1 rasgos de la identidad jesuita propios de la misión de las obras del ss 2015.pdf

7
1 RASGOS DE IDENTIDAD JESUITA PROPIOS DE LA MISIÓN DE LAS OBRAS DEL SECTOR SOCIAL CPAL 2015 “Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos sin pretender entrar en detallespara que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie. Hace falta sacar sus consecuencias prácticas para que «puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales». …. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común». Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe que nunca es cómoda e individualistasiempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia» Papa Francisco, EG 182-283 . Nuestra identidad social se asienta sobre la convicción de que Dios nos invita a colaborar con él. San Ignacio y sus compañeros escucharon esta llamada e hicieron del cuidado de pobres y enfermos un rasgo destacado de su misión, y así lo establecieron en la Fórmula del Instituto y las Constituciones para las futuras generaciones de jesuitas. Muy pronto, junto a las obras de misericordia que atendían necesidades más inmediatas se encontraron otras ‘obras’ que se aproximaban más a lo que hoy se llama apostolado social: el trabajo con las prostitutas en Roma, las Reducciones Indígenas americanas, la defensa de los pueblos nativos en Brasil, los esfuerzos por “pacificar a los desavenidos”, entre otros, fueron iniciativas de reconstrucción social más allá de la atención inmediata al desvalido. Participamos del mismo fuego que hizo a Ignacio pedir ser puesto con el Cristo pobre que carga la cruz (Storta), y que inspiró modernamente la doctrina social de León XIII al contemplar las condiciones laborales de las masas obreras y la inmensa precariedad de sus existencias. Los papas no han dejado de recordar a la Iglesia sus responsabilidades sociales, redescubriendo una nueva manera de enfocar la caridad cristiana, emparentada con el discernimiento (la crítica) de los sistemas políticos y económicos y la defensa de los derechos de las mayorías. UN POCO DE HISTÓRIA Un hito importante en el desarrollo de nuestra identidad fue la Instrucción sobre el Apostolado Social del P. Janssens que recogió esa “mentalidad social” eclesial y lanzó este “apostolado” en la Compañía para desvelar las causas del sufrimiento humano y plantear estrategias de acción. Había en su carta una llamada a proveer este nuevo reto de hombres preparado en ciencias sociales y con medios suficientes para la acción y la investigación

Upload: angelita2013luana

Post on 08-Jul-2016

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

1

RASGOS DE IDENTIDAD JESUITA PROPIOS DE LA MISIÓN

DE LAS OBRAS DEL SECTOR SOCIAL

CPAL 2015

“Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores

o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos —

sin pretender entrar en detalles— para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie. Hace falta sacar sus consecuencias prácticas

para que «puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales». ….

Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados

a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17),

para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar

«especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común». Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad

secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por

la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san

Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe

—que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos

este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con

todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y

del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al

margen en la lucha por la justicia» Papa Francisco, EG 182-283 .

Nuestra identidad social se asienta sobre la convicción de que Dios nos invita a colaborar con él. San Ignacio y sus compañeros escucharon esta llamada e hicieron del cuidado de pobres y enfermos un rasgo destacado de su misión, y así lo establecieron en la Fórmula del Instituto y las Constituciones para las futuras generaciones de jesuitas. Muy pronto, junto a las obras de misericordia que atendían necesidades más inmediatas se encontraron otras ‘obras’ que se aproximaban más a lo que hoy se llama apostolado social: el trabajo con las prostitutas en Roma, las Reducciones Indígenas americanas, la defensa de los pueblos nativos en Brasil, los esfuerzos por “pacificar a los desavenidos”, entre otros, fueron iniciativas de reconstrucción social más allá de la atención inmediata al desvalido. Participamos del mismo fuego que hizo a Ignacio pedir ser puesto con el Cristo pobre que carga la cruz (Storta), y que inspiró modernamente la doctrina social de León XIII al contemplar las condiciones laborales de las masas obreras y la inmensa precariedad de sus existencias. Los papas no han dejado de recordar a la Iglesia sus responsabilidades sociales, redescubriendo una nueva manera de enfocar la caridad cristiana, emparentada con el discernimiento (la crítica) de los sistemas políticos y económicos y la defensa de los derechos de las mayorías. UN POCO DE HISTÓRIA Un hito importante en el desarrollo de nuestra identidad fue la Instrucción sobre el Apostolado Social del P. Janssens que recogió esa “mentalidad social” eclesial y lanzó este “apostolado” en la Compañía para desvelar las causas del sufrimiento humano y plantear estrategias de acción. Había en su carta una llamada a proveer este nuevo reto de hombres preparado en ciencias sociales y con medios suficientes para la acción y la investigación

2

social, para la inserción entre los obreros y con instrumentos necesarios para hacerlo posible. Se multiplicaron entonces las instituciones sociales, los círculos de obreros y los centros de formación que habrían de fecundar a muchos dentro y fuera de la Compañía; y nacería esa forma tan peculiar del apostolado social que es la misión obrera. Con la llegada al generalato del P. Arrupe y la celebración de la CG 32 la Compañía universal declara que todas las obras apostólicas han de tener una dimensión social ineludible. La “promoción de la justicia” es imperativo de todas nuestras obras y nuestros apostolados como lo es la “defensa de la fe”. La fe y la justicia, como recordarán también las siguientes CC.GG, es expresión creativa de la preocupación por un mundo más justo según la justicia del evangelio, que manifiesta por igual el amor a Dios y a la humanidad, haciéndose cauce de diálogo y reconciliación, de evangelización y de compromiso por cambiar las injustas estructuras sociales que a menudo hunden sus raíces en las propias culturas. NOS LO RECORDÓ LA CONGREGACIÓN GENERAL 34. Estamos enraizados en Dios e inmersos en el mundo para contemplar, amar y servir con la compasión de Cristo nuestro Señor, como declara el decreto 2 de la CG 35; esa es nuestra identidad. Una identidad que nos revela a todos, laicos y jesuitas, como servidores de LA MISIÓN DE Cristo, porque es Él mismo quien enciende el corazón de pasión por este mundo de pobres y excluidos, de marginados, de disminuidos, de manipulados, de explotados, de empobrecidos, oprimidos y violentados. Los pobres constituyen ese rosario de nombres y rostros a los que, gracias a Dios, ya no somos ajenos como Compañía de Jesús. Este “redescubrimiento de nuestro carisma” se ha ido ensanchando en los veinticinco años del generalato del P. Kolvenbach, tan decisivos para conformar el estado actual del apostolado social. El Congreso de Nápoles y el documento de Características del apostolado social, su Carta sobre el Apostolado Social y los numerosos encuentros y documentos gestados a través del Secretariado de Justicia Social y Ecología han ido nutriendo ese espíritu a través de pautas precisas. No sin dificultades, errores y pecados a lo largo de los últimos 35 años los compañeros de Jesús hemos integrado progresivamente la dimensión social en todos nuestros servicios apostólicos. No obstante tanto el Pe. Kolvenbach, especialmente en sus últimos años como general, como el Pe. Nicolás han insistido en varias oportunidades en “la crisis” del apostolado social en La Compañía; y han alertado a los superiores mayores y responsables de la formación sobre la necesidad de tomar medidas concretas para promover el apostolado social, y preparar y destinar jesuitas (y colaboradores) de una manera particular a actuar en instituciones que visibilizan lo que se llama el Sector Apostolado Social. A QUIEN SE DIRIGE ESTE DOCUMENTO El presente documento se dirige a las obras, instituciones y proyectos que forman parte del Sector Social; todos ellos sostenidos por el trabajo conjunto de jesuitas, laicos y laicas, miembros de otras congregaciones religiosas, sacerdotes seculares y otras personas colaboradoras de otras confesiones religiosas o sin confesión de fe alguna. Generalmente ellas están estrechamente conectadas con otras instituciones, movimientos sociales y eclesiales comprometidos también con el servicio de la fe y la promoción de la justicia. Se observan particularidades y acentos propios en la articulación del Sector Social dentro de cada Provincia, pero podemos distinguir dos categorías de obras, siguiendo los últimos documentos de las Congregaciones Generales y del secretariado para la Justicia Social:

3

Aquellas que son reconocidas por la Compañía de Jesús como propias, contribuyen a la realización de su misión y manifiestan los valores ignacianos.

Aquéllas obras que no dependen jurídicamente de la Compañía pero con vínculos de origen o afinidad, y que se articulan en las comisiones sociales u otros órganos de coordinación de los apostolados sociales de las provincias.

En ambos casos estamos hablando de obras que cuentan con proyectos alineados con el conjunto de directivas apostólicas de la Compañía de Jesús, que se coordinan también con las demás instituciones e iniciativas de la propia Compañía y que se las reconoce como jesuíticas por su manera de trabajar. La pertenencia de esas obras al sector social de la Compañía de Jesús no viene dada sólo por la titularidad jurídica o por la vinculación más o menos formal; debe responder, más bien, a unos rasgos comunes sobre el modo como definen su misión (1), como integran el servicio de la fe y la promoción de la justicia en su acción (2), como proceden en el ejercicio de su misión ad extra: criterios evangélicos e ignacianos (3) y como encarnan (anuncian) la misión ad intra: testimonio de verdaderas comunidades apostólicas (4). La identificación de estos rasgos es una herramienta útil para la evaluación de las obras que forman el sector social, y para el discernimiento de personas e instituciones que buscan modos de vinculación o integración en el mismo. Este documento quiere ofrecer una herramienta para las obras que participan del sector social de la Compañía en la CPAL para que les ayude a reflexionar, profundizar y evaluar su modo de proceder.

Rasgos de la identidad jesuita de la misión de las obras del sector social

A. Rasgos relacionados con la definición de la Misión

La Misión de la Compañía de Jesús, formulada hace 40 años por la CG 32 como “el servicio de la fe y la promoción de la justicia” incorporó en la CG 34 el diálogo con las culturas y las religiones como parte de esa misión, gracias a la experiencia general acumulada por la Compañía y la experiencia del esfuerzo transformador del Apostolado Social. Toda obra y trabajo apostólico de la Compañía debe incluir dichas dimensiones de forma explícita en su proyecto.

1. Promoción de la JUSTICIA y la SOLIDARIDAD.

En medio de una sociedad globalizada marcada por frecuentes dinámicas de exclusión y de injusticia, las obras del apostolado social contribuyen de forma directa a la promoción de una mayor justicia y de una creciente solidaridad entre “naciones” diferentes, siempre desde las opciones y perspectivas de los más pobres y excluidos.

1.1. Entiende la promoción de la justicia como la transformación estructural y cultural de

nuestras sociedades

1.1.1. Defiende la justicia en sus distintas dimensiones: derechos humanos, desigualdad creciente acelerada por la globalización actual, la vida en todos

4

sus estadios, la defensa de culturas amenazadas, la protección del medio ambiente.

1.1.2. Incluye las dimensiones de reflexión, investigación, sensibilización e incidencia pública en su actuar, apuntando a la transformación de las estructuras políticas y valores culturales que causan la exclusión.

1.1.3. Se implica públicamente con las causas justas y se la conoce por ello.

1.2. Cercana a los pobres:

1.2.1. Los pobres y excluidos no sólo son los beneficiarios directos de su actuar, sino que tienen en ella (la obra y su institucionalidad) un espacio de reconocimiento de su propia voz, de expresión de sus necesidades y perspectivas, y de ejercicio de su ciudadanía como anuncio anticipativo de relaciones nuevas.

1.2.2. Estructuralmente al servicio de las personas más necesitadas, asumiendo activamente en su misión la perspectiva de las personas pobres y excluidas.

1.2.3. Analiza críticamente la realidad, y ofrece una lectura del mundo y sus transformaciones sociales que, a la vez que denuncia las estructuras de poder que generan violencia, injusticia y marginación, anuncia proactivamente nuevas posibilidades y tiende puentes de reconciliación con la creación, con los demás y con El creador.

1.3. Ejerce su apostolado con criterios ignacianos de pobreza evangélica.

1.3.1. Se discierne sobre los medios materiales a utilizar de manera que, garantizando la eficacia apostólica, estos signifiquen también un mayor compromiso y cercanía a los pobres.

1.4. Asume y afronta el conflicto social como parte integrante de su misión profética:

1.4.1. Reconoce, tematiza y trabaja activamente en la resolución de los conflictos internos (a la obra y dentro de la Compañía) asumiéndolos como una oportunidad de crecimiento y mejora de su servicio a la Misión de Cristo.

1.4.2. Reconoce los conflictos sociales en los que está inmersa y los trabaja como ocasión de crecimiento para las partes.

1.4.3. Trabaja en la construcción de condiciones de reconciliación entre “los desavenidos” (fórmula del instituto).

2. Anuncio de la Fe.

La fe en el Dios encarnado en Jesús nos llama y anima al trabajo por la justicia; el mismo Señor que nos llama nos llena con la fuerza de su Espíritu. El Espíritu nos permite trabajar por los pobres y con ellos sin desmayo, con perseverancia, con esperanza y sin buscar nuestra propia promoción personal o institucional. Descubrimos esa misma Fuerza Espiritual en personas que confiesan su fe en otras tradiciones religiosas, y también en personas que no profesan una fe religiosa. Por todas estas razones las obras del Sector Social son también espacios para el cuidado de la vida espiritual, proclamando y compartiendo nuestra fe en el diálogo fraterno y la acción conjunta con creyentes de otras tradiciones religiosas y culturales, y con no creyentes.

5

2.1. Desde la fe, dialogamos con el mundo:

2.1.1. Acoge la diversidad de manifestaciones culturales y religiosas, en las que Dios se expresa.

2.1.2. Desde la mirada compasiva y misericordiosa del Dios trinitario sobre el mundo, busca y acoge su interpelación en las diferentes realidades humanas y en sus manifestaciones culturales y religiosas.

2.1.3. Allí donde se encuentra, se encarna en la cultura: en sus modos de relacionarse entre las personas y de situarse ante el mundo, en sus lenguas y sus expresiones.

2.2. El trabajo de la obra pone de manifiesto la relevancia de la fe en el contexto cultural en que actúa:

2.2.1. El equipo de trabajo constituye una comunidad plural de personas, en la que los creyentes pueden hacer expresión pública de su fe y de sus motivaciones cristianas, y respetan las creencias e ideas de las demás personas; y viceversa.

2.2.2. Los contenidos de la fe y sus expresiones interpelan, en la acción institucional, las lógicas perversas de mundo, y ejercen su testimonio profético.

2.2.3. Promueve espacios para potenciar y cualificar la espiritualidad y la celebración de la fe cristiana, así como para el cuidado de la vida espiritual de todos según la diversidad de posturas personales, sean agentes o destinatarios.

2.2.4. Promueve por sí misma o se incorpora a esfuerzos de otros para que se fortalezcan redes sociales que se ocupan de la atención de la diversidad cultural y religiosa.

B.- Rasgos relacionados con el ejercicio de la MISIÓN

La persona es el centro de la creación de Dios y está llamada a ser libre y vivir dignamente. Nuestro respeto a la dignidad humana tiene implicaciones en el modo de gestionar el proyecto institucional y de atender tanto a las personas que trabajan en la obra como a las que se benefician de ella. Por otra parte, la espiritualidad ignaciana, siendo espiritualidad para la inserción en un mundo en misión, aporta intuiciones y herramientas para la implicación de la persona en la misión institucional con todas sus capacidades: las más instrumentales, y también las personales y espirituales. Así mismo, el reconocimiento de la dignidad y capacidad de las personas destinatarias de la misión es condición necesaria para que ellos asuman su responsabilidad histórica en la construcción de una sociedad más justa.

3.1. La persona ocupa un lugar central:

3.1.1. La misión de la obra se orienta a un mayor y mejor servicio de las personas. A esto se subordinan los cambios y reorientaciones del proyecto institucional.

3.1.2. La acción integra en todas las fases la perspectiva de las personas pobres y excluidas, en la identificación de necesidades, planificación, selección de estrategias y evaluación.

6

3.1.3. Las personas destinatarias son los sujetos de los cambios, no “objetos” de nuestra labor.

3.1.4. La obra asume también, como objetivo propio, el desarrollo y cuidado de las personas que trabajan en ella, sea como voluntarias o contratadas.

3.2. Cuenta con un proyecto definido y concreto:

3.2.1. Hay un proyecto definido, claro y público, que encarna la misión, la visión y las opciones fundamentales de la obra, arraigado en la misión de la Compañía de Jesús (Proyectos Apostólicos de Provinci9a, Proyecto Apostólico Común de la Cpal, Congregaciones Generales), en clave de servicio de la fe y promoción de la justicia.

3.2.2. Es un proyecto compartido por un número significativo de personas de la obra, de modo que actúa como motivador de su trabajo: bien porque se ha construido con la colaboración de muchos de los participantes, bien porque la dirección ha ayudado a su asunción e interiorización con los medios oportunos.

3.2.3. Se parte de una perspectiva global desde la que se analizan las causas de los problemas sociales, reconociendo su imbricación con las manifestaciones locales; al mismo tiempo lo local encuentra su preciso lugar al alimentar la reflexión a partir de acciones concretas que ayudan a situar y comprender mejor las dinámicas globales.

3.3. La obra discierne continuamente su misión y los medios empleados:

3.3.1. A la hora de seleccionar sus orientaciones apostólicas tiene fundamentalmente en cuenta los criterios de “mayor necesidad” –que apunta a situaciones críticas de injusticia –, de “mayor fruto” –que favorecen la creación de comunidades de solidaridad –, y del bien “más universal” –acciones que contribuyen a cambios estructurales, propios de la Compañía de Jesús.

3.3.2. Es periódicamente evaluada (tanto interna como externamente) en el cumplimiento de su misión y sus rasgos propios, para poder establecer los desafíos institucionales.

3.4. Trabaja y promueve el trabajo en redes:

3.4.1. Participa y avanza en un diagnóstico y planificación común con el resto de obras del sector social en la provincia, en la Conferencia y en la Universal Compañía, según el nivel posible.

3.4.2. Establece acuerdos prioritarios de colaboración con otras obras de la Compañía o cercanas a ella, favoreciendo así el trabajo intersectorial.

3.4.3. Promueve y / o participa de diferentes redes (no sólo jesuitas, no sólo eclesiales) en defensa de la justicia.

3.5. Modo de gobierno:

3.5.1. Existen mecanismos de decisión claros que señalan quién toma las decisiones, así como las instancias de consulta que favorecen la participación de todas las personas de la obra.

7

3.5.2. En las reuniones de equipos en especial de aquellos con responsabilidades directivas o de decisión, se siguen modos ignacianos de discernimiento en la toma de decisiones.

3.5.3. Las decisiones que afectan a la identidad y misión de la obra son discernidas con todos los colaboradores, integrando en ese proceso aliados y superiores apostólicos y religiosos.

3.5.4. En las obras que jurídicamente dependan de la Compañía de Jesús las decisiones finales corresponden a los órganos de gobierno propios de la Compañía.

C.- Rasgos relacionados con las comunidades apostólicas.

Todos nosotros, personas e instituciones, somos responsables tanto de testimoniar como de acompañar y promover la reconciliación entre los seres humanos, y de estos con la creación y con Dios, colaborando así en la construcción de un mundo más justo para todos. Formar comunidades reconciliadas y de reconciliación es parte fundamental de la Misión de nuestras obras en el Sector Social.

4.1. La obra trabaja por construir un sentimiento de pertenencia:

4.1.1. Es un lugar de encuentro y diálogo, donde se propicia el trabajo en equipo y se favorecen las relaciones personales, la amistad y aprecio mutuos, celebrando en común la vida, con sus éxitos y fracasos.

4.1.2. La misión de la obra es compartida y enriquecida por el mayor número posible de personas, de manera que actúa como elemento aglutinador de las aspiraciones y esperanzas de quienes trabajan en ella.

4.1.3. Identificados la misión y los valores propios, la obra se convierte en lugar de encuentro y colaboración entre personas con identidades distintas: jesuitas, miembros de otras congregaciones religiosas, sacerdotes seculares, laicos cristianos católicos, cristianos de otras denominaciones, creyentes de otras tradiciones, y no creyentes.

4.2. La obra incorpora, forma y acompaña en su desarrollo a las personas concretas:

4.2.1. Se identifican e incorporan personas que pueden garantizar un buen servicio profesional y continuidad en la identidad ignaciana de la obra.

4.2.2. Cuenta con programas claros y estructurados de formación y acompañamiento, orientados al crecimiento de las personas y de la comunidad apostólica que forman, capacitándolas para que su participación en la obra sea lo más completa y motivada.

4.2.3. Hay programas de formación permanente que incluyen las dimensiones intelectual, afectiva, y espiritual en los ámbitos personal y comunitario.

4.2.4. Ofrece a las personas que la integran el contacto con realidades de injusticia y se las acompaña con una lectura creyente desde la fe que obra la justicia.