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Joan F. Mateu BellésUniversidad de Valencia

El servicio de prevención y anuncio de crecidas en España (1863-1917)

Resumen

El proceso de creación del servicio de previsióny anuncio de crecidas en España, en relación aotros estados europeos, fue más complejo ytardío. A ello contribuyeron diversas causas,entre las cuales destacan las notorias limitacio-nes de la red hidrográfica y la relevancia de lascrecidas súbitas torrenciales. No obstante, a lolargo de la segunda mitad del siglo XIX huboiniciativas de la administración para alertar ciu-dades especialmente vulnerables a las crecidasfluviales.En 1914 se creó oficialmente el servicio de pre-visión y anuncio de crecidas en las diferentesdivisiones hidráulicas. Los anuarios de sus acti-vidades en 1915-1916 y 1916-1917 reúnen unavaliosa información del régimen de crecidas delos mayores ríos peninsulares antes del iniciode las obras de regulación fluvial.

Palabras clave

Crecidas, previsión, alerta, telegrafía.

THE FLOOD FORECAST AND ALERT SERVICE INSPAIN (1863-1917)

Abstract

The creation of a flood forecasting and waningservice in Spain was a more complex processand took place later than in other europeancountries.Between the several factors to explain this fact,the limitations of the gauging network and theimportance of flash floods may be stressed.However, along the second half of the 19th

century the administration tried to warmagainst floods those cities especially vulnerable.In 1914 the flood forecasting and warningservice was created in the different wateradministration regions. The 1915-1916 and1916-1917 yearbooks contain a valuableinfiormation on the floods regime of the majorpeninsular rivers before the beginning of theregulation works.

Key words

Floods, forecast, alarm, telegraphy.

AREASRevista de Ciencias SocialesNº 23 / 2003Los procesos de riesgo con origen natural:una constante en la relación entre hombrey medio

(pp. 101-121)

Río Segura en crecida a su paso por laciudad de Murcia

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I. Introducción

Durante la segunda mitad del siglo XIX, suce-sivas inundaciones catastróficas en diversospuntos de España jalonaron variadas respuestasde la administración y marcaron hitos en eldebate técnico y científico acerca de las causasdesencadenantes de las avenidas fluviales ysobre los medios más idóneos para aminorarsus costes. Tanto la teoría como la práctica de ladefensa contra las inundaciones de los ríospeninsulares se inspiraron en estudios y deci-siones previamente desarrollados en Europa.Aquí hubo procesos de adaptación administra-tiva, de recepción tecnológica y de reconoci-mientos hidrológicos de las cuencas fluvialespeninsulares. Sin duda, el análisis de las accio-nes administrativas y de los debates académicoscon sus diferentes propuestas, protagonistas yactuaciones suministran un marco para contex-tualizar los actuales esquemas de interpretacióny gestión territorial de las avenidas fluvialespeninsulares.En efecto, desde mediados del siglo XIX, diver-sos estados europeos fueron dando los prime-ros pasos para organizar servicios de anunciode crecidas como complemento de otras medi-das de defensa contra las inundaciones. Laimplantación de dichos servicios constituía unsigno del progreso tecnológico y científico, enun momento en que “ya se anuncian con 48horas de anticipacion las probabilidades deltiempo, cuando los físicos blasonan de habersojuzgado las tormentas por medio del baró-metro y del telégrafo electrico” (Bosch et al.,1866: 453). En el caso español la creación delservicio de previsión y anuncio de crecidas(R.O. de 12 de octubre de 1914) y sus primerascampañas de 1915-16 y de 1916-17 estuvieronprecedidos por la estela del pionerismo positi-vista de ciertos anuncios que fueron calibrandola complejidad de las avenidas fluviales penin-sulares. Por tanto, el análisis de los precedentesy de los primeros pasos del servicio –una de lasacciones públicas más idóneas para mitigar pér-didas de vidas humanas durante las avenidas–

revela las luces y las sombras administrativas,tecnológicas y científicas concurrente en eldiagnóstico y gestión de unos sucesos que amenudo conmocionaron las sociedades asenta-das en las riberas de los ríos peninsulares.

II. Escalas fluviométricas para la observación yaviso de avenidas (1863-1878)

En 1860, las inundaciones generalizadas delDuero, Tajo y Genil con muchos de sus afluen-tes –al igual que había sucedido en Francia des-pués de la gran riada del Loira en 1846 y de losdesbordamientos generales de 1856– suscitaronsendos diagnósticos en la Revista de ObrasPúblicas (Barrón, 1861; Madrazo, 1861) que, sinembargo, no se tradujeron en una eclosión demonografías hidrológicas e hidráulicas. La pro-puesta de que el Gobierno “tomase la iniciativaplanteando la cuestion de las inundaciones, invi-tando a los cuerpos científicos y personas facul-tativas a estudiarla y a emitir su ilustrado dicta-men, para venir después al terreno práctico”(Madrazo, 1861) no encontró eco suficiente.Como sucedería en momentos posteriores, laRevista de Obras Públicas –órgano de expresióndel cuerpo de ingenieros de Caminos– dejabapatente la distancia entre los conocimientos delos técnicos acerca del estado del arte y las apli-caciones a la realidad española. En aquel contexto de conmoción social porinundaciones generalizadas, la acción inmediatade la administración española –similar a la pues-ta en práctica por otros estados europeos enaquellos años– fue una Real Orden de 14 defebrero de 1863 (Anexo I). En el largo preámbu-lo, la Real Orden señalaba la necesidad de cono-cer “con la mayor exactitud los límites de lasubida de las aguas en todas las inundaciones...no tan sólo por el interés de proporcionarsedatos siempre útiles para las ciencias en un paísbien administrado”, sino por su utilidad “a lariqueza de la agricultura, al encauzamiento delos ríos, al establecimiento de los puentes quedeben dar paso a las vías públicas y a la vida yseguridad de poblaciones”. Para ello, la real

Joan F. Mateu BellésUniversidad de Valencia

El servicio de prevención y anuncio de crecidas en España (1863-1917)

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orden disponía, entre otras cosas, que se estable-ciera una escala en cada uno de los puentes cons-truidos sobre los ríos principales para que losingenieros de Caminos de las provincias anota-ran –en un libro destinado a este solo objeto– lamayor y menor altura de las aguas, y en particu-lar las que preceden inmediatamente al desbor-damiento, así como la duración de las crecidas.“Cuando el nivel de las aguas llegue a la cifrapróxima a la inundacion, el Ingeniero lo pondráinmediatamente en conocimiento del Goberna-dor de la provincia, y se publicará en el BoletínOficial, con el fin de que, tanto las Autoridadescomo los particulares, puedan adoptar las pre-cauciones oportunas según las circunstancias”.Sin duda, la real orden sólo contemplaba loscorredores fluviales de los ríos peninsulares demayor desarrollo y no consideraba las crecidassúbitas torrenciales. En todo caso, la colocacióny calibración de escalas en los puentes para laobservación y anuncio de crecidas representabauna aproximación al arduo desafío de mitigar laspérdidas en vidas humanas por causa de las ave-nidas fluviales. Por ahora, poco se conoce delgrado de cumplimiento de la Real Orden de 14de febrero de 1863.De otra parte, la Real Orden de colocación deescalas en los puentes para la observación y avisode avenidas diversificaba los trabajos hidromé-tricos en curso que, hasta entonces, habían pri-mado las campañas de aforo de los estiajes. A laestimación de los caudales de estiaje se habíandedicado las diversas comisiones de estudio delos mayores ríos peninsulares y las brigadashidrológicas de la Junta General de Estadística(Mateu, 1996). No obstante, las inundacionesextremas seguían siendo fenómenos recurrentesque se saldaban con pérdidas en vidas humanasy con cuantiosos daños económicos. Los mayo-res desbordamientos fluviales de aquellos añosmotivaron diagnósticos técnicos de las causasconcurrentes en el fenómeno y de los mediosmás adecuados para aminorar los daños. En con-secuencia, las sucesivas memorias sobre inunda-ciones catastróficas –entre otros aspectos– fue-ron actualizando el estado del arte y las acciones

más adecuadas en los puntos más sensibles delsistema fluvial.Así, la catastrófica inundación del Júcar, ocurridaen noviembre de 1864, demostró la complejidaddel anuncio de crecidas fluviales en la Península.A raíz del desastre de la cuenca baja del Júcar, sen-das comisiones de ingenieros –una del Cuerpo deCaminos presidida por Gómez Ortega (1879) yotra del de Montes a las órdenes de Bosch (1866)–analizaron el suceso y ambas propusieron nume-rosas acciones para prevenir futuras catástrofes.Entre tantas recomendaciones, ninguna de las doscomisiones planteó la cuestión del anuncio decrecidas. Cabe recordar que en 1864 todavía nohabía ningún observatorio meteorológico oficialen la cuenca del Júcar y, con buen criterio, loscomisionados señalaron la necesidad de extenderla red de observatorios meteorológicos en “unpaís tan expuesto a la inundaciones como laPenínsula” (Bosch, 1866: 94).En realidad, el “olvido” de la implantación delanuncio de crecidas por parte de las dos comi-siones del Júcar demostraba la dicotomía entre lacuenca hidrográfica y la red telegráfica. En efec-to, entre 1854 y 1863 se instalaron unos diez milkilómetros de la primera red española de tele-grafía eléctrica que, con un diseño radial, enlaza-ba Madrid con las capitales de provincia y conlas restantes ciudades principales. Posteriormen-te el proceso de tendido se ralentizó entre 1863y 1878 (Bahamonde et al., 1998). Con tal dispo-sición de la red telegráfica, no era posible unarápida y fluida comunicación entre la zonadonde se desencadenó la inundación del Júcar yel llano de inundación litoral.Poco después, en 1865 se crearon las divisioneshidrológicas (Mateu, 1995) que constituyen elembrión de las actuales dependencias hidrográ-ficas de la administración española, aunque connotorias diferencias organizativas y competen-ciales. Inicialmente, las diez divisiones hidroló-gicas fueron oficinas de estudio hidrológico delos grandes ríos peninsulares y de reconocimien-to de los aprovechamientos fluviales. Durante laprimera etapa de actividad de las divisioneshidrológicas (1865-1871), fueron unas depen-

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dencias con escasos recursos humanos y mate-riales de modo que los trabajos hidrométricosfueron limitados y dirigidos prioritariamente alos aforos de los caudales mínimos de estiaje y,de forma subsidiaria, al análisis de las avenidasfluviales.A principios de 1867, los ingenieros de la Divi-sión Hidrológica de Toledo colocaron las escalassobre el Tajo en Fuentidueña y Aranjuez dondelos niveles fluviales se observaban a las seis de lamañana, a las doce y a las seis de la tarde (D. G.O.P., 1871, pp. 300-302). Los registros fluviomé-tricos en el Tajo se prolongaron al menos hastafines de 1870. Por su parte, los técnicos de laDivisión de Zaragoza efectuaron –al menosdesde principios de 1866 hasta agosto de 1871–observaciones diarias del caudal del Ebro, a las12 horas, en sendas escalas emplazadas en elBocal y en Zaragoza1 . Por contra, en 1875 toda-vía no había ninguna escala en los puentes de laprovincia de Córdoba2 .Según las instrucciones del Ministerio deFomento, las divisiones debían reunir informa-ción de campo durante los desbordamientosobservando la altura de la punta de crecida en lospuentes principales y, posteriormente, cartogra-fiando las zonas inundadas. Tales prescripcionesfueron cumplidas por la División Hidrológicade Zaragoza con motivo del desbordamientoextraordinario del Ebro en enero de 18713.Dicha inundación del Ebro fue simultánea conavenidas fluviales catastróficas en algunos vallesde la cornisa cantábrica4. Todo parece indicarque el sistema de previsión de crecidas fue muyprecario porque el ingeniero-jefe de la Divisiónde Zaragoza5, Ramón García Hernández, seguiaba por el termómetro para intuir el posibleinicio del descenso de la punta de crecida.De otra parte, los primeros años de actividad delas divisiones hidrológicas coincidieron con elinicio de las aplicaciones en España del modeloingenieril de corrección de los torrentes alpinos.La transferencia de dicho concepto desde losAlpes a las cordilleras peninsulares y su aplica-ción a medios geográficos semiáridos constituyóel hilo conductor de una línea de actuación de

los ingenieros de Montes y de Caminos en lasegunda mitad del siglo XIX y primeras décadasdel siglo XX. Desde el principio, el reconoci-miento de las causas de formación de los torren-tes guió su interpretación de las crecidas súbitasy sus propuestas de mitigación. En este contex-to, las avenidas súbitas torrenciales se perfilaroncomo el mayor desafío para organizar el anunciode crecidas porque constituían la principal causade pérdidas de vidas humanas por inundacionesde España.

III. Escalas fluviométricas y telégrafos eléctricos(1879-1899)

Durante las dos últimas décadas del siglo XIX,en varios estados europeos los servicios hidro-métricos alcanzaron plena institucionalizaciónen sus organigramas administrativos, lo cualpermitió perfeccionar los servicios de anunciode crecidas6 . En 1879, Francia introdujo mejo-ras organizativas en sus anuncios de crecidas ala vista de los terribles resultados producidospor las inundaciones ocurridas en el Ródanocuatro años antes (García Faria, 1908: 259).Poco después, en 1883 se dispuso la instalaciónde un servicio hidrométrico en el Rhin para elanuncio de crecidas y, a los tres años, ya fun-cionaban 42 estaciones en el río principal y 59en sus afluentes; en ellos se practicaban de 3 a12 anotaciones diarias, según la altura y rapidezde la corriente, observándose en cada estaciónotros fenómenos conexos (lluvias, vientos, nie-ves, hielo, etc.). Con tales datos, se efectuaba unestudio de cada crecida en que se relacionabanlos lugares, altura de agua durante las avenidas,etc. (García Faria, 1908: 260). “En Austria sepracticaron unos excelentes trabajos relativos ala prevision y anuncio de las crecidas del Danu-bio, que con justicia fueron muy elogiados porlos que visitamos la instalacion especial delGobierno austriaco en la Exposicion Universalde París en 1900” (García Faria, 1908: 260).Obviamente, los servicios hidrométricos enSuiza habían alcanzado un notable desarrolloen sus reconocimientos de los glaciares, lagos,

(1) A.M.F. (Archivo del Ministerio deFomento), legajo 299, expediente4115: Expediente de la 10ª Divisiónhidrológica llamada de Zaragoza...

(2) A.M.F., legajo 46, expediente 944:Expediente sobre observaciones me-teorológicas y estudios hidrológicos dela provincia de Córdoba, hechos por elingeniero D. Rafael Navarro (1875).

(3) Según Ollero (1996: 63), la mayorinundación del Ebro medio durante elsiglo XIX tuvo lugar entre el 10 y el13 de enero de 1871. En Zaragoza lasaguas superaron en metro y medio laseñal de la riada más alta registradahasta entonces. Toda la llanura deinundación quedó anegada y las aguasafectaron incluso a los núcleos urba-nos, con numerosas víctimas.

(4) A.M.F., legajo 132, expediente2102: El Gobernador (de Santander)da cuenta de las inundaciones causa-das por el desbordamiento de los ríos.Enero de 1871.

(5) A.M.F., legajo 299, expediente4115. En él se conserva un escrito de12 de enero de 1871 de Ramón Garcíadirigida al director general de ObrasPúblicas desde Zaragoza: “El derriti-miento instantáneo de la gran capa denieve que últimamente ha caído entoda la cuenca del Ebro ha dado lugara una avenida tan extraordinaria queno hay memoria de otra igual; hastaeste momento que son las cuatro de latarde no hay señales de que haya lle-gado a su apogeo, si bien es de creerque no siga ascendiendo por el rápidodescenso que el termómetro ha tenidola noche ultima y que continúa...”

(6) Estas actuaciones encaminadas alanuncio de crecidas fueron casi simul-táneas al desarrollo de la “meteorolo-gía telegráfica”. El telégrafo permitióla rápida comunicación de los datosregistrados en cada observatorio a losservicios encargados de su explota-ción para elaborar la previsión meteo-rológica diaria.

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etc. (Bureau Hidrométrique Féderal, 1909).En España, el servicio de anuncio de crecidastuvo una implantación más compleja. En efecto,cerrado el ciclo revolucionario y restaurada lamonarquía, la administración de Fomento –porReal Orden de 13 de agosto de 1876– reabriócinco divisiones hidrológicas encargadas de lasgrandes cuencas hidrográficas peninsulares.Años después, por Real Orden de 23 de marzode 1881, se añadieron las divisiones de Valenciay Lugo para abarcar toda la Península. Había,sin duda, un notorio retraso en el reconoci-miento hidrológico y en la obra hidráulica enrelación a Europa y las divisiones seguían dota-das de escasos recursos humanos y materiales(Mateu, 1995). De otra parte, a partir de 1879 sereactivó el tendido de la telegrafía eléctrica. En1885, la longitud de las líneas ya superaba los18.000 kilómetros y se avanzaba hacia una mallamás compleja que la originaria red radical, lacual permitía los enlaces transversales. Al finali-zar el siglo XIX, la red telegráfica garantizabauna rápida y fluida comunicación interior(Bahamonde et al., 1998), aunque extensos sec-tores montañosos –especialmente dinámicos enla génesis de las avenidas fluviales– quedaron almargen del servicio telegráfico.

III.1. Los avisos telegráficos de crecida

Durante los primeros años de la Restauración,se sucedieron avenidas catastróficas en diversospuntos de la Península. En septiembre de 1874y en marzo de 1878, hubo importantes desbor-damientos en el valle medio del Ebro (Ollero,1996: 62). En diciembre de 1876 y enero de1877, sendas inundaciones catastróficas delGuadalquivir invadieron Sevilla que acababa dederrocar las murallas (Sanz, 1902; Moral, 1991).En octubre de 1879, la gran catástrofe de lariada del Segura-Guadalentín7 se saldó con lapérdida de más de 770 vidas humanas y cuan-tiosos daños económicos (Calvo, 1968-69: 112).En pocas palabras, las crecidas fluviales seguíanconstituyendo un desafío para la administra-ción española que, además de obras y estudios

específicos, inició la andadura de dotarse de unservicio de anuncio de crecidas.En efecto, una semana después de “las terriblesdesgracias recientemente ocurridas por el des-bordamiento de los ríos en las provincias deAlmería, Alicante y Murcia”, una Real Ordende 21 de octubre de 1879 (Anexo II) ordenabala puesta en marcha de un sistema de avisostelegráficos transmitidos oportunamente deunos puntos a otros. El preámbulo recordabaque “Sevilla, en la inundación de diciembre de1877, pudo preparar sus defensas por los avisosfrecuentes que el telégrafo transmitió desdeAndújar y Córdoba y otros puntos situados enlas orillas del Guadalquivir; y quizás, si esto sehubiese hecho por las riberas superiores delSegura y del Sangonera en la huerta de Murcia,ya que no las casas y los cultivos, hubieranpodido salvarse las vidas de sus habitantes, losganados de labor y muchos objetos de fáciltransporte”. En vista de ello, el ministro de laGobernación disponía la implantación de unsistema de escalas en los puentes para la obser-vación de la importancia de las crecidas y suvigilancia por funcionarios municipales y elaviso telegráfico por el alcalde al gobernadorcivil y a los alcaldes situados aguas abajo. A suvez, los alcaldes de las poblaciones ribereñas –alrecibir el anuncio de crecida– debían hacerlopúblico por los medios más rápidos a las pobla-ciones mientras el gobernador lo anunciaría alos gobernadores de las provincias situadasaguas abajo de los ríos. En síntesis, la RealOrden pretendía el auxilio de la técnica paraque alcaldes y gobernadores dispusieran ytransmitieran una información eficaz para miti-gar las pérdidas de vidas humanas. Esta Real Orden de Gobernación (de octubrede 1879) transfería la responsabilidad de la ges-tión del anuncio de crecidas a los alcaldes y alos gobernadores. No obstante, también huboacciones desarrolladas por los técnicos de lasdivisiones hidrológicas. A continuación secomentaran los casos de Sevilla y Alzira queconstituyen dos modalidades de gestión delanuncio de crecidas en los últimos años del

(7) M. Pardé (1956) calificó la catás-trofe como “uno de los diluvios másmortíferos de los anales hidrológicoseuropeos”. Gil Olcina (1968) contex-tualizó dicha riada dentro de lossucesos extremos del régimen del ríoGuadalentín. Por su parte, LópezBermúdez (1973) elaboró una valiosasíntesis climática, hidrológica y geo-morfológica de la región donde seinscribe la cuenca del Guadalentín.

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(8) A.M.F., legajo 136, expediente2173: Expediente instruido con objetode evitar los daños que causan las cre-cidas del Guadalquivir (1888-1892).En el escrito de 18 de noviembre de1888, Rafael Navarro proponía que“en las grandes avenidas, convendriaque se dispusiera y autorizara paraque pudieran en estos casos haceruso del telegrafo oficial y que estostelegramas considerados preferentesfueran transmitidos a todos losAlcaldes de los pueblos aguas abajosin la dilacion que hoy ocasionan lospostes que transmiten a esta Jefaturay esta traslada al Señor Gobernadorde la provincia”. De otra parte, suexperiencia profesional de tantosaños en el Guadalquivir le permiteafirmar que “en todas las grandesavenidas que esperimenta el Guadal-quivir, la inundacion de Sevilla severifica ordinariamente cuando laaltura de las aguas en Palma escede de4 metros sobre el nivel ordinario,cuya altura es aumentada por lasafluencias de las riveras de Huerna,Viar y Huelva e igual altura en Men-gíbar indica una avenida que no llegaa ser importante si el temporal no essimultáneo en la región baja conti-nuando en la superior llega como enalgunas ocasiones a alcanzar en Men-gíbar 7 metros y en Córdoba y Palma9,... que alcanzó la gran avenida dediciembre de 1876”. La petición deRafael Navarro sobre preferenciatelegráfica de las escalas de Mengíbar,Alcaide y Palma en sus avisos de cre-cida fue atendida por el ministro dela Gobernación el 31 de mayo de1892.

(9) A.M.F., legajo 136, expediente2173: Expediente instruido con objetode evitar los daños que causan las cre-cidas del Guadalquivir (1888-1892).El 30 de mayo de 1892, José GarcíaMorón –nuevo ingeniero-jefe de ladivisión del Guadalquivir– dabacuenta a la Dirección General deObras Públicas del Estado en que seencontraban el estudio de las inunda-ciones del Guadalquivir y de ladefensa de Sevilla. “Mientras tantolos estudios se verifican y los proyec-tos se redactan no puede hacerse otracosa que perfeccionar el procedi-miento de anuncio de crecidas a lospueblos amenazados para evitar o almenos disminuir los desastres”. Paralo cual se procedía a reparar las

siglo XIX. No obstante, las avenidas súbitastorrenciales en Almería y Consuegra y otrascuencas peninsulares seguían causando grandespérdidas de vidas humanas (Marqués de Agui-lar de Campoó, 1894) mientras se estudiabanambiciosos proyectos de obras de defensa con-tra las inundaciones en la Vega del Segura (Gar-cía y Gaztelu, 1887), en la ciudad de Sevilla(Moral, 1991), en la ribera del Júcar y en otrostramos urbanos.

III.2. Ingenieros de Caminos y el anuncio decrecidas: el caso de Sevilla

Durante el último cuarto del siglo XIX y pri-meros años del siglo XX, la ciudad de Sevillafue escenario de diversas inundaciones extraor-dinarias que dieron lugar a una serie de ante-proyectos de defensa. Mientras los estudios ydebates se prolongaron varios lustros, los técni-cos de la División Hidrológica del Guadalqui-vir fueron perfeccionando un sistema de anun-cios de crecidas mediante los avisos telegráfi-cos. El anuncio de crecidas tenía limitaciones(Sanz Larumbe, 1902), pero permitió desarro-llar salvamentos en alguno de los desborda-mientos del Guadalquivir. El anuncio de creci-das exigía un buen conocimiento de los rasgoshidrológicos y climatológicos de su cuenca y elestablecimiento de escalas hidrométricas en lospuntos estratégicos del cauce y en la cercanía deestaciones telegráficas. Durante años, los anun-cios de crecidas a Sevilla fueron un eficaz mediode alerta de la población, mientras se debatíanlos proyectos de obras de defensa.En efecto, en 1881 se repitió en Sevilla una fuer-te avenida del Guadalquivir, alcanzándoseincluso niveles superiores a la inundacióncatastrófica de 1876, aunque con menoresdaños. Como consecuencia, un Real Decretode 29 de abril de 1881 facultaba la realización–por cuenta del Estado– de las obras de encau-zamiento en el sector situado aguas arriba delpuente de Triana, las cuales se ejecutaron entre1883 y 1885. Al mismo tiempo, se sometieron ainformación pública sendos proyectos de

defensa presentados por Talavera y Higgins(Moral, 1991). Durante los años que duraronlos estudios y debates de dichos anteproyectos,los avisos de crecidas del Guadalquivir a Sevilladesde las escalas de Mengíbar (confluencia delos tributarios de cabecera), de Andújar(desembocadura del Jándula), de Córdoba y dePalma del Río (Genil) podían anticiparse 40, 30,20 y 14 horas a la llegada de la punta de aveni-da. En consecuencia, durante dicho tiempo, sepodían adoptar las necesarias medidas de alertay salvamento. El 18 de noviembre de 1888,Rafael Navarro, ingeniero-jefe de la DivisiónHidrológica del Guadalquivir se mostrabafavorable a mejorar el sistema de anuncio decrecidas por medio de los avisos telegráficos8.Años después, la avenida extraordinaria demarzo de 1892 también superó los niveles de1876, aunque no penetró en la ciudad de Sevi-lla. Lo impidieron las acciones preventivasdesarrolladas en el terraplén del ferrocarril a supaso por la ciudad. Sin duda, los avisos telegrá-ficos desde aguas arriba alertaron con tiemposuficiente para la defensa del terraplén, demodo que en los meses siguientes se revisaronlas escalas hidrométricas y las estaciones tele-gráficas9.Al mismo tiempo, una Ley de julio de 1892declaraba obras de interés general las necesariaspara defender Sevilla contra las inundacionesdel río Guadalquivir y afluentes, con cargo a loscréditos consignados en el presupuesto extraor-dinario del Estado. Sucesivamente, el Ministeriode Fomento encargó hasta cuatro anteproyectosde obras de defensa, entre los cuales destacan lospresentados por Mariano Cárcer y Juan Ochoaen 1895 y Juan Sanz Larumbe en 1901. Final-mente, en 1903 se aprobó la ejecución de esteúltimo (Moral, 1991). Mientras tanto, el sistemade anuncios de crecida continuaba siendo elúnico medio eficaz para mitigar daños en Sevi-lla. En 1896, el ingeniero-jefe de la División delGuadalquivir proponía la supresión de dosescalas y el establecimiento de dos nuevas10 paramejorar los puntos de observación de las creci-das. Sanz Larumbe (1902) –en su Proyecto de

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las obras de defensa de Sevilla contra las inun-daciones– dedicó un apartado (pp. 222-225)muy crítico con los procedimientos seguidoshasta entonces para el anuncio de crecidas. Deentrada, revisó todos los datos disponiblessobre crecidas importantes desde 1887 existen-tes en la Junta de Obras del Puerto de Sevilla yen la División Hidrológica del Guadalquivir enCórdoba. Entre otros extremos, pretendía iden-tificar un coeficiente de propagación de la puntade crecida y un coeficiente de su altura desde lasdistintas estaciones del valle de Guadalquivirhasta Sevilla. En síntesis, de acuerdo con losdatos tabulados, la propagación de la crecida erabastante más lenta de lo que se venía creyendo yno había un coeficiente único sino que oscilabasegún el tipo de crecida. Tampoco se manteníainvariable el coeficiente de altura aguas abajoporque variaba según la zona de las precipita-ciones: el ingeniero vislumbraba la posibilidadde obtenerlo aproximado para las crecidasdesencadenadas por lluvias en la zona alta ycentral de la cuenca. “De todo lo expuesto sobreprevisión de las avenidas, sólo se deduce: prime-ro, que las avenidas más temibles para Sevillason las producidas por lluvias en la zona bajadel Guadalquivir con vientos del Sur, porquellegan a la capital con tal rapidez que no danlugar a veces a prevenirse contra la próximainundacion...; segundo, que no es posible en laactualidad formar juicio de la fecha (hora) apro-ximada en que la crecida llegará a Sevilla, ni dela altura a que podrán elevarse las aguas del río.Es decir, que son muy deficientes, por no decircompletamente desconocidos, los datos quemás importan a Sevilla” (p. 225).

III.3. Los alcaldes y los anuncios de crecida: elcaso de Alzira

La Real Orden de octubre de 1879 trasladó a losalcaldes la responsabilidad de gestionar los anun-cios de crecida para lo cual contaban con losrecursos humanos municipales y con el personalde Correos y Telégrafos. Por ello, en los archivosmunicipales pueden encontrarse originales o

minutas de telegramas recibidos o enviados porun alcalde durante una avenida fluvial. Dichosdocumentos constituyen vividas descripciones dela evolución del desbordamiento, especialmenteen medios urbanos. Este es el caso de Alzira, unlugar crítico de la llanura de inundación del Júcar.En las dos últimas décadas del siglo XIX, laRibera del Júcar fue un escenario destacado deactuaciones del cuerpo de Ingenieros de Cami-nos (Mateu, en prensa) para aminorar los dañosrecurrentes provocados por sucesivos desbor-damientos fluviales ocurridos en septiembre de1884, febrero de 1994, etc. Mientras se comple-taban los estudios y se ejecutaban las obras, losalcaldes procuraban alertar a la población a par-tir de los avisos telegráficos. Así, el alcalde deAlzira, durante la riada de enero de 1898,redactó 19 telegramas dirigidos al gobernadorcivil, a los alcaldes de Manuel y Ontinyent(aguas arriba), al ministro de la Gobernación ya la casa del Rey. Al mismo tiempo, al ayunta-miento de Alzira debieron llegar otros tantosen términos similares. He aquí la transcripciónde alguno de ellos (Mateu, 1983):

Alcalde a Gobernador Valencia12 enero 1898 – 9’30 h.

Júcar experimentó noche última extraordinariacrecida amenazando ya inundar partidas bajasy ronda población. Río Barcheta desbordadopor partida Alborchí. Alcalde Manuel en tele-grama tres madrugada me avisa aumento cuatrometros río Albaida. Vecindario consternadoante persistencia temporal y peligro inunda-cion... Ruego V.E. me comunique noticiasCuenca y zonas afluyentes a Júcar...

Alcalde a Alcalde Manuel12 enero 1898 – 9’50 h.

Recibido su telegrama. Rúegole siga dándomenoticias río Albaida y aspecto temporal.

Alcalde a Alcalde Manuel12 enero 1898 – 17 h.

Dígame estado río y aspecto temporal desde suúltimo telegrama, pues aquí empieza inunda-

escalas dañadas en la crecida de marzoúltimo. “Ya estaban arregladas las deCantillana y Palma (tanto del Guadal-quivir como del Genil) y la del Gua-dajoz”.

(10) A.M.F., legajo 47, expediente981: Expediente incoado por el Inge-niero de la División Hidrológica delGuadalquivir proponiendo la supre-sion de dos estaciones permanentes deaforo y la creación de otras dos nuevas(1896). Entre las dos nuevas, el inge-niero-jefe proponía instalar una en elDarro, aguas arriba de Granada enatención a los aprovechamientos de lavega, “pero el principal motivo paraproponer una escala y estacion per-manente de aforo es que dicho ríoatraviesa las calles, plazas y paseosmás importantes de Granada, hallán-dose expuesta esta poblacion a gravesriesgos en las mayores avenidas, porlo que se proyecta la desviacion delcauce; y dicho ésto que, para el estu-dio de las obras, es un dato de absolu-ta necesidad el conocimiento del cau-dal de las citadas avenidas”.

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(11) En realidad, las divisiones yatenían asignada la previsión de creci-das entre sus competencias a partir devarias reales órdenes de 1903 (de 4 deagosto, de 6 de noviembre).

cion calles y la avenida principal. Ruégole fre-cuentes noticias.

Alcalde a Gobernador Valencia12 enero 1898 – 22 h.

Aumenta considerablemente inundacion alcan-zando calles Júcar, Tejar, Gandía, Colón, Curti-dores, San Jaime, Puente, Játiva, Doctor Ferrán,San Francisco, Montaña, Colmenar, Don Ber-nardo, Nueva, Mayor Santa María, Granero,Lonja y Mayor Santa Catalina. Llueve copiosa-mente, arrecia N.E. y persiste baja barométrica.Alcaldes Manuel y Onteniente siguen dándomenoticias alarmantes...Los telegramas no impidieron la inundación dela ciudad de Alzira, pero permitieron a lasautoridades adoptar medidas de emergencia yde protección civil. Sin duda, unas buenas redesde observatorios meteorológicos, de escalasfluviométricas y de telecomunicaciones eranbásicas para aminorar las pérdidas en vidashumanas.

IV. Hacia la institucionalización del servicio deprevisión y anuncio de crecidas (1900-1913)

En los primeros años del siglo XX, las antiguasdivisiones hidrológicas –ahora denominadasdivisiones de trabajos hidráulicos y despuésdivisiones hidráulicas– fueron orientadas paraejecutar la nueva política hidráulica del Estado.El proceso de reorganización de las divisiones–muy condicionado por la frecuente alternanciade los políticos responsables del antiguo Minis-terio de Fomento, ahora denominado Ministeriode Obras Públicas– fue reforzando la presenciade los Ingenieros de Caminos en la gestión másproductivista del agua, un pensamiento motrizdel regeneracionismo. El primer objetivo de lasnuevas divisiones de trabajos hidráulicos fueredactar las más de doscientas memorias deobras incluidas en el Plan General de Canales deRiego y Pantanos de 1902 (Ortega, 1995). En lamedida que se habían ido concluyendo los estu-dios del Plan General o Plan Gasset y procedíasu ejecución, un Real Decreto de 6 de octubre de

1905 estableció que, en el futuro, las divisionesde trabajos hidráulicos se encargarían del estu-dio de los proyectos y anteproyectos necesariospara la ejecución de obras hidráulicas compren-didas en los planes del Estado, la construcción oinspección de dichas obras, la explotación deobras hidráulicas ejecutadas por el Estado y elestudio de las corrientes públicas y la previsiónde crecidas11. En pocas palabras, las divisiones detrabajos hidráulicos se consolidaban como ofici-nas técnicas de obras hidráulicas y reducían susfunciones de estudio a la caracterización hidro-lógica de las corrientes públicas y a la previsiónde crecidas. Las labores de estudio hidrológicono eran un objetivo en sí mismo sino un pre-requisito para la ejecución o conservación de lasobras hidráulicas. Esta orientación regeneracio-nista hacia los trabajos hidráulicos marcó,durante décadas, la trayectoria de dichas depen-dencias.A partir de 1900, la previsión de crecidas consti-tuía uno de los objetivos de las divisiones de tra-bajos hidráulicos. La previsión consistiría enestablecer “la altura que ha de alcanzar el agua enlos puntos en que interesa conocerla con antici-pacion y la hora en que llegará a ellos”. Para ello,los técnicos de las divisiones debían estudiar lalocalización más conveniente de las estacioneshidrométricas, el procedimiento de tomar losdatos, los medios de transmitirlos, así como laforma y carácter de las previsiones (ServicioCentral Hidráulico, 1914: 10). En todo caso, laprevisión de crecidas exigía tratamientos distin-tos en las cuencas de ríos muy torrenciales y enlos largos valles peninsulares. Así lo demostra-ban, una vez más, la gran avenida del Guadalen-tín-Segura en 1900 (Muguruza, 1900) y la aveni-da súbita del Jiloca el 19 de agosto de 1901 (Elío,1901).En general, la localización de las estaciones deaforo en las diferentes divisiones contempló–entre otros objetivos– los entornos más propi-cios para las labores de previsión y anuncio decrecidas a las poblaciones de mayor riesgo.Algún manuscrito –conservado en la Bibliotecade la Confederación Hidrográfica del Júcar–

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reconstruye los esforzados pasos de los técnicosen la puesta en marcha del servicio de aforos(Sales, 1911).Durante la gran avenida del Ebro de octubre de1907, ya actuó el servicio de previsión de creci-das en la cuenca inferior del Ebro12 entre Mora(aguas arriba) y Tortosa (aguas abajo). En efecto,el 22 de octubre de 1907, el alcalde de Tortosa,“oportunamente avisado por el Ingeniero delservicio hidráulico, ordenó el desalojo de losbarrios de Ferrerías y Remolinos, sitos en lamargen derecha del río...” (García Faria, 1908:67). Los resultados de los avisos desde Mora aTortosa “en lo relativo a las vidas humanas, esdonde se demuestra palmariamente las ventajasobtenidas mediante el rudimentario servicio deprevision establecido de poco tiempo a estaparte en el Ebro inferior. Aquella extraordinariamortandad causada por las avenidas de 1787 yotras antiguas, no ha ocurrido en las del últimootoño (de 1907), gracias a los oportunos avisosrecibidos en Tortosa, transmitidos especialmen-te desde la estación de Mora de Ebro, y a lasmedidas adoptadas por la autoridad local, aseso-rada al efecto por el Ingeniero de la División detrabajos hidráulicos del Ebro” (p. 121). También a fines de la primera década del sigloXX, la División Hidráulica del Júcar realizóalgún anuncio de crecida ordinaria del Júcar, delque se hizo eco elogiosamente la prensa valen-ciana (Mateu, 1996). También en 1913, El Mer-cantil Valenciano13 daba cuenta de la evoluciónde una avenida ordinaria del Turia, haciéndoseeco de las previsiones del ingeniero-jefe de laDivisión. En realidad, los primeros años delsiglo XX fueron un rodaje de las Divisiones paracalibrar la magnitud del desafío de la previsiónde crecidas y para ensayar los medios y recursosdisponibles.

V. Creación y primeras actividades del serviciode previsión y anuncio de crecidas (1914-1917)

A fines de la primera década del siglo XX, losintentos de organizar un servicio de aforos y unservicio de previsión en las divisiones hidráulicas

habían conseguido resultados parciales. Mien-tras tanto, en muchos estados europeos dichosservicios eran plenamente operativos. De otraparte, la hidrometría fluvial era imprescindiblepara una planificación de la política hidráulicaemprendida por el Plan Gasset de 1902.En este contexto, el Servicio Central Hidráulico(1911) publicó unas nuevas Instrucciones sobreaforos con objeto de impulsar y extender dichostrabajos en todas las divisiones hidrológicas.Fruto inmediato de la apuesta del Servicio Cen-tral Hidráulico fue la edición del primer anuariocon datos foronómicos diarios practicados porlas divisiones hidráulicas durante 1912 (ServicioCentral Hidráulico, 1913). Dicho anuario deaforos constituye un hito en el largo proceso delreconocimiento del régimen de los ríos peninsu-lares. Al mismo tiempo, dicha red de aforos fuela infraestructura imprescindible para la implan-tación de un servicio de precisión y anuncio decrecidas en cada una de las divisiones hidrológi-cas.

V.1. Creación del servicio

Una Real Orden de 12 de octubre de 1914 regu-ló las competencia de las acciones técnicas de losingenieros de Caminos y de las actuacionesgubernativas en el anuncio de las crecidas extra-ordinarias. Por su parte, el Servicio CentralHidráulico (1914) desarrolló unas pormenoriza-das Instrucciones para la previsión y anuncio decrecidas –aprobadas por Real Orden de 26 deagosto de 1914– para organizar los trabajos y lasresponsabilidades del personal de las divisioneshidráulicas tanto en la previsión como en latransmisión del anuncio de crecidas a las autori-dades gubernativas. De entrada, la previsión yanuncio de crecidas se establecía para los ríoscitados en el siguiente cuadro y se refería a laspoblaciones allí citadas. En todo caso, era unapropuesta abierta a nuevas ampliaciones (p. 8).Se recomendaba que el servicio de previsión yanuncio de crecidas en cada división se confiaraal mismo ingeniero responsable del servicio deaforos.

(12) Las inundaciones de octubre de1907 afectaron numerosas cuencasfluviales de Cataluña, con especialincidencia en las tributarias del Ebro(García Faria, 1908). Concretamenteel 22 de octubre la escala de Tortosaya registraba 8 metros. “El desborda-miento del Ebro se inició en lamadrugada del dia 22 al 23 cuando laaltura de agua sobre la escala era de8’65, a las doce y media de la noche...el nivel de la corriente continuabasubiendo y marcaba la altura de 9’63metros a las 14’30 horas del 23; asísiguió hasta señalar la altitud de 9’65metros que fue la máxima de la creci-da. En ese momento toda la poblacionde Tortosa estaba inundada con altu-ras de aguas que midieron 3’50metros en muchas calles; entonces elrío abarcó la total amplitud de la vega,con un ancho medio de dos kilóme-tros, no disponiéndose de otro mediode comunicacion que el puente de laCompañía de los ferrocarriles delNorte de España” (p. 67).

(13) La Revista de Obras Públicas(1913, II: 413 y 414) transcribe –conorgullo de cuerpo– las noticias apare-cidas en El Mercantil Valenciano: “Elingeniero de la División Hidrológica,Sr. Jimeno, nos comunicó anoche quede Bugarra le informaban que la riadaque se presentó anoche en Teruelhabia llegado a Bugarra a las diez deayer noche. El caudal no es importan-te, pues no llega a ser como la riadaúltima. Las aguas según cálculos, lle-garán a Valencia a las cinco de lamañana de hoy...”.

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Las Instrucciones del Servicio Central Hidráuli-co señalaban los criterios para la localización delos puntos de observación, prescribían los traba-jos de los encargados de las estaciones, indicabanlos medios de transmisión de los boletines hastala división hidráulica, señalaban los pasos para elcálculo y la redacción de las previsiones y suge-rían la instalación de estaciones pluviométricasad hoc en corrientes muy torrenciales. Al mismotiempo, prescribía que los ingenieros de las divi-siones hidráulicas debían reunir otros datos plu-viométricos para la previsión de crecidas. Unavez redactada la previsión, las Instrucciones indi-caban los procedimientos para la inmediatatransmisión del anuncio a las distintas autorida-des gubernativas –claramente especificadas– aquienes correspondía su difusión a la población.De otra parte, las Instrucciones del Servicio Cen-tral Hidráulico también ordenaban que en cadauna de las divisiones se elaborase una memoriaanual de las actividades desarrolladas por el ser-vicio de previsión y anuncio de crecidas. Dichoanuario debía consignar, entre otras informacio-nes, un resumen de la relación del agua de lluviacaída con la vertida por el río, el coeficiente dedesagüe de la cuenca y de las subcuencas y elcoeficiente de absorción por estaciones (inviernoy verano). Para cada crecida, la memoria especi-ficaría el volumen de agua circulado, el caudalmáximo y mínimo, el tiempo de duración delhidrograma expresando el momento de comien-zo, de la culminación y de la terminación, laaltura o alturas máximas alcanzadas en el punto

en que se hace el anuncio y las alturas previstas,la lluvia eficaz en cada estado inicial, etc. Lamemoria anual también debía incluir gráficoscon los hidrogramas de las alturas, mapas de pre-cipitaciones, etc. Sin duda, la propuesta dememoria anual era una ambiciosa iniciativa conel objetivo de ir mejorando el servicio, “hasta lle-gar a la perfeccion con que se hace en casi todoslos países, especialmente por distintos concep-tos, Francia, los Estados Unidos y Hungría”(p. 27).

V.2. La primera campaña del servicio (1915-1916)

Las actividades del servicio de previsión y anun-cio de crecidas durante el ejercicio de 1915-1916se conocen gracias a la publicación de unamemoria a cargo del Servicio Central Hidráulico(1917) que resume los trabajos desplegados porlas divisiones hidráulicas del Ebro, Júcar, Seguray Guadalquivir. Según los responsables del Ser-vicio Central Hidráulico, dichos trabajos, “sibien modestos en su conjunto, tienen la impor-tancia de ser los primeros”. Las deficiencias ine-vitables fueron suplidas por el celo del personaltécnico de las divisiones, por el proceder de losencargados de las lecturas de escala de los ríos ypor el interés del personal de Telégrafos del Esta-do. También contribuyó la Compañía de Ferro-carriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante que,en algún caso, prestó sus estaciones telegráficaspara la transmisión de boletines. Obviamente,

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EbroJúcarPirineo OrientalPirineo OrientalSeguraGuadalquivirSur de EspañaDueroDuero

EbroJúcarTerLlobregatSeguraGuadalquivir-DueroEsla

Tudela, Zaragoza, TortosaAlziraGironaa determinarMurcia, OrihuelaCórdoba, Lora del Río, Sevillaa determinarfronteraBenavente

División Río Poblaciones

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los directivos del Servicio Central Hidráulicomostraban una razonable satisfacción por losresultados alcanzados, por el impulso dado a laobservación de crecidas y por el establecimientode nuevos puntos de control. De otra parte, elnuevo servicio de previsión y anuncio de crecidasen las divisiones hidráulicas recogía la herencia yla experiencia de trabajos ya desarrollados en eta-pas anteriores. La primera memoria anual incluyelas crecidas de los ríos en estaciones previamenteseleccionadas para anunciar la inminencia de lasavenidas fluviales. La mayoría fueron crecidasordinarias y su alta recurrencia se explica porquelos ríos peninsulares apenas habían sido regula-dos. A continuación se presenta un breve extrac-to de las actividades en cada división. a) División Hidráulica del Ebro. La previsión yanuncio de crecidas estaba referida a Tudela,Zaragoza y Tortosa. En cada caso, importaba pre-decir la altura y la hora de llegada de la crecida apartir de la observación en puntos localizadosaguas arriba. En 1915, el caso de Tudela (p. 6)estaba “en estudio la determinación de la ley deprevisión en función de las alturas del Ebro enMiranda y del Aragón en Caparroso”. Durante laprimera campaña, se anunciaron a Tudela las cre-cidas ordinarias de mayo de 1915 y marzo de1916 sin calcular la altura (p. 6). Por su parte, elanuncio de crecidas a Zaragoza se basaba en laescala de Castejón que, permitía anunciarla conun día de anticipación. No obstante, se precisabaestudiar mayor número de avenidas para deter-minar con mayor exactitud la velocidad de trasla-do de la punta de las crecidas desde Castejón aZaragoza (entre 20 y 29 horas). “En las pequeñascrecidas en que el rio no sale del cauce nunca, lavelocidad es la máxima, mientras en el período deascenso en que comienza el desbordamiento yvan las aguas llenando los sotos y depresiones seretrasa mucho la marcha. Esto se confirma por-que cuando las crecidas tienen dos máximos, elsegundo se transmite con mayor rapidez”. La pri-mera crecida anunciada en Zaragoza ocurrióentre los días 12 al 15 de abril de 1915, alcanzán-dose la punta el 13. Se había previsto la altura de4 metros que fue alcanzada efectivamente (el des-

bordamiento comenzaba a los 3’40 metros dealtura). Hubo una nueva crecida los días 8, 9 y 10de mayo, alcanzándose la altura prevista (4’15 m)pero adelantándose la llegada de la punta sobre elhorario previsto. A fines del año 1915, hubo otraspequeñas avenidas (18 de noviembre, 27 dediciembre).A principios de 1915, los avisos a Tortosa de cre-cidas del Ebro (p. 6-7) partían de Zaragoza y lasdel Segre desde Lleida. Así se hizo en mayo de1915. A partir de octubre de 1915 empezó a fun-cionar la estación de Fayón (aguas abajo de laconfluencia de ambos ríos) donde se podía utili-zar el telégrafo del ferrocarril. Como, aproxima-damente, la crecida de Fayón a Tortosa tardaba decatorce a dieciséis horas y en dicho tramo nohabía afluentes significativos, los técnicos confia-ban determinar con bastante exactitud la ley derelación de las alturas. Desde Fayón se avisó aTortosa en la pequeña crecida de febrero de 1916y en el desbordamiento de marzo de 1916.b) División Hidráulica del Júcar. Su servicio deprevisión y anuncio de crecidas tenía por objetoprincipal prevenir y aminorar los daños en Alzi-ra, donde por aquellos años se ejecutaban impor-tantes obras de defensa (Mateu, 1996). Los anun-cios empezaron el 3 de enero de 1915 utilizandolos datos remitidos en las estaciones hidrométri-cas de los Frailes en el Júcar y de la Terrera en elCabriel. La extraordinaria crecida dañó casi todaslas presas hidroeléctricas del Júcar. En Alzira, elnivel del agua alcanzó los 5’53 metros que no sepudieron prever porque, aguas arriba, había supe-rado las registradas anteriormente por la Divi-sión. En la misma Alzira, el Júcar también regis-tró otras crecidas más moderadas (15-17 de febre-ro, 27-29 de marzo, 1 de abril). A principios delaño siguiente (28-29 de marzo de 1916) se anun-ció otra moderada crecida del Júcar.c) División Hidráulica del Segura. Se anunció porprimera vez a las autoridades la avenida de enerode 1915 durante la cual se realizaron aforos enMurcia. De ella se dedujo la velocidad de propa-gación de la onda entre las diversas estacioneshidrométricas. Por su parte, la de febrero de 1915–con dos puntas de crecida, respectivamente del

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Mundo y el Segura– fue más importante y pro-dujo inundación en Murcia y en las huertas deBeniel y Orihuela. Hubo problemas para latransmisión de los boletines y las estaciones tele-gráficas del ferrocarril se prestaron a hacer el ser-vicio. Hubo después pequeñas crecidas enmarzo, abril, mayo y octubre.d) División Hidráulica del Guadalquivir. El ser-vicio inició sus trabajos en enero de 1915, “encuyo primer trimestre ocurrieron seis crecidas,tres grandes y tres pequeñas, cuyas alturas máxi-mas, previsiones hechas se resumen en un cua-dro númerico inserto en la Memoria”. Tambiénse incorpora un cuadro con los datos más repre-sentativos de las tres crecidas producidas en1916. Según la Memoria, “la mayor crecida en1915 fue la de 1º de abril y en 1916 la del 16 deMarzo, que tuvo un segundo máximo el 21 debi-do a la superposicion de una crecida del Genil”.e) Estudio pluviométrico de las cuencas. Al finalde la Memoria de 1915-16, se suscita la necesidadde conocer “las características de las cuencasdesde el punto de vista de la reparticion de laslluvias y de las relaciones de éstas con el regimende los ríos, especialmente en las crecidas” por-que permitiría prever racionalmente el carácterde cada crecida y “aplicar al cálculo los resulta-dos de las más semejantes entre las registradas”.Los directivos del Servicio Central Hidráulicomarcaban con precisión el objetivo, pero erainviable por la limitación de los recursos dispo-nibles. Por ello, abandonaban el estudio generalde las cuencas durante las crecidas y fijaroncomo tarea urgente e inaplazable del servicio “elestudio de las leyes que enlazan las alturas delagua en los puntos amenazados con las de lasestaciones hidrométricas indicadoras, que es labase de los anuncios y, por lo tanto, de aplica-ción inmediata” (p. 23).

V.3. La segunda campaña del servicio (1916-1917)

La memoria relativa al servicio de previsión yanuncio de crecidas –desde el 1 de mayo de1916 a 30 de abril de 1917– constituye un anua-

rio de gran interés hidrológico por los datosregistrados, por el carácter extraordinario yextensivo de algunas avenidas y por ciertos grá-ficos incluidos para visualizar el hidrograma dedesbordamientos y las precipitaciones registra-das. Además de las divisiones hidráulicasincluidas en el primer anuario, en la segundacampaña el servicio de la División Hidráulicadel Pirineo Oriental empezó a reunir los pri-meros datos y a dar las instrucciones necesarias,el de la División del Sur de España dio forma deestudio pluviométrico y el de la División delDuero fue perfeccionando en lo posible los avi-sos a Portugal y extendió el servicio al río Tor-mes para la previsión en Salamanca (ServicioCentral Hidráulico, 1918: 4). A continuación,se resumirá los trabajos de los servicios de pre-visión y anuncio de crecidas durante la campa-ña de 1916-17 en las divisiones hidráulicasdonde ya habían sido operativos el año ante-rior.a) División Hidráulica del Ebro. Durante lasegunda campaña, el régimen de crecidas fuebenigno. La mayor altura registra en Zaragozafue de 4’10 m (17 de marzo de 1917) y de5’55 m en Tortosa (22 de diciembre de 1916).La previsión se hizo con toda regularidad ypara Zaragoza el servicio funcionó con preci-sión. Por contra, los avisos a Tortosa presenta-ban mayor dificultad por la falta de telégrafodel Estado en Fayón, por lo cual se utilizaba eldel ferrocarril (M.Z.A.) que los transmitía aMora o a Reus y éstos, a su vez, a Tortosa. Enel anuario, se incluye un valioso cuadro numé-rico con la relación de crecidas con especifica-ción de los avisos recibidos en Zaragoza proce-dentes principalmente de Castejón con indica-ción de la hora y altura del caudal, las alturas (yhoras) registradas en Zaragoza, Lérida, Fayóny Tortosa. Al final, también constan hietogra-mas de nueve observatorios durante 1917 y laevolución diaria del caudal en diversas escalasfluviométricas.b) División Hidráulica del Júcar. Además decrecidas ordinarias, se produjo una extraordi-naria (del 28 de noviembre al 1 de diciembre de

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(14) De acuerdo con el anuario, hubo“que lamentar desgracias personales,aunque en pequeño número, y pérdi-das materiales de importancia en loscampos, huertos de naranjos, etc.Quedó interrumpida la circulacióndel ferrocarril del Norte, y en el deVillanueva de Castellón a Valencia elremanso producido por el Albaidahizo que el Júcar rebasara la cabezainferior de las vigas del puente, rom-piera el terraplén y derribara el murode acompañamiento. En las obras dedefensa ejecutadas por la Divisiónprodujo desperfectos en Albalat, enSueca, en el tramo llamado la Llosa,junto al puente de Riola y defensa deeste pueblo en que se produjo elderrumbamiento del muro de revesti-miento. En las obras de defensa deAlzira el agua saltó por encima de lapresa de tierra que cierra el brazoderecho del río causando deteriorosde importancia” (p. 15).

(15) A causa de la crecida “sufrió des-perfectos la vía férrea quedando sus-pendida la circulación. Todas las cre-cidas parciales de los afluentes y ram-blas se acumularon sirviendo deAlquerías a Alicante, en el tramodesde este punto a Zeneta, quedócubierta con más de medio metro deagua. Por el lado derecho de la vía elagua alcanzó a las cruces de los árbo-les” (p. 19).

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1916) por la gravedad y altura de sus aguas14 y“excepcional por sus causas y caracteres”. Fueimposible hacer una previsión y, de ahí, su inte-rés para analizar sus características y desarrollo“para que la enseñanza que de ellos se deduzcapueda ser aprovechada en el futuro” (p. 13).Ante todo, según Fausto Elío, ingeniero encar-gado del servicio, llamó la atención la rapidezde la transmisión de la onda de crecida pues el28 de noviembre, a las 17 horas, el Júcar teníaen Alzira (escala 45) 1’50 metros de altura y alas 23 h ya inundaba las calles bajas de la po-blación con 5 metros, llegando el día 29 a los8’56 m (a las 20 h). En segundo lugar, la crecidase presentó en Alzira sin que se hubiera recibi-do aviso en las oficinas de la División desde lasestaciones indicadoras previamente establecidasen la cuenca alta y media. En otras palabras, lacrecida se generó en la cuenca baja “que com-prende las parciales del río Grande, del Claria-no y Albaida, de su afluente el Montesa y delSellent, así como las vertientes directas delJúcar” (p. 13). “La extension de esta zona espequeña en relación con la cuenca total y paraproducir alturas de agua tan considerables hasido preciso que caigan sobre ella lluvias excep-cionalmente grandes en un corto período detiempo” (p. 14). Por estas razones, Fausto Elíoexaminó posteriormente los datos pluviométri-cos registrados para confeccionar mapas diariosde isoyetas y establecer los volúmenes diariosde precipitación sobre la cuenca y los volúme-nes de lluvia caída por segundo. En conclusión,el ingeniero encargado del servicio estableceque “el centro del período de las lluvias ha pre-cedido al de la crecida en unas quince horas,que puede tomarse como tiempo medio detransmisión... El coeficiente de desagüe es muyvariable según el estado de sequía o saturaciónparcial o total del terreno, pero en este casodespués de las primeras lluvias del día 27, sepuede considerar que el coeficiente ha tomadosus valores más altos... y sin precisar una cifrano es aventurado afirmar que habrá podidoestar comprendido entre 0’60 y 0’80” (p. 14).Con dicho coeficiente deduce el gasto diario

del río en la escala de Alzira. Tales estimacionesse completan con un gráfico del hidrograma dela crecida en la escala fluviométrica de Alzira.En conclusión, “ha quedado evidenciada laimposibilidad de anunciar crecidas de estanaturaleza utilizando noticias de las escalas flu-viales por la rapidez de la transmisión de la cre-cida producida casi in situ y la necesidad deacudir a los datos pluviométricos remitidos porlos medios más rápidos desde los puntos máscaracterísticos. En los momentos actuales lascomunicaciones son insuficientes y durante lascrecidas se imposibilitan casi completamente.La red telegráfica es rudimentaria, sin que lainiciativa privada haya suplido esta deficiencia,pues no existen tampoco líneas telefónicas quea falta de las del servicio oficial, se pudieran uti-lizar. Sería, pues, preciso instalar líneas propiasconsagradas a la misión de transmitir a la Jefa-tura de la División...”.c) División Hidráulica del Segura. El anuariorecoge tres episodios de crecida (29 de noviem-bre y 17 de diciembre de 1916 y 7 de marzo de1917). La primera se desencadenó en la cuencabaja y no hubo avisos desde aguas arriba mien-tras las otras dos últimas se produjeron por llu-vias generales en toda la cuenca y fusión denieve (diciembre) o algo de deshielo (marzo).Como en el caso del Júcar, la etiología de ambostipos de avenidas fluviales era distinta.La crecida del Segura15 del 29 de noviembre–simultánea con la del Júcar– se produjo en lacuenca baja porque en Cieza no pasó de 3’50 my en Murcia alcanzó 10’50 m. Las precipitacio-nes intensas se registraron en las sierras litora-les y prelitorales en forma de “una verdaderatromba desde Blanca a Orihuela, que viniendode las sierras de Orihuela, Mirabete, Columba-res y Carrasco y avanzó hacia el NO y se per-dió en las de Ricote y Llero” (p. 19). Para carac-terizar a posteriori el temporal de lluvias, elingeniero encargado calculó los volúmenes dia-rios de agua caídos en la parte baja de la cuencay los volúmenes por segundo. Al igual que parael Júcar, se estimaron los caudales medios enveinticuatro horas durante los días del temporal

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(27, 28 y 29 de noviembre). De otra parte, elanuario también incluyó el gráfico con la curvade alturas registrada en el fluviógrafo de Mur-cia (p. 20). Por último, el suceso demostró que,en tales circunstancias, la previsión no podíabasarse en los avisos desde las escalas hidromé-tricas y debía “procurarse la comunicación delos partes de ciertas estaciones pluviométricascaracterísticas por medio de líneas telefónicasque las unan con las de telégrafos del Estadomás próximas, de modo que lleguen a la Divi-sión los datos sin pérdida de tiempo” (p. 20).El escenario de las crecidas de diciembre de1916 y de marzo de 1917 fue muy distinto. Enla primera, la altura de la escala de Murcia fuede 8’90 metros mientras en la segunda, se alcan-zó los 7’90 metros. En ambos casos, las escalas de aguas arriba cumplieron exactamente las ins-trucciones, pero hubo dificultades en la trans-misión, siendo preciso hacerlo por intermediode algunas estaciones telegráficas del ferrocarrilque, por las necesidades de su propio servicio,frecuentemente transmitían los partes conretraso. Se hicieron los anuncios reglamentariosy se tomaron las precauciones convenientes.d) División Hidráulica del Guadalquivir.Durante el año hidrológico de 1916-17, ocu-rrieron tres crecidas importantes (20 de diciem-bre de 1916, 15 de febrero de 1917 y, sobretodo, la de 8 de marzo de 1917). Para cada unade ellas, el anuario registra los días de duracióndel suceso, las alturas máximas en Marmolejo,Córdoba, Peñaflor, Cantillana y Sevilla, loshidrogramas de cada una de las crecidas enSevilla y un estadillo de los telegramas cursadosy recibidos en los principales organismos com-petentes de la administración.En la crecida de marzo de 1917, se hizo unaprevisión completa para Córdoba anunciandola hora de llegada de la crecida y la altura previ-sible. El aviso resultó útil porque permitiótomar precauciones y desalojar el barrio delEspíritu Santo, que después resultó inundado.Por su parte en Sevilla “se recibió noticias cadahora de la marcha del río en Peñaflor y conarreglo a éstas se tomaron por las autoridades...

las precauciones necesarias para acudir a lospuntos más amenazados, cerrando los husillos,acopiando materiales para las ataguías, estable-ciendo guardias, reglamentando la circulaciónpor las calles, servicio de barcas, carros,... parano interrumpir el tránsito y acudir al socorrode los amenazados” (p. 23).e) Otras divisiones. Durante el año hidrológico1916-17, las restantes divisiones también fue-ron organizando sus respectivos servicios deprevisión y anuncio de crecidas. En la DivisiónHidráulica del Sur de España no hubo aquelaño “crecida alguna peligrosa”. No obstante, elanuario incluyó un cuadro de las estacionespluviométricas con los totales anuales y unmapa de la División con las curvas isoyetasdurante 1916, haciendo observar que “la alturamáxima corresponde a Robledal (Gaucín) con1.450 milímetros, y la mínima al Cabo de Gatacon 117 milímetros” (p. 25).En la División Hidráulica del Duero tampocohubo ninguna crecida extraordinaria, pero seestudiaron las ordinarias para determinar velo-cidades de transmisión de la onda de crecida.De otra parte, se acordó comunicar datoshidrológicos sobre previsión de avenidas delDuero a la Junta Autónoma de las InstalacionesMarítimas de Oporto. Para dicho asunto, laestación de aforos núm. 93 –situada en lasinmediaciones del viaducto del Pino sobre elDuero y agua abajo de la confluencia con elEsla– era la más adecuada pero carecía decomunicación telegráfica, al igual que todo esetramo fluvial hasta la frontera. Sería precisoestablecer una línea telefónica hasta el telégrafodel Estado más próximo.El balance del servicio de previsión y anunciode crecidas –al finalizar el ejercicio de 1916-17por parte de los directivos del Servicio CentralHidráulico– era positivo porque había prestadoverdaderos servicios a los pueblos y zonas ame-nazadas de inundación, había funcionado connormalidad y había tenido un progreso efectivoen relación al ejercicio anterior. Las deficienciasprocedían de la dificultad de las comunicacio-nes, particularmente en ciertas comarcas, por la

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escasez de líneas telegráficas del Estado.

VI. Conclusiones

Desde mediados del siglo XIX, los principalesestados europeos confiaron a los nacientesorganismos hidráulicos de sus administracionesla ejecución de políticas de defensa contra lasinundaciones. Entre otra iniciativas, dichosorganismos fueron creando los respectivos ser-vicios de previsión y anuncio de crecidas a par-tir de la observación de las escalas fluviométri-cas durante las avenidas y la comunicación tele-gráfica a las autoridades de los niveles fluvialesque se iban alcanzando en puntos estratégicospredeterminados. Este sistema de alerta de laspoblaciones consiguió resultados aceptables enlas márgenes de algunos ríos europeos de largorecorrido, especialmente cuando la red telegrá-fica permitió ofrecer información idónea conantelación suficiente. Al mismo tiempo, los ser-vicios de previsión y anuncio de crecidas se fue-ron especializando como oficinas técnicas deestudio hidrológico de las avenidas fluviales.En el caso de España, la creación del servicio deprevisión y anuncio de crecidas en los distintosorganismos hidrográficos supuso un procesomás largo y complejo por numerosas causasque retrasaron la institucionalización del servi-cio hasta los primeros años del siglo XX. Elretraso en la implantación del servicio (hasta1914) no significa que, con anterioridad, lasdivisiones hidrológicas no desplegaran, a partirde 1865, diversas iniciativas para anunciar lascrecidas aunque no consiguieron mantener sucontinuidad, salvo alguna ciudad muy expuestaa las inundaciones de algún gran río peninsular.Sin duda, el caso español presenta rasgos espe-cíficos en relación a otros servicios europeos deprevisión y anuncio de crecidas.De entrada, las crecidas de los ríos españolesmostraban una notoria diversidad de escenariospara su previsión y anuncio. Al mismo tiempo,durante la segunda mitad del siglo XIX, la bajadensidad de la red telegráfica –de diseño radial–apenas permitía el seguimiento de las avenidas

en alguno de los corredores fluviales peninsula-res pero era imposible el aviso de las crecidassúbitas. En este contexto deficitario de tecnolo-gías de la comunicación, desapareció el acicatepara la observación sistemática de las crecidastorrenciales que constituían las avenidas másrepresentativas de parte del territorio peninsu-lar. Era un círculo vicioso porque el atraso tec-nológico en telecomunicaciones no empujabaal reconocimiento de la dinámica hidrológicade las avenidas fluviales.No obstante, los técnicos de las divisioneshidrológicas aplicaron los conocimientos delarte sobre la previsión y anuncio de crecidas enalgún corredor fluvial dotado de una red tele-gráfica idónea. En tales casos, y en las décadasfinales del siglo XIX y primeros años del sigloXX, hubo observaciones de escalas fluviomé-tricas y estudios hidrológicos de las pautas detransmisión de las avenidas. En definitiva, seaplicó una actuación no-estructural eficientepara la defensa de las ciudades contra las aveni-das. En los primeros años del siglo XX, laspolíticas del regeneracionismo hidráulico –ade-más de las obras más conocidas incluidas en elPlan Gasset– también se ocuparon de corregiratrasos en otras dotaciones hidráulicas. En estesentido, se impulsó la creación de una red deaforos para el conocimiento del régimen de losríos peninsulares que gestionarían las divisio-nes hidráulicas a través de su servicio de aforos.La implantación de la red de aforos exigió unosdiez años y ya era operativa en 1912. Vinculadoal servicio de aforos de las divisiones, en 1914se crearon los respectivos servicios de previsióny anuncio de crecidas. De inmediato, la previ-sión y anuncio de crecidas se convirtió en untrabajo de las divisiones hidráulicas y susmemorias de actividades anuales fueron publi-cadas por el Servicio Central Hidráulico. Lasmemorias de los años hidrológicos 1915-16 y1916-17 constituyen dos excelentes monogra-fías sobre crecidas. No parece que las memoriasse publicaran en los años sucesivos.En consecuencia, la creación del servicio deprevisión y anuncio de crecidas era el resultado

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de la transferencia de un sistema operativo endiversos estados europeos desde la segundamitad del siglo XIX. El nuevo servicio –desdeel principio, vinculado a los servicios de aforosde las divisiones hidráulicas– tenía una vertien-te hidrológica de seguimiento de la evolucióntemporal de los niveles de las crecidas y unacomponente de comunicación para alertar conla mayor antelación posible de la evolución delfenómeno. Obviamente, el margen de acción enambas direcciones condicionó los resultados.En cualquier caso, la publicación de las memo-rias de los dos primeros años de los servicios deprevisión y anuncio de crecidas significó unsalto cualitativo en el reconocimiento de ladiversidad de los escenarios espacio-temporalesdonde se desarrollaban las inundaciones enEspaña.Las dos memorias de las actividades desarrolla-das por los servicios de previsión y anuncio decrecidas durante los años hidrológicos de 1915-16 y 1916-17 reúnen una valiosa informaciónhidrológica (hidrogramas de crecidas, tiemposde transmisión de las puntas, volúmenes deagua precipitada, etc.). Más allá de tantos datosespecíficos, las memorias contienen una brevemuestra de la frecuencia de las crecidas en ríosapenas regulados. Junto con inundaciones a lolargo de corredores fluviales, también se regis-tran crecidas súbitas que sobrepasan las capaci-dades técnicas de los servicios. Sin duda, ambasmemorias –y los primeros anuarios de aforos–suscitan la complejidad hidrológica de los fenó-menos extremos, las limitaciones derivadas delas limitaciones del número de observatoriospluviométricos y de las estaciones de aforos,etc. En realidad, ambas memorias avanzan unprimer diagnóstico de las tipologías de las cre-cidas en España.Al mismo tiempo, ambas memorias revelan laslimitaciones de una red radial de telecomunica-ciones para informar de sucesos delimitadospor cuencas fluviales. Mientras en algunas áreasla transmisión de las previsiones de crecida eraidónea, apenas se disponía de infraestructurastelegráficas y telefónicas en grandes cabeceras,

en congostos o en tributarios. Estas carenciaslimitaron la actividad del servicio en los años1915-16 y 1916-17 a tramos muy acotados deciertas riberas fluviales. En síntesis, aunque condiversos tipos de restricciones, la puesta enmarcha de los servicios de previsión y anunciosde crecida en las divisiones hidráulicas en losaños de la Gran Guerra pretendía extender aEspaña un eficiente sistema de defensa contralas inundaciones operativo en muchos estadoseuropeos. La apuesta era muy ambiciosa ante lacomplejidad del fenómeno

Anexo IR.O. de 14 de febrero de 1863 (publicada el 16del mismo en la Gaceta)

Ilmo. Sr.: La extensión e intensidad de las cre-cientes de nuestros ríos y las inundaciones queocurren en la época de las grandes lluvias, espe-cialmente en los equinoccios, han causado entodos tiempos y producen daños y estragosconsiderables en las riberas y en las poblacionesy terrenos a que alcanzan los efectos de las cre-cidas de las aguas, cuyos límites, si bien sehallan anotados en algunos especiales casos porla tradicion en determinadas localidades, comorecuerdos y años de calamidades públicas, deninguna manera se hallan consignados y esta-blecidos cual corresponde para el estudio dehechos y de fenómenos que tanto influyen en laseguridad y en la riqueza de los pueblos.Es verdad que está mandado, y por las observa-ciones de pluviómetro se conoce la cantidad deaguas de lluvia caída anualmente en muchas ymuy señaladas comarcas de España; pero estosdatos no alcanzan al conocimiento de la masade aguas acumulado en las diferentes cuencasde nuestros ríos, y unicamente pueden admitir-se como el primer termino de un problema,cuyo último resultado debe aspirar a la verda-dera fórmula de la extensión a que llega o puedellegar en su caso la cantidad de agua que pasapor el sistema hidrográfico de la Península, nosolamente anualmente, sino lo que mas impor-ta a los pueblos riberiegos, en épocas y casos de

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consecuencias terribles para su riqueza ybienestar.Para ocurrir en cuanto sea posible a estas nece-sidades, y con el fin de estudiar y reunir los ele-mentos más seguros de cálculo en asunto detanta importancia y trascendencia, es indispen-sable conocer con la mayor exactitud los lími-tes de la subida de las aguas en todas las inun-daciones, o mejor el maximum y minimum desu alcance no tan sólo por el interés de propor-cionarse datos siempre útiles para las cienciasen todo país bien administrado, sino con mayormotivo como elemento que se refieren a lariqueza de la agricultura, al encauzamiento delos ríos, al establecimiento de los puentes quedeben dar paso a las vías públicas y a la vida yseguridad de poblaciones, que si bien obtienengrandes beneficios por su proximidad a lascorrientes de los ríos, se hallan por lo mismoespuestas a terribles y no pocas veces imprevis-tos efectos de sus inundaciones.Y deseando S.M. la Reina (Q.D.G.) obtenerlos datos necesarios para llegar a un conoci-miento exacto en asunto tan importante y detanto interés en general, y en particular de lascrecidas de los ríos que forman el sistemahidrográfico de la Península, se ha servidomandar:

1º Se establecerá en los puentes construidossobre los ríos principales de la Península y susafluentes, y en uno de sus pilares situados en lamayor profundidad de su álveo, una escalamétrica, cuyo cero se fijará inferior a las aguasmás bajas.

2º Los Ingenieros de Caminos de las provinciasobservarán y anotarán cada quince días, y siem-pre en épocas de lluvias y avenidas, las cifrasque marquen la mayor y menor altura de lasaguas, y en particular las que preceden inme-diatamente al desbordamiento. También seespresará la duración de las crecidas, anotandolas circunstancias atmosféricas y fases de la lunacon que aquellas coinciden.3º Estas anotaciones se harán en un libro que

habrá en cada provincia, destinado a este sóloobjeto.

4º Cuando el nivel de las aguas llegue a la cifrapróxima a la de inundacion, el ingeniero lopondrá inmediatamente en conocimiento delGobernador de la Provincia, y se publicará enel Boletín Oficial, con el fin de que, tanto lasAutoridades como los particulares, puedanadoptar las precauciones oportunas segun lascircunstancias.

5º Por fin de cada año remitirá el ingeniero a laDirección de Obras Públicas un estado delmovimiento de subida y descenso de las aguas delos ríos en su mayor y menor nivel, que se publi-cará en la Gaceta; y cada cinco años un cuadrogeneral que comprenda el de todos los ríos enque se hayan practicado las observaciones.

6º Con los datos que éstas suministren se for-marán y trazarán las curvas correspondientes alas variaciones de la altura de las aguas, conarreglo a una escala que haga bien perceptibleslos diferentes cambios, aunque éstos sean pococonsiderables; anotándose, al lado de las orde-nadas, la cota correspondiente.

7º Se acompañarán a las referidas curvas, quedeberán representarse con claridad, marcandolos días, meses y año a que se refieran, notas yobservaciones en que se indiquen, respecto delas grandes avenidas, las causas inmediatas quelas han producido y todas las circunstanciasque han acompañado al fenómeno.

8º Y por último, los gastos necesarios para elestablecimiento de la escala métrica y a la com-pra de libros de registro de que trata la preven-cion 3ª, se cargarán al material de aprovecha-miento de aguas, ríos y canales.De Real Orden digo a V.I., para su inteligencia yefectos consiguientes. Dios guarde a V.I. muchosaños. Madrid 14 de febrero de 1863. = Luxán =Sr. Director General de Obras Públicas.Anexo II

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R.O. de 21 de octubre de 1879 (Gaceta del 22del mismo)

Las terribles desgracias recientemente ocurri-das por el desbordamiento de los ríos en lasprovincias de Almería, Alicante y Murcia sonun motivo de dolor para todos; pero son tam-bién una triste y elocuente advertencia para quese haga cuanto sea conveniente a fin de evitar,en lo posible, o atenuar en lo mucho que cabehacerlo, la repetición de tales catástrofes.Respecto a lo primero, como materia pertene-ciente al Ministerio de Fomento, no es dudosoque por lo mismo, y con el auxilio de la ciencia,se harán los estudios necesarios para mejorarlas condiciones hidrológicas de las cuencas delos ríos, que es el medio principal de evitar lasinundaciones; pero en cuanto a atenuar susefectos apercibiéndose para recibir al enemigodevastador de los campos y de las poblaciones,hay algunos medios más sencillos que desdeluego pueden establecerse en forma preceptiva;tales son avisos telegráficos transmitidos conoportunidad de unos puntos a otros. Sevilla, enla inundación de diciembre de 1877, pudo pre-parar sus defensas por los avisos frecuentes queel telégrafo transmitió desde Andújar y Córdo-ba y otros puntos situados en las orillas delGuadalquivir; y quizás, si ésto se hubiese hechopor las riberas superiores del Segura y del San-gonera en la huerta de Murcia, ya que no lascasa y los cultivos, hubieran podido salvarse lasvidas de sus habitantes, los ganados de labor ymuchos objetos de fácil transporte.Tales avisos no están preceptuados en ningunaley escrita; pero lo están en las nociones ele-mentales de la buena administracion y de la fra-ternidad eficaz que debe haber entre unas yotras poblaciones: preciso es ya, sin embargo,que haya sobre esto un precepto terminantepara que de él arranquen las responsabilidadque por su infracción puedan y deban exigirseen su día, y para que sea más fácil a los funcio-narios y Autoridades el cumplimento de estosimportantísimos deberes, no quedando fiadatan provechosa previsión a la iniciativa de cada

uno, sino elevándose a la categoría de un man-dato expreso.Por estas consideraciones, y en esta previsión,S.M. el Rey (Q.D.G.) se ha servido disponer losiguiente:

1º Los Alcaldes de todos los pueblos situadosen las riberas de los ríos establecerán en elpunto conveniente de las mismas, que puedenser cómodamente las pilas de los puentes,donde los haya, u otro pilar natural o artificial,una marca del nivel ordinario de las aguas delrío, con una escala métrica en la parte superior,a fin de que pueda fácilmente verse la impor-tancia de las crecidas.

2º Estas marcas serán vigiladas cuidadosamentepor los dependientes municipales o rurales; ytan luego como se advierta en las aguas unasubida extraordinaria de nivel que presenteindicios alarmantes, el Alcalde lo avisará portelégrafo o por el medio más rápido de quepueda disponer al punto más inmediato deaguas abajo, y al gobernador de la provincia,como también a las poblaciones que esténsituadas en la dirección del río, aunque no seanlas inmediatas, pero que por tener servicio tele-gráfico puedan servir como medio de comuca-cion con otros puntos amenazados. Estos avi-sos se pasarán por telégrafo de unos puntos aotros a fin de que se anticipen a la llegada de lasaguas torrenciales que van a devastar el país.

3º Tan luego como los Alcaldes de poblacionesribereñas reciban estos avisos, los harán públi-cos por los medios más rápidos, no sólo en laspoblaciones, sino en las aldeas y casas decampo, a fin de que los habitantes estén preve-nidos del peligro y puedan evitar en lo posiblesus efectos.

4º Para los avisos de esta clase se consideranabiertas todas las estaciones de telégrafos acualquier hora de la noche, aunque sean de ser-vicio incompleto, y en su consecuencia los Jefesde dichas estaciones obedecerán las órdenes

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que les den los Alcaldes para que no cierren ala hora reglamentaria; si bien ésto, como limi-tado al caso especial de las inundaciones, nopodrán utilizarse fuera de estas circunstancias.

5º Los empleados de Correos y Telégrafos, uti-lizando los medios de comunicacion de quedispongan, avisarán por sí, y aunque no reci-ban otra orden para ello de las Autoridadeslocales, a los empleados del ramo o estacionestelegráficas de los pueblos inmediatos tanpronto como tengan noticia de la proximidadde alguna inundacion, encargándole que lohagan público y lo pongan en conocimiento delas Autoridades locales respectivas.

6º Cuando ocurra una inundación, se abriráexpediente para acreditar si los Alcaldes de lospueblos contiguos al río que la hayan produci-do y empleados del servicio de comunicacio-nes cumplieron puntualmente con el deber dedar los avisos indicados, y se aplicará a los queresulten morosos en ello la corrección guber-nativa por la Autoridad o el procedimientocriminal por los Tribunales de Justicia, segúnproceda, cuando pueda considerárseles reos degrave imprudencia temeraria.

7º Aunque esta orden se dirige principalmentea los Alcaldes y funcionarios del servicio decomunicaciones, incumbe también a losGobernadores de provincia, no sólo para quecuiden de hacerla cumplir, sino para que por suparte la cumplan directamente, dando los avi-sos oportunos a los de las provincias situadasaguas abajo de los ríos.De Real Orden lo digo a V.S. para su conoci-miento y efectos consiguientes. Dios guarde aV.S. muchos años. Madrid 21 de octubre de1879. Silvela.

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