20 maldonado - la fonologia y su influencia - a1
DESCRIPTION
TRANSCRIPT
LA FONOLOGÍA Y SU INFLUENCIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA
IDENTIDAD DE UN DOCENTE DE LENGUA EXTRANJERA.1
Maldonado, María Alicia
Instituto Superior del Profesorado Nº 8 “Alte Brown”
Resumen
La enseñanza de una lengua extranjera puede ser concebida como la enseñanza de la
comunicación dentro de un escenario comunicativo que es el aula. En este escenario alumnos
y profesores conforman una comunidad de habla en la que comparten el objetivo de construir
subjetividades a través de la interacción utilizando un mismo código lingüístico. Los
protagonistas de este hecho comunicativo construyen sus identidades durante su interacción.
Estas identidades se influyen mutuamente y facilitan u obstaculizan el fluido desarrollo del
proceso de enseñanza-aprendizaje. Si centramos nuestra atención en la identidad del docente,
podemos detectar diversos factores que contribuyen a la construcción de la misma. Y es esta
identidad la que favorecerá o perjudicará el reconocimiento del poder del docente por parte de
los alumnos. Como asegura Cummins (1996, en Norton 2000) “el poder es creado con otros y
no impuesto o ejercido sobre otros”. La aceptación del discurso docente como „legítimo‟ (en
términos de Bourdieu (1977, en Norton 2000)) ayudará a que los alumnos lo consideren digno
de ser escuchado. En este trabajo intento analizar la importancia de la Fonología en la
construcción del discurso del docente como parte de una identidad que lo posicione en una
situación de poder que facilite su interacción con los alumnos en el aula.
Introducción
Concebir la enseñanza de una lengua extranjera como la enseñanza de la comunicación dentro
de un escenario comunicativo que es el aula implicaría identificar a alumnos y profesores
como miembros de una comunidad de habla que interactúa en dicho escenario. En esta
interacción, los individuos construyen sus identidades para lograr un equilibrio de poderes
que facilite el desarrollo del hecho educativo. Al decir de Stanford y Roark (1975) “la
educación es un proceso continuo que tiene lugar como resultado de la interacción con otros
seres humanos.”(p.3)
En este trabajo intento fijar la atención en la identidad del docente. Más específicamente, en
un aspecto que influye en la construcción de la misma. las características fonológicas de su
discurso. Intentaré discutir si efectivamente podemos considerar al aula como una comunidad
de habla y, basándome en la visión interaccionista presentada por Blummer (1966 – 1969) y
por Bourdieu (1977, en Norton 2000) establecer qué grado de importancia tiene la Fonología
en la construcción de la identidad de un docente de lengua extranjera para que su discurso sea
considerado legítimo por los alumnos.
Marco teórico
Este trabajo se basa en líneas teóricas que exploran los siguientes aspectos.
1 Las citas son traducciones de la autora de este trabajo.
a. Comunidad de habla
Diversos autores definen a una comunidad de habla en diferentes términos. Estas han sido
asociadas con espacios geográficos (O‟Grady et al.1997) dentro de los cuales se utiliza un
idioma regional.
Por otro lado, Bloomfield (1984) explica que no sólo no existen dos personas que hablen
exactamente igual, sino que la misma persona modifica su propio discurso de acuerdo a los
contextos en los que interactúa. Este lenguaje utilizado por grupos demográficos específicos
es definido como dialecto social por Biber et al. (1994).
Yule (1997) caracteriza dos posibles elecciones. Por un lado, el idioma standard, es decir la
variedad elegida por la gente educada, que a su vez se utiliza en las publicaciones
internacionales por estar codificada y sistematizada en diccionarios y libros de estudio. Esto
hace que exista uniformidad en su correcto uso (Biber et al.,1994) Por otro lado, el idioma
vernáculo que es la variedad popular, elegida por los individuos que interactúan en contextos
íntimos o en situaciones de alto contenido emocional (Labov, 1970).
Existe otro aspecto importante en la comunicación que Corder (1973) pone de manifiesto. La
comprensión mutua no se apoya solamente en el compartir un código lingüístico, sino
también ne la mutua interpretación de las actitudes de los interlocutores. Desde este enfoque
socio-psicológico de la comunicación, podemos definir a una comunidad de habla como el
grupo de personas que comparten, además de un código lingüístico, tradiciones, creencias e
intereses que los mantiene unidos. Bourdieu (1977,en Norton 2000) describe el habitus como
un grupo de “estructuras estructuradas y estructurantes” que devienen en y/o modifican reglas
de interacción. Podemos afirmar que estos patrones de interacción social son los que
determinan la pertenencia de los miembros de la comunidad de habla.
Swales (1990) distingue comunidades de habla, donde la membresía es resultado de
nacimiento, accidente o adopción y el comportamiento lingüístico es producto de factores
sociales, de las comunidades discursivas, en las que se enfatizan los objetivos comunicativos
y el modo de expresarse correcta y efectivamente de sus miembros, adaptándose a la situación
de habla en la que se encuentran. Las comunidades discursivas tienden a agrupar a sus
miembros de acuerdo a intereses en común.
Muchos lingüistas prefieren usar los términos comunidad de habla y comunidad discursiva de
modo indistinto (Swales, 1990).
En el marco de este trabajo, definiré a una comunidad de habla como “el grupo de personas
que interactúan en un contexto por medio de un lenguaje que consideran propio y permite su
comprensión mutua en la búsqueda de un objetivo en común.”(Maldonado, 2002)
Desde una perspectiva pragmática dualista (Althaus y Henne, 1971), el hecho comunicativo
implica al menos dos participantes y éstos interactúan en el medio social.
b. Teorías de interacción social
El psicólogo y filósofo estadounidense George Herbert Mead en su libro Espíritu, Persona y
Sociedad (1934 en Kaplan, 1999) manifiesta que el individuo asume la actitud del otro como
estímulo para su propia actitud. Por ello, como resultado de esta mutua influencia, surgen
cambios en las actitudes de los interactuantes. Siguiendo esta línea de pensamiento, Herbert
Blumer (quien fuera discípulo de Mead) acuña el término Interaccionismo Simbólico (1966;
1969, en Kaplan.1999). Blumer explica que los significados son el producto de la interacción
social que influye en la constitución del individuo y en la producción social del sentido.
Sostiene que no es posible entender al yo sin el otro y viceversa, por lo que los grupos se
constituyen como resultado de las interacciones simbólicas. Describe la figura del Otro
Generalizado, que es la que nos permite prever cuáles serán las posibles reacciones de otros
individuos frente a nuestras actitudes.
Bourdieu (1977, en Norton 2000) focaliza su atención en la relación entre la identidad y el
poder simbólico. Al sostener que “el discurso siempre debe la mayor parte de su valor al valor
de la persona que lo expresa” (p.652), Bourdieu mantiene que no se puede separar el valor del
discurso de las relaciones sociales de los participantes en la interacción. Él sugiere que el
lingüista toma como un hecho que para que se establezca la comunicación, las personas que
escuchan consideran a las personas que hablan como dignas de ser escuchadas. Esto condice
con lo que asevera Cummins (1996, en Norton 2000) “El poder es creado con otros y no
impuesto o ejercido sobre otros.”
Weedon (1997, en Norton 2000) añade que “El lenguaje es el lugar donde los modos reales y
posibles de organización social y sus probables consecuencias sociales y políticas se definen.
Y es también el medio donde se construye nuestro sentido de identidad, nuestra
subjetividad.”(p.21)
Para que este lenguaje se constituya en un discurso legítimo, en términos de Bourdieu, debe
reunir ciertas características.
c. Discurso legítimo
Bourdieu (1977, en Norton 2000) describe cuatro características que convalidan un discurso
como legítimo: “ser expresado por un hablante apropiado, en una situación legítima, dirigido
hacia receptores legítimos y expresado de un modo sintáctico y fonológico legítimo.”(p.69).
Estas características nos llevan a discutir qué es lo que consideramos un “modo sintáctico y
fonológico legítimo”. Para ello, debemos recurrir a los descriptores de la producción
discursiva esperada de un docente de Lengua Extranjera.
Keith Jonson (2001) asegura que, para considerarnos buenos usuarios de la lengua,
necesitamos desarrollar las competencias sistémica, socioligüística y estratégica.. La primera
se refiere al conocimiento de la pronunciación (aspectos fonéticos y fonológicos), la
gramática (aspectos morfológicos y sintácticos) y la semántica. La segunda incluye
conocimiento de estilos y registros complementados con reglas que faciliten la coherencia y
cohesión del discurso. Por último, las estrategias comunicativas facilitarán la transmisión
efectiva del mensaje. (p.13-36) El adecuado uso de estas competencias nos permitiría
construir un discurso legítimo.
Ceular Fuentes de la Rosa, Cantera y Ortiz de Urbina, y González Laso (en García Hoz et al.,
1993), al referirse a las didácticas de la enseñanza del inglés, el francés y el alemán como
lenguas extranjeras respectivamente, coinciden en afirmar que se debe dar importancia a la
enseñanza de los fonemas de cada idioma, así también como a la pronunciación de cada
lengua con sus ritmos y entonaciones propias. El objetivo de la enseñanza será que el alumno
recepte y produzca el discurso de la lengua extranjera con una aproximación lo más cercana
posible al desempeño de un hablante nativo. Para ello, aseguran, el docente necesita no sólo
tener información teórico-práctica sino también poder ponerla en práctica para brindarle al
alumno un modelo imitable. Aún más, sugieren que los alumnos comparen su propia
pronunciación con la del profesor para mejorar su producción oral. Esta última sugerencia
implica que la pronunciación del docente es “la correcta”.
El ACTFL (siglas que representan al Consejo Americano para la Enseñanza de Lenguas
Extranjeras) al definir un alto nivel de proficiencia, expresa que el “hablante superior debe
manejar una gran variedad de estrategias de interacción y mostrar una gran conciencia sobre
el manejo de estrategias discursivas. Esto último involucra la habilidad para distinguir las
ideas principales de la información de soporte a través de la características sintácticas,
lexicales y suprasegmentales (es decir, timbre, acentuación, entonación).” (ACTFL
Proficiency Guidelines en Brown.2001).
Al referirse a las metas esperables en cuanto a la pronunciación de docentes de Inglés como
Lengua Extranjera, Cruttenden (2001) asegura que éstos [los docentes de Inglés como Lengua
Extranjera] tienen la obligación de presentar un modelo lo más prolijo posible porque sostiene
que “especialmente si trabajan con alumnos jóvenes, sus alumnos imitarán tan bien una mala
pronunciación como una buena y, en caso de utilizar material grabado, sus propias
pronunciaciones no pueden diferir demasiado de ese modelo presentado.”(p.299) Esto puede
sostenerse en la Hipótesis de Input Óptimo planteada por Krashen (1982) en la que da al
docente la responsabilidad de adecuar el Input que reciben los alumnos para que éste sea
comprensible y pueda transformarse en Intake. Este Input Óptimo puede ser sólo brindado por
el docente ya que se basa en adecuar la pronunciación real y/o natural en cuanto a velocidad
de producción y claridad de articulación para que los alumnos puedan identificar los límites
de las palabras y, por lo tanto, comprender el mensaje.
De acuerdo a lo planteado anteriormente, podemos asegurar que la Fonética y la Fonología
están presentes en la meta de producción de habla esperada para un docente de idioma
extranjero. Veamos ahora los aspectos relevantes que influyen en la producción de un modelo
adecuado para la enseñanza del idioma extranjero.
d. Aportes de la pronunciación
d.1. Características fonéticas y fonológicas
Cruttenden (2001) fija como alta prioridad en la enseñanza de la pronunciación la distinción
entre fonemas. Esta distinción es muy importante tanto en su aspecto receptivo como
productivo ya que la modificación de un fonema trae aparejada la modificación del
significado. Esta postura es compartida por Kelly (2000), Underhill (1994) y muchos
fonetistas que analizan las necesidades de aprendizaje de los alumnos de idioma extranjero.
Tan así es, que mucha de la práctica de la enseñanza de la fonética se centra en los pares
mínimos que muestran estas diferencias. Hancock (2003) y Hewings (2004) proporcionan
claros ejemplos de estas prácticas.
Kenworthy (1987), Cruttenden (2001), Underhill (1994) y Kelly (2000) entre otros, coinciden
en dar una alta prioridad a la enseñanza de la entonación para la producción de un mensaje
inteligible. Aseguran, también, que los hablantes nativos son mucho más reticentes a aceptar
errores en la entonación que a tolerarlos en la producción de fonemas erróneos. Explican
O‟Connor y Arnold (1976) que la entonación tiene tres características que la revisten de gran
importancia al momento de interactuar utilizando la lengua extranjera. En primer término, es
significativa. Esto quiere decir que el mismo grupo de palabras pronunciado con diferente
entonación tendrá significados diferentes. En segundo lugar, es sistemática. Podemos
describir los patrones de entonación de uso frecuente y sus reglas de uso. Y, por último, es
característica. Cada idioma tiene sus patrones de entonación y su uso expresa actitudes
significativas propias de cada lengua. Por ello es importante conocer sus reglas de uso.
Asegura Wells (2006) que cuando el interlocutor utiliza un patrón de entonación de su lengua
materna inexistente en la lengua extranjera meta, la comunicación se ve interrumpida. El
hablante nativo no comprende cuál es la intención del hablante no nativo. Pero cuando el
patrón de entonación utilizado existe en ambas lenguas con significados diferentes, se pueden
producir serios malentendidos.
Wells (2006), Roach (2005), Katamba (1989), y Kelly (2000) describen diversas funciones de
la entonación. Por un lado, la función gramatical nos permite establecer los límites de las
expresiones que usamos para comunicarnos a través de la función demarcativa dada por la
tonalidad y da indicios de qué tipo de estructura estamos utilizando (preguntas abiertas o
cerradas, aseveraciones, etc.) por medio del tono, que cumple una función sintáctica. También
el tono utilizado nos permite proporcionar a nuestros receptores una clara idea de nuestra
actitud en la interacción. Esto puede resultar en la aceptación o rechazo de nuestra audiencia.
La función de acentuación cumplida por la tonicidad nos permite resaltar los términos
cargados de contenido y distinguir la información nueva de la ya conocida por los
interlocutores colaborando a cumplimentar una función pragmática. Conjuntamente con la
función discursiva de la entonación, permite a los interlocutores llevar adelante
conversaciones fluidas e inequívocas. La función sicológica de la entonación nos permite
dividir el mensaje en unidades fáciles de percibir y producir. O‟Connor y Arnold (1976)
describen a estas unidades como unidades neurológicas. Por último, Wells (2006) describe la
función indexical por la cual la entonación nos indica “identidad personal o social. La que
hace a las madres sonar como madres, a los amantes sonar como amantes (…) En parte, su
entonación característica” (p.12).
d.2. La voz del docente
La voz del docente de idioma extranjero es particularmente importante en su actividad
profesional. Mario Rinvolucri (1998) asegura que a través de la modificación del volumen de
la voz el docente puede captar la atención de sus alumnos si lo baja lo suficiente como para
que ser escuchados si los alumnos hacen el esfuerzo necesario. Al bajar el tono de voz y
hablar lentamente, el docente ayudara a los alumnos a ingresar a un mundo de fantasía
mientras les relata historias. La variación del tono de voz invita a los alumnos a seguir el hilo
de la narración pues se sienten más involucrados en la misma. Por último, variar la velocidad
de expresión ayuda a hacer el mensaje más comprensible para los alumnos. Sí se debe prestar
atención para que la lentitud de la producción oral no distorsione el discurso.
Las características prosódicas, o suprasegmentales, también coadyuvan a la construcción de
identidad del docente ya que ponen de manifiesto su estado emocional.
d.3. Emoción vs. actitud
En su trabajo Los Efectos Actitudinales de la Prosodia, y Cómo se Relaciona con la Emoción,
Wichmann (2000) establece una comparación entre actitud y emoción. Para ella, “aunque hay
signos prosódicos claros que contribuyen a la impresión de actitud, este significado percibido
por el receptor debe ser tratado como una implicancia o como una inferencia pragmática.” El
contexto influye en la interpretación del mensaje. Su significado variará de acuerdo a los
interlocutores, su relación y la situación en la que se expresa. Por tanto la actitud parece
reflejar una combinación de “sentimiento” (en el eje activo/pasivo) y evaluación (en el eje
positivo/negativo).
Para ser efectivo en su mensaje, el interlocutor hace uso de elementos paralingüísticos que
complementan el mismo. Por ejemplo, una amplia variación en el timbre de la voz se asocia
con fuertes emociones, en tanto que una variación más reducida refleja una mayor distancia
emocional. En ambos casos, positiva o negativa. Por todo esto, Wichmann (2000) establece
una categoría de “entonación expresiva, que representa emociones puras y otra de entonación
actitudinal que deriva de una mezcla de creencias, conocimiento y opinión.” Esta última
describe “cualquier señal de entonación que, junto con información extra-lingüística en la
voz, refleja la conducta del hablante en una situación ya sea determinada por el hablante o
inferida por el receptor, o ambas opciones.” (p.3)
Debe el docente, por lo tanto, cuidar este aspecto de la entonación actitudinal ya que su
agenda interna (es decir, sus creencias y opiniones más íntimas) puede quedar al descubierto
favoreciendo u obstaculizando su relación con los alumnos.
Pero no sólo las creencias del docente están presentes en el contexto áulico. Las creencias de
los alumnos influyen de un modo importante en la interacción.
d.4. Creencias de los alumnos
Aunque, como hemos visto en el punto 2.1. no podemos identificar dos hablantes que tengan
producciones orales exactamente iguales y, más aún, el mismo hablante se expresa de distinto
modo de acuerdo a las circunstancias, existe una creencia que idealiza al “hablante nativo”
como ejemplo de perfección.
Díaz (2002) analiza cómo, a pesar de un conocimiento teórico en contrario, las creencias de
los alumnos idealizan el constructo del hablante nativo como modelo de competencia
comunicativa óptima que debe imitarse.
El origen de la expresión Falacia del hablante nativo tiene su origen en la Conferencia sobre
la Enseñanza del Ingles como Segunda Lengua, llevada a cabo en Makarere, Uganda, en
1961, donde se sostenía que “el docente de inglés ideal era el hablante nativo” ya que son los
hablantes nativos quienes tienen un mejor manejo del lenguaje en forma fluida con corrección
en sus usos y connotaciones. Por ello pueden juzgar la corrección de los modelos de la lengua
(Díaz, 2002).
Podemos tener discrepancias acerca de cuál es el acento que consideramos „ideal‟ para
enseñar. También discutir acerca de esta idealización del hablante nativo. Sin embargo, la
proficiencia en el manejo de la prosodia del discurso del docente sigue formando parte del
habitus de docentes y alumnos dentro del contexto áulico. Los alumnos consideran que el
expresarse como un hablante nativo convierte al docente en un interlocutor legítimo, digno de
ser escuchado. Y el docente, a su vez, siente la necesidad de alcanzar una pronunciación lo
más cercana posible a la de un hablante nativo para ser reconocido como un interlocutor
legítimo por sus alumnos. Como confirmación de esta afirmación me remonto a un estudio
realizado por Denins Girard en 1970 (Harmer.1983 p.5-6) en el cual la pronunciación aparece
dos veces entre los características del docente consideradas relevantes por los alumnos. En 2º
lugar, aparece la enseñanza de una buena pronunciación y en 4º lugar, que el profesor hable
buen inglés. Al hacer una lectura de este estudio, Harmer (1983) ubica en 3º lugar la
necesidad de que el docente brinde un buen modelo de uso del idioma que enseña.
A modo de conclusión
Comencé este trabajo describiendo al aula como una comunidad de habla en la que
interactuaban docentes y alumnos. Para sustentar esta idea, analicé diferentes definiciones de
comunidad de habla para concluir que sí podemos considerar a un aula una comunidad de
habla ya que docente y alumnos tienen como objetivo en común llevar adelante un proceso
educativo y utilizan un código que les es propio.
Para que los miembros de esta comunidad de habla interactúen respetando sus roles, es
necesario que el rol del docente esté claramente manifiesto ya que debe ser naturalmente
aceptado por los alumnos. Al decir de Cummins (1996, en Norton 2000) “el poder es creado
con otros y no impuesto o ejercido sobre otros”.
Aunque ciertamente no es la única variable a tener en cuenta, la proficiencia del docente para
utilizar la lengua extranjera que enseña reviste gran importancia al momento de ser aceptado
por los alumnos como guía del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como hemos visto, las
normas del habitus compartido por estas comunidades de habla indican que el docente de
idioma extranjero debe tener un manejo fluido de la lengua que le permita enseñar a sus
alumnos. En este contexto, la buena pronunciación juega un papel importante. Esto no implica
la obligación de elegir un acento regional determinado, sino tener consistencia en el uso del
acento elegido.
La voz se convierte en una herramienta invalorable para el docente. Con ella puede captar la
atención de sus alumnos y transportarlos a contextos que faciliten su aprendizaje. También las
emociones del docente pueden ser puestas de manifiesto en su hablar, ya sea voluntaria o
involuntariamente y facilitar o impedir una buena interacción en el aula. La entonación
facilitará el juego de poder permitiendo que el docente se aproxime a sus alumnos o
establezca distancia en la interacción.
Por todo lo expuesto, considero que más allá de la elección de acento a enseñar, el objetivo
meta de la enseñanza de la Fonética y Fonología en los institutos superiores de formación
docente debe ser el logro de un nivel de proficiencia superior por parte de los futuros
profesores de lengua extranjera.
Bibliografía
ALTHAUS, H. and HENNE, H. (1971) “Sozialkompetenz und Sozialperformanz. Thesenzur
Sozialkommunikation”, In ZDL, 38.1-15
BIBER, D., S. JOHANSSON, G. LEECH, S. CONRAD and FINEGAN, E. (1999) Longman
Grammar of Spoken and Written English. Harlow. Longman
BLOOMFIELD, L. (1984) Language. Chicago. Chicago Press.
BLUMER, H. (1966), "Sociological Implications of the Thought of George Herbert Mead"
American Journal of Sociology, 71 534-544. In KAPLAN, B. Social Attitudes and the
Physical World [WWW document] URL http.//wizard.ucr.edu/~bkaplan/soc/socpsych.html
Last updated January 03, 1999. [09/06/2002]
BLUMER, H. (1969) “Symbolic Interactionism. Perspective and Method”. Englewood Cliffs,
NJ. Prentice-Hall. In KAPLAN, B. Social Attitudes and the Physical World [WWW
document] URL http.//wizard.ucr.edu/~bkaplan/soc/socpsych.html Last updated January 03,
1999. [09/06/2002]
BOURDIEU, P (1977) The Economics of Linguistic Exchanges. Social Science
Information,16 (6) 645-68 en Norton, B. (2000) Identity and Language Learning. Gender,
Ethnicity and Educational Change. Harlow. Longman.
BROWN, H. (2001) Teaching by Principles. An Interactive Approach to Language Pedagogy.
2nd
edition. New York. Longman.
CORDER, P. (1973) Introducing Applied Linguistics. Middlessex. Penguin.
CRUTTENDEN, A. (2001) Gimson‟s Pronunciation of English. 6th
edition. London. Arnold.
CUMMINS, J (1996) Negotiating identities: Education for empowerment in a diverse society.
Ontario, CA: California Association for Bilingual Education en Norton, B. (2000) Identity
and Language Learning. Gender, Ethnicity and Educational Change. Harlow. Longman.
DÍAZ, A (2002) "The role of the native speaker fallacy in a group of non-native English-
speaking trainee teachers' belief system." No publicado
GARCÍA HOZ, V.; ALCARÁZ, E.; VARÓ, C.; CEULAR FUENTES DE LA ROSA;
NICHOLAS, M.; ECHEVARRÍA ROSALES, C.; CANTERA Y RUIZ DE URBINA, J.;
GONZÁLEZ LASO, M.; MONTES, P.; SANTAMARÍA, C. y PEREZ LLEDÓ, M. (1993)
Tratado de Educación Personalizada. Enseñanza y Aprendizaje de las Lenguas Modernas.
España. Ediciones Rialp, S.A.
HANCOCK, M. (2003) English Pronunciation in Use. Cambridge. C.U.P.
HARMER, J. (1983) The Practice of English Language Teaching. Harlow. Longman.
HEWINGS, M. (2004) Pronunciation Practice Activities. Cambridge. C.U.P.
KATAMBA, F. (1989) An Introduction to Phonology. Harlow. Longman.
JOHNSON, K. (2001) An Introduction to Foreign Language Learning and Teaching. Harlow.
Longman
KELLY, G. (2003) How to Teach Pronunciation. Harlow. Longman.
KRASHEN, S (1982) Principles and Practice in Second Language Acquisition. Oxford.
Pergamon.
LABOV, W. (1970) “The Study of Language in its Social Context”. In Sociolinguistics Great
Britain. Penguin Modern Linguistic Readings.
MALDONADO, M. (2002) Adolescents‟ Web Pages. A pragmalinguistic perspective. No
publicado.
MEAD, G. (1934) “Mind, Self and Society” Chicago. Chicago University Press. In
KAPLAN, B. Social Attitudes and the Physical World [WWW document] URL
http.//wizard.ucr.edu/~bkaplan/soc/socpsych.html Last updated January 03, 1999.
[09/06/2002]
NORTON, B. (2000) Identity and Language Learning. Gender, Ethnicity and Educational
Change. Harlow. Longman.
O‟CONNOR, J. y ARNOLD, G. (1976) Intonation of Colloquial English. 2nd
edition. London.
Longman.
O‟GRADY, W. and DOBROVOLSKY, M. (eds.) (1997) Contemporary Linguistics. An
introduction. 3rd. edition. New York. St Martin‟s Press.
RINVOLUCRI, M (1998) “The Teacher‟s Voice” en English Teaching Professional. Issue 6.
ROACH, P. (2005) English Phonetics and Phonology. Cambridge. C.U.P.
STANFORD D, and ROARK A. (1975) Human interaction in Education. Allyn and Bacon
Inc. Boston.
SWALES, J.(1998) Genre Analysis. English in academic and research settings.
Cambridge.C.U.P..
UNDERHILL, A. (1994) Sound Foundations. Oxford. Heinemann.
WEEDON,C. (1997) Feminist Practice and Poststructulist Theory. 2nd
edition. London.
Blackwell.
WELLS, J (2006) English Intonation. An Introduction. Cambridge. C.U.P.
WICHMAN, A. (2000) The Attitudinal Effects of Prosody, and How they Relate to Emotion.
ITRW on Speech and Emotion. Newcastle.
YULE, G. (1997) Pragmatics. Oxford. O.U.P.