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2.4. La importancia cuantitativa de la ATP en
el Estado español, según el C.A. de 1972
2.4.1. El número de explotaciones a ATP
No existe una información precisa acerca de la agricultura
a tiempo parcial en España. Los autores que han tratado el
tema (Naredo, 1971; Arnalte, 1980; Blasco, 1980; G. Manri-
que, 1977), han intentado diversas aproximaciones para lograr
siquiera algunas estimaciones sobre la importancia de la agri-
cultura a tiempo parcial en el Estado español, pero a causa de
la falta de estadísticas pertinentes muy poco se puede avanzar
en este terreno. Resumiremos brevemente la información exis-
tente para todo el Estado y a nivel regional basadas en las es-
tadísticas disponibles y la elaboración realizada sobre las mis-
mas por los autores mencionados, y pasaremos después a des-
cribir el intento que nosotros hemos realizado de cuantifica-
ciones muy parti:iales en las zonas estudiadas.
Cronológicamente, Naredo es quien intenta una primera
aproximación. Toma como criterio definitorio de la ATP los
ingresos que provienen de cada actividad y trata de estimarlos
partiendo de una investigación por muestreo realizada por el
Instituto Nacional de Estadística en 1965. En ésta se pregun-
taba a los agricultores y ayudas familiares los ingresos que ob-
tenían por su trabajo fuerá de la explotación y para la remu-
neración al trabajo agrario se imputaba una renta familiar. De
las proporciones relativas de las dos fuentes de ingresos se con-
cluía la importancia cuantitativa de la ATP. Naredo establece
así un cuadro sobré la importancia de los ingre ŝos agrarios y
de fuera de la explotación por regiones, que recogemos en el
Anexo 2.Esta información, sin embargo, aun proporcionándonos una
primera aproximación, es de naturaleza muy limitada. A1 tra-
tarse de datos globales regionales, y no presentar información
ninguna respecto a explotaciones, nos deja incluso un poco con-
fusos. En definitiva, su información nos afirma, por ejemplo,
132
que en Andalucía Occidental el 62% de los ingresos de las fa-
milias se deben al trabajo familiar en la explotación y el resto
-38%- a trabajos realizados fuera de la misma. Es decir,
que el trabajo en el exterior proporciona más de una tercera
parte de todos los ingresos de las familias agrarias y datos aná-
logos para las otras regiones. Valiosos pero que nos dicen po-
co acerca de la importancia del trabajo externo respecto a las
explotaciones, ya que las cifras indicadas pueden provenir de
una amplia combinación de posibilidades de distribución del
trabajo entre las explotaciones y las actividades externas.
El Censo Agrario de 1972 presentó por primera vez una
información que desde entonces ha sido la base para las apro-
ximaciones a la importancia cuantitativa de la ATP, respecto
al número de explotaciones afectadas. Como ya hemos dicho
más arriba, solicitó a los empresarios agrarios que declararan
si su ocupación principal era o no era la de empresario agra-
rio. En función de estas respuestas clasificó a los empresarios
agrarios en aquellos con Ocupación Principal Agraria y los de
Ocupación Principal No Agraria. En principio, estos últimos
han sido los que se han tomado como base de aproximación
para las explotaciones a tiempo parcial.
Arnalte, Blasco y García Manrique han elaborado esta in-
formación para el Estado español, sobre la que nosotros reali-
zaremos un breve comentario.
De todos modos, es importante señalar desde ahora las gran-
des limitaciones que presenta esta información. Por muy va-
riadas razones:
En primer lugar, por las deficiencias generales del Censo
Agrario, ampliamente comentadas por todos los estudio-
sos de la agricultura en el Estado. Para nuestros propósi-
tos, en este contexto, es particularmente importante la so-
brevaloración que del número de explotaciones agrarias rea-
liza el Censo. A causa de la definición censal de explota-
ción que recoge todas las «explotaciones» mayores de 0,1 ha.
y las de sin tierras de más de dos cabezas de ganado bovi-
133
no o porcino, resultan incluidas en aquél un sinnúmero de
unidades mucho más próximas al concepto de parcela, o
huerto familiar, sin entidad económica, que al de una «ex-
plotación agraria». Estas hacen que el número total de ex-
plotaciones según el Censo sea muy superior al del núme-
ro de explotaciones agrarias incluso de una mínima enti-
dad económica. Así, por ejemplo, en Catalunya, el Censo
da como número de explotaciones el de 146.623, mientras
que las cifras más realistas de otras informacionés oscilan
entre 80.000 y 100.000 explotaciones. En Euskadi, para
Guipúzcoa la relación es de 12.456 del Censo por unas 7.000
reales, en Vizcaya de más de 24.081 para el Censo a entre
9.000 y 12.000 reales, etc., etc. Esto introduce dos tipos
de distorsiones graves en el Censo: aunque parece lógico
pensar que las categorías más sobrevaloradas son las de me-
nor dimensión, no se dispone de un conocimiento preciso
de la sobrevaloración por categorías de explotaciones, por
lo que difícilmente se puede hacer inferencia alguna. Tam-
poco se puede saber la magnitud de la sobrevaloración por
regiones, de modo que no es posible «descontar» esta so-
brevaloración de forma homogénea ya que en unas regio-
nes -por ejemplo, aquellas con una mayor proporción dé
explotaciones «no agrarias» censadas- la sobrevaloración
es más importante que en otras. Es decir, que es imposible
realizar depuraciones en los datos que tengan algún senti-
do para nuestros propósitos. Por otra parte, es muy proba-
ble que normalmente serán los «empresarios agrarios» de
dimensión mínima los que tendrán un mayor porcentaje
de Ocupación Principal No Agraria, pero éstos tampoco
son siquiera agricultores de ninguna clase...
El criterio para considerar si el empresario es de ocupación
principal agraria o no reside en «si la dedicación a la em-
presa o explotación es más de la mitad de tiempo de traba-
jo del empresario», pero al depender la respuesta de los pro-
pios sujetos, es posible pensar que por diversas razones és-
tos pueden estar o no interesados en responder con su si-
134
tuación exa.cta (por ejemplo, durante ciertas épocas podía
aumentar el número de empresarios con ocupación princi-
pal agraria, aunque no lo fueran a efectos reales para tener
derecho a los beneficios de la Seguridad Social Agraria, o
al contrario, negar la actividad agraria aunque se estuvie-
ra ejerciendo). Por su propia naturaleza, estas distorsionesno son conocidas, pero parece bastante probable que se
produzcan.
- Finalmente, por el criterio anterior quedarían fuera de la
consideración de ATP todos aquellos agricultores que aun-
que trabajen una parte sustancial de su tiempo fuera de la
explotación éste no Ilegue a constituir la mitad de su jorna-
da laboral. Quedarían así mismo fuera de la misma todos
aquellos ATP con trabajos de emigración temporal o dedi-
cación a tareas turísticas por temporada, etc.
Es necesario, por tanto, proceder con suma cautela para
tomar las cifras de Ocupación Principal No Agraria que nos
proporciona el Censo incluso como una primera aproximación
lejana de las cifras de ATP en el Estado español.
En el mapa y cuadros adjuntos presentamos la información
que sobre empresarios a Ocupación Principal No Agraria pre-
senta el Censo de 1972 para todo el Estado, a nivel regional
y provincial (27).
La información que presentamos proporciona resultados
sorprendentes e inesperados, sobre todo para quienes partende una concepción de la ATP como vinculada a la industriali-
zación, o como un fenómeno asociado a las áreas más desarro-
lladas. Según la importancia del número de empresarios agra-
rios a tiempo parcial nos encontramos con la sorpresa de que
(27) Las pequeñas diferencias entre los porcentajes de la lista y los del
mapa suponemos que puede ser debido a la inclusión o no. de las explotacio-nes sin tierra en el cómputo o algún otro detalle. No hemos podido, sin em-bargo, descubrir la razón específica para la misma ya que ninguno de am-bos autores especifica cómo llegan a sus cifras. De todos modos, las discre-pancias son negligibles.
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MAPA 2
DISTRIBUCION REGIONAL DE LA AGRICULTURA A.TIEMPOPARCIAL SEGUN EL NUMERO DE EMPRESARIOS
CUADRO 2.6
LA AGRICULTURA A TIEMPO PARCIAL, POR PROVINCIAS,SEGUN EL PORCENTAJE DEL NUMERO DE EMPRESARIOS
Y DE SUPERFICIE OCUPADA .
EMPRESARIOS SUPERFICIE
Número%
Número%de orden de orden
Alava 39 37,20 46 16,54
Albacete 12 59,32 14 42,65
Alicante 3 66,16 4 54,84Almería 43 35,07 16 38,07Avila 14 54,93 19 37,66Badajoz 23 50,28 25 35,17
Baleares 5 65,21 17 37,96Barcelona 31 45,09 10 47,12Burgos 40 37,18 48 15,26
C áceres 32 43,48 22 36,48
Cádiz 35 39,66 21 36,90Castellón 10 60,76 28 34,45Ciudad Real 4 66,11 8 48,29Córdoba 9 61,09 15 42,29
Coruña, La 47 29,77 49 14,76
Cuenca 7 62,20 9 47,41
Gerona 37 39,04 6 50,56
Granada 26 48,63 20 37,11
Guadalajara 18 52,20 26 34,91Guipúzcoa 41 36,85 29 33,19
Huelva 17 53,95 27 34,63
Huesca 38 37,89 34 26,77
J aén 1 70,11 3 58,63
León 45 31,58 47 15,82
Lérida 46 30,99 37 24,39
Logroño 19 51,63 40 23,64
Lugo 50 19,32 50 11,37
Madrid 11 59,67 11 45,66
Málaga 20 51,13 23 36,24Murcia 16 54,29 12 44,92
Navarra 22 50,53 30 32,36
Orense 49 21,25 42 21,00
Oviedo 44 32,47 41 21,66
138
EMPRESARIOS SUPERFICIE
Número%
Número %de orden de arden
Palencia. 33 42,67 39 23,87Las Palmas 8 61,87 1 62,91Pontevedra 42 36,11 44 20,91Salamanca 36 39,47 43 20,94S. C. Tenerife 6 64,38 2 59,52Santander 34 41,91 35 25,81Segovia 21 50,56 31 32,10Sevilla 25 49,10 18 37,72
Soria 24 50,15 32 27,98
Tarragona 27 46,75 24 36,11
Teruel 28 45,69 38 24,24
Toledo 15 54,81 13 44,16
Valencia 2 67,31 5 54,48
Valladolid 29 45,38 36 24,84Vizcaya 13 58,78 7 48,45
Zamora 48 27,98 45 16,62Zaragoza 30 45,25 33 27,96
Total España 47,71 35,43
Fuente: C. Blasco Vizcaíno. Anexo 4.2. Págs. 138-140, excepto datos total España.
Jaén ocupa el primer lugar del Estado español con más de un
70% de ATP, seguido de Valencia, Alicante, Ciudad Real,
Baleares, Sta. Cruz de Tenerife, Cuenca, Las Palmas, Cór-
doba y Castellón para las diez primeras provincias. Evidente-
mente, ninguria de estas provincias -con la excepción parcial
de Valencia- corresponde a lo que se considera como la Es-
paña industri^lizada. Las provincias correspondientes al ám-bito más industrializado, por otra parte, ocupan situaciones
muy variadas en cuanto a importancia de la ATP: así, Barce-
lona solamente ocupa el lugar 31 entre las provincias españo-las, Guipúzcoa el 41, Vizcaya el 13, Madrid el 11 y Oviedo
el 44...
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MAPA 3
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A nivel regional, las discrepancias entre ATP y regiones
más industriales siguep manteniéndose. Baleares, Valencia, Ca-
narias, Castilla la Nueva y Murcia, ocupan los cinco primeros
lugares en cuanto a importancia de la ATP mientras que Ca-
talunya ocupa el lugar 12 entre 15 regiones y Asturias el 14.
Euskadi ocupa un lugar intermedio, el sexto, y Andalucía el
séptimo.Es decir, que según esta información no puede esperarse
una relación entre la amplitud de la modalidad de la ATP y
el nivel de actividad económica. Parecería más bien que la re-
lación es más estrecha entre la ATP y las actividades turísti-
cas y agrarias; ya que entre las regiones y provincias entre las
que éstas son más numerosas destacan las de carácter marca-
damente turístico: Baleares y Canarias, Alicante y Castellón.
Y las de carácter eminentemente agrario: Jaén, Ciudad Real,
Cuenca, Córdoba... Verdaderamente, esta información rom-
pe los esquemas habituales en los que se acostumbra a situar
la ATP.No nos queda más remedio que plantearnos el problema:
o la ATP no sigue las pautas que la mayoría de autores han
señalado, de una ampliación del fenómeno en relación con elincremento de actividad económica fuera del sector agrario (28)
o bien algo sucede en este censo que distorsiona la captación
del fenómeno.Ya hemos señalado más arriba los problemas que el Censo
plantea para hacer una transposición entre «Empresarios con
Ocupación Principal No Agraria» y Agricultura a Tiempo
Parcial.Nos parece que estos altos porcentajes de ATP en provin-
cias poco industrializadas pueden estar afectados por el alto nú-
mero de «empresarios agrarios» de dimensión mínima que no
son otra cosa más que jornaleros del campo o trabajadores en
(28) Sobre todo en las etapas en que la industrialización aumenta conintensidad, aunque en una etapa de industrialización muy avanzada el fé-nómeno pueda volver a disminuir en importancia. Véase Naredo, 1971,
Cap. V.
141
otros sectores que disponen de un pequeñísimo huerto fami-
liar que les ayuda a sobrevivir. La falta de entidad económica
de estas parcelas impediría considerarlas como de agricultores
de tiempo parcial propiamente dichos, pero el Censo las in-
cluye en el cómputo de acuerdo con su definición. Alternati-
vamente, estos altos porcentajes pueden tener también rela-
ción con la estructura agraria de la provincia: en Jaén, Ciu-
dad Real, Córdoba y en menor grado en Cuenca, predomi-
nan las grandes explotaciones agrarias. Estas constituyen un
número reducido de explotaciones pero cubren la mayor parte
de la tierra cultivable, y el resto de explotaciones son tan pe-
queñas que no permiten por sí mismas el mantenimiento de
una familia, por lo que todas necesitan completar sus ingre-
sos. A causa del reducido número de las primeras, en porcen-
taje, las fincas ATP suponen un alto número, aunque su im-
portancia sea minoritaria en la agricultura de la provincia o
la región. En un estudio realizado para la comarca de Hués-
car, en Granada, por ejemplo, de 5.045 explotaciones existen-tes, que ocupaban 109.571 ha, 415 explotaciones ocupaban
80.411 ha, quedando solamente 29.160 ha para las 4.630 ex-
plotaciones restantes (los valores extremos suponían 51 fincas
grandes ocupando 32.018 ha y 3.420 explotaciones a tiempoparcial que ocupaban 3.420 ha) (29). En porcentaje, la ATP
suponía en esta comarca el 82,4% del total de explotaciones,
lo que confirmaría lo que acabamos de señalar. No dispone-
mos de más datos, por lo que podemos hacer más que avanzar
nuestra explicación como hipótesis, que si se confirmase po-
dría proporcionar cierta coherencia entre los datos del Censo
y las tendencias avanzadas por los estudiosos del tema.
De todos modos, es necesario añadir otro factor en este co-mentario. Más adelante, veremos que en una consideración
más detallada de la extensión de la ATP en ciertas regiones,
(29) Romero, J. J. y otros: Acciones de Desanollo de una zona rura[: Aplica-ciones a una Comarca concreta. Huéscar (Granada). ETEA, 1979. Mimeo, por cor-tesía del autor. Tomo II, Págs. 235-236.
142
la proporción de ATP que no corresponde a empleos asalaria-dos es considerablemente más alta que lo previsto. Los agri-cultores que son a la vez trabajadores autónomos son bastantemás numerosos que lo que pudiera deducirse de los comenta-ristas profesionales sobre el tema. Y esto puede hacer, indu-
dablemente, que países o regiones con poca industrializacióntengan un porcentaje de ATP más alto de lo esperado. No obs-tante, no creemos que la importancia solamente de estos tra-bajadores autónomos sea suficientemente fuerte en las regio-nes mencionadas como para justificar las distorsiones quecomentamos.
Pensamos que la diferencia se debe más a las definicionesdel Censo. Un factor más para utilizar con toda precauciónla información que del mismo emana.
2.4.2. La dimensión de las ATP
Como hemos visto para el resto de los países, las explota-
ciones agrarias a tiempo parcial en el Estado español, consis-
teri mayoritariamente en pequeñas explotaciones. En los cua-
dros 2.7, 2.8 y 2.9 presentamos alguna información másdetallada.
El cuadro 2.9 nos presenta información que merece algu-nos comentarios: (30)
- Vemos que la OPNA es absolutamente dominante en lasexplotaciones menores de 1 ha, como era de esperar. Loque nos plantea de nuevo la validez de denominar explota-ciones agrarias a la mayoría de fincas de esta dimensión.En nuestra opinión, en la mayoría de países y regiones del
(30) Para todos los comentarios relacionados con la superficie de las ex-plotaciones hay que señalar que esta información está completamente vicia-da por la utilización de la tierra como una categoría homogénea, sin separarlas tierras de secano de las de regadío, o las cultivables de las dedicadas aplantaciones forestales.
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Estado (31) las fincas de esta superficie son huertos familia-res, o reservas de tierra que se mantienen por razones pa-
trimoniales, pero difícilmente pueden ser consideradas co-
mo explotaciones agrarias, en el sentido de unidades dedi-
cadas a la producción de mercancías. Hasta 1973 proba-
blemente se hubiera considerado que, ni por razones de eco-
nomía familiar, y todavía menos de política agraria, estas
fincas merecían una consideración detenida, estando des-
tinadas a su mantenimiento como patrimonio o como lu-
gares de esparcimiento pero insignificantes como unidades
productivas. Actualmente, con la incidencia de la crisis eco-
nómica, la dificilísima situación del mercado de trabajo y
la tendencias de reestructuración del mismo por parte del
capital, es posible que estas. precarísimas «explotaciones»
merezcan más atención como apoyos necesarios e impor-tantes a una economía familiar cuya fuerza de trabajo ex-
perimentará grandes dificultades para hallar trabajo exter-
no o lo logrará solamente para períodos irregulares y de
forma intermitente. Ver Parte III.
La OPNA ocupa entre la mitad y una tercera parte de to-
das las explotaciones entre las fincas de 1 a 10 ha (55,8 a
33,8%) y su importancia se reduce al 25% aproximada-
mente para las categorías medias entre 10 y 100 ha. Con-
firmando así para España, como decíamos al principio, la
relaciones entre ATP y pequeñas explotaciones que se pro-
duce en todo el mundo industrializado. De todos modos,
es importante tener en cuenta que aun para fincas de di-
mensión considerable la OPNA representa una cuarta parte
de todas las explotaciones, dato que nos parece bastante
elevado.
Y de nuevo la información censal nos sorprende al com-
probar que para las findas de mayor dimensión -mayores
de 100 ha- la importancia de la ATP experimenta un con-
siderable incremento hasta el punto de llegar al 49% para
(31) Probablemente con la excepción del I.evante español y Galicia.
147
las categorías superiores a 500 ha y superar ampliamente
este porcentaje para las superiores a 1.000 ha (32). Es de-
cir, para las fincas muy grandes los jefes de explotación no
tienen como ocupación principal la agraria. En nuestra opi-
nión esto no puede responder más que a empresarios agra-
rios que realizan únicamente tareas directivas en la explo-
tación con trabajadores asalariados. Pero, ^responde esta
situación a las instrucciones del Censo de considerar em-
presarios con OPNA a aquellos que trabajen menos de la
mitad de su tiempo en la explotación? Depende de la am-
plitud que se le conceda al término «trabajo», evidentemente.
Nosotros hemos señalado desde el principio que este tipo
de empresarios agrarios con amplio recurso a mano de obra
asalariada y que ejercen únicamente las tareas directivas
de la explotación, no serían considerados a efectos de este
estudio como agricultores a tiempo parcial.
Respecto a la superficie ocupada, los datos^nos proporcio-
nan otra relativa sorpresa. A diferencia de la información
para la mayoría de los países europeos aquí se observa una
estrecha correspondencia entre el porcentaje de empresa-
rios y el porcentaje de superficie ocupada, excepto para los
datos para la totalidad (33). Como resultado de esta propor-ción se mantiene también la superficie media de la explo-
tación sin grandes discrepancias entre las OPNA y las de
empresarios con dedicación principal agraria, de nuevo ten-
dencia distinta que para los países europeos que hemos men-
cionado más arriba. Lamentamos insistir en este aspecto,
pero nos resulta una regularidad extraña y nos pregunta-
mos hastas dónde ésta no es más resultado del planteamiento
y realización del Censo que reflejo de la situación real.
(32) Los porcentajes para las explotaciones superiores a 1.000 ha no es-tán en el cuadró. Son de153% para entre 1.000 y 2.500 ha y de 60,8% paramayores de 2.500.
(33) Dato correspondiente en cuadro 2.7.
148
2.4.3. La producción de las explotaciones a tiempoparcial y la población activa que ocupan
Para obtener una visión más completa de la importancia
de la ATP tendríamos que añadir aquí, por lo menos, el por-
centaje de la producción que se debe a la misma y la población
activa que ocupa, aunque ésta será evidentemente de forma
parcial. Para evitar repeticiones, sin embargo, remitiremos este
comentario al capítulo 4, apartado 4.2, en el que comentamos
sobre la importancia de la ATP sobre el sector agrario, aun-
que podemos ya adelantar que la información disponible so-
bre estos aspectos es extremadamente limitada.
2.5. Un intento de aproximación cuantitativaal número de explotaciones a tiempo parcial
Es obvia la insatisfactoria naturaleza de la información exis-
tente sobre la ATP en el Estado español. Verdaderamente, se
desconocen los más elementales datos sobre la misma y, ya he-
mos visto que hasta es extremadamente aventurado señalar una
cifra, siquiera aproximada, para el número de explotaciones
a tiempo parcial que existen en la actualidad. No hace faltainsistir mucho en la necesidad de realizar un serio esfuerzo sise desea conocer, por lo menos en sus aspectos más básicos,
este fenómeno que afecta a un elevado número de explotacio-nes. Una modesta parte de este esfuerzo es lo que se intenta
en este trabajo. Pero, como ya hemos explicado en la intro-
ducción, por su propia naturaleza éste no puede consistir másque en una primera aproximación. al mismo, ya que la natu-raleza del estudio necesario desborda nuestra capacidad inves-
tigadora. Y esto es particularmente relevante en el caso de ob-
tener información sobre la importancia cuantitativa de la ATP,
tarea absolutamente fuera de las posibilidadés de un equipo
y un proyecto de investigación como el nuestro. A pesar de
ello, y con el objeto de contrastar, siquiera de forma muy li-
mitada, la validez de la información disponible sobre el nú-
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