107-132-el fauno-de oto y quintana

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  • 7/31/2019 107-132-El Fauno-De Oto y Quintana

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    Alejandro De Oto

    (CONICET/INCIHUSA y UNPSJB)Inestgador ndependente de CONICET (Argentna).

    Doctor en Estudos de Asa y rca de El Colego deMco. Autor de El viaje de la escritura; Frantz Fanon.

    Poltica y potica del sujeto poscolonial (COLMEX-CEAA) y encoautora con Walter Mgnolo, Lews Gordon y SylaWynter, La teora poltica en la encrucijada descolonial.

    [email protected]

    Mara Marta Quintana

    (CONICET/IID y PCA-UNRN)Proesora de Flosoa y doctoranda en Flosoa

    de la Unersdad de Buenos Ares (FFyL/UBA). Becaradel Consejo Naconal de Inestgacones Centcas

    y Tcncas (CONICET/IID y PCa-UNRN). Docentede la Unersdad Naconal de Ro Negro.

    [email protected]

    http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/
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    El fauno en su laberintoLas ambivalencias de la biopoltica

    El presente artculo eplora y dscute las cras eurocentradas al nteror del ecundo campo deestudos que comenza a organzarse en torno del concepto de bopoltca. Prmeramente, se ana-

    lza lo que denomnamos como colonaldad del tempo, consderada como una trama que dsponelos relatos de la losoa poltca contempornea desplazando y ocluyendo ese costado ncmodo

    y negado de la moderndad que consttuye el colonalsmo. Sugermos, luego, la posbldad de con-cebr otras trayectoras que conecten los desarrollos conceptuales con los eectos de la conqusta y el

    genocdo colonzador con el propsto de amplar el horzonte de la teora socal y poltca y de no-car al debate la presenca espectral de los monstruos que habtan los conceptos.

    Palabras clave: Biopoltica, colonialidad, necropoltica, animalizacin, Frantz Fanon

    Pan in his Labyrinth: the Ambivalences of Biopolitics

    Te following articleeplores and dscusses the eurocentred cphers at the heart o the ertleeld o studes settlng around the concept o bopoltcs. It analyses, rstly, what we reer to as

    the colonalty o tme, whch s understood as a plot eaturng narrates o contemporary polt-cal phlosophy that dsplace and occlude the uncomortable and negated sde o modernty consttu-

    tng colonalsm. Lkewse, the tet suggests the possblty o conceng other trajectores that lnkconceptual deelopments wth the eects o conquest and genocde wth the purpose o broadenng

    the horzon o socal and poltcal theory, and summonng, or ths debate, the spectral presence othe monstrous dwellng wthn the concepts.

    Keywords:Biopolitics, Coloniality, Necropolitics, Animalization, Frantz Fanon

    O fauno no seu labirinto: as ambivalncias da biopoltica

    Este artigo analsa e dscute os alores de eurocntrco no campo rtl de estudo que comea a seorganzar em torno do conceto de bopoltca. Em prmero lugar, analzamos o que chamamos de

    colonalsmo do tempo consderado como um enredo que apresenta as hstras da losoa poltcacontempornea e oclundo deslocamento desconortaelmente e negou que lado da moderndade que

    o colonalsmo. Sugermos, ento a possbldade de desenoler outros camnhos que lgam a eo-luo concetual para os eetos da conqusta e do genocdo dos colonos, a m de amplar o horzonte

    da teora socal e poltca e de debate nocar a presena espectral dos monstros concetos de da.Palavras-chave: Biopoitica, colonialidad, necropolitics, animaliz ao, Frantz Fanon

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    Un ruido continuo producido por las cadas de agua

    dominaba esa escena de devastacin habitada. Un grupo

    de hombres, en su mayora negros desnudos, se movan

    como hormigas

    Joseph ConradEl corazn de las tinieblas

    Presentacin

    Introducrse en la problemtca de la bopoltca mplca la reerenca obl-gada a los ltmos cursos de Mchel Foucault y el mpacto que causaronen el mbto de la losoa poltca; undamentalmente, a partr de las

    elaboracones proenentes de las academas talanas, en partcular de auto-res tales como Gorgo Agamben, Antono Negr y Roberto Esposto, desdelas que se mprm un renoado gro a las dscusones sobre las (bo-tanato)poltcas que aectan la da de mltples maneras y en un crecente ordenglobalzado. Estas ltmas elaboracones enatzan la pertnenca del para-dgma bopoltco rente a una aparentemente gastada teora de la soberanaque, no obstante, como destacan estos lsoos, lejos de enecer se renuea ensu complejdad y en su alcance dando cuenta de arstas nustadas en el marcode las conceptualzacones pre-oucaultanas.

    El fauno en su laberinto

    Las ambivalencias de la biopolticaAlejandro De Oto y Mara Marta Quintana

    SUR/ersn 1julo-dcembre 2011/ pp 107-132ISSN:2244-7946

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    A grandes rasgos, aunque sn soslayar las derencas no slo de estlo snotambn de lacones tercas, una certeza compartda atraesa las narrat-as de los autores menconados: las dstncones entre da/muerte, norma/ecepcn, guerra/paz, eteror/nteror, entre otras, ya no resultan claras.En ese conteto y en relacn al crecente debltamento del modelo del estado-nacn, una dmensn consderada de otra ndole, la da bolgca, hace surrupcn acelerando el soocamento del ejo paradgma soberano y sus cla-es eplcatas. La bopoltca, resemantzada y redenda por Foucault, espercbda como una herramenta analtca capaz de dar cuenta no slo de losmecansmos de gestn posta de la da en el sentdo de que no persguen

    su destruccn por parte del poder, sno tambn de enmenos destructoscomo los totaltarsmos europeos. En relacn a esto ltmo, la capacdadeplcata del trmno, sus noedosos alcances, se celebra recurrentemente enrtud de la crecente necesdad de refeonar, prncpalmente desde el mbtode la losoa poltca y jurdca, sobre esos regmenes totaltaros y las poltcasde racalzacn y etermno.

    A propsto de lo anteror, ue Foucault quen prmeramente orec unanterpretacn del nazsmo en clae bopoltca. En la leccn del 17 de marzo

    de 1976 arma que el moto de la raza, transormado en racsmo de estado,ue lo que permt abrr una cesura en el continuum de lo bolgco, buscandogarantzar la superenca de una raza a tras del etermno de otra (Fou-cault 2000). De la argumentacn se sgue, luego, que la gestn de la da comohacer r mplc de suyo un hacer morr. En consecuenca, una cuestn,en prncpo rresuelta por l, asalta mperosa: son la bopoltca y el podersoberano dos tecnologas derentes, separadas y en relacn complementara?O, por el contraro, se atraesan la una a la otra? En otras palabras, de qu

    modo la bopoltca acaba rertndose en un poder mortero, sea del ordende una tanatopoltica o de una necropoltica?

    Dejando por ahora en suspenso y quzs sn solucn el nterrogante plan-teado, y concdendo en parte con las elaboracones de Esposto acerca de quebopoltca y soberana son el anerso y el reerso del ejercco del poder en el

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    marco de la moderndad, en este artculo nos proponemos etender esas n-culacones, en el orden de la hstorcdad de lo conceptual, al espaco y a lastramas de la colonaldad. Ms precsamente, s Esposto repara en que hayuna conen estructural entre soberana y bopoltca, nosotros, adems,queremos reorzar la tess acerca de la conen entre las seres bopoltca/soberana/moderndad y moderndad/colonaldad. En otras palabras, se tratade pensar s acaso las teorzacones de la soberana del sglo xvii no acabanporagencarse de la eperenca hstrca de la conqusta, aunque elndola,tanto para dsear la ccn del estado de naturaleza como para garantzar,a tras de la nsttucn de un soberano, la da al nteror de los nacentes

    estados europeos y la dsponbldad/muerte en las colonas

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    . Con esta obser-acn se busca destacar el hecho de que al restrngr la poltca eclusamentea la dalctca sbdtos-soberano en el marco del estado-nacn, el proceso colo-nzador ncado en 1492 queda ocludo en las dmensones (necro) poltcasque supone y que sern crucales para los captulos undaconales de Europatanto en sus aspecto hstrcos, como poltcos y loscos. En consecuenca, alelaborar esta sospecha pretendemos complejzar los debates y el ecundo campode estudos que ha comenzado a organzarse en torno de la (bo-tanato-necro)

    poltca, sugrendo y analzando la posbldad de concebr otras trayectorasque conecten los desarrollos conceptuales con los eectos de la conqusta y elgenocdo colonzador, esto es, con las olencas lterales ejercdas y escrtassobre los cuerpos, con los orgenes de la acumulacn captalsta y la eplotacnque consttuyen la otra cara de Europa. As, se trata de amplar los orgenesde la poltca al sglo xv y de nocar al debate la presenca antstca y antas-mtca de los monstruos que habtan los conceptos.

    La biopoltica en la perspectivade la colonialidad del tiempoRetomando la cuestn acerca de cmo la bopoltca, denda por Foucaultcomo un hacer r por contraposcn al derecho soberano de matar, puedereertrse en un enmeno dametralmente opuesto, cabe sealar la poscn

    1/ En otras palabras, s las elaboraconesius-loscas de los sglos xvii en adelante,especcamente el modelo contractualque concbe el estado-nacn como elresultado artcal de un pacto entrendduos lbres (y atomzados), se con-soldaron como los orgenes tercos de lapoltca occdental moderna hacendopotar, prncpalmente, la problemtcade la nsttucn estatal en torno de lacuestn de la legtmdad de la obedencade los sbdtos al soberano al nteror delos terrtoros europeos; nosotros, aunquesn proundzar en las derentes propues-tas y sus arantes, sugermos pensar queen ese conteto la conqusta de Amrca,

    a tras de los relatos y crncas de a jes,alment con sus mtos de buenos/raco-nales y malos/rraconales salajes lamagnera del estado de naturaleza ylos confctos que all se susctan. Aun-que para los lsoos del contrato socalresulta claro que se trata de una hptessraconal, de la que se sgue la necesdadde nsttur un soberano, la reerencahstrca, creemos, no por abulada dejade estar.

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    antttca que asume el autor2. Luego de desarrollar las especcdades de esanuea tcnca de admnstracn de la da que consttuye el bopoder, Foucault(2000) arma que este poder capaz de hacerla prolerar, lleado a un etremo,puede destrurla, ncluso destruyndose a s msmo. Sn abundar en los detallesde la argumentacn, tal como adelantbamos, mporta reparar en la preguntaacerca de s son el poder soberano y el bopoder dos ormas contrapuestas, dederente escala y objeto; o, por el contraro, se atraesan y co-consttuyenmutuamente. Al respecto, el propo Foucault arrba a una antnoma de dclsolucn3. Porque, por un lado, s el bopoder contene en s msmo su germendestructo, la genealoga, el recurso a la hstora, queda oscurecdo en pos

    de una ontologzacn de la cuestn (ndeseable para Foucault); por el otro,s hstorzar la problemtca mplca habrselas con el genocdo colonzador(no slo del sglo xix) y los modos en que la tecnologa soberana nsume a lada no estrctamente en los trmnos hobbesanos del homo homini lupi alnteror de un terrtoro (naconal), sno etramuros, esto es, como colona,entonces habra una relacn de co-consttucn entre soberana y bopoltca.

    Precsamente, en un artculo recente y a propsto del atolladero en el queparece quedar atascada la genealoga oucaultana, en especal haca el nal

    de la ltma leccn de [Hay que] Deender la sociedady en relacn a la tensnentre hstora y analtca conceptual del bopoder y, por consguente, entresoberana y bopoltca, analzamos los gros conceptuales y argumentales conque Gorgo Agamben, recurrendo a la gura del homo sacer, se proponecompletar las tess oucaultanas corrgendo lo que l consdera sus puntoscegos (ase De Oto y Quntana 2010). En ese marco nuestro teto asume unuerte tono de crtca al derrotero subyacente a la conceptualzacn del pr-mero, por dos motos centrales: a) por no tomar en su horzonte de anlss

    las prctcas de subjetacn poltca ncluda la produccn de muertosos, entre ellas las operadas por el colonalsmo europeo desde el sgloxv en adelante; y b) por deshstorzar la problemtca en rtud de una onto-logzacn sublmada de Europa. En tal caso, el argumento se concentra en elhecho de que la ontologzacn conduce a un escenaro en el que las arables

    2/ Resulta nteresante sealar, a propstodel alcance del concepto, que la epresnbopoltca no pertenece a Foucault, snoal sueco Rudolph Kjellen quen la empleaen un teto de 1916 para reerr al estado

    como una orma ente, prosta de ns-tntos e mpulsos naturales, que puede seramenazada tanto desde el eteror comodesde el nteror y que, por lo tanto, debeser mantenda y preserada en su hgene.Para una resea sobre los autores y teorasen las que abrea Foucault respecto del tr-mno menconado (Esposto 2006, cap. 1)

    3/ En palabras de Esposto: Resulta edenteel moto por el cual Foucault no se permteuna respuesta menos antnmca: s pre-alecera la tess de la ndstnc n entresoberana, bopoltca y totaltarsmo lahptess contnusta, l se era oblgadoa hacer del genocdo el paradgma consttu-to de toda la parbola de la moderndad,o cuando menos, su resultado netable,lo cual contradra el sentdo, sempre entensn, que l asgna a las dstnconeshstrcas. S prealecera, en cambo, latess de la derenca la hptess ds-contnusta, su concepcn del bopoderquedara naldada cad a ez que el rayode la muerte se proyecta dentro del crculode la da, no slo en la prmera mtad delsglo xx sno tambn ms tarde. S el tota-ltarsmo uese el resultado de lo que loprecede, el poder habra encerrado desdesempre la da en un abrazo neorable.S uese su deormacn temporara y con-

    tngente, ello sgncara que la da es, alargo plazo, capaz de encer a todo poderque quera olentarla. En el prmer caso, labopoltca se resolera en un poder abso-luto de la da. Atenazado entre estas dosposbldades contrapuestas, bloqueadoen la apora cuando stas se ntersecan,Foucault sgue transtando a la ez ambasdreccones (bd., p. 71).

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    de lo hstrco, comprenddo como prctcas que pueden ser derencales y quede hecho lo son, se salen de cuadro con la consecuenca (quzs, ndeseada) deallanar contnudades que s no estn debdamente justcadas en trmnos

    hstrcos, lo estarn en trmnos ontolgcos. En este sentdo, consderamosque una gura como la del homo saceracaba encubrendo peculardades cultu-rales e hstrcas, y conrtndose en un paradgma eplcato no eento deolenca epstemolgca.

    Proundcemos lo anteror. A nuestro juco la prmera derrota analtcaque se uele edente cuando la hstora como correlacn de prctcas deren-cales se deja de lado, radca en abdcar de la heterogenedad. Heterogenedadde las propas prctcas y de las tramas conceptuales que se desplegan para darcuenta de ellas. Sabemos que Foucault ue un pensador de la hstora en el quecada regn de su metodologa estuo habtada tanto por los procedmentosrepettos en los que muchas eces se desplega la da en las socedades, comopor los acontecmentos y dsrupcones dentro de esas secuencas mltplesque las organzan. En ese sentdo, no se duda del alcance de sus refeones ylos campos de nestgacn que abreron; ese no es el punto de dscusn.Nuestra sospecha, y a largo plazo egenca, se drge al hecho de que para lograr

    comprender conceptualmente el alcance de prctcas regulatoras de la daproducdas en el mundo moderno, aun en la larga duracn y en la espaca-ldad de la moderndad asumda aqu en la ersn del gro descolonal que lapensa desde el sglo xv en adelante y con el colonalsmo/colonaldad comosu matrz dentora, es necesaro apartarse con carcter procedmental decada concepto o categora que tenda a resumr lo complejo a una bree art-culacn. En este aspecto, la operacn sobre la gura del homo sacerno essno una muestra de las tantas que pueblan la teora poltca y jurdca y que, a

    nuestro entender, etan conocar al debate terco al colonalsmo y sus secue-las, esto es, la colonaldad4. Ahora ben, esto no mplca que, por ejemplo, elnazsmo y el colonalsmo del sglo xv deban ser equparados. En otras palabras,s ben el carcter mortero de la socedad concentraconara probablementeencuentre nculos con prctcas que sn tener el msmo carcter, densdad y

    4/ Como hemos sealado en otras oportu-ndades, a propsto del trmno colo-naldad segumos la dstncn analtcapropuesta por Anbal Qujano asumen-do los resgos de operar una reduccn dela heterogenedad de los procesos colo-nales. Mentras el trmno colonialismohace reerenca a los procesos hstrcosque producen la subordnacn poltca,cultural y econmca de una socedad con

    respecto a una metrpols, colonialidadreere al patrn de poder que emerge enrelacn con el colonalsmo moderno yque perdura, ncluso, una ez que la rela-cn de sometmento (eplcto) desapa-rece. Por consguente, la colonialidadesaquello que an hoy sobree como eectode nscrpcn del poder colonal sobre loscuerpos y narratas.

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    procedenca hstrca reelan certa mecnca, eso no autorza a homologarunas con otras justamente, en stas de la heterogenedad y sngulardad quelas dene; pero s, al menos, abre la sospecha de un nculo en torno a los

    modos de productdad que la moderndad/colonaldad desplega. En otraspalabras, el relato terco y sus mplcancas poltcas no pueden cancelarse enla tensn entre un arcano del derecho romano y el desplegue mortero en la

    Alemana naz. Tampoco debe producr el cuento medocre de que todas las or-mas de regulacn y admnstracn de la da y de la muerte se tocan en algnsto. Ms ben, lo que hace es oblgar a pensar derencalmente, a reconocerque s ben apostamos cas de manera automtca a la desagregacn hstrcay metodolgca, lo que se toca en el mundo moderno/colonal son las ormas enque el poder es producdo y reproducdo en l. De ah la adertenca acerca deque al problema de la bopoltca le alta el colonalsmo como una dmensnconsttuta tanto por la a de la omsn como por la a de la nclusn. Porotra parte, asumr la problemtca del colonalsmo tambn demanda mod-car radcalmente los trmnos de lo que llamamos moderndad, hacendo deella otra cosa: un terrtoro de tensones y uertes presones sobre los conceptos.

    Espsto ha sealado que la da en cuanto tal no pertenece n al orden de la

    naturaleza n al de la hstora no se la puede ontologzar smplemente, n hs-torzar por entero, sno que se nscrbe en el margen ml de su cruce y de sutensn (2006, p. 53). Insstendo en lo anteror, la plausbldad de esta tensnno es el problema a dscutr, sno el hecho de que no es lo msmo esa tensn conel escenaro del colonalsmo, y de la colonaldad como proceso, que sn ella. Deotro modo, en qu dmensn del problema de la temporaldad se manesta(o se ocluye) esa tensn? Qu ocurre cuando ntroducmos en la dmensnda/socedad/hstora la trama de una temporaldad derencal rente a una

    relatamente estable, sea en la de un estado o en la de un relato clzatoro?Asumendo este nterrogante, entonces, consderamos que aunque Espostoaance sobre las lmtacones que desde nuestra perspecta manesta lalectura de Agamben, eso no sgnca, n aun en el caso de Foucault, que sehayan resuelto las ormas de la temporaldad y de la espacaldad en las que

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    se dspone la aparcn de la bopoltca en ms de un aspecto. Por consguente,lo que denomnamos como colonialidad del tiempo se conerte en otro de loselementos crucales del anlss, en tanto sta organza las narratas hstrco-

    conceptuales oblterando ese costado caro a la moderndad que consttuye laconqusta. Pues una de las dmensones ms mportantes y problemtcas deldebate bopoltco resde en la recurrenca descrpta, en relacn a sus gne-ss y alcance al menos tomando en consderacn los autores (hegemncos)que leemos y dscutmos en nuestros espacos acadmcos, de una lgca yejercco del poder al nteror de certos momentos de una hstora prom-nentemente europea y, en partcular, de ormas especcas en que el estado ueartculando el desplegue de su capacdad admnstrata sobre los cuerpos ylas poblacones. En esta dreccn, uno de los tpcos centrales que dsponenesas nterencones tercas gra en torno a s se trata o no de procesos de per-ecconamento, podramos llamarlo as, de la operacn bopoltca.

    Insstendo en esto ltmo, s de las operacones que drmen el espaco dela corporaldad, como sera la anatomopoltica de Foucault, se pasara a un des-plegue del control poblaconal que asegurase la reproduccn de la da a escalamasa y con sostcadas tecnologas de organzacn socal, podramos obser-

    ar que en esa trama lo que narra la bopoltca como concepto parece ser msun camno de autoperecconamento del propo estado, en especal del estadolberal del sglo xix europeo, que una hstora en ms de un sentdo azarosa,contngente o dscontnua de las ormas de relacn y de artculacn socales.

    Ahora ben, el mpulso de leer en estos trmnos no es algo desprenddo de certalgca cultural y analtca s tenemos en cuenta que desde el msmo sglo xix seplantea una conceptualzacn del estado que le asgna un carcter cada ez mssstemtco a su operacn socal y cultural, a sus tecnologas reguladoras de

    las poblacones y a sus dscursos y prctcas dscplnantes sobre los ndduos.Al cotejar las caracterzacones que Ma Weber llea adelante sobre la com-plejdad y autonoma del estado moderno en aros de sus trabajos, se reelanlas dmensones de este proceso. Dentro de ese esquema, la bopoltca serala resultante del desplegue del estado lberal, heredero del mercantlsmo,

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    que habra dado los prmeros pasos en relacn con el desarrollo de polt-cas de regulacn poblaconal. No obstante, esto ltmo hace claramente msdcultoso producr el nculo entre estas ormas de regulacn, dgamos, su

    perecconamento, y las que se desarrollan con el nazsmo precsadas porEspsto como tanatopoltica ;puesto queesas regulacones que desplega elnazsmo, contrastadas con las de los regmenes lberales, no pren de partdannguna uncn para el ndduo que no sea el acatamento o, mejor dcho,la lbre dsponbldad del msmo. Asmsmo, lo que rrumpe en escena es elnculo entre el desarrollo de la cenca decmonnca, en partcular de la bolo-ga y la medcna, y este proceso de caracterzar a las socedades y a los estadoscomo organsmos, como cuerpos-objeto de nterencn (mdco) poltca.Desde esta perspecta, la polmca que se sgue busca drmr s bopoltca ytanatopoltca son ormas consecutas o derentes del proceso que se ncaun par de sglos atrs. En este marco la dscusn refota muchos de los argu-mentos que se esgrmeron sobre la orgnaldad del nazsmo, sus parecdos yderencas con el lberalsmo poltco, y que se deron nmedatamente despusde nalzada la segunda guerra. Tambn son concdentes con las clebres cr-tcas a la moderndad de Horkhemer y Adorno en Dialctica de la Ilustracin, o

    de Hannah Arendt en Losorgenes del totalitarismo ambos tetos destnados adscutr cuan proundamente se encontraban engarzados los procesos contem-porneos del nazsmo en las hstoras y conceptualzacones de la moderndad;por la a del mto de la Ilustracn el prmero, por la a del proceso de la reo-lucn el segundo.

    Sn embargo, la pregunta persstente en toda narrata sobre el concepto ess los enmenos autocentrados de este proceso de la moderndad ocurren msall de la organzacn estatal, es decr, s tenen una hstora en la que estn

    mplcados esos estados pero, que a su ez los eceden en lo que respecta aldesarrollo prctco de sus tramas organzaconales en sus socedades de orgen.Para decrlo en el lenguaje bopoltco que nos conoca: la pregunta es s pode-mos hablar de una problemtca de lagubernamentalidadamplada ms all dela organzacn estatal y sus deras concentraconaras, esto es, nculada a la

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    regulacn de cuerpos y poblacones en el espaco colonal y con anterordad,ncluso (aunque en certa orma es rreleante plantear una prmaca temporal),a la consoldacn de los estados naconales lberales del sglo xix. De otro modo,

    el nterrogante radca en la posbldad de suponer a partr de esto que las de-rencas entre una bopoltca y una tanatopoltca se acortan cuando se tomanen consderacn las hstoras locales/colonales en las que ncluso abreanlos desarrollos pseudo-centcos del bologcsmo/eoluconsmo poltco delos sglos xix y xx.

    Biopoltica y/o soberana y/o necropolticaA partr de lo anter or, se busca destacar que la mopa de las argumenta-cones de so eurocntrco se pone de manesto al centrarse en el neosoberana-estado de derecho (no obstante, algo que Foucault, buscando desen-mascarar y quebrar este esquema categoral, puso al descuberto) y su modeloasocado de ndduo-contrato-soberano, dejando por uera las prctcasde conqustas y ecluyndolas, en el msmo gesto, del mbto de lo poltco.En este sentdo, al reerr a la poltca occdental la sere que se orma esla de moderndad-estado-Europa. Asmsmo, el recurrente esuerzo terco

    por comprender las condcones de posbldad del nazsmo dcultosamenteaanzan ms all de un relato, como decamos, sublmado en las propastramas poltcas, culturales y loscas europeas como creemos ocurre en lasstematzacn de Agamben.

    En tal sentdo, Esposto ha adertdo algunas de estas dcultades al comen-tar, en trmnos de un resonsmo aorable, el trabajo de Foucault. Al respecto,sostene lo sguente:

    Foucault parece comprometerse en un doble trabajo de deconstruccn, oelsn, de la narracn moderna que, mentras sutura una brecha aparente,pone en edenca un deslnde real. En denta, la recomposcn de ladualdad entre poder y derecho, proundzada por el paradgma soberano, esjustamente lo que torna sble un confcto, mucho ms real, que separa yenrenta a grupos de dstnto orgen tnco por el predomno de un terrtoro.

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    Al presunto choque entre soberana y ley sucede as el choque, real en gradommo, entre potencas rales que se dsputan el uso de los recursos y elmando en razn de derentes caracteres racales. Esto no quere decr en abso-luto que decaga el mecansmo de legtmacn jurdca, sno que ste, antes

    que precedente y regulador de la lucha en curso, consttuye el resultado y elnstrumento usado por quenes cada ez resultan encedores: el derecho nodrme la guerra, sno que la guerra emplea el derecho para consagrar las rela-cones de uerza que ella dene (2006, pp. 44-45).

    En prncpo, de esta etensa cta resulta mportante retener que ese pre-sunto choque racal entre grupos que se dsputan el goberno (la soberana)de un terrtoro no hace sno eocar los enrentamentos entre etnas, re-ndcadas luego en las genealogas denttaras de las derentes naconeseuropeo-occdentales, como, por ejemplo, las de galos y romanos. Sn embargo,para decrlo de un modo que eoque la contundenca de Am Csare, la colon-zacn que echa los comenzos de la moderndad no reste la orma de unaguerra por la soberana, sno de un proundo socaamento hstrco y pol-tco de los pueblos colonzados (y racalzados). Entonces, cabe preguntar:cmo se podra pensar la relacn poder soberano-legtmdad jurdca conrespecto a la conqusta y colonzacn de Amrca?

    En el argumento de Esposto, s ben se salda crtcamente certo procesoal parecer autnomo de la cultura europea, sn embargo persste el gesto, o elacto, que separa la conqusta y en especal el colonalsmo de la cultura poltcaeuropea. As, otra ez resuenan con nustada uerza, en un conteto certa-mente anacrnco por las posbldades analtcas y poltcas en las que escrben

    Agamben y Esposto, las palabras nales del seor Kurtz en El corazn de lastinieblas: El horror, el horror. En este sentdo, s Esposto habla del carcterconsttuto de la guerra aclarando que ya no se trata n del teln de ondo,

    n del lmte, sno del orgen y la orma de la poltca (2006, p. 45), noso-tros pretendemos reorzar la dea del carcter consttuto de la conqusta y,por consguente, de la colonaldad como ens de la moderndad. Con msprecsn, cabe sealar certa oblteracn al respecto. As, no es que la potencay la semntca de la bopoltca se eplcaran recn en el sglo xix con el cruce

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    del moto eoluconsta y el racsmo bologcsta; por el contraro, pueden esta-blecerse antecedentes con la racalzacn, esto es, la mbrcacn entre el podery la da (el bios) gestonada por ste, operada en las colonas amercanas. Un

    paso que, con justca, debera ntroducrse en la genealoga (la que en Foucaultra del poder pastoral a la razn de estado y luego a los saberes de polca),sempre en el marco, claro est, de mantener la ntrga que consttuye el con-cepto de bopoltca.

    Ahora ben, esta ltma opcn mplca certa adertenca que es necesarohacer eplcta. Tal momento coloca la colonaldad como clae analtca yrelaconal que ncula las caracterzacones partculares del enmeno bopo-ltco, al menos en los desarrollos europeos del asunto, pero tambn en losdesarrollos que arman una dmensn de la estataldad preemnente. Pon-gamos por caso la msma hstora argentna. S nos enocamos en el problemabopoltco puede tender a centrar todas las prctcas alrededor del concepto.En certo sentdo se conerte en el programa uncador de una lectura de lahstora. As, la pregunta que debemos hacer es doble: por un lado, debemospreguntar s la colonaldad no etende las uncones de regulacn de los cuer-pos y las poblacones ms all del estado; y, por otro, s la nocn de bopoltca

    o sucedneos tene alguna releanca a partr de esa etensn. Porque, de algnmodo, dscutr en los trmnos de la bopoltca es entrar en un lenguaje queparece destnado a drmr la derenca entre los estados lberales europeosy sus otros, aun sus otros europeos, como el caso del nazsmo. Frente a esonos nclnamos a pensar, al menos de manera prelmnar, que la colonaldadpuede ndcar el camno de una prctca analtca derencal no atrapada tantoen cuestones conceptuales como en artculacones hstrcas concretas. Puesuna cuestn que aparece nmedatamente es hasta dnde ale la pena etender

    la soberana de la bopoltca para comprender enmenos tan derentes.Sn embargo, al msmo tempo, el problema del nculo entre, por ejemplo,

    el colonalsmo y el estado bopoltco es tan etenso que aunque no cedamos ala hegemona europea del concepto, habra que mostrar que el msmo se cons-ttuye a partr del acto de decdr que esa hstora del estado, sea en el modo

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    del perecconamento o no, se llea a cabo recortando la hstora colonalcomo clae para el proceso moderno. Por consguente, nsstmos en que escrucal prestar atencn a la colonaldaddado que con ella se ncorpora el pro-

    blema analtco de la racalzacn en tanto orma hstrca de relacn socal(Qujano 2000) para gran parte del espaco amercano y carbeo prmero, yluego en otros espacos hstrcos y socales. Asmsmo, esta racalzacn ensus eectos prctcos uncona como una suerte de gestn y regulacn de laspoblacones y de las ormas de da, al msmo tempo que tene su correlatoepstemolgco en el humansmo5; el cual, desde nuestra perspecta, pregurauna conguracn bopoltca lgada a tctcas de subjetacn y determnadasdentcacones: entre ellas, la anmalzacn. Esta entrada, la de la anmalza-cn, ser persstente en los modos hstrcos en que se desplega un saber y unaprctca sobre los cuerpos y las poblacones subordnadas.

    Ahora ben, cabe preguntar: por qu nsstmos sobre la colonaldad ysobre la conguracn hstrca de las colonas como marcas centrales de estedebate? En prmer lugar, porque, como seala Achlle Mbembe, ellas son or-macones de terror en las que se eplayan, horzontal y ertcalmente, la nocnde estado de excepcin, en lo que respecta a la legaldad y el derecho, y el estado de

    sitio; consttuyendo la raza la gura clae en toda la cadena (Mbembe 2003,p. 22). Esta categora ha sdo en las hstoras colonales la llae para determnarlos lmtes de los cuerpos y de los grupos socales entramados en la dsposcncolonal, y la regulacn de certas prctcas como la prohbcn de casamen-tos mtos o la determnacn de quenes consttuyen poblacones deseablesy quenes no, etc. En este sentdo y en la trama de estas operacones, la plan-tacn esclasta es para Mbembe una de las prmeras ormas hstrcas en laque se consttuye una ormacn de terror, en trmnos del estado de ecep-

    cn, donde se suspenden todos los lmtes para el ejercco de la soberana, lacual escasamente se e nterrumpda en su accn prctca. En consecuenca,Mbembe denomna a esta orma sngular del poder como necropoltica , entanto el poder que se desplega no persgue resguardar las das o regularlasen sus etremos, sno establecer una zona permanente de estenca en la

    5/ En relacn al humansmo entendemosque ste consttuye una reaccn ntelec-tual, trbutara de la oposcn hombre-anmal como clae organzata del saber,que produce, en trmnos conceptuales,

    una dsponbldad de los cuerpos, por unlado, y de las agregacones poblaconales,por otro.

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    sombra, esto es, de muertos entes. Ms especcamente, se trata de subje-tarzombies. Es decr, grupos humanos dsponbles para la muerte antes quepara cualquer otra cosa.

    En este punto es mportante sealar que no se trata de hacer una suertede orden de prelacn de los enmenos hstrcos para atrburles, luego, unacorrecta descendenca, como parece estar en juego en la nocn del homo sacer,o en las ersones que arman el orgen colonal de la olenca contempor-nea (una suerte de trama nersa del humansmo que seala que no son loalores de la clzacn los que allaron sno su ncorrecta apropacn porlos natos y su nmoral aproechamento por parte de los colonzadores), ypermanecer a la espera de un orden moral ms justo aunque con el msmo stockconceptual y categoral. Por el contraro, el punto mportante en esta trama,sguendo a Mbembe, es poner de manesto que en torno del pensamentolosco moderno y en las prctcas poltcas europeas la colona representael sto donde la soberana consste undamentalmente en el ejercco de unpoder por uera de la ley (ab legibus solutus) y donde, probablemente, la paztoma el rostro de una guerra sn n6 (Mbembe 2003, p. 23). Esta stuacnes atrbuda por el autor al cruce en la hstora europea de la domestcacn de

    la guerra y la creacn de un orden jurdco en el que dos prncpos claesse artculan. Uno, destnado a sealar la gualdad jurdca de todos los estados,en partcular, en el derecho a la guerra, a tomar das y a denr, por lo tanto,los alcances de esa capacdad de gobernar/matar; el segundo, el prncpo dela terrtoralzacn de la soberana, el cual establece (de acto) que hay par-tes del mundo destnadas a conertrse en estados con tales derechos y zonaspara colonzar. En este marco, la guerra ocurre entre dos estados clzadosy las colonas, tcncamente, no consttuyen ms que ronteras habtadas por

    salajes, carentes de reglas, ncapaces de crear eperenca socal o mundohumano. Segn Mbembe,

    A los ojos del conqustador, la vida salvaje es solamente otra orma de la vidaanmal, una eperenca horrorosa, algo etrao ms all de la magnacno comprensn () Los salajes son, como s los hubera, seres humanos

    6/ N. del A. : Traduccn nuestra.

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    naturales que carecen del carcter humano especco, es decr, de la rea-ldad humana especca, de manera tal que los hombres europeos que losmasacraron de algn modo no estaban conscentes de que haban cometdo

    asesnato7 (2003, p. 24).

    El punto en cuestn, entonces, es que el poder del que se habla no reconoceen los cuerpos que manpula y en la objetifcacin que de ellos hace los materalescon los que se ncula y conorma su soberana8. Contnuemos.

    El bestiario colonialEn este momento del anlss el aporte de Frantz Fanon se torna crucal. Espe-calmente, a propsto de los modos en que se aecta la subjetdad con el

    racsmo y las dentcacones asocadas en el mundo colonal. Al alterar la r-mula de Adler,Moi plus grande que lAutre (Yo ms grande que el Otro) (Fanon1974, p. 189), Fanon transorma el sgncante Blanco desocultndolo comola constante de una nuea rmula cuyo denomnador es Yo derente que elotro. El momento analtco de Fanon, que da para aras lecturas crtcas9,pone de relee una caracterstca que Mbembe reconoce para la soberana ensu operacn necrtca: no est en juego una trama de reconocmento snouna dsponbldad y desechabldad absolutas. ElBlanco, que ben puede ser

    asumdo como el sujeto de la soberana, aunque no haya sdo el objeto de lanestgacn de Fanon como el depostaro de la msma, es quen la detentay la ejerce pero, paradjcamente, se encuentra ecludo del proceso de den-tcacn porque es l la gura en s de la dentdad; en otras palabras, laersn ontolgca de la msma. En este sentdo, el colonzador no puede snoepresarse en lenguaje zoolgco cuando habla del colonzado. Y en tal ns-tanca, tal como lo eremos ms adelante, las palabras eceden la dmensnretrca y adqueren un carcter perormato; en consecuenca, anmalzar es

    una actdad que produce eentos, que descrbe una prctca y que organza lahumandad a partr de unos lmtes mentados poltcamente. As, la racalza-cn adquere un carcter que no est a la espera del momento conscente que la

    7/ Traduccn nuestra. Las comllas correspon-

    den a un pasaje de Hannah Arendt,Los orgenes del totalitarismo.

    8/ Aunque este no es el espaco para reproducrcada caso, cabe recordar, entre otros proce-sos y hasta el sglo x vii apromadamente,las ormas hstrcas de la encomendacolonal que consttuyen el antecedentehstrco de la plantacn en sus eectosprctcos, es decr, ms all de la leyes deBurgos, destnadas a regular, a la luz dela catstroe demogrca edente de lospueblos orgnaros, y los desplazamentosde poblacones enteras de sus lugares deorgen en Amrca. Habra tambn certapertnenca en asocar las poltcas esta-

    tales del sglo xix con respecto a pueblosorgnaros, en especal desde 1881 enadelante, en Argentna por ejemplo, conprocesos smlares de manejo de las pobla-cones cuando ellas pasan a ormar partede un stocknatural dsponble y desecha-ble o cuando pasan a ormar parte de unarontera del estado.

    9/ EnPiel negra, mscaras blancasFanon pre-sona con este argumento de la rmula de

    Adler en el conteto colonal con el n demostrar que hay una estructura de la per-sonaldad alenada que se tramta en la des-consderacn socal de la que son objeto losnegros en las colonas, en la prounda altade respeto artculada en el racsmo colonal,en la racalzacn de la da socal en la colo-na, en partcular en la Martnca.

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    desele como relacn socal, tanto para el colonzador como para el colonzado,sno que se desarrolla, en los trmnos necrtcos de Mbembe, como un podersn lmtacn que desplega el acto ltmo de la soberana como gasto nal,

    total, sn retorno10.De esta manera, la rmula de Adler modcada por Fanon pone en escena

    dos problemas. Por un lado, el actor concreto de la domnacn colonal en lacual las prctcas eceden de lejos a las ormas sublmadas de la subordnacnde los dscursos colonales y clzatoros. No hay en la rmula sno un aconte-cer persstente de eentos en una dmensn que podramos llamar descrpta.Por otro lado, pone en acto el juego de mltples espejos que sobre la sombra delas das colonales se cerne: sobre la gura del blanco porque en ella se muestraa rajatabla el modo de la colonaldad, qutando de escena el hecho de su per-tenenca al bestaro, a lo bestal, tal como lo pensa Derrda para la soberanaen occdente y desplegada en la metora de la besta; del lado del colonzadoporque la constante blanco de la rmula slo permte su aprecacn comoresto no consumado de humandad, o, lo que es lo msmo, en estado de latencaanmal. De este modo, la anmalzacn acontece en la tensn entre el oldode lo anmal que representa la gura del blanco y el horror de encontrar natu-

    raleza anmal en los colonzados (en los negros, pero no slo en ellos). En otraspalabras, el sujeto de la soberana habla como s lo anmal no ocurrera en ly deposta en el estado de naturaleza colonal todos sus temores.

    El pasaje al bestaro es muy corto. No obstante, lo nteresante del proceso,y en este caso ms all de las ormas escptcas que de algn modo recorren lassones de Mbembe, es que el carcter entrecruzado de estas hstoras haceque ocurran aras cosas: en prmer lugar, que se desplegue una prctca de-rencal en los sujetos colonzados, aectados en uncn de ese poder soberano

    necrtco, ya sea en cualquera de las ormas de superenca o en la astuca dela superenca que se manesta en la copa lleada al parosmo. En segundolugar, una prctca dscursa y pragmtca del colonalsmo que mantene en

    10/ Esta reerenca est drectamente ncula-da a la dstncn que Mbembe asume ensu artculo entre la nocn de soberanacomo gasto total (total expenditure) deBatalle y la ersn hegelana tamzadapor el acto del reconocmento. La ersnde Batalle en un punto se remonta contrala propa lgca econmca del recursonatural renoable que en el caso hegelanoparece estar nculado a un orden moralen el que el reconocmento (y por lo tantoel nters mutuo) detene la muerte en elltmo segundo. Este aspecto lo desarro-llamos con una bree resea en la notasguente.

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    meda res a los colonzados, n bestas n hombres, ya sea por los artlugosbologcstas o culturalstas.

    En consecuenca, las deras del trabajo de Fanon y sus lecturas, entre otras

    las del propo Sartre, contnan sendo una buena oportundad para dscutrlasdos poscones que analza Mbembe con respecto a la soberana11. Por un lado,la hegelana y, por el otro, la de Batalle quen no e ms que gasto absoluto,esto es, un procedmento no econmco en el proceso de la soberana. Sartre,en el prlogo a Los condenados de la tierra, supone que por ms enrgcos quesean los esuerzos del colonzador por domestcar a los natos, aun sendode una graedad etrema, stos nunca llegan a cumplrse cabalmente:

    Y sn embargo, a pesar de todos los esuerzos, no se alcanza el n en nn-guna par te: n en el Congo, donde se cortaban las manos a los negros n enAngola donde, recentemente, se horadaban los labos de los descontentos,para cerrarlos con cadenas. Y no sostengo que sea mposble conertr a unhombre en besta. Slo armo que no se logra sn debltarlo consderable-mente; no bastan los golpes, hay que presonar con la desnutrcn. Es lo malocon la serdumbre: cuando se domestca a un membro de nuestra espece, sedsmnuye su rendmento y, por poco que se le d, un hombre de corral acabapor costar ms de lo que rnde (Sartre 2007, p. 15).

    Y luego, el momento clae para nuestro argumento:

    Por esa razn los colonos se en oblgados a dejar a medas la domestca-cn: el resultado, ni hombre ni bestia, es el ndgena. Golpeado, subalmentado,enermo, temeroso, pero slo hasta certo punto, tene sempre, ya sea ama-rllo, negro o blanco, los msmos rasgos de carcter: es perezoso, tamado yladrn, e de cualquer cosa y slo conoce la uerza.

    Pobre colono!: su contradccn queda al desnudo. Debera, como hace,segn se dce, el ogro, matar al que captura. Pero eso no es posble. No hace

    alta acaso que los eplote? Al no poder llear la matanza hasta el genocdoy la serdumbre hasta el embrutecmento anmal, perde el control, la ope-racn se nerte, una mplacable lgca lo llear hasta la descolonzacn(nass agregado) (d.).

    11/ Mbembe seala que en Hegel hay un pun-to sgncato que es la relacn entre lamuerte y el deenr sujeto. Hegel par te deun concepto bpartto de negatdad. Enel prmer caso, el mundo humano nega lanaturaleza para sus propas necesdades yen el segundo se realza medante el traba-

    jo y la lucha. En ese proceso, el ser humanocrea un mundo donde se e epuesto a supropa negatdad y la muerte es sempreun acto oluntaro, un resgo a sumdo porel sujeto. Al hacer esto, segn Mbembe,Hegel propone la derrota de lo anmal dela naturaleza humana. Entonces, lucha ytrabajo separan del anmal y sren paraenrentar la muerte. La poltca, dce

    Mbembe, es la muerte que e una dahumana (2003, p. 14). Y agrega que tales tambn la dencn del conocmentoabsoluto y la soberana: arresgar entera-mente la propa da (bd., pp. 14-15). Encontraste, para Batalle, hay que desplazarla nocn de Hegel de muerte, su jeto ysoberana en tres momentos. Prmero,nterpretando la muerte y la soberanacomo un ntercambo parostco ysuperabundante, en el sentdo que des-truye por completo todo, pero que es,undamentalmente, auto concenca, esdecr la ms lujosa orma de da, estoes, una eusn de euberanca: un poderde proleracn (bd., p. 15). En otraspalabras, Batalle pone a la muerte en unlugar dstnto al de Hegel, puesto que esteltmo pensaba la muerte como un lugardonde nada se perda de manera dent-a. La segunda cuestn es la de un gastoabsoluto que, para Mbembe, consttuyeuna caracterstca de la soberana. De otramanera, s Hegel mantena la muertedentro de una economa del conocmen-to y el sgncado, por su par te, Batalleaanza sobre algo ms precso y tal ez msnquetante, que es la dea de da ms allde toda utldad, lo que, a su ez, refejael domno de la soberana. As, lo que sepone en juego es una suerte de antecono-

    ma. Por ltmo, el tercer actor, es la rela-cn entre muerte, soberana y seualdad.La seualdad presupone la dsolucn delos lmtes del cuerpo y del yo por medo delos mpulsos orgstcos y ecrementales.En ese juego estn mplcadas la apropa-cn y la ecrecn (d.).

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    N hombre n bestaalgo en el medo. Este argumento de Sartre, heredadode Fanon, y en uncn de pensar el momento en el que la rebeln comenzasu estenca hstrca aporta a nuestro juco ms elementos para pensar

    el problema de la colonaldad, la soberana y sus desplegues. En un punto,puede ungr como la clae para comprender la uncn eacta de las palabrasdel bestaro colonal, su ecaca perormata. Cazar a la besta, al ndgena,anmalzarlo, no son subproductos retrcos de un sgncado renuente, sno,muy por el contraro, epresones precsas para dsposcones tambn precsasde los cuerpos y las poblacones. Con esto se pretende apuntar a que s ben laconceptualzacn de la soberana se estructura en torno de las metoras delbestaro, pues al menos desde Hobbes el soberano es un anmal artcal,

    una besta capaz de deorarse, ncluso, aun aquello que debe garantzar, estoes, la paz, la metora, s ben consttuye un elemento undamental (y caro a)de nuestro sstema conceptual, no debe oclur las dmensn de las prctcasconcretas, es decr, la trama de la representacn sobre la poltca del cuerpo.

    En otras palabras, una cosa es hablar del reptl amarllo y otra, practcarla cacera del msmo. En este sentdo, la metora no sera una mera cuestnde palabras, sno de conceptos en este caso, del otro colonal12. Pues eneste terreno, de lo colonal y de la colonaldad, es mportante obserar queel lenguaje para reerr al otro cede del terreno de la potca, de la retrca y seuele lteral. Tal obseracn, que podr parecer oba en ms de un sentdo,sn embargo, ene a cuento de certas dscusones acerca de cmo se redujo ose reduce a certas poblacones recurrendo a metoras que persguen consol-dar su sub-humandad con nes de domnacn, y lo que se aderte es el resgode permanecer rumando el problema en sones humanstas.

    El aspecto complejo del asunto es que la economa del dscurso, su crcu-

    lacn, encuentra lmtes para contnuar reproducndose. En este aspecto, laescrtura de Fanon oscla en una dmensn ambalente. Al msmo tempo quelate en ella el recurso del reconocmento por una razn econmca que parecempedr la anqulacn en el ltmo momento, tal como lo epone Sartre en el

    12/ Al respecto, s se atende a la poltca colo-nal, el orden metarco conceptual alude atodo un alun zoolgco, a unazoopol-tca. En este punto, cabe releer a Fanon: Aeces ese manquesmo llega a los etremosde su lgca y deshumanza al colonzado.

    Propamente hablando lo anmalza. Y, enrealdad, el lenguaje del colono, cuandohabla del colonzado, es un lenguaje zoo-lgco. Se alude a los momentos de reptldel amarllo, a las emanacones de la cudadndgena, a las hordas, a la peste, el pulular,el hormgueo, las gestculacones. El colo-no, cuando quere descrbr y encontrar lapalabra justa, se reere constantementeal bestaro. El europeo raramente utlzamgenes. Pero el colonzado, que com-prende el proyecto del colono, el procesoeacto que se pretende hacerle segur,sabe nmedatamente en qu pensa.Esa demograa galopante, esas masashstrcas, esos rostros de los que ha des-aparecdo toda humandad, esos cuerposobesos que no se parecen ya a nada, esacohorte sn cabeza n cola, esos nos queparecen no pertenecer a nade, esa perezadesplegada al sol, ese rtmo egetal, todoeso orma parte del ocabularo colonal(Fanon 2007, p. 37). Ahora ben, de la ctase podra nerr que el rasgo metarcode los conceptos allana el eecto de con-densacn, enatzando algunos aspectos yescamoteando otros; por ejemplo, la nca-pacdad de agenca de losreptles tradosal sol. Estos eectosmetonmcos de des-plazamento (la horda, la peste, etc.) reuer-zan la magnera zoolgca y cumplen

    uncones smblcas. En esta dreccn,podramos nerr que el descrptsmozoolgco se empalma con un esprtunaturalsta que dspone a los sujetos colo-nzados en el continuum de la anmaldad/naturaleza y de su consguente ncapac-dad de soberana.

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    prrao ctado, se pone en juego la dnmca del eceso, del gasto sn naldadque desarrolla Mbembe a propsto de la necropoltca. De otra manera, hayun Amo en el lenguaje anonano y eso hace rremedablemente que esta un

    esclao, con lo cual la humandad del colonzado, del admnstrado por el podercolonal, hegelanamente se hace presente. Pero es una sub-humandad, es unahumandad o una anmaldad en meda res la que crcula en el lenguaje delcolonzador, pronto a desprenderse de las lgcas econmcas que asegurarano postularan la necesdad del colonzado en el sstema econmco. Esa sub-humandad, en realdad, no parece ser una suerte de ardd del colonzador snoprecsamente una descrpcn concreta de cmo se artcula la estenca delcolonzado en la trama del dscurso colonal y en las prctcas que producen

    y reproducen el colonalsmo.En esa nstanca, entonces, la soberana se desata del nudo econmco que

    parece sostenerla, en el sentdo de la necesdad econmca del esclao, y es puroacto destructor, mortero13. Correspondera a un estudo proundo de las prc-tcas asesnas comprender los modos de esta suerte de autonoma parostcadel sujeto soberano. A la par quedan preguntas latentes y que en manera algunantentamos resoler aqu sno dejarlas ormuladas: el modo parostco al quealudmos de la soberana no uncona como una suerte de n de la hstora, node la hstora losca o del concepto, sno de las prctcas? Adems, s asum-mos esta caracterstca de la soberana, queda algn resquco para que se uelaa entroncar con alguna legtmdad dscursa? Qu ocurre con las nocones desubjetdad nculadas a una agenca en este conteto? Cada una de estas pre-guntas se drge nmedatamente al ncleo de los problemas de la teora socaly poltca contempornea, respecto de la cual la dscusn por la bopoltcaparece grar y que, en denta, son ms o menos los msmos de sempre, es

    decr: de qu trata la autonoma del sujeto, qu es una prctca, cules son lasormas de la legtmdad. Sn embargo, el carcter terato que las atraesaescasamente deja lugar para otra cosa que no sea abordar dchos problemas.

    El proceso colonal, entonces, parece requerr que el estatuto de la poblacnadmnstrada y de las poltcas sobre los cuerpos ndduales, permanezcan en

    13/ En relacn con la conqusta y la colonza-cn se podra hablar de una combnacnde tcncas dscplnaras y tcncas degestn de la da en tanto mano de obradsponble. No obstante, un punto queproblematza las nocones de soberana ybopoltca es que no habra algo as comoun cuerpo soberano que conserar, nsquera habra ndduos, por ejemplo.

    De lo que se trata es de la estenca dehordas, de manadas de hombres a mtadde camno, etc. En tal nstanca cabraoler sobre el argumento moral, aquelque seala que como no pueden los nd-genas ser pensados por los colonzadorescomo humanos no hay concenca cabaldel crmen, argumento que tene araslmtacones, o drgr la encuesta haca laeecta produccn de mundo que suponeel colonalsmo como prctca. En esa ns-tanca, se controla y se mata porque es loque eectamente se hace.

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    un sto precso pero al msmo tempo ambalente. La jacn es una clae yla repetcn es otra. Bhabha (2002) se ha eplayado etensamente sobre esto.Sn embargo, sobre lo que hay que refeonar es acerca de s esa admnstra-

    cn se realza de un modo dscreconal cuando se trata de una poblacin y deotro cuando se trata de individuos o, mejor, de ciudadanos. Con respecto a lapoblacn, la asuncn que descrbe Fanon se muee entre la nocn de un stocky de una suerte de masa nderencada de la que no se recortan ndduos. Enconjunto es ms pensable la admnstracn de un grupo. Y en ese sentdo laabundanca de sones que certcan este procedmento es notable. El msmoFanon, en la ambalenca que sealamos arrba, descrbe los modos en quees admnstrada una poblacn que se espera se artcule en pueblo en el acto

    poltco de la resstenca.

    Los alores, en eecto, son rreersblemente enenenados e nectados cuandose les pone en contacto con el pueblo colonzado. L as costumbres del colon-zado, sus tradcones, sus mtos, sobre todo sus mtos, son la seal msma deesa ndgenca, de esa depraacn consttuconal. Por eso hay que poner enel msmo plano al D.D.T., que destruye los parstos, trasmsores de enerme-dades, y a la relgn crstana, que etrpa de raz las herejas, los nstntos,el mal. El retroceso de la ebre amarlla y los progresos de la eangelzacn

    orman parte de un msmo balance. Pero los comuncados trunantes delas msones, norman realmente acerca de la mportanca de los ermen-tos de enajenacn ntroducdos en el seno del pueblo colonzado () Nollama al hombre colonzado al camno de Dos sno al camno del Blanco, delamo, del opresor. Y, como se sabe, en esta hstora son muchos los llamadosy pocos los elegdos (Fanon 2007, p. 36).

    Por ltmo, cabe sealar que la anmalzacn no tene su adersaro enlas sones morales de la concenca crtca, sno en la dmensn acconal de

    los sujetos. En Fanon esa dmensn es cas ecluyente. Con lo cual, se podrapensar, sn correr demasados resgos, que la dea msma de lo anmal, en lasderacones de la anmaldad y la anmalzacn, asesta un golpe mortal acualquer dea humansta que pretenda pensar estos procesos como horro-res o como errores. En otras palabras, como djmos, lo que pone de manesto

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    es su carcter peromato. Al msmo tempo aparece en consderacn elmoto del deseo que, por lo general, no consttuye una entrada preerencalen las refeones sobre la soberana, pero que, no obstante, en el conteto de

    la colonaldad, deene crucal.Podemos decr, entonces, que en lo bestal se artculan los dos tramos de

    este entrecruzamento, la besta que deora, el anmal artcal de Hobbes,y la besta recluda en la anmaldad ms prounda, en una suerte de estadode naturaleza. De este modo, en las dos dreccones del rgmen colonalse artcula una economa del deseo que permanentemente mezcla las dosdmensones. Y s el poder necrtco tene la caracterstca de desplegarse comoabsoluto, en el sentdo de que uncona sn reparo, tambn podemos decr que

    se entrelaza con las guras del deseo que pone en crculacn. Segudamente,la anmalzacn parece ser un recorrdo problemtco pero que en certaorma pone en el centro de la escena las debldades de los modelos epl-catos centrados en el sujeto y su soberana, al msmo tempo que remarcala operacn sobre los cuerpos y las poblacones en trmnos de un stock,dsponble para una economa que claramente no tene en su centro el pro-blema poltco.

    El auno en su laberintoReexiones fnalesEl auno, la dedad rstca de los romanos, caracterzado por una magen queen s msma contene la humandad y la anmaldad que nos habta, pareceprolongarse en la tramas de una hstora de la soberana y de su correlato,la bopoltca. En su carcter oracular, este dos, oluptuoso, lasco, habtantedel bosque, tende a manestarse con caracterstcas espectrales y proerr gr-

    tos horrorosos. Pero su gura, cas como nnguna otra, parece sntetzar loque hemos ntentado pensar aqu por derentes deras. Su representacnpctrca est asocada las ms de las eces a un humano con patas de cabra ypezuas. O podramos pensar al res, y decr que se trata de una cabra con torsohumano. En la nersn est precsamente la clae que derenca un relato que

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    e en las uentes de la soberana la raconaldad moderna, a otros habtados pormrgenes ms amplos que tal raconaldad. En todo caso, la gura del aunoremte a un lugar de conmocn para el orden del sujeto cuando ste se unda

    en la autorregulacn y la autonoma derada y, desde ah, proyecta un ordenpoltco donde la soberana es su consecuenca14. El auno es un recordatoro notanto del lado oculto de las cosas, sno de la tensn de la hstora cuando elpoder de dar da o de qutarla se desplega.

    Vayamos ms despaco. Por un lado, la representacn pctrca y pasonal,orece la magen msma de la ambalenca y de la trageda. Lo monstruoso delauno no es su mtad anmal sno la secuenca que torna a esa mtad ndsbledel cuerpo humano. Y lo trgco del asunto es que se trata de un cuerpo no d-

    sble. Tal contnudad se hace presente como recordatoro de la mposbldadde separar las cosas. S la mtad humana posee la cabeza, y entonces se puedesuponer certo control del resto, ella no es sucente para abolr la trama anmalque recorre todo la anatoma. S la soberana se epresa en los trmnos delsujeto en la tradcn losca occdental, la bopoltca, y sus sucedneos,traman ese sujeto por uera de tal tradcn pero contnan habtndolo.Lo msmo ocurre con el par ndsoluble de moderndad y colonaldad. Snembargo, es la suspensn de la contnudad corporal que produce el poder,el poder de dar y qutar la da, lo que hace posble pensar que dcho cuerpose puede ddr y sostener la dsn. Las mgenes de una absoluta nter-encn en las socedades colonales, la total dsponbldad de los restosanmalzados de los cuerpos natos presupone esta operacn, en la que la sobe-rana europea, sguendo la lnea argumental de Fanon, no se reconoce en elauno. Y s esta gura eurocentrada puede etenderse a la besta artcal, alhomo homini lupus que recupera Hobbes de Plauto, y que pensa Derrda, el colo-

    nalsmo da un paso ms como sstema de produccn de sentdo: suspende laposbldad de que tal antro(lcan)poaga ocurra porque todo queda en mediares. Ms o menos hombre, ms o menos anmal, mucho ms anmal: n hom-bre n besta no es lo msmo que mtad hombre mtad anmal.

    14/ Mbembe, al prncpo deNecropolitics,seala que sobre la dstncn razn/snrazn la crtca moderna ha establecdola dea de un su jeto moral. En ese marcola razn deene en la erdad del sujeto yla poltca es el ejercco de la razn en laesera pblca. La secuenca que sgue esque la razn se relacona con la lbertad, lacual es el actor prncpal para autonomadel ndduo. Y de aqu conduce a la deade que el sujeto llea adelante la soberanacomo un proceso de autonsttucn y deautolmtacn (2003, p. 13).

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    La ambalenca del auno, tene, en el terreno de la colonaldad, una acen-tuacn sustanta porque en ella queda claro que la soberana no es el resultadode una combustn del sujeto en los trmnos de Hobbes, un relato en ltma ns-

    tanca de las luchas de ese sujeto, o de su egosmo domeado, sno un proceder,un modo de manestar a secas el poder mortero que asegura la preemnencade unos sobre otros. Y como resulta obo desde el sto de los anmalzadostampoco este una lucha a muerte entre dos contendentes, n el egosmodesenrenado que canbalza las relacones humanas sno una astuca super-ente. El orden de la dalctca, a pesar de Sartre, y a aor de Fanon, caro a losregstros del sujeto de la losoa moderna, est ausente. Lo que se desplega enel manquesmo del que Fanon habla es la tensn mposble de ser suprmda,

    nsuperable, entre la trascendenca de la hstora y lo que la conqusta sgnca.El manquesmo es la epresn de esa tensn parostca entre colonzadoresy colonzados. En tal tensn el conjunto, la poblacn objeto de admnstra-cn o de supresn, no se eplca por el lenguaje del reconocmento sno por eldeseo de r que manesta, y all entonces se retorna al terreno de la hstoray sus prctcas. Un deseo de r que no se traduce en una suerte de pastoralhumansta, sn lugar n tempo. Es ms ben la emergenca de un acontecer.

    La paradoja, sn embargo, radca en que el lenguaje dsponble para pen-sar la da, en tanto porcn robada a la soberana, es el del colonzador. Unlenguaje que cartograa la anatoma de los colonzados y les proee al msmotempo la posbldad de consttur la eperenca radcal del propo cuerpo.En este sentdo, hay un an entre la gura del auno y la colonaldad. Cadaez que se suprme al anmal este retorna de una orma u otra; cada ez que sesuprme al humano, ste retorna en la orma de la hstora. No como proyectolosco de la hstora, una suerte de pesadlla que alguna ez abandonaremos

    dentamente, sno en la orma de prctcas a eces slencosas y otras no.No tenemos el espaco para delmtar cules puede ser estas manestacones,no obstante, mantengamos presente el hecho crudo y smple que representanlas prctcas socales e hstrcas. En este sentdo, el lenguaje (aparentemente)metarco del colonzador, cuando se reere al bestaro, a su admnstracn,

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    smplemente no lo es. Es un lenguaje descrpto, habtado en sus conceptos porlas operacones que dstrbuyen cuerpos, dsponen su da o su muerte, etc. Ensuma, lo que nosotros creemos er y deender en trmnos de esta hstora ree-

    rda a la bopoltca es que no hay espaco posble para pensarla, s no admtmoscerta elastcdad en su sgncado, es decr, s no conocamos a la colonal-dad. Precsamente, la colonaldad como proceso hstrco de consttucn delpoder y su reproduccn, al msmo tempo que herramenta conceptual, es encerta orma, tal como se e en los escrtos de Fanon, por ejemplo, el camno deentrada que conecta la superce enuncata de los conceptos con su pragm-tca, al etar que se sublmen metarcamente los trmnos en juego. Y es loque al msmo tempo deja en edenca cules son los momentos en que la sobe-

    rana, entendda como el acto necrtco de matar o dejar r, es contestada.A ello nos reermos, pues, con la dea de superenca.

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    Reerencias

    Bhabha, Hom (2002). El lugar de la cultura. Buenos Ares: Manantal.Csare, Am (2006). Discurso sobre el colonialismo. Madrd: Akal.

    De Oto, Alejandro y Mara Marta Quntana (2010). Bopoltcay colonalaldad. Una lectura crtca de Homo Sacer.Tabula Rasa, Bogot, 12. Dsponble on lne en http://www.restatabularasa.org/numero12.html

    Derrda, Jacques (2010). La bestia y el soberano. Vol. 1 (2001-2002).Buenos Ares: Manantal.

    Esposto, Roberto (2006).Bos. Biopoltica y flosoa. Madrd:Amorrortu.

    Fanon, Frantz (1974). Piel negra, mscaras blancas. Buenos Ares:Schapre Edtor.

    (2007). Los condenados de la tierra. Mco D.F: Fondo deCultura Econmca Foucault, Mchel (2000). Deender lasociedad. Buenos Ares: Fondo de Cultura Econmca

    Mbembe, Achlle (2003). Necropoltcs. En Public Culture,15 (1),pp. 11-40.

    Qujano, Anbal (2000). Colonaldad del poder, eurocentrsmo y

    Amrca Latna. En Lander, E. (Ed.), La colonialidad del saber:Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas.Buenos Ares: CLACSO.

    Sartre, Jean-Paul (2007). Preaco. En Frantz Fanon,Los condenados de la tierra. Mco D.F: Fondo de CulturaEconmca

    http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/http://users/ejercitocomunciacional/Documents/SUR:VERSION/