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Los Templarios… la Cruz en América antes deldescubrimien
Los Templarios… la Cruz en América antes del descubrimiento
La historia y el tiempo vieron nacer a una Orden religiosa y militar que llegó a causar gran controversia, aun dentro
de la misma Iglesia Católica a la que pertenecen. Sus objetivos fueron claros y firmes desde el principio: Luchar
contra el materialismo, contra la impiedad y contra la tiranía en el mundo. Defender la santidad del individuo y
afirmar la base espiritual de la existencia humana.
Estos soldados de la Orden son soldados de Dios. Sus convicciones los llevan a andar siempre con Dios y ser
más que simples mortales. Deben conducirse con humildad y ser los más honorables, los más nobles, los más
corteses, los más honestos y los más caballerosos.
“La Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén”, como se la conoce ahora, o de los “Pobres Caballeros De
Cristo”, debe su razón de ser al insigne cistercience Bernardo de Claraval, que remozó la Orden de San Benito
con el Cister y con su brazo armado, los templarios. También Bernardo fue quien impulsó el culto a la Virgen
María en el Cristianismo, y la expresión “Nuestra Señora”, como patrona de la Caballería. La genialidad o
“iniciación” de San Bernardo ha tratado de ser explicada desde ángulos muy diversos, desde que era fruto de una
formación druida hasta que había bebido tres gotas de leche de la propia Virgen Negra, imagen representada por
el pintor Alonso Cano, en el Prado de Madrid.
La orden cisterciense, igualmente conocida como Santa Orden del Císter, es una orden monástica católica
reformada, cuyo origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes en 1098. Ésta
se encuentra donde se originó la antigua Cistercium romana, localidad próxima a Dijon, Francia.
La orden cisterciense desempeñó un papel protagonista en la historia religiosa del siglo XII. Por su organización y
por su autoridad espiritual, se impuso en todo el occidente, incluso en sus márgenes. Su influencia fue
particularmente importante en el este del Elba donde la orden hizo progresar al mismo tiempo al cristianismo, a la
civilización y al desarrollo de las tierras.
Como restauración de la regla benedictina inspirada en la reforma gregoriana, la orden cisterciense promueve el
ascetismo, el rigor litúrgico y trata, con cierta mesura, el trabajo como un elemento cardinal, como lo demuestra
su patrimonio técnico, artístico y arquitectónico. Además de la función social que ocupó hasta la Revolución
francesa, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual y económico, así como en el ámbito
de las artes y de la espiritualidad.
Pero volviendo a la Orden del Temple, los nueve caballeros iniciales, de origen francés se trasladaron a Jerusalén
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en 1118 con la misión de cuidar los caminos para los peregrinos y protegerlos de asaltantes. El Rey Balduino II
poco después les entregó como alojamiento una parte de lo que fuera el Templo de Salomón, de ahí que después
de eso se los conociera como los Caballeros Templarios. Frente al Patriarca cumplieron con los tres votos
monacales: obediencia, pobreza y castidad. Es posible que en forma oculta hayan tratado de encontrar tesoros
sagrados en el Templo en el que se alojaban.
Nueve años después los caballeros continuaban siendo nueve, Bernardo logra que se concite un Concilio en la
ciudad francesa de Troyes, en el que la Orden es reconocida a todas luces por la Iglesia Católica. Se exime a
esta Orden de todo impuesto y de toda otra subordinación. Al único que debían rendirle cuentas era al Papa.
El propio Bernardo elabora sus reglas. Adquieren el manto blanco de la Orden del Cister y unos años después se
les autoriza a exhibir la cruz roja de ocho puntas sobre el lado izquierdo de su manto, que luego los caracterizara.
Transformados en monjes guerreros, a partir de ese instante se involucran de lleno en la guerra contra los
musulmanes tanto en Tierra Santa como en España. Sus campañas militares son heroicas. Siete de sus
veintidós Grandes Maestres murieron en el campo de batalla.
Además su presencia en Medio Oriente les permite ponerse en contacto con otras culturas especialmente la
islámica y la judía, que sin duda incorporan. En España también luchan contra el Islam. El rey de Aragón
pretende, sin conseguirlo, donarle a la Orden todo su reinado.
Paralelamente su crecimiento económico resulta impresionante; generalizan la letra de cambio transformándose
en los grandes banqueros de la Edad Media. A fines del siglo XIII el ingreso económico de la Orden de los
Templarios era superior al de cualquier estado europeo de esos días.
Transformaron la construcción románica en gótica, intervinieron directa e indirectamente en la edificación de
alrededor de 70 catedrales para lo que protegieron a artesanos, armaron su propia flota de mar y posibilitaron la
apertura de todo tipo de rutas al comercio.
Después de la caída de San Juan de Acre en 1291, se retiran a Chipre y de allí, por llamado de Felipe el
Hermoso, su último Gran Maestre, se desplazan con todas las riquezas a París.
En la madrugada del 14 de octubre de 1307, los templarios de Francia son detenidos por orden del mismo Felipe
el Hermoso, quien encuentra en Nogaret el personaje ideal para impulsar una confabulación bastarda y acusarlos
de los crímenes más infames. Los templarios son encarcelados y las mentirosas confesiones son arrancadas
mediante compra o tortura. El objetivo es claro: quedarse con sus bienes. El Papa, Clemente V, un hombre de
carácter débil, tras una mínima resistencia, finalmente cede. Jacques de Molay es quemado el 18 de marzo de
1314. En ese mismo año el Papa disuelve la Orden de los Templarios por disposición personal ante la
imposibilidad de que un Concilio lo respalde.
El lema de la Orden ha sobrevivido hasta la actualidad en el primer versículo del Salmo 115: “Non Nobis Domine,
Non Nobis, Sed Nomine Tuo Da Gloriam” (“No a nosotros Señor, no a nosotros, Sea toda la gloria en Tu
Nombre”).
Los caballeros de la Orden del Temple no sólo recorrieron casi todo el mundo conocido en su época, sino que
también viajaron de manera regular al Nuevo Mundo que muy pocos conocían, mucho tiempo antes que Cristóbal
Colón.
El mar y el Temple
La Orden de los caballeros del Temple necesitó del mar, en primer lugar para llevar contingentes y provisiones
desde Europa hacia Tierra Santa. Utilizó para esto los puertos francos mediterráneos, especialmente Marsella.
Con un concepto de “producto terminado” los bienes producidos en sus miles de Bailías y Encomiendas de
Francia y Europa, tanto de alimentos, armamentos e insumos, lo mismo que sus tropas eran embarcados y
trasladados en sus propios barcos, construidos en sus propios astilleros, con sus propios navegantes y sus
propios marinos. Aunque también contaban con numerosas naves genovesas y venecianas alquiladas.
Sin embargo, cuando convenía, el procedimiento difería y lo producido era vendido en el mercado de embarque y
el dinero obtenido, transportado hacia su teatro de operaciones y allí nuevamente compraban para volver a vender,
agrandando cada vez más su dominio sobre el sistema comercial de la época.
Todo esto resulta perfectamente explicable dado que el centro de operaciones de los Templarios estaba en el
extremo oriental del Mar Mediterráneo.
Pero más raro resulta que hayan establecido un importante puerto sobre el Atlántico, en La Rochelle, que por
entonces era apenas una pequeña villa, no una ciudad. ¿Cuál sería el objetivo? La única explicación plausible es
que se adentraran asiduamente en el mar "tenebroso", como se lo conocía entonces al Océano Atlántico.
La Rochelle fue un puerto de suma importancia para los Templarios ya que desde allí siete grandes rutas se
abrían como un abanico hacia toda Francia. La Orden del Temple nunca procedía de manera precipitada ni
involuntaria. La flota marina de que disponían era muy importante, tan importante que los navieros particulares de
Marsella temiendo que terminaran por monopolizar todo el tráfico con Palestina, los obligaron a limitar
drásticamente sus embarques, otorgándose para sí una parte de los transportes.
Los templarios no sólo apuntaban al control del tráfico comercial con Oriente sino que también viajaban con
regularidad a América, donde explotaban minas de plata.
Una prueba irrefutable de que la Orden del Temple conocía América, está en el tímpano del atrio de la iglesia de
Vézelay, contruida en 1150. Allí se encuentran representados unos indios americanos, a los que se reconoce por
las orejas deformadas por los adminículos que solían colocarse los nobles incas.
De cualquier forma, es bien sabido que cuando Colón llegó a América, los indígenas no se sorprendieron,
conocían la cruz y acogieron bien a los visitantes. Incluso existen historias que cuentan que a la llegada de los
conquistadores, muchos pueblos tenían elementos representativos de la fe católica como rosarios y cruces.
¿Quién se los había dado?
Hacia mediados del siglo XII empezaron a entrar a Francia, por los puertos de Normandía, rollos de madera
provenientes de Brasil.
Por supuesto la situación de las tierras descubiertas era guardada por marinos y comerciantes como el secreto
más riguroso.
Los vikingos estaban establecidos en Sudamérica desde el Siglo XI y sus barcos solían recalar en Normandía,
pero los pescadores de Saint-Maló, de la Rochelle y otros puertos de la Gascuña y también los vascos no tardan
en comenzar a perseguirlos. Con el tiempo Portugal da también asilo a buena parte de la flota vikinga y es así
como se convierte en una importante potencia marítima.
Una misión enviada hacia 1250 por los vikingos a Sudamérica volvió a Escandinavia, donde dejaron imágenes de
llamas y de otros animales americanos. También desembarcaron en Normandía, donde hicieron una copia fiel de
la estatua llamada “El Fraile”, tallada por indios americanos y del friso de la “Puerta del Sol” de Tiahuanaco en la
catedral de Amiens. Asimismo, aún existen en Tiahuanaco (Bolivia) esculturas preincaicas que reproducen
motivos del portón central de la catedral de Amiens, terminada en 1236. Más aún, el edificio principal de
Tiahuanaco, llamado kalasasaya, era una iglesia cristiana, en ese lugar se levanta la estatua original de dos
metros llamada "El Fraile".
En la Alta Edad Media la moneda de plata era muy rara; lo que se acuñaba sobre todo era oro y bronce. En
Oriente la plata tenía más valor que el oro. A fines de la Edad Media, en cambio, la moneda corriente era de plata.
¿Pero… de dónde salió la plata para fabricar las monedas?
En Europa había sólo algunas minas de plata en Alemania, que por entonces no eran explotadas. La mayor parte
de las minas se encuentra en Norteamérica, México y Sudamérica. ¿De dónde había salido la plata para fabricar
la moneda corriente al fin de la Edad Media, antes de Colón?
Entre el Siglo XII y el XIV, no sólo la Orden del Temple se enriqueció sino toda Europa, que entre otras cosas
permitió la edificación de mas de un centenar de catedrales. Fue una inflación de metal, no de papel que no
existía en la época. ¿De dónde procedía la plata si casi no existía en Europa ni en otro lugar del mundo
conocido?
Evidentemente, alguien la traía de algún lugar que mantuvo en total secreto y razonablemente, ese lugar pudo ser
América.
Otro argumento invocado es el sello templario “Secretum Templi”, en el cual se puede ver la figura de la “serpiente
emplumada”, similar a la divinidad Quetzalcoatl de los Mayas. El Quetzal es un ave trepadora americana de
regiones tropicales, con plumaje de vistosos colores.
El gran secreto de los Templarios era precisamente la conexión con Sudamérica, donde habrían construido un
refugio para, en caso de necesidad, encontrar asilo. Se debe tener en cuenta que la “serpiente emplumada” es el
símbolo más importante de la América precolombina. Es la síntesis de los poderes contrarios cielo-tierra.
En un simposio celebrado en Soria sobre el Temple en 1992, el Gran Prior General de la Orden Soberana y Militar
del Temple de Jerusalén de entonces, Don Fernando del Toro Garland afirmó que existían pruebas documentales
de viajes templarios hacia América muy anteriores al descubrimiento de Colón.
Es sabido que Cristóbal Colón consultó los archivos náuticos templarios de Calatrava con el fin de reunir
argumentos para convencer a Isabel la Católica. ¿Y qué cruz tenían las velas de sus tres embarcaciones sino la
templaria? ¿Y qué cruz usaban en las velas los navegantes portugueses, sino la templaria? ¿Acaso esta era una
manera de hacerse reconocer desde lejos a su llegada?
Existen elementos suficientes para suponer que los templarios conocían y viajaban asiduamente a América antes
del descubrimiento. Si se presume con cierta certeza de dónde salían con sus embarcaciones, debían existir por
ende, al menos uno o más puertos de llegada instalados en el Nuevo Continente.
Los hallazgos del Ingeniero Fernando Fluguerto Martí
En marzo de 1999 el Ingeniero Fernando Fluguerto Martí, al frente de su grupo Delphos, culminó una serie de
estudios teóricos y realizó un importante descubrimiento en el Golfo de San Matías, en la Patagonia Argentina:
Un supuesto Fuerte-Puerto Templario, encontrando en las proximidades un bloque de piedra con una cruz griega
en bajorrelieve de aproximadamente 60 centímetros de lado, a la que llamó “Cruz Templaria” y una estatuilla de
alrededor de medio metro, que fue interpretada como “El Árbol de la Vida” y supone que ambos elementos son
restos del pasado templario de la región. Posteriormente se encontraron otros grabados en sobrerrelieve con el
mismo tipo de cruz y otras imágenes en piedra en los que no falta la representación de la serpiente.
El Perlesvaus, también llamado Li Hauz Livres du Graal (El alto libro del Grial), es un antiguo romance artúrico
escrito a principios del siglo XIII en el norte de Francia. Ha sido definido como el relato artúrico menos canónico
por sus diferencias con otras versiones. Aún existen tres manuscritos, dos fragmentos y dos ejemplares del siglo
XVI. En este relato puede leerse lo siguiente:
“La nave ha corrido tanto noche y día, tal y como a Dios le plujo, que llegaron a un castillo en una ínsula del mar.
Preguntó a su marinero si sabía que castillo era aquel.
- En verdad, no lo sé señor, pues hemos corrido tanto que no
conozco ni el mar ni las estrellas”…
Para un marino que había partido del hemisferio norte, esto supone haber recorrido al menos unos 90 grados
hacia el hemisferio sur.
“Se acercaron al castillo y oyeron sonar muy dulcemente cuatro trompetas arriba en las murallas y los que las
tocaban iban vestidos de blanco”...
Recordemos que los Templarios utilizaban como vestimenta el manto blanco de la Orden del Cister.
“En cuanto la nave tomó puerto debajo del castillo y el mar se retiró
de modo que la nave se quedó en tierra seca”...
Las tremendas mareas de la Patagonia resultan, al decir del Ingeniero Fernando Fluguerto Martí, la subsiguiente
pista. Luego de investigar la tabla de mareas, dice haber encontrado las más pronunciadas a la altura del Golfo de
San Matías en la Provincia de Río Negro. Luego de varias averiguaciones logró localizar una elevación de unos
150 m sobre la costa, próxima a San Antonio Oeste, a la que los antiguos pobladores llamaban significativamente
“El Fuerte”.
Ningún viejo mapa español especifica el lugar pero sí una carta geográfica de 1865 realizada por el francés Juan
Antonio Víctor Martín de Moussy, contratado por el gobierno de Urquiza. En esta carta se designa al lugar con el
nombre de “Ancien Fort abandoné” (Viejo Fuerte abandonado). Otros nueve planos ingleses y franceses dan
cuenta de la fortificación. El ingeniero Fernando Fluguerto Martí llegó por primera vez a la zona en diciembre de
1997.
Los hallazgos y las coincidencias con ciertos pasajes de la obra “El alto libro del Grial” podrían efectivamente
corresponder a fuertes indicios de la presencia templaria en Argentina con el agregado de que los lugares en los
que se asentarían habrían sido especialmente elegidos.
Los Templarios y las zonas mágicas
Juan García Atienza es un investigador y escritor sobre la historia de España, más precisamente sobre la Orden
de los Templarios en tierras españolas y de las zonas “mágicas” españolas pre y postcristianas.
Según este escritor, las encomiendas templarias en Occidente fueron de dos tipos: unas dedicadas al cultivo y
cría de ganado y otras situadas en lugares más apartados y aparentemente inhóspitos pero ligadas a la “fuerza”
ancestral del lugar; éstos últimos fueron centros iniciáticos templarios en los que pusieron en práctica un tipo de
convivencia social nuevo para la época, dignificando y liberalizando a los hombres con su trabajo, en vista a un
proyecto futuro de gobierno universal que nunca lograron realizar.
Más siempre, sus lugares de asentamiento no se debieron a casualidad, conveniencia económica, comercial o
cualquier otra sino que fueron debidos a una deliberada búsqueda de puntos clave en los que persistía el recuerdo
- y en muchos casos la presencia escondida- de cultos ancestrales... Los cultos ancestrales se hallaban
presentes incluso en fenómenos naturales divinizados por creencias populares. Hay montes sagrados, cuevas
mágicas y fuentes milagrosas.
Los Caballeros de la Orden del Temple tenían una particular predilección por los lugares sagrados. Por lo tanto es
de presumir que, en el caso de que hubieran realmente llegado a Argentina y desearan asentarse, buscaran
lugares “mágicos” o de fuerza telúrica sagrada para hacerlo, siguiendo su costumbre tradicional.
La zona del Uritorco
Si hay una zona en Argentina con historia “mágica”, esa es la zona del Uritorco, no sólo por el publicitado
avistamiento de ovnis, sino también por la aparición de simples luces inexplicables en toda la zona, por las
cavernas sagradas de la historia de los Comechingones y otras culturas que los precedieron desde 8.000 años
a.C. con sus cuentos y leyendas.
Debe agregarse el hallazgo realizado por el paisano Orfelio Ulises en 1934 del “Bastón de Mando” o “Simihuinqui,
La Lanza que Habla”, una pieza única de basalto negro, cuyo origen - se ha comprobado - data del paleolítico
inferior. El hallazgo no tan circunstancial como se podría suponer, se produjo en La Toma, base del Uritorco y en
1948 (tres años antes de morir Orfelio Ulises) la pieza fue transferida al antropólogo e historiador Guillermo Alfredo
Terrera. De difícil explicación, el Bastón de Mando, se ha asociado a la leyenda mitológica del dios Vultán o
Wotán, dios de la guerra germano. En 1948, su tenencia fue pedida por el entonces presidente Perón, pero la
solicitud fue denegada por el grupo Hermético que lo tenía en su poder.
Hay por otra parte abundancia de lugares sagrados, algunos de ellos de origen maldito, como la “Cueva
Salamanca”. Según la costumbre popular, ningún paisano osará ingresar en ella, pues es conocimiento común de
que allí “mora el diablo”.
El interés en la zona ha quedado demostrado también por la historia de expediciones extranjeras. De una caverna
de Intihuasi en Tulumba, provincia de Córdoba, el inglés Gordon Gardner, arrancó un sol tallado en piedra de 1,60
m de diámetro y 3.700 Kg de peso que se exhibió en el Museo Británico hasta que en 1982 fuera retirado debido
a la guerra de Malvinas. Luego se volvió a poner en exhibición permanente en el Museo de la Mente Humana de
Londres.
Hubo además expediciones nazis en los años 30, (contemporáneas de otras en el Tibet y la baja Francia sobre
los Pirineos). No hay duda de que el nazismo fue un movimiento esotérico abocado a la búsqueda del poder.
El historiador cordobés Guillermo Alfredo Terrera no cesó de repetir, en sus numerosos libros, que Parsifal y los
templarios habían llegado hasta esa zona, y más aún que el propio Parsifal se encontraba sepultado a los pies
del cerro Uritorco.
Los Comechingones
El norte de la provincia de Córdoba fue habitado por indígenas desde hace aproximadamente 10.000 años. Los
comechingones fueron los últimos habitantes de la región noroeste entre los años 500 hasta la llegada de los
españoles, a los que inicialmente recibieron de buena manera. Unos 90 años después prácticamente habían
desaparecido, pues se negaron a ser sojuzgados como esclavos y a someter su libertad. Luego de algunas
batallas desparejas, ya que los españoles tenían caballos, corazas y armas de fuego, finalmente unos 300 indios
se inmolaron arrojándose desde la altura del cerro Colchaquí. Curiosamente un grupo de judíos habían hecho lo
mismo en Masada, junto al Mar Muerto, en el año 73 para no entregarse a la décima Legión Romana.
Un relato anónimo, posiblemente de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de la ciudad de Córdoba, habla de que la
nación comechingón estaba integrada por unos 30.000 habitantes, distribuidos en unos 600 pueblos. Una
característica que le llamó la atención al colonizador es que a diferencia de otras tribus estaban vestidos con lana
o cuero, que no se embriagaban y que eran labradores. Pero más aún le llamó la atención la variedad de adornos,
utensilios y herramientas que usaban, fabricados en oro y plata.
Los primeros cronistas que los vieron hablaron de hombres barbudos como los españoles; “eran altos, barbados y
de ojos claros”, características únicas en los indígenas americanos y que serían explicables solamente mediante
su cruza con personas de esas características venidas de Europa.
Otro hecho que sorprendió a los colonizadores fue la enorme extensión de sus cultivos con riego artificial y la
conservación del cereal en silos subterráneos.
El 21 de abril de 2000, junto a un antiguo cementerio indígena que constituía un anfiteatro natural descubrieron
pinturas rupestres en cuevas que probablemente fueron utilizadas para ritos sagrados. En las mismas, se hallaron
pinturas de círculos concéntricos, ya conocidos en otras culturas, signos inequívocamente rúnicos, un sol de 20
rayos, la cruz esvástica originaria y tal vez lo más importante: una cruz de tres travesaños, uno de ellos inclinado.
Este tipo de cruz es conocido como “cruz papal”.
La cruz pintada en la cueva mide unos 28 cm. de alto por 22 cm. de ancho y apunta con exactitud al norte. Fue
dibujada en el único trozo de pared que da al norte, tan precisamente que se podría calibrar una brújula con ella.
En cualquier otra parte de la cueva donde la hubieran pintado no miraría exactamente al norte. Entonces, se
puede pensar que es del norte de donde vinieron los templarios y que así lo recordaban. Los comechingones
pintaron los símbolos en recuerdo a los templarios, con quienes, sin duda, habían establecido una excelente
relación.
Existen otras cruces similares esparcidas en diversos lugares de la región. Todas las imágenes se han hecho con
tintura negra sobre piedra caliza colorada.
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El alfabeto templario
La cruz esvástica es un signo antiquísimo que data de hace más de 4.000 años y fue muy difundido en el mundo
incluyendo la América precolombina. Tiene múltiples interpretaciones, destacándose la de “signo del polo”, y en la
Edad Media, símbolo del movimiento y fuerza solar.
Los signos rúnicos pertenecen a la escritura de los primitivos pueblos escandinavos, siendo luego transmitidos
por los celtas. En las piedras de las construcciones templarias existen signos, aun no descifrados, muy
semejantes a las runas. Otros o los mismos signos quedaron grabados en las paredes de las prisiones en las
que fueron recluidos por largos años los caballeros templarios esperando vanamente un correcto juicio.
La cruz de tres travesaños es un símbolo de jerarquía eclesiástica que corresponde a la tiara papal, al sombrero
cardenalicio y a la mitra episcopal. A partir del siglo XV sólo el papa tuvo derecho a esa cruz. La cruz de dos
travesaños corresponde al cardenal y al arzobispo y la cruz simple al obispo. Es conocida también como “Cruz
Patriarcal” denominada así por ser la que lucían los patriarcas de Jerusalén, en la época del Reino Latino, una
reliquia templaria que contenía el “lignum Cristo”, es decir, un fragmento de la verdadera cruz en la que Jesús fue
crucificado y que los caravaqueños han hecho suya, dándola a conocer como la “Cruz de Caravaca”.
El hallazgo de la Cruz Patriarcal, pintada por los comechingones es un fuerte indicio de que La Orden del Temple
estuvo en esta zona bastante antes que Colón descubriera América. ¿Es posible que los indígenas conocieran
esa Cruz si no se la hubieran mostrado los templarios?
Esa cruz quedó restringida solamente al Papa en el Siglo XV, vale decir el siglo del descubrimiento de América.
Los colonizadores llegaron a esas tierras alrededor de 1550. Entonces, muy difícilmente pudo ser “enseñada” por
ellos a los indios.
Hipótesis general sobre el Temple en Argentina
Tal vez en los siglos XIII o XIV, Los Caballeros de la Orden del Temple llegaron a América del Sur, posiblemente
portando algo que deseaban ocultar o resguardar. Inicialmente, en el Golfo de San Matías, construyeron un
Fuerte, que al mismo tiempo le sirvió de Puerto, y luego, de acuerdo a su tradición, buscaron un “lugar sagrado”
para asentarse, lo que encontraron en la zona del Uritorco, recorriendo para llegar hasta allá unos 1.400 Km hacia
el norte. Debieron atravesar en el trayecto, territorios habitados por puelches, tehuelches, pampas y araucanos.
En la zona del Uritorco tomaron contacto con los indios comechingones, con los que establecieron una buena
relación, logrando descendencia mixta, lo que cambiaría los caracteres de ese pueblo dos o tres siglos después,
según la impresión causada en los colonizadores españoles, que encontraron en ellos a indios barbados, altos y
de ojos claros.
Durante mucho tiempo los rastros de la “Orden religiosa y militar de los Pobres Caballeros de Cristo”, “Caballeros
Templarios” o “Caballeros de la Orden del Temple” han quedado ocultos, no se han interpretado o han sido
destruidos por el paso del tiempo o… deliberadamente.
De confirmarse la presencia precolombina de los templarios en Argentina, se trastocarían bases muy firmes
dadas por ciertas por la Historia Oficial conocida.
El contenido del post es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.
Fuentes de Información
templarios historia heroismo valentia
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1 comentario
@laucsap2 hace 1 año
Buen post, bien informado.
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