250 aniversario del real colegio de artillería: calendario de eventos
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250 aniversario del Real Colegio de Artillería: Calendario de Eventos. 250 años de innovación.TRANSCRIPT
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Diseño grá�co y maquetación: Jorge Guinaldo Isabel
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La celebración del 250 aniversario del Real Colegio de Artillería trasciende al centro de
enseñanza, a la ciudad de Segovia y a la misma Artillería. Mucho se ha escrito y hablado sobre su
vinculación con la ciencia y la tecnología, no sólo en el ámbito de la Artillería sino en el conjunto del
Ejército y de la sociedad a la que siempre ha servido. Interesa ahora resaltar la enseñanza de valores y
actitudes, como la lealtad, espíritu de servicio y entrega, de los que el Real Colegio siempre hizo gala
pero que, tal vez por lo brillante de la faceta cientí�ca, han quedado ensombrecidos. Ciencia y
tecnología cambian permanentemente, los valores morales inculcados permanecen inalterables como
sólida base a partir de la cual formar y especializar al Artillero.
Desde su origen, en el reinado de Carlos III y a iniciativa de Don Félix de Gazola, Conde de Gazola,
su primer Jefe de Estudios, el Padre Antonio Eximeno, sacerdote jesuita, gran músico y
matemático, pronunció su famoso discurso de inauguración el 16 de mayo de 1764, titulándolo
“Oración sobre la necesidad de la teoría para desempeñar en la práctica el servicio de S.M.”.
La lección inaugural constituye un contundente discurso sobre las cualidades del líder. Sin embargo,
conviene en este caso citar las palabras �nales de su discurso, por cuanto su interpretación supone la
verdadera esencia que tuvo, tiene y tendrá el Real Colegio: “Por lo que a mi toca, para desempeñar
esta obligación que me impone le religión, la patria, y la que S.M. se ha dignado imponerme de profesor
primario de esta Real Academia, no perdonaré trabajo ni vigilia alguna; moriré gustoso empuñando
la pluma para enseñar a mis discípulos a morir con la espada en la mano”.
Teniente General Excmo. Sr. D. Jesús Fernández Asensio
2º Jefe de Estado Mayor del Ejército
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El nombre de Segovia, sin duda alguna, está ligado a la Academia de Artillería, al Real Colegio de Artillería
en su antigua denominación. Desde 1764 el Alcázar de Segovia y el antiguo Convento de San Francisco
han sido sus sedes o�ciales, convirtiéndose -seguramente- en el centro de enseñanza militar en activo
más antiguo del mundo, estando ubicado, además, en uno de los edi�cios más simbólicos y céntricos de
Segovia, residiendo en el corazón de la ciudad.
Los segovianos se sienten orgullosos de que tan alta institución militar vaya ligada a la Historia de nuestra
ciudad porque pocas instituciones pueden presumir de haber tenido su sede en el mismo lugar durante
tantos años.
Hasta la fecha han sido más de trescientas las promociones que, con sus respectivos alumnos
provenientes de diferentes partes de nuestra geografía, han pasado por esta Academia y, desde hace más
de sesenta años, la ciudad, a través de su Ayuntamiento, nombra “Segovianos Honorarios” a los cadetes
que culminan su etapa formativa reforzando los lazos que unen a Segovia con este centro de enseñanza.
Y es que los alumnos que se forman en esta Academia de Artillería son el mejor exponente de la tradición
ilustrada que desde Carlos III enorgullece a la sociedad española y muestra el humanismo formado en los
valores democráticos de un Estado de Derecho.
Por tanto, mis felicitaciones por este 250º aniversario a los representantes de esta institución y a las
personas que han pasado por sus aulas a lo largo de tantos años por alcanzar tan signi�cada
conmemoración, tanto al servicio de nuestro país como por formar parte de nuestra historia. Enhorabuena.
Ilmo. Sr. D. Pedro Arahuetes García
Alcalde de Segovia
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250 añosde tradición
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La Academia de Artillería de Segovia es hoy la heredera y continuadora de aquel Colegio que daba sus
primeros pasos en la Historia el 16 de mayo de 1764. Era fruto del impulso de un rey, Carlos III que,
nada más asumir la corona, ponía manos a la obra en su ansia por hacer de España una nación que
estuviera a la altura de las primeras de Europa. El ideario con el que el Conde de Gazola crea y organiza
el Real Colegio de Artillería queda recogido en la lección inaugural que su Primer Profesor, el padre
jesuita Antonio Eximeno y Pujades, dicta con el título de “Oración Sobre la Necesidad de la Teórica para
Desempeñar en la Práctica el Servicio de S.M.”
Teoría y práctica, dos facetas de las piedras con las que se ha construido, a lo largo de estos 250 años,
el edi�cio inmaterial de esta Academia: el espíritu del que la quiso dotar el Conde de Gazola, que �el y
permanentemente han materializado los cuadros de profesores que se han sucedido a lo largo de su
historia. Sería injusto no reconocer el legado de todos los artilleros que han precedido a los que fueron
alumnos del Real Colegio y que, con ellos, han dado gloria en los campos de batalla, en las fábricas o en
las aulas, a España, su Ejército y al Arma de Artillería. Todos son responsables de sembrar en los alumnos
las ansias de emulación y potenciar en ellos los valores tradicionales de la Academia y del Arma.
Cualquiera que visite hoy la Academia, respirando la historia y las tradiciones plasmadas en sus aulas,
biblioteca, pasillos, museos... puede ser consciente de lo que colaboran a la formación de sus
alumnos. Arropados por ellas, asumen el orgullo de ser artilleros y su preocupación personal de
hacer por merecerlo.
Las tradiciones son, como queda dicho, apoyo en la formación del alumno; pero también son un
elemento imprescindible para sostener el espíritu de Cuerpo y un permanente homenaje a las
generaciones precedentes. El curso escolar se inaugura en la Academia, con una primera lección
impartida por el Jefe de Estudios, con el mismo formato que la que impartiera su predecesor, el Padre
Eximeno, en la inauguración del Real Colegio en 1764: en el patio del que fuera Real Colegio de
Artillería en el Alcázar, ante todos los alumnos, cuadro de profesores y autoridades locales.
El Dos de Mayo, en la Plazuela del Alcázar, se recuerda a los héroes artilleros Daoíz y Velarde, que en esa
misma fecha en el Parque de Monteleón, junto con el pueblo de Madrid y con desprecio de su vida, se
enfrentaron a los franceses con la convicción de la razón y sus pocas posibilidades. Fue la chispa que
encendió en toda España la mecha del ansia de libertad, y una lección que, ni los alumnos de la
Academia, ni ningún español –el acto se celebra abierto al público– pueden dejar de conocer y recordar.
En el Pasillo de Honor de la Academia se resumen en antiguos y austeros carteles las más sobresalientes
ocasiones en las que los artilleros del Real Colegio han dado gloria a las armas españolas: Dos de mayo de
1808, Castillejos en 1860, Manila en 1877, Igueriben en 1921 y así una larga lista de magní�cos ejemplos.
Cuando al �nalizar el día militar, en el momento del toque de oración, los artilleros adoptan la posición
de arma sobre el hombro, rinden homenaje a nuestros héroes en la batalla de los Castillejos.
No se alcanzaría aquí a hacer una relación de las tradiciones que permanecen vivas entre los muros de
la actual Academia de Artillería. Sirvan las anteriores como un muy breve resumen.
La celebración del 250 aniversario del Real Colegio de Artillería, es una inmejorable ocasión para
difundir estas tradiciones artilleras y de la Academia. Estarán presentes en cuantos eventos se han
programado para ello, y han de servir para, sin dejar de mirar al futuro, reconocer una historia de
servicio, esfuerzo y amor a España.
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La Academia de Artillería de Segovia es hoy la heredera y continuadora de aquel Colegio que daba sus
primeros pasos en la Historia el 16 de mayo de 1764. Era fruto del impulso de un rey, Carlos III que,
nada más asumir la corona, ponía manos a la obra en su ansia por hacer de España una nación que
estuviera a la altura de las primeras de Europa. El ideario con el que el Conde de Gazola crea y organiza
el Real Colegio de Artillería queda recogido en la lección inaugural que su Primer Profesor, el padre
jesuita Antonio Eximeno y Pujades, dicta con el título de “Oración Sobre la Necesidad de la Teórica para
Desempeñar en la Práctica el Servicio de S.M.”
Teoría y práctica, dos facetas de las piedras con las que se ha construido, a lo largo de estos 250 años,
el edi�cio inmaterial de esta Academia: el espíritu del que la quiso dotar el Conde de Gazola, que �el y
permanentemente han materializado los cuadros de profesores que se han sucedido a lo largo de su
historia. Sería injusto no reconocer el legado de todos los artilleros que han precedido a los que fueron
alumnos del Real Colegio y que, con ellos, han dado gloria en los campos de batalla, en las fábricas o en
las aulas, a España, su Ejército y al Arma de Artillería. Todos son responsables de sembrar en los alumnos
las ansias de emulación y potenciar en ellos los valores tradicionales de la Academia y del Arma.
Cualquiera que visite hoy la Academia, respirando la historia y las tradiciones plasmadas en sus aulas,
biblioteca, pasillos, museos... puede ser consciente de lo que colaboran a la formación de sus
alumnos. Arropados por ellas, asumen el orgullo de ser artilleros y su preocupación personal de
hacer por merecerlo.
Las tradiciones son, como queda dicho, apoyo en la formación del alumno; pero también son un
elemento imprescindible para sostener el espíritu de Cuerpo y un permanente homenaje a las
generaciones precedentes. El curso escolar se inaugura en la Academia, con una primera lección
impartida por el Jefe de Estudios, con el mismo formato que la que impartiera su predecesor, el Padre
Eximeno, en la inauguración del Real Colegio en 1764: en el patio del que fuera Real Colegio de
Artillería en el Alcázar, ante todos los alumnos, cuadro de profesores y autoridades locales.
El Dos de Mayo, en la Plazuela del Alcázar, se recuerda a los héroes artilleros Daoíz y Velarde, que en esa
misma fecha en el Parque de Monteleón, junto con el pueblo de Madrid y con desprecio de su vida, se
enfrentaron a los franceses con la convicción de la razón y sus pocas posibilidades. Fue la chispa que
encendió en toda España la mecha del ansia de libertad, y una lección que, ni los alumnos de la
Academia, ni ningún español –el acto se celebra abierto al público– pueden dejar de conocer y recordar.
En el Pasillo de Honor de la Academia se resumen en antiguos y austeros carteles las más sobresalientes
ocasiones en las que los artilleros del Real Colegio han dado gloria a las armas españolas: Dos de mayo de
1808, Castillejos en 1860, Manila en 1877, Igueriben en 1921 y así una larga lista de magní�cos ejemplos.
Cuando al �nalizar el día militar, en el momento del toque de oración, los artilleros adoptan la posición
de arma sobre el hombro, rinden homenaje a nuestros héroes en la batalla de los Castillejos.
No se alcanzaría aquí a hacer una relación de las tradiciones que permanecen vivas entre los muros de
la actual Academia de Artillería. Sirvan las anteriores como un muy breve resumen.
La celebración del 250 aniversario del Real Colegio de Artillería, es una inmejorable ocasión para
difundir estas tradiciones artilleras y de la Academia. Estarán presentes en cuantos eventos se han
programado para ello, y han de servir para, sin dejar de mirar al futuro, reconocer una historia de
servicio, esfuerzo y amor a España.
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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250 añosde innovación
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
calendariode eventos
La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
exposición de fotografía250 años de convivencia
el valor de la innovación250 años de ingeniería militar en España
¡no sólo cañones!250 años de innovación en material de artillería
ciclo de conferencias250 años de tradición e innovación
cuna de héroes250 años de servicio a España
concierto institucional250 aniversario del Real Colegio de Artillería
exposición el arte y la artilleríaen preparación
MAYO
MAYO
JUNIO
JULIO
AGOSTO
ABRIL
MAYO
JUNIO
JULIO
ABRIL
MAYO
JUNIO
JULIO
AGOSTO
OCTUBRE
NOVIEMBRE
DICIEMBRE
ABRIL
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SEPTIEMBRE
OCTUBRE
NOVIEMBRE
DICIEMBRE
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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La propia creación del Real Colegio de Artillería representó el primer hito en la evolución innovadora
que habría de llevarle a cumplir 250 años, y le mantendría entre los centros militares de enseñanza más
sobresalientes del mundo. La formación hasta el siglo XVIII de los militares en general y de los artilleros
en particular, se encontraba dispersa en las muchas escuelas, academias y regimientos. Adolecía en
consecuencia de unicidad de métodos y programas y, en ocasiones, la promoción de los o�ciales
estaba también guiada por el favoritismo, más que por el reconocimiento del esfuerzo y la preparación
para desempeñar el cargo.
El Real Colegio representa una novedad de todo punto, en el ámbito de la enseñanza militar de la
época: se concentra en un único Colegio y se reglamenta en detalle su funcionamiento.
No se reniega de la experiencia de los maestros en que se había basado la formación artillera. Desde
sus orígenes había tenido un carácter gremial, pero el sistema se había agotado. La evolución de la
propia artillería, la necesidad de obtener mayores alcances, potencia de fuego, precisión en los
disparos, cadencia, agilidad en los desplazamientos y despliegues; obliga a incrementar el uso de los
procedimientos cientí�cos y matemáticos, profundizar en su conocimiento e investigar otros nuevos.
El Colegio, a la práctica artillera tradicional, incorpora como innovación una sobresaliente preocupación
por la formación cientí�ca de sus cadetes.
Desde el inicio, es una primera preocupación el dotar a los alumnos y profesores de la mejor biblioteca
cientí�ca y los mejores libros para la enseñanza. Se concentran los textos de las bibliotecas de las
anteriores escuelas de matemáticas y artillería de Barcelona y Cádiz, en especial de esta última y, fruto
ya de la formación en el Real Colegio, D. Tomás de Morla y Pacheco, alumno de la primera promoción,
escribe un tratado de artillería que será elemento fundamental de formación en el Colegio, y texto de
referencia en las principales academias militares europeas.
Cuando aún no se ha iniciado la formación cientí�ca de rigor en las principales universidades
españolas, el Real Colegio es dotado del mejor laboratorio de química de la época en España. Para su
dirección y dar las clases de esta materia, se contrata uno de los mejores cientí�cos de Europa,
el francés Louis Proust, hoy considerado como uno de los padres de la química moderna. De ese
laboratorio salen, al margen de trascendentales descubrimientos, los que habrían de extender y
continuar la enseñanza de la química en España.
En su ansia por aplicar los avances cientí�cos a las mejoras que demandaba el mejor empleo de la
artillería y mantener el nivel técnico de sus alumnos, la Academia no duda en adelantarse en el siglo XX a
introducir en sus aulas la enseñanza de materias como la electrónica, la informática o la gestión de redes,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Se dota para ello, como ya lo hiciera en épocas anteriores, de los
mejores profesionales del Arma y de los laboratorios con la equipación su�ciente.
En una cultura de esfuerzo, trabajo en equipo, con rigor intelectual y objetivos de�nidos la Academia ha
evolucionado en sus programas, incorporando nuevas disciplinas, sustituyendo otras y adelantándose
siempre a las necesidades profesionales, de los cada vez más modernos materiales y nuevos
procedimientos de empleo que demandaban las Unidades, único objetivo en la formación de sus alumnos.
Y así continuamente el Colegio-Academia, en la misma medida que la técnica ha evolucionado con
mayor rapidez, ha mantenido un ritmo paralelo a la hora de introducir conceptos y procedimientos
innovadores en sus métodos y actividades docentes, que le han permitido continuar en una
permanente adaptación al entorno tecnológico.
En plena revolución tecnológica, la Academia ha identi�cados los ejes estratégicos que han de marcar
la dirección de los próximos continuos y acelerados cambios.
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exposición de fotografía250 años de convivenciaMUSEO RODERA-ROBLESC/ San Agustín, 12 · SEGOVIA
4 de abril a diciembre de 2014
La exposición de fotografía que se muestra en el Museo Rodera-Robles con motivo del 250 aniversario de lafundación del Real Colegio de Artillería es un re�ejo de la estrecha convivencia entre los ciudadanos de Segovia y laArtillería a lo largo de estos años transcurridos desde aquel 16 de mayo de 1764.
Las fotografías se han seleccionado de los fondos de la biblioteca de la Academia de Artillería en su mayoría, así como de colecciones particulares. Se completa la exposición con objetos y documentos grá�cos mostrados en lasvitrinas que en buena medida contribuyen a la �nalidad de la muestra.
La foto más antigua de la exposición está datada en 1890, apenas dos años más tarde de que Kodak inventase elcarrete enrollable y la fotografía se popularizase.
La exposición no está organizada cronológicamente sino que en ocasiones el protagonista es un acontecimiento solemne, como sin lugar a dudas fueron las visitas de las primeras autoridades del Estado o las juras de bandera. En otras, es la propia ciudad la protagonista junto con sus habitantes, pudiéndose apreciar a través de diversasfotografías tomadas en un mismo escenario su transformación a lo largo del tiempo.
No puede faltar en la exposición los acontecimientos en los que los artilleros hacen participes a los segovianos de sus alegrías y festejos con motivo de la celebración de su Patrona Santa Bárbara o la �nalización de un curso escolar. Así, en paneles y vitrinas se recogen programas, tarjetas e instantáneas de gymkanas, bailes de gala,obras de teatro …
Por último y en justa correspondencia, se recoge una selección de fotografías, documentos y objetos que muestranla gratitud de la ciudad de Segovia, sus instituciones y sus ciudadanos a su Academia de Artillería.
MÁS INFORMACIÓN:[email protected]
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
HORARIO: Laborables de 10:30 a 14 y de 17 a 19 h.Festivos de 10:30 a 14 h. Lunes cerrado.Horarios especiales para grupos previa reserva en el Museo.
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el valor de la innovación250 años de ingeniería militar en EspañaTORREÓN DE LOZOYAPlaza de San Martín, 5 · SEGOVIA
11 de abril al 31 de agosto de 2014
Esta exposición, trata de rendir un homenaje a los hombres y mujeres que dedicaron su vida a la Artillería, a la Ingeniería Industrial Militar o a la Ingeniería de Armamento, ejerciendo la función técnica de forma abnegada y brillante. Las necesidades surgidas del empleo de la Artillería, desde mediados del siglo XVI, obligan a una creciente especialización de las profesiones ligadas a la Artillería. El establecimiento del Real Colegio de Artillería en 1764 buscaba, entre otros objetivos, la uni�cación del sistema de formación de los o�ciales del recién creado Real Cuerpo de Artillería por la Ordenanza de 1762. La creación del Real Colegio pretendía a proporcionar los artilleros unaelevada y exigente educación técnico-cientí�ca basada en rigurosos fundamentos matemáticos, que facultara a lacorporación para la gestión de los centros de producción de armamentos.
En 1850 inicia sus clases la Escuela de Artes y O�cios, también llamada de Formación Profesional, donde seempezaron a formar aprendices. Estaban ligadas a las fábricas militares. El General de Artillería, D. Francisco de Luxán, impulsó y reguló la titulación de Ingeniero Industrial y la creación del primer plan de estudios, así como de la Escuela Especial de Ingenieros Industriales de Madrid en 1855, a partir del Seminario patriótico de Vergara.
Para los Artilleros que se hubiesen especializado en los estudios técnicos, desde 1866 se regula el titulo y el plan de formación de los Ingenieros Industriales de Artillería. Este título es expedido ininterrumpidamente por laAcademia de Artillería hasta 1926. La especialización técnica, esta vez ya en el ámbito del Ejército, se reanuda en 1940 con la creación del Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción, hoy día transformado al Cuerpode Ingenieros Politécnicos.
Los cambios tecnológicos acaecidos y que, como no podía ser menos, han in�uido en la ciencia y en la técnica militar han supuesto y suponen un reto de superación, en el cual los Artilleros, junto con los Ingenieros Politécnicos, sabrán responder a los retos con el mismo espíritu de innovación, con que han venido haciéndolo durante losúltimos 250 años.
HORARIO: Laborables de 18 a 21 h.Sábados y festivos de 12 a 14 y de 18 a 21 h. Lunes cerrado.Horarios especiales para grupos: de martes a viernes,de 11 a 14 h. previa reserva en: 921 413 806
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
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¡no sólo cañones!250 años de innovación en material de artilleríaMUSEO DEL EJÉRCITOC/ Unión, s/n · TOLEDO
16 de abril al 13 de julio de 2014
Esta exposición conmemora el 250º aniversario de la inauguración del Real Colegio de Artillería y muestra laevolución de los materiales del Arma desde entonces hasta nuestros días.
La subida al trono de Carlos III en 1759 fue providencial para la Artillería. Fiel seguidor de las ideas de la Ilustración, y ayudado por el conde de Gazola, creó en 1762 el Real Cuerpo de Artillería y estableció su Real Colegio en elAlcázar de Segovia, cuyo primer curso se inauguró el 16 de mayo de 1764.
Desde entonces, los futuros o�ciales de Artillería fueron educados en un contexto eminentemente cientí�co ytécnico y, a partir de ese momento, comenzaron a aportar sus conocimientos al Cuerpo.
Con el tiempo, el cañón se vio rodeado de elementos auxiliares cada vez más complejos, a la vez que se iban perfeccionando las bocas de fuego y sus municiones. En ocasiones estas mejoras no eran más que simplesadaptaciones de sistemas o técnicas de fabricación traídas del extranjero, pero en otras fueron auténticos diseñosoriginales que mantuvieron a la artillería española a la vanguardia de la ciencia y la tecnología.
La evolución de la artillería española propiciada por los antiguos alumnos del Real Colegio (hoy Academia deArtillería) en estos últimos 250 años se desglosa a lo largo del recorrido de la exposición.
HORARIO: De lunes a domingo de 11 a 17 h.Excepto los miércoles y el día 1 de mayo.
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
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ciclo de conferencias250 años de tradición e innovación
6 Mayo / 19 h.“Ingeniería militar de Armamento:Un bien de Estado nacido en el Real Colegio de Artillería”Real Academia de Ingeniería. Calle de Don Pedro, 10 · MADRID.Conferenciante: Coronel CIPET D. José Ángel Madrona Méndez.
8 Mayo / 19 h.“La enseñanza en la Academia de Artillería: Pasado, presente y futuro”Asociación de la Prensa de Madrid. Calle Juan Bravo, 6 · MADRID.Conferenciante: General de Brigada D. Alfredo Sanz y Calabria.
12 Mayo / 19 h.“Fundación del Real Colegio de Artillería: Actores y organización”Academia de Artillería. Calle de San Francisco, 25 · SEGOVIA.Conferenciante: Dra. Dña María Dolores Herrero Fernández-Quesada.
13 Mayo / 19 h.“Episodios más relevantes del Real Colegio / Academia de Artillería”Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Calle de Capuchinos Alta, 4 y 6 · SEGOVIA.Conferenciante: Coronel D. Carlos J. Medina Ávila.
14 Mayo / 19 h.“Segovia y la Artillería: 250 años de convivencia”Universidad de Valladolid (UVa) Campus María Zambrano. Plaza Alto de los Leones, 1 · SEGOVIA.Conferenciante: Coronel D. Diego Quirós Montero.
HORARIO: 19 h.
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
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concierto institucional250 aniversario del Real Colegio de ArtilleríaAULA MAGNA DE LA IE UNIVERSITYC/ Cardenal Zuñiga, 12 · SEGOVIA
15 de mayo de 2014
La música en la Academia de Artillería ha sido una tradición de relevancia que es reconocida por cuantos se acercan a su historia. En 1764 como primer profesor del Real Colegio el Conde de Gazola seleccionaría al padre jesuita Antonio Eximeno y Pujades que, a los muchos méritos acumulados como matemático y cientí�co, sumó otros más sobresalientes relacionados con la música. Fue un musicógrafo de gran talento y un revolucionario de este arte que mereció los cali�cativos de “Newton de la música” y “precursor de Wagner”. No es de extrañar que con esos antecedentes, el Colegio contara ya en el Alcázar con una academia de música en su plazuela y, con altibajos, la música estuviera presente hasta �nales del siglo XX, llegando ocasionalmente a ser encargado de ella un profesor de la propia Academia. La banda de música de la Academia de Artillería ha tenido un pasado glorioso, pues fue premiada dos veces en certámenes internacionales; de ahí el cali�cativo de Bilaureada, que ha merecido. Fue en el siglo XIX cuando dio la más alta medida de su nivel artístico. En 1894 la música de la Academia obtiene ya el primer premio en un concurso de bandas militares celebrado en Segovia, que presidió Tomás Bretón.Poco después, la formación artillera logra todos los galardones en un certamen internacional que se organiza enPamplona, con un jurado que encabezaba el famoso Sarasate.
En 1896 se hace cargo del grupo instrumental de Segovia el músico mayor Alfonso Urizar Azurmendi, que llevará a la formación, a su época dorada. Empieza ésta con el concurso celebrado en Bilbao en septiembre de 1896, donde se hizo acreedora a todos los premios que se otorgaron. La fama de la música de Segovia llega a su momento culminante con las distinciones internacionales conseguidas en Marsella, el 6 de junio de 1897: en competición con las mejores bandas de Europa, la de la Academia de Artillería obtuvo los tres primeros premios. Relevante para la historia del Arma y de su Academia es que hace cien años, el 4 de Diciembre de 1914, la banda junto a un orfeón de alumnos, estrenase el Himno de los Artilleros que acababan de componer los segundos tenientes de artillería Juan Mas y Juan Anguita. Con ocasión de un centenario coincidente con el 250 aniversario del Real Colegio se recuperará en su versión original Este concierto es un homenaje a todos los que, perteneciendo a esta Academia, contribuyeron con su trabajo y dedicación a que la música alcanzara las mayores cotas de excelencia y fueradurante muchos años orgullo de la Artillería española.
HORARIO: 20 h.
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
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cuna de héroes250 años de servicio a EspañaALCÁZAR DE SEGOVIA, Sala Leonor de PlantagenetPlaza de la Reina Victoria Eugenia, s/n · SEGOVIA
9 de junio al 31 de agosto de 2014
La historia de España compone un mosaico de hechos heroicos individuales y colectivos difícil de igualar.Entre ellos, los nombres de Daoíz y Velarde o los impresionantes esfuerzos de gerundenses y zaragozanos para quesus ciudades no cayeran en poder de los franceses durante la Guerra de la Independencia.
Los actos de heroísmo protagonizados por nuestros soldados llenan las páginas de la historia militar de España. Unos murieron defendiendo la Bandera para impedir que cayera en manos del enemigo. Otros han dejado su vida en el camino lejos de nuestras fronteras, por la seguridad y bienestar de sus compatriotas después de protagonizarun hecho heroico.
El heroísmo no se presenta espontáneamente, es más bien una potencialidad, una posibilidad, que necesita de un esmerado cultivo para que �orezca. En la paz, los valientes son los que cada día cumplen con su deber, a veces rutinario y tedioso. Los hombres de las grandes gestas en la guerra coinciden normalmente con los hombres de conductas intachables en la paz; con los que se esfuerzan minuto a minuto en cumplir sus deberes familiares,profesionales y cívicos.
Con motivo del 250 aniversario de la fundación del Real Colegio de Artillería, el Archivo General Militar de Segovia se suma a los actos conmemorativos de esta importante efeméride dedicando esta exposición que rememora las vidas y acciones de los héroes del Arma de Artillería desde la creación del colegio segoviano en 1764, a partir de la re�exión que su Jefe de Estudios, el P. Eximeno realiza en su oración de apertura, con la que inculca a los cadetes como su meta debía aspirar a ser “un gran matemático, un grande histórico, un gran político, un gran �lósofo, un héroe”. Siguiendo una línea temporal desde principios del siglo XIX, se irán extrayendo las circunstancias de artilleros y unidades de artillería que con sus gestas extraordinarias nos permitirán rememorar algunos de los episodios más trascendentales de la Historia de España, como la Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistaso las Campañas de África.
HORARIO: De lunes a domingo de 10 a 19 h.
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
[email protected] cualquier consulta, puede dirigirse a:
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exposición el arte y la artilleríaen preparaciónMADRID
octubre a diciembre de 2014
La Artillería atrae a los más variados artistas desde los primeros momentos de su aparición en la historia.Los poderosos hacen ostentación de ella unas veces por razones de prestigio, otras como elemento intimidatorio ydisuasorio y siempre para apoyar sus conquistas e imponerse al resto.
Los cañones, tan pronto como se va consiguiendo un cierto dominio técnico de los procesos de fundición,se decoran artísticamente con escudos heráldicos, cartelas, amedrentadores monstruos y �guras míticas deanimales o motivos vegetales, elementos decorativos unas veces fruto de la propia fundición y otras cincelados a posteriori. Hoy muchas de esas representaciones en los cañones más antiguos de hierro y en especial de bronceque se conservan, son consideradas auténticas obras de arte.
Los grandes artistas multidisciplinares del Renacimiento: Alberto Durero, Leonardo da Vinci... han dejado pruebas de su talento artístico en sus diseños y realizaciones haciendo arte de algo funcional y creado para la guerra:los cañones. Pintores, grabadores, fotógrafos, escultores y en general cuantos se han acercado a las artes grá�cas o escultóricas, en su mayoría no han vencido la tentación de recrear en alguna de sus obras representaciones artilleras.
Las muestras de manifestaciones artísticas que relacionan la artillería española con el arte y a éste con la artillería, son tan sobresalientes, si no más, como lo pudieran ser en cualquier otra nación. La celebración del 250 aniversario de la inauguración del Real Colegio de Artillería es una magní�ca ocasión para acercar su conocimiento a todos los españoles; sacar de sus museos o almacenes y reunir en una exposición lo más representativo de esta historia.
Los unos por artilleros: Josep Cusachs, Francisco Bonnin, Antonio Colmeiro…Los más por su aproximación a los temas artilleros: Morelli, Bertuchi, Sorolla, Dalmau, Marinas, Benlliure…Todos nos permiten relatar esa historia de relación que se pretende trasladar en esta exposición temática.
MÁS INFORMACIÓN:www.realcolegiodeartilleria.es
Para cualquier consulta, puede dirigirse a:[email protected].
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artillerosilustres
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Martín García Arista y Loygorri e IchasoPrimer galardonado con la Laureada de San Fernando
Nacido en Corella (Navarra), el 5 de junio de 1759, inició su carrera en el Colegio de Artillería donde
ingresó como cadete a los trece años de edad. Su bautismo de fuego se produjo en 1777,
defendiendo Melilla de las tropas del Sultán de Marruecos. De 1801 a 1807 participó en las campañas
de Portugal. Por su heroica y decisiva intervención en la batalla de Alcañiz contra los franceses (1809)
fue ascendido a mariscal de campo y recibiría la Laureada de San Fernando, la recompensa militar
española más prestigiosa. En dicha batalla dispuso con enorme acierto la ubicación de las 19 piezas
de artillería con que contaban las fuerzas españolas, esperando a dar las órdenes de fuego a que las
tropas enemigas estuvieran casi encima, desbaratándolas y poniéndolas en fuga.
Fue Teniente General, Director General de Artillería, vocal de la Junta Militar de Indias y caballero
profeso de la Orden Militar de Santiago. En 1816 escribió un importante Tratado de Artillería,
que tendría notable in�uencia en varias generaciones de artilleros.
Tomás de Morla y PachecoTratadista sobre la Artillería, forti�caciones, pólvoras y metalurgia
Nació en Jerez de la frontera (Cádiz) el 9 de julio de 1747. Entre los primeros sesenta jóvenes cadetes
admitidos en 1764, �gura Tomás de Morla y Pacheco, buen estudiante que se distingue en todas las
asignaturas y consigue estar incluido entre los quince alumnos que aprobaron el primer curso.
En 1782, con el empleo de teniente, participa en el sitio de Gibraltar, donde resulta gravemente herido
el 11 de septiembre, concediéndosele por los servicios prestados el empleo de capitán graduado
el 1 de enero de 1783. Una vez restablecida su salud, regresa al Colegio de Segovia, reintegrándose a
la tarea docente. Como profesor de táctica, completa y amplía los trabajos de Vicente de los Ríos con
importantes estudios sobre la artillería, forti�caciones, pólvoras y metalurgia, que quedan re�ejados en
su magní�co “Tratado de Artillería para uso de la Academia de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de
Artillería”, trabajo que tendría notable in�uencia dentro y fuera de España.
Falleció en Madrid el 6 de diciembre de 1811.
Félix Gazola. Conde de GazolaPrimer Director del Real Colegio de Artillería - Madrid 4 de mayo de 1780
Nació en Piacenza (Italia), el 21 de octubre de 1698. Gazola era un gran conocedor de la artillería y
tenía una magní�ca preparación matemática y cientí�ca. Carlos III, en 1761, dos años después de su
llegada al trono de España, reclama su presencia con la �nalidad de realizar reformas en su artillería,
y para con�arle la misión de poner en marcha la creación y funcionamiento del Real Colegio en el
Alcázar de Segovia. Ese mismo año, el 2 de agosto, es nombrado Teniente General de los Reales
Ejércitos y, poco después, Inspector General de Artillería. El proyecto de Gazola para la artillería
española fue aprobado y publicado en 1762 con el título: “Reglamento del nuevo pie en que
Su Majestad manda se establezca el Real Cuerpo de Artillería”. Bajo su dirección, el colegio artillero de
Segovia se vislumbra, desde sus inicios, como un centro educativo extraordinario, que alcanzó gran
prestigio por su ejemplar organización y el nivel de sus estudios artilleros.
Falleció en Madrid el 4 de mayo de 1780.
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Francisco de Luxán y Miguel RomeroUn gran cientí�co y organizador
Nació en Madrid el 14 de julio de 1799 e ingresó en el Real Colegio de Artillería a los 13 años.
Académico de la Real Academia de las Ciencias. El ser un gran impulsor de la enseñanza cientí�co-
técnica le llevo a adoptar un papel fundamental en la creación de la Escuela de Ingenieros Industriales
en 1850. Por su actuación en la conquista de Irún, se le concede la Cruz de San Fernando
de 2ª clase. Como educador de S.M. la Reina Doña Isabel renuncia expresamente al sueldo asignado.
Fue Diputado por Badajoz, Ministro de Fomento en dos ocasiones, Ministro de Marina, Consejero de
Estado y de Instrucción Pública, Presidente de la Junta para el establecimiento en España del Sistema
Métrico Decimal y Comisario Regio del Real Observatorio astronómico de Madrid. Coordinó la puesta
en marcha de proyectos para el conocimiento de la riqueza agrícola, forestal y geológica de España.
Fue presidente de la comisión encargada de formar el Mapa Geológico de España
y miembro de la Sociedad Geológica de Francia.
Pedro Velarde y SantillánHéroe del 2 de mayo de 1808 frente a las tropas francesas
Nació en Muriedas (Cantabria), el 19 de octubre de 1779. A los 14 años, ingresó como cadete
en el Real Colegio de Artillería de Segovia. Terminó sus estudios como número 2 de su promoción.
En 1802 ascendió al grado de teniente y en 1804 al de capitán. El 1 de agosto de ese mismo año
entró como profesor de la Academia en la que había estudiado. Era un auténtico experto en la
medición de la velocidad de los proyectiles. Permaneció como profesor hasta el 1 de agosto de 1806,
fecha en la que fue nombrado Secretario de la Junta Superior Económica del Cuerpo de Artillería,
trasladándose a Madrid por estar allí ubicado el Estado Mayor. Joaquín Murat intentó atraerle a la
causa napoleónica, a lo que Velarde respondió que “no podía separarse del servicio de España
sin la voluntad expresa del rey, de su cuerpo y de sus padres”. Falleció el 2 de mayo de 1808
en el levantamiento frente a los franceses de un disparo a quemarropa,
defendiendo el parque de Artillería de Monteleón.
Luis Daoíz y TorresHéroe del 2 de mayo de 1808 frente a las tropas francesas
Luis Daoíz y Torres nació en Sevilla el 10 de febrero de 1767. Ingresó como cadete en el Real Colegio
de Artillería de Segovia en 1782. Participó en varias acciones de guerra, como en la defensa de la
ciudad de Ceuta en 1790, y en la Guerra del Rosellón contra Francia en 1794. Ese mismo año fue
hecho prisionero, permaneciendo así hasta la Paz de Basilea en 1795. Comenzadas las hostilidades
contra Inglaterra, participó en ellas como refuerzo del contingente de los o�ciales de la Armada.
En 1807 fue nombrado comandante de la batería destinada en el Parque de Artillería del palacio de
Monteleón (Madrid). El día 2 de mayo de 1808 se inició la revuelta en Madrid frente a los franceses.
Tras una tensa conversación entre Daoíz y Velarde, el primero se debatió entre obedecer las órdenes
de acuartelarse y las demandas de su compañero de luchar contra los franceses,
y ambos optaron por proveer de armas al pueblo y aprestarse a la defensa del parque.
Encontró la muerte ese mismo día a manos de las bayonetas francesas.
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José María Fernández Ladreda y Menéndez ValdésDestacado cientí�co y hombre de Estado
Nació en Oviedo (Asturias) el 14 de marzo de 1885, hijo de artillero,
estudia en la Academia de Artillería entre 1903 y 1908, a la que luego regresa
como profesor de Química y Explosivos. Durante la dictadura de Primo de Rivera ejerce
como alcalde de Oviedo y con la II República ocupa un escaño en el Parlamento.
Fue ministro de Obras Públicas entre 1945 y 1951. Como doctor en Ciencias Químicas,
fue catedrático de Química Técnica de la Universidad de Madrid y de la de Oviedo.
También fue Director de la Escuela Politécnica del Ejército, Vocal del Consejo Superior de
Investigaciones Cientí�cas y del Patronato Juan de la Cierva, Presidente del Instituto de Electrónica
y del Instituto del Carbón, Director General de Industria y Material del Ministerio del Ejército.
Ocupó la medalla nº 22 de la Academia de las Ciencias Exactas Físicas y Naturales.
Falleció en Siero (Asturias) el 20 de noviembre de 1954.
Eduardo Temprado y PérezHéroe de la Tercera Guerra Carlista
Ingresó como cadete en el Colegio de Artillería de Segovia el 9 de agosto de 1855,
siendo nombrado sub-brigadier por su aplicación y buena conducta.
El 3 de enero de 1859 pasó a la clase de alumno y el 29 de diciembre del mismo año fue promovido a
subteniente alumno terminando los estudios en la Escuela de Aplicación del Cuerpo
a primeros del año 1861. Siendo ya comandante de ejército, durante la Tercera Guerra Carlista la
columna del general D. Eduardo Nouvilas fue atacada en las inmediaciones de Castellfullit en Coll de
Toix por fuerzas superiores carlistas; después de algunas horas de fuego
la columna se declaró en dispersión, quedando casi solo el capitán Temprado con sus piezas.
Arengando a sus artilleros continuaron la lucha denodadamente
hasta que recibió una descarga que le dejó muerto en el sitio.
Por R.O. de 8 de julio de 1876 se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando.
Francisco Elorza y AguirreUn gran ingeniero y organizador industrial
Nació en Oñate (Guipúzcoa) en 1798 e ingresó en el Colegio de Artillería en 1811.
Prestó servicio en diferentes regimientos del Arma y durante el trienio constitucional
combatió contra el absolutismo hasta la vuelta al poder de Femando VII.
Estudió ciencias naturales, metalurgia y explotación de minas en la Universidad de Lieja y visitó
establecimientos metalúrgicos y mineros en diferentes naciones de Europa.
Creó y dirigió la fábrica de Trubia hasta alcanzar el grado de brigadier.
Posteriormente estuvo destinado en la Junta Superior Facultativa
y fue ascendido a Mariscal de Campo. lntrodujo innumerables adelantos técnicos
en la Artillería de su época, como consecuencia de la in�nidad de comisiones cientí�cas
y militares que desempeñó y publicó una interesante memoria con los resultados
de sus estudios sobre los sistemas de retrocarga de las piezas y el rayado de los tubos.
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