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Apuntes 20 - Primer Semestre 1987 105 POLITICA DE LA SUPERVIVENCIA: LAS ORGANIZACIONES DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE LA AMAZONIA PERUANA RESUMEN En este artículo se analiza el proceso de surgimien- • to de diversas organizaciones indígenas del área amazó- nica (en las últimas dos décadas) tratando de ubicar los ejes comunes entre ellas y la sociedad global que las en- cierra. Así, los elementos étnicos se conciben dinámica- mente, impregnados de las diversas influencias de un pro- ceso histórico, económico y político del cual ya forman parte pero que, simultáneamente, se esfuerzan por man- tener un ámbito propio en el cual su continuidad y sus reivindicaciones se canalicen. Como el lector podrá apre- ciar, no se trata de guetos indios erigidos sobre un dis- curso etnopopulista o etnicista, sino de un relativo ajuste a las circunstancias contemporáneas, no exenta de con- tradicciones y vacíos, pero que en opinión del autor, muestran la vitalidad socio-cultural y política de las etnias selváticas. El parentesco, la ecología y el dato jurídico, son parte de esta dinámica que fluye sobre el fondo del sistema económico peruano. Francisco Bailón Aguirre a Elíseo Miguel López ABSTRACT In this paper the process of emergence of various indigenous organizations in the Amazon orea -in the last two decades- is analyzed, and an attempt is made to find the axis common to both of them and the overall society which endoses them. Ethnic elements are thus conceived in a dynamic way, enrolled with the various infhiencesof a historical, economic, and political process to which they already belong, but, at the same time, they try to main- tain a space through which their continuity and their replevies may be channeled. As the reader will see, these are not Indian ghettoes built over an ethno-populist discourse, or an ethnic one, but rather a relative adjust- ment to contemporary circumstances, one not exempt from contradictions and empty spaces, and which, ac- cording to the author, exhibit tht socio-cultural and political vitality of the jungle ethnic groups. Kinship, ecology, and legal data, are all part of this dynamic which flows over the background of the Peruvian economic system. Pienso que no hay un poder sino que, dentro de una sociedad, existen relaciones de poder extraordina- riamente numerosas y múltiples, colocadas en diferentes niveles, apoyándose unas sobre otras y cuestio- nándose mutuamente. Relaciones de poder muy diferentes se actualizan al interior de una institución... Michel Foucault. I. Introducción Son escasos los trabajos teóricos de- dicados al análisis de las organizaciones in- dígenas amazónicas a pesar de su capital importancia para entender el contexto so- cial peruano 1 . Esta carencia contrasta, pa- radójicamente, con una cada día mayor presencia en la sociedad global de sus insti- tuciones supracomunales, como no ocurría apenas hace unos años. Ciertas polarizacio- nes en el debate contemporáneo han con- tribuido a esa situación: se resaltaron los elementos étnicos como única medida de análisis olvidando la cuestión de clase, o se le presentó como puramente campesina, o se creyó ver una nación allí donde la frag- mentación era evidente, o se quiso mostrar que el indio era "puro" a pesar de sus múl- tiples vínculos con un sistema que los man- tiene en la marginación y miseria. Hace va- rios años ya Stefano Várese sostenía que en las actuales condiciones de dependencia los grupos indígenas deben "repensar y re- adaptar su entera situación cultural en tér- minos de mutaciones que le (s) permitan reajustarse y sobrevivir" 2 . Si algo puede darnos fe de que esa afirmación es cierta es

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  • Apuntes 20 - Primer Semestre 1987 105

    POLITICA DE LA SUPERVIVENCIA: LAS ORGANIZACIONES DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE LA AMAZONIA PERUANA

    RESUMEN

    En este artculo se analiza el proceso de surgimien- to de diversas organizaciones indgenas del rea amaz-nica (en las ltimas dos dcadas) tratando de ubicar los ejes comunes entre ellas y la sociedad global que las en-cierra. As, los elementos tnicos se conciben dinmica-mente, impregnados de las diversas influencias de un pro-ceso histrico, econmico y poltico del cual ya forman parte pero que, simultneamente, se esfuerzan por man-tener un mbito propio en el cual su continuidad y sus reivindicaciones se canalicen. Como el lector podr apre-ciar, no se trata de guetos indios erigidos sobre un dis-curso etnopopulista o etnicista, sino de un relativo ajuste a las circunstancias contemporneas, no exenta de con-tradicciones y vacos, pero que en opinin del autor, muestran la vitalidad socio-cultural y poltica de las etnias selvticas. El parentesco, la ecologa y el dato jurdico, son parte de esta dinmica que fluye sobre el fondo del sistema econmico peruano.

    Francisco Bailn Aguirre

    a Elseo Miguel Lpez

    ABSTRACT

    In this paper the process of emergence of various indigenous organizations in the Amazon orea -in the last two decades- is analyzed, and an attempt is made to find the axis common to both of them and the overall society which endoses them. Ethnic elements are thus conceived in a dynamic way, enrolled with the various infhiencesof a historical, economic, and political process to which they already belong, but, at the same time, they try to main-tain a space through which their continuity and their replevies may be channeled. As the reader will see, these are not Indian ghettoes built over an ethno-populist discourse, or an ethnic one, but rather a relative adjust-ment to contemporary circumstances, one not exempt from contradictions and empty spaces, and which, ac-cording to the author, exhibit tht socio-cultural and political vitality of the jungle ethnic groups. Kinship, ecology, and legal data, are all part of this dynamic which flows over the background of the Peruvian economic system.

    Pienso que no hay un poder sino que, dentro de una sociedad, existen relaciones de poder extraordina-riamente numerosas y mltiples, colocadas en diferentes niveles, apoyndose unas sobre otras y cuestio-nndose mutuamente. Relaciones de poder muy diferentes se actualizan al interior de una institucin...

    Michel Foucault.

    I. Introduccin

    Son escasos los trabajos tericos de-dicados al anlisis de las organizaciones in-dgenas amaznicas a pesar de su capital importancia para entender el contexto so-cial peruano1 . Esta carencia contrasta, pa-radjicamente, con una cada da mayor presencia en la sociedad global de sus insti-tuciones supracomunales, como no ocurra apenas hace unos aos. Ciertas polarizacio-nes en el debate contemporneo han con-tribuido a esa situacin: se resaltaron los elementos tnicos como nica medida de

    anlisis olvidando la cuestin de clase, o se le present como puramente campesina, o se crey ver una nacin all donde la frag-mentacin era evidente, o se quiso mostrar que el indio era "puro" a pesar de sus ml-tiples vnculos con un sistema que los man-tiene en la marginacin y miseria. Hace va-rios aos ya Stefano Vrese sostena que en las actuales condiciones de dependencia los grupos indgenas deben "repensar y re-adaptar su entera situacin cultural en tr-minos de mutaciones que le (s) permitan reajustarse y sobrevivir"2. Si algo puede darnos fe de que esa afirmacin es cierta es

  • 1 0 6 ARTICULOS

    la aparicin de no menos de 30 organizacio-nes regionales entre los pueblos indgenas de la amazonia y la conexin de variados factores que han contribuido a ese resulta-do (ver Anexo No. 1).

    Es necesario indicar, adems, que no toda respuesta de un sector social a sus condiciones de opresin resulte automtica-mente vlida para el resto de oprimidos, de hecho en nuestro caso, las alusiones a "es-trategias de sobrevivencia" deben enten-derse referidas a la bsqueda de un espacio en el que se haga posible la continuidad de los indios en tanto pueblos indgenas, es decir, considerados como gnero cultural (econmico-social) y no como individuos o familias que han de subsistir en condiciones socio-econmicas crticas. As, pues, la pro-blemtica que desarrollaremos est ligada a la doble cuestin histrica planteada por el colonialismo: de una parte -y ste es el aspecto particular los pueblos indgenas pierden toda soberana, todo derecho so-bre tierras, recursos, smbolos y orden pro-pio; de otro lado, el indio como individuo y ste es el aspecto compartido es dis-criminado en sus ms elementales dere-chos humanos, es una no-persona, un "sal-vaje" como hoy da el Cdigo Penal pe-ruano especifica3. Es necesario por elfo, restringir a ese aspecto particular nuestra alusin a las estrategias de sobrevivencia que en el presente artculo se va a emplear. As entonces las estrategias se ligan a los cambios en forma y contenido dominados por la expansin y crecimiento de mecanis-mos de representacin que fluyen en una dinmica (en mucho contradictoria) entre tradicin, cambio y reequilibrio. Con un inevitable grado de abstraccin podemos plantear el esquema siguiente:

    Elementos tradicionales -pertenencia tnica/au-(intraestructura), mo- torreconocimiento demos internalizados: -localizacin geogrfica/

    control ecolgico relaciones de parentes-co produccin de autosub-sistencia, agroforestal, y para el mercado (in-cluida artesana) comercio

    -especializacin indivi-dual.

    Elementos "externos" actividades extractivas (estructura): (oro, petrleo, madera.

    etc.) -asalariados -diversas relaciones con

    agentes de produccin y comercio

    asimilacionismo estatal -desintegracin jurdica -grupos armados y nar-

    cotrfico colonizacin iglesias, organizaciones

    no gubernamentales, fi-nancieras, etc.

    Siempre los esquemas son desafor-tunadamente estticos frente a la realidad, elementos muy fcilmente perceptibles en un contexto regional resultan relativamen-te extraos en otro, no obstante para los fi-nes de la descripcin que nos proponemos, trataremos de resaltar los que a nuestro jui-cio son los elementos ms frecuentes que pueden mostrar una relativa tendencia. Los elementos "externos" no nos conducen a una afirmacin de dualidad o de colonialis-mo interno para explicar la situacin del indgena contemporneo, no ajeno al siste-ma capitalista ni a las clases sociales.

    Ahora bien, hablar de un "movi-miento" indgena puede conducir a errores cuando no se cuenta con una definicin, pues se puede aludir tanto a una prctica exprofesamente diseada por un conjunto de pueblos, con objetivos comunes y coor-dinaciones internas, es decir, una verdadera corriente de masas a nivel nacional e in-cluso internacional (y en esta eventualidad daramos una falsa idea de lo que est ocu-rriendo); como puede referirse tambin a "expresiones organizadas y espontneas, atomizadas y desemejantes, en las que pue-de identificarse un hilo conductor, una ten-dencia general que las unifica, aunque esto no se exprese en un objetivo comn reco-nocido abiertamente por los actores del movimiento"4, a pesar de la prctica de rei-vindicaciones basada en la presencia de mo-dos "modernos" de representacin que tienden a la estabilidad en el tiempo. En es-te segundo sentido la emplearemos en ade-lante.

  • Francisco Bailn: Poltica de la Supervivencia 107 El uso de palabras tales como indio

    o indgena, igualmente no desea evocar un trato peyorativo (sobre esta cuestin existe abundante bibliografa que no es del caso citar aqu), sino emplearlo en el mismo sen-tido en el que lo hacen las organizaciones indgenas a nivel internacional y el trmino "pueblos" conforme a la discusin del Gru-po de Trabajo sobre Poblaciones Indgenas creado por la Sub-Comisin para la Preven-cin de la Discriminacin y la Proteccin de las Minoras de la Organizacin de Na-ciones Unidas5.

    Pues bien, debemos sealar que la in-terpretacin de esos procesos de constitu-cin de estructuras de relativo auto-gobier-no indgena, es un lugar privilegiado para que emerjan tensiones ideolgicas propias a la constitucin de teoras sobre el con-junto del movimiento popular, las alianzas de clase y la cuestin nacional. En una ori-lla se encuentran quienes creen ver en ellos escalones de descomposicin cultural que arrastrarn a la desaparicin de lo autnti-camente indio en favor de su campesiniza-cin; en la otra orilla, se ubican quienes a-precian en este proceso de institucionaliza-cin la aparicin de un eslabn ms en el propsito final de posibilitar la superviven-cia grupal, aportando su situacin particu-lar al sector de clase al que pertenece. No es extrao, as, que este complejo panora-ma terico se alimente de las muy variadas visiones que sobre la sociedad y sus culturas tienen los especialistas. Si nosotros conce-bimos dinmicamente el quehacer cultural y admitimos que un pueblo puede cambiar algunos de sus elementos tradicionales y adoptar otros, podemos suponer tambin que la velocidad y naturaleza de la adapta-cin condicionan su xito. En efecto, la presencia de acentuados procesos de re-composicin tnica, mediante las estruc-turas polticas, seala esa tendencia al cam-bio en el sentido de la transformacin pau-latina o abrupta de sus condiciones de vida actuales. De all la importancia de esos pro-cesos para la supervivencia de las comunida-des como espacios socio-culturales relati-vamente autnomos y tpicos. Por ello, daramos por bien justificado el sentido del presente documento, si a fin de cuentas, el lector constata que. en las circunstancias

    actuales, la posibilidad de la vida indgena es tambin el resultado de una prctica po-ltica. Propongo, entonces, que desplace-mos del centro de nuestra atencin a aque-llas "claves" corrientes de la vitalidad socio-cultural indgena que los especialistas han estudiado para nosotros y atendamos di-rectamente el fenmeno del poder. La so-brevivencia se entender, entonces, para los fines que propongo, como la prctica de un pueblo reacondicionando sus lazos cul-turales, tradicionales y manipulando los impuestos, dentro de una situacin hist-rica de sector explotado.

    Con frecuencia se pretende que el trmino "poltica" est circunscrito a los lazos entre indgenas y quienes no lo son, cuando en realidad esos vnculos no son sino una variable (relativamente reciente en algunos casos) aadida sobre una tela-raa comunicante de relaciones intertni-cas preexistentes. En cada situacin hist-rica los pueblos indgenas (y los que no lo son) seleccionan sus estrategias frente a otros grupos humanos y ante s mismos. Esas elecciones no cuentan con un arsenal indiscriminado de alternativas, es verdad, pero no existe tampoco un patrn unifor-me aplicable a toda sociedad independien-temente de las condiciones especficas en que acta. Dicho de otro modo, no es po-sible analizar la situacin de un pueblo en sus relaciones con la sociedad mayor, guia-dos por la presencia o ausencia de tales o cuales factores, sino nicamente por las formas en que esos (muchos o pocos ele-mentos) son manipulados para obtener re-sultados, incluido en un momento crtico, la voluntad de auto-eliminacin. Si existe alguna peculiaridad no obstante el siste-ma en que estn insertos es aquella basa-da en la capacidad de dar una respuesta propia que asegure relativamente sus con-diciones de supervivencia. Y que como ex-plicaremos, se manifiesta en la manipulacin de elementos tradicionales y modernos, in-ternos o "externos" al grupo.

    Desde nuestra perspectiva los resul-tados de la combinacin de los elementos tnicos, econmicos, jurdicos y ecolgi-cos. son una suerte de acomodo que cum-ple diversas funciones de unidad grupal y distribucin geogrfica y que se expresa en

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    ese proceso de constitucin de organismos federativos. La combinacin de los facto-res y el resultado obtenido los podemos ca-talogar como prcticas poltico-culturales. La poltica se extiende, entonces, incorpo-rando en ella el proceso mismo de selec-cin (inclusin y exclusin) de elementos tradicionales y modernos, y adems el re-sultado (organismos federativos) que se "materializa" bajo formas no tradicionales pero que cumplen un rol dentro de los re-querimientos ms estrictos de cohesin so-cial. Esta poltica tnica la componen una multiplicidad de opciones que los pueblos indgenas ponen en juego, ante condicio-nes creadas por su origen y el contexto en el que han de operar. Cabe interrogarnos sobre la funcionabilidad de la adaptacin a las relaciones econmicas dominantes y su "tolerancia" como espacio subordi-nado. Ha ocurrido as que los planos de accin indgena se han alterado sustanti-vamente desde la conquista y nadie en su sano juicio negar que ello condujo a mo-dificaciones en diversos niveles de la eco-noma, la genealoga y la simbologa; pero a pesar de que todo esto ha sucedido y su-cede, la presencia indgena es un hecho tenaz, consecuente con un proceso de acomodo socio-cultural que es tanto el resultado de una prctica y de una estra-tegia tnica, como es la presencia inevita-ble de un otro modelo que la penetra e incentiva. La velocidad e intensidad con la que ocurre el proceso de ajuste socio-cultural y las condiciones externas en que ste se da, determinan el xito o el fracaso de un pueblo para resistir y mantener su identidad. Muchas otras sociedades huma-nas que, por ejemplo, han desaparecido de la faz de la tierra no han tenido como nica condicin para su cataclismo hist-rico, la relacin con occidente (aunque esta ltima situacin sea particularmente geno-cida en el caso latinoamericano). En efec-to, la sobrevivencia es para la especie hu-mana tan esencial como lo es para cualquier otro modo de vida animal sobre la tierra. Los antroplogos saben que incluso for-mas de suicidio o infanticidio son profun-das reafirmaciones de la vitalidad social de una cultura. As pues, algunos autores se han interrogado sobre las razones que

    explican el hecho mismo de la sobreviven-cia de los pueblos indgenas a pesar de los virulentos o sosegados procesos etnocidas. Para ese efecto, aplican los datos sobre crecimiento poblacional, extensin de tierras posedas, uso de idioma, etc., con-cebidos como causas directas de la forta-leza o de la decrepitud cultural. Adems, cuando esos datos "objetivos" son insufi-cientes para dar cuenta de la variedad de situaciones que la realidad ofrece buscan complementarlos acudiendo a una suerte de metafsica-psicologista basada en com-binaciones de la conciencia "tnica-india-campesina".

    Tenemos entonces una doble y complementaria vertiente de interpreta- -cin: de un lado estn quienes se apoyan en las llaves mensurables y de otro, quie-nes se socorren en medidas sobre la "con-ciencia" para apoyar sus juicios sobre los movimientos indios. No es poco frecuen-te, en estos casos, encontrar mezcladas ambas perspectivas. Para los unos la impor-tancia de la estadstica es fundamental y la encuesta es un arma infaltable; para los otros se alambica una variedad de tesis psicologistas que les permiten clasificar a los sujetos y a los movimientos a que per-tenecen, segn el nivel de ideas indgenas, tnicas o campesinas, que posean. As a mayor pureza de esquemas tnicos, mayor legitimidad de una organizacin india

    En este extremo, si los informes so-bre crecimiento poblacional u otro cual-quiera son indicativos de la vitalidad y po-sibilidades de un pueblo, lo son en tanto resultados de luchas ocurridas en campos distintos: la posesin territorial, el control ecolgico, etc., se deben en buena medida a la disposicin de "tratos" efectuados en esferas como la jurdica o religiosa y a la modalidad regional de la relacin con otros sectores sociales. No es cientfico tampoco pretender un examen de la cuestin, cuan-do lo que se quiere es medir la "concien-cia" con la que actan los gremios indios o sus dirigentes. Ahora bien, al sobreva-lorarse por esas interpretaciones el paso de las expresiones verbales como motores de las luchas indgenas, la pureza de pensa-miento aparece como la clave propulsora de las acciones de organizacin y legitimi-

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    dad social. As "al margen de todo", esta suerte de psiquis social e individual, tira por la borda todo lo dicho por las ciencias so-ciales para anclar en una interpretacin idealista de la accin humana. En defini-tiva, con tales preconceptos no es posible buscar clasificaciones objetivas para guiar-nos entre la multitud de fenmenos que nos veramos forzados a encajar en corres-pondencia con una mayor o menor con-ciencia: tnica?, campesina?, india?, o sus combinaciones! El termmetro de la "identidad" coloca,pues, el anlisis de la cuestin en un terreno resbaladizo al pre-tender establecer diferencias reales (obje-tivas) entre tipos tericos y hechos sociales.

    Por otra parte, si el lector asume esos sntomas de vitalidad social de los que hablbamos prrafos atrs (demografa, propiedad, idioma, etc.) u otros que qui-siera aadir, e intenta desarrollar una tipo-loga basada en ellos, se dar de bruces con la realidad ya que existen pueblos indge-nas en decrecimiento demogrfico, sin t-tulos de propiedad, que pierden progresi-vamente su lengua ancestral y no obstan-te, continan una terca lucha por subsis-tir, es decir, por mantener un espacio en su orden social, no obstante las injustas relaciones sociales que presionan para su prole tarizacin.

    En consecuencia, pensemos en la identidad como un espacio poltico que permite la continuidad histrica de una etnia, caracterizada como una forma pecu-liar y relativamente autnoma de organi-zacin social. En efecto, la categora "l-mite" empleada por Barth6 nos da una idea de la necesidad de analizar los diferentes medios por los cuales poblaciones logran conservarse, en funcin a una dinmica de expresin y ratificacin continuas, de fac-tores que son seleccionados ("arbitraria-mente") por la propia cultura. No se trata necesaria o fatalmente de tales o cuales factores de hecho (tierra, densidad demo-grfica, etc.), sino de aquellos que se man-tienen (o se abandonan) para permitir a sus miembros distinguirse de los "otros". La radicalidad de la distincin no es, por otra parte, condicin para el xito de la supervivencia. En una direccin similar, M. Carneiro ha indicado la necesidad de

    concebir las sociedades indgenas como aquellas poblaciones que preservan el de-recho a decidir quin les pertenece7. Esto no implica, como veremos en estas pginas, una va etnopopulista ajena a las alianzas de clase que en cada caso regionalmente se establecen.

    Los testimonios publicados por Eduardo Fernndez8 muestran, por lo de-ms, la complejidad y la diversidad del con-tenido poltico de acontecimientos apa-rentemente ajenos. Se trata de casos en los que, en torno a los nios, se entretejieron variados mecanismos de relacin social: vendidos como mano de obra esclava (cau-cheros-hacendados-colonos), acogidos para su evangelizacin (franciscanos), sujetos de^ intercambio (nativo-blanco), centros de alianzas y fuerzas sobrenaturales (nativo-nativo), son el cruce de toda una variedad traumtica de situaciones cuyas caracters-ticas jurdicas, econmicas o religiosas se supeditan a una distribucin y circulacin de relaciones de poder. El que fuesen los nios el objeto de diversas alianzas resulta coyuntural, pues puede reemplazrseles (como ha ocurrido) por otros centros de atencin y mantener vigente a trama.

    Esos espacios de alianzas y aquellos lugares de lucha y los modos empleados en uno y otro caso, posibilitan la pervivencia o la extincin del grupo. Si los pueblos in-dgenas no desaparecen es porque son an capaces de producir una fuerza de oposi-cin a procesos, sutiles algunos, de etno-cidio. Tal energa no surge por naturaleza, ni de la cultura, ni de la tierra, ni de la con-ciencia; es nicamente cuando estos ele-mentos son transformados en prcticas so-ciales (formas de organizacin) que se logra la resistencia. En eso ha consistido la per-sistencia indgena y no en ser ms o menos propietarios, ms o menos numerosos, ms o menos tradicionales, o ms o menos in-dios? Han ejercido y siguen ejerciendo per-manentemente la poltica, como nosotros la hacemos a diario. Nos sentimos tentados, por ello, a suponer que el trazo seguido por una flecha dirigida contra un extrao es una respuesta relativamente similar a la de un comunicado pblico denunciando el despojo territorial, a pesar de la distancia metodolgica que los separa. El indgena

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    internndose en busca de territorios no in-vadidos por los blancos, se conduce con una lgica semejante a la de aquel otro re-clamando ante el Presidente de la Repbli-ca sus ttulos de propiedad: la oposicin entre desaparicin/supervivencia marca el resultado. Pero quizs sea ms adecuado contraponer desaparicin/organizacin ya que el mantenimiento de la organizacin tpica (su peculiar capacidad de controlar internamente al grupo y de oponerlo exter-namente, autorreconocerse y distinguirse) es la condicin interna bsica de la repro-duccin social. Pero para que este control sea posible, han de darse una variedad de acomodos, tensiones y modificaciones per-manentes. Replegarse en unos casos, aliar-se, mimetizarse o enfrentarse en otros, son pautas similares en miras a alcanzar el obje-tivo.

    Tengamos presente, a este respecto, que la resistencia al estudio de la cuestin como una mecnica de poder, no slo se ha basado en el uso de datos mgicos y el em-peo en la interpretacin metafsica; ha empleado tambin ciertos complementos menores como los llamados "grados de in-tegracin". Segn esta variedad es posible medir los distintos pueblos indgenas por su ubicacin en el peldao de incorpora-cin a la sociedad dominante. Esos niveles se distribuyen teniendo en un extremo al indgena incontactado y en el otro extre-mo, al asimilado. Cualquier lector encontra-r a su vez, que la base de esas clasificacio-nes son aquellos mismos datos "claves" a los que nos hemos referido ya anteriormen-te y no dudamos que se pueda criticar su valor cientfico por varias razones: en pri-mer lugar, el proceso es integral y no pue-de medirse en referencia a indicadores ex-ternos a la sociedad indgena de la cual se trate, sin analizar a su vez la sociedad n o -indgena; y en segundo lugar, porque tales listados presuponen respuestas similares de toda cultura al "contacto", sin referencia al sistema econmico, que dara la unidad vlida de comparacin.

    De esta manera, absolver la pregun-ta sobrevivirn los pueblos indgenas?, su-pone analizar los modos en que se estable-cen, perpetan o desaparecen, esas tramas mancomunadas que permiten el autocon-

    trol social y hacer de ellas un objeto de es-tudio particular. En esta dimensin no exis-ten sujetos pasivos (indios quietos o blan-cos buenos), datos "objetivos" (vlidos en cualquier circunstancia) o conciencias ms o menos sensibles (tnica-india-campesina); no es necesario rebuscar en el inconsciente individual o colectivo, refinar las encuestas y resultados estadsticos sino, y ste es el centro de la cuestin, replantear el anli-sis empleado y localizarlo en un mbito distinto. Si despojamos a los "datos" de significados en s mismos y a la "concien-cia" de valor como medida grfna, pode-mos atenernos a los sucesos efectivos que operan en el mantenimiento de un espacio (lmite?) poltico frente al adversario. En su relacin con occidente, mientras ms se reduzca el mbito indgena de accin, las expresiones de genocidio se harn ms des-carnadas. Las batallas operan, pues, mante-niendo, ampliando o perdiendo, la capa-cidad de control sobre los factores en jue-go tanto ecolgicos como ideolgicos. Y sta es una accin poltica.

    II. Origen, territorio y legislacin

    En trminos generales la poblacin indgena amaznica ha sido considerable-mente impactada por diversos fenmenos econmicos y sociales que apuntalaron cambios en su composicin tradicional. La evangelizacin o el proceso de escolariza-cin tienen incidencia como la produccin dominante de caf para la exportacin, la extraccin de oro o la venta de artesana. Salvo casos excepcionales el grueso de la poblacin nativa tiene que ver con alguna relacin estable con la sociedad no-india, es verdad tambin que no contamos con un mapa del impacto que nos permita estable-cer comparaciones vlidas o extraer pautas generalizables. No obstante, puede s sea-larse que se acentan o inician procesos de diferenciacin social, a pesar de lo cual, no puede afirmarse tajantemente que el de-venir fatal sea la campesinizacin de estos grupos9. En cuanto a las organizaciones re-gionales ninguna de ellas utiliza la termi-

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    nologa campesina para denominarse, como tampoco emplean la palabra indgena, ello indica realmente poco, en muchos aspectos sus reivindicaciones son las mismas que las del campesinado pobre y de hecho, el res-cate de lo tradicional como reivindicacin no parece ser el eje de sus demandas pero, la tierra se mantiene en el centro de su inte-rs: como territorio de reproduccin cul-tural y econmica presenta la doble faz tra-dicin/modernidad que domina la direccin de los reclamos10.

    Pero tambin, puede apreciarse que todas las organizaciones regionales aluden a un tronco tnico comn: Yanesha, Shi-pibo, Kichwa Runa Wangurina, Achual, o prefieren la denominacin "nativa" para envolver a varios sub-grupos regionalmente cercanos. De hecho la pertenencia tnica es el primer eslabn de identificacin al que se le suman las condiciones de vida opresivas.

    En realidad la poblacin indgena amaznica est formada por unos 60 gru-pos etno-lingsticos, los cuales se autorre-conocen por relaciones socio-culturales pre-vias a la organizacin federativa, se identi-fican internamente por un idioma, una eco-noma y una simbologa que les es propia. La pertenencia tnica es bsica al proceso de germinacin de instituciones indgenas y desde el inicio nuclea a los individuos (fa-milias), que componen el movimiento.

    De igual modo puede apreciarse que la poblacin indgena selvtica ha sido im-pactada por diversos fenmenos que han introducido cambios en su composicin tradicional. Uno de esos elementos de mu-danza es el sistema jurdico el cual, median-te la creacin de la "comunidad nativa" desde 1974, considera al grupo local como una entidad autnoma en derechos y obli-gaciones. Se trata, pues, de una estructura administrativa que no coincide en su ex-tensin, ni con el grupo tnico como plura-lidad de personas, ni con el territorio tnico como unidad ecolgico-simblica. Puede decirse que el sistema jurdico busc com-partimentalizar administrativamente a los grupos tnicos y apoy, en consecuencia, su desarticulacin.

    Se dise con el dato legal un me-canismo disgregante de la unidad tnica

    (como lo hicieron otros agentes), mediante el cual las reas territoriales dependan de "personas jurdicas" (comunidad) y no del grupo como un conjunto. La posicin es-tatal que propona el discurso jurdico, era la creacin de instancias administrativas locales con un jefe de la comunidad, un se-cretario, un tesorero, un secretario de pro-duccin y comercializacin, actas y padro-nes.

    Segn tal esquema legal los pueblos indgenas amaznicos se ligaran en lo su-cesivo, para sus relaciones con el Estado y otros agentes, mediante las "comunidades nativas". Tales entes funcionando con una estructura legal impuesta, se han acoplado a organizaciones mayores que las renen; estas entidades supra-comunales cuentan tambin con mecanismos normativos inter-nos: elecciones, asambleas, libros de ac-tas, etc. El resultado ha sido que esas enti-dades han cobrado una actividad que, te-ricamente, se dise slo para las comuni-dades, en especial aquella de ser interloc-toras ante el Estado.

    En efecto, si para el Estado la crea-cin de islas de derechos tena un sentido "prctico" y "nacionalista", el proceso de descomposicin pareca una eventualidad inevitable. En verdad, el surgimiento de las asociaciones regionales ha permitido a es-tos grupos sobrepasar la distorsin jurdica y mantener el equilibrio amenazado. No es un hecho ajeno al proceso de consolida-cin de la cohesin interna del grupo, el que las organizaciones supra-comunales crezcan y no es extrao tampoco que la forma jurdica "comunidad" haya sido re-emplazada dentro de una estrategia de su-pervivencia contraria a la propuesta norma-tiva. Las agrupaciones de mbito local se tornan entonces en mecanismos de repre-sentacin tnica, con relativa estabilidad, por sobre las comunidades a las cuales aglu-tinan y dirigen en sus demandas.

    Como decamos, no obstante ese propsito de constitucin de unidades ju-rdicas autnomas propugnando por la le-gislacin (en la actualidad unas 678), el objetivo se trunca e invierte debido a la reunificacin que ofrece el modo federa-tivo. Lo que hace posible ese salto cualita-tivo es una activa relacin poltica que cris-

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    taliza en un proceso de "formalizacin" de instituciones representativas. Desearamos comprender dentro del concepto de forma-lizacin el trnsito mediante el cual un con-glomerado tnico o varios, logran "objeti-var" una parte de su estructura cultural, bajo una forma poltico-jurdica permanen-te. La indicada objetivacin es el estableci-miento de un mecanismo creado exprofe-samente para la atencin de problemas gru-pales y con carcter estable: con dirigentes, elecciones, estatutos, actas, etc. En otros trminos, con una estructura "jurdica" ms o menos tcnica. No dudamos que en esa direccin el "reconocimiento" y "titu-lacin" de comunidades contribuya a la cristalizacin de gremios aprovechando a su favor el modelo legal de comunidad. La fe-deracin, el consejo, el congreso, etc., son expresiones de entes representativos de gru-pos tnicos compuestos por comunidades. No necesariamente todas las comunidades de un grupo tnico, pero s todas aquellas que tienen una relacin geogrfica o genea-lgica estrecha. De esta manera el "modo federativo" utiliza la atomizacin jurdica comunal y la reunifica bajo un sistema or-denado explcitamente para la representa-cin.

    Si al contrario de lo que ocurri en trminos jurdicos se hubiera recibido para toda la etnia un nico "reconocimiento" legal y, en consecuencia, un solo ttulo de propiedad sobre toda el rea ocupada por ella, se habra acelerado una dinmica po-ltica (al menos en el inicio) posiblemente distinta de la que ahora conocemos. Pero no olvidemos tampoco que ya en 1974 esta posibilidad resultaba casi utpica en varios casos, pues los procesos socio-econmicos (extraccin cauchera, colonizacin y algu-nas formas misionales) desde muchas dca-das atrs favorecan la desintegracin de las etnias locales. Como fuere, si el modelo ideal no poda realizarse totalmente, al me-nos habra sido posible entregar ttulos ba-sados en una unidad mayor que la "comu-nidad", lo cual en varias cuencas era posi-ble y adecuado al control ecolgico y cul-tural. Sin lugar a dudas, a pesar de la situa-cin legal y de la "autonoma" que estos ncleos comunales han obtenido, se ha pro-ducido un fenmeno de alineacin en torno

    al elemento supra-comunal: el origen tnico comn y la organizacin federativa.

    Hemos considerado hasta aqu, c-mo el origen de los sujetos es indispensable para la conformacin del mecanismo gre-mial y cmo se encarama por sobre la co-munidad legal para reagrupar a la etnia. Po-demos tratar ahora, brevemente, el mbito geogrfico que ellas abarcan.

    En principio no existe una exacta equivalencia entre el rea de influencia de una organizacin y el territorio tnico. En el primer caso, el de la organizacin, es coincidente con el espacio delimitado por los programas de titulacin, mientras que el territorio tnico se define en funcin a elementos culturales propios. No obstante, en algunos casos, ambas extensiones pare-cen ser relativamente similares. As las co-chas, los pajonales, o los ros, son el objeto material sobre el que se extiende la institu-cin indgena, y no obstante la variedad de situaciones regionales,los lmites espaciales entre ellas (cuando son vecinas) estn rela-tivamente bien definidos. Digamos, pues, que a cada organizacin corresponde un es-pacio material de influencia relativamente impactado por los procesos de despojo que han sufrido.

    Sin embargo, no es posible encon-trar una regla rgida, pues el dominio de un rea es apropiado en funcin a un gra-do de autonoma geogrfica, utilidad eco-nmica o facilidad de acceso que, vara de regin a regin. As pues, la extensin de-pender de la ubicacin del grupo, de las actividades que predominantemente realice y de su posicin en la economa regional: la cuenca de un ro (Ene, Palcaz, Chiriaco, Nieva) un cuerpo de agua o la extensin de un pajonal, marcan el espacio de su influen-cia. No se han estudiado an las relaciones entre el rea de una organizacin moderna y los espacios de relacin intertribal de tipo tradicional. Esta situacin histrica puede reflejarse tambin en la presencia, al inte-rior de un mismo grupo tnico, de varias organizaciones representativas cubriendo espacios distintos, como se puede apreciar en el anexo adjunto.

    Entre reas geogrficas vecinas, la poblacin nativa ha establecido innumera-bles ligazones, incluso cuando se trata de

  • Francisco Bailn: Poltica de la Supervivencia 113 personas distintas a su etnia. Adems, exis-ten con fuerza < alianzas entre clanes de cuencas distintas pero de un mismo grupo y algo similar ocurre entre las organizacio-nes regionales de un tronco cultural comn. Las familias de comunidades amenazadas por procesos de colonizacin estrechan sus relaciones con aquellas otras que ocupan es-pacios de refugio.

    Por otro lado, al interior de un mis-mo grupo, hemos dicho, pueden coexistir varias organizaciones. Un pueblo como el Aguaruna, por ejemplo, tiene cuatro orga-nizaciones representativas (una de ellas in-cluye poblacin Huambisa) y participa al menos en otras dos. La Federacin de Co-munidades Nativas del Ucayali tiene entre sus afiliadas comunidades que son princi-palmente Shipibo-Conibo, pero tambin con presencia Campa, y a su vez, algunas comunidades Shipibo forman parte de la Federacin Yanesha. Puede apreciarse una dinmica peculiar y diversiforme que rela-tiviza los conceptos y a duras penas nos permite encontrar algunas tendencias. Un caso especialmente interesante de vincula-cin inter-tnica lo constituye la Federa-cin Nativa de Madre de Dios. Si en princi-pio la vecindad geogrfica pareciera domi-nar este extenso panorama de alianzas in-ter-tnicas, queda para un ensayo posterior analizar los modos particulares adoptados internamente por cada uno de ellos y su peso en la extensin del modelo hacia reas no vecinas. En este ltimo sentido puede afirmarse la inexistencia de un modelo "na-cional" o de un promotor-gestor que haya propalado entre diversas etnias la "idea" de agremiacin, ella es el resultado de factores que simultneamente han creado o utiliza-do las condiciones existentes en favor de la movilizacin y generalmente, sin un discur-so poltico de mayor alcance que sus reivin-dicaciones locales.

    III. Dirigentes y demandas

    Otro aspecto importante es el refe-rido a la dirigencia de las organizaciones na-tivas. Originalmente las sociedades indge-nas amaznicas no contaron con estructuras de control social desligadas del parentesco,

    de hecho, la jefatura permanente y recono-cida como nosotros pudiramos concebir-la, no existi. Pero en condiciones especia-les guerra por ejemplo se originaban jefaturas transitorias que se definan genea-lgicamente y con exterior carismtico. En contraste, el modo federativo actual presenta una dirigencia joven que maneja herramientas externas a su sociedad y cuyo prestigio radica en la defensa o representa-cin de los intereses comunales, han sido elegidos en asambleas con algn tipo de acuerdo y el peso de los lazos parentales parece disminuir. Entre este joven y aquel lder tradicional hay una etapa "bisagra" correspondiente a los primeros contactos con la sociedad mayor, el manejo de esas relaciones confiere de por s un status dominante o al menos privilegiado frente al resto de familias, relativamente inde-pendientes incluso, del beneficio que esa vinculacin aportaba para el grupo tnico. La relacin de parentesco sufre directa-mente la agresin de los nuevos modelos democrtico-occidentales para los cuales su racionalidad resulta disfuncional. Con-forme la variedad de relaciones crece (mi-sioneros haciendas coionos extrac-tores gobernadores policas organis-mos no gubernamentales, etc.) la genealo-ga va sumergindose y combinndose con nuevas variables y el tipo "puro" de rela-ciones cinicas se debilita (sin desaparecer).

    Los beneficiarios de los primeros contactos van dejando su lugar a dirigentes cuya formacin los dota de cualidades cada vez ms necesarias al grupo: el idioma cas-tellano y la lecto-escritura parecen domi-nantes (a largo plazo el papel de la escuela es evidente en la seleccin de los posibles dirigentes). Esa etapa puente ha tenido sus lderes: Juan Grande es recordado hoy entre los Yanesha, Quinchoque entre los Ashaninca de Satipo, Daniel Charete ha cedido su lugar a Isaas Charete, Carlos P-rez y Alejandro Caldern (quien a su cali-dad de lder poltico suma la de pastor re-ligioso) en el ro Pichis, Francisco Caicat en el Maran, son algunos ejemplos de aquella etapa que an no ha concluido en algunas reas o recin se inicia en otras.

    Al producirse el desplazamiento de quienes monopolizan los primeros contac-

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    tos no sobrevienen rupturas genealgicas graves, pues, a pesar de valorarse las apti-tudes occidentales del candidato, normal-mente se adopta un acuerdo en consenso, es decir, con las mismas tensiones propias al fondo cultural.

    Un dirigente comunal o represen-tante de su federacin, con educacin es-colar secundaria, con dominio del caste-llano, etc., se identifica con su propio gru-po como lo hiciera el lder tradicional al asumir las tareas de defensa; no sufre un proceso de destribalizacin a pesar, claro, de presentarse situaciones contradictorias en las cuales puede no actuar como se es-peraba. Hay, por supuesto, algunos diri-gentes cuestionados pero no es la regla y por lo dems, esta crtica no implica su apartamiento del grupo, o que sus lazos de parentesco lo abandonen.

    Del mismo modo no se halla con-tradiccin entre lo poltico y lo religioso, lo que parece frecuente es la separacin de mbitos de influencia entre el shamn y el lder, pero sta no es una frontera r-gida. Pueden considerarse estas divisiones de reas de influencia (entre "especialis-tas") en razn de las necesidades moder-nas y los intereses grupales tradicionales, relativamente compensadas. Por ello, se puede sostener que el liderazgo poltico actual responde a incentivos contrarios a los modos tradicionales de estructuracin familiar del grupo, pero l en s mismo, no le es adverso. De hecho, los atributos de un jefe coyuntural (entre los Jbaros, por ejemplo) con un sistema precisamente ba-sado en la transitoriedad, no es compati-ble con sus necesidades intraestructurales. Al encontrarse ante nuevas situaciones de conflicto que un lder momentneo no puede solucionar (se emplea el trmino "solucionar" dentro de una visin relativa a la cultura, no en trminos que asemejen los procesos judiciales occidentales), tiende a afincarse en el grupo indgena un "modo polt ico" permanente.

    En otras condiciones si el delegado queda atrapado en las ventajas personales de una "representacin nacional", aislada de los gremios y comunidades regionales, se ver necesitado de muestras materiales de "eficacia" para mantener un prestigio

    ajeno a las alianzas genealgicas. En alguna medida los "programas de desarrollo" que el representante pueda obtener, afincan su posicin de intermediacin (como un eslabn "moderno" en las relaciones entre indgenas y blancos). El espacio de unidad nacional es crtico en la medida que su posibilidad se aleja de "los linajes y sus seg-mentos, las alianzas y las filiaciones".

    Finalmente, podemos decir que no perviven formas de liderazgo parental carismtico tradicionales, sino combinadas con aptitudes nuevas de lderes con cono-cimientos occidentales ms refinados, que entre ellos no se producen enfrentamien-tos serios y que los primeros han cumplido un papel de ligazn inicial, espacio ocupa-do, posteriormente, por los nativos de ge-neraciones recientes, con reivindicaciones tnicas antes que con intereses exclusiva-mente personales. Es tambin un proceso con tensiones y desaciertos pero indica-tivo de la vitalidad social que lo origina.

    En suma, a pesar de la variedad de organizaciones y pueblos indgenas exis-tentes todos se hallan atrapados en simi-lar disparadero: los Yanesha con su modo gremial de organizacin (la ms antigua de la amazonia peruana) y los Nahua, pobla-cin extraordinariamente tradicional, de-finen desde su propia experiencia las es-trategias de supervivencia y las escaramu-zas que han de propiciar para obtener un resultado que les sea favorable. Para los unos, sus mecanismos de representacin gremial les permiten actuar en el terreno de los blancos, para los otros, el repliegue sobre sus pasos es vital en una tctica de dilacin que amortige el choque econ-mico cultural. Estas dos alternativas les son an posibles, pero pueden cambiar rpidamente, entre otras razones, porque existen factores incontrolables como en-fermedades, econmicos, ideolgicos y polticos (presencia de grupos armados y narcotrfico) que los conducen a un ex-tremo crtico.

    En esa perspectiva y a pesar de no existir la organizacin nacional nica, ella se har posible en la medida en que crez-can los mecanismos regionales de repre-sentacin. En estos movimientos hacia la agremiacin existen, como no podra ser

  • Francisco Bailn: Poltica de la Supervivencia 115 de otro modo, tendencias ideolgicas que a pesar de su reducido impacto deben co-nocerse. En efecto, sealamos en 1980 que "tres corrientes ideolgicas expresan opciones distintas para los movimientos indgenas". La primera se refiere a la sobre-abundancia de elementos histricos miti-ficados y entonces la llamamos "movimien-tos indios" (etnicistas o etnopopulistas), la segunda opcin se apoyaba en la catego-ra "campesino" y la tercera se entroncaba al elemento tnico como fundamento ori-ginal de la organizacin. Nos ha llamado la atencin ver luego de varios aos repetirse el mismo esquema" y es en buena medida necesario actualizarlo, teniendo presente ahora las variables ideolgicas y los mo-delos polticos a que ellas se adscriben:

    Movimientos Indios

    Comunidades Etnicas

    Movimientos Indgenas Desarrollistas

    Movimientos Campesinos

    Estado Indio

    Estado Multitnico

    Integracin al Esta-do Nacional

    Estado Democrti-co Popular

    Entre la segunda y cuarta opcin no debe verse una contradiccin y fronte-ra. Podemos indicar ahora el carcter de las reivindicaciones de las organizaciones y comunidades indgenas, pues ellas nos mostrarn con claridad el camino elegido efectivamente por los nativos amaznicos, ms all del discurso. Los reclamos por t-tulos de tierra, ampliaciones y reconoci-miento, as como la defensa ante invasio-nes territoriales de diverso tipo constitu-yen el centro neurlgico de sus luchas. No obstante, la implementacin de escuelas, postas mdicas, capacitacin de agentes municipales, etc., conforman el grueso de las demandas. Entre aquellas que podra-mos considerar de corte tradicional est principalmente el uso del idioma; de he-cho, parece ocurrir en el Per un fenmeno similar al de otros pases donde "la con-ciencia tnica parece desarrollarse a partir de la lucha por la conquista de reivindica-ciones de otro carcter", ya que "sus de-mandas no son nica ni fundamentalmen-te tnicas, sino que stas estn inscritas en

    cada lucha, en diferentes dimensiones, de acuerdo con la importancia que encarnan para la concepcin y proyeccin poltica de las comunidades en movilizacin"12. Un claro ejemplo de que no se trata de mo-vimientos etnopopulistas o indianistas lo es su participacin en diversas moviliza-ciones populares a nivel regional uno de los casos de mayor impacto es el de la Fe-deracin de Comunidades Nativas del Uca-yali y ejemplos similares los encontramos en la participacin de nativos y sus gremios en las luchas de los frentes regionales. Re-sulta por ello que no se estn aislando del conjunto de clase al que pertenecen pero s estn manteniendo la tipicidad de sus reivindicaciones.

    No obstante desde la otra cara de la moneda, sigue siendo vlido lo sostenido por Marie-Chantal Barre; "Por regla gene-ral, los programas de la izquierda no to-man en cuenta a los indios, como si sus necesidades fueran exactamente las mismas que las de los no indios. La izquierda lati-noamericana no reconoce la diferencia, de ah su paternalismo: hay que "educar" a los indios para despertar en ellos una de-terminada "conciencia poltica" y este des-pertar nicamente puede darse a travs de sus organizaciones, pero no a travs de los movimientos tnicos, repitiendo as el es-quema colonialista de la integracin. Esta actitud responde a una visin demasiado occidental del problema indio y el temor a divisiones en el movimiento popular. Esta falta de apertura hacia el problema tnico, no slo no evita las divisiones sino que, a la larga, puede provocar la ruptura total. Uno de los argumentos aducidos por la izquier-da es que la organizacin india basada en la conciencia tnica, debilita la conciencia de clase (la cual, dicho sea de paso, no se forma espontneamente). A su vez, las organizaciones clasistas no toman en cuen-ta a los indios, Cmo extraarse enton-ces de que stos se organicen de otra for-ma? Se puede decir que al querer englo-bar a los indios en la clase campesina, al ignorar sus derechos en cuanto pueblos y al utilizar un discurso totalmente europeo ajeno a su realidad, la izquierda ha contri-buido, por contradiccin, al desarrollo de los movimientos indios"13.

  • 116 ARTICULOS

    Pero como h e m o s d i c h o - la po-l t ica ind gena no se e labora en f u n c i n de un a jus te minuc ioso a un m o d e l o t er ico , pues c o m o cualquiera o t r a e s un c o n j u n t o de decis iones inmedia tas , m a r c a d a m e n t e prc t icas y m e n o s pr incipis tas de lo que se supone .

    As , e spe ramos no habe r m o s t r a d o un p a n o r a m a demas iado op t imi s t a ya que

    s o m o s consc ien tes que al p roceso de inser-c in en la e c o n o m a de m e r c a d o n o s he-m o s r e fe r ido t angenc ia lmen te y es all don-de a c t a n los e l e m e n t o s es t ruc tura les que , los ind genas ( c o m o o t r o s sec tores socia-les) del pas , es tn en m e n o r posibi l idad de mane j a r y que tal vez sea en def ini -t i v a - los q u e dec idan su f u t u r o .

  • Francisco Bailn: Poltica de la Supervivencia 117

    ANEXO ORGANIZACIONES NATIVAS DE LA AMAZONIA PERUANA

    Grupos Principales

    Aguarunas

    Aguaruna

    Aguara na

    Aguaruna y Huambisa

    Aguaruna, Achual

    Achual

    Achual

    Ashninca

    Ashninca

    Ashninca

    Ashninca

    Nomatsiguenga

    Bora/Huitoto

    Bora/Huitoto, Orejn

    Cocama-Cocamilla

    Kichua

    Kichua Wangurina

    Kichua

    Machiguenga

    Machiguenga

    Wachipaeri, Machiguenga, Ese'eja, Amrakaeri

    Piro

    Shipibo-Conibo

    Yanesha

    Huitoto

    Aguaruna

    Aguaruna

    Achuar

    Nombre

    Organizacin Central de Comunidades Aguarunas del Alto Ma-ran (OCCAAM)

    Organizacin Aguaruna del Alto Mayo (OAAM)

    Organizacin Nativa Aguaruna de la Provincia del Alto Amazo-nas (ONAPAA)

    Consejo Aguaruna y Huambisa (CAH)

    Federacin de Comunidades Nativas del Distrito de Cahuapa-nas (FECONADIC)

    Organizacin Achual-Chayat (ORACH)

    Organizacin Moronia-Shuara Senchiri-Irundramu

    Federacin de Comunidades Nativas Campa (FECONACA)

    Organizacin Campa-Ashninca del Ro Ene (OCARE)

    Central Ashninca del Ro Tambo (CART)

    Asociacin de Comunidades Nativas del Pichis (ACONAP)

    Consejo de Gobierno de Comunidades Nativas Nomatsiguengas-y Ashninca de Pangoa (CGCNP)

    Federacin de Comunidades Nativas del Ro Ampiyacu (FECONA)

    Federacin Macapae

    Federacin de Comunidades Cocamilla del Bajo Huallaga (FEDECOCA)

    Federacin de Comunidades Nativas y Campesinas del Medio apo (FECONACAMN)

    Federacin de Comunidades de Bajo Amazonas y Bajo apo (FECONABABAN)

    Organizacin Kichwarana Wangurina (ORKIWAN)

    Central de Comunidades Nativas Machiguengas "Juan Santos Atahualpa" (CECONAMA)

    Federacin de Comunidades Nativas Machiguengas del Alto Urobamba y Yavero (FECONAUY)

    Federacin Nativa de Madre de Dios (FENAMAD)

    Federacin de Comunidades Nativas Piro del Ro Urubamba "Guillermo Sangama Cushichinari"

    Federacin de Comunidades del Ucayali (FECONAU)

    Federacin de Comunidades Nativas Yanesha (FECONAYA)

    Federacin de Comunidades Nativas de Putumayo (FECONAPU) Putumayo

    Federacin de Comunidades Nativas del Ro Nieva Nieva (FFCONARIN)

    Ubicacin (ro, cuenca/ro)

    Chiriaco, Maran

    Alto Mayo

    Alto Amazonas

    Maran, Santiago, Cenepa

    Distrito Cahuapanas, Ro Potro-Apaga

    Morona, Pastaza

    Ro Morona

    Satipo, Peren

    Ene

    Tambo

    Pichis

    Satipo, Sonomoro

    Ampiyacu

    Putumayo

    Bajo Huallaga

    apo

    apo

    apo

    Urubamba

    Urubamba y Yavero

    Madre de Dios y Afluentes

    Urubamba

    Ucayali y Afluentes

    Palcaz, Pichis, Villa Rica

    Organizacin Aguaruna Ijumbau Chapi Shiwag

    Achurti lruntramu (ATI)

    Maran

    Huitoyacu, Manchari

  • 118 ARTICULOS

    PIURA

    C^AJAMARCA

    LA LIBESTOt) TOJKnr

    PASCO,

    OCCApM OAAM ONAPA CAH FECONADIC

    ORACII Org. S huara FECOIIACA ocari: CART ACON, kP CGCNI'

    MADRE DE OIOS

    HUANC/NEIK,

    Fed. M o c a p o FEDEC OCA FECOf ACAMN FECOMABABAN ORKIWAN FECOIIAUY FENAMAD FEGOUAYY FECOIIAU FECOIIAYA FECONAPU FECOljlARIN CECONAMA CHAPI SHIWAG ATI

    > AYAdicHO

    PUNO A R E Q U I P A

    MOQUEGUA ftoouetyv

    Acogida* por Francisco Bolln EnriqiM Coran! garra

    Informacin** rl TACN

    Elaborado por

  • Francisco Bailn: Poltica de la Supervivencia 119

    NOTAS:

    (1) Algunas referencias generales sobre las orga-nizaciones indgenas amaznicas pueden en-contrarse, entre otros, en: Vrese, Stefano. Las minoras tnicas y a comunidad nacio-nal, Ed. Centro de Estudios de Participacin Popular, Lima 1974; Chirif, Alberto. "Co-munidades nativas: el inicio de la participa-cin", en: Participacin, Abril de 1974, Ao III, No ; 5; CAAAP. Las organizaciones nati-vas en la Amazonia Peruana, Ed. CAAAP, Lima 1986; Bailn Aguirre, Francisco. "Pue-blos nativos, espacio poltico y nacin", en: Tarea, No. 3, Lima 1980. "Organizaciones indgenas amaznicas: a propsito del Rima-nakuy", en: Sur, No. 101, Ed. Centro De las Casas, Cusco 1986.

    (2) Vrese, Stefano. Op.cit. p. 74. (3) Bailn Aguirre, Francisco. Etnia y represin

    penal. Ed. CIPA, Lima 1980. (4) Meja Pieiros, Mara. Sarmiento Silva, Ser-

    gio. La lucha indgena: un reto a la ortodo-xia, Ed. Siglo Veintiuno, Mxico 1987, p.14.

    (5) Stavenhagen, Rodolfo. Derechos Humanos y Derechos de los Pueblos. La Gestin de las Minoras, Ed. CIPA, Lima 1988; Valdivia Dounce, Teresa. "Algunas Reflexiones en Torno a los Derechos de los Pueblos Indge-nas de Amrica Latina", Mimeo, Mxico 1987.

    (6) Barth, Fredrik. "Introduccin", en: Los grupos tnicos y sus fronteras, Ed. F o n d o de Cultura Econmica, Mxico 1976.

    (7) Carneiro Da Cunha. Manuela. "Criterios de Ind ian idade" . En: Folha de S. Paulo, 1984.

    (8 ) Fernndez , Edua rdo . Para que nuestra histo-ria no se pierda, Ed. CIPA, Lima 1986.

    (9) Documento de trabajo CIPA, "Impacto de la economa de mercado en las comunidades nativas de Satipo, Bajo Urubamba y Madre de Dios", 1986 (no publicado).

    (10) Demuestra esta tendencia las recomendacio-nes y conclusiones del V Rimanakuy, efec-tuado en Pucallpa el ao 1986; se han pu-blicado en: Sur, Boletn Informativo Agra-rio, Ed. Centro de Estudios Rurales Andi-nos "Bartolom de las Casas", Noviembre de 1986. Para una interpretacin del evento ver del autor: "Rimanakuy V: poltica entre jefes", en: Quehacer, No. 43, Ed. Deseo; "Un anlisis de lo que pas en Pucallpa", en: La Repblica, Informe Agrario del 30 de octubre de 1986. Debe tenerse presente, adems, la Declaracin de Principios de la Confederacin de Nacionalidades Amazni-cas del Per, Conap, en: Runcato, Voz Na-tiva del Ucayali, No. 31, 1987.

    (11) Smith, Richard. "Bsqueda de la unidad dentro de la diversidad". En: Cultural Sur-vival Quarterly, Vol . 8, No . 4, E .U. de N.A. 1984.

    (12) Meja y Sarmiento. Op.cit. pp. 30-31. (13) Barre, Marie-Chantal. Ideologas indigenistas

    y movimientos indios. Ed. Siglo Veintiuno, 2a. ed., Mxico 1985, p. 227.