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COAPA GACETA DE Septiembre-DiCiembre 2012 3ª Época No 4 Kafka, LECTOR DEL NO SE CAEN LAS NUBES? EL GOZO, AGUSTÍN DE ITURBIDE: EL CONSERVADURISMO SEDUCTOR DE LA INGENIERÍA ¿POR QUÉ EL ROCK El Cálamo LA OBLIGACIÓN Y LAS ARTES quijote VASCONCELOS José

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DE LA INGENIERÍA

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COLECCIóN vacios en coapaAutor: Jaime Cortés ViteTécnica: Fotografía digital

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1ENP Nº5

CONTENIDONota editorial

Kafka, lector del Quijote

El gozo,

la obligación y las artes

José Vasconcelos

El medio ambiente y la educación física

Trabajos de alumnos y maestros

Agustín de Iturbide:

El conservadurismo seductor

¿Por qué no se caen las nubes?

El rock de la ingeniería

No me sorprende

Fabricando estrellas

Participa en la Gaceta de Coapa

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Franz KafkaEn todo caso la liberación era siempre doble:

de los fantasmas y de quien sufría su presencia. Por eso Sancho Panza había inventado a don Quijote.

(Roberto Calasso, K.)

KafKa,lEctor dEl QuijotElaura Vargas Alva

EDITORIaLNOTa

Llegamos al número 4. Con los ajustes que continuamente se imponen, dado nues-tro propósito por mejorar, no estamos exentos de un acto fallido, sin embargo, éste no ha sido nuestro propósito. Hoy le damos más colorido como un estímulo a la imagen para hacer aún más amable nuestra lectura. Espacios visualmente atrac-

tivos, con lo cual tratamos de estar más acordes con los tiempos en los que predomina lo visual como expresión en sí; por otro lado, no perdemos de vista que nuestra esencia y nuestro compromiso es con la palabra escrita. Así pues, con la nueva presentación se abren otras posibilidades para jugar con los espacios y las formas; esta variante, para nosotros representa un reto por demás prometedor, es decir, el combinar la imagen y la palabra como dos entidades que en el lenguaje son inseparables. Al respecto traemos a colación las ideas de Mauricio Beuchot en el sentidos de que el buen narrador y el buen poeta siempre logran producir entre nosotros el icono que desean transmitir. Llenan de imágenes nuestra mente y lo hacen a través de la palabra.

En efecto, el referente es la imagen y con ella manejamos las representaciones que pro-yectan nuestros pensamientos; así, de ese tamaño se enriquece el diálogo entre los con-currentes a nuestro número 4. Con lo dicho anteriormente, no pretendemos renunciar al poder formal de la palabra escrita como eje del desarrollo de las ideas, ni mucho menos al poder estético del lenguaje que mediante su artiicio nos da cuenta de lo que el otro quiere comunicar. De esta forma, por ejemplo, conocemos otra visión sobre el Quijote, desde la perspectiva de F. Kafka; asimismo, ampliamos la idea que tenemos de José Vasconcelos y de Agustín de Iturbide; también relexionamos sobre la importancia de poder elegir lo que se quiere aprender a través del gozo, la obligación y las artes. Este número trata, además, temas relacionados con el medio ambiente, la salud en el ámbito de la física y las matemáticas. Se cierra el contenido de nuestra revista con dos trabajos de creación literaria en la sección del Cálamo.

Finalmente, consideramos que el recordar nuestras anteriores publicaciones es un es-tímulo al esfuerzo para tener un testimonio visual de lo que llevamos hecho y, con ello, revalorar este espacio como el más indicado para canalizar no sólo el natural impulso por proyectar nuestras ideas, sino también para aprovechar sus páginas y, por con-siguiente, dar cumplimiento a nuestras obligaciones académicas, sin perder de vista, insistimos, que el diálogo entre nuestros colaboradores y lectores es el in último de la Gaceta de Coapa.

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HumaNIDaDEs y aRTEs GaCETa DE COaPa

Algo muy parecido debió ocu-rrir a lo descrito anteriormente, cuando Kafka leyó la novela de El Quijote, pues no sólo se

conformó con leerla, sino que quiso reescribirla, pero a la manera kafkiana: convirtiendo a Sancho en lector ávido de novelas de caballería quien, sin embar-go, supo advertir lo peligrosa que puede ser la literatura, por ello para proteger-se de sus desquiciantes inlujos, inven-tó a un personaje llamado Don Quijote, su más bello y terrible demonio y, para exorcizarse de él, lo dejó que actuara en el mundo como caballero andante e inventó el maleicio de su locura como causa de sus descabelladas aventuras; luego se sentó a escribir una novela.

El interés que Franz Kafka demostró por El Quijote al recrearlo en su texto “La verdad sobre Sancho Panza” me pare-ció un interesante tema para explorarlo en este artículo, que pretende revisar el

puente que vincula a estos dos clásicos fascinantes. Un posible subtítulo para este texto es: “De la locura de don Quijote a la alienación kafkiana,” pues el ángulo desde el que me aproximo a estas obras, tiene que ver con la evolución del héroe: de su digniicación a su degradación, esto es, de la intervención liberadora de la acción quijotesca en un mundo encan-tado, que, sin embargo, por momentos se transforma y digniica a través del actuar del héroe; en contraste con la imposibi-lidad de acción del personaje kafkiano, cuya actitud impasible ante su degrada-ción es signo de domesticación y fraca-so, porque el poder, siempre inaccesible y sin rostro, ha convertido a K., en un ser sin nombre, en un ser alienado, es decir, extraño, ajeno a la condición humana.

El diálogo entre estos clásicos es posi-ble gracias al acto de apropiación que la lectura posibilita y que nos permite decir: Kafka, lector de El Quijote. Las obras llegan a nosotros con las huellas de otros lectores que nos precedieron y que las resigniican para poder seguir reinventando la literatura. En Franz Kafka encontramos signos del hombre moderno de la gran ciudad, del mudo y solitario autómata que ha perdido la facultad de transmitir su experiencia: “del ciudadano del Estado moderno que se sabe abandonado a un aparato bu-rocrático inabarcable, cuya función está dirigida por instancias que son descono-cidas incluso para los propios órganos ejecutivos, por no hablar de los que a ellas se someten”1. La ironía presente en El Quijote puede representar su manera de burlar la voz de la autoridad; en Kafka sólo existe impasibilidad y sometimiento.

Por otra parte, es verdad que el Quijo-te ya está en crisis con la sociedad que lo rodea (la novela surge como género para evidenciar tal conlicto), ésa es la diferencia con héroes como Aquiles que se mantienen en armonía con la legali-dad cósmica, pues en la épica griega “pagada su penalidad, el hombre se reconcilia con el todo”.2 Según, Octavio Paz, la novela de El Quijote introduce la ambigüedad a la literatura: ¿son molinos o son gigantes lo que ven Sancho y el Quijote?” 3 La ambigüedad es signo de la relación problemática entre el héroe y su entorno. Sin embargo, a pesar de

Al leer el texto “La verdad sobre Sancho Panza” (1917) escrito por Franz Kafka vino a mi imaginación un cuadro, francamente provocador. Imaginé a Kafka en su pequeña habitación frente a los cuadernos en los que le gustaba escribir, de noche, porque sólo es posible conjurar a los demonios, sentado junto a Sancho Panza, quien con sonrisa socarrona dictaba al oído a este escritor nacido en Pra-ga, de orejas grandes, mirada tímida y sonrisa triste, la más absurda de las historias y, quizá por absurda, verdadera.

este signo de modernidad del Quijote, el personaje aún se sostiene en un código ético, al mismo tiempo caballeresco y renacentista, que lo digniica y que lo hace buscar para su envilecido tiempo, la realización de la utopía de la Antigüedad clási-ca, que Cervantes llama la Edad de Oro, donde el hombre era justo y bueno.

La historia de la novela moderna evidencia que una vez rota la identidad entre el héroe y el mundo que lo rodea, el conlicto del héroe evoluciona en degradación, así para Jorge Luis Borges —escéptico del género novelístico— “la esencia de la mayoría de las novelas radica en el fracaso de un hombre, en la degeneración de un personaje”. 4 K. es el vivo ejemplo de esta degradación. La anulación de la individualidad, la cosiicación del ser, son signos desoladores de los efectos de la modernidad en el héroe: indefenso frente a su propia fragmentación y solitario extranjero de cualquier universo. Tal vez por ello, como lectores de este tiempo, nos horroriza reconocernos en la obra de Kafka.

Desconcertante resulta entonces la creación de un Sancho Panza feliz, creado pre-cisamente por un autor fatalista como Kafka y, no obstante, Sancho es al único ser al que Kafka llamó “hombre libre”. Quizá porque como hombre moderno, Kafka año-raba al hombre religado consigo mismo, quizá también porque pudo advertir que la endemoniada imaginación de Sancho fue el resquicio por el que logró salir del asixiante laberinto, tal como Kafka siempre lo deseó.

1 Walter Benjamin-GershomSholem. Correspondencia, p.246.2 Octavio Paz. El Arco y la lira, p.203.3 Ibidem, p.2264 Jorge Luis Borges, “El arte de contar historias”, en Arte poética, p.67.

Escritura de Franz Kafka

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HumaNIDaDEs y aRTEs GaCETa DE COaPa

Pese a todo, absurdos y paradojas, los lectores podemos seguir imaginando y pensar en un Sancho Panza capaz de realizar la utopía que Don Quijote no pudo llevar a cabo. Recordemos que al final de la novela, cuando está mu-riendo su amo, Sancho le ruega conti-nuar con la utopía. Sancho quiere que su amo se levante para salir al campo, ahora vestidos de pastores y, para ani-marlo, le dice: “quizá tras alguna mata hallaremos a la señora Dulcinea des-encantada”.5

DE Don QuijotE a K.Don Quijote quería hacer coincidir los libros de caballería con el mundo, ésta fue su mayor locura, quería dignificar-lo con los valores heroicos, desencan-tar el castillo, salvar a Dulcinea; si lo logró o no es debate para otro espa-cio, lo que sí sabemos es cuánto lo intentó. En Kafka, mundo y escritura se han fragmentado definitivamente, todo entonces resulta ininteligible. A la pregunta del ¿quién soy? El personaje kafkiano responde sólo con impasibili-dad y con la vacuidad referencial a la que se reduce su nombre de una sola letra: K. Signo de la anulación de su individualidad y de su cosificación6.

Para el filósofo Walter Benjamin: “Vie-ne a ser lo mismo si a los escolares se les hubiera perdido la Escritura o si fueran incapaces de descifrarla, por-que sin su clave correspondiente, la Escritura no es Escritura, sino vida”7, es decir, sólo los gestos, la grotesca pantomima del infierno kafkiano.

La tensión que atormentó el universo kafkiano fue la escisión entre la Haga-dá y la Halajá, es decir, entre los rela-tos de la tradición hebrea y el mundo de sus incuestionables leyes. Pero la escisión ha ocurrido y los relatos kaf-kianos ya no pueden transmitir sabi-

duría, sólo “los restos de su descom-posición”.8 Kafka renuncia al asfixiante peso de la tradición judía y, con ello, a la posibilidad de encontrar sentido. Quizá de esta escisión provenga lo hermético e incomprensible de sus textos.

Una vez perdida la clave para desci-frar el mundo: todo se vuelve caótico y absurdo o según Angelina Muñiz: “Al destruir también la forma habi-tual del lenguaje lo que queda es la oración no expresada, el espacio en blanco entre letra y letra, el si-lencio del cabalista empeñado en encontrar lo inencontrable, lo no di-cho, lo olvidado, lo impronunciable”.9

El Sancho Panza KaFKiano: una rElEctura DE la ExiStEncia.

SANCHISTAS DEL MUNDO, UNíOSEn un alucinante juego literario, Franz Kafka se atrevió a escribir su propia versión de El Quijote a la que llamó “La verdad sobre Sancho Panza”, en la que es Sancho Panza quien crea al personaje de Don Quijote a manera de exorcismo de sus propios delirios y demonios. El texto termina de la si-guiente manera: “Sancho Panza, hom-bre libre, siguió impasible, quizá en ra-zón de cierta responsabilidad, a Don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin”. 10

En apenas unas cuantas líneas, Kafka reescribe la historia de la literatura, porque al darle el papel protagónico a Sancho Panza, reinventa la novela y con ello trastoca el sentido del mundo tal como lo conocíamos. En un guiño malicioso al lector, Kafka invierte los papeles y nos dice que fue Sancho Panza quien leyó todas esas novelas de caballería, apasionándose tanto

por ellas que creó a un personaje lla-mado Don Quijote para que encarnara toda su locura y todos sus demonios.

La intertextualidad planteada por Kafka en su texto, resulta ser un juego provocador. El lector se pregunta ¿qué puede significar este juego? Walter Benjamin nos da indicios cuando dice: “una relectura de la existencia”.11 Este autor supo leer en la figura del Sancho Panza kafkiano el triunfo de la épica, ya que Kafka depositó en un tonto bueno llamado Sancho Panza la po-sibilidad liberadora de deshacerse de la carga depositada sobre la espalda, pues: “Todos aquellos que encarnan la sabiduría, la bondad, el consuelo del mundo se apiñan en derredor del que narra”12 desde la raíz y la voz de los pueblos para que perdure su me-moria.

Desoídas las palabras de Don Quijote, porque el mundo no quiere ser desen-cantado, quizá el tonto serio y asis-tente incapaz tenga más oportunidad de ser escuchado. Tal vez la figura de Sancho construido a partir de la voz y sabiduría popular, pueda vivir y trans-mitir esa experiencia de la memoria y la justicia.

Sancho Panza, convertido en la se-gunda parte de la novela en protago-nista de la narración, resulta un per-sonaje interesantísimo por su transfor-mación de procaz campesino en hom-bre sabio y justo, tal como se muestra cuando es nombrado gobernador de su ínsula, ya que pone en ejecución los consejos con lo que Don Quijote lo había aleccionado para ser un gober-nador bueno y digno. Al llegar a su ín-sula Barataria, se comporta humilde al no querer que se agreguen dones de alcurnia a su nombre y dice: “Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi abue-lo, y todos fueron Panzas, sin añadidu-ras de dones ni donas”.13

La cita anterior también es un claro ejemplo del humor como uno de los recursos con que está construido y armado el personaje para desestabili-zar y desenmascarar al mundo, con la ingenuidad del tonto, por cierto, muy lejos del cinismo de los pícaros galeo-tes que aparecen en la novela.

El tonto sabio llamado Sancho Pan-za llena de asombro a todos los presentes cuando interviene como sabio juez y tiene que otorgar justi-cia, por ejemplo en los complicados casos de los viejos y el báculo, el de las caperuzas y el de la mujer ultrajada; descubre los artificios y engaños de éstos y, con gran sabi-duría, resuelve cada uno de ellos. La siguiente cita ilustra varios de los aspectos mencionados:

De donde se podía colegir que los que gobiernan, aunque sean unos tontos, tal vez los encamina Dios en sus juicios; y más que él había oído contar otro caso como aquél al cura de su lugar, y que él tenía tan gran memoria, que a no olvidársele todo aquello de que quería acordarse, no hubiera tal memoria en toda la ínsula [..],y el que escribía las pala-bras, hechos y movimientos de San-cho no acababa de determinarse si le tendría y pondría por tonto o por discreto.

Sancho Panza, tonto transformado en justo, es un personaje que provo-ca desconcierto y asombro, incluso en el narrador de la novela, quien juega ambiguamente con su identi-dad, al consignar su metamorfosis, casi a manera de testigo: “queda-ron todos admirados y tuvieron a su gobernador por un nuevo Salomón”.

Finalmente, el viaje del loco caba-llero andante pareciera terminar en derrota y en regreso a la cordura: el mundo se resistió a ser desencan-tado. El deber ser que defendió el caballero andante no tuvo espacio en la era de hierro que pretendió liberar, pues “cuando lo real se in-vierte o idealiza, la utopía que ha de realizarse, desemboca forzosamen-te en un fracaso”. Sin embargo, en esa relectura de la existencia que nos propone Kafka, el lector puede imaginar, precisamente, a un San-cho Panza realizando la utopía que no pudo llevar a cabo Don Quijote.

Por esta transformación liberadora, Adolfo Sánchez Vázquez otorga tam-bién a Sancho la salvación de la uto-pía quijotesca. Don Quijote termina

desencantado de su intervención en el mundo, decide morir como Alonso Quijano; Sancho, por el contrario, no puede regresar a ser quien era:

Sancho se eleva de la burda y pla-na realidad existente al nivel de los sueños e ideales de su amo. [..] la utopía no muere con Don Quijote, ya que Sancho se hace cargo de su le-gado utópico, al decirle a su amo, ya cercado por la muerte y recuperada su cordura: “Levántese de esa cama y vámonos”.

Esta interpretación de Sancho Pan-za es un esperanzador ejemplo de la derrota, pese a todo, de la alie-nación y, en consecuencia, de la digna afirmación de un hombre libre; quizá también pueda significar la posibilidad de que la épica de la narración, que nos congrega, vuelva a tener lugar entre nosotros.

a manEra DE concluSiónDe las diferentes versiones que he leído para tratar de explicar las razo-nes por las que Franz Kafka quería que sus libros fueran destruidos, la que me parece más convincente es la de Jorge Luis Borges, porque muy al estilo borgeano, la sola decisión de un hombre, sintetiza la historia

de la literatura y quizá de la huma-nidad. En su texto “El arte de contar historias”, este autor repasa la idea de felicidad, de la derrota y de la victoria del hombre: El hombre que escuchaba la Ilíada y la Odisea creía y esperaba finales felices y heroi-cos. Nosotros, lectores de hoy, para nuestra desgracia, ya no podemos creer en historias con finales felices:

Hoy, si se emprende una aventura, sabemos que acabará en fracaso[..] Me figuro que Kafka sentía prácti-camente lo mismo cuando deseaba que sus libros fueran destruidos: en realidad quería escribir un libro fe-liz y victorioso, y se daba cuenta de que le era imposible. Hubiera podi-do escribirlo, evidentemente pero el público habría notado que no decía la verdad. No la verdad de los he-chos, sino la verdad de sus sueños.

Si atendemos a la explicación de Borges, podemos imaginar que, pese a todo, Kafka hubiera salva-do dos textos del fuego: su nove-la América y su relato “La verdad sobre Sancho Panza”, porque en ambos, el héroe pudo escapar al infor tunio y a sus demonios, tal como el propio Kafka siempre lo anheló.

BiBlioGraFÍa:BENJAMIN, Walter/SHOLEM, G. Correspon-dencia:1933-1940,( Versión Castellana de Rafael Lupiani), Madrid, Taurus Ediciones, 1987.

BENJAMIN, Walter. Para una crítica de la violencia y otros ensayos (Iluminaciones IV), Madrid, Taurus,1991-1998.

“El narrador”, en Sujeto y relato (Antología de textos teóricos). María Stoopenet al (comp): México, UNAM, 2009, pp.31-54.

BORGES, Jorge Luis. “El arte de contar his-torias”, en Arte poética, Barcelona, Editorial Crítica, 2001. CALASSO, Roberto. K.(Tr. Edgardo Dobry), Barcelona, Anagrama, 2005.

CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, (Edición conmemorativa del IV Centenario) Real AcademiaEspañola-Asociación de aca-demias de la Lengua Española, Alfaguara, 2005.

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5 Miguel de Cervantes Saavedra. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, p.1102.6 Para rastrear a estos personajes remito a los lectores a las novelas El proceso (1925) y El castillo(1926). Es importante mencionar, además, que ambas obras fueron publicadas póstumamente en contra de la voluntad de Franz Kafka, quien pidió que destruyeran todos sus escritos.7 Ibidem,p.152.8 Idem9 Angelina Muñiz Huberman. “Kafka y la Cábala” en Op.cit. , p.190.10 Kranz Kafka, en Relatos Completos, p.427.11 Walter Benjamin. Op. Cit., p.40.12 Walter Benjamin.”El narrador”, en Sujeto y relato (Antología de textos teóricos), p.50.13 Miguel de Cervantes Saavedra. Op..Cit., p.889.

14 Ibidem, p.892.15 Ibidem, p.891.16 Adolfo Sánchez Vázquez. “La utopía de Don Quijote”, p.26.

17 Ibidem, p.27.18 Jorge Luis Borges. Op.Cit., pp. 67-68.

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8 9ENP Nº5 ENP Nº5

Sin duda, todo ser humano tiene el derecho de rea-lizar la actividad de su preferencia en los tiempos libres (pasear; andar en bici; ver el techo; asistir a reuniones, funciones de teatro, cine, danza; ver la

televisión, etcétera). Existe, sin embargo, una línea divisoria muy delgada, casi imperceptible entre las actividades que se realizan por obligación y las que se hacen por gusto. No me reiero a lo que uno hace especialmente los días de des-canso, como los ines de semana, especialmente, sino a las acciones cotidianas que mantienen ocupadas a las perso-nas comunes que cuidan a sus hijos, acuden a sus trabajos, manejan su auto, se suben al metro. La vida cotidiana está retacada de eventos y resultaría ocioso determinar cuáles

de ellos se llevan a cabo por obligación y los que se hacen por gusto o se disfrutan más; por ejemplo, dudo que el acto atroz que representa levantarse de la tibieza de nuestras sábanas sea agradable para alguien, mucho menos si el momento en el que se realiza, todos los días, está oscuro y hace frío. Este salto del lecho a la regadera puede ser mortal, pero una vez que se hace, las demás actividades de la rutina madrugadora se aligeran, pierden tonelaje, y entonces, surge la duda: ¿la obligación debe estar necesa-riamente peleada con el gozo?

La respuesta a esta pregunta no es una, deberá ser contes-tada con el relativismo que ella misma exige.

El gozo,lA obligAción y lAS ArtES

¿la obligación debe estar necesariamente peleada con el gozo?La respuesta a esta pregunta no es una, deberá ser contestada con el relativismo que ella misma exige... Habrá que preguntar a nuestros alumnos si perciben gozo, disciplina o deber durante nuestras clases… Y respondernos si existe una correlación entre esta percepción (buena-mala) y el tipo de asignatura (escogida-impuesta).

Si se tiene un trabajo al que se debe acudir todos los días cumpliendo un ho-rario y respetando una serie de normas, es muy probable que la fuerza de la ruti-na, a cuenta gotas, termine con el entu-siasmo hasta del peor de los optimistas. Pero la obligación no necesariamente excluye al gozo, sino que lo puede llegar a convertir día tras día en disciplina. Si, además, el trabajo por el cual uno recibe un salario consiste en “educar a otros”, la erosión que sufren nuestras obligacio-nes hasta convertirlas en trabajo disci-plinado resulta más que bizarra, ya que esta labor no se limita a la realización de una serie de tareas, para producir algo, no es manufactura. La producción y el producto de la labor académica son in-tangibles. Los profesores estructuran una clase (producen) y su impartición (producto) buena o mala depende de una serie de factores que se escapan, en muchas ocasiones, de su control. A esas circunstancias hay que agregar las demás actividades que son parte de las obligaciones del profesor: evaluar para comprobar si el alumno aprendió algo, informar sobre sus actividades, motivar a los alumnos al conocimiento mediante ponencias, pláticas, entre otras activida-des que resultaría necio seguir enume-rando en este texto.

La disciplina, como afirmé líneas arri-ba, es adquirida en el trabajo aca-démico por una serie de actividades rutinarias que, conforme pasa el tiem-po, poco tienen que ver con el gozo, sobre todo si se trata de profesores, quienes como yo, imparten materias obligatorias dentro del plan de estu-dios de la Escuela Nacional Prepara-toria (ENP), en la Universidad Nacio-nal Autónoma de México, a las que los alumnos deben asistir porque son parte de un historial académico que deben cumplir, como mero requisito o, como institucionalmente se dice, para ser preparados antes de estudiar o dedicarse a lo que realmente desean.Considero que no sucede lo mismo con las materias que ellos deciden cursar porque les gusta, como son las que se imparten dentro del colegio de Activida-des Estéticas y Artísticas. Los profeso-res de la ENP que pertenecen a este co-legio deben sentirse orgullosos porque los alumnos (o gran parte de ellos) que

reciben, se dirigen a ellos principalmen-te porque desean conocer un poco más acerca del ámbito musical, dramático, dancístico, pictórico, escultórico, etcé-tera. Nada le parece más ajeno al estu-diante de bachillerato que aquella disci-plina que le es impuesta: ¿qué importan-cia tiene a los quince o dieciséis años saber cómo es el suelo que pisa?, ¿qué más le da a un jovencito distinguir en-tre una oración con un verbo y otra que tiene muchos o si Rubén Darío escribió tantos poemas?, ¿qué grado de rigor le puede otorgar un alumno preparatoriano a una clase donde debe comprender la importancia de la factorización? Su-iciente tiene con su nuevo cuerpo y el entorno social al que se enfrenta. En cambio, un jovencito estaría más dis-puesto a atender las exigencias y co-nocimientos que le otorga una clase a la que él mismo (por lo que sea: gusto, facilidad, falta de cupo en otras activi-dades) decidió inscribirse. Los profe-sores de las asignaturas de Educación Estética y Artística deben sentirse fe-lices de pertenecer a un colegio cuyo origen es el placer de crear y admirar las Bellas Artes.

Es una lástima que el sistema educativo no le otorgue a sus alumnos la capaci-dad de decidir lo que desean estudiar. Los avances cientíicos han otorgado al ser humano la oportunidad de prolongar su estancia en esta tierra; este fenómeno ha modiicado las etapas de su vida: por un lado, la estimulación visual e informa-tiva que nos conceden las tecnologías de la información aceleran nuestro cre-cimiento físico, pero por otro lado, alar-gan nuestra infancia o el periodo de de-pendencia económica y sentimental del núcleo familiar. Esta distorsión entre las modiicaciones físicas y el aplazamiento de la madurez emocional y económica produce en nuestros jóvenes una serie de acciones que los llevan a la parali-zación o a la precipitación de sus de-cisiones. Acostumbrados además a un sistema educativo que les ha impuesto toda su vida escolar lo que deben es-tudiar. Todo esto impide la oportunidad de relexionar a profundidad lo que se quiere realizar a futuro y entonces las decisiones que toman los jóvenes en su camino a la adultez están permeadas de obligación. Y/o pocas veces, tienen

relación con sus gustos más personales. Muy probablemente los jóvenes no son los únicos acostumbrados toda su vida a decidir por obligación, me atrevería a asegurar que una gran parte de los profesores de las asignaturas que se im-parten dentro del colegio de Actividades Estéticas y Artísticas de la ENP estudia-ron su profesión movidos por el gusto más que por la obligación. En cambio, me parecería muy probable que los pro-fesores que imparten otras asignaturas llegamos a nuestras disciplinas median-te la vía de la obligación.

No cabe duda que el deber y la obli-gación no sólo rigen nuestra vida cotidiana, hasta en los asuntos más obvios: nos bañamos porque debe-mos acudir limpios a cumplir nuestras obligaciones, comemos balanceada-mente con muchísima pastura para mantenernos sanos, es un deber cui-dar nuestro cuerpo. En pocas ocasio-nes el gozo aparece en los actos de la vida cotidiana, hasta nos impone-mos la felicidad: debemos ser felices con los temas que la institución nos impone en los programas de estudio. El caos que se origina a partir del cuestionamiento y la reflexión acerca de lo que queremos o debemos im-partir en el aula no tiene lugar en un plan de clase. Arbitrariamente, estas contradicciones producen disciplina en el trabajo docente que los alumnos perciben de una extraña manera. Ha-brá que preguntar a nuestros alumnos si perciben gozo, disciplina o deber durante nuestras clases… Y respon-dernos si existe una correlación entre esta percepción (buena-mala) y el tipo de asignatura (escogida-impuesta).

Ninguna de las reflexiones expuestas en este ensayo reflejan la forma de pensar de la gaceta ni están basadas en ningún otro texto: surgieron de la necesidad de responder una serie de preguntas originadas a partir de la percepción extraña que se tiene de las asignaturas que se imparten en el colegio de Educación Estética y Ar-tística, las cuales, en muchas ocasio-nes, son utilizadas institucionalmente como artículos de oropel y no son to-madas en cuenta con la seriedad que merecen.

Por: Diana Vizcarra DE loS rEyES

GaCETa DE COaPaHumaNIDaDEs y aRTEs

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José Vasconcelos Por: roBErto GómEz EStraDa

En la obra de José Vasconcelos se funden dos disciplinas del pensamiento: la ilosofía y la li-teratura, rasgo característico de

los ateneístas. Además de la ilosofía, su pluma aborda, con gran soltura, otros temas de su interés, como es la pedago-gía, la historia y la sociología. En el terre-no literario a Vasconcelos se le conoce como un escritor poderoso, que llega a los extremos como consecuencia de su absoluta sinceridad, tanto que a veces raya en la indiscreción y se postula en juez de sí mismo y del mundo.

Desde que fue “niño del Norte”,Vasconcelos asumió a su país como

ser débil, pobre, oscuro, con crecienteproclividad a la tormenta y al desastre

y en riesgo de convertirse en un proconsulado o colonia de Yanquilandia.

luis González González

Como hombre de genio, José Vascon-celos fue contradictorio y polémico, pero también fue un iluminado. La máxima expresión de su pensamiento como es-critor se encuentra en sus memorias na-rradas en cuatro tomos: Ulises criollo, La tormenta, El desastre y El proconsulado. Jorge Cuesta es el primero en comentar el Ulises criollo. En su brillante ensayo al respecto, dice así: “La biografía de Vas-concelos es la biografía de sus ideas. Este hombre no ha tenido sino ideas que viven; ideas que aman, que sufren, que gozan, que sienten, que odian y se embriagan; las ideas que solamente piensan, le son indiferentes y hasta odio-sas” (citado por Emmanuel Carballo en su prólogo del Ulises). En estos cuatro libros José Vasconcelos mantuvo una postura de enfrentamiento al oicialis-mo, reclamando la vuelta a los valores revolucionarios iniciales, la revisión de la historia nacional, el apoyo al mestiza-je indio-español y la conciliación de las ideas de libertad y orden, en la búsque-da de un México nuevo. Nos dice Vas-concelos al inicio de su Ulises criollo:

La presente obra no ha menester de prólogo; requiere, a lo sumo, la advertencia de que no está escrita —no lo está ningún libro de su género— para caer en ma-nos inocentes. Contiene la experiencia de un hombre y no aspira a la ejemplaridad, sino al conocimiento. El misterio de cada vida no se explica nunca, y apenas si nosotros mismos podemos rescatar del olvido unas cuantas escenas del panorama intenso en que se de-sarrolló nuestro momento. Las del presente volumen [Ulises criollo] componen la primera etapa de un cu-rriculum vitae prolongado. Se cierra esta primera parte con la muerte del Presidente Madero.

El segundo volumen de la obra [La tormenta], si llega a escribirse, será el de la pasión desorbitada y la revolu-ción; caos por dentro y por fuera en un alma atormen-tada por todas las angustias. Contendrá juicios acer-ca de la sucia rebelión carrancista y terminará con la muerte de Carranza. El tercer volumen [El desastre], si alguna vez se compone, será el de la vida conquistada para la ediicación en lo subjetivo y en lo externo. (José Vasconcelos, Ulises criollo, p. 45).

El estilo de sus memorias es el del hombre que des-nuda sus pasiones e ideas, se humilla y después enal-tece, apostrofa a sus contradictores y malquerientes, a los pequeños de alma que le negaron en cierto mo-mento el respaldo viril de la rebelión armada, y practi-

A propósito del segundo tomo de las memorias de Vas-concelos, comenta Enrique Krauze: “En La tormenta […], José Vasconcelos narra dos tormentas: la de México y la de José Vasconcelos. Los límites temporales del libro son claros: parte de su escapatoria de la capital a raíz del golpe de Estado de Victoriano Huerta […] y concluye con la caída de Carranza y su inminente regreso al país como rector de la Universidad a mediados de 1920.” (Enrique Krauze, Pró-logo de La tormenta, p. 5).

Ya en estas palabras iniciales se nota el espíritu de José Vas-concelos, se nos presenta como un hombre ardiente y apasio-nado. Y así fue Vasconcelos, su vida estuvo animada por un espíritu de lucha constante y por el fuego de la pasión. Dio a sus memorias el título genérico de Ulises criollo, haciendo alu-sión al héroe griego. Lo que nos quiere decir con esto es que, al participar en la Revolución mexicana, vivió una Odisea. El adjetivo “criollo” se reiere al elemento hispánico que hay en la nacionalidad de los mexicanos, en oposición a lo puramente indio y a la inluencia sajona. Para comprender mejor el carác-ter polémico de Vasconcelos escuchemos estas palabras de Emmanuel Carballo:

José Vasconcelos nació en Oaxaca el 27 de febrero de 1882 y murió en la ciudad de México un 30 de junio de 1959. Vivió entre dos siglos. Circunstancia que lo hizo transitar por dos grandes momentos históricos de nuestro país: la dictadura de Porfirio Díaz y la Revolución mexi-cana. Durante esos años difíciles del conflicto armado es cuando Vasconcelos destaca como político, filósofo, escritor y educador.

Literaria y filosóficamente hablando, el siglo xx en México se inició con la labor de un grupo de escritores conocido como el Ateneo de la Juventud, órgano cultural e intelec-tual que abrió nuevos horizontes en la historia de la filoso-fía y las letras mexicanas. A los integrantes del Ateneo los unió la veneración que sentían por la cultura y las letras.

ca la generosidad con las contadas personas que le fueron ieles en los años adversos; un hombre que ha abandonado dos de las constantes del carácter de los mexicanos: la mesura y su consecuencia inmediata, el temor al ridículo. Un estilo que inquieta y quema, que obliga a tomar partido, a su favor o en su contra. (Em-manuel Carballo, Prólogo de Ulises criollo, p. 11).

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En la obra de José Vasconcelos se funden dos disciplinas del pensa-miento: la filosofía y la literatura, ras-go característico de los ateneístas. Además de la filosofía, su pluma abor-da, con gran soltura, otros temas de su interés, como es la pedagogía, la historia y la sociología. En el terreno literario a Vasconcelos se le conoce como un escritor poderoso, que llega a los extremos como consecuencia de su absoluta sinceridad, tanto que a veces raya en la indiscreción y se pos-tula en juez de sí mismo y del mundo. Su obra es abundante y diversa, pero también es admirable. Estas caracte-rísticas hacen de Vasconcelos uno de los escritores más originales y contro-vertidos del siglo xx.

Como memorialista su mensaje no es el de la concordia sino el de la disensión, sobre todo a partir de La tormenta. A mi juicio, en esta actitud reside parte del verdadero Vasconce-los, quien en varios aspectos sigue o coincide con Francisco Bulnes. Disensión que es inde-pendencia de criterio en cues-tiones filosóficas y religiosas; disensión que se traduce polí-ticamente en enemistad contra el caciquismo, la venalidad y la

Durante el gobierno de Francisco I. Madero Vasconcelos ocupó el cargo de director de la Escuela Nacional Prepa-ratoria. En 1920 fue nombrado rector de la Universidad de México (época en que acuñó el lema universitario “Por mi raza hablará el espíritu”), a la que convirtió en institución revolucionaria. Los estudiantes, convertidos en maestros honorarios, salieron a las calles de las ciudades, enseñan-do a leer y escribir.

Estaban en contra del positivismo y a favor del retorno a la i-losofía y el arte. A esta generación es a la que pertenece José Vasconcelos. Otros destacados integrantes del Ateneo son: Al-fonso Reyes, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri y Martín Luis Guzmán. Como consecuencia de la labor del Ate-neo de la Juventud, airma Emmanuel Carballo en su prólogo:

Por primera vez en casi cien años los escritores podían ser escritores, y no necesariamente polí-ticos; periodistas y no amanuenses de generales aventureros, profesores universitarios y no comba-tientes obligados a defender el país de invasiones extranjeras, o a participar en nuestras sucesivas guerras intestinas en defensa de los principios li-berales o conservadores. (Emmanuel Carballo, Prólogo de Ulises criollo, p. 5).

“Dio ojos a los pintores, a los músicos, a los poetas y a los novelistas de esos años” (Azuela, Vasconcelos, Rivera, Orozco, López Velarde, Martín Luis Guzmán). México se redescubría y al mismo tiempo se inven-taba, se reinventaba. Esta fue la idea que inspiró al que entonces era ministro de Educación Pública, José Vasconcelos [quien] llamó a los artistas para que co-

El presidente Álvaro Obregón, en 1921, nombró a José Vascon-celos ministro de Educación Pública. Fue aquí donde destacó su labor vigorosa y creativa. Entendida la educación pública como el elemento uniicador de la nacionalidad, echó a andar programas y campañas de alfabetización. Construyó escuelas, y durante tres años, hasta su enfrentamiento con Obregón y su exilio en Estados Unidos, llevó a cabo una verdadera “cruzada nacional” a favor de la educación popular. Impulsó, al mismo tiempo, la educación indígena, la rural, la técnica y la urbana; creó redes de bibliotecas, misiones culturales, escuelas nor-males y Casas del Pueblo, que convirtió en centros educativos básicos. Fomentó la lectura, editó colecciones de libros (tanto para mujeres como para niños) de los autores clásicos, apoyó la obra de los grandes muralistas y construyó el Estadio Nacional como lugar de espectáculos populares.

laboraran en la tarea de hacer o rehacer México. Llamó lo mismo a los poetas que a los bailarines; a los pintores que a los músicos. Se enseñó a los niños de las es-cuelas los cantos y las danzas tradicionales, se exaltó el arte po-pular. Se publicaron libros y revis-tas, se distribuyeron muros a los pintores. Vasconcelos creía en la misión del arte. También creía en la libertad, y por eso no impuso a los artistas ningún dogma es-tético ni ideológico. […] El joven Estado revolucionario necesitaba de una suerte de legitimación o consagración cultural, y qué me-jor consagración que la pintura mural. (Octavio Paz, México en la obra de Octavio Paz, Video de Fundación Cultural Televisa).

antidemocracia; disensión que es altanería frente al poderoso y genero-sidad ante los humildes; disensión que es desafío contra el lugar común al pensar y al escribir; disensión, en fin, que es pugna íntima entre el placer y el deber, entre los intereses personales y las necesidades de un pueblo. (Emmanuel Carballo, Prólogo de Ulises criollo, p. 11).

Si comprendemos a José Vasconcelos en sus contradicciones y en su polémi-ca, podremos comprender mejor las contradicciones y la polémica del tiempo en que le tocó vivir. Y como consecuencia nos comprenderemos mejor a no-sotros mismos. Octavio Paz cuenta un hecho terrible que nos hace reflexionar hasta dónde llegan los odios y las venganzas políticas. Nos dice Paz que Ro-berto Montenegro pintó en el mural titulado El día de la Santa Cruz, un retrato de José Vasconcelos enarbolando el estandarte de la Universidad. Años más tarde, otro ministro de Educación ordenó que se borrara la figura de Vasconce-los, en su lugar se pintó la de una mujer. “Fue una innoble venganza política y una baja falsificación histórica.”

Esos mismos conflictos que padeció Vasconcelos, lo hacen más humano y más valioso, y logra, con su obra monumental, un dramático relato del tiempo que le tocó vivir. Obra que además, tuvo una gran influencia en los ambientes intelectuales mexicanos.

Como dato curioso para los que no estén muy enterados, Vasconcelos parti-cipó, en 1929, como candidato a la presidencia de la República. No obstante el apoyo que recibió por parte de los que se oponían al control político de Plu-tarco Elías Calles, fracasó en su intento. Fracaso que también significó el retiro definitivo de sus aspiraciones políticas.

Dice Octavio Paz que la Revolución mexicana también fue una revelación:

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PrinciPAlES obrAS dEjoSé VASconcEloS

Teoría dinámica del derecho (1907)

Gabino Barreda y las ideas contemporáneas (1910)

La intelectualidad mexicana (1916)

El movimiento intelectual contemporáneo de México (1916)

Prometeo vencedor (1916)

Pitágoras: una teoría del ritmo (1916)

El monismo estético (1918)

Divagaciones literarias (1919)

La caída de Carranza. De la dictaduraa la libertad (1920)

Estudios indostánicos (1920)

Ideario de acción (1924)

La revolución de la energía, los ciclos de la fuerza,el cambio y la existencia (1924)

La raza cósmica (1925)

Indología (1926)

Tratado de metafísica (1929)

Pesimismo alegre (1931)

Ética (1932)

La sonata mágica (1933)

La cultura en Hispanoamérica (1934)

Bolivarismo y monroísmo (1934)

De Robinsón a Odiseo (1935)

Estética (1935)

Ulises criollo (1935)

La tormenta (1936)

Historia del pensamiento ilosóico (1937)

Breve historia de México (1937)

El desastre (1938)

El proconsulado (1939)

Manual de ilosofía (1940)

Hernán Cortés (1941)

El realismo cientíico (1943)

Apuntes para la historia de México. Desde la conquista hasta la revolución (1943)

Lógica orgánica (1945)

El viento de Bagdad (1945)

Los robachicos (1946)

Filosofía estética, según el método de la coordinación (1952)

Todología (1952)

La lama (1959)

BiBlioGraFÍa: Vasconcelos José, Ulises criollo, Prólogo de Emmanuel Carballo, Editorial Trillas, Colección Linterna Mágica Núm. 26, México 1998.

–La tormenta, Prólogo de Enrique Krauze, Editorial Trillas, Colec-ción Linterna Mágica Núm. 27, México 1998.

–El desastre, Prólogo de Luis González González, Editorial Trillas, Colección Linterna Mágica Núm. 28, México 1998.

GaCETa DE COaPa

EL mEDIO amBIENTEy La EDuCaCIÓN

fÍsICa

El reconocimiento cada vez mayor de la importancia de los espacios físicos para la representación y proyec-ción social se muestra en los estudios de muy varia-das disciplinas que van desde la arquitectura hasta

la sociología. Por ello, parte de la concientización que se da hoy dentro de la educación física, es reconocer la importancia que tiene el medio ambiente para el desarrollo integral de las personas

La educación física, como asignatura promotora de una cultu-ra de la salud corporal, emocional e intelectual, incide más allá de los contenidos tradicionalmente establecidos. Dentro de un enfoque contemporáneo, la materia retoma temáticas interdis-ciplinarias que afectan la concepción de la corporalidad en su espacio interior y exterior. De allí, que no podemos imaginar una salud corporal si los espacios con los que se relaciona la persona no reúnen las condiciones adecuadas para tal in.

El reconocimiento cada vez mayor de la importancia de los espacios físicos para la representación y proyección social se muestra en los estudios de muy variadas disciplinas que van desde la arquitectura hasta la sociología. Por ello, parte de la concientización que se da hoy dentro de la educación física, es reconocer la importancia que tiene el medio ambiente para el desarrollo integral de las personas.1

Una manera de situarnos frente a la valoración del me-dio ambiente, es recordar el significado de la palabra ecología. Tal concepto halla sus raíces en el griego oikos (casa) y logos (tratado o estudio), con lo cual podríamos traducir el término como el estudio de la casa. Esta casa, obvio es, no se refiere a la casa propia donde residimos entre cuatro o más paredes, sino a una casa mucho más amplia, más extensa, “la casa de todos”, la que compartimos, la que debemos procurar y cuidar, porque simplemente pertenecemos y vivimos en ella.

Otro concepto que algunos consideran romántico pero que ayuda a entender a través de metáforas la impor-tancia que tiene el planeta en una relación recíproca con los que lo habitamos, es el término Gaia, enten-dido, otra vez del griego, como Madre Tierra.2 Dicho concepto se refiere a que el planeta es un ser viviente que siente y responde ante toda acción que se mani-fiesta en él. Si bien no podemos entender lo anterior como una representación objetiva de la tierra, sí te-nemos que reconocer las consecuencias irreversibles que tiene el hecho de que las prácticas individuales y comunitarias, llamémosles estilos de vida, afectan di-rectamente el medio ambiente.

Por: arturo martínez Gómez

1 Krishnamurthy, “Los beneicios y costos del enverdecimiento urbano”.2 Aldama, “¿Un quinto jinete? Un texto ecológicamente incorrecto”.

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BiBlioGraFÍa: Aldama Martínez, Gerardo. “¿Un quinto jinete? Un texto ecológicamente incorrecto”. Algarabía. Año I, diciembre 2012, p. 96.

Broswimmer, Franz J. Ecocidio. Breve historia de la extinción en masa de las especies. México, D. F., Editorial Océano, 318 págs.

Calvillo Unna, Jorge. La casa ecológica. México, CONACULTA, 1999, 112 págs.

Castro Soto, Santiago. Privatización del agua, http://alainet.org/active/show_text.php3?key=4192 fecha de actualización: 12-marzo-12.

Costa Durán, Sergi. La casa ecológica. Ideas prácticas para un hogar ecológico y saludable. Barcelona, Loft Publications, 2010, 159 págs.

“El DF, una ciudad sin agua”. Más por más. México, jueves 8 de diciembre de 2011, pp. 10 y 11.

Higdon, Hal. Correr con inteligencia, Barcelona, Editorial Paidotribo, 2001, 260 págs.

La huella ecológica: ¿Cuánto necesitas para vivir y cuánto usas?, http://www.wwf.org.mx/wwf-mex/he_cuestionario.php fecha de actualización: 1-marzo-12.

Krishnamurthy L. y J. R. Nascimento, (Eds.). “Los beneicios y costos del enverdecimiento urbano” en Áreas Verdes Urbanas en Latinoamérica y el Caribe, http://idbdocs.iadb.org/wsdocs/getdocument.aspx?docnum=884098 fecha de actualización: 27- febrero-2012.

Algunos calculan que revertir los efectos dañinos causados al planeta, llevaría un periodo de 500 años de inactividad des-tructora, es decir, tendríamos que parar casi toda actividad humana, la cual es en buena medida la causante de la conta-minación. Nuevamente, lo anterior es un dato que no necesariamente es factible ni deseable pero que ayuda a dimensionar los costos que ha sufrido el medio am-biente, gracias al confort que tenemos al usufructuar todo lo que tenemos a nues-tro alcance.

Un ejercicio que resultó interesante a los alumnos fue el que resolvieron por la Red llamado La huella ecológica.3 Dicha pá-gina hace un recuento del impacto que tenemos los individuos y las comunida-des sobre la Tierra. Los hábitos de con-sumo, así como los residuos que vamos dejando, son medidos para dar una pers-pectiva dimensional de lo que realmente necesitamos y en este sentido, de forma aproximada, saber cuántos “planetas tie-rra” necesitaríamos en un futuro cercano con el ritmo de consumo actual.

Ante todo esto, es bien es cierto que gran parte de la responsabilidad recae en los políticos y empresarios. Sin embargo, los ciudadanos que estamos alejados posi-blemente de los círculos de poder donde se deciden las políticas públicas, no es-tamos exentos del interés y la necesidad de manifestarnos de una manera más activa. Dentro de la clase de educación física se ha propuesto el análisis de tres vertientes en cuanto al uso de la energía, el agua y del destino de los desechos utilizados en nuestra cotidianidad. Estos tres temas son el punto de arranque para relexionar sobre las medidas que podría-mos implementar de manera personal, familiar y colectiva.

Somos grandes consumidores de agua y pocas veces sabemos de dónde nos viene el agua que utilizamos en el Distri-to Federal. Ignoramos el ciclo de vida del agua y el hecho de su valor, no solo en la economía sino en la sociedad y el impacto que tiene como tema político. Por un lado sabemos de las intenciones de los gobier-nos y su colusión con algunas trasnacio-nales para hacer del agua un producto ne-gociable en detrimento de los que menos

El uso de los combustibles fósiles en el presente es un legado no muy lejano de la sociedad postindustrial y que hemos heredado a un ritmo vertiginoso. Hoy todas las actividades que realizamos, pasan por el uso de la energía basada en el carbono. Como ciudadanos poco podemos incidir en el uso de otras fuen-tes de energía, ya que esto parte básica-mente de políticas públicas, y la mayoría de países opta por mantener el uso de la energía basada en el carbono.

Opciones para disminuir el uso de esta energía, parte en primer lugar del cono-cimiento de que la energía utilizada cau-sa estragos en la atmósfera y en la tierra mediante el calentamiento que se pro-duce a través de gases de efecto inver-nadero. Nuevamente el hogar es el inicio de la utilización inteligente de la energía. Sabemos que apagar y monitorear el consumo de los aparatos eléctricos que utilizamos es una buena estrategia para ahorrar y no contaminar.7 De igual forma, retomar muchas de las actividades que realizamos en transporte, lo cual pro-duce comodidad y ahorro de tiempo, podrían hacerse pensando en los bene-icios que el ejercicio aporta al cuerpo cuando usamos la energía corporal para trasladarnos a muchos lugares. Hal Hig-don, nos recuerda que por cada 1600 metros caminados consumimos un total de 100 calorías aproximadamente. 8

En deinitiva, la conciencia sobre el me-dio ambiente implica a la economía y a la creatividad de cada persona. Quien lea estas líneas seguramente estará recordando las acciones que ha toma-do en su casa y en donde quiera que se encuentre. En la escuela, por lo me-nos, se podrían apagar las luces de los salones de clase cuando no se utilizan, esto llevaría a un ahorro para la escuela pero también en la emisión de bióxido de carbono.

Durante la celebración del mundial de fútbol en Corea y Japón se transmitían los partidos en diversas plazas a través de pantallas gigantes. Al término de cada partido dichas plazas terminaban igual de limpias como cuando había iniciado la transmisión. Desafortunada-mente esto no ocurre en México, donde se observa un deterioro constante de las calles, gracias al descuido de mucha

tienen, recordemos el caso paradigmático de Bolivia y la lucha que libró la sociedad civil para evitar la privatización del agua. 4

Pero también, sabemos del poco valor que se le da en la sociedad donde se le consi-dera un bien renovable e imperecedero. Algunos datos duros arrojan que una tercera parte del agua que utilizamos nos llega de otros estados del país, es decir, estamos utilizando agua ajena. Que el 35% de esa agua se desperdicia en fugas, que la ca-rencia de la misma afecta a las clases con menores ingresos económicos, a pesar de que los de mayor ingreso ocupan 800 litros por persona al día contra 67 litros por persona de menor ingreso económico. También, solo se está reciclando un 7% del agua utilizada, lo cual ya es en sí un desperdicio; y en caso de una contingencia por falta de este líquido, se tendría solo un día y medio para utilizar el agua almacenada. 5

Educar para construir una conciencia favorable en el cuidado del vital líquido implica hablar desde la casa y la escuela de ello. Pero igual que los dos temas restantes, se ig-nora o no se toma en cuenta la gravedad del asunto. Buen trabajo realiza la Universidad Nacional Autónoma de México en algunas de las diversas escuelas y facultades para reutilizar el agua en el riego de sus áreas verdes. Algunos jóvenes dentro de la clase han descrito las estrategias que toman ellos y sus padres para economizar y reutilizar el agua. Esto es un buen indicador de la concientización social, pero cada vez más deberá de promoverse el interés y la creatividad de la gente para optimizar el agua.6

gente que no concibe a la calle como un espacio propio que afecta el bienestar visual y emocional. El cúmulo de plásti-cos y cartones, resultado del consumo de alimentos, por momentos abarrota los lugares donde caminamos. Quién no se ha visto manchado al pisar un vaso aún lleno de refresco, resbalado con un plástico o pegado una goma de mascar en nuestra preparatoria.

Los contenedores de productos PET, los recipientes verdes y grises, y todos los espacios comunes dentro de la prepa-ratoria deberían ser lugar obligatorio de su cuidado y de su buen uso. Existen re-glas claras cuando alguien es sorpren-dido alcoholizado o con drogas. Por qué no proponer medidas más efectivas dentro de la escuela para evitar el cons-tante deterioro de muchos de los espa-cios comunes.

Muchos alumnos han mostrado su preocupación y las soluciones para amor-tiguar este mal. El reciclaje, la separación y el depósito de los desechos del hogar es un excelente inicio para abonar en una cultura de la sensibilidad social hacia el medio ambiente. Queda seguir insistien-do en la apropiación de las calles como un espacio común, responsabilidad de todos, y donde niños y jóvenes puedan exigir al transeúnte que no abandone sus desechos o las heces de sus mascotas.

Sin lugar a dudas, es un tema demasia-do extenso para tratarse en unas cuan-tas cuartillas y aun dentro de la clase de educación física, sin embargo, quisiera recordar y parafrasear lo dicho por el profesor emérito de la UNAM, Miguel León Portilla: la Universidad no solo es transmisora de conocimientos sino que cada individuo dentro de la misma, cum-ple con generar su propio conocimiento.

En este sentido, el tema del medio am-biente no se agotará jamás como dis-curso o como dilema social, por lo que estas líneas pretenden causar prurito en algo que debería interesarnos a todas y todos. 9

GaCETa DE COaPa

3 La huella ecológica: ¿Cuánto necesitas para vivir y cuánto usas?. 4 Castro Soto, Privatización del agua.5 “El DF, una ciudad sin agua”. 6 Calvillo, La casa ecológica.

7 Costa, La casa ecológica. Ideas prácticas para un hogar ecológico y saludable. 8 Higdon, Correr con inteligencia. 9 Broswimmer, Ecocidio. Breve historia de la extinción en masa de las especies.

QuÍmICO–BIOLÓGICas

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La ciudad dE Los rascaciELosarq. cynthia ishell hernández contreras colegio de Dibujo y modelado [email protected]

cartel de la Exposición colectiva“la ciudad de los rascacielos. Exposición colectiva “la ciudad de los rascacielos. jardines de la Preparatoria #5.

interpretación en maqueta de “las torres Petronas”, maquetas de módulos.

interpretación en maqueta de “torre Dinámica” y “torre Spiral”.

interpretación en maqueta de“times Square”. interpretación en maqueta de “torre Spiral” y “Burj Dubai”

Sucesión de planos con módulos para crear paraboloides hiperbólicos.

Sucesión de planos con módulos para crear paraboloides hiperbólicos. Basados en Escher.

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DE ITURBIDE: AGUSTÍN

EL coNsErVadurisMo sEducTor

En el año de 2010, México conmemoró, junto con otras repúblicas latinoamericanas, dos centurias del inicio de su lucha por la independencia. En el caso de Mé-xico, un lugar común, repetido durante décadas, fue

la airmación de que, entre 1810 y 1821, la nación mexicana libró una cruenta guerra de liberación contra el poder español. A lo largo del siglo XIX y del XX, la etapa de la emancipación fue campo para la confrontación ideológica entre facciones que sustentaban distintos proyectos de país y de gobierno. Así, por un lado, estaban “los patriotas” quienes reivindicaban a las iguras de Miguel Hidalgo, José María Morelos y Vicente Guerrero como los libertadores. Desde esta perspectiva, el 16 de septiembre de 1810 era la fecha a conmemorar. Del otro lado, estaban “los reaccionarios” quienes defendían la tesis (planteada por el ideólogo conservador Lucas Alamán) de que el libertador de México era Agustín de Iturbide y que, por tanto, la fecha relevante era el 27 de septiembre de 1821. Como resultado de las luchas políticas, ideológicas y militares del siglo XIX, se impuso la primera tesis, con lo cual, la igura de Iturbide quedó marginada de la historia. Tan fue así, que su nombre igura, confundido entre los de otros personajes, en la columna de la Independencia, en la Ciudad de México. Ade-más, sus restos no se encuentran en este monumento, sino en la capilla de San Felipe de Jesús, en la catedral metropolitana. De esta manera, se trata de enfatizar el hecho de que Iturbide no debe estar con los insurgentes sino con su aliado históri-co, el que le ayudó a llevar a buen término el movimiento de Iguala en 1821: el alto clero (Zárate Toscano, 1991). En virtud

de las consideraciones anteriores, vale la pena detenernos en la igura del militar michoacano (proscrito para la llamada “historia oicial”), en la trascendencia de su movimiento y en la relevancia que éste tuvo para el país al momento de su triunfo y durante los años que siguieron.

Por principio, cabe aclarar que, las investigaciones realizadas en los últimos años (Anna, 1991, Ortiz Escamilla, 2001) de-muestran que, la guerra de independencia mexicana fue, más una guerra civil, es decir, un enfrentamiento entre mexicanos que una lucha contra el poder español y que fue en este con-texto (Anna, 1991) en el que se coniguró el liderazgo de Itur-bide quien, durante la guerra, se hizo acreedor a la estima de sus superiores por la dureza, rayana en la crueldad, con que combatió a los insurgentes. Como muestra de lo anterior, bas-te mencionar que él fue el artíice de la más sonada derrota de Morelos a las puertas de la ciudad natal de ambos: Valladolid (hoy Morelia) en la navidad de 1813, lo cual marcó el comienzo del declive de don José María y que culminaría con su captu-ra, enjuiciamiento y ejecución, dos años después.

Hacia 1820, Iturbide puso en marcha un audaz plan que lle-varía a su culminación al año siguiente con el triunfo del mo-vimiento de Iguala. Mediante un conjunto de hábiles nego-ciaciones, el caudillo logró concitar voluntades en torno a un proyecto común: la independencia formal de la Nueva Espa-ña. Sin embargo, es preciso detenernos aquí para hacer dos relexiones breves:

1.- En primer lugar, el movimiento de Iguala no era indepen-dentista sino autonómico, es decir, no se proponía romper de manera frontal con la Corona española sino que planteaba el mantenimiento de vínculos políticos. Lo anterior queda claro si se confronta el acta de independencia expedida por el Con-greso de Chilpancingo el seis de noviembre de 1813, con el acta de independencia signada tras la entrada del Ejército Tri-garante en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821. El primer documento maniiestaba la ruptura total de vínculos con la metrópoli en tanto que, el segundo, resumía los plan-teamientos del Plan de Iguala y de los Tratados de Córdoba en los cuales se evidenciaba la intención de no romper rela-ciones con la Corona. Se trataba, en suma, de un proyecto de corte conservador que proponía, no el régimen republicano, sino la monarquía constitucional moderada como la más ade-cuada forma de gobierno para el país recién emancipado.

En virtud de lo anterior, cabe preguntarnos si, el hecho de que fuese un movimiento de este tipo el que ganó la guerra, no era un primer indicio de algo que sigue siendo actual: se trata de un país que no está construido para proyectos extremos, de la orientación que sea y sí para proyectos moderados pero tendientes al conservadurismo. No sería la última vez que este fenómeno tuviese lugar: medio siglo después, tras la victoria sobre la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, el pre-sidente Benito Juárez llegó a la conclusión de que México no era un país construido para ser gobernado de manera radical sino moderada con tendencia a lo conservador pero no a lo

llamado “retrógrado”. A ines del siglo XIX, el presidente Por-irio Díaz lograría una amalgama de elementos progresistas y conservadores, una síntesis nacional, que le daría al país años de estabilidad y prosperidad (O´Gorman, 1977) .

2.- La segunda relexión se reiere al liderazgo de Iturbide. Si analizamos este fenómeno a la luz de la tipología de la dominación construida por el gran sociólogo alemán Max Weber, resulta obvio que el liderazgo ejercido por Agustín de Iturbide entre 1821 y 1823, se inserta en la llamada “do-minación carismática”, es decir, el dominio ejercido por el líder, el caudillo. Sin embargo, el ejercicio del poder caris-mático por parte de nuestro personaje ofrece otros ángulos que valer la pena analizar.

En su controvertido libro La presidencia imperial. Auge y caí-da del sistema político mexicano. 1940-1996, Enrique Krauze (1997), hizo una comparación entre las iguras de dos ex pre-sidentes de México, uno perteneciente al siglo XIX y el otro con un tránsito vital ubicado en el siglo XX: Antonio López de Santa Anna y José López Portillo. Ambos eran criollos, caris-máticos, grandilocuentes y, sobre todo, seductores. “Los se-ductores de la patria” (Krauze, 1997). De aquí se desprende una pregunta inquietante: ¿es el mexicano un pueblo construi-do en términos históricos, antropológicos y sociológicos, para ser dominado por iguras criollas con un alto poder de seduc-ción? Ejemplos en la historia mexicana parece haber: Manuel González, Francisco I. Madero y Álvaro Obregón, entre otros .

juAn MAcÍAS guzMÁn

GaCETa DE COaPaCIENCIas sOCIaLEs

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En virtud de las consideraciones prece-dentes, podría decirse, a modo de hipó-tesis que Agustín de Iturbide habría sido el primer gran “seductor de la patria” ; el líder que desplegó sus habilidades po-líticas y diplomáticas para llevar a buen término la encomienda que se había propuesto: autonomizar sin violencia a la Nueva España de la metrópoli, a la ma-nera de Il Gatopardo: cambiar para que todo siguiera igual, es decir, dotar a la colonia de un gobierno y una administra-ción propios y en manos de los criollos, pero sin alterar un ápice la estructura so-cioeconómica del país lo cual era, a in de cuentas, la materialización del viejo proyecto criollo de 1808: hacerse pací-icamente con el gobierno de la Nueva España pero sin cambiar su estructura y sin romper ligas con el Imperio espa-ñol. A lo anterior tendió, quizá la icción del Imperio Mexicano: bajo la guía de las Tres Garantías (religión, unión e inde-pendencia) el Imperio sería presentado como una defensa contra la anarquía, la atomización territorial y la incertidumbre (Anna, 1991), es decir, como una mane-ra de suavizar la brutal realidad de que, en términos formales, México ya no for-maba parte del Imperio español.

De la misma manera que Madero, Itur-bide fue líder exitoso de un movimien-

BiBlioGraFÍa: 1.- Anna, Timothy, El Imperio de Iturbide, CNCA-Alianza, México, 1991, pp. 13-136. (Los Noventa).

2.- Krauze. Enrique, La presidencia imperial. Auge y caída del sistema político mexicano (1940-1996), Tusquets, México, 1997, pp. 388-389. (Andanzas).

3.- O´Gorman, Edmundo, México, el trauma de su historia, UNAM, México, 1977.

4.- Ortiz Escamilla, Juan, La Guerra de Independencia en: Vázquez, Joseina, et. al., Gran Histo-ria de México. Ilustrada. T. 3 El nacimiento de México, 1750-1856, CONACULTA/INAH/Planeta, México, 2001, pp. 81-100.

5.- Zárate Toscano, Verónica, Agustín de Iturbide: entre la memoria y el olvido en: Secuencia, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, trimestral, pp. 5-25. s/f.

to pero fue incapaz como gobernante. El consenso logrado con el movimiento de Iguala no pudo mantenerse para dotar de estabilidad al frágil imperio de Agustín I proclamado en 1822. Su caída, ocurrida menos de un año después, fue el aviso de las diicultades que durante los años por venir, el país habría de pasar para construir un orden duradero y sólido. Tendría que transcurrir medio siglo para que un grupo de hombres encabezados por un resuelto abogado y político de origen indígena, pusiera los cimientos del moderno Estado mexicano.

En cuanto a Iturbide, sólo le quedó un último acto de seducción, esta vez postmor-tem: en 1838, catorce años después de su trágica muerte, hizo su segunda entrada en la Ciudad de México: su féretro, cubierto con la bandera nacional –creación suya y a través de la que, de alguna manera sigue vivo– y con su uniforme y su espada sobre la tapa, fue llevado en medio de una multitud por las calles de la capital, hasta su última morada, en la catedral. Ahí reposa, en la capilla dedicada a un mártir de la evangelización, criollo también, en espera del historiador que lo rescate como ele-mento sustancial en el imaginario de un pueblo y un país susceptibles a las iguras carismáticas y, por ende, seductoras.

No sE caEN Las NuBEs?

¿Por QuÉjuan loera Albarrán

Si la lluvia se forma en las nubes, ¿por qué no se cae toda la nube a un tiempo?

Así no tendría que llover toda la tarde e impedir que Clau salga con sus amigas

a jugar al parque. La física de la atmósfera es muy compleja para una niña pe-

queña; aun así, el padre se esmera para explicarle a su hija de manera sencilla lo

que pasa en las nubes.

CIENCIas sOCIaLEs

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¿—¡Qué fastidio!—¿Por qué, Clau?—Porque mis amigas y yo quedamos en ir a jugar al parque esta tarde y la lluvia no se quita.—Bueno, no es tan grave, todavía pue-den cambiar de planes y reunirse para ver una película en casa de alguna de ustedes, si quieres invítalas y diles que tú pones las palomitas.—Pero yo quería andar en bici.—Pero no se puede, por lo menos esta tarde.—Oye papi... la lluvia se forma en las nu-bes ¿verdad?—Sí, así es. —Y ¿por qué no se cae toda la nube al mismo tiempo y ya? Así no tendría que llover toda la tarde.—Bueno la respuesta no es corta pero podríamos decir que la lluvia sólo se for-ma en una parte de la nube y el resto de la nube sigue como tal.—¿Por qué?—Otra vez de preguntona ¿verdad?—Sí, pero tú lo sabes todo. ¿Sí me lo vas a decir, verdad?—Ya sabes que sí.—Entonces dime, ¿por qué no se caen las nubes?—Comencemos desde el principio. La fuente de energía para todos los proce-sos atmosféricos que hay es el Sol, éste con su luz y su calor pone en marcha la gigantesca maquinaria de la atmósfera: viento, lluvia, nubes, calor, frío, etcétera; todo esto tiene como fuente de energía al Sol.El Sol con su calor hace que el agua del mar, ríos y lagos se evapore y el aire se caliente, suben juntos y al hacerlo se van enfriando, entonces el vapor de agua se condensa, es decir se convier-te otra vez en agua, pero en forma de gotitas de alrededor de una millonésima de metro de diámetro, estas gotitas for-man las nubes.

—¿Y esas gotas no se caen? —Realmente deberían caer porque las atrae la fuerza de gravedad de la Tierra como a todos nosotros.—¿Entonces por qué no lo hacen?—Resulta que el aire está formado por moléculas de gases, estas moléculas son muy pequeñas, apenas un poco más grandes que los átomos y nunca están quietos, sino que se están movien-do muy rápidamente en todas direccio-nes y chocando unos con otros todo el tiempo y como la gota de agua es muy pequeña, su peso es también muy pe-queño y le gana la fuerza de los golpes de las moléculas de aire, evitando que se caiga la gota al suelo. La gota o me-jor dicho las gotas se mueven lentamen-te sin rumbo ijo. —Entonces, ¿por qué llueve? Si las go-tas no pueden caer y son muy peque-ñas, no puede haber un aguacero.—Exacto, la lluvia se debe a que den-tro de las nubes hay algo de vapor de agua junto con las gotas de agua, si la temperatura baja este vapor también se condensa y las gotas de agua crecen al entrar en contacto con ese vapor con-densado hasta que la gota alcanza el ta-maño suiciente para que los golpes de las moléculas de aire no sea suiciente para sostenerlas y las gotas comienzan a caer y al hacerlo van chocando con otras gotas y por lo tanto crecen por lo que inalmente decimos que está llo-viendo.

—¿Entonces se necesita frío para que llueva?—Sí, un poco.—¿Por qué entonces en Tabasco que hace tanto calor llueve tanto?—Es que el frío se necesita arriba, no en el suelo y es que conforme vamos ascendiendo por el aire la temperatura va disminuyendo, es en la zona entre los tres mil y diez mil metros de altura que se dan las temperaturas bajas necesa-rias que pueden ser de 75 grados centí-grados bajo cero, por encima de los 10 km de altura.—¡Entonces el agua se convierte en hielo!—Sí, en la parte superior de las nubes... bueno, hay que hacer una aclaración, no cualquier nube sirve para que llueva.Nos interesan dos tipos de nubes: estra-tos y cúmulos. Hay otros tipos y subti-pos y mezclas de estos, pero sólo nos interesan estas dos clases debido a que son nubes muy grandes ya que las nu-bes pequeñas no sirven para generar lluvia. Ambos tipos de nubes son muy grandes y sobre todo altas. Los cúmulos en particular pueden alcanzar alturas de 15 000 metros; dentro de estas nubes hay fuertes corrientes que ascienden y descienden; estas nubes se forman, como todas, por las corrientes de aire cargadas de humedad; a cierta altura la humedad se condensa; ese es el límite inferior de la nube, el aire sigue ascen-diendo y enfriándose cada vez más, y la humedad se sigue condensando hasta

que el aire está totalmente seco y frío; entonces ese aire sale de la nube y baja; al ir bajando se va calentando otra vez, de modo que en la parte baja de la nube la temperatura es alta y en la parte alta es baja, lo suiciente para que esté compuesta de hielo. De hecho si uno va en un avión que sobrevuela un cúmulo se pueden ver las estructuras que forman las corrien-tes de aire dentro de la nube como pequeños montículos, casi como cuadros de un tablero de ajedrez.—¡Guau!¿Todo eso pasa?—Así es.—Pero todavía no me dices por qué en Tabasco llueve tanto.—Para allá vamos, no te desesperes, además ya te expliqué por qué no se caen las nubes.—Sí, papi, pero acaba de explicarme y no le des tantas vuel-tas ¿no?—Mira, la física de la atmósfera es muy compleja y hay mu-chas cosas que aún no sabes porque eres muy pequeña por eso le doy tantas “vueltas”.—Bueno, bueno, mejor sigue explicándome... ¿verdad que sí, papito lindo?—De acuerdo, continuemos.En la supericie de la Tierra, es decir en la parte baja de la at-mósfera el clima y el estado del tiempo cambian mucho, pero a diez mil metros de altura, en la estratosfera, las condiciones son prácticamente iguales en todas partes durante todo el año.Tabasco está cerca del mar, tiene ríos, lagos, mucha vegeta-ción y hace mucho calor, entonces como hay mucha agua y hace mucho calor, el agua se evapora formando nubes, una parte de las nubes se va pero otra parte se queda y como arriba por todas partes hace frío se forman muchas nubes de

lluvia y en consecuencia llueve bastante, aunque hay otras complicaciones porque una parte de la lluvia se debe a los huracanes.—¡Ah! Oye, papi, también dime por qué las nubes que hacen llover son negras y las otras no.— No es que sean negras, lo que pasa es que cada gotita que forma la nube deja pasar sólo una parte de la luz del Sol y lo de-más lo releja hacia arriba, por lo que si tienes muchas gotitas llega un momento en el que ya no pasa nada de luz y la nube parece negra. Podemos hacer un experimento con el plástico de la mesa, fíjate que es transparente y puedes ver a través de él, pero si lo do-blas sobre sí mismo, llega el momento en que no pasa nada de luz y no puedes ver nada, es algo similar a lo que pasa en las nubes.—Mmm. Papi, ya dejó de llover, ¿me dejas ir al parque con mis amigas?—¿Y si te enfermas? Además ¿crees que dejen salir a tus ami-gas? Mira cómo está el cielo. Puede volver a llover en cual-quier momento.—No seas malo, papi.—No soy malo, entiende que te puedes enfermar, además tu madre tampoco quiere que salgas con este tiempo. —Es que no quiero ver una película en la tele.—Pues entonces...Ring, ring.—¡Yo contesto, yo contesto! ¡Bueno! ¡Bueno! ¿Alejandra? Dime mmm, ajá ... bueno, deja le digo a mis papás y luego te hablo.—¿Qué sucede?—Ale dice que sus papás nos llevan al cine. ¿Me dejas ir?—Sí, pero también avísale a mamá y te abrigas.—¡Yupii!

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EL rockdE La iNgENiEríaLa PERsPECTIva DE CuRsaR áREa uNO NO ERa NaDa HaLaGüEña, PERO CuaNDO mENOs, TENÍa CLaRO QuE GRaCIas a mIs HaBILIDaDEs aDQuIRI-Das EN EL TRaBajO PODÍa DEsTaCaR EN EL EjERCICIO DE La INGENIERÍa, sI Es QuE aLGúN DÍa LLEGaBa a CONCLuIR La CaRRERa.

Hoy tuve la fortuna de compartir mi orden de tacos al pastor y mi Lulú de grosella con X. Me encontré con ella entre las columnas del ediicio de la Torre de Hu-manidades, y gracias a mi insistencia (o tal vez a su

hambre) aceptó mi invitación al festín de la ingesta de calorías . En cada encuentro con X, mi intelecto se ocupa de encontrar el momento adecuado para formular la pregunta que me atre-vo a pensar, ella espera para rechazarme astutamente de la manera más gentil. Mientras deglutíamos nuestros alimentos, me lanzó una pregunta que me desconcertó y echó por tierra mi amoroso avance.

¿Cuáles son las propiedades de la materia?, dijo mientras sos-tenía su taco con su mano derecha levantando el dedo meñi-que con cierta coquetería.

Por un momento me sentí como si estuviera siendo interroga-do por algún miembro de la comisión dictaminadora de Física. Un instante después (Δt), atiné a responder que las propie-dades de la materia son varias, pero que desde el punto de vista de la termodinámica, las propiedades de la materia se clasiican en intensivas y extensivas. Aclaré que las propieda-des intensivas son aquellas que no dependen de la cantidad de masa y las extensivas sí. Así, por ejemplo, el color es una propiedad intensiva, mientras que la energía es una propiedad extensiva .

Los ojos de X permanecían ijos en mí después de esa expli-cación, y sólo me concreté a pedir un poco de su compren-sión, pues se había revelado mi personalidad de ingeniero.

Ante este comentario, me pidió le contara por qué me decidí a estudiar ingeniería. Estaba hecho, una vez más había sido lo suicientemente astuta para escapar a la propuesta amorosa. Inicié el siguiente relato:

Cuando tenía yo 4 años, recuerdo mucho que mi madre tenía la costumbre de escuchar sus discos de música para realizar sus quehaceres domésticos. Tal vez de ahí nació mi gusto por la música. A mis 8 años, mi papá adquirió un reproductor de cintas y el casete del disco de Abraxas de Carlos Santana. Cuando lo escuché quedé impactado por la cantidad de soni-dos y ritmos que se podían apreciar. Me deleitaba escuchán-dolo a media luz en mi casa e imaginando que algún día iba a poder ser yo el que ejecutara el bajo eléctrico o las percusio-nes en una canción de tanta sensualidad como lo es Incident at Neshabur.

En la secundaria, me encontré con el rock y todas sus ver-tientes. Me hice adicto a él tanto como mis compañeros lo hacían al tabaco. Empecé a tratar de hacerme del mayor número de cintas con tan precioso contenido. El The Wall de Pink Floyd fue de mis primeros discos y pienso yo que es la razón por la cual me aicioné tanto al grupo. A éste le siguió el Dark Side of the Moon, también de Pink Floyd, el Led Zeppelin II y el Cheap Thrills de Big Brother and the Holding Company. Creo que debido a la calidad de estas obras (música, arte, producción e ingeniería), fue difícil que aceptara las producciones del rock nacional o de rock en tu idioma, en pleno apogeo en esa época, aunque más tarde pude reencontrarme con ellos.

Claro, dijo X, ahora entiendo por qué estás atrapado en los setentas, y echó a reír. Como ya habíamos terminado de co-mer, pagamos la cuenta y comenzamos a caminar de regreso al campus universitario. Aproveché para continuar mi historia.

Al ingresar al bachillerato, pude tener contacto con los fósi-les del plantel. En esa época no era raro encontrar compa-ñeros que ya habían cumplido su mayoría de edad desde hacía bastantes años. Muchos de ellos eran activistas y tenían entre sus preferencias musicales la trova y el rock. Eso los convertía en magníficos proveedores de mi inci-piente fonoteca del rock. Por aquél entonces la Cineteca Nacional exhibió la película de Woodstock: 3 days of pea-ce & music. Esperé pacientemente formado entre jipitecas, punketos y rockeros la última función, a las 8:30 de la no-che, para deleitarme con las ejecuciones de Santana, The Who, Ten Years After, Canned Heat y Jimi Hendrix, entre otros, envuelto entre extraños humos que consideré eran producto de la combustión de las decenas de cigarro que se encendían uno tras otro. Tuve que regresar a pie a mi casa, pues los 3 días de música están condensados en tres horas y al salir, ya no alcancé transporte público. Valió la pena esa caminata sobre el eje 8 sur hasta llegar a División del Norte, pues además de ser escoltado por un grupo de punketos que inspiraban cierto temor, aún seguían clava-das en mi mente las imágenes de los arreglos de bocinas, estructuras y demás que habían logrado llevar al público asistente al borde del éxtasis. Mi cultura rockanrolera había aumentado considerablemente con esa experiencia.

Otro afortunado suceso: al encender mi grabadora una no-che para escuchar un buen rockcito antes de dormir, la radiodifusora asignada a la frecuencia portadora de 100.9 MHz, había iniciado a transmitir música no comercial: rock que no programaban en otras radiodifusoras. Así fue mi en-cuentro con Rock 101 y el disco de la una de la mañana. El primer material que escuché fue el Animals de Pink Floyd, y días después pude deleitarme con el Live de Bob Marley. Imagínate, podía escuchar el disco completito, sin cortes comerciales y con la posibilidad de ¡grabarlo!

Religiosamente, entre semana, la radio debía encender-se a las 9 AM para escuchar Sonorock 9 (que alguna vez también recibió el nombre de Sonorock 8) en donde po-día escuchar, como si se tratara de cátedras dictadas por grandes premios nobel, la historia de los grupos monstruo del rock. Así pude conocer a detalle la historia de The Who, The Doors, The Rolling Stones, Pink Floyd, Bob Dylan, Eric Clapton, Traffic, Yes, Genesis… etcétera. A la hora de co-mer podía escuchar Chocolo Twist, que programaba las novedades del rock no comercial y al caer la noche, Espiral 101, un programa dedicado al rock progresivo. Los sába-dos eran de reggae y Salsabadeando, y los domingos de los grandes clásicos: American Pie de Don Mclean, Moon-dance de Van Morrison, Heroin de The Velvet Underground & Nico, Eve de Jim Capaldi, San Francisco de Scott Mc-

Kenzie, Voodo Child de Jimi Hendrix Experience, Sea of Joy de Blind Faith… Stairway to Heaven de Led Zeppelin… todavía recuerdo algunas de las célebres frases emplea-das para la presentación de las canciones: “el viejo, con la hierba seca cargada al hombro, anunciando la llegada ácida y energética de un nuevo rock and roll que hace per-fecta definición en…”, “una historia de los sesentas conta-da en los setentas que viene de ti y de mí con un abrigo prestado de James Dean…”

Ante mi afición por el rock, había tomado la decisión de qué hacer con mi vida. Las opciones: gerente de una tien-da de discos, gerente de un café cantante, locutor de radio o músico para morir a los 27 años a causa de una sobredo-sis (preferentemente de rock).

¿y ESo Qué tiEnE QuE VEr con tu DEciSiónDE EStuDiar inGEniErÍa?

A eso voy. Mi trayectoria académica había estado marcada por mi gran capacidad de memoria (la cual ahora ya no poseo) y la rapidez con la cual podía hacer mis cálculos aritméticos (sin emplear calculadora). En alguna ocasión mi maestro de Biología de la secundaria vaticinó que yo iba a ser un excelente médico (lo cual hubiera llenado de orgullo a mi madre). Mi maestra de Literatura profetizaba que iba a ser un vago si seguía con esas malas compañías, aunque no descartaba la idea de que podía dedicarme a algo que tuviera que ver con números. Ella era abogada.

El ingreso a la preparatoria estuvo acompañado con el ini-cio de mi vida laboral. Empecé a trabajar en la pequeña empresa familiar. Se fabricaban herrajes para muebles, ja-laderas, picaportes y luminarias. También contábamos con máquinas de inyección de plástico y una pequeña planta de galvanoplastía y cromado. Las disposiciones ambienta-les hicieron que la planta de cromado cerrara y las crisis económicas, que la fábrica quebrara. Sin embargo, adqui-rí la experiencia necesaria en el manejo de herramientas, conocí de algunos procesos y tuve oportunidad de hacer pequeños modelos. Me hice especialista en el proceso de soldadura con micro alambre, y en general a casi todos los procesos de soldadura. Aprendí los rudimentos de las instalaciones eléctricas y el maquinado. Incluso, tuve la oportunidad de contratar a dos de mis compañeros como ayudantes, y con ello experimentar la responsabilidad de tener gente a mi cargo.

Con estos antecedentes, se llegó el tiempo de elegir área. Mi pasión me guiaba hacia la música o el arte, mi expe-riencia hacia la administración o la ingeniería. ¿Cuál era la decisión correcta? No fue difícil llegar a ella. Manfredo, mi entrañable amigo y compañero al cual llamábamos “la oveja negra” (nombrado así por la maestra de Historia de México por sus constantes interrupciones en su clase), me orientó a tomar mi decisión.

Por: DaniEl martÍnEz GutiérrEz

GaCETa DE COaPafÍsICO–maTEmáTICas

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Yo no sabía tocar ningún instrumento musical, y a mi edad (16 años), era de-masiado tarde para empezar a hacer-lo. Había tenido algún par de tímidos intentos por escribir letras sesudas y profundas de sendas canciones para ser musicalizadas por mi imaginaria banda de rock, Réquiem, las cuales rayaban más en lo grotesco y absur-do que en lo poético (inspirado por la lectura de la biografía del Rey Lagar-to). Estaba claro que no podía ser el Peter Sinield de Réquiem (Alineación original: Roberto Espitia bajo, Manfre-do Hernández guitarra y yo en la voz, letras e iluminación). Dibujo de imita-ción lo había aprobado con muchas di-icultades, y gracias a la generosidad del “gordo chaparro de lentes” (mi pro-fesor, que hasta la fecha no recuerdo

su nombre) al evaluar mi trabajo. Dei-nitivamente el área cinco no era opción (Recuérdese que en aquella época, había cinco áreas en el bachillerato).

risas. ¿Entonces ya hasta un grupo habías formado? más risas ahoga-das. continué con mi disertación.

Administración… No, no tenía el peril para ello. Siempre se me han diicul-tado las relaciones interpersonales y he considerado que la contaduría o la administración son áreas que se basan más en el conocimiento empí-rico que en el cientíico. Aún hoy no puedo ijar el precio de un artículo, no soy capaz de entender cómo rea-lizar un asiento en el libro mayor ni entiendo el lujo de caja. La ecuación

activo+pasivo=capital está más allá de mi entendimiento y sigo sin compren-der cómo se deprecia un bien: ¿en lí-nea recta o de forma exponencial? Si parto de la premisa de que esto es lo fácil, sólo los conceptos básicos, lle-gar a entender las teorías y conceptos más complejos lo veo simplemente im-posible.

X empezó a caminar más lentamente ante la cercanía de la torre para con-tinuar escuchando mi relato. El viento volaba su cabello y la obligaba cons-tantemente a retirarlo de su boca.

Tal parecía que la única opción era la terrible área uno: Físico - Mate-máticas. Las matemáticas eran di-fíciles, y más si cursabas con Luis

López. Con Calderón (aclaro, no el actual Presidente del país) era cues-tión de hacer los ejercicios de clase para reunir los puntos necesarios y exentar. La física se cocinaba apar-te. Mi curso de cuarto año había sido aprobado tras la elaboración de una monografía acerca del calor y que me mereció una calificación de B. El curso de sexto año la impartía Sergio Calzada, Ingeniero en Com-putación, que además de laborar en la ENP trabaja para TELMEX o Char-goy. Con ambos iba a sufrir pues no tenía como decimos hoy, “el núcleo de conocimientos mínimos” para comprender el curso. Y todavía fal-taba el coco del área: Dibujo Cons-tructivo. Había que pasar largas ho-ras de trabajo en la elaboración de las láminas y sufrir los “comentarios jocosos” del profesor al presentar la lámina entintada con manchones en el inútil intento de borrar el ras-tro que dejaba la tinta al chorrearse. Por fortuna, en aquel viejo plan de estudios, no se incluía la Química como materia obligatoria en el área (lo cual lamento mucho, pues aho-ra en el ejercicio profesional me he dado cuenta que me ha hecho falta).

La perspectiva de cursar área uno no era nada halagüeña, pero cuando menos, tenía claro que gracias a mis habilidades adquiridas en el trabajo podía destacar en el ejercicio de la in-geniería, si es que algún día llegaba a concluir la carrera.

Gracias a mi aición por el rock, descubrí que en todos los discos aparecía en los créditos una igura (que hoy entiendo es fundamental) que denominaban Ingenie-ro de Sonido. ¿Qué hacía un Ingeniero de Sonido? No lo sabía, pero eso era lo que quería: estar en el ámbito del rock desde el frente de batalla técnico. La UNAM no ofrece la carrera como tal, pero a consejo de Manfredo, podía estudiar Ingeniería Electrónica y después especializarme en audio. Esa fue la razón por la que decidí inscribirme en el 651 y cursar los créditos correspondientes al área uno para ingre-sar a la Facultad de Ingeniería.

Ya en la Facultad me di cuenta de que la ingeniería era mucho más de lo que yo pensaba. Cursé cuatro semestres de ciencias básicas que me propor-cionaron las herramientas necesarias para comprender las asignaturas de la ciencia de la ingeniería. Tuve que esperar nueve semestres para cursar Audio y Video, que era una asignatura de ingeniería aplicada, y ver realizado mi sueño de convertirme en Ingeniero de Sonido. Triste decepción… mi pro-fesor era experto en video y la parte de audio la revisamos supericialmente. La ventaja de haberla cursado es que en mi certiicado de estudios aparece la asignatura de Audio y Video acredi-tada con MB.

Mi contacto con la electrónica se redu-cía a haber echado a perder un par de radios portátiles que había desarmado y descompuesto. Así que en la Facultad aprendí todo lo que hasta hoy sé. Me enamoré de la electrónica analógica y me interesé por el área de control y au-tomatización. Comprendí que una parte fundamental es el proceso de medición y al cursar Instrumentación Electrónica por in encontré el área de la ingeniería en la que quería trabajar: sería instru-mentista y podía seguir persiguiendo mi sueño de ser ingeniero de sonido.

Ya habíamos llegado a la torre y está-bamos de pie frente a la entrada. Apu-ré mi relato, pues entre el viento, y el constante paso de los estudiantes e investigadores, X parecía sentirse in-cómoda. Además, volteaba a ver insis-tentemente su reloj, como quien tiene alguna reunión o pendiente de trabajo.

A tres años de haber egresado de la li-cenciatura, la Facultad ofreció la Maes-tría en Instrumentación. Participaba el Centro de Instrumentos (hoy CCADET) en su puesta en marcha y ofrecían el campo tan anhelado por mí: instrumen-tación acústica en donde se podría es-tudiar electroacústica y así por in, con-vertirme en ingeniero de sonido.

Cursar la maestría me permitió ac-ceder a las instalaciones del Labo-

ratorio de Acústica, únicas en Amé-rica Latina, emplear instrumentación y transductores del fabricante Brüel & Kjaer, usar tarjetas multicanal para grabación y la mezcladora digital de Yamaha 01V. Recuerdo las cla-ses de acústica con Felipe Orduña y Ricardo Ruiz Buollosa, en donde te-níamos que exponer los contenidos del libro de Kinsler, Fundamentos de Acústica, ante la crítica severa de los profesores y compañeros. Li-teralmente llorábamos en esas ex-posiciones. No cabe duda de que estaban convencidos y nos estaban convenciendo de que la ciencia con sangre entra. La clase de instrumen-tación la impartieron Gabriel Asca-nio, Jesús Santiago Pérez Ruiz (mi ahora tutor) y Rufino Díaz. Con ellos confirmé que mi decisión no estaba equivocada, quería especializarme en instrumentación. Finalmente el resto de las asignaturas de acústica las cursé o con Felipe o con el “inge” Santiago. Como no eran suficientes para cubrir los créditos de la maes-tría, tuve que cursar asignaturas del plan de estudios de electrónica. Así que cursé Electrónica Física con José Luis Pérez Silva y por supuesto, Instrumentación Electrónica con Luis Arturo Haro. Dado que no renuncia-ba a la posibilidad de seguir dise-ñando circuitos electrónicos, entré de oyente a Electrónica Funcional con el Dr. Valerie Vountesmarie. Sin duda, fueron este cúmulo de cono-cimientos los que hicieron que me consolidara como ingeniero, y hasta la fecha pienso que si tuviera que vol-ver a elegir área, no dudaría en estu-diar en el área físico matemática. ¿Y qué hace un Ingeniero de Sonido? –Preguntó X- Pero eso me lo cuentas la próxima vez que nos veamos, porque ya llegamos a la torre y tengo que po-nerme a trabajar. Ciao

La vi alejarse caminando al lado de la se-cretaria del investigador con el que traba-ja y empecé a caminar lentamente hacia mi Facultad, pensando que la próxima vez sí debe dar resultado mi estrategia.

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No me sorprende cerrar los ojos y ver. No creo conveniente correr a tu encuentro,

ni pensar dos veces de mi lado moverte.No me sorprende abrir los ojos y extrañar,

ni imagino tu forma sobre la mía,ni esta manera de añorarte,

en esa lejanía, durante mis mañanasen esta cobija que me abriga

que no es más que el perpetuo calor de tu mirada.

Carla Gándara V.

No me sorprende

GaCETa DE COaPaEL CaLmO

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faBricaNdoESTRELLAS

lAna González

as campanas parecían cantar, mientras la plaza murmuraba tanto que no lograba entender lo que trataba de decirme, así que caminé sin rumbo hasta perderme en la sombra de una ciudad enorme; las campanas retumbaban más y más fuerte, hasta que nació una especie de sol en medio de todos, por lo que la plazuela se quedó vacía, el miedo se había llevado a la gente como arena que se esparce en el océano con las olas.

Yo sentía una palidez amarilla que se iba tornando roja y encendida, como si mis mejillas fueran besadas por el sol del verano, pero no tenía miedo, únicamente observaba minuciosamente aquella esfera gigantesca, hasta que tuve el atrevimiento de palparla para estar segura de que estaba dentro de la realidad, mi mano se hundió en aquella sustancia viscosa y cálida, por lo que retrocedí unos pasos hasta que me decidí a introducir mi cuerpo en ese objeto colosal. Entonces sentí que lotaba por encima de todo, dentro de aquella burbuja incandescente, pero se rompió la esfera cuando intenté moverme. Sentí cómo me iba degradando en el viento; ya no era una persona, era una especie de polvo suave que se paseaba con temor en el aire; no supe cómo reaccionar ante esto, así que preferí relajarme y oír de nuevo el canto de las aves, las voces de la gente, los secretos de las ventiscas ligeras que bailaban sin verme.

Veía pasar mi vida en el viento, y la desesperación en mí crecía, porque no sabía en qué iba a parar toda esta experiencia que pudiera pensarse prodigiosa, pero que realmente era atemo-rizante. Cada vez que me acercaba al suelo, las palpitaciones del cielo me elevaban, como si estuviera jugando a estar montada en un carrusel eternamente; no tenía certeza de lo que suce-dería al segundo siguiente, pues el destino caprichoso estaba jugando conmigo de la manera más perfecta y cruel al mismo tiempo.

Al in caí sobre una hierba espesa, donde al poco rato se tendió un hombre sin verme y comen-zó a llorar de una manera tan delicada, que su piel suplicaba caricias; decidí escuchar su llanto, atender sus penas, aunque él no viera que me encontraba a su lado. Le rogué al viento que me elevara para poder secar sus lágrimas y acariciar su piel, pero el viento estaba muy ocupado para escuchar mis súplicas y yo solamente me quedé inmóvil lamentando no poder mirar sus ojos de frente. Dejó de importarme mi condición de partícula insigniicante y empecé a tratar de gestar un plan para llegar hasta él, descubrí que hasta ese momento mi vida tenía sentido, porque lo había encontrado, qué importaba mi pasado, si con mirarlo a él tenía la vida resuelta.

Él miraba al horizonte, sin saber que sus lágrimas caían sobre la hierba y yo las veía una a una con la misma amargura que él las fabricaba. Recordé que el universo es tan grande como el tiempo, y que tal vez jamás lo volvería a ver de nuevo; volví a implorar al viento que me dejara acariciar sus cabellos enmarañados, sus manos grandes o sus labios frescos. Así que fui ele-vándome lentamente hasta llegar a sus oídos donde musité un lenguaje inventado por el cora-zón y censurado por la razón, toqué sus labios desconcertados y me enredé en sus cabellos.

Se quedó en silencio, mientras acariciaba su espalda, poco a poco iba haciéndome visible para él y él se iba haciendo invisible para el mundo. El aire nos levantó, pero esta vez ya no pudo separarnos porque estábamos unidos por un beso, remontamos el cielo en un estado de éxtasis que aún perdura en nosotros, nos transformamos en materia... el mundo dice que somos estrellas.

GaCETa DE COaPaEL CaLmO

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34 35ENP Nº5 ENP Nº5

EScuEla nacional PrEParatoria PlantEl 5“joSé VaSconcEloS”

Biól. maría Dolores Valle martínezDirectora

mtro. antonio alberto carlos hernándezSecretario General

mtra. Velia carrillo GarcíaSecretaria Académica

lic. jorge alfonso lobato riveraSecretario Escolar (turno matutino)

ing. jesús romero martínezSecretario Escolar (Turno Vespertino)

lic. David alejandro rodríguez abadSecretario de Apoyo a la Comunidad

lic. jaime cortés ViteCoordinador de Difusión Cultural

lic. jocabed ruiz GuerraCoordinadora de Materias Experimentales

lic. juan josé nava hernándezCoordinador de Educación Física

c.D. zoila mirella Gallardo hernándezCoordinadora de Mediateca

c. iris oliver GutiérrezJefa de Unidad Administrativa

lic. adriana lemus manceralic. héctor hugo lecuona GutiérrezEncargados de Oicina Jurídica

lic. rafael Basilio riveraSecretario Particular de la dirección

conSEjo EDitorial

Teresita Flores Calvo de LabardiniMaribel García González

Elizabeth Raquel García OlmosJuan Macías Guzmán

Elizabeth Olguín MartínezRoberto Téllez

E. David Torres NavaDaniel Vázquez Hernández

Diana Vizcarra de los Reyes

Lic. Jaime Cortés Vite coordinador editorial

José Antonio Quintero SuásteguiDiseño gráico y editorial

Gaceta de Coapa, órgano de difusión cultural del plantel 5 “José Vasconcelos”, invita a la comunidad académica y estudiantil a colaborar en sus páginas con trabajos académicos, ensayos, poemas y cuentos.

Los colaboradores deberán tener una extensión máxima de cinco cuartillas, a doble espacio, tipografía Arial 12 puntos, acompañados con datos del autor: Nombre, teléfono, dirección electrónica; en caso de los alumnos, anotar el grupo en el que está inscrito.

Todos los trabajos deberán ser enviados a:[email protected]

La Gaceta de Coapa convoca a la comunidad académica y estudiantil a los concursos de fotografía, pintura y dibujo (trabajos originales, no reproducciones) bajo las siguientes bases:

-Podrán participar académicos y estudiantes en una o más categorías.

-Los temas serán libres.

-Para cada concurso enviarán cinco muestras.

-El jurado estará integrado por el consejo editorial de la Gaceta de Coapa y su fallo será inapelable.

Premio único: el de cada categoría ilustrará la portada de un número de la Gaceta de Coapa.

Los trabajos que no resulten ganadores, pero que, a juicio del consejo editorial, contengan calidad estética, se en-viarán acompañados con los demás datos del autor: nombre, teléfono y dirección electrónica, al correo:

[email protected]

PaRTICIPa EN La

coLaBoradorEs

coNVocaToria

GACETA DE COAPA

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36 ENP Nº5

DIRECTORIO UNAMunVErSiDaD nacional autónoma DE méxico

Dr. josé narro roblesRector

Dr. Eduardo Bárzana GarcíaSecretario General

lic. Enrique del Val BlancoSecretario Administrativo

Dr. Francisco josé trigo taveraSecretario de Desarrollo Institucional

m. en c. miguel robles BárcenaSecretario de Servicios a la Comunidad

lic. luis raúl González PérezAbogado General

Enrique Balp DíazDirector General de Comunicación Social

EScuEla nacional PrEParatoria

mtra. Silvia jurado cuéllarDirectora General

lic. rogelio cepeda cervantesSecretario General

Biól. alejandro martínez PérezSecretario Académico

lic. luis Felipe ortega montielSecretario Administrativo

Dra. carolina Sarmiento SilvaSecretaria de Planeación

ing. Daniel mendoza moralesSecretario de Asuntos Estudiantiles

lic. marco antonio labra ramírezSecretario de Difusión Cultural

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