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    THMATA. Revista de FilosofaN50, julio-diciembre (2014) pp.: 247-270

    ISSN: 0212-8365 e-ISSN: 2253-900Xdoi: 10.12795/themata.2014.i50.12

    LA INTELECCIN SEGN LEONARDO POLO INTELLECTION BY LEONARDO POLO

    Juan A. Garca1 Universidad de Mlaga (Espaa)Recibido: 21-01-2014

    Aceptado: 17-04-2014

    Resumen: Se estudia en este trabajo la inteleccin en Polo, en los tres nivelesque l distingue: el ser intelectual, la esencia intelectual y la operacinintelectual. En los tres se descubre la dualidad de mtodo y tema que impide laplena unidad de la perfecta inteleccin de s.Palabras-clave: Inteleccin, Polo, Luz, Lmite mental.

    Abstract: This work studies Intellection in Polo, in which he distinguishes threelevels: the intellectual being, intellectual essence and intellectual operation.In all three the duality of subject and method, that prevents the full unity ofperfect self-intellection, is discovered.Key-words: Intellection, Polo, Light, Mental Limit.

    Se suele decir que inteligir deriva del latnintus -legere : leer dentro. Y se quiere decir con ello que el objeto de la inteligencia es la esencia de los se-res; es decir, aquello que interiormente les hace ser lo que son, tras su exterioraparecer ante los sentidos.

    Con todo, tambin hay que distinguir, en primer lugar, entre el objetoadecuado a una inteligencia y el propio de la humana2, que es una inteligenciaincorporada: el primero abarca todo cuanto es, mientras que el segundo secie a los seres materiales, aqullos de los que el hombre capta informacinmediante la sensibilidad. Por consiguiente, habr que sealar la diferencia

    [1] ([email protected]) Catedrtico de Teora del Conocimiento de la Facultad de Filosofa y Le-tras (Universidad de Mlaga).[2] Plantearon esta diferencia los jesutas conimbricenses de nales del s. XVI, y Polo la utilizapara defender el carcter simblico de las ideas, del que luego hablaremos: cfr. Antropologa tras-cendental , v. II. Eunsa, Pamplona 2003; p. 217, nt. 259.

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    entre la informacin inicial de esos entes, que la inteligencia humana tomade la sensibilidad, y el conocimiento de su esencia, al que la inteligencia llegadespus, a partir de esa noticia inicial. Y luego, quiz cabra plantear tambincul sera el objeto de la inteligencia humana, si es que lo tiene, al margen del

    cuerpo: por ejemplo si le sobrevive. Por ltimo, habr que decir, en un segundolugar, si hay algn modo, sea por analoga, por re exin sobre la propia activi -dad intelectual o de otra manera, de que la inteligencia humana se eleve desdelos seres materiales hacia los espirituales.

    Y adems, si la esencia se distingue realmente de la existencia, habrtambin que decir cmo, siendo la esencia el objeto de la inteligencia, se puedeentender, despus de ella, la existencia.

    1. Planteamiento: la inteleccin en el plano del ser y en el de la accin

    En todo caso, discutiendo el objeto de la inteligencia para justi car sudenominacin, nos mantenemos en una consideracin de la inteleccin en elplano de la operacin: como el ejercicio de una actividad cognoscitiva, con laque se obtiene como resultado algo entendido. Mientras que la profundizacinque el enfoque de Polo nos propone al respecto consiste en considerar la inte-leccin en el plano del ser, no slo en el de la accin.

    Esta profundizacin parece una continuacin de la crtica aristotlica aPlatn. Si el estagirita objet a su maestro queel lugar de las ideas es el intelec-to 3 , porque las ideas no se dan en s, en un mundo ideal; Polo parece aadir a

    Aristteles que el lugar del intelecto es la persona, porque las inteligencias nose dan en s, ni en un orbe astral. No basta considerar la inteleccin como algoen s, una actividad de un ente que existe al margen de ella; sino que hay queexaminarla en el mismo orden del existente personal que la ejerce.

    La fuerza de la posicin aristotlica frente a Platn reside en que lasideas no son reales, sino intencionales. Lo propiamente real en la inteleccin essu ejercicio, ms que su objeto; el cual es ideal y, segn Aristteles, inmanentea la operacin misma; por eso, la actividad intelectual es previa a la idea quecon ella se obtiene. Pero, entonces, lo primeramente real ser el existente queentiende, el cual es previo y anterior a la operacin que ejerce para entender.

    Y, en el orden del ser, la inteleccin es su manifestacin: la expresindel ser; que, por manifestarse as, es un ser intelectual. Se podra considerartambin que el fenmeno es cierta expresin de los seres materiales, su apare-cer ante la sensibilidad. Pero, en todo caso, parece una expresin ms bien pa-siva y como necesaria; mientras que para que haya autntica manifestacin serequiere la actividad libre. Y como un ser intelectual y libre es un ser personal,la inteleccin es una manifestacin de la persona.

    [3] De anima III, 4; 429 a 25.

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    Por eso, la inteleccin, ms que hacia su trmino, hacia la idea, hacialo entendido, hay que enfocarla hacia su origen. E interiorizarla del todo: noslo para descubrirla como cierta operacin que ejerce un ente a n de ob -tener ideas, sino hasta percibirla como la manifestacin operativa de un ser

    intelectual, como la expresin de su ser personal. En este sentido, el planteamiento poliano acerca de la inteleccin esuna profundizacin en el realismo aristotlico, como decimos; pero que, sinembargo, acepta a su manera el subjetivismo moderno. Por lo menos, el deaqulla actitud que adopta Kant cuando entiende que es trascendental laconsideracin del conocimiento como una accin humana, prescindiendo de loconocido4. O aqul otro de Hegel que se plasma en su Fenomenologa del espri-tu ; denominacin que, como ha recalcado claramente Heidegger5, debe enten-derse con genitivo subjetivo: pues los fenmenos lo son, sobre todo, del propioespritu; el cual, precisamente as, mediante ellos, consigue realizar su ndolere exiva, que consiste en conocerse.

    Conforme con lo que estamos diciendo, la teora del conocimiento dePolo se encuentra en dos obras suyas distintas, que estudian respectivamentela operacin cognoscitiva y el ser intelectual:

    - el Curso de teora del conocimiento 6 trata de las operaciones cognosci-tivas, de sus objetos y de los hbitos adquiridos por la inteligencia al ejercerlas,que precisamente permiten su progresivo despliegue ascendente.

    Son tres las operaciones intelectuales que Polo distingue: la incoativa

    y las dos prosecutivas, que son negacin y razn; sta ltima con las tres fasesusualmente admitidas: concepto, juicio y raciocinio (a las que Polo denominaverbalmente: concepcin, a rmacin y fundamentacin).

    A cada una de las operaciones, y de estas fases, sigue su hbito corres-pondiente; puesto que stos, los hbitos adquiridos, son el conocimiento de laoperacin ejercida.

    Los objetos de esas operaciones son, respectivamente, la noticia ini-cial, abstracta, la idea general y sus casos, y luego concepto, juicio y razona-miento objetivos.

    Por otro lado, la razn, adems de esta triple objetivacin, tiene unuso explicitante, explicativo, que permite el encuentro de la causalidad; la cualconstituye la esencia extramental: el universo fsico.

    [4] Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupe no tanto de los objetos, cuanto de nues-tro modo de conocerlos.Crtica de la razn pura A11, B25.[5] Cfr.La fenomenologa del espritu de Hegel , Intr. 30.[6] 4 vv. Eunsa, Pamplona 1984-96.

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    - Y luego est la Antropologa trascendental 7 , que estudia otros actosintelectuales superiores: los propios del intelecto personal; y de los que depen-den las operaciones de la inteligencia, con sus objetos y hbitos. Estos otrosactos intelectuales son hbitos de la persona, de su intelecto, y superiores a los

    adquiridos por la inteligencia: porque no derivan del ejercicio de operaciones,sino que brotan del propio ser personal, al que mani estan. Los hbitos personales que registra Polo son tres: la sindresis (es de-

    cir, la dualidad del yo cognoscente y el volente; o, con sus palabras, de ver-yoy querer-yo), el hbito de los primeros principios (que son tres mutuamentevigentes: la no-contradiccin, la identidad y la causalidad trascendental) y la sa-bidura, con la que el hombre sabe de s: conoce su intelecto personal y se orientahacia su destino (que es el verbo personal divino: pues la persona humana eslaasimilacin adverbial al Hijo 8 , oel adverbio adems en busca del Verbo 9 ).

    Para asentar la inteleccin en el ser, Polo atribuye a la persona huma-na unos trascendentales que llama antropolgicos, y que propone aadir a lostrascendentales metafsicos tomados de la tradicin: el ente, la unidad, la ver-dad y la bondad. Los trascendentales personales que agrega Polo son: el coexis-tir, la libertad, el entender y el dar, es decir, el amar donal. En esta ampliacinme parece que se llaman trascendentales, sobre poco ms o menos, a las quela propia tradicin denominaba perfecciones puras del ser, entre las que secontaban, por ejemplo, el entender y el amar; las cuales slo se muestran en losseres espirituales, dotados de ms virtualidades que las que permite la mate-rialidad. Estas perfecciones o trascendentales equivalen y se convierten entre

    s, y con el ser personal. Concretamente, al entender trascendental, o sea, alser intelectual de la persona, Polo lo denomina intelecto: el intelecto personal;en l estriba la radicacin en el ser de la inteleccin.

    As que la teora del conocimiento humano de Polo aboca nalmente alestudio del ser personal, de su intelecto; y, por tanto, de l nos ocuparemos enprimer lugar. Aunque tambin habremos de tratar despus de la inteligencia ysu dinmica, que es la manifestacin operativa del intelecto personal, es decir,la esencia cognoscitiva del ser intelectual. Finalmente, trataremos adems dellmite mental y su abandono, como una notable peculiaridad de la doctrinapoliana sobre la inteleccin; se trata, a n de cuentas, de que la inteligenciahumana est incorporada, y el propio cuerpo es un hecho que late de algnmodo bajo su operatividad, denunciando cierta limitacin en sta.

    Se terminar por apreciar que en el tratamiento de esta triple temti-ca subyace un planteamiento comn: el que la inteleccin humana no es uni-taria, sino dual. Por lo que en todos los niveles de la inteleccin humana se

    [7] 2 vv. Eunsa, Pamplona 1999-2003.[8] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 214.[9] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 226, nt. 40.

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    distinguen dos: el mtodo y el tema; es decir, el ejercicio de la inteleccin y loentendido con ella. Se rechaza as completamente la re exin cognoscitiva.

    2. El intelecto y la persona

    Considerado el conocimiento como manifestacin del ser, lo notable esque, si la inteleccin fuera una manifestacin plena y perfecta de la persona, seraotra persona idntica con la primera, que conseguira as replicarse. En cambio,el hombre no consigue al conocerse una manifestacin de s mismo tan perfecta;pues, como lo suele decir Polo:el yo pensado no piensa 10 , ya que a la idea de sujetole falta precisamente lo que distingue al sujeto de la idea; a saber: ver 11 .

    Polo entiende la identidad del ser, que slo puede ser originaria porquees imposible obtenerla con ningn proceso generador de ella, como la identidadde un ser consigo mismo al expresarse. Esta identidad asume la de la existen-cia con su esencia, y la del ser con el obrar; y consiste propiamente en la repli-cacin interior: en la dualidad de personas interna a un nico ser, justamenteporque en su intimidad se expresa completa y acabadamente.

    As es como Polo comprende la interpretacin que Toms de Aquinohace de la noesis noeseos aristotlica para explicar la generacin del verbo per-sonal divino, es decir, de la segunda persona de la trinidad12. Como en Dios elser y el obrar no se distinguen, su entender, el verbo divino, es su propio ser13;y as el hijo y el padre son idnticos: un solo Dios. En el que slo se distinguenrelaciones, como la de generar el verbo y ser ste generado, que subsisten y

    permanecen en el interior del nico ser divino: son sus personas, al menos ladel padre y el hijo. Para Aristteles, en cambio, noesis noeseos es la unidad de quien en-

    tiende y lo entendido14, es decir, de la actividad notica y su objeto, que enDios no se distinguen. Pero, para el aquinate, tanto como unidad, en Dios haydualidad: la de padre e hijo; porque quien entiende se replica en su entenderse,siendo ambos idnticos. La unidad realmente ms profunda no es la que anaoperacin y objeto, sino la que identi ca el ser y el obrar. Por el contrario, nin -guna criatura se replica a s misma; todo lo ms, las criaturas se reproducen:se duplican hacia fuera, perdiendo la propia identidad; slo Dios es un seridntico consigo mismo, que se replica en su interior.

    [10] Antropologa trascendental , v. II; p. 44.[11] Polo, L.:Evidencia y realidad en Descartes . Rialp, Madrid 1963; p. 306.[12] Cfr.Summa theologiae I, 14, 2; ms ampliamente I, 30, 2; y, en general, I, 27-43.[13] Verbum divinum est eiusdem naturae cum Deo, et subsistens in natura divina : Toms de Aquino: De differentia verbi divini et humani , n 293.[14] Cfr.Metafsica XII, 9.

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    La expresin de un ser es, al tiempo, su manifestacin y su fecundidad.Pero el hombre se mani esta en su interior, porque la sabidura es un hbitoinmanente del intelecto personal; en cambio, es fecundo hacia el exterior me-diante su esencia espiritual, que incluye un organismo natural. Por eso com-

    prende con ms facilidad la generacin de un verbo personal en Dios que laexpiracin del espritu divino. En cualquier caso, en el hombre se distinguen, no ya padres e hijos,

    sino tambin la persona y su propia expresin; es decir, el ser personal y suobrar, o el acto de ser persona y la esencia operativa de que dispone. La perso-na humana, por tanto, carece de rplica; ya que el hombre no se expresa a smismo de un modo pleno y completo. Por esto, el hombre no puede identi carseenteramente con ninguna de sus realizaciones.

    a) La transparencia del intelecto: alcanzarse y buscarse

    Si el ser personal humano, como carente de rplica, no consigue encon-trarse en ninguna de sus obras, entonces ninguna inteleccin humana es el in-telecto que la ejerce. El hombre no puede conocerse a s mismo perfectamente:con identidad entre quien conoce y su conocerse. Por ello, Polo rechaza tajante-mente la reditio in se ipsum reditione completa que el neoplatonismo atribuya los seres con una esencia inmaterial15. En cambio, si a la esencia se aade elser, y se plantea la eventual identi cacin o distincin entre ambos, se logra elplanteamiento tomista que Polo adopta: la rplica de un ser en su conocerse,

    que slo alcanza Dios. Por el contrario, la inteleccin humana, y por creada, esdecir, por carente de identidad, se caracteriza siempre por la dualidad entre elacto cognoscitivo y lo conocido con l. Por ello el intelecto humano siempre sedistingue del saber sobre s que alcanza.

    Eso no signi ca que el intelecto personal no se conozca a s mismo de ningunamanera. Porque, en la propia carencia de rplica, hay una precisa indicacin sobre elser personal: la de que, si en ninguna de sus obras se encuentra, eso acontece porquel mismo es adems de ellas. Opino que Polo acua la expresin ser adems paradesignar al ser personal humano, justamente en atencin a la carencia de rplica que lecaracteriza como criatura. El ser personal es adems de cualquier obra suya; y por tantoel intelecto personal se distingue de cualquier inteleccin, o incluso inteleccin de s, quelogre. Pero, con todo, pese a que no puede identi carse a s mismo con ninguna ideasobre s que forje, el hombre s que puede, hasta cierto punto, conocerse, y sin re exin:precisamente cuando descubre su ser adems. Y, en esta medida, puede decirse queel intelecto personal alcanza a saber de s; incluso que la sabidura humana consisteprecisamente en eso: en que el intelecto se conozca a s mismo como adems.

    [15] Omnis sciens qui scit essentiam suam est rediens ad essentiam suam reditione completa . Liberde causis XV, 124.

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    Sin olvidar nunca que la carencia de rplica impide una estrictaautognosis; o que al descubrir su ser adems, el intelecto personal tan slose alcanza, es decir, tan slo consigue saber algo de s mismo: el que existe; loque es insu ciente, porque an le falta saber qu es, quin es el que existe. La

    persona como tal, y su intelecto en particular, no se encuentran en ninguna desus obras y manifestaciones, ni tampoco en ese saber de s que alcanzan. Alcanzarse como adems de cualquier expresin propia permite en-

    tonces al intelecto mantenerse como trmino de bsqueda: el intelecto personalno slo se alcanza, sino que tambin se busca. Ambas cosas, alcanzarse comoadems y adems, reiterativamente , buscarse, suceden justamente porque elser personal no se encuentra en ninguna de sus obras o manifestaciones.

    En esta reiteracin, alcanzarse y buscarse, se aprecia que el carcterde adems es, como dice Polo, dual: metdico y temtico16. La precariedad delmtodo, del solo alcanzarse, que sin reiteracin temtica se supondra ya cono-cido y decaera en el lmite, requiere la solidaridad con su tema, que es tambinadems: la bsqueda persigue entonces el adems del adems.

    De modo que, como el ser personal no se encuentra a s mismo en susobras, el intelecto personal se sabe adems, de acuerdo con su dimensin metdi-ca; pero, como no se encuentra a s mismo en ellas,adems, otra vez adems in-sisto, no se identi ca con ninguna de ellas, ni siquiera con este saberse adems:y as descubre su dimensin temtica. Entonces se sigue buscando; se busca, esdecir, busca su identidad, su rplica.

    Aunque carece de ella, la busca, porque sin ella no podra identi carse

    a s mismo: se desconocera a s mismo de nitivamente. Y resultara muy ex -trao que un intelecto: que se de ne por la inteleccin, que con ella se expresay mani esta, y que con ella consigue conocer la esencia de otros, e incluso detodos los dems seres, l mismo hubiera de permanecer ignoto: ciego e indesci-frado para s mismo; no tendra sentido.

    Alcanzarse y buscarse, entonces, se distinguen, aunque no se oponen;porque lo uno conduce a lo otro. Pues no por alcanzarse el intelecto personalse conoce acabadamente: sabe que existe, que es adems, pero no sabe ques, quin es: no conoce enteramente su ser. No se reconoce en su saber de s:no se identi ca a s mismo, porque carece de identidad. Y entonces, el intelectopersonal pasa a buscarse, a buscar su identidad, su rplica.

    Y, como de alcanzarse pasa a buscarse sin ninguna di cultad, sin resis -tencia alguna, ser porque es transparente; de manera que, cuando se alcanza,como sigue buscndose, ejerce y aprecia su propia transparencia. La transpa-rencia del intelecto personal es la solidaridad entre la dimensin metdica y latemtica que le corresponden como acto cognoscitivo que es.

    [16] Cfr. Antropologa trascendental , v. I; pp. 196-7.

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    Transparente es, ante todo, aquello que la luz traspasa; lo traslcido,que se deja atravesar por la luz sin opacidad ninguna. Y tal es el intelectopersonal en su interior: cuando arroja luz en su propia luz, es decir, cuando sealcanza como adems y luego contina buscndose, buscando su identidad;

    en este trnsito hacia la rplica consiste su propia transparencia. Transparente es, tambin, lo que deja ver a su travs. Y as, el verbo divi-no, como manifestacin del ser idntico que se replica en l, lo deja ver a su travs:la transparencia de la originaria rplica del ser idntico es absoluta y perfecta. Lacriatura material, el universo, aunque al causar demuestre persistentemente laexistencia de la identidad originaria del ser, no la deja ver: porque no permite a lamente ingresar en su interior; ya que, precisamente, la existencia del universo esextramental; de modo que esa criatura slo es un cierto vestigio de su creador. Encambio, la criatura personal es imagen de Dios; su transparencia creada, cuando asu travs no permite ver enteramente al creador (pues el verbo divino es, en el mejorde los casos, un don futuro; y una rplica inabarcable por el hombre), al menos siem-pre permite orientarse hacia l y buscarle. En este sentido, tambin es transparenteel intelecto personal: porque deja vislumbrar la rplica sin declararla.

    b) La luz iluminante: encontrar y ver

    De la transparencia se distingue la iluminacin; que es la luz intelec-tual cuando no se vuelca sobre s misma, sino que se vierte hacia fuera: haciarealidades distintas de ella; y en las que, al iluminarlas, termina o acaba, coin-

    cide con ellas, porque no las traspasa. Aristteles deca que la inteligencia humana parece ser siempre de otracosa 17 , frente a la inteligencia divina, que esnoesis noeseos . Y ahora sealamos,en su favor, que el intelecto personal ilumina, para conocerlas, otras realidadesdistintas de s mismo. Pero recordamos, en su contra, que tambin exhibe supropia transparencia cuando se alcanza como adems, porque entonces inme-diatamente se traspasa para buscarse. Esto no lo saba Aristteles, que ni se

    gur la existencia de una rplica del ser en su entender, distinta pero idnticacon l; es decir, de una perfecta expresin de aqul en ste.

    Por su parte, Polo asocia la dualidad transparencia e iluminacin con ladistincin real tomista de existencia y esencia. Para a rmar que, como el hombrecarece de rplica, en l se distinguen su existencia y su esencia, el coexistir personaly su manifestacin operativa. Lo que, en el caso de la inteleccin, distingue la luzintelectual -transparente- de la iluminacin en que se muestra. Alcanzarse el inte-lecto en su ser adems y buscar la rplica es la transparencia del intelecto: la luzintelectual por dentro. En cambio, la luz iluminante, la que se vierte al exterior, es lamanifestacin esencial del intelecto personal, es decir, del ser intelectual.

    [17] Metafsica XII, 9; 1074 b 35.

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    De acuerdo con esta asociacin, la esencia,aunque considerada en smisma sea actividad, en comparacin con el acto de ser, vista desde l, es po-tencia. Porque el ser personal humano carece de identidad, no puede replicar-se; lo que s puede, en cambio, es expresarse y manifestarse hasta cierto punto.

    La esencia es entonces el potencial del acto de ser; y el potencial del intelectopersonal, su manifestacin, es la iluminacin. El intelecto personal no puedereplicarse: no se encuentra en sus obras, y por eso se busca; se alcanza comoadems, segn su dimensin metdica, y se sigue buscando aun privado deella, de acuerdo con su sentido temtico. Pero, en cambio, el intelecto personals que puede manifestarse, e iluminar otras realidades distintas de s mismo.

    Si no puede replicarse, s que puede iluminar; y, al iluminar, encon-trar y ver. Son otros dos actos del intelecto personal: alcanzarse, buscarse... yahora encontrar y ver (un ver intelectual, claro est: el entender, no la visinsensible). Se alcanza y se busca hacia dentro, en la intimidad de la persona; encambio, se encuentra y se ve mirando hacia fuera, al exterior.

    Propiamente, la manifestacin del intelecto personal, la iluminacin, loque pide es ver aquello que se ilumina: puesto que se ilumina, a n de cuentas,para verlo; aunque haya tambin otros encuentros que no permiten la visin.Esta exigencia de visin se justi ca en que la esencia de la persona humana,lo que el ser humano es, es un yo, es decir, una esencia espiritual: dotada dedos potencias que son la inteligencia y la voluntad. Porque de la persona noprocede otra persona; pero no por eso su existencia es infecunda, sino que de lapersona procede el yo18, del acto de ser personal la esencia de la persona: el es-

    pritu humano y su obrar. Como el espritu humano dispone de dos potencias,el yo humano no es slo cognoscente, vidente, sino tambin volente y actuante;una dualidad interna a la esencia de la persona.

    Al ser la fecundidad de la persona de orden esencial, hacia fuera, serequiere completar la interior donacin personal con el don efectivo, forjadoen la prctica: es lo que pide el refrn obras son amores. Y, por eso, paraconstituir el acto voluntario inicial, llamado por la tradicinsimplex velle , Polopropone una especial iluminacin de la voluntad por parte de la persona. Poresta razn al iluminar global del intelecto personal lo asocia Polo con el que lamisma tradicin denomin hbito innato de la sindresis19, al que se atribuanen particular los primeros principios prcticos.

    Esto no obstante, lo propio del yo cognoscente es ver. Y decimos entoncesque se distinguen encontrar y ver. La diferencia est en que se encuentra, sin lle-gar a ver, aquello que es independiente de la iluminacin, porque es previo a ellay no se ve afectado por ella. Por contra, se ve lo que depende de la iluminacin,porque es suscitado por la luz iluminante. Al modo como los colores los forma la

    [18] Cfr. Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 210.[19] Cfr. Antropologa trascendental , v. II; p. 132.

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    luz al iluminar lo visible, es decir, los conforma con ello, de modo que se dice quelos colores son efectos formales de la luz; as tambin lo visto por la inteligenciaes suscitado por la iluminacin mental, es decir, es conformado por ella, juntocon lo visible. En cambio, se encuentra lo que no se debe a la iluminacin ni es

    afectado por ella, puesto que la precede y es inmune a ella. Lo que el intelecto personal encuentra son los principios; que, pre-cisamente como tales, anteceden a su iluminacin, no se deben a ella y nopierden su carcter de principios por recibirla. Tanto los primeros principios,cuya universal evidencia indica que no dependen de las propias luces; como losprincipios predicamentales o causas, que estn coordinados con la inteligenciahumana, pero como distintos de ella. Los primeros principios, en su mutua vi-gencia, los advierte el intelecto personal prescindiendo de las operaciones de lainteligencia; en cambio, las causas las explicita mediante laoperacin racionalde aqulla. Estos dos tipos de principios equivalen a la existencia y esencia ex-tramentales; y son la temtica de la metafsica y de la ontologa, a la que Polollama fsica de causas.

    No obstante, estos encuentros del intelecto personal, cuando advierteo explicita, requieren la iluminacin; y, como lo propio de sta es ver, que eslo que caracteriza al yo cognoscente, guardan tambin alguna relacin con lavisin. Los primeros principios se encuentran prescindiendo de la visin, de-ponindola, porque estn por encima del yo; pues la advertencia de la mutuavigencia de los primeros principios apunta a la identidad originaria del sercomo insondable, y ante ellael yo desaparece en la adoracin 20 . En cambio, las

    causas se encuentran en contraste con la visin, y como en pugna con ella21

    :porque, al estar lo mental y lo fsico coordinados, hay que discernir entre am-bos para separarlos. La esencia extramental se contradistingue as de la esen-cia humana, esto es, del yo, y como algo inferior a l.

    Hay un tercer encuentro temtico al que conviene la denominacin msprecisa de ser un hallazgo: porque tanto es parcialmente visto como parcial-mente encontrado; y es la intencionalidad de los objetos pensados. Y es quenila intencionalidad objetiva, ni la pugna de la presencia mental con la concau-salidad, ni la advertencia del hbito de los primeros principios son encuentrosque susciten 22 ; mientras que, en cambio, el yo cognoscente precisa suscitar paraver, inventar para encontrar: la iluminacin inventa -suscita- lo inteligido 23 .Por esta razn los objetos pensados, salvo las segundas intenciones lgicas,no

    forman parte de la esencia del hombre 24 , pues el hombre no puede disponer de

    [20] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 211.[21] Sobre esta pugna, cfr. Polo, L.:Curso de teora del conocimiento , v. IV-1 parte; pp. 1-35.[22] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 62, nt. 60.[23] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 62.[24] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 162.

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    ellos. Este tercer encuentro temtico, de peculiar estatuto por ser propio delyo cognoscente, es con todo inferior a l, y no real sino intencional; por lo queslo es avistado desde la exencin de ser, propia de la presencia mental, quepermite la visin. Por eso es un hallazgo del yo cognoscente, y no un encuentro

    del intelecto personal.3. La inteligencia y el yo

    Aparte de estos encuentros, insisto en que lo propio del intelecto perso-nal al iluminar es ver. Sin embargo, para ver, no basta iluminar, un cierto actodel intelecto personal; sino que hace falta tambin la capacidad de ver. Que a suvez procede tambin de la persona: porque, para captar lo visible, que es formadoal iluminar, el intelecto personal suscita una potencia en la esencia humana, lainteligencia. El yo cognoscente ha de aunar, entonces, iluminacin y visin: sudependencia de la persona y la ndole visiva, vidente, propia de su esencia.

    Si hasta ahora, para hablar del intelecto personal, Polo se ha basado enuna doctrina tomista: la identidad del ser consigo mismo frente a la distincinreal de existencia y esencia; a n de sealar la diferencia entre la transparen -cia propia de la luz intelectual y la iluminacin de otras realidades; en estemomento, para comprender la doctrina de Polo sobre la iluminacin y la visin,que es la manifestacin esencial del intelecto personal, hay que retroceder a ladistincin aristotlica entre intelecto agente y paciente. Porque, frente al actodel intelecto personal que es iluminar, la inteligencia es la potencia intelectual:

    la capacidad de ver propia de la esencia humana, o propia de un yo. Y lo prime-ro es sealar la insu ciencia de la doctrina aristotlica al respecto.

    a) La potencia intelectual y la actividad cognoscitiva del yo.

    Para Aristteles, la unin de iluminacin y visin es, en rigor, laoperacin intelectual: pues el estagiritaes el descubridor de la praxis teleia, esdecir, de las operaciones intelectuales, que son para l las propiamente temti-cas 25 ; Aristteles es el pensador de la teora. Pero la operacin remite a la poten-cia intelectual; por eso, al jarse en ella, el estagirita ignora, no ya la nocin depersona, que no es griega, sino incluso la del yo cognoscente. Porque es patenteque la interioridad del yo, del espritu humano, va ms all de las operacionesintelectuales, que ms bien nos ponen en contacto con lo exterior e inferior.

    Y es que Aristteles procede segn una analoga que pivota sobre lapotencia, pues parte del modelo del conocimiento sensible26: a las facultadesorgnicas les llega la informacin del exterior, y son capaces de adaptarse a

    [25] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 61.[26] El libro III del De anima es la continuacin del II.

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    ella para conocerla; padecen la impresin producida desde el exterior y soncapaces de expresarla interiormente cuando la conocen. Anlogamente, a lacapacidad intelectual, es decir, al intelecto paciente, le debe de llegar una in-formacin inteligible que lo impresione y as lo active; de modo que ejerza la

    operacin de entender, y exprese esa informacin con alguna idea o verbo men-tal: as acontece la visin intelectual. Pero como la informacin que recibe el hombre es sensible, para hacerla

    inteligible se precisa la intervencin del intelecto agente, que salva la diferenciaentre lo material y lo espiritual. Aceptando entonces otra analoga platnica entrela visin sensible y la inteligible (el sol se comporta en la esfera de lo visible en re-lacin con la visin y lo visto, como el bien en la esfera de lo inteligible en relacincon la inteligencia y lo entendido por ella 27 ), Aristteles distingue la dimensinactiva de la inteleccin, que es como la luz del sol interiorizada en el hombre parailuminar los fantasmas sensibles y hacerlos inteligibles, respecto de la dimensinpasiva de la inteleccin, que recibe lo inteligible y lo expresa al verlo.

    La analoga aristotlica es ilustrativa, y se sostiene; pero al mismotiempo es muy de ciente: porque las nociones de especie impresa inteligible yde intelecto paciente son metafricas, o inaceptables; ya que la inteligencia esinmaterial. Esta de ciencia denuncia la analoga con la sensibilidad de la queprocede el planteamiento aristotlico, la cual conlleva cierta prioridad de lapotencia en la explicacin de la inteleccin, que entonces queda reducida a laoperacin intelectual. Por eso, para Aristteles, la unin de intelecto agente ypaciente se reduce a la operacin mental.

    Frente a esto Polo sostiene la prioridad del acto, de la iluminacin,sobre la capacidad de ver que suscita, puesslo un acto puede suscitar una potencia, y no al revs 28 , y sobre las operaciones con que sta se activa. Poreso el intelecto agente no se agota en la iluminacin de los fantasmas sen-sibles, sino que sigue iluminando despus: por ejemplo, la propia operacinintelectual ejercida; y as la inteligencia adquiere hbitos, que la repotenciancapacitndola para nuevas y superiores operaciones. Todo ello apunta ya a lainterioridad del espritu humano, al yo cognoscente. En cambio, Aristtelesslo apela al intelecto agente para abstraer, es decir, para salvar la diferenciaentre lo sensible y lo inteligible, y as hacer posible la operacin intelectual.

    El aristotelismo medieval ya se percat de que la inteleccin humana noconsista solamente en esa abstraccin, la del intelecto agente; y aadi a ellalas que llam abstracciones del intelecto paciente: total o formal, sta ltimacon tres grados29. Por esta razn, si Aristteles consideraba el intelecto agente

    [27] Repblica VI, 19; 508 c.[28] Antropologa trascendental , v. II; p. 69.[29] Cfr. Garca Lpez, J.: La abstraccin. En:Estudios de metafsica tomista . Eunsa, Pamplona1976; pp. 15-30.

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    y paciente como dos dimensiones de la inteleccin, la tradicin aristotlica dela edad media las separ para considerarlas como dos facultades distintas dela naturaleza humana. Incluso algunos pensadores rabes medievales sostu-vieron que el intelecto agente era nico para todos los seres humanos, y estaba

    ubicado en la ltima esfera astral30

    .b) La actividad cognoscitiva del yo y la persona

    Desde esta perspectiva, que apunta una evolucin histrica en la nocin deintelecto agente31, se ha opinado que Polo traslada el intelecto agente desde unapotencia de la naturaleza humana hasta el acto de ser personal, para considerarlocomo un trascendental de la persona, a saber: como el intelecto personal32.

    Esto puedo decirse as, y el propio Polo as lo dice: porque iluminar es unacto, un hbito, del intelecto personal. Pero, en contra, tambin hay que sealarque no se identi ca con l: porque se distinguen realmente el iluminar y la trans-parencia del intelecto; de modo que el intelecto agente no es el intelecto personal.

    Tambin, porque lo que el intelecto personal busca, su tema, es el verbodivino, la rplica; en cambio, ilumina a la inteligencia para ver. Llegar a decir queel objeto del intelecto agente es Dios asociara, de un modo confuso, la bsqueda derplica y la visin de Dios: lo que amenaza un ontologismo contra el que Polo haadvertido33; y que no distingue, aunque ambos sean idnticos, el origen y su rplica.

    El intelecto agente es ms bien la manifestacin esencial del intelectopersonal: su virtualidad para iluminar hacia fuera y permitir la visin de lo

    inferior. El motivo ms de nitivo para mantener esta opinin mejor que la an -terior es que Aristteles atribuye la inteligibilidad actual de los fantasmas alintelecto agente, mientras que Polo se la atribuye ya a un hbito del intelectopersonal: precisamente en atencin a que es una luz iluminante y no transpa-rente (se trata del hbito de la sindresis 34, de la iluminacin). Atribuirle latransparencia modi cara el sentido de la nocin aristotlica de nous poieti-ks 35, algo que es inconveniente porque el estagirita es el autor de esa nocin.

    En todo caso, lo que hay que notar es que Aristteles distingue dos di-mensiones al explicar la operacin intelectual: el intelecto paciente y el agente;mientras que Polo, en cambio, distingue tres actos intelectuales de distinto rango:

    [30] Cfr. Robles Ortega, A.:La teora del conocimiento en la tradicin aristotlica (siglos IV a C.- XIII d. C.) . Universidad, Granada 1997.[31] Cfr. Sells, J. F.:El intelecto agente y los lsofos . Eunsa, Pamplona 2012.[32] Cfr. Sells, J. F.:El conocer personal. Estudio del entendimiento agente segn Polo . Universi-dad de Navarra, Pamplona 2003.[33] Cfr. Antropologa trascendental , v. II; p. 84.[34] Cfr. Antropologa trascendental , v. II; p. 22, nt. 38.[35] Cfr. White, M. J.:The problem of Aristotles nous poietiks . The review of metaphysicsWashington [USA] 57 (2004) 725-39.

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    ver, iluminar y la transparencia del intelecto personal. Los dos primeros, ver e ilu-minar, se corresponden su cientemente bien (ahora precisaremos las diferencias)con el intelecto paciente y agente; y, en la medida en que iluminar remite al inte-lecto personal, pues es un hbito suyo, se puede decir que Polo retrae el intelecto

    agente hacia la persona. Pero, insisto: slo hasta llegar, en el mejor de los casos, alyo cognoscente; no hasta identi car intelecto agente y persona, porque adems dela iluminacin est la transparencia del intelecto personal. El yo cognoscente esquien ana iluminacin y visin, incluso por encima de la operacin; que es comolas aun Aristteles, ms bien desconocedor de las interioridades del yo.

    c) Iluminacin y visin

    Lo ms notable en la doctrina de Polo sobre la inteligencia es, en miopinin, la interaccin de intelecto agente y paciente que plantea, el juego en-tre iluminar y ver que permite elevarse hasta el yo cognoscente. Y es que Polodistingue como una doble cascada en su interior.

    La ascendente es la iluminacin, propia del intelecto agente: que seeleva desde los fantasmas sensibles hasta los hbitos adquiridos, y va susci-tando as lo visible. La descendente es la visin, propia de la inteligencia: queva desde la experiencia intelectual que aclara los hbitos adquiridos, hasta laintencionalidad de los objetos abstractos cuando se convierten a la fantasa.

    Esta doble cascada exige la interaccin entre intelecto agente y pacien-te, o el juego entre iluminacin y visin; los cuales comportan dos extremos:

    1) Ante todo, un doble refuerzo mutuo entre ambos, que expande la in-terioridad del yo cognoscente ms all de la operacin intelectual:

    - En concreto, la extensin de la actividad del intelecto agente, su am-pliacin: pues ya no slo ilumina los fantasmas sensibles, sino luego las interio-ridades del propio espritu:los objetos inteligibles, las operaciones intelectualesejercidas y los hbitos adquiridos 36 .

    De tal modo que la iluminacin de los fantasmas activa la potencia y suscita suoperacin inicial; pero la posterior iluminacin de la operacin ejercida suscita los hbitosintelectuales, que intensi can la capacidad intelectual para ejercer nuevas operacionessuperiores a la inicial, las prosecutivas; las cuales requieren a su vez la iluminacin de losobjetos inteligibles que las preceden, cuyo mejor entendimiento es esa prosecucin.

    Finalmente, la ulterior iluminacin de los hbitos adquiridos permitea la potencia adquirir experiencia; y la experiencia intelectual es el nivel msalto de la inteleccin esencial del hombre.

    [36] Los hbitos intelectuales, las operaciones y los objetos son los niveles de ver-inteligido : Polo,L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 71, nt. 89.

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    - Y, por otro lado, la repotenciacin de la capacidad intelectual que esaextensin de la actividad del intelecto agente conlleva: el crecimiento de lainteligencia como potencia; el cual, como la inteligencia es in nita por inmate -rial, es un crecimiento irrestricto.

    As, se puede conceder que la inteligencia halla, y ve, la intencionalidaddel objeto abstracto, cuando lo remite a sus antecedentes sensibles convirtin-dolo a la fantasa; pero, halla y ve tambin la intencionalidad de los objetosinteligibles superiores vertindolos hacia los inferiores (son tambin las segun-das intenciones, y sus segundas determinaciones).

    Y, adems, ve las operaciones desde los hbitos adquiridos cuando lasidea y simboliza; e intensi ca su visin, ve esas ideas simblicas an con mayorclaridad, desde la experiencia intelectual.

    Todo esto es el crecimiento de la inteligencia, el incremento de su vi-sin, de lo que la inteligencia ve, cuando el intelecto personal ampla su activi-dad iluminadora para permitirlo.

    En suma, la iluminacin y la visin se extienden, se amplan, hastaenglobar toda la dinmica de la inteligencia, todo lo intelectual de la esenciahumana; y as el yo cognoscente gana en profundidad, en interioridad, por en-cima de la sola operacin intelectual.

    2) Por tanto, la mutua interaccin de intelecto agente y paciente com-porta tambin la multiplicacin de las luces mentales del hombre, pues ilumi-

    nar no es una accin nica: no ya para toda la especie humana, como sostuvie-ron algunos averrostas; sino, ni siquiera, para cada persona. Y es que la luz del intelecto personal se analiza en el orden de la esencia

    humana en una pluralidad de luces mentales, luces intraesenciales como dicePolo; porque el hombre puede ver muchos asuntos distintos y con distintas lu-ces. Pero, sobre todo, porque puede ver sus propios actos de visin: lo que Polodenomina ver-inteligido . Y, en su pice, la iluminacin del intelecto personalengloba todo cuanto uno ve, ya que todas las luces mentales dependen de eseiluminar propio de la persona: as se descubre el yo cognoscente.

    d) La visin intelectual y el yo cognoscente

    A este respecto, Aristteles a rmaba que el alma es en cierto modotodas las cosas 37 ; y entenda con ello que la inteligencia es como una tabla rasaen la que se puede imprimir cualquier forma abstrada de la sensibilidad: lapotencia intelectual es as capaz de recibir todo lo inteligible. Pero Polo sugiere

    [37] De anima III, 8; 431 b.

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    ampliar esta sentencia aristotlica atendiendo a la pluralidad de actos cognos-citivos del alma que no iluminan cosas fsicas 38 ; para a rmar que la potenciaintelectual no slo conoce los inteligibles tomados de la sensibilidad, sino quepuede conocer tambin lo que no es sensible sino intelectual; porque el intelec-

    to agente no slo ilumina los fantasmas sensibles para hacerlos inteligibles,sino luego los propios actos intelectuales, y sus objetos y hbitos. As, la entera dinmica de la inteligencia se eleva desde el orden sensi-

    ble, material, al orden intelectual e inteligible: las propias luces mentales conlas que el hombre ve, los actos cognoscitivos, pueden ser iluminadas y vistas,es el ver-inteligido . De modo que el intelecto personal no slo ilumina lo oscuropara hacerlo visible, sino que ilumina las propias luces mentales. Por as decir-lo, no slo se ven los colores, sino tambin luces luminosas: que iluminan y a suvez lucen, es decir, son vistas.

    El ver-inteligido son iluminaciones iluminadas, y as vistas; o, en supice, englobadas por la iluminacin que procede del intelecto personal. Y justamente ese pice, por encima incluso de la visin, es el yo cognoscente; elcual prescinde ya de la potencia intelectual porque depende directamente dela persona, de la iluminacin procedente del intelecto personal... cuando no sebusca a s mismo, u olvidado de s.

    El yo nunca es visto, sino que siempre es el que ve. No es visto, sino quesu plural ver depende de la iluminacin del intelecto personal... si es ampliadapara englobar todo lo intelectual; ampliacin con la que mani esta su procederde la persona, cuando sta omite la bsqueda de s.

    Si el yo cognoscente es un ver nunca visto, eso sucede porque es un actocognoscitivo cuya dimensin metdica no es solidaria con su dimensin temti-ca; pues el iluminar remite al ser personal, mientras que lo iluminado y visto seincluye en la esencia de la persona. Ms que de solidaridad metdico-temtica,aqu cabe hablar de a nidad, porque en lo iluminado no est ausente lo intelec-tual 39 ; y en esto se distingue la iluminacin englobante de los otros hbitos de lapersona: del de sabidura, que goza de la solidaridad metdico-temtica, y del delos primeros principios, que ni siquiera encuentra a nidad entre tema y mtodo.

    El yo cognoscente, en ltimo trmino, es el iluminar, en cuanto en-globante de todo cuanto cada quien ve. El yo como englobante ni es el reco-nocimiento de la conciencia, ni ninguna generalizacin de ella, objetos de par-ticulares operaciones mentales; por lo mismo que se distingue tambin de lanocin kantiana de conciencia trascendental, o de la hegeliana de posibilidadin nita que se realiza concretando lo universal. Sobre todo, prescindiendo dea nidades y detalles, porque el yo no es visto, sino un ver. Llega a ver suspropios actos de visin; pero, cuando stos son vistos, l es quien los ve. Por eso

    [38] Antropologa trascendental , v. II; p. 74.[39] Cfr. Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 199.

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    no hay nocin de l, ni una ni otra ni ninguna; sino que es el iluminar englo-bante. Y, aunque es un iluminar procedente del intelecto personal, tampoco esun encuentro suyo, difcil o imposible de ser visto; porque, si no es un fruto deella, tampoco antecede a la iluminacin: sino que es la misma iluminacin en

    cuanto englobante de la visin. La inversa de un iluminar que no es visto es una visin que no es ilumi-nada. Y me parece que de esta manera es como entiende Polo los sueos: actosde la inteligencia, a la que llegan los fantasmas, cuando est desasistida del yocognoscente que ilumina40. El yo cognoscente y la potencia intelectual son, en-tonces, los extremos de la inteleccin esencial: desde la dependencia de la visinrespecto de la persona, hasta la insercin de la potencia intelectual en el cuerpo.

    En de nitiva, el intelecto personal ilumina su propia esencia, y as dalugar al yo; y el yo cognoscente engloba todos los actos de inteleccin de ordenesencial. Pero lo hace de una manera no re exiva: porque el yo ve, pero no es

    visto; sino englobante de todo cuanto ve, porque ha sido previamente iluminadopor la persona... cuando no se busca a s misma. De esta manera se mantienela diferencia entre mtodo y tema en el acto cognoscitivo; y as Polo rechazatambin la re exividad que la losofa medieval atribuy a la inteligencia porinmaterial.

    4. La operacin intelectual y el cuerpo propio

    El yo es el pice de la esencia humana; como cognoscente es el iluminar

    que engloba todo cuanto el hombre ve, sealando la dependencia de la visinintelectual respecto de la persona; por eso es lo ms alto del conocimiento enel orden esencial.En el extremo opuesto, como lo ms bajo, est la operacinintelectual: el lmite mental. En dos palabras, y de acuerdo con la idea aristo-tlica de praxis teleia 41 , el lmite mental es la conmensuracin de la operacinintelectual con su objeto42.

    Si Aristteles comprendi que la operacin intelectual es instantnea,es decir, atemporal: que posee su n ya, al ejercerse; por lo mismo, la operacinintelectual es antecedida por su objeto, pues no se da sin l. Si no hay mediacintemporal en la operacin, no se pueden distinguir anterioridad y posterioridad;luego el n es posedo ya por la operacin, tanto como a sta le antecede siempreel objeto. De modo que, para que el hombre vea, tiene que tener presente ya elobjeto visto. El lmite mental es, entonces, la presencia a la mente de lo conocido,que fue exhaustivamente investigada por Polo en sus primeras obras43.

    [40] Cfr. Antropologa trascendental , v. II; p. 77.[41] Cfr.Metafsica IX, 7; 1048 b 18-35.[42] Cfr. Polo, L.:Lo intelectual y lo inteligible . Anuario los co Pamplona 15-2 (1982) 123.[43] En particular en El acceso al ser . Universidad de Navarra, Pamplona 1964; especialmente pp. 60-155.

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    a) Operacin intelectual y presencia mental

    El lmite mental es la operacin intelectual, o la presencia mental; cuyaexplicacin, como vamos a ver, es que la inteligencia humana, aun siendo inma-

    terial, est incorporada. Lo cual comporta, ante todo, su necesidad de comenzar,a partir de la informacin sensible; y la imposibilidad de librarse completamentede este comienzo suyo al progresar en el ejercicio de su operatividad.

    La denominacin de abstraccin para la primera operacin de la inte-ligencia (indicativa de su conexin con el organismo pues se abstrae de la sen-sibilidad) es demasiado clsica como para recti carla. Pero s hay que sealarque el trmino abstraer tiene la connotacin de extraer, de quedarse con algoprescindiendo tambin de algo (por ejemplo, quedarse con la forma inteligibleabandonada su materialidad sensible), que podra distraer de su preciso sentidocognoscitivo. Porque el conocimiento intelectual es un aadido personal sobre larealidad de lo conocido, una novedad que sobreviene sin quitar nada a lo real.

    Por eso Polo denomina a la primera operacin intelectual de otra mane-ra: es la operacin incoativa de la inteligencia, que consiste en la introduccinde la presencia en el tiempo. La presencia mental permite a la inteligenciaver lo conocido, presenciarlo; e introducirla en el tiempo constituye el primeracto de visin de la inteligencia, su primera forma de ver: ya que la primeradeterminacin de la inteligencia es la presencia del mundo en el que el hombreest44, o en el que transcurre su vida45.

    Despus de la operacin incoativa, la inteligencia humana se despliega en

    una doble direccin: pues hay dos operaciones prosecutivas. Porque lo abstracto, lanoticia inicial, ni es todo lo pensable por la inteligencia (cabe despus negarlo y gene-ralizar), ni agota nuestro conocimiento de esa realidad de la que hemos tomado noticiainicial (cabe tambin razonar desde sta para encontrar aqulla). A la matemticareserva Polo la uni cacin de ambas prosecuciones; y, por tanto, la matemtica es unaforma especial de la lgica humana, ya que ellogos es la unidad de lo intelectual.

    La presencia mental, por tanto, no slo se introduce en el tiempo, sinoque luego, ante todo, se extiende: pues al negar presentamos lo que an noestaba presente. Y, por eso, la negacin ms que prosecutiva es consecutivaa la presencia mental: negar no es proseguir, sino conseguir 46 ; la negacin, encuanto ajustada con la presencia mental, ha de entenderse exclusivamente comoconsecutiva al valor de an no del ya 47.

    [44] Sobreel sentido intelectual de la expresin estar-en-el-mundo , cfr. POLO, L.:Curso de teoradel conocimiento, v. II; lecciones 2 a 5.[45] Cfr. Polo, L.:Quin es el hombre. Un espritu en el tiempo . Rialp, Madrid 1991.[46] Polo, L.:El acceso al ser , p. 92.[47] Polo, L.:El acceso al ser , p. 126.

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    En cambio, al razonar exclumos la presencia mental para explicitarlas causas y concausalidades. Lo que ocurre es que luego volvemos a reponer lapresencia... en su caso, que es ste: al objetivar y hacernos presentes esas cau-sas; porque adems de las causas explcitas, caben tambin el concepto, juicio

    y razonamiento objetivos. En virtud de stos, es decir, por mor de la presenciamental, la razn humana es un proceder gradual, que se ejerce por fases. La presencia, por tanto, se introduce, se extiende y se repone; as que

    sustenta el logos humano, toda la dinmica de la inteligencia; y de esta manerael lmite mental es la salvaguarda de la esencia del hombre en tanto que distin-ta de la esencia fsica 48 .

    Con todo, la operacin intelectual no se conoce a s misma, sino que selimita a presentar el objeto visto con ella, lo que con ella presencia el hombre.Desde esta perspectiva, el lmite mental se ubica ya en el contexto de la caren-cia de identidad de la inteleccin humana: pues consiste en la no aparicin delcarcter de pensante en lo pensado 49 .

    b) Presencia mental y corporalidad

    Lo cual ocurre, decimos, porque la inteligencia humana, aun siendo in-material, est incorporada. E incorporada de un peculiar modo; ya que, justoporque la inteligencia humana empieza a operar introduciendo la presencia enel tiempo, no se excluye que el conocimiento intelectual del hombre acontezcade otra manera fuera del curso temporal de la historia: en las que Polo llama

    antehistoria o posthistoria50

    .En cambio, la peculiar incorporacin de la inteligencia al insertar lapresencia en el tiempo es tal que no se hace cargo completamente de su propiocuerpo, no lo asume en su operacin de presentar, no lo mani esta en ella;sino que lo reduce a un mero hecho latente bajo el pensar, e incomparecido alpensar51. La presencia mental es entonces como una moneda de dos caras, cuyoanverso es el presenciar y su reverso la latencia del propio cuerpo: que estbajo la presencia, sin comparecer en ella.

    De tal modo que hay un lastre de inobjetividad al pensar: la propiacorporalidad que late oculta bajo el pensar. Por este lastre, la presencia nuncaes la totalidad de lo inteligible: ya que el mismo presenciar, la misma opera-cin que se ejerce al presenciar, no es nunca presente; sino que la operacinintelectual es impotente para manifestarse a s misma. Y hago notar, entonces,que no es el cuerpo un obstculo para el pensar, algo opuesto al espritu; sino

    [48] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 162.[49] Polo, L.:Curso de teora del conocimiento , v. III; p. 388.[50] Cfr.El hombre en la historia . Universidad de Navarra, Pamplona 2008; c. III.[51] Sobre este hecho, cfr. Polo, L.:Curso de teora del conocimiento , v. III; p. 407 ss.

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    que el lmite es mental: porque es la operacin intelectual, la inteligencia de-cientemente incorporada, la que no puede conocerse a s misma. Y en cambio

    presenta algo: lo pensado. De manera que, nalmente, pensar lo pensado no esel pensar, sino ms bien su lmite 52 .

    Porque adems, despus, la operacin intelectual con ere a lo pensadocon ella sta su limitacin propia: su facticidad. La facticidad es unacuestinconcomitante a la detectacin del lmite mental, una seal de l; aunque dis-tinta de su abandono, como se aprecia en que se da una pluralidad de sentidosheterogneos de la facticidad53. Y es que, en ltimo trmino, el objeto presentetampoco es todo lo inteligible, sino slo algo entendido: lo determinadamentepensado, que con frecuencia consideramos tambin como realde hecho . De estamanera, en de nitiva, e l objeto pensado es asimismo limitado: porque carecetambin de la omnitud inteligible.

    La negacin consecutiva a la primera determinacin del pensamientodeclara precisamente esta insu ciencia de lo pensado, y aspira entonces a laomnitud objetiva: la negacin es as tambin generalizacin. Pero, como no hayuna idea general mxima, la negacin se contina inde nidamente, siemprelimitada por su objeto; luego la negacin no permite superar la presencia men-tal, porque la presencia es constante en todas las operaciones intelectuales. Elabandono de la presencia mental exige el conocimiento habitual.

    c) El conocimiento de la operacin intelectual

    El lmite se oculta en la operacin, en tanto que sta se ajusta conel objeto presente: el objeto se destaca y la operacin se oculta. Para ma-nifestar la operacin, entonces, se necesitarn ante todo los hbitos, queson su conocimiento; y, an despus, es tambin posible detectar el lmitemental en condiciones tales que puede ser abandonado.

    Antes de los hbitos, es decir, de su manifestacin, la operacinintelectual puede reconocerse objetivamente en un caso: la objetivacinintelectual de la circunferencia; es el acto perfecto de conciencia, superiora la conciencia imperfecta o concomitante. Porque la circunferencia es unaimagen en cuya objetivacin la conciencia se reconoce. Pero tan slo sereconoce objetivamente, no en su ejercicio, aunque ste sea inseparable deese objeto suyo; y adems eso ocurre en este nico caso, como correspondea la unicidad de la presencia mental.

    Tras el reconocimiento objetivo de la operacin mental, el cono-cimiento de su ejercicio, su iluminacin, puede hacerse de tres maneras,aun antes de detectarla como un lmite susceptible de ser abandonado.

    [52] Polo, L.:El ser I: la existencia extramental . Universidad de Navarra, Pamplona 1966; p. 89.[53] Cfr. Polo, L.:Curso de teora del conocimiento , v. III; p. 395.

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    La inicial se reduce a una mera variacin del acto intelectualejercido por la potencia: en lugar de atender a lo presente, considerar supresencia. De acuerdo con esta variacin, se aprecia que lo presente no estodo lo posible, lo presenciable, lo pensable; y de esta manera se inicia y

    se ejerce la operacin negativa de la inteligencia, la generalizacin, que esconsecutiva a la presencia mental: su seguir ejercindose. Despus, la iluminacin de la operacin puede mantenerse hasta

    manifestarla en cuanto distinta de su objeto, es decir, separndola de l.Esta iluminacin es propiamente el hbito adquirido; y permite la prose-cucin racional de la operatividad intelectual, la que explicita las causasen pugna con la presencia mental manifiesta.

    Y, finalmente, la operacin ejercida puede ser iluminada tambina una con su objeto, suscitando en tal caso las ideas simblicas:los smbo-los sobre los que versa la claridad experiencial son , entonces, manifesta-ciones de la presencia mental 54 . Cuando el yo es cognoscente de sus pro-pias operaciones intelectuales, las idea y torna as simblicas. Y, entonces,remiten ms all de ellas: desde su ndole intencional hacia la realidad; sibien, como simblicas que son, no llegan a descifrar cabalmente esa remis-in. El descifrar las ideas simblicas no es asunto del yo cognoscente, sinoque compete al abandono del lmite, es decir, al intelecto personal.

    Las ideas simblicas que registra Polo, en correspondencia con lasoperaciones intelectuales iluminadas, son stas: el yo (suscitado al idear laconciencia), Dios (al idear la generalizacin o negacin), la distincin real

    de esencia y existencia (con tres smbolos suscitados al idear la abstraccin,concepcin y a rmacin: las ideas de naturaleza, sustancia y esencia) y losaxiomas lgicos (smbolos procedentes de idear la fundamentacin racio-nal). No hay, en cambio, un smbolo de la persona; porque sta, como estransparente, reenva de suyo, sin necesidad de ningn smbolo.

    En suma, la manifestacin de la presencia mental es gradual: el primer grado la manifiesta como un ver detenido (es el hbito adquirido),el segundo como verbo (ms que un ver, un ver futurizado: as son lossmbolos que suscita el yo cognoscente) y el tercero detectndola en condi-ciones tales que cabe abandonarla 55 .

    Estas condiciones son la dependencia que guarda el lmite men-tal respecto de la libertad personal: pues la persona puede despren-derse de la presencia a la mente, en tanto que posee un futuro propioy no desfuturizable56. Y de eso corresponde tratar ahora: del abandonodel lmite mental.

    [54] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 217.[55] Polo, L.: Antropologa trascendental , v. II; p. 89.[56] Cfr. Polo, L.: Antropologa trascendental , v. I: la libertad y el futuro ; pp. 230 ss.

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    d) Ms all de la operacin intelectual

    Si el lmite es la operacin intelectual, es decir, el ajuste entre la ope-racin y su objeto, podr abandonarse bien por el lado del objeto, hacia la rea-

    lidad extramental, con la primera y segunda de sus dimensiones; o bien por ellado de la operacin, hacia la realidad personal: son la tercera y cuarta dimen-siones del abandono.

    A su vez, cabe aadir que el abandono del lmite mental puede ser com-pleto, esto es, prescindiendo enteramente del lmite, o sea, de las operacionesmentales. Lo cual se consigue inicialmente con la primera dimensin del aban-dono; pero, inmediatamente despus, con la tercera: sin la que no se abandonael lmite completamente. O bien el lmite mental puede abandonarse tambincontando con el mismo lmite, como para distanciarse de l: bien hacia lo quees inferior al lmite, mediante cierta pugna entre ambos que torna explcita lacausalidad extramental (la segunda dimensin del abandono); o bien hacia loque es superior al lmite: que es el yo cognoscente, el cual explica y engloba ellmite mental (la cuarta dimensin de su abandono).

    Tambin se puede decir que, si el lmite mental es la operacin inte-lectual, su abandono se corresponder con el conocimiento habitual. Tanto loshbitos adquiridos por la inteligencia mediante el ejercicio de sus operaciones,al conocerlas (segunda dimensin); como los hbitos personales, que brotan dela persona (las otras tres dimensiones). De modo que la operacin intelectual,el lmite mental, se corresponde propiamente con la inteligencia; mientras que

    su abandono, en cambio, con el intelecto personal. Es decir: con el alcanzar queluego busca (la tercera dimensin), con el iluminar que permite ver (la cuartadimensin) y con el que encuentra (las dos primeras dimensiones; aunque parala segunda, como la esencia extramental est coordinada con la inteligenciahumana, su encuentro exige la manifestacin de la operatividad de sta: loshbitos adquiridos por la razn).

    En de nitiva: el lmite corresponde al operar de la inteligencia,mientras que su pluridimensional abandono es la diversa actividad del in-telecto personal, el ejercicio de su dimensin metdica. Porque la bsquedade rplica, en cambio,no es una dimensin del mtodo propuesto 57 , pues elabandono del lmite mental no da ms de s 58 : en ella rige slo la dimensintemtica del intelecto personal, privada de su valor metdico. Se produce,por tanto, un trueque: en vez de su valor metdico, la ordenacin del intelectoal tema que lo trasciende : es la delidad del intelecto personal a su ndole deintelecto creado 59 .

    [57] POLO, L.: Antropologa trascendental , v. I; p. 212.[58] Ibdem , v. I; p. 11.[59] Ibdem, v. I; p. 212.

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    5. Conclusin: la dualidad de coincidencia y separacin en lainteleccin humana

    Recapitulemos. La indagacin poliana sobre la carencia de unidad dela inteleccin humana, que establece -en cambio- su dualidad, nos condujo arechazar, en un primer lugar, la identidad del intelecto personal: sentando ladistincin entre su existencia y su esencia; es decir, entre su transparencia,que se ubica en el mbito de la intimidad personal, y su iluminar hacia fuera.

    En segundo lugar, nos condujo a la distincin entre la actividad cognos-cente del yo y la potencia intelectual, que es la que media entre la iluminacinque permite ver y la visin: pues el yo cognoscente permite a la inteligencia veral iluminar, pero l mismo nunca es visto, sino el iluminar englobante. Esteenglobar abraza toda la interioridad del yo humano; que, sin embargo, es lamanifestacin hacia fuera de la persona.

    De modo que la expresinel yo pensado no piensa incluye esos dos sig-ni cados; duplicidad que el mismo Polo ha reconocido: pues, en sus primerasobras con esa no distingua con nitidez persona y yo , y acu la frmula n-cleo del saber 60. Esos dos signi cados son stos: ante todo, que la persona no sereplica a s misma, esto es lo capital; y luego, que el yo no se ve a s mismo. Poreso, Polo termina por decir queesta observacin (el yo pensado no piensa), msque a la tercera, interesa decisivamente a la cuarta dimensin del abandono dellmite mental 61.

    A todo lo cual hemos aadido, en un tercer lugar y nalmente, que la

    operacin intelectual tampoco se conoce a s misma; es decir, que tampoco hayidentidad entre la operacin intelectual y su objeto, esto es, entre la presenciamental y lo presente, diferencia que es el mismo tema del lmite mental; con lse abre el hombre hacia el exterior, es decir, hacia la exterioridad de lo inferiora s mismo.

    Si la inteleccin humana carece de unidad en todos sus niveles, serporque lo suyo es ms bien la dualidad: la que distingue el mtodo y el temadel acto cognoscitivo. Y Polo establece esta dualidad enlazando coincidencia yseparacin. En los actos cognoscitivos del hombre, desde el intelecto personal ala operacin mental, se distinguen sus dimensiones temtica y metdica; a laprimera conviene la coincidencia, a la segunda la separacin. Y de tal maneraque hay una correspondencia inversa entre ambas: a ms coincidencia, menosseparacin; y viceversa.

    Y as, la operacin intelectual, que es el lmite mental, constituye unacoincidencia mxima, de acuerdo con la cual se establece la verdad en su inicial

    [60] Antropologa trascendental , v. II; p. 69, nt. 86. Lo hice notar en la nota explicativa de lapublicacin de su escritoLa persona humana como ser cognoscente . Studia poliana 8 (2006) 53.[61] Antropologa trascendental , v.II; p. 18, nt. 25.

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    sentido fenomenolgico; de acuerdo con ella se admite el aforismo parmendeolo mismo es pensar y ser : son lo mismo... cuando al pensar se obtiene la verdad.Pero, simultneamente, hay en la operacin intelectual una separacin mni-ma: pues la operacin se conmensura con su objeto; de modo que, operativa-

    mente, intellectus in actu est intellectum in actu62

    .En cambio, el intelecto personal coincide mnimamente con el tema quebusca, puesto que ste le trasciende enteramente; y por eso hay una separacinmxima entre el intelecto personal y su tema, que es el verbo divino; ya que, comosuele decir Polo, la persona humana es ms distinta de Dios que de la nada 63 .

    Con todo, si la divergencia entre la operacin intelectual y el intelectopersonal es ya extrema, ms imposible ser an la comparacin entre la mis-midad de pensar y ser propia del lmite mental y la identidad divina del sery el entender, trminos ambos que son por completo incomparables; pues laidentidad originaria es irreductible al lmite mental, al que ms bien anula64.

    Si ante la sabidura divina desaparece el saber humano, es inane lapretensin hegeliana de un saber absoluto. Pero la losofa poliana del lmitemental no decae por ello en actitudes pesimistas: escpticas, empiristas o vol-untaristas; ni siquiera en el socrtico slo se que no se nada , o en la cusanadocta ignorantia . Porque el saber humano es limitado, entre otras cosas porquees un inteligir creado, y adems incorporado de tal modo que no dispone ple-namente de su propio organismo. Pero, justamente porque ha sido creado yporque dispone hasta cierto punto de su organismo, justamente por ello, es unsaber y un inteligir, no un conjeturar, ngir saber o ignorar.

    Por eso, si atendemos, en lugar de a los extremos, a todos los actoscognoscitivos intermedios entre la operacin intelectual y el intelecto personal,cabe hablar de una progresiva separacin de la actividad cognoscitiva respectode los temas conocidos con ella. En atencin a esto, el propio Polo ha sealado65 la vinculacin de su propuesta metdica con la nocin de separacin. sa que Aristteles asign al intelecto agente66; y el aquinate a la temtica metafsica,es decir, a las sustancias inmateriales 67: de aqu su distincin entre abstractio y separatio para establecer el mtodo de la metafsica68.

    La progresiva separacin, respecto de la operacin intelectual, en que consisteel abandono del lmite mental apela a la libertad trascendental de la persona: pues porella, el hombre puede irse desprendiendo del presente para orientarse hacia el futuro.

    [62] Toms de Aquino:Summa theologiae I, 85, 2 ad 1.[63] Antropologa trascendental , v. II; p. 211.[64] Cfr. Polo, L.:El ser I: la existencia extramental , pp. 333 ss.[65] Cfr. Antropologa trascendental , v. II; p. 19, nt. 27.[66] Cfr. De anima III, 5; 430 a 22-3.[67] Cfr.Expositio super librum Boethii De Trinitate , q. 5, a. 4.[68] Cfr. Gelonch, S. R.:Separatio y objeto de la metafsica . Eunsa, Pamplona 2002.