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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero La Corriente Progresista de Inte- lectuales - Eje Cafetero, participó durante el presente año 2014 en la construcción de varias edicio- nes del programa radial Explora- ciones Siglo XXI, en los que se han tratado diversas temáticas re- lacionadas con la ciencia y la práctica investigativa. Los primeros programas se dedi- caron a tratar la relación entre ciencia y religión. En estos pro- gramas se trataron cuestions co- mo lo son las diferencias entre el pensamiento religioso y el pensa- miento científico, las raíces y las condiciones que hacen que el pensamiento místico se mantenga y se reproduzca, y la importancia de la defensa de la ciencia frente a dicho pensamiento. Muchos intelectuales evitan este debate, considerándolo inoficio- so; más frente a la arremetida que el pensamiento fundamenta- lista ha tenido recientemente en el país, en cabeza del mismo pro- curador, y noticias como el escán- dalo de la iglesia y movimiento político MIRA, se evidencia la ne- cesidad de continuar con nuestro principio de defensa de la ciencia, una ciencia al servicio del pueblo. Fruto del estudio y la discusión en torno al programa radial, se elaboró el presente documento llamado: "Las raíces del pensa- miento dogmático", el cual fue escrito enteramente por integran- tes de la Corriente, y se propone analizar las condiciones que ha- cen que el pensamiento dogmáti- co y religioso surja y se mantenga vivo en el tiempo. Igualmente, anunciamos que la Corriente estará participando en el espacio radial del programa Exploraciones Siglo XXI, el cual se transmite por la emisora Cul- tural Remigio Antonio Cañarte 97.7FM de la ciudad de Pereira, cada miércoles a las 7:30PM. En adelante, los próximos núme- ros del boletín CONCiencia, con- tendrán artículos que son la síntesis del estudio y discusión de los temas tratados en los progra- mas radiales ya mencionados, de manera que se reforzarán por es- crito las tesis e ideas desarrolla- das por el equipo de la Corriente. Corriente Progresista de Intelectuales Eje Cafetero

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Septiembre de 2014 Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

CIENCIA¡Por la defensa de la ciencia,

una ciencia al servicio del

pueblo!CIENCIACON

CON

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actividades de la Corriente

Progresista de Intelectuales ­ Eje

Cafetero

Contenido

Pág 1. Editoria l

Editorial

La Corriente Progresista de Inte­

lectuales ­ Eje Cafetero, participó

durante el presente año 2014 en

la construcción de varias edicio­

nes del programa radial Explora­

ciones Siglo XXI, en los que se

han tratado diversas temáticas re­

lacionadas con la ciencia y la

práctica investigativa.

Los primeros programas se dedi­

caron a tratar la relación entre

ciencia y religión. En estos pro­

gramas se trataron cuestions co­

mo lo son las diferencias entre el

pensamiento religioso y el pensa­

miento científico, las raíces y las

condiciones que hacen que el

pensamiento místico se mantenga

y se reproduzca, y la importancia

de la defensa de la ciencia frente

a dicho pensamiento.

Muchos intelectuales evitan este

debate, considerándolo inoficio­

so; más frente a la arremetida

que el pensamiento fundamenta­

lista ha tenido recientemente en

el país, en cabeza del mismo pro­

curador, y noticias como el escán­

dalo de la iglesia y movimiento

político MIRA, se evidencia la ne­

cesidad de continuar con nuestro

principio de defensa de la ciencia,

una ciencia al servicio del pueblo.

Fruto del estudio y la discusión

en torno al programa radial, se

elaboró el presente documento

llamado: "Las raíces del pensa­

miento dogmático", el cual fue

escrito enteramente por integran­

tes de la Corriente, y se propone

analizar las condiciones que ha­

cen que el pensamiento dogmáti­

co y religioso surja y se mantenga

vivo en el tiempo.

Igualmente, anunciamos que la

Corriente estará participando en

el espacio radial del programa

Exploraciones Siglo XXI, el cual

se transmite por la emisora Cul­

tural Remigio Antonio Cañarte

97.7FM de la ciudad de Pereira,

cada miércoles a las 7:30PM.

En adelante, los próximos núme­

ros del boletín CONCiencia, con­

tendrán artículos que son la

síntesis del estudio y discusión de

los temas tratados en los progra­

mas radiales ya mencionados, de

manera que se reforzarán por es­

crito las tesis e ideas desarrolla­

das por el equipo de la Corriente.

Corriente Progresista de Intelectuales

Eje Cafetero

1

Escucha el próximo programa ra-

dial que tratará el tema de "El al-

ma está en el cerebro", el

próximio miércoles 3 de septiem-

bre, a las 7:30PM, por la Remigio

Antonio Cañarte 97.7FM

Pág 1. Información

Pág 2.Las raíces delpensamientodogmático

CIENCIACON

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Septiembre de 2014 Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

Las raíces del Pensamiento DogmáticoCorriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

Septiembre de 2014

Es relativamente fácil refutar los argumentos teístas,

bastante desacreditados por los avances de la ciencia.

Más difícil es entender las raíces epistemológicas y si­

cológicas del dogma, las que explican por qué dicho

pensamiento es tan refractario a la crítica y tan per­

sistente en el tiempo. Se podría plantear, a manera de

hipótesis, que el pensamiento dogmático utiliza mal

las herramientas del pensamiento, unilateralizándo­

las, deformándolas o atrofiándolas, ya sea para darse

explicaciones del mundo subyacente, ya como meca­

nismo sicológico que permite adaptarse a la realidad

en que se vive. Es por lo tanto, una posibilidad per­

manente de todo ejercicio de pensar, incluso para las

mentes mejor formadas. Conviene pues, estar atento

y entender cómo funciona su "lógica".

El racionalismo cartesiano exigía entender para creer,

es decir, comprender racionalmente los argumentos

que se ofrecen para luego aceptarlos como ciertos. Su

planteamiento se oponía al de la escolástica, que

exigía primero creer para luego, sí, entender (creer

"verdades" sin entenderlas mediante la fe). Por ele­

mental que parezca ahora, este es un primer paso pa­

ra rechazar el pensamiento dogmático, pues no

podemos aceptar como ciertos, argumentos que no

puedan comprenderse racionalmente. Tristemente,

millones de personas aún se ubican en el lugar de la

escolástica y aceptan creencias basadas en la tradi­

ción, la autoridad o la "revelación", sin sustento ra­

cional alguno. El creyente no solo debe creer cosas de

las que no tiene prueba alguna, sino que incluso debe

creerlas cuando hay pruebas en su contra. Se

supone que esto pone a prueba su fe.

No obstante, el racionalismo cartesiano se queda cor­

to porque no basta con entender para creer. En el

plano de las ideas, es completamente posible cons­

truir argumentos lógicos que resultan falsos en la

realidad. Por eso hay que añadir que se trata de un

entendimiento racional, basado en hechos. Este es

propiamente el método de la ciencia, que parte del

estudio de la realidad material, elabora hipótesis ex­

plicativas provisionales, las somete a prueba experi­

mental, construye teorías a partir de ellas y las

autocorrige permanentemente, sin aspirar a

verdades definitivas.

El método científico conjuga la imaginación y la

creatividad con el rigor de la razón y la

necesidad de pruebas. El método dogmático es re­

fractario al razonamiento y a los hechos, en tanto que

el científico cambia y se transforma ante nuevos ar­

gumentos y pruebas. Por eso, el filósofo de la ciencia

Mario Bunge, afirma que "la ciencia y la religión no

son meramente diferentes, sino que son antitéticas"[1].

Las raíces congnitivas del dogmatismo.

El pensamiento dogmático tiene profundas raíces

gnoseológicas. Es el resultado de cierta manera de

pensar ante lo desconocido. El desconocimiento ha

sido y será la necesaria contraparte del saber huma­

no. No importa cuánto logremos ampliar la franja del

conocimiento, siempre habrá un infinito de cosas (y

procesos) por conocer. Esto se debe al carácter mis­

mo del universo, que es infinito, y a su transforma­

ción ininterrumpida. En el proceso del conocer, la

mente humana cuenta con herramientas como las

sensaciones, las percepciones, el raciocinio, la me­

moria y la imaginación, pero cualquiera de ellas pue­

de inducir a error si se concibe o aplica separada de

las otras. Así, por ejemplo, el empirismo induce a

error al confundir la sensación con el conocimiento

mismo. El racionalismo se equivoca al creer que pue­

de conocer por la sola vía del pensamiento. La imagi­

nación ("la loca de la casa"), aquella que construye

cosas irreales con retazos de realidad, se convierte en

delirio en cuanto se desliga de la razón y la eviden­

cia.

De esa manera, cada vez que el aparato cognoscitivo

se desconecte de alguna de sus partes y abandone el

proceso del conocimiento como un todo (cuyo ciclo

básico empieza con el contacto del mundo a través

de las sensaciones y percepciones, pasando al ejerci­

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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

cio lógico­racional y posteriormente a la experimen­

tación intencionada y la transformación de la reali­

dad), se abre la puerta al idealismo en sus distintas

manifestaciones empírico, racionalistas, dogmáticas

o religiosas. Y esto puede pasarle a cualquiera, inclu­

so a los científicos mejor formados pero aferrados a

sus tradiciones, prejuicios y teorías interesadas. Todo

ejercicio de pensamiento debe luchar contra la ten­

dencia a considerar como "verdaderas", las simples

especulaciones, las visiones particulares o los deseos

y prejuicios del investigador. La historia de la ciencia

y del pensamiento humano abunda en ejemplos de

este tipo.

El arte y la literatura pueden dar rienda suelta a la

imaginación, pues se reconoce como parte del juego

creativo y los artistas no están obligados a dar cuenta

del mundo como es, sino como se lo figuran (por lo

menos dentro de ciertos límites). La ciencia, fundada

en la razón, no puede darse estas libertades. Ella está

obligada a describir al mundo tan objetivamente co­

mo sea posible. En pos de esa meta, la mente recorre

fases que conducen a la hipótesis explicativa. En esa

fase, la imaginación se funde con el raciocinio y el

resultado es un abanico de posibilidades explicativas,

algunas ajustadas a la realidad, otras absurdas e in­

verosímiles.

Este proceso es absolutamente necesario, pues con

frecuencia en la ciencia, es necesario imaginar las co­

sas como no son, para captarlas como realmente son.

El raciocinio debe reconstruir en la mente todo el

material acumulado si aspira a penetrar la esencia

del fenómeno y eso requiere de imaginación y creati­

vidad. Las leyes de la ciencia no son evidentes por sí

mismas: ¿no es el sol el que gira todos los días sobre

nuestras cabezas? ¿No pareciera que las especies se

"adaptan" perfectamente a su medio? ¿No han hecho

la historia los "grandes hombres" con sus "geniales"

ideas? En los tres casos anteriores, al trascender la

apariencia, se fundaron la astronomía, la biología y

la historia sobre bases científicas, captando la ley que

explicaba la esencia del fenómeno.

Pero el ejercicio imaginativo tiene sus límites. Deján­

dose arrastrar por la imaginación se llega al mito, un

pensamiento que "domina y da forma a las fuerzas de

la naturaleza, en la imaginación y mediante ella, y de­

saparece cuando las fuerzas de la naturaleza son domi­

nadas realmente" (Marx)[2]. Sobre los mitos trabajan

las religiones para institucionalizarse, dándole forma

y coherencia a su relato. La religión es el mito racio­

nalizado, organizado y jerarquizado en una estructu­

ra. Los mitos y la imaginación pueden inspirar el

camino del conocimiento pero, con frecuencia, extra­

viar la ruta y perderse en el abismo del idealismo y el

pensamiento dogmático. No conviene que la imagi­

nación se desligue demasiado de la razón, de los

hechos y la experimentación.

El pensamiento dogmático también se asienta en la

necesidad de creer en autoridades establecidas. Este

fenómeno es evidente en la crianza de los niños. Para

ellos, es una necesidad vital creer en las instrucciones

de sus padres, so pena de morir, sufrir mutilaciones o

quedar atascados en su desarrollo. Ellos no cuentan

con las habilidades cognitivas ni con la experiencia

necesaria para formarse un juicio propio de las cosas.

Por eso están condicionados para la obediencia que

se convierte en una tabla salvadora en la lucha por

subsistir. Siendo una necesidad, al mismo tiempo, es

un enorme riesgo en la formación de la personalidad

humana. Por eso, las ideologías establecidas, recla­

man el monopolio de la formación de las nuevas ge­

neraciones para garantizar que esta obediencia ciega

persista en las estructuras mentales y se exprese co­

mo dependencia del pensamiento y la autoridad de

otros. De ahí la tendencia a perpetuar los dogmas

aprendidos en la infancia, como la religión de los pa­

dres, por ejemplo; o a buscarse líderes, maestros, ex­

pertos, diversos substitutos para evitar el trabajo de

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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

pensar por sí mismos. Lo que en principio era una

necesidad, ahora se convierte en traba del pensa­

miento autónomo y punto de apoyo al pensamiento

dogmático.

También los adultos tienen la necesidad de creer en

autoridades establecidas, en terrenos que no se do­

minan y en situaciones que no se manejan. La con­

sulta médica, la asesoría jurídica, la orientación

política, son ejemplos de este tipo. Aunque sea nece­

sario confiar en los médicos, los abogados o los polí­

ticos, lo más sano sería asumir una actitud que

podría denominarse de "creencia escéptica", es decir

aceptar temporalmente sus argumentos, mientras se

comprueba por sí mismos la justeza de sus opiniones.

No obstante, no siempre se actúa de esta manera y,

con frecuencia, se siguen ciegamente sus orientacio­

nes, abriendo la puerta al pensamiento ­y la conduc­

ta­ dogmática (especialmente visible en las sectas

religiosas y los movimientos caudillistas).

Erich Fromm esboza algunos de los mecanismos de

lo que llama el "miedo a la libertad". La ruptura con

los vínculos primarios de la comunidad (en lo histó­

rico) y de la familia (en lo personal), amenaza al in­

dividuo recién liberado, con nuevas formas de

inseguridad, tanto más temibles, cuanto más difícil

es volver a las formas anteriores de vida, cada vez

más desintegradas. Como la sociedad actual es esen­

cialmente opresiva y aprieta cada vez más cada es­

labón de la cadena de dominación (de clase, de

género, de nacionalidad, de edad, etc.), y privados

los individuos de aquellos vínculos que les otorgaban

seguridad en el pasado, la supuesta libertad se

transforma en una carga insoportable:

"Ella (la libertad) se identifica entonces con la duda y

con un tipo de vida que carece de significado y direc­

ción. Surgen así poderosas tendencias que llevan hacia

el abandono de este género de libertad para buscar re­

fugio en la sumisión o en alguna especie de relación

con el hombre y el mundo que prometa aliviar la incer­

tidumbre, aún cuando prive al individuo de su liber­

tad"[3]. Surge la necesidad de creer para ganar

la seguridad de un grupo.

El pensamiento dogmático también se afirma en el

hecho de que al sistema dominante no le interesa

que la gente adquiera habilidades de pensamiento

crítico. Esto no se limita a los pésimos sistemas de

educación, con una formación memorística, autorita­

ria, desconectada de la realidad, sin espacios para la

experimentación científica, desarrollo de pensamien­

to lógico y crítica dialéctica (análisis, comparación,

refutación, validación, síntesis, hipótesis, predicción,

prospección, etc.). Se refiere además, al activo traba­

jo ideológico y "lavado de cerebro" que todos los días

se recibe, en forma masiva (y con ataques concentra­

dos), por parte de otros aparatos ideológicos del sis­

tema, incluida la religión. A la tradicional ignorancia

de un sector importante de la sociedad en cuestiones

de ciencia, se suma ahora una verdadera campaña

por estupidizar a la sociedad, "utilizando discursos,

personajes y entonación decididamente infantiles, como

si el receptor fuera un deficiente mental"[4]. Este es­

fuerzo por banalizar el pensamiento humano, viene

siendo remolcado por la efectividad y rapidez con

que las tecnologías de la información y la comunica­

ción propagan este tipo de contenidos, cada vez más

superficiales y centrados en formatos audiovisuales,

menospreciando los contenidos teóricos y la impor­

tancia de la lectura. Y aquí se activa una sinergia de­

cadente: a un sistema que no cultiva ni le interesa la

inteligencia, le corresponde la pereza mental, la indi­

ferencia colectiva y la mediocridad gratificada del

sujeto consumista.

El problema con estas realidades, es que los seres

humanos se hayan cada vez más incapacitados para

formarse un criterio propio sobre los temas del mun­

do, viéndose obligados a tomarlos prestados de la

propaganda mediática oficial. No se trata de seres

con posibilidad de elegir entre una u otra opción:

simplemente no tienen opción. El "miedo a la liber­

tad" termina en renuncia de la libertad (en parte, in­

consciente e involuntaria), en nombre de la

seguridad, el placer, la efectividad y la comodidad

que ofrece las tecnologías de la información y la co­

municación. Un "mundo feliz" donde las mentes

serán, cada vez más, mentes dogmáticamente condi­

cionadas.

Las raíces sicológicas.

Otra profunda raíz del pensamiento dogmático es de

tipo existencial: los seres humanos han tomado con­

ciencia de estar vivos y saben que van a morir. Esto

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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

les genera miedo y el miedo se traduce en la búsque­

da de medios para evitar la muerte a toda costa. Pero

¿cómo lograrlo? La primera respuesta, la más prima­

ria e ingenua, es imaginar que existe una vida des­

pués de la muerte, un mundo más allá de este

mundo donde podremos seguir viviendo y esta hipó­

tesis fantasiosa, se trabaja y se trabaja hasta conver­

tirla en dogma estructurado, una verdad

incuestionable que nos reconforta, pero que no evita

la realidad de la muerte.

Los mitos primigenios, no im­

plicaban la negación del mun­

do presente, el único real y

verdadero. Por eso los pueblos

primitivos pudieron vivir en

este mundo, sin renunciar a la

idea de "otro mundo". Pero

después, las religiones institu­

cionalizaron los mitos y les

dieron cuerpo de doctrina (a lo cual ayudaron mucho

los filósofos idealistas), con lo cual el "otro mundo"

pasó a ser el mundo "real y verdadero", mientras el

mundo real y verdadero resultó ser ilusorio y falso

(por ejemplo en Platón, de quién tomaron prestada

la idea las religiones monoteístas). Los costos de este

pensamiento para la especie humana han sido muy

altos: renunciamos con ello a la tierra, al cuerpo, a

los bienes materiales y exaltamos lo ideal, el "alma",

los "valores trascendentales", en todas sus manifesta­

ciones. Ganamos una inmortalidad ilusoria, a cambio

de una muerte cierta: la renuncia a vivir en el único

mundo que realmente existe. Y aunque se supone

que esto ayuda a superar la angustia, ésta se expresa

y permanece de muchas maneras, pues solo desapa­

recerá cuando se acepte la realidad de la muerte co­

mo un hecho inevitable y se derrote su amenaza

mediante el ejercicio efectivo de la vida.

Este mecanismo religioso de la consolación, no fun­

ciona solo para la muerte: también para las terribles

realidades de la vida. Sin la esperanza de "otro mun­

do", difícilmente los humillados de la tierra hubieran

podido soportar el peso de sus cadenas.

Según la conocida expresión de Marx:

"La miseria religiosa es la expresión de la miseria real y

al mismo tiempo la protesta contra la miseria real. La

religión es el suspiro de la criatura agobiada, el co­

razón de un mundo sin corazón, así como el espíritu de

lo que no tiene espíritu. La religión es el opio del pue­

blo."[5]

Y los opresores lo entendieron hace milenios. Por eso

promueven activamente la religión con sus biena­

venturanzas, su resignación, su dolor "purificador",

sus promesas de paraíso y otras ilusiones semejantes.

De esta manera paralizan

nuestras fuerzas y nuestra

voluntad, nuestro deseo

de cambiar el mundo y

todo proyecto de trans­

formación activo aquí en

la tierra. Es un opio que

adormece nuestra con­

ciencia y paraliza nuestra

acción.

La idea del paraíso es particularmente nefasta, por­

que implica la negación de toda contradicción y todo

estímulo que justifique la existencia de la vida. En el

paraíso todo es armonía, no existe el hambre ni el

dolor, tampoco la saciedad ni el placer. No hay traba­

jo ni descanso, tampoco sabiduría ni ignorancia. Esto

es lo más parecido a la muerte que podamos imagi­

nar. Tristemente es lo que desean millones de perso­

nas, incluso no religiosas. Pero con la "expulsión del

paraíso" no termina, sino que comienza propiamente

la vida y la civilización humanas. Al desobedecer a

dios y probar el fruto del conocimiento, los seres hu­

manos rompen la armonía y la dependencia que im­

pedía construir una historia propia. Eva representa la

ruptura con la ilusión religiosa y la decisión de enca­

rar la vida tal como es, con todas sus contradicciones

problemáticas. Y enfrentarla apoyado en las propias

fuerzas, asumiendo la responsabilidad (y la

incertidumbre) de regir nuestro propio destino.

Una variante sicológica del mecanismo de conformi­

dad, es la tranquilidad que ofrece la religión ante los

rigores de un mundo incierto, sobre todo cuando las

fuerzas de la naturaleza y de la sociedad parecen im­

ponerse de una manera ciega y brutal. Esto sucede,

sobre todo, ante calamidades naturales, pestes, cata­

clismos, etc., pero también cuando los seres humanos

pierden el control de las dinámicas sociales y éstas se

Septiembre de 2014

"Los costos de este pensamiento para la espe­

cie humana han sido muy altos: renuncia­

mos con ello a la tierra, al cuerpo, a los

bienes materiales y exaltamos lo ideal, el "al­

ma", los "valores trascendentales", en todas

sus manifestaciones. Ganamos una inmorta­

lidad ilusoria, a cambio de una muerte cier­

ta: la renuncia a vivir en el único mundo

que realmente existe".

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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

desatan con toda su furia: crisis económicas, violen­

cia desbocada, catástrofe ambiental, decadencia ge­

neralizada, que en los tiempos presentes ha

alcanzado dimensiones colosales, amenazando la ci­

vilización humana y la vida misma del planeta. No es

casual que precisamente en este tiempo, cuando la

alternativa de un mundo radicalmente diferente se

vino abajo ­y el capitalismo cantó victoria en toda la

línea­, los pueblos se sumieron en una nueva edad de

oscurantismo e irracionalidad, sobre la cual alcanzó

a alertar Carl Sagan en su valioso libro "El mundo y

sus demonios".

La religión también ha servido para justificar el or­

den establecido y glorificar el poder. El gobernante,

el guerrero, el sabio, todos han sabido encontrar en

los dogmas religiosos argumentos para apuntalar su

poder, su fuerza y su sabiduría; de paso legitimar al

sistema que los sustenta. En todas las épocas, las reli­

giones han sido fuertes aliadas del poder y ellas mis­

mas, encarnación del poder. Pero no cualquier poder,

sino el mayor de todos: el poder ideológico, aquel

enraizado en lo más profundo de la psiquis humana,

de donde es muy difícil removerlo. Por eso mismo no

se limita a la fascinación del pueblo por los zares, re­

yes y emperadores, uncidos con la bendición divina.

Se extiende a la justificación de toda jerarquía: la do­

minación del hombre sobre la mujer, del padre sobre

el hijo, del sabio sobre el ignorante, de la institución

sobre el individuo, de la iglesia ante al feligrés, etc.

La religión ofrece también, una falsa (y retorcida) vi­

sión de moralidad. La moral religiosa funciona a

través de un ciclo que empieza con las prohibiciones,

prosigue con la desobediencia, el sentimiento de pe­

cado y el arrepentimiento, para terminar en el casti­

go y la sumisión. En cada una estas fases se expresan

de manera exaltada (en la mente del creyente), me­

canismos muy perversos de dominación que confor­

man la episteme religiosa. El largo listado de

prohibiciones contrarias al mundo y a la vida ("no

harás esto", "no harás aquello"…), tarde o temprano

termina en desobediencia ("la tentación", "la car­

ne"…) y de allí conducen al pecado ("por mi culpa,

por mi culpa"…), un sentimiento tan irreal e innece­

sario como la metafísica que lo creó. El concepto de

pecado es inseparable del de arrepentimiento, estado

mental que prepara al creyente para el castigo, real o

imaginario. En este momento, la persona se arrodilla

y se somete, primero ante su dios sobrenatural, des­

pués ante su jerarquía eclesiástica. Ésta recoge la co­

secha y extorsiona al pecador sometiéndolo aún más

firmemente a su yugo, mental y material. Pero el he­

cho más grave es que el ser humano renuncie a ser lo

que es, para postrarse ante un ser imaginario, renun­

ciando a su capacidad de confrontar el mundo. Es el

momento "sagrado" en que la mente crea y consolida

su fetiche: aquel amuleto que es su viva representa­

ción y al cual transfiere todas sus potencialidades, el

momento en que el hombre crea a dios a su imagen y

semejanza.

El problema, entonces, no es solo dejar de creer en

dios, el problema en el terreno cognoscitivo es perder

el miedo a lo desconocido, saber que siempre existirá

y que es parte intrínseca del método científico, no

motivo de vergüenza o prueba de la sinrazón de la

ciencia. La necesidad de creer en autoridades esta­

blecidas, nos cura del dogmatismo en cuanto nos ar­

mamos con el método de la "creencia escéptica",

actitud de apertura al conocimiento de otros, sumado

al sano escepticismo crítico ante todo saber estable­

cido. Más que creencias debemos adquirir conoci­

mientos, basados en pruebas y argumentos. Como

dijera Carl Sagan: "No quiero creer, quiero saber". La

imaginación debe tener el freno de la razón y el peso

de las pruebas para no desbocarse hacia el delirio.

En el terreno sicológico, enfrentar los miedos: el

miedo a la muerte, ¿no es ella la realidad permanen­

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Corriente Progresista de Intelectuales - Eje Cafetero

te de la vida? El miedo a las

fuerzas de la naturaleza y la so­

ciedad, ¿no hemos venido de­

sentrañando sus misterios y

aprendiendo a manejarlas cons­

cientemente? A la miseria y la

opresión, ¿no podremos oponer

la solidaridad de los subyugados,

la fuerza de su número y el poder

de su razón? A la idiotez promo­

vida activamente, ¿oponer lo

mejor de la especia humana, su

racionalidad consciente, su arrojo

y decisión para transformar el

mundo y elevarlo a un nuevo ni­

vel?

Confiamos en que todo esto es

posible. El futuro de la humani­

dad depende de lo que hagamos nosotros mismos,

aquí y ahora. Un nuevo mundo es posible si hacemos

las rupturas necesarias y actuamos en consecuencia.

Apéndice: racionalismo y método científico.

Siguiendo a Estanislao Zuleta[6], podemos adoptar

los tres imperativos racionales kantianos, con un pe­

queño anexo: tener en cuenta la existencia del mun­

do.

Primero: pensar por sí mismo. La exigencia de re­

nunciar a una mentalidad pasiva que recibe sus ver­

dades o simplemente las acepta de alguna autoridad,

de alguna tradición, de algún prejuicio, sin someter­

los a su propia elaboración. Esto presupone la exis­

tencia del mundo, que es de donde brotan los

pensamientos, ideas y juicios verdaderos.

Segundo: ser capaz de ponerse en el punto de vista

del otro. Es decir, mantener por una parte el propio

punto de vista pero ser capaz, por otra parte, de en­

trar en dialogo con los otros puntos de vista y llevar

cada uno hasta sus últimas consecuencias, para ver

en qué medida son coherentes consigo mismos. Y no

solo consigo mismos, sino también con la realidad,

proceso que se realiza en la necesaria revisión crítica

de cualquier planteamiento científico.

Tercero: Llevar las verdades conquistadas hasta sus

últimas consecuencias. Es decir,

si los resultados de la investiga­

ción conducen a la conclusión

de que estamos equivocados, lo

aceptemos. Esto de nuevo, pre­

supone la confrontación de

nuestros juicios con la realidad.

La realidad y la práctica, son el

criterio de la verdad.

Notas.

[1] PENSAR, Revista iberoamericana pa­

ra la ciencia y la razón, Volumen 4, Nú­

mero 1, Enero Marzo de 2007, página 5.

[2] Marx, Carlos. Elementos fundamen­

tales para la crítica de la economía polí­

tica, Editorial Siglo XXI de Argentina, Primera edición, Buenos

Aires, 1971, página 32.

[3] Erich Fromm, El miedo a la libertad, Editorial Paidós, Buenos

Aires, Argentina, página 63.

[4] Sylvain Timsit, Diez estrategias de manipulación mediática

(http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/09/15/noam­

chomsky­y­las­10­estrategias­de­manipulacion­mediatica/)

[5] Carlos Marx, Contribución a la crítica de la Filosofía del dere­

cho de Hegel; en Marx y el derecho – Escritos de juventud, Edito­

rial Argumentos, segunda edición, mayo de 1983, Bogotá,

Colombia.

[6] Estanislao Zuleta, Educación y democracia: un campo de com­

bate. Corporación Tercer milenio, Fundación Estanislao Zuleta,

Bogotá, Colombia, segunda edición, junio de 1995, página 26.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA.

­ La ilusión de Dios, Richard Dawkins.

­ Manual de ateología, Michel Onfray.

­ El miedo a la libertad, Erich Fromm.

­ Diez estrategias de manipulación mediática, Sylvain Timsit.

­ Contribución a la crítica de la Filosofía del derecho de Hegel,

Carlos Marx.

­ Educación y democracia, Estanislao Zuleta.

­ Fuera con todos los dioses, Bob Avakian.

­ Ciencia y religión, Aguilera Mochón.

­ El mundo y sus demonios, Carl Sagan.

Septiembre de 2014