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10 GUÍAS DE LECTIO DIVINA “Señor, ¿a quién iremos?” LAVATORIO DE PIES Jn 13,1-20 http://www.samaelgnosis.net/glosarios/lavatorio_pies.html

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Guías de Lectio divina

“Señor, ¿a quién iremos?”

Lavatorio de piesJn 13,1-20

http://www.samaelgnosis.net/glosarios/lavatorio_pies.html

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Guías de Lectio Divina

LAVATORIO DE LOS PIESJn 13,1-20

LECTURA:

¿Qué dice el texto?

1 Era la víspera de la fiesta de la pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el final. 2 Estaban cenando y ya el diablo había convencido a Judas Iscariote, hijo de Dimón, para que entregara a Jesús. 3 Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios regresaba, 4 se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la colocó en la cintura. 5 Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárcelos con la toalla que llevaba en la cintura.

6 Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió: - Señor, ¿cómo vas a lavarme tú a mí los pies? 7 Jesús le contestó: - Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después. 8 Pedro insistió: - Jamás permitiré que me laves los pies. Entonces Jesús le respondió: - Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo. 9 Simón Pedro reaccionó diciendo: - Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza. 10 Pero Jesús le dijo: - El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; y ustedes están limipios, aunque no todos. 11 Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo: “No todos están limpios”. 12 Después de labarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y dijo a sus discípulos: - ¿Compren-den lo que acabo de hacer con ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. 14 Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ustedes deben hacer lo mismo unos con otros. 15 Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Yo les aseguro que un siervo no puede ser mayor que su señor, ni un enviado puede ser superior de quien

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lo envió. 17 Sabiendo esto, serán dichosos si lo ponen en práctica. 18 No estoy hablando de todos ustedes; yo sé muy bien a quiénes elegí. Pero hay un texto de la Escritura que debe cumplirse: El que come mi pan, se ha puesto en contra mía. 19 Les digo estas cosas ahora, antes de que sucedan, para que cuando sucedan crean que yo soy. 20 Les aseguro que todo el que reciba a quien yo envíe, me recibe a mí mismo y, al recibirme a mí, recibe al que me envío.

Algunas notas explicativas:

Iniciemos contextualizando nuestro texto.

Los capítulos 13 al 17 de Juan nos presentan a Jesús que se despide de los discípulos al tiempo que les promete al Espíritu Santo. Los exhorta a tener fe en él y en Dios. Tam-bién les enseña la necesidad de dar frutos, les habla del mandamiento nuevo, y los exhorta a la unidad.

En el capítulo 13, 1-20, que ahora leemos, Jesús invita a los discípulos a que lo imiten, sirviendo a los demás.

Es bueno saber que en el AT existen despedidas como la de los patriarcas y otros personajes como la despedida de Isaac Gn 27. La despedida de Jacob (Gn 49). La despedida de Moisés antes de morir (Dt 31,33). La despedida de Josué (Jos 24). La despedida de Samuel (1Sm 12). Todas en di-versas circunstancias pero con detalles comunes. A todos se les quiere juntos y reunidos en torno a sí. El moribun-do tiene la conciencia de su muerte cercana. Da consejos y consignas de conducta para sus discípulos: yo les mando. El que se despide exhorta a los suyos a ser fieles a la ley, ser constantes en la fe; el amor a los demás y las obras de misericordia. Se bendice y se delega la misión para poder llevar a cabo la voluntad deseada; mirada hacia el futuro.

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Nuestro texto de San Juan capítulo 13 se encuentra dentro de este ambiente. Podemos notar que toda la gran sec-ción de despedida de Jesús tiene esos rasgos. Se habla de la marcha de Jesús y ya es una decisión tomada, se va al Padre (16,28), regresa a su lugar. Deja este mundo y va al Padre. El mundo que ha sido el lugar especial de la misión de Jesús (3,16-17) ha dejado de ser su lugar de estancia.

La tarde de esta comida y el día siguiente Jesús morirá, es la víspera de la Pascua. Podemos ver que en este clima de muerte cercana, Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como se repite en 16,28: “Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo otra vez el mundo y me voy donde el Padre.”

Jesús se despide de sus discípulos y les recomienda, les ex-horta y les manda hacer lo que él hace con ellos. Esta despedida es antes de la fiesta de la Pascua Judía, cuando Jesús sabía que había llegado su hora, había empezado su adiós, su muerte; y el Padre va a intervenir y va a estar con Jesús en la muerte y resurrección. Esta hora es muy inte-resante porque es cuando se revela la verdadera identidad de Jesús. Este tiempo o esta hora es cuando pasa de este mundo y va al Padre.

Podemos recordar el pasaje cuando Jesús se hallaba en una fiesta de bodas, y María, su madre, le solicita ayuda ante el problema de la fiesta en la cual se les terminó el vino. Ante la petición de su madre Jesús dice que: “Mujer, todavía no ha llegado mi hora” (Cfr. Jn 2,4). Esta es la hora de la que habla el Maestro, es la hora que ha llegado y empieza a vivirla con pasión.

En esta hora se conoce mejor a Jesús, se conoce mejor a los amigos o discípulos, se sabe quién es verdaderamente su seguidor.

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Lavatorio de los pies

Por otra parte para entender mejor a qué hora se refiere Jesús cuando habla de “su hora”, podemos leer el capítulo 7 que dice: “Querían, pues, detenerlo, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora” (Jn 7,30). Entonces vemos que se trata de la hora de la muerte y de su resurrección.

Así que podemos ver que en este ambiente de muerte cerca-na, Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como se repite en 16,28: “Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo otra vez el mundo y me voy donde el Padre.”

Ahora fijémonos en el versículo 2 que dice: “Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle…”. Judas es uno de los Doce, Judas es considerado Apóstol, pero es el traidor. Es un elegido de Jesús como dice el texto en 6,70: “¿No los elegí yo a los Doce? Y, sin embargo, uno de ustedes es un diablo.” Aquí vemos otra vez que las cosas ocurren para que se cumpla el AT (12,38).

Satanás toma posesión de Judas y luego este termina su trai-ción. Judas es desleal, Judas es víctima de la avaricia e instrumento de Satanás. El mal actúa hasta dentro de los elegidos de Jesús para que se cumpla el plan de Dios.

Aunque Judas decía ser de Jesús, pertenecía más al poder del mal, al mundo, a las cosas de abajo, donde el mundo tiene a los suyos y los ama 15,19. Del mismo modo que Jesús tiene a los suyos y los ama también.

Empieza el maestro a lavar los pies a los discípulos, como lo hacían los esclavos con sus amos. Para esto se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la amarró en la cintura. Luego puso agua en un recipiente y

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se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla. Escena impresionante para los discípulos. Expe-riencia con Jesús que los discípulos nunca olvidarán.

En aquel tiempo la gente utilizaba sandalias y al caminar por las calles siempre se ensuciaban los pies con el polvo; por eso, el anfitrión ofrecía al huesped un recipiente con agua para que él mismo se las lavara. Pero aquí es Jesús quien lava los pies a sus discípulos. Aquí Jesús actúa como sier-vo, se humilla ante sus discípulos.

Ante todo esto, Pedro se sentía incómodo por lo que estaba viendo hacer a su maestro. Jesús hace algo más que dar una lección a sus discípulos. Pedro lo entenderá después, cuando Jesús haya muerto y resucitado, entonces enten-derá la profundidad, conocerá la humillación y el amor del Maestro, demostrado en el lavatorio de los pies.

Por lo pronto Pedro no quiere ser lavado por Jesús, se resiste y se lo dice con mucha decisión: “¿Señor, lavarme a mí los pies?”

El lavatorio de los pies es una acción que anuncia la muerte de Jesús, y lo hace porque sabe que tiene poder para salvar y dar su vida para cumplir con cabalidad la voluntad de Dios.

Jesús actúa así porque sabe que viene de Dios y a Dios regresa. Es una explicación de que el lavatorio de los pies es parte de la muerte de Jesús. Él es el Hijo de Dios dispuesto a someterse a la muerte, y así la humillación de Jesús con el lavatorio de los pies se hace más grande.

Por eso cuando Pedro se da cuenta de que no heredará nada de Jesús si no se deja lavar, reacciona diciendo que le lave

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no sólo los pies sino también las manos y la cabeza. Pri-mero no lo aceptaba y ahora con la explicación del maes-tro pide más.

Pedro entendió después de una explicación breve que el lava-torio es tan importante que sin ella el no recibirá nada de las cosas de Jesús.

Jesús lavó los pies para anunciar de forma simbólica que había una gran necesidad de morir para salvar a los hombres. Así Jesús dio la oportunidad a Pedro de tener parte en su herencia y purificarlo del pecado. Aunque este lavatorio de los pies no ayudó para nada a Judas que no cambió de sus malas intenciones.

Nos ayuda recordar que en esta última cena Jesús expresó: “Porque, ¿quién es mayor? el que está a la mesa o el que sirve?... yo estoy entre ustedes como el que sirve” (Lc 22,27). Ejemplo plástico para los discípulos sobre la grandeza cristiana.

Todo esto sucedió porque Jesús así lo decidió y animó a sus discípulos a hacer lo mismo. Esta decisión de Jesús tiene semejanza con Lc 9,51: “Cuando iba llegando el tiempo de su asunción, Jesús tomó la firme determinación de subir a Jerusalén.” En el evangelio de san Lucas estas palabras señalan el término de su ministerio en Galilea y el comienzo del avance ha-cia su muerte que llevará a Jesús hacia el cielo.

MEDITACIÓN:

¿Qué me dice la palabra de Dios?

El cristiano católico no debe comportarse como señor y due-ño de todo porque no es independiente, más bien hay

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que guardar siempre la condición de esclavo y apóstol, es decir, sujeto y dependiente siempre del único Señor.

La muerte de Jesús ha sido un acto de amor hacia los que creemos en él. Es la victoria del Hijo porque vuelve al Padre.

Actualmente es raro ver que alguien practique o practique-

mos el servicio amoroso de lavar los pies a los demás así como Jesús nos ha mandado. El servicio a los demás es amar a los hermanos.

Jesús siempre nos da ejemplos bonitos para aprender, para comprender y vivir la vida cristiana con los demás. Los discípulos de Jesús tenemos que comprender las enseñan-zas del Maestro: como lavar los pies a los demás, servir a los hermanos, ayudar a los demás. Ya que si no tenemos cuidado de los nuestros, principalmente de los necesita-dos, renegamos de la fe y pareceremos peores que infieles (Cfr. 1Tim 5,8).

Entre nosotros, ¿quién es más grande, El que está a la mesa o el que sirve? Es una buena pregunta para meditar sobre nuestro servicio que prestamos a los demás.

A todos nos llega el momento de avanzar hacia la muerte, sentimos que nuestros días para partir al Padre celestial puede llegar en cualquier momento. Pedro protestó ante las intenciones de Jesús, pero luego razonó y aceptó rápi-damente el lavatorio de Jesús cuando se dio cuenta de lo grandioso y salvífico de dejarse purificar.

Nos inquieta ver que el corazón de Judas ya estaba lleno de malos propósitos y por eso se cerró al amor que Jesús le ofrecía. ¿Yo, qué tan abierto estoy al amor de Jesús?

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Lavatorio de los pies

¿El lavatorio de los pies es algo muy necesario entre los que nos llamamos discípulos de Jesús?

Si no nos dejamos lavar los pies por Jesús no tendremos parte con él y no nos salvaremos. Esta purificación que hace Jesús es, también, un ejemplo para los todos los llamados cristia-nos, ya que ellos continuarán lavando los pies a todos los demás siendo humildes y sirviendo a los hermanos.

Siendo así, los discípulos de Jesús podremos compartir con él el Reino de los cielos como se dice en 14,3 y 17,24. Esta es la parte que nos toca en él, es la herencia que nos ha dejado. Los discípulos tendremos un puesto en los cielos, comeremos y beberemos a su mesa en el Reino de los cielos, ha dicho Jesús (Lc 22,30).

El lavatorio de los pies hace posible que los cristianos com-partamos la fe y la vida eterna con el Señor Jesucristo.

Por otra parte recordemos que Jesús después de hablar sobre su muerte a sus discípulos, dos apóstoles piden com-partir con él la gloria, Santiago y Juan, Jesús les dice que primero tienen que compartir su destino y ser bautizados con su bautismo, y explica que el mayor tiene que ser como el que sirve, y el servicio es llegar a dar la vida. Aquí Jesús me pide que haga lo mismo con los demás.

¿De verdad creo que el lavatorio de los pies es un ejemplo al discípulo para ser humildes con los demás?

¿Qué me hace ser grande en la Iglesia, el cargo que tengo o el amor tan grande que Jesús me inculca con el lavatorio de los pies?

Jesús tiene plena conciencia de quién lo seguirá y quién lo traicionará. Eso me hace pensar y me preocupa.

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ORACIÓN:

Hablemos con el Señor.

Gracias Señor por las enseñanzas y mandamientos que nos dejaste a los que nos llamamos discípulos para compartir con los demás que quieran conocerte y seguirte.

Pidámosle a Jesús que nos ayude a ser dichosos escuchando su palabra y poniéndola en práctica cuando se necesite.

Pidámosle a Dios nos bendiga para que cuando llegue el Se-ñor a visitarnos nos encuentre cumpliendo con nuestras obligaciones.

Pidámosle perdón al Señor por las veces en las que nos he-mos olvidado de hacer estas cosas que nos ha mandado en memoria suya.

Pidámosle a Jesús nos ayude a ser verdaderamente discípulos fieles que aprendamos de él a aceptar las traiciones, como él, para que así se cumplan las Escrituras.

Pidámosle a Dios que nos ayude a levantarnos y continuar ade-lante sirviendo porque eso es también morir y resucitar.

CONTEMPLACIÓN – ACCIÓN:

¿En qué cosas me puedo comprometer con Jesucristo?

Hay que apoyar más a nuestras comunidades hambrientas de la palabra de Dios para que conozcan las enseñanzas de Jesús y se sientan amados.

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Lavatorio de los pies

¿Qué podría hacer para que en mi parroquia sepamos y nos animemos a lavarnos los pies mutuamente?

Como discípulos que nos llamamos de Jesús ¿cómo podremos estar seguros de que recibiremos la herencia prometida por Jesús?

¿Lavar los pies a los demás, equivale a servir a los más pequeños?

Elaborada por:Pbro Lic. Benito Rivera Ojeda

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