1º parcial corrientes historiográficas

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  • 7/27/2019 1 Parcial Corrientes Historiogrficas

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    1 Parcial Corrientes Historiogrficas.

    En todos los casos instalen las obras analizadas, los autores y las tradiciones historiogrficas e intelectuales a

    las que pertenecen sus respectivos contextos.

    1) Tomando como referencia el texto de F. Wasserman, describa algunas de las interpretaciones que

    sobre la revolucin sostuvieron el rosismo y la Generacin del 37.

    2) En qu se diferencian, segn T. Halperin Donghi y N. Botana las versiones de la Historia Nacional

    de B. Mitre y V.F. Lpez? Tomen ejemplos de las fuentes para confirmar o discutir esa

    interpretacin.

    3) A qu cuestiones atribuye T.H. Donghi la crisis que caracteriza la historiografa entre 1880 y 1910?

    Confirmen o discutan esa interpretacin apelando a las siguientes fuentes utilizadas: B. Mitre, V.F.

    Lpez, J. V. Gonzlez, Ramos Meja y R. Carbia.

    4) Cules son los cambios que localiza L. Bertoni en los festejos patrios? A qu motivos losa tribuye?

    Qu rol cumpli el Estado en las fiestas cvicas despus de 1880? Confronten con el proceso poltico

    mediante el cual se produce la apropiacin estatal de la figura del gaucho en Hroes, patricios y

    Gauchos rebeldes

    1) La Generacin del 37 es uno de los lugares ms comunes que recorren la historia de la

    historiografa argentina. Generalmente se seala a estos jvenes como los primeros artfices de un

    programa para la conformacin conformacin de esa nacin a partir del principio de la

    nacionalidad. Muchos autores, como Wasserman han cuestionado esta nocin, argumentando que

    el mismo tema del surgimiento de la nacin constituye un tpico que no es de simple tratamiento.

    Lo cierto es que la denominacin habitual de "Generacin del 37" para designar grupalmente a

    escritores como Esteban Echeverra, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Jos

    Mrmol, oscurece, bajo la forma de cierta unidad sin fisuras, la heterogeneidad de los escritores a

    los que se alude. En trminos generales, sin embargo, es cierto que los escritores proyectaron una

    slida imagen como generacin, presentndose a s mismos como ciudadanos, jvenes yexiliados, tres figuras muy instaladas en el imaginario europeo de comienzos del siglo XIX (a

    travs de asociaciones como la Joven Italia o la Joven Europa), o de los escritos de los diversos

    exiliados en el interior del continente europeo (los espaoles liberales, los aristcratas franceses).

    En 1837, en la librera portea de Marcos Sastre, se constituye el Saln Literario, espacio donde

    escritores como Esteban Echeverra y Juan Bautista Alberdi realizan lecturas de sus ensayos. El

    Saln Literario, si bien se desarroll por pocos meses en un mbito limitado, porteo, resulta

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    representativo de las discusiones que otros intelectuales, como el sanjuanino Domingo Faustino

    Sarmiento, estaban llevando adelante en otras provincias argentinas. En los aos posteriores,

    sobre todo despus de 1840, los escritores de esta generacin, proscriptos por Rosas, irn

    partiendo uno a uno hacia el exilio y se refugiarn en las ciudades de Montevideo (ciudad

    uruguaya donde se congregar el mayor nmero de exiliados), Santiago de Chile, Ro de Janeiro

    (Brasil), en el vecino pas del norte, Bolivia, o en Per, segn la zona del pas desde la cual se

    exilien. Si el exilio y la discusin en comn de un destino para la nacin agrupa a estos escritores

    como generacin, el otro gran factor aglutinante ser la adscripcin generalizada a la esttica

    romntica.

    En cuanto a la produccin de cada uno, sus trabajos muestran la focalizacin en la patria como

    objeto central de reflexin y la conviccin de que son los escritores quienes deben asumir la tarea

    de pensar un destino para el pas naciente. La modificacin de las costumbres, la propuesta de un

    sistema legislativo y constitucional coherente, la bsqueda de una teora poltica, la necesidad de

    crear una literatura nacional son algunas de las cuestiones que preocupan a estos intelectuales.

    "Busco una razn argentina -dice Esteban Echeverra-y no la encuentro". La reflexin toma dos

    direcciones: por un lado para observar al pueblo (al que se busca educar y dirigir, a la vez que se

    lo registra como una turba semisalvaje); por el otro, hacia una teora de gobierno, cuyo propsito

    inmediato sera concluir definitivamente con la anarqua poltica y la improductividad econmica.

    Estos intelectuales se miran a s mismos como "hijos de los hroes de la independencia" y se

    arrogan la tarea de alcanzar la emancipacin intelectual para concluir la tarea comenzada en mayode 1810 por la emancipacin poltica: a la etapa desorganizadora y destructiva de la espada

    -sostienen-, debe sucederle la de la inteligencia, la razn y la letra. Echeverra mismo les recuerda

    a sus compaeros: Nuestra vida y la de la Patria comienza en Mayo. Ligar nuestros trabajos al

    pensamiento de Mayo, ser continuar la obra de de la revolucin. Es decir, completarla y

    perfeccionarla segn sus pasos y progresar, que es lo que constituye la vida Ahora bien, afirma

    Wasserman, si este programa debe ser retomado y perfeccionado era precisamente porque an no

    haba logrado ser llevado a cabo. De ah la necesidad de realizar un balance crtico del proceso

    revolucionario que preste atencin a su sentido y a sus consecuencias, pero sobre todo a los

    obstculos que haban impedido su concrecin. Los jvenes romnticos entendan que la

    Revolucin haba promovido una ruptura en la historia de la regin, cuyo propsito era poner fin

    no solo al colonialismo sino tambin al estancamiento.

    La posicin frente al gobierno de Juan Manuel de Rosas, en cambio, resulta todava vacilante en

    el Saln Literario. Mientras unos tientan la asuncin de su figura como la del "gran hombre",

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    destinado a pacificar y unificar a la nacin, otros, ya con reticencias, sealan que ese rol est an

    vacante. Estos jvenes del 37 tambin afirmaban que se haba logrado salir del rgimen colonial

    para caer en la contrarevolucin rosista. Ese pasado entonces, no poda ser considerado como tal,

    porque persistan en el presente prcticas propias del Antiguo Rgimen. En laRevista del Plata

    Alberdi le critica a Rosas que este solo puede percibir la revolucin desde un punto de vista

    parlamentario o institucional, y atenuando as el carcter rupturista. Sin embargo, la posicin de

    Alberdi segn la cual la guerra habra sido provocada por los espaoles al desconocer estos las

    juntas locales, no difieren mucho del pensamiento de Rosas en 1836. Ambas interpretaciones no

    tienen por qu ser antagnicas, afirma Wasserman, pero sucede que Alberdi, se preocupa ms por

    construir un discurso antirrosista que por integrar los hechos revolucionarios en un relato de

    ruptura y de continuidad.

    2) Luego de la batalla de Pavn (1861), el Estado argentino qued definitivamente constituido. En

    ese momento, quienes, como el propio presidente Bartolom Mitre, haban sostenido que una

    comunidad nacional (entendida en trminos romnticos, es decir, una comunidad cultural e

    identitaria) preexista como condicin del Estado, reconocieron que esa comunidad no exista.

    Esta situacin se agravaba con el aporte de la inmigracin, que haca an menos evidente la

    existencia de una comunidad cultural homognea. Por eso, la generacin del perodo de

    "organizacin nacional" se propuso crear esa identidad. En la segunda mitad del siglo XIX, el

    surgimiento de la crtica histrica estuvo asociada a un conjunto de transformaciones de la esfera

    poltica y cultural:

    La necesidad de dotar de una legitimidad histrica y jurdica al Estado Nacional,

    particularmente despus de Caseros. (La historiografa provea una norma de realismo

    tanto al pensamiento como a la accin poltica).

    El Estado actuaba como soporte de una rearticulacin de las relaciones entre intelectuales

    y poder poltico (la posesin de un saber debidamente especializado le permita actuar

    sobre la realidad sin que necesariamente dicha accin fuera concebida como enajenante de

    la independencia respecto al poder poltico).

    El surgimiento y consolidacin de una conciencia historiogrfica no era ajeno al proceso

    de constitucin de la literatura como una esfera particular de la produccin cultural. En la

    primera mitad del siglo la crtica literaria estaba orientada en funcin del privilegio de

    principios extraliterarios, siendo la difusin de valores propios de un civismo republicano

    y la crtica al rosismo los principales objetivos que deban guiar a la literatura,

    convirtindose ste en el principio organizador de la crtica.

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    Bartolom Mitre y Vicente Fidel Lpez encabezan un debate en el cual el ncleo es el

    significado de la Historia Nacional. En palabras de Halperin Donghi, para Bartolom Mitre, la

    inspiracin de Lpez es mas poltica que filosfica. Lpez tiene la dificultad para abordar lo

    que Mitre logra estudiar: el surgimiento de la nacionalidad. La imagen de Mitre del

    surgimiento de la nacionalidad, no solo integra los distintos plano de la realidad, sino que

    tambin, aparece en el final de un proceso de construccin de una nueva sociedad que primero

    se crea a s misma y luego toma conciencia de s misma. Natalio Botana afirma que Lpez

    estara proponiendo un cuadro donde existan dos pueblos o mejor dos tipos de sociedad que

    atraviesan etapas de civilizacin diferentes. Lpez presenta al gaucho como un agente

    poderoso de la revolucin. Para Mitre en cambio, estas masas rurales son destructoras.

    3) Los aos que Halperin recorre en su trabajo testigos de un contexto donde hasta 1880 el Estado no

    tiene la capacidad de hacer llegar los discursos al total de la poblacin. En cuanto a la produccin

    de obras sobre contenido histrico; antes de 1880, el nico archivo existente era el de la provincia

    de Buenos Aires. A partir de ese ao se producirn varios cambios:

    Dos potencias ya no son una amenaza para la consolidacin del Estado Nacional.

    El gran volumen de emigrantes que llegan a este territorio hace tomar conciencia del tema de la

    Nacionalidad.

    A causa del punto anterior, el Estado lleva a cabo una intervencin en la educacin de los sectores

    populares.

    Se nacionaliz al inmigrante y este se convierte en verdadero ciudadano.

    El ascenso poltico y social de capas intermedias. En este sentido muchos de los historiadores de estos

    aos, son hijos de inmigrantes.

    Un hecho crucial y que marcar la produccin intelectual es la prdida de Cuba por parte de Espaa,

    quedadon esta isla bajo posesin de Estados Unidos. Este acontecimiento dar lugar a la recuperacin

    del hispanismo y un sentimiento anti imperialista. Ejemplo de esta tendencia es el Ariel de Rod.

    Segn este modelo, la amenaza estadounidense es cultural y no econmica. Tambin muchos

    pensadores formarn parte de una corriente de pensamiento denominada Criollismo siendo su cono

    fundamental el Martn Fierro de Jos Hernndez.

    El conflicto con Chile ser un tema sensible que va afectar a la cuestin de la nacionalidad.

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    Halperin Donghi estudia la crisis de la historiografa en un sentido de camino ascendente. Carbia da

    cuenta de esto al afirmar el descubrimiento y aplicacin de un modelo permanentemente vlido de

    obra histrica. Estas tres dcadas, afirma Halperin, han sido dominadas por las obras fundamentales

    de Mitre (Historia de Belgrano) y de Vicente Fidel Lpez (Historia de la Repblica Argentina) En

    los 30 aos que Halperin describe, el pasaje de estos historiadores con iniciativa y archivos privados a

    la creacin de una rama de historiadores profesionales cuyo trabajo estar enmarcado en el

    instituciones que se hagan cargo de la produccin de conocimientos histricos. Solo que exista un

    riesgo de que la legitimidad de la nueva historia nunca pueda fundarse sastifactoriamente.

    4) La escuela pblica obligatoria y gratuita aprobada en 1884 fue y es uno de los principales

    constructores de la identidad nacional. Adems de materias como Historia, Geografa y Civismo,

    estructuradas a partir de criterios eminentemente nacionales, muchas de sus actividades estn

    relacionadas con rituales de contenido patritico. Los actos escolares forman parte de una

    tradicin antigua y profundamente arraigada en nuestra enseanza. Fue a fines del siglo XIX, en

    el contexto de la llamada construccin del Estado Nacin que los festejos patrios comenzaron a

    jugar un rol substancial, se impusieron con regularidad y crecieron en importancia y estructura. A

    fines del siglo XIX se desarrollaron los procesos de construccin y afianzamiento del estado-

    nacin argentino que implicaron la organizacin de un estado moderno de acuerdo a los principios

    establecidos por la lite conservadora, la insercin de la economa en el mercado internacional y

    el desarrollo de profundas en la dinmica social . En este sentido, se busc reforzar los

    mecanismos por los cuales el estado buscaba ampliar y reforzar sus reas de influencia y,atendiendo a ello, se produjo una fuerte concentracin del poder en torno al gobierno central que

    se impuso como mxima autoridad frente a las provincias intentando organizar una estructura

    institucional de posiciones de poder, desde donde se formularan decisiones que comprometieran a

    toda la poblacin.

    Bertoni hace un recorrido por el papel que tuvieron las fiestas patrias entre los aos 1887 y 1891. Hacia 1887,

    la celebracin de las fechas patrias no constitua una actividad regular, instalada en la rutina escolar. Y las

    escuelas no era un mbito asociado con la simbologa patria.