27 de febrero de 1989

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Jueves 27 de Febrero de 2014

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Reviva en imágenes lo ocurrido en Venezuela el 27 y 28 de Febrero de 1989 cuando el Presidente de entonces Carlos Andrés Pérez manda a asesinar a un pueblo que lo único que tenía era hambre

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Jueves 27 de Febrero de 2014

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Jueves 27 de Febrero de 20142 E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Néstor RiveroF/ Archivo COCaracas

El estallido popular de los días 27 y 28 de febrero de 1989 en Venezuela, y que

ha pasado a la historia bajo el nombre del Caracazo, se produ-ce como respuesta a la política fondomonetarista impuesta por el nuevo Gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien había asu-mido la Primera Magistratura de la República 25 días antes.

DÓLAR Y GLOBALIZACIÓNEl conjunto de hechos que

rodearon el estallido popular de 1989 debe ser examinado tanto en su dinámica interna como en la externa, puesto que si bien un pueblo insurge contra las decisiones de un Go-bierno que se había elegido con alto caudal de apoyo, el Carlos Andrés Pérez II, también ha-bía una visión de los centros del poder financiero e indus-trial de la globalización, con sus pretensiones hegemónicas sobre un conjunto de econo-mías del Tercer Mundo, cuya sumisión les garantizaba ma-teria prima barata y, a la vez, mercado para las manufac-turas y para la colocación de

préstamos que consagrasen el estatus de endeudamiento de los países periféricos.

Como uno de los anteceden-tes de la política que en los años 80 del siglo XX primó en el diseño de estrategias por parte del Fondo Monetario Interna-cional y el Banco Mundial y el GATT, se encuentra la necesi-dad de superar el debilitamien-to producido en la operatividad y circulación del dólar, el cual, a partir de 1972, quedó exclui-do de las obligaciones de sus-tentar en las reservas de oro la cantidad de billetes que podía emitir la Reserva Federal esta-dounidense. Esta decisión del mandatario estadounidense Richard Nixon se debió espe-cialmente al descalabro que re-presentó el financiamiento de la Guerra de Vietnam de más de 700 mil millones de dólares, monto únicamente superado por los de la Segunda Guerra Mundial. A ello le sigue la cri-sis financiera de México en la década de los 80 del siglo XX, bajo las presidencias de José López Portillo y Miguel de La Madrid, así como la Argentina en la que Carlos Menem asu-me la Primera Magistratura. En ambas naciones, situadas dentro del conglomerado lati-noamericano, los capitales es-

tadounidenses habían jugado fuerte y requerían asegurarse la completa liberalización de controles para incrementar el flujo y la expatriación de ga-nancias a favor de los sectores financieros y casas matrices.

DEUDA Y FMIResolver las insuficiencias

del dólar, moneda que ya no podía asegurar al poseedor de estos billetes la cantidad de oro que representaban, así como mantener el predominio de las corporaciones financieras e in-dustriales centradas en EEUU,

conlleva la disminución del Es-tado en su papel de regulador de los distintos procesos que inciden en la vida económica y social de los países.

Y este fue el cometido que trazó el FMI para nuestra re-gión: a partir del gigantesco endeudamiento adquirido des-de la década de los 70 por los go-biernos latinoamericanos –que solicitaron empréstitos para financiar proyectos al sector privado local, así como obras de infraestructura y solventar urgencias de carácter adminis-trativo–, el FMI se colocó en el

punto de formular exigencias perentorias en materia econó-mica a los gobiernos de países endeudados, so pena de cerrar nuevos empréstitos.

Así, gobernantes que care-cían de la vocación de impul-sar proyectos ciertos de in-dustrialización dentro de una visión de soberanía y desarro-llo endógeno, como tampoco voluntad para atender los re-clamos estructurales masivos de orden social, prefirieron pactar con los poderes inter-nacionales que se expresan a través del FMI y entregar las

Hoy se cumplen 25 años de El Caracazo

El estallido mostró la debilidad del neoliberalismopara ordenar la vida económica de las sociedadesLa alta oficialidad del ejército, por instrucciones del presidente Carlos Andrés Pérez, hizo salir a la tropa a la calle para disparar contra gruesos contingentes de la población

Foto portada: Moisés Peralta

Diseño y diagramación: Pablo Valduciel L.

Edición: Vanessa Davies, Judith Herrada, Eliécer Aché, José Brito, Miguel Hidalgo

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Jueves 27 de Febrero de 2014 3E D I C I Ó N E S P E C I A LJueves 27 de Febrero de 2014

potencialidades de desarrollo de sus países a las tenazas de las corporaciones, que reque-rían apertura completa y li-quidación de toda restricción estatal frente a la nueva colo-nización del continente.

NEOLIBERALISMO Y ESTADOSegún el sociólogo Alain

Touraine, la idea de globaliza-ción remite “a tres hechos: el libre comercio mundial; el des-equilibrio entre una economía mundial y los sistemas de con-trol político y social aún vincu-lados a los estados nacionales; y el aspecto cultural” (www.nodo50.org): Y el modelo de globalización, que en la Vene-zuela de 1989 desemboca en la protesta masiva del Caracazo, quedó plasmado en el Consen-so de Washington, elaborado por Williamson a finales de los años 80, y cuyos lineamientos se inscriben dentro de las doc-trinas de Milton Friedman. Y estos lineamientos, a la letra, contemplan la eliminación de barreras a las inversiones ex-tranjeras; la privatización, en-tendida como venta de cuanta empresa pública puede ofrecer

beneficios al sector privado; li-beración de las tasas de interés en toda negociación bancaria, así como del comercio inter-nacional y del tipo de cambio; desregulación de los mercados y redimensionamiento del lla-mado gasto social, entre otras medidas. Tal estrategia, que conlleva el apartamiento del Estado de la gestión económica, deja a la sociedad, tanto consu-midores como pequeños y me-dianos productores, a merced de las fuerzas concentradas de las corporaciones financieras, comerciales e industriales de la globalización.

De allí que sea conveniente recordar la conclusión a la que llega la investigadora Noelia F. Sola cuando afirma: “La lec-ción de la crisis es que la eco-nomía nunca puede sustituir a la política [5]. Esta concepción errónea llevó a que los gobier-nos dejaran todo en manos de las fuerzas del mercado” (www.nodo50.org). Y esta fuer-za del mercado, cuando consi-gue desligar al Estado de la ac-tividad económica al entregar este ámbito en su totalidad al sector privado –tal como suce-

dió en la Venezuela del paque-te neoliberal–, procede con un pragmatismo salvaje, extre-mo, apartando todo compro-miso o responsabilidad con la sociedad, con los trabajadores y con los consumidores que no redunde en la maximización de la ganancia.

FUENTEOVEJUNA¿Cómo caracterizar los acon-

tecimientos del 27 y el 28 de fe-brero de 1989? Nos permitimos sugerir que el huracán social, político y militar de ambos días debe ser examinado en dos fases: la revuelta sin pro-grama; y la arremetida fondo-monetarista.

Ciertamente la izquierda ve-nezolana no había logrado re-cuperarse de la derrota estraté-gica de la lucha armada, en los años 60 del siglo XX, contra los regímenes de Rómulo Betan-court y Raúl Leoni. El fraccio-namiento de la izquierda, que abarcaba factores radicales como otros de mayor modera-ción, no supo estudiar la Ve-nezuela urbana de las últimas tres décadas de dicho siglo. Tanto los núcleos subterráneos o marginados que se conecta-ban con la base social en los barrios de Caracas y otras ca-pitales, como las organizacio-nes con presencia institucio-nal, abandonaron la reflexión –y el reto de toda izquierda que pregona el socialismo– de es-trechar sus nexos con la masa popular, los trabajadores, el campesinado, los gremios, los desocupados, los profesionales de extracción humilde, amas de casa, estudiantes, residentes o pobladores y otras expresio-nes de la organicidad alterna-tiva del pueblo. Y lo más grave, se desatendió una de las claves de todo proceso emancipador en los países latinoamericanos: la dinámica interna de la Fuer-za Armada Nacional, sometida para entonces al bombardeo

ideológico y al discurso neoco-lonial de la Escuela de las Amé-ricas.

Este último descuido tendrá consecuencias que se manifes-tarán de modo trágico duran-te los sucesos de El Caracazo, cuando la alta oficialidad del ejército, por instrucciones del presidente Carlos Andrés Pérez, haga salir a la baja oficialidad y tropa a la calle para disparar contra gruesos contingentes de la población que, por dos días, se habían desenvuelto sin gen-darmería ni cuerpos pretoria-nos que les repeliesen en sus actuaciones.

¿Desapareció el Estado du-rante esos dos días en Cara-cas? ¿Se hizo justicia por sí mismo el pueblo humilde? Ha-bló mediante el acto nivelador de calle: la apropiación de una nevera, un televisor o lavadora de la tienda a la que se entraba en tumulto; o la media res que se tomaba de una carnicería o frigorífico de Quinta Crespo.

Tal como ha sugerido Pedro Trigo, fueron dos días en los que el pueblo colmó su sueño con un colchón nuevo, mal que al tercer día comenzaran las requisas militares que impu-sieron a punta de bayoneta la reimplantación del orden tra-dicional de restitución de los bienes expropiados barrio por barrio, callejón por callejón, casa por casa, apartamento por apartamento.

De un Gobierno presidido por Carlos Andrés Pérez, quien había sido fidelísimo ejecutor de las políticas de contrainsur-gencia del Pentágono durante los años 60 del siglo XX, no po-día esperarse que solicitase de los cuerpos de seguridad hacer retornar el “orden público” y hacer cesar los disturbios con respeto por los derechos huma-nos. No, al contrario: la orden fue sofocar a como diera lugar la revuelta, evitar que poten-ciara el germen de una verda-

dera insurrección que podía conducir al desplome de las autoridades y a la reconsidera-ción de su rol por contingentes de efectivos de la Fuerza Ar-mada Nacional. Ya dentro de esta, para 1989, como se supo el 4 de febrero de 1992, bullían núcleos que proclamaban la in-vocación del Libertador Simón Bolívar: “El destino del ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudada-nos!”, contenida en el Discurso al Congreso Constituyente de Bolivia de 1826. Para esos días, estas corrientes permanecían subterráneas, con escasa posi-bilidad de incidir sobre el rum-bo de la institución castrense; el grueso de la oficialidad de-bía cumplir como requisito de profesionalización para los as-censos y altos cargos las largas pasantías en centros militares estadounidenses, cuyos pro-gramas, además de técnicas y capacitación en uso de nuevos armamentos, contemplan un violento adoctrinamiento den-tro de las tesis de la seguridad nacional y la función de los ejércitos suramericanos como fuerza de contención y contra-insurgencia.

De allí que muchos de aque-llos oficiales de los años 80 –que habían recibido cursos de especialización en el Insti-tuto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Segu-ridad en la Zona del Canal de Panamá o en instalaciones de Florida– cuando recibieron las instrucciones de acabar con la revuelta no tuvieron repa-ro en soslayar la exhortación del Libertador y procedieron al aplastamiento, costase lo que costase en número de víc-timas. Enfrentamiento muy desigual, en el que uno de los contendientes se presentaba con tanquetas, fusilería y obe-diencia a cumplir una orden declaradamente criminal.

Ayer y hoy

El balance, a 25 años de los he-chos, debe hacerse en su doble perspectiva:

Aleccionador y triste de una parte, al constituirse en experien-cia de un pueblo abandonado por sus líderes y por quienes fijaban los programas políticos dentro de la Cuarta República, durante el lapso de represalias contra la po-blación más oscuro que recuerda la historia de Venezuela. Quizá, guardando las proporciones, con mayor carga de tragedia que la degollina ejecutada por Francisco Tomás Morales en la tercera ba-talla de Maturín durante la Guerra

a Muerte de 1814, por cuanto en 1989 se trataba de un régimen que proclamaba las formalidades del sistema democrático y se ate-nía a una Constitución que prohi-bía la pena de muerte.

Por otra parte, el aliento que brota de El Caracazo es innegable: la historia de Venezuela cambió a partir de entonces. Se precipitó la descomposición del modelo polí-tico puntofijista con la salida de CAP de la Presidencia tres años después, y se renuclearon y radi-calizaron los factores bolivarianos dentro de las Fuerzas Armadas de la época, con presencia abierta el 4 de febrero de 1992 y el 27 de noviembre del mismo año.

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Jueves 27 de Febrero de 20144 E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Manuel LópezF/ Héctor LozanoCaracas

Un Gobierno de corte neo-liberal en el país sería inviable, lo sacudiría de

una manera extrema y no se po-drían garantizar las condicio-nes mínimas de gobernabilidad. “El desenlace sería una guerra civil”, sentenció el diputado Je-sús Faría, al hacer una retros-pectiva sobre las condiciones sociales y económicas que pro-piciaron la rebelión popular del 27 de febrero de 1989 (27-F).

El diputado y dirigente del Partido Socialista Unido de Ve-nezuela (PSUV) está convencido de que las políticas del Consen-so de Washington no volverán a imponerse en Venezuela, por-que aquí hay un Gobierno revo-lucionario “con una concepción filosófica, una voluntad políti-ca, con identidad de clases y de intereses en defensa de los sec-tores populares”.

Las políticas neoliberales que aplicó el segundo Gobier-no de Carlos Andrés Pérez hace 25 años estaban conecta-das, según el economista, “al entreguismo de nuestros re-cursos naturales al capital in-

ternacional” y eso no es posi-ble replicarlo, por la madurez política del pueblo venezolano. “La permanencia de la Revolu-ción Bolivariana es la garantía de que las políticas del Fon-do Monetario Internacional (FMI) quedaron execradas por siempre de nuestra nación”, apuntó.

El parlamentario no es par-tidario de establecer paralelis-mos en la historia, porque cada momento tiene su contexto; por eso descartó las pretensiones de la oposición política de crear las condiciones para que se pro-duzca un estallido social al es-tilo de 1989.

“No es la primera vez que la derecha venezolana apuesta por un escenario de rebelión po-pular. Con la guerra económica han querido alterar el desempe-ño del país, han propiciado un ambiente de crisis que se tra-duzca en deterioro acelerado de la calidad de vida que conduzca

a una situación de ingobernabi-lidad”, planteó.

Como eso no prosperó, el di-rigente socialista de la parro-quia El Valle aseguró que los adversarios más radicales de derecha quisieron “acelerar la inestabilidad con las guarim-bas para provocar un estallido social”, pero no obtuvieron los resultados esperados.

“Se dieron cuenta de que es-tán completamente aislados y no tienen la fuerza para condu-cir a un gran movimiento de in-surrección contrarrevolucio-nario. Además, Venezuela no se encuentra en una profunda

crisis económica y social como hacen creer”, apuntó.

El drama de los adversarios de la Revolución Bolivariana es que no han podido estruc-turar un movimiento social que se nutra del descontento popular; por el contrario, sus acciones violentas les están propinando “enormes costos políticos”, aseveró el diputado socialista.

PROMESAS ENGAÑOSASPara Faría el 27 de febrero

de 1989 significó un punto de quiebre en la historia de Ve-nezuela. La revuelta popular fue una reacción al proceso de descomposición del sistema puntofijista y a las políticas económicas neoliberales del Consenso de Washington.

El pueblo de Guarenas y Ca-racas respondió con un estalli-do social a las promesas con las que Carlos Andrés Pérez ganó las elecciones presidenciales en 1988. “Su discurso demagó-gico lo favoreció con una vo-tación muy significativa, pero apenas se comenzaron a sentir los impactos de esas políticas sucede El Caracazo”, recordó.

Fue un movimiento descon-trolado y anarquizado, pero con “mucha rabia, con mucho rechazo hacia el poder institu-cionalizado del sistema punto-fijista”. No solamente se gene-ró una protesta sin dirección política, sino que tuvo una res-puesta sanguinaria por parte del Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

“Se puso en evidencia la hi-pocresía de la democracia libe-ral que estaba en franca des-composición moral y política. El poder burgués se ufanaba de amplias libertades, pero la verdad es que eran muy limi-tadas, quedando en evidencia su carácter represivo y fascis-ta”, sostuvo.

Todos los procesos históricos tienen una génesis que viene

Jesús Faría: Visión de un economista sobre el 27-F

Venezuela fue el primer país quese alzó contra las recetas del FMIEl diputado bolivariano asegura que el 27 de febrero de 1989 “se puso en evidencia la hipocresía de la democracia liberal”, ya que el poder se ufanaba de amplias libertades pero quedó al desnudo “su carácter represivo y fascista”

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mucho más allá de las causas inmediatas; por eso es necesa-rio evaluar los procesos desde una perspectiva histórica. En su criterio, los sucesos de 27-F también se deben ver a la luz de un modelo que se venía ago-tando de manera acelerada.

El proceso de deterioro de la calidad de vida de la población y el incremento de la pobreza eran muy significativos, auna-do a la descomposición moral, la corrupción y otras lacras que “erosionaban los funda-mentos morales y espirituales de la sociedad”.

Faría planteó que en ese mo-mento “existía una abierta des-confianza y un amplio rechazo al sistema político imperante, que no pudo ser disimulado con el resultado electoral, lo que evidenció una insostenibi-lidad de modelo dominante”.

ESE SISTEMA IMPLOSIONÓLa privatización de las em-

presas del Estado, la libera-ción de los precios, desregula-ción de los aranceles, recorte de gasto social, eliminación de subsidios y desmantelamiento de las conquistas sociales de las trabajadoras y de los traba-jadores propiciaron una implo-sión social en 1989, enumeró el economista.

El Caracazo fue una reac-ción a las políticas económi-cas del FMI. Venezuela fue el último país en aplicar estas medidas en América Latina y el primero en donde se produ-jo un levantamiento popular, hechos que movieron los ci-

mientos de la sociedad, acotó el parlamentario.

“La burguesía tiene un pro-yecto para nuestro país que se fundamenta en las políticas neoliberales del FMI. Esa es la realidad, aunque no hagan mucho esfuerzo para revelarla. Quieren revivir una época que llevó al pueblo venezolano a la pobreza y a la ingobernabili-dad”, insistió Faría.

“Si queremos conocer el ve-neno que se aplicó a la econo-mía venezolana en esa década, es necesario seguir los estragos que está causando en Europa”, aseguró el también vicepresi-dente de la Comisión de Finan-zas y Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional.

La política del FMI formaba parte de una estrategia globa-lizadora que imponía los crite-rios neoliberales de una mane-ra muy rigurosa. Se estableció para garantizar la capacidad de pago de la deuda externa, sin importar las consecuen-cias sociales. “Nuestra nación fue sometida a condiciones de sobreexplotación por parte del capital transnacional”, enfatizó el parlamentario.

El resultado de las políticas fue peor que la enfermedad, consideró el economista, ya que agravó los desequilibrios de las variables macroeconómicas: incrementó la inflación, la deu-da externa y el desempleo. Los equilibrios fiscales se pudieron enderezar pero a costa de una creciente y galopante pobreza, miseria y desigualdad social, concluyó.

T/ Manuel LópezF/ Héctor LozanoCaracas

Su gran popularidad cata-pultó a Carlos Andrés Pé-

rez (CAP) a la Presidencia por segunda vez en 1988. En su afán por congraciarse con las esferas del poder transnacio-nal y bajo los dictámenes de Washington, se rodeó de una tecnocracia formada en Esta-dos Unidos bajo el catecismo neoliberal, artífice del “pa-quetazo neoliberal”, como lo bautizó la prensa de entonces.

El programa de ajustes for-mulado bajo los dictámenes del Fondo Monetario Inter-nacional (FMI) se fundamen-taba en políticas de apertura económica que habían sido aplicadas en toda América Latina.

El paquete económico, como lo calificaron los me-dios de comunicación, o el gran viraje, como lo presen-taron los ministros de la eco-nomía de CAP en su segundo periodo de Gobierno (1989-1993), tenía como premisa fundamental restablecer los equilibrios de las variables macroeconómicas.

La piedra angular del gran viraje –diseñado por Miguel Rodríguez y Pedro Tinoco– fue la tasa de cambio. Después de casi 10 años de control, las distorsiones y la fuga de capi-tales fue tal que al equipo del Instituto de Estudios Superio-res de Administración (Iesa) no le quedó otra alternativa que aceptar las exigencias de la banca internacional, sos-tuvo el economista Miguel Ignacio Purroy en la revista

SIC (Seminario Interdiocesa-no de Caracas) número 513, de abril de 1989.

Purroy interpreta que, con la liberación del tipo de cam-bio, la tasa de inflación para ese año sería tal que “el costo social y político difícilmente pudiera ser absorbido por el actual sistema político vene-zolano. El plan de subsidios que obligatoriamente debería ser armado sería tan gigan-tesco y complicado que no se le vería viabilidad en el plazo breve en que necesitaría ser implementado”.

Pero fuera de todo pronós-tico, CAP siguió con el plan, con la guía de los denomina-dos “Iesa Boys”. Purroy con-sideró que la propuesta tenía profundas contradicciones, dentro de un esquema global de política económica, por-que estaban coexistiendo “el más puro librecambismo con el más recio populismo”.

RESTABLECER LOS EQUILIBRIOS

Desde la perspectiva de la teoría neoliberal, la econo-mía venezolana acumulaba, desde mediados de la década de los 70 hasta finales de los 80, una distorsión de los va-lores de los factores de pro-ducción y de los precios que generó gran inestabilidad.

Los ministros del Gabi-nete de CAP y los técnicos que participaron en la ela-boración del plan de ajustes le propusieron un plan de Gobierno fundamentado en la teoría económica clásica, con elementos de la escuela de Chicago, también deno-minada monetarista. Se es-grimieron propuestas que

habían sido aceptadas por los centros académicos y entes multilaterales dependientes de la banca internacional, lo que se conoció a principios de la década de los 90 como el Consenso de Washington.

En términos generales, el “paquete” comprendía la li-beración del tipo de cambio, reestructuración de la deuda externa, apertura del comer-cio exterior, transnacionali-zación del sistema financie-ro, equilibrio fiscal con una brusca reducción del gasto social, incremento del costo de los servicios públicos, pri-vatización de empresas públi-cas y la aplicación de progra-mas sociales dirigidos por el Banco Mundial y el Banco In-teramericano de Desarrollo.

BOMBOS Y PLATILLOSLas acciones incluían tam-

bién la liberación de los pre-cios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica; incremento gradual de las tarifas de ser-vicios públicos como teléfono, agua, electricidad y gas do-méstico, así como la sincera-ción general de precios de las empresas públicas. Además aumentó en 100% el costo de la gasolina.

Como medidas compensa-torias, además de los progra-mas sociales, el Presidente decretó un incremento del sa-lario mínimo a 4 mil bolíva-res en el área urbana y 2.500 bolívares en el área rural, a todas luces insuficiente para una inflación de 81%.

La reacción no se hizo espe-rar: los días 27 y 28 de febre-ro de 1989 un levantamiento social estalló en Guarenas y Caracas con fuertes repercu-siones en todo el país. CAP respondió con represión.

Cifras oficiales hablan de 276 muertos, pero extra-oficialmente se calcularon muchas más. “Un auténtico paquete para los sectores medios empobrecidos de Ve-nezuela. No hay que ser muy sagaz para prever las con-secuencias sociales de estas medidas: acentuación de la pobreza y la agudización de las ya escandalosas diferen-cias sociales en el país”, sen-tenció el editorial de SIC de enero-febrero de 1989.

Este fue un preludio de la insurrección del 4 de febrero de 1992 y la del 27 de noviem-bre del mismo año. Posterior-mente, en 1992, el Mandatario fue destituido. La democracia representativa había firmado su partida de defunción.

Las propuestas de los “Iesa Boys” aceleraron la crisis

CAP se doblegó ante la banca mundialen contra de los intereses del pueblo

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Jueves 27 de Febrero de 20146 E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Nancy MastronardiF/ Héctor Lozano y Archivo COCaracas

Eliézer Otaiza, mayor del Ejército y presidente del Concejo Municipal de Li-

bertador, está convencido de que en Venezuela nunca se producirá en Venezuela una masacre como la que se regis-tró durante El Caracazo, cuan-do –durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP)– las entonces Fuerzas Armadas dispararon contra el pueblo.

Otaiza aseguró que el líder de la Revolución Bolivariana, comandante Hugo Chávez, hizo una transformación total del sector. “Ahora hay moral en la Fuerza Armada. Chávez res-cató la moral, Chávez rescató el pensamiento bolivariano”, sen-tenció. Una de las transforma-ciones es que se cambió la doc-trina militar estadounidense.

“Rescató la moral y la histo-ria revolucionaria de la inde-pendencia. Ya no son los solda-dos represores del 27 de febrero. No venimos a conquistar sino a dar libertad, ese es nuestro principio fundamental”.

–¿Están dadas las condi-ciones para que se repita en el país un Caracazo?

–No, nunca. Fíjate, ya hu-biese explotado hace mucho tiempo, porque, sin duda algu-na, en esta guerra económica han saqueado al pueblo. Los productores, los comerciantes, la mayoría de los burgueses

se han dedicado justamente a crear las condiciones para ex-plotar al pueblo.

Pero, añade, con la infraes-tructura de los Mercal y los Pdval, entre otras, se “han ori-ginado unas condiciones total-mente diferentes”.

EN VALENCIAAntes del 27–F, Otaiza se

encontraba en la Brigada Blindada de Valencia. Era subteniente y comandante de la compañía de sanidad y lo-gística. En esos días estaban preparando maniobras milita-res con los tanques de guerra, “y yo acababa de entregar el taller de mantenimiento de los tanques de guerra”.

En esos días “vimos por la prensa el malestar, manifes-taciones, estudiantes recla-mando reivindicaciones. Veías en la prensa el malestar, pero sobre todo sentías el reflejo en la tropa, porque nuestros sol-dados son del pueblo y venían demandando sus realidades familiares”.

Antes de El Caracazo “los soldados se iban, se escapa-ban de los cuarteles porque no tenían cómo mantenerse, ni cómo mantener a su familia”, resaltó Otaiza. “Los soldados se iban por su realidad social. Eran pobres, ellos estaban en el cuartel y sus familias en lugares apartados. Muchos de ellos se iban por eso, acuérda-te que antes había la recluta”, relató.

En tiempos de la Cuarta República, los militares eran utilizados para labores do-mésticas de los efectivos de alto rango. Las mujeres de los generales también daban órde-nes a los soldados: “El comité de damas era una figura terri-ble”, rememoró.

Otaiza resaltó que las espo-sas de los oficiales, sobre todo de los jefes, prácticamente te-nían un comando, mandaban a

los oficiales a arreglar su casa, “a hacer de civiles en la calle para sus fundaciones, a arre-glar los colegios donde estu-diaban los hijos de ellas. Eran cosas que molestaban; incluso teníamos que ser escoltas de ellas”.

A todo esto se sumaba que los tanques de guerra estaban inoperativos “por corrupción; la mayoría, falta de mante-nimiento. Las piezas que se compraron para reparar esos vehículos estaban en el puerto y no las habían sacado por co-rrupción”.

En el año 1987, cuando se generó la crisis del Caldas, la corbeta colombiana que ingre-só de manera ilegal en aguas venezolanas, “tuvimos que arreglar los tanques con re-puestos que se consiguen en el mercado”.

Otaiza y otros de sus compa-ñeros tenían que “parir” los materiales para reparar los vehículos, para mantener las instalaciones. “Esa situación te pegaba incluso en el bolsillo, porque tú tenías que poner de tu dinero para reparar cosas”.

“UNA REBELIÓN EN MARCHA”“Nosotros teníamos reunio-

nes en las que discutíamos lo que estaba pasando en el país y cuál debía ser nuestro rol. Sobre todo, teníamos un grupo de oficiales generales que uno los veía todo el tiempo con el poder político y los veía como responsables” de la situación del país.

Otaiza nunca olvida una re-unión que hizo el hoy presiden-te de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, cuando era subteniente y compañero de su promoción. “Hablábamos de una rebelión, cuándo iba a ser la rebelión. Eso fue en el año 1987, 1988; ya estábamos noso-tros con esa inquietud”, dijo.

Un grupo de efectivos de las Fuerzas Armadas ya evalua-

Eliézer Otaiza: La visión de un soldado sobre el 27-F

La orden era “dispararal aire de los pulmones”El hoy presidente del Concejo Municipal de Caracas era subteniente cuando estalló la rebelión popular hace 25 años. Recuerda que muchos soldados se negaron a arremeter contra el pueblo, y rememora que, en Valencia, “nosotros recogimos camiones y camiones llenos de muertos”

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Jueves 27 de Febrero de 2014 7E D I C I Ó N E S P E C I A L

ba la posibilidad de rebelarse contra el sistema establecido.

“¿Por qué nosotros pudimos percibir ese malestar? Porque nosotros teníamos a un (Hugo) Chávez que nos formó en la Academia. Chávez nos enseñó muchas cosas: nos formó sobre Bolívar, en la estructura admi-nistrativa, pero también en la Revolución. Chávez fue el gran tutor de eso”, recordó. Haber tenido a Chávez como maestro “fue muy importante para no-sotros; por eso teníamos esa ac-titud crítica y el conocimiento”.

El Caracazo, aseveró, fue el punto de partida de la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, liderada por Chávez.

LAS ÓRDENES“Recuerdo la orden del 27

de febrero. Cuando vimos por televisión toda aquella situación estábamos nosotros sorprendidos, porque muchos de nosotros ya nos habíamos reunido por este malestar que

había en la calle y en los cuar-teles”, rememoró.

–¿Cómo llega la noticia de una rebelión popular en Ca-racas a la Brigada Blindada de Valencia?

–Primero me enteré porque llegaron radiogramas, infor-mación de urgencia con lo que estaba pasando en Guarenas. Luego llega al Nuevo Circo, y de allí es que se expande la no-ticia para todos lados. Después nos enteramos por los medios de comunicación.

En la televisión “uno empezó a ver los saqueos. Pero mientras veíamos los saqueos, ya en el sur de Valencia estaba todo, ya en Valencia había reventado”.

A las 2:00 pm del 27 de febre-ro de 1989 le dieron la orden de salir a la calle. “La orden es disparar al aire y contener a la gente; así, de frente. Nos reúnen, nosotros no tenemos equipos antimotines, no tene-mos equipos especiales, sim-plemente tenemos fusiles de guerra y camiones”.

Y así los envían a la calle a “aguantar a la gente”, expuso el dirigente bolivariano. Re-lató que muchos ciudadanos comenzaron a disparar con-tra los efectivos militares y policiales: “Nos quitaban las armas, nos golpeaban, nos ha-cían de todo”.

Luego, a las 6:00 pm, la orden del gobierno de CAP y el alto mando militar cambió. “Nos reúnen de emergencia y la or-den ya no es disparar al aire, sino disparar al aire de los pulmones. Nunca se me olvida eso. Nos dicen: ‘Ahora estamos en otra situación, y ahora es que al que agarren lo matan”.

–¿Cómo recibió usted esa orden?

–Con miedo. Primero, con miedo, porque yo era un mu-chacho, y por más que yo era un combatiente, ya me habían disparado. Además, los solda-dos eran del pueblo.

Comentó que muchos sol-dados se negaron a disparar contra el pueblo: “Tú los escu-chabas murmurando, hacían barricadas pero no dispara-ban a la gente, y nos veían a nosotros como culpables de lo que estaba pasando”.

Sin embargo, mencionó que “unos cuantos cumplieron la orden”. Recordó Otaiza que la represión fue tan brutal que el alto mando ordenó sacar a la calle los tanques de guerra oruga al sur de Valencia, que no son para la ciudad.

El 28 de febrero en la mañana “nosotros recogimos camiones y camiones llenos de muertos. Y cuando empezamos a llegar al hospital, vimos todos los pasillos del hospital llenos de cadáveres”.

Otaiza ratificó que los poli-cías también comenzaron a sa-quear y “la gente los agarraba y hacía su propia justicia”.

En ese contexto “yo tuve que convertirme en un líder, por-que primero comandaba a tro-pas que estaban sensibles por la situación y había tropa que sí estaba disparando”.

AJUSTE DE CUENTASEn esa primera fase de con-

trol, de tratar de contener a la población, a los jefes de tropa les entregaron una lista con nombres de presuntos guerri-lleros que debían buscar y cap-turar. “Esa orden nos la da in-teligencia militar de la brigada, y empezamos a buscar gente”.

Otaiza empieza averiguar de dónde sale esa lista y descubre que los nombres de personas a capturar salen de la hoy ex-tinta Dirección General de los Servicios de Inteligencia y Pre-vención (Disip). “No eran gue-rrilleros; eran delincuentes que jugaban al 60–40; es decir, 60% le quedaba a la policía y 40% al delincuente. Como éste no le pagaba al policía, nos die-ron listas para hacer ajustes de cuentas”.

Esa “fue una de las cosas que me traumatizó; eso me dejó a mí marcado y me indignó. Todo eso era como una cosa loca para mí”.

El 20 de marzo de 1989 a Otai-za lo sancionaron por detener a un concejal (Jesús Pérez–AD) por estar armado en la avenida Bolívar de Valencia. “Él andaba armado, poniendo orden en la avenida Bolívar, y andaba con sus escoltas y dis-paraba a la gente que había en la calle”.

Explicó con detalle: “Cuan-do yo lo detengo él tiene un sal-voconducto, pero yo le dije: ‘Un

salvoconducto no es para que usted le dispare a la gente; es más, usted es una autoridad”.

Así, insiste, “yo estaba in-dignado con todo lo que había pasado: muertos, sin comer, sin dormir. Cuando llego a mi batallón me están esperando para meterme preso por viola-ción a los derechos humanos, sí, porque me metí con esos dos chivos (jefes)”, dijo.

Todo lo vivido en estos me-ses le dejó algo muy claro a Otaiza: “Había que hacer una rebelión; ya yo estaba clarito en que aquí íbamos para todo cuando yo vi tanta sangre, re-presión, saqueos”.

“YO NO FUI,YO NO LO CONOZCO”

A dos meses del Caracazo, aproximadamente, comien-zas las investigaciones por las violaciones a los derechos humanos.

Muchos militares y efectivos policiales eran llamados para observar las fotos de personas fallecidas y así poder identifi-carlos. “Nos dijeron que cuan-do viéramos al muerto debía-mos decir: ‘Yo no fui, yo no lo conozco, yo no vi nada, yo no estuve ahí”.

“Los militares no nos vimos como culpables, pero sí como cómplices. Yo me siento culpa-ble del 27 de febrero, de la tra-gedia en sí misma; no del pa-quetazo, yo no tengo nada que ver con eso. Pero ciertamente fue una tragedia horrible, y aunque yo no disparé contra la gente, me siento tan culpa-ble como aquel que se metió a disparar. Es como un pecado moral”, comentó.

Un golpe al bolsillo

Aunque el paquete neoliberal de Carlos Andrés Pérez fue vendido “con bombos y platillos, la rea-lidad fue que trajo un saqueo al bolsillo de todo el mundo, y eso incluía a los soldados”, refiere Eliézer Otaiza.

Cuando era subteniente, Otai-za intentó comprar una casa. “Y con las medidas de CAP la casa aumentó como 400 veces, de un solo golpe. Yo di la inicial y tuve que retirarla, no pude comprar la casa”.

Otaiza, nacido en Valencia, vivió la realidad social que lo rodeaba: hambre, delincuencia, drogas, crímenes. “Yo tenía edu-cación privada, unos padres que me daban carne todos los días, viajaba, pero al mismo tiempo era sensible a la realidad social”, destacó.

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Jueves 27 de Febrero de 20148 E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Leida MedinaF/ Héctor Lozano y Archivo COCaracas

Fueron varios los factores que detonaron la protesta social o el sacudón social

conocido como El Caracazo. Pero a juicio del reportero grá-fico y exdiputado Francisco So-lórzano, “Frasso”, un elemento determinante es “que el pueblo exigía una mayor participa-ción e inclusión. Está prohibi-do olvidar a los mártires del 27 de febrero”.

En el año 1989 Solórzano se desempeñaba profesionalmen-te en el diario El Nacional.

Al remontarse al momento de los hechos del Caracazo, Frasso recordó el título de la obra del dramaturgo José Ig-nacio Cabrujas: El día que baja-ron los cerros, ya que “el pueblo salió a enfrentarse a una serie de medidas económicas; entre otras, el aumento del precio de la gasolina en 0,25 céntimos, y otras medidas que incidían en la economía de la gente, por-que en ningún momento se ha-bló de aumento salarial”.

A su juicio, los hechos vio-lentos en Caracas comenzaron en el Terminal de Nuevo Circo:

“La gente que se dirigía hacia Guarenas –donde había empe-zado la cuestión bien tempra-no– quedó represada. Ese fue el génesis de una implosión después de 40 años de una de-mocracia representativa, para lograr una democracia partici-pativa. Allí fue el quiebre”.

IMÁGENES PARA NO OLVIDARAquel 27 de febrero el repor-

tero salió del diario a cumplir con su pauta periodística y le correspondió efectuar las foto-grafías de los sucesos ocurri-dos en la avenida Bolívar en el centro de Caracas: “Algunas fotos son muy conocidas, como la que muestra un autobús quemándose. También una de las cosas que recuerdo es un hecho ocurrido en el barrio 19 de Abril, en Petare, después de la suspensión de las garantías constitucionales, del toque de queda, que se dio a conocer cerca de las 11:00 am”.

En ese momento “estábamos Humberto Álvarez y yo en el barrio 19 de Abril, en Petare, donde un grupo de jóvenes em-pezó a bajar cantando el Himno Nacional, y el Grupo Especial Ceta de la Policía Metropoli-tana de ese entonces empezó a dispararles a discreción, pero

además a matar. Allí vi morir a más 19 venezolanos”.

Frasso rememora que “un muchacho de 17 o 18 años lan-zó su última expiración en-frente de mí. Esa es la foto del motorizado, cabalgando con la muerte; al muchacho muerto lo llevaron sus amigos detrás de una patrulla. La foto la hice detrás de un carro de perros calientes; era el único resguar-do que teníamos allí”.

Durante la trágica jornada, recordó que de un lado dispa-raba el grupo policial y por el otro él disparaba su cámara

fotográfica: “Logré que esas fotografías y otras imágenes sirvieran, como han servido durante 25 años, para que esos hechos no pasen al olvido. Que no se olvide cómo una política neoliberal puede masacrar a un pueblo. En ese momento ya se había matado a más de 2 mil venezolanos”.

El reportero gráfico hace re-ferencia a otra foto, en la cual se observa a un muchacho he-rido que es trasladado en una red por cuatro o cinco hombres: “Esa fotografía me impresiona mucho”. También lo impactó la

imagen captada en Petare, don-de registra a una señora que lloraba porque habían matado de un tiro en la cabeza a su hijo de 14 años, quien no sabía qué era un toque de queda.

“Ella me decía: ‘¿Qué pasa-rá si esto vuelve a suceder y la que está armada soy yo?’. Era su manera de expresar cómo vengaría la muerte de su hijo. Es algo muy fuerte. Después a mí me tocó hacer unos repor-tajes con la periodista Eliza-beth Araujo, y entonces vino el dolor. Eso era muy duro y triste, porque nos encontra-

Francisco Solórzano: La visión de un fotógrafo sobre el 27-F

Las fotos lograron “que no se olvide cómo unapolítica neoliberal puede masacrar a un pueblo”El reportero gráfico, reconocido internacionalmente por su trabajo sobre El Caracazo, recuerda que solo en el barrio 19 de Abril de Petare vio morir “a más de 19 venezolanos” por la acción del Grupo Ceta de la Policía Metropolitana

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Jueves 27 de Febrero de 2014 9E D I C I Ó N E S P E C I A L

mos con casos de personas que fueron vilmente asesina-das”, añadió.

CIFRAS INCIERTASEl exparlamentario asegu-

ró que son inciertas las cifras reales de muertos a conse-cuencia de esos hechos, porque el Gobierno de Carlos Andrés Pérez ocultó información en este sentido: “Además, tam-bién hubo muchos desapare-cidos. Todavía es incierta a pesar de todo lo que nos costó sacar a esa gente de las tumbas colectivas o las fosas comunes. Son muertos que están allí aún sin identificar en el Cemente-rio General del Sur; 25 años después todavía tenemos esa deuda”.

El 28 de febrero de 1989 el Gobierno de turno ya había decretado el toque de queda, y Frasso se encontraba de nuevo en el barrio 19 de Abril para cumplir con su pauta perio-dística: “Yo le dije a un policía: ‘¿Hasta cuándo disparas? Y el tipo volteó el revólver hacia mí y me preguntó: ‘¿Te pasa algo?’. Yo le respondí que no pasaba nada, porque si seguía recla-mándole tal vez no estuviera hablando contigo”.

En su criterio, en esos mo-mentos el pueblo estaba gri-tando libertad: “Era un pue-blo que cantaba el Himno Nacional o tiraba una piedra y al que le echaban plomo, lo mataban. Así era de genocida y de fascista la Policía Metro-politana de aquel entonces; también es fascista la actitud actual de mucha gente ante la protesta en algunos sitios de Caracas”.

Enfatizó que cuando tomó aquellas fotos vio “cómo aque-lla situación de políticas neo-liberales se estaba desmoro-nando, porque el pueblo estaba contra lo establecido”.

Solórzano afirmó que el pueblo hoy “va a salir a rei-vindicar a esos mártires el 27 de febrero. Para mí son unos mártires, porque aún quedan impunes esas muertes. Toda-vía hay la deuda de algunos desaparecidos”.

Comentó que recientemente se encontraba en un restau-rante y “pasó frente a mí nada más y nada menos que Ítalo del Valle Alliegro (ministro de la Defensa en la época), quien es el responsable de esa matanza, porque fue él quien trasladó al Ejército. Trajo a mucho mu-chacho a Caracas que no sabía que venía a matar a su pueblo en distintas zonas. Esto es muy importante para la reflexión 25 años después”.

Luego de que pasaron los hechos, a finales de ese mismo

año, 1989, Solórzano ganó el Premio Internacional Rey de España de Fotografía por las imágenes que tomó durante El Caracazo.

TODO EMPEZÓ EN EL NUEVO CIRCO

El 27-F representa el quiebre entre los dos tipos de democra-cia, y punto de partida de los procesos posteriores, como el del 4 de febrero de 1992, el 27 de noviembre de 1992 y la elec-ción de Hugo Chávez como pre-sidente de la República: “Son más de 14 años de proceso y convicción revolucionaria, y de mayor inclusión y partici-pación del pueblo”.

Agregó que aquel 27 de fe-brero fue, en definitiva, conse-cuencia “de todo ese desprecio que históricamente la derecha venezolana tenía y tiene contra el pueblo venezolano. Fueron 40 años en los que la gente sa-lía nada más para votar, pero

no le daban otra participación. No le justificaban nada a ese pueblo que los había elegido”.

Solórzano enfatizó que fue el presidente Hugo Chávez quien despertó al pueblo. “Tú te acer-cas actualmente a cualquier venezolano y le preguntas por la Constitución Nacional, y se-guro que tiene una en el bolsi-llo. Ahora conoce sus deberes y derechos y lo que tiene que defender”.

Al comparar los hechos del 27 de febrero de 1989 y los acontecimientos del pasado 12 de febrero de 2014, el reporte-ro gráfico fue muy contunden-te: “Son totalmente distintos. Aquí hay mucho fascismo. El fascismo está realmente con-tra el pueblo que está gober-nando, contra el pueblo que a partir del 27 de febrero salió a rescatar los derechos funda-mentales de una democracia y mayor participación. Ese pueblo salió a exigir mayores

servicios que beneficien a las comunidades”.

En ese sentido, expresó que “la historia es larga con res-pecto a esto. Actualmente hay mayor voluntad política de ser-vicio hacia la gente. Además hay Barrio Adentro, cero anal-fabetismo, Consejos Comuna-les y se elige todo. Tenemos una Constitución Nacional que prevé hasta referéndum contra los que han sido electos mediante el voto popular”.

Reiteró que entre ambos momentos históricos “no hay nada parecido, porque actual-mente el pueblo venezolano tiene sus derechos y va a de-fender esa democracia. En aquel momento el pueblo re-clamaba sus derechos, por eso se lo reprimió de esa manera. No se le consultaba nada; aho-rita se le consulta todo en rela-ción a los hechos importantes de la vida y sobre los cambios sociales”.

“Retrate la historia”

Como anécdota, Francisco Soló-rzano comentó que en 1989 los reporteros gráficos no contaban con la tecnología actual de las cá-maras digitales. En un momento de la mañana se le acabaron los rollos fotográficos: “Cuando se acabaron los rollos, estaba para-do frente al Cuerpo de Bomberos. Yo llamé a un motorizado que es-taba allí en el sitio. Le entregué un papelito y le dije: ‘Mire, vaya a El Nacional y busque a José Sardá y le dice que nos mande rollos para mí y para el fotógrafo Tom Grillo”.

Añadió que, a pesar de la falta del material fotográfico, Grillo y él comenzaron a caminar hacia la avenida Bolívar. “El motorizado nos ubicó, nos entregó los rollos y me dijo: ‘Retrate la historia’. Yo me quedé sorprendido, porque pensé que nunca iba a llegar; yo tiré ese zarpazo a ver qué pasaba. Fue a El Nacional y le entregaron los rollos, que compartí con mi compañero de trabajo, Tom Gri-llo, quien también hizo muy bue-nas fotos del Caracazo”.

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Jueves 27 de Febrero de 201410 E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Jeylú PeredaF/ María Isabel Batista y Archivo COCaracas

Hambre, miseria, exclusión, represión, masacre y neo-liberalismo son las pala-

bras con las que el pueblo, que vivió El Caracazo, recuerda y desmarca aquella época de la realidad actual de Venezuela.

Miles de muertos, heridos y desaparecidos invaden la memoria de los testigos y víc-timas del 27 de febrero de 1989 (27-F). “Uno caminaba entre cadáveres”, recordó Igor Luen-go, militante revolucionario de la parroquia 23 de Enero en Caracas, mientras señalaba la plaza del Rincón del Taxista como uno de los lugares don-de se apostó una tanqueta del ejército a disparar contra los bloques residenciales de esta comunidad.

El “paquetazo” económico del Gobierno del expresiden-te Carlos Andrés Pérez es la causa inmediata señalada por todas y todos. Sin embargo, el comandante Hugo Chávez fue aún más preciso y sentenció al capitalismo.

“La máquina de producir po-bres se llama capitalismo y esa fue la causa fundamental de la

rebelión popular del 27 de fe-brero; la miseria, la exclusión”, expresó Chávez en el año 2011 durante la conmemoración de los 22 años de El Caracazo.

La documentalista Liliane Blaser es una de las investi-

gadoras que siguió la pista de las víctimas de este suceso. En su obra Febrero 27 asegu-ra: “Fui con la gente que su-frió las balas, la represión y que aún se acercan para con-tar que les mataron a sus se-res queridos”.

Más que recordar las miles de muertes, Blaser dice que lo más importante de conmemo-rar esta fecha es analizar las causas y tratar de mantener-las frescas en la memoria para no repetirlas.

“En 25 años todo ha cambia-do mucho. A pesar de que la oposición en las calles trata de mostrar que todo sigue igual, hay diferencias cuantitativas y cualitativas con respecto a ese pasado”, sostiene Blaser. Está convencida de que el pueblo ha madurado mucho en todo este tiempo, sobre todo en cuanto a la defensa de los derechos hu-manos.

Reconoció que aún falta mu-cho por hacer “porque la deu-da social y política era muy

grande, pero creo que estamos caminando hacia eso”.

LO VIVIDO Y LO GANADOBlaser hizo énfasis en man-

tener presente lo vivido, en especial la forma en la que se portaban los gobernantes de entonces, que “mandaron a masacrar a tanta gente”. Asimismo, cree fundamental reconocer lo que el pueblo ha ganado para poder seguir lu-chando por las reivindicacio-nes pendientes.

Mediante su investigación audiovisual Blaser destaca tres elementos centrales de El Caracazo. El primero de ellos fue la reacción del pue-blo: “Fue desordenada y hacia los enemigos más cercanos y no al sistema… Ahora se está consciente de que es el sistema el problema; hubo un salto de conciencia”.

El segundo elemento fueron las reacciones del Gobierno: “Había una poblada enorme que estaba desarmada y la ac-ción del Gobierno de entonces fue atacarla”. Por último, Bla-ser señaló la conciencia de los medios de comunicación: “A la mayoría de la gente la conven-cieron de que el pueblo había actuado mal”.

CINCO DÍAS DE REPRESIÓN EN EL 23 DE ENERO

“Soy un expreso político del 27 de febrero de 1989”, es la introducción de Luengo sobre su experiencia durante El Ca-racazo, además de recordar que para la parroquia del 23 de Enero no fue un solo día: fue-ron cinco días de represión.

“Una oligarquía de vendepa-trias masacraron a un pueblo desarmado, sumido en la mi-seria, que no le quedó más que llorar a sus muertos en más miseria”.

Recuerda que, para enton-ces, la ciudad estaba colapsa-da: “Otros recuerdos me dan

Lilian Blaser, Igor Luengo, Alfredo González y Luis Istúriz: otra mirada sobre el 27-F

El Gobierno atacó a una pobladaenorme “que estaba desarmada”“Nos llevaron secuestrados, sin garantías; nos torturaron y al mes nos llevaron al Cuartel de San Carlos para ponernos como chivos expiatorios de una explosión social que fue espontánea”, rememora Luengo

Liliane Blaser

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Jueves 27 de Febrero de 2014 11E D I C I Ó N E S P E C I A L

nostalgia y prefiero no hablar de ello porque fueron momen-tos de tortura muy cruel”. Ex-plicó que el Gobierno de Pérez ordenó su detención junto con otros 10 compañeros de la pa-rroquia; entre ellos, el militan-te Sergio Rodríguez.

“Nos llevaron secuestrados, sin garantías; nos torturaron y al mes nos llevaron al Cuar-tel de San Carlos para poner-nos como chivos expiatorios de una explosión social que fue espontánea”.

Al igual que Luengo, Alfredo González, también militante revolucionario del 23 de Enero,

destaca que la represión de los cuerpos de seguridad “fue bru-tal”: “Acabaron con todos los bloques por la sencilla razón de que la gente salió a la calle por-que el Gobierno nos tenía sin comida y una miseria enorme”.

El Pacto de Punto Fijo es se-ñalado por estos revoluciona-rios como el punto de partida de muchas injusticias sociales: “Aún estamos luchando para hacer justicia, pero con un sis-tema más humanista”.

Como víctima de la violación de derechos humanos, asegura que “aquí ya no hay represión. La Revolución ha avanzado en

todos los sentidos… En 1989 aquí hubo allanamientos, ex-cesos, muchos asesinatos y na-die nos ayudó, pero la parro-quia resistió”.

Luis Istúriz, habitante de la parroquia, también negó que actualmente el pueblo venezo-lano no tenga oportunidades para una alimentación estable:

“Aquí el pueblo no pasa hambre como en la Cuarta República: aquí todos comemos las tres ve-ces al día y en la Cuarta se co-mía una sola vez y con suerte”.

Con este argumento, deses-timó la reedición de un Cara-cazo, pero “sí denunciamos la guarimba que tienen los de la oposición con los alimentos,

porque si no el pueblo va a po-ner orden”.

Está convencido de que el camino que espera transitar tanto su parroquia como todo el país es el de la paz y más Re-volución; no obstante, aseveró que “si el imperio quiere gue-rra, aquí estamos preparados para defender a la patria”.

Guarenas: el epicentroHoy el terminal de pasajeros de Guarenas luce tranquilo; el pueblo lo usa en la cotidianidad y los con-ductores conversan mientras es-peran su turno. Sin embargo, hace exactamente 25 años el escenario era totalmente distinto, y este pe-queño puerto terrestre se convirtió en el epicentro social de los suce-sos del 27 de febrero de 1989.

“Yo estaba esperando para car-gar y vi cómo venía una estampi-da de gente enfurecida y estalló la violencia”, recuerda el señor José Perales, quien fue testigo de la in-surrección popular que despertó en Guarenas.

“No puedo olvidarlo, nunca ha-bía visto al pueblo tan bravo”, na-rra, además de explicar que todo fue generado por el aumento del pasaje derivado de las medidas

económicas del expresindente Carlos Andrés Pérez.

Asegura que el exmandatario “nos descontroló todo con los precios y la gente vino en un mo-mento de rabia pa’ la calle… Yo los entendía porque todos está-bamos en las mismas”.

Todo aumentó, menos el sala-rio, recuerda Perales, quien con-sidera que “ahorita hay gente que de verdad está desubicada cuan-do dicen que antes era mejor… Aquí todos vivimos lo difíciles que fueron esos gobiernos para los pobres”.

Algunas unidades de trans-porte fueron incendiadas entre la rabia de un pueblo “que venía molesto desde varios días. Eso no fue de la noche a la mañana; la cosa estaba caldeada… Por eso yo siempre digo que fue con la Revolución que vimos luz”.

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Jueves 27 de Febrero de 201412 E D I C I Ó N E S P E C I A LPublicidad