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  1 DEPARTAMENTO DE PASTORAL SEDE QUITO FORMACION HUMANA COMPILACIÓN DIDACTICA PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA Elaborado por: Patricio López 2009

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DEPARTAMENTO DE PASTORALSEDE QUITO

FORMACION HUMANA

COMPILACIÓN DIDACTICAPENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

Elaborado por:Patricio López

2009

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INDICE

Objetivos.……………………………………………………………………........ 3Sitios en Internet……………………………………………………………..........4Introducción general……………………………………………………………... 5Siglas de textos……………………………………………………………………7

CAPITULO 1APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA…………..81.1. Naturaleza del PSI………………………………………………………..... 81.2. Principios fundamentales del PSI…………………………………………… 111.3. Breve historia ………………………………………………………………. 191.4. Pensamiento Social en América Latina……………………………………... 26

Autoevaluación…………………………………………………………… 33CAPITULO 2LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL …………………………………………. 34

2.1. La familia cuna de la cultura………………………………………………… 352.2. La migración………………………………………………………………….412.3. La educación en la globalización……………………………………………. 472.4. Los Medios de Comunicación………………………………………………. 52

Autoevaluación…………………………………………………………… 60

CAPITULO 3EL COMPROMISO SOCIO-POLÍTICO.………………………………………. 61

3.1. La Democracia y los sistemas políticos……………………………………...623.2. Los Derechos Humanos. ……………………………………………………..693.3. Ecología……………………………………………………………………… 763.4. La paz. ………………………………………………………………………. 82

Autoevaluación…………………………………………………………… 89

CAPITULO 4EL COMPROMISO SOCIO-ECONÓMICO DEL CRISTIANO.………………. 90

4.1. Modelos Económicos:……………………………………………………….. 91El Neoliberalismo……………………………………………………………...…..93El socialismo marxista…………………………………………………………….964.2. El trabajo humano………………………………………………………….....1004.3. La comunidad internacional………………………………………………….1104.4. Criterios y orientaciones para el compromiso social del laico……….……… 116CONCLUSIÓN: HACIA UNA CIVILIZACIÓN DEL AMOR…….…………… 121

Autoevaluación…………………………………………………………… 125REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………………………………… 126

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OBJETIVO GENERAL

Impulsar un modelo de educación salesiana centrada en el desarrollo de potencialidades delas personas, basado en los valores éticos y cristianos, que se expresa en el ejercicio

 permanente de la solidaridad, el respeto, la democracia y la participación, según el carismasalesiano.

Conceptuales:

• Conocer los aportes que se han dado desde el magisterio de la Iglesia sobre los diferentestemas, poniendo como eje la centralidad de la persona humana.

• Reflexionar sobre las diferentes problemáticas que afronta el ser humano, abordados

desde las ciencias sociales y las enseñanzas del Magisterio Eclesial.• Diferenciar conceptos relativos a la convivencia humana y a su relación con Dios en un

ambiente de secularización.• Conocer los principios fundamentales en los que se desarrolla el pensamiento social

cristiano para poder establecer un visión más amplia sobre la forma de afrontar los problemas sociales desde la fe.

Actitudinales

• Asumir a lo largo del curso una actitud crítica frente a los temas propuestos;• Compartir a través de la participación en clase las diferentes experiencias de las

realidades del nuestro mundo;• Valorar la diversidad de opiniones, experiencia y competencias –cognitivas,

 procedimentales y actitudinales - de los estudiantes.• Desarrollar en los estudiantes responsabilidad, compromiso y solidaridad en un ejercicio

de vinculación a la colectividad.• Afrontar y ser agentes de cambio frente a las problemáticas sociales, asumiendolas con

una actitud positiva, abierta y esperanzadora, para construir las sociedades desde la persona y para la persona.

Procedimentales

• Redactar sus trabajos escritos convenientemente, utilizando normas metodológicas;

• Participar tomando en cuenta los criterios de las otras personas.• Formular una propuesta de vinculación a la colectividad en su barrio o en una obra social.

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SITIOS "INTERNET"

ORGANIZACIONES EN ROMA

Santa Sede: www.vatican.va  Pontificio Consejo de Justicia y Paz www.vatican.va Caritas Internationalis: www.caritas.net 

CONF. EPISCOPAL ECUATORIANA

www.conferenciaepiscopal.ec

COMISIÓN JUSTICIA Y PAZ www.nodo50.or/juspax

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA www.multimedios.org www.cercate.it www.zenit.org www.servidoras.org.ar . www.sjsocial.or 

AGENCIAS

Misereor (Agencia para Latinoamérica de los Obispos Católicosde Alemania) www.misereor.de/

Cruz Roja (información sobre las implicaciones humanitarias)www.icrc.org

Amnistía Internacional: www.amnesty.org

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Fiel a las enseñanzas y al ejemplo de su divino Fundador,que dio como señal de su misión

el anuncio de la Buena Nueva a los pobres (Lc 7, 22),la Iglesia nunca ha dejado de promover 

la elevación humana de los pueblos,a los cuales llevaba la fe en Jesucristo.(Populorum Progressio, n. 12)

Iniciar este nuevo módulo en este camino de formación humana, cristiana y salesiana esrecordar el camino recorrido desde la antropología, las enseñanzas de Don Bosco y la éticade la persona. En este módulo nos proponemos reflexionar el tema social a la luz de lasenseñanzas de la Iglesia; enseña que nos implica a todos, pues el objeto de estudio no sontemas eminentemente religiosos, sino las situaciones del que hacer humano; por eso, elcomponente social es también parte integrante de la concepción cristiana de la vida. 1 Esta

 propuesta social no se queda en una simple teoría sino pasa a ser la vida en Cristo, esto esuna práctica, un estilo de vida y de construcción social. Por eso el compromiso social delcristiano no implica solo tener conocimiento del conjunto de principios, sino es tomar ladecisión de identificarse con el proyecto de Jesús y de su Iglesia.

Además, el hombre por naturaleza es un ser social, llamado a implicarse en la construcciónde la comunidad humana, no puede quedarse indiferente ante lo que sucede a su alrededor,en esto la enseñanza de Jesús nos sirve de modelo, el nunca permaneció indiferente ante elsufrimiento humano, nos dice la liturgia. El mandamiento más importante que proclama seresume en el amor al prójimo o sea entre los hombres. Y este amor que busca alcanzar la

 perfección, que no se lo puede asumir sin la relación con el alter. El hombre está invitado por Dios a transformar el mundo, por el hecho de estar invitado a la perfección: “el

hombre, en efecto, dotado de naturaleza social según la doctrina cristiana, es colocado en latierra para que, viviendo en sociedad y bajo una autoridad ordenada por Dios, cultive ydesarrolle plenamente todas sus facultades para alabanza y gloria del Creador y,desempeñando fielmente los deberes de su profesión o de cualquier vocación que sea lasuya, logre para sí juntamente la felicidad temporal y la eterna” (QA: MSI 98).

Por todo esto diremos que el verdadero significado de la ética social es el dirigir el actuar humano hacia el bien. Se puede llamar ética social o enseñanza social, la ciencia que

 proporciona directrices para la acción, a través de las cuales puede crecer el bien de las personas, en sí misma y en dimensión social. La practica social cristiana debe tener cuidado de no separar la fe de la vida, la teoría de la práctica. Una verdad que es vivida

debe ser anunciada y viceversa.

Un compromiso social eficaz comprende: tomar en serio la propia vocación a lahumanización, con el consiguiente empeño de espiritualidad, formación integral yactuación personal y asociada en el apostolado; la espiritualidad debe estar centrada en laliturgia, en la oración y en la abnegación, que informe toda la actividad humana.

Asumir el seguimiento de Cristo, significa crecer personalmente en la virtud de la caridad,como un don de Dios. Para resolver los problemas humanos se debe fomentar la caridad – el amor –, y además es necesaria para fomentar la dignidad de la persona. Por eso lacaridad debe estar presente en toda relación humana porque viene del amor de Dios; la

1 Cfr. J. L. GUTIÉRREZ GARCÍA, La concepción cristiana del orden social, Obisa, Madrid 1978, p.230;cfr. H. DE LUBAC, Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, Encuentro, Madrid 1988.

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misma que se convertirá en el elemento unitivo en la sociedad. Lo contrario a la caridad esel egoísmo, el que es contrario a una plena vida social. Debemos hacer de la caridad normaconstante y suprema de toda actuación, ya que la caridad es el vínculo de la perfección,fuente y culmen de toda la existencia cristiana (CEC 826. 1827)

La enseñanza social de la Iglesia convida a todos sus miembros a preocuparse por la vidasocial de las personas; todos estamos llamados por Dios a contribuir desde dentro, a modode fermento, en el desarrollo del mundo. A continuación señalaremos algunos ámbitos quenos ayudarán a servir mejor a la persona y a la sociedad:

- Promover la dignidad de todas las personas: es el bien más precioso que el hombre posee,deriva la esencial igualdad de todas las personas y todos los demás principios del ordensocial.

- Promover el inviolable derecho de la vida.- Evangelizar la cultura.- Defender el derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa.

- Recordar que el matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el compromisosocial de los fieles laicos.

- Estimular la caridad y la solidaridad: la caridad con el prójimo, especialmente por losmás necesitados.

- No abdicar de la participación en la política; los criterios basilares de esta participaciónson la consecución del bien común, la promoción de la justicia, el espíritu de servicio, laautonomía de las realidades terrenas, la solidaridad, la voluntad de diálogo y de paz.

- Poner al hombre en el centro de la vida económica-social.

Para llevar a la práctica esta enseñanza requiere formar la conciencia. Para este estudio sedebe evitar ante todo, los errores del individualismo (la conciencia moral es un purosubjetivismo que afecta exclusivamente a la persona singular) y del colectivismo (reduce elsaber universal a cultura colectiva, la conciencia debería ser una conciencia de grupo).

Las dificultades propias de una sociedad secularizada y permisiva, que debilita los recursosmorales de las personas. Esto obliga a profundizar en la formación de la persona yespecialmente de la conciencia. En las actuales condiciones sociales, con un pluralismomuy próximo al relativismo y a la indiferencia ética, con la abundancia de información detodo tipo que el hombre recibe, con los conflictos que existen, mantener la lucidez de laconciencia requiere, junto con la fortaleza y una verdadera personalidad, la continuaatención a la catequesis y a la disciplina de la conciencia.2

El camino del hombre necesita una luz que oriente, en modo firme y seguro, para vencer los obstáculos que encuentra la ética social y la dificultad para formar la conciencia. Tal esla luz de Cristo, enseñada auténticamente por la Iglesia, “columna y fundamento de laverdad” (1 Tm 3, 15). Esta enseñanza de la Iglesia en el campo social es lo que se llama

 Doctrina social de la Iglesia.

2 Cfr. CONC. VATICANO II, Decl. Dignitatis Humanae, n.14.

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SIGLAS DE TEXTOS

Siglas de los documentos del magisterio de la Iglesia que utilizaremos en este texto. Las siglas están tomadas del original en latín.

 CA. Centesimus Annus.CL. Christifideles Laici.

 DH . Dignitatis Humanae. DIM . Dives in Misericordia. DR. Divini Redemptoris. DSI . Doctrina Social de la Iglesia. DV . Dei Verbum. EN . Evangelii Nuntiandi.GS . Gaudium et Spes.

 HV . Humanae Vitae. IM . Inter Mirífica. LC . Libertas Conscientiae. LE . Laborem Exercens. LG. Lumen Gentium. LN . Libertatis Nuntius.MM . Mater et Magistra.

 NAE . Nostra AetataeOA. Octogesima Adveniens.Orientaciones. Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la Doctrina

Social de la Iglesia en la formación de sacerdotes.

 PP . Populorum Progressio. PT . Pacem in Terris. P.S.I. Pensamiento social de la IglesiaQA. Quadragésimo Anno.

 RH . Redemptor Hominis. RN . Rerum Novarum. RM . Redemptoris Missio.SCh. Sapientia Christiana.SRS . Sollicitudo Rei Socialis.SS.EE . Sagrada Escritura.SS.PP . Santos Padres.

TdL. Teología de la Liberación.Vat. II . Concilio Vaticano II.

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CAPITULO 1

APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante tendrá una visión global del sentido de la

Doctrina Social de la Iglesia y de su desarrollo en América Latina.

Introducción

Un primer acercamiento al Pensamiento Social de la Iglesia (PSI) nos invita a considerar de forma panorámica la trayectoria de crecimiento y desarrollo del encuentro permanentede la Iglesia con las realidades sociales a lo largo de la historia y de forma más explícita enestos últimos tiempos. Partimos justamente con el concepto de PSI para precisar de quéestamos hablando, tomando en cuenta que la Iglesia pone al centro a la persona y hace unaopción preferencial por los pobres. En este asomarnos al PSI consideraremos algunos

  principios fundamentales para entender la dinámica interna del estudio social y susdimensiones de aproximación. La historia es la testigo de los acontecimientos de losavances dialécticos que se dan en las relaciones humanas a nivel social. Concluiremos elcapítulo presentando la tarea de la Iglesia de presentar las tomas de conciencia del caminosocial en criterios y orientaciones, pues, al ser la Iglesia una organización humana, necesitacaminar todos juntos hacia objetivos comunes.

Sumario

1.1. Naturaleza del PSI.1.2. Principios fundamentales del PSI

1.3. Breve historia1.4. Pensamiento Social en América Latina.

DESARROLLO1.1. Naturaleza del PSI.

La Iglesia católica fue fundada como tal por Jesucristo para que, en el transcurso de lossiglos, los hombres encontraran salvación, en la búsqueda de una vida más excelente; nada,

 pues, tiene de extraño que la Iglesia católica, siguiendo el ejemplo y cumpliendo elmandato de Cristo, haya mantenido constantemente en alto la antorcha de la caridaddurante dos milenios. La enseñanza social de la Iglesia se origina del encuentro delmensaje evangélico y de sus exigencias éticas con los problemas que surgen en la vida dela sociedad. Las cuestiones que de este modo se ponen en evidencia llegan a ser materia

 para la reflexión moral que madura en la Iglesia a través de la búsqueda científica e inclusoa través de las experiencias de la comunidad cristiana, que debe confrontarse todos los días

con diversas situaciones de miseria y, sobre todo, con los problemas determinados por la

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La justicia social sólo puede obtenerse respetando ladignidad trascendente del hombre. Pero éste no es el úniconi el principal motivo. Lo que está en juego es la dignidadde la persona humana, cuya defensa y promoción nos hansido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosas yresponsablemente deudores los hombres y mujeres en cada

coyuntura de la historia. (Sollicitudo Rei Socialis, n. 47)

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aparición y desarrollo del fenómeno de la industrialización y de los sistemas socio-económicos relativos.

 Nos dice la Gaudium et Spes que la Iglesia “nacida del amor del Padre Eterno, fundada enel tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu Santo, tiene una finalidad

escatológica y de salvación, que sólo en el mundo futuro podrá alcanzar plenamente. Está presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudadterrena que tienen la vocación de formar en la propia historia del género humano la familiade los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Señor. Unidaciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido"constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" (cf. Efe 1, 3; 5, 6, 13-14, 23). De esta forma, la Iglesia avanza, juntamente con toda la humanidad, experimentala suerte terrena del mundo, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de lasociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios. (Gaudium etSpes, n. 40)

Por tanto, la Doctrina Social «aplica la luz de los principios evangélicos a la realidad encambio de las comunidades humanas, interpreta con el auxilio del Espíritu de Dios lossignos de los tiempos e indica proféticamente las máximas necesidades de los hombreshacia donde camina el mundo»3. El Magisterio de la Iglesia ha convertido, por tanto, laDoctrina Social en un método de evangelización.

1.1.1. Definición

Al abordar los términos hay quienes pretenden distinguir entre doc tri na , ense ñanza y pensamiento. Pero en estos momentos los tres nombres se utilizan como equivalentes, eltérmino más utilizado para tratar de esta dimensión social de la Iglesia es ‘Doctrina’, que noha gozado de buena prensa, al menos durante los últimos veinte años.

Dos son las definiciones que se han dado sobre la Doctrina Social de la Iglesia: La másclásica afirma que es el conjunto de enseñanzas de la Iglesia sobre los problemas de ordensocial o el conjunto de conceptos que el Magisterio escoge de la ley natural y de larevelación y que adapta a los problemas sociales de su tiempo con la finalidad de ayudar alos pueblos y a los gobiernos a organizar una sociedad humana y más conforme con losdesignios de Dios sobre el mundo4.

Acogiendo las propuestas podemos concluir que la Doctrina Social de la Iglesia es "el

conjunto sistemático de principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción, queel Magisterio de la Iglesia Católica establece, fundándose en el Evangelio y en la recta razón,a partir del análisis de los problemas de cada época, a fin de ayudar a las personas, comunida-des y gobernantes a construir una sociedad más conforme a la manifestación del Reino deDios, y, por tanto, más auténticamente humana"5

1.1.2. Fuentes

3 A. GALINDO. Moral socioeconómica. B.A.C. Madrid 1996. Pág. 1164 Idem. Pág. 1165 Eduardo BONNIN, Naturaleza de la Doctrina Social de la Iglesia. "Análisis del aspecto teórico, histórico

y práctico". Ed. Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC). México, 1990, pág. 15. En la pág. 20 dice que es "una síntesis orgánica estructurada en torno a una determinada concepción de la persona"

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Las fuentes de la Doctrina Social se encuentran en el derecho natural y en la revelación.Así lo recuerda los papas Pío XII y Juan XXIII. También los Santos Padres y los concilios.El derecho natural es el lugar de encuentro de todos los hombres. Todo hombre es persona,y de esa naturaleza personal nacen los derechos y deberes que son a su vez universales,inviolables e inalienables. El derecho natural podría entenderse «como el conjunto de

instancias fundamentales de las personas que crean una plataforma de encuentro entretodos los hombres»6 

La revelación es la segunda fuente que impulsa y orienta la Doctrina Social hacia lacomunión y la disponibilidad. Las disposiciones bíblicas de alteridad, fraternidad,comunidad, sociabilidad, generosidad, así como las exigencias de justicia, de misericordia,de gratuidad y de sinceridad orientan un nuevo humanismo en el que el hombre secomprende a sí mismo y a sus demás hermanos. Con estas dos fuentes – revelación yderecho natural – la Doctrina Social evita, por una parte, convertirse en pura ética y, por otra, reducirse a ideología y praxis relativa. El Catecismo de la Iglesia Católica lofundamenta de la siguiente manera: “La Iglesia expresa un juicio moral, en materia

económica y social, ’cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o lasalvación de las almas’ (GS 76). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misióndistinta de la que ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporalesdel bien común a causa de su ordenación al supremo Bien, nuestro último fin. Se esfuerza

 por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relacionessocioeconómicas” (canon 2420).

1.1.3. Sujetos7 

El primer sujeto activo de la Doctrina Social de la Iglesia es el Espíritu Santo. Su acción seconcreta en el momento del discernimiento de la fe, pues la Doctrina Social es unaexperiencia de fe que luego se proyecta en la acción social. En segundo lugar actúa la

 jerarquía de la Iglesia en su papel de indagar las realidades de la vida y de pastorear al pueblo de Dios. En tercer lugar, el diálogo con los demás cristianos y con los hombres de buena voluntad se convierte en sujeto agente. En resumen, sujeto activo de la DoctrinaSocial es toda la Iglesia, iluminada por Dios. El papa con la autoridad universal que leviene de Cristo interviene en la fijación de la Doctrina Social con sus proclamaciones enlas encíclicas sociales y en otros documentos de diverso rango. Todos los cristianos,guiados por sus pastores, están implicados en la tarea de discernir y proclamar la enseñanzasocial, pero son los papas los responsables directos de la Doctrina Social.

1.1.4. Destinatarios8

 

Los documentos oficiales por los que se exhibe de manera oficial la Doctrina Social vandirigidos a los Pastores de la Iglesia y a todos los fieles del orbe católico. Sin embargo,desde la  Pacem in terris es habitual dirigir estos documentos a “todos los hombres de

 buena voluntad”, porque se tiene el convencimiento de que el compendio de DoctrinaSocial es eminentemente razonable y pertenece al mundo de la verdad humana. Así pues, laDoctrina Social de la Iglesia se ha hecho también ecuménica. La dimensión antropológicaque Juan Pablo II ha impregnado en la Doctrina Social se ha centrado en la búsqueda de ladignidad de la persona humana, imagen de Dios. Por esto, la Solicitudo rei socialis dirá en

6

A. GALINDO, op. cit. Pág. 1177 Idem. Pág. 1188 Idem. op. cit. Pág. 119-120

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su comienzo que «la preocupación social de la iglesia se orienta al desarrollo auténtico delhombre y de la sociedad, que se respete y promueva en toda su dimensión la personahumana». 

1.2. Principios fundamentales del PSI

Los principios se refieren a las proposiciones o criterios doctrinales que orientan toda lamoral social desde una visión cristiana del hombre y de la sociedad. Tienen carácter teórico, práctico y validez universal. Son teóricos porque recogen conceptos que desde unanálisis filosófico y teológico tratan de explicar la realidad del hombre y de la sociedad.Son  prácticos porque impulsan a la construcción de un orden social más acorde con lavisión humanizadora de la sociedad. Y tienen validez universal en la medida que expresan

 pilares del orden moral natural o verdades de fe, aunque su formulación pueda variar segúnlas circunstancias9. Los principios de la doctrina social, en su conjunto, constituyen la

 primera articulación de la verdad de la sociedad, que interpela toda conciencia y la invita ainteractuar libremente con las demás, en plena correspondencia con todos. En efecto, el

hombre no puede evadir la cuestión de la verdad y del sentido de la vida social, ya que lasociedad no es una realidad extraña a su misma existencia.

Como una primera enumeración se pueden indicar los siguientes principios: la dignidad de la persona humana, el principio del respeto a la vida humana, el principio de asociación, el principio de participación, el principio de la protección preferencial de los pobres y de las personas vulnerables, el Principio de Administración, el principio de la igualdad humana,la solidaridad, la subsidiariedad, el bien común o el destino universal de los bienes como raízmoral de la economía (Orientaciones..., 36). Veamos de modo general algunos principios ytres de modo más ampliado: El principio de solidaridad, el de subsidiaridad y el de biencomún.

a) El principio de la dignidad de la persona humana

Este principio lo hemos tratado largamente en Ética de la persona. Todo ser humano por haber sido creado a imagen de Dios y rescatado por Jesucristo, no tiene precio y es dignode respeto, como miembro de la familia humana. Es el principio básico de la doctrinasocial católica. Las personas individuales tienen una dignidad; sin embargo, elindividualismo no tiene lugar en el pensamiento social católico. El principio de la dignidadhumana da a cada persona un derecho de pertenencia a una comunidad, a la familiahumana.

Cada persona, cualesquiera que sean su raza, su sexo, edad, su nacionalidad de origen, sureligión, su estatus con relación al empleo, su nivel económico, su salud, su inteligencia,sus logros o cualquier otra característica que sea causa de diferencias, es digna de respeto.

 No es lo que ustedes hacen o tienen lo que les da derecho a ser respetados, sino el simplehecho de ser un ser humano es el que establece su dignidad. Debido a esta dignidad, la

 persona humana, en la óptica católica, no es nunca un medio, sino siempre un fin.

El hombre debe desarrollar esta dignidad sustancial durante su existencia individual ysocial a través de su inteligencia, de la conciencia moral, de la sabiduría que profundiza enla verdad de las cosas, de la libertad y de la responsabilidad.

9 A. CUADRÓN y OTROS. Manual abreviado de Doctrina Social de la Iglesia . B.A.C. Madrid, 1996. Pág.35.

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La dignidad de la persona humana se expresa en los derechos fundamentales del hombre yen su reconocimiento social. Propiamente el hombre es el único titular de los llamadosderechos fundamentales. Los principales derechos humanos son: el derecho a la vida, elderecho de libertad religiosa, el de participación en la vida social (libertad de dar y recibir 

educación, libertad de expresión, de asociación, etc.) y en la vida económica (derecho a lainiciativa económica, al sustento necesario, a la superación de la pobreza individual ycolectiva, etc.)10.

 b) El principio del respeto a la vida humana

Toda persona, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, tiene unadignidad inherente y un derecho a la vida en conformidad con esta dignidad.La vida humana, en cada etapa de su desarrollo y de su declinar, es valiosa y, por tanto,digna de protección y de respeto. Siempre es culpable atacar directamente una vida humanainocente. La tradición católica ve el carácter sagrado de la vida humana como algo que

forma parte de toda la visión moral de una sociedad justa y buena.

c) El principio de asociación

 Nuestra tradición proclama que la persona no solamente es sagrada sino social. La maneracomo organizamos la sociedad a nivel económico y político, legal y jurídico- afectadirectamente a la dignidad humana y a la capacidad de los individuos para crecer encomunidad.La familia es el punto central de la sociedad; se debe proteger siempre la estabilidadfamiliar y jamás ha de ser devaluada. Al asociarse con otros – en familia y en otrasinstituciones sociales que favorezcan el crecimiento, protejan la dignidad y promuevan el

 bien común – las personas humanas alcanzan su plenitud.

d) El principio de participación

Creemos que las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad, buscando juntas el bien común y el bienestar de todos, especialmente de los pobres y de las personas vulnerables.Sin participación, no pueden obtenerse los bienes que cualquier institución social pone a ladisposición de la persona. La persona humana tiene derecho a no ser privada de participar en esas instituciones que son necesarias para el desarrollo humano.

Este principio se aplica, de manera especial, a las condiciones relativas al trabajo. EItrabajo es más que una manera de ganarse la vida; es una forma de participación continuaen la creación de Dios. Si debe protegerse la dignidad del trabajo, deben respetarse tambiénlos derechos fundamentales que son el privilegio de los trabajadores – el derecho a untrabajo productivo, a un salario conveniente y justo, el derecho a organizar sindicatos y aadherirse a ellos, el derecho a la propiedad privada y a la iniciativa económica.

e) El principio de la protección preferencial de los pobres y de las personas vulnerables

Creemos que encontramos a Cristo cuando lo encontramos en las personas necesitadas. La parábola del Juicio final juega un papel importante en la tradición de la Fe católica. Desde

sus orígenes, la Iglesia ha enseñado que seremos juzgados por lo que hayamos escogido10 Idem. Págs. 36-44.

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hacer o no hacer ante los hambrientos, los sedientos, los enfermos, las personas sin techo,los presos... Hoy la Iglesia expresa esta enseñanza mediante los términos: opción

 preferencial por los pobres.¿Por qué un amor preferencial por los pobres? ¿Por qué poner en primer lugar lasnecesidades de los pobres? Porque el bien común, el bien de la sociedad en su conjunto, lo

exige. Lo contrario de rico y poderoso es pobre y sin poder. Si el bien de todos, el biencomún debe prevalecer, debe orientarse una opción preferencial hacía los que sufren por ausencia de poder y por los efectos de la privación. De otro modo, el equilibrio necesario

 para mantener el tejido de la sociedad se romperá en detrimento de todos.

f) El Principio de Administración.

“  La tradición católica insiste en que demostremos nuestro respeto por el Creador mediante la administración de la creación”.El administrador es un gerente, no un propietario. En una época de creciente concienciarespecto a nuestro entorno físico, nuestra tradición nos está llamando a un sentido moral de

responsabilidad en relación con la protección del medio ambiente – campos de cultivo, praderas, bosques, aire, agua, minerales y otras reservas naturales. Las responsabilidadesde administración se refieren también al uso personal de nuestros talentos, al cuidado denuestra salud personal y al uso de nuestras pertenencias.

g) El principio de la igualdad humana

La igualdad de todas las personas viene de su dignidad esencial... Si las diferencias detalentos forman parte del plan de Dios, la discriminación social y cultural frente a losderechos fundamentales no es compatible con el designio de Dios.Tratar a los iguales con igualdad es una manera de definir la justicia, que de manera clásicase ha comprendido, como el hecho de dar a cada uno lo que le corresponde. Subyacente aesta noción de igualdad está el simple principio de justicia una de las más precocessensaciones éticas que siente el ser humano en crecimiento es el sentido de lo que es justoy de lo que no lo es. Ahora vemos con un poco más amplio los principios de solidaridad,subsidiaridad y bien común.

h) Principio de solidaridad

La solidaridad nos ayuda a ver al "otro"-persona, pueblo o nación-no como un instrumentocualquiera para explotar a poco coste su capacidad de trabajo y resistencia física,

abandonándolo cuando ya no sirve, sino como un "semejante" nuestro, una "ayuda" (cf. Gn2, 18-20), para hacerlo partícipe como nosotros, del banquete de la vida al que todos loshombres son igualmente invitados por Dios. (Sollicitudo Rei Socialis, n. 39)

- Aproximación

Para comprender de mejor manera lo que se quiere decir con solidaridad, nos detenemos un poco en este principio y comenzamos con algunas aproximaciones no muy precisas de sureal concepción.

La solidaridad como un acto filantrópico, es una actitud noble, pero por el hecho de que se

debiten de las tarjetas de créditos una suma de dinero, puede en algunos casos resultar másuna actitud puntual, y no ser un valor internalizado. La solidaridad implica mucho más que

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actos aislados, involucra a toda la persona, es don y tarea, implica una disposición, una búsqueda, diálogo, hábitos, estilo de vida. “ Importan dos maneras de concebir el mundouna, salvarse solo, arrojar ciegamente a los demás de la balsa y, la otra, un destino de

 salvarse con todos, buscando salvar la vida hasta el último náufrago” 

El mundo actual con la “globalización” nos presenta esta opción: o sucumbimos al “sálvesequien pueda”11 que es la desintegración o nos amarramos todos de la misma tabla,globalizando la solidaridad como lo ha manifestado el Papa Juan Pablo II.

La solidaridad no es una moda, el riesgo que hay es el que frente a una crisis, hablar de lasolidaridad vende, es políticamente correcto. Es a lo que se recurre en campañas políticas.La solidaridad no es un tema coyuntural solamente. La solidaridad no es fruto de una ideología, en este sentido es un mandato de cercanía y deayuda a los que pertenecen al grupo o categoría social que se dice representar o defender,

 por ejemplo, dentro de un grupo étnico o clase social, en contra de la totalidad y hasta de

forma antagónica. Así resulta colaboración para dentro, y para afuera confrontación.   Escélebre la pregunta (y su respuesta) que le hicieron a la Madre Teresa de Calcuta. Cuandole hablaron de la “pobreza” ella respondió: “yo no conozco la pobreza, sólo conozco a

 pobres”. Los sujetos de la solidaridad, son las personas, no las entelequias ni las categoríassociales anónimas.

La solidaridad no es un sentimiento. Si bien es necesario trabajar con el corazón y uncorazón de misericordia, la solidaridad implica mucho más que el corazón, mucho más queel agarrarse de la mano, participar de un evento solidario. Comentaba un especialista enmedios, que muchos de nosotros nos quedamos con la conciencia tranquila luego de mirar imágenes dolorosas, compadecernos de ellas, y luego de cinco minutos seguir la vida.Parecería que con ese momento de congoja ya lavamos nuestras culpas yresponsabilidades . 

- La solidaridad como Principio de interdependencia.

La solidaridad no reemplaza a la justicia. No viene a ser el sucedáneo de la inacción y por ende de la irresponsabilidad de quienes tienen a su cargo de atender el Bien Común de lasociedad, ni pretende olvidar ni justificar las omisiones del “dar a cada uno lo suyo”. Esmás bien un complemento y un perfeccionamiento de aquella virtud.

La solidaridad es la interdependencia vista como un sistema que determina las relacionessociales, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida comocategoría moral. Por esto decimos que la solidaridad no es un sentimiento o algo parecido

  frente a los males de tantas personas, cercanas o lejanas. La solidaridad es ladeterminación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el biende todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. Estasolidaridad fuerte, consiste en vivir con todas sus consecuencias el que “todos seamosresponsables de todos”. Si todos somos dependientes de todos (un hecho) es preciso quetodos seamos responsables de todos (un imperativo ético que deriva del hecho anterior).

11 Expresión que la decimos cuando ya no hay otra alternativa. 

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Precisamente el camino que propone transitar la Iglesia a través de su Doctrina Social y elremedio que propone contra la exclusión es la solidaridad. Y esto nos lleva a entender sufundamento: la dignidad humana.Los fundamentos expuestos por la DSI nos permiten tener un punto de partida para abordar el camino de la solidaridad. Ella tiene múltiples alternativas, cada uno sabrá, individuo o

asociación, cual de ellos escoger. En este sentido un dato muy importante a tener en cuentaes la aparición de innumerables iniciativas, sociedades intermedias, ONG, centros deestudios, fundaciones, etc., en los cuales uno puede participar. Quizás en este verbo esté laclave, pues es lo contrario a la exclusión, participar significa “ser parte de”.

Por eso, Pablo VI decía claramente hace 35 años: “No se trata tan sólo de vencer elhambre, y ni siquiera de hacer que retroceda la pobreza. La lucha contra la miseria, aunquees urgente y necesaria, es insuficiente. Se trata de reconstruir un mundo en el que cadahombre, sin exclusión alguna por raza, religión o nacionalidad pueda vivir una vida

 plenamente humana liberada de las servidumbres debidas a los hombres o a una naturalezainsuficientemente dominada; un mundo en el que la libertad no sea palabra vana y en

donde el pobre Lázaro pueda sentarse a la mesa misma del rico. Ello exige muchagenerosidad, numerosos sufrimientos y un esfuerzo continuado. Cada uno examine suconciencia que tiene una nueva voz para nuestra época” (PP. 45).

En definitiva si “ser solidario significa vivir en comunicación y comunión con el otro, estar  pendiente de él, percibirlo como miembro del propio proyecto histórico, tomar en cuentasus necesidades y hacerse cargo de ellas, compartir sus situaciones”  

- Solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo.

La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jesús de Nazareth, elHombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la “muerte de Cruz” (Flp 2, 8): en Él es

 posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios connosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con él, lo salva y loconstituye en la unidad. En Él y gracias a Él, también la vida social puede ser nuevamentedescubierta, aun con todas sus contradicciones y ambigüedades, como lugar de vida y deesperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invitaa las formas más elevadas y comprometedoras de comunicación de bienes.

Jesús de Nazareth hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entresolidaridad y caridad, iluminando todo su significado: A la luz de la fe, la solidaridad

tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones específicamente cristianasde gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en laimagen viva de Dios Padre, recatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción

 permanente del Espíritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque sea enemigo, con elmismo amor con que le ama el Señor, y por él se debe estar dispuesto al sacrificio, inclusoextremo: “dar la vida por los hermanos” (Jn 15, 13)12

i) Principio de subsidiariedad

 

12 Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, Ecuador 2.005.

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 Nos dice el Papa Juan XXIII, “Pero manténgase siempre a salvo el principio de que laintervención de las autoridades públicas en el campo económico, por dilatada y profundaque sea, no sólo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino que, por elcontrario, ha de garantizar la expansión de esa libre iniciativa, salvaguardando, sinembargo, incólumes los derechos esenciales de la persona humana. Entre éstos hay que

incluir el derecho y la obligación que a cada persona corresponde de ser normalmente el primer responsable de su propia manutención y de la de su familia, lo cual implica que lossistemas económicos permitan y faciliten a cada ciudadano el libre y provechoso ejerciciode las actividades de producción”. (Mater et Magistra, n. 55)

- Origen y significado

El Compendio de la Doctrina Social aborda de esta manera el principio.   La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social de la

 Iglesia, presente desde la primera gran encíclica social. Es imposible promover la dignidadde la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades

territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones agregativas de tipo económico,social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las que las personas dan vidaespontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social.13 Es éste el ámbito dela  sociedad civil , entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entresociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la “subjetividadcreativa del ciudadano”. La red de estas relaciones forma el tejido social y constituye la

 base de una verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento deformas más elevadas de sociabilidad.14

 La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la sociabilidad es subrayada por la Iglesia en la encíclica “Quadragesimo anno”, en la que el principio de subsidiaridad se indica como principio importantísimo de la “ filosofía social”: “Como nose puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su

  propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que todaacción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembrosdel cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos” .15

Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en unaactitud de ayuda (« subsidium ») —por tanto de apoyo, promoción, desarrollo— respecto

a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otrasagregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos ysustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.

A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional,legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie deimplicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de

13 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1882.14 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 49: AAS 83 (1991) 854-856 y también Id., Carta enc.

Sollicitudo rei socialis, 15: AAS 80 (1988) 528-530.15 Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 203; cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimusannus, 48: AAS 83 (1991) 852-854; Catecismo de la Iglesia Católica, 1883.

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hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa,libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.

- Indicaciones concretas

 El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a estas últimas a ayudar a los particulares y a los cuerposintermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona,

  familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad. Laexperiencia constata que la negación de la subsidiaridad, o su limitación en nombre de una

 pretendida democratización o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces tambiénanula, el espíritu de libertad y de iniciativa.

Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y delaparato público: « Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el

Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de losaparatos públicos, dominados por las lógicas burocráticas más que por la preocupación deservir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos ». 16 La ausencia o el inadecuadoreconocimiento de la iniciativa privada, incluso económica, y de su función pública, asícomo también los monopolios, contribuyen a dañar gravemente el principio desubsidiaridad.

A la actuación del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promociónefectiva del primado de la persona y de la familia; la valoración de las asociaciones y de lasorganizaciones intermedias, en sus opciones fundamentales y en todas aquellas que no

 pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso ofrecido a la iniciativa privada, a finque cada organismo social permanezca, con las propias peculiaridades, al servicio del biencomún; la articulación pluralista de la sociedad y la representación de sus fuerzas vitales; lasalvaguardia de los derechos de los hombres y de las minorías; la descentralización

  burocrática y administrativa; el equilibrio entre la esfera pública y privada, con elconsecuente reconocimiento de la función  social  del sector privado; una adecuadaresponsabilización del ciudadano para « ser parte » activa de la realidad política y socialdel país.

 Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de suplencia.Piénsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo

  promueva la economía, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asumaautónomamente la iniciativa; piénsese también en las realidades de grave desequilibrio einjusticia social, en las que sólo la intervención pública puede crear condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, estasuplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamentenecesario, dado que encuentra justificación sólo en lo excepcional de la situación. En todocaso, el bien común correctamente entendido, cuyas exigencias no deberán en modo algunoestar en contraste con la tutela y la promoción del primado de la persona y de sus

 principales expresiones sociales, deberá permanecer como el criterio de discernimientoacerca de la aplicación del principio de subsidiaridad.

16 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 854.

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 j) Principio del bien común

Es «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a

cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección»(Gaudium et Spes, núm. 26). Es superior al interés privado, está unido inseparablemente al bien de la persona humana y compromete a los poderes públicos. Tiene un doble sentido.En primer lugar indica la apertura de las personas y los grupos a los intereses generales. Yen segundo lugar, señala el conjunto de indicaciones generales para que las personas y losgrupos sociales puedan desarrollarse integralmente.

EI bien común es comprendido como el conjunto de condiciones sociales que permiten alas personas alcanzar su plena potencialidad y realizar su dignidad humana. Lascondiciones sociales en las que piensa la Iglesia, presuponen el respeto a las personas, el

 bienestar y el desarrollo social del grupo y el mantenimiento de la paz y de la seguridad por 

 parte de la autoridad pública. Hoy, en una época de interdependencia global, el principiodel bien común conduce a la necesidad de estructuras internacionales que pueden promover el justo desarrollo de las personas y de las familias, por encima de las fronteras regionalesy nacionales.

Lo que constituye el bien común será siempre materia de discusión. La ausencia desensibilidad para el bien común es un signo cierto de decadencia de una sociedad. Cuandose erosiona el sentido de la comunidad, disminuye la inquietud por el bien común. Una

 buena preocupación comunitaria es el antídoto a un individualismo desenfrenado que,como el egoísmo ilimitado de las relaciones personales, puede destruir el equilibrio, laarmonía y la paz en el seno de los grupos, de los vecindarios, de las regiones y de lasnaciones.

Es conveniente mirar este esqueleto en el que se mueve el PSI; por supuesto hacer entrar estas enseñanzas sociales católicas en el centro de la Fe. Al realizarlo afirmamos que lo quecreemos está a la fuente de los que hacemos. Para los cristianos, no hay solamenteverdades que creer, sino también verdades que hay que poner en práctica. El reto es éste,

 pasar de lo doctrinal a lo práctico a la luz de los principios y valores. "La misión de la Iglesiano es sólo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo, aunque de suyo se refiere ala salvación de los hombres, se propone también la restauración del orden temporal" ( AA., 5).Guía a los cristianos en el cumplimiento de sus obligaciones como ciudadanos de este mundo.

Los cristianos y las comunidades necesitan formación y competencia en materias de ciencia yde política “que los capaciten para realizar una acción eficaz según criterios morales rectos[GS . 43; AA. 13;  LC. 79]”. Los cristianos (pastores y pueblo), "cada uno según sus propiascapacidades, preparación y funciones, en la diversidad de dones y ministerios, en la única mi-sión salvífica de la Iglesia". "Somos enviados como pueblo. El compromiso al servicio de lavida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente 'eclesial', que exige laacción concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de lacomunidad cristiana. Sin embargo, la misión comunitaria no elimina ni disminuye laresponsabilidad de cada persona, a la cual se dirige el mandato del Señor de 'hacerse prójimo'de cada hombre: 'Vete y haz tú lo mismo' (Lc 10,37)". ( EV , 79).

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1.3. Breve historia del Pensamiento Social de la Iglesia.

El PSI es tan antiguo como el mismo mensaje evangélico. Pero ese pensamiento, como"corpus" doctrinal específico, es reciente.

1.3.1. Desarrollo del PSI en la historia.

1.3.1.1. Dos etapas históricas diferenciadas.

En los documentos oficiales del Pensamiento Social de la Iglesia hay una intuición funda-mental y común a todos ellos: que la misión religiosa de la Iglesia pasa necesariamen te por suintervención en la vida social, partiendo siempre de los principios religiosos y morales delcristianismo.

Hasta ahora se pueden marcar dos etapas diferenciadas en el tiempo. Una se inicia con LeónXIII y culmina en Juan XXIII. Otra, desde el final de este Pontificado, con el Vaticano II, has-

ta nuestros días.

En la primera etapa el PSI forma un todo homogéneo: lo social es más cuestión moral que política, económica o técnica. La Iglesia ilumina la conciencia de los fieles y evita que se des-víen. La Revelación para los creyentes y los principios de derecho natural para todos loshombres, proporcionan a la Iglesia la solución. Casi no acude a las ciencias sociales.Propugna la conversión interior antes que las reformas de estructuras. Son los seglaresquienes han de poner en práctica esta doctrina.

Una segunda etapa, a partir de Mater et Magistra, introduce puntos que afectan al fondo y a laforma del pensamiento anterior. Evoluciona la eclesiología contextual, el método de abordar los problemas sociales y económicos, la traducción práctica de los principios, sus

 preocupaciones dominantes e incluso a su propia auto comprensión (MM ., 231-232). Hayhasta un cambio de carácter antropológico en el tratamiento: la dignidad de la persona y susderechos fundamentales los convierte en el eje de sus enseñanzas. Con dicho cambio, quevenía preparándose, se acerca a la mentalidad moderna.

Excluye intencionadamente el tono condenatorio, da mayor responsabilidad de iniciativa y de protagonismo a los cristianos laicos, se presenta como teología moral, basada en el Evangelio.

Juan Pablo II añade algunos aspectos nuevos: la cristificación (Orientaciones..., 13. Cfr. RH .,

7, 11, 13 y 18, en relación con GS ., 10). En los discursos de Puebla y en la encíclica  Re-demptor Hominis intensifica la fundamentación antropológica y eclesiológica que venía deatrás. Otro tanto hace con la fundamentación bíblica ( LE ., 3). En este tiempo el PapaBenedicto XVI ha recreado la reflexión relacionando la justicia y el amor, para buscar la

 justicia social.

1.3.1.2. Principales documentos. Contexto histórico

La locución doctrina social se remonta a Pío XI y designa el “corpus” doctrinal relativo atemas de relevancia social que, a partir de la encíclica “ Rerum novarum” de León XIII, seha desarrollado en la Iglesia a través del Magisterio de los Romanos Pontífices y de los

Obispos en comunión con ellos. La solicitud social no ha tenido ciertamente inicio con esedocumento, porque la Iglesia no se ha desinteresado jamás de la sociedad; sin embargo, la

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encíclica “Rerum novarum” da inicio a un nuevo camino: injertándose en una tradición plurisecular, marca un nuevo inicio y un desarrollo sustancial de la enseñanza en camposocial.17

 En su continua atención por el hombre en la sociedad, la Iglesia ha acumulado así un rico

 patrimonio doctrinal. Éste tiene sus raíces en la Sagrada Escritura, especialmente en elEvangelio y en los escritos apostólicos, y ha tomado forma y cuerpo a partir de los Padresde la Iglesia y de los grandes Doctores del Medioevo, constituyendo una doctrina en lacual, aun sin intervenciones explícitas y directas a nivel magisterial, la Iglesia se ha idoconsiderando el tema social progresivamente.

  Los eventos de naturaleza económica que se produjeron en el siglo XIX tuvieronconsecuencias sociales, políticas y culturales devastadoras. Los acontecimientosvinculados a la revolución industrial trastornaron estructuras sociales seculares,ocasionando graves problemas de justicia y dando lugar a la primera gran cuestión social,la cuestión obrera, causada por el conflicto entre capital y trabajo. La iglesia, ante un

cuadro semejante, advirtió la necesidad de intervenir de un modo nuevo: las “res novae”,constituidas por aquellos eventos, representaban un desafío para su enseñanza y motivabanuna especial solicitud pastoral hacia ingentes masas de hombres y mujeres. Era necesarioun renovado discernimiento de la situación, capaz de proponer y delinear solucionesapropiadas a problemas inusitados e inexplorados.

De la « Rerum novarum » hasta nuestros días

Como respuesta a la primera gran cuestión social, León XIII promulga la primeraencíclica social, la Rerum novarum. Esta examina la condición de los trabajadoresasalariados, especialmente penosa para los obreros de la industria, afligidos por unaindigna miseria. La cuestión obrera es tratada de acuerdo con su amplitud real: esestudiada en todas sus articulaciones sociales y políticas, para ser evaluada adecuadamentea la luz de los principios doctrinales fundados en la Revelación, en la ley y en la moralnatural.

La Rerum novarum enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismocomo remedio y expone, precisándola y actualizándola, “la doctrina social sobre el trabajo,sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración contrapuesto a la luchade clases como medio fundamental para el cambio social, sobre el derecho de los débiles,sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el

  perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales”.18

 La Rerum novarum se ha convertido en el documento inspirador y de referencia de laactividad cristiana en el campo social . El tema central de la encíclica es la instauración deun orden social justo, en vista del cual se deben identificar los criterios de juicio queayuden a valorar los ordenamientos socio-políticos existentes y a proyectar líneas de acción

 para su oportuna transformación.

17

Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2421.18 Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina socialde la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 20, Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1988, p. 24.

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La  Rerum novarum afrontó la cuestión obrera con un método que se convertirá en un paradigma permanente19 para el desarrollo sucesivo de la doctrina social. Los principiosafirmados por León XIII serán retomados y profundizados por las encíclicas socialessucesivas. Toda la doctrina social se podría entender como una actualización, una

 profundización y una expansión del núcleo originario de los principios expuestos en la

 Rerum novarum. Con este texto, valiente y clarividente, el Papa León XIII confirió a laIglesia una especie de “carta de ciudadanía” respecto a las realidades cambiantes de la vida pública y escribió unas palabras decisivas, que se convirtieron en un elemento permanentede la doctrina social de la Iglesia, afirmando que los graves problemas sociales podían ser resueltos solamente mediante la colaboración entre todas las fuerzas20 y añadiendo tambiénque “por lo que se refiere a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto ella regateará suesfuerzo”.21

A comienzos de los años Treinta, a breve distancia de la grave crisis económica de 1929,Pío XI publica la encíclica Quadragesimo anno, para conmemorar los cuarenta años de la

 Rerum novarum. El Papa relee el pasado a la luz de una situación económico-social en la

que a la industrialización se había unido la expansión del poder de los grupos financieros,en ámbito nacional e internacional. Era el período posbélico, en el que estaban afirmándoseen Europa los regímenes totalitarios, mientras se exasperaba la lucha de clases. LaEncíclica advierte la falta de respeto a la libertad de asociación y confirma los principios desolidaridad y de colaboración para superar las antinomias sociales. Las relaciones entrecapital y trabajo deben estar bajo el signo de la cooperación.22

La Quadragesimo anno confirma el principio que el salario debe ser proporcionado no sóloa las necesidades del trabajador, sino también a las de su familia. El Estado, en lasrelaciones con el sector privado, debe aplicar el  principio de subsidiaridad , principio quese convertirá en un elemento permanente de la doctrina social. La Encíclica rechaza elliberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas económicas, a la vezque reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su función social. En unasociedad que debía reconstruirse desde su base económica, convertida toda ella en la“cuestión” que se debía afrontar, “Pío XI sintió el deber y la responsabilidad de promover un mayor conocimiento, una más exacta interpretación y una urgente aplicación de la leymoral reguladora de las relaciones humanas..., con el fin de superar el conflicto de clases yllegar a un nuevo orden social basado en la justicia y en la caridad”.23

 Pío XI no dejó de hacer oír su voz contra los regímenes totalitarios que se afianzaron en Europa durante su Pontificado. Ya el 29 de junio de 1931 había protestado contra los

atropellos del régimen fascista en Italia.24

En 1937 publicó la encíclica Mit brennender Sorge, sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán. Este texto fue leídodesde el púlpito de todas las iglesias católicas en Alemania, tras haber sido difundido conla máxima reserva. La encíclica llegaba después de años de abusos y violencias y habíasido expresamente solicitada a Pío XI por los Obispos alemanes, a causa de las medidascada vez más coercitivas y represivas adoptadas por el Reich en 1936, en particular con

19 Juan Pablo II, Carta enc. Centessimus annus, 520 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 6021 León XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 14322 Cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 186-189.23

Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina socialde la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 21, Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1988, p. 24.

24 Cf. Pío XI, Carta encíclica. Non abbiamo bisogno.

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respecto a los jóvenes, obligados a inscribirse en la “Juventud hitleriana”. El Papa se dirigea los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles laicos, para animarlos y llamarlos a laresistencia, mientras no se restablezca una verdadera paz entre la Iglesia y el Estado. En1938, ante la difusión del antisemitismo, Pío XI afirmó: “Somos espiritualmente semitas”.

Con la encíclica  Divini Redemptoris, sobre el comunismo ateo y sobre la doctrina socialcristiana, Pío XI criticó de modo sistemático el comunismo, definido intrínsecamentemalo,25 e indicó como medios principales para poner remedio a los males producidos por éste, la renovación de la vida cristiana, el ejercicio de la caridad evangélica, elcumplimiento de los deberes de justicia a nivel interpersonal y social en orden al biencomún, la institucionalización de cuerpos profesionales e interprofesionales.

Los Radiomensajes navideños de Pío XII, junto a otras de sus importantes intervencionesen materia social, profundizan la reflexión magisterial sobre un nuevo orden social,gobernado por la moral y el derecho, y centrado en la justicia y en la paz. Durante suPontificado, Pío XII atravesó los años terribles de la Segunda Guerra Mundial y los

difíciles de la reconstrucción. No publicó encíclicas sociales, sin embargo manifestóconstantemente, en numerosos contextos, su preocupación por el orden internacionaltrastornado: “En los años de la guerra y de la posguerra el Magisterio social de Pío XIIrepresentó para muchos pueblos de todos los continentes y para millones de creyentes y nocreyentes la voz de la conciencia universal, interpretada y proclamada en íntima conexióncon la Palabra de Dios. Con su autoridad moral y su prestigio, Pío XII llevó la luz de lasabiduría cristiana a un número incontable de hombres de toda categoría y nivel social”.26

Una de las características de las intervenciones de Pío XII es el relieve dado a la relaciónentre moral y derecho. El Papa insiste en la noción de derecho natural, como alma delordenamiento que debe instaurarse en el plano nacional e internacional. Otro aspectoimportante de la enseñanza de Pío XII es su atención a las agrupaciones profesionales yempresariales, llamadas a participar de modo especial en la consecución del bien común:Por su sensibilidad e inteligencia para captar “los signos de los tiempos”, Pío XII puede ser considerado como el precursor inmediato del Concilio Vaticano II y de la enseñanza socialde los Papas que le han sucedido.

Los años Sesenta abren horizontes prometedores: la recuperación después de lasdevastaciones de la guerra, el inicio de la descolonización, las primeras tímidas señales deun deshielo en las relaciones entre los dos bloques, americano y soviético. En este clima, el

 beato Juan XXIII lee con profundidad los signos de los tiempos.163 La cuestión social se

está universalizando y afecta a todos los países: junto a la cuestión obrera y la revoluciónindustrial, se delinean los problemas de la agricultura, de las áreas en vías de desarrollo, delincremento demográfico y los relacionados con la necesidad de una cooperacióneconómica mundial. Las desigualdades, advertidas precedentemente al interno de las

 Naciones, aparecen ahora en el plano internacional y manifiestan cada vez con mayor claridad la situación dramática en que se encuentra el Tercer Mundo.Juan XXIII, en la encíclica Mater et magistra, “trata de actualizar los documentos yaconocidos y dar un nuevo paso adelante en el proceso de compromiso de toda lacomunidad cristiana”.27 Las palabras clave de la encíclica son comunidad y socialización:

25 Pío XI, Carta enc. Divini Redemptoris: AAS 29 (1937) 130.

26 Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina socialde la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 22, Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1988, p. 25.

27  Ibid . P. 25

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la Iglesia está llamada a colaborar con todos los hombres en la verdad, en la justicia y en elamor, para construir una auténtica comunión. Por esta vía, el crecimiento económico no selimitará a satisfacer las necesidades de los hombres, sino que podrá promover también sudignidad.

Con la encíclica  Pacem in terris, Juan XXIII pone de relieve el tema de la paz, en unaépoca marcada por la proliferación nuclear. La   Pacem in terris contiene, además, la primera reflexión a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos; es la encíclica de la paz y de la dignidad de las personas. Continúa y completa el discurso de la Mater et magistra y, en la dirección indicada por León XIII, subraya la importancia de lacolaboración entre todos: es la primera vez que un documento de la Iglesia se dirigetambién a todos los hombres de buena voluntad , llamados a una tarea inmensa: “la deestablecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y laégida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad”.28 La  Pacem in terris se detienesobre los poderes públicos de la comunidad mundial , llamados a “examinar y resolver los

 problemas relacionados con el bien común universal en el orden económico, social,

 político o cultural”.29 En el décimo aniversario de la  Pacem in terris, el Cardenal MauriceRoy, Presidente de la Pontificia Comisión “Iustitia et Pax”, envió a Pablo VI una carta,acompañada de un documento con un serie de reflexiones sobre el valor de la enseñanza dela encíclica del Papa Juan para iluminar los nuevos problemas vinculados con la promociónde la paz.30

La Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, constituye unasignificativa respuesta de la Iglesia a las expectativas del mundo contemporáneo. En estaConstitución, “en sintonía con la renovación eclesiológica, se refleja una nueva concepciónde ser comunidad de creyentes y pueblo de Dios. Y suscitó entonces nuevo interés por ladoctrina contenida en los documentos anteriores respecto del testimonio y la vida de loscristianos, como medios auténticos para hacer visible la presencia de Dios en el mundo ».31 

La Gaudium et spes delinea el rostro de una Iglesia “íntima y realmente solidaria delgénero humano y de su historia”,32 que camina con toda la humanidad y está sujeta,

 juntamente con el mundo, a la misma suerte terrena, pero que al mismo tiempo es “comofermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse enfamilia de Dios”.33

La « Gaudium et spes » estudia orgánicamente los temas de la cultura, de la vidaeconómico-social, del matrimonio y de la familia, de la comunidad política, de la paz y dela comunidad de los pueblos, a la luz de la visión antropológica cristiana y de la misión de

la Iglesia. Todo ello lo hace a partir de la persona y en dirección a la persona, “únicacriatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo”.34 La sociedad, sus estructuras y sudesarrollo deben estar finalizados a consolidar y desarrollar las cualidades de la personahumana. Por primera vez el Magisterio de la Iglesia, al más alto nivel, se expresa en modotan amplio sobre los diversos aspectos temporales de la vida cristiana. “Se debe reconocer que la atención prestada en la Constitución a los cambios sociales, psicológicos, políticos,

28 Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris29 Ibid.30 Cf. Roy, Card. Maurice, Carta a Pablo VI y Documento con ocasión del X Aniversario de la « Pacem in

terris »: L'Osservatore Romano, edición española, 22 de abril de 1973, pp. 3-10.31 Orientaciones, p. 27.32 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, p. 1.33 Ibid, p. 40.34 Ibid, p. 24.

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económicos, morales y religiosos ha despertado cada vez más... la preocupación pastoral dela Iglesia por los problemas de los hombres y el diálogo con el mundo”. 35

“El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”,36 afirma Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio, que puede ser considerada una ampliación del capítulo sobre la vida

económico-social de la Gaudium et spes, no obstante introduzca algunas novedadessignificativas. En particular, el documento indica las coordenadas de un desarrollo integraldel hombre y de un desarrollo solidario de la humanidad: “dos temas estos que han deconsiderarse como los ejes en torno a los cuales se estructura todo el entramado de laencíclica. Queriendo convencer a los destinatarios de la urgencia de una acción solidaria, elPapa presenta el desarrollo como ‘el paso de condiciones de vida menos humanas acondiciones de vida más humanas’, y señala sus características”.37 Este paso no estácircunscrito a las dimensiones meramente económicas y técnicas, sino que implica, paratoda persona, la adquisición de la cultura, el respeto de la dignidad de los demás, elreconocimiento de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin.Procurar el desarrollo de todos los hombres responde a una exigencia de justicia a escala

mundial, que pueda garantizar la paz planetaria y hacer posible la realización de unhumanismo pleno,38 gobernado por los valores espirituales.

En esta línea, Pablo VI instituye en 1967 la Pontificia Comisión  Iustitia et Pax, cumpliendoun deseo de los Padres Conciliares, que consideraban “muy oportuno que se cree unorganismo universal de la Iglesia que tenga como función estimular a la comunidadcatólica para promover el desarrollo de los países pobres y la justicia socialinternacional”.39 Por iniciativa de Pablo VI, a partir de 1968, la Iglesia celebra el primer díadel año la  Jornada Mundial de la Paz. El mismo Pontífice dio inicio a la tradición de losMensajes que abordan el tema elegido para cada Jornada Mundial de la Paz, acrecentandoasí el corpus de la doctrina social.

A comienzos de los años Setenta, en un clima turbulento de contestación fuertementeideológica, Pablo VI retoma la enseñanza social de León XIII y la actualiza, con ocasióndel octogésimo aniversario de la   Rerum novarum, en la Carta apostólica Octogesimaadveniens. El Papa reflexiona sobre la sociedad post-industrial con todos sus complejos

 problemas, poniendo de relieve la insuficiencia de las ideologías para responder a estosdesafíos: la urbanización, la condición juvenil, la situación de la mujer, la desocupación,las discriminaciones, la emigración, el incremento demográfico, el influjo de los medios decomunicación social, el medio ambiente.

Al cumplirse los noventa años de la  Rerum novarum, Juan Pablo II dedica la encíclica Laborem exercens - al trabajo, como bien fundamental para la persona, factor primario dela actividad económica y clave de toda la cuestión social. La Laborem exercens delinea unaespiritualidad y una ética del trabajo, en el contexto de una profunda reflexión teológica yfilosófica. El trabajo debe ser entendido no sólo en sentido objetivo y material; es necesariotambién tener en cuenta su dimensión subjetiva, en cuanto actividad que es siempreexpresión de la persona. Además de ser un paradigma decisivo de la vida social, el trabajotiene la dignidad propia de un ámbito en el que debe realizarse la vocación natural ysobrenatural de la persona.35 Orientaciones, p. 28.36 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 76-8037 Orientaciones, p. 29.38 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 4239 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 90.

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Con la encíclica Sollicitudo rei socialis, Juan Pablo II conmemora el vigésimo aniversariode la  Populorum progressio y trata nuevamente el tema del desarrollo bajo un dobleaspecto: “el primero, la situación dramática del mundo contemporáneo, bajo el perfil deldesarrollo fallido del Tercer Mundo, y el segundo, el sentido, las condiciones y las

exigencias de un desarrollo digno del hombre”.40

La encíclica introduce la distinción entre  progreso y desarrollo, y afirma que “el verdadero desarrollo no puede limitarse a lamultiplicación de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino que debe contribuir a la plenitud del ‘ser’ del hombre. De este modo, pretende señalar con claridad el carácter moral del verdadero desarrollo”.41 Juan Pablo II, evocando el lema del pontificado de PíoXII, Opus iustitiae pax, la paz como fruto de la justicia, comenta: “Hoy se podría decir, conla misma exactitud y análoga fuerza de inspiración bíblica (cf. Is 32,17; St 3,18), Opus

 solidaritatis pax, la paz como fruto de la solidaridad”.42

En el centenario de la  Rerum novarum, Juan Pablo II promulga su tercera encíclica social,la Centesimus annus, que muestra la continuidad doctrinal de cien años de Magisterio

social de la Iglesia. Retomando uno de los principios básicos de la concepción cristiana dela organización social y política, que había sido el tema central de la encíclica precedente,el Papa escribe: « el principio que hoy llamamos de solidaridad ... León XIII lo enunciavarias veces con el nombre de “amistad”...; por Pío XI es designado con la expresión nomenos significativa de “caridad social”, mientras que Pablo VI, ampliando el concepto, enconformidad con las actuales y múltiples dimensiones de la cuestión social, hablaba de“civilización del amor” ».193 Juan Pablo II pone en evidencia cómo la enseñanza social dela Iglesia avanza sobre el eje de la reciprocidad entre Dios y el hombre: reconocer a Diosen cada hombre y cada hombre en Dios es la condición de un auténtico desarrollo humano.El articulado y profundo análisis de las res novae, y especialmente del gran cambio de1989, con la caída del sistema soviético, manifiesta un aprecio por la democracia y por laeconomía libre, en el marco de una indispensable solidaridad.

Benedicto XVI, el papa actual, retoma el aspecto social desde la perspectiva del amor,visto como justicia, en la encíclica Deus Caritas est, Dios es amor.

 Los documentos aquí evocados constituyen los hitos principales del camino de la doctrina social desde los tiempos de León XIII hasta nuestros días. Esta sintética reseña se alargaríaconsiderablemente si tuviese cuenta de todas las intervenciones motivadas por un temaespecífico, que tienen su origen en “la preocupación pastoral por proponer a la comunidadcristiana y a todos los hombres de buena voluntad los principios fundamentales, los

criterios universales y las orientaciones capaces de sugerir las opciones de fondo y la praxiscoherente para cada situación concreta”.43

1.4. Pensamiento Social en América Latina.

40 Orientaciones, p. 31.41 Ibid., p. 31.42 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 3943 Orientaciones, p. 34.

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A partir del siglo XVI se fue superando la visión estática del universo y de la vida ycomenzó a gestarse un cambio social44. 

La revisión histórica que se viene haciendo desde principios de siglo, ha despejado en parteel panorama. Es cierto que hubo sectores eclesiales cómplices de los dominadores, pero

también es cierto que la iglesia templó la violencia de los conquistadores, previno lacomisión de crímenes contra la humanidad y promovió la autodeterminación y el derechode autodefensa de los oprimidos. El núcleo de la cultura latinoamericana, a pesar de lasmúltiples dificultades por la que atravesó la iglesia a lo largo de estos cuatro siglos, haceque nuestro continente siga siendo cristiano, aunque dotado de una fe muy poco explícita yoperante.

En América latina entró, juntamente con la conquista, la cristiandad colonial: una culturadonde el cristianismo era “parte integral”, como lo era en España, donde el Reino de Dioscoincidía con el proyecto histórico español.

Aquí también el cristianismo se identificó con la totalidad de la estructura social, con todaslas ventajas y todos los defectos que significa esa actitud.

Desde principios del siglo pasado comienzan los movimientos de independencia: el clero,especialmente el “bajo clero” – criollo en su totalidad – también se juega a favor de laruptura con España, pesando en forma decisiva en el movimiento emancipador 45. En casitodos nuestros países, la iglesia, a través de los sacerdotes y religiosos (no siempre de losobispos) patrocinó y consagró el acto primero de la independencia. Pero había muchadivisión. El patronato, que por inercia histórica heredaron los gobiernos independientes,dificulto el nombramiento de obispos, se clausuraron los seminarios y declinósensiblemente el número y la calidad de los sacerdotes. Cundió el anticlericalismo, entró encrisis la cristiandad y a finales de siglo la Iglesia oficial estaba debilitada y exhausta.La teología vigente seguía siendo conservadora, tradicional, despreocupada de las tareastemporales, aunque sustentada por gente fuertemente instalada en el “más – acá”; unateología que reflejaba la mentalidad de los terratenientes y dueños de las minas, unateología cuyo enemigo era el liberalismo burgués, el comunismo, el protestantismo y los“tiempos modernos”.

La pastoral oficial, a su vez, hacía causa común con los partidos conservadores y seenfrentaba con los partidos liberales y con grupos de izquierda.

De ese modo pensaba defender las convicciones y posiciones de la Iglesia sobre escuelas,unión Iglesia- Estado, matrimonio, etc. Era una acción política que la arrastraría hasta laviolencia, como sucedió mas tarde en México.

A lo más de Iglesia asumía un papel de mediadora, de conciliadora en los conflictossociales y políticos. Obispos y sacerdotes mediaron en la colonia en beneficio de losesclavos y más adelante ante los patrones para aliviar la suerte de los campesinos.

44 Basta leer su violento ataque a “Los principios sociales del Cristianismo” en un artículo de 1847, titulado“El comunismo de “El observador Renano” (Cf. Coste R., “Analyse marxiste et foi chrétienne”, les

éditions ouvrieres , París, 1976, pp. 164-167)45 Dussel E.d., “Hipótesis para una historia de la Iglesia en América latina”, Estela, IEPAL, Barcelona, 1967, p. 108.

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En un sistema de cristiandad esa forma de intervención fue más o menos eficaz. Pero hoyeso ya no funciona; por eso, la Iglesia ha pasado de una pastoral de “mediación” a una

 pastoral de “compromiso”.

a- Defensa del derechos de los indios

P. Francisco de Vitoria (Burgos 1483. Salamanca 1546). Es un profesor de la Universidad deSalamanca que no sólo renueva los estudios teológicos, sino que marca un hito en el derecho

 público, creando el derecho internacional. Su obra explica la de Sto. Tomás de Aquino.

En la reelección De Indis prior rechaza la usurpación como título justificativo de dominio yafirma que los indios eran los verdaderos dueños, antes de la llegada de los españoles. Tam-

 bién considera títulos ilegítimos para justificar la soberanía castellana la autoridad universaldel emperador, la temporal del papa, el descubrimiento, el no recibir los indios el Evangelio,los pecados de estos, la adquisición por enajenación contractual y la ordenación divina.

P. Bartolomé de las Casas (Sevilla 1477. Madrid 1566). En 1515 regresa a España de dondehabía partido para América. Aquí inicia su labor de defensa de los indios contra encomiendasy repartimientos, hasta ser nombrado protector de los indios por Cisneros (1516). Contra laconquista, preconiza la colonización pacífica, con instalaciones de labradores y misioneros.En 1540 redacta su  Brevísima historia de la destrucción de las Indias. Esta obra supone unalegato, frente a las acusaciones que los colonizadores españoles le hacen, por su apostoladoen favor de los indios. Denuncia el sistema colonización introducido en las Indias, basado enla violencia y la rapiña en vez de la humanidad y la justicia. La obra logra gran resonancia,influyendo en la legislación de Indias.

P. Francisco de Suárez (Granada 1548. Lisboa 1617). Es profesor jesuita en Lisboa. En suobra de filosofía del derecho afirma que "la potestad civil, en cuanto se encuentra en unhombre o príncipe por derecho legítimo y ordinario, emana del pueblo y de la comunidad,

 próxima o remotamente, y no puede tenerse de otro modo para que sea justa (...) Estando esta potestad conforme a la naturaleza de las cosas inmediatamente en la comunidad, para que ellacomience a estar en otra persona, como en el príncipe supremo, es necesario que se le atribuya

 por el consentimiento de la comunidad".

Para Suárez, el Estado es quien vigila el bien de la comunidad y el bien común de todos loshombres. Su tesis limita el poder, establece barreras morales y atribuye soberanía al pueblo,

 pero sólo desde la teoría, pues su obra se conforma con el orden establecido.

b- Inquietud por el problema social

Y así, llegamos hasta el SIGLO XX. En América latina el despegue hacia laindustrialización comienza en la época del 30. En esa época va perdiendo poder la claseliberal anticatólica y el catolicismo cobra un nuevo aliento.

La Iglesia se va retirando de la vida política y se va centrando siempre más en los problemas de la ética social (“la cuestión social”) y de justicia económico- social. Losteólogos – que ya se formaban en Roma – introducen en el Continente la Acción Católica,fundada por Pío XI en 1922 y definida como “la participación de los laicos en el

apostolado jerárquico de la Iglesia”. Y con la Acción Católica surgen otras instituciones

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semejantes, alimentadas por la nueva teología de la “nueva cristiandad”; decimos “nueva” porque la antigua había casi desaparecido bajo la persecución laicista de los liberales46.

Ciertos sectores cristianos comenzaron a abrirse a lo que se llamó “el problema social”, pero con un análisis socioeconómico muy deficiente: se contentaban con afirmaciones

doctrinales, principistas y ahistóricas, divorciadas en general del compromiso concreto.Después de la Segunda Guerra Mundial se tomó conciencia de que los Católicos deAmérica Latina representaban casi un tercio de los católicos del mundo y comenzó el envíode sacerdotes, religiosos y laicos europeos y la remesa de considerables sumas de dinero

 para apoyar las obras que se iban emprendiendo.

La tarea era reconvertir a las naciones latinoamericanas en naciones católicas, dominando,la enseñanza, la política, en fin, todo lo que pudiera dominarse, que eso es la “cristiandad”.El Reino de Cristo parecía exigir que se reconociera la Religión Católica como la oficial ymayoritaria.

“Los teólogos se formaban ahora no solo en Italia, sino que los más progresistas iban aFrancia, país de la pastoral, de las experiencias catequéticas, de los sacerdotes obreros, etc.La “doctrina social” de la Iglesia permitía a muchos realizar experiencias de compromisosobreros o en grupos marginados”47. Es la época en que surgen universidades católicas ycentros teológicos, y comienza una tibia “lucha social”.

Los militantes obreros de la JOC hicieron posible incluso cierta presencia de la Iglesia enel mundo del trabajo.

Bajo el influjo de E. Mounier, J. Maritain, el dominico Lebret, etc., se fueron formando partidos de inspiración cristiana: en la década del 30 en Chile y más tarde en Argentina,Venezuela y otros países. También surgió la Confederación Latinoamericana de SindicatosCristianos.

En Río de Janeiro, en 1955, se realiza la “Primera Conferencia General del EpiscopadoLatinoamericano”, cuyo tema fue la formación del clero; pero ya se destaca allí la“situación infrahumana” en que viven muchos trabajadores, la transformación que sufrenlas estructuras sociales a causa del proceso de industrialización y la necesidad de una

 presencia activa de una Iglesia en el mundo económico - social (no 45 )

Allí mismo queda constituido el CELAM, “Consejo Episcopal Latinoamericano”,

organización que coordina los diversos centros donde se irán formando los teólogosmilitantes de la época siguiente. Tres años después los religiosos se confederan en laCLAR y poco a poco comienza la organización latinoamericana de todo tipo demovimientos, desde los bíblicos hasta los sindicales. Pero en teología se sigue imitando yaplicando lo europeo, sin conocimiento histórico ni real de estos países.

c- La Iglesia Latinoamericana con los signos de los tiempos

Sin embargo, poco a poco entramos en una nueva época. Desde 1962, comienzo delConcilio Vaticano II, hasta Medellín (1968) irá cambiando la actitud de la Iglesia; la

46 Maritain soñó siempre en esta “Nueva Cristiandad”. Cf. “Humanismo Integral”, C. Lohlé, Buenos Aires,1972, pp. 42 y 108.

47 Dussel E.D., “Desintegración de la cristiandad colonial...”, o.c.,p. 125.

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Iglesia, declarada “servidora de la humanidad” por Pablo VI en 196548, comenzará ahora aintervenir en lo social no para salvaguardar sus convicciones o posiciones, sino paradefender y liberar al hombre latinoamericano oprimido.

Esta es la gran novedad de Medellín y el secreto de su éxito: el hombre aceptará en la

Iglesia una “actitud política”, si esta actitud no defiende sus intereses sino los del hombreoprimido.

Era una época en que, bajo la inspiración de la “Populorum Progressio”, se pensabadesarrollar nuestras naciones según el modelo de las naciones desarrolladas y con la ayudade éstas (en concreto de Estados Unidos y Europa). La “Alianza para el Progreso” estabaen esta línea.

La reflexión cristiana a que dio lugar esta situación ya era una teología que se acercaba a larealidad, pero que aún ignoraba “el problema de las clases y de la dependencia que elcontinente latinoamericano sufría bajo el poder económico, político y militar de los

Estados Unidos”49. Este movimiento de reflexión desarrollista, condicionando por ladécada del 60, culminará en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,realizada en MEDELLÍN, que es como el Vaticano II de América Latina. (Hay quereconocer que en el Vaticano II apenas si se oye el clamor del Tercer Mundo y de las clasesexplotadas).

Pablo VI cuando llegó a Colombia para inaugurar Medellín, dijo el 22 de agosto: “Lalucidez y la valentía del Espíritu es necesario que se haga hoy presente para promover la

 justicia social, para amar y defender a los pobres”.

Medellín trata de poner a América Latina a la luz de los reflectores, tomar conciencia de susituación efectiva y elaborar planos de acción. Rechaza la violencia como solución de los

 problemas, pero denuncia enérgicamente la “violencia institucionalizada” contra el pobre.En los Documentos finales todavía aflora el vocabulario desarrollista, pero ya asomaabiertamente el tema de la liberación: “Es el mismo Dios quien, en la plenitud de lostiempos, envía a su Hijo para que hecho carne, venga a liberar a todos los hombres de todaslas esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria, laopresión, en una palabra, la injusticia y el odio que tienen su origen en el egoísmohumano”50. La Iglesia “defensora de los indios” desde el descubrimiento, trató de adaptar esa actitud evangélica a la hora que viven nuestros pueblos.

Tres años después, en 1971, el Sínodo de los Obispos, en Roma, ratificó el pensamiento deMedellín: “El combate por la justicia y la participación en la transformación del mundo senos muestran plenamente como una dimensión constitutiva de la predicación delEvangelio”. “La misión de predicar el Evangelio en el tiempo presente, requiere que nosempeñemos en la liberación integral del hombre, ya desde ahora, en su existencia terrena”51

Por entonces ya habían surgido centros de reflexión latinoamericana (OSLAM, IPLA, etc.)y los teólogos ya se iban haciendo cargo de la problemática angustiosa de pobreza einjusticia que sufría nuestro continente. Numerosos sacerdotes, impacientes por una acción48 Discurso de Clausura del Conc. Vaticano II, 7-XII-1965. Cf. Concilio Vaticano II, BAC, Madrid, 1966,

 p. 1028.49 Dussel E.D., “Desintegración de la cristiandad...”, o.c., p. 125.50 Documento de Medellín, Justicia, II, 3.51 Sin. De Obispo, “Documentos”, Sígueme, Salamanca, 1972, pp. 55 y 66 .

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rápida en el área social, habían tomado partido, individual y en grupos, ejerciendo unanueva especie de liderazgo político y social, que la mayoría de los obispos criticaba comoimpropio de sus funciones sacerdotales. No faltaron quienes hicieran causa común con losmarxistas (“Cristianos por el Socialismo”). Todo esto creó tensiones en el ámbito eclesial.La masa de los católicos permaneció al margen de estos compromisos y siguió expresando

su fe mediante las devociones populares, salvo algunos que adoptaron actitudes radicaleshasta enrolarse en grupos guerrilleros.

d- La Teología de la Liberación

La reflexión teológica siguió un camino paralelo: desde 1968 a 1972, encabezada por Gustavo Gutiérrez, se fue formulando la teología de la liberación, cuya historia puederemontarse hasta Bartolomé de las Casas (s. XVI), pero cuyo estímulo inmediato fueron losmovimientos de liberación presentes aquí y allí en nuestro continente. Los grupos dereflexión (“Sacerdotes para el Tercer Mundo”, en Argentina, el “Grupo de los 80” enChile, el ONIS en Perú, etc.) ven que el subdesarrollo se debe a la expoliación de los

 países ricos; no se puede hablar de “desarrollo” sin una previa “liberación”.

Hay que empezar por una ruptura de la dependencia. Los países que comen mucho, dejanhambrientos a los demás. El subdesarrollo es un “subproducto” del desarrollo capitalista.El Tercer Mundo se desangra para que viva el mundo desarrollado. Por las venas abiertasde América Latina se escapan el petróleo, el oro, el estaño, el uranio, el hierro, el carbón,los plátanos, el café, el azúcar, el cacao... dejando a la comunidad anémica y exangüe 52.Como decía Pablo VI, cuando el tercer mundo recibe ayuda de los países ricos, tiene laimpresión de que le devuelven con una mano apenas una pequeña parte de lo que le quitancon la otra53. 

Pero ¿qué tiene que ver esto con la teología? Tiene que ver. Los problemas económicos y políticos se traducen de inmediato en problemas teológicos. Todo puede ser reflexionadoteológicamente. Lo que caracteriza a la ciencia teológica más que el objeto de su estudio essu perspectiva: la perspectiva teológica es la de la fe54. Y justamente Medellín señala el

 pasaje de una teología del desarrollo a una teología de la liberación.

Las categorías que funcionan en adelante ya no son “desarrollo-subdesarrollo”; seconcentran en el dilema “Opresión-liberación”. Se habla de un cambio radical de situacióny no solo de una reforma parcial. La TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, elaborada por hombres comprometidos desde las bases en el proceso latinoamericano, es una reflexión a

 partir de una verdad que “se hace” y que no sólo “se afirma”. El que reflexiona en estaonda tiene que acompañar al pueblo desde el pueblo en su proceso de liberación: sólo así podrá señalar cómo tiene que ser la presencia y la acción de la Iglesia en su campo deacción. El peligro que corre es el de convertirse en una justificación ideológica o un avalreligioso al servicio de una opción política revolucionaria y, si sus líderes son sacerdotes, elderivar hacia un clericalismo de izquierda.

e- Documento de Puebla

52 Cf. Galeano E., “Las venas abiertas de A. Latina”, Siglo XXI, 1980.53 Encíclica “Populorum Progressio”, nº 56.54 Santo Tomás de Aquino, “Suma Teológica” I, q. 1, a.7.

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Diez años después de Medellín, a principios de 1979, los Obispos de Latinoamérica,reunidos en su III Conferencia Episcopal en la ciudad de PUEBLA DE LOS ANGELES(México), ejerciendo su magisterio extraordinario nos entregaron un precioso documento.

Al referirse al tema de la “Evangelización, liberadora y promoción humana” Puebla

comienza reconociendo los esfuerzos de muchos cristianos de América Latina parailuminar las situaciones conflictivas con la Palabra de Dios.

A partir de Medellín -añade- hubo en este campo avance y retrocesos (470-471). Luegoaborda el tema de la “ENSEÑANZA SOCIAL DE LA IGLESIA”, definiéndola como “unconjunto de orientaciones doctrinales y criterio de acción” (472) . Lo novedoso no es tantoel contenido cuanto el rejuvenecimiento de la Enseñanza Social de la Iglesia: en Puebla setoma conciencia clara y definida del hecho de que la Iglesia posee esta Doctrina propia ydel valor que tiene para formar la conciencia social de los fieles y sensibilizarlos a fin deque sepan “responder de manera eficaz a los desafíos y problemas graves que surgen denuestra realidad latinoamericana” (476).

Los obispos de Puebla no podían olvidar que casi la tercera parte de los habitantes deAmérica Latina viven en extrema pobreza55. Al hacer una radiografía pastoral del contextosociocultural del continente enumeran las infinitas angustias que tienen su origen en la

  pobreza (nº 15-71); y acaban por hacer una “clara y profética opción preferencial ysolidaria por los pobres” (1134).

El servicio al pobre es, para la Iglesia, un criterio para saber si sigue a Cristo que se haidentificado con los pobres de su tiempo; se trata entonces no sólo de una opción ética, sinoteológica. Esta opción quiere llevar a la Iglesia a comprometerse en la liberación del pobrey del oprimido, a vivir más modestamente e incitar a los cristianos a una sobriedad ymoderación en sus vidas. En el “Mensaje a los pueblos de América Latina” , los Obisposconfiesan paladinamente: “Aún estamos lejos de vivir todo lo que predicamos” (nº 2). Estaopción por los pobres es el núcleo central de Puebla y su principio de interpretación. Todoslos números del Documento debieran ser leídos desde esta opción preferencial. Hay enPuebla dos polos interactivos: los pobres y su liberación integral.

En Puebla los obispos se propusieron abiertamente esclarecer el concepto de liberación(480-490). No se refirieron a las “teologías de la liberación”, que son interpretaciones

 particulares de la liberación cristiana, esfuerzos de sistematización o aplicaciones a lasituación de América Latina, teologías de diversas tendencias y de diverso valores;

tampoco condenaron la “teología de la liberación”, salvo ciertas líneas de algunas de ellas.Hicieron algo mucho más importante: pusieron las bases de la auténtica liberación cristianaintegral, plena, original y proclamaron una “evangelización liberadora” que debe llevar a laacción y al compromiso (486-490).La salvación cristiana es una liberación de todas las servidumbres del pecado personal ysocial; pero nos liberamos para un valor, para el crecimiento progresivo en el ser, en esacomunión con Dios y con los hombres que culmina en el Reino definitivo (482, 491-506).Esa liberación tiene que ser total: resulta mutilada si se deja de lado el aspecto religioso ytambién si se deja de lado el aspecto humano temporal, olvidando “derechosfundamentales que no son otorgados por gobiernos o instituciones, por poderosas que sean,sino que tienen como autor al propio Creador y Padre” (485,483).

55 “Con un rédito anual inferior a los 75 dólares”, como documenta la Rev. Ecclesia, nº 1931, 28 de abril de1979, p. 21.

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Con respecto a la política Puebla reafirma el deber y el derecho de estar presente en ella, para iluminar y transformar la sociedad, sin entrometerse en la política de partidos quecorresponde a los laicos, inspirados en la Enseñanza Social de la Iglesia.También detecta el Documento un deterioro político-social en América Latina, debido a

injusticias e ideologías que generan y fomentan la violencia. Condena enfáticamente laviolencia, tanto la terrorista y guerrillera como la represiva (531-532), e invita a buscar otros caminos, porque la violencia engendra nuevas formas de opresión y “no es cristianani evangélica” (507-530).

Hay que creer en la fuerza histórica del amor y no de la violencia. Por eso en el “Mensaje alos pueblos de América Latina” los obispos hacen un llamado “a todos los hombre de

 buena voluntad” para que sean “constructores abnegados de la civilización del amor”,explican “el sentido orgánico” de esta civilización y concluyen con un acto de fe a CristoLiberador, en poder del Evangelio y en la esperanza que alimenta y fortalece al hombre ensu camino hacia el Padre.

A. AUTOEVALUACIÓN DE LA PRIMERA UNIDAD.

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Esta ayuda de autoevaluación es una primera aproximación a la comprensión del contenidodel capítulo, le invita a poner atención a ciertos detalles, Los estudiantes que hacer el cursosemipresencial, no se rigen a esta página, pues tienen su propio cuestionario.

1. Señale las etapas más importantes del desarrollo de la DSI. ¿Nota diferencias entreellas? ¿Cuáles?2. Por qué el PSI es vida, y no mera teoría. ¿Es percibida como tal?3. ¿Quiénes han sido, en la historia de América Latina, los profetas que han estado de parte

del pueblo?4. ¿Qué se entiende por Teología de la Liberación?

B. LECTURAS COMPLEMENTARIAS.

Para profundizar las temáticas sugerimos estas lecturas complementarias.

1. CONGREGACIÓN para la EDUCACIÓN CATÓLICA. Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes .Col. “Documentos y Estudios”, 142. Ed. PPC. Madrid, 1989. También se encuentra enEDICE. Madrid, 1988. 130 pp.

1. MOESSNER. Johannes. “Los principios sociales cristianos”. en  La cuestión social . Ed.Rialp. Madrid, 1960, pp. 341-375.

2. SANZ de DIEGO, Rafael. “Ni ideología ni ‘Tercera vía’: Doctrina para la acción”. 43 Revista de Fomento social 172 (1988) 345-368.

3. Revista Utopía.

C. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARÍA.

1. CAMACHO [LARAÑA], Ildefonso  Doctrina social de la Iglesia. “Una aproximaciónhistórica”. Col. “Biblioteca de Teología”, 14. Ed. Paulinas. Madrid, 1991. 619 pp.

2. FUNDACIÓN PABLO VI - INSTITUTO SOCIAL “LEÓN XIII”. Cien años de DoctrinaSocial . “De la Rerum Novarum a la Centesimus Annus”. (Vol. que se corresponde con62/64 CORINTIOS XIII (abril-dic. 1992). Madrid, 934 pp.

3. GONZÁLEZ FAUS, José-Ignacio. Vicarios de Cristo. “Los pobres en la teología”. Ed.

Trotta. Madrid, 1991. 366 pp.4. SIERRA BRAVO, Restituto. El mensaje social de los Padres de la Iglesia. “Selección detextos”. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, 1989. 564 pp. 

5. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del caribe, Aparecida – Documento Conclusivo – Ediciones Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Quito, 2007.282 pp.

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CAPITULO 2

LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL

Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante tendrá las herramientas para afrontar unavisión crítica de los desafíos referentes al entorno: familia, Cultura, migración y los Mediosde Comunicación desde una visión cristiana.

Introducción

Luego de haber hecho un acercamiento al desarrollo en la historia del Pensamiento socialde la Iglesia, queremos tratar el tema de la cultura y algunos aspectos específicos en losque se visualice la reflexión que ha hecho la Iglesia. Mirando al hombre en la historia, lovemos creando cultura en la que invierte la mayor parte de su actuar, lo que somos y lo queconstruimos hoy se lo debemos a la manera como el hombre se pone en contacto con el

mundo, con los otros y con Dios. En cada una de estas relaciones crea un tipo de cultura,que le ayuda a realizarse como persona o que por el contrario se lo desconoce en su realidentidad personal. La preocupación pastoral de Don Bosco se sitúa dentro de un procesode humanización que busca el crecimiento integral de la persona de los jóvenes y laconstrucción de la sociedad.

En la sociedad actual constatamos que se ha dado gran énfasis a la cultura del consumo,que consiste en alcanzar un bienestar basado en la búsqueda del lucro, lo que haocasionado una gran explotación del hombre al mismo hombre, creando sistemas deexclusión y explotación de una gran mayoría de seres humanos. Es lo que la Iglesia le hallamado “cultura de muerte”, porque mientras unos gozan y disfrutan de los bienes de la

tierra, otros se debaten en el drama de vivir en el filo de la muerte, tratando de arrancarleun pedazo de vida a esa sociedad excluyente.

La Iglesia está a favor de la vida. Frente al “no” que imponen las actitudes de la sociedadde consumo, pone un “si” viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo decuantos acechan y rebajan la vida56. Por este motivo, como estudiantes universitarios,debemos reflexionar desde este espacio la tarea que desempeñamos en la sociedad, ¿cómoestamos acogiendo la vida? ¿Cómo se está haciendo concreto y eficaz el SI a la vida detodo ser humano57, favoreciendo la cultura de la vida?.

En este capítulo abordaremos cuatro temas: el de la cultura, tratada desde el aspecto

sociológico, la educación, los medios de comunicación y el de la ecología.

Sumario

2.1. La familia cuna de la cultura.2.2. La migración.2.3. La educación en la globalización.2.4. Los Medios de Comunicación.

DESARROLLO56 Familiaris Consortio n. 30.57 Christifideles Laici, n. 38

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2.1. La familia cuna de la cultura.

Luego de que hemos considerado algunos aspectos iniciales de la doctrina social de laIglesia, pasamos ahora a considerar aspectos específicos. Empezamos por la cultura y lafamilia que le consideramos la célula vital de la sociedad humana, y condición para queesta se desarrolle en modo adecuado. La importancia y la centralidad de la familia, enorden a la persona y a la sociedad, se lo ha visto a en las culturas como el habitat más

normal. En la familia se aprenden los conocimientos básicos para la vida, se aprende aamar a Dios y al prójimo; los hijos aprenden las primeras y más decisivas lecciones de lasabiduría práctica a las que van unidas las virtudes (cf. Pr 1,8-9; 4,1-4; 6,20-21; Si 3,1-16;7,27-28).

2.1.1. La importancia de la familia para la persona

La familia es importante y central en relación a la persona. En esta cuna de la vida y delamor, el hombre nace y crece. Cuando nace un niño, la sociedad recibe el regalo de unanueva persona, que está “llamada, desde lo más íntimo de sí a la comunión con los demás ya la entrega a los demás”. 58 En la familia, por tanto, la entrega recíproca del hombre y de lamujer unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el niño puede “desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destinoúnico e irrepetible”. 59

En el clima de afecto natural que une a los miembros de una comunidad familiar, las personas son reconocidas y responsabilizadas en su integridad: “La primera estructurafundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibelas primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amadoy, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona”.   60 Las obligaciones desus miembros no están limitadas por los términos de un contrato, sino que derivan de la

esencia misma de la familia, fundada sobre un pacto conyugal irrevocable y estructurada por las relaciones que derivan de la generación o adopción de los hijos.

2.1.2. La importancia de la familia para la sociedad

La familia, comunidad natural en donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuyeen modo único e insustituible al bien de la sociedad. La comunidad familiar nace de lacomunión de las personas: La “comunión” se refiere a la relación personal entre el “yo” yel “tú”. La “comunidad”, en cambio, supera este esquema apuntando hacia una “sociedad”,

58 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 39, 4059 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 3960 Ibid., 39

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De la familia nacen los ciudadanos,y éstos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales,

que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma.Así la familia, en virtud de su naturaleza y vocación,

lejos de encerrarse en sí misma,

se abre a las demás familias y a la sociedad,asumiendo su función social.(Familiaris Consortio, n. 42)

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un “nosotros”. La familia, comunidad de personas, es por consiguiente la primera“sociedad” humana.61

Una sociedad a medida de la familia es la mejor garantía contra toda tendencia de tipoindividualista o colectivista, porque en ella la persona es siempre el centro de la atención

en cuanto fin y nunca como medio. Es evidente que el bien de las personas y el buenfuncionamiento de la sociedad están estrechamente relacionados con la prosperidad de lacomunidad conyugal y familiar. Sin familias fuertes en la comunión y estables en elcompromiso, los pueblos se debilitan. En la familia se inculcan desde los primeros años devida los valores morales, se transmite el patrimonio espiritual de la comunidad religiosa yel patrimonio cultural de la Nación. En ella se aprenden las responsabilidades sociales y lasolidaridad.62

Ha de afirmarse la prioridad de la familia respecto a la sociedad y al Estado. La familia, almenos en su función procreativa, es la condición misma de la existencia de aquéllos. En lasdemás funciones en pro de cada uno de sus miembros, la familia precede, por su

importancia y valor, a las funciones que la sociedad y el Estado deben desempeñar. Lafamilia, sujeto titular de derechos inviolables, encuentra su legitimación en la naturalezahumana y no en el reconocimiento del Estado. La familia no está, por lo tanto, en funciónde la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado están en función de la familia.

Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la centralidad yde la responsabilidad social de la familia. La sociedad y el Estado, en sus relaciones con lafamilia, tienen la obligación de atenerse al principio de subsidiaridad. En virtud de este

 principio, las autoridades públicas no deben sustraer a la familia las tareas que puededesempeñar sola o libremente asociada con otras familias; por otra parte, las mismasautoridades tienen el deber de auxiliar a la familia, asegurándole las ayudas que necesita

 para asumir de forma adecuada todas sus responsabilidades.63

2.1.3. El valor del matrimonio

La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cónyuges de unirse enmatrimonio, respetando el significado y los valores propios de esta institución, que nodepende del hombre, sino de Dios mismo. Este compromiso pide que las relaciones entrelos miembros de la familia estén marcadas también por el sentido de la justicia y el respetode los recíprocos derechos y deberes. Ningún poder puede abolir el derecho natural almatrimonio ni modificar sus características ni su finalidad. El matrimonio tiene

características propias, originarias y permanentes. A pesar de los numerosos cambios quehan tenido lugar a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales yactitudes espirituales, en todas las culturas existe un cierto sentido de la dignidad de launión matrimonial, aunque no siempre se trasluzca con la misma claridad. 64 Esta dignidadha de ser respetada en sus características específicas, que exigen ser salvaguardadas frentea cualquier intento de alteración de su naturaleza. La sociedad no puede disponer delvínculo matrimonial, con el cual los dos esposos se prometen fidelidad, asistencia recíprocay apertura a los hijos, aunque ciertamente le compete regular sus efectos civiles.

61 cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2206.62

 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2224.63 Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 45:64 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1603.

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El matrimonio, en su verdad “objetiva”, está ordenado a la procreación y educación de loshijos. La unión matrimonial, en efecto, permite vivir en plenitud el don sincero de símismo, cuyo fruto son los hijos, que, a su vez, son un don para los padres, para la enterafamilia y para toda la sociedad. El matrimonio, sin embargo, no ha sido instituidoúnicamente en orden a la procreación: su carácter indisoluble y su valor de comunión

 permanecen incluso cuando los hijos, aun siendo vivamente deseados, no lleguen a coronar la vida conyugal. Los esposos, en este caso, “pueden manifestar su generosidad adoptandoniños abandonados o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo”.65

2.1.4. El amor y la formación de la comunidad de personas

La familia se presenta como espacio de comunión —tan necesaria en una sociedad cadavez más individualista—, que debe desarrollarse como una auténtica comunidad de

 personas 66 gracias al incesante dinamismo del amor, dimensión fundamental de laexperiencia humana, cuyo lugar privilegiado para manifestarse es precisamente la familia:« El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar 

significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre yrecíprocamente ».67

Gracias al amor, realidad esencial para definir el matrimonio y la familia, cada persona,hombre y mujer, es reconocida, aceptada y respetada en su dignidad. Del amor nacenrelaciones vividas como entrega gratuita, que “respetando y favoreciendo en todos y cadauno la dignidad personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro ydiálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda”.   68 Laexistencia de familias que viven con este espíritu pone al descubierto las carencias ycontradicciones de una sociedad que tiende a privilegiar relaciones basadas principalmente,cuando no exclusivamente, en criterios de eficiencia y funcionalidad. La familia que viveconstruyendo cada día una red de relaciones interpersonales, internas y externas, seconvierte en la “primera e insustituible escuela de socialidad, ejemplo y estímulo para lasrelaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor”.69

El amor se expresa también mediante la atención esmerada de los ancianos que viven en lafamilia: su presencia supone un gran valor. Son un ejemplo de vinculación entregeneraciones, un recurso para el bienestar de la familia y de toda la sociedad. Los ancianosconstituyen una importante escuela de vida, capaz de transmitir valores y tradiciones y defavorecer el crecimiento de los más jóvenes: estos aprenden así a buscar no sólo el propio

  bien, sino también el de los demás. Si los ancianos se hallan en una situación de

sufrimiento y dependencia, no sólo necesitan cuidados médicos y asistencia adecuada, sino,sobre todo, ser tratados con amor.

La solidez del núcleo familiar es un recurso determinante para la calidad de la convivenciasocial. Por ello la comunidad civil no puede permanecer indiferente ante las tendenciasdisgregadoras que minan en la base sus propios fundamentos. Si una legislación puede enocasiones tolerar comportamientos moralmente inaceptables,509 no debe jamás debilitar elreconocimiento del matrimonio monogámico indisoluble, como única forma auténtica de la

65 Catecismo de la Iglesia Católica, 237966 Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 18.67 Juan Pablo II, Carta a las Familias Gratissimam sane, 1168 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 4369 Ibid., 43

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familia. Es necesario, por tanto, que las autoridades públicas « resistiendo a las tendenciasdisgregadoras de la misma sociedad y nocivas para la dignidad, seguridad y bienestar delos ciudadanos, procuren que la opinión pública no sea llevada a menospreciar laimportancia institucional del matrimonio y de la familia ».70

Es tarea de la comunidad cristiana y de todos aquellos que se preocupan sinceramente por el bien de la sociedad, reafirmar que “la familia constituye, más que una unidad jurídica,social y económica, una comunidad de amor y de solidaridad, insustituible para laenseñanza y transmisión de los valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos,esenciales para el desarrollo y bienestar de los propios miembros y de la sociedad”.71

2.1.5. La tarea educativa

La tarea educativa tiene sus raíces en la vocación primordial de los esposos a participar enla obra creadora de Dios; ellos, engendrando en el amor y por amor una nueva persona, quetiene en sí la vocación al crecimiento y al desarrollo, asumen por eso mismo la obligación

de ayudarle eficazmente a vivir una vida plenamente humana. Como ha recordado elConcilio Vaticano II: “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen lagravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los

 primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar es detanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, deber de los

 padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacialos hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La familiaes, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedadesnecesitan”72. El amor de los padres, que se pone al servicio de los hijos para ayudarles aextraer de ellos («e-ducere») lo mejor de sí mismos, encuentra su plena realización

 precisamente en la tarea educativa: “El amor de los padres se transforma de fuente en almay, por consiguiente, en norma que inspira y guía toda la acción educativa concreta,enriqueciéndola con los valores de dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés,espíritu de sacrificio, que son el fruto más precioso del amor”.73

Al igual que el Estado, la familia es una verdadera sociedad, que se rige por una potestad propia, esto es, la paterna. Por lo cual, guardados efectivamente los límites que su causa próxima ha determinado, tiene ciertamente la familia derechos “por lo menos” iguales quela sociedad civil para elegir y aplicar los medios necesario en orden a su protección y justalibertad. Y hemos dicho “por lo menos” iguales, porque, siendo la familia lógica yrealmente anterior a la sociedad civil, se sigue que sus derechos y deberes son también

anteriores y más naturales. Pues si los ciudadanos, si las familias, hechos partícipes de laconvivencia y sociedad humanas, encontraran en los poderes públicos perjuicio en vez deayuda, un cercenamiento de sus derechos más bien que la tutela de los mismos, la sociedadsería, más que deseable, digna de repulsa.74 

Los padres son los primeros, pero no los únicos, educadores de sus hijos. Corresponde aellos, por tanto, ejercer con sentido de responsabilidad, la labor educativa en estrecha y

70 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 8171 Carta de los derechos de la familia, Preámbulo, E , Tipografía Políglota Vaticana, Ciudad del Vaticano

1983, p. 6.72 Gravissimum Educationis, n. 373 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 36.74 Rerum Novarum, n. 13

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vigilante colaboración con los organismos civiles y eclesiales: “La misma dimensióncomunitaria, civil y eclesial, del hombre exige y conduce a una acción más amplia yarticulada, fruto de la colaboración ordenada de las diversas fuerzas educativas. Éstas sonnecesarias, aunque cada una puede y debe intervenir con su competencia y con sucontribución propias”.75 Los padres tienen el derecho a elegir los instrumentos formativos

conformes a sus propias convicciones y a buscar los medios que puedan ayudarles mejor ensu misión educativa, incluso en el ámbito espiritual y religioso. Las autoridades públicastienen la obligación de garantizar este derecho y de asegurar las condiciones concretas que

 permitan su ejercicio.76 En este contexto, se sitúa el tema de la colaboración entre familia einstitución escolar.

La familia tiene la responsabilidad de ofrecer una educación integral. En efecto, laverdadera educación “se propone la formación de la persona humana en orden a su finúltimo y al bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyasresponsabilidades participará cuando llegue a ser adulto”.77 Esta integridad quedaasegurada cuando —con el testimonio de vida y con la palabra— se educa a los hijos al

diálogo, al encuentro, a la sociabilidad, a la legalidad, a la solidaridad y a la paz, medianteel cultivo de las virtudes fundamentales de la justicia y de la caridad. 78

En la educación de los hijos, las funciones materna y paterna son igualmente necesarias.Por lo tanto, los padres deben obrar siempre conjuntamente. Ejercerán la autoridad conrespeto y delicadeza, pero también con firmeza y vigor: debe ser una autoridad creíble,coherente, sabia y siempre orientada al bien integral de los hijos.

Los padres tienen una particular responsabilidad en la esfera de la educación sexual. Es defundamental importancia, para un crecimiento armónico, que los hijos aprendan de modoordenado y progresivo el significado de la sexualidad y aprendan a apreciar los valoreshumanos y morales a ella asociados: “Por los vínculos estrechos que hay entre ladimensión sexual de la persona y sus valores éticos, esta educación debe llevar a los hijos aconocer y estimar las normas morales como garantía necesaria y preciosa para uncrecimiento personal y responsable en la sexualidad humana”.79 Los padres tienen laobligación de verificar las modalidades en que se imparte la educación sexual en lasinstituciones educativas, con el fin de controlar que un tema tan importante y delicado seatratado en forma apropiada.

2.1.6. Solidaridad familiar

La subjetividad social de las familias, tanto individualmente como asociadas, se expresatambién con manifestaciones de solidaridad y ayuda mutua, no sólo entre las mismasfamilias, sino también mediante diversas formas de participación en la vida social y

 política. Se trata de la consecuencia de la realidad familiar fundada en el amor: naciendodel amor y creciendo en él, la solidaridad pertenece a la familia como elementoconstitutivo y estructural.

Es una solidaridad que puede asumir el rostro del servicio y de la atención a cuantos vivenen la pobreza y en la indigencia, a los huérfanos, a los minusválidos, a los enfermos, a los75 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 40.76 Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Gravissimum educationis, 6:77 Concilio Vaticano II, Decl. Gravissimum educationis, 178 Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 4379 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 37

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ancianos, a quien está de luto, a cuantos viven en la confusión, en la soledad o en elabandono; una solidaridad que se abre a la acogida, a la tutela o a la adopción; que sabehacerse voz ante las instituciones de cualquier situación de carencia, para que intervengansegún sus finalidades específicas.

Las familias, lejos de ser sólo objeto de la acción política, pueden y deben ser sujeto deesta actividad, movilizándose para “procurar que las leyes y las instituciones del Estado nosólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y deberes dela familia. En este sentido, las familias deben crecer en la conciencia de ser “protagonistas”de la llamada “política familiar” y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad”.80 

Con este fin, se ha de reforzar el asociacionismo familiar: “Las familias tienen el derechode formar asociaciones con otras familias e instituciones, con el fin de cumplir la tareafamiliar de manera apropiada y eficaz, así como defender los derechos, fomentar el bien yrepresentar los intereses de la familia. En el orden económico, social, jurídico y cultural,las familias y las asociaciones familiares deben ver reconocido su propio papel en la

 planificación y el desarrollo de programas que afectan a la vida familiar”.81

2.1.7. La sociedad al servicio de la familia

Todo lo indicado anteriormente manifiesta, sin duda el papel insustituible de la familia enla construcción de una sociedad auténticamente humana y cristiana; es necesario, por tanto,que las personas, las familias y las autoridades civiles y religiosas se esfuercen, según sus

 propias funciones y capacidades, para que la vida familiar se encuentre en condiciones decumplir cada vez mejor su función. Podemos concluir parafraseando unas palabras delPapa Juan Pablo II, un orden social duradero necesita instituciones que expresen yconsoliden los valores auténticos de la vida comunitaria. La institución que responde demodo más inmediato a la naturaleza del ser humano es la familia. Solamente ella asegura lacontinuidad y el futuro de la sociedad. El hogar, por tanto, está llamado a convertirse en el

 protagonista activo del desarrollo social gracias a los valores que expresa y transmite, ymediante la participación de todos sus miembros en la vida de la sociedad: “el futuro sefragua en la familia” (FC 86).

80 Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 44.81 Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, art. 8 a-b, Tipografía Políglota Vaticana, Ciudad delVaticano 1983, pp. 12-13.

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2.1. La Migración.

2.2.1. Una situación presente.

Abordamos ahora esta realidad cercana a muchos hogares nuestros. La migración (oinmigración) internacional es una realidad creciente en las últimas décadas y el proceso deglobalización ha acelerado esta tendencia. En la actualidad se cuentan alrededor de 125millones de migrantes en el mundo (es decir, gente desplazada de un país a otro), de loscuales 80 millones se consideran como migrantes recientes, estas cifras aumentan con el

 paso de los días. Este movimiento creciente de hombres, mujeres y niños tiene impactosimportantes tanto en los países "expulsores" como en los receptores. Sin embargo, losgobiernos se han negado a incluir el tema en las negociaciones de liberalización comercial,a pesar de las peticiones reiteradas de numerosas organizaciones no gubernamentales. Losacuerdos de liberalización se limitan a la libre circulación de capital, mercancías y de losagentes del capital y excluyen la movilidad de la mano de obra.

La problemática que lleva a migrar es multidimensional. El mayor motivo, fuera de laviolencia política, es el problema del desempleo. La migración afecta no sólo a losmigrantes, sino que tiene importantes consecuencias en las relaciones económicas ysociales de los países involucrados. Por ello deben pactarse reglas internacionales paraenfrentar el problema tanto en la defensa de los derechos humanos y laborales de losmigrantes, como para regular la circulación de mano de obra. Los impactos de la migración son complejos. Los países en vías de desarrollo se hanconvertido en exportadores de trabajadores, a menudo vulnerables a la explotación. Las

empresas obtienen buen provecho de esta situación, colaborando así a la contracción de lossalarios en los países receptores. Por otra parte, las remesas de divisas enviadas por estostrabajadores a sus familias son un factor importante en la disminución de los problemas dela balanza de la cuenta corriente en las economías subdesarrolladas a la vez que amortiguanlos problemas sociales y de pobreza extrema.

La Organización Mundial para las Migraciones calcula que hay aproximadamenmte 30millones de migrantes trabajadores en el mundo que envían a sus países de origenalrededor de 67 mil millones de dólares anuales. Muchos estudios sitúan estas remesas enel segundo lugar como fuente de divisas en el ámbito mundial, sólo superada por el

 petróleo. En varios países, como El Salvador, la principal entrada de divisas depende de los

envíos de las trabajadoras y los trabajadores migrantes a sus familias. Incluso en paísescomo México, que tiene una economía altamente exportadora y con una amplia industria

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El paterno amor con que Dios nos mueve a amar a todos loshombres nos hace sentir una profunda aflicción ante elinfortunio de quienes se ven expulsados de su patria por motivos políticos. La multitud de estos exiliados,innumerables sin duda en nuestra época, se ve acompañadaconstantemente por muchos e increíbles dolores. Tan tristesituación de muestra que los gobernantes de ciertasnaciones restringen excesivamente los límites de la justalibertad, dentro de los cuales es lícito al ciudadano vivir con decoro una vida humana. (Pacem in Terris, nn. 103-104)

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maquiladora, las remesas enviadas por los trabajadores migrantes ocupan el cuarto lugar enimportancia como entrada de divisas. Es por ello que a muchos gobierno no le interesareglamentar la movilidad de la mano de obra.

Los Estados Unidos, el mayor país receptor de mano de obra migrante, ha endurecido y, en

gran medida, militarizado, su política migratoria. Ha subordinado la política migratoria deotros países, como México, para que sirvan de muro de contención a los flujos migratoriosde Centroamérica y el Caribe. El resto de los países del continente no está exento de graves

 problemas fronterizos vinculados con el flujo de trabajadores migrantes.

A futuro, los acuerdos de liberalización comercial y de inversión deberán abordar la problemática de derechos humanos (en el sentido integral del término tal como lo hemosmanejado en el capítulo sobre este tema) como reglamentaciones sobre la movilidadtransfronteriza de la mano de obra.

La inmigración puede ser un recurso más que un obstáculo para el desarrollo. En el mundo

actual, en el que el desequilibrio entre países ricos y países pobres se agrava y el desarrollode las comunicaciones reduce rápidamente las distancias, crece la emigración de personasen busca de mejores condiciones de vida, procedentes de las zonas menos favorecidas de latierra; su llegada a los países desarrollados, a menudo es percibida como una amenaza paralos elevados niveles de bienestar, alcanzados gracias a decenios de crecimiento económico.Los inmigrantes, sin embargo, en la mayoría de los casos, responden a un requerimiento enla esfera del trabajo que de otra forma quedaría insatisfecho, en sectores y territorios en losque la mano de obra local es insuficiente o no está dispuesta a aportar su contribuciónlaboral.82

Las instituciones de los países que reciben inmigrantes deben vigilar cuidadosamente paraque no se difunda la tentación de explotar a los trabajadores extranjeros, privándoles de losderechos garantizados a los trabajadores nacionales, que deben ser asegurados a todos sindiscriminaciones. La regulación de los flujos migratorios según criterios de equidad y deequilibrio83es una de las condiciones indispensables para conseguir que la inserción serealice con las garantías que exige la dignidad de la persona humana. Los inmigrantesdeben ser recibidos en cuanto personas y ayudados, junto con sus familias, a integrarse enla vida social.84 En este sentido, se ha de respetar y promover el derecho a la reunión de susfamilias. Al mismo tiempo, en la medida de lo posible, han de favorecerse todas aquellascondiciones que permiten mayores posibilidades de trabajo en sus lugares de origen.85

2.2.2. Criminalización de la migración

Los testimonio de persona en estado de migración es, en muchos casos dramático, pues el país receptor estigmatiza al migrante, considerándole un delincuente, de aquí que se danactitudes de rechazo al diferente, actos xenófobos, que llegan a la violencia y hasta lamuerte del migrante, pero la permanente incertidumbre en un lugar, va contra los derechosdel migrante.

82 PONTIFICIO CONSEJO “JUSTICIA Y PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, Vaticano,2005.

83 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2001, 13.84 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2241.85 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 66

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2.2.3. Rol del Estado

El rol del Estado es irremplazable en la conducción de la integración económica que tengacomo objetivo la promoción de la justicia social, la búsqueda de equidad entre regiones ygrupos sociales y la sustentabilidad. El Estado democrático debe ser un instrumento de la

sociedad para enfrentar los problemas económicos y sociales que el mercado no puederesolver. Por tanto, la discusión no debe plantearse como disyuntiva entre estado omercado.

La experiencia histórica pasada y presente muestra que la fluidez de los mercados necesitadel Estado. Por otra parte, la economía no sólo es mercado, también es producción (sinlimitarse a lo comercializado). Ello también exige la incidencia del Estado para crear condiciones adecuadas y propiciar una dinámica de crecimiento estable, sustentable y sobretodo con bienestar social. El abrir las economías a la dinámica de la economía mundial nosignifica necesariamente dejarlas al capricho del mercado internacional. Además, el libremercado no existe debido a la presencia de grandes corporaciones que dominan y manejan

el mercado. Cuando se habla de abrir mercados en realidad se deja en libertad a esascorporaciones para manejar y dominar los mercados según sus intereses. No existe ningunaexperiencia histórica que demuestre que el mercado por sí mismo logre los equilibriosgenerales de la economía, mucho menos la sustentabilidad y justicia social.

El meollo está en abrirse al mundo a partir de proyectos nacionales de desarrollo justos ysustentables conducidos por Estados democráticos y no dejar el futuro del desarrolloúnicamente a las fuerzas del mercado. Las economías abiertas necesitan, con mayor razón,regulaciones tanto nacionales como internacionales y un Estado fuerte con capacidad para

 promoverlas y hacerlas cumplir.

En el modelo económico dominante se reduce la intervención del Estado en la economía, pero sigue existiendo, privilegia el papel de promoción del sector exportador y del capitalfinanciero. Al privilegiar la exportación, los trabajadores y, en general, la mayoría de la

  población dejan de ser considerados como consumidores estratégicos y con ello suempobrecimiento ya no afecta a los sectores de punta del capital.El discurso dominante sataniza al Estado y asume que el mercado puede hacer todo mejor.Los programas de ajuste impuestos por el Banco Mundial y el FMI aumentan esta presiónen el mismo sentido, dando como resultado una creciente tendencia hacia la privatización.Los gobiernos, por su parte, ven en las privatizaciones una vía para resolver en el corto

 plazo sus crisis fiscales y para equilibrar sus presupuestos. También se convierte en un

mecanismo de enriquecimiento ilícito y favoritismos a determinados grupos económicos.Existen cuatro problemas con esta tendencia privatizadora. 1) Disminuye la capacidad delEstado de conducir proyectos de desarrollo sustentable y justos; 2) A largo plazo reducesus ingresos lo cual generalmente se traduce en disminución de su gasto social; 3) Se creanserias injusticias en la distribución de los servicios públicos, afectando especialmente a lasmujeres y gente empobrecida; 4) Las privatizaciones son usadas como un mecanismo parareducir los salarios y beneficios a los trabajadores organizados, ya que al venderse losservicios generalmente se sustituyen los antiguos contratos colectivos de trabajo por nuevas condiciones más "flexibles" en las que se pierden derechos, poder de negociación eincluso prestaciones económicas.

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Proponemos la gestación de un nuevo Estado democrático, responsable económica ysocialmente ante sus ciudadanas y ciudadanos y que enfrente radicalmente la corrupción entodos sus niveles. Debe ser un Estado con un nuevo papel cualitativo en la dinámicaeconómica. No proponemos un Estado "obeso" cargado de grandes e ineficientes empresas.Lo importante no es el número o el tamaño de las empresas, sino el papel que cumplen. Las

decisiones sobre las empresas que deben ser públicas corresponden a la sociedad y no sóloal gobierno.

  No se trata de un Estado proteccionista tradicional, sino de un Estado socialmenteresponsable ante la sociedad que pueda impulsar un proyecto de desarrollo definidodemocráticamente. Ello puede llevar a proteger ciertos sectores que se considerenestratégicos según cada proyecto nacional, pero se trata más bien de la promoción de undesarrollo orientado al porvenir. Un Estado regulador tampoco implica inhibir la iniciativa

 privada. Al contrario, significa establecer reglas claras para compatibilizar derechos conobligaciones y asegurar que tanto el capital nacional como el internacional promuevan eldesarrollo nacional justo y sustentable.

Este renovado papel del Estado implica regulaciones internacionales que sean pactadasdemocráticamente y en consulta con las y los ciudadanos. La soberanía reside en el puebloy éste puede decidir someterse a regulaciones internacionales de beneficio colectivo. Másaun, son cada vez más necesarias las regulaciones internacionales dado el poder supranacional de algunas empresas que operan en nuestras economías y el peso y lamovilidad de los capitales golondrinos. Este renovado papel del Estado implicaregulaciones internacionales que sean pactadas democráticamente y en consulta con las ylos ciudadanos. La soberanía reside en el pueblo y éste puede decidir someterse aregulaciones internacionales de beneficio colectivo. Más aun, son cada vez más necesariaslas regulaciones internacionales dado el poder supranacional de algunas empresas queoperan en nuestras economías y el peso y la movilidad de los capitales golondrinos.

Este nuevo y estratégico papel del Estado en la dinámica económica y social implica unareforma fiscal integral con una lógica productora y redistributiva, a la vez capaz derecaudar los recursos suficientes para evitar déficit fiscales que, por su magnitud, seconviertan en un problema para el desarrollo.

  Nada de lo pactado internacionalmente debe implicar la renuncia o menoscabo de lacapacidad de los Estados para cumplir con estas exigencias económicas y sociales de susciudadanos. En caso de que lo pactado en otros ámbitos o capítulos menoscabe esta

capacidad prevalecerá este principio general.2.2.4. Principios rectores acerca de las responsabilidades económicas y sociales delEstado

La primera tarea del Estado es animar el debate y crear los mecanismos permanentes deconsulta sobre políticas nacionales e internacionales.

El Estado es el responsable de conducir una estrategia económica consensada, que lleve al bienestar social, y de políticas sociales que lo refuercen. No debe escatimar esfuerzos en la promoción de la generación de empleos bien pagados, pues éstos son la forma más digna

de alcanzar el bienestar.

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La participación en la economía mundial exige que un país se dote de un sector exportador fuerte, pero ello no debe llevar al descuido del mercado interno. La fuerza del sector exportador de un país no sólo se mide por el volumen de exportación, sino cualitativo, queimplica promover la integración de cadenas productivas nacionales para que sea unverdadero motor del crecimiento general y con ello de empleos indirectos de alta calidad.

La importancia del mercado interno radica en convertir a la mayoría de la población enconsumidores estratégicos. La elevación de sus niveles de vida se vuelve entonces unanecesidad económica para ampliar el mercado interno y no sólo una exigencia de justicia.

El Estado tiene una tarea ineludible en la creación de condiciones que favorezcan lacompetitividad de las empresas nacionales, tanto en el exterior como en el propio mercadointerno. La competencia sanciona empresas con bajos niveles de productividad, pero no la

 produce Para ello debe promover la investigación y el desarrollo tecnológico, así como laeducación, que son indispensables para un país viable. Debe plantearse una políticaindustrial explícita que incluya creación de infraestructura, crédito accesible, educación einvestigación que promueva la creación de tecnología adecuada e integración de las

cadenas productivas.

El papel social del Estado requiere que brinde seguridad y servicios públicos y promueva el bienestar de toda persona. Ello implica políticas específicas orientadas a los sectores másvulnerables de la población, las cuales deben traducirse en legislaciones que establezcanderechos y no en políticas discrecionales o de clientelismo. El objetivo central del Estadodebe ser el desarrollo justo y sustentable para todos, sin por ello excluir medidasasistenciales de emergencia o compensatorias para grupos específicos.

Educación. Los estados deben asumir plenamente sus responsabilidades en elfinanciamiento de la educación, la repartición igualitaria de los recursos, el establecimientode un curriculum común básico. Sin embargo, deben respetar el carácter multilingüe,multicultural y multiétnico. La descentralización educativa que se requiere para lograr laautonomía de comunidades con culturas específicas en la elaboración de planes de estudiosno debe conducir a que los Estados abandonen su responsabilidad de financiar los costos dela educación o la distribución equitativa de recursos. La educación es un derecho que no se

 puede supeditar a la capacidad de la gente para pagarla.

Mejorar la calidad y el acceso a la educación requiere nuevas fuentes de financiamiento.Una parte de los ingresos provenientes de un impuesto sobre las transacciones financierasinternacionales debe asignarse a los países con presupuestos más limitados para la

inversión en la educación. (véase el capítulo 8 sobre finanzas internacionales).

En los países del continente americano, la educación debe favorecer una formación integralde la persona. En este sentido, los sistemas de educación deben lograr un mejor equilibrioentre las visiones utilitaristas de la educación, que responden a las necesidades del mercadoeconómico, y las visiones humanistas de la educación, que permiten a los individuos

 participar activa y plenamente en la sociedad en que viven.

Debe darse prioridad a la alfabetización y a la formación básica para todos. Se debereforzar el acceso a los estudios secundarios y superiores para permitir al conjunto de lassociedades del continente americano una plena participación en la "globalización de los

conocimientos", sin que ello conduzca a una homogeneización de éstos.

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La utilización de las nuevas tecnologías debe favorecer el acceso al conocimiento y  permitir la circulación de los diversos conocimientos provenientes de todas lascomunidades culturales. Las nuevas tecnologías, como las computadoras, deben ser usadasen las escuelas sin sustituir a los profesores. Las nuevas tecnologías de informática y decomunicaciones no deben convertirse en otra herramienta de exclusión y discriminación.

Todo plan de acción en educación debe incorporar medidas dirigidas a mejorar lascondiciones de vida en la infancia y la juventud en el ámbito familiar. Especial importanciadebe tener la educación y las campañas masivas dirigidas a los niños para evitar elconsumo de drogas. Para ello son necesarios los apoyos financieros, psico-sociales y desalud pública. En el mismo sentido, tampoco se debe descuidar la educación de adultos.

Salud. Tal como la educación, la salud es un derecho elemental que no se puede supeditar alos recursos de que dispone la gente. Debe ser una responsabilidad del Estado proporcionar servicios de salud de alta calidad para todos. Deben generarse fondos internacionalesdedicados a este fin que se financien con una porción de los ingresos generados por el

impuesto aplicado a las transacciones especulativas en el ámbito internacional (véase elcapítulo 8).

El acceso al sistema público de salud debe ser general y no supeditado a tener un empleoformal, ya que en la mayoría de nuestros países el desempleo, el empleo precario y elempleo informal afectan a la mayoría de la población. Los servicios deben considerar lasnecesidades específicas de las mujeres y prever su acceso a ellos.

Debe garantizarse el acceso a los servicios públicos de salud de las comunidades y pueblosindígenas, pero a la vez debe apoyarse el desarrollo y difusión de la medicina tradicional yel conocimiento milenario, muchas veces detentado por mujeres, que estas comunidades

 poseen.

Los sistemas de seguridad social (incluidas las pensiones) deben mantenerse bajo laresponsabilidad del Estado y los fondos de ahorro con los que se financian deben ser manejados por él y canalizados como crédito a proyectos prioritarios para el desarrollonacional. Se debe evitar que tales fondos ingresen al circuito especulativo que sóloconcentra la riqueza social en menos manos.

2.2.5. Ante migración una actitud.

El Continente americano ha conocido en su historia muchos movimientos de inmigración,que llevaron multitud de hombres y mujeres a las diversas regiones con la esperanza de unfuturo mejor. El fenómeno continúa también hoy y afecta concretamente a numerosas

 personas y familias procedentes de Naciones latinoamericanas del Continente, que se haninstalado en las regiones del Norte, constituyendo en algunos casos una parte considerablede la población. A menudo llevan consigo un patrimonio cultural y religioso, rico designificativos elementos cristianos. La Iglesia es consciente de los problemas provocados

 por esta situación y se esfuerza en desarrollar una verdadera atención pastoral entre dichosinmigrados, para favorecer su asentamiento en el territorio y para suscitar, al mismotiempo, una actitud de acogida por parte de las poblaciones locales, convencida de que lamutua apertura será un enriquecimiento para todos.

Las comunidades eclesiales procurarán ver en este fenómeno un llamado específico a vivir el valor evangélico de la fraternidad y a la vez una invitación a dar un renovado impulso a

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la propia religiosidad para una acción evangelizadora más incisiva. En este sentido, losPadres sinodales consideran que la Iglesia en América debe ser abogada vigilante que

 proteja, contra todas las restricciones injustas, el derecho natural de cada persona amoverse libremente dentro de su propia nación y de una nación a otra. Hay que estar atentos a los derechos de los emigrantes y de sus familias, y al respeto de su dignidad

humana, también en los casos de inmigraciones no legales. Con respecto a los inmigrantes,es necesaria una actitud hospitalaria y acogedora, que los aliente a integrarse en la vidaeclesial, salvaguardando siempre su libertad y su peculiar identidad cultural. A este fin esmuy importante la colaboración entre las diócesis de las que proceden y aquellas en lasque son acogidos, también mediante las específicas estructuras pastorales previstas en lalegislación y en la praxis de la Iglesia. Se puede asegurar así la atención pastoral másadecuada posible e integral. La Iglesia en América debe estar impulsada por la constantesolicitud de que no falte una eficaz evangelización a los que han llegado recientemente yno conocen todavía a Cristo.86

2.3. La educación en la globalización.

2.3.1. ¿Qué entendemos cuando decimos educación de la cultura?

El término educación hace referencia a la acción encaminada a formar a los individuosmediante la ciencia a fin de que le sirva a la sociedad, es decir ayudarlos a desarrollarsecomo personas e integrarse en la sociedad, mediante la transmisión de los múltiplesaspectos del patrimonio cultural de cada pueblo y de la humanidad. La educación significauna acción desde fuera, sobre el hombre en devenir; es el conjunto de medidas paraguiarlo; por esto, no forma solamente la mente, con la instrucción, sino que forma tambiénel corazón, de modo que también adquiere actitudes de vida, espacios de relación con elambiente y con los otros seres humanos. El drama de la modernidad consistió en que seinstruía y no se formaba, pues, la dirección que lleva la educación no es solamenteintelectual, sino también ética. La cultura en este caso la entendemos como la actividadmaterial y espiritual del hombre que lo hace transformar su medio, según el marco en elque se ha capacitado y desde cuyo campo aporta al desarrollo de la sociedad.

La educación toca a toda la persona, por esto ha de ser un proceso global e integrador: nose limita a la instrucción, es decir, a la transmisión de conocimientos instrumentales, sinoque difunde valores, crea actitudes y ofrece sentido a la vida; es un proceso que la Iglesiallama educación integral. Hoy se habla de cultura como el “capital social” y se trata dehacer que dicho capital produzca desarrollo y paz en lugar de seguir generando pobreza,caos y violencia.

Además a de ser un proceso libre de alineaciones, esto es que no ha de estar dominada por intereses de ningún grupo social, ni puede estar manipulada, en orden a dirigir la manera de

 pensar y de comportarse de los ciudadanos de acuerdo a una ideología. La educación se

orienta al aprendizaje de la responsabilidad y de la verdadera libertad, desgraciadamente86 Ecclesia in America, n. 65

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La educación en tanto que derecho fundamental lleva asociado eldeber personal de realizarlo. La educación responde a la aspiración

 profunda de cada hombre, ser inteligente y libre, de convertirse en protagonista y responsable de su crecimiento en humanidad (PP 16).

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este principio en muchos casos no se cumple, porque la educación está en manos de gruposde poder, o preparando gente para seguir manteniendo el sistema excluyente.

El proceso educativo tiene tiempos y espacios institucionalizados (infancia, juventud,escuela y universidad), con objetivos y planes definidos, es también conocido que este

 proceso no se reduce a las aulas y ese tiempo, pues, es tarea de toda la vida; se da tambiénen otros espacios como en la misma familia, a través de los medios de comunicación y enotros espacios en los que se desenvuelve la persona. Por esto decimos que la educación esun proceso evolutivo, progresivo, permanente y personalizador, que está muyestrechamente relacionado con la cultura. Desde nuestro espacio universitario veremos lafunción que la universidad tiene en la formación de los individuos y en el aporte que da a lasociedad.

2.3.2. La cultura es un derecho de la persona

Hoy en día es posible liberar a muchísimos hombres de la miseria de la ignorancia. Las

campañas que se han desarrollado a través de los gobiernos lo certifican; sin embargo,constatamos que el analfabetismo todavía existe. Por ello, uno de los deberes más propios denuestra época, sobre todo de los cristianos, es el de seguir trabajando con ahínco para quetanto en el campo nacional como en el internacional, se den las normas fundamentales paraque se reconozca y se haga efectivo el derecho a todos a la cultura, exigido por la dignidad dela persona, sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, religión o condición social.

Es preciso, por lo mismo, ofrecer a todos la oportunidad y una cantidad suficiente de bienesculturales, principalmente de los que constituyen la llamada cultura "básica", a fin de evitar que un gran número de personas se vean impedidos, por su ignorancia y por su falta deiniciativa, de beneficiarse de la educación y dar su cooperación auténticamente humana aldesarrollo de la sociedad y al bien común.

Es imperativo hacer todo lo posible para que cada cual adquiera conciencia del derecho quetiene a la cultura y del deber que sobre cada uno pesa de cultivarse a sí mismo y de ayudar alos demás. El ideal sería que todos reciban toda la educación, pero desgraciadamente notodos, en algunos casos aunque tengan la oportunidad no lo logran, otros por responder a unasituación laboral, familiar o personal que impiden el esfuerzo de superación; por esto, se debeatender a que quienes tienen dotes intelectuales, a que tengan la posibilidad de llegar a losestudios superiores; y ello de tal forma que, en la medida de lo posible, puedan desempeñar enla sociedad las funciones, tareas y servicios que correspondan a su aptitud natural y a la

competencia adquirida.Así podrán todos los hombres y todos los grupos sociales de cada pueblo alcanzar el plenodesarrollo de su vida cultural de acuerdo con sus cualidades y sus propias tradiciones.

2.3.3. La cultura es un derecho de la familia

La familia es el ámbito primero de la educación y del desarrollo de toda cultura. Antes que enla sociedad y en la escuela, en el seno familiar el ser humano recibe las primeras nocionessobre la verdad y el bien, aprende que quiere decir amar y ser amado, y qué quiere decir enconcreto ser persona (CA 39) A través de la familia, los hijos encuentran el puente más

seguro y estable para su integración en la sociedad. “La familia es escuela del más ricohumanismo (GS 52) En el seno de la familia comienza el niño a descubrir su identidad

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cultural, aprende la lengua y se familiariza con las reglas elementales de la sociedad. En estesentido, se puede aceptar la crítica de que la sociedad está en crisis, porque la vida familiar está crisis.

La Iglesia considera que los padres son los primeros responsables de la educación de sus

hijos. Su primera e intransferible obligación y derecho es educar a los hijos. Todas las demásinstancias que colaboran en la educación, en especial los maestros y los educadores, deben ser “colaboradores de los padres”, a ellos les confían una parte de la tarea educativa.Y ya en las cosas concretas, los padres eligen el tipo de educación para sus hijos. Los padresson los que deben dirigir el proceso educativo según sus propias convicciones y valores. Y

 para ello deben contar con las posibilidades que les permitan elegir el modelo de educaciónque deseen, según el modelo de hombre y mujer que quieran para sus hijos. Esto en muchoscasos es posible, pero muchos padres, porque la demanda de establecimientos educativos esalta, deben, en muchos casos, adaptarse al sistema.

2.3.4. La cultura es una tarea social

La familia está inserta en la sociedad con sus instituciones, una de sus metas es alcanzar losmás elevados niveles de extensión y calidad de la escolarización, alfabetización,capacitación para la vida y para participar en la sociedad a través de la cultura. La sociedady el Estado deben garantizar el logro de esta meta mediante:• El principio de solidaridad, contribuyendo cada uno a la elevación de la cultura con sus

semejantes, atendiendo especialmente a los más desfavorecidos (cf. SRS 39e)• Y el principio de la subsidiariedad. Ni el estado, ni estructura alguna, deben sustituir u

obstaculizar la iniciativa y la responsabilidad de las personas y los grupos sociales en losniveles del proceso educativo en los que éstos pueden actuar.

Y, sin embargo, es obligación del Estado dar libertad y ayudar a las personas y los gruposintermedios que, en orden al bien común, quieren desarrollar la creatividad y laresponsabilidad en le ámbito educativo (cf. QA 79)

La educación cumple el papel de completar el camino de “hominización” de los sereshumanos, a través de objetivos educativos:

Educarnos en la adquisición de la cultura, el saber científico y la experiencia profesional,que forma hombres y mujeres para su incorporación a la sociedad, para comprender yrespetar la cultura propia y la de los demás.Educarnos en el trabajo, entendiendo como actividad creadora y solidaria, para asumir responsabilidades respecto del bien común y de los intereses de la comunidad.Educarnos en la igualdad, profundizando en la conciencia de la dignidad humana y de los

derechos y deberes que le son inherentes.Educarnos en la solidaridad responsable, promoviendo el sentido comunitario, participando en las decisiones que nos afectan, en la sensibilización y la acción concretahacia los pobres y los excluidos.Educarnos en la libertad y la responsabilidad, desarrollando la actitud de autonomía yconfianza en sí mismo, y las facultades creadoras (artísticas, estéticas, técnicas,comunicativas...).Educarnos en la participación, desde la igualdad, la libertad y la solidaridad responsable,

 para avanzar en madurez ciudadana, en la calidad de la convivencia y la paz.Educarnos en el compromiso con la vida, la justicia y la búsqueda del bien y la verdad,como valores radicales del orden ético coherente con la vocación de todo hombre.

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Educarnos en un modo de vida sobrio y para una sociedad más acorde con las exigenciasecológicas, limitando voluntariamente el uso de los bienes naturales o producidos, frente ala cultura del consumismo y la fascinación por la posesión de bienes.Educarnos en la defensa y el cuidado de la vida, aprendiendo a valorar las condiciones quehacen posible el origen y desarrollo de la vida humana, los hábitos saludables de vida

física, psíquica, afectiva y social.Educarnos en la apertura a lo religioso, teniendo en cuenta el pluralismo y el respeto a lalibertad religiosa.

La acción educativa tiene carácter de relación interpersonal, de comunicación deconocimientos y habilidades, valores y experiencias. Es un proceso que coloca a cuantostrabajan y viven en los ámbitos educativos en situación de diálogo. Esto lo aprendemos dela pedagogía de Dios.• En el diálogo de la salvación, Dios ha tomado la iniciativa, Él nos ha amado primero.• La acción educativa exige solicitud, querer al otro como es para que sea él mismo, no

 basta saber que “está ahí”.• El diálogo de la salvación partió de la bondad divina, del amor gratuito.• El diálogo exige y produce generosidad, relación afectuosa y amistad.• En el diálogo de la salvación, Dios no se ajusta a los méritos y a los resultados de aquellos

a los que va dirigido.• La Acción educativa ha de hacerse sin desanimar. El diálogo promueve la confianza, la

seguridad en sí mismo y la autoestima.• El diálogo de la salvación no fue una imposición, sino una invitación y una demanda de

amor.La acción educativa no humilla al que no sabe, no produce angustia, no inspira temor. Eldiálogo exige mansedumbre, paciencia y evita los modos violentos y coactivos.

• El diálogo de la salvación se hizo para todos, sin discriminación alguna.• La acción educativa debe extenderse a todos y ser factor de liberación de ataduras y

situaciones injustas. El diálogo es liberador, rompe la soledad y crea solidaridad.• El diálogo de la salvación ha conocido desarrollos sucesivos, procesos y pasos.• La acción educativa debe atender a los procesos de maduración física, psicológica, social,

moral y profesional de las personas.

El diálogo exige prudencia, capacidad de comprensión, de escucha, de claridad y de lenguajesadecuados.

2.3.5. Tareas que tiene la educación en la UniversidadA la Universidad se asigna como tareas las de investigar, enseñar y servir al hombre y a lasociedad. Precisamente por ser la universidad el centro en el que se genera el saber, se leatribuye el nombre de “Alma Mater” en el sentido de engendrar y transformar al hombre,

 por obra de la ciencia y del saber.

La tarea de investigar es la de llegar a descubrir de los datos conocidos los desconocidos.Investigar es perseguir la verdad que se hace presente. En este sentido se debe crear unacultura creativa, que verifique el conocimiento, que lo ponga a prueba, que lo aplique. Por esto se le llama académico al universitario, al intelectual y al profesional que se implica en

la búsqueda de la verdad presente (conocida) y a la vez ausente (ignorada); es decir, que lo

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académico implica una radical voluntad de investigación, de búsqueda de la verdad, dehacer avanzar la ciencia.

La tarea de enseñar o transmitir los conocimientos adquiridos por medio de lainvestigación. El universitario no almacena conocimientos para sí, sino que está llamado a

convertirse en un multiplicador de desarrollo en la sociedad, y esta es la tarea de enseñar. No se enseña solo en las aulas, se enseña en la vida, pues, las necesidades humanas no sonúnicamente de carácter físico o material, sin también espiritual y cultural. La personahumana, además de las necesidades esenciales de alimento, vivienda, seguridad, tienetambién la necesidad vital de saber, de comprender el mundo, de afirmarse y crecer en sucultura.

La tarea de servir, es decir, poner y enfocar todo ese caudal de esfuerzos al servicio delhombre y la sociedad. Así como la enseñanza carece de sentido sin una investigación, tantola investigación como la enseñanza carecen de sentido, si éstas en la Universidad no tienenuna finalidad mediata al servicio de la comunidad. El fin del hombre culto es ser levadura

en la masa, está llamado a entregar su riqueza humana para que mejore la sociedad.Lamentablemente influenciados por el individualismo y competición se ha perdido estatarea en la sociedad. Falta el espíritu crítico que analice lo que sucede y en ocasiones setiene poca conciencia social. Nos preocupamos más por la excelencia académica ydescuidamos los valores como la solidaridad, el bien común y tantos otros valores queayudan a la convivencia y desarrollo social.

2.3.6. Finalidad de la Universidad Católica

La Iglesia le ha asignado dos finalidades muy claras y precisas: instaurar el diálogo entre laciencia y la fe y entablar el diálogo entre la fe y la cultura que llegue a convertirse ensíntesis87. a) Diálogo entre Fe y Ciencia.

El Papa Juan Pablo II en la Encíclica “Fe y Razón” analiza la relación entre Fe y Razón,dice que “son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia lacontemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, puedaalcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”88.

La razón humana en su reflexión se abre a cuestiones cada vez más vastas y hay que hacer ver cómo la respuesta completa a las mismas proviene de lo alto a través de la fe. Estaacción exige apertura a la verdad. Aquí hay un campo abierto, algo que atrae, que

 buscamos y que nunca el pensamiento humano abarcaría en su totalidad. Una UniversidadCatólica, como cualquier universidad que cultiva la ciencia, debe tener un compromisofirme con la verdad.

 b) Diálogo entre Fe y Cultura

Como ya hemos dicho, la Universidad no es simplemente un lugar de instrucción, sino deformación para la vida. Y una formación integral como es la que debe impartir una

87 Documento de Puebla 222.88 Fe y Razón, prólogo.

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Universidad Católica, no puede quedarse solamente en el nivel de conocimientos abarcatambién los aspectos afectivos, sociales, artísticos, religiosos, lúdicos. Hay que promover también actitudes coherentes con el mensaje evangélico, para que la fe se traduzca enhechos.

La formación que reciben los estudiantes, y para la cual forman los docentes en laUniversidad, debe manifestar y lograr la integración entre fe y cultura. Es decir, desarrollar una cultura arraigada en la fe89.

En este aspecto, una actividad sería, crear actitudes cristianas que conduzcan a valores, locual supone un anuncio explícito de la persona de Jesucristo. Y toda actitud si es auténticatiene que traducirse en comportamientos concretos pues la actitud es apenas disponibilidadhacia el valor.

La Universidad debe ser muy consciente, claramente definida, de que forma en los criterioséticos que iluminan, orientan y guían el obrar humano del universitario con relación a su

 profesión y su vida; los valores humanos y cristianos con los que va a afrontar el mundo, arelacionarse consigo mismo y con los demás.

De la Universidad salen los directivos, por este motivo está llamada a proporcionar, ademásde la formación científica y profesional, una enseñanza deontológico, inspirándose en lasexigencias y principios del Evangelio. De esta manera contribuirá a formar los profesionalescapaces de trabajar en el desarrollo continuo de todos los sectores de nuestra sociedad

 pluralista y en particular en la realización de la justicia social.

La Universidad Católica debe favorecer la vivencia cristiana, en efecto, prepara hombres ymujeres, que, inspirados en los principios cristianos y motivados a vivir su vocación cristianacon madurez y coherencia, serán capaces de asumir puestos de responsabilidad en la sociedad.

La Iglesia con su acción contribuye a la transformación y cambio de la sociedad, laUniversidad como parte de la Iglesia también es su deber ineludible. La tarea de laUniversidad por medio de la investigación, y la profundización de la cultura influye directa oindirectamente en la sociedad, así pues, sabiendo que su investigación se inserta en la historiahumana, toma conciencia del deber que le corresponde frente a los problemas más urgentesdel mundo de hoy. Si el método propio de cada ciencia puede conducirla a aislarse de las otrasciencias, puede ser corregida esta tendencia prestando una mayor atención a los grandes

 problemas de la humanidad respecto a los cuales se impone un enfoque interdisciplinar. La

Universidad debe participar, con su inspiración propia, en este esfuerzo de investigación, en elque pueden encontrarse las diferentes disciplinas, aportando cada una su contribución a lasolución de las cuestiones complejas que nos plantea el mundo actual.

2.4. Los Medios de Comunicación.

Los medios de comunicación de masashan como empequeñecido hoy nuestro planeta,

acercando rápidamente a hombres y culturas muy diferentes.(Dios es Amor, n. 30)

2.4.1. El concepto de comunicación

89 Ex Corde Ecclesiae 15. 18. 33.

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Ordinariamente se entiende por comunicación social la transmisión de noticias, ideas,sentimientos, etc., que realiza un miembro de la sociedad a otros miembros. La transmisiónno es, de suyo, pasiva, implica diferentes reacciones de aceptación o rechazo. Es decir, dela comunicación surge una relación interpersonal. Entendemos por comunicación todatransmisión de información que se lleva a cabo mediante; a) emisión, b) conducción, c)

respuesta de d) un mensaje.

Pero de manera más rigurosa, bajo la denominación de medios de comunicación social seentiende hoy solamente “aquellos que reúnen las tres condiciones fundamentales de

 pronunciada tecnicidad, de inmensa idoneidad de comunicación y de relevante factor desocialización”90.

Técnica (medios), idoneidad (comunicación) y socialización (social), indican las señas deidentidad de los actuales medios de comunicación, que representan una presencia constanteen la sociedad actual. Y en ella tienen, además, un peso y un influjo muy grandes. Elmundo de las comunicaciones sociales constituyen un factor potente de cambio social. Es

una de las principales dimensiones de la humanidad. Los medios de comunicación social plasman al hombre y a la sociedad. Forjan una nueva cultura y civilización. Se trata de un proceso de socialización, y en nuestro tiempo llevada al extremo.

Podemos establecer la siguiente clasificación de actos de comunicación:- Comunicación personal: El emisor y el receptor interactúan.- Comunicación de masas: No existe interacción entre emisor y receptor, puesto que éste essujeto anónimo y heterogéneo. Según Gerhard Maletzke, la comunicación colectiva o demasas es la que transmite los mensajes públicamente, por medios técnicos, indirecta yunilateralmente, a un público disperso.

2.4.2. La comunicación social y la persona humana

La Instrucción Pastoral sobre las comunicaciones sociales Communio et progressio, encontinuidad con la Constitución Pastoral del Concilio sobre la Iglesia en el mundo actual,Gaudium et spes (cf. nn. 30-31), subraya que los medios de comunicación están llamados aservir a la dignidad humana, ayudando a la gente a vivir bien y a actuar como personas encomunidad. Los medios de comunicación realizan esa misión impulsando a los hombres ymujeres a ser conscientes de su dignidad, a comprender los pensamientos y sentimientos delos demás, a cultivar un sentido de responsabilidad mutua, y a crecer en la libertad

 personal, en el respeto a la libertad de los demás y en la capacidad de diálogo.

La comunicación social tiene un inmenso poder para promover la felicidad del hombre y surealización. Sin pretender dar más que una visión de conjunto, presentamos aquí, algunos

 beneficios económicos, políticos, culturales, educativos y religiosos de los medios.

Aspectos positivos

• Económicos. Los medios se relacionan con la economía, pues, desempeñan un papelindispensable en una economía de mercado. Sostiene los negocios y el comercio,contribuye a estimular el progreso económico, el empleo y la prosperidad, promuevemejoras en la calidad de los bienes y servicios existentes y el desarrollo de otros

nuevos, fomenta la competencia responsable con vistas al interés público, y permite90 L. Bino, “comunicación social”, en DETM, Paulinas, Madrid 1986, 93.

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que la gente haga opciones informadas, dándole a conocer la disponibilidad y lascaracterísticas de los productos. El sistema no podría funcionar sin los medios decomunicación. Si se prescindiera de ellos se derrumbarían las estructuras económicasfundamentales, con gran perjuicio para numerosas personas y para la sociedad.

• Políticos. Los medios facilitan la participación informada de los ciudadanos en los

  procesos políticos. Unen a la gente en la búsqueda de propósitos y objetivoscomunes. Permiten que los líderes se comuniquen con el público. Son importantesinstrumentos de responsabilidad.

• Culturales. Los medios facilitan el acceso de la gente a la literatura, al teatro, a lamúsica y al arte, y promueven así un desarrollo humano respetuoso del conocimiento,la sabiduría y la belleza. Hacen posible que los grupos étnicos se estimen y celebrensus tradiciones culturales, compartiéndolas con los demás y transmitiéndolas a lasnuevas generaciones.

• Educativos. Los medios de comunicación son importantes instrumentos de educación,desde la escuela hasta el lugar de trabajo, y en muchas etapas de la vida. Soninstrumentos educativos normales en muchas aulas. Superan las barreras de ladistancia y el aislamiento.

• Religiosos. La vida religiosa de mucha gente se enriquece mucho gracias a los mediosde comunicación, que transmiten noticias e información de acontecimientos, ideas y

 personalidades del ámbito religioso, y sirven como vehículos para la evangelización yla catequesis.

Abusos

Existen abusos en cada una de las áreas que acabamos de mencionar.

 Económicos. Los medios se usan a veces para construir y apoyar sistemas económicosque sirven a la codicia y a la avidez. El neoliberalismo es un caso típico. En dichascircunstancias, los medios de comunicación, que deben beneficiar a todos, sonexplotados en provecho de unos pocos.

El proceso de globalización “puede crear oportunidades extraordinarias de mayor  bienestar” (Centesimus annus, 58); pero con él, e incluso como parte de él, algunasnaciones y pueblos sufren la explotación y la marginación, quedándose cada vez más atrásen la lucha por el desarrollo. Estas bolsas de miseria cada vez más amplias en medio de laabundancia son semilleros de envidia, resentimiento, tensión y conflicto.Algunos casos de sufrimiento humano, que tienen su raíz en cuestiones económicas, son en

gran parte ignorados por los medios de comunicación, mientras informan acerca de otros;de este modo los medios de comunicación a menudo contribuyen a las injusticias ydesequilibrios que causan el sufrimiento sobre el que informan. La tecnología de lascomunicaciones y la información, junto con la formación para su uso, es una de esascondiciones básicas.  Políticos. Los políticos sin escrúpulos usan los medios de comunicación para la

demagogia y el engaño, apoyando políticas injustas y regímenes opresivos. Ridiculizana sus adversarios y sistemáticamente distorsionan y anulan la verdad por medio de la

 propaganda y de planteamientos falsamente tranquilizadores. En este caso, más queunir a las personas, los medios de comunicación sirven para separarlas, creandotensiones y sospechas que constituyen gérmenes de nuevos conflictos.

A menudo, también los medios de comunicación difunden el relativismo ético y elutilitarismo, que caracterizan la actual cultura de la muerte.

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Culturales. La crítica condena con frecuencia la superficialidad y el mal gusto de losmedios, no deberían tampoco caer en la vulgaridad o la degradación. No sirve deexcusa afirmar que los medios de comunicación social reflejan las costumbres

 populares, dado que también ejercen una poderosa influencia sobre esas costumbres, y, por ello, tienen el grave deber de elevarlas y no degradarlas.

El problema presenta diversos aspectos: presentan temas relacionados con la sexualidad yla violencia, muchas veces que inspiran actitudes antisociales y debilitan la fibra moral dela sociedad. Teniendo esto en cuenta, habría que prestar particular atención a los niños y

  jóvenes, proporcionándoles programas que les permitan tener un contacto vivo con suherencia cultural.

Pero la comunicación transcultural no debería realizarse en detrimento de las más débiles.El hecho de que un gran número de informaciones fluya actualmente en una únicadirección —desde las naciones desarrolladas hacia las naciones en vías de desarrollo y

 pobres— plantea serias cuestiones éticas.  Educativos. En lugar de promover la enseñanza, los medios de comunicación pueden

distraer a la gente y llevarla a perder el tiempo. De este modo, los más perjudicados sonlos niños y los jóvenes, pero los adultos también sufren esa influencia de programas

 banales e inútiles.

De igual modo, los medios de comunicación se usan en algunas ocasiones comoinstrumentos de adoctrinamiento, con la intención de controlar lo que la gente sabe ynegarle el acceso a la información que las autoridades no quieren que tenga. Ésta es una

 perversión de la educación auténtica, que se esfuerza por ampliar el conocimiento y lacapacidad de las personas y ayudarles a perseguir propósitos elevados, sin limitar sus

horizontes y sin aprovechar sus energías al servicio de ideologías.  Religiosos. En la relación entre los medios de comunicación social y la religión existententaciones por ambas partes.

Entre las tentaciones de los medios de comunicación están el ignorar o marginar las ideas ylas experiencias religiosas; tratar a los grupos religiosos legítimos con hostilidad; valorar lareligión y la experiencia religiosa según criterios materialistas. Los actuales medios decomunicación reflejan la situación posmoderna del espíritu humano, encerrado “dentro delos límites de su propia inmanencia, sin ninguna referencia a lo trascendente” ( Fides et ratio, 81).

En síntesis, los medios de comunicación pueden usarse para el bien o para el mal; escuestión de elegir. “No conviene olvidar que la comunicación a través de los medios decomunicación social no es un ejercicio práctico dirigido sólo a motivar, persuadir o vender.Mucho menos, un vehículo para la ideología. Los medios de comunicación pueden a vecesreducir a los seres humanos a simples unidades de consumo, o a grupos rivales de interés;también pueden manipular a los espectadores, lectores y oyentes, considerándolos merascifras de las que se obtienen ventajas, sea en venta de productos sea en apoyo político. Ytodo ello destruye la comunidad. La tarea de la comunicación es unir a las personas yenriquecer su vida, no aislarlas ni explotarlas. Los medios de comunicación social, usadoscorrectamente, pueden ayudar a crear y apoyar una comunidad humana basada en la

 justicia y la caridad; y, en la medida en que lo hagan, serán signos de esperanza” 91 

91 Juan Pablo II, Mensaje para la XXXII Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 1998, n. 4.

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2.4.3. Algunos principios éticos importantes

Los principios y las normas éticas importantes en otros campos se aplican también a lacomunicación social. Se pueden aplicar siempre los principios de la ética social, como la

solidaridad, la subsidiariedad, la justicia, la equidad y la responsabilidad en el uso de losrecursos públicos y en el cumplimiento de funciones de responsabilidad pública. Lacomunicación debe ser siempre veraz, puesto que la verdad es esencial a la libertadindividual y a la comunión auténtica entre las personas.

La ética en la comunicación social no sólo concierne a lo que aparece en las pantallas decine y de televisión, en las transmisiones radiofónicas, en las páginas impresas o enInternet, sino implica también muchos otros aspectos. La dimensión ética no sólo atañe alcontenido de la comunicación (el mensaje) y al proceso de comunicación (cómo se realizala comunicación), sino también a cuestiones fundamentales, estructurales y sistemáticas,que a menudo incluyen múltiples asuntos de política acerca de la distribución de tecnología

y productos de alta calidad.

Incluso a las personas de buena voluntad no siempre les resulta evidente cómo aplicar los principios éticos y las normas a los casos particulares; hacen falta reflexión, discusión ydiálogo. Ofrecemos las siguientes consideraciones con la esperanza de alentar estareflexión y este diálogo entre los responsables de la política de la comunicación, loscomunicadores profesionales, los expertos en ética, los moralistas, los usuarios de lacomunicación y demás personas implicadas.

El principio ético fundamental consiste en que la persona humana y la comunidad humanason el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicacióndebería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas.

El segundo principio es complementario del primero: el bien de las personas no puederealizarse independientemente del bien común de las comunidades a las que pertenecen.Este bien común debería entenderse de modo íntegro, como la suma total de nobles

  propósitos compartidos en cuya búsqueda se comprometen todos los miembros de lacomunidad, y para cuyo servicio existe la misma comunidad.

Los comunicadores y los responsables de la política de la comunicación deben servir a lasnecesidades y a los intereses reales, tanto de las personas como de los grupos, en todos los

niveles y de todos los modos. Urge la equidad en el ámbito internacional, donde la maladistribución de los bienes materiales entre el Norte y el Sur se ha agravado a causa de lamala distribución de los recursos de la comunicación y de la tecnología de la información,de los que dependen en gran medida la productividad y la prosperidad. Problemas análogosexisten también en los países ricos, “donde la transformación incesante de los modos de

 producción y de consumo devalúa ciertos conocimientos ya adquiridos y profesionalidadesconsolidadas” y “los que no logran ir al compás de los tiempos pueden quedar fácilmentemarginados” (Centesimus annus, 33) Los responsables de las decisiones tienen el seriodeber moral de reconocer las necesidades y los intereses de quienes son particularmentevulnerables —los pobres, los ancianos, los hijos por nacer, los niños y los jóvenes, losoprimidos y los marginados, las mujeres y las minorías, los enfermos y los minusválidos—,

así como las necesidades e intereses de las familias y los grupos religiosos.

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Los comunicadores profesionales deberían participar activamente en la elaboración yaplicación de códigos éticos de comportamiento para su profesión, en colaboración conrepresentantes públicos. Los organismos religiosos y otros grupos también deben participar en este esfuerzo continuo.

2.4.4. Uso de los medios de comunicación social

Como todos los aprendizajes humanos, los medios de comunicación deben entrar tambiénen este proceso, para que cada persona tenga un sentido crítico frente a ellos, y suaprovechamiento contribuya a favorecer todo que destaque el crecimiento personal ysocial. Este breve elenco no es sino una aporte para el diálogo:o Moderación: los destinatarios, sobre todo los más jóvenes, procuren acostumbrarse a la

disciplina y a la moderación en el uso de los medios.o Comprensión: Pongan, además, empeño en comprender a fondo lo visto y lo oído.o Dialogo educativo: Hablen de ello con las otras personas (educadores, expertos) y

aprendan a emitir un juicio recto.o Vigilancia: Es conveniente mantenerse vigilante frente a los espectáculos y lo que se

nos ofrece, que no atente a nuestras convicciones, a la moral, a la fe y las buenascostumbres. También los padres de familia estén vigilantes en el diálogo con sus hijosy lo que ellos ven, para orientarlos oportunamente.

o Es necesario la selección de los medios que utilizamos, incluso los establecimientoseducativos deben abordar estos temas de enseñanza sobre la utilización de los mediosde comunicación.

Es claro que una dimensión relevante de este proceso de alfabetización mediática seencuentra en el papel de la familia. Constata el Papa Paulo VI que “estos instrumentos de

comunicación social penetran hasta el corazón de la intimidad familiar, imponen sushorarios, hacen modificar las costumbres, proporcionan abundantes temas de conversacióny discusión y, sobre todo, influyen en la psicología de quienes los utilizan, a veces, tanto

 bajo el aspecto afectivo e intelectual como en el campo moral y hasta religioso” 92.

2.4.5. Naturaleza teológico-moral sobre los medios de comunicación

a) Los fundamentos teológicos: La expansión imparable de los medios de comunicaciónobliga a una reflexión teológica. En la Communio et progressio el fundamento de estosmedios se encuentra en los más altos principios de la fe católica:

El misterio trinitario es un misterio de comunicación entre Personas, y el propio Jesús es el perfecto comunicador del sí mismo al mundo. La comunicación es esencial a los hombres; por ello, los medios son un don de Dios que ayudan a la dimensión comunitaria de la vida.Los medios son expresión del precepto divino de dominad la tierra y de la participación enel plan creador de Dios.

b) Los fundamentos morales: En los medios de comunicación están implicados:La libertad del hombre en la elección y uso de los medios de comunicación.La sociedad entera que se ve afectada por los mensajes emitidos.El bien común, al servicio del cual están los medios de comunicación.

 b) Coincidencia de fines entre la Iglesia y los medios: Entre la Iglesia y los medios hayuna coincidencia de fines:

92 Paulo VI, Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 7 de abril de 1969.

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a. Comunión. b. Colaboración al progreso de la convivencia.c. Revelación de interrogantes y experiencias de la sociedad.d. Si el fin de los medios es otro (enriquecimiento, manipulación de la opinión,

etc) el desencuentro con la Iglesia será inevitable.

2.4.6. Deberes en torno a los medios de comunicación

a) Deberes de los propios medios:

Respecto de la información, se deben superar la parcialidad, el sensacionalismo y lasuperficialidad.93 

En el terreno de las artes, se debe comunicar el arte antiguo y el nuevo y velar por lasculturas nacionales y las minoritarias. La verdad estética no está por encima de la verdadmoral.

La publicidad debe tener exquisita sensibilidad hacia la libertad de elección y hacia laverdad. Debe evitarse la publicidad que explota las pasiones humanas.Debe respetar el pluralismo social y el relato de los hechos deben iluminarse también consu conexión entre ellos.

Se debe enriquecer la cultura popular, sin caer en el populismo; debe animarse a lasrelaciones personales y no a suplantarlas.

Para evitar la masificación se debe fomentar una opinión pública consciente, activa ycrítica.

b) Deberes de los poderes públicos: Los poderes públicos son los veladores del biencomún; deben sanear el mundo de la comunicación e impedir que se usen los medios paraimponer nuevas ideologías; deben establecerse normas para su uso responsable yfavorecerse el acceso a los medios en condiciones de igualdad de oportunidades. Debe

 promocionarse, asimismo, la propia cultura y se debe evitar la manipulación por parte delos poderosos.94

c) Deberes de los usuarios: Los usuarios tienen el derecho-deber de desvelar las personas eintereses que hay detrás de cada medio de comunicación. Tienen el deber de ser parte

activa y no meros consumidores de los medios: deben aprender a servirse de ellos, por loque están obligados a interpretar, confrontar, valorar y juzgar los mensajes. Si fuera preciso, deben asociarse para defender sus derechos y vigilar la independencia de losmedios.95

d) Deberes de la Iglesia:

Compromiso interno:

Preparación adecuada para que la evangelización use y se integre en esta nueva cultura.

93 Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 249794 Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2498-249995 Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2496

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Dialogo interno dentro de los católicos y del Magisterio con los fieles.Debe haber una organización adecuada para sacar provecho de las capacidades de losmedios de comunicación.

Formación de comunicadores católicos para adquirir la competencia profesional y la

 preparación doctrinal y espiritual adecuadas.

Compromiso externo:

Se deben denunciar aquellos comportamientos que se desvían de la verdad y, en concreto,la colonización cultural de los países pobres, la manipulación ideológica y comercial, la

  promoción actual del secularismo, la imposición de valores al Tercer Mundo y lacolocación de la felicidad en el campo del consumo.

El Evangelio debe anunciarse de modo que todos puedan llegar a la instrucción einterpretación cristianan de la realidad. Debe tenerse en cuenta el lenguaje de la cultura de

masas; debe hacerse un trabajo atractivo; se deben iluminar los medios para la promociónde la persona y defender su libertad; se debe presentar el derecho a la información comounos derechos de todos; y se debe proclamar el Evangelio en todo momento.

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A. AUTOEVALUACIÓN DE LA SEGUNDA UNIDAD.

Esta ayuda de autoevaluación es una primera aproximación a la comprensión del contenidodel capítulo, le invita a poner atención a ciertos detalles, Los estudiantes que hacer el cursosemipresencial, no se rigen a esta página, pues tienen su propio cuestionario.

1. Por qué le llamamos a la familia cuna de la cultura?2. ¿Cuál debería ser la actitud frente a los migrantes?3. ¿Cuáles deberías ser las tareas de una educación universitaria?4. ¿Qué abusos realizan los medios de comunicación?

B. LECTURAS COMPLEMENTARIAS.

Para profundizar las temáticas sugerimos estas lecturas complementarias.

1. Juan Pablo II, Familiares consortio, Roma 1981.

2. Juan Pablo II, Exhortación apostólica Ecclesia in Amétrica, México, 19993. Revista a Utopía.

C. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARÍA.

1. CAMACHO [LARAÑA], Ildefonso  Doctrina social de la Iglesia. “Una aproximaciónhistórica”. Col. “Biblioteca de Teología”, 14. Ed. Paulinas. Madrid, 1991. 619 pp.

2. FUNDACIÓN PABLO VI - INSTITUTO SOCIAL “LEÓN XIII”. Cien años de DoctrinaSocial . “De la Rerum Novarum a la Centesimus Annus”. (Vol. que se corresponde con62/64 CORINTIOS XIII (abril-dic. 1992). Madrid, 934 pp.

3. GONZÁLEZ FAUS, José-Ignacio. Vicarios de Cristo. “Los pobres en la teología”. Ed.Trotta. Madrid, 1991. 366 pp.

4. SIERRA BRAVO, Restituto. El mensaje social de los Padres de la Iglesia. “Selección detextos”. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, 1989. 564 pp.

5. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del caribe, Aparecida – Documento Conclusivo – Ediciones Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Quito, 2007.282 pp.

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CAPITULO 3

EL COMPROMISO SOCIO-POLÍTICO

Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante estará en condiciones de asumir uncompromiso social y tomar una posición crítica frente a lo político, la democracia, losderechos humanos y la Ecología y la paz según la Doctrina Social de la Iglesia.

Introducción

Las sociedades modernas necesitan honrados ciudadanos. Don Bosco ya orientaba a sus  jóvenes diciéndoles: “Sed buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Un buen cristianotiene que ser un honrado ciudadano. No puede ser un mal ciudadano. Y hay que aprender aser “honrado ciudadano”, siendo “estudiante honrado”, un “hijo de familia honrado”, un“compañero honrado”...

El presente capítulo quiere ser una ayuda para pensar correctamente sobre el proyecto desociedad que estamos construyendo, y para esto uno debe primero entender quién es el ser humano y cuál es su verdadero bien. Además, nos toca vivir en una sociedad concreta ycon hombres concretos. Y ahí debe brillar la honradez personal. Si se es honrado entrehombres honrados no tiene mucho mérito. El mérito está en ser honrado en un ambientesocio-político-económico en el que falten hombres ‘siempre y en todo lugar’ íntegros,honestos, honrados...

El joven debe construir su honradez futura en el presente: familia, colegio,universidad...Dejarlo para después es engañarse a sí mismo. Los ambientes ayudan o

estorban a construir ciudadanos honrados. Y, en los ambientes concretos –no abstractos- esdonde se forjan los hombres honrados. Dice la Biblia que “es santo aquél que pudo pecar yno pecó”. La familia, la escuela, la universidad, los amigos, las diversiones, lacalle...inciden positiva o negativamente en la construcción de un ciudadano honrado. Los

 padres, los maestros...no te hacen honrado. Te haces honrado tú mismo si empleas bien elmaterial que te dan tus padres, maestros... De ahí que la Iglesia no piense primero entérminos de naciones, partidos políticos, tribus o grupos étnicos, sino más bien en la

 persona individual. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de cada individuo.

La política debe contribuir para lograr un equilibrio social, defender a los más pobres desdeel bien común y desde la solidaridad. Esta es la lucha más importante de los derechos

humanos. La Iglesia trabaja para que los cristianos nos constituyamos en defensores de losderechos humanos y ser constructores de paz.

Sumario1. La Democracia y los sistemas políticos.2. Los Derechos Humanos.3. Ecología4. La paz.

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DESARROLLO

3.1. La Democracia y las instituciones políticas.

3.1.1. Concepto de política en Democracia.

Para muchos hoy la palabra “política” es sinónimo de deshonestidad, corrupción, mentira,intereses personales o de grupo. Pero, más allá de los malos ejemplos de muchos políticos,la palabra proviene del griego antiguo –polis–, que quiere decir “ciudad”. En consecuencia“política” es la ciencia y el arte de organizar bien la vida de la ciudad, o de buscar el biencomún de todos sus habitantes, con el fin de alcanzar los objetivos que son propios de lasociedad civil. En este sentido las decisiones políticas tienen un notable influjo en la vida yen el desarrollo de la persona; por eso requieren un gran sentido de responsabilidad, encuanto su influjo es normalmente de amplia duración y posee un vasto alcance. De ahí sederiva la necesidad de promover el crecimiento integral de la persona, con un acento en laformación de la honestidad de los ciudadanos. Además, la necesidad de promover estructuras sociopolíticas que faciliten este proceso. El orden político requiere el ejerciciode los principios fundamentales que favorezcan el bien de todos, baste recordar el principiode solidaridad, según la cual ningún grupo social debe ser excluido del bien común, lainstauración de un Estado de derecho, donde los derechos fundamentales de todos resulten

 protegidos.

Un juicio explícito y articulado sobre la democracia está contenido en la encíclicaCentesimus annus: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en queasegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a losgobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de

sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer laformación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivosideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamenteen un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personasconcretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la“subjetividad” de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y decorresponsabilidad”.96

3.1.2. Los valores y la democracia96 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 46

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La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medidaen que asegura la participación de los ciudadanos en lasopciones políticas y garantiza a los gobernados la

 posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes,o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica...Una auténtica democracia es posible solamente en unEstado de derecho y sobre la base de una recta concepciónde la persona humana. (Centesimus Annus, n. 46)

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Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sinoque es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientosdemocráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre,la exaltación del “bien común” como fin y criterio regulador de la vida política. Si noexiste un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y

se compromete su estabilidad.

La doctrina social individúa uno de los mayores riesgos para las democracias actuales en elrelativismo ético, que induce a considerar inexistente un criterio objetivo y universal paraestablecer el fundamento y la correcta jerarquía de valores: “Hoy se tiende a afirmar que elagnosticismo y el relativismo escéptico son la filosofía y la actitud fundamentalcorrespondientes a las formas políticas democráticas, y que cuantos están convencidos deconocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son fiables desde el punto de vistademocrático, al no aceptar que la verdad sea determinada por la mayoría o que sea variablesegún los diversos equilibrios políticos. A este propósito, hay que observar que, si no existeuna verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las

convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Unademocracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto,como demuestra la historia”.97 La democracia es fundamentalmente un ordenamiento y,como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter moral no es automático, sino que dependede su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano,debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los mediosde que se sirve.98

3.1.3. Instituciones y democracia

Los documentos de la Iglesia reconocen la validez del principio de la división de poderesen un Estado: “Es preferible que un poder esté equilibrado por otros poderes y otras esferasde competencia, que lo mantengan en su justo límite. Es éste el principio del ‘Estado dederecho’, en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres. 99

En el sistema democrático, la autoridad política es responsable ante el pueblo. Losorganismos representativos deben estar sometidos a un efectivo control por parte delcuerpo social. Este control es posible ante todo mediante elecciones libres, que permiten laelección y también la sustitución de los representantes. La obligación por parte de loselectos de rendir cuentas de su proceder, garantizado por el respeto de los plazoselectorales, es un elemento constitutivo de la representación democrática.

En su campo específico (elaboración de leyes, actividad de gobierno y control sobre ella),los electos deben empeñarse en la búsqueda y en la actuación de lo que pueda ayudar al

  buen funcionamiento de la convivencia civil en su conjunto.100 La obligación de losgobernantes de responder a los gobernados no implica en absoluto que los representantessean simples agentes pasivos de los electores. El control ejercido por los ciudadanos, enefecto, no excluye la necesaria libertad que tienen los electos, en el ejercicio de sumandato, con relación a los objetivos que se deben proponer: estos no dependenexclusivamente de intereses de parte, sino en medida mucho mayor de la función de

97 Ibid.98 Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 7099 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 44.100 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2236.

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síntesis y de mediación en vistas al bien común, que constituye una de las finalidadesesenciales e irrenunciables de la autoridad política.

3.1.4. La componente moral de la representación política

Quienes tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o subestimar la dimensiónmoral de la representación, que consiste en el compromiso de compartir el destino del pueblo y en buscar soluciones a los problemas sociales. En esta perspectiva, una autoridadresponsable significa también una autoridad ejercida mediante el recurso a las virtudes quefavorecen la práctica del poder con espíritu de servicio101 (paciencia, modestia,moderación, caridad, generosidad); una autoridad ejercida por personas capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común y no el prestigio o el logro deventajas personales.

Entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las másgraves 102 porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de la

  justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendonegativamente en la relación entre gobernantes y gobernados; introduce una crecientedesconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio delos ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento delas instituciones. La corrupción distorsiona de raíz el papel de las institucionesrepresentativas, porque las usa como terreno de intercambio político entre peticionesclientelistas y prestaciones de los gobernantes. De este modo, las opciones políticasfavorecen los objetivos limitados de quienes poseen los medios para influenciarlas eimpiden la realización del bien común de todos los ciudadanos.

La administración pública, a cualquier nivel —nacional, regional, municipal—, comoinstrumento del Estado, tiene como finalidad servir a los ciudadanos: “El Estado, alservicio de los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo, que debe administrar envista del bien común”.103 Esta perspectiva se opone a la burocratización excesiva, que severifica cuando “las instituciones, volviéndose complejas en su organización y

  pretendiendo gestionar toda área a disposición, terminan por ser abatidas por elfuncionalismo impersonal, por la exagerada burocracia, por los injustos intereses privados,

 por el fácil y generalizado encogerse de hombros”.104 El papel de quien trabaja en laadministración pública no ha de concebirse como algo impersonal y burocrático, sino comouna ayuda solícita al ciudadano, ejercitada con espíritu de servicio.

3.1.5. Información y democracia

La información se encuentra entre los principales instrumentos de participacióndemocrática. Es impensable la participación sin el conocimiento de los problemas de lacomunidad política, de los datos de hecho y de las varias propuestas de solución. Esnecesario asegurar un pluralismo real en este delicado ámbito de la vida social,garantizando una multiplicidad de formas e instrumentos en el campo de la información yde la comunicación, y facilitando condiciones de igualdad en la posesión y uso de estosinstrumentos mediante leyes apropiadas. Entre los obstáculos que se interponen a la plena

101 Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 42102 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 44103 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1998, 5104 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 41

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realización del derecho a la objetividad en la información,105 merece particular atención elfenómeno de las concentraciones editoriales y televisivas, con peligrosos efectos sobretodo el sistema democrático cuando a este fenómeno corresponden vínculos cada vez másestrechos entre la actividad gubernativa, los poderes financieros y la información.

3.1.6. Los partidos políticos

El lugar apto para la formación de ideas y de proyectos es la sociedad civil, como justamente afirma la Octogesima Adveniens cuando dice que “no pertenece ni al Estado, nisiquiera a los partidos políticos que se cerraran sobre sí mismos, el tratar de imponer unaideología por medios que desembocarían en la dictadura de los espíritus, la peor de todas.Toca a los grupos establecidos por vínculos culturales y religiosos -dentro la libertad que asus miembros corresponde- desarrollar en el cuerpo social, de manera desinteresada y por su propio camino, estas convicciones últimas sobre la naturaleza, el origen y fin delhombre y de la sociedad" (n. 25).

El partido político sirve más bien para recoger y organizar las instancias, las ideas, los  proyectos, las propuestas que se elaboran en la sociedad civil, de sintetizarlas en un programa político y colocarlas así en relación con las instituciones. Sin los partidos lasociedad civil y las instituciones no tendrían un instrumento para una mutua relación,

 permanecerían sordas y ciegas la una de la otra o también entrarían en relaciones de tipo poco democrático y, todavía más, no democrático.

La sociedad civil buscaría el contacto directamente de clientela o corporativo; con éstas buscarían un consentimiento plebiscitario mediante el recurso al pueblo entendido comomasa.

Pero junto a esta función principal, el partido debería llevar consigo otras funciones másimportantes. Debería ser un instrumento de educación política de los ciudadanos y, por consiguiente, un instrumento de participación; estar abierto a la participación de la base;debería tener contacto con las personas y la sociedad civil, no encerrarse en sí mismo o,todavía peor, temer la participación en cuanto que podría cuestionar las relaciones de

 poderes internos en el partido mismo. El partido debería tener en su interior una estructurademocrática, ser lugar de elaboración política y de construcción de proyectos, lugar dedebates y de confrontación de ideas y de programas. De esta manera, el partido es uninstrumento útil para formar a los ciudadanos en la vida democrática, en la participación

 política, en las virtudes cívicas y también instrumento de educación y formación de las

clases dirigentes.

La actividad política requiere un conjunto de capacidades particulares que se forman y seconsolidan mediante un largo proceso y, por consiguiente, es poco realista pensar que lasociedad civil pueda considerarse directamente como clase dirigente de tipo político.

Como se ve desde esta observación, la DSI no acepta una visión economicista por mediode cual el partido confecciona un producto que pone después en el mercado político y elelector es como un comprador en el supermercado que escoge entre las diversas ofertas de

 productos.

105 Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris:

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La importancia del partido político no debe, sin embargo, hacer olvidar también sus límitesy sus posibles degeneraciones. Sucede muchas veces que los partidos han ocupadoexcesivamente por un lado a la sociedad civil y por otro a las instituciones, invadiendoámbitos y esferas que no le corresponden. De esta manera, se sofoca la autonomía de loscuerpos intermedios presentes en la sociedad civil, y las instituciones han perdido sus

características propias de estar sobre las partes, de estar al servicio de todos los ciudadanos.Cuando esto sucede, se corre el riego de minusvalorar el mismo Estado de derecho, sobreel que se funda, como afirma Juan Pablo II, la verdadera democracia.

 No hay que olvidar, sin embargo, que esto puede suceder no sólo por culpa de los partidos,sino también de la sociedad civil, la cual a menudo no reivindica su autonomía también

 política y se pone al abrigo de uno o de otro partido. Puede suceder además que venga amenos la conciencia política colectiva del bien común, del sentido de ser "comunidad"

 política, por incapacidad, es decir, por no ver lo que nos une y sólo ver lo que nos divide.Cuando esto sucede entran en crisis las instituciones, ya que los ciudadanos no lograncomprender cómo y por qué deban existir las instituciones sobre los partidos para

representar los intereses de todos.

Los partidos están fisiológicamente en lucha política entre ellos. Esto, sin embargo, nodebería hacernos olvidar que la actitud de conflicto político está en orden al bien común y

 jamás se debería preferir el interés de un grupo o de un partido sobre el bien común.

3.1.7. La formación política

Elaborar argumentos/discursos sobre la libertad, la tolerancia, el respeto, la igualdad, etc.se hace relativamente fácil, pero llevarlos a efecto es mucho más difícil. Una educación

  para formar ciudadanos autónomos, responsables, honestos, íntegros, demócratas,colaboradores, miembros de una comunidad heterogénea… no puede quedarse en unasdeterminadas horas del currículum y desaparecer del resto de la jornada. Estas cosas seviven y se experimentan personalmente o no tienen demasiado sentido; sería comoaprender a montar en bicicleta mediante un manual y sin dar una sola pedalada.

La democracia, como expresión madura de la política, ha de vivirse, no en grandesmomentos o a la hora de ejercer un derecho al voto. La democracia ha de llegar a cadasituación de convivencia entre seres humanos constituidos en sociedad. Para lograr unaconvivencia justa es preciso ciudadanos capacitados que puedan ejercer lo más plenamente

  posible sus deberes y sus derechos. Se debe respetar y estimular gradualmente la

autonomía de los sujetos como también su sentido de pertenencia a la sociedad, y para estola educación es responsable, educación en un sentido más amplio, de la futura actitud desus ciudadanos. Pues, la ciudadanía es un marco común de comprensión y convivencia conuna historia, unos retos presentes y una proyección al futuro. Como ya decíamosanteriormente, esto implica formar una sólida identidad personal en consonancia con otraidentidad social y cultural de todos los ciudadanos. Formar desde los planteamientos másobvios a los más reflexivos y dialécticos; para lo que es necesario el asentamiento dedeterminados conocimientos y habilidades sociales de convivencia y corresponsabilidad,actitudes y valores, que hay que promocionar y solicitar ante cualquier acto o toma dedecisión personal o grupal.    Asumir una serie de reglas de juego democrático y deresolución dialogada y razonada de conflictos, propios de estructuras democráticas.

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El concepto de ciudadanía sobrepasa el de tener unos conocimientos básicos en temas decultura básica común, para ahondar en el terreno de los valores y las actitudes que se

  pondrán en práctica en acciones y decisiones diarias. Esta educación ha de ser  permanentemente un referente indirecto que da sentido a la propia educación. No desde la – tradicional – moralización de la sociedad, de triste recuerdo en nuestro contexto, sino

caminando hacia la construcción de un concepto integral de educación ético–cívica, quesupera viejas concepciones y prejuicios, para entenderla como un componente esencial deuna sociedad democrática no mecanicista ni formalizada/ritualizada y vaciada decontenido. Se propone una visión de la educación cívica global que implica otra nuevaescuela para una nueva sociedad, en la que el que tenga como eje central los valoresdemocráticos, desde una educación democrática que atienda/integre productivamentediversas dualidades: cognición y afectividad, ciencia y vida, autonomía einterdependencia, respeto y norma común…

En una reciente obra, Linda Darling – Hammond (2001), articula una reflexión que pretende asumir y provocar el estimulante reto de “hacer virar el discurso de la enseñanza

  y de los proyectos de centros, etc. hacia su verdadero sentido: aprender; pero nocualquier aprendizaje”. El aprendizaje es un derecho fundamental de todo alumno, que hade estimularse para ayudar a desarrollar ciudadanos libres, autónomos, capaces… y noesponjas dispuestas a llenar sus cerebros de contenidos. En estos estándares no se puedeolvidar que su funcionalidad no es catalogar, clasificar o certificar, sino ponerse también alservicio, como los propios procesos de enseñanza–aprendizaje, de la comprensión y eldesarrollo de los alumnos, para que sea posible un aprendizaje activo y profundo, con unrendimiento “auténtico”, valorando la diversidad personal, cultural y del aula, creandooportunidades para el aprendizaje cooperativo, (Escudero, 2002).

Educar a la ciudadanía, hoy en día no es atender a una mayoría, sino a todos. Y el reto másactual, estriba en hacerlo desde principios de equidad. Así toma especial interés la idea de“todos tienen derecho a un buen aprendizaje” o lo que es lo mismo, alcanzar un justoequilibrio entre equidad y calidad.

Con una ética más comprometida socialmente, desde esta perspectiva, toma relevancia elcompromiso con las clases más desfavorecidas como signo de calidad en un sistema deeducación público y democrático, así como la emergencia del derecho a aprender  por encima de otros derechos que parecen esgrimirse cuando se habla de educación. Será, pues,en torno a estos estándares democráticos de calidad, como será posible replantear yreconstruir una visión de la “orientada” educación, como norte básico a ofrecer al

 profesorado, a asesores, a administradores y a cuanto personal incide en la educación paraque diseñen, reestructuren, reflexionen, evalúen y hagan posible “el mejor aprendizaje paratodos”.

Esta labor no puede quedar reducida a la escuela, como tampoco puede suponer que ésta pase de puntillas sobre el trasfondo que en estas finalidades se encierran. Como afirmaTedesco (2000), sin asegurar ciertos niveles básicos de equidad en los primeros años de lavida – asociada a derechos primarios y a condiciones materiales, sociales y familiares que

 posibiliten un desarrollo cognitivo y afectivo básico y una primera socialización potente – se está coartando bastante la potencialidad de educabilidad de los sujetos. Por lo que sonnecesarias otras medidas sociales de choque y asegurar una escolarización temprana de

calidad. Y éste es un reto del que primordialmente deben responder los poderes públicos,con la necesaria educación y participación ciudadana (Freire, 1994).

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3.1.8. La comunidad cristiana y la política

Después de hacer estas consideraciones debemos decir que la Iglesia no es una comunidad política, no se confunde con ningún sistema político. Sin embargo, su presencia en la

historia del hombre no puede dejar de tener influjo sobre la comunidad política en cuantola palabra de salvación de Cristo contempla la historia entera y la humanidad entera. ElConcilio ha esclarecido que la obra redentora de Cristo “si bien por naturaleza tiene comofin la salvación de los hombres, se propone también la restauración de todo el ordentemporal”.106 

La Iglesia, en virtud del misterio del Verbo Encarnado, tiene ”una auténtica misiónsecular" (CL 15). Respeta la autonomía legítima de las realidades humanas, su laicidad, y

 por consiguiente, respeta también la laicidad de la política, pero al mismo tiempo no puedeabandonar su misión de evangelizar   también la política. Instrumento esencial para estetrabajo es la doctrina social de la Iglesia, la cual es precisamente el instrumento de

evangelización para las realidades temporales, y la acción de la comunidad cristianadirigida a este fin se llama pastoral social y política.

Los guías de la Iglesia, responsablemente formados, tienen la tarea también de orientar eiluminar, a la luz de la fe, la acción política de los cristianos. Cuando el pluralismo es tanamplio que la fe sirve para amparar a tiranos y a oprimidos, la Iglesia debe desautorizar determinadas opciones y posturas por incompatibles con la fe. Por eso los Pontíficesrepetidamente han recordado a los cristianos el deber de participar en la vida pública (cfr.

 PT 76) y examinarse para ver si se ha hecho lo suficiente y convertirse a la necesidad de uncompromiso social por la justicia.107 

La comunidad cristiana ofrece a la política dos servicios principales, uno crítico y uno propositivo. El crítico consiste en recordar constantemente a la política que el hombre “noestá limitado al solo horizonte temporal”108, el cual tiene una “trascendente dignidad” quecualquier sistema político debe respetar, y que ello se le debe en cuanto hombre antes quecomo ciudadano o en cuanto tal  ciudadano, porque existen exigencias de justicia y dederecho de la persona que se imponen a cualquier sistema político.

La comunidad cristiana, por tanto, no puede convertirse en un fermento crítico más queteniendo viva la tensión hacia la trascendencia, lo que le impide encerrarse en la políticamisma y transformarla en ideología.

  El propositivo consiste en animar con su doctrina social y con el testimonio de susmiembros nuevos horizontes de esperanza, nuevos proyectos para el futuro, a la medida delhombre, colaborar con todos los hombres de buena voluntad y dar su aportación en dondese haga cualquier cosa de bueno.

Cumpliendo estos dos objetivos, la comunidad cristiana sirve al hombre también en elámbito político según lo propio específico, no pidiendo ningún privilegio especial a la

106  Apostolicam Actuositatem n. 5.107 cfr. OA 48108 GS 76

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autoridad civil.109 Los laicos cristianos se obligan entonces, más aún, deben comprometersedirectamente en el campo político.

La Gaudium et Spes  invita, sin embargo, a no confundir cuando los fieles “aislada oasociadamente, llevan a cabo (acciones políticas)  a título personal, como ciudadanos de

acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, encomunión con sus pastores”.110 

3.2. Los Derechos Humanos.

3.2.1. El valor de los derechos humanos

La Iglesia en sus documentos no ha dejado de evaluar positivamente la DeclaraciónUniversal de los Derechos del Hombre, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de

diciembre de 1948, que Juan Pablo II ha definido “una piedra miliar en el camino del progreso moral de la humanidad”.111 La raíz de los derechos del hombre se debe buscar enla dignidad que pertenece a todo ser humano.112 Esta dignidad, connatural a la vida humanae igual en toda persona, se descubre y se comprende, ante todo, con la razón. Elfundamento natural de los derechos aparece aún más sólido si, a la luz de la fe, seconsidera que la dignidad humana, después de haber sido otorgada por Dios y herida

  profundamente por el pecado, fue asumida y redimida por Jesucristo mediante suencarnación, muerte y resurrección.

 La fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre

mismo y en Dios su Creador . Estos derechos son “universales e inviolables y no puedenrenunciarse por ningún concepto”.113 Universales, porque están presentes en todos los sereshumanos, sin excepción alguna de tiempo, de lugar o de sujeto. Inviolables, en cuanto“inherentes a la persona humana y a su dignidad”114 y porque “sería vano proclamar losderechos, si al mismo tiempo no se realizase todo esfuerzo para que sea debidamenteasegurado su respeto por parte de todos, en todas partes y con referencia a quien sea”. 115 

109 cfr. GS 76110 GS 76111 Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas (2 de octubre de 1979), 7112 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 27113 Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris114 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 3115 Pablo VI, Mensaje a la Conferencia Internacional sobre los Derechos del Hombre (15 de abril de 1968)

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En toda convivencia humana bien ordenada y provechosahay que establecer como fundamento el principio de quetodo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada deinteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombretiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan

inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza.Estos derechos y deberes son, por ello, universales einviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto.(Pacem in Terris, n. 9)

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 Inalienables, porque “nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sussemejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia naturaleza.”116

3.2.2. La especificación de los derechos

Las enseñanzas de Juan XXIII, del Concilio Vaticano II, de Pablo VI han ofrecido ampliasindicaciones acerca de la concepción de los derechos humanos delineada por el Magisterio.Juan Pablo II ha trazado una lista de ellos en la encíclica Centesimus annus: “El derecho ala vida, del que forma parte integrante el derecho del hijo a crecer bajo el corazón de lamadre después de haber sido concebido; el derecho a vivir en una familia unida y en unambiente moral, favorable al desarrollo de la propia personalidad; el derecho a madurar la

 propia inteligencia y la propia libertad  a través de la búsqueda y el conocimiento de laverdad ; el derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y recabar delmismo el sustento propio y de los seres queridos; el derecho a fundar libremente unafamilia, a acoger y educar a los hijos, haciendo uso responsable de la propia sexualidad.

 Fuente y síntesis de estos derechos es, en cierto sentido, la libertad  religiosa, entendida

como derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidadtrascendente de la propia persona”.117

 El primer derecho enunciado en este elenco es el derecho a la vida, desde su concepciónhasta su conclusión natural ,318 que condiciona el ejercicio de cualquier otro derecho ycomporta, en particular, la ilicitud de toda forma de aborto provocado y de eutanasia. Se

 subraya el valor eminente del derecho a la libertad religiosa: “Todos los hombres debenestar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupossociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera, que en materia religiosa ni seobligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en

 privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”.118 Elrespeto de este derecho es un signo emblemático del auténtico progreso del hombre en todorégimen, en toda sociedad, sistema o ambiente.

3.2.3. Derechos y deberes

Inseparablemente unido al tema de los derechos se encuentra el relativo a los deberes delhombre. Frecuentemente se recuerda la recíproca complementariedad entre derechos ydeberes, indisolublemente unidos, en primer lugar en la persona humana que es su sujetotitular.119 Este vínculo presenta también una dimensión social: “En la sociedad humana, aun determinado derecho natural de cada hombre corresponde en los demás el deber de

reconocerlo y respetarlo”.120

El PSI subraya la contradicción existente en una afirmación delos derechos que no prevea una correlativa responsabilidad: “Por tanto, quienes, alreivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les dan la importanciadebida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra construyen.121

3.2.4. Colmar la distancia entre la letra y el espíritu

116 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 3117 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 47118 Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2119 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 26120 Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris121 Ibid.

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La solemne proclamación de los derechos del hombre se ve contradicha por una dolorosarealidad de violaciones, guerras y violencias de todo tipo: en primer lugar los genocidios ylas deportaciones en masa; la difusión por doquier de nuevas formas de esclavitud, como eltráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los trabajadores, el tráficode drogas, la prostitución: “También en los países donde están vigentes formas de gobierno

democrático no siempre son respetados totalmente estos derechos”.122

Existe desgraciadamente una distancia entre la “letra” y el “espíritu” de los derechos delhombre123 a los que se ha tributado frecuentemente un respeto puramente formal. Ladoctrina social, considerando el privilegio que el Evangelio concede a los pobres, no cesade confirmar que “los más favorecidos deben renunciar  a algunos de sus derechos para

 poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás y que una afirmaciónexcesiva de igualdad “puede dar lugar a un individualismo donde cada uno reivindique susderechos sin querer hacerse responsable del bien común”.124

El compromiso pastoral de la Iglesia se desarrolla en una doble dirección: de anuncio del

fundamento cristiano de los derechos del hombre y de denuncia de las violaciones de estosderechos.125 En todo caso, “el anuncio es siempre más importante que la denuncia, y estano puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de sumotivación más alta”.126 Para ser más eficaz, este esfuerzo debe abrirse a la colaboraciónecuménica, al diálogo con las demás religiones, a los contactos oportunos con losorganismos, gubernativos y no gubernativos, a nivel nacional e internacional. La Iglesiaconfía sobre todo en la ayuda del Señor y de su Espíritu que, derramado en los corazones,es la garantía más segura para el respeto de la justicia y de los derechos humanos y, por tanto, para contribuir a la paz: “promover la justicia y la paz, hacer penetrar la luz y elfermento evangélico en todos los campos de la vida social; a ello se ha dedicadoconstantemente la Iglesia siguiendo el mandato de su Señor.

3.2.5. La persona humana y su dignidad.

Uno de los objetivos y destinos clave de la misión de la Iglesia es el respeto a la dignidadde la persona. Por esta razón, conviene considerar la mutua relación de la Iglesia-mundo, laayuda de la Iglesia a cada hombre concreto y su relación con la comunidad política.

1. Relación mutua entre la Iglesia y el mundo (GS 40,3). Esta relación entre la Iglesia y elmundo tiene como fundamento la dignidad de la persona humana, la misma comunidadhumana basada en la dimensión social de la persona y la misma actividad del hombre que,

en su sentido más profundo, se abre a la relación con la creación, con los demás y conDios. Esto puede verse, en el terreno de los principios, en Gaudium et Spes, 40 y enmultitud de declaraciones y escritos; y, en el terreno práctico, tanto en los acuerdos Iglesia-Estado como en las declaraciones estatutarias y prácticas de las instituciones sociales de laIglesia (Cáritas, Manos Unidas, etc.)

122 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 47123 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis, 17124 Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 23

125 Cf. Pontificia Comisión « Iustitia et Pax », La Iglesia y los derechos del hombre, 70-90, TipografíaPolíglota Vaticana, Ciudad del Vaticano 1975, pp. 49-57.

126 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 41

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Por otra parte, la dimensión terrena de la Iglesia, comunidad formada por seres humanos,hace que esté abierta y tienda a formar una familia con todos los hombres127. De estamanera, la Iglesia es una sociedad en el mundo con una misión universal, visible y social y,

 por esta razón, la Iglesia deberá caminar con toda la humanidad siendo fermento y alma dela misma haciendo esfuerzos para renovarse y transformarse continuamente.

La colaboración y la relación de la Iglesia con el mundo pertenece, por una parte, al campodel sentido, ya que puede ofrecer gran ayuda para dar un sentido más humano al hombre ya su historia.

2. Ayuda de la Iglesia a cada hombre (GS 41). Pero la búsqueda del sentido no es sólo ni prioritariamente tarea de la sociedad. Es antes de nada una tendencia de cada persona. En elcamino del hombre hacia el encuentro con su propio destino y con el desarrollo pleno de su

 personalidad, la Iglesia aporta una razón de sentido, descubre al hombre el sentido de la propia existencia, ya que sabe que sólo Dios puede saciar las aspiraciones profundas delcorazón humano.

Por otra parte, en esta clave de sentido, la Iglesia desde lo más genuino de su misiónevangelizadora presenta las razones que son fruto del deseo religioso del hombre deresponder a las preguntas por el sentido de la vida, de su quehacer y de su muerte. LaIglesia ayuda a toda persona a buscar en el misterio de Cristo las respuestas verdaderas asus preguntas.

«La Iglesia, pues, en virtud del evangelio que se le ha confiado, proclama los derechos delhombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual, que está

 promoviendo por todas partes tales derechos». La Iglesia quiere que tales derechos asumanla dimensión divina que está presente en Aquel que los liberó para la libertad.

3.  La comunidad política y la Iglesia (GS 76). La comunidad política es la expresiónhumana y comunitaria del ser social del hombre. Este queda configurado como ser social.

 Nos encontramos, por tanto, ante dos realidades sociales propensas a la elección por el ser humano con el fin de desarrollar su sociabilidad: la Iglesia y la comunidad política.

Desde estas dos realidades nos acercamos a los derechos humanos. Los derechos delhombre son una de estas realidades que dominan en el ámbito de la vida social cuyadescripción está marcada por la característica de su autonomía. Esta exige respeto, seimpone ante su posible negación o supresión e indica una jerarquía de valores. El ámbito

de los derechos del hombre es histórico porque histórico es el ser humano y en la historiase expresa su verdad. Los derechos humanos aparecen en la historia unidos atransformaciones concretas, estructuradas desde el campo económico, social y político128.En un mundo en continua transformación los derechos humanos crecerán hasta el fin de lahistoria129. Esta autonomía y crecimiento continuo tienen como resultado el carácter situacional de la moral de los mismos derechos.

127 J. B. Metz, 'Memoria Passionis. Una exhortación a la responsabilidad moral', en Staurós. Teología de laCruz 29 (1998) 5-9.

128 Comisión Pontificia Iustitia et Pax, La Iglesia y los derechos del hombre, 19.129 J. Moltmann, La justicia crea futuro, Política de paz y ética de la creación en un mundo amenazado 66,Santander 1988.

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La Iglesia, en el diálogo respetuoso con cada entidad política (Estados, Gobiernos, partidos políticos, etc.), contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad enel seno de cada sociedad. Por ello, respeta y promueve la libertad y la responsabilidad

 política del ciudadano y de los grupos políticos. La libertad, la igualdad y la solidaridadson los tres valores que sustentan y aseguran el respeto a la dignidad de la persona humana.

En este sentido, «el respeto de los derechos humanos no comporta únicamente su protección en el campo jurídico sino que debe tener en cuenta todos los aspectos queemergen de la noción de dignidad humana, que es la de todo derecho» 130.

3.2.6. Ámbitos de la defensa de los Derechos Humanos

Centrados en un terreno práctico, los fieles de la Iglesia deberían conocer con más precisión el engranaje y el movimiento de las actividades que diversas instituciones laicasrealizan de cara a la defensa de tales derechos. Estas instituciones tienen un ámbitonacional, internacional, ecuménico e intraeclesial. Elegimos estas fronteras de lucha enfavor de los derechos en las que, por una parte, el cristiano puede colaborar como un

ciudadano más y, por otra, la misma eclesialidad marca el lugar propio del compromiso.

1.  Ámbito nacional. El carácter ético de los derechos humanos cobra interés nacional a partir de la Segunda Guerra Mundial. Poco a poco se consigue que los derechos humanosocupen un lugar en las “Constituciones” políticas y en el derecho que regulan la vida decada nación131  y en la conciencia local de los ciudadanos y creyentes por su mayor sensibilidad ante las masacres del gran acontecimiento bélico del siglo.

Aparecen, por tanto, Constituciones nacionales que tienen por objeto la defensa de losderechos humanos a todos los niveles. Existen varias asociaciones, gubernamentales y no-

gubernamentales, preocupadas de la defensa de tales derechos: Amnistía Internacional,Asociación pro Derechos Humanos, el Defensor del pueblo. También la Iglesia ha creadouna institución peculiar dedicada directamente a buscar este valor: Justicia y Paz. Entre susactividades cuenta con la organización de actos relacionados con la paz y el desarrollo, conla solidaridad y la difusión de la enseñanza católica en favor de la justicia y la paz, y con la

  participación en convenciones internacionales dedicadas a la defensa de los derechoshumanos. Instituciones políticas, movimientos sociales y religiosos van configurando elmapa de concienciación de cada nacionalidad en favor de los derechos humanos.

Pero no sólo existen asociaciones. También hay campos y objetivos concretos de denunciade la violación de estos derechos: las torturas y malos tratos a la personas detenidas, las

condiciones de vida de los encarcelados en los establecimientos penitenciarios, la defensade los objetores de conciencia y el reconocimiento de sus derechos, la protección de las personas afectadas por el paro y el desempleo, el amparo a los que se sienten dañados por los retrasos y otras anomalías de la administración de justicia, la denuncia de aquellascondiciones de vida poco favorables al pleno reconocimiento de los derechosfundamentales del hombre. La Iglesia debería estar más presente en estos foros nacionalesy superar la “fuga mundi” hacia la liturgia y la catequesis, es decir, debería optar por ser enverdad Iglesia samaritana.

130 Juan Pablo II, «De la justicia de cada uno nace la paz para todos», 1-1-1998, o. c., 371-381.131 Cf. Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, aunque la dimensión nacional había ido

configurando el espíritu de los ciudadanos después del medioevo con la aparición de las nacionalidades.

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En este ámbito, la Iglesia muestra características propias en cada nación que, favoreciendoel compromiso individual, se extienden desde la experiencia de la Iglesia local hasta llegar a las propuestas de las diversas conferencias episcopales: las comunidades, losmovimientos apostólicos, los escritos de los obispos y la conciencia individual son

 portadores de este compromiso.

2. La frontera internacional. En su visita a Estrasburgo (10-10-1988) Juan Pablo II decía:«Ambas instituciones testimonian que los Estados miembros reconocen que los derechoshumanos y las libertades fundamentales trascienden las fronteras nacionales. La noción dederechos del hombre no implica simplemente un catálogo de derechos positivos, sino unconjunto de valores, subyacentes que la Convención denomina correctamente el'patrimonio común' de los ideales y los principios de las naciones de Europa»132.

De aquí se deduce que todos los hombres y mujeres y todos los pueblos, incluidos los másdébiles, tienen derecho a ser sujetos activos y responsables en el desarrollo de sí mismos yde la creación entera133.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la Declaración Universal de los Derechoshumanos tiene un carácter internacional. Ahora las exigencias de los derechos rompen las

 barreras nacionales. Por otra parte, ante la implantación del control jurisdiccional iniciadocon la Sociedad de Naciones y consolidada por la ONU se crean órganos de control comola Comisión Europea de Derechos Humanos, el Comité de Derechos Humanos de la ONU,el Tribunal Europeo de Derechos Humanos134, mientras que la explosión del movimientodescolonizador trae consigo el respeto a los derechos de los pueblos y la protección de losgrupos minoritarios.

La Santa Sede como organismo internacional e Iglesia Católica Universal, ha colaboradotambién con los organismos internacionales en iniciativas que tienen como fin la defensade tales derechos en este ámbito global. Algunas encíclicas y documentos papales, larepresentación de la Santa Sede en la ONU y la presencia de los últimos Papas en los forosinternacionales lo certifican. «Es de notar que la Santa Sede, coherente con su propiaidentidad y a distintos niveles, ha procurado ser siempre colaboradora fiel de las NacionesUnidas en todas las iniciativas que contribuyen a esta labor noble y difícil a un tiempo». LaSanta Sede ha estimado, alabado y apoyado los esfuerzos de las Naciones Unidasencaminados a garantizar cada vez más eficazmente la protección plena y justa de losderechos y libertades fundamentales de la persona humana135.

La Santa Sede cuenta, como se ha dicho, con la comisión «Justicia y Paz», creada por Pablo VI y encargada de promover la defensa de los derechos humanos. De todos modos,esta defensa tiene un campo amplio de aplicación. Hay grandes organizaciones que sededican a diversas tareas dentro de la realidad eclesial como las de informar de lassituaciones de injusticia, promover y financiar planes de mejora de la calidad de vida y

 promover la cultura...136. En este ámbito, la Iglesia opera con gran energía a través de la

132  Ecclesia 2401-2 (17-12-1988) 1790.133 Cf. Comisión Episcopal de Pastoral Social,  La declaración Universal de los Derechos Humanos. Un

 signo del Espíritu de nuestro tiempo, Madrid 1998, 23.134 M. Spiekera, 'Socialismo y libertad. De los límites de las declaraciones eurocomunistas sobre derechos

fundamentales', en Tierra Nueva 10 (1981) 3817-31; I. Fucek, 'Il fondamento dei diritti umani nei

documenti internazionali', en Civiltà Cattolica 133 (1982) IV, 548.135 Juan Pablo II, Discurso en la ONU de 1979. Cf IFCU, Human Rights. ed FCU, Paris 1989, III-VI.136 Vgr., Cor Unum, Caritas Internacional, Pro Vida, Manos Unidas, Paz Christi, etc.

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Doctrina Social de la Iglesia, la diplomacia, escritos magisteriales, la vida eclesial y otrasactividades intraeclesiales y su presencia misionera en el Tercer Mundo y entre las bolsasde pobreza del Primer Mundo.3.  Ámbito ecuménico. Es significativa la tarea realizada en este ámbito. Está descrita por las características propias que la definen. El Consejo Mundial de las Iglesias es el

organismo encargado de canalizar esta acción. En las últimas asambleas del ConsejoMundial de las Iglesias encontramos enunciados varios compromisos que impulsan esterespeto en favor de los derechos humanos: la adopción de un sistema de valores que tengacomo fundamento la justicia, la paz y el cuidado .de la creación; la promoción y lasolidaridad con los movimientos en favor de la liberación de los pobres y de los oprimidos.La Asamblea Ecuménica Europea, celebrada en Basilea los días 15-21 de mayo de 1989 haquerido presentar la dimensión ecológica en relación con la paz y la justicia para toda lacreación así como el papel de los cristianos en la salvaguarda de la creación. El mensajefinal, bastante realista y esperanzador, hace una invitación y una llamada a la lucha enfavor de los derechos del hombre, para construir la justicia y la paz como caminos derenovación de la creación y formas plenamente humanas de superar la crisis ecológica137.

4. Ámbito intraeclesial. Un ámbito peculiar de la acción misionera de la Iglesia en favor delos derechos humanos tiene sus límites en el cuidado de estos derechos dentro de la mismainstitución y comunidad eclesial. Lo demuestran campos como la participación de loslaicos en las organizaciones eclesiales, reservadas hasta ahora al clero, la participación dela mujer en igualdad de condiciones, la atención sacramental y litúrgica a todos los fielescristianos en bien de la comunidad, etc.

3.2.7. Derechos Humanos y compromiso cristiano

La misión de la Iglesia, como el Sínodo de 1971 nos dejó dicho, «implica la defensa y promoción de la dignidad y de los derechos fundamentales de la persona humana»138. Estamisión tiene como exigencias el discernir y acoger el compromiso histórico, el servir a los

 pobres, el combatir los mecanismos perversos (SRS 40) y una praxis evangelizadora139.

En este sentido, el laicado cristiano debería participar en las organizaciones que promueveneste derecho económico, social y cultural. Los laicos pueden impulsar y luchar para que laslegislaciones de cada país realicen en todo tiempo una política de atención a losmarginados en la adquisición de su desarrollo integral y pueden participar en la educacióny promoción de la comunidad haciendo que todos tengan conciencia de sus derechos. Endefinitiva hoy seguirá existiendo violación de los derechos humanos mientras los cristianos

no tomen en serio su deber de compromiso con las realidades terrenas en occidente.

Se puede decir que dentro de la misión de la Iglesia el interés de la misma y de la DoctrinaSocial por los derechos humanos está generalizado. No obstante, es preciso seguir avanzando en el conocimiento de la dignidad de la persona humana aun dentro de la mismaIglesia. Hoy ciertamente podemos hablar de la existencia de un movimiento pastoral y deun compromiso cristiano en favor de tales derechos, especialmente en favor del derecho ala paz.

137 Cf  Paz Con justicia, o. c.; H. Vall, 'La Iglesia y la defensa del planeta', en A. Galindo,   Ecología y

Creación. Fe cristiana y defensa del planeta, Salamanca 1991, 237-320.138 Sínodo de Obispos 1971, «La justicia en el mundo», II, 1.139 Comisión Episcopal de Pastoral Social, o.c., nn. 28-34.

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Con motivo de la celebración del 25 aniversario de la Declaración de los DerechosHumanos, Pablo VI afirmaba que «no puede existir paz verdadera donde no hay respeto,defensa y promoción de los derechos del hombre. Si una tal promoción de los derechos dela persona conduce a la paz, al mismo tiempo la paz favorece su realización»140.

Asimismo, Juan Pablo II recordaba esta doctrina de su antecesor afirmando que “medianteuna doctrina clara y convincente el Papa decía a todos ‘los hombres de buena voluntad’que era necesario construir la paz y que no se podía llegar a este objetivo sino mediante elrespeto de los derechos humanos, en la verdad, la justicia, la caridad y la libertad”141.La lucha en favor de la paz ha sido una tarea continua de la Iglesia y de sus fieles. Desde elámbito personal y local hasta el nacional e internacional, los cristianos han luchado enfavor de la reconciliación y del perdón. Sus estrategias han tenido una motivación profundarecibida de su fundador: el perdón al enemigo, y las estrategias comunes a otras instanciassociales y antropológicas, la creación de caminos de paz, la participación en grupos

 pacifistas, los encuentros de paz, las mediaciones políticas de alto nivel y la eliminación delas injusticias que promueven la guerra y la violencia.

3.3. Ecología.

3.3.1. El concepto de ecología

Llevamos muchos siglos reconociendo que el mundo creado es la casa (oikós) del ser humano. Y hace mucho que habíamos tratado de encontrar un instrumento racional para

manejar sus recursos. A la ciencia que estudiaba esas medidas la llamaron  Economía. La palabra Ecología aparece por primera vez en el año 1866 en una nota a pie de página, en laobra de Ernst Haeckel. Desde allá nos hemos dado cuenta de que era preciso iniciar unaseria reflexión sobre las relaciones existentes entre los seres vivos y su ambiente, así comoentre ellos mismos. La Ecología es un neologismo formado a partir de las palabras griegas,“oikos” y “logos” y significa “ciencia del hábitat” o “ciencia de la casa”.

Por respetables que sean, esas dos palabras comienzan ahora a adquirir unas connotacionesun tanto novedosas. La  Economía nos sugiere no sólo las estrategias que los humanosadoptamos para sacar el mejor fruto posible a los bienes de la tierra, sino que nos evoca la

140 «L'Osservatore Romano», 12-12-1973.141 Juan Pablo II, 'A los participantes en la asamblea de la Pontificia Comisión Justicia y Paz', en  Ecclesia

2401 (1988) 1809.

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Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay querecordar aquí la más grave aún del ambiente humano, al que, sinembargo, se está lejos de prestar la necesaria atención. Mientras nos

  preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de  preservar los "habitat" naturales de las diversas especies animalesamenazadas de extinción, … nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica "ecología humana"... Hay quemencionar en este contexto los graves problemas de la modernaurbanización, la necesidad de un urbanismo preocupado por la vida de las

 personas, así como la debida atención a una "ecología social" del trabajo.(Centesimus Annus, n. 38)

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normatividad (nomos) que el medio ambiente nos impone para poder seguir siendo lo quees y para permitir que los humanos lo seamos de verdad. La  Ecología, por otra parte, nosrecuerda la necesidad de articular una reflexión coherente – es decir, un logos - sobre lacasa cósmica en la que se desarrolla la peripecia de la vida en general y la de la vidahumana en especial.

Pero el estudio de las relaciones del ser humano con la comunidad biótica y su “soporte”cósmico habría de suscitar necesariamente un sentimiento nuevo y una reflexión sobre lasresponsabilidades éticas que al ser humano le corresponde con relación al planeta y a sushabitantes. Apostamos, pues, por una especie de  Ecopatía, o nueva sensibilidad ante lacasa cósmica de la vida, y por una  Ecoética, que incluya tanto la reflexión como lasdirectrices prácticas sobre los deberes morales que incumben al ser humano con relación asu ambiente. De hecho, ha nacido ya hace años una ética medioambiental,

 paradigmáticamente reflejada en la que Aldo Leopold llamaba “ética de la tierra”142.

3.3.2. La conciencia ecológica en el Pensamiento Social de la Iglesia

La Iglesia ha tenido que asomarse a este campo con un cierto talante apologético, pararesponder a los que achacan el deterioro ambiental a un antropocentrismo de cuño bíblico.Se dice que la comprensión del hombre como imagen de Dios lo habría convertido en undueño despótico del medio143. Sin embargo, la Iglesia no puede limitarse a hacer apologética. Corresponde a la Antropología Cristiana mostrar el aprecio que el mundo, encuanto creación de Dios, merece para los creyentes en el Dios Creador. Y corresponde a laÉtica subrayar la responsabilidad que al ser humano le compete frente al mundo que es sucasa. Nuestro abuso de la naturaleza no se debe a nuestra fe, sino a nuestra falta de fe.

 Nuestra reciente depredación de la naturaleza se relaciona íntimamente con nuestrohabitual encogimiento en la esperanza y nuestra incapacidad de imaginar el futuro desde lafe y el amor responsable144.

Antes de las enormes transformaciones ambientales producidas por la civilizaciónindustrial, ni la sociedad ni las iglesias habían sentido la urgencia de educar a la humanidadcon vistas a la formación de una conciencia responsable y solidaria respecto al "medioambiente". El ser humano se ajustaba con toda normalidad a los ritmos de la naturaleza.Ante el panorama actual, los hombres y mujeres que creen en Dios no puedendesentenderse de la suerte del planeta. También para ellos se abre, inquietante y urgente, la

 pregunta por la naturaleza. O mejor, la pregunta por la relación entre el ser humano y lanaturaleza.

De acuerdo con la fe cristiana, el mundo material es reconocido como fruto de la accióncreadora y sustentadora de Dios. Para los cristianos, la naturaleza participa junto con el

142 Parece que el autor la empleó por primera vez en su libro  A San County Almanac and Sketches HereandThere, publicado en Oxford en 1949.

143 Estas acusaciones de L.WHITE, "The historical Roots of our Ecological Crisis", en Science 155 (1967)1203 ss., han sido continuadas por J.W.FORRESTER, World Dynamics, Cambridge 1971 y C. AMERY, Das Endeder Vorsehung. Die ganadenlosen Folgen des Christentums, Hamburgo 1972. A propósito deestas acusaciones, véase J. BARR, “Uomo e natura. La controversia ecologica e l’Antico Testamento”, enM. TALLACCHINI, o.c., 61-84. Ver también R. ATTFIELD, “Gli atteggiamenti cristiani verso lanatura”, en o.c. 103-127, donde concluye que, mal que les pese a Lynn White, a Passmore y a Coleman, la

 postura cristiana no ha estado habitualmente orientada a la explotación de los recursos naturales (p. 125).144 Cf. J. CARMODY, Ecology and Religion. Toward a New Christian Theology of Nature, Nueva York-Ramsey 1983, 136.

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hombre del estado de “creaturalidad” y con él aguarda la revelación pascual del Señor.Evidentemente, en esta clave creacional, el señorío del hombre sobre el mundo no significaun salvoconducto para la explotación inmoderada del mismo mundo y sus otros habitantesno personales.

La Iglesia, a través del Magisterio papal, aun sin citar la palabra “ecología”, ha dedicadoatención permanente a los problemas ambientales y los ha convertido también en “cuestiónsocial”. Agrupamos en tres períodos las manifestaciones eclesiales.

De León XIII a Pio XII (1891-1958), lo que constatan es que el progreso científico ytecnológico no puede esconder las huellas del Creador que ha puesto en las manos delhombre toda la creación para beneficio de todos. Muestran su inquietud en que los bienesde la tierra están para el disfrute de todos los hombres sobre la tierra, lo que lleva alcreyente, en una actitud contemplativa, a respetar el orden existente y a cuidar de lanaturaleza, antes que degradarla haciendo uso egoísta y desordenado de la misma.Constatan que la propiedad privada de la tierra, los efectos ambivalentes del progreso

científico y tecnológico, y la industrialización indiscriminada e irrespetuosa con el mundorural, han alterado gravemente la armonía impresa por Dios en las cosas.

De Juan XXIII a Pablo VI (1958-1978), la idea fundamental dice que no es conforme a ladignidad de la persona humana la existencia de una inmensa mayoría sin recursos, fruto deun modelo de desarrollo depredador e insolidario. Veamos algunas idea en las siguientestres encíclicas en las que aparece la idea ecológica:

La Mater et magistra, todavía sin citar el término ecología, Juan XXIII, cercano y atento alos problemas del campo, da el primer apunte ecológico moderno (1961) El mandato

 bíblico “dominar la tierra” no tiene significado depredador; al contrario, conscientes de losdesniveles entre dependencia de los pueblos y la dimensión mundial de estos problemas,los bienes materiales están destinados a satisfacer las necesidades de la vida humana (MM196-197), de acuerdo a una correcta concepción del desarrollo que debe dar prioridad acuanto se refiere a la dignidad del hombre.

Paulo VI aborda en dos direcciones. Primero en la Populorum progressio, centrándose en el problema del hambre, relaciona las posibilidades creadoras de recursos por el hombre y losriesgos de un progreso salvaje, y la necesidad de que se orienten al auténtico desarrollo dela dignidad de todos los hombres (PP 34). Y segundo en la Octogesima adveniens, en líneacon lo que anticipaba el Vaticano II sobre normas de higiene, circulación y convivencia,

 propios de una ética individualista (GS 30) y de todo lo que atenta contra la vida humana(GS 27), Pablo VI amplía las preocupaciones ecológicas a la contaminación del agua y delaire, a la disminución de las reservas de agua, a los desechos del progreso basado en eldespilfarro, que destruye la sociedad y la vida (OA 21), y las consecuencias sociales,ambientales y humanas del crecimiento desordenado de la urbanización en la calidad devida de las personas (OA 8-12) Las generaciones presentes no pueden hipotecar el

 bienestar de las futuras generaciones.

A finales de este período, la Iglesia había integrado plenamente las preocupacionesecológicas en la reflexión de la Iglesia.

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Juan Pablo II, ya desde su primera encíclica Redemtor hominis (1979), recoge la singular herencia anterior, y habla de la Creación que “gime y sufre” dañada por la contaminación yla explotación para fines industriales y militares (RH 8 y 15).

Y, ese mismo año, nombra a Francisco de Asís (1.182) “patrono de los ecologistas”,

 porque vivió con sencillez, contra el poder y la dominación, y porque es un ejemplo dearmonía cósmica, de comunión con todas las criaturas.

A la vez que en la comunidad internacional se acuña el término “desarrollo sostenible” y se publica el Informe Brundtland (1987), bajo el título “Nuestro futuro común”, el Papa, en laencíclica SRS, vuelve a poner de relieve la dimensión moral de desarrollo auténtico, y elrespeto a todos los seres de la naturaleza, con los que el hombre tiene una cierta afinidad(SRS 29): No se puede utilizar impunemente las diversas categorías de seres, hay que tener en cuenta su relación con el ecosistema; debemos ser conscientes de la limitación de losrecursos naturales, algunos de los cuales no son renovables; y preocupación por la calidadde vida, sobre todo de las zonas industriales. El Papa se refiere, además, al problema de la

vivienda y, como señales positivas del presente, cita varias expresiones de la“preocupación ecológica” (SRS 26g).

El año 1989, en Basilea, la Asamblea Ecuménica Europea “Paz y Justicia” elabora unimportante documento de trabajo para las Iglesias, bajo el título Paz y Justicia para toda lacreación. Además de exponer los principios del respeto a la integridad de la creación,

 propone tareas comunes para todas las iglesias. Al año siguiente, Juan Pablo II produce eltexto más articulado sobre ecología, el mensaje para la celebración del Día Mundial de laPaz (1 de enero de 1990): Paz con Dios Creador: Paz con toda la creación.

En la encíclica Centesimus annus (1991), se refiere a la ecología hablando de los hábitos deconsumo y de los estilos de vida que supone una visión puramente materialista, presenta lacuestión ecológica estrechamente vinculada al consumismo, y afirma que “en la raíz de lainsensata destrucción del ambiente natural hay un error antropológico” (CA 37); aboga por crear las condiciones morales de una auténtica “ecología humana” y “ecología social” deltrabajo (CA 38); defiende a la familia como “santuario de la vida”, “estructura fundamentala favor de la ecología humana”, contra la “cultura de la muerte”, la familia constituye lasede de la “cultura de la vida” (CA 39) Finalmente en la encíclica Evangelium vitae(1995), el Papa dice que es tarea del hombre defender y promover, respetar y amar, cultivar y cuidar el ambiente que Dios puso al servicio de su dignidad personal y de su vida (EV42).

3.3.3. El ambiente, un bien colectivo

La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata deldeber, común y universal, de respetar un bien colectivo,145 destinado a todos, impidiendoque se puedan « utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados

  —animales, plantas, elementos naturales—, como mejor apetezca, según las propiasexigencias ».146 Es una responsabilidad que debe crecer, teniendo en cuenta la globalidadde la actual crisis ecológica y la consiguiente necesidad de afrontarla globalmente, ya quetodos los seres dependen unos de otros en el orden universal establecido por el Creador:

145 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 40146 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 34

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“Conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistemaordenado, que es precisamente el cosmos”.147

La responsabilidad respecto al medio ambiente debe encontrar una traducción adecuada enámbito jurídico. Es importante que la Comunidad Internacional elabore reglas uniformes,

de manera que esta reglamentación permita a los Estados controlar más eficazmente lasdiversas actividades que determinan efectos negativos sobre el ambiente y preservar losecosistemas, previniendo posibles incidentes: “Corresponde a cada Estado, en el ámbito del

  propio territorio, la función de prevenir el deterioro de la atmósfera y de la biosfera,controlando atentamente, entre otras cosas, los efectos de los nuevos descubrimientostecnológicos o científicos, y ofreciendo a los propios ciudadanos la garantía de no verseexpuestos a agentes contaminantes o a residuos tóxicos”.148

El contenido jurídico del derecho a un ambiente natural seguro y saludable será el fruto deuna gradual elaboración, solicitada por la opinión pública, preocupada por disciplinar eluso de los bienes de la creación según las exigencias del bien común y con una voluntad

común de instituir sanciones para quienes contaminan. Las normas jurídicas, sin embargo,no bastan por sí solas; junto a ellas deben madurar un firme sentido de responsabilidad y uncambio efectivo en la mentalidad y en los estilos de vida.

La programación del desarrollo económico debe considerar atentamente “la necesidad derespetar la integridad y los ritmos de la naturaleza”,149 porque los recursos naturales sonlimitados y algunos no son renovables. El actual ritmo de explotación amenaza seriamentela disponibilidad de algunos recursos naturales para el presente y el futuro. La solución del

 problema ecológico exige que la actividad económica respete mejor el medio ambiente,conciliando las exigencias del desarrollo económico con las de la protección ambiental.Cualquier actividad económica que se sirva de los recursos naturales debe preocuparsetambién de la salvaguardia del medio ambiente y prever sus costos, que se han deconsiderar como “un elemento esencial del coste actual de la actividad económica”.150 Eneste contexto se deben considerar las relaciones entre la actividad humana y los cambiosclimáticos que, debido a su extrema complejidad, deben ser oportuna y constantementevigilados a nivel científico, político y jurídico, nacional e internacional. El clima es un bienque debe ser protegido y requiere que los consumidores y los agentes de las actividadesindustriales desarrollen un mayor sentido de responsabilidad en sus comportamientos.151

Una particular atención deberá atribuirse a la compleja problemática de los recursosenergéticos.152 En una perspectiva moral caracterizada por la equidad y la solidaridad

intergeneracional, también se deberá continuar, con la contribución de la comunidadcientífica, a identificar nuevas fuentes energéticas, a desarrollar las alternativas y a elevar los niveles de seguridad de la energía nuclear.153 El uso de la energía, por su vinculación

147 Ibid.148 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 9149 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 26150 Juan Pablo II, Alocución a la XXV Conferencia General de la F A O (16 de noviembre de 1989), 8151 Cf. Juan Pablo II, Discurso a un grupo de estudio de la Pontificia Academia de las Ciencias (6 de

noviembre de 1987): L'Osservatore Romano, edición española, 6 de diciembre de 1987, p. 18.152 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las

Ciencias (28 de octubre de 1994): L'Osservatore Romano, edición española, 4 de noviembre de 1994, pp.

20. 22.153 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en un Simposio Internacional de Física (18 de diciembrede 1982): L'Osservatore Romano, edición española, 27 de marzo de 1983, p. 8.

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con las cuestiones del desarrollo y el ambiente, exige la responsabilidad política de losEstados, de la Comunidad Internacional y de los agentes económicos; estasresponsabilidades deberán ser iluminadas y guiadas por la búsqueda continua del biencomún universal.

La relación que los pueblos indígenas tienen con su tierra y sus recursos merece unaconsideración especial: se trata de una expresión fundamental de su identidad.154 Muchos pueblos han perdido o corren el riesgo de perder las tierras en que viven, 155 a las que estávinculado el sentido de su existencia, a causa de poderosos intereses agrícolas eindustriales, o condicionados por procesos de asimilación y de urbanización.156 Losderechos de los pueblos indígenas deben ser tutelados oportunamente.157 Estos pueblosofrecen un ejemplo de vida en armonía con el medio ambiente, que han aprendido aconocer y a preservar:158 su extraordinaria experiencia, que es una riqueza insustituible paratoda la humanidad, corre el peligro de perderse junto con el medio ambiente en que surgió.

3.3.4. Nuevos estilos de vida

Los graves problemas ecológicos requieren un efectivo cambio de mentalidad que lleve aadoptar nuevos estilos de vida, “a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la

 belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común,sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de lasinversiones”.  159 Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza,la autodisciplina, tanto a nivel personal como social. Es necesario abandonar la lógica delmero consumo y promover formas de producción agrícola e industrial que respeten elorden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. Una actitudsemejante, favorecida por la renovada conciencia de la interdependencia que une entre sí atodos los habitantes de la tierra, contribuye a eliminar diversas causas de desastresecológicos y garantiza una capacidad de pronta respuesta cuando estos percances afectan a

 pueblos y territorios.160 La cuestión ecológica no debe ser afrontada únicamente en razónde las terribles perspectivas que presagia la degradación ambiental: tal cuestión debe ser,

  principalmente, una vigorosa motivación para promover una auténtica solidaridad dedimensión mundial.

La actitud que debe caracterizar al hombre ante la creación es esencialmente la de lagratitud y el reconocimiento: el mundo, en efecto, orienta hacia el misterio de Dios, que loha creado y lo sostiene. Si se coloca entre paréntesis la relación con Dios, la naturaleza

 pierde su significado profundo, se la empobrece. En cambio, si se contempla la naturaleza

en su dimensión de criatura, se puede establecer con ella una relación comunicativa, captar su significado evocativo y simbólico y penetrar así en el horizonte del misterio, que abre alhombre el paso hacia Dios, Creador de los cielos y de la tierra. El mundo se presenta a lamirada del hombre como huella de Dios, lugar donde se revela su potencia creadora,

 providente y redentora.

154 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los pueblos autóctonos del Amazonas, Manaus (10 de julio de 1980)155 Cf. Juan Pablo II, Homilía durante la liturgia de la Palabra para la población autóctona del Amazonas

 peruana (5 de febrero de 1985), 4156 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los aborígenes de Australia (29 de noviembre de 1986) , 4157  Discurso a los pueblos autóctonos de Ecuador (31 de enero de 1985)158 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los aborígenes de Australia (29 de noviembre de 1986) , 4159 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 36160 Cf. Juan Pablo II, Discurso al Centro de las Naciones Unidas , Nairobi (18 de agosto de 1985), 5

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3.3.5. Para una práctica concreta desde los jóvenes

Los jóvenes son los que tienen la fuerza del cambio. Deberán replantearse la actitud delhombre ante la naturaleza, el papel de la técnica, el problema del crecimiento y el uso delos recursos. La Ecología ha de convertirse al fin en Ecoética. La cuestión ecológica es una

cuestión teológica. En ese contexto de fe, será preciso analizar las relaciones del hombrecon el ambiente a partir de las claves del dominio, la participación y la custodia del medio por parte del ser humano como puente entre Dios y la naturaleza161. Desde la fe cristiana,ese estar-en-sí, que es propio del ser humano, y su estar-en-elmundo, se abre a laasombrosa dignidad de estar-ante-Alguien. La persona es alguien delante de Dios.

Por lo tanto, ante la crisis ecológica son necesarias respuestas conjuntas que generennuevas relaciones de los hombres entre sí y con la naturaleza. La mayor atención dedicadaa la ecología y la calidad de vida, signo de nuestros días, debe llevar a la defensa de la“cultura de la vida” frente a la “cultura de la muerte”.

La comunidad internacional tiene la obligación de asumir de manera global la solución alos problemas ecológicos, desde los fenómenos de contaminación y depredación de lanaturaleza, hasta los fenómenos de desfiguración y destrucción de la vida y de la personahumana. Los recursos necesarios para abordar los problemas ambientales deben proceder de los países industrializados: tienen más medios y son los causantes de la mayoría de los

 problemas.

3.4. La paz

"En la actual coyuntura histórica, construir la paz aparece como la realización más elevadade la cultura. La paz es esencialmente obra de la conciencia clara de los hombres. No hay

 paz sin cultura humana y sin la paz la cultura no podría sobrevivir. Una verdadera culturade la paz se podrá instaurar únicamente por la humanización de nuestras sociedades. Noexiste un objetivo más urgente ni más difícil. Pero no olvidemos que la cultura esigualmente una forma de esperanza"162.

161 Cf. BARBOUR, en M. TALLACCHINI (ed.), Etiche della Terra. Antologia di filosofia dell’ambiente,98-100.

162  CARRIER, Hervé. Evangelio..., op. cit., pág. 66.

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La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio

de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino quecon toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (Is 32, 7). Esel fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divinoFundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta

 justicia, han de llevar a cabo... La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de DiosPadre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, hareconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y,reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad delgénero humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después deltriunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón

de los hombres. (Gaudium et Spes, n. 78)

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3.4.1. La nobilísima y auténtica noción de paz

Si para la Biblia la paz es una vivencia positiva y multiforme163, en consecuencia, para elConcilio la paz no es “mera ausencia de la guerra, ni se reduce al sólo equilibrio de lasfuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica” sino que la paz es “obra de la

 justicia” y “fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador”. Estambién fruto del amor que sobrepasa todo lo que la justicia humana puede realizar.

La vivencia y el cultivo de la paz obliga a todos los hombres. “la paz jamás es una cosa deltodo hecha, sino un perpetuo quehacer” como tampoco la paz escapa a la herida del

 pecado, “el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo yvigilancia por parte de la autoridad legítima”.

Para lograr esta paz en toda la tierra se requiere: 1) asegurar "el bien de las personas y lacomunicación espontánea entre hombres de sus riquezas" materiales, intelectuales yespirituales; 2) "respetar a los demás hombres y pueblos" en su dignidad; y 3) un

"apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz".

3.4.2. La paz es fruto de la justicia y de la caridad

La paz es un valor y un deber universal164; halla su fundamento en el orden racional ymoral de la sociedad que tiene sus raíces en Dios mismo.  La paz no es simplementeausencia de guerra, ni siquiera un equilibrio estable entre fuerzas adversarias,165 sino que sefunda sobre una correcta concepción de la persona humana166 y requiere la edificación deun orden según la justicia y la caridad.

La paz es fruto de la justicia (cf. Is 32,17),167 entendida en sentido amplio, como el respetodel equilibrio de todas las dimensiones de la persona humana. La paz peligra cuando alhombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto hombre, cuando no se respetasu dignidad y cuando la convivencia no está orientada hacia el bien común. Para construir una sociedad pacífica y lograr el desarrollo integral de los individuos, pueblos y Naciones,resulta esencial la defensa y la promoción de los derechos humanos.168

La paz también es fruto del amor: “La verdadera paz tiene más de caridad que de justicia, porque a la justicia corresponde sólo quitar los impedimentos de la paz: la ofensa y el daño; pero la paz misma es un acto propio y específico de caridad”. 169

163   Un análisis detenido de la Biblia nos devuelve una rica noción de paz que se puede resumir en cinco puntos: "1) La paz no es sólo ausencia de guerra o violencia, es como la síntesis de todos los bienesnecesarios o posibles (Shalom). 2) La paz es, a la vez, un don de Dios y una tarea de la que es responsable elhombre. 3) Como don de Dios, sólo la poseeremos en plenitud al final de la historia; como tarea humana,exige un esfuerzo constante basado en una voluntad inquebrantable. 4) la paz es una realidad dinámica y progresiva que, en último término, no puede tener otra base que la verdadera justicia" y, finalmente, 5)"Jesús, príncipe de la paz, no se contentó con vivir la paz como ausencia de problemas; en su vida queda bien testificado cómo la verdadera paz no se alcanza si no es haciendo frente a la violencia hasta llegar incluso a sucumbir ante ella". Id., ibid ., pp. 584-585.

164 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1986 , 1165 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 78166 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 51167 Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1972168 Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1969169 Gaudium et spes, 78

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La violencia no constituye jamás una respuesta justa. La Iglesia proclama, con laconvicción de su fe en Cristo y con la conciencia de su misión, “que la violencia es un mal,que la violencia es inaceptable como solución de los problemas, que la violencia es indignadel hombre. La violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, laverdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad,

la vida, la libertad del ser humano”.170

3.4.3. Defender la paz

Las exigencias de la legítima defensa justifican la existencia de las fuerzas armadas en losEstados, cuya acción debe estar al servicio de la paz: quienes custodian con ese espíritu laseguridad y la libertad de un país, dan una auténtica contribución a la paz. 171 Las personasque prestan su servicio en las fuerzas armadas, tienen el deber específico de defender el

 bien, la verdad y la justicia en el mundo; no son pocos los que en este contexto hansacrificado la propia vida por estos valores y por defender vidas inocentes. El númerocreciente de militares que trabajan en fuerzas multinacionales, en el ámbito de las

“misiones humanitarias y de paz”, promovidas por las Naciones Unidas, es un hechosignificativo.172

Los miembros de las fuerzas armadas están moralmente obligados a oponerse a las órdenesque prescriben cumplir crímenes contra el derecho de gentes y sus principios universales.173 

Los militares son plenamente responsables de los actos que realizan violando los derechosde las personas y de los pueblos o las normas del derecho internacional humanitario. Estosactos no se pueden justificar con el motivo de la obediencia a órdenes superiores.

Los objetores de conciencia, que rechazan por principio la prestación del servicio militar enlos casos en que sea obligatorio, porque su conciencia les lleva a rechazar cualquier uso dela fuerza, o bien la participación en un determinado conflicto, deben estar disponibles a

 prestar otras formas de servicio: “Parece razonable que las leyes tengan en cuenta, consentido humano, el caso de los que se niegan a tomar las armas por motivo de conciencia yaceptan al mismo tiempo servir a la comunidad humana de otra forma”.174

3.4.4. La cultura de la paz (CA., 51)

“La primera y más importante labor se realiza en el corazón del hombre, y el modo comoéste se compromete a construir el propio futuro depende de la concepción que tiene de símismo y de su destino. Es a este nivel donde tiene lugar la contribución específica y

decisiva de la Iglesia en favor de la verdadera cultura. Ella promueve el nivel de loscomportamientos humanos que favorecen la cultura de la paz contra los modelos queanulan al hombre en masa, ignoran el papel de su creatividad y libertad y ponen lagrandeza del hombre en sus dotes para el conflicto y para la guerra. La Iglesia lleva a caboeste servicio predicando la verdad sobre la creación del mundo, que Dios ha puesto en lasmanos de los hombres para que lo hagan fecundo y perfecto con su trabajo y predicando laverdad sobre la Redención, mediante la cual el Hijo de Dios ha salvado a todos loshombres y, al mismo tiempo, los ha unido entre sí haciéndolos responsables unos de otros.

170 Juan Pablo II, Discurso en Drogheda, Irlanda (29 de septiembre de 1979), 9171 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 79172 Cf. Juan Pablo II, Mensaje al III Congreso Internacional de Ordinarios Militares (11 de marzo de 1994),

4:173 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2313174 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 79

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La Sagrada Escritura nos habla continuamente del compromiso activo en favor delhermano y nos presenta la exigencia de una corresponsabilidad que debe abrazar a todoslos hombres”175.

3.4.5. El desarme

La doctrina social propone la meta de un “desarme general, equilibrado y controlado”176 Elenorme aumento de las armas representa una amenaza grave para la estabilidad y la paz. El

 principio de suficiencia, en virtud del cual un Estado puede poseer únicamente los mediosnecesarios para su legítima defensa, debe ser aplicado tanto por los Estados que compranarmas, como por aquellos que las producen y venden.177 Cualquier acumulación excesivade armas, o su comercio generalizado, no pueden ser justificados moralmente; estosfenómenos deben también juzgarse a la luz de la normativa internacional en materia de no-

 proliferación, producción, comercio y uso de los diferentes tipos de armamento. Las armasnunca deben ser consideradas según los mismos criterios de otros bienes económicos anivel mundial o en los mercados internos.178 De la misma forma la carrera de armamentos

no asegura la paz. En lugar de eliminar las causas de guerra, corre el riesgo deagravarlas.179 Las políticas de disuasión nuclear, típicas del período de la llamada GuerraFría, deben ser sustituidas por medidas concretas de desarme, basadas en el diálogo y lanegociación multilateral.

Las armas de destrucción masiva —biológicas, químicas y nucleares— representan unaamenaza particularmente grave; quienes las poseen tienen una enorme responsabilidaddelante de Dios y de la humanidad entera.180 “Toda acción bélica que tiendeindiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto consus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmezay sin vacilaciones”.181

Debe denunciarse la utilización de niños y adolescentes como soldados en conflictosarmados, a pesar de que su corta edad debería impedir su reclutamiento. Éstos se venobligados a combatir a la fuerza, o bien lo eligen por propia iniciativa sin ser plenamenteconscientes de las consecuencias. Se trata de niños privados no sólo de la instrucción quedeberían recibir y de una infancia normal, sino además adiestrados para matar: todo estoconstituye un crimen intolerable. Su empleo en las fuerzas combatientes de cualquier tipodebe suprimirse; al mismo tiempo, es necesario proporcionar toda la ayuda posible para elcuidado, la educación y la rehabilitación de aquellos que han participado en combates.182

El terrorismo es una de las formas más brutales de violencia que actualmente perturba a laComunidad Internacional, pues siembra odio, muerte, deseo de venganza y de represalia.183 

El terrorismo se debe condenar de la manera más absoluta. Manifiesta un desprecio total dela vida humana, y ninguna motivación puede justificarlo, en cuanto el hombre es siempre

175  CA., 51.176 Juan Pablo II, Mensaje en el 40º aniversario de la ONU (14 de octubre de 1985), 6177 Cf. Pontificio Consejo « Justicia y Paz », El comercio internacional de armas. Una reflexión ética (1º de

mayo de 1994), I, 9-11: Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1994, pp. 13-14.178 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2316179 Catecismo de la Iglesia Católica, 2315180 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 80181 Ibid.182 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 11183 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2297

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fin, y nunca medio. Los actos de terrorismo hieren profundamente la dignidad humana yconstituyen una ofensa a la humanidad entera: “ Existe por tanto, un derecho a defendersedel terrorismo”.184 Este derecho no puede, sin embargo, ejercerse sin reglas morales y

 jurídicas, porque la lucha contra los terroristas debe conducirse respetando los derechos delhombre y los principios de un Estado de derecho.185 Pero, la colaboración internacional

contra la actividad terrorista “no puede reducirse sólo a operaciones represivas y punitivas.Es esencial que incluso el recurso necesario a la fuerza vaya acompañado por un análisislúcido y decidido de los motivos subyacentes a los ataques terroristas”.186 “Elreclutamiento de los terroristas resulta más fácil en los contextos sociales donde losderechos son conculcados y las injusticias se toleran durante demasiado tiempo”.187

3.4.6. Orientaciones conciliares para la acción

El Concilio, para actuar en este campo, presenta como recomendaciones:

1) "Todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese" y "para que comience ya

en realidad la reducción (...) simultánea, de mutuo acuerdo con auténticas y eficaces garan-tías".

2) Manifiesta su reconocimiento hacia las personas de buena voluntad que “se esfuerzan por eliminar la guerra (...) aunque no pueden prescindir de la complejidad inevitable de lascosas” y le pide que “amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación yrenuncien al egoísmo nacional”.3) “Promoverlos (sondeos, conversaciones, congresos) con mayor urgencia en el futuro

  para obtener resultados prácticos”. Además, no es suficiente confiar en lasresponsabilidades de otros, sino que

4) hay que “preocuparse de la reforma de la propia mentalidad” pues los gobernantes 188, aveces, “dependen enormemente de las opiniones y de los sentimientos de las multitudes” yes fundamental atender a la “renovación en la educación de la mentalidad y a una nuevaorientación de la opinión pública”.

5) Los educadores, “principalmente de la juventud, o [que] forman la opinión pública,tengan como gravísima obligación la preocupación de formar las mentes de todos ennuevos sentimientos pacíficos”.

Porque si los “trabajos que todos podemos llevar a cabo para que nuestra generación

mejore” en la actualidad, no lograran “en el futuro, tratados firmes y honestos sobre la pazuniversal”, podríamos llegar “a aquella hora en la que no habrá otra paz que la pazhorrenda de la muerte”.

3.4.7. La aportación de la iglesia a la paz

184 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002, 5185 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 8186 Ibid.187 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002, 5188   Raoul Follerau lanzó una campaña mundial a favor de todos los leprosos. Consistía en "bombardear" con

cartas los gobiernos de USA y URRSS pidiéndoles "un día de guerra para la paz" y no consiguió el objetivo propuesto.

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"La Iglesia cuando predica (...) y ofrece los tesoros de la gracia contribuye a laconsolidación de la paz en todas partes". Y también "al conocimiento de la ley divina ynatural". Por este motivo es "absolutamente necesaria [la] presencia de la Iglesia en lacomunidad de los pueblos para fomentar e incrementar la colaboración de todos", mediantesus instituciones, y con "la plena y sincera colaboración de los cristianos".

La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra. La promoción de la verdadera paz esuna expresión de la fe cristiana en el amor que Dios nutre por cada ser humano. De la feliberadora en el amor de Dios se desprenden una nueva visión del mundo y un nuevo modode acercarse a los demás, tanto a una sola persona como a un pueblo entero: es una fe quecambia y renueva la vida, inspirada por la paz que Cristo ha dejado a sus discípulos (cf. Jn14,27). La Iglesia exhorta a personas, pueblos, Estados y Naciones a hacerse partícipes desu preocupación por el restablecimiento y la consolidación de la paz destacando, en

 particular, la importante función del derecho internacional.189

La Iglesia enseña que una verdadera paz es posible sólo mediante el perdón y lareconciliación. No es fácil perdonar a la vista de las consecuencias de la guerra y de losconflictos, porque la violencia, especialmente cuando llega “hasta los límites de loinhumano y de la aflicción”,190 deja siempre como herencia una pesada carga de dolor, quesólo puede aliviarse mediante una reflexión profunda, leal, valiente y común entre loscontendientes, capaz de afrontar las dificultades del presente con una actitud purificada por el arrepentimiento. El peso del pasado, que no se puede olvidar, puede ser aceptado sólo en

 presencia de un perdón recíprocamente ofrecido y recibido: se trata de un recorrido largo ydifícil, pero no imposible.191

El perdón recíproco no debe anular las exigencias de la justicia, ni mucho menos impedir elcamino que conduce a la verdad: justicia y verdad representan, en cambio, los requisitosconcretos de la reconciliación. Resultan oportunas las iniciativas que tienden a instituir Organismos judiciales internacionales. Semejantes Organismos, valiéndose del principio de

 jurisdicciones universales y apoyadas en procedimientos adecuados, respetuosos de losderechos de los imputados y de las víctimas, pueden encontrar la verdad sobre los crímenes

 perpetrados durante los conflictos armados.192 Es necesario, sin embargo, ir más allá de ladeterminación de los comportamientos delictivos, ya sea de acción o de omisión, y de lasdecisiones sobre los procedimientos de reparación, para llegar al restablecimiento derelaciones de recíproco entendimiento entre los pueblos divididos, en nombre de lareconciliación.193 Es necesario, además, promover el respeto del derecho a la paz: este

derecho “favorece la construcción de una sociedad en cuyo seno las relaciones de fuerza sesustituyen por relaciones de colaboración con vistas al bien común”.194

La Iglesia lucha por la paz con la oración. La oración abre el corazón, no sólo a una profunda relación con Dios, sino también al encuentro con el prójimo inspirado por sentimientos de respeto, confianza, comprensión, estima y amor.195 La oración infunde

189 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 9190 Juan Pablo II, Carta con ocasión del 50º Aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, 2191 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1997, 3192 Pío XII, Discurso al VI Congreso internacional de derecho penal (3 de octubre de 1953)193 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada de la Paz 1997, 3. 4. 6194 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada de la Paz 1999, 11195 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1992, 4

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valor y sostiene a “los verdaderos amigos de la paz”,196 a los que tratan de promoverla enlas diversas circunstancias en que viven. La oración litúrgica es “la cumbre a la cual tiendela actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”;197 en

 particular la celebración eucarística, “fuente y cumbre de toda la vida cristiana”,198 es elmanantial inagotable de todo auténtico compromiso cristiano por la paz.199

Las Jornadas Mundiales de la Paz son celebraciones de especial intensidad para orar invocando la paz y para comprometerse a construir un mundo de paz. El Papa Pablo VI lasinstituyó con el fin de “dedicar a los pensamientos y a los propósitos de la Paz, unacelebración particular en el día primero del año civil”.200 Los Mensajes Pontificios para estaocasión anual constituyen una rica fuente de actualización y desarrollo de la doctrinasocial, e indican la constante acción pastoral de la Iglesia en favor de la paz: “La Paz seafianza solamente con la paz; la paz no separada de los deberes de justicia, sino alimentada

 por el propio sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad”.201

196 Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1968197

Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, 10198 Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 11199 La celebración Eucarística comienza con un saludo de paz, el saludo de Cristo a sus discípulos. El Gloria

es una petición de paz para todo el pueblo de Dios sobre la tierra. En las anáforas de la Misa, la oración por la paz se estructura rezando por la paz y la unidad de la Iglesia; por la paz de toda la familia de Diosen esta vida; por el progreso de la paz y la salvación del mundo. Durante el rito de la comunión, la Iglesiaora para que el Señor dé « la paz en nuestros días » y recuerda el don de Cristo que consiste en su paz,invocando « la paz y la unidad » de su Reino. La Asamblea ora también para que el Cordero de Dios quitelos pecados del mundo y « dé la paz ». Antes de la comunión, toda la asamblea intercambia un saludo de paz; la celebración Eucarística se concluye despidiendo a la Asamblea en la paz de Cristo. Son muchas lasoraciones que, durante la Santa Misa, invocan la paz en el mundo; en ellas, la paz se halla a vecesasociada a la justicia, como, por ejemplo, la oración colecta del octavo domingo del Tiempo Ordinario,con la cual la Iglesia pide a Dios que los acontecimientos de este mundo se realicen siempre bajo el signo

de la justicia y de la paz, según su voluntad.200 Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1968201 Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1976 

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A. AUTOEVALUACIÓN DE LA SEGUNDA UNIDAD.

Esta ayuda de autoevaluación es una primera aproximación a la comprensión del contenido

del capítulo, le invita a poner atención a ciertos detalles, Los estudiantes que hacer el cursosemipresencial, no se rigen a esta página, pues tienen su propio cuestionario.

1. ¿Qué se entiende por justicia social?. Resuma en tres líneas.2. Compare el concepto clásico de justicia con las modernas concepciones del término.3. ¿Por qué es preferible la evolución a la revolución? Razone su respuesta desde la jus-

ticia social.4. Comente: “La justicia y el derecho que emanan de una concepción ética de la vida…

encuentre en la sociedad civil su aplicación en el plano temporal… pero tienen su fuentey reciben su fuerza de la fe religiosa”.

B. LECTURAS COMPLEMENTARIAS.

Para profundizar las temáticas sugerimos estas lecturas complementarias.

1. CHAVEZ Pascual, Aguinaldo del Rector Mayor 2008, Quito, 2008, capítulo 3.2. CONCILIO VATICANO II. Gaudium et Spes: “Situación del hombre en el mundo de hoy

(nn. 4-10); “Dignidad de la persona humana” (nn. 12-22); “La comunidad humana” (nn.23-32).

3. CONCILIUM . La Iglesia y los derechos humanos. 144 (1979).4. JUAN PABLO II. Redemptor Hominis, 17 y Centesimus Annus, 17, 21, 24, 47, 54.5. MOLTMANN, Jürgen. La dignidad humana. Col. "Pedal", 146. Ed. Sígueme. Salamanca,

1983. 80 pp.

C. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA.

1. ALONSO DÍAZ, José. “Términos bíblicos de ‘justicia social’ y traducción de‘equivalencia dinámica’” en Estudios Eclesiásticos LI (1976) 95-128.

2. ALVAREZ VERDES, Lorenzo - VIDAL, Marciano.   La justicia social . “Homenaje al profesor Julio de la Torre”. PS Editorial. Madrid, 1993. 527 pp.

3. Voz “Justicia” en CORTINA, Adela. 10 palabras clave en ética. Ed. Verbo Divino.Estella-Navarra, 1994, pp. 155-202.

4. MARITAIN, Jacques.  La persona y el bien común. Ed. Club de Lectores. Buenos Aires,1968. 111 pp. (Trad.  La personne et le bien commun. Ed. Desclée de Brouwer, Bruselas,Bélgica. En la misma ed. en París, 1947).

5. RUIZ de la PEÑA, Juan Luis. Nuevas antropologías. “Un reto a la teología”. Col. “PuntoLímite”, 17. Ed. Sal Terrae. Santander. 1983. 232 pp. 2ª ed.

6. GONZÁLEZ FAUS, José-Ignacio. Vicarios de Cristo. “Los pobres en la teología”. Ed.Trotta. Madrid, 1991. 366 pp.

7. SICRE, José Luis. Con los pobres de la tierra. “Justicia social en los profetas de Israel”.Ed. Cristiandad. Madrid, 1985. 506 pp.

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CAPITULO 4

EL COMPROMISO SOCIO-ECONÓMICO DEL CRISTIANO

Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante podrá lograr un compromiso consciente eintentar dar razones de su fe fundamentado en los principios de la Doctrina Social de laIglesia respecto de los problemas referentes a la Economía y una visión a los organismosinternacionales.

Introducción

El cristiano debe preguntarse por la función social de sus bienes. Los bienes están adisposición de los hombres para que todos puedan ser dominadores y señores en eluniverso.

“El hombre....no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee comoexclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido que no leaprovechen a él solamente sino también a los demás”.202

Los cristianos no miramos el universo solamente como naturaleza considerada en símisma, sino como creación y primer don del amor de Señor por nosotros. “ Del Señor es latierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan” (Sal 24,1), es la afirmación defe que recorre toda la Biblia y confirma la creencia de nuestros pueblos de que la tierra esel primer signo de la Alianza de Dios con el hombre. En efecto, la revelación nos enseñaque cuando Dios creó al hombre, lo colocó en el jardín del Edén, para que lo labrara y locuidara, e hiciera uso de él, señalándole unos límites203, que recordaran siempre al hombre

que “Dios es el Señor y Creador, y de él es la tierra y todo lo que ella contiene” y él la puede usar, no como dueño absoluto, sino como administrador.

Estos límites en el uso de la tierra miran a preservar la justicia y el derecho que todostienen a acceder a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todo hombreque vive en este mundo.

En nuestro continente hay que considerar dos mentalidades opuestas en relación con latierra, ambas distintas de la visión cristiana.

a- La tierra, dentro del conjunto de elementos que forman la comunidad indígena, es vida,lugar sagrado, centro integrador de la vida de la comunidad. En ella viven y con ellaconviven, a través de ella se sienten en comunión con sus ancestros y en armonía conDios; por eso mismo la tierra, su tierra, forman parte sustancial de su experienciareligiosa y de su propio proyecto histórico. En los indígenas existe un sentido naturalde respeto por la tierra; ella es la madre tierra, que alimenta a sus hijos, por eso hay quecuidarla, pedir permiso para sembrar y no maltratarla.

 b- La visión mercantilista: considera la tierra en relación exclusiva con la explotación y ellucro, llegando hasta el desalojo y expulsión de sus legítimos dueños.

202 Vaticano II, GS 69.203 Cf. Gn. 2, 15-17

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El mismo mercantilismo lleva a la especulación del suelo urbano, haciendo inaccesible latierra para la vivienda de los pobres, cada vez más numerosos en nuestras grandesciudades.

Además de los tipos anteriores, no podemos olvidar la situación de los campesinos que

trabajan su tierra y ganan el sustento de su familia con tecnologías tradicionales.

La mentalidad propia del visión cristiana tiene su base en la Sagrada Escritura, queconsidera la tierra y los elementos de la naturaleza ante todo como aliados del pueblo deDios e instrumentos de nuestra salvación, donde tenga su morada la justicia social.

“No es parte de tus bienes lo que tú das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos”.204

Sumario

4.1. Modelos Económicos: El Neoliberalismo, el socialismo marxista.4.2. El trabajo humano.4.3. La comunidad internacional.4.4. Criterios y orientaciones para el compromiso social del laico.

DESARROLLO

4.1. Modelos Económicos: El Neoliberalismo, el socialismo marxista.

La doctrina social de la Iglesia insiste en la connotación moral de la economía. Pío XI, enun texto de la encíclica Quadragesimo anno, recuerda la relación entre la economía y lamoral: “Aun cuando la economía y la disciplina moral, cada cual en su ámbito, tienen

 principios propios, a pesar de ello es erróneo que el orden económico y el moral estén tandistanciados y ajenos entre sí, que bajo ningún aspecto dependa aquél de éste. Las leyesllamadas económicas, fundadas sobre la naturaleza de las cosas y en la índole del cuerpo ydel alma humanos, establecen, desde luego, con toda certeza qué fines no y cuáles sí, y conqué medios, puede alcanzar la actividad humana dentro del orden económico; pero la razóntambién, apoyándose igualmente en la naturaleza de las cosas y del hombre, individual ysocialmente considerado, demuestra claramente que a ese orden económico en su totalidadle ha sido prescrito un fin por Dios Creador. Una y la misma es, efectivamente, la ley moral

que nos manda buscar, así como directamente en la totalidad de nuestras acciones nuestrofin supremo y último, así también en cada uno de los órdenes particulares esos fines queentendemos que la naturaleza o, mejor dicho, el autor de la naturaleza, Dios, ha fijado acada orden de cosas factibles, y someterlos subordinadamente a aquél.205

La relación entre moral y economía es necesaria e intrínseca: actividad económica ycomportamiento moral se compenetran íntimamente. La necesaria distinción entre moral yeconomía no comporta una separación entre los dos ámbitos, sino al contrario, unareciprocidad importante. Así como en el ámbito moral se deben tener en cuenta las razonesy las exigencias de la economía, la actuación en el campo económico debe estar abierta alas instancias morales: “También en la vida económico-social deben respetarse y

204 Discurso de San Ambrosio sobre la distribución de los Bienes205 Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno

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 promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda lasociedad. Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social.206 Dar el justo y debido peso a las razones propias de la economía no significarechazar como irracional toda consideración de orden metaeconómico, precisamente

 porque el fin de la economía no está en la economía misma, sino en su destinación humana

y social.207

A la economía, en efecto, tanto en el ámbito científico, como en el nivel práctico, no se le confía el fin de la realización del hombre y de la buena convivenciahumana, sino una tarea parcial: la producción, la distribución y el consumo de bienesmateriales y de servicios.

La dimensión moral de la economía hace entender que la eficiencia económica y la  promoción de un desarrollo solidario de la humanidad son finalidades estrechamentevinculadas, más que separadas o alternativas. La moral, constitutiva de la vida económica,no es ni contraria ni neutral: cuando se inspira en la justicia y la solidaridad, constituye unfactor de eficiencia social para la misma economía. Es un deber desarrollar de maneraeficiente la actividad de producción de los bienes, de otro modo se desperdician recursos;

 pero no es aceptable un crecimiento económico obtenido con menoscabo de los sereshumanos, de grupos sociales y pueblos enteros, condenados a la indigencia y a laexclusión. La expansión de la riqueza, visible en la disponibilidad de bienes y servicios, yla exigencia moral de una justa difusión de estos últimos deben estimular al hombre y a lasociedad en su conjunto a practicar la virtud esencial de la solidaridad, 208 para combatir conespíritu de justicia y de caridad, dondequiera que existan, las “estructuras de pecado” 209 quegeneran y mantienen la pobreza, el subdesarrollo y la degradación. Estas estructuras estánedificadas y consolidadas por muchos actos concretos de egoísmo humano.

Para asumir un perfil moral, la actividad económica debe tener como sujetos a todos loshombres y a todos los pueblos. Todos tienen el derecho de participar en la vida económicay el deber de contribuir, según sus capacidades, al progreso del propio país y de la enterafamilia humana.210 Si, en alguna medida, todos son responsables de todos, cada uno tiene eldeber de comprometerse en el desarrollo económico de todos:211 es un deber de solidaridady de justicia, pero también es la vía mejor para hacer progresar a toda la humanidad.Cuando se vive con sentido moral, la economía se realiza como prestación de un serviciorecíproco, mediante la producción de bienes y servicios útiles al crecimiento de cada uno, yse convierte para cada hombre en una oportunidad de vivir la solidaridad y la vocación a la“comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios”. 212 El esfuerzo deconcebir y realizar proyectos económico-sociales capaces de favorecer una sociedad más

  justa y un mundo más humano representa un desafío difícil, pero también un deber 

estimulante, para todos los agentes económicos y para quienes se dedican a las cienciaseconómicas.213

Objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, entérminos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si estáorientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y

206 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 63207 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2426208 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40209 Ibid., 36210 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 65211 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 32212 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 41213 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 15-16

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trabaja. El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios. Al contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del biencomún, no es una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad humana.En este sentido, el PSI pone en guardia contra la insidia que esconde un tipo de desarrollosólo cuantitativo, ya que la “excesiva disponibilidad de toda clase de bienes materiales para

algunas categorías sociales, fácilmente hace a los hombres esclavos de la ‘posesión’ y delgoce inmediato... Es la llamada civilización del ‘consumo’ o consumismo... ».214

En la perspectiva del desarrollo integral y solidario, se puede apreciar justamente lavaloración moral que la doctrina social hace sobre la economía de mercado, o simplementeeconomía libre: “Si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema económico que reconoce el

 papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de laconsiguiente responsabilidad para con los medios productivos, de la libre creatividadhumana en el sector de la economía, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizásería más apropiado hablar de ‘economía de empresa’, ‘economía de mercado’ osimplemente de ‘economía libre’. Pero si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema en el

cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídicoque la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta esabsolutamente negativa”.215 De este modo queda definida la perspectiva cristiana acerca delas condiciones sociales y políticas de la actividad económica: no sólo sus reglas, sinotambién su calidad moral y su significado.

4.1.1. El Neoliberalismo

“Es un modelo económico y político que basado en la doctrina económica de Adam Smith

y Milton Friedman propone:• La existencia de un libre mercado como regulador principal de la actividad

económica.• La total apertura de los mercados.• La acción limitada del Estado en la economía y en la sociedad.

El neoliberalismo plantea que el orden económico no debe estar regulado por el Estado, pues la competencia establece un orden natural. La oferta y la demanda regulan losmercados y fomentan el ahorro debido a que genera la ganancia.

Friedman dicen que el Estado debe limitarse, únicamente a tres áreas básicas: La dotacióndel marco jurídico y orgánico para la protección del individuo y la Sociedad, la de justiciay la realización de obras públicas que no puede realizar la empresa privada.

También planteó que la inflación es un fenómeno monetario producido por el incrementode circulante (dinero) en la economía.. Esto lo llevó a postular el control de la inflación, através de la contracción de la demanda. Para Friedman el neoliberalismo no solo essuficiente como sistema económico, sino que lo es desde el punto de vista político, en lamedida que la libertad económica se traduce en un elemento fundamental de la libertad

 política.

214 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 28:215 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 42

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Los impulsadores de este modelo a nivel mundial fueron: Margareth Tatcher en Europa yPinochet en América Latina; años después, Reagan le da al impulso crucial en EEUU y conesta fuerza se extiende rápidamente por el resto del mundo, consolidándose en la década delos 90, favorecida por la caída del socialismo en Europa.

En un primer momento el neoliberalismo impulsó una serie de reformas económicas y políticas en los diferentes países, bajo el supuesto que se debía estabilizar la economía, para alcanzar condiciones óptimas de despegue y crecimiento hasta llegar a una economía pura de mercado.

Bajo esta concepción se implementan las políticas de ajuste estructural que buscaban laliberalización de los precios, disminución de la intervención del Estado en la economía,contracción de la demanda para controlar la inflación, la eliminación de los subsidios,liberalización de la importaciones y de la política cambiaria” (...).

(...) “Organismos internacionales como el Banco Mundial se han visto obligados a

reconocer los límites del modelo y proponen algunas rectificaciones mediante el impulsode reformas sociales. Plantean además la necesidad de ciertas reformas democráticas asíempieza a hablar de descentralización y participación, para ello se propone traspasar lascompetencias del Estado en inversión social a la sociedad civil y hacer que compartan loscostos de la política social, especialmente en áreas como salud y educación”216.

4.1.1.1. ¿Por qué se impone el neoliberalismo?.

Luego de la independencia de los países latinoamericanos se formaron estadosoligárquicos, dominados por pequeños grupos que concentraban el poder económico y

 político en torno a la hacienda. Esto dio como resultado que grandes sectores de lasociedad permanezcan excluidos por generaciones, viviendo en condiciones de pobrezaextrema y de marginalidad.

En la década de los 60, los EEUU, impulsan un programa de desarrollo denominadoAlianza para el Progreso y paralelamente la ONU crea la Comisión Económica paraAmérica Latina CEPAL, que pretende desarrollar un modelo que garantice la justicia socialen la Región.

El Estado busca estimular la demanda y el consumo mediante una redistribución de losingresos y la elevación de la capacidad adquisitiva de la población vía inyección de flujos

monetarios y la implementación de políticas sociales. El Estado es generador de empleo, através de las empresas estatales y la burocracia.

Las reformas agrarias emprendidas en el período fracasan, la industrialización se da comouna dependencia de capitales y tecnología y en base a la sobre explotación de la fuerza detrabajo. Se crean nuevos grupos económicos y políticos dependientes y vinculados alcapital monopólico internacional y la industria no pasa de ser una industria de ensamblaje.

De un lado, las políticas de fomento subsidios y canalización de recursos a las clasesdominantes, el excesivo gasto del estado y el despilfarro acabaron con el estadodesarrollista; de otro, la acelerada monopolización y transnacionalización de la economía

216 Lola VASQUEZ et. al; ECUADOR, SU REALIDAD; Fundación José Peralta, Quito, Ecuador, Edición2004-2005, pág 289, 290.

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así como el desarrollo científico tecnológico sobre todo en la áreas de informática y lascomunicaciones lleva a un proceso de globalización que ayudó a la crisis de los estadosdesarrollistas en América Latina.

Además la crisis del socialismo en el mundo más los factores ya anotados, llevó a que la

 propuesta de Friedman (el neoliberalismo) que asoma como la salvación de las economíasde la Región, sea asumido por las clases dominantes y rápidamente vaya adquiriendohegemonía en la sociedad.

4.1.1.2. Doctrina del Magisterio del la Iglesia ante el Capitalismo:

Desde León XIII a Juan Pablo II es continuo en el magisterio pontificio el rechazo delcapitalismo. La doctrina social del la Iglesia lo ha condenado siempre porque, en el fondo,contradice aspectos fundamentales de la visión del hombre y del orden social que la Iglesiadefiende.

León XIII hace una denuncia explícita de la explotación capitalista. La encíclica Rerumnovarum, partiendo de la situación a la que el nuevo régimen económico lleva a lostrabajadores, pide claramente a los gobernantes; la defensa de esta clase social amenazaday atropellada en sus derechos. 217

León XIII afirma que: es necesario dar a cada uno un salario justo, explotar la pobreza y lamiseria, especular sobre la indigencia, son condenados tanto por las leyes divinas como lashumanas. Sería un delito que clama al cielo el privar a cada uno del precio de sus fatigas.

Pío XI expresa algunos de los juicios más duros e implacables del magisterio pontificiosobre el capitalismo. J. L. Gutiérrez afirma:“El juicio más severo y de mayor contextura sistemática, hecho por el magisterioeclesiástico sobre el capitalismo, es el expuesto con singular energía en la encíclicaQuadragesimo anno. Si se compara este juicio con el que dicho documento se hace del 

 socialismo, no resulta infundado afirmar que el juicio sobre el capitalismo es mucho más severo que el juicio pontificio sobre el socialismo”218

Pío XI trata ampliamente y con detenimiento los problemas del capitalismo219. Suvaloración global podríamos concentrarla en estas palabras: “Hemos examinado laeconomía actual (capitalismo) y la hemos encontrado plagada de vicios gravísimos (QA128).

Muy dura resulta también la condena de Paulo VI en la encíclica Populorum progessio,expresando con precisión los elementos esenciales del sistema capitalista: “Pero, por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la sociedad, ha sido construido en un sistemaque considera el lucro como motor esencial del progreso económico, la concurrencia comoley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como unhecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sinfreno que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del imperialismo internacional del dinero. No hay mejor manera de reprobar tal abuso que

217cf. Rerum Novarum (RN. n 26-27)218 J.L. GUTIERREZ, Capitalismo, en conceptos fundamentales en la Doctrina Social de la Iglesia, I Centrode Estudios Sociales del Valle de los Caídos, Madrid 1971, p. 177219 cf. Quadragesimo Anno (QA. n 101-110)

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recordando solamente una vez más que la economía está al servicio del hombre. Pero si esverdadero que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos sufrimientos, de injusticiasy luchas fratricidas, cuyo efecto dura todavía, sería injusto que se atribuyeran a laindustrialización humana, los males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña”220

Juan Pablo II en Laborem exercens, En una reflexión profunda sobre el trabajo humano,aporta los criterios claves para la valoración moral de los sistemas económicos: primacíadel hombre sobre las cosas (6 y 12), propiedad del trabajo sobre el capital (8, 12 y 13), noseparación del trabajo y capital (11 y 13). El capitalismo choca frontalmente con estos trescriterios. Porque el capitalismo es una forma de materialismo (13); considera el trabajocomo “una mercancía sui generis” para producir beneficios (7); separa y contrapone capitaly trabajo. Por todo ello declara tajantemente: “Sigue siendo inaceptable la postura delrígido capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los mediosde producción como un dogma intocable de la vida económica”(14).

La postura de la Iglesia frente al capitalismo histórico, expresa una actitud de denuncia y

rechazo. Pero, quizás, esta actitud debería ser más evidente en la práctica, en elcomportamiento y actitudes de los creyentes, de las instituciones eclesiales y de toda laIglesia.

4.1.2. El Socialismo.

Es difícil precisar el término socialismo. Pero hoy expresa una idea universal. Para muchosha sido el símbolo de las tendencias progresistas; para otros, el blanco de las más diversascríticas. Resulta, en realidad, un término al que se apela de una manera masiva y, muchasveces, oportunistas. Casi todos lo grupos de izquierda o de derecha se auto califican así.Por ello, es preferible hablar de socialismos. Y, evidentemente hay que diferenciar enseguida su sentido y significado.

Vamos ha referirnos especialmente al socialismo marxista, que ha supuesto la reacción y lacrítica más fuerte al sistema capitalista, llegando ha presentar como su alternativa. Peromientras el capitalismo se formó como un sistema encarnado em los hechos, el socialismomarxista fue durante tanto tiempo una ideología. Sólo a partir de 1917 encuentra la

 posibilidad de aplicación y de convertirse en un proyecto concreto.

 No puede menos de llamar la atención como en tan poco tiempo ha llegado el marxismo asuscitar una resonancia histórica y social tan amplia e importante. A pesar de los rechazos

y condenas, ha llegado a ser adoptado, por un tercio de la humanidad; e incluso en los países que no se ha implantado, ha contado también con numerosos seguidores. Se trata,ciertamente, de un fenómeno histórico que hay que tener en cuenta para comprender,especialmente en estos momentos en los que, el neoliberalismo sufre una crisis y no ha

 podido solucionar los problemas reales de una humanidad y al mismo tiempo el marxismoha tocado suelo con la caída de la URSS.

Dejando a un lado las primeras reacciones contra el capitalismo (R. Owen, C. Fourier,Saint-Simon, P.J. Proudhon) a las que Marx califica de utópicas y precientíficas, nosvamos a concentrar en el socialismo marxista, intentando presentar primero, los principiosfundamentales de su ideología y del proceso de su evolución; para llegar después a una

valoración y a la presentación de la doctrina del magisterio de la Iglesia.220 cf. Populorum Progressio (PP. n 26)

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4.1.2.1. Aproximación al marxismo.

Contra las tesis antihumanistas de Althusser, se han afirmado constantemente la raíz yfundamentación humanista del marxismo221. Ciertamente el marxismo se presenta con un

humanismo, entendido como doctrina que afirma el valor del hombre y su dignidad.

Se trata de un humanismo radical, según A. SCHARF. En efecto para el humanismomarxista el hombre es un fin, es el valor supremo, la razón de ser última de toda larealidad, rechazando coherentemente cualquier forma de esclavitud que lo reduzca a unmedio en las manos del patrono.

Este sentido en el humanismo marxista es sumamente importante el concepto de libertad.Constituye la aspiración natural, el ideal y contenido de la vocación humana. Pero, sinembargo, la libertad no es todavía una realidad conseguida. El hombre se encuentra, dehecho, privado de ella, manipulado y alienado. Por eso la historia del hombre se

comprende como un incesante proceso de liberación; es decir, de humanización. 222

Del mismo modo que la libertad es el gran valor, la alienación supone el marxismo el malsupremo. Es privación, mutilación, contradicción, esclavitud. Solo superando la alienaciónel hombre llega a ser lo que debe ser y se encuentra así mismo.Pero ¿quién es realmente el hombre del que habla el marxismo? Uno de los problemas másdelicados se encuentra precisamente en la concepción misma del hombre: ¿Se trata delhombre concebido como individuo o concebido como colectividad?

Aunque no es lícito identificar al hombre marxista con la colectividad (humanidad, clase, partido), para el marxismo el hombre aislado es pura abstracción. El hombre está insertoesencialmente en una trama de relaciones con la naturaleza y la sociedad. Y el vínculo deesta comunión que le une a la naturaleza y a los demás hombres son las relaciones

 productivas.

El destino del hombre es solidario con la comunidad humana. Por lo tanto, el ideal delhombre no es una libertad puramente personal, sino una libertad vivida en una comunidadfraterna y en la futura sociedad sin clases. Y como la alienación es también alienaciónsocial, que viven en las mismas condiciones los proletarios de todo el mundo, deben unirse

 para superarla en una lucha común por la liberación.

Según el pensamiento marxista hay, pues, dos categorías de hombres, dos clases sociales:los capitalistas, que oprimen a los trabajadores y son, por lo tanto, enemigos del hombre; ylos proletarios, comprometidos en la construcción de una sociedad justa y en la defensa delhombre. Para conseguir esta sociedad y la redención del proletariado, es necesarioconsiderar esta causa como el valor supremo y subordinar a ella los propios intereses. Eneste sentido, la comunidad es el valor supremo; y todo debe ser sacrificado a ella. Elhombre marxista no tiene una vida puramente privada; obra en perspectiva comunitaria. Lavida se entiende como un servicio social.

221 cf. A. SCHAFF,Marxismo e individuo humano, mexico 1964; R.GARAUDY,  Perspectivas del hombre,Fontanella, Barcelona 1970; Marxismo del siglo XX , Fontanella , Madrid, 1970.

222 Cf. J. GIRARDI, Marxismo y cristianismo,Taurus, Madrid1968, pp 34-88

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Consecuencia de esta comprensión comunitaria son, por ejemplo, la importancia otorgadaal partido, la concepción colectiva de la propiedad y la dictadura del proletariado.

La importancia del partido parte del presupuesto de que la lucha por la liberación tiene queestar organizada; el partido expresa, precisamente, esta exigencia. La fidelidad y

obediencia a las orientaciones del partido resultan imprescindibles. Y si el proletariadollega a conquistar el poder, el partido se convierte enseguida en partido único. Porque notiene razón de ser que existan otros partidos, ya que representarían los intereses particularesen conflicto con los intereses de la colectividad. Dañarían fatalmente a la comunidad.

Pero el marxismo es un humanismo terreno; los bienes a los que aspira son los bienestemporales y finitos. La tierra es la verdadera patria. Y, en nombre de estos valores y de lafidelidad a la tierra, rechaza la visión religiosa del mundo. Para Marx la predicaciónreligiosa favorece el inmovilismo y el conservadurismo; y se hace cómplice de losregímenes injustos y opresores. En este sentido, es opio, droga y alienación: proyecta laverdadera vida a otro mundo.

Este carácter terreno de la visión marxista del hombre se expresa también en la convicciónde que la existencia terrena de la humanidad no tendría fin. La materia y el hombre sonnecesarios. De esta manera, la eternidad se entiende como una sucesión temporal sin fin; yla inmortalidad como inmortalidad de la humanidad en su conjunto.Pero, además, la liberación del hombre parte de la situación real. Y el análisis de la historiaque hace el marxismo manifiesta la función decisiva que alcanzan las condicionesmateriales. Los valores económicos tienen la primacía; constituyen las infraestucturas de lahistoria. Todos los demás son “Sobreestructuras”; están condicionados y subordinados alos valores de la producción.

El hombre marxista es fundamentalmente económico. Y, desde su perspectiva, se explicala alienación y la lucha de clases. En efecto, para Marx, Todas las alienaciones del hombrese derivan de alienación económica; y la lucha de clases proviene también del conflicto queexiste en la esfera económica entre capital y trabajo. Y, si como hemos indicado, laalienación es el mal, la alienación económica es el mal radical, el pecado original. En el

 pensamiento marxista todos los males tienen su raíz en la alienación económica. Hay quenotar, entonces, que la alienación económica es también un mal moral; es la injusticiafundamental que subyace en el régimen económico y político.

En esta perspectiva económica hay que empezar situando el materialismo marxista. Pero

Marx es materialista en sentido amplio y radical. Acepta el materialismo de Feurbach y, por consiguiente, que el principio de todo lo real es material. De manera que cuantollamamos ideas o espíritu tiene que ser un producto de la materia. La frontera de lomaterial y de lo real coincide.

Pero la materia en el marxismo no es de carácter ontológico. Es decir Marx no piensa enuna materia primera y original de la que proceden todos los seres. La materia es, más bien,un proceso en movimiento. Y todos los seres del universo son el producto de este procesomaterial. Desde esta perspectiva, rechaza también la idea tradicional de creación.

Se trata de un materialismo dialéctico. Marx piensa que la historia humana no procede

linealmente, sino por contraposición y por cambios revolucionarios: el presente estácontraposición (en relación dialéctica) con el futuro. Estas contradicciones, tensiones

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internas, revoluciones, preparan la llegada de la verdadera sociedad humana. De estamanera, el materialismo dialéctico es también fuente de comprensión histórica, puesto quela historia es el resultado de la lucha entre las infraestructuras y las sobreestructuras. Por tanto, el motor esencial de la evolución y del cambio de la humanidad es la lucha de clases,que es la expresión de la dialéctica histórica.

4.1.2.2. Actitud del mensaje de la Iglesia.

El magisterio de la Iglesia se ha referido al socialismo casi desde sus orígenes marxistas.Las primeras manifestaciones las tuvo (Pío IX y León XIII) son condenas muy duras queno hacen distinción entre comunismo y socialismo.

Pío XI en la encíclica Quadragesimo anno distingue ya los dos sistemas (n111). Elcomunismo, según Pío XI, “enseña y persigue dos cosas... la encarnizada lucha de clases yla total abolición de la propiedad privada”; advierte, además, a los cristianos sobre sucarácter “inicuo e impío” (112). De otro bloque más moderado, el socialismo, llega a decir 

incluso que “parece inclinarse y hasta acercarse a las verdades que la tradición cristiana hamantenido siempre inviolables: no se puede negar, en efecto que sus postulados seaproximan a veces mucho a aquellos que los reformadores cristianos de la sociedad conmucha razón reclaman” (113). Sin embargo, hace notar, al mismo tiempo, que elsocialismo “no renuncia ni a la lucha de clases ni a la abolición de la propiedad, sino quesólo la suaviza un tanto” (116). Por ello declara que “nadie puede ser a la vez buen católicoy verdadero socialista”(120).

Posteriormente con la encíclica Divini Redemptoris (1937), Pío XI se refiere expresamenteal comunismo, apuntando a la doctrina de Marx según la interpretación Bolchevique: (ladoctrina que el comunismo oculta bajo apariencias a veces tan seductoras, se funda hoysustancialmente sobre los principios ya proclamados anteriormente por Marx, delmaterialismo dialéctico y del materialismo histórico cuya única interpretación pretenden

 poseer los teóricos del bolchevismo) (DR 9). Esta doctrina es valorada en función dealgunas posiciones esenciales de la fe cristiana. Es atea: en ella “no queda lugar alguno

  para la idea de Dios” (9); es materialista: “no existe diferencia entre el espíritu y lamateria, ni entre cuerpo y alma” (9); es una doctrina anti religiosa: “considera a la religióncomo el opio del pueblo”. Además, hace observar que el comunismo “despoja al hombrede su libertad” (10); no concede a los individuos “derecho alguno de propiedad sobre los

 bienes naturales y sobre los medios de producción” (10).

Desde esta critica doctrinal del socialismo marxista, se llega a la prohibición por parte delSanto Oficio (Decreto de 1949) de que los católicos se inscriban a los partidos comunistaso los favorezcan.

Juan XXIII en la Mater et magistra recuerda la postura de Pío XI, afirmando que laoposición entre el comunismo y el cristianismo es radical (MM 34). En Pacem in terris alreferirse a las relaciones entre católicos y no católicos, presenta un criterio que abre ya las

 puertas al diálogo y colaboración; “es completamente necesario distinguir entre las teoríasfilosóficas falsas sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre y lascorrientes de carácter económico y social, cultural y político, aunque tales corrientestengan su origen e impulso en tales teorías filosóficas” (PT 159).

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Este espíritu de diálogo se expresa especialmente en la carta apostólica de Pablo VI,Octogesima Adveniens. Según R. Belda, este documento puede resumirse fielmente enestas palabras “de la condenación indiscriminada del socialismo, al discernimientohistórico”.

La postura de Juan XXIII, y sobre todo, la de Paulo VI suponen una evolución muy granderespecto al magisterio anterior. De la reprobación total e indiferenciada se pasa a unexamen crítico en sus diversos aspectos: religioso, filosófico, científico, sociológico,

 político, económico. Esta evolución se manifiesta, pues, tanto en la proximidad y diálogocomo en un análisis más critico de la doctrina marxista.

Finalmente, Juan Pablo II, especialmente en la  Laborem exercens, se refiere confrecuencia tanto al capitalismo liberal como al colectivismo marxista. Juan Pablo IIreprueba claramente el materialismo dialéctico (LE 13). Expresa que la iglesia se apartaradicalmente del programa de colectivismo, proclamado por el marxismo y realizado endiversos países del mundo (LE 14) y aun reconociendo el conflicto real entre el mundo del

capital y el mundo del trabajo, no acepta, sin embargo, la solución marxista de la lucha declases (LE 11).

La encíclica Centesimus annus analiza más detenidamente el socialismo marxista y afirmade manera explícita que “el error fundamental del socialismo es de carácter antropológico”(CA 13). Este error reside en la consideración del hombre como simple elemento delorganismo social, subordinado entonces el bien del individuo al funcionamiento delmecanismo económico. Desaparece, pues, el concepto de persona como sujeto autónomode decisión moral. Y la raíz de esta concepción errónea de la persona y de la “subjetividadde la sociedad”, advierte el Papa, se encuentra principalmente en el ateísmo de donde

 brota, por otra parte, la elección de los medios de acción: la lucha de clases (CA 14). Nodeja de ser significado, que el valorar los numerosos factores de la caída de los regímenesopresores se refiera especialmente a estos aspectos. En efecto para Juan Pablo II, losfactores decisivos de esta caída son: la violación de los derechos del trabajador (CA 23), laineficacia del sistema económico y, sobre todo, (el vacío espiritual provocado por elateísmo).

4.2. El trabajo humano.

4.2.1. El trabajo creado y creador.

En la encíclica Laborem exercens en los numerales 4 al 10, ilustra y desarrolla la profecía bíblica del trabajo, tomando pié de las primeras páginas del Génesis (la muy conocidahistoria de la creación) donde se presenta el trabajo como una dimensión fundamental de laexistencia humana sobre la tierra. El trabajo aparece como creado por Dios y dado alhombre como vocación: “hecho a imagen y semejanza de Dios puesto en el universovisible, y ordenado para que dominase la tierra, el hombre desde el principio está llamadoal trabajo” (introducción a la encíclica); como una característica esencial, que distingue alhombre del resto de las creaturas; como mandamiento: mejor, como expresión vital del

 primer mandamiento que se encuentra en la historia de la salvación: “cuando el hombre,hecho a imagen de Dios siente las palabras: procread y multiplicaos, y henchid la tierra,sometedla, aunque estas palabras no se refieran explícitamente al trabajo, indirectamente

ya se lo indica sin duda alguna como una actividad por desarrollar en el mundo. Más aun,demuestran su misma esencia más profunda: el hombre es la imagen de Dios por el

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mandato recibido de su Creador, de someter y dominar la tierra. En la realización de estemandato el hombre, todo ser humano varón y hembra, refleja la acción misma del Creador del Universo” (LE 4). En otras palabras desconcertantes el trabajo en manos del hombre,se hace creador, no ciertamente para crear el universo, pero sí para dominarlo, es decir,

  para completarlo, para concluirlo, para adornarlo. Son las palabras de la Biblia, que el

Concilio Vaticano nos ha propuesto recientemente en toda su plena fecundidad (pero yaSan Ambrosio la había entendido así) y que la Laborem Exercens las presenta de nuevo: enla palabra de la divina Revelación está inscrita muy profundamente esta verdadfundamental, que el hombre, creado a imagen de Dios, mediante su trabajo participa en laobra del Creador, y según las medidas de sus propias posibilidades en cierto sentido,continúa desarrollándola y la completa, avanzando cada vez más en el descubrimiento delos recursos y de los valores encerrados en todo lo creado” (LE 25).

Pero el primer resultado de la actividad creadora del trabajo humano será el de ayuda alhombre a descubrir: grande, libre, por ser imagen de Dios (el cual “es capaz de crear por que es infinitamente grande y totalmente libre, es decir omnipotente y espíritu” según

escribía Santo Tomás).

Sobre el fundo luminoso el trabajo describe tres esferas de valores que se reclaman ycompletan mutuamente.

a.- La primera esfera: atañe directamente a la persona de cada ser humano, en el sentido deque el trabajo constituye para cada uno su propia autorealización, es decir, lo ayuda adescubrir su propia identidad. “En todo proceso del trabajo, el hombre se manifiesta yconfirma como el que domina (LE 6); “mediante el trabajo el hombre no solo transforma lanaturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo comohombre, es más, en cierto sentido, se hace más hombre”( LE 9); “el Hombre se desarrollamediante el amor al trabajo” (LE 11); El capital es solamente un conjunto de cosas: elhombre como sujeto del trabajo, e independientemente del trabajo que realiza, el hombre,él solo es una persona (LE 12). Pero el trabajo es para el hombre y no el hombre para eltrabajo (LE 6). El primer fundamente del valor del trabajo es el mismo hombre.

En último análisis, el trabajo, cualquiera que sea realizado por el hombre, aunque fuera eltrabajo más corriente, el trabajo más monótono en la escala del modo común de valorar, eincluso el que más margina; tiene por finalidad siempre al hombre mismo.

b.- Segunda esfera: es la dimensión antropológica del trabajo, la cual es la chispa que va y

viene sin cesar del uno al otro polo: la persona y la comunidad: “El trabajo lleva en sí unsello, particular del hombre y de la humanidad, el sello de la persona operante en unacomunidad de personas”.

La primera comunidad es la familia. “El trabajo es, en cierto sentido, la condición parahacer posible la fundación de una familia, ya que ésta exige los medios de subsistencia, queel hombre adquiere normalmente mediante el trabajo. Trabajo y laboriosidad condicionan asu vez todo el proceso de educación dentro de la familia”(LE 10): en efecto, la familia es,al mismo tiempo, una comunidad hecha posible gracias al trabajo y la primera escuelainterior del trabajo para todo hombre.

c.- Tercera esfera: por medio de la familia la persona se inserta en la sociedad a la cualcada uno pertenece a base de particulares vínculos culturales e históricos. La encíclica

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sugiere una definición original de sociedad: Ella “es una gran encarnación histórica ysocial del trabajo de todas las generaciones” (LE 10): por ella el hombre puede descubrir un valor suplementario de su labor, a saber la contribución al incremento del bien comúnelaborado juntamente con sus compatriotas, dándose así cuenta de que por este camino eltrabajo sirve para multiplicar el patrimonio de toda la familia humana, de todos los

hombres que viven en el mundo.

Dos alicientes ayudan al hombre a encontrar la grandeza de su dignidad a través deltrabajo. El primero es la redescubierta virtud de la laboriosidad, a la que la encíclica haceexpresa referencia, donde entre otras cosas leemos: “La laboriosidad como virtud unidacon el orden social del trabajo, permitirá al hombre hacerse más hombre, en el trabajo, y nodegradarse a causa del mismo, perjudicando no solo sus fuerzas físicas, sino sobre todo,menoscabando su propia dignidad y subjetividad.

El segundo aliciente es el de una solidaridad para superar las nuevas formas de injusticia yuna nueva causa de degradación de la persona: solidaridad global que remueve los lazos de

conexión entre los sectores de la producción (donde la proliferación de las profesiones seconjugan con formas de egoísmo cooperativo), solidaridad entre sectores y grupos socialesnacionales, entre nacionales y nacionales a escala planetaria (LE 8).

4.2.2 El trabajo alienado.

Sobre un fondo negro entrevemos el trabajo, oprimido, esclavizado, deshumanizado;creado por Dios y confiado al hombre como prolongación de la misma creación, en laexperiencia diaria el trabajo se nos presenta alienado de su objeto, aprisionado, a lo largode toda la historia de la humanidad, en un doble conflicto: el conflicto capital-trabajo, elconflicto propiedad-trabajo.

La encíclica afronta sin medias tintas el problema crucial (LE 11-15), con la perspectiva dela superación de esquemas ideológicos, generadores de tremendos males en ámbito

 personal y social, e invitando a los cristianos y hombres de buena voluntad a la audaztransformación ética y social que impone la visión personalista del trabajo.

 No es posible, dentro de los límites de la presente contribución, entrar específicamente enel estudio y tratamiento del tema; creemos sin embargo, que pueda ser útil a algunoslectores el señalamiento de ciertas pistas, que faciliten la penetración en esa pequeñaespesura que el capítulo tercero de la Laborem Exercens.

Trabajo – Capital de la armonía al conflicto:

Invocando con palabras vibrantes el principio constantemente señalado por la Iglesia “el principio de la propiedad del trabajo frente al capital” (LE 12), La encíclica presenta alcapital como instrumento forjado en la humanidad mediante un proceso secular: procesoque se desarrolla en dos fases caracterizadas por dos relaciones diferentes entre el hombrey los recursos. En la primera el hombre recibe los recursos y riquezas de la naturaleza: elhombre encuentra, no crea; y esta donación inicial de parte de la naturaleza (y en definitivade parte del Creador) jamás se echa en olvido. En la segunda el hombre transforma lascosas, las adapta a su necesidad, hace que se conviertan en capital en el sentido ordinario

de la palabra, es decir, en “medios de producción”. El Papa hace una pausa y especifica: noolvidemos nunca que: “ese conjunto de medios es fruto del patrimonio histórico del trabajo

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humano” (LE 12). Pero el capital, aun el más perfeccionado, el más inteligente que puedaimaginarse, sigue siendo siempre un instrumento: sigue siendo siempre y solamente “unconjunto de cosas”, mientras que el hombre, y solo él, es una persona.

Mientras las cosas conservan este orden, existe armonía entre trabajo y capital: los dos se

compenetran en una vinculación indisoluble que mantienen inalterablemente la relación desuperioridad de la persona (= fin) sobre el capital (= instrumento). Pero de prontosobreviene la ruptura: primero en las mentes, luego en la práctica. En el pensamientohumano, se proyecta un doble error que llevará a contraponer trabajo y capital como sifueran dos fuerzas anónimas, dos factores de producción integrados por la misma

 perspectiva economista.

El primer error teórico es el economismo que genera el trágico trastorno de la escala devalores: el instrumento, o sea el capital, se convierte en fundamento, coeficiente y fin de lavida económica (en el cual se valora únicamente la productividad); el fin, es decir elhombre, se convierte en instrumento, en cuanto que el trabajo humano no se considera

como uno entre los diversos factores de la producción. El error del economismo incluye elotro error teórico, que es el del materialismo, o sea la convicción de la primacía y lasuperioridad de la realidad material, mientras que lo espiritual y personal ( la obra delhombre, los valores morales y sus similares, se ponen en un sitial subordinado a la realidadmaterial.

Al doble error teórico corresponde el doble error de la práctica: en ambos sistemas dentrode los cuales se ha verificado la revolución industrial, el sistema capitalista y colectivista,se ha dado enorme importancia a los medios de producción, perdiendo de vista el fin, esdecir, al hombre. “Precisamente este error de orden práctico ha golpeado antes que nada altrabajo humano, al hombre del trabajo, y ha causado la reacción social, éticamente justa,contra el sistema de injusticia y de daño que pedía venganza al Cielo, y que pesaba sobre elhombre del trabajo en aquel período de rápida industrialización”(LE 13).

 Perversidad del capitalismo.

Adelantando la contraposición registrada especialmente al comienzo de la época modernaentre la verdad cristiana sobre el trabajo y las diversas corrientes del pensamientomaterialista y economicista, el Papa denuncia la inversión del orden inicialmenteestablecido por Dios: la idea que el trabajo es una especie de mercancía que el trabajador vende al empresario ha llegado a hacer que el hombre mismo sea tratado como un

instrumento de producción. Y añade: “precisamente tal inversión del orden (...) mereceríael nombre de capitalismo”.

Volviendo ahora, donde se habla de los errores del economismo y del materialismo, nosdetenemos un momento en la siguiente afirmación: “Parece que para el problemafundamental de la separación y contraposición entre trabajo y capital –como dos factoresde la producción- el error del economismo haya tenido una importancia decisiva y hayainfluido precisamente sobre tal planteamiento no-humanístico de este problema, antes delsistema filosófico materialista.

Parece que debemos concluir que, a los ojos de Juan Pablo II, el capitalismo tiene una

culpa mayor –al haber hecho surgir y avivar el conflicto que el materialismo colectivista. Yse comprende la razón: bien mirada las cosas, el capitalismo niega el valor del hombre,

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reduciéndolo a un instrumento, es decir a no-persona; mientras que el colectivismo exagerala dimensión social del hombre (y luego termina a su vez por negar el valor del individuo,sobre todo cuanto se convierte en capitalismo del Estado).

Conflicto trabajo – propiedad:

El segundo gran conflicto que examina la encíclica es el conflicto entre trabajo y propiedad. Quiere poner de relieve tres principios. Ante todo en perfecta consonancia conla plurisecular tradición cristiana, se afirma el gran principio del destino universal de los

 bienes, es decir el derecho que todo ser humano tiene, desde su nacimiento, de usar aquellaabundancia de bienes económicos que le permitan “llegar a ser persona”: a este primordialderecho natural están subordinados todos los demás derechos, incluido el derecho de

 propiedad privada.

Hay que tomar en cuenta lo inaceptable de la posición del capitalismo rígido, acerca delderecho de la propiedad de los medios de producción: “el considerarlos aislados como un

conjunto de propiedades separadas con el fin de contraponerlos en forma de capital altrabajo y más aún realizar la explotación del trabajo, es contrario a la naturaleza misma deestos medios y su posesión. Estos no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden nisiquiera ser poseídos para poseer, porque, el único título legítimo para su posesión, es quesirvan al trabajo y, por consiguiente, que hagan posible el destino universal de los bienes.Desde este punto de vista. Tampoco conviene excluir la socialización (la palabrasocialización está usada aquí como sinónimo de nacionalización o en todo casosustentación de la propiedad privada), en las condiciones oportunas, de ciertos medios de

 producción. Por otra parte, sería ilusorio pensar que las esperadas formas que apuntan a lacopropiedad de los medios de trabajo, puedan realizarse mediante la eliminación a priori dela propiedad privada de los medios de producción. “El mero paso de los medios de

 producción a propiedad del estado, dentro del sistema colectivista, no equivale ciertamentea la socialización de esta propiedad”. Se puede hablar de socialización únicamente cuandoquede asegurada la subjetividad de la sociedad, es decir, cuando toda persona, basándoseen su propio trabajo, tenga pleno título a considerarse al mismo tiempo “copropietaria” deesa especie de gran taller de trabajo en el que se compromete con todos.

 Hacia la propiedad socializada:

Estas páginas de la  Laborem Exercens son quizás, en la modesta opinión, una de las másinnovadoras. En su fondo, como todos lo ven por intuición, está la realidad histórica de una

gran parte del mundo actual regida por ordenamientos socio-jurídicos ajustados sobre la base de la propiedad colectiva, o común, de los medios de producción. Teniendo en cuentala afirmación del hombre persona, La encíclica no puede sugerir un retorno a la propiedad

 privada: acepta la vía de la socialización socializada, a condición de que, efectivamente,cada trabajador experimente y sienta, en concreto, que es protagonista y por consiguienteque no solo influye en las decisiones, sino que también es partícipe de la propiedad.

Un camino para conseguir esta meta, leemos en las líneas finales del numeral cuatro(LE4), podría ser el de asociar, en cuanto sea posible, el trabajo a la propiedad del capital y dar vida a una rica gama de cuerpos intermedios, con finalidades económicas, sociales,culturales: Cuerpos que gocen de una autonomía efectiva respeto de los poderes públicos,

que persigan sus objetivos específicos manteniendo relaciones de colaboración leal ymutua, con subordinación a las exigencias del bien común y que ofrezcan forma y

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naturaleza de comunidades vivas, es decir, que los miembros respectivos sean consideradosy tratados como personas y sean estimulados a tomar parte activa en la vida de dichascomunidades.

Ilusiones podría decir alguien; cómo puede pensarse que los regímenes colectivistas del

llamado “socialismo real” acepten las exigencias pluralistas y autonomistas de la encíclica, pero la historia está llena de sorpresas. Mientras tanto, tomemos buena nota del auspicio,expresado por un Papa, de que los trabajadores puedan tener acceso a la propiedad efectiva(no solo nominal) de los instrumentos de producción.

Por lo demás, admitimos que por ciertos motivos fundados se pueden hacer excepciones al  principio de la propiedad privada, y en nuestro tiempo somos incluso testigos de laintroducción, del sistema de la propiedad socializada, el argumento personalista sinembargo no pierde su fuerza, ni a nivel de principios ni a nivel práctico.

 Hacer estallar los sistemas desde dentro:

Sobre las confrontaciones podemos decir: Así pues, el principio de la propiedad deltrabajo con respecto al capital es un postulado que tiene una importancia clave, tanto en unsistema bajo sobre el principio de la propiedad privada de los medios de producción, comoen el sistema en que se haya limitado, incluso radicalmente, la propiedad privada de esosmedios. Según creemos modestamente, parece que lo que quiere decir estas palabras es:

 poco importa que en el establecimiento de las relaciones de capital – trabajo y propiedad – trabajo se siga el sistema de libre mercado o la economía colectivizada: lo que importa esque en uno y otro sistema se ponga el trabajo efectiva, verdadera y constantemente en lacima, en el centro y en la base de toda vida económica, social y política. El trabajo, tantoen el sistema capitalista como en un régimen comunista, tenga el primer puesto y estésiempre sobre el capital y sobre la propiedad. Porque el trabajo es expresión de la persona:y la persona ocupa el primer lugar y está sobre el capital y sobre la propiedad, la sociedad yel Estado.

4.2.3. El Trabajo Recuperado.

El trabajo está por fortuna en un camino de recuperación, dado que la sociedad vadescubriendo que él es la fuente de derechos que no pueden ser desatendidos: los derechosde la persona humana, en efecto, constituyen el elemento clave de todo el orden moralsocial, y el respeto de estos derechos pone la condición fundamental para la paz en el

mundo contemporáneo.

 El deber de Trabajar.

Primeramente hay que recordar que el trabajo es una obligación, es decir, un deber delhombre y esto en el múltiple sentido de esta palabra. El hombre debe trabajar bien sea por derecho de que el Creador lo ha ordenado, bien sea por el derecho de su propia humanidad,cuyo mantenimiento y desarrollo exigen el trabajo. El hombre debe trabajar por respeto al

 prójimo, especialmente por respeto a la propia familia, pero también a la sociedad a la que pertenece, a la nación de la cual es hijo o hija, a la entera familia humana de la cual esmiembro; ya que es heredero del trabajo de generaciones y al mismo tiempo coartífice del

futuro de aquellos que vendrán después de él en el suceder de la historia. Todo estoconstituye la obligación moral del trabajo, entendido en su más amplia acepción. Cuando

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hay que considerar los derechos morales de todo hombre respeto del trabajo,correspondientes a esta obligación, habrá que tener siempre presente el entero y amplioradio de referencias en que se manifiesta el trabajo de cada sujeto trabajador.

Fecundidad de una distinción.

Hablar de derechos y deberes es lo mismo que hablar de competencias y responsabilidades, por lo que hay que hacer una clara e iluminadora distinción entre empleador directo yempleador indirecto. Todos saben que un empleador directo es aquella persona oinstitución con la cual el trabajador estipula directamente el contrato de trabajo, bajodeterminadas condiciones.

Menos simple, en cambio, es la explicación y análisis del concepto de empleador indirecto,Como empresario indirecto se deben entender muchos factores diferenciados, además delempresario directo, que ejercen un determinado influjo sobre el modo en que se da forma

 bien sea al contrato de trabajo, bien sea, en consecuencia, a las relaciones más o menos

 justas en el sector del trabajo humano. No se ve todavía con claridad: intentemos subrayar la palabra “factores diferenciados”, “influjo determinado” (que podría sustituirse con“condicionamiento”, quizás más clara). Aquí se debe afrontar el tema crucial del derecho altrabajo (= derecho a una ocupación adecuada a todos los sujetos capaces de ella), y por esoqueda en claro a quien toca garantizar y organizar el respeto de aquel derecho; estaresponsabilidad toca al “empleador indirecto” conjunto de las instancias a escala nacional einternacional responsable de todo el ordenamiento de la política laboral. El contenido deestas instancias, comprendidas aquí bajo en nombre de empleador indirecto, es el de actuar contra el desempleo, esta solicitud carga en definitiva sobre las espaldas del Estado.

En el concepto del empresario indirecto entran tanto las personas como las instituciones dediversos tipos, así como también los contratos colectivos de trabajo y los principios decomportamiento, establecidos por estas personas o instituciones, los cuales determinantodo el sistema económico o que derivan de él.

Empresario indirecto es, por ejemplo la economía de libre mercado (sistema occidental) ola colectividad como sistema socialista; es empresario indirecto la bolsa de Nueva York que condiciona el precio de las materias primas o el mercado cambiario de la moneda; o lasfamosas “multinacionales”, o las conferencias de los jeques del petróleo; o la OficinaInternacional del trabajo que exige la paridad del salario hombre – mujer; o el contratocolectivo – global para cualquier industria; o el conjunto de las disposiciones emanadas por 

el ministerio de la economía pública; incluso el sistema de la seguridad social, a su modo,es un empresario indirecto, y así por el estilo. Como se ve es una simplificación excesiva lade identificar pura y simplemente Estado y empresario indirecto.

 Entretejido de condicionamientos.

Una comparación de este tipo no tiene como finalidad el eximir al empresario directo de la

responsabilidad que le es propia, sino solamente llamar la atención sobre el entretejido delos condicionamientos que influyen en su comportamiento. Cuando se trata de establecer 

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una política laboral correcta desde el punto de vista ético, es necesario tener ante los ojosestos “condicionamientos”. En el caso del empresario directo que, al encontrarse en unsistema similar de condicionamientos: fija las condiciones de trabajo por debajo de lasexigencias objetivas de los trabajadores (Eufemismo para decir explotación).

Las realizaciones de los derechos del hombre del trabajo no pueden estar condenadas aconstruir solamente un derivado de los sistemas económicos, los cuales a escala másamplia o más restringida, se dejen guiar sobre todo por el criterio del máximo beneficio. Alcontrario, es precisamente la consideración de los derechos objetivos del hombre detrabajo, de todo tipo de trabajador: manual, intelectual, industrial, agrícola, etc., lo quedebe constituir el criterio adecuado y fundamental para la formación de toda la economía,

 bien sea en la dimensión de toda la sociedad y de todo Estado, bien sea en el conjunto de la política económica mundial así como de los sistemas y relaciones internacionales, que deella derivan.

 Reconocimiento efectivo de cinco derechos básicos.

El primer derecho que se debe defenderse y promoverse es el derecho al trabajo o derechoa tener un empleo adecuado para todos los sujetos capaces de él. (LE 18). El primer responsable de este sector es el “empresario indirecto”, en este caso el Estado, al quecorresponde la función de actuar contra esa “verdadera calamidad social” que es eldesempleo, especialmente de los jóvenes. Se debe proveer una planificación global, no solonacional (sirviéndose del conjunto de centros y grupos locales, en homenaje al principio dela subsidiariedad), sino también, a escala internacional, mediante los necesarios tratados yacuerdos, cuyos criterios inspiradores sean siempre los del trabajo humano entendido comoderecho fundamental: el trabajo que da análogos derechos a todos los que trabajan, demanera que el nivel de vida de los trabajadores en cada sociedad presenta cada sociedad

 presente cada vez menos esas irritantes diferencias que son injustas y provocan inclusoviolentas reacciones. A medida que se ponga todo en acción para vencer el desafío deldesempleo, la comunidad social debe asumir la obligación de las prestaciones a favor delos desocupados, es decir, el deber de proporcionar las convenientes ayudas indispensablesa la subsistencia de los trabajadores desempleados y de sus familias. Es un deber que nacedel destino universal de los bienes o mejor del derecho a la vida y a la subsistencia.

Segunda  El derecho a la justa remuneración por el trabajo, trae a la mente al empresariodirecto. Es el problema clave de la ética social, añadiendo que la injusticia social de unsistema socio-económico y su justo funcionamiento merecen ser valorados según el modo

como se remunera justamente el trabajo humano y que el justo salario se convierte en laverificación clave de todo el sistema socio-económico.

Y la razón doctrinal está nuevamente en el primer principio de todo el ordenamiento ético-social, a saber el uso común de los bienes económicos. Tanto en el sistema de libremercado, como en una economía colectivista, el salario sigue siendo la vía concreta através de la cual la gran mayoría de los hombres pueden tener acceso a los bienes que estándestinados al bien común: estos bienes se hacen accesibles al hombre del trabajo gracias alsalario que reciben como remuneración por su trabajo.

El tercer derecho a la salud , que debe ser garantizado mediante un sistema de prestaciones

sociales generalizadas, a bajo costo, si no incluso gratuitas, eficaces y controladas (paraevitar los fáciles abusos).

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El cuarto, derecho al descanso, se considera bajo un triple aspecto: ante todo el regular descanso semanal “que comprenda al menos el domingo”; luego las vacaciones una o másveces al año; finalmente la pensión por seguro de vejez (o por invalidez, que obliga a unreposo forzado).

El quito,  El derecho a condiciones dignas de trabajo con respecto a la persona, seentiende aquí los ambientes de trabajo, los procesos productivos, las garantía de seguridad,la higiene del trabajo, así como las aspiraciones a la participación en más modernas yanheladas dimensiones.

 Revalorización del papel de la madre

La revaloración social de la función materna de la mujer y la fatiga unida a ella, hadesencadenado polémicas incluso violentas en la mentalidad occidental y también en no

 pocos cristianos, acostumbrados a los innovadores discursos de los anteriores papas, KarolWojtyla pone su criterio en el contexto del salario: y aprovecha de él para lamentar una

deplorable práctica casi universal que consiste en no remunerar el trabajo hecho en casa(los cometidos maternos de la mujer) no solo en los de cocer los alimentos y arreglar lavajilla: la madre es también maestra, enfermera, psicóloga..... . Por esto, será un honor parala sociedad hacer posible a la madre – sin obstaculizar su libertad, sin discriminación

  psicológica o práctica,. Sin dejarle en inferioridad ante sus compañeras, dedicarse alcuidado y a la educación de los hijos según las necesidades diferenciadas de la edad. Elabandono obligado de tales tareas por una ganancia retribuida fuera de casa, es incorrectodesde el punto de vista del bien de la sociedad y de la familia, cuando contradice o hacedifícil tales cometidos primarios de la misión materna.

En otras palabras, reclama una especie de revolución no sin alcance económico (deberá  pagarse un salario a la madre), no exento de implicaciones jurídicas, políticas y psicológicas.

Pero la reflexión sobre la revaloración del trabajo de la esposa y madre de familia cede el paso en seguida a una breve pero clara y no ciertamente reaccionaria, reflexión sobre eltrabajo de la mujer en general. Vale la pena releer exactamente las afirmaciones

 pertinentes:

“en este contexto se debe subrayar que, el modo más general, hay que organizar y adaptar todo el proceso laboral de manera que sean respetadas las exigencias de la persona y sus

formas de vida, sobre todo de su vida doméstica, teniendo en cuenta la edad y el sexo decada uno. Es un hecho que en muchas sociedades las mujeres trabajan en casi todos lossectores de la vida. Pero es conveniente que ellas puedan desarrollar plenamente susfunciones según la propia índole, sin discriminaciones y sin exclusión de los empleos paralos cuales están capacitadas, pero al mismo tiempo sin perjudicar sus aspiracionesfamiliares y el papel específico que les compete para construir el bien de la sociedad juntocon el hombre. La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure demanera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio yen perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un papel insustituible” (LE 19).

4.2.4. El Trabajo Redimido y Redentor.

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Juan Pablo II crea una verdadera y propia espiritualidad del trabajo para difuminarla en elmundo como un verdadero Evangelio, es difusión particular de la Iglesia: de toda la Iglesia,no solo de la jerarquía. Es una función apenas esbozada, por la cual también de nuevodebemos sentirnos como quien está en vigilia.

Esta espiritualidad deberá ser una síntesis de acción y contemplación, cuyos lineamientosesenciales se pueden tomar de las primeras páginas de la Biblia que son, en cierto sentido,“el primer Evangelio del trabajo”. La Biblia en efecto, demuestra en que consiste ladignidad del trabajo: el hombre, mediante su trabajo no solamente debe participar de laobra del creador, desarrollándola y completándola, avanzando cada vez más en eldescubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en el universo: el hombre debetambién imitar a Dios, cuya imagen y semejanza lleva impresa en sí mismo. Imitarlotrabajando, como hizo el Creador en los seis días de la creación; pero imitarlo también enel descanso, puesto que Dios mismo ha querido representarnos en su obra creadora bajo eldoble ritmo del trabajo y del reposo.

Por consiguiente la organización del mundo del trabajo debe permitirle a la personahumana la expansión de su dimensión vertical: todo lo que ella cumple durante la semanase expande. Por decirlo así en círculos concéntricos alrededor de ella en el planohorizontal; pero se requiere un día en que la dimensión vertical el espíritu, puedaimpulsarse como un resorte y elevar al hombre por encima de sus obras, elevándolo a suverdadera grandeza que es la apertura del alma a los grandes valores humanos yespirituales.

Cristo es el Evangelio del trabajo

A la verdad, según la cual el hombre, mediante su trabajo, participa de modo singular en laobra de la creación, Jesucristo le ha dado un especial relieve: “El es el Evangelio deltrabajo”, porque pertenece al mundo del trabajo; tiene reconocimiento y respeto por eltrabajo humano, transfiere su enseñanza, especialmente en las parábolas, la verdad globalsobre el deber y la dignidad del trabajo.

En el Antiguo Testamento ya se había delineado una cierta espiritualidad del trabajo, que,en el Nuevo quedará modelada y perfeccionada especialmente por el Apóstol Pablo,concluyendo con la idea de que toda la doctrina sobre el progreso del desarrollo humano,enseñada por el Concilio vaticano II, puede ser entendida únicamente como fruto de unacomprobada espiritualidad del trabajo humano, y solo a base de tal espiritualidad ella

 puede realizarse y ser puesta en práctica: en la doctrina que ahonda sus raíces en el“Evangelio del Trabajo”.

 No hay redención sin efusión de sangre.

Pero hay todavía un aspecto del trabajo en el cual debe penetrar profundamente laespiritualidad. Todo trabajo, en efecto, está unido inevitablemente a la fatiga y al dolor: yla Biblia, contraponiendo aquella originaria bendición del trabajo a la fatiga yainseparablemente unida a él, quiere enseñarnos que ella es fruto de la condición misma delhombre.

El Evangelio pronuncia su última palabra también al respecto, en el misterio de la muerte yresurrección de Cristo: El misterio pascual en efecto, contiene la cruz de Cristo, es decir su

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obediencia hasta muerte para redimir al hombre y todo lo que constituye el tejido vital delhombre. Sobre la cruz, Cristo redime la fatiga y el trabajo: y hace que se convierta eninstrumento de redención.

“En el trabajo humano el cristiano descubre una pequeña parte de la cruz de Cristo y la

acepta con el mismo espíritu de redención, con el cual Cristo ha aceptado su cruz por nosotros. En el trabajo, merced a la luz que penetra dentro de nosotros por la resurrecciónde Cristo, Encontramos siempre un tenue resplandor de la nueva vida, del nuevo bien, casicomo un anuncio de los nuevos cielos y de la nueva tierra, los cuales precisamentemediante la fatiga del trabajo son participados por el hombre y por el mundo. A través delcansancio, y jamás sin él. Esto confirma por una parte, lo indispensable de la cruz en laespiritualidad del trabajo humano; pero por otra parte, se descubre en esta cruz y fatiga, un

 bien nuevo que comienza con el mismo trabajo, con el trabajo entendido en profundidad y bajo todos sus aspectos.

4.3. LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

4.3.1. El valor de las Organizaciones Internacionales

 La Iglesia favorece el camino hacia una auténtica “comunidad” internacional, que haasumido una dirección precisa mediante la institución de la Organización de las NacionesUnidas en 1945. Esta organización “ha contribuido a promover notablemente el respeto dela dignidad humana, la libertad de los pueblos y la exigencia del desarrollo, preparando elterreno cultural e institucional sobre el cual construir la paz”223. La doctrina social, engeneral, considera positivo el papel de las Organizaciones intergubernamentales, en

 particular de las que actúan en sectores específicos,224 si bien ha expresado reservas cuandoafrontan los problemas de forma incorrecta.911 El Magisterio recomienda que la acción delos Organismos internacionales responda a las necesidades humanas en la vida social y enlos ambientes relevantes para la convivencia pacífica y ordenada de las Naciones y de los

 pueblos.225

 La solicitud por lograr una ordenada y pacífica convivencia de la familia humana impulsaal Magisterio a destacar la exigencia de instituir «una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento dela justicia y el respeto de los derechos».226 En el curso de la historia, no obstante loscambios de perspectiva de las diversas épocas, se ha advertido constantemente la necesidadde una autoridad semejante para responder a los problemas de dimensión mundial que

 presenta la búsqueda del bien común: es esencial que esta autoridad sea el fruto de unacuerdo y no de una imposición, y no se entienda como un « super-estado global » .227

Una autoridad política ejercida en el marco de la Comunidad Internacional debe estar regulada por el derecho, ordenada al bien común y ser respetuosa del principio de

 subsidiaridad : «No corresponde a esta autoridad mundial limitar la esfera de acción oinvadir la competencia propia de la autoridad pública de cada Estado. Por el contrario, laautoridad mundial debe procurar que en todo el mundo se cree un ambiente dentro del cualno sólo los poderes públicos de cada Nación, sino también los individuos y los grupos223 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22:224 Cf. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra225 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 84226 Conclio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 82227 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003, 6

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intermedios, puedan con mayor seguridad realizar sus funciones, cumplir sus deberes ydefender sus derechos ».228

Una política internacional que tienda al objetivo de la paz y del desarrollo mediante laadopción de medidas coordinadas,229  es más que nunca necesaria a causa de la

 globalización de los problemas. El Magisterio subraya que la interdependencia entre loshombres y entre las Naciones adquiere una dimensión moral y determina las relaciones delmundo actual en el ámbito económico, cultural, político y religioso. En este contexto es dedesear una revisión de las Organizaciones internacionales; es éste un proceso que “suponela superación de las rivalidades políticas y la renuncia a la voluntad de instrumentalizar dichas organizaciones, cuya razón única debe ser el bien común”,230  con el objetivo deconseguir “un grado superior de ordenamiento internacional”.231

  En particular, las estructuras intergubernamentales deben ejercitar eficazmente sus funciones de control y guía en el campo de la economía, ya que el logro del bien común eshoy en día una meta inalcanzable para cada uno de los Estados, aun cuando posean un gran

dominio en términos de poder, riqueza, fuerza política.232 Los Organismos internacionalesdeben, además, garantizar la igualdad, que es el fundamento del derecho de todos a la

 participación en el proceso de pleno desarrollo, respetando las legítimas diversidades.233

 El Magisterio valora positivamente el papel de las agrupaciones que se han ido creandoen la sociedad civil para desarrollar una importante función de formación y

 sensibilización de la opinión pública en los diversos aspectos de la vida internacional , conuna especial atención por el respeto de los derechos del hombre, como lo demuestra “elnúmero de asociaciones privadas, algunas de alcance mundial, de reciente creación, y casitodas comprometidas en seguir con extremo cuidado y loable objetividad losacontecimientos internacionales en un campo tan delicado”.234

Los Gobiernos deberían sentirse animados a la vista de este esfuerzo, que busca poner en práctica los ideales que inspiran la comunidad internacional, “especialmente a través de losgestos concretos de solidaridad y de paz de tantas personas que trabajan en lasorganizaciones No Gubernativas y en los Movimientos en favor de los derechoshumanos”.235

4.3.2. Colaboración internacional

Para desarrollar correctamente las relaciones entre los pueblos hay que tener en cuenta los

obstáculos que las hacen más difíciles. El tiempo histórico y la idiosincrasia de los pueblos pueden ayudar a precisar algunos de esos obstáculos, que exponemos a continuación y querequieren la colaboración internacional.

a) La desigualdad real de las naciones.

228 Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris229 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 51-55. 77-79230 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 43231 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 43232 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 58233 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 33. 39234 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 26235 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 7

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Las desigualdades reales de las naciones constituyen una preocupación permanentemente delPSI. Han existido diferencias económicas, políticas y culturales que se hacen notar de maneraclara entre los pueblos industrializados y los agrícolas; de los que disfrutan del estado de

 bienestar y los que no pueden satisfacer, en ocasiones, las necesidades primarias. A aquellosles acompaña un nivel cultural alto, mientras que a éstos el analfabetismo les impide

superarse. Que esas realidades tiendan a agudizarse y no a disminuir es lo que rechaza el PSI.

Las consecuencias de mecanismos de tipo económico, financiero, social, etc., que funcionancasi automáticamente, tienen una dimensión ética y moral porque, al frustrar, explotar ycolonizar a las naciones pobres, ocasionan tensiones y discordias internacionales queamenazan la paz, entendida como fruto de la solidaridad.

 b) El derecho al desarrollo

  La solución al problema del desarrollo requiere la cooperación entre las comunidades  políticas particulares: “Las Naciones, al hallarse necesitadas las unas de ayudas

complementarias y las otras de ulteriores perfeccionamientos, sólo podrán atender a su propia utilidad mirando simultáneamente al provecho de los demás. Por lo cual es de todo  punto preciso que los Estados se entiendan bien y se presten ayuda mutua”.236 Elsubdesarrollo parece una situación imposible de eliminar, casi una condena fatal, si seconsidera que éste no es sólo fruto de decisiones humanas equivocadas, sino tambiénresultado de “mecanismos económicos, financieros y sociales” 237 y de “estructuras de

 pecado” 238 que impiden el pleno desarrollo de los hombres y de los pueblos.

  Estas dificultades, sin embargo, deben ser afrontadas con determinación firme y perseverante,  porque el desarrollo no es sólo una aspiración, sino un derecho  239  que,como todo derecho, implica una obligación: “La cooperación al desarrollo de todo elhombre y de cada hombre es un deber de todos para con todos y, al mismo tiempo, debeser común a las cuatro partes del mundo: Este y Oeste, Norte y Sur”.240 En la visión delMagisterio, el derecho al desarrollo se funda en los siguientes principios: unidad de origeny destino común de la familia humana; igualdad entre todas las personas y entre todas lascomunidades, basada en la dignidad humana; destino universal de los bienes de la tierra;integridad de la noción de desarrollo; centralidad de la persona humana; solidaridad.

 La doctrina social induce a formas de cooperación capaces de incentivar el acceso al mercado internacional de los países marcados por la pobreza y el subdesarrollo: “En añosrecientes se ha afirmado que el desarrollo de los países más pobres dependía del

aislamiento del mercado mundial, así como de su confianza exclusiva en las propiasfuerzas. La historia reciente ha puesto de manifiesto que los países que se han marginadohan experimentado un estancamiento y retroceso; en cambio, han experimentado undesarrollo los países que han logrado introducirse en la interrelación general de lasactividades económicas a nivel internacional. Parece, pues, que el mayor problema está enconseguir un acceso equitativo al mercado internacional, fundado no sobre el principiounilateral de la explotación de los recursos naturales, sino sobre la valoración de losrecursos humanos”.241 Entre las causas que en mayor medida concurren a determinar el

236 Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra:237 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 16238 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 36-37. 39239 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 22240 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 32241 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 33

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subdesarrollo y la pobreza, además de la imposibilidad de acceder al mercadointernacional,242 se encuentran el analfabetismo, las dificultades alimenticias, la ausencia deestructuras y servicios, la carencia de medidas que garanticen la asistencia básica en elcampo de la salud, la falta de agua potable, la corrupción, la precariedad de lasinstituciones y de la misma vida política. Existe, en muchos países, una conexión entre la

 pobreza y la falta de libertad, de posibilidades de iniciativa económica, de administraciónestatal capaz de predisponer un adecuado sistema de educación e información.

 El espíritu de cooperación internacional requiere que, por encima de la estrecha lógicadel mercado, se desarrolle la conciencia del deber de solidaridad, de justicia social y decaridad universal ,243 porque existe “algo que es debido al hombre porque es hombre, envirtud de su eminente dignidad”.244 La cooperación es la vía en la que la ComunidadInternacional en su conjunto debe comprometerse y recorrer “según una concepciónadecuada del bien común con referencia a toda la familia humana”.245  De ella derivaránefectos muy positivos, por ejemplo, un aumento de confianza en las potencialidades de las

 personas pobres y, por tanto, de los países pobres y una equitativa distribución de los

 bienes.

c) Lucha contra la pobreza

 Al comienzo del nuevo milenio, la pobreza de miles de millones de hombres y mujeres es“la cuestión que, más que cualquier otra, interpela nuestra conciencia humana ycristiana”.246 La pobreza manifiesta un dramático problema de justicia: la pobreza, en susdiversas formas y consecuencias, se caracteriza por un crecimiento desigual y no reconocea cada pueblo el “igual derecho a ‘sentarse a la mesa del banquete común’”. 247 Esta pobrezahace imposible la realización de aquel humanismo pleno que la Iglesia auspicia y propone,a fin de que las personas y los pueblos puedan “ser más” 248 y vivir en “condiciones máshumanas”.249

  La lucha contra la pobreza encuentra una fuerte motivación en la opción o amor  preferencial de la Iglesia por los pobres.250 En toda su enseñanza social, la Iglesia no secansa de confirmar también otros principios fundamentales: primero entre todos, el destinouniversal de los bienes.251 Con la constante reafirmación del principio de la solidaridad , ladoctrina social insta a pasar a la acción para promover “el bien de todos y cada uno, paraque todos seamos verdaderamente responsables de todos”.252 El principio de solidaridad,también en la lucha contra la pobreza, debe ir siempre acompañado oportunamente por elde  subsidiaridad , gracias al cual es posible estimular el espíritu de iniciativa, base

fundamental de todo desarrollo socioeconómico, en los mismos países pobres:253

a los

242 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 56-61243 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 44244 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 34245 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 58246 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 14247 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 33:248 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 6249 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 20-21250 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla (28 de

enero de 1979), I/ 8251 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 22252 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38253 Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 55

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 pobres se les debe mirar “no como un problema, sino como los que pueden llegar a ser sujetos y protagonistas de un futuro nuevo y más humano para todo el mundo”.254

d) La deuda externa

 El derecho al desarrollo debe tenerse en cuenta en las cuestiones vinculadas a la crisisdeudora de muchos países pobres.255 Esta crisis tiene en su origen causas complejas denaturaleza diversa, tanto de carácter internacional —fluctuación de los cambios,especulación financiera, neocolonialismo económico— como internas a los paísesendeudados —corrupción, mala gestión del dinero público, utilización distorsionada de los

  préstamos recibidos—. Los mayores sufrimientos, atribuibles a cuestiones estructurales  pero también a comportamientos personales, recaen sobre la población de los paísesendeudados y pobres, que no tiene culpa alguna. La comunidad internacional no puededesentenderse de semejante situación: incluso reafirmando el principio de que la deudaadquirida debe ser saldada, es necesario encontrar los caminos para no comprometer el“derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso”.256

e) El racismo.

Es otro obstáculo que dificulta la ordenación justa las relaciones internacionales. Estecomportamiento no es exclusivo de los países jóvenes, donde a veces se camufla con lasrivalidades entre clanes y partidos. Durante la época de la colonización, la sociedadinternacional se ha dividido entre colonizadores y colonizados, siendo entonces consideradasalgunas razas como incapaces de autogobernarse.

El racismo es ahora fermento de división entre los pueblos y obstáculo para la mutuacolaboración dentro de las naciones. Si un Estado discrimina a otro o se automargina, por motivos de raza o el color, desprecia a las personas, a la naciones y a la dignidad que se lesdebe.

4.3.2. Tareas tradicionales y nuevas asignadas a las relaciones internacionales.

Las relaciones internacionales tradicionalmente han acometido la tarea de arreglar disputas y prevenir guerras. Pero ahora le incumben nuevas tareas a la comunidad internacional, porquela paz ya no se entiende formalmente, no se identifica con una situación de no-guerra

Los individuos y los grupos intermedios deben coordinar su interés con las necesidades de los

demás y, según las normas de la justicia, deben ayudar al bien común, entendido comoconjunto de condiciones sociales favorables a las personas y a los pueblos. Pero talescondiciones no se darán en un país que no tenga en cuenta a los otros piases, ya que con esaconducta no atenderá debidamente ni siquiera a su propio provecho y perfección, pues ningúnEstado puede procurarse el bien completo de la vida humana por el camino del aislamiento.

1) El bien común internacional.

El bien común internacional , negativamente entendido, consiste en evitar toda forma decompetencia desleal, especialmente en cuestiones de economía expansiva entre países. Y,

254 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2000, 14255 Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Tertio millennio adveniente, 51256 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 35

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entendido positivamente, consiste en estimular y favorecer una amistosa colaboración y unaconcordia que redunde eficazmente en favor de las distintas naciones. Pero es imposiblealcanzar esos objetivos si se carece de poder necesario para dirigir el bien común.

El poder político supranacional, que actualmente se ejerce sobre cada nación, es insuficiente

 para promoverlo y alcanzarlo. El contenido intrínseco del bien común internacional es tareade la autoridad supranacional, cuya naturaleza y ejercicio requieren existencia real para lograr que el bien común sea eficaz en la sociedad mundial.

2) Una autoridad pública general supranacional.

El poder, las estructura y los medios amplios y de alcance mundial son los que exigen, por consiguiente, la constitución de una autoridad pública general supranacional, cuyos rasgos deidentificación se pueden enunciar así: no será impuesta, sino que será establecida con elconsentimiento de todos los países; tendrá jurisdicción eficaz sobre el mundo entero;dispondrá de medios idóneos para dirigir con justicia a la comunidad internacional.

Para ello ha de ejercer la autoridad de modo imparcial y será ajena a posiciones partidarias ynacionalistas. Su fin fundamental consistirá en cuidar de que se respeten en su totalidad losderechos de la persona. Tendrá que respetar, además, el principio de subsidiariedad, sinlimitar ni invadir las esferas y competencias propias de cada persona, de los gruposintermedios y de cualquier estado.

Mientras tanto, y hasta que no se instituya ese tipo de autoridad mundial, una nación concreta puede asumir el liderazgo mundial, tan sólo cuando sirva para contribuir, de manera amplia ygenerosa, al bien común de toda la humanidad. Pero esta injerencia humanitaria será ejercidasólo de manera concreta y transitoria (SRS , 23).

a) La ayuda para el desarrollo.

Alcanzar un desarrollo humano integral requiere que cada pueblo lleve a cabo en su interior un trabajo solidario, capaz de fundamentar una vida nacional en la que se cultiven la dignidady creatividad de la persona, para que ésta responda sobre las exigencias de la propia vocacióny la llamada de Dios.

Atañe a todos los pueblos, pero especialmente a las naciones desarrolladas, el deber de no permanecer indiferentes ante dificultades internas que afectan a los países que sufren hambre

y miseria y que no disfrutan de los derechos fundamentales del hombre. Pero la ayuda quereciban los países necesitados ha de ajustarse a una escala de prioridades y de valores, que seha de tener en cuenta a la hora de decidir y optar en cuestiones económicas y políticas.

 b) El trabajo por y para la paz.

Para alcanzar la paz los pueblos deben avanzar en su desarme y apoyarse, más que en el poder militar, en la confianza recíproca entre los distintos pueblos. Así podrá surgir un nuevosistema de relaciones entre los Estados y podrá pasarse a establecerlo en la comunidadinternacional.

La paz no es el equilibrio resultante de un sistema de alianzas. La paz se construye buscando,de manera consciente, un sistema más justo y dinámico para el mundo, frente a una vida

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estáticamente entendida. Un esfuerzo solidario y libre puede desarraigar las causas quegeneran la discordia y eliminar aquellas amenazas contra la paz que nacen de situacionesestructuralmente injustas.

Educar para la paz es lograr una mentalidad una autoridad pública general supranacional,

individual y comunitariamente, con capacidad para aceptar la responsabilidad común de promover un desarrollo integral que elimine las causas de la guerra. Las convenciones interna-cionales también se orientarán hacia este sistema, que reclama un ordenamiento jurídicointernacional puesto al servicio de las sociedades, de las economías y de las culturas de todoslos pueblos del mundo.

c) Aspectos financieros y monetarios.

Tras la Segunda Guerra Mundial las naciones se asociaron para darse soluciones justas,mediante la intervención de organismos internacionales (p.e. el Fondo MonetarioInternacional (FIM), el Banco de Desarrollo (BID), etc.), para promover la paz y la coopera-

ción internacional y así favorecer el desarrollo de los pueblos. Ahora las naciones han decontribuir a que se resuelva la actual crisis de los países pobres, luchando contra la pobreza y

 promocionando la paz. Porque las situaciones imprevisibles y fluctuantes, además de impedir que se alcance un desarrollo aceptable, constituyen una amenazan permanente para la paz.

4.4. Criterios y orientaciones para el compromiso social del laico.

La Iglesia, con su doctrina social, ofrece sobre todo una visión integral y una plenacomprensión del hombre, en su dimensión personal y social. La antropología cristiana,manifestando la dignidad inviolable de la persona, introduce las realidades del trabajo, dela economía y de la política en una perspectiva original, que ilumina los auténticos valoreshumanos e inspira y sostiene el compromiso del testimonio cristiano en los múltiplesámbitos de la vida personal, cultural y social. Gracias a las « primicias del Espíritu » ( Rm8,23), el cristiano es capaz de « cumplir la ley nueva del amor (cf. Rm 8,1-11). Por mediode este Espíritu, que es prenda de la herencia ( Ef 1,14), se restaura internamente todo elhombre hasta que llegue la redención del cuerpo ( Rm 8,23) ».1109 En este sentido, ladoctrina social subraya cómo el fundamento de la moralidad de toda actuación socialconsiste en el desarrollo humano de la persona e individúa la norma de la acción social ensu correspondencia con el verdadero bien de la humanidad y en el compromiso tendiente acrear condiciones que permitan a cada hombre realizar su vocación integral.

La antropología cristiana anima y sostiene la obra pastoral de la inculturación de la fe,dirigida a renovar desde dentro, con la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio, losvalores determinantes, las líneas de pensamiento y los modelos de vida del hombrecontemporáneo. El mundo contemporáneo está marcado por una fractura entre Evangelio ycultura. Una visión secularizada de la salvación tiende a reducir también el cristianismo a“una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien.”257 La Iglesia esconsciente de que debe dar “un gran paso adelante en su evangelización; debe entrar enuna nueva etapa histórica de su dinamismo misionero”.258 En esta perspectiva pastoral sesitúa la enseñanza social: “La ‘nueva evangelización’, de la que el mundo moderno tiene

257 Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris missio, 11258 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 35

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urgente necesidad... debe incluir entre sus elementos esenciales el anuncio de esta doctrinasocial de la Iglesia ».259

4.4.1. Doctrina social y formación

La doctrina social es un punto de referencia indispensable para una formación cristianacompleta. La insistencia del Magisterio al proponer esta doctrina como fuente inspiradoradel apostolado y de la acción social nace de la persuasión de que ésta constituye unextraordinario recurso formativo: “Es absolutamente indispensable —sobre todo para losfieles laicos comprometidos de diversos modos en el campo social y político— unconocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia”.260 Este patrimonio doctrinalno se enseña ni se conoce adecuadamente: esta es una de las razones por las que no setraduce pertinentemente en un comportamiento concreto.

Esta formación debe tener en cuenta su compromiso en la vida civil: “A los seglares lescorresponde, con su libre iniciativa y sin esperar pasivamente consignas y directrices,

 penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras dela comunidad en que viven”.261 El primer nivel de la obra formativa dirigida a los cristianoslaicos debe capacitarlos para encauzar eficazmente las tareas cotidianas en los ámbitosculturales, sociales, económicos y políticos, desarrollando en ellos el sentido del deber 

 practicado al servicio del bien común.262 Un segundo nivel se refiere a la formación de laconciencia política para preparar a los cristianos laicos al ejercicio del poder político:“Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan noble que esla política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y detoda ganancia venal”.263

Las instituciones educativas católicas pueden y deben prestar un precioso servicioformativo, aplicándose con especial solicitud en la inculturación del mensaje cristiano, esdecir, el encuentro fecundo entre el Evangelio y los distintos saberes. La doctrina social esun instrumento necesario para una eficaz educación cristiana al amor, la justicia, la paz, asícomo para madurar la conciencia de los deberes morales y sociales en el ámbito de lasdiversas competencias culturales y profesionales.

4.4.2. Promover el diálogo

La doctrina social es un instrumento eficaz de diálogo entre las comunidades cristianas y lacomunidad civil y política , un instrumento idóneo para promover e inspirar actitudes de

correcta y fecunda colaboración, según las modalidades adecuadas a las circunstancias. Elcompromiso de las autoridades civiles y políticas, llamadas a servir a la vocación personaly social del hombre, según su propia competencia y con sus propios medios, puedeencontrar en la doctrina social de la Iglesia un importante apoyo y una rica fuente deinspiración.

La doctrina social es un terreno fecundo para cultivar el diálogo y la colaboración encampo ecuménico , que hoy día se realizan en diversos ámbitos a gran escala: en la defensade la dignidad de las personas humanas; en la promoción de la paz; en la lucha concreta y259 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 5260 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 60261 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 81262 Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 75263 Ibid.

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eficaz contra las miserias de nuestro tiempo, como el hambre y la indigencia, elanalfabetismo, la injusta distribución de los bienes y la falta de vivienda. Esta multiformecooperación aumenta la conciencia de la fraternidad en Cristo y facilita el caminoecuménico.

4.4.3. Los sujetos de la pastoral social

La Iglesia, en el ejercicio de su misión, compromete a todo el Pueblo de Dios. En susdiversas articulaciones y en cada uno de sus miembros, según los dones y las formas deejercicio propias de cada vocación, el Pueblo de Dios debe corresponder al deber  deanunciar y dar testimonio del Evangelio (cf. 1 Co 9,16), con la conciencia de que “lamisión atañe a todos los cristianos”.264

También la acción pastoral en el ámbito social está destinada a todos los cristianos,llamados a ser sujetos activos en el testimonio de la doctrina social y a injertarse

 plenamente en la tradición consolidada de “la actividad fecunda de millones y millones de

hombres, quienes a impulsos del magisterio social se han esforzado por inspirarse en él conmiras al propio compromiso con el mundo”.265 Los cristianos de hoy, actuandoindividualmente o bien coordinados en grupos, asociaciones y movimientos, deben

 presentarse como “un gran movimiento para la defensa de la persona humana y para latutela de su dignidad”.266

4.4.4. El fiel laico

La connotación esencial de los fieles laicos que trabajan en la viña del Señor (cf. Mt 20,1-16), es la índole secular de su seguimiento de Cristo, que se realiza precisamente en elmundo: “A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Diosgestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios”.267 Mediante el Bautismo,los laicos son injertados en Cristo y hechos partícipes de su vida y de su misión, según su

 peculiar identidad: “Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, aexcepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por laIglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integradosal Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y realde Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la

 parte que a ellos corresponde”.268

La identidad del fiel laico nace y se alimenta de los sacramentos: del Bautismo, la

Confirmación y la Eucaristía. El Bautismo configura con Cristo, Hijo del Padre, primogénito de toda criatura, enviado como Maestro y Redentor a todos los hombres. LaConfirmación configura con Cristo, enviado para vivificar la creación y cada ser con laefusión de su Espíritu. La Eucaristía hace al creyente partícipe del único y perfectosacrificio que Cristo ha ofrecido al Padre, en su carne, para la salvación del mundo.

El fiel laico es discípulo de Cristo a partir de los sacramentos y en virtud de ellos, es decir,en virtud de todo lo que Dios ha obrado en él imprimiéndole la imagen misma de su Hijo,Jesucristo. De este don divino de gracia, y no de concesiones humanas, nace el triple264 Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris missio, 2265 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 3266 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 3267 Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31268 Ibid.

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“munus” (don y tarea), que cualifica al laico como  profeta, sacerdote y rey , según suíndole secular.

Es tarea propia del fiel laico anunciar el Evangelio con el testimonio de una vida ejemplar,enraizada en Cristo y vivida en las realidades temporales: la familia; el compromiso

 profesional en el ámbito del trabajo, de la cultura, de la ciencia y de la investigación; elejercicio de las responsabilidades sociales, económicas, políticas. Todas las realidadeshumanas seculares, personales y sociales, ambientes y situaciones históricas, estructuras einstituciones, son el lugar propio del vivir y actuar de los cristianos laicos. Estas realidadesson destinatarias del amor de Dios; el compromiso de los fieles laicos debe corresponder aesta visión y cualificarse como expresión de la caridad evangélica: “El ser y el actuar en elmundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sinotambién, y específicamente, una realidad teológica y eclesial”.269

El testimonio del fiel laico nace de un don de gracia, reconocido, cultivado y llevado a sumadurez.270 Ésta es la motivación que hace significativo su compromiso en el mundo y lo

sitúa en las antípodas de la mística de la acción, propia del humanismo ateo, carente defundamento último y circunscrita a una perspectiva puramente temporal. El horizonteescatológico es la clave que permite comprender correctamente las realidades humanas:desde la perspectiva de los bienes definitivos, el fiel laico es capaz de orientar conautenticidad su actividad terrena. El nivel de vida y la mayor productividad económica, noson los únicos indicadores válidos para medir la realización plena del hombre en esta vida,y valen aún menos si se refieren a la futura: “El hombre, en efecto, no se limita al solohorizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente suvocación eterna”.271

4.4.5. La espiritualidad del fiel laico

Los fieles laicos están llamados a cultivar una auténtica espiritualidad laical, que losregenere como mujeres y hombres nuevos, inmersos en el misterio de Dios e incorporadosen la sociedad, como fermento de santificación. Esta espiritualidad edifica el mundo segúnel Espíritu de Jesús: hace capaces de mirar más allá de la historia, sin alejarse de ella; decultivar un amor apasionado por Dios, sin apartar la mirada de los hermanos, a quienes más

 bien se logra mirar como los ve el Señor y amar como Él los ama. Es una espiritualidadque rehuye tanto el espiritualismo intimista como el activismo social y sabe expresarse enuna síntesis vital que confiere unidad, significado y esperanza a la existencia, por tantas ydiversas razones contradictoria y fragmentada. Animados por esta espiritualidad, los fieleslaicos pueden contribuir, “desempeñando su propia profesión guiados por el espírituevangélico... a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y asíhagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de suvida”.272

269 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 15:270 Ibid., 24271 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 76272 Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31

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Los fieles laicos deben fortalecer su vida espiritual y moral, madurando las capacidadesrequeridas para el cumplimiento de sus deberes sociales. La profundización de lasmotivaciones interiores y la adquisición de un estilo adecuado al compromiso en camposocial y político, son fruto de un empeño dinámico y permanente de formación, orientadosobre todo a armonizar la vida, en su totalidad, y la fe. En la experiencia del creyente, en

efecto, “no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida “espiritual”,con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida ‘secular’, es decir, la vida defamilia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura”.273

La síntesis entre fe y vida requiere un camino regulado sabiamente por los elementos quecaracterizan el itinerario cristiano: la adhesión a la Palabra de Dios; la celebración litúrgicadel misterio cristiano; la oración personal; la experiencia eclesial auténtica, enriquecida por el particular servicio formativo de prudentes guías espirituales; el ejercicio de las virtudessociales y el perseverante compromiso de formación cultural y profesional.

4.4.6. Doctrina social y experiencia asociativa

La doctrina social de la Iglesia debe entrar, como parte integrante, en el camino formativodel fiel laico. La experiencia demuestra que el trabajo de formación es posible,normalmente, en los grupos eclesiales de laicos, que responden a criterios precisos deeclesialidad:274 “También los grupos, las asociaciones y los movimientos tienen su lugar enla formación de los fieles laicos. Tienen, en efecto, la posibilidad, cada uno con sus propiosmétodos, de ofrecer una formación profundamente injertada en la misma experiencia devida apostólica, como también la oportunidad de completar, concretar y especificar laformación que sus miembros reciben de otras personas y comunidades”.275  La doctrinasocial de la Iglesia sostiene e ilumina el papel de las asociaciones, de los movimientos y delos grupos laicales comprometidos en vivificar cristianamente los diversos sectores delorden temporal: “La comunión eclesial, ya presente y operante en la acción personal decada uno, encuentra una manifestación específica en el actuar asociado de los fieles laicos:es decir, en la acción solidaria que ellos llevan a cabo participando responsablemente en lavida y misión de la Iglesia”.276

La doctrina social de la Iglesia es de suma importancia para los grupos eclesiales quetienen como objetivo de su compromiso la acción pastoral en ámbito social. Estosconstituyen un punto de referencia privilegiado, ya que operan en la vida social conforme asu fisonomía eclesial y demuestran, de este modo, lo relevante que es el valor de laoración, de la reflexión y del diálogo para comprender las realidades sociales y mejorarlas.

En todo caso vale la distinción “entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente,llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, yla acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores”.277

También las asociaciones profesionales, que agrupan a sus miembros en nombre de lavocación y de la misión cristianas en un determinado ambiente profesional o cultural,

 pueden desarrollar un valioso trabajo de maduración cristiana. Así —por ejemplo— unaasociación católica de médicos forma a sus afiliados a través del ejercicio deldiscernimiento ante los múltiples problemas que la ciencia médica, la biología y otras273 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 59274 Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 30275 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 62276 Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 29277 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 76

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ciencias presentan a la competencia profesional del médico, pero también a su conciencia ya su fe. Otro tanto se podrá decir de asociaciones de maestros católicos, de juristas, deempresarios, de trabajadores, sin olvidar tampoco las de deportistas, ecologistas... En estecontexto la doctrina social muestra su eficacia formativa respecto a la conciencia de cada

 persona y a la cultura de un país.

CONCLUSIÓN

HACIA UNA CIVILIZACIÓN DEL AMOR 

1) La ayuda de la Iglesia al hombre contemporáneo

La sociedad contemporánea advierte y vive

  profusamente una nueva necesidad de sentido:“Siempre deseará el hombre saber, al menosconfusamente, el sentido de su vida, de su acción y desu muerte”.278 Resultan arduos los intentos desatisfacer las exigencias de proyectar el futuro en elnuevo contexto de las relaciones internacionales, cada

vez más complejas e interdependientes, y al mismotiempo menos ordenadas y pacíficas. La vida y lamuerte de las personas parecen estar confiadasúnicamente al progreso científico y tecnológico, queavanza mucho más rápidamente que la capacidadhumana de establecer sus fines y evaluar sus costos.

A las preguntas de fondo sobre el sentido y el fin de laaventura humana, la Iglesia responde con el anunciodel Evangelio de Cristo, que rescata la dignidad de la

  persona humana del vaivén de las opiniones,asegurando la libertad del hombre como ninguna leyhumana puede hacerlo. El Concilio Vaticano II indicaque la misión de la Iglesia en el mundo

278 Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra

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contemporáneo consiste en ayudar a cada ser humanoa descubrir en Dios el significado último de suexistencia: la Iglesia sabe bien que “sólo Dios, al que

ella sirve, responde a las aspiraciones más profundasdel corazón humano, el cual nunca se sacia

 plenamente con solos los alimentos terrenos”.279 SóloDios, que ha creado el hombre a su imagen y lo haredimido del pecado, puede ofrecer a los interroganteshumanos más radicales una respuesta plenamente

adecuada por medio de la Revelación realizada en suHijo hecho hombre: el Evangelio, en efecto, “anunciay proclama la libertad de los hijos de Dios, rechazatodas las esclavitudes, que derivan en última instancia,del pecado; respeta santamente la dignidad de laconciencia y su libre decisión; advierte sin cesar quetodo talento humano debe redundar en servicio de

Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente,a todos a la caridad de todos”.280

2) Recomenzar desde la fe en Cristo

La fe en Dios y en Jesucristo ilumina los principiosmorales que son “el único e insustituible fundamento

de estable tranquilidad en que se apoya el ordeninterno y externo de la vida privada y pública, que esel único que puede engendrar y salvaguardar la

 prosperidad de los Estados”.281 La vida social se debeajustar al designio divino: “La dimensión teológica sehace necesaria para interpretar y resolver los actuales

279 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41280 Ibid.281 Pío XII, Carta enc. Summi Pontificatus

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  problemas de la convivencia humana”.282 Ante lasgraves formas de explotación y de injusticia social “sedifunde y agudiza cada vez más la necesidad de una

radical renovación personal y social capaz de asegurar   justicia, solidaridad, honestidad y transparencia.Ciertamente es largo y fatigoso el camino que hay querecorrer; muchos y grandes son los esfuerzos por realizar para que pueda darse semejante renovación,incluso por las causas múltiples y graves que generan

y favorecen las situaciones de injusticia presentes hoyen el mundo. Pero, como enseñan la experiencia y lahistoria de cada uno, no es difícil encontrar, al origende estas situaciones, causas propiamente ‘culturales’,relacionadas con una determinada visión del hombre,de la sociedad y del mundo. En realidad, en el centrode la cuestión cultural está el  sentido moral, que a su

vez se fundamenta y se realiza en el  sentidoreligioso”283 También en lo que respecta a la “cuestiónsocial” se debe evitar “la ingenua convicción de quehaya una fórmula mágica para los grandes desafíos denuestro tiempo. No, no será una fórmula lo que nossalve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos

infunde: ¡Yo estoy con vosotros! No se trata, pues, deinventar un nuevo programa. El programa ya existe.Es el de siempre, recogido por el Evangelio y laTradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristomismo, al que hay que conocer, amar e imitar, paravivir en él la vida trinitaria y transformar con él la

282 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 55283 Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor, 98

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historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalénceleste”.284

3) Una esperanza sólidaLa Iglesia enseña al hombre que Dios le ofrece la

 posibilidad real de superar el mal y de alcanzar el bien. El Señor ha redimido al hombre, lo ha rescatadoa caro precio (cf. 1 Co 6,20). El sentido y elfundamento del compromiso cristiano en el mundo

derivan de esta certeza, capaz de encender laesperanza, a pesar del pecado que marca profundamente la historia humana: la promesa divinagarantiza que el mundo no permanece encerrado en sí mismo, sino abierto al Reino de Dios. La Iglesiaconoce los efectos del “misterio de la impiedad” (2 Ts2,7), pero sabe también que “hay en la personahumana suficientes cualidades y energías, y hay una‘bondad’ fundamental (cf. Gn 1,31), porque es imagende su Creador, puesta bajo el influjo redentor deCristo, ‘cercano a todo hombre’, y porque la accióneficaz del Espíritu Santo ‘llena la tierra’ (Sb 1,7)”.285

La esperanza cristiana confiere una fuertedeterminación al compromiso en campo social,infundiendo confianza en la posibilidad de construir un mundo mejor, sabiendo bien que no puede existir un “paraíso perdurable aquí en la tierra”.286 Loscristianos, especialmente los fieles laicos, deben

284 Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 29285 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 47286 Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra:

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comportarse de tal modo que “la virtud del Evangelio  brille en la vida diaria, familiar y social. Semanifiestan como hijos de la promesa en la medida en

que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan eltiempo presente (cf. Ef  5,16; Col  4,5) y esperan con

  paciencia la gloria futura (cf. Rm 8,25). Pero noescondan esta esperanza en el interior de su alma,antes bien manifiéstenla, incluso a través de lasestructuras de la vida secular, en una constante

renovación y en un forcejeo con los dominadores deeste mundo tenebroso, contra los espíritus malignos( Ef  6,12)”.287 Las motivaciones religiosas de estecompromiso pueden no ser compartidas, pero lasconvicciones morales que se derivan de ellasconstituyen un punto de encuentro entre los cristianosy todos los hombres de buena voluntad.

4) Construir la « civilización del amor »

La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios,el de la solidaridad en cierta medida comprende todos

los demás: éste constituye “uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organizaciónsocial y política”.288

Este principio está iluminado por el primado de lacaridad “que es signo distintivo de los discípulos de

287 Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 35288 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 10

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Cristo (cf.  Jn 13,35)”.289 Jesús nos enseña que la leyfundamental de la perfección humana, y, por tanto, dela transformación del mundo, es el mandamiento

nuevo del amor (cf. Mt 22,40; Jn 15,12; Col 3,14; St 2,8). El comportamiento de la persona es plenamentehumano cuando nace del amor, manifiesta el amor yestá ordenado al amor. Esta verdad vale también en elámbito social: es necesario que los cristianos seantestigos profundamente convencidos y sepan mostrar,

con sus vidas, que el amor es la única fuerza (cf. 1 Co12,31-14,1) que puede conducir a la perfección personal y social y mover la historia hacia el bien.

  El amor debe estar presente y penetrar todas lasrelaciones sociales: 290 especialmente aquellos quetienen el deber de proveer al bien de los pueblos “se

afanen por conservar en sí mismos e inculcar en losdemás, desde los más altos hasta los más humildes, lacaridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que laansiada solución se ha de esperar principalmente de lacaridad, de la caridad cristiana entendemos, quecompendia en sí toda la ley del Evangelio, y que,dispuesta en todo momento a entregarse por el bien delos demás, es el antídoto más seguro contra lainsolvencia y el egoísmo del mundo”.291 Este amor 

  puede ser llamado “caridad social”292 o “caridad política”293 y se debe extender a todo el género

289 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40290 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.291 León XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 143292 Cf. Sto. Tomás de Aquino, QD De caritate, a. 9, c293 Cf. Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 46

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humano. El “amor social”294 se sitúa en las antípodasdel egoísmo y del individualismo: sin absolutizar lavida social, como sucede en las visiones

horizontalistas que se quedan en una lecturaexclusivamente sociológica, no se puede olvidar que eldesarrollo integral de la persona y el crecimientosocial se condicionan mutuamente. El egoísmo, por tanto, es el enemigo más deletéreo de una sociedadordenada: la historia muestra la devastación que se

  produce en los corazones cuando el hombre no escapaz de reconocer otro valor y otra realidad efectivaque de los bienes materiales, cuya búsqueda obsesivasofoca e impide su capacidad de entrega.

Sólo la caridad puede cambiar completamente al hombre.295 Semejante cambio no significa anular la

dimensión terrena en una espiritualidad desencarnada.Quien piensa conformarse a la virtud sobrenatural delamor sin tener en cuenta su correspondientefundamento natural, que incluye los deberes de la

 justicia, se engaña a sí mismo: “La caridad representael mayor mandamiento social. Respeta al otro y susderechos. Exige la práctica de la justicia y es la únicaque nos hace capaces de ésta. Inspira una vida deentrega de sí mismo: ‘Quien intente guardar su vida la

  perderá; y quien la pierda la conservará’ ( Lc17,33)”.296 Pero la caridad tampoco se puede agotar enla dimensión terrena de las relaciones humanas y

294 Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis,15295 Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 49-51296 Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.

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sociales, porque toda su eficacia deriva de lareferencia a Dios: “En la tarde de esta vida,compareceré delante ti con las manos vacías, pues no

te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todasnuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso,yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir detu Amor la posesión eterna de Ti mismo... “.297

A. AUTOEVALUACIÓN DE LA CUARTA UNIDAD.

Esta ayuda de autoevaluación es una primera aproximación a la comprensión del contenidodel capítulo, le invita a poner atención a ciertos detalles, Los estudiantes que hacer el cursosemipresencial, no se rigen a esta página, pues tienen su propio cuestionario.

1. “Las pretensiones de lucro excesivo, las ambiciones nacionalistas, el afán de domina-ción política, los cálculos de carácter militarista, y las maquinaciones para difundir eimponer ideologías” son factores de insolidaridad de nuestro tiempo. V/F.

2. La solidaridad, desde la teología católica, entiende que todos los hombres formamos parte de una comunidad humana sólo en la herencia del pecado original. V/F.

3. La solidaridad tiene un causa exclusiva: la igualdad en el hecho de la creación. V/F

297 Sta. Teresa del Niño Jesús, Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios. Oraciones: Obras Completas, Editorial Monte Carmelo, Burgos 1998, p. 758, citado en: Catecismo dela Iglesia Católica, 2011.

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4. La solidaridad es, para Juan Pablo II, y para la DSI, procurar el desarrollo económico detodos los hombres. V/F.

5. El hombre no sólo es un ser-con-otros, sino también para-los-demás. V/F.

B. LECTURAS COMPLEMENTARIAS.

Para profundizar las temáticas sugerimos estas lecturas complementarias.

1. CONCILIO VATICANO II. Gaudium et Spes: “Situación del hombre en el mundo de hoy(nn. 4-10); “Dignidad de la persona humana” (nn. 12-22); “La comunidad humana” (nn.23-32).

2. Benedicto XVI, encíclica “Deus Caritas est”.

C. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARÍA.

1. CALVEZ, Jean-Yves  La enseñanza social de la Iglesia. “La economía. El hombre. LaSociedad”. Col. “Biblioteca Herder. Sec. de Ciencias Sociales”, 194. Ed. Herder.Barcelona, 1991. 352 pp.

2. GALINDO GARCIA, Ángel. (Ed). Pobreza y solidaridad . “Desafíos éticos al progreso”.(XXI Jornadas de Teología 22-24/9/88). Col. “Biblioteca Salmanticensis”. Estudios, 120.Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca. Salamanca, 1989. 237 pp.

3. MOESSNER. Johannes. “El principio de solidaridad” en  La cuestión social . Ed. Rialp.Madrid, 1960, pp. 371-375.

4. VIDAL, Marciano. Para comprender la solidaridad: virtud y principio ético. Ed. VerboDivino. Estella-Navarra, 1996. 177 pp.

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VII REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

• Catecismo de la Iglesia Católica (1994).• Concilio Vaticano II. Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium),

21 Noviembre, 1964.• Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual (Gaudium et Spes), 7

Diciembre, 1965.• Declaración sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis Humanae), 7 Diciembre, 1965.• Juan XIII, Carta Encíclica Mater et Magistra (Sobre el Progreso Social), 15 Mayo,

1961.- Carta Encíclica Pacem in Terris (Sobre la Paz entre todos los Pueblos), 11

Abril, 1963.• Juan Pablo II.

- Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente (Como Preparación del Jubileodel Año 2000), 10 Noviembre, 1994.

- Carta Encíclica Centesimus Annus (En el Centenario de la Rerum Novarum), 1Mayo, 1991.- Carta Encíclica Dominum et Vivificantem (Sobre el Espíritu Santo en la Vida

de la Iglesia), 18 Mayo, 1986.- Carta Encíclica Evangelium Vitae (Sobre la Vida Humana), 25 Marzo, 1995.- Carta Encíclica Laborem Exercens (Sobre el Trabajo Humano), 14 Septiembre,

1981.- Carta Encíclica Redemptor Hominis (Sobre el Redentor del Hombre), 4 Marzo,

1979.- Carta Encíclica Redemptoris Missio (Sobre la Permanente Validez del Mandato

Misionero de la Iglesia), 7 Diciembre, 1990.

- Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis (Sobre la Preocupación Social), 30Diciembre, 1987.- Carta Encíclica Veritatis Splendor (Sobre algunas Cuestiones Fundamentales de

la Enseñanza Moral de la Iglesia), 6 Agosto, 1993.- Discurso a la III Conferencia General de los Obispos Latinoamericanos, 28

Enero, 1979.- Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (Sobre la Misión de la Familia

Cristiana en el Mundo Actual), 22 Noviembre, 1981.- Exhortación Apostólica Post-sinodal Christifideles Laici (30 Diciembre, 1988).- Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in America (22 Enero, 1999).- Exhortación Apostólica Post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia (14 Febrero,

1984).- Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz (1 Enero, 1981).- Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz (1 Enero, 1991).- Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz (1 Enero, 1999).- Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz (1 Enero, 2000).

• Léon XIII, Carta Encíclica Rerum Novarum (Sobre la Condición de los Obreros),15 Mayo, 1891.

• Pablo VI.- Carta Encíclica Ecclesiam Suam (Sobre la Iglesia), 6 Agosto, 1964.- Carta Encíclica Populorum Progressio (Sobre el Desarrollo de los Pueblos), 26

Marzo, 1967.- Carta Octogesima Adveniens (Una llamada a la Acción), 14 Mayo, 1971.

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- Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (Sobre la Evangelización en elMundo Contemporáneo), 8 Diciembre, 1975.

• Pío XI.- Carta Encíclica Quadragesimo Anno (Sobre la Restauración del Orden Social),

15 Mayo,• GASTALDI, Italo. “El Hombre un misterio”, Ediciones Abya Yala, Quito 1992.• VIDAL Marciano. “Hacia una Ética de la Persona” Ediciones Capeluz, Barcelona

1978.• BIFFI, Franco. “El Evangelio Social del Papa Juan Pablo Segundo” PUCE, Quito

1990.• Concilio Vaticano II, Documentos.• MIFSUD, Tony. “Una Construcción ética de la Utopía Cristiana” Ediciones

Paulinas, Chile 1988.• CELAM, Documentos.• Documentos Sociales Pontificios, Corpus de Doctrina Social de la Iglesia

• AA. VV.  La Doctrina Social de la Iglesia y lucha por la justicia. Ed. HOAC.Madrid, 1991. 221 pp.• BERNA QUINTANA, Angel. La Doctrina Social en los tiempos nuevos. "Discurso

leído en la sesión de apertura del año académico 1970-71 celebrado el 15 de octubrede 1970". Ed. Instituto Social León XIII. Madrid, 1970. 52 pp. También enCORINTIOS XIII 49-51 (1989) 29-92.

• BONNIN, Eduardo.  Naturaleza de la Doctrina Social de la iglesia. "Análisis delaspecto teórico, histórico y práctico". Ed. Instituto Mexicano de Doctrina SocialCristiana (IMDOSOC). México, 1990, 66 pp.

• CONGREGACIÓN para la EDUCACIÓN CATÓLICA. Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la Doctrina Social de la iglesia en la formación de los

 sacerdotes. Col. "Documentos y Estudios", 142. Ed. PPC. Madrid, 1989, pág. 12.También se encuentra en EDICE. Madrid, 1988. 130 pp.

• DIAZ SÁNCHEZ, Juan Manuel. "La Doctrina Social de la Iglesia hoy. (Relacionesentre la DSI y la Teología de la Liberación)"   Documentación Social "Revista deCiencias sociales y Sociología Aplicada" 99/100 (1995) 211-242.

• GUERRERO, Fernando. Doctrina Social de la Iglesia. "Curso de Introducción". Col."Tau". Sección General, 40. Edtor. Francisco López Hernández. c/. San Juan de laCruz, 7. Avila, 1992. 260 pp.

• José-Román Flecha Andrés, Universidad Pontificia de Salamanca.• SORIA, Carlos. "Elementos para una comprensión de la doctrina social: problemas e-

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