36. las diabólicas

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La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla. correo electrónico: [email protected]. blog: lacinematecasevilla.wordpress.com twitter: @la_cinemateca. facebook: www.facebook.com/lacinematecasevilla hojas de sala: issuu.com/cinematecasevilla Mayo 2012 36 Las diabólicas (Les diaboliques) Francia, 1955. 114’ D: H.G. Clouzot G: H.G. Clouzot Jérome Géronimi, René Masson, Frédéric Grendel (Novela: Pierre Boileau & Thomas Narcejec) Mú: Georges Van Parys F: Armand Thirard I: Simone Signoret, Véra Clouzot, Paul Meurisse, Charles Vanel, Jean Brochard, Thérèse Dorny, Georges Chamarat, Michel Serrault Las diabólicas es uno de los ejemplos más representativos de la mejor escuela del thriller psicológico francés o, si se prefiere, uno de los casos más paradigmáticos de cine “noir” que ha dado la cinematografía del país vecino. Es, posiblemente, la obra cumbre de Henri-Georges Clouzot. En el momento en el que rueda, Clouzot se halla en la cima de su popularidad. Un año antes ha arrasado en Cannes y Berlín con El salario del miedo (1953), uno de los más monumentales thrillers de la historia del cine, y, antes, mucho antes, en 1943, ha rodado El cuervo. La película se basa en una novela llamada “La que no existía” (1954), escrita por dos eficientes maestros de la literatura policiaca, Thomas Narcejac (cuyo verdadero nombre era Pierre Ayraud) y Pierre Boileau. La película reescribe la novela a conveniencia, aunque mantiene algunos elementos concordantes: la ambigüedad de las apariencias, necesarias para ir minando la salud de Ravinel o de la protagonista de la película, Cristina Delasalle, Cricrí (con morbo incorporado, pues estaba interpretada por la esposa de Clouzot, la brasileña Vera Clouzot); el punto de vista de las víctimas y su acentuado sentimiento de culpa, conforme va transcurriendo la trama; la indefinición genérica, que hace que ambas obras puedan entenderse desde varios prismas; las situaciones y los detalles comunes, como la visita a la morgue, o el asesinato por idéntico procedimiento. Una novela así tenía un gran potencial. Cuentan que Clouzot se adelantó a Alfred Hitchcock por unas horas en la compra de los derechos de adaptación. Tan insistente fue el maestro inglés, que Boileau- Narcejac escribieron para él exclusivamente “De entre los muertos” (también de 1954), germen de la monumental Vértigo (1958). Las diabólicas ha influido poderosamente en el devenir de la industria del cine: según parece, el legendario asesinato de la ducha de Psicosis (1960), pudo estar basado en la muerte de Michel. El argumento de “Las diabólicas” es el siguiente: dos mujeres, Cristina Delasalle y Nicole Horner (Simone Signoret), ahogan a Michel (Paul Merisse), marido de la primera y amante declarado de la segunda, hartas de sus constantes vejaciones. Una vez consumado el asesinato, trasladan el cuerpo a la piscina del internado que regenta Cristina y en donde trabaja Nicole en calidad de maestra para simular un accidente. Sin embargo, el cadáver desaparece, y Michel empieza a dar imposibles signos de vida por doquier: varias personas afirman haberle visto, e incluso existen pruebas físicas de su paso por ciertos lugares. Sin embargo, ¡Michel permaneció muchas horas bajo el agua, a la vista tanto de Cristina como de Nicole!. La película va creando una atmósfera de opresión creciente, que es magnificada por la soledad del caserón que hace las veces de internado y que concluye con una de las más inquietantes y recordadas escenas de toda la historia del cine, la cual guarda similitudes más que evidentes con el Nosferatu (1922) de Murnau y con ciertos filmes del expresionismo alemán. Las diabólicas adoptaba el punto de vista de las víctimas y que incidía en el sentimiento de culpa: dado que el monstruo es él, un tipo despreciable, despótico, maltratador y sinvergüenza, Nicole y, especialmente la frágil Cristina, trasunto, pero sin tanta grisura, del Ravinel del texto seminal, son las daminificadas propiciatorias, pero no inocentes. La sombra de la película es alargada: el detective retirado que interviene en la película, y que investiga, por puro ocio, la desaparición de Michel es el modelo que sirvió a la industria televisiva para crear al ya memorable teniente Colombo. Su modo de llevar a cabo las pesquisas, a medio camino entre la cordialidad y la distracción, y su enorme sagacidad, así lo atestiguan, si bien, algún sector de la crítica se empeña en retroceder aún más y en ver en Fichet a una suerte de imitación del detective Barton Keyes, el investigador con problemas estomacales que interpretara Edward G. Robinson en Perdición” (1944), de Billy Wilder.

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Page 1: 36. Las diabólicas

La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla.

correo electrónico: [email protected]. blog: lacinematecasevilla.wordpress.com twitter: @la_cinemateca. facebook: www.facebook.com/lacinematecasevilla hojas de sala: issuu.com/cinematecasevilla Mayo 2012

36

Las diabólicas (Les diaboliques)

Francia, 1955. 114’

D: H.G. Clouzot G: H.G. Clouzot Jérome Géronimi, René Masson,

Frédéric Grendel (Novela: Pierre Boileau & Thomas Narcejec) Mú:

Georges Van Parys F: Armand Thirard I: Simone Signoret, Véra Clouzot,

Paul Meurisse, Charles Vanel, Jean Brochard, Thérèse Dorny, Georges

Chamarat, Michel Serrault

Las diabólicas es uno de los ejemplos más representativos de la

mejor escuela del thriller psicológico francés o, si se prefiere,

uno de los casos más paradigmáticos de cine “noir” que ha dado

la cinematografía del país vecino. Es, posiblemente, la obra

cumbre de Henri-Georges Clouzot. En el momento en el que

rueda, Clouzot se halla en la cima de su popularidad. Un año

antes ha arrasado en Cannes y Berlín con El salario del miedo

(1953), uno de los más monumentales thrillers de la historia del

cine, y, antes, mucho antes, en 1943, ha rodado El cuervo.

La película se basa en una novela llamada “La que no existía”

(1954), escrita por dos eficientes maestros de la literatura

policiaca, Thomas Narcejac (cuyo verdadero nombre era Pierre

Ayraud) y Pierre Boileau.

La película reescribe la novela a conveniencia, aunque mantiene

algunos elementos concordantes: la ambigüedad de las

apariencias, necesarias para ir minando la salud de Ravinel o de

la protagonista de la película, Cristina Delasalle, Cricrí (con

morbo incorporado, pues estaba interpretada por la esposa de

Clouzot, la brasileña Vera Clouzot); el punto de vista de las

víctimas y su acentuado sentimiento de culpa, conforme va

transcurriendo la trama; la indefinición genérica, que hace que

ambas obras puedan entenderse desde varios prismas; las

situaciones y los detalles comunes, como la visita a la morgue, o

el asesinato por idéntico procedimiento.

Una novela así tenía un gran potencial.

Cuentan que Clouzot se adelantó a Alfred

Hitchcock por unas horas en la compra de los

derechos de adaptación. Tan insistente fue el

maestro inglés, que Boileau- Narcejac

escribieron para él exclusivamente “De entre

los muertos” (también de 1954), germen de

la monumental Vértigo (1958).

Las diabólicas ha influido poderosamente en

el devenir de la industria del cine: según

parece, el legendario asesinato de la ducha

de Psicosis (1960), pudo estar basado en la

muerte de Michel. El argumento de “Las

diabólicas” es el siguiente: dos mujeres,

Cristina Delasalle y Nicole Horner (Simone

Signoret), ahogan a Michel (Paul Merisse),

marido de la primera y amante declarado de

la segunda, hartas de sus constantes

vejaciones. Una vez consumado el asesinato,

trasladan el cuerpo a la piscina del internado

que regenta Cristina y en donde trabaja Nicole en calidad de

maestra para simular un accidente. Sin embargo, el cadáver

desaparece, y Michel empieza a dar imposibles signos de vida

por doquier: varias personas afirman haberle visto, e incluso

existen pruebas físicas de su paso por ciertos lugares. Sin

embargo, ¡Michel permaneció muchas horas bajo el agua, a la

vista tanto de Cristina como de Nicole!. La película va creando

una atmósfera de opresión creciente, que es magnificada por la

soledad del caserón que hace las veces de internado y que

concluye con una de las más inquietantes y recordadas escenas

de toda la historia del cine, la cual guarda similitudes más que

evidentes con el Nosferatu (1922) de Murnau y con ciertos

filmes del expresionismo alemán.

Las diabólicas adoptaba el punto de vista de las víctimas y que

incidía en el sentimiento de culpa: dado que el monstruo es él,

un tipo despreciable, despótico, maltratador y sinvergüenza,

Nicole y, especialmente la frágil Cristina, trasunto, pero sin

tanta grisura, del Ravinel del texto seminal, son las

daminificadas propiciatorias, pero no inocentes.

La sombra de la película es alargada: el detective retirado que

interviene en la película, y que investiga, por puro ocio, la

desaparición de Michel es el modelo que sirvió a la industria

televisiva para crear al ya memorable teniente Colombo. Su

modo de llevar a cabo las pesquisas, a medio camino entre la

cordialidad y la distracción, y su enorme sagacidad, así lo

atestiguan, si bien, algún sector de la crítica se empeña en

retroceder aún más y en ver en Fichet a una suerte de imitación

del detective Barton Keyes, el investigador con problemas

estomacales que interpretara Edward G. Robinson en

“Perdición” (1944), de Billy Wilder.