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CLASES SOBRE UNA INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN Clase del 28 de agosto de 2014 Masotta nos va a introducir en la lectura de Lacan, vamos a tomar una serie de conferencias dictadas por este autor hacia fines de los años ´60 en Buenos Aires. Este autor proviene del campo de la filosofía. La época en la que realiza esta introducción, es una época en la que el estructuralismo domina el pensamiento de los intelectuales. El propio Lacan durante un gran tiempo de su enseñanza va a enfatizar la lectura de la obra de Freud bajo un enfoque estructuralista. De ello nos va a dar testimonio Masotta. Plantea en un comienzo la complejidad de la escritura lacaniana, el estilo que usa para decir y plantea que algo de esa complejidad tiene que ver con aquello de lo que se trata, es decir, no es porque sí sino que el modo de decir nos dice algo de la teoría psicoanalítica y de su objeto de estudio. Hablar de una lectura estructuralista de la obra freudiana implica situar la incidencia del lenguaje en la misma. Cuando Freud escribía no había sido desarrollada aún una ciencia que diera cuenta del lenguaje, eso va a suceder posteriormente a Freud cuando Ferdinand de Saussure dicte su curso de lingüística general. Esta joven ciencia va a implicar una consideración estructuralista de la lengua. De ella se va a valer Lacan para leer a Freud y de allí surgirá una “máxima” de su obra que es la siguiente: “El inconciente está estructurado como un lenguaje” . Otra consecuencia teórica de esta imbricación entre lenguaje y psicoanálisis es la relevancia que le va dar Lacan al concepto de significante, este implica por ejemplo que una cosa puede querer decir otra cosa, que las palabras no se significan a sí mismas, que el significado no es a priori. También plantea un corte entre las palabras y el objeto empírico o la referencia. Aquello a lo que se refieren las palabras, el objeto funciona más bien como algo profundamente perdido. Las palabras remiten a las palabras y nunca terminan de presentar al objeto, es decir a aquello de lo que hablan o pretenden hablar. Esto “perdido”, “agujereado”, que nunca

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CLASES SOBRE UNA INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN

Clase del 28 de agosto de 2014

Masotta nos va a introducir en la lectura de Lacan, vamos a tomar una serie de conferencias dictadas por este autor hacia fines de los años ´60 en Buenos Aires. Este autor proviene del campo de la filosofía. La época en la que realiza esta introducción, es una época en la que el estructuralismo domina el pensamiento de los intelectuales. El propio Lacan durante un gran tiempo de su enseñanza va a enfatizar la lectura de la obra de Freud bajo un enfoque estructuralista. De ello nos va a dar testimonio Masotta.

Plantea en un comienzo la complejidad de la escritura lacaniana, el estilo que usa para decir y plantea que algo de esa complejidad tiene que ver con aquello de lo que se trata, es decir, no es porque sí sino que el modo de decir nos dice algo de la teoría psicoanalítica y de su objeto de estudio.

Hablar de una lectura estructuralista de la obra freudiana implica situar la incidencia del lenguaje en la misma. Cuando Freud escribía no había sido desarrollada aún una ciencia que diera cuenta del lenguaje, eso va a suceder posteriormente a Freud cuando Ferdinand de Saussure dicte su curso de lingüística general. Esta joven ciencia va a implicar una consideración estructuralista de la lengua. De ella se va a valer Lacan para leer a Freud y de allí surgirá una “máxima” de su obra que es la siguiente: “El inconciente está estructurado como un lenguaje”. Otra consecuencia teórica de esta imbricación entre lenguaje y psicoanálisis es la relevancia que le va dar Lacan al concepto de significante, este implica por ejemplo que una cosa puede querer decir otra cosa, que las palabras no se significan a sí mismas, que el significado no es a priori. También plantea un corte entre las palabras y el objeto empírico o la referencia. Aquello a lo que se refieren las palabras, el objeto funciona más bien como algo profundamente perdido. Las palabras remiten a las palabras y nunca terminan de presentar al objeto, es decir a aquello de lo que hablan o pretenden hablar. Esto “perdido”, “agujereado”, que nunca se termina de comprender puede ser comparado con el inconciente freudiano.

Esta particularidad del lenguaje humano incluiría entonces la noción de inconciente y permite diferenciarlo con claridad de la comunicación animal en la que las cosas dicen lo que quieren decir, no hay lugar para los malos entendidos. En este caso se tratan de signos, mientras que en el lenguaje humano se trata de significantes.

Clase del 4 de septiembre

Retomamos la lectura del texto de referencia (ver bibliografía al final).

En la pág. 17 aparece esta frase: “El inconsciente es el discurso del Otro”. Esta frase da muestras nuevamente de la articulación entre el inconsciente y el lenguaje (discurso del Otro) y aparece este

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concepto, Otro que habrá luego que desarrollar, pero que así como antes habíamos ubicado el de significante, se trata de conceptos claves para la lectura estructuralista que hace Lacan de Freud.

La frase alude a que lo inconsciente se manifiesta de forma verbal como proviniendo de “Otro” lado. Se trata más bien de que algo habla en mí. Por ejemplo en un acto fallido se dice algo que no se quería decir. Esto revela una estructura que es la del lenguaje que “habla” en mí y a la que a su vez me dirijo. Aquí convendría distinguir entre el Yo (moi en francés) y ”eso” que habla en mí de lo cual soy sujeto. El yo es el que pretende ser dueño de su discurso, es decir, el que pretende estar diciendo lo que quiere decir. En cierto sentido representa una ilusión (necesaria) ya que en rigor de verdad seríamos hablados por eso Otro que nos habita.

Aquí se van perfilando dos dimensiones del psiquismo que son lo imaginario y lo simbólico. Una tercer dimensión que Lacan va a ubicar y que va entrelazada con las otras dos es la de lo real. Pero no la desarrollaremos por ahora, sólo diré que no es algo que tenga que ver con la realidad, ni con la imagen, ni con la palabra, es algo que está más allá y no puede ser alcanzado.

Lo imaginario tiene que ver con ese Yo que pretende ser dueño de su discurso y lo simbólico con eso Otro que nos determina como sujetos. Pensándolo en relación con la comunicación, en el registro imaginario se trata de imágenes concretas, de signos y señales a partir de los cuales el mensaje es exacto, dice lo que quiere decir. Hay objetividad. La comunicación animal estaría en esta dimensión como veíamos en el caso de las abejas. En cambio en el registro simbólico, se trata de la función del significante a partir del cual puede surgir la pregunta: ¿qué habrá querido decir? Aquí la exactitud y la objetividad están perdidas, sólo queda espacio para una verdad subjetiva. Esta articulación de lo simbólico con lo imaginario es la que caracteriza al lenguaje humano y lo distingue precisamente de la comunicación animal.

Clase del 17 de septiembre

Retomamos el texto de Masotta en la página 22. Se trata de continuar en la distinción entre la comunicación animal y el lenguaje humano.

Se puede citar a Benveniste (lingüista francés) que en la página 20 señala respecto al lenguaje humano: “La referencia a la experiencia objetiva y la reacción a la manifestación lingüística se entremezclan libremente y al infinito”. Esto quiere decir que en el lenguaje humano la respuesta a un mensaje incluye la consideración de aquello a lo que se refiere (experiencia objetiva) más el modo en el que se lo refiere (manifestación lingüística). Esto no podría pasar con las abejas en tanto su mensaje se refiere a lo que se refiere, es unívoco.

Es así que el significado de un mensaje se va a producir retroactivamente, después de ser dicho. A esto se lo llama resignificación, e implica que el mensaje para ser tal necesita la “sanción” del Otro. El ejemplo del chiste muestra este funcionamiento. Se trata allí de un sentido que recién se decide al final.

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Esta conceptualización que estamos desarrollando sobre el lenguaje humano se entiende mejor si situamos la noción de significante, tal como la plantea Lacan.

Para ello conviene retroceder un poco y situar los desarrollos de Ferdinand de Saussure. Este es quien establece la lingüística moderna. Señala que la Lingüística tiene un objeto de estudio que es la lengua. La lengua está a su vez compuesta por signos. El signo sería la unidad básica de la lengua. El signo lingüístico es una unidad indisoluble compuesta por significado (concepto) y significante (imagen acústica). La unión entre esto dos es arbitraria pero una vez establecida queda como soldada. Por otro lado los signos se relacionan entre ellos según una relación negativa y diferencial lo que da lugar a relaciones de tipo sintagmáticas (relaciones a lo largo del tiempo, en presencia) y paradigmáticas (relaciones en un corte sincrónico, en ausencia).

Lacan va a operar una modificación sobre el signo saussureano, construyendo a partir de ello el algoritmo lacaniano. Va a disolver la unión significado/ significante. Va a otorgarle primacía al significante. De manera que el significado será un efecto que se va producir y no algo que esté dado de antemano. Se va a producir en tanto un significante se pone en relación con otros. (Recordar el ejemplo de caballeros-damas).

Así el lenguaje humano está articulado por el significante, lo cual implica la equivocidad, es decir que los significantes pueden remitir a múltiples significados

Clase del 9 de octubre

Lacan trata de escribir estas cosas que viene desarrollando de un modo “gráfico”. Así es que nos encontramos con lo que él denomina Grafo. Es algo que intenta transmitir una estructura más que una imagen, la estructura de la experiencia psicoanalítica. Implica un grafismo pero que a su vez necesita de la reflexión que lo hace funcionar.

Hay un primer grafo en el que se trata de la relación entre el sujeto y el significante, trata de capturar justamente el hecho lingüístico de que venimos hablando. Ver grafo en página 35 de “Una introducción a Lacan” (D’angelo, Carbajal, Marchilli)

El punto de partida está marcado por una letra griega que se llama “delta”. Allí se parte de una necesidad, que iría a la búsqueda de un objeto que la satisface. Lo que le ocurre al viviente mítico, situado en ese punto “delta” es que para encontrarse con el objeto debe pedirlo, debe hacerse entender. Es decir que su necesidad se encuentra con el lenguaje y en ese encuentro la necesidad se transforma en demanda, es decir un pedido articulado en palabras.

El punto C (inicial que representa al “código” y que luego Lacan reemplazar por A: Afutre) se refiere a la batería significante y las leyes de su empleo. A esto se llama también lo sincrónico del lenguaje. A partir de ese encuentro con el código se produce el mensaje el cual se observa en el punto M. Pero allí no termina la producción del significado (mensaje) ya que como se trata de significantes se necesita la sanción del código (Otro.) Así el mensaje para ser sancionado como tal

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retorna en lo que se visualiza como el segmento que va de M a C. Se da un abrochamiento temporario del significado que se llama significación y que es siempre retroactivo.

Se trata en este grafo de que somos sujetos del lenguaje, estamos determinados por el lenguaje en tanto predomina en él el funcionamiento significante.

Decíamos que luego Lacan cambia la denominación código por la de Otro. Esto es así porque el termino Otro daría cuenta de un mejor modo del significante, en cambio código por provenir del campo de la comunicación no incluye esa apertura que vemos que es hacia la que conduce el significante.

Pero ¿qué es el Otro? El Otro es quien sanciona el mensaje, es un lugar donde el decir es sancionado como dicho, Lacan dirá que es un sitio que no es un lugar espacial, es un lugar abstracto, algo que te determina. Es donde están los significantes.

Ese Otro si bien es impersonal, puede estar encarnado, por ejemplo en la madre. Es ella quien dice que es lo que pide el bebe. Es entonces desde ese discurso del Otro que “nos habla” que se determina algo que es propio. El discurso del Otro es lo inconciente y se estructura de acuerdo a las mismas leyes que rigen para el significante. Esto le permite decir a Lacan que el inconciente está estructurado como un lenguaje.

Clase del 23 de octubre

Hoy realizamos la lectura de “La carta robada”, un cuento de Edgar Alan Poe que toma Lacan dentro de su propósito de enseñar a leer a Freud. Nos va a mostrar que la estructura de esta obra tiene la misma organización que la de la teoría psicoanalítica.

SINTESIS DE “LA CARTA ROBADA”

El relato nos sitúa una escena en la que se halla Dupin (detective), un prefecto de policía y un amigo de Dupin. Hablan de un asesinato y luego pasan al tema central del cuento que es el robo de un documento, una carta.

El ladrón, D, era un ministro, quien al poseer ese documento, obtenía un poder. Al consumar el robo, intercambia el documento verdadero por uno falso, estando presente en la sala un tercero que no le llamó la atención (el rey). El ladrón es conocido del dueño del papel (la reina), quien si ve lo que hace el ladrón pero no puede hacer nada ya que ello la delataría

El poder otorgaba cierto poder político. Ese poder derivaba de la posesión de la carta pero no de su uso.

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G (el prefecto de la policía), quien investiga contratado por la reina, se aboca a resolver el caso siendo la recompensa muy grande, pero afirmando que el caso se resolverá cuando se dé cuenta que el ladrón es más listo que él.

Allanó la casa del ladrón, de arriba a abajo sin resultados positivos en cuanto al documento robado. Hizo una inspección exhaustiva. Comenzó por los inmuebles, sillas, mesas, y luego prosiguieron con la casa en sí, dividiéndola en sectores. Revisaron los libros minuciosamente, el sótano, el empapelado de las paredes.

G entabla una conversación con Dupin sobre la investigación, luego de 6 meses de búsqueda infructuosa y en búsqueda de ayuda ofreciéndole a Dupin incluso compartir la recompensa. Este último le recomienda que vuelva a revisar la casa del ministro D. Dupin le dice a G que no ha hecho lo suficiente en la búsqueda del documento robado. Le ofrece a cambio de un cheque, el documento.

Dupin explica que cuando G detalló como este había llevado a cabo la investigación, hubieran encontrado la carta si verdaderamente estuviera allí. Hace referencia a las medidas de la investigación ya que estas no eran adecuadas para el caso ni para el hombre que era objeto de la misma (el ministro). Dice Dupin, que la policía francesa aplica el mismo método de investigación a todos los casos.

Da un ejemplo de un juego de niños (pares y nones) en donde el intelecto del razonador se apoya justamente en la observación del preguntado. Esto es lo que no considera la policía. Dupin pone en tensión la manera de razonar de un matemático por un lado, y por el otro, el de un poeta. Critica el primer posicionamiento. Si D (el ladrón) hubiera sido un matemático, no habría recibido Dupin el cheque. Pero este último lo conocía como matemático y como poeta.

Dupin, una mañana, fue a la casa de D, lo encontró charlando, lo vio y entablaron una conversación. Mientras charlaban, Dupin, sagazmente, revisaba y escrudiñaba la habitación. Encontró la carta. Reparó en que la descripción de G del aspecto de la carta era errado, en demasía minucioso. Descubrió que la carta había sido dada vuelta, escrita sobre el reverso, sellada. Remplazó la carta de D por una copia. En la copia, escribió un indicio de su identidad.

______FIN DEL CUENTO_______

El seminario de Lacan sobre La Carta Robada se sitúa en el contexto del comentario sobre unos textos freudianos en los que se aborda la compulsión de repetición y la pulsión de muerte. En una conferencia, subraya el texto más allá del principio de placer.

El cuento nos permite comprender el automatismo de repetición y entender la repetición como simbólica, ligada a ciertas leyes. El análisis del cuento es entonces para situar la incidencia de lo simbólico. El pasaje del 2 al 3. Siendo el 3 lo que tiene que ver con la estructura simbólica. Dos términos se relacionan entre sí porque forman parte de una estructura. Madre e hijo por ejemplo.

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La cultura ordena esta estructura dando lugar a lo que se puede y a lo que no se puede hacer en base a esta relación.

Dice Lacan “A saber que es el orden simbólico que para el sujeto es constituyente demostrando a Uds. en una historia la demostración mayor que el sujeto recibe del recorrido de un significante”.

La historia de cada sujeto está conducida por ciertos significantes que conducen sus vidas. Se trata de los efectos de determinación que vienen de la estructura. El sujeto es un efecto de los significantes moviéndose.

En el cuento, el significante es la carta.

En el cuento hay una preeminencia de lo simbólico y toda la acción de los personajes es conducida por poderes exteriores a ellos mismos. Los personajes están pasivamente ligados al orden lo simbólico. Al orden de la estructura.

Clase del 30 de octubre

Continuamos con el análisis de “La carta robada”.

Se trata de introducir, de situar, la eficacia de lo simbólico como lo que permite ir más allá de lo imaginario. Es esto lo que dice Lacan cuando dice que se trata de pasar del 2 al 3, de pensar el dos en el interior de una relación al tres. Podríamos ligar el dos con lo imaginario y el tres con lo simbólico. El dos podríamos referirlo también a la relación que une al hijo con la madre o como veremos en el cuento la que une al ministro con la reina (en la primer escena) y el tres estaría más vinculado a la estructura edípica (madre, hijo y padre) o en el caso del cuento a la estructura de cada escena. Nótese que el tres incluye al dos, no se trata de un elemento más que se agrega, sino que se trata en eso tercero de algo que organiza todo el sistema.

A Lacan le interesa este pasaje ya que le permite marcar una diferencia respecto a la práctica psicoanalítica que se venía realizando y señalar entonces su retorno a Freud. La práctica de los posfreudianos sería una práctica dual, de dos, imaginaria, mientras que de lo que se trata es de poder leer lo tercero en la práctica, lo que confiere a la escena analítica su carácter estructural y así situar lo inconciente en su verdadero nivel de eficacia.

En el cuento de Poe, entonces, “Se trata de los efectos de determinación que viene de la estructura, del sujeto sobre el que recaerán esos efectos y del significante, esto es, de aquel que por su recorrido hará posibles tales efectos.” (Pág. 29 del texto de referencia)

De los términos resaltados, que hacen a este abordaje estructuralista, detengámonos en el de sujeto. ¿Qué quiere decir sujeto? En principio hay que decir que el sujeto para el psicoanálisis no tiene nada que ver con el sujeto de la filosofía, sobre todo el sujeto cartesiano. Descartes dice “Ego cogito ergo sum” (Pienso, luego existo). El sujeto de esa famosa oración queda identificado con el pensamiento, yo=pensar, soy porque pienso, pienso porque soy. Este es el sujeto de la razón. El

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psicoanálisis con Freud a la cabeza demuestra que si hay algo que nos determina más bien tiene que ver con algo que está por fuera de la razón. Es decir, nuestro ser sujeta más de lo inconciente, de lo no sabido, que de todas las certezas que pueda tener. Estas certezas en cambio dan cuerpo al Yo. El yo es el lugar donde creo que me conozco, donde creo que sé lo que quiero decir. Así el yo queda ligado a un saber engañoso, necesario pero engañoso y el sujeto sería el nombre de lo que se refiere a ese campo inconciente o de lo no sabido que me determina.

Lacan se aparta de la perspectiva tópica freudiana leyendo en lo que este llama YO esta dimensión subjetiva que no designa “algo” sino más bien designa el movimiento de una desaparición.

Al final del capítulo 2, ubica el autor distintas significaciones del término sujeto:

Situado en relación al trabajo del inconsciente: en la sucesión de las palabras que caracterizan a un discurso, en la articulación significante, a veces se producen actos fallidos, sueños, manifestaciones estas que develan una verdad inconciente de la cual somos sujetos.

Sujeto situado en el intersticio: de la relación entre los significantes quedaría como un hueco en el medio de las relaciones de los significantes y se ubica ahí el sujeto como la relación entre estos. Emerge el sujeto, aparece y desaparece en esos “huecos”. Su realidad es intersticial. En este sentido un sujeto es lo que un significante representa para otro significante.

En Relación al deseo: el deseo está articulado por la falta, en tanto se desea lo que no se tiene. Entre el deseo y lo que viene a satisfacerlo se puede ubicar la noción de fantasía (fantasma). Una fantasía es un modo de figurar aquello que vendría a satisfacer el deseo. Sin embargo en tanto el objeto de una satisfacción ideal está perdido el sujeto queda como la marca de esa imposibilidad.

Volviendo al texto de Poe. Decíamos que el cuento nos muestra una maqueta que es compatible con el edificio de la teoría psicoanalítica. Hay dos escenas. La primera se nombra como escena primitiva u originaria y la escena dos es una repetición, pero una repetición simbólica ya que repite cierta estructura pero no el contenido. Lo primitivo volviendo a Freud es aquello que designa algo fundante, es algo fuera del tiempo cronológico, alude a algo que está desde siempre.. Esto mismo vale para pensar la estructura como algo que no interesa como se originó sino como algo que está y que tiene efectos.

La escena 1 se desarrolla en la cámara real (escena del rey, la reina y el ministro). El rey no ve nada y la reina solo ve que el rey no ve. El ministro con “ojos de lince” ve todo y arma una estrategia. La carta (que tiene el valor del significante) y algo, otra carta que queda en el lugar como un resto.

La segunda escena (prefecto, ministro y Dupin). El prefecto es quien no ve nada. El ministro adecua su táctica viendo que el prefecto no ve nada y finalmente quien ve más en esta escena es Dupin. También está la carta que ha sufrido una transformación y luego lo que deja Dupin en su lugar.

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La estructura tiene lugares y los personajes varían al pasar por estos lugares. La carta es lo que está siempre, en torno a lo cual se organizan las escenas. Tiene un aspecto de fachada y un contenido enigmático. Entre las dos escenas se repite el personaje del ministro pero en distintos lugar y por lo tanto sus características cambian. Podríamos decir que de acuerdo a como se posicione un personaje respecto a la carta eso determina sus características. “La carta no olvida y quien la posee se convierte en sujeto”.

Clase del 6 de noviembre

A partir del Capítulo 3 del texto de referencia seguimos con idea de situar la preeminencia de lo simbólico. La estructura de la que se trata en el relato de Poe esta armada en dos escenas. La primera: la reina, el rey y el ministro. Y la segunda formada por el Ministro, el inspector de la policía y al detective. Entre una escena y otra hay una repetición, lo que se repite es el funcionamiento de los lugares, aunque los personajes cambien de lugar, o cambien los personajes. Lo que circula entre una escena y otra es la carta, la que en su circulación va haciendo consistir esos lugares.

¿Qué condiciones han permitido la constitución de la primera escena? ¿Qué reglas rigen las operaciones de formación de esa primer escena? La escena está sostenida por cierta lógica, que hay que poder leerla ya que sus límites, sus reglas, sus leyes, sus condiciones no son impuestas por quien trata de descifrarla sino que están allí y por lo tanto se imponen a quien las lee.

En la escena hay un acto, el robo, ese robo y su alcance toman sentido como tal sobre alguna regla, prohibición o límite que lo antecede. Ese límite ha sido transgredido por la reina y dan a la carta y su uso un carácter peculiar. De allí deriva el poder del ministro, que sin embargo es un poder que tiene mientras no usa la carta. Del mismo modo la reina tiene un poder que no puede usar mientras el ministro tenga la carta.

Ambos, ministro y reina, están entrampados en una relación dual, especular, cada uno siguiendo el movimiento del otro. Lo que da sentido a esas dos posiciones es la transgresión a una ley. Esa ley está por fuera de esa relación. Para Lacan la verdad no se sitúa en el interior de esa relación dual sino que viene dada por lo tercero. El rey, no entra como uno más de la serie, tiene una característica diferente, como tercero condiciona el movimiento de los otros dos y esto es porque encarna la Ley. No hay que confundir, la persona del rey (el cual según Lacan puede ser un perfecto imbécil) con la autoridad que representa, la figura que inviste. En este sentido ningún hombre está a altura de la función.

Aquí podemos dar un paso y homologar esa estructura del cuento con la estructura edípica. La madre y el hijo estarían en una relación dual, donde la madre se satisface en la relación con el hijo y viceversa. Y el padre quedaría ubicado como algo tercero que va a incidir sobre esa relación. El complejo de Edipo avanza cuando esa relación niño-madre se destraba.

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El ministro y la reina están capturados en una relación narcicística, en la que tienen un poder que no pueden utilizar y en la que los movimientos de uno dependen de los de la otra. “Ser el falo” sería el nombre de ese poder ilusorio, de ese completamiento en la relación dual. Es sólo a partir de la intervención de la ley que el falo se va a transformar en significante.

Se podrían puntuar los siguientes momentos del complejo edípico.

PRIMER MOMENTO: Entrampamiento narcisístico, posición de ser el falo, el niño lo es todo para la madre.

SEGUNDO MOMENTO: Intervención de un tercero, imaginaria. Amenaza de castración.

TERCER MOMENTO: Intervención de un tercero, simbólica. Se interioriza la ley, la ausencia. Nadie puede ser el falo.

Clase del 13 de noviembre

ACERCA DEL COMPLEJO DE EDIPO

En el complejo de Edipo nos encontramos frente a 3 tiempos lógicos como los señalábamos en el final de la clase anterior. Que sean tiempos “lógicos” quiere decir que Lacan está tratando de precisar la estructura y no tanto su desarrollo. Esto significa también que respecto al “Edipo freudiano”, lo que desarrolla Lacan trata de captar y exponer más lo estructural y estructurante del C.E

Ante lo que se plantea como una relación dual (Madre-Hijo) donde el hijo ocupa el lugar del falo, es decir de aquello que vendría a completar a la madre; aparecería la intervención del padre como nombrando una función que ordena esas relaciones. Las ordena en el sentido que establece una ley según la cual algo aparece como prohibido. Esta operatoria del padre Lacan lo nombra como nombre del padre o significante del nombre del padre. Y ven que se trata de articular algo en términos significantes.

La función del padre incluye la falta como algo central en el estructuramiento psíquico. Cuando se dice falta, bien podemos hablar de la castración que en última instancia hace jugar esa relación entre presencia-ausencia (tiene-no tiene). La respuesta a la castración es clave para la organización psíquica. Así es que Lacan enfatiza más el lugar de la castración y reserva para esta el nombre de complejo y deja al Edipo el estatuto de mito. Complejo de castración, mito de Edipo.

El complejo de Edipo se nos representa como una triangulación sostenida por esta estructura del complejo de castración donde aparece el falo como lo que podría colmar la falta. Lacan distingue entre falo imaginario lo que nos indicaría un recubrimiento de la falta y el falo simbólico el cual no recubre la falta ni la reemplaza sino que la sustituye. El falo simbólico aparece como significante (por ej. en el juego de carretel de Freud) determina aquella falta estructural (una ausencia que no se puede llena; el juego de la sustitución, el juego del deseo y la vida, lo que sustituye una ausencia

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añorada). Esta falta es articulada en el complejo de Edipo. Y que se articule con el falo depende del funcionamiento del nombre del padre

Lacan nombra la función del padre de diversas maneras: nombre del padre, padre simbólico, padre muerto (lo retoma de Freud quien en “Tótem y Tabú” refiere al símbolo que organiza la tribu como un efecto del asesinato del padre). Este nombre del padre viene a sustituir y dialectizar el deseo de la madre (ese que funciona en un primer tiempo). Lacan dice que “metaforiza el deseo de la madre" utilizando de la metáfora la idea de sustitución: que implica con algo de lo mismo una producción de un nuevo sentido hacia lo que se relanza el deseo.

Acerca del deseo y la relación entre la ley y el deseo dice que se implican mutuamente. La ley como instauración de la ley paterna hace posible al deseo. Lo que llamamos deseo para un primer tiempo en el que no intervendría la ley y que supondría una especie de ”satisfacción total” haríamos mejor en llamarlo goce( aquí no hay sustitución hay más bien fijeza, fijeza pulsional)

En nuestra época podríamos situar que esa articulación entre ley y deseo está “medio flojita”. Es decir se tiende a la búsqueda de “goce”, esa satisfacción completa y absoluta, algo ilimitado (sin ley). La clave del deseo es convivir con la falta; y la falta no está de moda en nuestra cultura. Más bien hay que tener y llenarse de cosas hasta “reventar”. A la falta, el fracaso, la falla, les cuesta hacerse lugar en nuestra cultura. Se podría decir que en nuestra época hay un debilitamiento de función paterna.

El psicoanálisis como práctica hace una experiencia de la palabra que fundamentalmente se sostiene en el resguardo de la falta, lo que permite la apertura a otro escenario, al de las determinaciones inconcientes, a partir del cual se puede hacer lugar a la singularidad y a la subjetividad. Es una práctica a contramano de la época en la cual se tiende más bien a la objetividad y todo el esfuerzo de la ciencia, la empresa y la tecnocracia apuntan a esa supresión de la subjetividad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Masotta, O. (1970) Introducción a la lectura de Jacques Lacan. Ed. Corregidor

Poe, Edgard Alan. La carta robada

D’angelo, Carbajal, Marchilli (1984). Una introducción a Lacan. Lugar Editorial