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Germán Álvarez Mendiola* RESUMEN Una de las condiciones básicas para que fructifique la investigación académica en ciencias sociales es la consolidación de tradiciones científicas. Esto supone que los establecimientos de bajo desarrollo generen cambios en las reglas del juego y en su organización. Pero las instituciones son comúnmente reacias a las transformaciones. Este trabajo explora algunas contradicciones que se producen entre las declaraciones de cambio hechas por las autoridades de las instituciones, las dificultades para llevarlo a cabo y los esfuerzos de grupos académicos para modificar las estructuras académi- cas y mejorar su práctica científica aun en contra de las inercias institucionales. Las ideas expuestas se derivan de una investigación en curso sobre las respuestas que los académicos en ciencias sociales están dando ante las oportunidades y constreñi- mientos de la política pública federal en contextos institucionales precarios. Introducción Tradiciones científicas y cambio organizacional en las unidades académicas de ciencias sociales * DIE-Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. uando hablamos de las ciencias sociales que se practican en México actualmente solemos externar una opinión casi siempre favorable: han crecido el número y la calidad de las institucio- nes, de sus practicantes y de sus productos; se observa una inser- ción más activa en diversas esferas sociales y políticas del país; existe mayor diversidad, pluralidad y tolerancia teóricas y metodológicas, y ha adquirido legitimidad la preocupación por el rigor científico de la producción académica. Sin embargo, conocemos de manera poco siste- C Sociológica, año 14, número 41, La profesión académica en el fin de siglo Septiembre-diciembre de 1999

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  • Germn lvarez Mendiola*

    RESUMEN

    Una de las condiciones bsicas para que fructifique la investigacin acadmica enciencias sociales es la consolidacin de tradiciones cientficas. Esto supone que losestablecimientos de bajo desarrollo generen cambios en las reglas del juego y en suorganizacin. Pero las instituciones son comnmente reacias a las transformaciones.Este trabajo explora algunas contradicciones que se producen entre las declaracionesde cambio hechas por las autoridades de las instituciones, las dificultades para llevarloa cabo y los esfuerzos de grupos acadmicos para modificar las estructuras acadmi-cas y mejorar su prctica cientfica aun en contra de las inercias institucionales. Lasideas expuestas se derivan de una investigacin en curso sobre las respuestas quelos acadmicos en ciencias sociales estn dando ante las oportunidades y constrei-mientos de la poltica pblica federal en contextos institucionales precarios.

    Introduccin

    Tradiciones cientficas y cambioorganizacional en las unidadesacadmicas de ciencias sociales

    * DIE-Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politcnico Nacional.

    uando hablamos de las ciencias sociales que se practican enMxico actualmente solemos externar una opinin casi siemprefavorable: han crecido el nmero y la calidad de las institucio-

    nes, de sus practicantes y de sus productos; se observa una inser-cin ms activa en diversas esferas sociales y polticas del pas; existemayor diversidad, pluralidad y tolerancia tericas y metodolgicas, yha adquirido legitimidad la preocupacin por el rigor cientfico de laproduccin acadmica. Sin embargo, conocemos de manera poco siste-

    C

    Sociolgica, ao 14, nmero 41,La profesin acadmica en el finde sigloSeptiembre-diciembre de 1999

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    mtica cmo se han desarrollado las ciencias sociales en las institucio-nes. Hay importantes trabajos sobre los cambios que se registran enlos enfoques tericos y temticos, as como descripciones analticasde ciertas variables institcionales. Estos esfuerzos comparten dos rasgoscomunes: carecen de referencias institucionales especficas y no estudiansociolgicamente diversos procesos identificados en la literatura espe-cializada sobre las disciplinas y la educacin superior, como los proce-sos de profesionalizacin acadmica, la generacin de ethos cientficoso las relaciones entre los entornos institucionales (las reglas del juego)y los imperativos de calidad y relevancia. Comienzan a producirse al-gunos trabajos sobre los cambios que se han dado en las ciencias socia-les a partir de la introduccin de sistemas de evaluacin de individuosy de resultados, pero an son escasos los estudios sobre cmo se expre-san en las diversas instituciones y en los acadmicos los principios quecualquier tradicin cientfica exige como atributos bsicos de la produc-cin cientfica.1

    En este trabajo ensayo algunas ideas que se desprenden de una cons-tatacin ampliamente aceptada pero poco estudiada: existe una grandiferencia entre las instituciones mexicanas en cuanto al desarrollo delas ciencias sociales y se presentan grandes dificultades para afianzary reproducir las tradiciones cientficas. El propsito es explorar algunascontradicciones que emergen al producirse movimientos que buscanel cambio institucional y organizacional en establecimientos con tradi-ciones cientficas precarias, sobre la base de las evidencias que arrojaun estudio de caso.2 Particularmente, me interesa abordar las reaccionesadaptativas que asumen las instituciones ante las presiones de las polti-cas pblicas: por un lado, en el plano discursivo, las instituciones suelenmostrar grandes coincidencias con los postulados de las polticas pbli-cas, al punto que, en no pocos casos, los documentos gubernamentalespasan a formar parte de los discursos de las universidades, y, por otro

    1 En la literatura actual sobre las ciencias sociales en Mxico predominan los estudiossobre los cambios en los enfoques tericos y en los temas de estudio. Desde diversas posicionespolticas e intelectuales, una buena parte de la produccin actual se preocupa por los orgenes yconsecuencias ideolgicas de la ciencia social que ahora se practica. Otro tipo de acercamientosprivilegia la descripcin analtica de ciertas variables en las instituciones y en los acadmicos.Entre otros trabajos, se pueden mencionar los que se incluyen en los libros coordinados por Leal,Andrade y Girola (1995), por Leal et al. (1994) y por Perl (1994). Entre los trabajos descriptivoanalticos pueden mencionarse los de Bjar y Hernndez (1996) y el coordinado por el CentroRegional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM, 1994). Sobre evaluacin y ciencias socialesse encuentra el trabajo de Pacheco (1997).

    2 Por cambio institucional se entiende el cambio en las reglas del juego (Douglas, 1995). Elcambio organizacional es el que se da en las estructuras, relaciones y prcticas. ste ltimo tienediversos niveles y profundidad y ocurre en distintos mbitos de las actividades universitarias. Alrespecto ver Brunner (1988).

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    lado, en el plano de la gestin acadmica y de las reglas del juegoinstitucional no se aprecian prcticas consistentes con los patrones cien-tficos de valoracin y distribucin de prestigio, salvo en ncleos querealizan grandes esfuerzos por impulsar la investigacin cientfica, congrandes dificultades y elevados costos para lograrlo.

    Para los fines de este trabajo,3 me referir a los sectores que realizaninvestigacin en establecimientos dedicados principalmente a la docen-cia. Las unidades acadmicas en las que me baso son el Instituto deInvestigaciones Sociales y Econmicas, la Facultad de Historia y laEscuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autnoma de Sinaloa.Ciertos problemas encontrados en estos centros son similares a losque otras instituciones enfrentan para orientar y producir un cambioen sus normas y estructuras. Sin embargo, no pretendo hacer generaliza-ciones para explicar el heterogneo mundo de las instituciones dedica-das a las ciencias sociales, sino ofrecer reflexiones que tal vez puedancontribuir al debate y a la investigacin.

    Un nuevo entorno de cambios

    En teora muchos componentes de las polticas pblicas encaminadasa elevar la calidad acadmica del sistema de educacin superior se ba-san en principios fundamentales de la actividad cientfica. En los lti-mos aos, el nfasis que se dio a los posgrados de investigacin y a laelevacin del nmero de ttulos del profesorado forma parte del modelode reconocimiento acadmico impulsado en la presente dcada por elgobierno federal, con antecedentes en 1984, ao de creacin del SistemaNacional de Investigadores (SNI). Otros elementos de la poltica pblicabuscan orientar la investigacin hacia los problemas cercanos delentorno y promueven que sta se administre con principios gerencialesde corte empresarial. Todo ello en un marco de evaluaciones institucio-nales e individuales para competir por prestigio y financiamientos noregulares. Desde un punto de vista ms general, las tendencias y deman-das sociales de modernizacin, calidad, eficiencia e informacin ejerceninfluencia sobre los actores universitarios de formas poco conocidas(ideologas, mercados, reclamos ciudadanos, etctera). En resumen,se ha creado un entorno propicio para que la actividad cientfica elevesu calidad, su productividad y su compromiso social. Sin duda esto haafectado a los investigadores en ciencias sociales pero en qu aspectos?

    3 Este artculo se basa en una ponencia presentada en el I Congreso Nacional de CienciasSociales, organizado por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, del 19 al 23 de abril de1999 en la Ciudad de Mxico.

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    En la sociologa organizacional de la educacin superior est muyaceptada la idea de que las instituciones y los cuerpos acadmicos com-parten los principios bsicos de la actividad cientfica que se desprendendirectamente de su propsito central, esto es, la generacin de cono-cimientos nuevos (Clark, 1992). El rigor y la seriedad, la elegancia yla claridad expresivas, la correcta sustentacin terica, emprica y meto-dolgica, la exhaustividad y la pertinencia de las revisiones, el anhelode obtener hallazgos y hacer contribuciones al saber son valores primor-diales que se transmiten tcitamente desde la ms temprana formacincientfica. Pero no es evidente que este patrn de valores, elemental yconsustancial para las empresas cientficas, est plenamente interioriza-do en todas las instituciones y en todos los acadmicos de Mxico.

    El territorio de las ciencias sociales est compuesto por institucionescon historias, practicantes y contextos distintos. En muchos estableci-mientos se han emprendido acciones para elevar la calidad de los traba-jos, pero la profundidad de estos esfuerzos y sus resultados son desigua-les. Entre los profesores e investigadores no existe consenso sobre losmedios que se emplean para elevar la calidad y se plantean serias dudassobre su pertinencia. En organizaciones complejas en las que predominala docencia, como las universidades, las adaptaciones a los cambiantescontextos son diferentes a las que se observan en instituciones conso-lidadas dedicadas a la investigacin.4 En estas organizaciones la in-vestigacin de calidad es una rareza y en ellas conviven individuos ygrupos con proyectos, compromisos y valores acadmicos distintos.En contextos institucionales precarios o conflictivos que valoran enescasa medida a las actividades de investigacin, llaman la atencinlos esfuerzos de algunos acadmicos para desarrollar carreras de investi-gacin as como las iniciativas individuales o colectivas para insertarseen el nuevo e incierto entorno y obtener ventajas de las oportunidadesque se abren.

    No conocemos a ciencia cierta qu direccin y profundidad tienenlos cambios que han ocurrido en las instituciones durante la ltima d-cada. La viabilidad de estos cambios es tambin incierta en virtud delas condiciones organizacionales que imponen fuertes lmites a la trans-formacin de las valoraciones sobre la actividad acadmica, particular-mente sobre la investigacin. Subsiste entre los investigadores docentesla sospecha de que los cambios no han sido tan profundos como se

    4 Existen organizaciones con una slida y larga trayectoria acadmica, bien ubicadas en elterreno de la investigacin; otras, con trayectorias menos extensas, han encontrado un nicho deactividades bajo modelos acadmicos y estrategias de desarrollo que las colocan en una posicinprivilegiada en la produccin cientfica. El nfasis de las polticas pblicas hacia el profesoradoen actividades relacionadas con la investigacin, as como los mecanismos competitivos paraasignar apoyos a las instituciones de posgrado e investigacin hacen que estas organizaciones seacoplen funcionalmente a las polticas.

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    esperaba y que han ocurrido acomodamientos en las instituciones y enla planta de profesores ante las nuevas exigencias del medio.5 Por ello,es importante conocer cmo procesan los establecimientos las herenciasde la poca de expansin del sistema, las desechan o las reciclan en unnuevo marco de reglas polticas y acadmicas.

    Los insumos del enfoque

    Algunos autores nos han dado pistas para comprender la debilidad delos principios cientficos en nuestras instituciones. La tesis es que eldesarrollo del moderno sistema de educacin superior en Mxico fuecomandado principalmente por lgicas reactivas antes que sustantivasy que ciertas valoraciones polticas, sociales y econmicas de ndoleno propiamente acadmica han tenido fuerte influencia. La actividaddocente, improvisada y azarosamente profesionalizada (Kent, 1993),dirigi el desarrollo del sistema. Esto implic, salvo en algunas organi-zaciones de elite cientfica, que las valoraciones acadmicas sobre lacalidad de los trabajos tuvieran en muchos casos una importancia me-nor. Como lo han estudiado algunos colegas (Gil et al., 1994), de lafase de expansin a la actualidad los acadmicos han ido trazando tra-yectorias diferentes, de acuerdo con las oportunidades y expectativasadquiridas en sus experiencias formativas y en su desarrollo profesional.Otros autores, partiendo de la reconstruccin de las trayectorias socio-histricas de los cientficos y sus instituciones (Bartolucci, 1997) subra-yan la importancia de los fundamentos disciplinarios y de los factorespolticos en la consolidacin de las profesiones cientficas as como lalentitud con la que estos procesos ocurren. En algunos trabajos se hadestacado la fuerte impronta que los procesos de politizacin universita-ria dejaron en el desarrollo de diversas instituciones (Fuentes Molinar,1988). En las ciencias sociales, existe un acuerdo generalizado sobreel empobrecimiento acadmico que produjo la vulgarizacin de ciertasversiones del marxismo en la poca de la expansin universitaria.

    En la actualidad el sistema de educacin superior ya no crece tanrpido como en los aos setenta, pero contina expandindose, particu-larmente en el sector privado y en menor medida en el subsistema tec-nolgico pblico. Existe un nuevo esquema de intervencin por partedel Estado en la educacin superior, basado en un conjunto de instru-mentos diseados para orientar el desarrollo del sistema hacia unamayor calidad. Destacan la evaluacin institucional e individual, lasbolsas de recursos adicionales de asignacin competitiva. Una buenaparte de estos instrumentos opera bajo una lgica centrada en la investi-

    5 Una reflexin ms detallada sobre estos temas se encuentra en lvarez y Gonzlez (1998).

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    gacin cientfica, como las prcticas de evaluacin practicadas a la pro-ductividad del profesorado, el fomento al acceso para la obtencin dedoctorados, el SNI y el respaldo a cierto tipo de posgrados. Esta lgicatiende a apoyar en mayor medida a los investigadores e institucionesque ya han logrado cierto nivel de desarrollo, pero influye en el sistemaen su conjunto, incluso en reas de docencia a nivel licenciatura aleja-das de la investigacin cientfica, como las profesiones eminentementeprcticas destinadas al mercado laboral.

    No obstante, el esquema opera muy diferenciadamente entre y den-tro de las instituciones y no es fcil determinar en qu grado se han al-canzado los propsitos. Lo ms importante es que las relaciones delgobierno federal con la educacin superior se han transformado, intro-duciendo con ello dinmicas de cambio que las instituciones por ssolas no parecan dispuestas a emprender. Pero al estar centradas ensistemas de evaluacin, en estmulos o en mecanismos competitivos,las polticas han enfatizado hasta ahora ms a los medios que a los fines,es decir, se han ocupado muy poco de los resultados de la actividad aca-dmica, de su calidad y de su pertinencia (Martnez Rizo et al., 1996).

    Tradiciones acadmicas y cambio organizacional

    Las dificultades que se observan en diversas instituciones para desa-rrollar tradiciones acadmicas guardan relacin con las concepcionesy prcticas de las ciencias sociales, la docencia, la investigacin y laautoridad. Desde el punto de vista de la investigacin es importanteconocer en qu han consistido dichas prcticas y concepciones y enqu sentido se encuentran puestas en tensin y cambio en la actualidad.

    Las ciencias sociales

    En Mxico, como en otras partes del mundo, las ciencias sociales sonambiguas en distintos planos: no hay fronteras disciplinarias preci-sas entre ellas, se confunden fcilmente con el ensayismo erudito ytienen una vocacin poltica vigorosa. Los cientficos sociales no slose proponen contribuir al conocimiento de la sociedad sino que muy amenudo procuran orientar su desarrollo o promover el cambio social.6No es una novedad afirmar que los cientficos sociales han desarrolladotambin papeles polticos o de intelectuales pblicos.

    6 Bartra (1997) observ muy agudamente este tipo de fenmenos y seal que la sociologaen Mxico se encerr en la jaula nacionalista, se subi a la carroza del Estado nacional, privilegi losestudios con fundamento econmico y desatendi las expresiones culturales del fenmeno nacional.

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    En la dcada de los setenta las ciencias sociales se caracterizaronpor estar fuertemente influidas por la economa y la poltica marxistas,y por estar orientadas hacia el cambio social radical. Muchas actividadesque entonces se agruparon bajo el nombre de investigacin no fueronsino la reiteracin de un canon doctrinario ms interesado en denunciarla injusticia que en inquirir la realidad. La investigacin que se realizen algunos centros y por algunos acadmicos en Mxico y AmricaLatina, tambin influidos por el marxismo, puede dar la impresin deque en esos aos exista un debate intelectual vigoroso y extendidoy una elevada produccin acadmica. Pero no fue as. Salvo en algu-nos segmentos del profesorado, la gran mayora de los debates erantomas de posicin respecto a una u otra interpretacin del marxismo ylas vas del cambio social.

    No obstante, la experiencia de algunas fracciones del profesoradoen universidades estatales fue importante. En esos aos se llevaron acabo investigaciones locales sobre diversos aspectos de la realidad eco-nmica, poltica y social de la regin circundante. Es notoria la preocupa-cin de los investigadores profesionales por los asuntos de sus entornosregionales. A partir de la mitad de la dcada de los setenta y hasta bienentrada la de los ochenta se puede rastrear una buena cantidad deinvestigaciones sobre las economas capitalistas locales, los movimien-tos agrarios, el cooperativismo y los sindicatos. Sin embargo, fuera delos circuitos del centro del pas, la produccin de las universidadesde los estados era escasamente comunicada nacional e internacional-mente. Esa produccin tampoco se conoca en otros pases, no sloporque los temas eran locales sino tambin porque los medios de pu-blicacin eran muy restringidos. En realidad, los productos conoci-dos eran los escritos de cientficos sociales consagrados al mbito de loque se dio en llamar pensamiento latinoamericano y de cientficos decorte cosmopolita que entablaron contactos profesionales con colegasde otros pases.

    A partir de mediados de la dcada de los ochenta los enfoques mar-xistas perdieron vigencia. Se debati sobre la crisis del marxismo y,como cclicamente ha ocurrido, sobre la crisis de la sociologa y de lasciencias sociales. La aversin ideolgica contra la sociologa empricadej profundas huellas (y carencias) en las ciencias sociales mexicanas.Ello explica, al menos en parte, que en Mxico stas sean predominan-temente cualitativas y que haya pocos trabajos cuantitativos en temascomo estratificacin, movilidad y desigualdad social. El entrenamientode posgrado de algunos profesores en el extranjero rindi algunos frutosimportantes: autores poco ledos en Mxico comenzaron a ganar rele-vancia, lo mismo que enfoques desprestigiados por el ambiente de

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    fcil descalificacin que predomin en los aos setenta. Los nuevospatrones de reconocimiento por pares externos, el SNI por ejemplo,tambin contribuyeron a legitimar otros enfoques y temas. Pero estasnovedades no se manifestaron en todo el profesorado. Una buena par-te no tuvo condiciones para procesar dinmicamente el cambio que seestaba gestando y dej de producir; una suerte de perplejidad inundel nimo de muchos colegas en la segunda mitad de los aos ochenta yen los primeros de los noventa.

    La investigacin

    Hasta hace poco tiempo la investigacin en ciencias sociales care-ci de una definicin moderna compartida por los acadmicos y porel sistema institucional. Existieron muchas acepciones pedaggicas,metodolgicas y polticas pero no necesariamente una prctica quecomprometiera a las actividades de investigacin con el rigor, la funda-mentacin, el escrutinio de los especialistas y la comunicacin de losresultados. La tradicin universitaria est firmemente anclada en unaambigua concepcin de libertad de investigacin como condicinimprescindible para la creatividad, la reflexin, la crtica y el debate.Pero en contextos de bajo desarrollo cientfico, la libertad no es garantapara generar aptitudes de investigacin e incluso ha llegado a ser unabuena excusa para la laxitud y la permisividad intelectual y laboral.Una gran cantidad de instituciones ha carecido de orientaciones estra-tgicas para generar aptitudes de investigacin, es decir, para formar in-vestigadores, cuidar su reclutamiento, estimular sus carreras, premiarla calidad de su trabajo y su productividad y destinar recursos especfi-cos con criterios claros. Hasta hace poco tiempo para muchos investiga-dores no exista una relacin entre investigar y dar a conocer los resul-tados del trabajo, esto es, no exista una nocin contempornea decomunicacin cientfica. En no pocos casos, la actividad de investiga-cin fue una manera de nombrar la produccin de ideologas y de opi-nin. La mezcla de liberalismo acadmico, compromiso ideolgico ypragmatismo poltico hizo que en algunas instituciones las unidadesde investigacin fueran terrenos de socializacin de una parte de laselites dirigentes de las universidades.

    Muchos acadmicos se dedican a la investigacin porque ah en-contraron una alternativa a las deficientes condiciones de trabajo gene-radas por la masificacin de la docencia. La investigacin representabamuchas ventajas, en comparacin con la fuerte carga de trabajo y conel poco estmulo intelectual de dar clases en grupos numerosos. La

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    obtencin de un nombramiento de investigador o de una plaza de tiempocompleto con funciones de docencia e investigacin en no pocos casosfue resultado de presiones sindicales y de compensaciones por lealtadespolticas. En ese marco, para muchos de los actuales investigadores, ladedicacin a la investigacin fue ms una oportunidad laboral o polticaque una vocacin generada por el entrenamiento profesional en la inda-gacin. Los espacios institucionales de investigacin fueron espaciosde privilegio laboral, de reclutamiento y reproduccin de elites dirigentes.

    En las organizaciones universitarias de corte tradicional, la investi-gacin es una actividad que se realiza en institutos y centros y, en me-nor medida, en escuelas y facultades. En estas ltimas las condicionesprofesionales para la investigacin son precarias: desde la infraestruc-tura hasta el apoyo humano y financiero indispensables. En los institutostambin se observan deficiencias en cuanto a las condiciones del traba-jo, pero cuentan con espacios, personal y, en ocasiones, biblioteca paraapoyar su desempeo. Empero, las experiencias son muy distintas yaqu es imposible hacer generalizaciones. En un caso estudiado se obser-v una situacin paradjica: la produccin de la unidad dedicada for-malmente a la investigacin ha decado en comparacin con la registradaen dcadas anteriores, mientras que la investigacin realizada en dosescuelas profesionales ha crecido. El factor ms relevante, no el nicosin embargo, es la experiencia de posgrado cursada por los investigado-res. Mientras que en el instituto al que nos hemos referido pocos hanavanzado en su nivel formativo, en las escuelas, tambin ya mencionadas,el grupo de investigadores tiende a elevar sus grados acadmicos y aacrecentar los contactos con colegas de otras partes de Mxico y el mundo.

    Existe la creencia de que los programas de estmulos, el SNI y otrosinstrumentos de poltica fomentan el individualismo y la competencia,en detrimento de la colegialidad y de los lazos cooperativos del trabajo.Esta crtica es infundada pues parte del supuesto de que la investigacinu otras actividades antes fueron colectivas y que han dejado de serlo.En realidad, las experiencias de trabajo colectivo en la investigacinno son la norma, sino ms bien experiencias de corta duracin, algunassin duda importantes por los productos logrados. En algunas institucio-nes hubo periodos en los que se realizaron trabajos en forma colecti-va, pero los esfuerzos comenzaron a menguar antes de que se impusierael nuevo modelo de reconocimientos. En todo caso, las razones de laprdida del colectivismo se encuentran en otro lado. Los esfuerzos co-lectivos se realizaron durante la poca de mayor auge de las perspectivasrevolucionarias de cambio social y de militancia poltica de los acad-micos. En esa poca, adems, la participacin en la toma de decisionesse realizaba intensamente a travs de procedimientos colectivos, comolas asambleas, y el nombramiento de autoridades en algunas unidades

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    acadmicas y universidades era el resultado de procesos electorales enlos que competan grupos polticos. Hubo un espritu colectivista en mu-chos aspectos, pero a partir de la segunda mitad de la dcada de losochenta, casi todos los trabajos fueron individuales.

    El individualismo es una caracterstica comn de las ciencias so-ciales en diversas partes del mundo. A diferencia de las ciencias natura-les, las ciencias sociales permiten una gran diversidad para examinartemas semejantes y cada investigador plantea los problemas de formamuy particular (Becher, 1989). La competencia entre acadmicos siem-pre ha existido bajo diversas formas y en sistemas diferentes de recom-pensas. Y la falta de cooperacin no se desprende del trabajo individualsino de ambientes enrarecidos por los conflictos. No obstante, se hanobservado algunas experiencias importantes de una nueva forma colec-tiva de trabajo, moderna en sus caractersticas: grupos ad hoc, enfoquesmultidisciplinarios, colaboracin de investigadores de diversas unida-des acadmicas, estudios sobre problemas especficos, atencin a de-mandas de conocimiento experto, etctera. No es tan slo el interseconmico el que motiva este tipo de investigacin, sin duda un factordeterminante, sino una forma de trabajo que se extiende cada vez msen el mundo de la produccin de conocimientos, en el que los problemasaplicados ms que las disciplinas comienzan a imponer desafos teri-cos, metodolgicos y tecnolgicos al conocimiento (Gibbons et al., 1997).

    A pesar de los cambios en los entornos de polticas y de los esfuerzosde algunos acadmicos, en general el individualismo en la produccinse traduce en aislamiento. Los resultados de los trabajos no son some-tidos al escrutinio de los colegas, salvo los que deben ser dictamina-dos para su publicacin. Todava muchos de los investigadores estnal margen de los debates y avances contemporneos de las cienciassociales. Varios investigadores, especialmente los rezagados en la con-clusin de sus maestras, manifiestan explcitamente dificultades paramoverse con naturalidad en un entorno disciplinario cambiante, pluraly diversificado. Estos fenmenos se ven reforzados por los escasosapoyos institucionales que ha recibido la infraestructura de investiga-cin, y se traducen en la falta de equipos, bibliotecas y suscripciones arevistas, pero tambin por la inexistencia de controles internos sobreel trabajo que se realiza, como podra ser la obligatoriedad de entregaravances y resultados.

    En varias universidades los investigadores tienen presencia activaen los medios de comunicacin locales y producen ensayos o reportajessobre diversos asuntos de la sociedad local. Esta forma de produccinensaystica, alguna de muy buena factura por cierto, es vista con descon-fianza por los acadmicos, pues dio cabida a la falta de rigor analticoy a la sustitucin de la investigacin por la proclama poltica. Entre

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    los investigadores es cada vez ms aceptada la idea de que la investiga-cin realmente profesional exige tratamientos tericos, empricos ymetodolgicos cuidadosos.

    Con frecuencia en los trabajos de socilogos, politlogos y antro-plogos, los temas de investigacin desbordan las fronteras disciplina-rias y reciben tratamientos con enfoques de varias disciplinas. No espropiamente investigacin interdisciplinaria pero expresa un fenmenorelativamente reciente: la insuficiencia de un slo cuerpo de teoras paraexplicar fenmenos complejos de la realidad, el pluralismo y los prs-tamos tericos.7 Pese a que explcitamente se reconoce su importancia,no existe investigacin interdisciplinaria, salvo algunos trabajos aisla-dos o los que se realizan expresamente en unidades multidisciplinarias.

    A pesar de los problemas comentados, algunos mecanismos de laspolticas pblicas han sido importantes. El Sistema Nacional de Investi-gadores ha representado para los acadmicos de universidades situadasfuera de la Ciudad de Mxico una oportunidad para acceder a un mer-cado de prestigios que el ambiente institucional obstaculiza y para ob-tener mejores percepciones econmicas, que son muy estimulantes,sobre todo si se toma en cuenta el bajo nivel de los salarios. La pertenen-cia al SNI abre otras oportunidades a sus asociados: competir para el fi-nanciamiento de investigaciones, engrosar la lista de personal acadmiconecesario para inscribir programas de posgrado en el padrn de excelen-cia; ser miembros de comisiones dictaminadoras de personal acadmicoy de programas, ser dictaminador de artculos en revistas, etctera. Siesto es as, estamos asistiendo a un efecto interesante: los cuerpos acad-micos en instituciones con pocas condiciones para el desarrollo discipli-nario pueden acceder al mercado de prestigios por una va externa a lacolegiada que tericamente se desarrolla en los mbitos disciplinarios.

    En un sentido inverso, para muchos investigadores que se acercanal tipo cientfico clsico (cosmopolita) la pertenencia al SNI no es unsmbolo importante de prestigio. ste se obtiene por la trayectoria inte-lectual y la pertenencia a las instituciones ms reconocidas. Es frecuenteencontrarse con investigadores reconocidos que han decidido mantener-se al margen del SNI por estar en desacuerdo con un sistema extrasalarialde ingresos que impone ritmos de produccin distintos a los que juzgannecesarios para elaborar un buen trabajo.

    El SNI es un buen ejemplo de polticas que estimulan ciertos cambiosredistribuyendo prestigio y dinero, pero que se topan con los lmitesde las instituciones, como las indefiniciones de desarrollo estratgico decapacidades de investigacin y la presencia de sectores de investigado-

    7 Sobre el pluralismo y los prstamos tericos de la dcada de los ochenta, vase el trabajode Girola y Zabludovsky, 1991.

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    res que han perdido vitalidad intelectual. El acceso al SNI en institucionescon bajo desarrollo disciplinario implica un doble esfuerzo individual:realizar una carrera acadmica a contracorriente y disputar el accesoal SNI en contextos cada vez ms competidos. El SNI opera como unsistema de recompensas ms all de lo econmico para constituirsecomo recompensas intrnsecas derivadas de la satisfaccin intelectual.Es evidente que no son iguales las percepciones y usos que tienen losinvestigadores y las instituciones del SNI: el establecimiento utiliza lapertenencia de sus acadmicos al SNI como smbolo de status institucio-nal para tener mejores condiciones de negociacin de recursos.

    La docencia

    La actividad que ms se realiza en las universidades es la docencia anivel licenciatura. El crecimiento de esta actividad se debe en buenamedida a la ampliacin de las matrculas y de los cuerpos acadmicos.Sin embargo, es la actividad menos atendida, gratificante y recompen-sada. De hecho, en donde menor profesionalizacin existe es justamenteen el terreno de la enseanza. Al ser una actividad poco reconocida,difcilmente propicia que los profesores destinen tiempo a la actuali-zacin, a la preparacin de las clases, a la revisin cuidadosa de lostrabajos y a la experimentacin pedaggica. Una enorme cantidad deinstituciones no tiene control ni ofrece garantas sobre los contenidosque se imparten en la licenciatura. Pese a que su diseo puede obedecera patrones de integracin, los currculos suelen estar fragmentadospor una prctica atomizada que genera nichos laborales y dificulta larevisin y el cambio curricular. No existe atencin personalizada a unalumnado que suele llegar a la licenciatura con niveles acadmicos muybajos (y en muchas ocasiones como segunda o tercera opcin profesio-nal). En instituciones con intensa actividad poltica, los estudiantesforman clientelas para apoyar candidatos a cambio de laxitud en laevaluacin. En ese marco, la prctica y la transmisin de algunos valo-res constitutivos del ethos cientfico clsico se torna difcil de alcanzar.

    Las polticas pblicas, salvo algunos incentivos para el cambiocurricular y la mejora en la infraestructura de enseanza, no han tenidodefiniciones para la docencia y para el aprendizaje. Las institucionesen general carecen de estmulos especficos para los docentes y todavauna gran parte de la carga de enseanza es sostenida por profesorescon contratos por hora. En algunas instituciones, la mayor parte de losdocentes tiene como grado mximo de estudio la licenciatura, laboraen ms de dos instituciones distintas y no realiza actividades de inves-tigacin. Adems, no hay coordinacin y claridad institucional sobre

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    lo que deben aprender los alumnos, cmo evaluarlos y qu uso hacerde las evaluaciones. En esas condiciones no es posible que ocurrancambios en las prcticas de enseanza ni que se eleven sensiblementelos niveles de aprendizaje.

    La vinculacin docencia e investigacin ha tenido diversos significa-dos y consecuencias. En algunas universidades se pens que la reuninde ambas actividades en una sola persona podra dar buenos resultadosy se cre la figura del profesor de tiempo completo con funciones dedocencia e investigacin. Pero en trminos prcticos difcilmente estosprofesores pueden desarrollar ambas funciones si no existen condicio-nes adecuadas para profesionalizar sus actividades y entrenarse en lainvestigacin. En otras se concibi a la investigacin como un recursopedaggico para la formacin de los estudiantes de licenciatura. Enpocos casos se tuvo claridad conceptual sobre el significado de esavinculacin, sobre las estructuras organizativas necesarias para lograrlay sobre la prctica que exiga. Esto puede explicarse en parte por elbajo nmero de investigadores profesionales y la escasez de la inves-tigacin, y por la separacin organizativa entre los mbitos de la investi-gacin profesional y la docencia de licenciatura. Casi no existieronarticulaciones entre proyectos de investigacin y enseanza. En ambientesaltamente politizados, las prcticas estudiantiles de investigacin fueronparte de proyectos de cambio social ligados a organizaciones polticas.

    En la actualidad, lejos de haber visto realizado al anhelo de vincularla docencia y la investigacin, muchas instituciones viven una agudatensin entre ambas funciones. En algunos casos esa tensin se expresacomo conflictos entre docentes e investigadores. Quienes se dedican ala docencia ven con desconfianza a los investigadores, los cuales sonconsiderados como un estrato que goza del privilegio de no dar clases.Estamos lejos de un escenario ideal en el que los investigadores seanreconocidos por sus colegas por los mritos de su trabajo. En sentidoinverso tambin se producen desencuentros: los investigadores manifies-tan poco aprecio por la docencia. Estos conflictos son parte de las di-nmicas desintegradoras de las funciones en ciertas instituciones.

    Respuestas institucionales al problema de docencia e investigacin

    Una de las respuestas que las instituciones estn dando para entrenaral personal de sus plantas es atender a una demanda creciente, ajustarsea las nuevas condiciones de la poltica pblica y acceder a recursos noregulares por la apertura de programas de posgrado, muchos de ellosen alianza con otras instituciones. Una parte de los programas en cien-cias sociales estn diseados para entrenar a los estudiantes en la investi-

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    gacin. Algunos programas se han incluido en el Padrn de Excelenciadel Conacyt. Llaman la atencin los programas creados al margen delas unidades acadmicas existentes, como los institutos o las escuelas.En la concepcin, el diseo y el producto esperado se contempla unavinculacin entre la docencia y la investigacin, pero sta se halla fue-ra de las unidades donde por muchos aos se esper. Se trata de un cam-bio que se espera debido a la agregacin de estructuras, y no por reformade las existentes.

    La autoridad

    Los patrones de autoridad en las unidades acadmicas de cienciassociales han cambiado en los ltimos aos. Esos cambios generalmenteguardan estrecha relacin con los sistemas de autoridad de las institucio-nes a las que pertenecen. Por ello, es importante encontrar la lgicaque regula los sistemas polticos universitarios, los patrones de autoridadpredominantes, las formas y estilos de gestin, y los tipos de liderazgo.

    En varias universidades se han ensayado cambios formales en elsistema poltico de autoridad, pero no se observan modificaciones afondo en las relaciones polticas, las formas y estilos de gestin, nitampoco en los tipos de liderazgo y, especialmente, en los patrones deautoridad. Parece contradictorio pero no es as. Las instituciones puedencambiar los procedimientos de designacin de autoridades; la definicinde los niveles, las formas, la composicin y las competencias de losrganos directivos, as como las reglas que regulan las relaciones polti-cas, pero si no cambia la naturaleza de los bienes que se disputan, esdecir, si no cambia el juego, los aspectos formales tienden a supeditarsea los intereses predominantes y a las relaciones polticas preexistentes.Si no se modifican la naturaleza de los acuerdos, las alianzas, la compo-sicin de las elites, los grupos polticos y los nexos con la poltica na-cional y local, las instituciones no cambiarn sustancialmente.

    En la institucin que nos ocupa han ocurrido importantes reformaslegales para regular una competencia poltica muy aguda y dotar decontenido acadmico a las disputas por el poder, pero no han cambiadoel objeto de la disputa ni la lgica predominantemente poltica de lasrelaciones entre los universitarios. La gestin parece ser ms trans-parente e informada pero no se puede perfilar como una gestin estrat-gica para el cambio y para el desarrollo de capacidades acadmicas,en un contexto saturado de problemas financieros que ponen en cuestinla viabilidad presupuestaria de la institucin. Se observan cambios en al-gunos integrantes de las elites y en los lderes universitarios hanaumentado sus niveles formativos y sostienen un discurso acadmico

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    pero subsiste una poltica tradicional basada en camarillas, clientelasy lealtades. Las fronteras entre el sindicato y la administracin univer-sitaria son muy porosas: los dirigentes universitarios pasan con muchafacilidad de un mbito a otro. Los lderes acadmicos son escasos y amenudo tienen que ser tambin lderes polticos si desean que sus ini-ciativas acadmicas prosperen.

    En suma: en esa institucin el sistema poltico como estructura for-mal e informal de interaccin contina siendo el sistema predominante.No hay un sistema acadmico fuerte, disciplinario y profesional, cen-trado en la calidad y en la proyeccin estratgica. En ese pesado sistemapoltico las reglas de intercambio acadmico son dbiles, no estn ge-neralizadas y son poco apreciadas por los actores polticos y por unagran parte de los acadmicos y los estudiantes. As, los costos de tran-saccin de los grupos interesados en institucionalizar reglas acadmicasson enormes: la incertidumbre es la caracterstica de las acciones puesnadie tiene seguridad de que los proyectos se asienten y reproduzcan;la institucin no recompensa adecuadamente los esfuerzos acadmicosy por ello, las ventajas que se pueden adquirir son limitadas.

    Este caso ilustra la experiencia de una institucin que obstaculizael desarrollo de tradiciones cientficas. En ella, los acadmicos dedica-dos a la investigacin profesional deben realizar esfuerzos adicionalespara llevar a cabo sus tareas e institucionalizar diversas iniciativas. Pa-rece un contrasentido que los acadmicos deban invertir energas paraconvencer a las autoridades administrativas de la conveniencia de abrirnovedosos programas de posgrado, firmar acuerdos con otras institu-ciones o simplemente contribuir a la gestin de determinado trmite.

    En el seno de las unidades acadmicas los reconocimientos a la tra-yectoria y los mritos de los colegas escasean y, por ello, la construccinde liderazgos cientficos y acadmicos se torna compleja. Slo los aca-dmicos que han destacado en forma sobresaliente reciben reconoci-miento de sus compaeros de labor. Pero a la publicacin de artculosde investigacin en revistas prestigiadas o a la obtencin de recur-sos externos para financiar la investigacin y mejorar los equipos indivi-duales no se les reconoce suficiente importancia.

    El profesorado

    Las concepciones y prcticas que existen alrededor de las funciones yde las autoridades universitarias permiten explicar una buena parte delas posibilidades u obstculos que se atraviesan para construir tradicio-nes de trabajo centradas en los principios bsicos de la actividadacadmica. Pero es necesario tambin mirar hacia los sujetos universi-

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    tarios, en particular hacia los acadmicos. Las condiciones instituciona-les de profesionalizacin, as como las relaciones predominantes encampos distintos a los acadmicos influyen decisivamente en las opor-tunidades y en los tipos de carreras acadmicas. En ese marco de posibili-dades, la configuracin actual de los cuerpos acadmicos es el resultadode diversas elecciones, uso de oportunidades y valoraciones de trabajo.Algunos cambios que comienzan a observarse provienen de la iniciati-va de individuos y grupos an en contextos institucionales adversos altrabajo acadmico. Los investigadores en ciencias sociales pueden apro-vechar las oportunidades que se abren dentro y fuera de las institucioneso ignorarlas. En uno de los casos que estudio, una minora de profeso-res ha decidido hacer uso de esas oportunidades e introducir con elloalgunos cambios importantes.

    Muchos profesores de las escuelas de ciencias sociales, tanto losque se dedican a la docencia como a la investigacin, se incorporarona la universidad en la poca de la expansin sin haber concluido susestudios de licenciatura. Adquirieron sus nombramientos de tiempocompleto como parte de las negociaciones polticas de la distribucindel poder. Eran militantes de la poltica universitaria y en no pocoscasos militantes de movimientos sociales externos a la institucin. Enun marco dominado por la intensa competencia poltica, la institucintendi a tolerar el incumplimiento de las obligaciones laborales. Losprofesores interesados en hacer de la docencia una actividad estimu-lante son minora.

    Las carreras acadmicas siguen cursos distintos, pero dentro de unmarco de posibilidades dado por los sistemas de ingreso, promocin yestmulos. En las instituciones docentes los sistemas de carrera esti-mulan poco el desarrollo de aptitudes para la investigacin y la forma-cin de un ethos centrado en la calidad. En esos contextos sobresale eluso que algunos acadmicos hacen de las oportunidades que brindael establecimiento, como las becas para estudios de posgrado. Muchosinvestigadores se han beneficiado de stas y algunos han realizado carre-ras que destacan en el contexto de su establecimiento e, incluso, en elpas. Sin embargo, no todos los acadmicos concluyen sus estudios deposgrado y, visto en conjunto, an se observa poca vitalidad intelectual.

    Las plantas de personal acadmico han seguido creciendo en variasinstituciones. En algunas unidades de investigacin, no obstante, secarece de polticas de renovacin para los cuerpos acadmicos. En po-cos aos, las universidades enfrentarn un escenario en el que unaparte muy importante del personal podr jubilarse sin que existan pol-ticas que prevean las necesidades financieras y humanas que de eso sedesprende. Ante el bajo monto de los estmulos extrasalariales y lalentitud de los sistemas de promocin, para algunos investigadores

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    carece de atractivo iniciar o terminar un posgrado si falta poco tiempopara el retiro. No sucede lo mismo en establecimientos con sistemasms rpidos de ascenso y con estmulos econmicos ms elevados.Ah opera una situacin inversa: los investigadores tienen buenas razo-nes de ndole laboral para iniciar o concluir un posgrado. Este tipo dediferencias dadas por la heterogeneidad del mercado acadmico escapaal Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep), uno de losprincipales instrumentos de poltica pblica del gobierno federal.

    En pocas pasadas el reclutamiento de personal de investigacinsin el entrenamiento necesario rest posibilidades al desarrollo de tra-diciones cientficas. Por ello la formacin y el reclutamiento de futurosinvestigadores es un asunto crucial. Sin embargo, an no es claro cmose ir renovando la planta acadmica ante el cambio generacional queocurrir en los prximos aos. Fuera de los acadmicos ya incorporadosque actualmente realizan estudios de posgrado, los potenciales candida-tos a ocupar puestos de investigadores en el futuro tienen escasas posibi-lidades de interactuar activamente con los actuales cientficos.

    Instituciones con reglas en transicin

    Los cambios institucionales y organizacionales que experimentan mu-chos establecimientos universitarios son un proceso de transicin incon-cluso, parcial e incierto. Hay intentos por cambiar las reglas del juegopero el juego mismo todava no cambia del todo. El peso de la autoridadacadmica en el sentido oligrquico clsico (Clark, 1992) an es dbilen las instituciones en las que se realiza poca investigacin. Los cam-bios en la gestin destinados a una mayor transparencia o a modernizarlos servicios administrativos son importantes pero no suficientes si sepiensa necesario que la gestin debe tener orientaciones estratgicas paradesarrollar capacidades acadmicas, lo cual implica un manejo claro ypreciso de los recursos financieros y humanos y la definicin acota-da de los propsitos institucionales. Las concepciones y prcticas dela docencia no registran cambios significativos, a pesar de los avan-ces que puedan haberse dado en el diseo de los currculos. La carreraacadmica no se ha redefinido: las becas y los estmulos son restringidoso de poco monto y tienen pesos muy heterogneos en las eleccionesprofesionales de los acadmicos dedicados a la docencia. El SNI hatenido mayor influencia, as sea simblica, en los sectores dedicados ala investigacin, especialmente en los establecimientos de los estadosdel pas. En general, la evaluacin individual introdujo cambios en ca-rreras que se definan en forma endgena, pues ahora otros agentes in-tervienen en las carreras de los individuos y, pese a los desacuerdos

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    con los criterios y mecanismos, las evaluaciones son ya una prctica co-rriente. La formacin de nuevos investigadores registra cambios impor-tantes: el posgrado ha crecido, se han creado nuevos programas vinculadosa la investigacin y crecientemente los investigadores activos concluyenestudios en programas nacionales o del extranjero. La publicacin deresultados tiende a considerarse una parte consustancial de la actividadcientfica en ciencias sociales y aunque genera muchas crticas la eva-luacin de los textos comienza a ser considerada normal y necesaria.

    Lo que no resulta an muy claro es si el cambio se est produciendoslo en los medios y no en los objetivos ltimos de calidad. Al parecer,la investigacin ha logrado salir mejor librada en los ltimos aos, enbuena medida porque se difundi por la va de las polticas pblicasun patrn de reconocimientos y prestigio que no se haba conseguidopor la va de la prctica disciplinar, salvo en algunas ramas de la cienciaen instituciones consolidadas.

    Conclusiones

    Las tradiciones en la docencia y la investigacin, as como los patro-nes de autoridad en muchos establecimientos distan de los principiosbsicos de la actividad cientfica. El predominio de una docencia es-casamente atendida, la baja profesionalizacin docente y los dbiles oinexistentes vnculos con la investigacin han dificultado la creacinde ethos acadmicos centrados en el rigor. Las ciencias sociales no es-capan de estos fenmenos que afectan a amplias zonas del sistema deeducacin superior. Hoy existe mayor profesionalizacin en la prcticade la investigacin y mayor profesionalismo en los investigadores, perolas experiencias son muy desiguales dentro y entre las instituciones. Laampliacin de los estudios de posgrado en las ltimas dos dcadas hapropiciado un incremento en el nmero de acadmicos entrenados parala investigacin, los cuales abrieron un abanico ms amplio de relacio-nes acadmicas y orientan ya su actividad con valores cientficos.

    Estos nuevos acadmicos son actores de importantes cambios tantoindividuales como institucionales. Algunas organizaciones cambiansus estructuras o agregan otras nuevas para impulsar la investigaciny formar nuevos investigadores, pero no es patente an el saldo glo-bal de estas transformaciones, pues en muchos casos la adicin de es-tructuras, como reas de investigacin o programas de posgrado, noresuelve los problemas medulares. Al mismo tiempo, no todos los inves-tigadores han dado el salto hacia el profesionalismo en la generacinde conocimientos nuevos. Sin embargo, los sectores ms dinmicos sehan acercado a la produccin mundial, estn interactuando con ella y,

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    en algunos casos, realizan contribuciones importantes en sus camposde conocimiento. Tambin algunos han comenzado a poner en prcticanuevas formas de trabajo, como los proyectos colectivos en torno a pro-blemas comunes que involucran a diversas disciplinas.

    En este movimiento, algunos componentes de las polticas han abier-to incentivos y oportunidades a los acadmicos ms dinmicos, espe-cialmente a quienes trabajan en instituciones acadmicas de los estadosde la Repblica. En la investigacin educativa es ampliamente aceptadoque el nuevo modelo de reconocimientos acadmicos, basado en loscriterios de la investigacin avanzada, excluye a la mayora de los pro-fesores e investigadores, pero tambin comienza a observarse que per-mite una nueva forma de distribuir prestigio y recursos, sobre todo eninstituciones con pocas condiciones materiales, escaso desarrollo dis-ciplinario y ambientes intelectuales empobrecidos en los que los inves-tigadores no confieren autoridad acadmica a sus colegas.

    A excepcin de algunos centros de investigacin y posgrado, la l-gica acadmica no es todava referente central de autoridad en las orga-nizaciones. Se presentan combinaciones entre formas de autoridadpolticas, burocrticas o empresariales en sistemas polticos universi-tarios que privilegian el equilibrio de fuerzas y posiciones. En esosmarcos, la puesta en prctica de gestiones estratgicas de desarrollono deja de ser slo un enunciado discursivo. Los liderazgos acadmicosson escasos y sucumben fcilmente a las lgicas polticas.

    El desarrollo de tradiciones cientficas es un proceso complejo. Delo expuesto se desprende la necesidad de redefinir la docencia, la inves-tigacin y sus vnculos; adoptar con realismo los propsitos institucio-nales, a partir de las posibilidades y necesidades de las organizaciones;impulsar formas estratgicas de gestin para el desarrollo y reproduccinde capacidades de investigacin; mejorar los mecanismos de supervi-sin del trabajo; imaginar sistemas de carrera que eviten la confron-tacin entre docencia e investigacin y la premiacin de casi cualquieractividad; y prever las condiciones y caractersticas de la renovacingeneracional de los investigadores.

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