluacin"),elproblemade cmohacerunarelacin mejor apartir de otra menos buena. Peroaqu estprecisamente la virtud de la etnografa. Sista es descripcin densaylos etngrafos son los que hacen las descripciones, luegola cuestin fundamental en todo ejemplo dado en la descripcin (ya se trate de unanota aisladadela libretadecampo,o deuna monografadelas dimensionesde lasdeMalinowski) es la de saber si la descripcin distingue los guios de los tics y losguios verdaderos de los guios fingidos. Debemos m edir la validez de nuestras explicaciones, no atendiendo aun cuerpo de datos nointerpretadosy adescripcionesradicalmentetenues ysuperficiales, sino atendiendo al poderde laimaginacin cientfica para ponernos en contacto con la vidadegentes extraas. Como dijo Thoreau, novale la pena dar la vuelta al mundo para ir a contar los gatos que hay en Zanzbar.

    VLa proposicin de que no conviene a nuestro inters pasar por alto en la conducta humana las propiedades mismas quenosinteresan antes de comenzar a exam inar esa conducta, ha elevado a vecessuspretensiones hasta el punto de afirmar: como lo que nosinteresa sonslo esaspropiedadesnonecesitamos atender a la conducta sino en forma muy sumaria. La cultura se aborda del modo ms efectivo, contina esta argumentacin, entendida como puro sistema simblico (la frase que nosatrapa es "en sus propios trminos"), aislando sus elementos, especificando las relaciones internas que guardan entre s esos elementos y luego caracterizando todo elsistemadealguna manerageneral,deconformidadcon lossmboloscentralesalrededor de los cuales se organiz la cultura, con las estructuras subyacentes de que ellaes una expresin, o con los principios ideolgicos en que ella se funda. Aunque represente un claro mejoramiento respecto de la nocin de cultura como "conducta

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    aprendida" o como "fenmenos mentales", y aunque sea la fuente de algunas vigorosas concepciones tericasenla antropologa contempornea,esteenfoque hermticomeparece correrelpeligro(y demanera crecienteha cado en l) decerrarlaspuertasdel anlisis cultural a su objeto propio: la lgica informal de la vida real. No veogran beneficio en despojar a un concepto de los defectos del psicologismo para hundirlo inmediatamente en los del esquematismo.Hay queatendera laconductayhacerlo con ciertorigorporqueesen elfluirdela conducta o,msprecisamente,de laaccin socialdonde lasformas culturalesencuentran articulacin. La encuentran tambin, por supuesto, en diversas clases deartefactosyen diversos estados de conciencia;pero stoscobran su significacin delpapel que desempean (Wittgenstein diradesu "uso") en una estructura operante devida,y no de lasrelaciones intrnsecasquepuedan guardarentres.Lo que creanuestro drama pastoral y de lo que trata por lo tanto ese drama es lo que Cohn,eljequeyelcapitn Dumari hacan cuandoseembrollaronsusrespectivospropsitos:practicar el com ercio, defenderelhonor,establecerel dominiofrancs. Cualesquieraquesean los sistemas simblicos "en sus propios trminos", tenemos acceso emprico a

    ellosescrutandoloshechos,yno disponiendo entidades abstractasen esquemasunificados.Otra implicacin de esto es la de que la coherencia no puede ser la principalprueba de validez de una descripcin cultural. Los sistemas culturales deben poseerun mnimo grado de coherencia, pues de otra maneranolos llamaramos sistemas, yla observacin muestra que normalmente tienen bastante coherencia. Sin embargo,nada hay mscoherenteque laalucinacinde unparanoideo que el cuento de unestafador. La fuerza de nuestras interpretaciones no puede estribar, como tan a menudoseacostumbra hacerloahora,enlatenacidadconque las interpretacionessearticulanfirmemente oen la seguridadconque se las expone. Creo que nada ha hechomspara desacreditar el anlisis cultural que la construccin de impecables pinturas de orden formal en cuya verdad nadie puede realmente creer.Sila interpretacin antropolgicaesrealizarunalecturade lo queocurre, divorciarlade loque ocurredeloque en undeterminado momentoolugar dicen determinados personas, de lo que stas hacen, de lo que se les hace a ellas, es decir, de todoel vasto negocio del mundo es divorciarla de sus aplicaciones y hacerlavacua.U-na buena interpretacindecualquier cosa deunpoema,deunapersona,deunahistoria, de un ritual, de una institucin, de una sociedad nos lleva a la mdula misma de lo que es la interpretacin. Cuando sta no lo hace as, sino que nos conducea cualquier otra parte por ejemplo, a admirar la eleganciadesu redaccin,laagudeza de su autor o las bellezas del orden euclidiano dicha interpretacin podr tenersus encantos, pero nada tiene que ver con la tarea que debarealizar:desentraar loque significa todo ese enredo de las ovejas.El enredo de las ovejas su robo, su devolucin reparadora, la confiscacinpoltica de ellas es (o era) esencialmente un discurso social, aun cuando, como loindiqu antes, fuera un discurso desarrollado en mltiples lenguas y tanto en actoscomo en palabras.Al reclamar su ar,Cohn invocaba al pacto mercantil; al reconocer la reclamacin, el jeque desafiaba a la tribu de los ladrones; al aceptar su culpabilidad la tribude los ladronespagla indemnizacin; deseososdehacer saber con claridad alosjequesyalosmercaderes por igual quines eranlos quemandabanallahora,los franceses mostraron su mano imperial. Lo mismoqueen todo discurso, el cdigonodetermina la conducta y lo que realmente se dijo no era necesario haberlo dicho. Co-3

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    hen, considerando su ilegtima situacin a los ojos del protectorado, podra haber decididono reclamarnada.El jeque, por anlogas razones, podra haberrechazadolareclamacin. La tribude losladrones,que an seresistaa laautoridad francesa, podrahaber consideradolaincursincomo algo"real"ypodra haberdecididoluchar en lugar de negociar. Los franceses si hubieran sido mshbilesy menosdurs(como enefecto llegaron a ser luego bajo la tutela seorial del mariscal Lyautey) podran haberpermitidoa Cohnqueconservara sus ovejas hacindole una guiadacomoparaindicarleque poda continuarensus actividadescomerciales.Y hayadems otrasposibilidades:los deMarmusha podran haber consideradolaaccin francesauninsultodemasiado grande,precipitndose en ladisidencia;los franceses podran haber intentado no tanto humillar a Cohn como someter ms firmemente a ellos al propio jeque;y Cohn podra haber llegado a la conclusin de que, entre aquellos renegadosberberesyaquellos soldadosdeestilo Beau Geste, yanovalalapena ejercer el comercio enaquellas alturas del Atlasy haberse retirado a losconfnesde laciudad queestaban mejor gobernados. Y eso fue realmente lo que ms o menos ocurri pocodespus cuandoelprotectoradollega ejercer genuinasoberana.Peroloimportanteaquno esdescribirlo queocurrao noocurraenMarruecos. (Partiendode estesimple incidente uno puede llegar a enormes complejidades de experiencia social.) Loimportante es demostrar en qu consiste una pieza de interpretacin antropolgica:en trazar la curvadeun discurso social yfijarloen una forma susceptible de ser examinada.El etngrafo "inscribe" discursos sociales,los ponepor escrito,losredacta.Alhacerlo, se aparta del hecho pasajero que existe slo en el momento en que se da ypasaa unarelacinde ese hecho que existeensusinscripcionesy que puedevolveraser consultada. Hace ya mucho tiempo que murieljeque, muerto en el proceso delo que los franceses llamaban "pacificacin"; el capitn Dumari, "su pacificador" seretir a vivir de sus recuerdos al sur de Francia y Cohn el ao pasado se fue a su"patria" Israel, enpartecomo refugiado, en parte comoperegrino y en partecomo patriarca agonizante. Pero lo que ellos se "dijeron" (en el sentido am plio del trmino)unos a otros en una meseta del Atlas hace sesenta aoshaquedado conservado noperfectamente, por cierto para su estudio. Paul Ricoeur, de quien tom toda estaideadela inscripcinde los actosaunque algntantomodificada,pregunta: "Qu fija la escritura?"

    "No el hecho de hablar, sino lo 'dicho ' en el hablar, y entendemos por 'lo dicho' en el hablaresaexteriorizacin intencional constitutivade lafinalidaddeldiscurso gracias a la cual elsagenel decir tiende a convertirse enAussa-ge,en enunciacin, en lo enunciado. En suma, lo que escribimos es elnoema('el pensamiento', el 'contenido', la 'intencin') del hablar. Se trata de la significacin del evento de habla, no del hecho como hecho."Con esto no queda todo "dicho", pues si los filsofos de Oxford recurren acuentitos, los fenomenlogos recurren a grandes proposiciones; pero esto de todasmaneras nos lleva aunarespuesta ms precisadenuestra pregunta inicial "Qu hace el etngrafo?": el etngrafo escribe.* Tampoco ste parece un descubrimiento

    3 O, tambin ms exactam ente, inscribe . La mayor parte de la etnografa se encontrarciertamente en libros y artculos antes que en pelculas cinematogrficas, registros, museos, etc.;pero aun en libros y artculos hay por supuesto fotografas, dibujos, diagramas, tablas, etc. En31

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    muy notable, y para algunos familiarizados con la actual "bibliografa" ser pocoplausible.Pero,como la respuesta estndar a nuestra pregunta fue "El etngrafo observa, registra, analiza una concepcin del asunto por el estilo del Vit, vidi,vinci,dicha respuesta puede tener consecuencias ms profundas de lo que parece aprimera vista, y no poco importante entre ellas es la de que distincin de estas tresfases de conocimiento (observar, registrar, analizar) puede normalmente noserposible y que como "operaciones" autnomas pueden no existir en realidad.La situacin esanms delicada porque,como yaobservamos,lo que inscribimos (o tratamos de inscribir) no es discurso social en bruto, al cual, porque no somos actores (o lo somos muy marginalmente o muy especialmente) no tenemos acceso directo, sino que slo la pequea parte que nuestros informantes nos refieren.4Estonoes tan terrible como parece, pues enrealidadno todos los cretenses son mentirososyporquenoes necesario saberlo todo para comprenderalgo.Pero hace parecer relativamente imperfecta la concepcin del anlisis antropolgico como manipulacin conceptual de hechos descubiertos, como reconstruccin lgica de una realidad.Disponer cristalessimtricos designificacin, purificadosde lacomplejidad material en que estaban situados, y luego atribuir su existencia a principios autgenosde orden, a propiedades universales del espritu humano o a vastasWeltanschaungena priori, es aspirar a una ciencia que no existe e imaginar una realidad que no podrencontrarse. El anlisis cultural es (o debera ser) conjeturar significaciones, estimarlas conjeturas y llegar a conclusiones explicativas partiendo de las mejores conjeturas,y no el descubrimiento del continente de la significacin y elmapeadode su paisaje incorpreo.

    VIDe manera que la descripcin etnogrfica presenta tres rasgos caractersticos:es interpretativa, lo que interpreta es el flujo del discurso social y la interpretacinconsiste en tratarderescatar "lo dicho" enesediscurso desusocasiones perecederasy fijarlo en trminos susceptibles de consulta. Elkulaha desaparecido o se ha alterado,pero para bien o para mal perduraThe Argonauts ofthe Western Pacific. Adems,la descripcin etnogrfica tiene una cuarta caracterstica, por lo menos tal como yo la practico: es microscpica.Esto noquiere decir queno hayainterpretaciones antropolgicasengran escalade sociedades enteras,decivilizaciones,deacontecimientos m undiales,etc.En reali

    dad, en esa extensin de nuestros anlisis a contextos ms amplios, lo que, juntocon sus implicaciones tericas, los recomienda a la atencin general y lo que justificaque loselaboremos.Anadie le importanrealmente,ni siquiera a Cohn (bueno...tal vez a Cohn s) aquellas ovejas como tales. La historia puede tener sus puntos

    antropologa ha estado faltando conciencia sobre los modos de representacin para no hablarde los experimentos con ellos.4 En la medida en que la idea de observacin participante reforz el impu lso delantroplogo a compenetrarse con sus informantes y considerarlos antes personas que objetos, fueuna idea valiosa. Pero en la medida en que condujo al antroplogo a perder de vista la naturalezamuy especial de su propio papel y a imaginarse l mismo como algo ms que un transenteinteresado (en ambos sentidos de la palabra), este concepto fue nuestra fuente ms importante demala fe.32

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    culminantes y decisivos, "grandes ruidos en una pequea habitacin"; pero aquel pequeo episodio no era uno de esos momentos.Quiere decir simplemente que el antroplogo de manera caracterstica abordaesas interpretaciones ms amplias y hace esos anlisis ms abstractos partiendo delos conocimientos extraordinariamente abundantes que tiene de cuestiones extremadamente pequeas. Enfrentalasmismas grandes realidades polticas que otros loshistoriadores, los economistas, los cientficos polticos, los socilogos enfrentanen dimensiones m ayores: el Poder, el Cambio, laFe,la Opresin, el Trabajo, la Pasin, la Autoridad, la Belleza, la Violencia, el Amor, el Prestigio; slo que el antroplogo las encara en contextos lo bastante oscuros lugares como Marmusha y vidas como la de Cohn para quitarles las maysculas y escribirlas con minscula.Estasconstancias demasiado humanas, "esas grandes palabrasque nosespantan a todos", toman una forma sencilla y domstica en esos contextos domsticos. Peroaqu est exactamente la ventaja, pues ya hay suficientes profundidades en el mundo.Sin embargo,elproblemade cmollegar,partiendo de unacoleccindeminiaturas etnogrficas como el incidente de nuestras ovejas un surtido de observacionesyancdotas, aladescripcin delospaisajes culturales deunanacin,de una -poca, de un continente, odela civilizacin no es tan fcildeeludirconvagas alusiones a las virtudes de lo concreto y de mantener bien firmes los pies en la tierra. Parauna ciencia nacida en tribus indias, en las islas del Pacfico y en las comunidadesafricanas y que luego se sinti animada por mayores ambiciones, ste ha llegado aser un importante problema metodolgico, un problema que por lo general fue malmanejado. Los modelos que los antroplogos elaboraronparajustificar su paso desde las verdades locales a las visiones generales fueron en verdad los responsables desocavar toda la empresa antropolgica en mayor medida que todo cuanto fueron capaces de urdir sus crticos: los socilogos obsesionados con mustreos, los psiclogoscon medidas o los economistas con agregados.De estos modelos, los dos principales fueron: el de Jonesville como modelo"microcsmico" de los Estados Unidos,yel de la isla de Pascua como casodepruebaymodelo de "experimentonatural".Obienlos cielosmetidos en un grano de arena, o bien las ms remotas costas de la posibilidad.Decretar que Jonesville es Estados Unidos en pequeo (o que Estados UnidosesJonesvilleengrande)esuna falaciatan evidente que aqu lo nico quenecesita explicacin es cmo la gente ha logrado creer semejante cosa y ha esperado que otrosla creyeran. La ideade queuno puede hallar la esencia desociedadesnacionales, decivilizaciones, de grandes religiones en las llamadas pequeas ciudades y aldeas "tpicas"espalpablementeundisparate.Lo que unoencuentraen laspequeas ciudadesyaldeas es (ay ) vidadepequeas ciudadesoaldeas. Si la importancia delosestudioslocalizadosy microscpicos dependiera realmente de semejante prem isa dequecap-tan el mundo grande en el pequeo, dichos estudios careceran de toda relevancia.Peropor supuestonodependedeesto. El lugardeestudiono es elobjeto de estudio. Los antroplogos no estudian aldeas (tribus, pueblos, vecindarios...); estudianenaldeas. Uno puede estudiar diferentes cosas en diferentes lugares, y en localidades confinadas se pueden estudiar mejor algunas cosas, por ejemplo, lo que el dominio colonial afecta amarcosestablecidosdeexpectativa moral. Pero esto no significa que sea el lugarlo queunoestudia.En las ms remotas provincias de Marruecosy deIndonesiame debat con las mismas cuestionescon quesedebatieronotroscientficos sociales en lugares ms centrales: la cuestin, por ejemplo, de cmo se explica que las ms importunas pretensiones a la humanidad se formulen con los acentos

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    del orgullo de grupo; y lo cierto es que llegu aproximadamente a las mismas conclusiones. Uno puede agregar una dimensin, muy necesaria en el actual clima delas ciencias sociales, pero eso es todo. Si uno va a ocuparse de la explotacin de lasmasas tiene cierto valor la experienciadehaber visto aunmediero javans trabajando en la tierra bajo un aguacero tropical o aunsastre marroqu cosiendo caftanes a laluzdeuna lamparillade veintebujas. Perolaideade que estaexperienciada elconocimiento de toda la cuestin (yloeleva a uno a algn terreno ventajoso desde el cualse puede mirar hacia abajo a quienes estn ticamente menos privilegiados) es unaidea que slo se le pude ocurrir a alguien que ha permanecido demasiado tiempo viviendo entre las malezas.El concepto de "laboratorio natural" ha sido igualmente pernicioso, no sloporque la analoga es falsa qu clase de laboratorio es se en el que no se puedemanipular ninguno de los parmetros?, sino porque conduce a la creencia de quelos datos procedentes de los estudios.etnogrficos son ms puros o ms importanteso ms slidos o menos condicionados (la palabra preferidaes"elementales") que losdatos derivados de otras clases de indagacin social. La gran variacin natural de lasformas culturaleses,desde luego elgran(yfrustrante) recursode laantropologa,pero tambin es el terrenodesumsprofundo dilema terico: cmo puede concillarsesemejante variacin con la unidad biolgica del gnero humano? Pero no se trata, nisiquiera metafricamente, de una variacin experimental porque el contexto en quese da vara junto conella,de maneraque noes posible (aunque hay quienes lo intentan) aislar layde laxy asignarles una funcin propia.Los famosos estudiosquepretenden mostrar que el complejode Edipoeraalrevs entre los naturales de las islas Trobriand, que los roles sexuales estaban invertidos entre los chambuli y que los indios pueblo carecan de agresin (todos ellos eraneran caractersticamente negativos, "perono enel sur") noson,cualquieraquesea suvalidez emprica, hiptesis "cientficamente demostradasyaprobadas".Soninterpretaciones o malas interpretaciones a las cuales se lleg, como en otras interpretaciones de la misma manera y que son tan poco concluyentes como otras interpretaciones, de suerte que el intento de asignarles la autoridad de experimentacin fsica noes sino un malabarismo metodolgico.Los hallazgos etnogrficos no son privilegiados,son slo particulares. Considerarlos algo ms(palgo menos)los deforma y deforma sus implicaciones, que para la teora social son mucho ms profundas que lamera primitividad.Otra particularidadessta:la raznde que prolijas descripcionesde remotasincursionespara robar ovejas (y un etngrafo realmentebuenohasta llegaraadeterminarquclase de ovejas eran) tengan importancia general es ladeque dichas descripciones presentan al espritu sociolgico material concreto con que alimentarse. Loimportante de las conclusiones del antroplogo es su complejo carcter especfico ycircunstanciado. Esta clasedematerial producidoen largos plazos yen estudios principalmente(aunque noexclusivamente) cualitativos, con amplia participacin del estudioso y realizados en contextos confinados y con criterios casi obsesivamente microscpicos, eslo que puede dar a losmegaconceptos conlos que sedebatenlasciencias sociales contemporneas legitimidad, modernizacin, integracin, conflicto,carisma, estructura, significacin esa clase de actualidad sensata que hace posibleconcebirlos no slo de manera realista y concreta sino, lo que es ms importante,pensar creativa e imaginativamenteconellos.El problema metodolgico que presenta la naturaleza microscpica de la etnografaesrealy depeso.Pero no es unproblemaquepueda resolverse mirando unare-34

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    mota localidad como si fuera el mundo metido en una taza de t o el equivalente sociolgico de una cmara de niebla. Ha de resolverseoen todo caso se lo mantendrdecentemente a raya comprendiendoque lasacciones socialessoncomentariossobre algo ms que ellasmismas,y quela procedenciadeuna interpretacinnodeterminahacia dnde vaaser luegoimpulsada.Pequeoshechos hablan degrandescuestiones, guios hablan de epistemologa o correras contra ovejas hablan de revolucin, porque estn hechos para hacerlo as.vn

    Y esto nos lleva por fin a considerar la teora. El vicio dominante de los enfoques interpretativos de cualquier cosa literatura, sueos, sntomas, cultura consiste en que tales enfoques tienden a resistir (o se les permite resistir) la articulacinconceptualy aescaparasalosmodos sistemticos de evaluacin. Uno capta una interpretacin o no la capta, comprende su argumento o no lo comprende, lo acepta ono lo acepta. Aprisionada en lo inmediato de los propios detalles, la interpretacines presentada como vlida en s misma o, lo que es peor, como validada por la supuestamente desarrollada sensibilidad de la persona que la presenta; todo intento deformular la interpretacin en trminos que no sean los suyos propios es consideradouna parodia o, para decirlo con la expresin ms severa que usan los antroplogospara designar el abuso moral, como un intento etnocntrico.En el caso de este campo de estudio, que tmidamente (aunque yo mismo nosoy tmido al respecto) pretende afirmarsecomouna ciencia, no cabe semejante actitud.No hay razn algunaparaque la estructura conceptual de una interpretacin seamenos formidable y por lo tanto menos susceptible de sujetarse a cnones explcitos de validacin que la de una observacin biolgica o la de un experimento fsico,salvo la razn de que los trminos en que puedan hacerse esas formulaciones, si nofaltan por completo, son casi inexistentes. Nos vemos reducidos a insinuar teorasporque carecemos de los medios para enunciarlas.Al mismo tiempo, hay que admitirqueexiste una serie de caractersticas de lainterpretacin cultural que hacen el desarrollo terico mucho ms difcil de lo quesuele serenotras disciplinas. La primera caractersticaesla necesidad de que la teora permanezcamscerca del terreno estudiadode loque permanece en el caso de ciencias ms capaces de entregarse a la abstraccin imaginativa. En antropologa, slobreves vuelos de raciocinio suelen ser efectivos; vuelos ms prolongados vanaparara sueos lgicos y a confusiones acadmicas con simetra formal. Como ya dije, todo elquidde unenfoque semiticode laculturaesayudarnosalograracceso almundo conceptual en el cual viven nuestros sujetos, de suerte que podamos, en el sentido amplio del trmino, conversar con ellos. La tensin entre la presin de esta necesidad de penetrar en un universo no familiar de accin simblicaylas exigencias deprogreso tcnicoenla teorade lacultura,entrela necesidaddeaprehenderyla necesidaddeanalizares ,enconsecuencia,muy grande yesencialmenteinevitable.Enrealidad, cuanto ms se desarrolla la teora ms profunda se hace la tensin. Esta es laprimera condicin de la teoracultural:no es duea de smisma.Como es inseparable de los hechos inmediatos que presenta la descripcin densa, la libertad de la teorapara forjarsedeconformidad con su lgica internaesbastantelimitada.Las generalidades a las que logra llegar se deben a la delicadeza de sus distinciones, no a lafuerza de sus abstracciones.Y de esto se sigue una peculiaridad en la manera (una simple cuestin de he-

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    cho emprico) en que crece nuestro conocimiento de la cultura... de las culturas... deuna cultura ...: crece a chorros, a saltos. En lugar de seguir una curva ascendente decomprobaciones acumulativas, el anlisis cultural se desarrolla segn una secuenciadiscontinuaperocoherentededespegues cadavez msaudaces. Los estudiosserealizan sobre otros estudios, pero no en el sentido de que reanudan una cuestin en elpunto en el que otros la dejaron, sino en el sentido de que, con mejor informacin yconceptualizacin, los nuevos estudios se sumergen m s profundamente en las mismas cuestiones. Todo anlisis cultural serio parte de un nuevo comienzo y terminaen el punto al que logra llegar antes de que se le agote su impulso intelectualSemovilizan hechos anteriormente descubiertos, seusanconceptos anteriormente desarrollados, se someten a prueba hiptesis anteriormente formuladas; pero el movimientonovadesdeteoremasyademostradosateoremas demostradosmsrecientemente, sino que va desde la desmaada vacilacin en cuanto a la comprensin ms elemental,a una pretensin fundamentadade queuno ha superado esa primeraposicin.Un estudio antropolgico representa un progreso s es ms incisivo que aquellos que loprecedieron; pero el nuevo estudio no se apoya masivamente sobre los anteriores alos que desafa, sino que se mueve paralelamente a ellos.Es esta razn, entre otras, la que hace del ensayo, ya de treinta pginas ya detrescientas pginas, el gnero natural para presentar interpretaciones culturales y lasteoras en que ellas se apoyan, y sta es tambin la razn por la cual, si uno buscatratados sistemticos en este campos se ve rpidamente decepcionado,ytanto ms sillega a encontrar alguno. Aqu son raros hasta los artculos de inventario y en todocaso stos slo tienen un inters bibliogrfico. Las grandes contribuciones tericasestn no slo en estudios especficos y esto es cierto en casi todos los campos deestudio sino que son difciles de separar de tales estudios para integrarlas en algoque pudiera llamarse "teora de la cultura" como tal. Las formulaciones tericas seciernenmuybajosobre lasinterpretaciones querigen,demaneraqueseparadasdestas no tienen mucho sentido ni gran inters. Y esto es asnoporque no sean generales (sinofueran generalesnoseran tericas),sino porqueenunciadas independientementede susaplicaciones,parecen vacasoperogrulladas.Puede uno (y enverdadesstalamaneraenque nuestrocampoprogresa conceptualmente) adoptaruna lnea deataque terico desarrolladaenel ejerciciodeuna interpretacin etnogrficayemplearlaenotra,procurando lograrmayorprecisinyamplitud; pero unonopuede escribiruna Teora General de la Interpretacin Cultural. Es decir, uno puede hacerlo, sloque no se ve gran ventajaen elloporque la tarea esencial en la elaboracin de unateoraes,nocodificar regularidades abstractas,sinohacer posible la descripcin densa,no generalizar a travs de casos particulares sino generalizar dentro de stos.Generalizar dentro de casos particulares se llama generalmente, por lo menosen m edicina y en psicologa profunda, inferencia clnica. En lugar de comenzar conuna serie de observaciones e intentar incluirlas bajo el dominio de una ley, esa inferencia comienza con una serie de significantes (presuntivos) e intenta situarlos dentro de un marco inteligible. Las m ediciones se emparejan con predicciones tericas,pero los sntomas (aun cuando sean objeto de medicin) se examinan en pos de suspeculiaridadestericas,esdecir,sediagnostican.En elestudiode laculturalossignificantes no son sntomas o haces de sntomas, sino que son actos simblicos o haces de actos simblicos, y aqu la metaes,no la terapia, sino el anlisis del discursosocial. Pero la manera en que se usa la teora indagar el valor y sentido de las cosas es el mismo.As llegamos a la segunda condicin de la teoracultural:por lo menos en el36

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    sentido estricto del trmino, esta teora no es predictiva. Quien pronuncia un diagnstico no predice el sarampin; simplemente manifiesta que alguien tiene sarampin o que a lo sumoanticipaque es probable que a breve plazo alguien lo adquiera.Pero esta limitacin, que es bien real, ha sido en general mal interpretada y ademsexagerada porque se la tom como que significaba que la interpretacin cultural esmeramentepostfacto;que, lo mismo que el campesino del viejo cuento, primero hacemos los agujeros en la cerca y luego alrededor de ellos pintamos el blanco de tiro.Nosepuede negar que hay algo cierto en estoyque avecesse manifiesta en lugaresprominentes. Pero debemos negar que ste sea el resultado inevitable de un enfoqueclnico del empleo de la teora.Verdad es que en el estilo clnico de la formulacin terica, la conceptualiza-cinseenderezaa latareadegenerar interpretacionesdehechos que ya estn a mano,no aproyectar resultadosdemanipulaciones experimentalesoa deducirestadosfuturos de un determinado sistema. Pero esonosignificaquela teora tengaqueajustarseasolamentearealidades pasadas(o,para decirlo conmsprecisin, que tenga quegenerar interpretaciones persuasivas de realidades pasadas); tambindebecontemplarintelectualmente realidades futuras. Si bien formulamos nuestra interpretacinde un conjunto de guios o de una correra de ovejas despus de ocurridos los hechos, a veces muy posteriormente, el marco terico dentro del cual se hacen dichasinterpretaciones debe ser capaz de continuar dando interpretaciones defendibles a medida que aparecen a la vista nuevos fenmenos sociales. Si bien uno comienza todadescripcin densa(ms all de lo obvio ysuperficial) partiendode unestado de general desconcierto sobre los fenmenos observados y tratando de orientarse uno mismo,no se inicia el trabajo (o no se debera iniciar) con las manos intelectualmentevacas.En cada estudiono secreandenuevo enteramentelasideas tericas; como yadije,las ideas se adoptan de otros estudios afines y, refinadas en el proceso, se lasaplica a nuevos problemas de interpretacin. Si dichas ideas dejan de ser tiles antetales problemas, cesande ser empleadas yquedanms o menosabandonadas.Sicontinan siendo tiles y arrojando nueva luz, se las contina elaborando y se continausndolas.5Semejante concepcin de la manera en que funciona la teora en una ciencia interpretativa sugiere que la distincin (en todo caso relativa) que se da en la cienciasexperimentales o de observacin entre "descripcin"y"explicacin", se da en nuestro caso como una distincin an m s relativa entre "inscripcin"("descripcindensa")y"especificacin" ("diagnstico"),entreestablecerlasignificacinquedeterminadas acciones sociales tienen para sus actores y enunciar, lo ms explcitamenteque podamos, lo que el conocimientoas alcanzadomuestra sobre la sociedad al quese refiere y, ms all de ella, sobre la vida social como tal. Nuestra doble tarea consiste en descubrirlasestructuras conceptuales que informan los actos de nuestros su-

    5 Hay que adm itir que esto tiene algo de idealizacin. Porque las teoras rara vez sondecididamente descartadas en el uso mdico, sino que se hacen cada vez ms improductivas,gastadas, intiles o vacuas y suelen persistir mucho despus de que un puado de personas (aunquestas son frecuentemente muy apasionadas) pierda todo inters por tales teoras. Ciertamente enel caso de la antropologa, ms difcil resulta el problema de eliminar de la bibliografa ideasagotadas que obtener ideas productivas, y se dan discusiones tericas en mayor medida de lo queuno preferira, discusiones que son ms crticas que constructivas; carreras completas se handedicado a apresurar la defuncin de nociones moribundas. A medida que progresa nuestro campocabra esperar que este control de la mala hierba intelectual llegue a ser una parte menosprominente en nuestras actividades. Pero, por el momento, la verdad es que las viejas teorastienden menos a morir que a ser reeditadas.

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    Y sa es verdaderamente la condicin de lascosas.No s durante cunto tiempo sera provechoso meditar en el encuentro de Cohn, el jequeyDumari (el tiempode hacerlo quizsehaya pasado); peros quepor muchoque continemeditandoenese encuentro no me acercar al fondo del asunto. Tampoco me he acercado ms alfondo de cualquier otra cosa sobre lacualhaya escrito en estos ensayos que siguen oen otros lugares. E l anlisis cultural es intrnsecamente incompleto. Y, lo que es peor, cuanto ms profundamente se lo realiza menos completoes.Es sta una extraacienciacuyasafirmacionesmsconvincentes son las que descansan sobrebasesmstrmulas, de suerte que estudiar la materia que se tiene entre manos es intensificarlas sospechas (tanto de uno mismo como de los dems) de que uno no est encarando bien las cosas. Pero esta circunstancia es lo que significa serunetngrafo, apartede importunar a personas sutiles con preguntas obtusas.Uno puede escapar a esta situacin de varias maneras: convirtiendo la culturaen folklore y colectndolo, convirtindola en rasgos y contndolos, convirtindolaen instituciones y clasificndolas, o reducindola a estructurasyjugando con ellas.Pero stas son escapatorias. Lo ciertoes queabrazarunconcepto semiticodecultura y un enfoque interpretativo de su estudio significa abrazar una concepcin de lasenunciaciones etnogrficas, para decirlo con una frase ahora famosadeW.B.Gallie,"esencialmentediscutible".Laantropologa,oporlo menosla antropologa interpretativa, es una ciencia cuyo progreso se caracteriza menos por un perfeccionamientodel consensoqueporelrefinamientodeldebate.Lo que enellasalemejores laprecisin con que nos vejamos unos a otros.Esto es muy difcil de ver cuando nuestra atencin est monopolizada por unasola parte de la argumentacin. Aqu los monlogos tienen escaso valor porque nohay conclusiones sobre las cuales informar; lo que se desarrolla es meramente unadiscusin. En la medida en que los ensayos aqu reunidos tengan alguna importancia, sta estriba menos en lo que dicen que en aquello queatestiguan:un enorme aumento de inters, no slo por la antropologa, sino por los estudios sociales en general y por el papel de las formas simblicas en la vida humana. La significacin, esaevasivaymal definida seudo-entidad que antes muy contentos abandonbamos a losfilsofos y a los crticos literarios para que frangollaran con ella, ha retornado ahoraal centro de nuestra disciplina. Hasta los marxistas citan a Cassirer; hasta los positivistas citan a Kenneth Burke.Mi propia posicin en el medio de todo esto fue siempre tratarderesistirme alsubjetivismo, por un lado, y al cabalismo mgico, por otro; tratar de mantener elanlisis de las formas simblicas lo ms estrechamente ligado a los hechos socialesconcretos, almundopblicodelavidacomnytratardeorganizarelanlisis de manera tal que las conexiones entre formulaciones tericaseinterpretacionesnoquedaran oscurecidas con apelaciones a ciencias oscuras. Nunca me impresion el argumento de que como la objetividad completa es imposible en estas materias (como enefecto lo es) uno podra darriendasuelta a sus sentimientos. Pero esto es, como observ Robert Solow, lo mismo que decir que, como es imposible un ambiente perfectamente asptico, bien podran practicarse operaciones quirrgicas en una cloaca.Por otro lado, tampoco me han impresionado las pretensiones de la lingstica estructural, de la ingeniera computacional o de alguna otra forma avanzada de pensamiento que pretendahacernoscomprendera loshombres sin conocerlos. Nada podrdesacreditarmsrpidamente un enfoque semitico de la cultura que permitirle quesedesplace haciaunacombinacin de intuicionismoy dealquimia,por elegantemente que se expresen las intuiciones o por moderna que se haga aparecer la alquimia.

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    Siempre est el peligro de que el anlisis cultural, en busca de las tortugas quese encuentran ms profundamente situadas, pierda contacto con las duras superficiesdelavida,conlasrealidadespolticas yeconmicas dentrode lascuales los hombresestn contenidos siempre, y pierda contacto con las necesidades biolgicas y fsicasen quesebasan esas duras superficies. La nica defensa contra este peligro y conttael peligro deconvertir aselanlisis cultural enuna especie deesteticismo sociolgico,es realizar el anlisis de esas realidades y esas necesidades en primer trmino. Yas llegu a escribir sobre el nacionalismo, sobre la violencia, sobre la identidad, sobre la naturaleza humana, sobre la legitimidad, sobre la revolucin, sobre lo tnico,sobre la urbanizacin, sobre elstatussocial, sobre la muerte, sobre el tiempo y antetodo sobre determinados intentos de determinadas personas para situar estas cosasdentro de un marco comprensible, significativo.Considerarlasdimensiones simblicasdela accinsocialarte,religin,ideologa, ciencia, ley, moral, sentido comn no es apartarse de los problemas exis-tenciales de lavidaparaira parar a algn mbito empricodeformas desprovistas deemocin; por el contrario es sumergirse en medio de tales problemas. La vocacinesencial de la antropologa interpretativa no es dar respuestas a nuestras preguntasms profundas, sinodarnos accesoa respuestasdadasporotros,queguardaban otrasovejas en otros valles, y as permitirnos incluirlas en el registro consultable de loque ha dicho el hombre.