10 años de redeamérica

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Diez años de la red de Desarrollo de Base de Latinoamérica

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www.redeamerica.org

La Red Interamericana de Fundaciones y Acciones Empresariales para el Desarrollo de Base, RedEAmérica, es una red temática consagrada al fortalecimiento y acompañamiento de las organizaciones de base de la región para construir y consolidar en ellas capacidades que propicien la superación de la pobreza, de las condiciones que impiden su desarrollo social y de aquellas que restringen su posibilidad para incidir en la definición de las políticas públicas.

De RedEAmérica hacen parte las fundaciones empresariales más importantes de 11 países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, así como un grupo de iniciativas empresariales de esos países que participan en proyectos de desarrollo de base.

Corporación RedEAméricaCalle 71 No. 5-23, oficina 501 A Teléfonos: (57 1) 2484147 - 2483362Bogotá D.C., [email protected] www.redeamerica.org

© Corporación RedEAméricaFebrero de 2012

RedEAmérica, 10 AñosUna década de desarrollo desde la baseISBN: 978-958-57351-0-1Bogotá, Colombia.

Junta Directiva

Jorge V. Villalobos, Presidente

Cemefi, México

Beatriz Eugenia Mejía Arango, VicePresidente

Fundación Smurfit Cartón de Colombia

Verónica Staniscia, Fundación Shell, ArgentinaCelia Aguiar, Instituto Arcor, Brasil Véronique Van Simaeys, Fundación Microfinanzas y Desarrollo, Chile Melba Pinedo, Fundación Gases de Occidente, ColombiaSaskia Izurieta, Fundación Holcim, Ecuador Pablo Rivero, Fundación Dibujando un Mañana, MéxicoMirko Chang, Asociación Ancash, Perú Alicia Pimentel, Fundación Empresas Polar, VenezuelaMiguel Gaitán, Fundación Pantaleón, GuatemalaRosita Echevarria, ACAC, UruguayArelis Rodríguez, Fundación Falcondo, Republica Dominicana

Directora EjecutivaMargareth G. Flórez

Asistente de la Dirección EjecutivaJuanita Cuellar

Asistente AdministrativaPaola Gamboa

FotografíasJulián Lineros, Asociación Atocongo, Cemefi y las fundaciones Smurfit Cartón de Colombia, Gases de Occidente, Holcim Ecuador y Promigas.

Textos y edición generalBernardo González

Diseño y diagramaciónAzoma Criterio Editorial Ltda.Hilda Jaramillo

ImpresiónOffset Gráfico Editores S.A.Bogotá, Colombia

C uando el año 2002 comenzó, la espesa nube de desconcierto y temor que dejó la caída de las torres gemelas aún flotaba sobre Occidente. Pero la vida continuaba: el 1º de enero de ese año se puso en circulación el euro en 12

países de Europa; el 6 de febrero la reina Isabel II celebraba el jubileo del 50 aniver-sario de su llegada al trono y el 1º de julio entraría en vigencia en Italia el Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional.

El 23 de febrero de 2002 serían secuestradas por las FARC en Colombia Ingrid Be-tancourt y Clara Rojas y el 11 de abril se llevaría a cabo en Venezuela un golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez. El 2002 sería el año en que Luiz Inácio Lula da Silva asumiera la presidencia de Brasil y en el que la gran María Félix murie-ra mientras dormía en su casa de Ciudad de México.

También en 2002, el Banco Interamericano de Desarrollo organizaría en Miami, por primera vez, la Conferencia de las Américas sobre Responsabilidad Social de la Em-presa, con el auspicio del Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos y otras importantes instituciones. Aprovechando esa cita hemisférica con la responsa-bilidad social un grupo de importantes fundaciones empresariales de Latinoamérica se reuniría para comenzar a darle forma a otra idea.

2002 no fue precisamente un buen año para la economía y la sociedad latinoame-ricanas. Luego de un crecimiento sostenido entre 1990 y 1997, el inicio del nuevo siglo se caracterizó por un estancamiento en el proceso de superación de la pobreza en la región. Según la CEPAL, entre 1999 y 2002 la tasa de pobreza aumentó del 43,8% al 44,0%, al tiempo que la pobreza extrema alcanzó al 19,4% de la pobla-ción regional.

La misma CEPAL afirma que “el 2002 se caracterizó, salvo escasas excepciones, por el aumento de las tasas de desocupación en los países de la región. La tendencia ascendente registrada en el 2001 continuó y el desempleo regional se situó en el nivel más alto en más de una década, un 8,9%”.

Para ese año el 44% de la población de América Latina vivía en situación de pobre-za, o sea un poco más de 220 millones. De éstos, algo más de 97 millones se encon-traban en situación de indigencia o pobreza extrema. El panorama no era halagador.

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En la región ya se practicaba el llamado desarrollo comunitario que, en suma, buscaba lo mismo: empoderar a las comunidades y acompañarlas a construir mejores condiciones de vida para salir de la pobreza.

En abril de 2002 Rodrigo Villar, antropólogo colombiano experto en temas de desarrollo social, coordinaba en la Universidad de Harvard el programa de Filantro-pía y Sociedad Civil en América Latina e invitó a Walter Price, director de Programas Corporativos de la Fundación Interamericana, a un evento sobre el tema. Price quería retomar la idea de promover en gran escala el desarrollo de base en la región, idea que ya se había intentado concretar a mediados de los 90, con la creación de una corpo-ración financiada por fundaciones de la región que alcanzó a abrir oficina en Quito y formalizarse para comenzar a tejer una red entre las fundaciones que trabajaban con la IAF. La consecución de recursos no se logró y la corporación no pudo arrancar.

Price le comentó a Villar que en esta ocasión pensaba que el esfuerzo debería ha-cerse al contrario: comenzar a generar una red y unos vínculos entre un conjunto de fundaciones que tuvieran experiencia en el desarrollo de base, para que jugaran un papel importante en movilizar al sector privado y fortalecer esta estrategia de desarrollo a una escala más amplia en la región.

El desarrollo de base había surgido como la estrategia central de trabajo de la Funda-ción Interamericana, IAF -por sus siglas en inglés-, una fundación creada en 1969 por el congreso norteamericano para promover el desarrollo basado en la autogestión me-diante donaciones directas a organizaciones sociales de América Latina y el Caribe.

La ley de ayuda externa que creó la IAF establecía que la fundación apoyaría los “esfuerzos de autoayuda destinados a aumentar las oportunidades de desarrollo in-dividual”, que “contribuirá a la participación eficaz y cada vez más amplia de la

gente en el proceso de desarrollo” y “fomentará el establecimiento y desarrollo de instituciones democráticas”.

La IAF articulaba así una respuesta innovadora y alternativa en ese momento a lo que hacían las agencias de cooperación internacional. Era el desarrollo “desde arriba”, planificado por expertos y orientado a diseñar y operar programas de infraestructura, educación, salud y vivienda principalmente, que pocas veces consultaba las necesida-des y opiniones de las comunidades más pobres.

Por el contrario, la propuesta del desarrollo de base, como la plan-teaba el gestor y primer presidente de la IAF, Bill Dyal, proponía que “la financiación del desarrollo debería ser receptiva a las ideas de la gente, que las mejores soluciones a menudo parten de la comunidad,

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que pequeñas donaciones pueden tener grandes consecuencias, (y) que el conocimiento recogido debe ser diseminado”.

La IAF había publicado en 1977 el libro Ellos saben cómo, sobre el desa-rrollo de base. El título se convirtió en el lema de la fundación.

En la región ya se practicaba el llamado desarrollo comunitario que, en suma, buscaba lo mismo: empoderar a las comunidades y acompañar-las a construir mejores condiciones de vida para salir de la pobreza. Es el caso en Colombia de las fundaciones FES, Restrepo Barco, Social o Corona, que desde 1995 comenzaron a diseñar programas de apoyo y fortalecimiento de organizaciones de base. Justo en Colombia un grupo de fundaciones crearía por esa época el Consorcio para el Desarrollo Co-munitario con el objetivo de fortalecer las organizaciones de la comunidad a través del acompañamiento en la gestión de proyectos productivos.

En Argentina y Brasil fundaciones como Odebrecht, Acesita, Arcor y Minetti también apoyaban proyectos de desarrollo comunitario. Todas ellas hicieron contacto con la IAF en los años 80 o 90, comenzaron a crear fondos para financiar proyectos de organizaciones de base y a pensar en los temas de acompañamiento y evaluación. Pero la relación de la IAF con cada una era independiente y aislada de las demás.

Sin embargo las fundaciones empresariales en la región ya habían intentado acerca-mientos. Guillermo Carvajalino, director en ese momento de la Fundación Corona, recuerda que de un importante congreso organizado por la Fundación Empresas Polar en Caracas a finales de los 80 surgió la idea de hacer intercambios y compartir experiencias entre las fundaciones empresariales. Posteriormente en 1994 la misma Fundación Empresas Polar organizó algunas reuniones con fundaciones colombia-nas, brasileras, argentinas y mexicanas con la idea de crear un grupo de fundacio-nes que intercambiaran conocimientos sobre sus experiencias y sus intervenciones; alguien sugirió en una de esas reuniones que se creara una red de solidaridad que llamaron Red Sol y que funcionó no más allá de cuatro meses debido a las dificulta-des para dedicarle tiempo a su gestión, pero que contribuyó a crear lazos de amistad y colaboración entre un importante grupo de fundaciones de la región.

Así que en ese encuentro de colegas en Boston, Price propuso que validaran, con el grupo de fundaciones empresariales, la idea de la creación de una red para promo-ver el desarrollo de base en Latinoamérica, a ver cómo la recibían.

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La idea planteaba un quiebre importante en la metodología de trabajo de la IAF, porque hasta ese momento la fundación hacía contacto directo con ONG y orga-nizaciones sociales de la región a través de sus representantes de país y recibía sus propuestas de trabajo, las cuales financiaba, acompañaba y evaluaba. Esta vez la propuesta era acercarse al sector privado a través de sus fundaciones y proponer, an-tes que esperar propuestas, una idea de trabajo conjunto. Sin embargo Walter Price logró el respaldo de sus jefes y continuó con el proyecto.

Los primeros esbozos

La cita se concretó para el 19 de julio en la ciudad de Buenos Aires y a ella acudieron Claudio Giomi y Santos Lio de la Fundación Arcor, de Argentina, Corina Ferrer Minetti, Dolores Olmos y Andrea Schettini de la Fundación Juan

Minetti, también de Argentina, Javier Diez de Medina y Eva Zamora de la Fundación Inti-Raymi, de Bolivia, Vinicius Precioso, del Grupo de Institutos, Fundaciones y Empresas (GIFE) de Brasil, Guillermo Carvajalino de la Fundación Corona de Co-lombia, Maria Teresa Maldonado del Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) de México y con Walter Price llegaron Ramón Daubón de la Fundación Kettering de Estados Unidos y Rodrigo Villar.

Price y sus dos acompañantes, Villar y Daubón, fueron los encargados de hacer el planteamiento inicial de la idea de la red y a partir de ahí se abrió una discusión entusiasta sobre el tema.

Para Rodrigo Villar “las ideas clave que se llevaron fueron quizá tres: queremos aprender pero hay que acelerar la curva de aprendizaje, si nos juntamos en red vamos a acelerarla porque no se trata que cada uno aprenda solo, sino que aprenda-mos de manera colaborativa. Lo segundo, que se demuestre que vale la pena hacer desarrollo de base y lo hagamos en una escala amplia, porque si somos varios pode-mos demostrar un poco mas de fuerza. Y lo tercero, vamos a movilizar otros actores, la idea es que el desarrollo de base no sea sólo un tema a pequeña escala, sino que se vuelva algo importante para las agendas de desarrollo”.

A partir de allí los participantes conversaron sobre el interés y la viabilidad de crear lo que Price había llamado “Red Amigo”, una red del sector privado de América

“Se espera que la red se constituya en un medio eficaz para intercambiar prácticas, validar metodologías y mejorar los programas de apoyo al desarrollo de base entre las fundaciones empresariales participantes”. Fragmento de la invitación a la reunión de Miami.

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Latina para promover el desarrollo de base en el continente. Lo de “Amigo” le surgió a Price quizá porque todos los que estaban ahí habían establecido de alguna manera cercanos lazos de amistad.

En la reunión de Buenos Aires también se propuso que la red estaría constituida por fundaciones empresariales y empresas y que sería una red temática dedicada de manera exclusiva a trabajar en desarrollo de base. Así mismo se acordó hacer del financiamiento corresponsable un elemento central de la estrategia, buscando que el receptor de la donación fuera un agente activo en el desarrollo, así como un protagonista en la orientación de los proyectos financiados y que el donante respon-diera a la demanda e iniciativa de la comunidad. A tal responsabilidad compartida se refería el término de “corresponsabilidad”.

El grupo también sugirió la realización de lo que en su momento se denominaron “estudios”. Entre ellos uno “dedicado a construir un paradigma sobre el desarrollo de base” –los encomillados vienen de la memoria de la reunión-, otro sobre “prác-ticas y métodos para apoyar el desarrollo de base” y uno tercero “sobre sistemas de medición de resultados”.

Igualmente se propuso la creación de un “programa de capacitación” y el estable-cimiento de “espacios adecuados de aprendizaje y formación colectiva” para los miembros.

A partir de estos primeros planteamientos el grupo reunido en la capital argentina acordó convocar en el futuro cercano a un conjunto más grande de fundaciones empresariales para crear una red que respondiera a los planteamientos discutidos allí. La carta que prepararon para invitar a un grupo que a la postre fue de 27 par-ticipantes planteaba claramente el propósito de la hasta ese momento Red Amigo:

“Se espera que la red se constituya en un medio eficaz para intercambiar prácticas, validar metodologías y mejorar los programas de apoyo al desarrollo de base en-tre las fundaciones empresariales participantes, así como para promover que otros actores claves del desarrollo, tales como empresarios, gobiernos y agencias inter-nacionales, hagan del desarrollo de base una estrategia central para garantizar el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza”.

En su preámbulo la carta invitaba para los días 20 y 21 de septiembre de ese 2002 en la ciudad de Miami, aprovechando que por esas fechas el BID organizaba allí la

Estos son los fundadores de RedEAmérica

ARgEntinAFundación ArcorFundación MinettiFundación Telefónica

BoliviAFundación Inti Raymi

BRASilFundación Aperam AcesitaFundación OdebrechtFundación Otacílio Coser

ColoMBiAFundación Antonio Restrepo BarcoFundación CoronaAsociación de Fundaciones PetrolerasFundación Smurfit Cartón de ColombiaFundación Epsa

ChilEFundación TelefónicaFundación Pehuén

ECuAdoRFundación EsquelFundación Nobis

MéxiCoCentro Mexicano para la Filantropía, CemefiFundación Dibujando un MañanaIndustrias PeñolesFundación MercedWalmart

PERúAsociación Ancash

uRuguAyFundación ACAC

vEnEzuElAFundación Empresas Polar

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mencionada primera Conferencia de las Américas sobre Responsabilidad Social de la Empresa y que muchos de los invitados irían a ese evento.

daubón dijo que la pobreza no debería ser vista como falta de recursos sino principalmente como la falta de control sobre las circunstancias que la generan.

El encuentro fundacional

La invitación fue ampliamente respondida. A la reunión de Miami asistieron 41 personas de 28 organizaciones: 23 fundaciones empresariales de nueve países de la región, la Fundación Interamericana, dos asociaciones de fundaciones,

una fundación promotora de la responsabilidad social empresarial y una empresa.

Según la memoria del evento, “la reunión de Miami tuvo como objetivo la elabora-ción colectiva de una propuesta de estructura y gobierno de la red, asi como de un plan de trabajo y responsabilidades para el desarrollo de las primeras actividades de la red. Para avanzar en ese objetivo, el grupo convocante presentó unas ideas y documentos iniciales que sirvieron para alimentar la reflexión sobre el sentido, estructura y actividades de la red”.

Las reflexiones arrancaron con un marco conceptual propuesto por Ramón Daubon sobre la promoción del cambio social desde las bases. Daubón dijo que la pobreza no debería ser vista como falta de recursos sino principalmente como la falta de control sobre las circunstancias que la generan.

Planteó que el desarrollo desde la base no debería ser un elemento marginal al desarrollo sino el fundamento para la construcción de instituciones confiables que

permitan que las políticas públicas funcionen. Habló de la importancia de trascender el capital social desde los círculos de confianza personal y crear instituciones confiables que faciliten los intercambios entre extraños, y de la disposición al cambio, al aprendizaje y a la innovación como ele-mentos centrales para el desarrollo.

Algunos de los asistentes sugirieron introducir al marco conceptual la idea de sinergias y alianzas entre poblaciones en situación de pobreza y sus organizaciones, empresarios y gobierno. El papel de los gobiernos y de los empresarios en el desarrollo desde las bases, se dijo, debería ser parte im-portante del marco conceptual. También el grupo expresó la importancia

Facsimil del registro de participación en la reunión de Miami.

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de avanzar en estrategias que contribuyeran a superar el asistencialismo presente en la cultura empresarial y promover un nuevo contrato social que condujera a que las empresas orientaran sus acciones sociales hacia las comunidades de manera más estratégica.

En su presentación de la idea de la red en la reunión, Guillermo Carvajalino propuso a nombre de los convocantes actividades en tres áreas: producción de conocimien-to, facilitación del aprendizaje y la capacitación, y difusión e información. Para abrir la discusión, planteó preguntas al grupo sobre si se justificaba crear la red, si tenían sentido las actividades propuestas para la red y sobre los criterios y recomendacio-nes a tener en cuenta para crearla.

La respuesta fue un sí, todas las fundaciones presentes querían hacer parte de la naciente red, aunque se discutió sobre quiénes serían sus miembros, cuál sería el papel de la red y cómo se trabajaría el tema del desarrollo de base. Se decidió que los miembros iniciales de la red fueran los participantes en la reunión, ya fueran fundaciones empresariales, iniciativas empresariales o asociaciones de fundaciones, pues todos tenían programas orientados al desarrollo de base, y éste era el referente central de la red. Lo que se busca con esta red, se planteó, es ampliar las iniciativas empresariales orientadas al desarrollo de base, independientemente de la forma en que estuviera constituida la organización.

En la reunión David Valenzuela, presidente de la Fundación Interamericana, pre-sentó a los participantes una propuesta sobre fondos compartidos entre la IAF y las

s Los participantes en la reunión de Miami. De izquierda a derecha, en la primera fila: Leonor Jimenez de Mendoza, Bernardette Coser de Orem, Neylar Lins, Carmen Grillo, Margareth Flórez, Teresa Zorrilla, Vivian Alegre, Beatriz Mejía, Pilar Hernández, Carolyn Karr, Corina Ferrer Minetti de Lozada, Melba Pinedo y Rebeca Raposo. Rosa María Fernández, Raúl Flores, Alicia Pimentel, David Valenzuela, Francisco Aylwin, Anfilofio Salles, Boris Cornejo, Graciela Pantin, Julio Mellado, Ramón Daubón, Javier Diez, Soledad Teixido, Leopoldo López, Alejandro Martínez, Paul Velasco, Fernando Castellanos, Walter Price, Marco Cruz, Jorge Villalobos, Felipe Cajiga, Claudio Giomi, Rodrigo Villar.

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fundaciones de la red. Los fondos compartidos era una de las varias estrategias que utilizaba la IAF para promover el desarrollo de base y a partir de allí se convertirían en uno de los principales articuladores en los primeros años de la red.

Del trabajo de grupo de los participantes en la reunión de Miami alrededor de los tres temas propuestos -producción de conocimiento, capacitación e información- surgieron las decisiones fundacionales de la naciente red.

En el grupo de producción de conocimiento una primera reflexión se dio alrededor del foco que debería tener esa producción en la red. Un primer acuerdo se orientó a que el eje del aprendizaje debería situarse alrededor de las relaciones entre el de-sarrollo de base y las iniciativas empresariales, fueran estas directas o vía fundacio-nes empresariales. También se propuso que el reto, tanto para el marco conceptual como para la sistematización de experiencias y evaluación de las mismas, no estaría solamente en reflexionar sobre desarrollo de base y demostrar sus beneficios, sino en desarrollar un marco conceptual, sistematizar metodologías y evaluar resultados sobre las intervenciones y las posibilidades de acción de las fundaciones empresa-riales y de las iniciativas empresariales en el desarrollo de base.

En ese mismo grupo se señaló, como lo menciona la memoria del evento, la impor-tancia de generar un conocimiento útil y aplicable a la acción de las fundaciones y empresas y ligar la reflexión y la producción de conocimiento a la mejora de los programas y metodologías de intervención, lo que a la postre se conoció como construcción de capacidades.

En el grupo de capacitación se propusieron como prioridades para una primera fase el mapeo de experiencias, el diseño del contenido de la página web, y el diseño y contenido para los talleres de formación por las áreas temáticas que se habían planteado. Para el segundo año se propuso producir materiales, hacer pasantías e intercambios y realizar análisis de casos.

En el grupo de información se propuso escoger un nombre definitivo para la red, aunque no se llegó a un acuerdo inmediato. También se propuso el desarrollo de una intranet para que los miembros intercambiaran información y de una página web institucional.

Para la estructura y gobierno de la red se propuso en la reunión un Foro-Asamblea como máxima instancia de participación, un comité coordinador que orientara las ac-

generar un conocimiento útil y aplicable a la acción de las fundaciones y empresas y ligar la reflexión y la producción de conocimiento a la mejora de programas y metodologías, fue lo que a la postre se conoció como construcción de capacidades.

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tividades propuestas, una secretaría ejecutiva que fuera rotativa y que se mantuvieran los comités temáticos de producción de conocimiento, capacitación e información.

Para guiar el esquema de financiación de la red en su primera fase se propusieron tres criterios: una estructura liviana y aportes de los miembros en especie, en gastos locales y pago de servicios, ante la dificultad de muchos de pagar membresías. Tam-bién que la IAF se encargara de la inversión inicial para poner en funcionamiento la secretaría ejecutiva, los estudios y los encuentros, de manera que se pudiera garan-tizar la primera fase de formación de la red.

Finalmente, en la plenaria fue escogido el Centro Mexicano para la Filantropía, Cemefi, para ocupar la secretaría ejecutiva por un año y se decidió que ésta sería rotativa.

También se escogió un comité de coordinación del que harían parte las fundacio-nes Minetti (Argentina), Inti-Raymi (Bolivia), Acesita (Brasil), Pro-Humana (Chile), Corona (Colombia), Esquel (Ecuador), ACAC (Uruguay) Polar (Venezuela), Industrias Peñoles (México) y Walter Price de la Fundación Interamericana en calidad de ob-servador.

Como coordinador del grupo de producción de conocimiento se escogió a Rodrigo Villar, del de capacitación a la Fundación Minetti y del de información a la Funda-ción ACAC.

La reunión terminó con la decisión de que el próximo encuentro se llevaría a cabo en aproximadamente seis meses, cuando el avance en los productos de sistematiza-ción y marco conceptual lo justificara.

Un nombre para la red

Fue en la primera reunión del Comité Coordinador, realizada en Ciudad de Mé-xico el 31 de enero de 2003, donde se abordó el tema del nombre que llevaría la red. En la memoria de esa reunión se consigna que “el nombre finalmente

seleccionado por la vía de votación simple y con los arreglos de recomendación de todo el comité fue: Red Interamericana de Fundaciones y Acciones Empresariales para el Desarrollo de Base.”

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Unos meses más tarde, en una reunión extraordinaria del Comité Coordinador en São Paulo, se adoptaría el nombre corto. Para ello Cemefi presentó algunas opciones formuladas por un equipo de publicidad de México que recomendó usar un nombre corto, fácil de recordar y no necesariamente una sigla con todos los elementos del nombre completo, comprensible en dos o tres idiomas y que su uso le fuera dando un sentido de marca. Después de una votación, se seleccionó el nombre RedEAmé-rica, tomado de los conceptos Red, Desarrollo (Development, Desenvolvimento), Empresarial y América. Cemefi quedó a cargo de presentar en la siguiente asamblea un logotipo que expresara tales propósitos.

Cómo se tejió la red

A partir del conjunto de decisiones seminales que se tomaron en Miami se abrieron particularmente dos líneas de trabajo: una de Construcción de capa-cidades que manejaría la Fundación Corona y una de Capacitación y apren-

dizaje a cargo de la Fundación Minetti. Como la red no tenía en ese momento una personería jurídica, la IAF hizo un convenio bilateral con cada una de las dos funda-ciones, mediante el cual se entregarían los recursos para avanzar en estas dos líneas.

Para ese momento Rodrigo Villar había comenzado a trabajar en la IAF y asumió la coordinación y la escritura del marco conceptual, en el contexto del programa de Construcción de capacidades. “Yo hice mucha fuerza para que produjéramos el marco de manera muy participativa, que lo trabajáramos entre todos; consideraba que mi tarea era ayudar, no escribir solo un marco sobre el desarrollo de base, sino

facilitar su escritura y que para ello íbamos a hacer talleres, a intercambiar correos, a hacer discusiones”, comenta Villar.

Y discusiones hubo muchas, e interminables, como es la cos-tumbre en la región. Margareth Flórez, quien era en ese momen-to jefe del área de Gestión Local y Comunitaria de la Fundación Corona y como tal asumió la coordinación del programa de Construcción de capacidades de la red, comenta que uno de los primeros y mayores esfuerzos fue el de hablar un mismo lenguaje: “cada palabra que se decía tenía connotaciones di-ferentes según los países y según el número de organizaciones

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que estuviera en la reunión, nos dimos cuenta rápidamente que si seguíamos así no íbamos a poder avanzar. Es que parte importante de una red es poder tener una iden-tidad, un lenguaje común y un propósito; y de esa manera se fue construyendo”.

Así, con la construcción participativa del marco conceptual, se inició lo que a la postre se convertiría en un sello de la red y en la estrategia para conformar su acer-vo conceptual y técnico: la producción compartida de conocimiento. Ese marco conceptual se cristalizaría en el kit Construir juntos, que lo desarrolla junto con orientaciones generales para promover el desarrollo de base.

Ese y todos los materiales posteriores se harían de manera participativa, aprovechando el conocimiento de todos los integrantes de la red. De hecho, el programa de Construcción de capacidades logró contabilizar 28 jornadas y 660 personas que participaron en esos esfuerzos.

“Eso fue un lujo enorme -comenta Margareth Flórez-, a veces uno dice esto es muy costoso frente a lo que se produjo, uno puede hacer con mu-cho menos un material como este, pero la ventaja es que se hizo tratando de construir una visión compartida, ese es el valor que tiene este material. Y representa también la filosofía del desarrollo de base: no importa sola-mente cuánto se consiga sino cómo dentro del proceso quedan construidas unas capacidades”.

Tal concepción del trabajo surge de la idea de que las redes se sustentan en la iden-tidad y la construcción colectiva, por lo que hacer las cosas de esta forma es lo que permite la apropiación y el desarrollo de lazos de colaboración; se puede hacer de otra forma, pero los resultados serían completamente distintos.

En ese momento -2003- también arrancó el programa de Aprendizaje coordinado por la Fundación Minetti, el cual básicamente era un programa de intercambio que a través de pasantías cumplió un papel clave para la red pues las fundaciones co-menzaron a conocer los programas y las experiencias de sus pares y con ello estre-charon lazos que con el tiempo fortalecerían la identidad y los vínculos de la red.

En los registros de RedEAmérica se cuentan 148 pasantías, visitas de personas o grupos de fundaciones e incluso de donantes a experiencias de la red, todo ello co-financiado por la IAF. Vale la pena resaltar precisamente el papel de la Fundación In-teramericana en esos dos programas, porque las organizaciones donantes no suelen

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ni construir capacidades ni invertir en su construcción. Su aporte fue muy importan-te porque generó procesos que resultaron fundamentales para el funcionamiento de la red. Su historia sería quizá muy distinta si no hubiera contado con esos recursos.

Los fondos evolucionan

En 2003 también se constituyeron los primeros fondos bilaterales entre los miembros de la red y la IAF para hacer inversión social privada en desarrollo de base. Se creó casi un fondo con cada miembro, gracias a una decisión

de la IAF que en principio generó muchas discusiones dentro de la red. Existía la preocupación de que los recursos ofrecidos se convirtieran en un incentivo perver-so para que las fundaciones y organizaciones empresariales se motivaran a entrar a la red y se alejaran cuando ya no existieran; pero desde otra perspectiva se veía que los fondos podrían constituír una motivación para que quienes no trabajaran el desarrollo de base se interesaran por la estrategia, se integraran a la red y perma-necieran en ella.

Cuenta Juanita Roca, hoy representante de la IAF para Colombia, Chile y Venezuela: “Alcanzamos a tener hasta 30 convenios con otros tantos socios, convenios bilatera-les directamente con Arcor, con Corona, con Polar, de cofinanciación de proyectos normales; eran convenios estandarizados, iguales para todos. Pero además en ellos se planteaba que este era un fondo de desarrollo base, en donde por cada dólar de la IAF el socio se comprometía a poner otro dólar; y además de comprometerse a

sacar adelante el o los proyectos con las organizaciones, había un rubro de aprendizaje del socio, en donde se comprometía a construir a RedEAmérica, a participar para influir en la construcción y fortalecimiento de la red”.

Los fondos también incluían una cláusula de corresponsabilidad de las organizaciones sociales, que debían aportar una contrapartida, general-mente en especie. Todos los principios del desarrollo de base estaban ahí, ese fue el inicio; se trataba de aprender haciendo a través de los convenios bilaterales.

Los fondos resultantes de los convenios bilaterales avanzaron con éxito, sin embargo comenzó a surgir una inquietud: si el propósito era trabajar

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de manera articulada no tenía sentido que los miembros de RedEAmérica y la IAF hicieran fondos bilaterales, lo que tenía sentido en la red era buscar articular nodos nacionales, o sea, buscar que los miembros de cada país se organizaran como un todo para adelantar iniciativas conjuntas, con financiación de la IAF.

Asi, en 2004 nació una segunda generación de fondos: los fondos país, en concreto ese año la Iniciativa Común de Brasil, que se constituyó a partir de una alianza entre los miembros brasileros de RedEAmérica para impulsar el desarrollo de base y trabajar por el fortalecimiento de las organizaciones de base en cuatro territo-rios. La primera convocatoria de la Iniciativa Común, conformada por la Fundação Arcelor Mittal, Acesita, la Fundação Otacílio Coser, el Instituto Arcor, el Instituto Camargo Corrêa, el Instituto de Cidadania Empresarial, ICE, el Instituto Holcim, el Instituto Indusval Multistock, el Instituto Hedging Griffo y la IAF, se realizó entre 2006 y 2007 y se apoyaron seis proyectos, que a la postre beneficiarían hasta 2010 a cerca de 730 personas. Desde 2011, la Iniciativa Común apoya tres redes juveni-les, cuyos proyectos están enfocados en el fortalecimiento de otros 25 colectivos, también liderados por jóvenes.

También en Brasil y por esa época se crearía el Fondo BR, una alianza entre el nodo brasilero de RedEAmérica y la IAF para promover el desarrollo de base aportando recursos técnicos y financieros a organizaciones de base. Mas de 7 mil 700 perso-nas se beneficiaron de manera directa de la operación del fondo hasta 2011 y otras tantas de manera indirecta.

“En el 2005 se dió un cambio muy importante –cuenta Juanita Roca-, empezamos a ver que la dinámica de la red, siendo hemisférica, tenía una fuerza muy grande a nivel nacional y al ver esa vitalidad se propuso que por cada dólar de la IAF el socio no pusiera uno sino dos dólares; y la lógica era la siguiente: no es para que usted ponga dos dólares, es para que salga y consiga otro socio que ponga otro dólar, lo que implicaba una estrategia de traiga a otros y empiecen a compartir fondos. Los fondos nacionales son el resultado de esa estrategia explícita, y creo que el caso de Colombia fue el mas exitoso”.

El Fondo Nacional Colombiano, creado en ese 2005, se propuso como objetivo construir un modelo de intervención en el marco del desarrollo de base y articularlo específicamente a proyectos de educación y generación de ingresos, en donde se valorara y fortaleciera el conocimiento y la capacidad de las organizaciones para

desde otra perspectiva se veía que los fondos podrían constituír una motivación para que quienes no trabajaran el desarrollo de base se interesaran por la estrategia, se integraran a la red y permanecieran en ella.

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generar, no solo impacto en las condiciones de vida y en la capacidad de las co-munidades, sino conocimientos para la red. En 2010 el fondo había completado 74 proyectos en once departamentos del país, en los cuales los socios de RedEAmérica habían aportado US $1.1 millones y las organizaciones comunitaria habían allegado contrapartidas por cerca de US $1.5 millones.

En el Fondo Nacional Colombiano participan en alianza con la IAF la Asociación de Fundaciones Petroleras, AFP y las fundaciones Corona, Empresarios por la Educa-ción, EPSA, Holcim, Smurfit Cartón de Colombia, Restrepo Barco y Social.

También en 2005 se constituiría el programa de Acciones Educativas Locales, AEL, en Argentina. Esta iniciativa se propuso contribuir a fortalecer el trabajo de organiza-ciones comunitarias que atienden directamente poblaciones pobres mediante cuatro proyectos ubicados en las ciudades de Rosario, Mendoza y en el Gran Buenos Aires.

AEL se orienta a promover y fortalecer espacios articulados locales en los que se construyen alianzas entre actores públicos y privados para mejorar las oportunida-

des socio-educativas de niños, niñas y adolescentes.

De este programa hacen parte las fundaciones Arcor, Loma Negra, Minet-ti, Standard Bank, Telefónica y la empresa Shell CAPSA.

Para 2008 surgiría una tercera generación de fondos, constituida por la Alianza Suma en Perú y Guatemala, con dos características diferenciales: trabajaría en dos países y, como financiadores, se sumarían a la IAF la Agencia Española de Cooperación y la Fundación Codespa.

La Alianza Suma se organizó para mejorar la calidad de vida de poblado-res pobres de los dos países, miembros de organizaciones de base, me-diante el mejoramiento de sus ingresos a largo plazo y el fortalecimiento de sus relaciones con actores gubernamentales y fundaciones empresariales.

La alianza había puesto en marcha 15 proyectos para 2010, 10 de ellos en Perú (Lima y Cajamarca) y 5 en Guatemala, con una inversión cercana a los 415.000 euros, mediante la cual se beneficiaron 565 familias.

De la Alianza Suma hacen parte las asociaciones Atocongo y Andes de Cajamarca, la Fundación Pantaleón, junto con los financiadores ya men-cionados.

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El proceso de maduración de la idea de los fondos llegaría a su cota más alta dentro de la red en 2009, con la alianza entre el FOMIN, el Fondo Multilateral de Inversio-nes del BID y RedEAmérica, para montar un fondo hemisférico en siete países de la región. Se trata de PorAmérica, un programa concebido para cinco años de duración en el que participan 28 fundaciones, institutos o asociaciones empresariales miem-bros de la red en Argentina, Brasil, Guatemala, Colombia, Ecuador y Perú.

PorAmérica fue diseñado con tres componentes principales: uno dedicado a la pro-moción del programa y la capacitación de organizaciones, un fondo concursable para apoyar proyectos de desarrollo de base y uno de sistematización de lecciones aprendidas y difusión de resultados.

El programa tiene un valor cercano a los US$ 8’500 mil, donde el aporte del FOMIN alcanza un 57% y el aporte local de las fundaciones, asociaciones e institutos empre-sariales, junto con el de las organizaciones de base participantes será del 43% restante. En 2011 PorAmérica había completado dos convocatorias a organizaciones de base para elegir aquellas a las cuales financiaría y acompañaría proyectos. En la primera de las convocatorias, cerrada en 2010, se escogieron 27 iniciativas comunitarias de generación de ingresos ubicadas en Argentina, Colombia, Ecuador y Perú, acompa-ñadas por otras tantas fundaciones que cofinanciaron junto con las organizaciones de base los proyectos.

Para escoger dichos proyectos el programa había realizado cerca de cincuenta pre-sentaciones en los cinco países, a las que asistieron mil personas de 521 organi-zaciones de base. Posteriormente se llevaron a cabo talleres de capacitación en formulación de perfiles de proyectos dirigidos a las 300 organizaciones interesadas en presentar sus propuestas; de estos talleres resultaron 64 perfiles de proyectos, 35 de los cuales fueron preseleccionados para optar por el apoyo del programa y 27 resultaron seleccionados.

En la segunda convocatoria, abierta en junio de 2011, se sumaron ocho fundaciones de Brasil y una de Guatemala a las que ya venían participando en el programa. En esta ocasión se presentó el programa a 186 nuevas organizaciones de base; 71 de ellas participaron en los talleres de formulación de proyectos y como resultado de los mismos se pusieron a consideración del fondo concursable 51 proyectos.

El proceso de maduración de la idea de los fondos llegaría a su cota más alta en 2009, con la alianza entre FoMin-Bid y RedEAmérica, para montar un fondo hemisférico en siete países de la región.

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Para la red en su conjunto PorAmérica es una oportunidad y un desafío; una opor-tunidad porque permite poner 6 países y 28 fundaciones a trabajar juntos, con el mismo enfoque, los mismos requisitos, lo que permitirá aprender y comparar ini-ciativas. Pero también un desafío, porque no resulta nada fácil poner tantos países a trabajar juntos, con culturas institucionales y contextos diferentes, con un mismo cronograma y los mismos parámetros.

PorAmérica concluirá en 2013 con cerca de 80 proyectos ejecutados. Para los miembros de la red que participan en el programa, el mismo se ha constituido en una línea de trabajo que quieren continuar, con apoyo externo o sin él.

¿Cómo se hace el desarrollo de base?

Concluida la construcción del marco conceptual, contenida principalmente en la caja con cinco fascículos del kit Construir juntos, los cuales se tradujeron al portugués y el inglés, se culminó una etapa fundamental para la red y sus

miembros: avanzó en la homologación de un lenguaje, se clarificó y se hizo propio el concepto de desarrollo de base y de alguna manera también se comprendió cuál era su importancia.

La siguiente pregunta fue entonces ¿cómo se hace el desarrollo de base? Y se for-muló porque los miembros de la red querían tener bases más sólidas para adelantar

sus proyectos. Para responderla, ya en 2004 se comenzó a trabajar en el desarrollo de un conjunto de tres manuales que abordaban los temas de acompañamiento y cofinanciación, evaluación de impacto y presupuestos.

Estos últimos dos también respondían al interés de la IAF en ese momento de impulsar un fondo global al que fueran a parar múltiples recursos para fi-

nanciar el desarrollo de base y se orientara a financiar iniciativas cuyos procesos estuvieran estandarizados y se realizaran con instrumentos y metodologías acordadas y compartidas por todos los miembros.

Los manuales fueron editados en versiones electrónicas en agosto de 2007. El de Acompañamiento presenta el proceso para la estructuración

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y puesta en marcha de los programas de acompañamiento a las organizaciones de base y aporta una caja de herramientas con distintos instrumentos desarro-llados por las fundaciones miembros para la realización de las actividades. El manual de Evaluación propone un sistema de evaluación de impactos del de-sarrollo de base, fundamentado en cuatro categorías: capacidades colectivas, capital social, ampliación de la democracia y disminución de la pobreza. Y el manual de Presupuesto entrega tanto el modelo como los formatos para la elaboración, el seguimiento y el control de los presupuestos de los proyectos de desarrollo de base. Estos materiales fueron traducidos al portugués.

Por esa misma época, 2005-2007, RedEAmérica comenzó a realizar estudios más temáticos sobre diversos aspectos que atañen al desarrollo de base: Rodrigo Villar realizó por encargo de la Fundación Minetti un estudio sobre los vínculos entre el desarrollo de base y el desarrollo local; la Fundación Empresarios por la Educación de Colombia arrancó una primera fase del estudio sobre experiencias que vinculan el desarrollo de base y la educación entre los miembros de la red; Eliana Ribeiro de Souza Ribas y Fabio Barbosa Ribad trabajaron sobre el desafío de la sostenibilidad y Fabio Velásquez y Esperanza González escribieron un estudio sobre los ambientes favorables para el desarrollo de base.

En 2010 RedEAmérica publicó una sistematización de las experiencias de los fon-dos programa y en 2011 se publicó una segunda versión del estudio de Educación y Desarrollo de Base, que presenta un marco conceptual común sobre este tipo de iniciativas, así como orientaciones para quienes están interesados en iniciar expe-riencias en esta línea temática.

En marzo de 2011 RedEAmérica publicó una guía sobre los vínculos entre salud y desarrollo de base realizada con base en el estudio preparado por la Fundación Santa Fe de Bogotá. La guía presenta y analiza diversas experiencias y buenas prác-ticas de toda Latinoamérica, así como lineamientos para orientar la gestión de las iniciativas de desarrollo de base que involucren el componente de salud.

Todos estos estudios recibieron financiación de la IAF, mientras que el de salud y desarrollo de base recibió aportes de USAID y ABT – 4th Sector Health.

Igualmente en 2011, RedEAmérica publicó en conjunto con la Fundación DIS dos guías, fruto de estudios sobre temáticas específicas y de experiencias concretas so-

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bre ellas. Una primera sobre los factores que contribuyen al éxito de las iniciativas comunitarias de generación de ingresos y otra sobre las diversas opciones de inver-sión social privada en desarrollo comunitario.

El diplomado también ha servido para que los ejecutivos de las empresas que respaldan a las fundaciones de la red conozcan el tema y establezcan un diálogo con los equipos de las fundaciones.

Una herramienta muy poderosa

Unos años antes, en 2007, cuando ya se tenía un planteamiento conceptual sólido sobre el desarrollo de base y se había avanzado en la preparación de manuales y estudios sobre diversos aspectos de su aplicación, los miembros

de la red se comenzaron a plantear cómo continuar de una manera eficaz y más am-plia la que era la estrategia central de RedEAmérica: la difusión y consolidación de la idea del desarrollo de base en la región. Porque hasta ese momento había avanzado casi exclusivamente mediante talleres presenciales que alcanzaban grupos reduci-dos de personas y resultaban muy costosos por las necesidades de desplazamiento de sus participantes.

Se comenzó a pensar en una estrategia virtual que continuara los procesos de cons-trucción de capacidades y aprendizaje para los que ya se terminaban los recursos disponibles. Para ese momento se firmaba un nuevo convenio con la IAF en el cual se acordó un rubro que financiara el diseño de un curso virtual sobre desarrollo de base.

Para definir el operador del curso virtual se hizo una convocatoria a través de la cual determinar cuáles eran las universidades que tenían más experiencia y mejores con-diciones para encomendarle la tarea. Asi se llegó al Instituto Tecnológico de Monte-rrey, que fue escogido por su prestigio y visibilidad, su experiencia y su plataforma de educación virtual. De esta manera nació el diplomado “Inversión Social Privada en Desarrollo de Base: Cómo invertir con efectividad en la comunidad”.

Gracias a los aportes de la IAF, del banco HSBC y de Fundemex, la primera cohorte del diplomado inició estudios en septiembre de 2009, fueron 68 personas que co-menzaron un proceso que en principio fue diseñado para seis meses y 110 horas, soportado en una plataforma virtual y con el acompañamiento de tutores formados entre el personal de las fundaciones miembros de la red.

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El diseño del diplomado, realizado conjuntamente con la Fundación DIS, apunta a ofrecer elementos prácticos a los participantes para diseñar y poner en marcha estrategias de promoción y fomento del desarrollo de base, así como estruc-turar programas que incluyan cofinanciación a los proyectos de las organizaciones comunitarias realizando un acompaña-miento sistemático a las mismas. También busca promover el desarrollo de base en áreas temáticas específicas tales como educación, generación de ingresos y desarrollo local, a partir de los avances realizados por la red en estos temas.

A partir de las evaluaciones realizadas con cada cohorte de estudiantes, el programa del diplomado, que en principio era demasiado extenso, se ha ido ajustando para entregar el volumen necesario de conocimientos y experien-cias que permitan un sólido conocimiento del tema.

Desde el 2010 el diplomado se comenzó a dictar en español y portugués y a co-mienzos de 2012 se contaban 570 estudiantes de 9 cohortes. Pero lo más intere-sante es que un 50% de los estudiantes han sido profesionales y técnicos de las organizaciones miembros de la red y el otro 50% son personas del sector privado externas a la red: profesionales de empresas, fundaciones, institutos, ONG, asocia-ciones empresariales, funcionarios estatales y algunos miembros de la cooperación internacional. Y si bien la mayoría la representan los técnicos, ha habido presidentes de juntas directivas, accionistas, trabajadores de campo y miembros de organizacio-nes comunitarias, lo que alcanza a reflejar una importante variedad y penetración de la iniciativa.

“Yo creo que el diplomado ha sido una de las cosas mas reveladoras de la red –co-menta Margareth Flórez- porque nos puso en el punto de homologar definitivamente un lenguaje. Todo el que ha pasado por el diplomado sabe de qué estamos hablando y conoce más a profundidad el desarrollo de base, además sirvió para que llegára-mos a organizaciones que no son miembros de la red y que queremos atraer, no porque nos lo hubiéramos propuesto, pero así ha ocurrido”.

El diplomado también ha servido para que los ejecutivos de las empresas que respal-dan a las fundaciones de la red conozcan el tema y establezcan un diálogo con los equipos de las fundaciones bajo una visión más compartida del desarrollo de base.

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Desde el mismo momento en que se acordó en Miami, en septiembre de 2002, constituir una red temática para promover y fortalecer el desarrollo de base, comenzó un proceso de gestación de la institucionalidad de RedEAmérica

guiado por la reflexión de sus miembros y las dificultades y logros que se iban obteniendo. Ha sido un esfuerzo de transformación de una red informal y con muy pocas reglas a una organización con una estructura de gestión clara y un conjunto de políticas y normas que garantizan una sólida institucionalidad.

En Miami se propuso para la red una estructura sencilla cuyo eje central era el Foro-Asamblea, un espacio donde participarían todos los miembros, convocado anual-mente, y llamado foro-asamblea para quitarle un poco la formalidad que revestía la sola palabra “asamblea”. Para orientar las actividades propuestas por el Foro-Asamblea se creó un Comité Coordinador con un representante de cada país; en este comité se incluyó a la IAF como observador.

Para hacer la coordinación y gestión de los asuntos de la red se propuso una Secreta-ría Ejecutiva rotativa, con periodos de un año, y Cemefi fue escogido para ocuparla por primera vez. Finalmente y como ya se comentó, en Miami se propusieron tres comités temáticos que estarían encargados de la coordinación de áreas claves de la red: producción de conocimiento, capacitación y difusión, cada uno con su coor-dinador.

En un documento de 2006 sobre el origen y evolución de RedEAmérica se afirma que el Foro-Asamblea fue perdiendo el carácter de foro y privilegiando el de Asam-blea. Esta se convirtió no solo en la máxima autoridad de la red sino en el espacio anual de encuentro y socialización de sus miembros.

Todo esto ha hecho del diplomado una herramienta muy poderosa para la construc-ción y el fortalecimiento de una estrategia de desarrollo de base para la superación de la pobreza en la región.

Para comienzos de 2012 RedEAmérica trabajaba en el desarrollo de propuestas so-bre nuevos cursos.

la construcciónde institucionalidad

ha sido un esfuerzo de transformación de una red informal y con muy pocas reglas a una organización con una estructura de gestión clara y un conjunto de políticas y normas que garantizan una sólida institucionalidad.

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La primera asamblea se realizó en Cancún, México, en 2003; la segunda en Caracas, en octubre de 2004, pues la secretaría ejecutiva estaba en ese momento en cabeza de la Fundación Empresas Polar. Posteriormente, en 2006 la asamblea se llevó a cabo en Quito y para 2007 se realizó entre agosto 1 y 3 en la ciudad de Salvador de Bahía, Brasil.

En 2008 se realizaría en Buenos Aires y en 2009, el 31 de agosto, en Ciudad de México. En 2010 se efectuó el 25 de marzo en Bogotá y en 2011 el 29 de marzo en Cartagena, Colombia.

Por su parte, el Comité Coordinador creado en 2002 evolucionó para denominarse en 2006 Comité Directivo. Al formalizarse jurídicamente la red este comité se trans-formaría en Junta Directiva.

La Secretaría Ejecutiva tuvo un carácter rotativo hasta 2006 y en esos años la ocupa-ron el Cemefi de México (2002 – 2003), la Fundación Empresas Polar, de Venezuela (2003 – 2005) y en ese año fue designada la Fundación Telefónica de Chile.

En julio de 2006, en una reunión en Quito, se planteó que los retos propuestos por la evolución de la red necesitaban, más que una Secretaria ad honorem, una Dirección que la impulsara. Así, en la siguiente asamblea se propuso contratar una entidad que pudiera hacer las veces de Dirección Ejecutiva y el nodo colombiano propuso como candidato para ella al Consorcio para el Desarrollo Comunitario, propuesta que fue aprobada.

De esta manera el Consorcio fue contratado desde septiembre de 2006 y asumió las labores de la dirección ejecutiva y la gestión de la red hasta mayo de 2009, cuando sus miembros deciden dar un paso adelante mediante dos decisiones: organizar la sede formal de la red en Colombia y conformar una unidad ejecutora con una direc-ción ejecutiva que tuviera dedicación exclusiva para la red.

Tales decisiones se originaron en un proceso de planeación estratégica desarrollado en 2008, asesorado por la Fundación DIS y orientado a definir el plan de RedEAmé-rica para el periodo 2009 – 2013.

Durante este proceso, altamente participativo, se realizaron siete talleres donde estu-vieron presentes diez de los nodos de la red. En ellos se recogieron las sugerencias,

Presidentes y vicepresidentes de la Junta directiva de RedEAmérica en estos diez años

• P. Fundación Esquel, Boris Cornejo (Ecuador)

• P. Fundación Arcor, Claudio Giomi (Argentina)

V. Instituto Hedging Griffo, Silvia Morais (Brasil)

• P. Fundación Nobis, Paul Velasco (Ecuador)

V. Cemefi, Jorge Villalobos (México)

• P. Cemefi, Jorge Villalobos (México) V. Fundación Smurfit Cartón de

Colombia- Beatriz Mejía

Secretarías técnicas

• Cemefi (México)

• Fundación Empresas Polar (Venezuela)

• Fundación Telefónica (Chile)

• Consorcio para el Desarrollo Comunitario (Colombia)

Coordinadores de programa

• Fundación Minetti (Argentina)• Fundación Corona (Colombia)

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ideas y planteamientos de las diferentes instancias de RedEAmérica sobre lo que debería ser el futuro de la red.

Estos talleres se llevaron a cabo en Colombia – Venezuela, Perú, México – Guate-mala, Brasil, Argentina – Uruguay, Chile y Ecuador. A los talleres acudieron repre-sentantes de 46 de los 57 miembros, es decir se logró un 81% de participación. La Dirección Ejecutiva participó en cinco de los talleres de los nodos.

Pero además se realizaron entrevistas con miembros individuales, líderes empre-sariales, aliados nacionales e internacionales, para cerrar con dos talleres con los miembros de la junta directiva donde, a partir de los insumos de los nodos y de los aliados, se elaboró el Plan Estratégico.

Según el informe de la consultoría, en los talleres los miembros de la red valoraron especialmente ocho aspectos en la oferta de valor de la red: aprendizaje y genera-ción de capacidades, respaldo, confianza y creación de institucionalidad, acceso a recursos e identificación de oportunidades, identidad, posicionamiento, visibilidad y divulgación, incidencia e impacto.

De la ronda de consultas también surgieron recomendaciones de acción alrededor de temas como el aprendizaje y la generación de capacidades, las alianzas y el

Representantes de los nodos de RedEAmérica 2002-2011En Argentina Fundación Arcor Fundación Minetti Shell

En Bolivia Fundación Inti Raymi

En Brasil Fundação Aperam Acesita Fundação Otacílio Coser Fundação Odebrecht Instituto Holcim Instituto de Cidadania Empresarial Indstituto Hedging Griffo Instituto Camargo Corrêa Instituto Indusval Multistock de sustentabilidade Instituto Arcor

En Chile Fundación Telefónica Fundación Microfinanzas y Desarrollo

En Colombia Fundación Corona Fundación Smurfit Cartón de Colombia Fundación Gases de Occidente

En Ecuador Fundación Esquel Fundación Nobis Fundación Holcim

En guatemala Fundación Pantaleón

En México Fundación Merced Cemefi Fundación Dibujando un Mañana

En Perú Asociación los Andes de Cajamarca Asociación Atocongo Asociación Ancash

En República dominicana Fundación Falcondo

En uruguay Fundación ACAC

En venezuela Fundación Empresas Polar

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hoy la red cuenta con una institucionalidad mínima pero muy sólida, y su estructura básica se financia con las cuotas de sus miembros.

trabajo colaborativo, comunicación y visibilidad, acceso a recursos e identifica-ción de oportunidades, la ampliación de membresía y la incidencia en políticas públicas.

Una recomendación clara y continuada en los diferentes talleres, entrevistas y con-sultas realizadas durante el proceso fue la necesidad de una Dirección Ejecutiva para RedEAmérica. Aprovechando la constitución de RedEAmérica como una Aso-ciación sin Ánimo de Lucro, domiciliada en Colombia y según las normas legales de este país, la nueva Dirección Ejecutiva –dice el informe de la consultoría– debería ser un cargo propio de la Red, ejercido por una persona natural, contratada de tiempo completo y dedicación exclusiva, y ajustada a un perfil profesional previamente de-finido. La Dirección Ejecutiva ejercería, además, la representación legal de la Red.

De esta manera nace formal y jurídicamente la Corporación RedEAmérica, el 11 de agosto de 2008, con domicilio en la ciudad de Bogotá, Colombia. En la Dirección Ejecutiva fue nombrada posteriormente Margareth Flórez, quien había estado vinculada al nacimiento y los primeros años de RedEAmérica desde la Fundación Corona y como coordinadora de programa de Construcción de Capa-cidades y representante del nodo colombiano de RedEAmérica. Flórez asumiría la dirección en mayo de 2009.

Comenzó así una nueva fase de construcción de bases firmes y propias para la red: una oficina, una contabilidad, un archivo propios; unas reglas para vincular y desvincular miembros o para elegir la junta directiva, unos procedimientos, en fin, un conjunto de políticas, normas y facilidades que le dieran piso institucional a RedEAmérica.

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Hoy la red cuenta con una institucionalidad mínima pero muy sólida, y su estructura básica se financia con las cuotas de sus miembros.

Otra línea importante de institucionalización la han representado los nodos nacio-nales, que agrupan a los miembros en cada país. Los nodos no existían en el diseño original de la red pero se fueron gestando en la dinámica de relaciones establecidas para la toma de decisiones, para el intercambio de información y en algunos casos, para el desarrollo de programas nacionales.

Ya en la reunión del Comité Coordinador de la red en enero del 2003 en México la idea de los nodos comenzó a tomar forma al establecerse que el “fortalecimiento de los nodos nacionales será una forma de fortalecer la Red”. En la posterior reunión del comité en São Paulo se sugirieron algunas funciones para el representante de cada país. Sobre este tema se consigna lo siguiente en las memorias de dicha reunión:

“Se solicitó que el representante de cada país que integra el comité coor-dinador asuma las siguientes funciones: mantener a los demás miembros de su país motivados; informarlos sobre los avances; mejorar el nivel de comprensión de los miembros sobre la visión y misión de la Red y su con-tribución al cabal desarrollo de estos elementos estratégicos; canalizar los esfuerzos y propuestas del país ante la Red, y promover la búsqueda de nuevos miembros nacionales, siguiendo los lineamientos de la estrategia de incorporación de miembros, definida por la Red.”

Este párrafo resume quizá el espíritu que animó la conformación de los nodos y que todavía impulsa su trabajo.

Los nodos de Argentina, Brasil y Colombia estructuraron para 2005 y 2006 programas y fondos nacionales con to-dos o varios de los miembros de cada uno de esos países, mientras que los de Perú y Guatemala avanzaban en su proceso de fortalecimiento. Para 2011 los 11 nodos de RedEAmérica constituían una realidad y muchos de ellos continuaban realizando procesos de planeación estratégi-ca y estableciendo programas y fondos compartidos entre sus miembros que aseguraran una acción conjunta y for-talecida.

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Desde un comienzo, los miembros de la red buscaron que en sus asambleas además de las actividades propias de la las reuniones de este

tipo existieran actividades académicas o programá-ticas, se presentaran proyectos o estudios y hubiera un componente de reflexión alrededor de la temática del desarrollo de base, lo que de hecho se consiguió.

Luego, en 2008, se propuso que paralelamente a la asamblea de socios se realizara un foro internacional abierto que sirviera para promover la red en el país donde se realizara, para acercar a nuevos miembros y proyectar a RedEAmérica y su temática en la región.

Por ello desde 2009 se realiza el Foro Internacional de RedEAmérica, que ha servido además como un espacio para establecer diálogos con actores pú-blicos, con la academia, con agencias de coopera-ción, expertos y técnicos que le aportan a la red y sus miembros otras visiones de las problemáticas de la región. El foro también ha ayudado a esos actores externos a conocer a RedEAmérica y a acercarse para acordar mecanismos y procesos de colaboración.

En su primera versión en Ciudad de México, en sep-tiembre de 2009, y en asocio con Cemefi y el nodo mexicano de la red, el foro internacional se dedicó al tema de Inversión Privada en Desarrollo Social. Cerca de 200 directivos de fundaciones de México y toda América Latina, especialistas, académicos y estudiantes participaron en ese primer foro internacional.

En su apertura, Jorge Villalobos, presidente ejecutivo de Cemefi, dijo que el foro sería “una excepcional oportunidad para realizar una reflexión latinoamericana sobre el

Un diálogo internacional

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presente y el futuro de la inversión social privada en la región y para conocer experiencias significativas que se vienen implemen-tando en los distintos países, y que motivan a otras fundaciones y empresas a emprender este camino, y contribuir a la reducción de la pobreza y la desigualdad en el continente”. Sin duda la frase recogía el espíritu y la inspiración del evento.

Para su segunda versión, realizada en Lima en agosto de 2010, el tema escogido fue la Inversión Social Privada en comunidades como un aporte a la sustentabilidad en América Latina. En marzo de 2011 se realizó en Cartagena el III Foro Internacional de la red con asistencia de cerca de 170 personas. En esa oportunidad el

tema fue el de los “Desafíos de la Inversión Social Privada frente al Desarrollo”.

El IV Foro Internacional de RedEAmérica “10 anos em rede pelo desenvolvimento” se realiza en Campinas, São Paulo, Brasil entre el 29 de febrero y el 1º de marzo de 2012.

Cuál puede ser el futuro

A la pregunta por el futuro de RedEAmérica las respuestas son tan variadas como propositivas. Andrea Schettini, directora de la Fundación Minetti de Argentina, piensa que un punto importante es el posicionamiento para la

incidencia en agendas y políticas públicas en el ámbito regional: “Me parece inte-resante que la red se posicione como un referente a ser consultado cada vez que diferentes organismos regionales o nacionales tomen decisiones o generen progra-mas para el desarrollo de las comunidades más vulnerables, por ejemplo la Unasur o Mercosur”.

Para Tatiana Brasil Nogueira, del Instituto Holcim de Brasil un tema capital es la in-serción del desarrollo de base en las empresas. “Gran parte de las empresas siguen siendo asistencialistas y no visualizan los beneficios de trabajar los proyectos en conjunto con las comunidades donde actúan”.

de RedEAmérica

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Aprender a trabajar en alianzas es el punto que subraya Paul Velasco, director técnico de la Funda-ción Nobis y ex presidente de la Junta Directiva de la red. “No es concebible un desarrollo sostenible si no se promueve la alianza entre lo público, lo privado y lo comunitario. Sin estos tres ejes toda acción social será episódica. De lo que se trata es que RedEAmérica provoque en todos sus progra-mas acuerdos que involucren a estos tres sectores”.

Flavio Flores, de la asociación Los Andes de Cajamarca, en Perú, cree que es preciso “establecer y consolidar relaciones con redes similares en otras partes del mundo (Europa, África, Asia) para fortalecer el interaprendizaje y la adaptación de experiencias en la Red”.

Por su parte, Manuel Farías, gerente de la Fundación Minera Los Pelambres, de Chile, piensa que “será un gran reto para esta red integrar a nuevos miembros y al menos doblar el número de integrantes que aporten su experiencia y visión sobre uno de los desafíos más importantes para nuestro continente y para el mundo: la inclusión social”.

En Fundemex, de México, Natalia Wills, subdirectora de operaciones, opina que “el primer reto que tiene la Red es su fortalecimiento interno. Es importante que los miembros de RedEAmérica dentro de los nodos, así como a nivel hemisférico se conozcan cada vez más y puedan intercambiar experiencias (buenas y malas). Dado que la red es de aprendizaje, esta es su principal razón de ser y por ello se deben tratar de afianzar los lazos de los integrantes actuales”.

Para Claudio Giomi, gerente de Sustentabilidad de Arcor en Argentina y ex pre-sidente de la Junta Directiva de la red, “el sector privado debe involucrarse de manera más decidida en el desarrollo de los países, a través de una estrategia de inversión sustentable, y ahí RedEAmérica debe jugar un papel. También creo que para contribuir a la reducción de la pobreza, a mejorar la democracia, el trabajo que hacemos de manera particular es muy limitado, entonces sumarse a un espacio como RedEAmérica tiene por detrás la vocación de hacer más”.

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Melba Pinedo, directora de la Fundación Gases de Occidente, de Colombia, toca otro punto importante, la gestión de conocimiento: “es necesario integrar de manera más efectiva y practica acciones que generen intercambio de saberes en temas estratégicos para ac-ceder a las mejores capacidades de talento y activos, independientemente de dónde residan. Esto implica reconocer las capacidades, acercarse a plataformas tecnológicas más amigables y adelantar proyectos en común que promuevan este componente”.

Lograr una “mayor visibilidad y conocimiento del de-sarrollo de base como una estrategia para desarrollar capacidades en las organizaciones de base” es funda-mental para Carlos Rivas de Supermercados Unicasa,

de Venezuela. “Es importante que las comunidades perciban el desarrollo de base como una forma de definir y abordar colectivamente sus necesidades, identificar soluciones y hacerse protagonistas de su propio desarrollo, e incluso, influir en las políticas públicas que les son propias”.

Ramón Daubón, experto de la Fundación Kettering, y asesor de la IAF en los co-mienzos de la red, propone que RedEAmérica vuelva a sus raíces: “hay que redes-cubrir el desarrollo de base, pero no solo como llevarle proyectitos a los pobres. El desarrollo de base es donde se construye la base de desarrollo, y eso implica que los pobres, al tener la capacidad de gestión pueden interactuar no solo con la em-presa que está apoyando el proyecto, sino con el grupo comercial de la comunidad, interactuar positivamente con el grupo político de la comunidad. Esa capacidad de los pobres de hacerse ciudadanos es algo que RedEAmérica empezó a dar indicios de conocer y que debe retomar”.

Guillermo Carvajalino, quien también estuvo en los comienzos de la red e hizo parte del equipo que asesoró su último proceso de planeación estratégica, habla de varios niveles de retos, “pero hay un reto importante que es la materialización de su oferta de valor. Su liderazgo temático tiene que ser más significativo. RedEAmérica hoy en día tiene ese liderazgo, es casi la única organización que impulsa el tema, además con un grupo de 60 o 70 fundaciones empresariales. Pero el reto es dar el siguiente paso, convertir el desarrollo de base en el tema de fundaciones

Paul velasco, director técnico de la Fundación nobis: “no es concebible un desarrollo sostenible si no se promueve la alianza entre lo público, lo privado y lo comunitario. Sin estos tres ejes toda acción social será episódica”.

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empresariales de América Latina, en el tema líder de la responsabilidad social, que se vuelva relevante en la agenda de los organismos multilaterales”.

Cualquiera que sea el futuro o el destino de RedEAmérica, su razón de ser, la lucha contra la pobreza en la región, sigue siendo una realidad presente y dolorosa: como afirma Naciones Unidas, Latinoamérica es la región más desigual del mundo y 10 de los 15 países más desiguales estaban en este lado del planeta para 2011. Según las cuentas de la CEPAL, 174 millones de personas subsisten en condiciones de pobreza en el subcontinente.

El desafío es aún enorme, pero hay luces que indican que América Latina está mejor preparada para enfrentar el reto de la superación de la pobreza, la disminución de la desigualdad y la exclusión.

El cambio en el perfil demográfico, una clase media más fuerte, una sociedad más integrada e informada, un crecimiento económico importante en la última déca-da, acompañado de políticas públicas de protección social, una institucionalidad que avanza en su efectividad y una ciudadanía más consciente de sus derechos y responsabilidades son factores que han logrado incidir sobre la disminución de la pobreza en la región, con resultados diferentes según sea el país. Tal vez el ejemplo más notorio sea Brasil, donde se ha logrado en la última década que 30 millones de personas superaran su condición de pobreza.

Y aunque persisten flancos débiles en democracias más saludables pero aún frági-les, en economías con altos grados de informalidad y subempleo y acusadas mani-festaciones de violencia, quizá la región se encuentra ante un contexto más favo-rable, con enfoques y experiencias de los cuáles aprender y con mayor conciencia de parte de los distintos actores sociales sobre su corresponsabilidad para alcanzar este reto.

Lo cierto es que el sector privado que hace inversión social no cuenta con los recur-sos y los instrumentos requeridos para producir de manera unilateral las transforma-ciones, pero puede contribuir de forma audaz, significativa y complementaria con su acción y su voz a la meta de superar la pobreza, la exclusión y la desigualdad en el continente. Y la misión de RedEAmérica seguirá siendo, seguramente, hacer posible esa importante contribución.

El sector privado puede contribuir de forma audaz, significativa y complementaria con su acción y su voz a la meta de superar la pobreza, la exclusión y la desigualdad en el continente.

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Fuentes consultadas

P ara la realización de este texto fueron muy importantes la información y los comenta-rios aportados en entrevistas por Juanita Roca, representante de la IAF en Colombia, Venezuela y Ecuador; Ramon Daubón, experto de la Fundación Kettering; Rodrigo Vi-

llar, director de Aprendizaje de la Fundación DIS y Guillermo Carvajalino, director ejecutivo de la misma fundación, así como de Margareth Flórez, directora ejecutiva de RedEAmérica.

Igualmente fueron consultadas entrevistas dadas al boletín de RedEAmérica por Jorge Villa-lobos, presidente ejecutivo de Cemefi y presidente de la Junta Directiva de la red, Claudio Giomi, gerente de Sustentabilidad de Arcor en Argentina y ex presidente de la Junta Directiva de la red y Paul Velasco, director técnico de la Fundación Nobis y también ex presidente de la Junta Directiva de la red.

También fueron consultados los siguientes documentos:

• CEPAL, 2003. Panorama social de América Latina 2002-2003. Santiago de Chile, marzo de 2004.

• Fundación DIS, 2008. Proceso de planeación estratégico de RedEAmérica. Informe Eje-cutivo. Bogotá, 9 de diciembre de 2008.

• Inter American Foundation, IAF, 2002. Memoria de la Reunión de la Red de Fundaciones y Acciones Empresariales para el Desarrollo de Base, elaborada por Rodrigo Villar. Mia-mi, septiembre 19-21, 2002.

• Inter American Foundation, IAF, 2009. Lo que los grandes pensadores del desarrollo sos-layan: 40 años de adelanto colectivo, David Barton Bray. En Desarrollo de Base, revista de la Fundación Interamericana, volumen 30 No. 1. Washington D.C. 2009.

• Villar Rodrigo, 2008. RedEAmérica: origen y evolución. Fundación DIS, SF.

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Accesados en diversos momentos entre el 1º. de diciembre de 2011 y el 27 de enero de 2012.

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