1203 pompeyo

2
79 interviú 78 interviú No se sabe cómo, pero quitó el freno de mano y en su deslizamiento el vehículo arrolló a una señora e hirió a un niño. “Puede que a partir de ahí empezase todo, las malas compañías, los porros, no dormía... aquel accidente le marcó”. Sus padres tuvieron que resignarse. En septiembre de 1983 fue detenido por ro- bar un coche en la localidad almeriense del Jergal, en noviembre de 1987 se to- pó con la policía por otro robo en Ro- quetas de Mar, pero fue en septiembre de 1988 cuando la Guardia Civil le de- tuvo en Melilla con cerca de 40 kilos de resina de hachís, ocultos en un doble fondo de su coche. Tuvo que pagar con la cárcel. Paralela- mente, le llegó una reclamación del Juz- gado Militar número 1 de Granada por ne- garse a realizar el ser- vicio militar. Era la puntilla y decidió de- saparecer. CUERPO DE PAZ En 1989, Pompeyo ya estaba en Bolivia. Al principio todo iba bien: encontró trabajo de camarero en el bar Munich, a escasos metros de la emble- mática plaza 24 de Septiembre, de Santa Cruz de la Sierra, un local frecuentado por extranjeros, sobre to- do estadounidenses y alemanes, en bus- ca de aventuras. Fue allí donde conoció a Gloey Weissman, una mujer norteame- ricana que le superaba en edad y que pertenecía al Cuerpo de Paz, una organi- zación de voluntarios que opera en toda Latinoamérica y que suele dedicarse al asesoramiento del campesinado. Aun- que sus fines se dirigen a la población desfavorecida, siempre ha habido sospe- chas de que muchos de los integrantes del Cuerpo colaboran con las agencias de espionaje de Estados Unidos. Lo cierto es que se enamoraron y el ro- mántico idilio se fue tornando en angus- tia. Él, según su madre, era un chaval tí- mido, muy protegido familiarmente, miedoso; ella, bastante dominante y ce- losa. La tormentosa relación adquirió un elemento nuevo: el consumo de cocaí- na, una droga al alcance de cualquiera en Bolivia. Se engancharon, sobre todo Pompeyo, y una noche otoñal de 1991 un arrebato degeneró en tragedia. Mien- tras dormían en la avenida Pasillo Des- carpontriez, Pompeyo tomó una pistola L a madre de Pompeyo Miranda no olvida que siendo un mu- chacho, cuando ya había deja- do de estudiar y se juntaba con “chavales marginales”, su hijo se fue, la víspera del día de Reyes, a una tienda de regalos. Entró y se dedicó a robar juguetes para los hijos de sus veci- nos. “Era un chico sin maldad, pero se perdió”, recuerda Amalia entre lágri- mas. Aquel Pompeyo, natural de Alme- ría, tiene ahora 33 años y es, a su pesar, el enemigo penitenciario número uno de Bolivia, convertido en un recluso de alta peligrosidad en el penal de Palmasola, en Santa Cruz de la Sierra, a más de 800 kilómetros de La Paz. Desde que en 1991 asesinara a su aman- te, la norteamericana Gloey Weissman, la vida de este joven andaluz, el preso más famoso de toda Santa Cruz, ha se- guido los patrones del taleguero sin re- dención, implicado en fugas y asesina- tos y con escasas posibilidades de salir de una espiral donde o eres el más fuer- te o te espera lo peor. Su familia lo sabe y vive sólo para que el Consulado espa- POMPEYO MIRANDA RUIZ ES UNO DE LOS PRESOS MÁS PELIGROSOS DE BOLIVIA. EL ASESINATO DE SU AMANTE, UNA NORTEAMERICANA, POR EL QUE RESULTÓ CONDENADO EN 1991, FUE LA PERDICIÓN DE ESTE ALMERIENSE DE 33 AÑOS. FUGAS, AJUSTES DE CUENTAS Y ASESINATOS LE HAN CONVERTIDO EN UN PERSONAJE FAMOSO EN EL PAÍS ANDINO. SU FAMILIA INTENTA DESESPERADAMENTE TRAERLE A UNA CÁRCEL ESPAÑOLA PORQUE TANTO LAS AUTORIDADES PENITENCIARIAS BOLIVIANAS COMO LA EMBAJADA ESPAÑOLA RECONOCEN QUE LA VIDA DE ESTE CABECILLA DE LOS RECLUSOS CORRE PELIGRO. La familia se queja de la ineficacia del Consulado y de la presión de Estados Unidos En la otra página, la ficha penitenciaria de Pompeyo y el momento de su detención tras huir a Perú. Junto a estas líneas, el recluso español durante la reconstrucción del asesinato de Gloey Weissman. Abajo, vista del penal de Palmasola. ALBERTO GAYO / FERNANDO ABIZANDA (ENVIADOS ESPECIALES) un español es el recluso más famoso de bolivia. estar en prisión no ha impedido que siga con sus fechorías un español es el recluso más famoso de bolivia. estar en prisión no ha impedido que siga con sus fechorías ñol en Santa Cruz logre su traslado a una cárcel española. La propia legación di- plomática reconoce que la situación de Pompeyo es de alto riesgo, y aunque el expediente está preparado el visto bueno nunca llega. “Algo está pasando, no sa- bemos si es la presión que ejerce Esta- dos Unidos o es la ineficacia del Consu- lado, pero mi hermano sigue en el bote”, afirma su hermana María Amalia en re- ferencia a las celdas de aislamiento. El destino le jugó su primera mala pasa- da a Pompeyo cuando tenía 16 años. No sabía conducir y se metió a escuchar música en el Seat 1430 de un pariente. “ERES MÁS MALO QUE POMPEYO” “ERES MÁS MALO QUE POMPEYO” 078-081_pompello 13/5/99 20:57 Página 78

Upload: albertogayo

Post on 25-Jul-2015

587 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: 1203 pompeyo

79interviú 78 interviú

No se sabe cómo, pero quitó el freno demano y en su deslizamiento el vehículoarrolló a una señora e hirió a un niño.“Puede que a partir de ahí empezasetodo, las malas compañías, los porros,no dormía... aquel accidente le marcó”.Sus padres tuvieron que resignarse. Enseptiembre de 1983 fue detenido por ro-bar un coche en la localidad almeriensedel Jergal, en noviembre de 1987 se to-pó con la policía por otro robo en Ro-quetas de Mar, pero fue en septiembrede 1988 cuando la Guardia Civil le de-

tuvo en Melilla concerca de 40 kilos deresina de hachís,ocultos en un doblefondo de su coche.Tuvo que pagar conla cárcel. Paralela-mente, le llegó unareclamación del Juz-gado Militar número1 de Granada por ne-garse a realizar el ser-vicio militar. Era lapuntilla y decidió de-saparecer.

CUERPO DE PAZEn 1989, Pompeyoya estaba en Bolivia.Al principio todo ibabien: encontró trabajode camarero en el barMunich, a escasosmetros de la emble-mática plaza 24 deSeptiembre, de SantaCruz de la Sierra, unlocal frecuentado porextranjeros, sobre to-

do estadounidenses y alemanes, en bus-ca de aventuras. Fue allí donde conocióa Gloey Weissman, una mujer norteame-ricana que le superaba en edad y quepertenecía al Cuerpo de Paz, una organi-zación de voluntarios que opera en todaLatinoamérica y que suele dedicarse alasesoramiento del campesinado. Aun-que sus fines se dirigen a la poblacióndesfavorecida, siempre ha habido sospe-chas de que muchos de los integrantesdel Cuerpo colaboran con las agenciasde espionaje de Estados Unidos.Lo cierto es que se enamoraron y el ro-mántico idilio se fue tornando en angus-tia. Él, según su madre, era un chaval tí-mido, muy protegido familiarmente,miedoso; ella, bastante dominante y ce-losa. La tormentosa relación adquirió unelemento nuevo: el consumo de cocaí-na, una droga al alcance de cualquieraen Bolivia. Se engancharon, sobre todoPompeyo, y una noche otoñal de 1991un arrebato degeneró en tragedia. Mien-tras dormían en la avenida Pasillo Des-carpontriez, Pompeyo tomó una pistola

La madre de Pompeyo Mirandano olvida que siendo un mu-chacho, cuando ya había deja-do de estudiar y se juntaba

con “chavales marginales”, su hijo sefue, la víspera del día de Reyes, a unatienda de regalos. Entró y se dedicó arobar juguetes para los hijos de sus veci-nos. “Era un chico sin maldad, pero seperdió”, recuerda Amalia entre lágri-mas. Aquel Pompeyo, natural de Alme-ría, tiene ahora 33 años y es, a su pesar,

el enemigo penitenciario número uno deBolivia, convertido en un recluso de altapeligrosidad en el penal de Palmasola,en Santa Cruz de la Sierra, a más de 800kilómetros de La Paz.Desde que en 1991 asesinara a su aman-te, la norteamericana Gloey Weissman,la vida de este joven andaluz, el presomás famoso de toda Santa Cruz, ha se-guido los patrones del taleguero sin re-dención, implicado en fugas y asesina-tos y con escasas posibilidades de salirde una espiral donde o eres el más fuer-te o te espera lo peor. Su familia lo sabey vive sólo para que el Consulado espa-

POMPEYO MIRANDA RUIZ ES UNO DE LOS PRESOS MÁSPELIGROSOS DE BOLIVIA. EL ASESINATO DE SU AMANTE, UNANORTEAMERICANA, POR EL QUE RESULTÓ CONDENADO EN 1991,FUE LA PERDICIÓN DE ESTE ALMERIENSE DE 33 AÑOS. FUGAS,AJUSTES DE CUENTAS Y ASESINATOS LE HAN CONVERTIDO EN UN

PERSONAJE FAMOSO EN EL PAÍS ANDINO. SU FAMILIA INTENTADESESPERADAMENTE TRAERLE A UNA CÁRCEL ESPAÑOLA PORQUE TANTO LASAUTORIDADES PENITENCIARIAS BOLIVIANAS COMO LA EMBAJADA ESPAÑOLARECONOCEN QUE LA VIDA DE ESTE CABECILLA DE LOS RECLUSOS CORRE PELIGRO.

La familiase queja dela ineficaciadel Consulado y de la presiónde EstadosUnidos

En la otra página, la ficha penitenciaria de Pompeyo y el momento de su detención tras huir a Perú. Junto a estas líneas, el recluso español durante la reconstrucción del asesinato de Gloey Weissman. Abajo, vista del penal de Palmasola.

ALBERTO GAYO / FERNANDO ABIZANDA

(ENVIADOS ESPECIALES)

un español es el

recluso más

famoso de bolivia.

estar en prisión no

ha impedido que siga

con sus fechorías

un español es el

recluso más

famoso de bolivia.

estar en prisión no

ha impedido que siga

con sus fechorías

ñol en Santa Cruz logre su traslado a unacárcel española. La propia legación di-plomática reconoce que la situación dePompeyo es de alto riesgo, y aunque elexpediente está preparado el visto buenonunca llega. “Algo está pasando, no sa-bemos si es la presión que ejerce Esta-dos Unidos o es la ineficacia del Consu-lado, pero mi hermano sigue en el bote”,afirma su hermana María Amalia en re-ferencia a las celdas de aislamiento.El destino le jugó su primera mala pasa-da a Pompeyo cuando tenía 16 años. Nosabía conducir y se metió a escucharmúsica en el Seat 1430 de un pariente.

“ERES MÁS MALO QUE POMPEYO”“ERES MÁS MALO QUE POMPEYO”

078-081_pompello 13/5/99 20:57 Página 78

Page 2: 1203 pompeyo

81interviú 80 interviú

masola, donde compartía celda día y no-che con Pompeyo. Se hicieron amigos,pero las leyes del presidio son incuestio-nables: tú o yo, sólo puede quedar uno.Una noche, Papacho apareció con la ca-beza aplastada por un bloque de cemen-to. “Lo maté porque me hacía la vidaimposible”, llegó a decir el almeriense,según fuentes penitenciarias bolivianas.Le cayeron otros 30 años de condena yfue trasladado inmediatamente al bote,celdas de aislamiento ubicadas enChonchocorito, la zona de seguridad,denominada así en honor a la cárcel pa-

ceña de Chonchocoro. Teóricamente esdonde más protegido estaba, pero enuna ocasión le metieron cuatro perroshambrientos dentro para que acabasencon él, recuerda su hermana.Ya no había tregua. La prisión era go-bernada por unos cuantos clanes mafio-sos, dominados por jalikatas (cabeci-llas) y Pompeyo tenía que ir sorteandocomo podía las arremetidas de los nue-vos inquilinos. El año pasado, él mismoordenó la muerte de un ex policía ar-gentino apellidado Di Paula que se ha-bía dedicado a extorsionar y secuestrar

en Bolivia, y hace apenas nueve mesesvolvió a tener problemas con otro jali-kata, José Julio Calvimontes Schulvert,condenado por el asesinato de un pro-fesor de baile y autor de la muerte deotro compañero de celda. Calvimontesera el terror en persona y cuentan losreclusos de Palmasola que nada másentrar en el penal hizo una advertencia:“Matar a alguien es tan fácil como ma-tar a un mosquito. Mataré al que se meponga por delante”.El descontrol llegó a su cima en juniode 1998. Según las crónicas del momen-

to, “en una semana un recluso fue acu-chillado, se produjo la fuga de tres inter-nos, y para completar el panorama, elespañol Pompeyo Miranda se las inge-nió para obtener un arma de fuego y conella baleó a su compañero de ‘Choncho-corito’, Julio Calvimontes Schulvert”.En marzo de 1999, Calvimontes moríade un ladrillazo en la cabeza. Las culpasrecayeron de nuevo en Pompeyo. “Es elúnico líder del presidio que se mantienevivo y eso es problemático, porque haentrado en una dinámica en la que siaparece otro que quiere ser el más fuer-te tendrá que enfrentarse a Pompeyo y,seguramente, sólo quedará uno”, sostie-nen fuentes penitenciarias.

LOS LIBROS, SU ÚNICO CONSUELOPompeyo sigue esgrimiendo que sólo sededica a leer –El perfume, de PatrickSuskind, y Ulises, de James Joyce, hansido sus últimos libros de cabecera– yha decidido aparecer en escena lo me-nos posible, después incluso de que su

opinión haya sido requeri-da en diversas ocasionesen los medios de comuni-cación. Ahora, PompeyoMiranda Ruiz sólo tieneuna obsesión: volver a Es-paña. “Por lo demás, dilea mamá que se tranquili-ce, pues me han avisadodel Consulado que en tresmeses estoy allí. Ya no ten-go móvil, me lo quitó lapoli. Saluda a las niñas y ala mamá”. Así terminabala última carta que envió asu hermana Amalia a fina-les del 98.Pero Pompeyo continúa enPalmasola. El pasado 20de abril, una carta de laEmbajada española en La

Paz, remitida a la Asociación de Ayuda alos Presos Españoles en el Extranjero,aseguraba que “tanto él como las autori-dades penitenciarias reconocen que suseguridad física peligraría si estuvieraen la zona general de la cárcel. Sin em-bargo, la Dirección General de RégimenPenitenciario es contraria a trasladarloa otra prisión. La salud del señor Mi-randa se ha resentido mucho, y estamosa la espera de que Régimen Penitencia-rio autorice su traslado a España”. Se-gún la familia, el Consulado le comuni-có que los papeles para su repatriaciónestán en España, pero aquí aseguran quetodavía se encuentran en Santa Cruz.Nada ha cambiado para Pompeyo. Ymenos, su imagen. En las calles de SantaCruz, cuando una madre recrimina lastravesuras a su hijo suele utilizar lo queya es casi un dicho en esta región: “Eresmás malo que Pompeyo”.

Comiócuchillas deafeitartrituradaspara que letrasladaranal hospital

Los ‘jalikata’(cabecillas)dominan lacárcel. Allímatar esmuy fácil ybarato

A la madre y a la hermana de Pompeyo lescuesta llorar. Hace más de diez años que

no lo ven. Por las noticias que llegan desde elotro lado del océano, por las llamadas que devez en cuando les hace Pompeyo y por suscartas saben que la vida vale muy poco en lacárcel de Palmasola. “Para que todavía le que-de alguna esperanza, tiene que irse de aquellaprisión, tiene que salir de allí”, declara a inter-viú María Amalia, su hermana. Junto con sumarido, oficial de la Legión que ha participadoen misiones internacionales, entre ellas enBosnia, está intentándolo todo para que trai-gan a Pompeyo a una prisión española. “Aquí

puede estar ocupado en talleres, en cursos y sialgún día consigue el régimen abierto, tendríatrabajo seguro”. Según los datos en su poder,el 22 de octubre de 1997, su expediente salióde los juzgados de Sucre, y el 25 de marzo de1998 fue la última vez que Pompeyo solicitó sutraslado. “Hemos hablado con el Ministerio deAsuntos Exteriores y no hemos logrado nada.En el Consulado dicen que tienen los papeles;luego hablan de que están en España, y aquínos dicen que todavía no han salido. Creemosque la presión norteamericana puede influir y sisirviese de algo desplazarnos hasta allí iría-mos, pero puede serpeor”. Amalia, la ma-dre, se mantiene másfría, pero su marido es-tá ya muy cansado yasegura que el día queviaje a Santa Cruz se-rá para quedarse en lapuerta del Consuladohasta que traigan a suhijo a España.

“Para que le quedealguna esperanza tiene

que salir de allí”

“Para que le quedealguna esperanza tiene

que salir de allí” Es horrible, sé que no volveré vivo a España

Su historial es su sombra y no le deja tranquiloni un momento. Pompeyo Miranda esconsciente de lo que ha hecho pero también

reivindica desde su celda de la prisiónboliviana de Palmasola que muchas delas tropelías que le imputan nada tienenque ver con él. El pasado martes, unode los teléfonos a los que tienenacceso los reclusos sonó. “¡PompeyoMiranda, al teléfono, llaman desdeEspaña!”. Eran las siete de la tardeen Madrid (cerca de las 13,00 horas enSanta Cruz). Este preso españolhabló con interviú duranteunos minutos.—La Embajada hareconocido que suestado de salud seha deterioradomucho. ¿Cómo seencuentra usted?—Imagínese, estoymuy flaco. Llevonueve mesesmetido en el‘bote’ (celda deaislamiento) y se mehan quitado las ganasde comer. Solicitéalbúmina alConsulado y medijeron que notenían presupuesto.Además, tengo unainfección en ladentadura que metiene destrozado.

—¿Cómo sonesas celdas deaislamiento?—La celda tienedos metros por tres,mi wáter es unabolsa de plástico yutilizo una botellade coca-cola paramear. Estoyamargado, estoy 23horas en el ‘bote’ yme dejan salir 40minutos al día a la

zona general del penal. Como aquí dentro todo elmundo es corrupto, si le pago al guardia diezbolivianos me estira un poco más el tiempo. El restodel día me mantienen incomunicado.—¿Y su integridad física?—Todo el mundo sabe que aquí dentro tengo muchosenemigos y sólo por hablar con usted podríanordenar que me maten. No estoy seguro ni en micelda. Es horrible. Por eso sé que no volveré vivo aEspaña, no confío en regresar vivo. Además, cadapolicía es un dictador, hacen lo que les sale de laspelotas. En Palmasola no hay normas, secumple lo que se le pone en los cojones acada guardia. Desde que se llega a la

prisión no se deja de acoquinar a todoel mundo. Yo estoy 23 horasencerrado y no paro de pagar.—Nadie ha sabido explicarmepor qué mató usted a lanorteamericana.—No quiero hablar de eso.—¿Y del resto de losasesinatos que le atribuyendentro de la cárcel?—Reconozco y asumo queordené matar a Di Paula (unex policía argentino que

cumplía condena en ese mismocentro), pero no tengo nada que

ver con el asesinato de JulioCalvimontes (otro asesino

encarcelado que causaba el terror enPalmasola). Me lo han cargado a mí y no tengonada que ver. Aquí, todo lo que ocurre es culpa dePompeyo. Ahora sólo quiero que me trasladen y laúnica respuesta que me dan es que pida ayuda aDerechos Humanos.

Amalia conserva laserenidad, peroteme por su hijo.

“”

POMPEYO

otra cosa que ir a pedir algo de dinero ala Embajada española para poder volvera su tierra. Nada más abandonar la lega-ción fue detenido y llevado hasta lafrontera con Bolivia. Estados Unidos in-tentó su extradición sin éxito y Pompe-yo fue a dar con sus huesos en la cárcelde máxima seguridad de Chonchocoro(La Paz), un centro penitenciario levan-tado a las afueras de la ciudad con ayu-da de capital norteamericano donde seencuentran recluidos los presos másconflictivos y peligrosos, entre ellosgrandes capos del narcotráfico y ex pre-sidentes del Gobierno implicados en elcomercio con estupefacientes. Sopor-tando temperaturas inhumanas en me-dio del altiplano, el preso español recu-rrió a una dieta que le ha hecho famoso:las sopas de navajas. Se dedicaba a co-mer cuchillas de afeitar hechas añicosbuscando ser ingresado en el hospital deLa Paz. Un día comía sopa, otros se cor-taba las venas, así hasta que fue enviadoa la prisión de Palmasola. Condenado a 30 años de cárcel por ase-sinato premeditado, Pompeyo decidiórehabilitarse y en sus muchas horasmuertas se encomendó a la lectura –másde cien libros dice haber leído– y al pró-jimo, por influencia de una monja evan-gelista. Pero la suerte volvió a jugarle,entonces, otra mala pasada. Fuerzas es-peciales del Ejército boliviano, tras me-ses de investigación, dieron con unabanda que asaltaba bancos, taxistas y li-brecambistas, un comando armado conametralladoras que estaba sembrando elterror entre la población cruceña. Elsanguinario cabecilla, Marcial Delgadi-llo, alias Papacho, fue encerrado en Pal-

que guardaba bajo la cama y la mató dedos balazos en la cabeza. Con ayuda deun taxista amigo metió el cuerpo en unbarril y lo trasladaron a unos 20 kilóme-tros de distancia, junto a una refinería.Descuartizaron el cadáver con un ma-chete y le prendieron fuego, sin que elcuerpo llegara a quemarse totalmente.

FUGA A PERÚPompeyo se había convertido en unasesino. Huyó a Montero, un pueblo si-tuado a 55 kilómetros de Santa Cruz,pero los vecinos echaban de menos aGloey. Algunos testigos casuales decla-raron entonces haber visto aquella no-che a un taxista. La madeja empezó adeshacerse. El cómplice fue detenido yla Policía boliviana, con ayuda del Ejér-cito, montó un enorme dispositivo enaeropuertos y carreteras. La Embajadanorteamericana no perdió un minuto. El13 de octubre de 1991, Pompeyo teníapensado salir del país a través de Ar-gentina o Brasil a las nueve de la maña-na. Una hora antes le detuvieron en unhotel de Montero.Tras confesar su culpabilidad, Pompeyoreveló que el móvil fue pasional e inclu-so señaló el lugar donde tiró la pistola,la laguna de Mapaiso. A los seis mesesde ser encarcelado, a la espera de juicio,el acusado de asesinato se evadió del pe-nal por un túnel fabricado con la ayudade otro interno. La leyenda estaba enmarcha. Agentes del FBI se desplazaronhasta Bolivia y ofrecieron una jugosarecompensa por la cabeza del fugado.Desesperado, el joven español cometióun grave error. Había llegado hasta Li-ma, capital del Perú, y no se le ocurrió

Arriba, Pompeyo con la monja italiana Alexandra Carosone en la prisión de Palmasola, y en su primera comunión. A la izquierda, esposado nada más ser detenido por asesinar a su amante.

HABLA LA FAMILIA:

078-081_pompello 13/5/99 20:57 Página 80