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ALBERTO R. NICOLINI LAS CUATRO ETAPAS DE LA CIUDAD ARGENTINA SEGUN SU ESTRUCTURA, FUNCIONES Y PAISAJE URBANOS SEPARATA SEXTO CONGRESO NACIONAL y REGIONAL DE HISTORIA ARGENTINA CELEBRADO EN RIO CUARTO (CORDOBA) DEL 24 AL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1987 ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA BUENOS AIRES

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ALBERTO R. NICOLINI

LAS CUATRO ETAPAS DE LA CIUDAD ARGENTINA

SEGUN SU ESTRUCTURA, FUNCIONES

Y PAISAJE URBANOS

SEPARATA

SEXTO CONGRESO

NACIONAL y REGIONAL

DE HISTORIA ARGENTINA

CELEBRADO EN RIO CUARTO (CORDOBA)

DEL 24 AL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1987

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIABUENOS AIRES

2000

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LAS CUATRO ETAPAS DE LA CIUDAD ARGENTINA SEGUN SU ESTRUCTURA, FUNCIONES Y PAISAJE URBANOS

ALBERTO R. NICOLINI

En la historia de los distintos pueblos pueden distinguirse etapas "fundacionales", es decir, períodos en los cuales se fundaron ciudades frente a otros en los cuales se desarrollaron las ciudades ya fundadas. De la Europa actual podemos decir que la mayor parte de sus ciudades nacieron en dos grandes momentos históricos: el romano y el medieval. Del mismo modo, podemos decir que la ciudad hispanoamericana, y en particular la ciudad argentina, reconoce dos grandes etapas fundacionales: la primera, al comienzo de la dominación hispánica durante los siglos XVI y XVII y la segunda durante el período republicano liberal en el último tercio del siglo XIX.

En cualquier caso, cada una de las ciudades definió inicialmente la traza fundacional como una estructura geométrica básicamente cuadricular diferenciando tan sólo los espacios públicos -plaza o plazas y calles- de los espacios privados -las manzanas- divididos en solares. En un segundo momento fundacional se distribuyeron los distintos solares para resolver diferentes necesidades: habitación, culto, administración, salud, etc. Estas constituyeron las funciones principales; más adelante se localizaron otras actividades de carácter secundario y, con el tiempo, algunas se fueron modificando o reemplazando. Por último, aunque nada estaba previsto al comienzo sobre el paisaje urbano, éste se fue perfilando a medida que las diferentes actividades se albergaron en edificios concretos y la traza se fue "rellenando", se fue completando la forma básica definida en el momento de la fundación; cada institución y cada vecino levantó su edificio con mayor o menor perspicacia y con mucho o poco respeto por su entorno según lo que el estilo o la moda del momento le sugirió. Además, los edificios se fueron reemplazando o remodelando, con lo que el paisaje urbano no adquirió nunca una forma definitiva.

Dicho de otra manera, la ciudad argentina se fue definiendo progresivamente a partir de su estructura urbana: una traza cuadricular que preveía la inserción de nuevos

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edificios dentro de su perímetro y aun el crecimiento ilimitado, en teoría, en las cuatro direcciones. Esta estructura tuvo y tiene una enorme estabilidad; se demostró rebelde a las modificaciones, resistente al cambio cuando se intentó reestructurarla y, aún mas, demostró poseer tan fuerte prestigio que fue elegida como fórmula adecuada para nuevas trazas de ciudades, de pequeños pueblos o extensiones de ciudades existentes, es decir se convirtió en un modelo. Sostenemos, por ello, que la estructura urbana es un fenómeno histórico de larga duración, "una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar...", pertenece a esa serie de elementos estables de una infinidad de generaciones: obstruyen la historia, la entorpecen y, por lo tanto, determinan su transcurrir [...] todas ellas constituyen, al mismo tiempo, sostenes y obstáculos. En tanto que obstáculos, se presentan como limites [...] de los que el hombre y sus experiencias no pueden emanciparse.1

La estructura urbana, en suma, se encontraría en "el límite de lo móvil y de lo inmóvil; y por sus valores muy prolongadamente fijos aparece como un invariante […]”2

En cambio, las funciones urbanas, dentro de la teoría de la pluralidad del tiempo social, pertenecen a la historia coyuntural, de media duración, a una historia de ondas cortas o medias, de persistencia variable "que ofrece a nuestra elección una decena de años, un cuarto de siglo y, en última instancia, el medio siglo [...]"3

Finalmente, el paisaje urbano constituye un hecho histórico del tiempo corto, pertenece a la microhistoria, al relato precipitado de la historia episódica4; está dominado por la historia de los estilos, de la moda o aún por los cambios diarios del equipamiento urbano.

Considerada así la historia de la ciudad argentina como asentada en el estrato más lento, el de la estructura urbana, puede ser explicada desde los cambios que ocurrieron cada vez que se propuso, se proyecto o se llevó a la realidad un nuevo tipo de ciudad, es decir una diferente estructura urbana. Sostenemos que ello ocurrió sólo cuatro veces en la historia argentina, que con diferentes grados de teorización, idoneidad técnica y concreciones prácticas se pueden señalar cuatro etapas de la ciudad argentina, cuatro tipos de estructura urbana de los cuales les correspondieron diferentes planteos de las funciones urbanas y multiplicidad de paisajes urbanos.

Esas cuatro etapas de la ciudad argentina son: la ciudad hispánica, la ciudad liberal, la ciudad jardín y la ciudad ClAM.

1. LA CIUDAD HISPÁNICA. 1550-1860

1 FERNAND BRAUDEL, "La larga duración" en La Historia y las Ciencias Sociales, Madrid, 1968, pp. 70-71. 2 FERNAND BRAUDEL, "Historia y Sociología" en La Historia y las Ciencias Sociales, Madrid, 1968, p. 123. 3 FERNAND BRAUDEL, "La larga duración" cit., p. 68. 4 FERNAND BRAUDEL, "La larga duración" cit., p. 64; "Historia y Sociología" cit., p. 123.

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La estructura urbana de la ciudad argentina durante la dominación hispánica fue la cuadrícula, esto es una trama regular de circulaciones ortogonales que encierran al espacio público o plaza y a otros espacios de igual medida o manzanas destinados a ser ocupados por volúmenes edificados o cercados5. La característica más saliente de esta estructura es su notable regularidad geométrica y dimensional; en efecto, ciudad de traza rectilínea y aún ortogonal hubo muchas pero no abunda el tipo de trama regular que encierra calles del mismo ancho y módulos cuadrados. Tampoco fue frecuente en la historia que las medidas de su módulo -descomunal para la experiencia europea- se mantuvieran casi constantes a pesar de la diversidad de territorios y circunstancias históricas en las que fue aplicado. Las pequeñas ciudades de traza rectilínea fundadas en Andalucía y Levante poco tiempo antes del descubrimiento de América, concluyendo el trámite de la Reconquista, como Santa Fe de Granada, Puerto Real de Cádiz o Villareal de Castellón no poseían traza definidamente regular; sus calles tenían diferentes anchos y sus plazas eran entre 4 y 20 veces más chicas. En las fundaciones argentinas de los siglos XVI y XVII las manzanas se dividieron en cuatro solares cuadrados e iguales. El perímetro de la traza estaba ocupado por la calle de ronda, y aunque no existieron amurallamientos, a lo sumo empalizadas, algunas ciudades como Jujuy y Salta aprovecharon la proximidad de ríos o tagaretes para situarse entre ellos.

El esquema fue el de Mendoza o San Juan: un cuadrado con un número impar de cuadras en cada lado de tal manera de asegurar que la plaza quedara ubicada en el centro. Sin embargo, la plaza podía quedar "desplazada" del centro si la ciudad se situaba en una ribera marítima o fluvial y actuaba como puerto -es el caso de Buenos Aires- o si el número de cuadras era pares es el caso de Salta-.

Este tipo genérico que hemos descrito fue no sólo el de la ciudad argentina sino el de la ciudad hispanoamericana y su definición canónica se produjo hacia fines de la tercera década del siglo XVI en ciudades de Mexico y/o Guatemala y se aplicó enseguida en la fundación de Lima en 1535, desde donde seguramente se constituyó en modelo para todo su virreinato. Este tipo tiene muy poco que ver con el modelo físico propuesto luego explícitamente por las ordenanzas de Pobladores de 1573, dado que según esta legislación las ciudades debían tener una plaza rectangular a la que llegaban cuatro calles principales en sus ejes medianos; prescribía asimismo que tanto el perímetro de la plaza como los lados de estas calles principales debían ser aporticadas y que la iglesia matriz no debía situarse en la plaza sino cerca de ella.6 A esta altura de los conocimientos se hace necesario no reiterar el error de afirmar que nuestras ciudades se trazaron según las Leyes de Indias, lo cual es evidente, en primer lugar porque para cuando las Ordenanzas fueron firmadas por Felipe II en 1573 ya se habían trazado en América más de doscientas ciudades según la cuadrícula

5 ALBERTO NICOLINI, "Las Ciudades Virreinales" en el Simposio Internazionale suI Barocco Latino Americano, Atti VoI. I; Roma, 1982, p. 331.

6 ALBERTO NICOLINI, "Las Ciudades Virreinales Hispanoamericanas en el siglo XVI", en el Primer Coloquio Universitario sobre la Colonización en la America Hispánica, Tucumán, 1982. Inédito.

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uniforme y elemental y, en segundo lugar porque, salvo en el criterio de regularidad, la legislación contradice todo lo hecho hasta entonces en cuanto a la forma urbana. El único caso en nuestro país de una traza que parece recoger el principio de las calles principales llegando a la plaza por sus ejes medianos, como lo mandaba la legislación, es el pequeño asentamiento de dieciséis manzanas de San Juan Bautista de la Ribera al que el gobernador Alonso de Ribera trasladó en 1607 la anterior ciudad de Londres del Valle Calchaquí. 7 Problema diferente al de la ciudad argentina es el de los pueblos de indios durante la dominación hispánica. En estos pueblos, la iglesia –y en ciertos casos, la hacienda del encomendero- fijó los dos ejes fundamentales del desarrollo del pueblo y determinó la escala genérica de las manzanas; delante de la iglesia quedó el espacio libre para la plaza, la que generalmente ocupó un espacio semejante al de la iglesia y su atrio. Entre ambos, entonces, plantearon la pauta para las direcciones de las calles y el tamaño del resto de las manzanas.8

Durante el siglo XVII se produjeron los traslados a los sitios definitivos de tres ciudades importantes de nuestro país: Santa Fe, Catamarca y Tucumán. Al hacer la nueva traza se mantuvo la estructura cuadricular, previéndose en todo caso una modificación cuantitativa como en el caso de Tucumán que amplió en 1685 a nueve manzanas la traza original de 1565 que tenía casi la mitad de esa superficie: siete por siete manzanas.

A fines del siglo XVIII, Ramón García de León y Pizarro, al trazar la estructura de Orán, no alteró la cuadrícula esencial pero introdujo sutiles variaciones del tipo: la plaza no ocupaba el centro del cuadrado de cinco por cinco manzanas, cediendo ese sitio a la iglesia y los modos de división de solares fueron variados como también la cantidad de solares por manzana que oscilaron entre seis y doce.9 Ya avanzado el siglo XIX, en la fundacion del pueblo de Cafayate, delineado por Rosendo de Frías en 1840 verificamos, una vez más, la persistencia de la estructura en su geometría básica y hasta en sus dimensiones: una cuadríula de nueve manzanas de ciento cincuenta varas de lado y calles de doce varas de ancho.10

La ciudad argentina tuvo como función esencial la de ser centro de servicios de su área agrícola circundante sucesivamente organizada en ejido lindante con la traza de la ciudad y previsto para su crecimiento futuro, más afuera las dehesas y tierras del común y luego las chacras y las estancias.11 Esta jurisdicción territorial, definida así en teoría por la legislación indiana, tuvo ejecución práctica parcial, pero así y todo logró perfilar el futuro territorio de 14 provincias argentinas.

7 FERNANDO CHUECA GOITIA y LEOPOLDO TORRES BALBÁS, Planos de Ciudades lberoamericanas y Filipinas existentes en el Archivo de lndias, piano 23, Madrid, 1951. 8 ALBERTO NICOLINI, Pueblos de indios en el noroeste argentino, para el Centro de Estudios Hist6ricos de Obras PUblicas y Urbanismo del Ministerio de Obras Publicas de España. En prensa. 9 CHUECA GOITIA op. cit., plano 20. 10 ATILIO CORNEJO, Apuntes Históricos sobre Salta, Buenos Aires, 1937, pp. 533-537.11 ALBERTO DE PAULA, "Planeamiento regional en la Legislación de lndias", en Documentos para una historia de la arquitectura argentina, Buenos Aires, 1978, p. 39.

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El elemento clave de las actividades urbanas fue la plaza seca multifuncional que concentró los edificios más representativos: la iglesia matriz y el cabildo, pero también la residencia del fundador y de otros vecinos calificados. Esta función central perduró hasta hoy en términos semejantes en la mayoría de las ciudades y en todas menos Mendoza mantuvo, al menos, el significado simbólico.

Más allá de la plaza sólo se precisaron en el plano las funciones públicas del culto, enseñanza y salud concretados en los edificios de conventos y hospitales. Particularmente interesantes son los casos de los planos de las fundaciones de 1562 de Mendoza y San Juan en los cuales las manzanas destinadas a los conventos de franciscanos, dominicos y mercedarios y el hospital se encuentran en los cuatro vértices de la cuadrícula de cinco por cinco manzanas.12

La función comercial se instaló en forma transitoria en la plaza y, en el caso de haberlas, en recovas, pero también en los locales en esquina de cada manzana, posibilitando así la constitución de un pequeño centro comercial de cuatro comercios en cada cruce de calles.

En los últimos años de la dominación hispánica, la reestructuración borbónica, al crear el virreinato del Río de la Plata y la Intendencia de Salta, provocó el enriquecimiento funcional de Buenos Aires y Salta que, convertidas en las capitales respectivas, vieron crecer rápidamente su población y aparecer nuevas actividades que requirieron nuevos edificios o la adaptación de los existentes. El plano de Salta que Felix F. Outes publicó consigna las nuevas funciones incorporadas: "casa del govemador, casa del Tte. Cnel. de Yngenieros, Quartel de la tropa, Administración de Correo, Caxa Real y Administración de Tabacos"13

El marco básico del paisaje urbano de la ciudad hispánica lo proporciona, claro está, la estructura regular en cuadrícula que produce desde cualquier punto de sus calles, la visión al infinito a través de canales muy anchos y de poca altura. La plaza es percibida como una desmesurada extensión -un módulo de la cuadrícula más dos anchos de calles- apenas limitada por edificios bajos. Espacios diferentes solo pueden encontrarse en los "ensanches" de calles que provocan los atrios de las iglesias. Los quiebres, típicos de las ciudades europeas, no abundan puesto que las calles no tuercen hacia los lados ni suben o bajan de nivel; los emplazamientos preferidos se hacen en terrenos llanos. La perspectiva de la calle Caseros en Salta, rematando en la fachada de la iglesia de San Bernardo es una excepción.

Los mojones urbanos en su perfil están constituidos por las torres y las cúpulas de las iglesias y la torre del cabildo. En el interior de cada calle los acentos se confían a la portada monumental contrastando con el muro liso, a ventanas y balcones de gran saliente y

12 MARCELO FAGIOLO, La fondazione delle città Latino-americana, Gli archetipi della Giustizia e della Fede, en PSICON, num. 5, anno II, Firenze, 1975, p. 57. 13 FELIX F. 0UTES, Cartas y planos inéditos de los siglos XVII y XVIII y del primer decenio del XIX, lamina XXXII, Buenos Aires, 1930.

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a las puertas de esquina. En algún caso, varios de estos elementos se suman y multiplican en el efecto, como en la Casa del Virrey en Córdoba en cuya esquina se acumulan puerta de esquina, portada, balcón y tejaroz.

Sin embargo, este paisaje continuo sólo se alcanza a fines del siglo XVIII o principios del XIX y sólo en los sectores céntricos tal como lo muestra la vista aérea de la ciudad de Salta realizada por un pintor anónimo alrededor de 1854. Hasta entonces se había progresado muy lentamente desde el paisaje inicial discontinuo de volúmenes aislados en cada solar que todavía nos mostraba Santa Fe la vieja en el siglo XVII según se prueba por el testimonio arqueológico.

A ese cambio continuo del paisaje debe agregársele el sucederse de los estilos o los lenguajes arquitectónicos que incluye un manierismo tardío, un barroco-rococó con resonancias castellanas, andaluzas o portuguesas, según los lugares, un neoclásico académico que entroncará a la arquitectura realizada bajo la dominación hispánica con la que se construyó en la primera mitad del siglo XIX bajo la república.

2. LA CIUDAD LIBERAL. 1860-1920

En la segunda mitad del siglo XIX el ferrocarril se transformó en algo más que un medio de transporte: paso a ser algo así como un símbolo del progreso. También fue uno de los elementos constitutivos de la nueva estructura física de la ciudad argentina. Es cierto que como medio de transporte interurbano llegó con sus estaciones hasta las periferias de entonces, pero también es cierto que, en muchas ciudades nuevas, la estación del ferrocarril fue la justificación de sus existencias al mismo tiempo que elemento central de la estructura urbana que se prolongaba a través de toda la ciudad y más allá de ella por medio de las vías férreas.

Éste es el caso de la Villa Marcos Juárez de 1887, el de Villa Alberdi, Tucumán 14 de 1888 y el de Neuquén de 1904.15 Incluso en la nueva capital de la provincia de Buenos Aires, la ciudad de La Plata, el ferrocarril penetraba originalmente por la diagonal 80 hasta la plaza provincial. La estación terminal formaba un conjunto con la Casa de Gobierno y la Legislatura. Más adelante, verificado el efecto de límite que producían las vías férreas, se construyó una nueva estación en el borde de la traza de fundación sobre la calle 1. En otros casos la multiplicación de los ramales férreos rodeó íntegramente la superficie construida hacia fines de siglo y el crecimiento posterior quedó aislado del centro por la "doble cintura de acero" como se la llamó en Rosario, y en Tucumán el "cinturón de hierro".

Un segundo elemento característico de la ciudad liberal es el trazado en diagonal de las vías principales de circulación. Las diagonales se aplicaron en nuevas ciudades y

14 MARINA TARAN, "La co1onización agrícola en Córdoba"; MARTA B. SILVA, "Poblados ferroviarios del Noroeste argentino", ambos en "La colonización del Territorio Argentino (1875-1925)" en Construcción de la Ciudad, nº 19, Barcelona, 1981, pp. 26 y 30. 15 CESAR A. VAPNARSKY, Pueblos del Norte de la Patagonia 1779-1957, Fuerte General Roca, 1983.

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pueblos como Almirante Brown -hoy Adrogué- en 1872.16, La Plata en 1882, Villa Alurralde, Tucumán, en 188917 y Almafuerte, Córdoba, en 1912. 18. También aparecen diagonales en ampliaciones del tejido cuadricular previo como en el caso de la extensión de principios de siglo de la ciudad de Córdoba desde la Plaza Vélez Sarsfield -verdadero asterisco- hacia el Pueblo Nuevo19. El tema del par de diagonales reaparece en reestructuraciones urbanas de la magnitud de las de Buenos Aires o en el retrazado de las plazas o el diseño de los senderos de los cementerios.

Las nuevas vías de circulación de la ciudad liberal fueron los boulevards o bulevares o avenidas, utilizados normalmente para salir rápidamente hacia la periferia o para constituir un sistema perimetral de circunvalación, como lo llamaba el ingeniero Tulio Rusca al conjunto de cuatro avenidas que encerraba 350 manzanas dentro de su plano de Santiago del Estero de 187720. Lo mismo afirmaba Abraham Lemos de la ciudad de Mendoza en 1889: "boulevares [...] circunvalan por todos los vientos un gran cuadrado que encierra la parte más poblada de la Ciudad"21. En Tucumán, los cuatro boulevards proyectados ya en 1877, se concretaron en 188822. En Catamarca, se completó en 1886 la apertura de los boulevards al Sud, Norte y Oeste comenzados un año antes23. Así, la vía de circulación rápida de carruajes en ambos sentidos, con veredas amplias, platabanda separadora y profusa arboleda se generalizó y apareció aún en pequeños poblados como Chumbicha, Catamarca.

Hasta aquí todos los elementos de la estructura urbana de la ciudad argentina se habían sometido a la disciplina de la línea recta. La novedad la constituyó el trazado curvilíneo de los parques públicos que se adosaron a las trazas de las ciudades. El diseño "espontáneo" o, por lo menos imprevisible de las circulaciones a través de grandes áreas parquizadas adquirió un nivel internacional con los parques públicos proyectados por Carlos Thays en Mendoza, Córdoba, Tucumán y Buenos Aires.

Por último quizás haya que mencionar aquí el equipamiento urbano que se encaró y concretó en esta etapa para dotar a la vida urbana de una infraestructura acorde con las posibilidades ofrecidas por la nueva tecnología. Así, en la mayor parte de las ciudades argentinas no solo se empedraron sus calles y se construyeron sus veredas, sino también se

16 ALBERTO DE PAULA, "La Iglesia Catedral de Lomas de Zamora y la Iglesia Matriz de Almirante Brown", en Anales del Instituto de Arte Americano, nº 14, Buenos Aires, 1961, p. 104. 17 MARTA B. SILVA, op. cit., p. 31. 18 ALFREDO TERZAGA, Geografía de Córdoba, Córdoba, 1963, pp. 133 y 137.19 MARÍA ELENA FOGLIA, Urbanismo y condiciones de vida en la Estructura Urbana de Córdoba. 1880-1916, p. 16. Inédito. 20 LORENZO FAZIO, Memoria descriptiva de la Provincia de Santiago del Estero, Buenos Aires, 1889, p. 568. 21 ABRAHAM LEMOS, Mendoza. Memoria descriptiva de la Provincia, Mendoza, 1888, p. 206. 22 ALBERTO NICOLINI, San Miguel de Tucumdn, 1800-1916, desarrollo urbano y arquitectonico, Tucuman, 1973, pp. 9 y 13.23 ALBERTO NICOLINI, MARTA B. SILVA, VICENTE AGUIRRE y URSULA JULVE, "Catamarca. 1558-1955", Documentos de Arquitectura Nacional y Americana, n° 4, Resistencia, 1976, p. 19.

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implantaron redes de circulación de tranvías; de provisión de agua y electricidad y de desagües cloacales.

La transición de un tipo de estructura urbana a la otra comenzó en los ensanches que se produjeron gradualmente hacia mediados del siglo XIX mas allá de las calles de ronda de la ciudad hispánica. Pero el terremoto del 20 de marzo de 1861 precipitó los cambios en la ciudad de Mendoza. "Después de muchas y acaloradas discusiones [...] se determinó [...] se reedificase a la proximidad de la anterior [...] La Ciudad actual difiere completamente de la anterior [...]"24. En rigor la nueva Mendoza presenta cambios cuantitativos: calles anchas, una traza de 64 manzanas, una plaza de cuatro manzanas a la que se agregan otras cuatro plazas satélites. La plaza cuádruple tiene antecedentes en proyectos renacentistas, en realizaciones sicilianas como Cefalu-Diana y Pachino completadas en el siglo XVIII25 y tiene asimismo consecuentes en plazas argentinas como las de Resistencia en 1882, Formosa de 188926 y Chivilcoy27.

Es recién en la fundación de la nueva ciudad de La Plata en 1882 que aparece la nueva estructura orquestada con todos sus componentes: el ferrocarril penetrando hasta la plaza provincial, el trazado diagonal superpuesto a la cuadrícula, los boulevards de 30 metros de ancho concertados con las calles comunes y la avenida de circunvalación de noventa metros de ancho, el trazado curvilíneo del parque yuxtapuesto al sistema rectilíneo y la tecnología urbana de punta: La Plata fue la primera ciudad de Sud América iluminada a luz eléctrica28.

Fue evidente que el prestigio obtenido por la ciudad de La Plata en opinión explícita de argentinos y extranjeros como también las cualidades intrínsecas de su diseño y la extraordinaria eficacia de su construcción29, contribuyeron a constituirla en modelo. Buena parte de otras ciudades y pequeños pueblos levantados por oficinas topográficas provinciales recogieron algunos de los elementos de su estructura urbana. Las nuevas fundaciones de ciudades argentinas en el período liberal tuvieron, en muchos casos, objetivos específicos aunque no exclusivos: capitales de provincia, centros industriales, centros agrícolas, centros ferroviarios, puestos, etc. Naturalmente la primacía de una de estas actividades condujo a un cierto tipo genérico repetido: no se verifican diferencias entre un pueblo del ferrocarril en Santiago del Estero o en Río Negro -La Plata-

24 ABRAHAM LEMOS, op. cit. , p. 206. 25 SALVATORE BOSCARJNO, Sicilia Barocca, Roma, 1981, p. 65. 26 MARIA ESTER LEIVA DE Dosso, "Las colonias del Area chaquena, en la colonizaci6n del Territorio Argentino (1875-1925)", en Construccion de la Ciudad, nO 19, Barcelona, 1981, pp. 24 y 25. 27 PATRICIO RANDLE, La ciudad pampeana, Buenos Aires, 1969, pp. 70 y ss. 28 ARTURO Dl CASTELNOVO, "La Plata. Ricordi, constatazioni e vaticini festecciandosi l'anniversario della sua fondazione", en ALFREDO AMARAL INSIARTE, La Plata a través de los viajeros, 1882-/912, La Plata, 1959, p. 13. 29 ALBERTO NICOLINI, "La ciudad de La Plata" en Summa, no 89, Buenos Aires, 1975. "La Plata, la fundación de una capital", en "La Colonización del Territorio Argentino (1895-1925)", en Construccion de la Ciudad, nº 19, Barcelona, 1981.

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tuvo -desde las teorizaciones de Alberdi- dos finalidades precisas: capital de la provincia y puerto; ambas se concretaron en áreas urbanas yuxtapuestas y delimitadas recíprocamente con precisión.

El proceso de urbanización se afirmó en este período y se concretó por medio del crecimiento de la planta física de las ciudades o por la densificación del trazado previo conseguido con el mayor fraccionamiento parcelario y/o el reemplazo de las construcciones existentes por edificios de mayor número de plantas. En algún caso se constituyeron villas satélites como Villa Cubas en Catamarca.

Tal como Mendoza lo había insinuado con sus cuatro plazas, la ciudad se hizo progresivamente policéntrica, apareciendo nuevos modos de actividades; un caso típico es el de las áreas inmediatas a la, o a las estaciones de ferrocarril.

Finalmente, todas las ciudades evidenciaron en el período un enriquecimiento notable en la variedad de actividades administrativas, culturales, educativas, sociales, comerciales e industriales. Y cada una de ellas planteó requerimientos novedosos que obligaron a producir edificios específicos, con lo que la variedad de actividades se reflejó en la variedad edilicia.

En buena parte de la ciudad liberal en un primer momento el paisaje urbano se modificó tan sólo en el lenguaje arquitectónico respecto de la ciudad hispánica. En 1888 en Salta, al penetrar en las calles "se nota un general movimiento de reforma tendiente a reemplazar las construcciones del tiempo del coloniaje por edificios de estilo italiano moderno"30. Aún en las calles comunes de La Plata, las que integran la cuadrícula, sólo se percibe como diferente el lenguaje neoclásico tardío de ordenes arquitectónicos, grandes aberturas y colores vivos y, por otro lado, el mayor ancho y el arbolado de las calles.

En un inventario más amplio del lenguaje arquitectónico de la ciudad liberal encontraremos el neobarroco borbónico, el neogótico y el modernismo, ambos, a su vez, con todas las variantes nacionales europeas, el pintoresquismo y los derivados de la nueva tecnología del hierro y el vidrio el paisaje comercial y el industrial. En los casos de poblados o barrios portuarios, como la Boca en Buenos Aires, Ingeniero White o Ushuaia el paisaje industrial es completo, abarcando la construcción no sólo de los edificios industriales, sino también los de las viviendas.

Pero se ha producido también en la ciudad liberal una "apertura espacial" de la ciudad por medio de los nuevos anchos de calles, la triplicación del ancho de los boulevards, el aumento del tamaño de las plazas y los parques y, en todos ellos, el arbolado y el equipamiento urbano con escu1turas, fuentes, bancos, quioscos para la retreta, etc.

En la inserción de los edificios en los conjuntos también se advierten nuevos criterios compositivos académicos que no había tenido en cuenta la ciudad hispánica. Los edificios públicos se ordenaron por medio de rigurosos ejes de simetría dentro de las manzanas y en relación a sus plazas. El nuevo interés por los espacios verdes hizo que

30 MANUEL SOLA, Memoria descriptiva de la Provincia de Salta, Salta, 1889, p. 401

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muchos edificios públicos y privados cedieran parte de su terreno retranqueando sus fachadas respecto de la línea de veredas.

3. LA CIUDAD JARDÍN. 1920-1950

La estructura urbana de la ciudad jardín es heredera del trazado de los parques de la ciudad liberal. Su esquema curvilíneo fue aplicado en áreas residenciales. Barrios suburbanos fueron trazados mediante una combinación de diferentes vías de circulación: réplicas de los boulevards para las avenidas principales, calles de penetración a las áreas residenciales y calles menores sin salida, la extensión y la anchura de los tres tipos de vías disminuía del primero al tercero. El modelo fue la ciudad jardín inglesa y norteamericana concebidas desde el fin del siglo XIX como satélites de una ciudad preexistente. En la Argentina la teoría de "unir las ventajas de la ciudad y el campo" no se aplicó a ninguna ciudad sino a extensiones fundamentalmente residenciales de las ciudades. Sólo en áreas veraniegas de montaña o de mar se desarrollaron ciudades enteras.

Aunque en muchos casos la estructura no haya sido curvilínea, se buscó la "espontaneidad", de lo imperfecto; las "manzanas", entonces, dejaron de ser regulares o al menos cuadradas y las parcelas pudieron variar en forma y dimensión. Al interior de las parcelas los edificios, de una planta o dos, se implementaron aislados en su centro sin ocupar las medianeras. El resultado final fue de una muy baja densidad edificada, de dispersión edilicia debida a las anchas vías de comunicación, a los espacios intersticiales entre los edificios bajos y al compacto y continuo arbolado de avenidas, calles, veredas y parcelas.

El trazado curvilíneo se concretó en loteos privados destinados a pobladores de alto nivel adquisitivo como el Barrio Parque Aguirre de San Isidro o el Barrio Palihue de Bahía Blanca. En las raras ocasiones en las que existían desniveles el resultado fue más perfecto como en el Cerro San Bernardo en Salta.

También se realizaron barrios planificados de un alcance más popular, como el Barrio de Suboficiales Sargento Cabral o la Ciudad Jardín Lomas del Palomar. A fines de la década del 40 se proyectaron y construyeron en los bordes en las afueras de la capital numerosos conjuntos con estas características, el más ambicioso la Ciudad General Belgrano a orillas del río Matanza, construido entre 1947 y 1951, levantó cerca de 10.000 viviendas y diversos servicios incluidos seis centros cívicos diferentes.

En los centros de las ciudades el período continuó produciendo reformas mediante cirujías urbanas monumentales como las que había inaugurado Buenos Aires con la Avenida de Mayo en 1882. Los logros más espectaculares en la ciudad después de las propuestas de Forestier, incluídas en el Plan Regulador de 1927, fueron la apertura de la Avenida 9 de Julio y la construcción de la Avenida de Circunvalación Gral. Paz mediante la técnica de la autopista.

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La función suburbana de estos barrios residenciales era la de actuar complementariamente con los núcleos urbanos existentes proporcionando nuevas áreas dormitorio desde las que era posible transportarse mediante el tranvía suburbano, el ferrocarril o el automóvil particular. En los núcleos permanecían la mayor parte de las actividades de trabajo, estudio o negocios. El esparcimiento físico -deportes- acompañó a las áreas dormitorio que también incluyeron pequeños núcleos comerciales y educativos elementales.

Tomado en conjunto, el paisaje urbano durante el período presenta la contradicción entre el paisaje pintoresquista de la ciudad-jardín y las composiciones académicas- heredadas del período anterior- con que se transformaron o se intentaron transformar los núcleos históricos.

Coexistieron, también en franca contradicción, el lenguaje clásico depurado de ornamentación, el neocolonial originado en el movimiento de la Restauración Nacionalista, el art déco y los comienzos del movimiento moderno.

4. LA CIUDAD ClAM (CONGRESOS INTERNACIONALES DE LA ARQUITECTURA MODERNA), 1950

Los arquitectos del Movimiento Moderno fueron mucho más explícitos que sus colegas de otras épocas para formular un modelo de ciudad expresado en principios fuertemente polémicos e imágenes rotundas. A partir de 1928, se reunieron periódicamente en congresos y fueron elaborando esos principios y ejemplificándolos con proyectos referidos principalmente a vivienda y ciudad. La segunda posguerra ofreció con la reconstrucción europea la gran oportunidad de concretar la teoría. En América latina el ejemplo tipo es el de Brasilia cuyo proyecto fue de 1956.

En nuestro país, aunque tampoco llegó a realizarse una ciudad entera según el modelo, este fue aplicado como ocurrió con la ciudad jardín- en extensiones urbanas de las ciudades existentes. Pero, además de ello, también fue aplicado en innumerables fragmentos aislados dentro del tejido consolidado de las ciudades, provocando, por su alta heterogeneidad, un efecto de ruptura, como ocurrió, por ejemplo, en el edificio de Entel levantado en 1951, en Corrientes y Maipú, en Bs. As.

El Concepto básico que estructura el nuevo modelo es la idea de la zonificación, es decir, el supuesto que han de concentrarse en áreas comunes -y separarse del resto- todos los edificios que alberguen el mismo tipo de actividades. Los tipos básicos de actividades de "funciones humanas" son cuatro: habitar, trabajar, recrearse y circular. Es justamente esta última, la que define las diferentes tramas de circulaciones, la clave del sistema que sirve para separar o vincular a las otras funciones.

De ahí que el segundo elemento de la estructura sean las circulaciones vehiculares distinguidas de las peatonales. De ahí también que no exista una trama a priori que defina los módulos geométricos de ocupación del suelo; en el modelo CIAM se determinan

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primero la zonificación y luego el diseño de las circulaciones en función del sitio geográfico atendiendo a sus particularidades.

El tercer elemento de la estructura urbana es el conjunto de los edificios que son concebidos como volúmenes aislados o articulados con otros, rodeados siempre por amplias superficies verdes. Estas se destinan a actividades al aire libre o se parquizan. Las funciones repetitivas, de vivienda u oficinas, se acumulan en edificios en altura, permitiendo una muy baja ocupación del suelo, lo cual es justamente un objetivo del modelo. La clave del enfoque funcional de la ciudad CIAM es la concentración de las mismas actividades en el mismo lugar; así se piensa en roles específicos y complementarios para ciudades diferentes, se propone la concentración de unidades de habitación que resultan ser edificios en altura combinados con prolongaciones de la vivienda -los servicios mínimos- en el nivel suelo y la neta separación de las circulaciones vehiculares de las peatonales.

El paisaje urbano resultante muestra la clara ruptura del sitio urbano; se vive en espacios exteriores indeterminados que predominan netamente sobre los volúmenes edificados. La escala de edificios y espacios abiertos ha cambiado sustancialmente. Con frecuencia volúmenes edificados de igual forma y tamaño por razones funcionales, se dispusieron de manera repetitiva, lo cual, unido a su gran tamaño, produjo paisajes totales obvios en su composición por la repetición masiva de los elementos. Aún casos como el conjunto Lugano I y II en la ciudad de Buenos Aires, construido entre 1969 y 1972, son ejemplos de lo dicho.

En los últimos tiempos algunos fragmentos urbanos parecen plantear un nuevo enfoque que, sin alterar los conceptos básicos de la estructura del modelo intentan superar sus defectos obteniendo un paisaje urbano a escala humana y rico en matices, recuperando en el espacio público la imprevisibilidad de lo espontáneo. Ejemplos de este enfoque son el conjunto Rioja de Solsona y asociados, levantado en Buenos Aires entre 1970 y 1972 y el conjunto Santo Domingo de Miguel Angel Roca, en Cordoba, construido en 1971.

En la actualidad arrecian las críticas al Movimiento Moderno, no tanto por sus principios como por sus realizaciones. Sin embargo, no parece que hayamos podido plantear un nuevo modelo físico, una estructura urbana nueva, aunque pudiera haber consenso sobre sus principios teóricos. Hoy pensamos que Brasilia no es solución, percibimos los defectos del conjunto Catalinas de Nueva Federación pero no disponemos de alternativa.