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Dedico estas líneas a todas las almas que están buscando encontrarse en ese mar de incertidumbre.

Deseo que mis palabras nos encuentren flotando juntos para encontrar respuestas y mapas para que

ese limbo, sea calmo, con alegría y seguridad.

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fluir en el limboPor Carolina Varzabetian

INTRODUCCION

LA VIDA NO ME ENCAJA

BUENAS PREGUNTAS TRAEN BUENAS RESPUESTAS

AMIGOS, EX AMIGOS Y OTRAS YERBAS

COMBUSTIBLE DE VIDA

TRIBUS DE PARES

SOMOS TODOS CAMBIO CONSTANTE

SANAR MIENTRAS FLUIS EN EL LIMBO

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Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

Carolina Varzabetian es fundadora de Womanweconnect. Formada como Licenciada en Diseño Gráfico hizo su experiencia profesional en empresas y sectores marketing y diseño. Los últimos años buscó descubrir sus pasiones, curiosidades, habilidades y delineó un plan para compartirlas con otros. Diplomada en Psicología Positiva, Certificada en Ataraxia, hoy se dedica plenamente al Mentoreo Creativo de mujeres, es capacitadora del Programa BAemprende de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y escribe en algunos medios sobre temas de emprendedurismo, creatividad y sentido de vida

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Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

ANTES QUE NADA...Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

FLUIR EN EL LIMBO 5

Page 6: wearehupi.com · 2018. 2. 28. · Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo: “Cuando

Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Te pongo en marco: tengo 37 años, me llamo Carolina Varzabetian, me crie en una familia en Buenos Aires, Argentina. La familia se forma con Mirta, una mamá presente y mutitasking, Yeki un papá griego con amor por la música Romi una hermana más chica amorosa y mucho más revoltosa de lo que fui yo. Mi sobrino Toto que llegó hace 7 años para cambiarnos la vida. Con dientitos separados y sonrisas contagiosas nos enseña el valor de la paciencia, y mi amado perro llamado Felipe, entre los tantos que pasaron por mi casa.

Profesionalmente puedo decir que soy Licenciada en Diseño Gráfico, eso dice el título que tardé 10 años en tramitar. Después de dos relaciones largas y unas cuantas cortas e inestables, de “maestros” hermosos, vivo sola hace varios años.

Por muchos años creí que adaptarme en el molde de otros era tener identidad, que seguir patrones culturales y sociales era cool, y que vestirme como las amigas que admiraba, era saber quién era. Pasaron 30 años y miles de experiencias que me demostraron que no todo era lo que parecía. Me esperaban años de replanteos, experiencias con cambios profundos y golpes de realidad que hoy, años delante, me permiten ver como esos puntos se conectan, como decía Steve Jobs. Esos puntos, encontrar mis gustos reales y genuinos, definir mis multi-pasiones me ayudaron a encontrar mi propio molde y sobre todo me ayudaron a encontrarme a mí misma.

Este e-book es mi primer intento de colar ideas que están en mi mente, y volcarlas en un espacio para sentirme ligera, fluida, y dar espacio para seguir creando. Porque si hay algo que creo, es que sin espacio no entran cosas nuevas, así que es hora de sacar al mundo estas letras.

También espero que mi historia pueda tocarte, y ayudarte a que no te sientas sola en el camino de autoconocimiento, que a veces puede ser interminable y sentirse como ese nadar en un rio sucio y desordenado en búsqueda del mar.

Lo importante, y no puedo dejar de decirte, es que no busco que copies mis aprendizajes. Siendo egoísta de todo corazón estas líneas las escribo porque quiero ordenar mi cabeza, quiero saber cómo llegue hasta acá, y si en ese proceso de compartir este lío de ideas te sentís inspirado por algo, sabré que todo sirve para algo más grande, porque en realidad, todos estamos conectados.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

FLUIR EN EL LIMBO 6

Page 7: wearehupi.com · 2018. 2. 28. · Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo: “Cuando

Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

FLUIR EN EL LIMBO 7

Page 8: wearehupi.com · 2018. 2. 28. · Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo: “Cuando

Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

LA VIDA

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

NO ME ENCAJA

“No ser nadie más sino tú mismo, en un mundo que está haciendo todo lo posible, día y noche, para hacer que tú seas alguien distinto, significa luchar la más dura

batalla que cualquier ser humano pueda enfrentar y nunca dejar de luchar.” E. Cummings

Page 9: wearehupi.com · 2018. 2. 28. · Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo: “Cuando

Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

Nos encontramos en las redes. Si estas leyendo subi tu foto con el #fluirenellimbo asi te encuentro o etiqueta a @womanweconnect en las redes de Facebook e Instagram.

FLUIR EN EL LIMBO 9

Page 10: wearehupi.com · 2018. 2. 28. · Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo: “Cuando

Timothy Gallwey, autor del libro llamado “El juego interior del Tennis”, escribió en 1974 una de las líneas más potentes que recuerdo:

“Cuando plantamos una semilla de rosas en la tierra, notamos que son pequeñas, pero no las criticamos diciéndoles que carecen de raíces y hojas. Las tratamos como semillas, entregándoles agua y nutriéndolas todo lo que necesitan. Cuando recién salen de la tierra, dando sus primeros brotes, no las condenamos por inmaduras, o poco desarrolladas; tampoco lo hacemos cuando su flor aún está cerrada. Nos quedamos en el proceso de admiración, y dándole el tiempo suficiente que ella necesita para desarrollarse. La rosa es la rosa desde el momento donde es semilla, hasta que muere. En todo el proceso mantiene su potencial, en un proceso constante de cambio. Aun así, en cada estado, en cada momento, es perfecta, así como es.”

Todos somos rosas, algunos en estadio de semillas, otro en flores maduras. El camino de cambio es una constante en el mundo y en cada uno de nosotros, las pequeñas semillas. Los invito a través de este libro a navegar cada uno de los procesos de transformación de la mano de la fluidez y el aprendizaje.

No soy escritora. Punto. Nadie me enseñó a escribir un libro, y aun así, esta sensación de querer vaciar mi mente, explayar lo que siento, siempre estuvo presente.

Me imagino a mar abierto, intentando llegar hacia territorio firme. Nado cuando puedo con fuerza, pero las olas me sumergen una y otra vez. A lo lejos no veo nada, solo mar azul y un sabor a salado en mi boca.

Hay días que floto intentando relajarme, confiando que, por obra del universo, podre llegar a tocar tierra sin mover un dedo, por otros momentos me peleo con los constantes cachetazos de las olas, como si fuera una gran pelea de box.

Así a veces se siente mi vida cuando intento fluir en el limbo. Este libro es mi oportunidad de contar como se siente ese viaje.

Prometo no darte las 5 leyes del éxito, ni el camino rápido a una vida con alegría, tampoco de cómo llenarte de dinero de la noche a la mañana, todavía intento descifrar como mantenerme cada mes. Este libro no es nada de eso, sino una ruta personal compartida con todo el que lea del otro lado.

Ahora sí, lo que puedo asegurarte es que todo lo que vas a leer a continuación es mi auténtico ser en plena expresión, son las experiencias de una persona como vos, que decidió contar la historia detrás de una búsqueda personal. Es desnudarme ante cualquiera que decida verme, y aceptar que todo eso que pasó, me ayudó a ser quien soy.

Espero poder volcar todo lo que creo que necesito decir, para poder así seguir transitando y dentro de un tiempo, unir unos puntos más.

Allá vamos, quédate conmigo.

Primero me presento nuevamente, soy Caro y hoy tengo 37 años. Nací en los 80’ en la época de las calzas fluo y medias, los cintos a la cintura, el pelo batido y el flequillo sin un gramo de alisado. Sonaba en las radios Michael Jackson, Cyndi Lauper, y unos años después mi amado aliado de asaltos: A-HA.

Ya de chica me sentía diferente al resto. Mi familia viajaba asiduamente a la costa porque teníamos local de marroquinería y era usual vernos pasar veranos enteros en San Bernardo una ciudad costera de Buenos Aires, atendiendo el local, comiendo churros y jugando en el samba. Tengo recuerdos sumamente felices de esa época y uno pequeño que me marcó muchísimo de no tan linda manera:

Siempre tuve rulos, esos grandes, y bien notorios y en uno de esos veranos, con el objetivo de “que mi forma de pelo tome más fuerza” papá me llevo a la peluquería y me corto el pelo como un varoncito. No tengo recuerdo exacto, quizá mi inconsciente me lo guardó en una caja para que no sea necesario volver a sufrir de nuevo, pero lo que vino después de ese dia, lo llevo fresco como una lechuga. Era un hombrecito, con una cara bien grieguita, digna de mi papi y con mucho orgullo de esa tierra que tanto amo. Pero, aun así, me sentía diferente.

Colegio primario, ese colegio en zona sur donde mi mamá me llevaba desde Capital Federal a Monte grande para poder ir al Jardín, cerca de donde ella trabajaba como odontóloga. Los dueños del colegio no entendían porque viviendo en Capital, mamá quería que yo vaya al Jardín a tantos kilómetros de casa. Y la razón era el inglés. Mamá quería que yo supiera bien el idioma, y ese colegio era bastante reconocido. Ella es una soñadora y como ya soñaba con vivir en el Sur, lejos del caos de la capital, decidió comenzar a tangibilizar ese sueño, apostando al Colegio San Marcos.

Mamá logró su sueño y yo seguía en el Colegio para el momento de la primaria. El lugar que me dio mis primeras amigas: eran rubias, morochas, también coloradas, paseaban largas colas en el pelo, moños increíbles y algo que lograba llamarme la atención era que siempre estaban impecables. Sus pelos, sus camisas planchadas, sus medias, sus zapatos. Sus casas eran un culto a la limpieza y al orden. Aun recuerdo el olor de “Poison”, una fragancia riquísima que usaba la mamá Laurita, mi gran amiga de la primaria, a quien

recuerdo con mucho cariño. Yo por mi parte tenía la camisa siempre arrugada, y mi torpeza hacia que mi uniforme este manchado por algo diferente cada día, un poquito de huevo del almuerzo, la leche de la tarde o algún alfajor que me comía en los recreos. Pasaba todo el día y toda la tarde en el colegio, así que mis posibilidades de mancharme se acrecentaban minuto a minuto. Mi casa no era como las de las chicas, aun siendo linda, siempre sentí que era diferente a la del resto.

De adolescente tenía un tema con mis piernas. Eran largas y finitas lo cual hizo que mis compañeros de ese entonces, me bauticen como Garza. Un poco de Varza de mi apellido y otro tanto en conmemoración de esas piernas largas y flacas que poseen estas aves. Mamá siempre intentaba que use las medias “abuchonaditas” (esas bien de los 80’), me decía que quedaban mejor y me hacían “las piernas más gorditas”, pero yo siempre elegía las típicas medias verdes de lycra duras, pegadas a mis huesitos y las bajaba en rulito hacia abajo. ¿pueden imaginar eso? Lamentablemente no tengo imagen para ilustrarlo.

¡Que testaruda era!

Y que mal me quedaban esas medias. Ya en secundaria decidí escuchar a mamá, pero ya las medias “abuchonadas” habían pasado de moda…

Papá y mamá tenían una relación de peleas constantes, que poco quiero nombrar más que nada porque este pequeño libro trata de mí, como resultado de ellos, y sobre todo: de lo que yo decidí hacer de mi misma a pesar de lo vivido, como dice la gran frase de Sartre

“Uno es el resultado de lo que hace con lo que hicieron de el” J. P. Sartre

Esas peleas de mis padres, momentos previos a su separación, se sumaban a esa angustia de no pertenecer, y como para marcar el SENTIRME DIFERENTE y a modo de respuesta de mi cuerpo ante la adversidad y la ansiedad, se me cayó casi todo el pelo.

12 años, típico momento donde comienzan a mirarte los chicos, donde te haces señorita, donde empezas a sentirte mujer… y yo sin pelo. Tenía que hacer malabares todas las mañanas para poder peinarme y que no se note el agujero que tenía en la cabeza. Lloré muchas veces frente al espejo intentando calmar la angustia que llevaba dentro. Ya no me quedaban los moños, ni tampoco los jopos que usaban mis amigas de ese entonces.

Pero como todo en la vida, pasa. Y el tiempo pasó, el pelo creció y seguí adelante.

COMENZAR A PERTENECER

Alrededor de 1995 cursaba tercer año de la secundaria en un colegio nuevo. Todos los negocios de papá se habían fundido y me habían cambiado a un colegio donde sinceramente comencé a saber lo que era sentirse parte. Era de mujeres y hombres separados, pero eso no me molestaba, ya que mi relación con los chicos solo había sido de años de burla y poca amistad. Ese mismo año mis padres se separan finalmente, después de miles de idas y vueltas sobre una relación que ya estaba hace años sin un balance sano.

La separación de los padres es esos momentos donde solo existe confusión en tu mente, pero cuando vivís en un hogar donde las peleas son recurrentes, la separación parece ser la respuesta más sana a todo el tormento. Así que puedo decir que trajo mucha luz a mi vida y también me enseño que, pese a las adversidades, uno siempre puede seguir adelante. Así lo hicimos todos en casa, o intentamos día a día.

El deporte me regaló eso que el colegio nunca pudo en su totalidad. Empecé en ese año a jugar en el Monte Grande Rugby Club de Monte Grande. Nos juntábamos a entrenar con otro grupo de chicas, entrenadas por exjugadoras del club. El hockey había sido borrado de las actividades del club por años, donde solo fue un club de Rugby. Pero bueno, llegó el 95’ y ahí estábamos. No había canchas, no había arcos así que nos arreglábamos como podíamos. El deporte me regalo la posibilidad de pertenecer a un equipo, ser parte de un grupo de personas con un objetivo más grande que el personal.

Pasó el tiempo, y el hockey creció en el club, teníamos canchas, e íbamos por la sintética. Vivíamos entrenamientos duros los veranos para ponernos en forma para el

campeonato, compartíamos viajes en micro cada fin de semana en búsqueda de tres puntos más en la tabla, incluso un viaje a Sudáfrica que nunca voy a olvidar. Estaba saboreando el “pertenecer”.

Pertenecer es la sensación de tener valores, ideas, sentimientos comunes con el resto de los miembros de un grupo. Y en la rama de la psicología se descubrió que esto hace que las personas tengan menos riesgo de problemas psicológicos, no menor ¿no?.

Un estudio evaluó entre 1814 adultos identificados con la familia, comunidad y grupo social elegido por la persona, y descubrió que los adultos que no sentían pertenecer a ningún grupo social tenían posibilidad de sufrir depresión 20 veces más que los que se sentían parte.

También encontré un estudio sobre 1111 estudiantes evaluados en la escuela secundaria: se encontró que quienes no se sentían identificados ni con el grupo escolar, ni con el de sus amigos, ni con el de su familia, tenían tendencia a poseer un malestar psicológico. De este modo se demostraba que el sentido de pertenencia hace que la mente y las emociones de los individuos se sientan plenas.

En las sabias palabras de Lisa Tran en un estudio sobre identidad y pertenencia nos cuenta que la identificación nos define como personas. “Es una representación de nuestros intereses, nuestras relaciones y nuestro ambiente. Nuestro sentido de identidad y pertenencia tiene impacto de varios factores, como es el ambiente, nuestras experiencias adquiridas, y nuestras relaciones. El camino para buscar quienes somos puede ser una lucha, ya que nos invita a preguntarnos ¿quién soy? vs ¿quien quieren los otros que sea?, y también ¿adonde pertenezco?, ¿donde me siento parte?”

La identidad la divide en diferentes áreas, y tomo mi caso personal para poder ilustrarte:

Identidad Profesional: la diseñadora

Identidad Familiar: la hija mayor, la prima, la hermana

Identidad de capacidades: la creativa, la que escribe, la emprendedora.

Identidad Cultural: la jugadora de Hockey, la profesional universitaria.

Identidad Social: la multi grupos, la sociable, la amiga del club.

Cuando Tran embarca en la idea de Pertenencia nos cuenta que “es sentirnos bienvenidos y aceptados por algo o alguien”, y es en este punto que recuerdo a Abraham Maslow cuando nos hablaba de que su pirámide de necesidades, y hacía referencia a que la pertenencia es uno de los pilares fundamentales para sentir que somos amados.

¿Interesante no?

Volviendo a Tran nos dice que hay varias formas de pertenecer:

Relaciones: familia, amigos, parejaSociales: grupos, clases, equiposMedio Ambiente: país, cultura, lengua

No todas las personas buscan pertenecer ya que algunas, enfrentadas con relaciones conflictivas, se aíslan completamente. Pero la gran mayoría vamos en búsqueda de lograr sentir esas sensaciones de amor, de comprensión y de alguna forma de igualdad en los círculos que frecuentamos.

Se sabe que desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes grupos. Empezando por el de la familia desde donde adquirimos los primeros valores, modelos mentales y comportamientos. Luego comenzamos con los círculos sociales donde nos movemos, siendo el jardín, colegio, universidad o círculos deportivos. De todos ellos vamos tomando cosas y poniendo a prueba otras.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos en el replanteo de si pertenecemos, o adonde pertenecemos. Estas preguntas comienzan a delinear nuestros deseos, nuestras pasiones y nuestra identidad.

Este libro es mi búsqueda de pertenecer, de conocer donde DESEABA estar y quien deseaba SER.

Lo que crees, se demuestra en lo que hacés. Asi como la Kabalah nos lo dice el principio del 1% y el 99%.

“Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad substancial, la verdad fundamental. El 99% del Universo es espiritual, sólo el 1% es material, lo que podemos palpar y percibir por medio de nuestros cinco sentidos.”

Primera ley Universal. Parte de las 7 leyes de Kybalion y de las enseñadas en la Kabalah

Mia Astral otra de mis referentes favoritas, lo dice fácil: “el 99% es a nivel causa donde nace todo, y el 1% es la manifestación. El 1% es lo que día a día vemos con nuestros sentidos, todo lo manifestado. El 99% es todo lo que ocurre dentro, que nos lleva a la manifestación”. Por eso el trabajo está dentro nuestro, y las manifestaciones de nuestra realidad son la base de nuestras creencias internas.

Salí del colegio y con seguridad entre en la carrera de Diseño Gráfico. Estaba segura que tenía que ir por ese lado, ya que el gusto por lo estético, por las cosas bien comunicadas, la vibración por el color y las formas, fue una constante en mi vida. Así fue que empecé a estudiar, mientras paralelamente buscaba trabajos que me permitieran pagar la carrera y las cosas que implicaba. Poco sabía que me esperaba algo más difícil que mi situación en la primaria.

Es el día de hoy que recuerdo los imbatibles rallys que hacía, saliendo a las 4.30 am hacia el aeropuerto donde trabajaba, para luego a las 2pm volver a salir para la facultad hasta las 12 de la noche que llegaba a mi casa. Recuerdo con sonrisa decirles a mis amigas en una de nuestras cenas actuales, que si tuviera que volver a hacer eso, creo que me muero en la mitad del día. Pero bueno, el tiempo es sabio y cuando uno desea algo, pareciera que nada se interpone, ni el cansancio, ni el trabajo ni nada.

No tan fluidamente, pero termine mi carrera varios años después. Trabajar, estudiar, ir al club a entrenar era intenso, pero parecía que me hacía feliz, o en esos momentos simplemente no me lo preguntaba tanto.

Trabajar me dio esas herramientas que la facultad por si sola jamás me hubiera dado. Desde que comencé mi primer trabajo como secretaria de mi mamá en su consultorio, o mi primer puesto oficial como Asistente Administrativa en una joyería del aeropuerto Ezeiza. Qué tiempos aquellos, donde llevaba anillos y pulseras de aquí para allá, y limpiaba de vez en cuando los mostradores para que la jefa no se enoje. Ella siempre tenía algo por lo cual enojarse. Verla venir era como observar un tsunami desde una montaña, con sus pasos acelerados y sus pelos al viento, dispuesta antes de decirte buen día, marcar cuan mal estaban las vitrinas expuestas. Ojo también tenía días buenos, pero eran los menos, y yo por segunda vez empecé a sentirme desvalorizada.

Me daba vergüenza presentarme ante ciertas vendedoras que eran como “la Elite”. Algunas te trataban como un “chepibe”, otras más dulces me contenían en momentos donde no bancaba ni un segundo más. Recuerdo con mucho cariño a Mariana, una dulce Rubia que siempre me decía Carito y con la que tenía conversaciones que es el día de hoy que me traen alegría a la mente. O Carola, mi tocaya que al haber sido Asistente entendía perfectamente cómo me sentía y siempre tenía la palabra correcta para decir.

Lo importante de esto, al verlo a la distancia es cuanto nos marcan las relaciones que empezamos a vivenciar, y sin ellas tampoco sería posible que definamos que tipo de relaciones queremos en nuestra vida o quienes queremos ser nosotros en ella.

Pase por varios trabajos donde se repitió el mismo patrón de jefes abusivos una y otra vez. Mi llanto y odio crecía cada vez más y con una frustración enorme por todo.

¿Como podía ser que siempre me trataran mal? ¿Todos estaban acomplotados para hacer que yo me sienta asi?

Estas preguntas, poco efectivas, muy deprimentes, me acompañaron durante años y años. Porque si hay algo que me queda claro, es que si no tenes a alguien más sabio que vos cerca, un mentor, un maestro con el que puedas hablar de tus inseguridades y

mostrarles tus maneras de encarar la adversidad, difícil es que encuentres respuestas.

Gracias a dios lo hice años después, ya llegaremos a ello.

A veces no nos damos cuenta que el gran problema detrás de todos nuestros desafíos paralizantes son nuestras propias creencias, que parten de nuestros propios pensamientos sobre nosotros mismos.

Las creencias son un conjunto de supuestos que una persona tiene sobre una cosa o persona. La palabra procede del Latín, del verbo creyere que puede traducirse como creer, y del prefijo entia que viene de una cualidad de un agente. Las creencias nacen en el interior de las personas y se desarrollan de acuerdo a sus valores y propias convicciones, aunque también son influenciadas por factores externos, y el entorno social en el cual estemos inmersos.

Según pude estudiar, tiempo después, supe que existen creencias posibilitantes y limitantes.

Las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todas esas cosas que nos hacen ilusión. Es algo que realmente no es cierto pero si lo es para nuestra mente, y eso es lo que vale para nosotros.

Las posibilitantes, por su parte, lo que logran es mejorar nuestra autoestima y confianza ya que básicamente de lo que se encargan es de ayudar a potenciar nuestras capacidades. De esta manera, nos otorgan seguridad e iniciativa para poder llevar a cabo determinadas acciones ante hechos concretos que surjan.

Existe un cuento de Bucay que todavía recuerdo, como si lo hubiera leído hoy. Mamá me lo había regalado y lo guardo hasta el día de hoy.

El cuento es el siguiente

“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la

enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, porque cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...

Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.”

Jorge Bucay

¿Qué tal si todos somos un poco el elefante, y tenemos creencias limitantes que no nos permiten aflorar nuestros deseos, nuestros más profundos sueños?

Buenas preguntas, traen buenas respuestas.

Pasaron los años en mi vida, pasaron los trabajos, las relaciones… (otro libro para estos capítulos amorosos, haría un Bestseller!), pero vamos al grano.

Pase por la mayoría de trabajos repitiendo patrones una y otra vez. Trabajo nuevo en una empresa, jefe que me gritaba. Cambio de trabajo a una agencia, jefa con CERO inteligencia emocional. Me voy a una empresa inglesa, y la dueña me hecha por verme como una competencia.

¿Porque a mí? Me repetía después de ese último trabajo que me dejó con 9 meses desempleada. Para una mujer que toda su vida se banco sola, que desde los 17 años tiene su propio dinero para pagar sus gustos, fue un golpe muy fuerte. Por primera vez no me podía levantar de la cama, mi cuerpo no me respondía y me la pasaba llorando. Aprendí lo que era estar entrando en una depresión.

Agradezco haber tenido una madre presente que cada día me intentaba sacar de ese estado lo más rápido posible, pero claramente no dependía de ella mi cambio. Fue asi que comencé terapia, con un psicólogo que mi familia conocía y manejaba una especie de terapia que no solo permitía conversar y trabajar en mi misma, sino que me habilitaba a trabajar con energías mas sutiles, tales como el Reiki. Fue mi maestro en esta disciplina, y lo recuerdo como un gran disruptor en mi vida. En cada sesión sucedían cosas que excedían lo que hoy podemos llamar “Psicología tradicional”.

Guillermo Tinari se llama, y lo recuerdo con el mayor de los cariños. El me ayudo por primera vez a preguntarme quién tiene el problema Caro, ¿tus jefes que se repiten con el mismo patrón?

Era lógico que mi cabeza siempre había ido para el exterior y el me invito a través de dos años de proceso, por un viaje que me permitió establecer mis valores, poner límites y comenzar a hacerme cargo de mis actos que hacían que me encuentre con “maestros” que me visibilizaban mi desvalorización personal.

Creo fervientemente que el mundo exterior que vivenciamos es el reflejo de lo que

creemos que merecemos y deseamos, tal como nos dice el principio de la Kabalah. En ese momento de inicio de terapia, yo no era conciente, pero con el paso del tiempo logre ir mejorando esa Caro a una mujer que hablaba con tranquilidad, establecía límites, y en casos excesivos de desvalorización, agarraba sus petates y renunciaba.

Guille me ayudó a colocar los puntos sobre mis ies. Me acompaño con escaleras hasta que sola, pude llegar a cada una de mis vocales acentuadas.

Dejé terapia y avance. Me sentía preparada y así fue que tuve por otros trabajos. Diferentes tratos pero siempre aparecía alguien para dar un saltito, y sacarme los puntos de mis ies. ¡Como lloraba otra vez!, es que ¿no había aprendido nada?, me preguntaba y batallaba una y otra vez. Decidí entonces empezar terapia de nuevo, ya que encima coincidía estar terminando un momento de mi vida amorosa muy doloroso. Esta vez hice terapia con una mujer que desde su calma y orientación me ayudó a volver a encontrar las razones por las cuales seguir. Marta B. se llama y fue de esas mujeres que necesitas encontrar para calmar el corazón y ponerlo en pausa.

Con ella comencé a delinear que quería ser independiente, quería hacer algo propio porque no eran mis jefes sino que yo, simplemente no era bicho de empresa. No podía ponerme la camiseta, cuando me decían de entregar un trabajo al mediodía me colapsaba, dado que mi cuerpo de 13 a 16hs no puede responder porque está dormido. No lo sabía en ese entonces, pero si sabía que en algún momento iba a tener que hacer algo en pos de ese deseo.

Conseguí trabajo en una agencia de Marketing, un sueldo muy bajo y tareas varias, pero entre la separación, el dolor, lo perdida que estaba, necesitaba tener mi cabeza enfocada en algo.

¿Y que puede haber pasado? Porque soy menos original que una copia de Louis Vuitton que se vende en la calle Florida de pleno Buenos Aires. Obviamente me tocaron dos jefes complicados. A esta altura me rio mientras tipeo en el teclado en plena tarde de buenos aires, con los grillos comenzando a sonar en mi patio.

Fue duro al comienzo, pero con el tiempo las cosas iban a cambiar.

TOCAR FONDO

En el año 2014 manejaba hacia la agencia y colapse en llanto. Tenía el auto, el trabajo, que si bien no era lo que quería, pero me pagaban a término, me sentía estancada y frustrada. Seguía soltera sin solucionar una relación que me tenía aferrada a un pasado que parecía siempre mejor, y no era para nada feliz.

Mis amigas habían sabido lo que querían y parecía que sus vidas no existían estas preguntas, esta inconformidad. Si existían, yo las desconocía. Pero ahí entendí que no debía mirar la vida del resto, sino comenzar a preguntarme

¿Quién soy? ¿Quién quiero ser?¿Qué quiero hacer de mi vida?¿Qué me haría feliz hacer de mi vida?Entre llantos, con el auto parado en mitad de la avenida, sentí que mi mundo se colapsaba entero. Todas las certezas se habían ido por mis lágrimas y entre todo ese ruido, el motor prendido y la radio sonando, me quede en blanco y sumamente vacía.

Era la primera vez que me había hecho esas preguntas, y a la vez, sentía que toda mi vida habían estado gritando desde mis adentros. Si recordas el comienzo, cuando te contaba del rio sucio, esta vez era otra vez sacar el cuerpo para respirar y encontrarme con unas olas enormes girandome en todos los sentidos. Otra vez ahí, pero fuertemente enojada y triste.

Manejé hasta mi trabajo como pude. Decidí confiar que el universo, mi yo más auténtico, mi espíritu vestido de blanco con alas, o dios me iban a ayudar. No podía seguir mas así, necesitaba un cambio.

Y es que con el tiempo pude aprender que cuando después de la tristeza, de culpar a todo y a todos, te enojas realmente y decidís cambiar, es cuando realmente se trasciende.

Apoye la cartera en mi lugar de trabajo, prendí la compu, salude a todos y me puse a hacer un café para pensar un poco lo que acababa de suceder. ¿Que había pasado hace instantes? Mi vida se había dado vuelta como una media recién sacada, mi mundo había cambiado y a la vez seguía igual. ¿Seguía igual?

Empecé a darme cuenta que esas preguntas que me había hecho habían sido diferenciales, porque no eran las mismas que me hacía siempre, sino que habilitaban que podía haber más de una respuesta. Por un momento me sentí flotando en una balsa en esas dudas, tristeza y desolación. Sabía que llegar a la costa iba a darme trabajo, y que seguramente la sensación de dolor que cargaba conmigo, iba a ser mi compañía por mucho tiempo, pero también había dentro mío esa seguridad que te da el saber que comenzaría a mover la balsa para llegar a destino.

El hacerte buenas preguntas, te da la posibilidad de respuestas más amplias, mas expansivas, y SIEMPRE te ayuda a tener el control y sobre todo a responsabilizarte por las respuestas. Y si nos vamos a ese territorio llamado espiritualidad, universo, o como desees, pasa algo magnifico cuando decidís HACERTE CARGO de tu vida y poner PLAY: LAS COSAS “MAGICAMENTE” EMPIEZAN A SUCEDER.

Pasaron unos días y comencé a ver en internet a una nueva herramienta que proponían como muy buena: el coaching. Parecía sacar adelante a mucha gente. Me miré todos los videos habidos y por haber en internet y me suscribí a todos los newsletters de Coachs en Estados Unidos, que eran los que más me atraían por ese entonces. Me conecté con esa sabiduría de otros, a escuchar a otras personas que estaban pasando por mi situación y por un momento, no me sentí tan sola.

Pero decirlo así parece fácil así que enumero alguno de los tips que me ayudaron poco a poco repasando en mi mente:

CAMBIAR TU RUTINA DIARIA

Lo importante de esto es que las acciones tenían que ser consistentes, sino no iba a llegar nunca a buen puerto. Por eso te propongo que, si algo de esto te resuena, puedas ponerlo en práctica mañana mismo.

CAMBIAR TU MAÑANA

Empecé escuchando podcast de estos coachs cada día de mi vida. Empezaba el día con música para sentirme mejor y cambiar esa manera de ir al trabajo. Estaba cansada de escucharme quejarme en ese trayecto así que, si no estaba de humor, escuchaba algo que me motive a cambiarlo.

NO TOMES LAS COSAS DE MANERA PERSONAL

Mientras estaba en la oficina empecé a cambiar la manera en la que encaraba mis respuestas a mis jefes. Siempre lo tomaba personal y ellos con su personalidad fuerte y demandas constantes, me abrumaban al instante. Para eso, fue necesario el siguiente punto.

DE ALGO NO SABES, FORMATE

Ya no iba a tomarme las cosas de manera personal, pero aun así no sabía cómo manejarlo, nadie me había enseñado como se hacía eso. Decidí comenzar a formarme en alguna disciplina que me ayude a gestionar las conversaciones de manera diferente, iba a aprender a auto-gestionarme. Cursos de manejo de emociones, neurociencias a la orden del día, todo servía para aprender más.

AUTO-MOTIVACION

Cuando aún la presión o los tratos diarios me superaban, me llevaba los auriculares y me ponía otra vez el podcast del día. Casi siempre eran historias de superación personal, casos donde siempre tenía algo para aprender. Si creía que ya iba a matar a alguien o la tristeza de estar sentada en una agencia sin ventanas a las 3pm de un viernes, me iba a comprar un café al bar de la esquina y me motivaba con alguna canción potente o charlando con alguna persona en el camino. Todo era HACER, ya no pensaba tanto, sino que accionaba para cambiar.

MEDITACION

Tenía días que recordaba lo que deseaba irme corriendo de esa oficina cuadrada, sombría. Solo pensaba estar en la pileta con mi sobrino ese día de verano con 40 grados

a la sombra; lloraba, y me sentía triste. Ahí es cuando me percataba y elegía una meditación que me interese en Youtube, (aunque sea algunos mantras de Snatam Kaur) que me tranquilizaban con solo enfocarme en mi respiración. Lo hacia todo encerrada en el baño, y me tocaban la puerta para saber si estaba bien, pero nada me importaba, yo QUERIA sentirme MEJOR. Respondía que sí, y seguía respirando.

Entendía que estaba comenzando a delinear adonde quería pertenecer. Quería rodearme de esta gente que escuchaba en internet, quería aprender cómo habían hecho ellos y moldear esos conocimientos a mi vida personal.

Debo decir que soy muy espiritual, y entiendo por esa palabra la creencia de que existe algo mayor que nosotros, algo que regula el universo, algo que hace que este mundo sea la cosa más bella e indescifrable que existe, algo que hace que las flores nazcan crezcan y mueran, algo que permite que como mujeres podamos engendrar vida, algo groso existe, no sé el nombre, pero existe.

Me considero un ser espiritual viviendo una experiencia humana, creo en la reencarnación y siento que somos producto de lo que creemos internamente. Por eso es que, en esta búsqueda de replantear mis creencias y pensamientos, y buscar cómo mejorar mis habilidades, encontré un Mentor en Buenos aires que me acompañó un tiempo.

Durante un año y medio junto con el me formé en un programa que se llama ATARAXIA, que busca manejar la ansiedad y stress, gestionar las emociones y aprender Mindfulness para fijar todos esos conocimientos. Carlos Bautista fue mi gran maestro, mi gran catalizador, el vio mi magia antes que yo, el creyo en mí y me ayudo a creer en mí.

Fue un antes y un después en mi vida. Finalmente, ya en los primeros meses del curso, controlaba como deseaba sentirme, mi ambiente laboral se hacía más llevadero, y obtenía los primeros aumentos de sueldo basados en mis propios requerimientos, y no los que otros tenían pensados para mí. Casi un sueño para esa caro triste que lloraba en el auto un tiempito atrás.

Seguía siendo el 2014 y empecé a emprender, a crear mi emprendimiento www.womanweconnect.com donde organizaba talleres mensuales y conocí a las mujeres más lindas que la vida me podría haber dado.

Gracias a conectarme con mi lado emprendedor en ese momento, y a poner a tono mi curiosidad, empecé a escribir cada semana. Escribía cada miércoles un blog que enviaba a mis suscriptas a la web. Cabe aclarar que el primer mes mis seguidoras eran mi mama, mi hermana y mis amigas, pero con el tiempo fue creciendo, desafiando las preguntas de mi interior que decían:

¿Quien te va a leer a vos? ¡No sos periodista!

¿porque crees que podés escribir?

¿Qué tenes para contar?

A todas esas voces, las mandé a buscar mandarinas al desierto y nunca deje de escribir. Había encontrado un elemento que definiré más adelante, como el combustible de mi vida.

“La mente no creadora puede detectar malas respuestas,

pero es necesaria una mente creadora

para descubrir malas preguntas.”Anthony Jay, Management and Machiavelli

En una de las charlas con mi coach, en un barcito de puerto madero muy bonito en que el solíamos sentarnos con un café con leche y una torta de limón para compartir, el comenzó a decirme que no era el valor de las respuestas lo que yo necesitaba, sino que

precisaba hacerme buenas preguntas. Esta frase es del gran Tony Robbins que él tomaba para ilustrarme mi falta de norte.

Esa frase quedo en mi mente desde ese entonces, y no hay un día que no la recuerde ni la utilice en mis clases. Creo que el valor de las preguntas es sumamente importante porque debe pararnos en un lugar de posibilidad y de hacernos cargo, más que preguntar ¿porque me pasa esto a mí? ¿quien soy yo para merecer esto? Debemos preguntar desde nuestra capacidad de poder solucionar las cosas que nos planteamos.

La calidad de las preguntas determina la calidad de nuestra vida.

Esto sucede porque las preguntas, lo que hacen es dirigir nuestra atención a ciertas cosas y esa atención es la que permite los resultados que luego conseguís. Es usual que cuando quieras comprarte algo nuevo, como puede ser un auto negro o blanco, veas más autos como el que te queres comprar, porque tu mente está poniendo la atención en ese elemento.

Unas buenas preguntas a hacerte en tu mente ante una adversidad serian:

“¿Cómo puedo utilizar esto a mi favor?, ¿Qué plan necesito para mi lograr mi objetivo?, ¿Qué es lo que me ha funcionado para resolver mis problemas?, ¿Qué es lo peor que puede suceder y como puedo afrontarlo?”,

Seguramente ante estas preguntas, estaremos programando mejores respuestas, y estaremos abriendo posibilidades nuevas para nuestras dificultades.

En el libro “Despertando a tu gigante interior” una vez más citando al gran Anthony Robbins, nos dice que las preguntas buenas logran tres cosas específicas:

1.- Cambian inmediatamente aquello sobre lo que enfocamos la atención.

Si buscamos lo que anda mal y no funciona, seguramente lo encontraremos y no pondremos atención en lo que si funciona. Por ejemplo, si te sientes muy enojado por algo puedes estar dispuesto a preguntar “¿Qué puedo aprender de esta situación?”. Además, aunque no estés en una situación en específico, puedes empezar a hacerte todos los días, para cambiar tu estado de ánimo, preguntas como estas: “¿De qué me siento

realmente feliz en mi vida ahora mismo?”

2.- Las preguntas ayudan a cambiar aquello que suprimimos.

Si te sientes realmente triste, sólo hay una razón: es porque has suprimido todas las razones por las que podrías sentirte bien. Y, por el contrario, si te sientes bien, es porque suprimes todas las cosas malas en que podrías fijar la atención. Cuando te haces una pregunta, cambias todo lo que en ese momento estás pensando. Si alguien te pregunta “¿Qué hay de realmente grande en tu vida?”, y mantienes el enfoque sobre tu respuesta, puedes empezar a sentirte inmediatamente bien. Las preguntas son como el láser de la conciencia humana, concentran el enfoque y determinan lo que sentimos y hacemos.

3.- Las preguntas cambian los recursos con los que dispones.

En el ámbito de los negocios, especialmente las preguntas nos abren nuevos mundos y nos permiten acceder a recursos que, de otro modo, nos habrían pasado inadvertidos, a pesar de que estaban disponibles. La cuestión no es si vas a tener o no problema, sino cómo vas a enfrentarte a ellos cuando aparezcan. Y es aquí cuando las preguntas tienen el poder de cambiar el estado de ánimo y permitir el acceso a recursos y soluciones. Sobre esto, Robbins nos propone 5 preguntas que ayudan a solucionar problemas:

¿Qué hay de grande en este problema?¿Qué hay que no sea perfecto todavía?¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograr que sea como yo quiero?¿Qué estoy dispuesto a no seguir haciendo para lograr que sea como yo quiero?¿Cómo puedo disfrutar del proceso, mientras hago lo necesario para lograr que sea como yo quiero?

Dejo el siguiente cuadro que expone en el libro que lo considero una herramienta valiosa para todos aquellos que estén intentando trabajar en generar buenas respuestas. Por un lado, las preguntas débiles que son las que usualmente nos hacemos, y por otro las preguntas posiblitantes, o poderosas que son aquellas que nos permiten llegar adonde deseamos.

A partir de hoy te invito a que puedas ver de qué manera estas preguntando en tu vida interior, ya que quizá esa manera de hablarte te está llevando a resultados insatisfactorios o que no te hacen feliz.

A partir de ese año, al hacerme buenas preguntas, continuar mi proceso de aprendizaje y coaching pude notar cambios muy positivos en mi misma, y sobre todo en mis relaciones más cercanas.

Pude comprobar que cuando uno cambia, el entorno cambia o se aleja. Eso es posible que pase, y lo veremos en el próximo capítulo, pero lo importante es que se produce el cambio que tanto buscamos.

“About Time”, o “Cuestión de tiempo” es una película que vi hace mucho tiempo e ilustra a un joven con la habilidad de viajar en el tiempo que decide ir hacia el pasado y por las decisiones que toma, termina modificando su futuro. Tim es un joven que vive en las afueras de Inglaterra junto a su padre, su tío y su hermana. A la edad de 21 años, su padre le confiesa que existe un don familiar de poder viajar en el tiempo, y lo comparte con Tim.

Esta habilidad sobrenatural que poseen está sujeta a una restricción - sólo pueden viajar a lugares y momentos en los que han estado antes. Después de que su padre lo desalienta de usar su don para conseguir dinero o fama, Tim decide que va a utilizarlo para mejorar su vida amorosa. En ese camino es el cual vivencia que se conviernte en Padre en su futuro, con una bella mujer. Aun así al volver reiteradamente a su pasado toma decisiones que cambian el sexo de su hijo en el futuro. No logro recordar si era una nena, y luego pasa a ser un nené o al revés, pero ese detalle no importa.

Esta película me ayuda a contarte lo que sucede cuando uno comienza a tomar acción por las cosas que desea. Así como en la ficción, tu vida es una constante de transformación, como bien decía Einstein. En ese cumulo de cosas, formas, energías, también hay personas que van y vienen de tu vida. Es un proceso que al comienzo puede ser muy doloroso, y te mantiene retenido a relaciones, vínculos que ya no son los indicados para tu grado de evolución.

Comenzaba yo mi tránsito de cambios, avocada a los cursos, talleres y relaciones nuevas, que me invitaban a crecer y por otro lado mantenía vínculos con los que mi ser interior ya no crecía. Hagamos un stop aquí. El poder tener nuevos vínculos, encontrar otras personas en tu vida, nuevos círculos, no quiere decir que tengas que dejar atras todo lo pasado. Muchas veces comenzamos a fraccionar nuestra vida social entendiendo que unos amigos son para algunas cosas y otros son para otras, solo que al comienzo, yo no lo vi.

En mi caso: tengo a mis amigas del club con quienes me conozco desde los 15 años, con las cuales comparto una parte de mi vida, mis amigas de ex trabajos, gimnasio u otros lugares por donde frecuento (pocas pero valoradas), por otro lado mis círculos emprendedores donde habilito mi parte más profesional y emprendedora, y los vínculos personales nuevos que me permiten crecer como mujer. Y si, por esos últimos hablo de los amorosos.

Pero para llegar a darme cuenta de ello, tuve que pasar por momentos de soltar relaciones que ya no me hacían bien, o no sostenían los valores que yo compartía.

En esta búsqueda de uno mismo, donde uno va recabando las cosas que le gustan y las que desea cambiar, es cuando de a poco vamos estableciendo cuales son los valores con los cuales queremos vivir. Hacemos una lista imaginaria o en nuestros diarios, y comenzamos a decidir como hacer para volverlas realidad.

En mi caso particular, el valor más grande que notaba que había incorporado, era el de la coherencia. Me había dado cuenta que, por muchos años, no había sido coherente con mi decir, hacer, y pensar. O no hacia lo que pensaba, o decía cosas que no eran las que pensaba, o no hacía las cosas que decía que iba a hacer. Es normal encontrarte en esa situación cuando miras al espejo y ves que hay muchas cosas de vos misma, que era mejor mantener debajo de la cama sin que nadie vea. Pero a la larga en el camino de desarrollo personal, de volverte más autentica y genuina, esa basurita vuela por los aires y te ensucia toda la cara. Ya no podés hacerte la tonta. Es hora de recordarte que te hagas cargo.

El soltar relaciones que no nos llevan adonde queremos, es tanto un acto de fe como un acto revolucionario. Muchas veces con el solo hecho de pertenecer soportamos situaciones o vinculos que no están a nuestra altura, y por el dolor que nos lleva a pensar que haríamos sin el/ella, navegamos en un mar de incertidumbre, de incomodidad y de tristeza. Creeme que te entiendo, soltar una relación es el aprendizaje más grande de mis últimos 10 años, entender a esos otros como grandes maestros de nuestra existencia es un camino que recomiendo a todos hacer, dado que la vida no parece tan mala con nosotros y ahí comenzamos a entender que todo tiene una razón de ser.

Desde jefes con comportamientos abusivos que quieras dejar atrás, como fue mi caso, o relaciones tóxicas que te enseñan mucho pero a golpes, hasta relaciones de amor profundo que ya te enseñaron lo suficiente. Todo puede pasar, y hay que estar dispuesto a agradecer por lo aprendido, y poder respirar hasta solar con convicción que es para un bien mucho mayor que nosotros.

En esas etapas de crecimiento, me paso algo que le llamo “Etapa Blanco y Negro”. Claramente no existían los grises. Sentía que desbordaba de pasión y entusiasmo cada

día que me juntaba con mi circulo emprendedor, y aun así cuando volvía a mis círculos “tradicionales” me sentía perdida. Creía que estos vínculos también deberían darme la misma pasión que los otros, y fue un error grande que pude trabajar.

Mi mentor me dijo un día que cada grupo, cada vínculo, cumple una misión en nuestra vida y así como mi tribu emprendedora me daba todo eso, mis otros vínculos me daban otro tipo de vivencias. Fue aprender a ser flexible, a entender que así como todo cambia, es necesario aprender a fluir en ese cambio y solo soltar aquello que no nos hace bien.

Me dolió mucho particularmente dejar relaciones de amistad que ya no me hacían bien, con quienes no me sentía lo más auténtica, con quienes me sentía continuamente juzgada o señalada. Fue un paso sumamente desgarrador entender que “Ya no era parte”, pero a la vez y con el tiempo, sumamente sanador, sabía que mi lugar era otro, ni arriba ni abajo (desde donde siempre nos habla el ego, que siempre se nos mete a juzgar), sino más bien al costado, observando sin juzgar, solo fluyendo.

El dejar a alguien de lado, usualmente se traduce en una serie de actividades que tenes que dejar de hacer, o salidas en las que ya no vas a participar. Esto genera mucho dolor a veces, pero si sabes realmente que tu esencia te lo está pidiendo, más vale escucharla, ya que es la compañía que nunca te dirá algo que te haga mal.

En el tránsito de crecer, de conocerte, de amarte pasan muchas cosas a tu alrededor, pero lo más importante es lo que navega por dentro: esa conexión de wifi de 10000 mega que estableces con tu cuerpo, con tu alma, es una compañía que nunca te va a defraudar, y va a estar con vos aun cuando todos se hayan ido. Aprender a conectar con mi Caro sabia, con mi cuerpo tan literal y expresivo, ha sido de mis grandes recompensas de vida.

“Imaginen un mundo en el que nada nos conmueve, en que nada hace una diferencia, ni tiene un significado afectivo. ¿Como seria vivir sin habitar un mundo emocional? Una vida así sería inconcebible y también es imposible. Los seres humanos no podemos ni pensar ni actuar desde la ausencia de la emoción. No existe la posibilidad de estar en un mundo a-emocional”

Así comienza un capitulo escrito por Julio Olalla del “El mundo de las Emociones” y me parece súper atinado para comenzar este capítulo, donde me embarcare en la historia de cómo desperté mi combustible, ese que había perdido desde chica cuando me conectaba con esas partes que, de grande, vamos bloqueando y suprimiendo.

Supongamos que te compras un auto nuevo. Olor a nuevo, las mejores capacidades, levanta vidrios eléctricos, aire acondicionado y dirección que hace que tus habilidades de manejo básicas, te lleven a convertirte en PRO en minutos. ¿Qué pasaría si ese auto no tuviera nafta? ¡Ni siquiera podrías arrancar tu súper adquisición!

A eso voy con combustible, es eso que necesitas para arrancar.

Si te pidiera que cierres los ojos, y pienses cuando eras chico, en alguno de esos momentos que te daban felicidad, esos que te hacían saltar de emoción, esos que te llenaban el pecho como si fueras a explotar ¿podrías recordar que actividad o qué momento era el exacto cuando eso sucedía?

Yo por más que intentaba en el correr de mis años adultos, no lograba conectarme con esos momentos. No tenía nada claro en mi mente cuando de explotar de felicidad se tratara… me sentía como esa parte de la película de “Comer, rezar y amar” cuando Julia Roberts le dice a su amiga si ella recordaba que había comido el día anterior, y la amiga le responde que no, y Julia le dice que de eso se trata, de volver a retomar el valor por lo que comemos, por cómo vivimos, por recuperar esa pasión por vivir. En ese momento ella decidía pasar un año viajando para recuperar o encontrar por primera vez ese combustible de vida, esa llama interior.

Como encontre mi combustible.

APRENDER A SOLTAR

Era el año 2014 y en medio de mi curso de Ataraxia decidí irme de vacaciones sola 15 días. Nunca había estado sola tanto tiempo, aunque siempre me gusto hacer cosas sola como tomar un café en un barcito los sábados a la mañana con un libro, o irme a caminar tranquila por algún lugar desconocido… todo heredado de mi madre muy independiente. El destino elegido fue Nueva York, la gran manzana. Después partiría una semana a Miami con el objetivo de hacer compras, y dorarme un poco al sol. Hacía años que quería conocer Estados Unidos y creí que era una buena oportunidad conocerme mientras hacia el viaje.

Era Marzo, Manhattan estaba congelada y cada vez que uno caminaba para avanzar, el piso crujía con sus pedacitos de hielo. Baje mi valija del transfer, mire hacia arriba y lei “Sullivan St”… You are here my lady! me dije y por primera vez en mucho tiempo sentí

esas mariposas. Esas que cuando te enamoras te revolotean cuando él te mira, esas que aparecen cuando aparece una felicidad enorme en tu vida. Uau! Que bien se sintió eso me dije… y lo procesaría mucho después.

7 días en la ciudad más maravillosa que conocí, pero creo que la hizo maravillosa el perderme cada mañana con mi café caminando sus interminables calles, el tomar un vino con mis tres compañeros de cuarto y reírnos de programas muy yankees y de lo dulce que les parecía el hablar en español, el conversar con los extraños que barrían las calles contándome de sus experiencias, sus vivencias…

Lleve todos esos días volcados en un anotador que pretendía transformar en un pequeño libro tiempo después conteniendo grandes revelaciones sobre mi misma, sobre la gente, sobre la vida. Después de 7 días en la playa para descansar del caminar la gran ciudad, al volver a mi casa sucedió algo que no esperaba en lo más mínimo: la línea aérea perdió toda mi valija. No solo perdía lo material, que es altamente recuperable, sino ese pequeño cuaderno, que era mi manera de conectar con todo lo que había vivido.

Enseñanza del viaje:

Estate dispuesta a soltar todo para poder evolucionar.

Lloré mucho ante la imposibilidad de recuperar todo lo que significaba esa valija, pero tiempo después comprendí que había algo claro, me había conectado con la escritura de una manera que nunca antes había sentido. Había un pequeño hilo invisible que hacía que la escritura provocara en mi ese pequeño éxtasis, esa felicidad, esa expansión y no había avión ni perdida que me la quitara.

Había encontrado un combustible, una pequeña pasión.

La pasión es aquello que nos enciende, nos da una razón para vivir, para trabajar, para conectar. Es eso que hace que perseveres en la vida para llegar a un destino. Entiendo de corazón hoy, que sin ese condimento es raro que llegues a amar lo que haces.

Acá hago un alto. Muchos dirán: “pero yo no sé cuál es mi pasión” y eso está muy bien.

La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a conectarnos con esa parte de nosotros mismos, porque simplemente no nos educan para que lo hagamos. Si recordas, yo tampoco lo sabía, pero el estar presente, curiosear tus actos, indagar en vos, viajar, y ser observadora son los caminos que te recomiendo.

Soy una fan de Sir Ken Robinson quien es un experto, (con un humor envidiable) en creatividad, innovación y promueve la calidad creativa en la enseñanza. En uno de sus libros llamado “El Elemento”, dice:

“Cuando estamos en nuestro Elemento, sentimos que estamos haciendo lo que se supone que tenemos que estar haciendo y siendo lo que se supone que tenemos que ser. Cuando se está conectado de esta manera con nuestros más profundos intereses y nuestra energía natural, el tiempo tiende a pasar más rápido, con mayor fluidez. Uno se desplaza hacia cierto tipo de «metaestado» donde las ideas aparecen más rápidamente, como si estuvieses conectado a una fuente que hace que sea significativamente más fácil lograr tu cometido. Cualquier cosa que estés realizando resulta sencilla porque unificas la energía con el proceso y con el esfuerzo que estás haciendo. Y sientes realmente que las ideas fluyen a través y fuera de ti, y que de alguna forma estás canalizándolas; estás siendo su instrumento en vez de obstruirlas o de

empeñarte en alcanzarlas.” Ken Robinson.

Es por ello que él piensa que la educación adaptada a desarrollar las aptitudes propias del individuo es la respuesta a encontrar la pasión. Nos dice que si se tratara a todos los niños por igual, observando solo los resultados académicos, sería muy difícil saber por nosotros mismos que camino elegir, salvo que la vocación sea mucho más fuerte.

El cita un caso muy notorio en una entrevista.

El caso de Gilliam Lynne

Gillian Lyne es una de las coreógrafas más famosas del mundo. Desde niña Gillian llevaba el baile en sus venas, pero no fue consciente de su potencial hasta que alguien le descubrió su don.

Gilliam Lynne no podía estar quieta en clase, se movía constantemente, no estaba atenta a las lecciones ni concentrada en lo que tenía que hacer, los profesores hartos de su conducta recomendaron a los padres de Gilliam que la llevaran a un psicólogo y la matricularan en una escuela “especial”, la mama de Gilliam así lo hizo y durante la entrevista con el doctor, este no paró de observarla en todo momento mientras le hacía preguntas a su madre.

Al cabo de media hora el psicólogo le dijo a Gilliam que esperara allí mismo que él tenía que hablar con su mamá en privado. Antes de salir de la habitación conecto la radio, salieron y le dijo a la madre de la niña: Observe lo que hace su hija.

Gilliam se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música, los adultos se quedaron deslumbrados por la gracia y el placer con el que bailaba. Entonces el psicólogo le dijo a la mama de Gilliam: Su hija no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.

Su madre hizo lo que le recomendó el doctor, la llevo a una escuela de danza y todavía ahora Gilliam recuerda la emoción cuando entro en la sala y vio personas que como ella no podían estar sentadas sin moverse y que necesitaban moverse para poder pensar.

Gilliam ingreso con el tiempo en la Royal Ballet Company y creo junto con Lloyd Weber algunos de los más celebres musicales de todos los tiempos: Cats y El Fantasma de la Ópera.

Entonces, ¿que es el Elemento, la pasión, o el combustible del que hablo?

El elemento es el punto donde se encuentran tus aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Cuando una persona encuentra este elemento hace cosas que le gustan, se siente definitivamente más vivo, más enfocado y sobre todo posee el sentimiento de estar haciendo lo que “vino a hacer” o con un sentido de misión personal importante. La persona experimenta quien es realmente y que debe hacer con su vida.

Según Robinson el Elemento tiene dos características principales: la capacidad y la vocación. Y hay dos condiciones para estar en el: actitud y oportunidad.

La capacidad: es la facilidad natural para hacer una cosa; es una percepción intuitiva o una comprensión de qué es algo, cómo funciona y cómo utilizarlo.

La vocación: Para estar en tu Elemento necesitas: apasionarte. Las personas que están en su Elemento encuentran gran deleite y placer en lo que hacen.

La actitud: Es la perspectiva personal que tenemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias, es decir, el ángulo desde el que miramos las cosas. Esto está plenamente dentro de nuestro control.

La oportunidad: Las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que tengamos la oportunidad de utilizarlas. Descubrir nuestro Elemento depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. A menudo, estar en tu Elemento implica que puedas relacionarte con personas que compartan los mismos objtivos o nortes.

Si llegaste a leer hasta acá, y resonas con esto podrás entender que hay varias cosas que tenemos que reveer o rechequear cuando uno busca su elemento.

COMO VES AL MUNDO

Uno de los puntos es replantear tus modelos mentales, esos que se forman desde el primer momento que empezamos a tener contacto con la realidad, y esos que le dan significado a la misma.

Los modelos mentales son representaciones internas de una realidad externa. Esto quiere decir que de una misma realidad externa, varias personas pueden tener distintas realidades internas.

Los factores que nos llevan a crear modelos mentales de una misma realidad pueden ser diferentes:

Genéticos: los genes de toda nuestra familia han creado nuestra genética particular.

Circunstancias personales: todas las experiencias que vivimos nos influyen a la manera que pensamos y creemos.

Experiencias / Cultura: el lugar dónde hemos vivido, los círculos en los cuales fuimos parte condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Canal de comunicación: el lenguaje o la forma en la que explicamos nuestras experiencias limita la experiencia externa. El cómo nos hablamos a nosotros mismos condiciona nuestra mente a crear estos modelos mentales, pudiendo lograr MM posibilitantes o limitantes.

Una vez que comiences a analizar cuáles de estos modelos mentales te estuvieron limitando en tu vida, podes empezar a reemplazarlos por algunos mas expansivos, o posibilitantes.

Supongamos mi caso. Me crie con dos padres que nunca me dijeron que debía ser o hacer, así que tuve la posibilidad de poder elegir que hacer de mi vida. Aun así, voces en mi mente me recordaban siempre pequeñas frases que me marcaron durante mi adolescencia y niñez, por parte de profesores y círculos cercanos.

La desvalorización externa, reflejada ampliamente por mi desvalorización interna, me creo modelos mentales, sobre mis creencias que decían:

No sos suficientemente buena para lograr cosas importantes.Las chicas que no son lindas, no son vistas.El éxito, se escala con esfuerzo.Si te cuesta mucho, es porque lo vale.

Sé que es duro escucharlo, pero así me lo decía mi cabeza y muchas veces suele repetirlo en momentos de bajones. Entender que estos son solo modelos mentales armados de una realidad que ya pasó, me ayudó a entender que siempre podemos modelarlos, tirar a la basura los que no nos hacen bien y volver a empezar.

¿Es fácil?

No, claro que no. Pero con insistencia podemos detectarlos cuando aparecen y modificar nuestra comunicación interna a fin de crear realidades más ligadas a la felicidad, el amor propio y la paz interna.

Y como soy pro de estrategias para modificar cosas, te dejo la manera de poder cambiar estas creencias que quizá no estén ayudándote a lograr lo que deseas.

En mi formación aprendí sobre el proceso PCM que nos dice que para cambiar cualquier creencia o modelo mental necesitamos

Creer que es posible: implica que estemos convencidos que es capaz lograrlo.

Que soy Capaz: que tengo todas las herramientas y habilidades necesarias para lograr el cambio.

Que lo merezco: Si yo creo que es posible, y que soy capaz pero no creo merecerlo, poco sucederá. Necesito estar convencido que merezco alcanzar el objetivo propuesto.

Para comenzar el proceso, necesitamos tener un proceso de autoobservacion constante, en el que podamos:

1. Identificar el conjunto de creencias, supuestos, que son parte de nuestro modelo mental2. Identificar que creencias son habilitantes, y cuales limitantes.3. Identificar la nueva creencia habilitante que reemplazará la limitante.4. Accionar para reemplazar la creencia limitante por la habilitante.

Por ello en el medio del proceso, es necesario convertir en temporal cualquier creencia negativa. (Estoy), y convertir en permanente cualquier creencia positiva (Soy).

Decir esto hace que parezca fácil y sencillo, y salvo que disfrutes siendo autodidacta y súper observador, es mejor que pidas ayuda. Terapeutas, Coach, Mentores son personas que pueden ayudarte a transitar y moldear modelos mentales limitantes a posibilitadores.

Entonces, avancemos con el condimento que necesité revisar para poder encontrar mi elemento, mi combustible de vida. Los presento a las TRIBUS. Y si tu mente corrió a pensar que te voy a hablar de sectas y de ritos, te pido que retornes del viaje, porque nada de eso es lo que tengo en mente, aunque si creo que viene de la historia de las antiguas tribus.

El término tribu aparece en la antigua Roma, cuando se agremian varias bandas, clanes o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus, según Wiki.

Por y para el sentido de este “cuento/libro” volvamos a mi historia con la que voy calando estos pedacitos de información.

Volví de ese viaje a Nueva York con la sensación que debía rodearme con personas con las que pueda sentir empatía, o con aquellas que estaban pasando por una situación similar a la mía. Ya no podría seguir sola buscando respuestas y de todos los videos, cursos que estaba asimilando todos me hacían entender que había un grupo allá afuera en el cual yo podría “pertenecer”.

En ese camino me topé con esta frase de JIM ROHN

“Eres el promedio de las cinco personas con las que más

pasas tu tiempo”. Jim Rohn

Jim Rohn fue un empresario estadounidense, autor y orador motivacional. Todos los Coach con los que me ponía en contacto, lo tenían como un guru del desarrollo personal y paso a ser uno de los míos también.

Algo que no mucha gente sabe es que, Jim Rohn, durante sus más de 40 años como conferencista de crecimiento personal y filósofo de negocios, influyó en la mayoría de los actuales gurús, quienes lo reconocen como su maestro. Entre ellos Tony Robbins, Mark Victor Hansen, Brian Tracy, Jack Canfield, Chris Widener, y Harv Eker.

En esta frase que compartí con ustedes se encierra una gran verdad: los comportamientos de los círculos que frecuentamos, nos empiezan a modelar nuestro comportamiento. Entonces, entiendo que si estoy con gente que siempre aspira a estar mejor, a conocerse continuamente y mejorarse con cada oportunidad es más probable que yo logre sentirme mejor, que si paso mi tiempo con gente que se queja de la realidad que posee y no hace nada, o gente que pasa su tiempo haciendo cosas que no le gusta y se conforma con esa realidad.

Yo necesitaba ponerme en contacto con gente que ame lo que hace. Con gente que se levante cada mañana con ganas de vivir, con gratitud, con ganas de ayudar a otros y de dejar un mundo mejor.

¿Soñadora?

Si, definitivamente y feliz por ello. Así que salí en búsqueda de nuevos círculos.

Cuando Robinson habla de los círculos, les da el nombre de Tribus.

Una tribu se forma desde el momento en que varias personas tienen un interés común y una forma similar de ver el mundo y la vida, que les lleva a comunicarse de una manera propia entre sí. Las tribus existen desde antiguo porque responde a uno de nuestros instintos básicos, la necesidad de pertenencia que nombrábamos anteriormente.

“Hallar la tribu correcta puede ser imprescindible para encontrar nuestro elemento” Ken Robinson.

No sabía muy bien cuál sería la “Tribu” adecuada para mí, pero si sabía que tendría que tener parte de los combustibles que había encontrado que tan bien me hacían:

• Gente con la que pueda compartir el amor por la vida.• Gente espiritual que comparta que todos parte de algo mas grande que nosotros mismos.• Gente que quiera vivir una vida con sentido, con pasión, con cuidado por el otro.• Gente que desee hacer algo con sus días mas que trabajar y ganar dinero.• Gente que ame viajar y conocer el mundo.• Gente que quiera enseñar a otros.• Gente que ame escribir o haya despertado esa pasión de grande.• Gente que le guste inspirar a otros.

Muchos de mis alumnos cuando digo esto me preguntan cómo hice exactamente para encontrar estas tribus, y la respuesta esto es que todavía no he logrado tener círculos de pertenencia en todas las áreas de mi interés, pero, por ejemplo, sabía que no me gustaba tener jefes, después de 30 años trabajando para otros, quería ser mi propia jefa así que el ámbito emprendedor me abrió un camino nuevo y me anote en la primera edición de BAemprende.

BAemprende comenzó justamente en el 2013 como un camino para todos aquellos que deseaban convertirse en emprendedores, o necesitaban habilidades para potenciar sus emprendimientos. Yo lo escuche de rebote, de hecho no se ni como llegue esa noche, corriendo desde el trabajo por la 9 de Julio para llegar a Once a las 19horas.

Entre en esa clase y había 100 personas. UAU! Dije, mamita cuanta gente. Me senté atrás porque había llegado bastante tarde e hice la primer clase que más que nada era de dinámicas que rompían el hielo entre nosotros, nos permitía presentarnos y conocer las razones por las cuales estábamos ahí.

Ya cuando empezamos a hablar entre todos, note una energía especial en mi cuerpo y pasaron varios minutos hasta que me di cuenta que era lo que estaba sucediendo.

“Siento que no se por donde ir, me la paso pensando que es el trabajo, pero aun cambiando de trabajo la sensación de sentirme sin rumbo es la misma, empezó a decir uno de los chicos.”

“Estudie Abogacía, trabajo de eso hace años pero no me mueve un pelo, dijo una chica en trajecito.”

“¿Es tarde buscar que hacer que tenga un poco de sentido? Decía un hombre de más de 50.”

“Empece a trabajar por mi cuenta y no tengo herramientas para no sentirme tan perdida, dijo otra chica.”

Resultaba que las palabras que utilizaba esta gente desconocida para describir sus situaciones, eran muy parecidas a las que usaba yo. Eso que sentía mi cuerpo, era resonancia. Esa capacidad de empatizar con lo que dice el otro, porque a vos te está pasando parecido.

Hice el curso que duró 7 clases. Un encuentro por semana y antes del último encuentro me permitió empezar a andar mi emprendimiento. Recuerdo al profe decirme en la clase 6 que necesitaba lanzar mi primer evento antes de terminar la clase, para utilizar el famoso Pitch de cierre como venta de mi evento. Y así fue, termine la última clase con un Flyer diseñado en una tarde, invitando a mujeres a un encuentro de meditación. No lo podía creer, estaba comenzando a sentirme parte y a encontrar algo que me permitía sentirme libre, y emprendedora.

Pero por sobre todas las cosas me conecté con un ambiente que me iba a dar el puntapié inicial para encontrar otra pasión: enseñar, compartir, conectar.

Un año después, aun trabajando en esa pequeña agencia de Avellaneda que me vio llegar de esa mañana de colapso, ya siendo emprendedora, estaba dando mi primera clase como Capacitadora en BAemprende, a emprendedores que como yo, buscaban un sueño de ser sus propios jefes, de hacer la diferencia, de ayudar a otros. Ese mismo lugar que me vio llegar perdida, me dio los contactos necesarios y ese guiño del destino, para decirme “Que te parece si te formas como capacitadora y estas del otro lado?”

Ya formada con Ataraxia, manejando mis emociones, teniendo una excelente relación con mis jefes, haciendo mis encuentros mensuales para womanweconnect, me sentía preparada para embarcarme en esa nueva oportunidad que el destino me había dado.

Solo había pasado un año de aquella tarde.

Si uno mira hacia atrás, siempre los puntos se conectan, y no siempre lo ves al comienzo

de la odisea. Este fue el primero de muchos puntos que se conectaron en mi vida, y lo expongo para que sepas que una vez que sabes que queres, o tenes la curiosidad para salir a buscarlo, el orden perfecto de las cosas hace que te encuentres con lo que necesitas. No siempre de la manera que pensaste, a veces mejor que lo que creías, a veces diferente, pero siempre como debe ser.

Y así fue como de un día para otro, entre en una clase llena de personas que estaban en ese lugar en el que yo había estado tantos años de mi vida. Que mejor tarea podría haberme dado el destino, que ayudarlos a embarcarse en el cambio de emprender el camino de definir quienes querían ser en la vida. Porque el programa hablaba de emprendedorismo, pero el segmento que me toco, ayudaba a definir quiénes somos en ese camino de comenzar a emprender y cuáles son las habilidades que tenemos que desarrollar para crecer.

Todo el universo opera a la perfección. Clap Clap for you my dear universe, quien quiere que seas.

“La verdadera marca de la grandeza no está sólo en lo que una persona logra en su propia vida, sino en su capacidad de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos y darse cuenta de que ellos también pueden llegar a ser grandes” J. Earl Shoaff

Por dar clase, automáticamente pasé a capacitarme con otros docentes que haciamos lo mismo bajo el programa. Ahí fue cuando me encontré con otros docentes que estaban en estadios más avanzando que yo con sus vidas, sus emprendimientos y comencé a tener más salidas, mas after office, mas cursos de perfeccionamiento, eventos relacionados al mundo entrepreneur… comencé a sentir REAL PERTENENCIA, TRIBUS de PARES que vibraban mi misma música interior.

No todos habían estado en búsquedas personales intensas como la mía, pero aun así me sentía cada día mas en paz conmigo misma y con las conversaciones que manteníamos en cada uno de estos encuentros.

En los eventos a los que asistí aprendí el valor del Networking, que sin más ni menos chachara es conectar con otros. Supe realizar el famoso Pitch, o presentación de mi proyecto y de mi misma. Conocí gente que de otra manera jamás me las hubiera encontrado.

Perder el miedo a estar en un evento y darte a conocer, entregar tu tarjeta y establecer conversaciones con otros te abre las puertas del crecimiento de una manera exponencial. Te atreves a enviar mails o mensajes por redes a personas que jamás lo hubieras pensado, a abrite más genuinamente a otro mundo social de enriquecimiento.

Así fue como un día decidí escribirle a Liz Gilbert, mi amada autora de “Comer, Rezar, Amar”, escritora y creativa que expresa de la manera que siempre me ha llegado al corazón. ¿Y saben que paso? ¡Me contesto! Porque eso pasa cuando haces las cosas de corazón, conectando por empatía. Y simplemente me dedique a elogiar naturalmente su trabajo, y contarle el impacto que tuvo en mi su gran libro.

La gente con la que debes conectar, se conecta. Punto.

Y esa es la manera de hacer crecer las redes, que antes no sabís que existían.

Aprendes también a ser una versión de vos misma interesante para contar, porque ahora TENES COSAS PARA CONTAR, no simplemente la inacción cotidiana de mufar por tu trabajo o tu realidad. Es más interesante conocer a gente que se mueva por lo que desea, que está en búsqueda de sus entornos, que está buscando en ese mar de dudas. Juro que es más interesante que escuchar gente quejarse.

Entonces si algo me gustara que te quede de todo esto, es que cuando empezas a estar en contacto con gente que está en tu sintonía, te seguís nutriendo de experiencias que te llevan a evolucionar, te llevan a estar siempre buscando una mejor versión de vos mismo y quizá de revote de tu proyecto profesional.

Es lógico querer ir por la vida, manteniéndonos aferrados a esas cosas que nos gustan, nos hacen muy bien y nos sacan alegrías y carcajadas. Si pudiera recordar esos momentos que me llenan el alma me los guardaría en un bolsillo de mi jean, y lo fijaría allí para que nadie me lo saque.

“La carcajada de mi sobrino y esos dientecitos blancos separados cuando le hago cosquillas”

“Estar flotando en el mar un día sol pleno y cálido con el oído repleto de sonido de gaviotas”

“Ver a mi mamá salir de la operación, y al médico diciendo que todo iba a estar bien”

“La alegría que me provocó saber que mi hermana volvió a ver de ambos ojos despues de 32 años”

“Ese I love you que me dijeron una noche de invierno, abrazándome fuerte en la puerta de un edificio”

Pero la vida no funciona así, y claramente cuando me aferro a las cosas demasiado, la vida solo me las mueve, me las quita o las transforma para volver a repensarme.

El cambio es la gran constante, decía Heráclito que intentaba que entendiéramos que las circunstancias nos cambian todo el tiempo y nuestra tarea no es lograr que queden fijas, sino en quienes nos convertimos mientras nos adaptamos a ellas.

Te pongo otro ejemplo, ya que me encantan.

Durante todos mis años de trabajo en relación de dependencia, tuve jefes que se podrían describir como complicados. Desde mi jefa en el aeropuerto que, con su presencia a lo lejos, ya temblaba todo el staff, un jefe de una marca reconocida de lencería que me veía más como un objeto que como una persona, otra mujer que me echó por pensar que quería competir con ella, y así puedo seguir enumerando.

Salvo una persona que fue la única que aplicó el liderazgo que hoy me dedico a enseñar,

no tuve referentes ni jefes que me la hicieran fácil. Y hago esta aclaración, porque siento hoy a lo lejos que todos ellos fueron mis grandes maestros, una vez que tuve la claridad para poder verlo o la conciencia adecuada que me permitía hacerme cargo de cómo interpretaba esas situaciones.

Cambie tantas veces de trabajo que creo que ya no lo recuerdo, nunca podía estar más de 3 años en un lugar. Se sucedían los mismos signos físicos y mentales: me comenzaba a latir el corazón fuerte cada vez que llegaba al trabajo, no tenía ganas de levantarme, el malhumor era mi aliado y la frutilla del postre era que ante cualquier patrón que me molestaba del otro, mi acción típica era reaccionar.

No fue hasta que decidí esa mañana llorando en mi auto, que no podía seguir igual, que las cosas empezaron a cambiar para mí.

Con esto quiero que entiendan que los factores externos pueden irse modificando o mantenerse iguales por un tiempo, pero lo importante es quien deseas ser ante esa situación. El poder de afrontar los cambios viene internamente y aunque parezca mágico, o de contenido muy intangible para muchos, una vez que realmente te convertís en ese cambio que deseas ver, las cosas externas cambian.

Amo a los grandes maestros, y por eso Gandhi tenía razón, nos debemos convertir en aquello que queremos ver, ya que el mundo va a reflejarte aquello de lo que contengas realmente.

Por años mi mundo me reflejó por tantos años la inseguridad personal, la falta de hacerme cargo, de realmente ir por el camino de búsqueda personal, de modificar mis conductas reactivas, de romper paradigmas mentales ya caducos para mi realidad. Y hoy sigue haciéndolo, en distinta medida pero lo sigue haciendo. ¡Porque a ver! Es la manera que tenemos de ver como “animalitos de dios” que somos, que tenemos lecciones que aprender todo el tiempo. Siempre aprendemos del espejo, del otro, de la realidad que intervenimos, y que nos toca. Si no fuera por las adversidades que tenemos, por ese cambio externo que nos fuerza a salir de nuestra caja mental no evolucionaríamos.

Si hay algo que disfruto es del poder de observación. Me encanta pararme en un café con un rico Latte a mirar que es lo que pasa afuera. Me encanta escuchar las historias de mis alumnos en clase, y las charlas que muchos tienen donde justifican sus miedos, sus

inseguridades con tal de no hacerse cargo. Veo caras largas en relaciones que no funcionan, pero el miedo a ir por lo nuevo es más grande que el placer de lograr vivir mejor. No los juzgo, pase muchos años de mis comienzos de crecimiento (unos años antes de estar en ese auto llorando) creyendo que tenía todas las respuestas, y gracias a dios intento dejar a esa Caro Perfeccionista y a ese Ego lejos de mi vida, aunque a veces se cuela. Me encanta la gente que se hace cargo y decide transitar el camino más embarrado, ese que requiere soledad, ese que hace que llores mucho y posiblemente tengas que arriesgarte muchísimo más. Es exactamente por esa razón, que empecé a mentorear mujeres en procesos de cambio, porque amo el cambio verdadero, y se lo que se puede aprender y mejorar para sentirnos más.

Sentada en mi mesa, con mi mate al lado pensaba como podría invitarlas a un cambio con todo lo que implica, y entonces me salieron estas ideas:

DECIDITE SI HOY QUERES COMENZAR EL CAMBIO

Todo cambio comienza con una pequeña acción y muchas veces con un enojo. Ese enojo que dice “hasta acá llegué”, “no aguanto más”, “quiero algo mejor”… El enojo bien canalizado trae comienzos auspiciosos.

Cuando llegue al trabajo después de ese llanto en el auto, decidí que a partir de ese día mi vida iba a cambiar, ya no podría ir a trabajar con ese humor, no podría culpar a lo “Exterior” por mis reacciones, y debía HACERME CARGO total y profundamente desde mi convicción.

Saque mi diario, que tengo como un aliado desde que tengo uso de razón, y comencé a delinear un manifesto como pude, lo más real posible y sin adornarlo con palabras bonitas. Expresé como quería sentirme cuando venga el cambio, y visualice una película mental con ese momento.

Es un momento de quiebre, y por ello la decisión debe ser como estas siglas RAC.

REAL: nada para el afuera, solo para vos.AUTÉNTICA: debe venir de esa parte de su ser, que es 100% vos misma, esa parte sabía que todos nosotros tenemos.CONVENCIDA: debe tener la convicción total de una persona que va a enfrentarse con dolores y tristezas por embarcarse en un viaje, pero sabiendo que vas a llegar a buen puerto.

ACCIONES EN POS DE ESE CAMBIO.

Ningúna meta se logra sin objetivos que nos acerque. Así que es necesario que comiences a pensar este cambio como un camino que vas a transitar y en pos de lograr hitos exitosos, necesitas ponerte objetivos REALES.

Hay una técnica para ponerse objetivos que se llamar SMART, te la recomiendo muchísimo en estos casos. La metodología SMART para definir objetivos fue ideada por George T. Doran, utilizando la palabra SMART (inteligente) como regla mnemotécnica de las siguientes palabras:

S: Specific / EspecíficoM: Measurable / MedibleA: Attainable / AlcanzableR: Relevant / RelevantesT: Time-Related / Con un tiempo determinado

Cada objetivo que anotes debe cumplir todas estas reglas para poder luego controlar si lo has cumplido.

Te pongo un ejemplo para que lo veas:Si estuviera en una empresa en el área de Marketing, este podría ser uno de los objetivos:

- Incrementar en un 50% el número de seguidores de nuestro perfil de LinkedIn antes del 30 de Noviembre.

Esto quiere decir que si el 30 de noviembre no conseguí elevar un 50% el número de seguidores en mi perfil de Linkedin, el objetivo no estará logrado.

Si tuviera que poner un objetivo personal:

- Realizar el curso de manejo de ansiedad en XX instituto, para poder gestionar mis emociones de ira y tomar las cosas de manera personal, en el plazo de 12 meses.

Esto quiere decir que, si en 12 meses no veo cambios en el manejo de mi ansiedad, o no hago el curso que me propongo, el objetivo no estará logrado.

Por eso es importante ser específicos en lo que queremos ya que de otra manera no nos vamos a entrenar lo suficiente para conseguirlo.

SALIR DE LA CAJA

Usualmente en los procesos de cambio, las cosas que nos venían funcionando por un tiempo, ya no funcionan más. Eso a veces pasa por múltiples razones, pero claramente una de las direcciones que se nos da en esos momentos, es comenzar a salir de la zona de confort intentando cosas nuevas, o actividades que no realizamos.

En mi caso, cuando comencé a delinearme los objetivos, sabía que quería sentirme más a gusto en mis círculos de pertenencia, quería encontrar gente que esté pasando por mí misma situación y poder saber cómo se embarcaba en el cambio.

Una de mis frustraciones constantes, era pensar que yo no disfrutaba mi carrera, de hecho, pensaba que me había equivocado de profesión. Estudié la Licenciatura en Diseño Gráfico y la verdad que no me costó, me sentía buena en lo que hacía y hasta obtuve un 10 en mi tesis final. En los trabajos siempre lograba lo que los otros querían, creí que por ahí tenía que seguir SI o SI. Ese si o si fue lo que no me permitía romper el molde, darme la oportunidad de pensar que yo podría hacer otra cosa de mi vida que no fuera diseño.

En este proceso de cambio lo primero que hice fue el Curso de Ataraxia, y casi en el mismo momento me anoté en BAemprende para emprender habilidades emprendedoras. ¡Acción ante todo bytheway! Era la primera edición que se hacía y estaba fascinada. Yo ya tenía una idea de negocio (woman) pero no la había pulido así que no solo me empecé a rodear de emprendedores y su nueva manera de pensar, sino

que terminé la clase 7 (la ultima) con mi proyecto con la web andando, y mi primer taller con fecha fijada.

La sensación que tuve corporalmente ese tiempo, no se las puedo explicar con palabras. Era una especie de EXTASIS, AMOR, ALEGRIA, EUFORIA. Todo eso junto. Empezaba mi día con crossfit a las 8 am, a las 10 entraba a la oficina y salía a las 18, para irme directo a Ataraxia. Otro de los días de la semana lo mismo, pero a cursar BAemprende. ¿Y dirán, estabas cansada? ¡OBVIO! Pero más feliz que nunca. Volví a encontrar esa luz al final del camino que me gritaba, ¿Ves cómo se siente ir tras las cosas que te gustan? ¿Vale la pena? obvio que le conteste que SI!!!! Y así cantando y bailando en el auto a las 23hs en plena 9 de Julio comprendí lo que mi coach me decía cada lunes: “Motion attracts emotion” o Movete para generar emoción. Son una fan del English asi que sorry por mi spanglish.

Entonces, salir de la zona de confort te va a llevar trabajo, pero tiene una PAGA más alta de la que crees. Y salir de la zona puede comenzar con mover tu cuerpo. Creo que la primera lección en mis mentoreos es que salgan a mover las cachas, porque las emociones se destraban cuando nos movemos y así con más lugar podemos invitar a unas nuevas sensaciones que nos ayuden a tomar decisiones y a ponernos objetivos más aspiracionales. Cada vez que nos movemos, hacemos ejercicio o simplemente bailamos liberamos neurotransmisores como la DOPAMINA, y la SEROTONINA. Estos nos permiten vivenciar sensaciones de felicidad y alegría.

Pongamos un poco de marco a esto que estoy contando:

De acuerdo al estudio realizado por el Centro de Estudios en Toxicología de ambiente y ocupación de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, se ha podido constatar que el ejercicio físico reduce la depresión y los síntomas de ansiedad. En su desarrollo durante una semana, se dividían en dos grupos al azar y se le tomaban muestras de sangre antes de comenzar el estudio y los ejercicios. Uno de los grupos estudiados realizaría actividades aeróbicas y el otro haría Stretching. Al finalizar la semana de trabajo y después de realizar varios cuestionarios sobre factores psicológicos, y nuevos testeos de sangre lograron determinar que los niveles de serotonina de los que hicieron actividad aeróbica habían elevado, por ende los niveles de depresión habían bajado. Esto no sucedía de gran manera en el grupo de Stretching.

Esto nos demuestra que es importante la realización de cualquier actividad física que nos permita oxigenar nuestro cerebro, y cambiar nuestro estado general. No solo nos

ahorraremos muchos dolores de cabeza y ese factor de tener nuestra cabeza en constante trabajo para “descular” que es aquello que nos pasa.

Entonces si quieren comenzar a modificar ciertas emociones recurrentes, apliquemos a nuestras emociones expansivas: felicidad, tranquilidad, euforia (por un ratito)… las podemos trabajar fácilmente haciendo ejercicio, corriendo, o realizando la actividad que más te guste, siempre y cuando te haga MOVERTE MUCHO! ¿La diferencia sabes cuál es? Tu cuerpo luego de esa actividad esta exhausto, la sonrisa en la cara no se puede disimular, y la energía se renueva considerablemente. Si esto no te sucede, te invito a que pruebes otra actividad que te de gran placer y te permita invitar a la dopamina y serotonina a tu vida. ¡Son aliadas infalibles que una vez que las vivencies, vas a querer más y más!

TESTEO, RECALCULANDO

Entonces, este paso sería como el GPS. ¿Viste cuando estas yendo a destino y te encontras con una calle cerrada, y esperás que la señorita te indique un nuevo camino? Bueno maso menos así.

Ya teniendo todos estos pasos realizados, queda volver a nuestros objetivos delineados con técnica SMART y chequear por donde vamos. Esto podés realizarlo de acuerdo a los tiempos que has delineado, pero al principio es bueno ponerte objetivos que sean cortos y alcanzables. Esto ayuda a generar una conducta que luego por repetición pueda ser incorporada como una rutina natural.

Volvamos a mi historia. En los primeros tiempos tener las actividades de Ataraxia con sus ejercicios que tenía que hacer todas las mañanas y todas las noches, me generaba una rutina fija que me permitía saber a fin de la semana si había cumplido o no lo que tenía pautado. Lo mismo pasaba con las actividades emprendedoras necesarias para tangibilizar mi idea de proyecto, a un emprendimiento vivo y real.

Lo mismo puede pasar con una rutina de meditación, si lo que buscas es calmar tu ansiedad, o una conducta alimentaria que necesites cambiar. Todo cambio que busques, comienza por pequeños pasos de bebe. Esos pequeños avances, harán que el día de mañana, “camines” y no recuerdes como fue que empezaste.

Si en algún momento notas que algo de lo que estás haciendo no te está dando los resultados que buscas, es necesario que recalcules, como el GPS. Fijate que no funcionó y como podés modificar tu conducta o la actividad en sí.

Te pongo otro ejemplo: la meditación sentada no es lo mio. La intente por años y siento que mi cabeza va a explotar si le sigo pidiendo que cuente mientras respiro, o si deseo pensar en la nada misma. No puedo y no lo siento fluido. Y claramente mi deseo presente en todo lo que hago desde ese quiebre emocional que tuve, fue fluir con las actividades que realizo, por ende necesito que corra como agua por las piedras.

¿Pero que note en este tiempo de autoconocimiento?, que se me da muy lindo ponerme una playlist POWER cuando necesito y catalizar en mi cuerpo las emociones que voy sintiendo. Jennifer Lopez, Tom Jones, Backstreet Boys, DUA Lipa, SIA o todos juntos pero depende como busco sentirme, las playlist de música son mi conexión con mi verdad.

La rutina es así: me pongo la playlist, bajo las cortinas de mi depto porque guardo un poco de timidez (si, un poco) y me pongo los auriculares. Es increíble cómo me activo en segundos, como bailo como si nadie me viera, canto alto y sin que me importe nada, mis caderas al swing de la música, me siento la chica del parlante en el boliche de mis 90’, la JLO en el show de Las Vegas, mientras corto zanahorias para un jugo o mientras me cocino la comida. Es un antes y un después de la música. Me di cuenta con esto que opero bajo meditaciones activas, dinámicas y en movimiento. ¡También una buena clase de Crossfit me trae al presente como cachetazo sin esperarlo! Me encantan las actividades en movimiento, no voy a negarlo.

Pero si vos no sos de estas, busca la actividad que te permita ponerte POWER, ENFOCADA, FLUIDA o la sensación que quieras experimentar. Siempre es bueno recalcular en la vida, jamás es tarde.

Hasta ese momento donde decidí cambiar en esa avenida dentro de mi auto, mi vida era mi peor aliado y me lo dejo claro cuando en uno de los ataques mientras trabajaba en las oficinas de Italcred, donde era parte del equipo de Diseño en el año 2001.

Tomo mi posteo del blog del 5 de Septiembre de 2017 para contarles un poco esto.

“Si alguna vez pensé que iba a ser fácil, me equivoqué. Pensaba mientras preparaba uno a uno los ingredientes de mi nueva “yerba” para el mate diario. Me saco los anillos, y la careta que me permitía mantenerme detrás de todo lo que vive una persona con síntomas crónicos. Me saco la vergüenza que me da que alumnos míos lean esto. Me saco las ideas que tenía sobre lo que pensaba sobre las dietas y como era que la gente no podía mantener una rutina para no engordar. Me saco todo y desde ahí te voy a contar otra de mis verdades, esa que me permito abrazar y sentir cada día un poco más, a ver si a la larga, puedo sanar. Hace más de 15 años me diagnosticaron una enfermedad que cada día es más conocida y padecida por muchos: Rectitis ulcerosa. Era el año 2002 si mal no recuerdo, porque tengo una memoria de Dory que se borra en 15 segundos, y estaba frustrada en mi cubículo de puerto madero. Miraba la pantalla y se me caían las lágrimas. Habían dicho que la revista tenia correcciones de último momento (esas que a la gerente le encantaba hacer a las 18hs) y por ende eso quería decir una sola cosa: esa noche no iba a volver a casa antes de las 12 de la noche. La frustración que viví en ese trabajo fue muy grande: era mi primera intervención como diseñadora gráfica, mi primer trabajo en una empresa antes de terminar la facultad y encima recomendada de la Directora de la Carrera, por lo cual, la culpa que me generaba que el trabajo no me guste, era mucha. Empecé teniendo cólicos dolorosos, e incapacidad de ir al baño. Bueno, ir iba, pero no pasaba nada. Y eso era especialmente raro, ya que siempre fui un relojito suizo, y quizá hasta 2 o 3 veces al día me encontraban en algún baño.Ese reloj se paró desde ese momento, y al relojito CUCU se le trabo la puerta de entrada. Mis emociones las podemos olvidar, porque en ese momento no sabía siquiera que tenía emociones. Yo era un cuerpo que reaccionaba.

El problema fue cuando comenzó a aparecer sangre. Al comienzo pensé que era de la fuerza que tenía que hacer, pero luego me di cuenta que no se iba. Pasaron los meses antes de decidir ir a un médico, porque como la mayoría de nosotros “pensé que estaba un poco nerviosa” y que todo se iba a pasar.

Un día caminando después del trabajo, cruzando el puente que divide los dos lados de puerto madero, paso lo peor. Paso eso que no debería pasarle a nadie mientras está caminando, paso eso “segundo” que con vergüenza llamamos hacer CACA, pero sin un baño, sin avisar, sin nada.

La vergüenza que sentí ante mi misma no lo puedo describir y menos aún, todos los síntomas que se le sucedieron a eso. Era claro: la enfermedad había aparecido, y yo no la había escuchado. Ella había hecho su trabajito de empezar a hincharme la panza, luego el baño, y las emociones picadas, pero yo no la escuché.

Finalmente pasaron años hasta que me dieron en la tecla con el tratamiento, tiempo en el cual no solo limitaba mi vida plena, sino mi vida en pareja. Si bien siempre fui una mujer muy desinhibida y relajada, dejé de hacer muchas cosas por mi nueva acompañante que ya tenía nombre: la EII (Enfermedad Inflamatoria Intestinal).

Después de terminar mi primer noviazgo, me costaba quedarme a dormir con alguien, porque sabía cómo eran mis procesos, y para ello solo quería estar en casa. Me costaba tomarme el tren y pensar que pasaba si no llegaba a casa a tiempo. Me costaba todo.

Para no aburrirlos, esta EII resulto ser crónica, así que debería acostumbrarme a dejarme acompañar por ella el resto de mi vida. Médicos miles, me decían que no importa lo que coma, o lo que haga, no podía combatirla, y no se iba a ir. “A lo sumo entras en remisión, pero quizá al tiempo vuelve, porque no se saben las causas”.

Me sentí poco cuidada en el ámbito médico, será por ello que pese a tomar mi medicina todos los días, que sale alrededor de un alquiler por mes, comencé a hacer Cursos de Emociones, a tener una Health Coach que me ayudaba a intentar comer más sano, un coach que me guiaba a encontrarme, a escuchar mi cuerpo. Ya pasaron muchos años y gracias a la colonoscopia todos los años, sigo bastante de cerca de la rectitis, porque ahora se que es mi amiga, que vino a ayudarme a despertarme. La controlo cuando puedo y hace unos años entró en remisión. Hace

menos de un año volvió a visitarme otra vez, solo para seguirme enseñando. A veces me siento genial, otras veces he llorado de no poder hacer nada rápido para sentirme mejor. Sera por eso que hace años que me gusta saber que ingresa a mi cuerpo, que como, y que médicos naturistas, globulitos, reiki, Sanación reconectiva, Biodecodificación pueden ayudarme. Por esta razón ven en mi Instagram que pruebo jugos con espinaca, que hago chinos en mi rutina diaria para no tomar ese café con leche que tan mal me hace, y me trago todos los webinarios de leches vegetales aun sin poder hacer una buena leche de coco.

Uf, sé que es largo, sé que es mucho y parte de esto lo estoy escribiendo en un libro que espero que algún día vea la luz. Pero en este proceso de limpieza, de entender que el intestino es la parte del cuerpo que decide con que quedarse de lo “bueno” y que desechar de lo “malo”, es esa parte que nos habla de dejar ir, de soltar y de no aferrarse… es mi aprendizaje y mi conducta lo que día a día me devuelve al centro. Es mi mate ahora con hierbas (tus hierbas maestras, me dice Adrián mi médico naturista), mi ritual de dos ensaladas con semillas varias, de preparar un polvo que tiene más ingredientes que mi heladera completa, de mis pastillas de espirulina, de levadura de cerveza, de mi querida medicación Mezalasina, de los tecitos que en vez de venir por arriba, van por abajo…es todo eso que hoy me hace estar mejor.

Es haber comprendido que el vehículo que tenemos para esta vida es el cuerpo y nos habla, así que esta bueno que lo escuchemos.

Yo tendré esta EII de por vida, pero estoy en control de este auto. Yo decido que nafta le pongo, yo decido cuando necesito que alguien me escuche y guie como un GPS, y como bien decía Liz Gilbert, si mi EII viene en el auto está bien, pero siempre detrás porque la que manejo soy yo.”

Y asi terminaba mi posteo.

Veran que en todo este proceso de cambio el cuerpo va hablando sobre que cosas tenemos que aprender a modificar. Era claro que no me gustaba lo que hacía, y con error pensé que era el diseño, pero hoy se que las herramientas estéticas, de pensamiento

creativo que me dio mi profesión son invaluables, y las agradezco de todo corazón. También le agradezco a mi cuerpo por haberme dado esta enfermedad para poder siempre estar en conexión con mi vehículo de vida, que me va avisando si lo que estoy haciendo va bien.

O sea que pese a decretar cambiar, salir de la caja mental, encontrar nuevas tribus, reorientar el GPS, siempre hay cosas en el afuera y el adentro que nos invitan a repensarnos y modificarnos. Entonces ahí es donde digo, fluyamos en el limbo, en el cambio, en la vida.

Hoy mientras escribo, cumplo dos años de haber podido patear el tablero. Deje la agencia de Marketing en la que trabaje los últimos años, mi gran casa de consagración donde vi cambiar mis patrones, y mis creencias.

Hoy vivo en uno de mis decretos de libertad que añoraba, el de ser mi propia jefa. Me levanto a las mañanas y agradezco siempre el poder vivir esta realidad. Puedo caminar con mi perro un día a las 3 de la tarde, puedo ir al GYM a las 12 del mediodía si tengo ganas, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, puedo crear cosas que siempre soñé.

¿Es todo ideal?

¡Claro que no lo es! te lo puedo asegurar, pero estoy feliz de haber logrado ya casi dos años de independencia, vivir en conexión con mi combustible de vida, mi elemento y reinventándome a cada paso para pulir mis deseos lo más alineados a mi coherencia.

Y si hay algo que siempre se mantuvo firme en mis enseñanzas, es que ese limbo enorme nunca se queda fijo, por lo cual aprender a fluir en el, es la enseñanza más grande que tengo que vivir como ser humano en esta etapa de mi vida.

En este tránsito, logre internalizar que quiero irme de este mundo siendo lo más coherente que puedo, lo más Carolina posible, de las que supo conocerse, modificarse, adaptarse, abrirse al amor (¡en esto estamos right now!) y dejar, como dice Axel “la mejor semilla” en un mundo que solo crecerá por la clase de aportes que vayamos sembrando.

Las pruebas no cesan nunca, así que cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje.

Porque quizá el objetivo no sea llegar al mar, sino el camino que recorres en el medio. Si te propones hacer de cada respiro una nueva oportunidad de hacer las cosas diferentes, de conocerte un poco más, y amarte en el medio de todo, ya habrá valido la pena.

Por aca seguimos viendo cómo mejorar, como alinearnos cada día más a nuestros valores genuinos.

Espero que este libro sea para vos una semilla que te invite a algo nuevo, algo lindo, pero sino, solo gracias por haberme leído hasta el final. Este libro es mi celebración de procesos, es animarme a exponerme y a creer que es posible lograr los deseos que uno se pone. Te pido disculpas si me comí algun acento, de corazón no me gustan y suelo omitirlos.

Gracias por acompañarme. Me encantaría saber que te pareció, así que quedemos en contacto. Escribime y contame a [email protected], siempre dispuesta a escuchar.

Te abrazo.C.

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FLUIR EN EL LIMBO 10