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Libro Blanco del Agua en España 2. EL MARCO FÍSICO, SOCIOECONÓMICO E INSTITUCIONAL DE REFERENCIA

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Libro Blanco del Agua en España

2. EL MARCO FÍSICO, SOCIOECONÓMICOE INSTITUCIONALDE REFERENCIA

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Como se apuntó en el capítulo previo, en esta segundaparte se procederá a describir someramente el contex-to global -en sus tres vertientes fisiográfica, socioeco-nómica e institucional-, sobre el que operan las cues-tiones del agua. Esta descripción ofrece los marcosde referencia básicos en los que se inscriben lassituaciones y problemas relacionados con los recur-sos hídricos, y permite comprender sus condicionan-tes de fondo.

2.1. INTRODUCCIÓN

Tal y como se ha indicado, parece conveniente que,con carácter previo a la descripción de la situaciónactual en materia de aguas, se ofrezca, de forma intro-ductoria, una somera referencia al marco o contextoglobal en el que opera la disponibilidad y utilizaciónde este recurso. Es cierto que la frontera entre elmarco del problema y el propio problema es, cuandomenos, borrosa y con algún grado de artificiosidad.No obstante, y a efectos expositivos, parece oportunoconsiderar que hay unos datos externos, que vienendados o condicionados por mecanismos básicamenteexógenos a los problemas hídricos, y que deben, paraadquirir la necesaria perspectiva, ser conocidos desdeel comienzo. Desde luego atribuir tal carácter de exó-geno no pasa de ser una convención en buena parte delos casos, pero resulta conveniente desde el punto devista de la sistemática y la claridad expositiva.

Sucede así con las peculiaridades que podríamosdenominar fisiográficas (climáticas, geológicas, eda-fológicas, hidrográficas y bióticas), que constituyenun sustrato de fondo de crucial importancia pues a élse vinculan los problemas de irregularidad espacial delas variables climáticas, regímenes de escorrentías,formaciones acuíferas, riqueza biológica, calidadnatural de las aguas, etc. Las implicaciones de estascuestiones van, como se verá, mas allá de la meraexplicación de las irregularidades hídricas, y apuntandirectamente al fundamental problema de la ordena-ción del territorio y el desarrollo regional, condiciona-do, al menos inicialmente, por estas circunstancias.

Por otra parte, existe en cada momento una coyunturasocioeconómica que, operando sobre el medio físicodescrito, e impregnada por este medio, condiciona a suvez la situación actual y previsible de los problemashídricos. Por tanto, y aún de forma somera, ha de sertambién conocida con carácter previo. Así, no cabeduda alguna de que la situación de la población enEspaña y sus tendencias previsibles, las implicacionesdel turismo, las tendencias territoriales agrícolas eindustriales, o el contexto europeo e internacional,conforman situaciones de hecho que pueden determi-nar de forma sustancial los problemas y soluciones a

las cuestiones del agua. Se trata, en este caso, de uncondicionante que a su vez se puede ver condicionado,remitiéndonos así al problema teórico básico de la via-bilidad de modelos de ordenación global y del alcancedel propio concepto de planificación, al que tendre-mos, como es lógico, ocasión de referirnos in extenso.

Por último, es necesario aludir, siquiera brevemente, almarco institucional y organizativo de la gestiónhidráulica. Aunque esta ordenación expositiva puedaparecer heterodoxa, es nuestro sentimiento que unabreve referencia previa al marco institucional de laadministración del agua en España permite compren-der mejor lo que está sucediendo con su disponibili-dad, su uso, su demanda y su aprovechamiento. Másaún, tal situación institucional y administrativa resul-ta, como habrá ocasión de comprobar, de una impor-tancia crítica (desde luego mayor que la de otros con-dicionantes tradicionalmente considerados como cla-ves) en la configuración del problema del agua enEspaña.

Nótese que todo lo antedicho no supone sino ordenarla exposición que nos ocupa -la cuestión de las aguas-formulando inicialmente los distintos marcos dereferencia en una aproximación que podría calificarsecomo geográfica: descripción y explicación de los pai-sajes terrestres, es decir, de los aspectos fisionómicosde la superficie terrestre resultantes de las combina-ciones de factores físicos (clima, geología, biología,etc.) y humanos (población, turismo, agricultura,industria, etc.) que actúan sobre los paisajes y, diná-micamente, los configuran. Es tras esta somera des-cripción geográfica, orientada a la mejor comprensiónde las cuestiones del agua, cuando se adquiere la nece-saria perspectiva para abordar con fundamentosiguientes niveles de complejidad y especificidad delproblema.

2.2. MARCO FÍSICO Y BIÓTICO

Bajo este concepto se pasará revista a los principalesrasgos climáticos, geológicos, edafológicos, de usodel suelo, hidrográficos y bióticos que configuran yenmarcan la situación hídrica española.

2.2.1. Climatología

La Península Ibérica, dada su situación entre dos gran-des masas marinas (Atlántico y Mediterráneo) y doscontinentales (Europa y África), presenta un climacuyo rasgo básico definitorio es la diversidad.

La zona norte, que incluye Galicia, CordilleraCantábrica y Pirineos, se caracteriza por un clima tem-plado, con borrascas de origen atlántico que actúan

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prácticamente a lo largo de todo el año dando lugar auna alta humedad relativa y unas temperaturas suaves,templadas en invierno y frescas en verano.

En la costa mediterránea y parte de la Andalucía inte-rior (básicamente la cuenca del Guadalquivir), elclima es templado, de veranos secos e inviernos sua-ves. En el resto de la Península, el clima predominan-te se caracteriza por veranos secos e inviernos fríos,rasgos que reflejan su carácter continental. En esteárea son característicos los anticiclones invernales,situación que origina inversiones térmicas (inversio-nes del normal decrecimiento de las temperaturas conel aumento de la altitud).

En Canarias (especialmente en las islas orientales,pues en las occidentales inciden más las masas de aireatlánticas), y la franja costera de Murcia y Almería, elclima es seco, con precipitaciones muy escasas,inviernos muy suaves y veranos muy cálidos.

La distribución espacial de la temperatura media anualestá estrechamente ligada a la orografía, que describi-remos someramente en el próximo epígrafe. Los míni-mos inferiores a 8ºC están localizados en los sistemasmontañosos de la mitad norte peninsular, mientras laszonas más cálidas, delimitadas por la isoterma de 18ºC,se localizan en el valle del Guadalquivir, la costa Sur ySureste, así como el Levante. La figura 1, incluida úni-camente a efectos visuales, muestra la distribución

espacial de las temperaturas medias, superpuestas a unsombreado analítico del relieve, lo que permite apre-ciar cualitativamente la indicada relación.

De forma análoga a la temperatura media anual, laprecipitación media anual se encuentra tambiénfuertemente influida por la orografía. Las precipita-ciones aumentan con la altitud y son más importantesen la ladera de los sistemas montañosos situadas a bar-lovento de los frentes húmedos que en las situadas asotavento.En su distribución espacial destaca un fuerte gradientelatitudinal positivo -es decir, la precipitación disminu-ye de Norte a Sur- y una fuerte asimetría longitudinalque da lugar a que las precipitaciones en la vertienteatlántica sean superiores a las de la mediterránea. Aefectos de percibir visualmente este comportamiento, ysin perjuicio de su descripción detallada, que se ofre-cerá en el próximo capítulo al referirnos a los recursoshídricos, la figura 2 muestra, como la anterior de tem-peraturas, la distribución espacial de las precipitacio-nes medias, superpuestas a un sombreado analítico delrelieve, lo que permite, como se apuntó, apreciar cua-litativamente su interrelación.

En cuanto a la distribución temporal de la precipi-tación, se puede delimitar una primera zona de fuerteinfluencia atlántica y que, junto con las cuencascorrespondientes a dicha vertiente (con las excepcio-nes de la zona central del Duero y cuencas altas del

Figura 1. Mapa dedistribución espacialde las temperaturasmedias, superpuestas al relieve

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Tajo y Guadiana), incluiría la cuenca alta del Ebro, elPirineo vasco-navarro y la cuenca Sur hasta el cabo deGata. En esta zona, la época más lluviosa se observaentre finales de otoño y principios de invierno, con unmínimo relativo al final del invierno y un máximorelativo en los meses de abril-mayo.

Una segunda zona comprende la vertiente mediterrá-nea, desde el Cabo de Gata hasta la frontera conFrancia. En ella, se observa un máximo absoluto per-fectamente diferenciado en otoño (septiembre-octu-bre), y un máximo secundario, en la mitad septentrio-nal, en primavera.

El resto de la península se caracteriza, fundamentalmen-te, por su continentalidad y en ella destaca un máximoen primavera y otro menor al comienzo de la estacióninvernal, y un mínimo en invierno en enero-febrero.

En las islas Canarias, la distribución es monomodal deforma clara: máximo invernal en diciembre y un míni-mo en verano.

Según el índice de humedad, definido (UNESCO, 1979)como el cociente entre la precipitación y la evapotrans-piración potencial anual según Penman (que veremos endetalle al analizar los recursos hídricos), en España exis-ten regiones áridas, semiáridas, subhúmedas y húmedas,tal y como se muestra en la figura adjunta. Las áridasocupan una extensión reducida y se localizan en parte delas islas Canarias y en el área del desierto de Tabernas

(Almería). Las zonas semiáridas afectan principalmentea la Depresión del Ebro, Almería, Murcia, sur de lacuenca del Júcar, cabecera del Guadiana y parte deCanarias. Las zonas subhúmedas se sitúan básicamenteen la cuenca del Duero, sur de las Cuencas Internas deCataluña, Baleares, Guadalquivir y a lo largo de las cor-dilleras de menor altitud. Finalmente, la zona húmedaafecta al resto del país (fig. 3).

En síntesis, y como se anticipó, España presenta unasingular diversidad climática que, proyectada sobre sutambién diversa geología, dará lugar, como veremos, auna gran multiplicidad de ambientes hidrológicos.

2.2.2. Geología

Si ya desde la antigüedad, al conocer los primerosesbozos de su contorno, llamó la atención el caráctercerrado, macizo y peninsular de Iberia (la piel tendidade Estrabón, la piel de toro según la emblemáticavisión hispana), no dejan de llamar también la aten-ción otros rasgos singulares que conforman el solarhispánico.

El primero y, quizás, fundamental, es el núcleo centralde la meseta, tierras llanas que con una altitud mediade 600 m sobre el nivel del mar ocupan cerca de lamitad del área peninsular, vertebrada en su eje por laCordillera Central, granítica-pizarreña. La submesetameridional, algo menos elevada que la septentrional,

Figura 2. Mapa dedistribución espacialde las precipitacionesmedias, superpuestas al relieve

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pierde monotonía en las discontinuas y grises alinea-ciones pizarro-cuarcíticas de los Montes de Toledo,cuyas modestas elevaciones distribuyen las aguashacia los grandes colectores de la submeseta: el Tajo yel Guadiana. La construcción mesetaria hay que bus-carla en la paradójica existencia de sendas depresionesdel basamento hercínico que fueron rellenadas porcentenares de metros de sedimentos procedentes de lascordilleras adyacentes; sedimentos margo-arcillosos ytambién yesíferos que acusan su endorreismo, caracte-rística común a muchas cuencas sedimentarias conti-nentales.

Otro gran rasgo del conjunto mesetario es su amura-llamiento. Las cordilleras Cantábrica e Ibérica lo cie-rran por el Norte y el Este, haciéndolo por el SurSierra Morena, mientras que a occidente queda untanto abierto hacia el Atlántico con marcado umbral asu pie. Esa configuración de aislamiento condicionasu clima continental, ya mencionado, y, en consecuen-cia, sus regímenes hidrográficos.

Las dos depresiones triangulares que se adhieren alnúcleo amurallado, Ebro y Guadalquivir, con sus cerra-mientos externos de los Pirineos-Macizo CosteroCatalán, y Cordillera Bética, conforman lo esencial de lageografía hispánica. Dos profundas depresiones rellenasde material terciario que ofrecen escasa resistencia a losagentes erosivos, y dos importantes sistemas montaño-sos que alcanzan las mayores elevaciones peninsulares y

son las dos genuinas cordilleras alpinas peninsularesconsecuencia de la orogenia del mismo nombre.

Estas dos cordilleras de estilo alpino, Bética yPirenáica, junto a las Cantábrica e Ibérica, tambiénencumbradas por la misma orogenia, son edificiosconstruidos en su mayor parte con materiales calcáre-os, edificios que enlazados dibujan la clásica Z inver-tida de la España caliza. Estas cuatro estructuras, bási-camente permeables, son drenadas por abundantes ycaudalosos manantiales que proporcionan un impor-tante flujo base a los cauces colectores a los que vier-ten. Por el contrario, el zócalo silíceo que conformanel Sistema Central, Macizo Galaico, Sierra Morena yterritorio extremeño, de materiales hercínicos y muypoco permeables, presentan respuestas de escorrentíamuy rápida y flujos base más moderados y continuos.

La figura 4 muestra las distintas litologías observadas,según el mapa digital de suelos a escala 1:1.000.000de EUROSTAT, el cual no incluye el territorio insularcanario.

Al concluir los avatares orogénicos que erigieron orejuvenecieron, con resultado dispar, los sistemasmontañosos, el conjunto meseteño no permanece pasi-vo, sino que con el final del Mioceno bascula en unapieza a occidente, lo que imprime una fuerte asimetríaa la red fluvial peninsular al orientar con tal rumbo alos grandes cauces peninsulares, si se exceptúa elEbro. El declive meseteño hacia el Atlántico, con el

Figura 3. Mapa declasificación climáticasegún el índice dehumedad de laUNESCO

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Figura 4. Mapa delitologías

Figura 5. Mapa derelieves. Modelo digitaldel terreno

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concurso de las cordilleras periféricas, determinan lacortedad y torrencialidad de los demás cauces quedesembocan al Mediterráneo y Cantábrico.

Las estrechas llanuras costeras mediterráneas -de lascantábricas casi no puede hablarse- completan el esce-nario del solar hispánico, monótono en sus contornospero variado en su contenido, y enriquecido aún máscon los territorios insulares mediterráneo y atlántico.El primero, balear, no es más que prolongación noro-riental del Sistema Bético en cuanto a su naturaleza; elsegundo, canario, singular por su génesis volcánica, yambos caracterizados por la práctica ausencia de cau-dales fluviales permanentes, tal y como se precisarámás adelante, al referirnos a la hidrografía.

La figura 5 muestra un modelo digital de las elevacionesdel terreno (reelaborado a resolución de 1x1 km a partirde un modelo básico de 80x80 m), junto con los contor-nos de las principales divisorias fluviales, y permiteapreciar los rasgos orográficos descritos.

En síntesis, y abundando en lo ya dicho, multiplicidadgeológica, variedad de materiales, complejidad estruc-tural y, en definitiva, el repetido rasgo de una profun-da diversidad y heterogeneidad.

2.2.3. Edafología

La misma variedad de estructuras y materiales quecaracteriza la geología contribuye en primer término aque el rasgo principal de los suelos hispánicos seatambién la diversidad.

El espesor de suelo en que se desarrollan las raíces delas plantas, como estructura situada entre la litosfera yla biosfera, y en cierta forma perteneciente a ambas, esel resultado de los efectos del clima sobre la superficiedel terreno, bajo la influencia de la orografía y de laacción de los seres vivos. Su papel en el ciclo hidroló-gico es básico al actuar como distribuidor de las preci-pitaciones entre escorrentía e infiltración. Si, como semostró en epígrafes anteriores, el material de partida ylos factores que determinan su evolución se caracteri-zan por su variedad, el resultado no puede ser otro quela gran diversidad de suelos que muestra el territorionacional. Esta diversidad se manifiesta repasando losaspectos más relevantes de los suelos hispanos con elapoyo de la categoría de mayor rango, los Órdenes,establecida por la Soil Taxonomy, la clasificación deuso mundial propuesta por el Soil Survey Staff deEstados Unidos (USDA [1960]; USDA [1967]).

Así, atendiendo al grado de evolución de los suelos,están representados desde los muy jóvenes (entisoles) ylos poco desarrollados (inceptisoles), hasta los que hanalcanzado las últimas etapas de meteorización y evolu-

ción (ultisoles); en cuanto a textura, desde los arenalesde origen eólico, en algunos entisoles, hasta las arcillasexpansivas de los bujeos andaluces (vertisoles); con res-pecto a la reacción del suelo (pH), están representadoslos de riqueza en bases alta (mollisoles), los de alta amedia (alfisoles) y los ácidos (spodosoles). Hay, ade-más, suelos en los que abunda el yeso (gypsiorthids) ysalinos (salorthids), ambos del orden aridisoles; e inclu-so, en las islas Canarias, suelos oscuros desarrollados apartir de materiales volcánicos (andisoles).

Por lo que se refiere a los regímenes térmico y dehumedad, que son las dos características de diagnósti-co fundamentales empleadas en la Soil Taxonomy, suvariedad es asimismo el rasgo más expresivo. Así, porlo que respecta al régimen térmico se da desde el cryi-co, en el que la temperatura media anual del suelo a 50cm de profundidad se halla entre 0 y 8º C, hasta el tér-mico, en el que esta temperatura se halla entre 15 y 22ºC. En relación con las condiciones de humedad delsuelo, están asimismo representados desde los histo-soles de algunas lagunas, hasta los aridisoles con acu-sado déficit hídrico.

Es significativo comprobar que en los párrafos anterio-res se han incluido referencias a diez del total de onceórdenes en que, de acuerdo con la Soil Taxonomy, pue-den clasificarse los suelos de la Tierra. Es pues aplica-ble, también en relación con la edafología, la idea dealgunos geógrafos de que el territorio nacional es comoun continente en miniatura. De los diez órdenes men-cionados los que se presentan con mayor extensión sonlos inceptisoles, entisoles, aridisoles y alfisoles, tal ycomo se muestra en la figura adjunta. La diversidad es,de nuevo, la característica dominante.

La figura 6 muestra un mapa con los principales tiposde suelo, adaptados del Atlas Nacional de España deEdafología, del Instituto Geográfico Nacional(MOPT, 1992a).

2.2.4. Usos del suelo

Como se observa en la figura 7 de usos de suelo, de ela-boración propia a partir de las hojas 1:100.000 CORI-NE LAND COVER en formato digital suministradaspor el Centro Nacional de Información Geográfica(CNIG), del Instituto Geográfico Nacional, un granporcentaje de la superficie española, del orden del 50%,está cubierta por terrenos agrícolas.

El uso dominante corresponde a tierras de labor queincluyen cereales, legumbres, tubérculos y tierras enbarbecho. Otro grupo lo constituyen los cultivos per-manentes, en los que se engloban los frutales, olivos yviñedos. Un último grupo corresponde a los sistemasagrícolas heterogéneos, donde coexisten cultivosanuales y permanentes.

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Figura 6. Mapa detipos básicos de suelo

Figura 7. Mapa de usosdel suelo

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Las tierras de labor se localizan principalmente en lasdos grandes depresiones del Ebro y Guadalquivir y enlas superficies llanas de ambas mesetas, ocupando un26% del territorio. Los sistemas agrícolas heterogéneosse distribuyen por todo el territorio en pequeñas man-chas y ocupan un 18%, mientras que los cultivos perma-nentes (6% del total) se encuentran principalmente en elsur peninsular, costa mediterránea y cuenca del Ebro.

La vegetación arbustiva o herbácea ocupa un 27% dela superficie del país. Está compuesta por pastizalesnaturales de baja productividad y matorrales, convegetación baja y cerrada.

Los bosques, transformados a lo largo de los tiemposen terrenos agrícolas, cubren en la actualidad un 17%del territorio. Esta cuantía, pese a su moderada mag-nitud, es desde luego muy significativa, y muestra laexistencia de un importante patrimonio natural que,pese a su merma histórica, continúa siendo de granextensión e importancia.

Las áreas de praderas ocupan solo un 1% del país. Selocalizan, fundamentalmente, en el norte peninsular yen zonas de montaña repartidas por todo el territorio.Su destino final es, en muchos casos, la producción deforraje para ganado.

Un área muy pequeña, que no llega a representar el1% del territorio, está cubierta por zonas húmedas ysuperficies de agua, que incluyen humedales, zonaspantanosas, embalses, marismas, turberas y salinas.

Por último, se distinguen aquellas zonas (un 4% deltotal) en las que la vegetación apenas cubre su superfi-cie, bien porque son áreas de roca, tundra, tierras baldí-as, playas, áreas quemadas… o bien porque son super-ficies artificiales como áreas urbanas, redes viarias, etc.

Desde el punto de vista forestal, el mapa de la figura8, de elaboración propia a partir de la informacióngenerada por ICONA en el Inventario ForestalNacional, muestra los distintos usos del suelo. En él sedistinguen las siguientes categorías: forestal arbolado(superficie forestal de más de un 20% de fracción decabida cubierta por la proyección de las copas de losárboles, forestal arbolado ralo (superficie forestal confracción de cabida cubierta entre 5 y 20%), forestaldesarbolado (fracción de cabida cubierta menor del5%), cultivo e improductivo.

España, a vista de pájaro, es, en definitiva, un paísrural, con muy poca presencia urbana, que al presen-tar, además, un relieve muy accidentado, conforma unpaisaje áspero y duro, dominado por las aristas y lostonos ocres.

2.2.5. Hidrografía

Al igual que la orografía peninsular se caracteriza porpresentar sus principales cordilleras una dirección queva siguiendo los paralelos, los mayores ríos españolestambién discurren en esa dirección, como se apreciaen el mapa de relieve y ríos principales (fig 9).

Figura 8. Mapa de usosforestales

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