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lacan

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  • SERGIO TONKONOFF 1

    diferencia(s) revista de teora social contempornea

    lacan y la teora social contemporneaSERGIO TONKONOFF PGINAS 11 - 15

  • SERGIO TONKONOFF 3

    diferencia(s) revista de teora social contempornea

    2 N1 - AO 1 - NOVIEMBRE 2015 - ARGENTINA

    de antiguas tradiciones occidentales la filosofa, la teologa cristiana y de disciplinas que pueden verse como las lneas de fuerza ms agudas de la modernidad: el psicoanlisis, las vanguardias artsticas, la lingstica estructuralista, la matemtica. En ese caldo se cocina lo que, a la postre, se ira a revelar como una teora social propiamente dicha. Es decir, como un discurso, epistemolgicamente reflexivo, no slo sobre el sujeto sino tambin, y al mismo tiempo, acerca de las caractersticas y el estatuto de la objetividad social. Un discur-so, entonces, firmemente radicado en el campo de la ontologa social, por cuanto para dar cuenta del ser del sujeto se ve obligado a producir una respuesta sobre el ser de lo social. Respuesta que, no obstante, pone a trabajar una desconfianza radical hacia la ontologa como departamento filosfico siempre lastrado de sustancialismo (el del ser, precisamente), y lo hace con una confianza, igualmente radical, en las posibilidades subversivas que, a este respecto, comportan el arte y la ciencia modernas en sus vectores ms vinculados a un pensamiento de la relacin y el devenir.

    Y por esta configuracin y estos procedimientos, el discurso lacaniano concurre, junto con otros de la misma laya, a inaugurar el espacio de lo que es preciso llamar teora social contempornea. Esto es, el campo plural y excntrico de interlocuciones producidas en la interseccin de las ciencias sociales, la filosofa y la historia tanto con las ciencias exactas y naturales, como con las reflexiones surgidas en la arquitectura, la literatura, la pintura y la msica.

    Hay pues en la obra de Lacan una serie de hiptesis sobre la constitucin y dinmicas del sujeto que involu-cran, de entrada, una serie de hiptesis sobre la constitucin y dinmicas de la objetividad social. Hiptesis elaboradas a partir de una lgica otra (la del no todo) y unos mtodos otros, en un campo que no es el del psicoanlisis estrictamente y mucho menos el de la psicologa en tanto disciplina especifica. Ningn registro disciplinar puede contenerlas cabalmente, porque, transversales, subvierten o transgreden el catastro epist-mico tal como se encontraba antes de su intervencin y la de otros contemporneos suyos (Bataille, Sartre y Lvi-Strauss, por nombrar a tres muy relevantes en este caso). Pero a esto hay que agregar que si hoy pode-mos hablar de una teora social lacaniana, es porque el corpus de esa obra y las diversas formulaciones que all se encuentran han sido ledas en el sentido fuerte del trmino con el objeto de generalizar su lgica y trasladarla a la comprensin del campo social y sus procesos. Esto ocurri, de manera decisiva, en los traba-jos de Laclau. Ante todo en el captulo Ms all de la positividad de lo social del libro Hegemona y Estrategia Socialista que escribiera con Mouffe. Comentndolo, Zizek, otro de los grandes artfices de este nuevo espacio paradigmtico, afirma que all quiz se d el avance ms radical en la teora social moderna. Junto con Zizek y Laclau, los aportes de autores como Stavrakakis y en cierta medida Butler, se desarrollan actualmente en este espacio y lo hacen crecer.

    En esa huella se sitan los textos que aqu se presentan. Ellos muestran que Lacan va camino a convertirse en un clsico de las ciencias sociales y las humanidades, con el mismo estatuto que Marx, Freud, Durkheim o Weber. O, puesto en otros trminos, sealan que el corpus lacaniano, tal como ha sido ledo por la teora de la hegemona, est en vas de consolidarse como un paradigma capaz de promover desarrollos conceptuales y programas de investigacin anlogos al marxismo, la fenomenologa, el estructural-funcionalismo o el interac-cionismo simblico. Lo que tal vez no encuentre analoga en estos modelos tradicionales es que su epistemo-loga se nutre de las revoluciones cientficas, artsticas y polticas que escanden el siglo XX; una epistemologa propia de lo que hemos llamado el campo de la teora social contempornea, y del que la deriva lacaniana tal vez sea una vanguardia.

    Cmo no ver la obra de Lacan al modo de una encrucijada? Y cmo no atender, lacanianamente, a la composicin de esta palabra que la caracteriza? Una encrucijada es una interseccin, un cruce de caminos, es conjuncin y disyuncin a la vez, a la vez confluencia y discrepancia, nudo e intermediacin. Encrucijada es, tambin, una situacin compleja, una alternativa ardua, un dilema angustiante que vuelve vulnerable, que deja en la estacada, pero que resulta, al mismo tiempo, la condicin de un cambio radical de rumbo, del sur-gimiento de nuevos posibles. Palabra cuya raz es cruz: figura geomtrica, emblema, superficie de proyeccin y simbolizacin de culturas ms diversas, y el lugar donde fue clavado el nazareno.

    Esta atencin a las palabras en lo que ellas transportan y reflejan nada menos que la realidad del universo entero, como las mnadas de Leibniz o el Aleph de Borges, es quiz una de las indicaciones ms profundas de esta obra heterodoxa. Pocos contemporneos tan livianos como Lacan para jugar con el lenguaje, y pocos tan pesados, o densos, a la hora de hacer ver su materialidad viscosa. Hagan crucigramas, recomendaba. Sin dudas para que experimentemos, concentradas en ese trivial pasatiempo, la gracia y la seriedad que cualquier uso de las palabras comporta. Uso que siempre es un juego al que jugamos y que nos juega. Cruci-gramas para que advirtamos, tambin, los datos centrales de su teora del discurso que es fundamento de su teora del lazo social y del sujeto.

    El juego lacaniano con las palabras, a saber, su despliegue metafrico y metonmico, su ritmo, su inventiva ter-minolgica, la precisa indeterminacin y apertura de sus expresiones, todo lo que configura la luminosa opaci-dad de su estilo, en definitiva, su potica, no es otra cosa que la puesta en acto de sus formulaciones tericas. Y es que si todo humano es un parltre, la relacin del sujeto con la cultura no puede ser de exterioridad sino que es ntima, puesto que aquella lo constituye barrndolo. Pero si sujeto y cultura no son lo mismo, en tanto el sujeto producido de ese modo porta y tal vez no sea otra cosa que los residuos ntimos de su socializa-cin, entonces no sern los idiomas de la identidad los que permitan dar cuenta de ese tipo de relacin. Para decirla, habr que formular una lgica otra e inventar las palabras que la articulen. Tal cosa es, por ejemplo, la extimidad. Una de las palabras-cruz creadas por Lacan para dar cuenta de este singular vnculo entre sujeto y cultura. Vnculo que es al mismo tiempo, y estructuralmente, de exterioridad e intimidad mutua.

    Puesto de otro modo, cmo decir que sujeto y cultura viven en el lenguaje y son, por tanto, sin fin y sentido l-timo? Cmo decirlo, mostrando que ambos resultan intrnsecamente incompletos, diferentes de s mismos, y que su dinmica ms elemental y profunda consiste en buscar, sin embargo, una identidad imposible? Cmo decirlo, ante todo, si el lenguaje, causa de esa incompletud, reviste los mismos rasgos, la misma necesidad y la misma imposibilidad identitaria que los conjuntos sociales y subjetivos que funda y desfonda? Si esto fuera correcto, slo podra esbozarse con frases donde los sentidos se condensen y se desplacen, como en la niez o en el sueo. Tambin con dobles, triples y contra sentidos, los de una escritura alambicada e inconcluyente, un discurso basculante, prodigio del claroscuro, descentrado, deslizante y barroco. Discurso hecho de enun-ciados que, an siendo correctos desde el punto de vista sintctico, resultan elusivos, elpticos o francamente incompresibles desde el punto de vista al que nos acostumbr la ideo-lgica identitaria (o an dialctica) para la cual el individuo es sustancia y la sociedad es positividad.

    De la lgica lacaniana entonces, su potica. Pero lo contrario tambin es cierto. Y es que esta potica obra, a la vez, como una fuente principal de la teora. Una teora convertida as en poetra o teorsa, si hemos de emular malamente las operaciones discursivas que le son propias. Sucede que estos juegos con/de los significantes son, sobre todo, recursos de una heurstica. Y lo mismo puede decirse de la presencia (constitutiva) del humor y la irona en este discurso terico. Ambos remiten en Lacan a esa tcnica del descubrimiento y la creacin. La heurstica es un arte antiguo y olvidado. Su etimologa indica con claridad la cruz, el cruce, que define su prctica: procedente del griego , significa hallar e inventar. Designa una serie de tcnicas de bsque-da y de experimentacin al tanteo, un mtodo conjetural para elaborar hiptesis de trabajo, tanto como un procedimiento audaz e informal de resolucin de problemas serios. Arqumedes en la baera y su legendaria expresin, eureka! (he hallado/he inventado).

    En la baera lacaniana, en su encrucijada heurstica, es decir, en la extraordinaria torsin de su escritura, la potica del neologismo sistemtico y el uso generalizado de la comicidad convergen con reflexiones tributarias