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Guatemala, viernes 2, octubre 20092www.dca.gob.gt

     R   e

   s   u   m   e   n

PRIMER DIARIO PÚBLICO DEGUATEMALA

Directora GeneralAna María Rodas

SubdirectorAbner Guoz

EditorTomás Oliva

Redactoras

Alejandra Gutiérrez V.Nora Martínez

Editor de Fotografía Juan Carlos Torres

DiseñoElisa Álvarez

IlustraciónHugo Girón

DigitalizaciónBoris Molina

Fotografías de portadaAlejandra Gutiérrez V.- DCA

Agencias de NoticiasAFP, ACAN-EFE New York Times 

Casa EditoraTipografía Nacional18 calle 6-72, zona 1

Redacción (PBX): [email protected]

Es una publicación semanal delDiario de Centro América

www.dca.gob.gt

jaime franco l dca l

Un hombre en sillas de rUedas participa en la maratón que el pasado domingo 26 de septiembre se realizó en el

boulevard El Naranjo, con motivo del día internacional de la salud del corazón.

foto de la semana 

el congreso de la república,después de una polémica sesión, cerróel proceso de elección. entre los ele-

gidos: seis de los considerados noaptos por la cicig.

lUn día después de que Carlos Castresana,comisionado de la Comisión InternacionalContra la Impunidad en Guatemala (Cicig),llegara al Congreso para presentar un listadode ocho candidatos no idóneos, los diputadosrealizaron, en votación pública, su eleccióna magistrados de la Corte Suprema de Justi-cia (CSJ).

Los congresistas hicieron caso omiso delas denuncias de las organizaciones de lasociedad civil y de la Cicig, aduciendo que

Castresana no había presentado pruebasconcretas, ni había asistido a la entrevista delos jefes de bloque con los señalados. Las ban-cadas de la Unidad Nacional de la Esperanza(UNE), Gran Al ianza Nacional (Gana), FrenteRepublicano Guatemalteco (FRG), Unionista y Unión del Cambio Nacionalista, así comodel Bloque Guatemala, emitieron su voto demanera casi uniforme.

De los trece magistrados a elegir, fue-

ron votados seis de los señalados por laCicig: Thelma Aldana, Dimas Bonilla,Jackeline España, Mynor Franco, Elda

Nájera y Manuel Pocasangre. Además deéstos, fueron nombrados Erick Álvarez,César Barrientos, Ervin Gómez, HéctorMaldonado, Gabriel Medrano, GustavoMendizábal y Rogelio Zarceño.

Al cierre de esta edición (30-09- 09) aún nose había realizado el nombramiento oficial y se esperaban las declaraciones de la Cicig y delas organizaciones que dieron seguimiento alproceso electoral.

 justicia: 29-09-09

cuestionada elección de magistrados a la csj

cifra

de alta peligro-sidad fueronreubicados en lacárcel de máximaseguridad, Centrode Rehabilitaciónpara HombresFraijanes II.

seguridad

15 reos

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l El reciente retorno de ManuelZelaya a su país ha producido un giroen la ya larga crisis política hondureña,que sigue sin resolverse al momento deconcluir este artículo. Se ha interpre-tado como la última oportunidad deZelaya y como una decisión desespe-rada para forzar la negociación o paradificultar la práctica de las eleccionesde noviembre, estrategia central deMicheletti para diluir la crisis. Y aúncuando su regreso contó con el con-senso de la comunidad internacional,provocó un amplio apoyo popular y también cuantiosas pérdidas eco-nómicas por el cierre de fronteras,debido al toque de queda para frenar

las manifestaciones y protestas, elloha sido insuficiente para que dichogobierno acepte el diálogo. ¿Por quéMicheletti y sus aliados internos hansido tan inflexibles durante estos tresmeses?

Una primera explicación se encon-traría en su particular valoración delos hechos: se trató de una sucesiónconstitucional legítima y no de ungolpe de Estado. De allí, la interpreta-ción jurídica y política según la cual,las presuntas violaciones a prohibicio-nes constitucionales en las que Zelayaincurrió, justificar ían ampliamente sudestitución. A pesar de la vehemenciacon la que esta tesis ha sido presentada y defendida, resulta frágil. En efecto, lasuspensión de un derecho y la imposi-ción de una sanción, solo pueden apli-carse, para que se consideren legales y legítimas, por un órgano competentepara hacerlo. Y ello, luego de un pro-ceso –jurisdiccional o político– quegarantice al acusado la oportunidad

de ser oído, de aportar pruebas, de quelas mismas se evalúen y de ser vencidoen juicio. Todo ello no se cumplió enHonduras y menos aún, en las febrileshoras que antecedieron a la expulsiónde Zelaya. Se le impuso además, unapena que no existe en ese país y posi-blemente, en ningún Código Penal delmundo: el destierro por el Ejército lamadrugada de un domingo.

Lo anterior no deriva tan solo deun error de interpretación: es unamanipulación de los fundamentos

del Estado de Derecho para justificarel golpe del 28 de junio. Tales argu-mentaciones derivan a su vez, de unaconcepción utilitaria de la democra-

cia: ésta se acepta en la medida en queresulte útil. Y su utilidad deriva de laseguridad de ganar. En este sentido, sealeja de la valoración de la democra-cia como el único sistema que permiterecoger las diferencias ideológicas y políticas de los electores, para alcanzarun gobierno representativo y aceptadopor la ciudadanía, en elque todas las corrien-tes puedan expresarse,sin límites para unas nifavoritismo para otras.El golpe en Hondurasdemostró que la demo-cracia sucumbió a laintolerancia ideológica y a las propias diferencias políticas.Evidenció que los intereses y el pen-samiento conservador solo aceptan y apoyan la democracia cuando ésta lespermite ganar. Puso de manifiesto quetales grupos no están preparados paraesperar a que concluya un gobierno deoposición, si pierden. Algo parecido

al apoyo que conceden a la reelecciónpresidencial inmediata, cuando es uncandidato afín el que se reelige –comoel presidente Uribe de Colombia– o surechazo, cuando el candidato es ideo-lógicamente opuesto –como Chávezen Venezuela– (véase el art ículo de LaRevista del 4 de septiembre: Uribe y Zelaya: (¿existen las buenas y las malasreelecciones presidenciales?).

Así, lejos de interpretar lo sucedidoel 28 de junio como ruptura del ordenconstitucional, retroceso de la demo-

cracia y peligro de proliferación degolpes de Estado en el continente, losintereses y el pensamiento conserva-dor están convenidos en que actuaron

correctamente. Y es por ello que con-sideran, a la inversa, que el apoyo uná-nime de la comunidad internacional aZelaya –incluyendo el de los gobiernosde México, Colombia y Perú, que noson precisamente de izquierda– es porsimpatía ideológica con aquel y no porcuestión de principios y por ello, se

oponen a negociar. Eneste sentido, tampo-co entiende el alcaldeArzú, por ejemplo y apesar de la larga expe-riencia política que haacumulado, que hay que preservar a todoprecio la democracia,

más allá de las diferencias ideológicas y políticas, porque es el único sistemaque permite que se expresen todasestas corrientes, y aplaude la admi-nistración de Micheletti.

Cuando en 1954, el Movimiento deLiberación se convenció de que peli-graba la democracia en Guatemala por

el comunismo de la administración deÁrbenz, se alzó en armas para “defen-derla” y la “suspendió”, al igual que atoda la oposición que no coincidía condicho Movimiento. Ello originó un ver-dadero trauma histórico en la sociedadguatemalteca, décadas durante las quese eclipsaron los valores democráti-cos, así como la aprobación de cons-tituciones políticas ilegítimas, todo locual terminó alimentando 34 años deguerra fratricida. Al leer y escuchar enGuatemala los argumentos de quienes

defienden lo sucedido en Honduras,pareciera desafortunadamente que,después de tantos años, no hemosaprendido nada.

Guatemala , viernes 2, octubre 2009 3www.dca.gob.gt

Víctor Gálvez Borrell*

no deriva de un

error de inter-

pretación: es

una manipu-

lación...

l * l Víctor Gálvez Borrell es sociólogo, ha sido consultor de organismos internacion ales, investigador social y profesor en varias universidades del país.

El futuRo dE la dEmocRacia sE siguE jugando En tiERRas honduREñas

t i twww dca gob gt

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Guatemala, viernes 2, octubre 20094 entrevistawww.dca.gob.gt

Andrés ZepedA: periodista y escritor.

Hoy se estrena en las salas de cines locales Coyote, el nuevo filme documental de

los autores de Las estrellas de la línea. Esta producción hispano guatemalteca acom-

paña, durante un mes, a un grupo de migrantes en su viaje clandestino para alcanzar

el “sueño americano”. La historia se centra en Maco, un traficante de indocumentados,

que nos guía por los vericuetos de una ruta cada vez más tortuosa, en donde los peli-

gros acechan a cada paso.

Oficio de CoyoteNORA MARTíNez i dca i

l Detrás de la cinta se encuentrancuatro personas: Chema Rodríguez(dirección, guión, producción,segunda cámara), Jesús Velásquez elVuke (producción de campo, sonido y efectos), René (cámara) y AndrésZepeda (asistente de dirección, soni-do, preproducción general). En estaentrevista, Zepeda nos habla de lospormenores del rodaje y de lo que fuecomprendiendo, a medida que avan-zaba la experiencia, sobre el mundode la migración ilegal.

¿Cómo vio en un coyote las posibi-lidades de un personaje cinemato-

gráfico?Me interesó que un coyote me conta-ra como trabaja, no me creo lo que seinforma en la prensa, es decir, lo tri-llado, lo tradicional, los prejuicios…Le advertí que soy periodista y le acla-ré que si había algún inconvenienteen publicar su historia, yo lo iba aentender. Me encargué de seguirlela pista, nos vimos algunas veces y cuando reiteré que su disposiciónera abierta, vi la oportunidad. Macoes un coyote que no tiene pelos en lalengua y estaba encantado de contarsu historia.

¿Cómo fue la experiencia de seguira un coyote?Cuando empezamos a rodar la pelícu-la ya tenía como seis meses de cono-cer a Maco. No fue tan sorprendente verlo en acción: lo que me di cuentaes que era un chapucero de primera,típicamente latinoamericano. En eldocumental, no se trató de disfrazarlo

como una persona más efectiva, no esun superhéroe, es un tipo normal conuna manera poco usual de trabajar. El viaje fue muy emocionante, pero nopor la técnica propia de Maco, sinopor las condiciones de clandestinidad y por los riesgos que corríamos.

Los personajes son reales ¿Cuánconscientes son de que una cáma-ra los sigue?Están conscientes de la cámara. Esanaturalidad y soltura con la que se

expresan no es solo por la calidad de lospersonajes ni por el mérito del direc-tor, sino que porque antes de encen-der la cámara ya éramos amigos. Nosinteresábamos en sus problemas y, dealguna manera, eso creó una base de

comunicación. Al personaje no es quelo encontrés un día y al día siguiente lorodás y le hacés interrogatorios comopolicía. Esa relación se construye y permite un vínculo al t rabajar.

De la migración se sabe bastante

¿Qué querían ustedes explorar eneste documental?Sabíamos que el tema es tri llado, perotambién el fenómeno tiene muchasaristas. El tipo de cine que le gusta aChema es sumergirse en las historias

fotografí as: jaime franco l DCA l

pegadas al suelo y sacarles, no nece-sariamente la originalidad, pero sí laespontaneidad: evadir las posturastradicionales, los discursos oficiales,el political correctness, la victimiza-ción y centrarse en los personajes.Prácticamente cualquier tema funcio-

na, si lo usas no como una exploraciónprofunda sino como telón de fondo,mientras vas contando historias deseres humanos. La técnica permitesacarle el jugo a los argumentos mástrillados. Por otro lado, la migración

no solo es un tema gastado, es un a lgomuy intenso que reúne muchos sub-temas vigentes y sabíamos que ahíhabía una gran oportunidad. Sobretodo, contando ya de entrada con elpersonaje del coyote.

Podemos seguir la historia de lospersonajes durante el recorrido¿Qué pasó detrás de la cámara?La experiencia de Chema y su visiónes fundamental. Él dice que si hubié-ramos grabado el making off quizá

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Guatemala , viernes 2, octubre 2009 5g g

entrevista

hubiera sido más interesante que lapelícula. Representó mucha tensiónpara él, por la responsabilidad detenernos ahí a merced de asaltantes,de otros coyotes, de policías, de mili-tares, tratando de mantener un perfil

muy bajo para garantizar el éxito de lagrabación. Fue un asunto complicadoque se logró no solo con suerte, sinocon mucha planificación y ta mbiéncon capacidad de improvisación.

¿Qué tipo de precauciones tomaron?Nos cuidamos de que el equipo fuerapequeño para pasar desapercibi-dos. Todas las dificultades le dierondimensión al documental. En el asal-to que se ve, pudimos registrar el ope-rativo de la policía y todo lo exageradoque se volvió. Ahí te das cuenta decómo reaccionan las personas en pre-sencia de las cámara s. Un agente no ledice a un ratero que se compre toma-tes y frijoles, sino lo agarra a golpes.Lo que quiero decir es que los policíasaprovecharon la cámara para lucirse.Son cosas que nos permitieron mos-trar la hipocresía. Se planifica mucho,pero la realidad se encarga de llevarlas cosas por donde le da la gana.

Ustedes lo documentaron, y si sesabe de los peligros de la ruta ¿Porqué continúa el flujo?Porque las líneas divisorias son poro-sas. La frontera es inmensa. De hecho,la mayoría de los controles migratoriosen México están entre la frontera deGuatemala y el Istmo de Tehuantepec,que es la parte de México más angosta.Aprovechan esa angostura para plagarde vigilancia. Una vez se abre México,cuesta más hacer detecciones. Las vigilancias comienzan a acentuarse

otra vez al acercarse a la frontera conEstados Unidos. Una vez en EstadosUnidos los gringos tienen sus propiasformas de control. A pesar de eso lagente se sigue yendo.

La pregunta sería entonces: ¿Porqué migran?Nuestros países son incapaces de ofre-cerle a su gente condiciones mínimasde desarrollo para salir adelante,entonces se ven forzados a buscar

oportunidades. Por otro lado, consi-dero que tiene parte de culpa el efec-to que produce el cine gringo, todo eltiempo se ven retratos ficticios, algo-donados y romantizados de EstadosUnidos. Hollywood funciona comouna agencia de publicidad. Si no tenésque comer y ves que en la televisiónque en Estados Unidos hasta los gatoscomen rico…El sueño americanotodavía seduce muchísimo, al margendel problema concreto que es la econo-mía. El encandilamiento del sueño y la

necesidad económica superan el temor y el riesgo. Aparte está el factor de laaventura, que también seduce. Muchagente se va sin conocer bien los ries-gos. Tal vez la urgencia es tan grandeque dejan todo. Tampoco Guatemala

es un país seguro. Estas adversidadesno las asume de igual manera alguiencon recursos económicos que otro queno tiene nada. En el mismo hecho de viajar, hay que tomar en cuenta quela mayoría se va sin coyote porque no

tienen dinero.

¿Para qué sirve un coyote?El coyote es de una gran ayuda. Comodice Maco: “esta gente no podría pasarsin mí”. Y es cierto, es un guía —aun-que hay coyotes estafadores, narco-traficantes y quienes trafican sereshumanos. Hay careros, hay baratos,algunos que solo se dedican a cier-tas áreas—. Tuvimos la oportunidadde conocer a este coyote chapuce-ro, improvisador y borracho, pero“buena onda”, que finalmente hizo sutrabajo. Hay que recordar que es unaactividad clandestina. La gente que viaja con coyote tiene el dinero parapagarlo: hace dos años cobraban entreQ25,000 y Q50,000. La gente que notiene dinero se va con sus propiosrecursos y generalmente lo que usa esel tren. Allí consiguen dos cosas: viajargratis y burlar los controles migrato-rios. El ferrocarril es una de las formasmás efectivas de burlar controles, pero

como no hay policías, hay asaltantes y mareros. En el documental se ve queel mismo maquinista detiene el tren amedio recorrido y les cobra “el viaje”. A veces el frenazo del tren es demasiadosúbito y la gente se cae y de allí que semuera o resulte mutilada.

La ruta que ustedes documenta-ron tampoco es común…Lo que estoy diciendo es que no escomún viajar con coyote. Nuestrocoyote es de lo menos común porque

es un personaje en sí mismo, su téc-nica es original, él mismo la diseñó: viajando como mojado se dio cuentaque la mejor manera de pasar porMéxico es hacerse pasar por mexi-cano. Él encontró la forma de falsi-ficar papeles y de ahí entrenó a susclientes como mexicanos. Les hacía200 preguntas para que aprendierannombres de embajadores, goberna-dores, jugadores de futbol, cervezas—“cultura general”— para poderse

defender al momento que los interro-gara la policía.

¿Eso les garantiza llegar?En teoría sí, pero a la mera hora losclientes no se toman en serio el estu-dio, se ponen nerviosos. Maco es unimprovisador y descuida detallesimportantes, pero entre la buenaestrella y lo “medio bien” que hacealgunas cosas, su porcentaje de efec-tividad es alto. Parte de lo que nosllamó la atención es que él decía que

de 100 personas que había pasado,solo a tres habían regresado.

Y luego ¿Qué pasa en la fronteracon Estados Unidos?Esa es parte de las cosas que no salen en

la película. De una Casa del Migranteen Tapachula teníamos pendienteincluir unas tomas, pero eso alarga-ba el documental. Para lo de EstadosUnidos entrevisté a una voluntaria deayuda humanitaria, a unborder patrol ,que son los policías de la frontera, y ados veteranos de guerra de los que seofrecen para vigilar la f rontera —tie-nen una fama pésima, son fascistas, juegan tiro al blanco con los mojados,

aunque ellos digan que cuando vena un grupo de migrantes avisan a lapolicía—. Ellos explican y justificansu trabajo. Tratamos de incluir estoen la película, pero en el viaje se nosfue todo el tiempo.

¿Hasta dónde abordaron el tema?Nos limitamos a la aventura enMéxico. Hubiéramos podido reclu-tar a personajes de otras nacionali-dades pero eso nos hubiera metidoen problemas de logística. No nos

interesaba ser demasiado ortodoxos.Tratamos de contar el tema a travésde los personajes y de lo que sucedeen la convivencia. Esto es lo que sellama cine de lo real, que es esa fron-tera rara entre el cine de ficción, queutiliza técnicas del documental paraparecer creíble, y el cine documental,que utiliza técnicas de ficción paraacceder a públicos más amplios. Elcine de lo real consiste en no abor-dar el tema de manera ortodoxa, sino

contarlo como si fuera una novela:acción hacia adelante, no hacia atrás.El público se interesa por otros moti- vos más allá del tema. La historia noes interesante solo por el tema, sinopor cómo se cuenta.

Luego de revelar en el documentalsu identidad, su oficio, sus méto-dos ¿pudo ese coyote seguir tra-bajado?Él decidió no llevar a más gente, aun-que son ofrecimientos débiles. Pero no

se trata de la promesa de no volverlo ahacer por haberse puesto en evidencia,sino que, cada vez más, representa unaestafa asegurarle a un cliente llevarlo aEstados Unidos, si allá van a encontrartantos problemas para permanecer.

¿Considera el “coyotismo” unnegocio?Absolutamente y como todos losnegocios ilegales, fomenta el merca-do negro. El “coyotismo” es un mer-cado negro. Eso no se explica mucho

en la película, pero cualquier coyote,al llegar a la frontera gringa tiene, nopor ley obviamente, que descansarsu operación en un coyote local que,generalmente, está vinculado con la“migra” americana y con los Zetas.Es gente pesada, por eso no podésdarte el lujo de saltarte las trancas.Ese es negocio “de ellos” y hay querendirles tributo, pagar por el dere-cho de paso. Entonces hay coyotes enquienes se descansa para asegurarel éxito de la operación. El coyotelo que hace es: tiene sus contactos,los paga, los arregla y los pasa. Peroningún coyote de acá lo hace sin elaval de los Zetas, el brazo armado delos narcos. Ya en Estados Unidos, elmargen de corrupción e ilegalidadse reduce.

¿Qué rutas exploraron para la fil-mación?Buscamos la posibil idad de Petén y lade La Mesilla, pero decidimos seguir

la ruta de nuestro coyote. Según elcoyote íbamos a entrar por el desiertode Sonora, pero terminamos entran-do por Piedras Negras. Estando allí,él llamó a su contacto pero ya no tra-bajaba y por eso buscó a un coyotelocal que, en la película, sale con lacara cubierta. Es quien los lleva porotro lado y lamentablemente éste losentregó. No sabemos la causa.

¿Es frecuente la traición?Sí, choca que quien le mete zancadilla

al migrante es por lo general un exmigrante u otro latino. Los mismospolicías de la migra gringa son lati-nos, es casi como una constante quesean latinos. Uno tiende a echarles laculpa a los gringos, pero los mareros y los asa ltantes son centroamerica-nos. Los policías en Estados Unidosson gringos pero son de primera osegunda generación de hispanos enEstados Unidos. Algunos no tienen laresidencia, pero parece que es inten-

cional, porque ellos están deseosos demerecerse el permiso y eso los vuelvetraidores.

¿En realidad la gente se quiere ir?En el factor deseo inf luye el encandi-lamiento del sueño como aspiraciónfabricada por los gringos, estimuladapor los intermediarios y vociferadapor nosotros mismos. La parte grandees la necesidad. Si estamos hablandode un contexto de subdesarrollo, nopodemos ignorar que cualquier ini-

ciativa o asociación está horadada, nose pueden pedir grandes alcances apersonas que no sólo en lo económicoestán en subdesarrollo, sino en expec-tativas, en autoestima: esa es la matrizpara explicar el éxodo masivo.

hay coyotes en quie-nes se descansa paraasegurar el éxito dela operación.

6 opiniónwww.dca.gob.gt

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Guatemala, viernes 2, octubre 20096 opinión

Paul Krugman*

lEn el período negro que sucedió a laquiebra del banco Lehman Brothers,parecía inconcebible que los banque-ros volvieran, solo algunos mesesdespués, a practicar los mismos pro-cedimientos que llevaron al sistemafinanciero mundial casi a la ruina. Lomás sensato, o por lo menos así pen-sábamos, sería que estos demostra-sen cierta prudencia para no generaruna reacción negativa de la opiniónpública.

Pero ahora que nos alejamos unpoco del agujero –gracias a los paque-tes de rescate que salieron del bolsillodel contribuyente– el sector financie-ro está rápidamente volviendo a suantigua forma. Aún con el país enterotodavía sufriendo los efectos del des-

empleo creciente y severas dificulta-des de vida, los salar ios de Wall Streetcontinúan encaminándose a lo queeran antes de la crisis. Y la industriacontinúa haciendo lobby para impe-dir cualquier reforma.

La buena noticia es que los ofi-ciales con más experiencia de laadministración Obama y la ReservaFederal están perdiendo la pacienciacon el egoísmo de la industria. Lamala noticia es que no ha quedadoclaro todavía si el presidente Barack

Obama está o no listo para enfrentara los banqueros.

El crédito a quien lo merece:Me quedé muy satisfecho cuandoLawrence Summers, economista

 y jefe del consejo económico de laadminist ración Obama, criticó seve-ramente la campaña que la Cámarade Comercio americana, en colabo-ración con los intermediarios de laindustria financiera, está haciendocontra la creación de una agencia

para defender a los consumidorescontra abusos financieros, como,por ejemplo, los préstamos con reglascomplicadas a propósito. Los anun-cios divulgados por la Cámara, dijoSummers, son “el equivalente delsector financiero a aquellos mórbi-dos utilizados contra la reforma dela salud”.

Pero proteger a los consumidorescontra el abuso financiero debe sersolamente el inicio de la reforma. Sirealmente queremos impedir que

l*l Paul Krugman es economista. Fue galardona-

do con el premio Nobel de economía de 2008.

© The New York Times Syndicate exclusivo en

Guatemala para La Revista.

las pérdidas y paguen los lucros delargo plazo. La agencia alega que t ienela autoridad para hacerlo como partede su responsabilidad de garantizar lasalubridad de los bancos.

Pero la industria, apoyada porcasi todos los republicanos y algunosdemócratas, luchará con uñas y dien-tes contra esos cambios. El gobierno,aunque sea partidario de una reformaen las compensaciones, todavía no semanifestó si va o no apoyar al 100% lasEnvestidas de laReserva Federal.

Me asombréla semana pasadacuando el presi-dente Obama, enentrevista con el

canal Bloomberg  News, cuestionóla validez de lalimitación de lospagos en el mer-cado fi nanciero:“¿Por qué –pre-guntó– vamos a limitar la compen-sación de los ejecutivos de los bancosde Wall Street, y no vamos a hacer lomismo con los empresarios del Valledel Silicio o los jugadores de la NFL?

Impresionante, no solo porque

la Liga de Futbol Americano tiene,en realidad, un techo salarial. Ylas empresas de tecnología puedenincluso ir a la bancarrota que nocorren el riesgo de desestructurar lossistemas operacionales. Además, losque arriesgan demasiado en camposde futbol no necesitan ser rescata-dos con paquetes de emergencia decien mil mil lones de dólares. Pero losbancos son un asunto distinto –y elpresidente es lo suficientemente inte-

ligente para saber eso–.La única cosa que se me ocurrees que estamos viendo un compor-tamiento recurrente: La resistencia

 visceral de Obama en asumir un dis-curso populista. Y él necesita evolu-cionar en este punto.

Asumir una postura populistafrente a los pagos de los banquerosno solo es políticamente correcto –y de hecho lo es–: La administraciónsufrió más de lo que piensa con lapercepción de que está entregando

a manos llenas el dinero del contri-buyente para Wall Street y deberíaaprovechar la oportunidad que tienepara desenmascarar al partido repu-blicano como un partido de bonosobscenos.

Wall Street cree otra burbuja finan-ciera lista para reventar, necesitamoscambiar los incentivos de la indus-tria, lo que implica modificar el modocomo se les paga a los banqueros.

¿Qué hay de malo con las compen-saciones de la industria financiera?En suma, los ejecutivos de los ban-cos son recompensados de formaabundante cuando presentan lucros

de corto plazo, pero no son penadoscuando esos mismos lucros ocasio-nan pérdidas mayores en el futuro.Eso incentiva jugadas excesivamentepeligrosas. Algunos de los responsa-bles por la crisis actual salieron de la

situación todavía más ricos con losbonos que recibieron en las épocasde bonanza, aunque las estrategias dealto riesgo que les había traído esosbonos sean las responsables mismasde la ruina de sus empresas y del mer-cado financiero como un todo.

La Reserva Federal, fi nalmentedespierta de su transe, comprende elproblema y se propone a tomar una

medida. De acuerdo con los informesmás recientes, el consejo de la Reservaestá pensando en imponer nuevasreglas para la compensación del mer-cado financiero, exigiendo que losbancos “retornen” los bonos frente a

Reforma o ruina

proteger a los

consumidores

contra el abuso

debe ser el ini-cio de la refor-

ma...

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opinión

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http://slidepdf.com/reader/full/20091002larevista62-mirador 7/16

lUno de los más inspirados poetasalemanes, Friedrich Höderlin (1770-1843), dijo lo siguiente: “El ser huma-no habita poéticamente la Tierra”.Este pensamiento lo completó luegoun pensador francés, Edgar Morin:“El ser humano habita también pro-saicamente la Tierra”. Poesía y prosaademás de ser géneros literarios,expresan dos modos existencialesde ser.

La poesía supone la creación quehace que la persona se sienta toma-da por una fuerza mayor que le trae

conexiones inusitadas, iluminacio-nes nuevas, rumbos nuevos. Bajo lafuerza de la creación la persona canta,sale de la rutina y asume caminosdiferentes. Surge entonces el chamánque se esconde en cada persona, esadisposición que nos hace sintonizarcon las energías del universo, quecapta el pulsar del corazón del otro,de la naturaleza y de Dios mismo. Poresta capacidad se descubren nuevossentidos de lo real.

“Habitar poéticamente la Tierra”

significa sentirla como algo vivo, evo-cativo, grandioso y mágico. La Tierraes paisajes, colores, olores, fascina-ción y misterio. ¿Cómo no extasiar-se ante la majestad de la selva ama-zónica, con sus árboles cual manostendidas hacia lo alto, con la marañade sus lianas y enredaderas, con lossutiles matices de sus verdes, rojos y amaril los, con los trinos de las aves y la profusión de sus frutos? ¿Cómo noquedarse boquiabierto ante la inmen-

sidad de las aguas que penetran len-tamente en la espesura y desciendenmansamente hasta el océano? ¿Cómono sentirse lleno de temor reverencialal caminar horas y horas por la selva

 virgen? ¿Cómo no sentirse pequeño,perdido, un bichito insignificanteante su incalculable biodiversidad?

Habitamos poéticamente elmundo cuando sentimos en la piel elfrescor suave de la mañana, cuandopadecemos bajo la canícula del sol demediodía, cuando nos serenamos al

Guatemala , viernes 2, octubre 2009 7opinión

Leonardo Boff*

Ser humano: poético y prosaico

atardecer, cuando nos inva-de el misterio de la oscuridad de lanoche. Nos estremecemos, vibramos,nos llenamos de ternura y nos exta-siamos ante la Tierra en su inagota-ble vitalidad, y al encontrarnos con lapersona amada. Entonces vivimos elmodo de ser poético.

Lamentablemente son ciegos y sordos y víctimas de la lobotomía

del paradigma positivista modernoquienes ven la Tierra simplementecomo un laboratorio de elementosfísico–químicos, como un conglo-merado inconexo de cosas yuxta-puestas. No, ella está viva, es Madre

 y Pachamama.También habitamos la Tierra pro-

saicamente. La prosa recoge la coti-dianidad y el día a día gris, hecho de

tensiones familiares y sociales, comolos horarios y los deberes profesiona-les, con discretas alegrías y tristezasdisimuladas. Pero lo prosaico tambiénesconde valores inestimables. Se des-cubren tras una larga estancia en unhospital, o cuando regresamos presu-rosos después de pasar penosos meses

fuera de casa. Nada más suave que elsereno transcurrir de los horarios y de los quehaceres domésticos y 

profesionales. Nos da la sensa-ción de una navegación tran-quila por el mar de la vida.

Poesía y prosa conviven y se alternan de tiempoen tiempo. Tenemos que  velar por lo poético y lo prosaico de nuestras  vidas, pues ambos secomplementan y ambosestán amenazados debanalización.

La cultura de masasha desnaturalizado lopoético. El ocio, que seríael momento de ruptura de

lo prosaico, ha sido apri-sionado por la cultura del

entretenimiento que incitaal exceso, al consumo de alco-

hol, de drogas y de sexo. Es una vivencia poética, pero domesti-

cada, sin éxtasis; un disfrute sinencantamiento.

Lo prosaico ha sido trasforma-do en simple lucha darwiniana porla supervivencia, extenuando a laspersonas con trabajos monótonos,

sin esperanza de gozar del merecidoocio. Y cuando este llega, resultanrehenes de quienes han pensado todopor ellas, organizan sus viajes y lesfabrican experiencias inolvidables. Ylo consiguen. Pero como todo es arti-ficialmente inducido, el efecto finales un doloroso vacío existencial. Yentonces les dan antidepresivos.

Saber vivir con levedad lo pro-saico y con entusiasmo lo poético esindicativo de una vida plenamentehumana.

l * l Leonardo Boff (Brasil, 1938) es teólogo, filósofo, escritor y uno de los teóricos fundadores de la Teología de la liberación.

© The New York Times Syndicate exclusivo en Guatemala para La Revista.

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“Los límites de mi lenguaje sig-

nifican los límites de mi mun-

do”, dijo Wittgenstein. Aquí un

intento por describir el camino

por la cuenca de El Mirador

–antiguo reino de Kan, la ser-

piente-. Los límites del cansan-

cio y el dolor de cinco días de

caminata en la inhóspita selva

se enfrentan a la imposibilidad

de describir la majestuosidad

de un inmenso tesoro que se

esconde al norte del país.

Guatemala, viernes 2, octubre 20098 en portada

AlejAndrA Gutiérrez VAldizán i dca i

lNormalmente sigo a pie juntillas aquelconsejo que Tito Monterroso le diera aAlfredo Bryce Echenique: “cuando veasuna silla, siéntate, cuando veas un baño,úsalo, cuando veas un taxi, tómalo”. Asíque eso de internarme por cinco días enterritorio desconocido sin sillas, baños y taxis puede provocar una ansiedad bas-tante cercana a la angustia.

La Cuenca de El Mirador continúa sien-do, para la mayoría, un territorio desco-nocido del que hay solo ideas vagas: selva,

ruinas escondidas y el “dicen que” es lamás grande ciudad maya, está la pirámidemás alta y allí se ocultan grandes secre-tos. Una especie de cazuela de oro detrásdel arcoíris, que solo hay dos formas paraalcanzarla: una, ir en helicóptero, para loque se necesita tener dos mil dólares. O laopción dos: viajar dos días caminando, conlos obligatorios dos días de regreso.

Se descarta la opción uno, y me dejoconvencer por un enérgico jefe de expe-dición que dice que ampollarse los pies esla mejor forma de lograr dimensionar la

magnitud de este territorio -2169 kilóme-tros cuadrados-, que fue ocupado desdemil años antes de Cristo hasta el 150 d. C.Es decir, allí se encuentra probablemente elmás antiguo vestigio humano de América.Y en el que se calcula que llegaron a vivir

serpienteDe visita por el reino de la

200,000 personas.Con todos estos elementos me conven-

zo, después de dejar una pequeña fortunaen botas adecuadas, capa para la lluvia,un six pack de repelente para mosquitosde la más alta potencia y calidad –con unhorroroso olor a ajo-, y camisas superab-sorbentes de secado ultrarrápido perfectaspara climas inhóspitos. Quince personasnos lanzamos.

El último poblado

La expedición inicia en Flores, Petén.Pequeña isla, dentro de una inmensa isla

 verde –cada vez menos verde porque lasdenominadas “narcofincas” la devorancon voracidad alarmante–. Un autobúsnos lleva a Carmelita, el punto de no retor-no. Desde allí empezará la caminata.

Son aproximadamente dos horas y media, a 85 kilómetros de Flores, primeroasfalto y luego terracería hasta la poblaciónde 327 habitantes –según censo del 2007–.Carmelita es como un enorme potrero enel que pastan pequeñas casas de madera,de colores pastel. Los pocos habitantes semueven en cámara lenta o descansan en

hamacas frente a sus casas. Aquí solo seescucha al fondo los gril los de la selva, queaún se oculta detrás de las casas.

“Bienvenidos a Carmelita, el últimopoblado”, dice amable, el representante dela Cooperativa Integral de Comercialización

Carmelita. “El último poblado” fue fundadocomo campamento chiclero en 1925 por

migrantes mexicanos. Es la población másnorteña del país, que tiene concesionadas53,797 hectáreas de bosque. Después de aquí,solo se sitúan los minúsculos campamentoschicleros o xateros que utilizan Carmelitacomo centro de operaciones.

Se publicó hace poco la encuesta reali-zada por GfK Custom Research en la quehace un ranking de las ciudades más felicesdel mundo. Intenté, sin éxito, buscar cuá-les eran los parámetros utilizados por laGfK, pero sospecho que en un termómetro

de felicidad, Carmelita, “el último pobla-do”, entraría al récord de las poblacionesmás felices del país.

La cooperativa, en la que participa un80% de la población, les permite dar empleoa todos sus asociados en los aserraderos, enlos programas de exportación de xate y en elturismo –como guías a la vecina cuenca deEl Mirador–. El sistema educativo sólo llegaa sexto primaria. Y mientras hacen esfuerzospor instalar la telesecundaria, la coopera-tiva da becas para enviar a los jóvenes a lazona central –Flores y San Benito– a hacer

la secundaria y estudios técnicos.Hay un centro de salud, en el que labo-ra un enfermero. No asiste con demasiadaregularidad, pero a los pobladores no lespreocupa, pues con un auto de la coopera-tiva llevan a los enfermos a la zona central.

1

La inseguridad y la violencia no son temasque se discutan en Carmelita, salvo algúncaso aislado de crimen doméstico que, porsupuesto, proporciona días enteros de des-asosiego entre los pobladores.

Su mayor preocupación es la invasión dela frontera agraria, que ellos defienden conseriedad. Byron Hernández,el Zorro, miem-

bro de la cooperativa y uno de nuestros guíasen el viaje, asegura que no permiten que nin-gún forastero se asiente en la población, paraevitar la ocupación de tierras. ¿Hambre?,“no tenemos ese problema como en otraspartes del país”, asegura el Zorro. “No tene-mos buena tierra para sembrar, nos da paraalgunos granos y hortalizas, pero tenemosel dinero para ir a comprar”.

No se escuchan lamentos en Carmelita.Ellos hablan de sus proyectos y su admira-ción por la selva. Quizás en eso consiste el

índice de felicidad, en no tener motivos paralas quejas. Los pobladores del último pobladoque nos acompañan durante el viaje: AdriánCenteno, el Bravo; Rolando Martínez, elGüeche; el Zorro; Sofía Hernández y ÓscarVanegas, el Pavo, demuestran calma, humordel fino y un enorme interés por el saber.Todos conocen de historia, de arqueología,de botánica. Trabajan como auténticos pro-fesionales del turismo y parecen ser felices.

Cárcel de árboles

Frente a la cooperativa está reunido el

mayor número de mulas que he visto en mi vida. Diez servirán para cargar el equipode campamento, alimentos –en los cincodías no hay posibilidad de conseguirlo enningún otro sitio– y agua. Otras seis ser- virán para rescatar a quienes empiecen

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enportada

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dad caminado! Veo el reloj, ha pasadouna hora, sigo caminando, vuelvo a ver elreloj, han pasado cinco minutos, vuelvo a ver el reloj… otros cinco. Por fin ¡Eureka!Entiendo la teoría einsteniana de la relati- vidad, decido quitarme el reloj y escondér-melo a mí misma. De allí, solo el espacioidéntico, móvil, y el sin tiempo.

Algunos tienen algo parecido al orgulloolímpico y dicen: “¡Nunca me subiré a unamula! Llegaré caminando”, yo digo: “Pormula, mañana no podré mover un párpa-do”. Subo a la mula hasta que otra partedel cuerpo me dice: mañana no podrássentarte. Dicen que fueron diez horas decaminata, dicen que fueron 35 kilóme-tros. Los arrieros han llegado y empiezana armar las carpas en El Nacimiento, uncampamento chiclero, frente a una peque-ña laguna marrón. Un grupo de chicleros

descansa sobre sus hamacas.Esto es la oscuridad absoluta. En un rin-cón del campamento, escondido entre losárboles, se esconde el fogón, sobre el suelo,en el que Sofía, la cocinera, prepara tortillas y una sopa de pollo con arroz que sabe a gloria.Las palabras sobran.

Una tormentosa noche. En cuanto nosintroducimos a las pequeñas carpas, comopequeños hornos que protegen del granhorno, el cielo empieza a tronar. Un ensor-decedor retumbo, los rayos caen alrededordel campamento, el suelo tiembla. Pregunto

a mi compañero de carpa: “¿Cuáles son lasposibilidades de que un rayo caiga sobrenosotros?”. Lacónico responde: “Bastantes”.Hago un inventario sobre la cantidad de veces que dije “que me parta un rayo”, y las“bastantes” posibilidades se multiplican.

Guatemala , viernes 2, octubre 2009 9en portada

a dar tropezones en el camino y decidancambiar de sufrimiento.

Antes de partir, todo el grupo expedicio-nario llena sus cantimploras, ata a su cintocuchillos machetes y navajas –relucientesde nuevas y que no serán utilizadas más quepara untar mermelada en el pan–. Se rocíatodo tipo de repelentes, se embadurna de

todo tipo de protectores solares, se calzan lasbotas de doble tracción, mientras los arrieros y quienes serán nuestros guías observan condiscreción, sin cambiar un solo elemento a suindumentaria de andar por Carmelita.

Hay que salir del “casco urbano”, esosignifica dejar los terrenos con árboles,los pequeños sembrados, que están justodetrás de las últimas casas para introdu-cirse al bosque. No ha llovido en los últi-mos días, así que el verde es un poco opaco,pero, básicamente, todo es verde. El cami-

no se va estrechando e inicia la ruta.El ritmo al que se camina no permitedisfrutar demasiado de los alrededores. Lamirada se dirige a la estrecha brecha paraevitar tropezar con alguna raíz o alguna pie-dra, no se diga pisar alguna serpiente. Conla mirada baja, de vez en cuando percibo,de reojo, una especie de muro a mi derechao a mi izquierda. Esa sensación se repetirádurante todo el camino, hasta que entiendoque son los mismos árboles que flanqueanla brecha los que crean un inmenso muro.Entenderé después el símil con el libro que

me acompañó: Cárcel de árboles, de Rey Rosa. Chicozapotes, caobas, ramones, se van turnando entre arbustos para crear lasensación de abierto encierro.

El calor arrecia, las conversaciones  jocosas se silencian. ¡Llevo una eterni-

Entre rayos, temblores y lluvia, dormimos.Otro día de caminata que nos llevará

a El Mirador. Es impresionante como elbosque se va transformando impercepti-blemente conforme uno camina. Los árbo-les mutan, los arbustos son otros. En esteinmenso espacio conviven seis diferentesecosistemas. Cuando el calor está en su

máxima expresión, 40 grados dice alguien,caminamos por los bajos: las zonas que,hace dos mil años, durante la época de llu- via, funcionaban como pantanos que pro- veían de agua a las comunidades. Ahora esun área inhóspita, con retorcidos árbolessin hojas, chiriviscos fantasmales, el mejorescenario para una thriller tropical. Unode los guías le susurra a otro, muy discreto:“¡Este camino es maldito!”.

Al caminar así, con los arboles custo-dios, sin ver el horizonte, viendo retazos

de cielo, no puedo evitar recordar aque-llas lecturas adolescentes de VirgilioRodríguez Macal –me reconcilio con él-.Es un estado hipnótico.

La hipnosis también puede suceder siuno se sube a una mula. Se acompasa elritmo y un sopor invade al que cabalga. Lesucedió a uno de los expedicionarios. Elsueño lo invadió sobre su mula, una ramalo interceptó, la mula siguió caminando y él logró despertar para agarrarse de larama y quedar colgado allí. La imagen eragraciosa, pero en estas situaciones uno

evita reír del prójimo.Llegamos a El Mirador con el atardecer.Los árboles se empeñan en impedir ver eltodo. Adelso Pozuelos, arquitecto encar-gado de la infraestructura del sitio, nos dala bienvenida. No vienen muchos foraste-

2 las mulas, transporte oficial.Trasladan provisionespara el proyecto y sal-van a los turistas. DeCarmelita a El Miradorhay aproximadamen-

te 50 kilómetros.

4 la muerta, una delas ciudades que hansido descubiertas yque se enfrentan alpeligro de los depre-dadores.

3 los chicleros.

Una nostálgica labor,que realizan ensolitario. Desde queiniciaron en 1925, suforma de vida pareceno haber cambiadodemasiado.

5 adrián, elbravo,

centeno. Es guía yademás ha trabajadoen El Mirador. Aquí muestra orgulloso sudescubrimiento.

2 3 5 4

1 el equipo de

carmelita, el últi-mo poblado: ByronHernández, RolandoMartínez, ÓscarVanegas y AdriánCenteno, los profe-

sionales guías quehacen menos largo elcamino.

fotografía s: alejandra gutiérrez v. DCA

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Guatemala, viernes 2, octubre 200910 en portada

ros hasta acá y menos guatemaltecos. Enla explanada donde aterrizan los helicóp-teros es imposible descubrir los secretosque se esconden tras el verde. Al l legar a ElMirador, lo más emocionante es que pode-mos bañarnos –a guacalazos–, sentarnossobre bancas y usar la añorada letrina.

Esto sí es bonito

Es la noche del catorce de septiembre. Laoscuridad es total cuando se dejan ver loscuerpos cobrizos de los trabajadores, por-tando antorchas. Las luces reflejan rostrosbrillantes por el sudor, torsos desnudos y córneas blancas que dirigen su mirada auna pequeña bandera que casi no ondea,

porque no hay viento. Los que durante tresmeses han estado trabajando para recu-perar el tesoro, ahora cantan el himno.“Es la más emotiva celebración del 15 deseptiembre que he visto”, susurra a lguien.Y no miente.

Amanece en El Mirador, con la escan-dalosa serenata de los monos aulladores.Entre los árboles se asoman los montículosque aún no han sido trabajados y las gran-des piedras, las pirámides que empiezana mostrar los rostros que escondieron pormás de dos mil años.

La historia oficial dice que El Miradorfue localizado por norteamericanos en1926 y fotografiado en 1930. Se mantuvooculto hasta que el arqueólogo Ian Graham,de la Universidad de Harvard, realizó el pri-mer mapa en 1962. En 1978 se inició el pri-mer proyecto de investigación arqueológicabajo la dirección de los arqueólogos BruceDahlin y Ray Matheny, con Richard Hansencomo estudiante graduado, encargado de laarquitectura monumental. Pero los guíasde Carmelita aseguran que fue AtilanoCámaraChorro de humo, un chiclero, quienhizo el descubrimiento.

Richard Hansen ha dirigido el Proyectode la Cuenca de El Mirador por más de vein-te años. Primero con el apoyo de la UCLA y ahora con el apoyo de la universidad deIdaho. Hansen es probablemente el hombremás famoso de toda la Cuenca. La palabrade él es ley y, aparentemente, ha sido graciasa esa ley que el sitio se ha resguardado. Nosolo le interesa cuidar la arqueología, se pre-ocupa por el medio ambiente y ha logradocoordinar, con bastante éxito, los esfuerzos

gubernamentales y a las organizaciones y empresas que apoyan el proyecto.Subimos a la Danta, aún cubierta por

árboles y hierbas. Es allí donde se revela lamagnitud y magnificencia innombrables.Son 72 metros de altura y, según asegura el

propio Hansen, sobrepasa en volumen a lapirámide de Giza, en Egipto.Edgar Suyuc,codirector del proyecto, explica que elcálculo preliminar es que bajo nuestrospies hay 2.5 millones de metros cubícosde construcción.

En la Danta se acaba la ceguera parcialque produce la selva y es posible dimen-sionar hasta dónde llegó una cultura que vivió por más de mil años en el reino deKan . Se estima que El Mirador ocupó 25kilómetros cuadrados. Un manto verde, unmar de calmas agua s donde nadan monosaulladores, se pasean pizotes, viven vena-dos y serpientes, se posan pájaros y halco-nes. Al final de este horizonte, donde la tie-

rra se empieza a curvar, se observan otrosmontes, otras pirámides que pertenecentambién a la Cuenca. Al menos 26 ciudadeshan sido descubiertas y están consignadasen los mapas, entre ellas Nakbé, Xulnal,Wakná y Tintal, nueve de estas tienendimensiones comparables a las de Tikal.

Es la más antigua metrópolis de América, y entre ciudades se construyeron ampliascalzadas que llegaron a medir hasta 40metros de ancho. Descubrieron las rutas alrealizar visiones satelitales que mostrabancarreteras en la selva.

Desde la Danta y el Tigre, la vista esfastuosa, indescriptible. Una brisa frescacorre y hay que hacer un esfuerzo inmensopor desnudar estos altos montículos e ima-ginarlos como altos edificios rojos –handescubierto que las pirámides estabanpintadas con óxido de hierro–.

Edgar Suyuc nos recibe con una gransonrisa frente a Garra de Tigre –o templo34–. El arqueólogo abre las puertas de lasentrañas de la construcción. Allí se ocultaun mascarón, de unos cinco metros de altoque, siniestro, pareciera despedir a quienesse van de viaje a Xibalbá o el inframundo. Esallí donde está la prueba del rojo estuco.

Le llega la hora al publicitado friso. Allíestán Junajpu e Xbalamke y su aventurapor Xibalbá, el inframundo. Según Suyuc,aquí está el eslabón, la prueba de que eldocumento traducido por fray FranciscoXiménez (1701-1703) surge de la culturamaya primigenia. Habrá errores de traduc-ción, considera el codirector, pero tienenla certeza de que aquí están las imágenesque revelan la autenticidad de la obra fun-

damental de la literatura maya.Suyuc reconoce con modestia que sutrabajo es armar u n rompecabezas inmen-so. Puede cambiarles la panorámica con eltiempo, pero hay certezas que el arqueó-logo se atreve a asegurar. “Quizás el para-

digma más importante que se rompe esel de la supuesta cultura menor del mayapre clásico. Según los rastros que se vanencontrando bajo nuestros pies, se revelauna cultura muy desarrollada.

¿Ya tienen claro por qué una cultura tanavanzada, una población tan grande, des-apareció? “Manejamos una teoría multifa-cética. Los mayas no desaparecieron porun solo motivo, sino que hubo varios ele-mentos que provocaron su caída”, explicaSuyuc, con la inmensidad de fondo. Entreestos motivos estarían el hecho de queprodujeron un desbalance ecológico degrandes dimensiones. Los territorios queutilizaban como fuentes de agua, como

sitios de aprovisionamiento de tierra parasembrar, fueron deforestados y secados. Lasgrandes avenidas, cubiertas por capas decal, desertificaron el suelo. A esto se aunóel descontento social. Quienes vivían en las ventiladas torres, con vistas panorámicas,no eran los mismos que construían los edi-ficios. La cultura tributaria, jerarquizada,podría haber provocado grandes levanta-mientos sociales. Además, las excavacionesevidencian que hubo guerras e invasiones.¿Una silenciosa y dolorosa lección?

Vemos el atardecer desde el Tigre. Al

día siguiente lo veremos desde el Tintal,que a la distancia se observa como unameta imposible.

En el retorno se repite la misma hipnosiscolectiva. Dormimos en el Tintal, donde estáuna pirámide aún más alta. Nos acompañaSuyuc, quien va de vuelta a la capital. Todoel equipo vive en la zona aproximadamentetres meses, en tiempo de invierno, mientrastienen agua y recursos.

Al final, en Carmelita nos reciben concaldo de faisán y una cerveza fría. Nos des-pedimos de la gente del último poblado.

Es con la calma de una ducha larga y deuna cama, como se entiende por qué hay ungrupo de soñadores, como Hansen, comoSuyuc, como Pozuelos. O que Álvaro Colomtenga entre sus más preciados proyectos elCuatro Balam –un parque arqueológico de22,000 ki lómetros cuadrados: El Mirador,Tikal, Piedras Negras y Uaxactún–.

Es cuando las ampollas se han cura-do y los músculos no duelen, cuando seentiende la alarma que hay, entre los quelo conocen, el afán por proteger un sitio

al que siguen llegando saqueadores y quees amenazado por los depredadores. “Estedebería ser un proyecto de nación”, dijoSuyuc, emocionado.

El reino de la serpiente es grande,inmenso. El lenguaje tiene límites...

6 7 8

6 escondido. Entúneles dentro de lapirámide Garra de

Tigre, se ha descu-bierto un mascarónque revela la mitolo-gía maya.

7 el tesoro. Junajpue Xbalamke bajaron aXibalbá, el inframun-do. Son el eslabónque prueba de dónde

surgió el Popol Wuj.

8 el reto es grande:tener los recursospara continuar conlas excavaciones,proteger el medioambiente y promoverel turismo sostenible.

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galería

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gulises rodríguez efe

HONDURAS

“SenSura”l

 

Una mujr con la boca tapada protsta n las auras d la Univrsidad Pdagógica d Tgucigalpa contra l

cirr d dos mdios locals ains al dpusto prsidnt Zlaya.

VIETNAM

TIFÓn

l Una mujer conducesu bicicleta bajo la lluvia,mientras el tifón Ketsana

golpea tierra en la regióncentral de Vietnam.

JuliAN ABrAM WAiNWrigHT i efe i

GLACIARES

SIn hIelo

lLos satélites dotados de sensores láser han mostrado la imagen más precisa del rápi-do adelgazamiento que experimentan las capas de hielo de las costas de Groenlandiay la Antártida.

i efe i

AUSTRALIA

Polvo

lDos niñas juegan du-rante una tormenta depolvo en Balmain. Estefenómeno es causado porla sequía de las tierras enlas regiones occidentalesy sureñas del estado deNueva Gales del Sur.

dAN Peled i efe i

Guatemala, viernes 2, octubre 200912 sólo literaturawww.dca.gob.gt

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colía, como arrastrando rémoras dedeseos insatisfechos. Además, teníauna particular pasión por las f resas,que cultivaba en el patio trasero de sucasa. Era, en suma, un buen hombreque poseía una serenidad contagiosa

 y desarmante envuelta en sabiduría,aunque a lo lejos se intuía que le fa lta-ba algo, porque daba la impresión deesconder en su interior cierto furor,un fuego de volcán dormido.

La calma y paciencia aparentes deFred se hacían mucho más admira-bles al considerar el grado de heroís-mo casi monacal con el que compar-tía su vida con María, su compañera y sutil carcelera, que no era guapa y tampoco daba la impresión de haber-lo sido. Más joven que él, carecía de

elegancia y se veía descuidada tantoen el peinar como en el vest ir. Su ros-tro, marchito por las amarguras quea veces acompañan a las hembras enel ocaso prematuro, acumulaba resi-duos anímicos que trasudaban uncarácter que sólo el buenazo de Fredpodía soportar. Tal vez gracias a losremanentes de amor que subsistíanen sus pupilas de artista, Fred lograbaentrever en aquella mujer una belle-za extraña y abstracta, como la de laspinturas de Picasso.

Yo me había instalado en CentroAmérica y me dedicaba a hacernegocios de trading. Pero cada vez que volvía a Ascona, repetía larutina de los viejos tiempos e iba abuscar a Fred y a los amigos . En par-ticula r, no olvidaré el día en que nosencontramos en una terraza de caféa orillas del lago Verbano despuésde no vernos durante varios años.Con emoción mal contenida, Fredme preguntó que a qué me dedicaba.

Le hablé entonces de mi incursiónen el negocio de los cereales y quiseexplicarle que en ese mercado exis-tían en el mundo varias “hermanas”o corporaciones gigantes, es decir,que así como en el mundo del petró-

leo había siete, en el de los granoshabía cinco, si mal no recuerdo.Entonces él, en cuanto mencioné ala primera de las “hermanas”, fijan-do la vista en el cielo como si allíestuviesen colgados los nombresde las restantes, continuó con una voz monocorde: “Cargill, Bunge &Born, Purina, Continental Grain…,etcétera”. ¡Me quedé pasmado; lasconocía todas!

Fue así como me enteré, despuésde tantísimo tiempo de conocerlo,

que Fred era belga y que venía de unafamilia de grandes comerciantes deAmberes. Lo vi escudriñar con susojos azules el cielo terso que se espar-cía ante al lago detrás de las monta-ñas en aquella terraza de café y com-

prendí que, en el fondo de su alma, éllamentaba haber roto con la tradiciónfamiliar de los negocios interoceá-nicos. Me habló de su familia, de lacasa paterna –“casi un castil lo” dijo–,describiendo todo aquello de formanostálgica, evitando aparecer comoun renegado y dejando entender quesu alejamiento de la familia se debíaa diferencias insuperables con algu-nos parientes, como suele pasarles alas ovejas descarriadas. Mientras medecía esto, hacía grandes gesticulacio-

nes y se frotaba las manotas sin recato,como mostrando más añoranza porel oficio de timonel de barco que porel de experto en el manejo de pince-les, revelando sin querer su verdadera vocación de navegante y comerciante

Tito Bassi*

l Fred se movía como pez en el aguaen Ascona. Era alto y fornido, con unaescobilla de pelo azafranado como lade los monjes franciscanos adornandounos cachetes y una nariz cuyas tona-lidades rosadas tenían probablemen-

te su origen en el buen vino Merlot dela región, sumado a la sobrevivenciade algún gene de las lejanas costas delMar del Norte. Difícil determinar suedad, pero era casi seguro que sobre-pasaba los sesenta. Nadie conocíatampoco su ciudad de origen, aunquepor lo visto nadie se había preocupa-do por averiguarlo.

En Ascona, los extranjeros, salvoraras excepciones, venían del norte, y casi todos eran alemanes, así quesolía utilizarse ese gentilicio como

identificación para los visitantes, dela misma manera –esto lo descubrícuando vivía ya en Guatemala– queen América Central y México se pien-sa que todos los rubios son o deberíanser gringos. En el caso de Fred, estono lo molestaba en lo más mínimo,pues se veía como un ciudadano delmundo y a él le gustaba parecerlo; esmás, se consideraba a sí mismo uncosmopolita.

Tras varias semanas de no quitar-se el suéter azul de cuello alto, parecíamás bien un rudo marino venido delos mares polares y no un artista medi-terráneo placentero y sensible de losque acarician el lienzo con lánguidaspinceladas. Su pintura delataba bucó-licos períodos vividos en Grecia, Ibiza y luego en Andalucía, camino haciaPortugal, donde había prácticamentenaufragado en un mar de azahares  y plantaciones de naranjos. Decíahaber visitado muchos países, peronunca de ultramar, y esto lo contaba a

soto vocce, no sin un sesgo de melan-

Cada región tiene su Macondo. El de Suiza y zonas aledañas se sitúa enel Ticino, cantón italiano de pintorescos lagos en los Alpes, donde des-cubrimos un sorprendente oasis subtropical alrededor de la legendariaAscona, ciudadela magnética que propició el surgimiento de innume-rables leyendas. El escritor Tito Bassi, radicado en Guatemala, publica

este mes Insubria verso nord N° I , (Editorial Ulivo, Balerna) el primero decuatro volúmenes de memorias y crónicas que transcurren entre Asconay Guatemala.

EL JARDÍN DE LA

l * l Tito Bassi es escritor suizo-guatemalteco.

Acaba de aparecer el primer tomo de su libro

de memorias.

Guatemala , viernes 2, octubre 2009 13www.dca.gob.gt

sólo literatura

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de los siete mares.Para mi gran sorpresa, descubrí en

aquel personaje a un artista sensibleque, desde su ascético estilo de vida,sentía nostalgia por el vilipendiadomundo de los negocios y soñaba congrandes viajes, placeres y aventuras.Al recordar que Fred era recatado y hasta mojigato en su pintura, ya querepresentaba siempre a las mujerescon vestidos largos y oscuros con lacabeza cubierta de velos y pañueloscomo suele verse en las aldeas medi-

terráneas, yo me preguntaba a qué sedebía tanta gazmoñería, si en el fondo vivía añorando todo tipo de corre-rías exóticas. ¿Por qué no pintaba alas hembras lozanas con cabellera y senos al viento, envueltas en colores

llamativos?En un viaje ulterior a Suiza italia-

na volví a encontrármelo y confirméde nuevo su pasión recóndita por losmares del sur. Comprobé tambiénque su curiosidad por mis actividadesde ultramar seguía viva. “¡Qué con-tradicción extraña –pensé–; a estasalturas de la vida, Fred debería estarseguro de lo que había escogido y noponerse a añorar aventuras lejanas eimposibles!”

Cuando se acercaba la fecha de mi

partida, invité a Fred y a otros amigosa una fiesta de despedida en un famo-so night club de Ascona, el “Happy Ville”. Desde hacía unas semanasactuaban allí, entreteniendo a losclientes, algunas bellezas de color:

Pat, Sue, Dolly y Lulú. Aunque desdeel exterior Ascona parecía una ciudadcosmopolita, en sus entrañas seguíasiendo una ciudadela, por lo que deacuerdo con la tradición, en mi cate-goría de emigrante afortunado, yo era visto como el “tío rico de América”.Por esta razón, el dueño del night

club, un gay exquisito y muy atentocon los buenos clientes, giró instruc-ciones para que el trato hacia mí y hacia mis invitados fuera esmerado.Yo aclaré que el verdadero huésped dehonor de esa noche sería Fred.

Las afro-girls, en virtud de lapropina dada por el famoso “Tío deAmérica”, se esmeraron particular-mente y el show resultó memorable.A mitad de la noche, en el apoteósicotumulto, Sue, la más atrevida de las

chicas, aprovechando una melodíacon tambores, comenzó a bailar haciaatrás ligeramente inclinada, ondean-do frente al rostro de Fred su impo-nente trasero en un movimiento rít-mico tribal cada vez más frenético y cercano a sus narices. Entonces, aqueltranquilo y normalmente ascéticoartista, con un abrazo felino la aga-rró por las caderas con sus manotasde timonel, enterró la nariz en aque-llos turgentes glúteos y mordió la lisasuperficie como fiera enfurecida.

La fiesta se volvió un pandemonio.Tanto mis amigos como las compa-ñeras de Sue trataban inútilmentede separarlos. Él seguía prendido alas caderas de la morenaza y ella, consu mano izquierda extendida haciaatrás, lo tenía cogido por las greñasde fraile, mientras le daba golpesrepetidos con la mano derecha sobreel hombro, arrastrándolo de rodillaspor el piso como si, a pesar del tama-ño de aquella bestia, se tratara de unfantoche de trapo. Caímos todos alsuelo. Aún tengo presente el fragor y los chillidos del patrón que brincabahistérico con su chaleco de lentejue-las, preocupado por el estado de losmuebles y decoraciones del estable-cimiento.

Desde el suelo, entre el humo decigarrillos y a contra luz, vi erguirsecomo trofeo en el puño izquierdo dela bailarina un mechón de pelo ama-rillento proveniente de la cabeza deFred, mientras éste seguía pegado a

su trasero. Entonces me acordé delos jaguares, sí, de los jaguares sal- vajes que yo había domesticado enLivingston, Guatemala, y de la técni-ca que utilizaba cuando se empeña-ban en morder ciertas texturas de piel

que los ponía nerviosos, como unacartera o un zapato. Venía yo y, parahacerles soltar la presa, les rociaba elhocico con loción, porque no hay en elmundo cosa que los felinos aborrez-can más que las fragancias químicasfabricadas por el hombre. Era asícomo lograba controlar sus ímpetus

agresivos, y era la técnica que decidíemplear cuando providencialmentedivisé, rodando por el suelo, un peque-ño espray de bolsillo de “Opium”, deIves Saint Laurent. Lo tomé e irriguécon él profusamente la nariz de Fredhasta que de pronto vi dibujados en surostro la misma sorpresa y el mismohorror que experimenta un jaguarguatemalteco cuando se descubreapestoso a perfume.

Fred soltó su presa de inmediato,

se levantó tambaleando, retrocedió y se dejó caer entre los cojines delsillón, como fiera que acaba de esca-par de la amenaza de otros predado-res. Jadeante y no sin cierto resabiode picardía en la expresión, trató de justificarse: “¡Es que su trasero mepedía que lo mordiera!”, afirmaciónque hizo reír a algunos, pero no a laschicas. Estas dieron por terminada suparticipación en la fiesta y las cosasfueron retornando poco a poco a lacalma, como sucede en la sabana

africana después de la tormenta o enlos días de chipi-chipi en las selvas deGuatemala. Quizás el alboroto pro-tagonizado por Fred representó dealguna manera la posibilidad de res-tregarse por fin simbólicamente contodas las realidades escandalosas y sensuales con las que él había siempresoñado, pero sin atreverse a asumir-las, escondido como lo estaba detrásde la belleza cubista de María, de suspinturas sin brillo, de su paciencia deJob y de las dulces y carnosas fresasque cultivaba en el huerto.

No volví a ver a Fred. Algunosmeses más tarde, ya en Guatemala, lallamada de un amigo me dio la noticia:“Fred murió. Hubo una helada noc-turna y lo encontraron al amaneceren el jardín, con el rostro incrustadoentre las fresas”. Desde entonces, megusta pensar que su muerte fue unregalo del destino, ya que aparente-mente había fallecido con una gransonrisa en aquel jardín que amaba,

arropado por el frío de la noche. Loimaginé zarpando por fin hacia losmares que tanto añoraba, donde loesperaban el sol, los cocoteros y, sobretodo, una hermosa mulata danzandoal son frenético de los tambores.

DELICIAS

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l Tipografía Nacional

l Colección Crónicas, 2009

Retrato en claroscuro Muerte de Pedro de Alvarado

8/7/2019 20091002_LaRevista62 mirador

http://slidepdf.com/reader/full/20091002larevista62-mirador 15/16

l El cineasta guatemalteco Alejo Crisóstomopresenta “Las aventuras de Junajpu’ y Luna”,una serie animada, de 15 capítulos, que cuen-ta la historia de dos hermanos que han sidoseparados y las aventuras que enfrentan parareencontrarse y hacer realidad la profecía que

dice que ellos salvarán al mundo.La historia se desarrolla dentro de una

familia indígena, que vive a orillas del Lagode Atitlán en Guatemala. Y según el realiza-dor “Hay inspiración en las profecías y en losgemelos semidioses Junajpu’ e Ixbalanquédel Popol Vuh. Los gemelos al morir se con-vierten uno en el sol y el otro en la luna y deahí los nombre Junajpu’ y Luna para nuestrospersonajes. La serie empieza con la profecíade un hombre maya que vivió en el auge desu civilización en la ciudad de Nakum en Petény se vuelve un personaje importante a lo largode la serie”.

La serie, que se estrena este 12 de octu-bre, en el marco del festival de arte y cultura¡Fiestas de Octubre!, ha sido pensada para latelevisión y para su edición en un paquete queincluye el DVD y guías pedagógicas para quelos maestros puedan utilizar los materialescon fines educativos, en temas relacionadoscon la promoción de derechos de la niñez, lainterculturalidad y la ecología.

Según las notas de producción, “por mediode la historia se logra la recuperación de valo-

res e identidad de los pueblos originarios, elconocimiento de derechos de la niñez, así 

como la identificación de niños y niñascon un modelo ético referido

a la preservación delmedio ambiente”. | to | DCA

Las aventuras deJunajpu’ y Luna

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