3. el inconsciente está afuera

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  • la Cinco Lecciones sobre Teora de Jacques Lacan

  • CINCO LECCIONES SOBRE LA TEORIA

    DE JACQUES LACAN

    por

    Juan David Nasio

    gedisa ^j editorial

  • Segunda leccin

  • El inconsciente slo existe en el interior del campo del anlisis

    No hay inconsciente propio de cada uno de nosotros

    Lalengua

    Qu es una estructura ? El miedo de ruborizarse

    El significante rebota de sujeto en sujeto No hay significante sin sujeto

    El nacimiento del sujeto

  • El

    A propsito del inconsciente, quisiera conocer ante todo su reaccin frente a la rplica de un amigo que no cree en el psicoanlisis y me deca hace poco: "Yo no tengo inconsciente!" Qu piensa de ello? Se puede no tener inconsciente?

    Si me permite la agudeza, creo que su amigo tiene razn: no tiene inconsciente.

    Cmo puede tener razn!

    Tiene razn porque, en mi opinin, si bien el inconsciente existe, slo puede existir en el inte-rior del campo del psicoanlisis y, ms precisa-

    inconsciente mente, en el interior del campo de la cura. Ahora slo existe

    en el interior bien, su amigo parece s i t u a r s e f u e r a de e s t e campo del y en consecuencia fuera del inconsciente. Com-campo del prendo que mi posicin pueda parecerles dema-psicoanlisis siado restrictiva y que se le contraponen gran

    cantidad de objeciones. Por ejemplo, imagino que podran u s t e d e s recordarme los d i s t i n t o s t e x t o s de Freud, como la Psicopatologa de la vida cotidia-na, en los que demuestra la existencia del incons-ciente en un campo tan exterior a la cura como puede serlo la vida cotidiana. Sin embargo, si retomamos el principio lacaniano del inconsciente estructurado como un lenguaje y la demostracin que desarrollamos en la primera leccin, llegamos a la conclusin de que, en efecto, el inconsciente slo existira en el seno de una cura analtica. No

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  • crea que habra de comenzar as esta leccin. De este modo, su intervencin me lleva a formular desde ahora la serie de proposiciones que funda-mentan mi tesis de que slo habra inconsciente en el seno del anlisis. Insisto en aclarar que estas proposiciones resultan de mi lectura de la obra lacaniana, pero que jams han sido enunciadas por Lacan. Sostendr estas proposiciones como si fueran las respuestas a la pregunta: "Cundo se puede decir que el inconsciente existe?"

    Ante todo el inconsciente se revela en un acto que sorprende y supera la intencin del analizante que habla. El sujeto dice ms de lo que quiere, y al decir revela su verdad.

    Ese acto, ms que revelar un inconsciente ocul-to y ya all, produce el inconsciente y lo hace existir.

    Para que el Ahora bien, para que efectivamente ese acto inconsciente haga existir el inconsciente, es indispensable que sea, es otro sujeto escuche y reconozca el alcance del in-preciso an consciente; siendoese sujeto el psicoanalista: " . . .im-que sea plica el inconsciente que se lo escuche? En mi escuchado

    opinin, s", responde Lacan.6 En efecto, para que el inconsciente sea, es preciso a n que s e a reconocido.

    Pero este reconocimiento no es un reconoci-miento de pensamiento, es un reconocimiento de ser, es decir que el psicoanalista reconoce en acto,

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  • a partir de su ser y de su propio inconsciente, el inconsciente del otro. Para reconocer que el acto del analizante es una produccin de inconsciente, es preciso entonces otro acto, el del analista. Sin duda, gran cantidad de diferencias distinguen el acto del analizante del acto del analista, un lapsus del analizante es diferente de la interpretacin del psicoanalista, pero desde el punto de vista en que nos situamos, es decir, desde el punto de vista que considera al inconsciente como una estructura, estos dos actos son formalmente idnticos o, si se lo prefiere as, significantes.

    Si el psicoanalista est en posicin de sancio-nar en acto la existencia del inconsciente de su analizante, es porque l mismo ha recorrido ya, en calidad de paciente, el camino de un anlisis.

    Esta conjuncin de dos actos que, en el campo de la cura, produce el inconsciente nos permite afirmar t r e s h i p t e s i s que l e s presento a continua-cin.

    El inconsciente no es una instancia oculta, ya all, a la espera de una interpretacin que venga a revelarla, sino una instancia producida cuando la interpretacin del analista, considerada como un acto de su inconsciente, reconoce el acto del in-consciente del analizante.

    El inconsciente as producido es una estruc-tura nica, comn a uno y al otro de l o s partenaires analticos. En consecuencia, debemos corregir la hiptesis anterior y concluir que no hay un incons-ciente que pertenezca al analizante y luego otro

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  • inconsciente que pertenezca al psicoanalista, hay un solo inconsciente, el producido, nico en el seno de la transferencia.

    Finalmente, la tercera hiptesis es la reafir-macin de mi proposicin inicial de pensar la existencia del inconsciente exclusivamente en el interior de la cura, recordando que tambin Lacan se ocup del mismo problema sin tomar una deci-sin categrica. En respuesta a la observacin de un interlocutor que afirmaba: "Yo deca que el psicoanlisis slo puede ser vlido en el campo de sus observaciones, o sea, en la situacin analti-ca", Lacan replic: "Eso es exactamente lo que digo. No tenemos medio de saber si el inconsciente existe fuera del psicoanlisis".7

    Cuando el inconsciente ha sido interpretado, esto supone que se ha tenido alguna influencia sobre l?

    El inconsciente es un saber que no podramos aprehender directamente. El inconsciente como saber es ms que una hiptesis, es casi una tesis, y mejor, un principio, o incluso un axioma. Es decir

    El incons- que no conocemos el inconsciente, no podemos cente es asirle, no es tangible, es tan intangible como el un nombre nmero imaginario i. Es inaprehensible, pero le

    damos un nombre. Qu hace Freud? Nombra. Freud funda, nombra. Freud da un nombre al acontecimiento inesperado, al sueo que sorpren-de al sujeto y dice: "Aqu, existe un saber distinto que vamos a denominar inconsciente". Es la parte loca del padre. Un padre es loco cuando no tiene miedo de fundar. Cuando el padre funda se iden-tifica al nombre, es el nombre, aliena su ser en un nombre, se hace significante del Nombre-del-Pa-dre. Hay algo insensato en Freud cuando afirma

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  • Hay locura en el acto de fundar

    con una certeza loca: "He aqu el inconsciente"; no en el sentido en que retoma este trmino que ya exista en gran cantidad de filsofos, sino en el sentido en que le otorga una consistencia indita hasta ese momento. Ya que no se contenta con declarar: "Este es el inconsciente", agrega: "Este es el inconsciente y lo suponemos como una cade-na de representaciones". Y adems: "Nos forma-mos dos concepciones del inconsciente, y aun tres, una concepcin dinmica, una tpica y una econ-mica". Comienza por nombrar y la cosa existe. Pero por supuesto, no todo nombre es capaz por s solo de instituir la existencia. Es preciso an que ese nombre se repita y se inscriba en una estruc-tura. Nombrar no es simplemente poner un nom-bre, nombrar es un acto que no slo hace existir un elemento, sino que da consistencia y engendra una estructura. Freud nombra, la cosa existe, y la consistencia se despliega.

    Ahora bien, muy frecuentemente, en el marco de la cura, la interpretacin del psicoanalista se limita a este acto, el de nombrar. Precisamente, una interpretacin justa consiste en poner el nom-bre j u s t o al acontecimiento que surge. Y al hacer-lo, se hace existir la estructura del inconsciente. Pero el problema es que hay que interpretar sin pensarlo demasiado. Una interpretacin no es una intervencin pensada ni calculada, una inter-pretacin es un nombre que se da sin saber dema-siado, y al darlo, se realiza un salto. Una interpre-tacin es el salto de un nombre; es un paso, un cruce, un cruce por el vado mojndose. Como ven, la interpretacin en t a n t o acto de nombrar implica el riesgo de exponerse.

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  • A su criterio, a partir de qu datos objetivos dedujo Lacan su principio de un inconsciente es-tructurado como un lenguaje?

    Su observacin me lleva ante todo a recordar la distincin fundamental entre lenguaje y lengua. Sin duda, el inconsciente tiene una estructura de lenguaje, pero sus efectos se manifiestan en el terreno de la lengua, es decir, en el del lenguaje hablado. Ahora bien, los datos concretos y objeti-vos que permiten inferir la estructura lingstica del inconsciente son exteriorizaciones del incons-ciente. Ya hemos sealado que cada una de las manifestaciones del inconsciente deba ser catalo-gada formalmente como significante, ms exacta-mente, como un significante. Tambin hemos di-cho que esas exteriorizaciones pertenecan a di-versas realidades: un gesto del cuerpo, una pala-bra inesperada o cualquier otro acontecimiento. Pero, entre todas las realidades en las que se expresa el inconsciente, la de la lengua ofrece la mejor abertura para acceder al orden estructural del inconsciente. De la misma manera en que Freud consideraba el sueo como la va regia de acceso al inconsciente, dira que para Lacan, el camino regio a seguir es el de la lengua.

    As, Lacan r e s p e t a la diferencia establecida p o r Saussure entre lengua y lenguaje: la lengua es el lenguaje hablado. Primeramente, hay una lengua que sera, por ejemplo, el dialecto de Cali, que supongo que es muy distinto del de la capital, Bogot, aun cuando en ambas regiones se hable la misma lengua, el espaol. Luego, y fundamental-mente, hay una lengua particular que es la lengua materna, la lengua hablada por la madre. Ahora bien, el inconsciente se manifiesta justamente en esa lengua. En verdad, la definicin correcta sera: "El inconsciente est estructurado como un len-

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  • guaje y se manifiesta en la lengua hablada por la madre".

    Pero entonces, puesto que hablamos espaol, nuestro inconsciente est estructurado en espaol ?

    No, el espaol es ante todo una lengua en la cual el inconsciente se manifiesta y no un lenguaje en el cual se estructura. Vean, en una poca, me haba planteado una cuestin similar dicindome que el inconsciente est estructurado en latn porque...

    ...Porque es difcil de entender!...

    ...No, porque trabajando la lgica de la Edad Media, pens en el inconsciente de esos lgicos como, por ejemplo, Shyreswood u Ockham, y me dije: "Puesto que esta gente escriba en latn y haca lgica en latn, la estructura de su incons-ciente deba estar, forzosamente, influida por el latn, aun cuando la lengua de su madre era el ingls medieval... y los psicoanalistas todava no existan". Aclarado esto, convengamos en que el inconsciente est estructurado como un lenguaje que tiene efectos en las distintas lenguas que habla el sujeto, y muy particularmente en su lengua materna.

    Ahora bien, la diferencia entre lenguaje y len-gua nos sirve tambin para pensar la relacin del nio con su madre. Ya que se podra decir que la lengua materna, esa lengua que habla la madre, es la lengua de la piel, de todo lo relativo al cuerpo, en una palabra, del goce. Lacan escribe "lalengua", para subrayar hasta qu punto se manifiesta el inconsciente en una lengua, y que es a partir de

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  • "Lalengua donde el goce se deposita..."

    J.L.

    No hay inconsciente propio, pero hay una lalengua propia

    estas manifestaciones que la teora analtica supo-ne un inconsciente estructurado como un lenguaje. Pero por qu crear el neologismo "lalengua"? Para hacer comprender que lo que importa no es tanto la lengua de Cali o el dialecto de tal regin, sino lalengua en la que se manifiestan los efectos del inconsciente. Este neologismo lacaniano de escri-tura que suelda el artculo y el nombre sirve para distinguir la lengua del inconsciente de la lengua en su acepcin lingstica. Es lalengua en la que me habla tal paciente, y tal otro, y tambin aquel otro. En ltima instancia, cada paciente habla una len-gua diferente. Por qu? Porque de lo que se trata no es slo del francs, se trata de su francs, familiar, materno, el de su historia singular. Y si es bilinge y habla un mal francs, ese francs malo ser para l su 'lalengua". Habra que profundizar el fenmeno del bilingismo y observar cmo emer-gen m s fcilmente los efectos del inconsciente si se hablan dos lenguas en vez de una; quiero decir, si se h a n mamado dos lenguas en vez de v i n a . Lalengua es algo que se mama, es la parte materna y gozosa de la lengua. Lalengua permanece ntimamente ligada al cuerpo, por lo tanto, eminentemente car-gada de sentido. Lalengua es una lengua de senti-do, plena de sentido.

    Si "lalengua se mama", habra que corregir entonces el clebre dicho popular espaol, y en lugar de decir: "El que no llora no mama", corregir y decir: f.El que no mama no habla"!

    Es una bella inspiracin y me evoca lo siguien-te: en efecto, si para hablar hay que mamar, qu hay que hacer para escribir? No es mamando como se escribe. Cuando se escribe hay algo del orden de la ruptura, hay un desgarramiento. Probable-mente la escritura tenga ms afinidad con el

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  • El sentido es cuerpo

    lenguaje como estructura que con la lengua ma-terna. Aclarado esto, lalengua en la cual el incons-c i e n te produce sus efectos es una lengua ligada al

    cuerpo. Ahora bien, qu significa "ligada al cuer-po" sino cargada de sentido? Cuando se da un sentido a las cosas, el cuerpo est en el medio. Damos un sentido de acuerdo con el cuerpo que tenemos. Toda intervencin del psicoanalista re-veladora de un sentido es una intervencin im-pregnada de cuerpo. El cuerpo est all, en el conocimiento, en la lectura de un texto, en la comprensin de lo que est escrito y en el simple hecho de exclamar: "Comprendo!" Es all donde est el cuerpo. Hegel fue el primero en establecer los fundamentos corporales e imaginarios del co-nocimiento. Lacan, siguiendo una intuicin hege-liana, invent el concepto de conocimiento para-noico. Para Lacan, todo conocimiento es un cono-cimiento paranoico, es decir que en todo conoci-miento se estabilizan e inmovilizan los objetos del mundo al asignarles un sentido. Y yo agregara: a travs de la imagen del cuerpo. S, el conocimiento es producir un sentido a travs de la imagen del cuerpo. Paul Valry deca: "Slo se entra en el conocimiento a travs del umbral del cuerpo". Nos gustara hacer nuestra esta frmula.

    El inconsciente se manifiesta en lalengua, pero por qu Lacan toma la referencia ms general del lenguaje para concebir el sistema inconscien-te? Por qu haber elegido el lenguaje?

    Qu es una Ante todo, recordemos que el aforismo lacaniano estructura ? naci en u n a poca marcada por la i n f l u e n c i a de la

    l i n g s t i c a estructural, presentada e n t o n c e s como

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  • modelo de u n a ciencia j o v e n que deba construir su propio objeto, el lenguaje. Ahora bien, el lenguaje responda tan bien a los criterios que regan una estructura, que se convirti en el arquetipo de toda estructura. Precisamente, Lacan eleva el concepto de inconsciente al rango de un lenguaje, es decir, de una estructura cuya unidad es el elemento significante, desde esta perspectiva eminentemente formal de la lingstica. De este modo, el inconsciente satisface las exigencias que definen a toda estructura. Cules son dichas exigencias?

    Una estructura es una cadena de elementos distintos en su realidad material, pero semejantes en su pertenencia a un mismo conjunto. Estos elementos se denominan significantes.

    Los significantes articulados entre s, obe-decen al doble movimiento de conexin (metoni-

    Saber mia) y de sustitucin (metfora). La metonimia incesante- es la conexin que mantiene ligados, a la manera mente que de una cadena, un significante con otro, un esla-trabaja... bn con otro. Asegura que, en un determinado

    momento, la cadena pueda delegar un significan-te al lugar perifrico del Uno. En cuanto a la metfora, designa el mecanismo de sustitucin gracias al cual se produce dicha delegacin, es

    y produce decir, el mecanismo gracias al cual el inconscien-significan- te se exterioriza bajo la forma de un significante

    (significante metafrico).

    El doble movimiento de conexin y de sustitu-cin de los significantes lleva a la estructura a actualizarse sin cesar, es decir, a situar perma-nentemente uno de sus elementos en la periferia. El agujero dejado vacante por el significante que fue marginalizado significante convertido aho-ra en borde y lmite de la estructura es una falta

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  • inscrita en la cadena. Una falta que tiene como efecto la movilidad del conjunto.

    Este es, entonces, sumariamente evocado, el funcionamiento estructural del inconsciente que es el de todo lenguaje. Si retomamos ahora nues-tras afirmaciones de la primera leccin iluminn-dolas con estos criterios estructurales, podemos decir en una frmula que el inconsciente es un saber que, movido por la fuerza del goce, trabaja como una cadena metonmica para producir un fruto: el significante metafrico; y un efecto: el sujeto del inconsciente. Pueden advertir claramen-te hasta qu punto la palabra "lenguaje" encierra en verdad la inteligencia de un ordenamiento sig-nificante que se manifiesta sin cesar. No hacemos ms que traducir aqu el hecho clnico ms cotidia-no, a saber, que el inconsciente es un proceso constantemente activo bajo la forma de la emisin siempre renovada de un dicho significante.

    Esta renovacin correspondera al concepto de repeticin en Lacan?

    Repetir, es ocupar alternati-vamente el lugar del Uno

    Efectivamente. La renovacin del significante metafrico corresponde adecuadamente al proce-so de repeticin tal como podemos concebirlo si-guiendo a Lacan bajo la denominacin de automa-tismo de repeticin. Estos trminos de renovacin y de repeticin son visiblemente contradictorios, ya que renovar es reemplazar una cosa vieja por otra nueva, mientras que repetir es volver a lo mismo. Pero en psicoanlisis esta contradiccin es slo aparente, a condicin de admitir que lo mismo de la repeticin es un lugar, el del significante Uno, lugar ocupado sucesivamente por aconteci-mientos cuya realidad es diferente en cada oca-sin. Al ocupar ese lugar, el acontecimiento se

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  • identifica al Uno y, por el hecho de haberlo ocupa-do, est investido de la funcin de significante y se sita de inmediato en la cadena metonmica de todos los otros significantes. En consecuencia, cuando hablamos de repeticin, debemos com-prender que lo que se repite es la ocupacin del lugar del Uno. De este modo, el elemento en el rol del Uno pierde su singularidad y se torna idntico al elemento que lo haba precedido y al que lo suceder.

    Quisiera insistir, ya que la lgica del automa-tismo de repeticin exige siempre un esfuerzo particular de pensamiento. Por lo tanto, en la repeticin hay que considerar dos lugares, el lugar del Uno ocupado por el acontecimiento que sobreviene el sntoma, por ejemplo y luego un segundo lugar, virtual, el de la cadena donde viene a situarse ahora el acontecimiento que previamente haba ocupado el lugar del Uno. Cuando ocupa el lugar del Uno, es singular, identificado al Uno; cuando se sita entre los otros en la cadena, es un significante entre otros. Toda vez que un elemento sntoma o cualquier otra manifestacin del inconsciente toma el lugar del Uno, se abren de inmediato el pasado de las repeticiones ya advenidas y el futuro de las repeticiones por venir.

    Retomemos nuestra frmula de la primera lec-cin: cuando un sntoma sobreviene, anuncia en acto la repeticin de los s n t o m a s futuros y recuer-da que es la repeticin de los sntomas ya pasados. El sntoma que sobreviene ocupa el lugar del Uno que limita, mientras que los otros sntomas pasa-dos y futuros representan la cadena metonmica. Si reno la serie de los sntomas ya pasados y la serie de los sntomas por venir, y los abstraigo formando un conjunto comn, me encuentro en-

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  • "El despla-zamiento [del signifi-cante es] comparable al de nes-tros carteles . .

    de anuncios

    tonces con dos instancias: un nico sntoma, aquel en acto, y el conjunto virtual de los sntomas pasados y por venir. Dira que el inconsciente es una cadena infinita pero limitada,infinita porque es i n f i n i t a m e n t e activa para producir u n a metfo-

    y imitada en acto por la metfora producida. T j . ,,. La cadena no permanece estatica, sino que se , , . . , ,. ,

    , desplaza en un movimiento alternante y repetitivo. LllJYllTlOSOS. en razn de Hoy aparece tal dicho, tal sntoma, pero maana su funciona- surgir otro sntoma en el mismo lugar, el lugar miento del Uno. Cuando el dicho ya haya sido olvidado, alternante" aparecer otro sntoma diferente, pero siempre en

    J. L. el mismo lugar del Uno. Se podra resumir la lgica de la repeticin en

    un esquema (figura 2) donde el ejemplo del acon-tecimiento que hace funcin del Uno es un dicho enunciado por el analizante sin saberlo, y la cade-na de los otros significantes est representada por un conjunto de decires. El dicho significa el acto de enunciar un decir; en cambio el decir significa lo que se va a decir, lo que tal vez un da deba decirse, o tambin lo que ya ha sido dicho. Son decires que, a la espera de ser dichos o ya habiendo sido dichos, permanecen en estado virtual o inconsciente. Enuncio ahora un dicho pero ignoro cundo y dnde va a reaparecer otro dicho; quiz me sor-prenda en el sueo de esta noche o en tal aconte-cimiento imprevisible de maana. En una pala-bra, el decir puede ser definido como un dicho an no dicho o b i e n como un dicho ya dicho en el pasado y a la espera de reaparecer, mientras que el dicho, por su parte, tiene valor de acto; es el acto de decir. El dicho es siempre un acto, mientras que el de-cir permanece suspendido en la virtualidad de un pasado y de una espera. Deberamos formularlo mejor y completar agregando que el dicho es, sin duda, un acto pero que condensa en s solo, pun-tualmente, el conjunto de la cadena de los decires

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  • inconscientes. En consecuencia, podramos afir-mar que el dicho significante es la puesta en acto del inconsciente o tambin que el inconsciente existe en el acto de un dicho. Para ser exhaustivo, debera recordar que la lgica del par decires/ dicho puede expresarse en la terminologa freu-diana por el par: representaciones reprimidas/ retorno de lo reprimido. Lo que nos permitira enunciar simplemente: el dicho es el retorno de los decires reprimidos.8

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  • Cadena inconsciente de los decires (S2)

    \ i W W V \ A A A A A

    Figura 2

    El inconsciente slo existe en el acto de un dicho

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  • El inconsciente existe en el acto de un dicho, por lo tanto se reduce a un dicho; y al mismo tiempo, est estructurado como un lenguaje, tiene la am-plitud de una estructura. No habra all una contradiccin?

    Estas dos frmulas no son contradictorias en absoluto. Cuando el inconsciente existe, slo exis-te en el acto de un dicho, no antes, no despus; mientras que como estructura, el inconsciente es supuesto y esto, despus que el acto ha sido reali-zado. Cuando sostenemos, con Lacan, que el in-consciente es un saber estructurado como un len-guaje, de lo que se trata, sin duda, es de una estructura supuesta, supuesta a partir del dicho. Digmoslo mejor, el inconsciente es una estructu-ra actualizada, puesta en acto bajo la forma de un dicho que tiene las propiedades de un significante. Por lo tanto, el inconsciente pertenece tanto al orden del Uno es el dicho el que lo actualiza como al orden de la estructura es la cadena la que lo constituye; el inconsciente es al mismo tiempo el dicho y el conjunto.

    Cuando enuncia que el inconsciente existe en acto, qu hay que entender por la palabra "exis-tencia"?

    rara que algo exista,

    alguna parte haya un agujero"

    j . l .

    Primeramente, hay que comprender que el inconsciente es un conjunto bordeado por un ele-mento q* ue ha sido extrado de su trama. Si admi-timos el par de un conjunto y de un elemento e x t r a do del interior del conjunto y que reaparece en su

    brde> podemos definir la estructura del inconsciente como un conjunto menos 1, bordeado Po r e s e ^s, se tratar de un conjunto agujerea-do en el interior, pero limitado por un borde. El elemento S1? por su parte, ser siempre 1 en ms,

    iTJ

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  • o 1 en menos. Qu quiere decir en ms o en menos? Quiere decir que el 1 est siempre fuera del conjunto. Ahora bien, que el 1 sea en ms o en menos depende del ngulo desde el cual encare-mos el conjunto. Si lo encaramos observando su trama interior, diremos que le falta un elemento: entonces el 1 es en menos. Si, por el contrario, lo encaramos como visto desde el cielo, es decir, segn su extensin y sus bordes, diremos que el 1 que falta en el interior de la trama se sita ahora como un borde que rodea y delimita al conjunto: entonces el 1 es en ms, como un l m i t e que bordea la red o como un trazo de escritura (figura 3).

    Precisamente, el concepto de existencia tra-duce ante todo el hecho de que el elemento Sx es el lmite exterior de la estructura. La ex-sistencia pertenece siempre al orden del Uno y al orden de

    "Esta la exterioridad.9 El Uno "ex-siste" y as hace exterioridad existir al conjunto, es decir que da al conjunto la de lo simb- contencin necesaria para que sea una cadena lico respecto coherente y estructurada. El Uno ex-siste para del hombre que el conjunto consista. Esta manera de escribir es la nocin "ex-siste" remite a Heidegger, pero Lacan la misma del retoma para dar un estatuto particular a la inconsciente

    nocjn existencia. La palabra "ex-sistencia", ' ' entonces, significa en primer lugar que se trata

    de un elemento nico y exterior, en segundo lugar que este elemento es el lugar-teniente del conjunto, y en tercer lugar que el conjunto se organiza como una trama unida, a la que le falta un hilo (agujero), aquel que se convirti ahora en el borde. El psicoanalista debe ejercitarse en esta lgica. Es preciso que algo est afuera para que el resto se sostenga.

    Este esquema lgico puede ser aplicado a diver-sas configuraciones, como por ejemplo al mito del Padre de la horda primitiva, expuesto por Freud

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  • en su libro Ttem, y tab. Los hijos de la horda deben matar al padre primitivo y devorarlo solem-nemente para "consistir" como clan. Es preciso poner al Uno afuera para seguir juntos bajo su gida. Ahora bien, aquel que se excluye, es preci-samente el padre. La figura del padre es uno de los prototipos ms notorios de la exclusin. Justa-mente, es por esta razn que la funcin paterna, el lugar paterno de la exclusin, es tan difcil de asumir generalmente por un padre.

    Por lo tanto, en la lgica del inconsciente tene-mos dos trminos, la ex-sistencia del Uno y la consistencia de los otros. Ahora bien, a este par elemental se le debe agregar un complemento, a saber, el agujero. Por lo tanto, la configuracin estructural del inconsciente remite a una trada, la del agujero, de la existencia y de la consistencia. El agujero puede ser definido como el puesto que el Uno convertido ahora en borde exterior ya no ocupa. El agujero es la falta dejada por el Uno que " f u e " a situarse en el lmite de la red (figura 3). En este punto, recordemos que el agujero permite el movimiento y el desplazamiento de las unida-des de la red. As como el Uno asegura la consis-tencia del conjunto, del mismo modo el agujero asegura su dinmica. Para completar realmente este esquema lgico, debera agregar an un cuar-to trmino tal vez el ms importante de todos, a saber, el sujeto del inconsciente,* que es, en trminos generales, el efecto que se produce cuan-do toda la estructura est en movimiento.

    * *

    * Problema tratado en profundidad en la conferencia " E l concepto de sujeto del inconsciente", op. cit.

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  • Borde

    Uno en ms o Agujero Ex-sistencia Uno en menos

    Conjunto consistente

    Figura 3

    Matriz de la estructura: el conjunto, el agujero y el Uno

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  • sobre el inconsciente

    Pueden ver ahora la diversidad de los marcos Sntesis de conceptuales que hemos utilizado para tratar de concepciones circunscribir una misma dificultad, la de pensar

    al inconsciente a un tiempo como el Uno y el conjunto de los significantes menos ese Uno, el conjunto agujereado por la falta del Uno. Hemos utilizado sucesivamente distintos pares concep-tuales: la metfora y la metonimia, el Uno y la cadena, el lmite y la cadena infinita, el dicho y los decires, el retorno de lo reprimido y las represen-taciones reprimidas, el par significante S^Sg y finalmente el acto y el inconsciente. Subrayemos que el segundo partenaire de cada uno de estos pares la metonimia, la cadena, la cadena infini-ta, los decires, las representaciones reprimidas, el S2 y el inconsciente como estructura debe ser imaginado como una red que comporta un agujero. Siendo ese agujero el lugar dejado vacante por el significante que ha ido a ocupar provisionalmente el lugar del Uno.

    Dnde estn mis sueos pasados y por venir?

    Ahora bien, todas estas aproximaciones con-c e p t u a l e s podran s e r reducidas a la pregunta m s inocente. Si el dicho anuncia decires por venir y repite decires pasados, cabe preguntarse: "Pero dnde estn mis sueos de antao? Y dnde estn aquellos por venir? Dnde se aloja mi pasado?" Esta no es slo nuestra pregunta sino tambin la de filsofos tales como por ejemplo Heidegger. Para nosotros, interrogarse acerca del pasado es nuestro modo de interrogar al incons-ciente: Dnde est el inconsciente? Pero Lacan no se pregunta en absoluto dnde est el inconsciente sino ms bien cmo est organizado. En un primer perodo propuso: " E l inconsciente est estructura-do como un lenguaje", pero e s t o no basta.Continu dicindose: El inconsciente debe obedecer necesa-riamente a una lgica. Y si se le hubiera pregun-tado entonces: Pero a qu lgica?, hubiera res-

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  • pondido: Una lgica de los significantes. Y obsti-nados, hubiramos podido i n s i s t i r an: Pero dn-de e s t n e s o s significantes? Importa poco!, hubie-ra replicado. Tambin los cientficos trabajan de este modo: sin exigir un sentido exacto de las cosas, avanzan. Cuando surge un problema inso-luble, lo desplazan y lo nombran mientras prosi-guen su investigacin. Creo que el procedimiento lacaniano sigue idntica orientacin. Lacan no se pregunta, a la manera del metafsico, acerca de la naturaleza del pasado, del futuro o del tiempo en general; procede como se procede frecuentemente en la ciencia. Sustituye la pregunta del "dnde" por la del "cmo", y al preguntarse cmo, nombra y formaliza. Aparece un problema que se revela insoluble, entonces se lo bautiza con una letra y se le da un nombre. Y con ese nombre, contina el trabajo hasta que, progresivamente, la opacidad se esfuma. Henri Poincar recordaba siempre que el paso ms difcil en el camino de la investigacin consiste en bautizar las impasses con un nombre apropiado, en el momento oportuno.

    Lacan, justamente, prefiere nombrar y sobre todo escribir ms bien que retomar los trminos freudianos de reprimido y de retorno de lo reprimi-do. Formaliza, pone letras, cifras y nombres. Un nombre implica siempre una escritura. Pero qu escribe? El dicho, lo escribe Sx porque es 1 y siempre 1; y S porque es un significante. Mientras que el conjunto de los decires, de los elementos encadenados y reprimidos, los escribe S2. Escribir y formalizar as nuestros conceptos equivale a afirmar: "Y bien, recomencemos, olvidando ahora el s e n t i d o de l a s palabras". Con l a s dos notaciones, Sj y S2, operamos en el seno de una lgica. Olvida-mos la significacin de cada trmino, pero no olvidamos que S2 pertenece a la dimensin del Uno y que S2 pertenece a la dimensin del conjun-

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  • to. De este modo, representamos una lgica rigu-rosa de la relacin entre el Uno y el conjunto. El

    "El asombro Uno est en relacin de exclusin respecto del que piensa, conjunto. habla en

    preguntas" M. Heidegger Al comienzo somos inocentes, asombrados y

    nos planteamos las preguntas mas sencillas la del lugar del inconsciente, la del "dnde", luego operamos con los nombres formales como S2 y S2, hasta que volvemos para preguntarnos otra vez: pero cul es la relacin de todos estos nombres conceptuales con las preguntas sencillas que me planteaba? Ese es el trabajo mental del analista: pasar de las preguntas ms sencillas a los concep-tos ms formales significantes, sujeto, objeto a, etctera para luego volver a ellas.

    Cul es la influencia de la lgica que posibilit formalizar el campo del inconsciente?

    Aclar que no somos ni lgicos ni lingistas, pero que no obstante hay que estudiar los textos fundamentales de los lgicos, extraer de ellos todas las proposiciones que puedan iluminar nues-tro campo, sin renunciar jams a la enseanza de la clnica, que es indiscutiblemente prioritaria. Sin duda, el discurso analtico es diferente del discurso cientfico, pero el psicoanlisis debe per-manecer siempre alerta a lo que otras disciplinas le ensean para pensar la experiencia con los pacientes. Por ejemplo, es frecuente comprobar el siguiente hecho clnico: el sujeto que est hablan-do pronuncia una palabra sorprendente y ense-guida se detiene y exclama: "Jams haba pensa-

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  • do en ello!" Este asombro que, tal como hemos visto, marca la cualidad significante de una pala-bra, conlleva de inmediato una interrogacin en el paciente respecto de la manera como pudo surgir en l esa palabra: "Cmo es que esta palabra adviene en m y me interroga?" A partir de este hecho clnico fundamental de un sujeto que dice ms de lo que sabe y quiere, el psicoanlisis establece la teora del par significante Sj/S2 que, tal como lo hemos desarrollado, muestra cmo un significante pone en acto al inconsciente.

    Ahora bien, usted me preguntaba justamente qu nos puede ensear la lgica sobre la relacin dinmica entre un significante y la cadena de los significantes inconscientes. Una respuesta posi-ble a su pregunta sera recordar brevemente tres influencias que la teora lacaniana recibi del campo de la lgica. Pienso en la axiomtica de Peano, en la lgica de Frege y en la teora de los conjuntos, en especial en las proposiciones de Cantor. Estas son tres concepciones lgicas que nos permiten abordar de modo diferente el pro-blema del significante y de las cuales me he ocupado en otros libros. La axiomtica de Peano considera en el marco de la serie de los nmeros el problema del lugar del cero y del sucesor.10 Cantor, por su parte, nos ilumina acerca del carcter a un tiempo infinito y limitado del con-junto segn los dos principios que propone: el principio de engendramiento y el de pasaje al lmite. Y finalmente Frege* sobre todo, al esta-blecer la distincin entre el concepto y el objeto, posibilit a Lacan formalizar mejor los estatu-tos del sujeto y del significante. No afirmo

    * En relacin al aporte de Frege, remito al lector a la conferencia: " E l concepto de sujeto del inconsciente", op. cit.

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  • que aplicamos escrupulosamente estos princi-pios al campo del psicoanlisis. Dira ms bien que nos servimos de ellos. Y justamente, es una objecin que se le ha hecho muchas veces a Lacan, que se sirviera de conceptos tomados de disciplinas conexas modificndolos segn las exigencias propias del campo psicoanaltico. Para hacer producir un concepto importado en el cam-po analtico era i n e v i t a b l e t e n e r que reformularlo, al precio de privarlo de su especificidad original. Pienso por ejemplo en el uso absolutamente per-sonal que hizo Lacan de los cuantores lgicos para dar cuenta de la relacin especfica del hombre y de la mujer respecto de la funcin flica (frmulas de la sexuacin). Fundamentalmente, hay dos cuantores lgicos: uno se denomina "exis-tencia" y el otro "universal". Uno se escribe bajo la forma de una E invertida (3), el otro bajo la forma de una A invertida (V). Adems, no hay en lgica un smbolo para negar el cuantor. Y no obstante, Lacan invent una barra sobre cada uno de estos signos para indicar la negacin de los cuantores (3), (V). Como ven, se trata de una manera de concebir la circulacin de los concep-tos de una a otra disciplina. Tomemos tambin el caso de la elaboracin lacaniana destinada a mostrar por medio del nudo borromeo la estrecha articulacin entre lo real, lo simblico y lo imaginario. En este caso, parecera que Lacan no slo import y reelabor un concepto que provena de un dominio ajeno al psicoanlisis, como puede ser la teora de los nudos, sino que a cambio enriqueci ese captulo relativamente reciente de la topologa.

    Lacan lector de Saussure

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    Entre la gran cantidad de ejemplos de concep-tos importados, el ms conocido es el de significan-te, tomado de Saussure, pero cuya acepcin psi-coanaltica es radicalmente diferente de la acep-

  • cin lingstica. Hace muchos aos, un lingista le reproch a Lacan que se sirviera indebidamente del trmino "significante" y que, sin duda, hubiera ledo superficialmente, en diagonal, la obra de Saussure. Podra imaginar fcilmente una res-puesta ficticia de Lacan: En diagonal? habra replicado. Habra que ponerse de acuerdo acer-ca de lo que significa para usted leer en diagonal. Si leer en diagonal significa leer superficialmente, simplemente recuso su objecin. Si significa, en cambio, que aplico el sistema de la diagonal para establecer la relacin entre el conjunto y el orden, es decir, el mismo sistema que justamente permi-ti a Cantor descubrir el nmero transfinito, en-tonces s debo haber ledo a Saussure en diagonal, para poder fundar el concepto psicoanaltico de significante.

    Y esta rplica hubiera sido justa, ya que, precisamente, Cantor utiliz el mtodo llamado del recuento en diagonal para mostrar que la unin de varios conjuntos enumerables era, tam-bin ella, enumerable. Introdujo la escritura Ko, aleph cero (aleph, la primera letra del alfabeto hebreo, seguida del ndice cero) como notacin del cardinal de los conjuntos enumerables o tam-bin como el menor cardinal transfinito. Es as como esta "lectura en diagonal" condujo a Georg Cantor a producir un nuevo elemento. Y cono-ciendo a Cantor, Lacan habra agregado siem-pre en mi ficcin: Si su observacin significa que mi lectura en diagonal de Saussure siguien-do el mtodo de recuento en diagonal de Cantor me condujo a encontrar un elemento nuevo, entonces su observacin es correcta, ya que el concepto de significante que he forjado no est en Saussure, constituye una produccin entera-mente nueva.

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  • Habrn comprendido que, desde el punto de vista epistemolgico, existe un inmenso campo por estudiar, el de la relacin entre la circulacin de los conceptos de una a otra disciplina y la asombrosa fecundidad de las nuevas produccio-nes que de ello resultan.

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  • El sujeto sigue el itinerario de lo simblico...: no slo el sujeto, sino los sujetos, tomados en

    su intersubjetividad, se encolumnan (...) El desplazamiento del significante determina

    a los sujetos en sus actos, en su destino, en sus rechazos, en sus cegueras,

    xitos y en su suerte, a pesar de sus dones innatos y su bagaje social,

    sin contemplar el carcter o el sexo, y que de buena o mala gana seguir

    el tren del significante... J. Lacan

    en sus

    El signifi-cante no se dirige a persona alguna

    Llegados a este punto, quisiera volver sobre la lgica del par significante y deducir de la misma una primera consecuencia muy importante para el trabajo con nuestros analizantes. Si aceptamos el postulado de que un significante est siempre articulado a una cadena de significantes, qu incidencia tendra esto en nuestra prctica? Pues bien, esto implica que un significante jams est destinado a una persona sino que est "destinado" a otros s i g n i f i c a n t e s con los cuales se asocia y l l e v a su vida propia de significante. En efecto, el signi-ficante se articula con un segundo significante mucho ms all del hecho de que yo lo emita o reciba su impacto.

    Quisiera ilustrar con un ejemplo la frmula lacaniana de que un significante slo es significan-

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  • El significante rebota de sujeto en sujeto

    te para otro significante. Tomemos nuevamente el caso de un sntoma; considermoslo bajo su cara significante diferencindolo de su cara signo. Pien-so en ese paciente que viene a consultarme porque no puede dejar de ruborizarse al ver a una mujer joven y agradable. En ese momento siente que le sube el calor a la cara, se ruboriza y entonces se ve obligado a huir y ocultarse. Esto es lo que se llama una eritrofobia. Nuestro paciente cuenta que se sienta en un caf, y cuando de pronto nota la presencia de una mujer bonita tres mesas ms lejos, se siente enrojecer y se angustia ante la idea de quedar expuesto a la mirada de todos. Desde un punto de vista psicopatolgico, la eritrofobia es, por supuesto, el sntoma de una estructura fbica. Pero desde nuestro punto de vista psicoa-naltico, por qu es un sntoma la eritrofobia? Qu interesa aqu al analista? En primer lugar, la manera en que el paciente relata lo que le sucede, las palabras que emplea o las metforas que inventa. Luego, los eventuales lapsus, errores o confusiones que surjan en el relato de su trastor-no. Y finalmente, en cuanto nos concierne como clnicos recuerden una de las caractersticas que habamos enunciado al definir el sntoma: el hecho de que el analista forma parte del mismo, nos importa de modo muy particular reconocer en nosotros mismos los efectos de ese sntoma. Al hablarles del caso de este paciente, acabo de esbo-zar espontneamente, sin darme cuenta, el gesto de tocar mis mejillas con las manos. Puede ser que este gesto sea simplemente demostrativo de mi explicacin pero tambin podra ser que est di-rectamente ligado al sntoma de eritrofobia del cual se queja el paciente. Inclusive un gesto como este, espontneo, realizado aqu ante ustedes, puede adquirir el valor de un significante ligado a los significantes del inconsciente de mi paciente. Qu quiere decir que este gesto tendra un valor

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  • significante? Quiere decir que por fuera de m, ms all de m y ms all del paciente mismo, el gesto de mis manos y el rubor angustioso de su rostro estn asociados en un lazo por fuera de nuestras personas. En otras palabras, ignoro, y mi paciente tambin ignora, cmo su deseo incons-ciente se repite a travs del mo.

    Esta posicin de analista que adopto ante uste-des, no slo implicndome en el sntoma de mi paciente sino sobre todo reconociendo el valor significante de ese sntoma, pues bien, esta posi-cin es totalmente opuesta a la figura del clnico que, tomando el rubor como signo, se dijera: "Pero claro, se vuelve rojo como un pene!" O que, viendo el dibujo de un nio que representa el mstil de un barco, se dijera: "Se trata del falo". Imaginemos ahora u n a interpretacin m s sutil de la eritrofobia. "Este sntoma pensara otro clnico represen-t a e n realidad l a posicin f e m e n i n a del paciente e n relacin con su padre." Este analista sabra y podra explicar cmo lleg a esta conclusin, que ya es mucho ms rigurosa y correcta que la ante-rior interpretacin caricaturesca. Pero aun as, con una interpretacin tan elaborada, el analista ha tomado sin embargo al sntoma como signo y no como significante. Por qu? Porque interpret el sntoma dndole un sentido. Pero entonces, me dirn, qu actitud debemos adoptar cuando esta-mos ante el sntoma en tanto significante? La nica reaccin que dara cuenta del impacto signi-ficante del sntoma sera la sorpresa. El psicoana-lista tocado por el significante permanece sin decir palabra, incluso sin pensar, silencioso y desconcertado. Si quieren saber cundo han toma-do el sntoma como significante, ms bien que como signo, hay un solo ndice: el asombro que se les impone.

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  • El despla- Insisto, un significante es lo que resiste a todo zamiento sentido; el significante no est en modo alguno del destinado a recibir un sentido, ni siquiera aquel significante

    producido p o r la m s correcta de l a s interpretacio-determina

    nes. El significante pasa a travs del sujeto y va los sujetos..."

    ms all del sentido que el analista o el analizante J.L. puedan conferirle. Pero ya los escucho preguntarme: "Si el snto-

    ma-significante resiste a todo sentido, incluso al de la ms correcta de las interpretaciones y perdura as fuera de todo alcance, cmo se podra esperar algn alivio en nuestro paciente? Respondera di-cindoles que la manera de tratar un sntoma-significante es reemplazarlo por otro significante, y que la mejor interpretacin que un analista pueda pronunciar no opera en modo alguno por el sentido que revela sino por el lugar de significante que ocupa. As como la sorpresa en el analista es el ndice indiscutible del impacto en l del alcance significante de un sntoma, la sorpresa en el pacien-te es del mismo modo el ndice indiscutible del impacto significante de una interpretacin.

    El carcter inaprehensible del significante plan-tea tambin el problema de la escucha del psicoa-n a l i s t a . La s i g u i e n t e sera la objecin caricaturesca

    La interpre- e alguien que tomara demasiado al pie de la letra tacion e s u n

    e j p 0 ( j e r de significante: " D e acuerdo, m e dira, s i significan e significante se repite solo, si est ligado a la inser

    stea. cadena, si resiste a todo sentido revelado, si va

    en la cadena le0 S que el conocimiento o que el pensamien-inconsciente el a n a l i s t a slo t e n d r a que dormir en su silln,

    puesto que de todos modos el significante se abre camino solo". En efecto, de acuerdo con nuestra concepcin del significante, sta podra ser una objecin posible sobre la funcin del analista. Responder que, desde un estricto punto de vista, la funcin analtica consiste en sostener y asegu-

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  • rar la movilidad de la repeticin. Finalmente, un analista tiene por funcin favorecer la renovacin del significante instalado en el lugar del Uno. Ya que aun cuando el inconsciente sea automtica-mente activo, aun cuando el automatismo de repe-ticin sea inexorable, puede toparse con el obs-tculo de que un determinado significante se coa-gule en el lugar del Uno es el caso de un sntoma tenaz o si no tambin de que el goce invada el lugar del Uno y produzca el estancamiento del sistema significante es el caso de una enferme-dad psicosomtica * Dicho de otra manera, el ana-lista mantiene viva la fluidez de la repeticin significante, vivo el deseo. Y justamente, de lo que se trata es de saber cules son los gestos, las intervenciones, las rplicas y las respuestas que el analista debe realizar en cada circunstancia para asumir su funcin de acompaar, preservar y mantener el deseo en la cura.

    *

    # *

    Estas son las consecuencias clnicas que quera sacar de la teora laeaniana del significante. Pode-mos recordar la definicin abstracta del signifi-cante: "Un significante es lo que representa al sujeto para otros significantes"; t a m b i n podemos profundizarla y reelaborarla, pero no debemos perder de v i s t a j a m s su incidencia clnica. D e s d e el momento en que interpretan un significante, es decir, a partir de que le dan un sentido, de inme-

    * Un ejemplo clnico de este imperio del goce sobre el significante Sj est desarrollado en la quinta leccin, pgs. 188-189.

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  • diato deja de ser significante para volverse signo. Pero, con todo rigor, debo corregir esta ltima frmula. No quiero decir que el significante cese de ser intrnsecamente un significante por ser interpretado. No. El significante sigue siendo ineluctablemente significante, pero a partir del momento en que lo interpretan, lo transforman en signo para ustedes. Ya que desde el momento en que un significante es significante para alguien, ya no es significante, es signo.

    Pero intrnsecamente sigue siendo un signifi-cante?

    Absolutamente. Por esta razn, justamente, podemos afirmar que el sntoma tiene dos caras: t a n t o u n a cara s i g n i f i c a n t e fuera de nosotros como una cara signo con nosotros. Pero no nos confun-damos. Estas dos caras, si bien son radicalmente heterogneas, no existen la una sin la otra, quiero decir sobre todo que el significante slo surge

    El signifi- sobre un fondo de sentido. El significante slo cante no puede llevar su vida propia fuera de nosotros si y acta... slo si lo consideramos como un signo que nos

    habla. Sin duda, privilegio el valor significante del sntoma en el analizante y de la interpretacin en el analista, pero este valor slo se revela si favore-cemos activamente, en el anlisis, la produccin del sentido. El sntoma siempre es interpretable. Siempre se le puede dar un sentido, y el primero en darle un sentido es el propio paciente cuando sufre. Y si nos encontramos con que el paciente no produce sentido, no busca la causa de su sufri-miento, entonces es oportuno habamos insisti-do en este punto en la primera leccin interro-garlo y preguntarle: "Qu idea se hace de lo que le pasa?" "En su opinin, cul sera la causa de sus males?" Hago estas preguntas no slo en el

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  • ...mas que inmerso en un bao de sentido

    marco de las entrevistas preliminares sino sobre todo en esos momentos de la cura en los que el paciente parece estar instalado en la monotona del ritual, como si no hubiera ms deseo en rela-cin con el a n l i s i s . El paciente v i e n e y habla, pero est ausente de su palabra; y el analista, conjun-tamente, est ausente de su escucha. Cuando afirmo la necesidad de incitar al analizante a tomar su sntoma como un signo, producir un sentido y construir la teora del porqu de su sufrimiento, pienso en este tipo de situaciones. Cabe observar tambin que es en la medida en que habla y se explica como se instala y se desarrolla el amor de transferencia. El amor en el anlisis es una de las figuras mayores del sentido que se alimenta de signos. Cuanto ms se habla buscan-do sentido, ms se ama a aquel a quien se habla. En suma, para que un sntoma tenga el peso incisivo de un significante, es conveniente que el clnico mantenga y favorezca el sentido suscitado por ese mismo sntoma considerado en tanto sig-no. El significante slo acta inmerso en un bao de sentido.

    Ahora, me gustara volver al significante no ya en relacin con el sentido, sino en su conexin con otros significantes. Cuando afirmamos que el sig-nificante lleva su vida de modo autnomo, que nos atraviesa a pesar de nosotros, o tambin que se articula con otros significantes, queremos hacer entender el hecho de la repeticin. As, en la flecha que indica que Sx es significante para otros signi-ficantes S2, (Sj > S2), tenemos la representacin grfica del fenmeno de la repeticin. Creo que con

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  • el ejemplo de mi "lapsus" gestual sobrevenido al hablarles del paciente eritrfobo, han comprendi-do que el proceso de la repeticin no se circunscri-be a una sola persona sino que se despliega en el espacio del lazo de tina persona con otra, como si el significante rebotara de sujeto en fujeto. En la medida en que mi paciente fbico mantiene un lazo transferencial con el analista que soy, es posible que la repeticin de su sntoma se inscriba en m mismo y se manifieste bajo la forma de un gesto espontneo como el de recin. La cadena metonmica de significantes inconscientes nos es comn, mientras que el lugar del Uno del signifi-cante metafrico cambi de soporte, antes era l, recin fui yo.

    El incons-ciente est fuera del tiempo, del espacio y de la persona

    Si comprendemos cmo funciona el inconscien-te, admitiremos que la repeticin no es una repe-ticin circunscrita a la unidad imaginaria llama-da individuo. Gracias a esta concepcin lgica de un inconsciente que se extiende entre dos sujetos hemos roto con tres prejuicios intuitivos: el del tiempo cronolgico, el del espacio euclidiano y el de la unidad individuo. Si trabajamos la nocin de inconsciente, si la pensamos y la retomamos sin cesar y si, con ella, iluminamos nuestra prctica, veremos esfumarse en nosotros progresivamente los prejuicios constituidos por el tiempo cronolgi-co, el espacio euclidiano y la unidad yoica de la persona. Ya no hablaremos en trminos de perso-na ni en trminos de tiempo pasado, futuro y presente, ni tampoco en trminos de espacio-re-servorio para designar el lugar del inconsciente. Debemos ejercitarnos en pensar de otra manera. A medida que maduramos como clnicos y que afinamos nuestra escucha, nos vemos confronta-dos con el esfuerzo de pensar el inconsciente fuera del tiempo, del espacio y de la persona.

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  • Lacan no es el nico autor que se esforz por romper estos prejuicios en el psicoanalista. Pienso en Bion quien, de distinto modo que Lacan, plan-te el problema del tiempo y del espacio en psicoa-nlisis. Dos interrogaciones atraviesan la obra de este analista anglosajn: cul es el tiempo de surgimiento de una interpretacin en el clnico, y en qu tiempo, en qu espacio un decir interpreta-tivo produce efectos en el analizante. Bion se pregunta inclusive si no habra que imaginar el espacio del anlisis como un "espacio galctico". Me hubiera gustado que profundizara estas pre-guntas, pero pienso que el simple hecho de haber-las formulado tiene ya pleno valor. Como ven, estas interrogaciones que trastocan las nociones intuitivas de espacio y de tiempo en el anlisis no se desprenden exclusivamente del recorrido lacaniano. Creo que son inherentes al compromiso de un analista con su trabajo. Quisiera hacerles sentir cun poco arbitrarias, especulativas o abs-tractas son e s t a s problemticas. Surgen, por ejem-plo, cuando uno interroga la relacin entre el trabajo clnico con los pacientes y la enseanza. En efecto cul es el nexo entre el hecho de estar con ustedes enseando y ese paciente que me habl de eritrofobia? Qu relacin establecer entre el hecho de que l e s relate justamente hoy ese caso clnico y la experiencia transferencial con ese analizante? En el espacio geogrfico, hay en este momento un ocano que nos separa, l en Francia, yo aqu, en Colombia, y s i n embargo desde el punto de vista psquico estamos en acto ntimamente unidos. En el tiempo cronolgico, existe tambin una distancia de algunos aos puesto que hace dos aos ya que ese paciente me habl de su sntoma y no obstante, evocar hoy su caso y mimar su gesto de las manos sobre el rostro, tal como pude hacerlo, sobreviene con tal fuerza de presencia que supera y trastoca el tiempo del reloj.

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  • Dnde est el adentro, dnde est el afuera de una cura? Dnde est el presente, dnde est el pasado en un anlisis?

    Cules son los signos que indican que un sntoma como la eritrofobia se repite en el ana-lista?

    Creo haberles respondido: es al hablar de un paciente o, por ejemplo, al identificarme con l como acabo de hacerlo, como uno de sus sntomas se repite en m. Cuando uno trabaja como analista desde hace muchos aos, termina por darse cuen-ta de lo siguiente: alguien est ah, ante uno, acostado, habla y se queja. Bien o mal lo escucha-mos y tratamos de dirigir una luz sobre el camino que toma. Pero en momentos ms intensos de la cura, el analista descubre asombrado que signifi-cantes de la vida del paciente se repiten en l mismo. La vida del analista est acribillada por los retornos de los sntomas de sus pacientes. Puede verse cun pertinente es su pregunta. Exis-ten diferentes modalidades de la repeticin de los sntomas en el analista, como por ejemplo este gesto aqu, ante ustedes, que tal vez Freud hubie-ra asimilado a una identificacin con el paciente.

    Como hemos dicho, el sntoma es un acto cuyo alcance ignoramos; pero una vez situado, pode-mos prever el prximo lugar de su reaparicin? Podemos seguir el hilo de ese significante que aparece en uno, desaparece y reaparece en el otro? Jams. Jams se podr seguir verdaderamente el hilo de un significante. Si se lo siguiera, el

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  • significante seguira siendo sin duda autnomo en su propio movimiento, pero a nuestros ojos se convertira de inmediato en signo. Y esto no es una pirueta verbal. Es como si les dijera: "Inter-pretemos, pensemos, demos un sentido a las cosas, pero sepamos que por encima y por fuera del sentido que les damos, las cosas continan solas". Creo que es ste el motivo por el cual la repeticin en el analista de un sntoma del pa-ciente puede actualizarse en el hecho de ensear, de dar un seminario como este, o incluso de esbozar un gesto con la mano, o tambin, en el marco de la cura, en el hecho de formular una interpretacin oportuna.

    Si pienso que el trabajo con mis pacientes est en el origen de mi actividad de enseanza, por ejemplo, de inmediato surge una pregunta: en el hecho de ensear, se est en el campo interno o externo del anlisis? Cul es la frontera que separa el exterior del interior? Cundo se puede decir que ya no hay frontera? El psicoanalista no debe creer que el universo de sus analizantes se encierra en los lmites de las paredes de su consul-torio, ni que cuando deja su consultorio, deja tras de s el lugar de los sntomas. De ninguna manera. Pero entonces, hay que concluir que sin tener ya barreras el analista slo vive en el mundo nico del psicoanlisis? Es verdad que en el universo de los significantes no hay fronteras, y que el analis-ta, al igual que todo sujeto, est atravesado por ellos. Sin embargo, existe una especie de tamiz muy particular que regula las incidencias del significante. Pienso en elpartenaire en la vida del clnico. En efecto, el cnyuge es un personaje decisivo que oficia de muros psquicos, de paredes permeables y reguladoras que sirven de dique frente a la repeticin en el clnico de los sntomas del paciente. As, el partenaire del analista acta

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  • a la manera de una represa que permite atenuar los excesos de tensiones debidos a la escucha.

    Queda claro que si aceptamos la idea del in-consciente como repeticin significante, concebi-

    No hay remos entonces la funcin del psicoanalista y sus metalenguaje incidencias

    en su vida de una manera totalmente quepue a

    n u e v a Esta es la razn por la cual se puede hablado" sostener, con Lacan, la tesis de que no hay

    j metalenguaje. Qu quiere decir esta frmula? Que no hay metalenguaje significa que no hay un lenguaje-meta y un lenguaje-objeto. En efecto, a partir del momento en que el lenguaje quiere exteriorizarse y hablar de un lenguaje-objeto, fa-lla. Jams llega a cerrarse por completo. El metalenguaje no podra escapar a la fractura que abre todo lenguaje al exterior, y es por esto que no logra envolver y contener un supuesto lenguaje-objeto.

    P o r qu e s t e comentario sobre el metalenguaje? Justamente para dar cuenta de lo siguiente: no se puede hablar del inconsciente sin reconocerse afec-tado por el inconsciente mismo. Qu queremos decir? Que no podramos hablar del inconsciente como si estuviramos fuera de su alcance. Que si aceptamos el carcter activo del inconsciente, su capacidad para producir constantemente efectos, admitiremos tambin que tiene el poder de afectar toda palabra, y en primer lugar, la nuestra que habla del inconsciente. Concretamente, si un ana-lista pretendiera hablar del inconsciente de modo trivial, sin implicacin personal alguna, no habla-ra del inconsciente, de eso podemos estar seguros. "No hay metalenguaje" significa que no hay len-guaje pretendidamente exterior y cerrado que se refiera al inconsciente sin que el inconsciente lo

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  • fracture. Todo lenguaje es un lenguaje expuesto a la emergencia de los efectos del inconsciente. No hay palabra que no est afectada por el inconscien-te. Me refiero a la palabra plena, a la palabra que pesa. "No hay metalenguaje" significa: no hay me-dio de hablar del inconsciente con palabras que tengan peso, sin que esas mismas palabras estn afectadas por el inconsciente.

    Subrayemos que la tesis de metalenguaje es una formulacin de la lgica; en efecto, son los lgicos quienes inventaron la diferencia entre un lenguaje-objeto y un metalenguaje. Pero en tanto el lgico se consagra a la construccin formal de la proposicin, el psicoanalista se pregunta: en qu punto est afectada la misma proposicin por el inconsciente? All donde el lgico hara un trabajo de formalizacin lgica entre proposiciones, el analista, por su parte, se pregunta: cul es el sujeto que habla detrs de estas proposiciones?

    La diferencia entre el psicoanlisis y la ciencia radica en que el psicoanlisis considera al sujeto como materia de su trabajo, mientras que la cien-cia, por principio, excluye al sujeto, lo forcluye. El discurso de la ciencia excluye al sujeto, es decir que no se cuestiona acerca del deseo del cientfico e ignora los efectos provocados en el investigador por el objeto de su investigacin. Ms all del hecho de que u n a frmula s e a elaborada p o r i n v e s -tigadores, el inters de la ciencia es ante todo seguir rigurosamente la manera en que la frmu-la prosigue su desarrollo y se torna fecunda. Este es el carcter significante de una frmula que se desarrolla independientemente de aquellos que la crearon. Desde un punto de vista estrictamen-te formal, importa poco quin hizo progresar el

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  • clculo. Como ven, el clculo sera un muy buen ejemplo de significante, pero cuidado, de signifi-cante sin sujeto. Por qu sin sujeto? Porque el clculo no es un significante en el sentido analtico del trmino, es decir que no es un acto incompren-dido por aquel que lo formula. Lo que nos interesa en un clculo es que progrese, permitiendo la produccin y la inclusin de elementos nuevos. La diferencia entre el significante como clculo y el significante del cual hablamos, es que detrs

    No hay dei significante como frmula cientfica no hay significante

    s u j e to . En cambio, detrs de todos los significan-sm sujeto tes con los cuales nos vemos confrontados en la

    cura, y a pesar de su carcter de sinsentido, el psicoanlisis encuentra un sujeto. Para nosotros, no hay significante sin sujeto; para la ciencia, en cambio, el significante excluye al sujeto.

    Cuando habla de sujeto, de qu sujeto se trata? Se trata del sujeto del inconsciente segn Lacan?

    S. Exactamente. Los psicoanalistas, desde su punto de vista, consideran al discurso cientfico como un discurso que excluye y forcluye al sujeto. Se puede decir, entonces, que el "sujeto forcluido" es el sujeto ausente del discurso de la ciencia. Ahora bien, me pregunta usted de qu sujeto se trata. Se trata del individuo? No. Ya les he mostrado que la unidad yoica del individuo ha sido subvertida por el concepto de inconsciente. Enton-ces, hay que pensar otro estatuto de "individuo" diferente del individuo tal como lo concebimos habitualmente, como una persona que tiene un nombre y un cuerpo determinados. Cul es este otro estatuto de "individuo" que no es ni la persona ni el yo, y del cual afirmo que est en el centro de nuestro trabajo de analistas y ausente del discur-

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