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Jacqueline
alcells
y
na Maria iiiralde
Un di en l vida de
Quidora
joven mapuche
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Ilustraciones de
FRANCISCO RAMOS
n dia en a vida de
I.S.B.N.: 956-12-0689-7.
17
edici6n:
febrero
de
2007.
br s escogid s
I.S.B .N.: 956-
12
-1320-6.
18 edic
i
6n: febrero de 2007.
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992 pOl
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Editora Zig-Zag,
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Zag, S.A.
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Telefono
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7400.
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C
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A
Quidora
Joven Mapuche
I alba blanqueaba los maizales y
tei'ifa de amarillo las quince rucas que formaban
el pequeno poblado indfgena. El bosque
y
la
quebrada parecian aun dormidos en espera de
que el sol asomara tras los picachos nevados. Y
cuando Quidora, con sus cabellos sueltos hasta
la cintura, se desliz6 en si lencio hacia la choza
de paja donde dormfa don Diego,
un
pajaro
chin6 entre las ramas de un canelo.
Todavfa humeaba la fogata de la noche
anterior, donde el padre de Quidora, el caci
que,
y
los j6venes guerreros que 10 rodeaban
se habfan reunido a conversar junto al calor
de las llamas. Habfan planeado los ultimos
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l,Araucanos 0 Mapuches?
Uno
0
dos sig
lo
s antes
de la invasi6n incaica a este
pais que
aim
no habia side
amado Chile, un pueblo
guerrero
lI
eg6 a instalarse
a la altura del rio Cautin,
separando en dos a la po
blaci6n aut6ctona dellugar.
Este pueblo invasor se a
maba a si mismo
mapuche
que quiere decir gente de
la tierra
, y
se s upone que
vino de las pampas argen
tinas, donde vivia como
cazador n6made. Fueron
los espafioles, mas tarde,
lo
s que darian el nombre
de araucanos a estos in
digenas que encontraron
instalados entre el Biobio
y el Tolten.
Los mapuches, al sepa
rar en dos a la civilizaci6n
chilena preincaica , empu
jaron hacia el norte a una
parte de e
ll
a y al resto hacia
elsur. Los del norte pasaron
a Ilamarse
picunches
y los
del sur,
huilliches
6
detalles de
la
partida y bebido agua de hierbas
purificantes preparada por la
machi
hasta que
el cielo se puso del color de la luna. Ahora, los
ronquidos de los hombres, cansados despues de
siete dfas de intensos ejercicios, se escuchaban
tras las paredes de barre
y
paja.
La
joven entr6 a la ruca del espanol con
el silencio de un gato.
-
Ya
es i todo preparado, Diego - susu
n6
a la figura tendida en el jerg6n.
El hombre abri610s ojos
y
las hebras ne
gras
y
brillantes del cabello de Quidora tocaron
S ifrente. Las acarici6 con la mana yse incorpor6
a medias en su colch6n de hojas de maiz.
-l ,Que dices, pequena? L voz era
debil.
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Bajos cuello corto y tobillos gruesos
Los araucanos son ba
jos de porte de grandes
espaldas cuello
corto
muslos y tobillos gruesos
tanto en hombres como en
mujeres. EI pelo negro y
liso les crece muy bajo
sobre la frente y sienes. La
piel es morena. EI rostro
es algo aplastado con una
nariz ancha y recta. Los
ojos son pequefios y oscu
ros generalmente de color
pardo. La boca es grande y
de labios carnosoS.
La lengua mapuche:
el chili-dugu
La
lengua mapuche
primitiva el
chili-dugu
se
fue perdiendo luego de la
conquista. Los mapuches
se cruzaban con las mujeres
de los vencidos chinchas y
estas trasmitieron asus hijos
no
s61
la sangre sino tam
bien su lengua y su cultura.
Segun los lingi.iistas entre
los idiomas americanos el
mapuche es uno de los mas
perfectos y se caracteriza
por su notable estabilidad
fonetica y porunaestructura
sencilla y analizable. Es
ademas un idioma armo
nioso sonoro.
Los arucanos lIamaban
huinca al hombre blanco.
8
. - Ha llegado el dfa - repiti6 la joven
mdlgena. Ytocando la aspera barba del hombre
agreg6-: Mi padre desat6 anoche el u l t m ~
nudo del quipu que
Ie
envi6 hace siete dfas el
maputoqui junto a la ftecha ensangrentada.
Don Diego se enderez6 con dificultad
y
su rostro se contrajo en
un
espasmo de dolor.
La herida de su hombro aun no cicatrizaba
pese a las numerosas cataplasmas de h i e r b ~
que Quidoray la machi habfan aplicado a diario
sobre ella.
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Indomables araucanos
La conquista de Chil e
fue la mas dificil de las
emprendidas en territorios
americanos. Ap
31te
de la
pobreza en que tu:,ieron
que vivir los conqUIstado
res, que nunca haUaron
el
ansi ado oro que creian que
iban a encontrar, chocaron
con los indigenas mas beli
cosos dificiles de someter
del continente.
de Ercilla y
Zuniga, canta
el coraje de este pueblo
alaba el valor de Caupo lt
can, gran guerrero indigena
salvajemente asesinado por
los espanoles en 1558.
Los indigenas mapu
ches
de la zona central
y sur de Chile r e ~ u l t r o n
ser unoS adversanos me
ductibles, que durante tres
siglos presentaron bata\la a
los conquistadores, en una
guerra implacable.
Los espanoles quedaron
tan impresionados con la
fiereza de los mapuches,
que el primer poema
ep ico
inspirado por la conqu.lsta
de America les fue dedlca
do
aeilos.LaAraucana
del
poeta conquistador Alonso
10
- l El ultimo nudo, dices? - pregunt6,
con voz tensa.
- Sf Atacanin hoy, cuando el sol este
bajando hacia el mar oculto tras Jas montanas.
Ya
demas
l a
muchacha baj61a voz y dej6
la frase inconclusa.
-l S
f?
- el rostro de don Diego parecia
esperar 10 peor-.l Si...? jTermina de hablar
- Maulican ha side nombrado
toqui
El hombre dio un largo suspiro. Si era
asf, ahora mas que nunca su v da corda peligro.
Dej6 que lajoven, con dedos livianos, levanta
ra las vendas que cubrfan la herida. La ftecha
,del guerrero Maulican habfa sido certera para
inmovilizar ese fuerte brazo.
Quidora se dirigi6 a un rinc6n de la choza
y con dedos agiles recogi6 sus cabellos en una
gruesa trenza. EI hombre contempl6 desde su
lecho la figura ancha pero bien formada de la
india. Cuando esta hubo despejado su rostro de
hebras negras, descolg6 del techo un manojo de
hierbas. Luego remoj6
un
pano en
un
Hquido
oscuro y espeso que habfa dentro de una vasija
de greda; con el envolvi6 1as hojas y las apret6
con fuerza entre sus palmas. Una vez listo el
emplasto, camin6 hacia el hombre y se arrodi1l6
a su lado.
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i. Que nos cuenta a Araucana
"Chile, fertil provincia sefialada
en la region antartica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal Y poderosa:
la gente que produce es tan ~ r a n a d a
tan soberbia, ga\larda y b e h c o s ~
que
no
ha sido por
r ~ y ) a m a S
r e g l ~ ~
ni
a extranjero dommlO sometlda.
"Las armas de\los mas ejercitadas
son picas, alabardas Ylanzones,
con otras puntas largas enhastadas
de la faccion y forma de punzo
nes
;
hachas, marti\los, mazas barreadas,
dardos, sargentas, flechas Y
~ t o n e s
lazos de fuertes mimbres YbeJucoS ,
b
"
tiros arrojadizos y tra ucos.
"Hacen su campo Y muestranse en formados
escuadrones distintos muy enteros,
cada hila de mas de cien soldados;
entre una pica y otra los flecheros
que de lejos
o
nd en
e s m ~ n d d o s
bajo la proteccion de los plqueros,.
que van hombro con hombro, ~ m O d l g o ,
hasta medir a pica
al
enemlgo.
"Si el escuadron primero que acomete
por fuerza viene a ser desbaratado,
tan presto a socorrerle otro se m e t e ~
que casi no da tiempo a ser notado,
si aquel se desbarata, otro arremete,
2
- iQue habrfa hecho sin ti, Quidora
- dijo el, cerrando los ojos.
Mientras la mujer, con sus manos toscas
pero delicadas, aplicaba la catasplama sobre la
herida, Diego volvi6 a rogar al cielo para que
este ataque indfgena no tomara desprevenido a
su ejercito. La situaci6n para el era dramatica
y maldijo el momenta en que el cacique Ie
perdon6 la vida. Record6 cuando habfa caido
de
su
caballo, con el hombro traspasado por la
ftecha de Maulican. Y record6 tambien la orden
del cacique que detuvo el brazo de] joven gue
rrero, cuando este levantaba su
lanza para asestarle el golpe
mortal.
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y estando ya el primero reformado,
moverse de su termino no puede
hasta ver 10 que al otro Ie sucede."
"Son de gestos robustos, r ~ d o
bien formados los cuerpos Y crecldo s,
espaldas grandes, pechos l e v n t d o ~
rec ios miembros, de nervios bi en forOidos;
agiles, desenvueltos, alentados,
animosos, valientes, atrevldos,
duros en el trabajo Ysufridores
de frios mortales, hambres Ycalores."
"No ha habido rey jamas que suj etase
esta soberbia gente libertada,
ni extranjera naci6n que se
de haber dado en sus terminos pisada;
ni comarca ni tierra que se osase
mover en contra y levantar espada,
siempre fue exenta, ind6mita, ten:ida:,
de leyes libre y de cerVIZ ergulda.
14
El cacique Quila1ebo habra reconocido
' e1al hijo de don Alvaro, el capitan espanol
( o n el que entab1ara una especial amistad du-
ran
te un a de esas cortas treguas que ocurrian ,
a veces, en aquellas tierras de Arauco. Ambos
se habran enfrentado en una anterior batalla y,
ambos tambien, habfan sabido reconocer en e
otro
su
senorio y valentia. Por eso, Ilegado el
momento de 1a paz, los jefes intercambiaron
agasa
jo
s y se reconocieron mutuamente como
hombres temerarios y honestos.
Hacfa menos de un mes, Diego se habra
alegrado de su buena fortuna. en esa oportll-
nidad agradeci6 a Dios el haber heredado los
ojos azules y de pestanas negras y crespas de
su padre, gracias a Los cuales el cacique habra
reconocido en el a hijo de don
Al
varo de L6pez
y Mancilla. Sin embargo, ahora no estaba tan
seguro de
Sll
sllerte, pues la situaci6n se v01vfa
amenazante. Si los araucanos atacaban esamis-
rna tarde, no tendria mas remedio que huir de
alii de inmediato. Hoy, por primera vez, sentfa
fuerte su cuerpo y su mente despejada. Tratarfa
de ponerse de pie. jTendria que llegar, fuera
como fuese, hasta
eL
fuerte antes del ataque
Si partia de inmediato y caminaba toda una
jornada, taLvez 10 lograria ..
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Loncos, ulmenes y toquis
Las familias araucanas
formaban elanes, tambien
llamados rehues 0 loy.Tales
elanes vivian agrupados en
rucas
y
tenian como jefe a
un lonco. Estas agrupacio
nes de clanes en sus rucas
formaban
1
que nosotros
conocemos por aldeas.
Los clanes
0
rehues,
formaban parte de una 0[
ganizacion mas amplia: la
tribu. Las tribus ten ian un
jefe civil, que era el ulmen
o cacique, y unjefe militar
que era el toqui. En caso de
guerra 0 emergencias, las
tribus se reunian en aille-
rehues y elegian de entre
todas elias a un maputoqui
y a un mapuulmen.
Porultimo , todos los
aillerehues
de la costa, 0
del valle, 0 de lacordillera,
se organizaban en vuta-
mapus bajo el mando del
gran toqui.
16
No recordaba cuanto tiempo la fiebre
10
habia mantenido en una duermevela inquieta,
p \
ro
sf recordaba las manos de Quidora refres
'undo su cara y alzando su cabeza para darle
d\ beber. ; C6mo no habfa imaginado antes 10
qu
e los indfgenas preparaban? El estruendo de
I
s ejercicios de guerra de los dfas anteriores
habfa sido para ellffia pesadilla, unas voces que
venian de una nebulosa lejana. Pero ahora, con
la batalla contra la fiebre ganada, la inminencia
e la
of
ens va araucana
10
aguUone6 como si
otra flecha
10
hubiese herido a mansalva.
Por su parte, su fuga seria ahora aun mas
diffci
l.
El joven Maulican, nombrado toqui, no
desperdiciariala ocasi6n de terminar conel hom
bre al que Ie impidieron matar en la batalla.
- ; Pord6nde vaga tu espiritu? -
Ia
joven
india
10
contemplaba con ansiedad.
- Pensaba en ti, pequefia.
-; Y que pensaste de mi? - se alegr6
ella.
- Deberfas unirte a Maulican : he obser
vado c6mo te mira cuando entra a este lugar.
-
; Es
que tu no me quieres? - los ojos
de Quidora se oscurecieron aun mas y la sonrisa
s esfum6 de sus labios.
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Sus perros: el quiltro
y
el tregua
Ala Ilegadade los espa
noles, los mapuches ya se
habian hecho sedentarios y
viv ian de la agricultura y la
ganaderia.
La base de su ganado la
formaban las ovejas, que les
suministraban la lana para
sus ropas y tejidos; la alpaca
y la llama.
Los araucanos poseian
tambien dos variedades de
perros: el
qui/tro
pequeno
y lanudo, y el tregua de
mayor tamano, parec ido al
zorro culpeo.
Un
carnero para cada uno
Los mapuches, al igual
que todos
l
os
p ueb l
os
menos desar ro llados, se
a
li
mentaban muy irregu
larmente. Pod ian soportar
largos periodos durante
las guerras, por ejemplo,
comiendomuypocoonada,
y luego podian hartarse
de una manera inusitada.
Cuenta el cronista Nunez
de P ineda y
n ~ l l
que
vio doce mapuches coger de
un
rebano doce cameros, y
comerse cada cual uno en
tero durante la noche.
Por 10 general, la base
de la alimentaci6n de los
mapuches era el maiz, los
frejoles y las papas.
18
Diego no respondi6 y su brazo acarici6
III tr nza brillante de la india. La joven tenia
n
mirada franca y confiada de
un
nino. Ella 1
IIl1bfa cuidado abnegadamente, dia y noche, y
Hntfa que era su duena. Sus ojos
1
con tem
pl
aban con amor y posesi6n. Cogi6 la mano
dclgada pero fuerte de Quidora y la presion6
ontra su pecho, mientras sus pensamientos se
on-centraron en la huida.
El dia avanzaba nlpido y la actividad del
poblado crecia. Las mujeres lgunas con un
nino amarrado a sus espaldas- terminaban
Ie coser las corazas de pieles y de preparar
las viandas para los guerreros; y los hombres,
muchos de ellos con las cabezas rapadas, daban
los ultimos toques a sus armas.
Se escuchaban los zumbidos de las bo
I adoras y lazos de junco y dardos atravesaban
I
aire. Quidora, silenciosa y triste, no se habia
movido
dellado
de Diego, como si presintiera
Ille esos sedan sus ultimos momentos junto a
se blanco de barba color maiz y ojos de cieloen
verano que la habia tratado con tanta dulzura.
El sol ya estabaen 1 alto cuando el fomido
U rpo de Maulican se inclin6 para entrar en la
rLlca. En su mano llevaba un lazo.
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El corazon de los vencidos
A los cautivos de gue
rra los esclavizaban 0 los
sacrificaban, convirtiendo
sus cabezas en trofeos 0
fabricando f1autas con las
tibias. A veces comian el
corazo
n
de los vencidos
creyendo que con
el
absor
berian las cualidades que en
e\los admiraban.
Cuandoen \553, luego
de la batalla de Tucapel,
los mapuches tomaron
prisionero Y mataron al
conquistadorPedro de Val
divia, comieron su corazon.
Estaban seguros de que
al
hacerlo adquiririan las
dotes guerreras y el coraje
del espanol muerto.
Mataron a dos caballos,
hirieron a sets cristianos
Pedro de Valdivia des
cribio asi su enfrentamiento
con los mapuches en su
primer reconocimiento de
la region del Biobio:
Aquella misma noche,
al cuarto de la prima, dieron
sobre nosoStros siete uocho
mil indios, Ypeleamos con
ell os mas de dos horas, e
se noS defend ian barba
ramente, cerrados en un
escuadJon Mataronnos
dos caballos, e hirieron
cinco 0 seis y tantos otros
cristianos
20
- Se acabo tu tiernpo - d
pectivo con el . 1JO seco y des-
,
rnLsrno tono con q
h
dirigido a su quiltro ue se abna
i e g ~ s ~ s t u v
su
mirada sin respondede
la ~ a u l l c a n entonces, desvio sus ojos hacia
; ~ J e y r ~ u ~ b e l ~ a b i a b h e c h o
un
ovillo junto al
, 0 con rusquedad:
-l Que
haces aqu(?
jVe
a a udar
otras que reparten 1 y a las
. os atuendos de guerra'
. El Joven indigena no se movio
h a s t ~
QUldora, suave como
un
' que
lado y salio' de
1
a sombra, paso por su
a ruca.
En cuanto a ti h b
tendre ba . b ' om re blanco, ya te
JO
ml
razo - aiiadio, con voz dura- .
.
21
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11/48
Ahora me asegura
re de que no huyas.
Mas tarde, cuando
celebremos la vic
toria, tu
coraz6n sera
mi premio.
El guerrero
se inclin6 sobre el
enfermo y procedi6
a atarlo de pies y
manos. Diego tuvo
que ahogar un grito
de dolor cuando Maulican tir6 bruscamente
de su brazo. No opuso resistencia: serfa inutil
gastar las pocas fuerzas que tenia en tratar de
vencer a ese corpulento mapuche.
El espanol qued6 de espaldas e inmovi-
lizado. El indigena abandon6
la
choza. Afuera,
la agitaci6n crecia por momentos, y Quidora,
entre las mujeres, se inclinaba sobre una coraza
de cuero. Vio a Maulican salir de
la
choza y
dirigirse hacia ella. Fingi6 estar concentrada
en su tarea.
Esa sera la coraza que defendera mi
pecho, Quidora
dijo
el indio posando una de
sus manos grandes y morenas sobre un hombro
de la mujer.
Ella tembl6 y
no
dijo nada.
Cuando eJ sol
se haya apagado y la
sangre de los enemigos
riegue la tierra, se ras
mi esposa. - Las pa
labras sonaron
como
una orden.
Quidora perma
neci6 inm6vil y muda
hasta que Maulican se
alej6. Sus pensamien
tos estaban en el hom
bre blanco.
Los ejercicios de los guerreros continua
ban. Unos a otros se embestfan, esquivaban
b ~ l e d o r s
y laceaban piernas y torsos. Y
mlentras algunos trabajaban las lanzas otros
cu?rfan sus cabezas desnudas con pie'les de
anlmales
0
tocados de plumas: as , durante la
b a t a l l ~ ~ sentirfan la fuerza del puma, tendrfan
la
v s ~ o n
del aguila
0
estarfan posefdos por la
sagacldad
el
zorro.
Hacfa exactamente ocho dfas que la ac
tlvldad cotidiana del
r hu
se habia alterado
3
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12/48
A guerrear sin cabellos
Los mapuches
se
pre
paraban para la .guerra
haciendo
todo tlpO de
ejercicios. Se pasaban
ocho dias ejercitando sus
fuerzas, comian poco Y
dejaban de beber alcohol.
Esto los hacia bajardepeso
y recuperar agilidad.
Antes de entrar en bata
\Ia se rasaban lacabeza para
el enemigo no pudiera
cogerlos por el cabello.
Se comunicaban las
fechas de reuniones, las del
comienzo de las ofensivas
tam bien el numero de
lanzas que lIevaria cada
jefe a la batalla. Para esto
se servian del pronque era
un
manojo de cordones de
lana de diferentes colores
gruesos, con nudos que
indicaban el numero de
dias.
24
Hn que don Diego se hubiese dado cuenta. Y
('sa manana, las mujeres tam poco habfan sa
I do, como de costumbre, a preparar la tierra
d la siembra 0 a lavar al rio. Las mas viejas
s ' dedicaban a la paciente labor de moler el
maf z mientras las jovenes, reunidas en grupos
parloteando, daban las ultimas puntadas a
los petos de cuero 0 preparaban las pequenas
bo lsas con harina y ajf que los hombres lleva
da n
al
combate.
Los ninos imitaban a los mayores y
jugaban a la guerra en la quebrada cercana,
trepados a 10 peumos y boldos. La mayoria
de eI10s habia atado a sus cabezas retazos de
pieles de zorro. Daban gritos y aullidos, y solo
consegufan aumentar el alboroto reinante en el
pequeno pobJado.
Cuando Quidora vio que Maulican des
aparecfa en el interior de la ruca de su padre
Quilalebo, se levanto con sigilo y se dirigio una
vez mas allugar donde descansaba el hombre
blanco. Lo encontro forcejeando con las liga
duras que sujetaban sus manos.
- jDesatame, Quidora, rapido - urgio
el hombre.
-jNo no puedo hacerio, me matarian
25
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La
machi: una bruja solitaria
Las maehis eran ele
gidas entre las nii'las que
mostraban apt itudes para
ese misterioso ofieio,y lu e
go su edueaeion quedaba a
cargo de otras maeh is.
Cuando una muj er se
eonvertia en machi, aban
donaba la vida en eomun
con su fam ilia y se iba a
vivir so la en un a ruea a lgo
alejada del poblado. Las
rueas de las maehi s se reeo
nocian desde lejos, pOl que
a su lado habia siempre un
poste de madera tallado
con peldafios y con la for
ma de una eabeza humana
en su extremo superior.
Estos postes se Ilamaban
rehues.
Lamaeh
ieram
uyadmi
rada y Ie pagaban muy bien
pOl
sus servieios. Y no so lo
eelebraba maehi tun es, smo
que tambien hacia aetos de
ventriloq
ui
a yhacia apareeer
y desapareeereosas por aetos
de prestidigitaei6n.
26
s
sllrro la india, temblorosa. Y
afiadio
:
;\uemas
..
tu estas debil...
- iAyudame - esta vez laOl'den flledada
ro
n una vozfi rme.
- Aquf estas protegido - insistio la
jo
ve
n- . Mi padre no qlliere que mlleras.
-
Ya
10 se, pequefia, pero des plies de
In batalla nada impedira que Maulican acabe
onmlgo.
- Pero yo soy mapuche y no puedo de
jar que te vayas ahora. - Por primera vez las
pa
labras de Quidora sonaron duras .
Y sofocando un sollozo, la rnuchacha
salio de la ruca.
Paso entre las mujeres, que la llarnaron
y,
sin atender sus voces, siguio corriendo por
entre los altos pastizales .
Lamachi vivfaalejadadel pobJado. Desde
lejos Quidora vio
el
hurno de su caldero.
En ese momenta
un
trueno bramo en el
cielo y varias nubes negras se arremolinaron
oscureciendo el rehue, frente a la ruca.
La
vieja estaba encuclillada unto al fogon.
Su figura vestida de negro y el trapo rojo ama
rrado a su cabeza contrastaban contra el verde
de los arbustos que la protegian del viento. Al
27
-
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GCuando se ofen de al Pillan?
A la Ilegada de los es
paiioles,el pueblo mapuche
no tenia una concepci6n de
bien 0 de mal a
la
mane
ra
de los conquistadores. Para
ellos las malas acciones
-
el
hurto,
el
adulterio
0
el asesinato- ten ian un
can lcter de falta personal
y directa del que cometia
el delito con el
of
ndido,
y no de un acto moral que
ofendiaaDios. Estas malas
acciones podian ser com
pensadas con algo por parte
del delincuente 0 bien eran
vengadas por el agredido
por la comunidad entera a
la que este pertenecia .
El Pillan que, mas que
un dios era unaencarnaci6n
de los antepasados, no se
ofendia con estos actos
personales de la maldad .Se
enojaba, en cambio, por las
transgresiones a algun tabu
o por la falta de cumpli
miento de los rituales, en
estos casos desataba plagas
de gusanos 0 de langostas,
sequias e inundaciones .
28
cscuchar los pasos]evant6Iacabeza, sin dejarde
canturrear una mon6tona canci6n.
La
infinidad
de arrugas en el rostro de la mujer crecieron
cuando sonri6 a la joven india.
-l Que te trae por aquf
mi
nina?
l Te
as
ustan los vientos de guerra?
l
0 es que la
voz
del.
Pillan, que retumba alIa arriba, te tiene
atemonzada?
Quidora
no
respondi6
Su pequeno fuerte cuerpo
se estremecfa
al contener el
llanto que,
29
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Para Hamar y ahuyentar espiritus
Los mapuches ten ian
un
a concepci6n animis
ta
del mundo: pensaban que
todos los hechos naturales,
como la
lIu
via 0 el viento,
se deb ian a la acci6n de
seres s
up
eriores. Creian en
un
dios, el Pillan, que era
el que gobernaba la
Ti
erra
e intervenia en las vidas de
las personas.
Tambien existian para
para sanar enfermos od es
hacer maleficios, mediante
un
a ceremonia mag ica co
nocida como
m
hi/un .
En cuanto al espiritu
bueno - el Pill an- , se
1 invocaba me
di
ante
la
ceremo
ni
a del
guillatun
presidida por un anciano y
en la que participabatodoe l
pue
bl
o En mediodedanzas
y cantos, se sacri
fi
caba al
gun animal y se rogaba por
la protecci6n del
dlO
S para
las cosechas y animales.
Lue
go de la ceremo
ni
a
venia una fiesta en la que
se comia y bebia chicha en
abundancia.
ellos los espiri tus malos
- los huecuves- qu e
causaban muertes, enfer
medades y todo tipo de
desgracias. Estos p r ~ s
malose ran temibles y habla
que ahuyentarlos; de esto
se ocuparon primero los
magos 0 chamanes, que al
correr del tiempo se trans
formaron en los machis.
Estos ultimos eran por 1
generalmujeres,que hacian
de brujas
0
curanderas. Las
mach is eran contratadas
30
p 'se a sus esfuerzos, escapaba de su s ojos. Se
s 'nl6 sobre la tierra helada y escondi6 el rostro
'nlre las manos.
- U igrimas del coraz6n. Ligrimas que
I viento de la guerra aumentanin
sentenci6
la machi.
- jAyudame - exclam6 Quidora, cla
vando sus ojos brillantes en la mujer - . Dame
algo para que el hombre blanco ate su vida a
mi pueblo. jTu plledes hacerlo
- No se puede ir contra la vollintad el
Pillan . El espfritll del hombre blanco s610 trae
pesar y sangre a los nuestros. jNo trates de atar
la mano del viento al cuerpo de la roca
La vie
a
reinici6 su canto gutural y comen
z6 a sumergir en la marmita de greda una serie
de objetos: dientes de lobo, peqllefios huesos y
hierbajos.
La
joven la contemp16 en silencio,
concentrada en su pena.
La
anc iana revolvfa
lentamente su poci6n y alternaba los cantos con
invocaciones a los cuerpos celestes:
- Padre del cielo: dale
tu
fuerza al brazo
del guerrero. Madre tierra: endurece tu
suelo
para los pies del enemigo y suavfzalo para la
planta desnuda de nuestros guerreros. Madre de
la noche: oscurece la vista del huinca e ilumina
la del mapuche.
31
-
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Inbunches Y brujos perversos
Los
calcus 0
brujos, a
diferencia de los chamanes
y de los machis que usaban
sus poderes en beneficio de
los hombres, eran malos
y solo procuraban hacer
dano. A traves de la ma-
gia negra, ellos eran los
intermediarios entre los
hombres Y los huecuves 0
espiritus del mal. Por e ~ t
razon los mapuches temlan
a los brujos y los perseguian
con sana.
Los brujos se reunian
un
animal, como un zorro,
una lechuza, un sapo 0
una culebra. Este animal
se convertia en a y u d a n ~ e
de noche en cuevas en el
fondo de los bosques. Alii
convocaban a los huecuves
para que tomaran la forma
que ellos les pedian: la de
un vampiro que chupaba
la sangre
0
la de una fle-
cha envenenada. Luego se
servian de estos animales
u objetos para causar dana
a alguna persona.
y espia del brujo. Sm
embargo, los a y u d a n ~ e s
predilectos
de
los bruJos
eran los
imbunches
0
be-
bes de seis meses robados
por ell os y convertidos en
mostruos dentro de las
cuevas.
Al
correrdel tiempo
el
imbunche se represento
con la figura de un nino
hinchado, con sus orificios
naturales tapados artificial-
mente, la cara vuelta hacm
atras y una pierna pegada
a la espalda.
Tambien acostumbra-
ban a hacer alianzas con
Los envenenamientos
y danos causados por los
brujos eran tan numerosos
q u e c u a n d o u n o d e e l l o ~ e r a
sorprendido
0
denunclado
por el machi, se
Ie q u e ~ a -
ba vivo y se Ie sometla a
terribles tormentos antes
de matarlo.
32
Luego la anciana cogio un palo, en cuyo
l'xlremo colgaba una red, y fue retirando del
I quido humeante to do 1 que alIi flotaba.
Sigui6 murmurando conjuros y vaci6 el con-
I nido en un pano rojo que tenia extendido
n
el suelo.
Quidora la vio separar porciones de hier-
bas, huesos y demases en dos montones.
Luego contempl6 c6mo esta envoivia sus
preciosos objetos en pequenos trozos de tela y
procedfa a atarlos con un largo canamo.
e
pronto, las voces que trajo el viento
sobresaltaron a Quidora. Era su padre, seguido
de Maulican, que con andar siLencioso se acer-
caban allugar. Los dos venian con sus atavios
de guerra: el joven llevaba un gorro de cuero
crudo con la cabeza de un puma, y el cacique
oronaba
su
frente con las plumas de un aguila.
Ambos cubrfan sus cuerpos hasta las rodillas
con una pieza de piel de lobo marino.
Aillegar, saludaron a lamachi con respeto,
inclinando lacabeza, y simularon no haber visto
aQuidora. La vieja tennin6 de recitar una letania
incomprensible, que dur6largos minutos, antes
de responder a su saludo. Luego les sonri6, con
su boca desdentada, y entreg6 a cada hombre
33
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17/48
En
medio de un machimn
Pineda y Bascunan, en
el
CautiveriojeLiz describe
la ceremoniadel machirun:
" ...El enfermo es taba en
un
rincon del rancho, rodeado
de muchas indias con sus
tamborilejos pequefios,
cantando una lastimosa Y
triste tonadacon voces muy
delicadas ..Estabacercade
la cabecera del enfermo un
carnero Jigado de pies y
manos, Yentre unas ramas
frondosas de canelo tenian
puesto un ramo decanelo
Los
indios y el
caciq le
estaban sentados en rueda,
cabizbajos, pensativos y
tristes, sin hablar ninguno
una solapalabra
La
machi
saco un cuchillo y abrio en
dos el carnero, Y saco el
corazon vivo y palpitando,
y
1
clavo en una ramita, en
medio del canelo . Despues
se acerco al doliente y con
el mismo cuchillo con que
habia abierto al carnero,
Ie
abrio el pecho y comenzo
a chupar todas las visceras
que iban apareciendo. Y
todos juzgaban que con
aquellaaccion echaba afue
ra el mal y Ie arrancaba el
estomago .."
Durante el machirun la
machi siempre caiaen tran
ce. Recorria el cuerpo del
enfermotocando el tambor
llamado
cu i run
y haciendo
sonar unas maracas de cala-
baza,al tiempo que esparcia
humo y agua.
4
una bolsita. Ellos las colgaron de Sus cuellos
luego dar grandes muestras de agradecimie;
to, volvleron a hacer reverencias.
I
.Laanciana
mir6
hacia el cielo
y
los indios
a Imltaron. Las nubes se habfan oscurecido
adn mas
y
el olor
a lluvia se mecfa
1 V I l I o O ~ " " .
.en el aire y movia
35
las hojas de los ar
boles.
A nues-
tro regreso, ma
chi, traeremos la
victoria. Haremos
un
guillatun
y
celebraremos
la muerte de
los blancos.
jAcompananos
con tus favores
y despide a estos
guerreros -
di
jo
el cacique.
Maul ican
habia estado ob
servando de reojo
a Quidora. Mas que
-
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18/48
La
chueca y
la
pelota
Los principales juegos
practicados por los mapu
ches antes de la llegada de
los espafioles eran lachueca
y
la pelota.
En
la chueca se colo-
caban frente ados hileras
de hombres que luchaban
por 1levar a su lado una
bola de madera, con un
palo arqueado de coligue.
J
ugaban en una cancha que
teniacinco metros de ancho
y unoS cien de largo.
En eljuego de la pelota
se colocaban en circulo
de ocho a diez j6venes
desnudos de la cintura para
arriba
y
se arrojaban
unOS
a
otros una pelotade madera,
esponjosa como el corcho .
Cadauno golpeabala pelo
ta con fuerza, con la palma
de la mano,
y
la lanzaba
hacia un jugador contrario
para herirlo con
el
golpe.
La gracia del buen jugador
era la de esquivar el golpe
sin dejar el puesto, para 10
cual debiahacerverdaderos
actos de acrobacia con su
cuerpo, levantandose, sal
tando, echandose de bruces
o de espalda
al
suelo.
36
nunca odiaba a ese hombre blanco que no solo
queria arrebatarles sus tierras, sino tambi6n a
sus mujeres. No podia en tender como la joven
india se resistia a amar a un guerrero como 61
valiente y adrnirado, que habfa side nombrado
toqui. La muchacha deberia odiar a ese espanol
y sin embargo Ie habia prodigado todo tipo
de cuidados. La culpa era del cacique, que ya
estaba viejo, con
un
corazon ablandado por los
recuerdos: jamas deberia haber perrnitido que
ese maldito permaneciera con vida.
i
Pero ahora
6 era toqui y las cosas cambiarian...
El joven irguio su torso y avanzo con
disimulo hacia la muchacha. Cuando su rostro
moreno de pomulos afilados quedo tan solo a
unos cent metros del de Quidora, la VQZ del
indio fue un soplo:
Ese
miserable blanco no volvera a
contemplar la salida del sol. jPor mi vida que
as sera
Los guerreros se r e ~ i r r o n y las mujeres
se quedaron contemplandolos en silencio. La
mana aspera de la machi se apoyo en el brazo
de la joven india.
7
-
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Quidora: ve a hacer 10 que tu coraz6n
te ordena
murmur6
. Y luego rengueando
entr6 a su ruca de ramas Ybarro.
La
joven india mir6 las aguas de la m.ar-
mita. Sobre ellas aun flotaba una 1arga espma
grisacea.
La
cogi6 con la rapidez de un zarpazo
y la apret6 contra la palma de su mano. Luego
se alej6 de11ugar veloz y si1enciosa. Entre
su
38
piel y
su
ropa llevaba ahora el amuleto que
Ie
darla el poder para liberar a don Diego.
Nadie la vio entrar a la ruca del espanol.
Veinte indios esperaban la orden del to-
qui al pie de las araucarias. Se juntarfan con
los guerreros de los poblados vecinos al otro
Jado del bosque de peumos cuando el sol se
detuviera sobre las montafias con nieve.
Estaban bien preparados: habfan purgado
~ ~ r p o s
y
luego de siete dfas de ayuno y
eJe rCl.clOs s ~ s
musculos estaban elasticos y
sus plernas aglles. Lanzas fiechas hachas de
piedra hondas porras y macanas colgaban de
39
-
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Lanzas, picas, macanas Y mazas
Los mapuches usaban
contra los espanoles picas
cortas, de cuatro a cinco
metros , en la primera fila
de los guerreros; en la se-
gunda fila blandian lanzas
largasdeseisaochometros:
Las astas eran de coligiie
y las puntas de madera
endurecida. Con el tiempo
trabajaron puntas
de
acero
para sus lanzas, con las
espadas que quitaban a los
espanoles.
Allado de los guerreros
con picas y lanzas,peleaban
hombres armados con ma-
canas y mazas. La macana
era un palo duro y pesado
de tres metros de largo, del
grueso de una muneca de
la mano.
No
hay hombre
que no derribe ni caballo
que no aturda , dijo de
ella
el
cronista Gonzalez
de Najera. Las mazas eran
tambien de tres metros
de largo y lIevaban una
piedra horadada sujeta
por correas en la punta.
Por ultimo, detras de
los guerreros con picas y
lanzas se colocaban los
honderos Y los arqueros,
que lanzaban nubes de
flechas y piedras.
40
sus cuellos 0 eran empunadas con manos im-
pacientes. Las macanas sobrepasaban en altura
los cuerpos de los guerreros, y sus extremos
curvos lucian amenazantes, en espera de los
golpes que asestarfan.
En esos mismos instantes, el toqui Mau-
lican salfa de la ruca del prisionero. Sus ojos,
negros y duros, estaban convertidos en
un
pequefiisimo trazo y sus punos se apretaban,
hinchando las venas de brazos y manos. Mir6
a su alrededor, en busca de Quidora: algo Ie
decia que ella habfa tenido mucho que ver en
esta fuga. jSi legaba a encontrarlos
El cacique
10
esperaba, impaciente. Aun-
que con s610 mirar al toqui comprendi6
10
que
habia sucedido, supo tambien que ya no habfa
tiempo para venganzas: el sol estaba en 10 alto
y el momenta de la partida habfa llegado.
La orden del toqui estremeci6 hasta las
mas altas hojas de las araucarias. Y mientras
los indios corrfan con pasos livianos a traves
del bosque, Maulican, ala cabeza, agarraba su
lanza con tal fuerza que los nudillos de la mana
se Ie volvfan blancos.
Atras, las mujeres volvieron a s
us
faenas
y de lejos les
Ueg6 Ia voz de la machi, que al
41
-
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Raptando esposas
Los mapuches eran
poligamos y los hombres
ten ian hasta cinco esposas.
Las mujeres se buscaban
entre las familias vecinas y
para ello se tenia que lIegar
a un acuerdo entre los jefes
de familia. Como las muje
res trabajabanel campo, era
mucho 1 que se perdia si
alguna de elias se iba, por
1
tanto habia que ofrecer
buenas compensaciones
a cambio. Por 1 general,
la moneda habitual para
pagar por la novia eran
las llamas, animales muy
preciados por su lana -tina y
su
utilizacion como medio
de transporte.
Muchas veces los hom
bres se unian para asaltar a
otras familias durante la no
che y robarse a las mujeres.
Esto les producia tal emo
cion, que incluso habiendo
negociadoantes auna mujer,
hacian luego un simulacro
de rapto, que dejaba a todos
muy contentos.
Mientras
maS
mujeres, mas ricos \
Los mapuches eranpoli
gamos y pod an casarse con
el nfunero de mujeres que
sus recursos economicos les
pennitieran. Lo normal era
tener cuatro 0 cinco, pero
los caciques
0
ulmenes mas
ricos ten ian hasta veinte.
Claro que siempre la mas
importante era la primera,
llamada
unendomo
que
era la verdadera duefia del
hogar. Las demas estaban
a su serV1CIO.
n
el fondo, la poli
gamia de los indigenas se
debia a la necesidad vital
de engendrar muchos hijos
para mantener la raza. Por
otra parte la mujer cons
tituia la principal fuente
de produccion del hogar:
tejia las mantas y frazadas,
preparaba los cueros y las
pieles, era magnifica alfa
rera, preparaba la chicha y
trabajaba en la recoleccion
de las cosechas.
42
compas del
cultrun
dejaba ofr su voz mon6to
na, in.vocando a los
huecuves
que cegarfan
al
enemlgo.
Quidora, luego de su visita a la machi
habfa entrado ala ruca como una tromba.
Diego, de espaldas sobre el suelo y cubierto de
s u d ~ r
luchaba con sus ligaduras. La india se
arrodill6 junto a
61.
. - Te soltar6 antes que te maten. Huye
hacla la quebrada y esc6ndete alli, sin moverte,
hasta que llegue la noche.
. .La joven
Ie
hablaba con la cabeza gacha,
sm mlrarlo a los ojos.
Y
luego de un momento
de vacilaci6n, sac6 de entre sus ropas la espi
na que habfa cogido del caJdero de la ma'chi y
con su filo procedi6 a cortar las ligaduras que
sujetaban las manos del hombre.
. - iQlIe el Pilhin te proteja - dijo, en un
murmullo, cllando termin6 su tarea.
EI
espafiol no respondi6. Se incorpor6
lentamente y, con sus manos ya libres comenz6
a desatar sus pies.
QlIidora, rfgida como una piedr
a
miraba
el suelo.
4
-
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22/48
La fuerza de las mujeres
a
mujer araucana era
excepcionalmente vigoro
sa. Segun el cronista Ro
sales, ella les provenia de
criarse medio desnudas, al
frio
y
al agua, con tan poco
melindre
y
delicadeza que
todas
la
s mananas, aunque
este granizando, se han
de banar. Estan hechas al
trabajo
y
a moler, cargar a
cuestas el agua,
la
chicha,
la lena,
la
s cosechas, sin
descansar un punto .
Diego se levanto. Sus piernas, aun de
biles y temblorosas, comenzaron a doblarse .
Quidora, con presteza, abrazo por la cintura al
espanol, sujetandolo, hasta que este recupero el
equilibrio. I estrecho con fuerza los hombros
de la muchacha y
e s o ~ ~
sus cabellos. .
fJ
;:117
I
/
Ella Ie en-
trego una
larga manta
oscura para
que se cubriera.
I espanol
do unos minutos en
encontrar la firme-
za necesaria para
caminar. Salio /
al exterior,
sostenido
por la mu
jer,yambos
agachados y sigi-
10sos, avanzaron
por detras de las rucas,
hacia la quebrada. Los
brazos anchos de laindia
5
-
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23/48
jA beber, a beber
No hay cronista que
no hable de la gran afici6n
a la bebida que tenian los
mapuches. La bebida era in-
separable de sus reuniones
familiares
0
cahuines de
las faenas agricolas, de las
bodas, de los entierros, de
sus ceremonias religiosas.
EI
cronista Gonzalez
de Najera decia: Son
dados por sobre todo a las
borracheras,para las cuales
se juntan en sitios ameni-
simos: alii , congregados
en corrillos, hombres y
mujeres se entregan a los
manjares y al vino que lla-
manchicha; siguense luego
los cantares y bailes donde,
al son de tamborileos y
flautas, enlazados todos,
no sosiegan con cabezas y
pies corriendo hacia todas
partes. Estas fiestas suelen
durar cuatro, ocho y mas
dias".
sujetaban con fuerza el torso del hombre blanco,
que jadeaba a cada paso.
-Dejame
aqui -pidio el, en cuanto
se internaron
en
la espesura de peumos y
avellanos.
Pero ella segufa, terca y silenciosa, apu-
randolo en su marcha e indicandole el sendero
que debia seguir. Cuando el sol ya no se vefa
bajo la cupula verde, la mujer se detuvo.
-Sientate
Ie dijo, y 1 empujo hasta
dejarlo semirrecostado sobre la cama de hojas
humedas y resbaladizas.
El hombre apoyo
su
espalda en el tronco
aspero de un peumo y cerro un instante los ojos.
Un olor penetrante y aromatico llego a sus na-
rices: la palma ahuecada de la india
Ie
ofrecia
harina tostada, mezclada con aji picante.
-Come: te dara fuerzas.
El espanol obedecio. El seco y fuerte
alimento era mezclado en
su
boca con tragos
de chicha de uva que Quidora trafa en una pe-
quena botija colgada de su cintura. Sintio que
un calor reconfortante subia por su pecho y 1
envolvia.
-Dejame
aqui, Quidora, y vuelvete al
poblado. Si descubren 1 que has hecho,
1
47
-
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24/48
Lautaro el caballerizo estratega
EI indio Lautaro habia
sido caballerizo de Pedro
de Valdivia.
Como
era
muy inteligente ademas
de aprender las artes de la
equitaci6n se dio cuenta en
d6nde estaba la fuerza de
los espafioles pero tambien
cuales eran sus debi I dades.
Y despues de haber apren
dido 10 suficiente de los
hombres blancos se uni6 a
sus hermanos mapuches y
los organiz6 en forma ma
gistral para luchar contra
los conquistadores.
Asi se las arregl6 para
engaiiar a los espaiioles y
sorprenderlos
en
la batalla
de Tucapel. Los atacaron
con furia en oleadas suce
sivas.de guerreros frescos
y descansados. Al principio
los espaiioles se defendie
ron muy bien gracias a la
superioridad de sus armas
pero luego agotados porlos
incesantes ataques intenta
ron emprender la retirada.
Entonces los mapuches
los empujaron hacia las
quebradas abruptas y ca
yeron sobre ellos en forma
masiva.
8
pasanis muy mal - dijo don Diego
al
tiempo
que se incorporaba.
Una vez de pie la atrajo hacia el y la bes6
por ultima vez.
Los ojos de la muchacha se Henaron de
l
-
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25/48
Lautaro y Napoleon: genios de las
tactic as guerreras
Ademas de ser buenos
espias, los mapuches fue-
ron unos grandes estrategas
y tacticos.
Elegian
siempre
los
campos de batalla que eran
adversos para el enemigo,
como las quebradas 0
la
s
laderas boscosas, terrenos
dificiles para los caballos
de los espafioles y faciles
para los agiles guerreros
mapuches . Tambien em-
pleaban
trampas: hoyos
en el suelo, cubiertos con
ramas,
donde caian
los
caballos al pasar.
En cuanto a sus tacticas,
estas fueron tan habiles, que
se lIegaron a comparar con
las que usara luego Napo-
le6n I con sus ejercitos:
dividirse para marchar y
concentrarse para atacar.
EI naturalista Claudio
Gay
admirado
por las
tacticas araucanas, decia:
"EI nfunero de sus guerre-
ros, en verdad ilustres pOl
hechos asombrosos, parece
increible; y su tactica era la
de FoliaI'd, la de los maris-
cales del Luxemburgo y de
Villars y otros autoressobre
el arte de la guerra .."
Los araucanos atacaban
pOl
oleadas, y cuando los
espafioles estaban exhaus-
tos, reemplazaban a los
atacantes por otra oleada de
hombres frescos. Este sis-
tema fue perfeccionadopOl
Lautaro, al mando de quien
los indigenas desarrol laron
concepciones estrategicas
que parecen inverosimiles
en un pueblo tan poco desa-
rrollado culturalmente.
Alonso de Ercilla, en
a
Araucana
ensalza asimis-
mo la astucia guerrera de
los araucanos diciendo:
50
los dias que iban a venir fueran a ser iguales.
Quidora
no
pudo soportarlo. Para ella se habia
detenido la vida; habia dejado de alumbrar el
sol; la noche se habia establecido en su cuerpo,
anunciando la muerte. Se alej6 de esas mujeres
que seguian parloteando y preparando tortillas,
y huy6, dando rienda suelta a su llanto, hacia
la quebrada. Corri6 y corri6, enceguecida por
una tristeza que no podia controlar. Ni siquiera
supo cuanto rate estuvo corriendo; nj siquiera
se dio cuenta de que el sol declinaba y la luz
iba disminuyendo bajo los
arboles cuando las
voces hirieron sus oidos. Se detuvo en seco y
en un acto instintivo se aplast6 contra el suelo,
igual que una serpiente. iHabia llegado allugar
que los guerreros mapuches habfanelegido para
organizar el ataque Temerosa de ser sorpren-
dida y provocar la furia de los hombres de su
raza, que yerian un signo de mal agtiero en su
presencia, se escondi6 entre la marana verde.
Sus ojos, acostumbrados a la distancia, escu-
drinaron a traves de las ramas: al menos Diego
no estaba con ellos. Eso queria decir que habia
logrado escapar.
Al grupo encabezado por Maulican se Ie
habra unido el de los poblados vecinos. Eran,
MAJl1
~
51
~
-
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Tambien suelen hacer hoyos mayores
con estacas agudas en el suelo,
cubiertos de carrizo, yerba y flore
s
porque
pu
edan
p
car mas sin recelo:
alii los indiscretos corredores,
teniendo s6lo
por
remedio el cie
lo
se sumen de
ntro
y quedan e
nt
errados
en las agudas puntas estacadas n .
Los superespias
Los
araucanos
eran
unos maestros del espio-
naje.
ambiaban
a los
espafioles sus mujeres 0
sus nifios por armas, Y
luego estas mujeres es-
tos nifios los informaban
de todo 1 que ocurria en
el campamento espafiol.
Este sistema se fue perfec-
cionando en
el
transcurso
de la guerra, hasta \legar a
ser un sofisticado sistema
de espionaje, ante el cual
los espai ioles poco podian
hacer.
5
en total, cincuenta
y
cinco hombres dispuestos
a morir. EI maputoqui al mando de la
of
ens va
se llamaba Ancanam6n. Era un indio joven, de
mirada inteligente.
A pocos metros de Quidora, sin ima-
ginar la presencia de la muchacha, Maulican
esperaba la orden de ataque, con la mente llena
53
-
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Arboleda mapuche
Al sur del Biobio, entre
el
rio ltatay el Tolten, donde
vivian los mapuches, abun
daban los bosques.
Robles,coigiies, raulies,
mafiios, laureles, tepas,
ulmos, olivillos, peumos,
lingues, alerces, cipreses,
lumas, avellanos, canelos
y araucarias eran los com
pafieros permanentes de
los indigenas de esa zona.
Tambien habia sauces
qui las, ciruelillos, aromos,
hualtatas, murtillas.
Los mapuches, por su
parte , cultivaban papas,
maiz, porotos, aji, quinoa,
mandioca y manL La mayo
ria de estos frutos de
la
tie
rra eran desconocidos para
los espafioles, que tuvieron
que descubrir America para
llegar a saborear un exqui
sito plato de papas fritas
0
un
pastel de choclo.
5
de pensamientos oscuros y el coraz6n henchi
do de rabia. iQue diffcil se Ie hacia esperar la
orden del maputoqui para atacar
l
les haria
ver a los blancos que eran unos intrusos en esa
tierra. Cada vez que imaginaba el rostro de
un
espanol veia el de don Diego y su sangre hervia.
iEsta vez
su
arma no dejaria a
un
solo enemigo
con vida
y
seria el primero en correr hacia ellos,
como un tore enfurecido Apret6 con fuerza la
lanza
y
la sangre
Ie
Ueg6 al rostro en oleadas
calientes.
- Tranquilo, Maulican:
quelairanoofus
que
tu
mente. EI guerrero tiene que actuar con la
fiereza del puma, pero tambien con su frialdad y
astucia. - La voz del cacique Quilalebo habl6
junto a
e l .
Conozco esa mirada y se 1 que
estas pensando.
S61
cuando logres controlar
tus sentirnientos llegaras a ser un maputoqui.
Y entonces, seras el mejor.
Maulican no alcanz6 a responder pues en
ese momento les lleg6 desde el bosque un grito
de alerta. Y al instante aparecieron de entre las
ramas dos j6venes guerreros que corrieron hacia
Ancanam6n, el maputoqui.
- iAhf vienen iEstan ahi, aladistancia de
una carrera corta
-acez6
uno de los j6venes,
indicando con su mano frente a el.
55
-
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Hernando de Magallanes
y
el
oceano Pacifico
Despues que Crist6bal
Col6n descubriera Ame
rica y luego que Americo
Vespucio repitiera
el
viaje
de Col6n y llamara Nuevo
Mundo a las tierras a las
que habia llegado, muchos
navegantes siguieron sus
pasos. Uno de ellos fue
Hernando de Magallanes,
el primero en ver las costas
del territorio de Chile.
Magallanes marino
portugues, corpulento, cojo
y de grandes barbas, en
su
afan de hallar una nueva
ruta para lIegar a los paises
de las especia, encontr6
el camino que unia a los
dos oceanos y que
hoy
se
conoce como el estrecho de
Magallanes . Este navegan
te, de pie en la popa de la
Trinidad
vio por primera
vez las costas de Tierra del
Fuego en la primavera de
1520. Y luego de su viaje
por elAtlantico- en el que
habia estado varias veces
por naufragar debido a los
fuertes temporales- llam6
oceano Pacifico a ese mar
que
1
recibi6 con enganosa
calma.
Aunque talvez a Maga
llanes e hubiera gustado
bajarse y explorar esas
tierras que desde
su
barco
aparecian con impresionan
te belleza, no pudo hacerlo:
su
misi6n era regresar a
Espana dando la vuelta por
la ruta de las Indias. Des
graciadamente
en
la isla de
Sebu, en las Filipinas,
1
mataron los indios con una
tlecha envenenada.
56
-l Quienes? -pregunto el maputoqui,
adn sin entender.
- iLos
blancos iSe adelantaron
-res
pondio el recien llegado.
El maputoqui endurecio el rostro. l Como
era posible? Eso queria decir que sus espfas
habfan falJado 0 que eran traidores. El ataque
por sorpresa que ellos habfan planeado con
tanta anticipacion habia sido descubierto y los
odiados espafioles habfan tornado la
of
ens va.
La
ira lleno
su
pecho y subio por su garganta.
Ya yerian esos blancos: i no alcanzarian a llegar
ni
aJ bosque cercano al poblado
Cuando Diego se separo de lajoven india,
anduvo varias horas. No dio tregua a su cuerpo
ni se permitio descansos largos. Solo se detuvo
por momentos para comer la harina con aji que
Quidora Ie habia dejado, y beber largos sorbos
de chicha.No sentfa ya doloren su brazo: quizas
10 tenia dormido 0 talvez ese alimento fuerte
y picante era magico. Sin embargo, llego el
momento en que el contenido de la bolsa y la
botija se acabaron y sus fuerzas tambien.
7
-
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Diego de Almagro: una amarga
conquista
Diego de Almagro fue
el primer
espanol
que
emprendi6 la conquista de
este largo pais que lIamaron
Chile, el ano 1536.
Almagro parti6 de Cuz
co
con
132
hombres
a
caballo, cientos de indios
yanaconas y muchos ne
gros. Su viaje a traves de
la cordillera fue durisimo:
los hielos les bloqueaban
el camino, el viento les
cortaba la respiraci6n ,
la puna los agotaba, las
temperaturas
bajo
cero
los congelaban . C6ndores
y otras aves de rapina los
vigilaban de 1 alto y los
indios y los caballos
fu
'eron
muriendo de a poco: una
huella de cuerpos sin vida
iba marcando
el paso de la
expedici6n. Finalmente un
grupo pequeno de hombres
exhaustos y moribundos
lIeg6 al valle de Copiap6,
donde habia indios pacifi
cos que les procuraron con
que reponer sus fuerzas.
Pero las riquezas que
esperaban encontrar los
conquistadores
no
apare
ciano Siguieron viaje al
sur, hasta las orillas del rio
Maule. Alii los indios ma
puches, al verlos aparecer
en esos extranos animales
tan grandes y desconocidos
paraenos- los caballos- ,
se desconcertaron y los ata
caron con furia. Esa fue la
batalla de Reinohueleh, el
primer enfrentamiento en
tre los guerrreros mapuches
y los espanoles .
Exhaustos, desanima
dos ante la furia mapuche
y aun sin el ansiado oro, las
tropas deAlmagro regresa
ron al Peru.
58
Comenz6 a dar traspies por el camino
pedregoso, y cuando crey6 que finalmente el
cansancio 1 venceria, una polvareda en la
planicie 1 hizo alertar sus sentidos embotados
por la chicha y el esfuerzo. Busc6 refugio tras
unas zarzas y lentamente comenz6 a distinguir
figuras y siluetas en medio de la nube opaca
del horizonte.
Eran los espafioles.
Sus compafieros de armas 10 vieron avan
zar como una aparici6n, con los brazos en alto
bajo la manta negra, los pasos tambaleantes y
los ojos extraviados.
iVive Dios, es don Diego - grit6 el
capitan, galopando hacia el.
Le reanimaron con aguardiente y uno de
los soldados Ie cedi6 su cota de mallas. .iff;. .
u J i t ~ i I . l .
.It
59
-
-
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Pedro de Valdivia: un final terrible
Pedro de Valdivia vivia
en
el
Peru sirviendo en el
ejercito de Pizarro cuando
un buen dia, ante lasorpresa
de todos, pidi6 autorizaci6n
para emprender una nueva
expedici6n a las tierras
del sur. Pocos hombres
quisieron seguirlo
en
una
aventura que les traia tan
malos recuerdos luego de
la odisea que viviera Diego
de Almagro, en su viaje de
conquista a Chile. Por eso,
cuando Valdivia sali6 de
Cuzco, en 1540,
s610
veinte
hombres dona Ines de
Suarez 10 acompai'iaban.
Pedro de Valdivia fun
d6, entre muchas otras, la
ciudad de Santiago.Fue un
hombre recio valeroso,
que lucM encarnizadamen
te con los rnapuches. Final
mente rue derrotado
p r
los indigenas, al rnando de
Lautaro, en la batalla de
Tucapel. Alii [ue tornado
prisionero y condenado a
rnuerte. Luego su cuerpo
rue cortado en trozos
los rnapuches cornieron
su coraz6n.
60
- jAceptadla, don Diego jEn vuestras
condiciones la necesitareis mas que yo
Luego
Ie
entregaron un caballo.
Y el grupo, con uno mas a la cabeza,
reanud6 la marcha.
Media hora mas tarde, mientras treinta
y cinco espanoles cabalgaban y el brillo de
sus corazas lanzaba palidos reflejos bajo el
sol moribundo de la tarde, los araucanos, ali
neados en el borde de la quebrada, se lanzaron
al ataque.
La primera fila de guerreros indfgenas
avanz6 con quince hombres, armados de picas
cortas. Una segunda fila se aline6 mas atras,
enarbolando lanzas de siete metros de largo; sus
puntas, de madera endurecida, apuntaron hacia
el cielo y las manos nerviosas se apretaron a las
astas de coligiie.
Otro grupo de hombres corri6 a reforzar
la segunda fila, haciendo girar enormes mazas
en el aire; los extremos de estas, redondos y
pesados, caerian con fuerza sobre espanoles y
caballos. Tras ellos se apuraron los piqueros,
los honderos y los arqueros, premunidos cada
uno de sus piedras y flechas.
61
-
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31/48
- iAhhhhuuuuhhhhhh
EI grito del maputoqui enardeci6 hasta el
ultimo nervio de los hombres de raza mapuche
que, como un solo y rabioso animal marino,
emergieron de entre las olas verdes de la que
brada.
Los gritos y aullidos de los hombres se
unieron al chillido de los queltehues y a los
silbidos de las perdices que abandonaban, es
pantadas, sus nidos de tierra.
Y mientras un escuadr6n de guerreros
mapuches avanzaba entre gritos, envuelto en
corazas de cuero y tocados de plumas, otro
6
grupo de indfgenas aguardaba en silencio, con
la inmovilidad del animal al acecho, escondido
entre los caneios, las murtillas, los peumos y
los coigties de la quebrada.
Los espanoles los vieron surgir de entre
los pastizales en una sorpresiva tempestad de
ftechas y piedras.
iEn nombre de Dios y del rey - grit6
el capitan espanol, levantando su espada y es
poloneando su caballo.
EI
tropel de cascos y brillos metalicos
avanz6 con fmpetu.
63
-
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Ejercicios para el cuerpo la memoria
A los catorce anos los acostumbrarlo a trasmitir
ninos comenzaban a ser
educados en el ejercicio
de las armas y a robus-
tecer el cuerpo mediante
el ejercicio fisico. Este
entrenamiento duraba tres
anos, al termino de los
cuales eljoven eraadmitido
en la casta de los guerreros
o conas
Porotra parte, los ancia-
nos de la tribu ensenaban al
nino var6n el arte de hablar
en publico y 1 hacian de-
s nollar la memoria , para
textu l mente mens jes
oidos una sola vez.
La ensen nz de las
niiias corria a cargo de las
mujeres de edad madura.
Aprendian a tejer ponchos
y paiios, cultivar los sue-
los, alfareria y las tecnicas
para hacer chicha. Como
los mapuches eran muy
aficionados al alcohol, para
ellos era muy importante
tener una mujer en casa
que supiera preparar bien
esta bebida.
64
Los mapuches aumentaron sus gritos y la
velocidad de la carrera.
Tan solo habfan pasado unos minutos
yel
choque de picas y lanzas contra sables y espadas
hizo eco en la quebrada.
Los espanoles atacaban con diestros gol-
pes metalicos y sus caballos, bien manejados,
esquivaban flechas y piedrazos. Entre ellos, un
hombre con el brazo en cabestrillo y mirada
azul y encendida, lanzaba golpes de espada a
destajo sobre cabezas y torsos.
Maulican 1 vio. Y con
un
aullido de
lobo levanto su lanza y se abrio camino entre
los guerreros. Pero en ese instante
un
espanol
moreno, con una gran cicatriz cruzan dole una
mejilla, Ie bloqueo el paso con su cabalgadura.
El mapuche
cl vol
lanza en el i
r
de la bestia,
que corcoveo con
un
reJincho estrepitoso, antes
de caer al suelo. EI espanol rodo junto con el
caballo, pero alcanzo a ponerse de pie en
eJ
preciso instante en que el indfgena se Ie venia
encima. Se trenzaron en una lucha de lanza
contra sable, que fue rapidamente superada
por la agilidad de Maulican. EI espanol, sin su
cabalgadura, poco pudo hacer. EI peso de su
coraza bloqueaba sus movimientos y aunque su
65
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Contando en mapuche
Cero :
Cheu Nu Rume
Siete
Relgue
Uno :
Kine
Ocho :
Pura
Dos
Epu
Nueve
Ailla
Tres :
Kila
Diez
Mare
Cuatro:
Meli
Once :
Marekine
Cinco :
Kechu
Doce
Mareepu
Seis
Kaya
El Totem: apellido de la familia
EI
totem 0 cuga era el
animal , objeto fenomeno
que daba
el
apellido a
un
a
familia. EI totem provenia
de un alianza de sangre que
el fundador de la familia
habia hecho con algiln ani-
mal, objeto
0
fenomeno de
la
naturaleza.Pensaban que
el totem
no
solo les daba
un nombre como famili a
0
clan, s ino que tambien les
entregaba sus cualidades.
Los cugas mas genera-
li
zados eran
huenu
cielo)
y antu sol). Tambien e u
bosque), auquen mar 0
lago)
0
iiancu
aguila).
66
brazo manejaba el arma con pericia, su cuerpo
no pudo mantener el equilibrio contra el em-
biste de ese cuerpo ehlstico y sudoroso que se
Ie
vino encima.Trastabi1l6, cayendo al suelo de
espaldas, donde qued6 a merced del enemigo.
Este, con un grito no acaliado, ensart6
su
lanza
en el cuello del espanol.
La
sangre man6 en
un
rfo rojo y caudaJoso.
Maulican no se detuvo. Busc6 a don Die-
go entre los cuerpos que cafan y entre los que
luchaban. Pero no 10 vefa por parte alguna. Y
a la espera de encontrarse frente a 6 en algun
momento, sigui6 en la batalla.
Por
su
parte don Diego y otros tres sol-
dados luchaban, alejados del grupo, frente a
la quebrada. Con un increfble saIto, un indio
se subi6 a horcajadas al anca del caballo del
maltrecho Diego
y
si no hubiera sido por la
pronta intervenci6n de
su
capitan, eljoven habrfa
muerto con una picana clavada en la nuca. El
capitan, rapido y diestro, envi6
un
mandoble
al costado del indio, haci6ndolo rodar hasta el
suelo. Pero los indfgenas, en una habil maniobra,
lograron hacer caer de sus cabalgaduras, uno a
uno, tanto a Diego como a los tres blancos que
luchaban junto a 61.
67
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Los muertos:
embajadores ante el Pilhin
Los mapuches creian
en la
inmortalidad
del
alma. AI morir, las per-
sonas se iban a lugares
situados en las cumbres
de los volcanes, en las
nubes
0
mas alia del mar.
A veces estos muertos se
hacian presentes para sus
parientes en el crujir de
las tab las, en el silbido del
viento
0
en el vuelo de un
moscard6n negro.
os
guerreros muy
valientes 0 los caciques
pod ian Jlegar a transfor-
marse en pillanes en el
otro mundo. Estospi llanes,
o almas buenas, eran las
protectoras de su familia,
y una especie de embaja-
dores de los suyos ante el
Pillan. Cada familia rendia
culto a sus antepasados,
representandolos en forma
de totem.
8
Quidora, aun acurrucada entre las matas
de la quebrada, vio al grupo de indios y es-
panoles acercarse hacia donde ella estaba. Al
comienzo ni siquiera reconoci6 a su padre entre
los guerreros, pero pronto, cuando ya el grupo
orillaba
Ia
hondonada, reprimi6
un
grito: don
Diego, con la mirada febril, se enfrentaba al
cacique Quilalebo.
9
-
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35/48
El mal de ojo
Los mapuches pasaban
continuamente luchando
entre ellos, esto por la
creencia de que las en
fermedades la muerte
eran causadas por el mal
de ojo, que era provocado
por alguna persona que
habia convocado a
un
mal
espiritu para causar dano.
La
l11achi
era quien dicta-
minaba el causante de una
terrible enferl11edad 0 de
una
l11uerte,
la familia
no descansaba hasta ven
garse. Esto degeneraba en
verdaderas guerras entre
los clanes.
De esta inclinaci6n a la
hechiceria habla
tal11bien
Alonso de Ercilla en a
Araucana:
Usan elfalso oficio de hechiceros,
ciencia a que naturalmente se inciinan,
en seiiales mirando en agiieros,
p r
las cuales sus cosas determinan;
veneran a los necios agoreros
que los casos futuros adivinan:
el agiiero acrecienta su osadia,
les infunde miedo cobardia .
70
a mandfbula endurecida del an ciano se
abri6 para gritar.
- iBlanco, maldito Debi dejar que tu
sangre corriera bajo la mana de Maulican.
Los
0
jos de Diego brillaban.Ya nada podia
detenerlo.
Distingui6
vagamente a Quilalebo,
pero luego de un instante, abrasado por la fiebre
y el alcohol, s6lo reconoci6 en el al enemigo y
jur6 a viva voz su lealtad a Fernando de Espana.
Y mientras a su lado sus companeros gritaban
salvas al rey cada vez que los sables se ente
rraban en las carnes morenas, el, sin dejar de
mirar al cacique, calculaba cada movirniento
para no errar, lanzaba maldiciones y volvia a
nombrar al soberano.
Quidora lloraba tapandose la boca con
las manos. Ahf estaba su Diego, aunque no
reconocfa esas pupil as dilatadas y la dureza de
su rostro desencajado. Y ahi estaba tambien su
padre, levantando su lanza con toda la fiereza de
su raza, para herir de muerte al enemigo. Yella,
temblando como los juncos del pantano cuando
el Pillan les envfa su aliento, los contemplabaen
silencio, sin saber que desear
ni
que hacer. Era
como si las ftechas de todo su pueblo partieran
en dos su alma.
71
-
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36/48
EI garrote arrojadizo
La guerra produjo un
desequilibrio entre la capa-
cidad militar de los mapu-
ches y los demas aspectos
de su desarrollo social.
Abandonaron
la
flecha y
la
honda, ya ineficaces y
perfeccionaron la lanza .
Inventaron un garrote
0
bastoncortoparaencabritar
y aturdir al caballo, y mas
tarde, el garrote arrojadizo.
stas
nuevas armas les
permitirian derrotar a los
espafioles en
la
batalla de
Concepcion 1555).
72
A
1
lejos,
la
primera horda de mapuches
que habfa atacado retrocedfa. Y en medio del
desconcierto de los espanoles, que ya se crefan
victoriosos,
un
segundo grupo de hombres fres-
cos y descansados irrumpi6 desde las entranas
de la quebrada, en
un
nuevo grito de guerra y
armas.
Quilalebo luchaba como un joven. Su
cuerpo se doblaba en dos y se levantaba con elas-
ticidad, sin dar tregua ala espada que buscaba su
coraz6n. Diego, con larespiraci6n entrecortada,
sostenfa la lucha sin desmayar, pese al dolor
que latfa con fuerza en su hombro y ala fatiga
que Ie nublaba la vista: su incansable espada
parecia moverse sola, siguiendo el fmpetu que
ese brazo siempre
Ie
habia dado.
La
lanza de Quilalebo rasgun6 un par de
veces el pecho del espanol, levantando
su
cota y
jirones de carne. La espada del blanco respondi6
hiriendo el hombro del anciano y haciendo brotar
su sangre. Los dos enemigos retrocedieron hacia
la quebrada: don Diego arremetfa como
un
toro,
ya casi no vefa. EI cacique, entre golpe y golpe,
calculaba la distancia que faltaba para alcanzar
el borde de la hondonada. Si lograbahacer Uegar
al espanol hasta alIa, serfa facil hacerlo perder
7
-
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37/48
Ellazo, invenci6n diab6lica
En Marig6eiio
sor
prendieron a los espaiioles
con el lazo - invenci6n
diab6lica segun G6ngora y
Marmolejo- que consistfa
en
un
asta de cuatro metros
con una cuerda terminada
en lazo en la punta. Luego
de atrapado eljine te, se re
unianvarios mapuches para
derribarlo. Por esa misma
epoca idearon los parapetos
verdaderos blindajes m6vi
les de madera que,a manera
de escudos, los protegian
mientras avanzaban.
Jinetes mapuches
Los mapuches eran tan
astutos que lograron volver
en contra de los espaiioles
las mismas armas que
le
s
habian arrebatado. De este
modo obtuvieron del caba
llo un gran rendimiento , a
tal punto que crearon
la
infanteria montada medio
siglo antes que los ejercitos
europeos.
EI
genio militar
de estos guen eros bri1l6 en
todo su esplendor
al
mando
del indio Lautaro, el gran
estratega y t.ktico de
la
epoca de la Conquista.
7
el equilibrio: rodaria por la pendiente hasta el
fonda del precipicio.
Quidora se escondi6 aun mas entre el
follaje. Hacia ella venian su padre y el espanol
que amaba, trenzados en una lucha que acabarfa
con la vida de uno de los dos .
Los pies del indio ya tocaban e] arbusto
tras el cual se ocultaba la joven. Escuch6 el
grito de Diego y vio c6mo las gruesas piernas
desnudas daban un saito hacia el costado.
Luego bri1l6 el acero de una hoja y
un
cuerpo
rod6 por tierra.
EI espanol aun no retiraba su arma del
pecho del cacique cuando, con un grito de leona
enfurecida, salt6 de entre las matas una figura
oscura y pequena. DonDiego con larespiraci6n
entrecortada y una sorpresa sin limites, la vio
coger del suelo la lanza del indio muerto.
Quidora 1 enfrent6 con los ojos oscu
recidos. Sus brazos se alzaban sujetando con
firmeza la empunadura del coligiie.
-jQuidora
EI grito ronco del espanol se confundi6
con el de la india, mientras la lanza se enterraba
en el cuello del hombre, con fuerza de guerrero
y rabia de mujer desesperada.
75
-
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38/48
En ese momenta atron6 el Pillan y la
lluviacomenz6 a caer copiosa sobre las tierras
de Arauco.
Cuando Maulican lleg6 allugar el cuerpo
de don Diego de L6pez y Mancilla hidalgo
espanol yacfa sin vida sobre las tierras de un
pais que se resistia a la conquista. Abrazada
a
61
la muchacha india Boraba y su lamento
estremecfa la quebrada y el valle.
Mas alIa sobre los pastizales seguia la
batalla entre espano]es y mapuches.
Y seguiria durante trescientos anos.
a historia dice que Quidora nunca quiso
casarse. Se fue a vivir junto a la machi y de e]]a
aprendi6 su magia y saber. Tambi6n se cuenta
que ella durante las noches de luna llena vi-
sitaba
ellugar
donde habian muerto
su
amado
y su padre para recitar conjuros que atraian a
los pillanes. Durante esas noches todos los
habitantes de los alrededores decfan escuchar
ruidos de aguas vuelos y chillidos de pajaros
espantados.
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Laleyendade don Diego hidalgo espanol
y Quidora joven araucana se contaria primero
junto al fuego de las rucas y luego se cantaria
en las tertulias de los salones. Y asi de boca en
boca lleg6 hasta nuestros dias.
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LA LEYENDA DEL LAGO
DE LA LUNA LLENA
Cuenta el trueno con voz ronca
cuenta el queltehue
al
volar
del am or de una araucana
que a
un
espanol quiso amar.
(Es Quidora, es don Diego).
LIora el cielo en su recuerdo
cuando trata de lavar
esa tierra enrojecida
que
no
quiere perdonar.
(jAy, Quidora, ay don Diego )
Mato don Diego, el hidalgo,
al
indio que
1
acogio.
Mato la india Quidora,
al
espanol que la amo.
(jGrita Quidora, muere don Diego )
Las hlgrimas de la joven
de tanto correr formaron,
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un
lago tan triste blanco
que las aves se alejaron.
LIora Quidora, duerme don Diego).
Tambien se ensombreci6 el sauce,
que en sus orillas
110r6
.
Alli no crecieron peces,
allf no anid6 una fior
Calla Quidora, calla don Diego).
Dicen que
ell go
aparece
en noches de luna llena,
y que sus aguas refiejan
una figura morena.
Vive Quidora, vive don Diego).
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a leyenda del diluvio
EI
espiritu de las aguas
o Coi-Coi encarnado en
una gran culebra Iuch6 con
Ten-Ten el espiritu de la
tierra encarnado tambien
en una culebra.
Coi-Coi queria destruir
la tierra y acabar con sus
habitantes haciendo que
se saliera el mar. Ten-Ten
que supo de sus intenciones
ofreci6 refugio a los hom
bres en la cumbre de las
montaiias. Perc la mayoria
de ellos no crey6 en las
advertencias de Ten-Ten y
s61
linos pocos subieron
hasta 1 alto.
Asi cu ndo Coi-Coi
levant61as aguas todos los
hombres que se habian que
dado en las llanuras fueron
transformados en peces
rocas plantas y otros seres
marinos. La furia del mar
fue tan grande que alcanz6
las mas altas cumbres y
Ten-Ten tuvo que elevarlas
hasta las vecindades del
sol para que no fueran
Cll-
biertas. Claro que el calor
del soilleg 6 a chamuscar a
mllchos de los refugiados
pero finalmente las aguas
se secaron y todo regres6
a la normalidad.
Segunlaleyenda cuan
do las mujeres que se
habian salvado en las mon
tanas bajaban a mariscar al
mar se encontraban con los
hombres transformados en
peces 0 rocas. Dice tambien
la Jeyenda que engendraron
con ellos mllchos hijos.
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GLOS RIODE
P L BR S
M PUCHES
Machi
mujer que hace de bruja
0
curandera.
Quipu
cordel con nudos. Cada nudo representa un
dla.
Toqui
jefe militar de una tribu.
Maputoqui
jefe militar de
un
conjunto de tribus
reunidas en pie de guerra.
Quiltro
perro chico
y
lanudo.
Rehue
poste de madera conform de cabeza humana
en su extremo superior.
Pilltin
dios que encarna a los antepasados.
Huinca
hombre blanco.
Guillatun
ceremonia religiosa para invocar
l
Pillan.
Macana palo duro grueso pesado.
Cultrun
tambor que se toea en las ceremonias
religiosas.
Huecuves
esplritus malos.
Picas
astas de madera cortas
y
ajiladas en a punta.
Lanzas
astas de co
Ligue
de seis a ocho metros de
Largo
con puntas ajiLadas.
Mazas paLos
de tres metros de
Largo
con una piedra
en
a
punta.
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Para saber mas sabre
los Mapuches
LEER
Lautaro joven libertador de Arauco de Fernando
Alegria. Colecci6n Viento loven Zig-Zag.
La vida de este ind{gena tan inteligente como
valeroso que logr6 innumerable.\ victorias sohre los
espafioles es recreada en esta obra
de
Fernando
Aleg ria confidelidad y fiterza narraliva. La
recomendamos a quien quiera saber mas sobre
Lautaro y entretenerse leyendo.
LaAraucana de Alonso de nilla. Co lecci6n
Vienlo lo ven Zig-Zag.
Este gran poema epico no deberiaJaltar en
ninguna biblioteca. La gesla del pueblo mapuche
tinica en la historia de America es cantada por
Ercilla con
lafid
elidad de un cronisla y el esp{ritu
de
un poeta. Leer a Araucana es mucho mas
entrelenido de 10 que uno se imagina pues al ritmo
de
sus versos se logra revivir con intensidad el
mundo de la Conquista.
l cautiverio feliz de Pineda Bascufian.
Colecci6n Biblioteca de Grandes Obras Zig-Zag.
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Pineda Bascunan narra la expe
ri
encia que tuvo
cuando cay6 prisionero de los araucanos en
1562. Vivi6 con e
LLos
durante siete meses durante
los cuales su vida corria constante peligro;
pero el joven capitan se salv6 y ademas pudo
interiorizarse de las costumbres y entender la
manera de pensar de los indigenas.
Es
te
Libro
autobiograjico es una cronica
ji
el
sobre la conquista de Chile que merece ser
conocido.
BIBLIOGR FI
Desengaiio
y
reparo de
fa
guerra del
Reino
de Chile Gonzalez de Najera
Alonso:
E
dit. Andres Be
LLo
Santiago
1971
Historia de Chile Encina Francisco
Antonio: Edit. Nascimento Santiago.
Cautiverio feliz Pineda Bascunan
Francisco de:
So
c. de Historia y
Geografia Universidad Cat6lica de
Chile Santiago 1984.
Historia de Chile ViLLalobos S ; Silva
F; EsteLLa P :
Edit. Universitaria
Santiago 1974.
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