1 - paradigma ecológico en psicología comunitaria

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Cap. 1.- EL PARADIGMA ECOLÓGICO EN PSICOLOGÍA COMUNITARIA: DEL CONTEXTO A LA COMPLEJIDAD Jorge Castellá Sarriera 1. La importancia de la elección de una teoría explicativa Aunque nos sea familiar la máxima: ‘no hay nada más práctico que una buena teoría’, la experiencia nos muestra la dificultad de mostrar coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. Así le ha pasado a la Psicología Comunitaria durante mucho tiempo que, de forma intuitiva, bajo la ley del ‘ensayo-error’, ha ido tanteando los caminos de la acción comunitaria. Por ese motivo algunas prácticas comunitarias se transformaron en acciones asistencialistas, y, además, con frecuencia, sin conseguir evaluar la consecución de sus objetivos de trabajo, si es que estaban inicialmente explicitados. Profesionalizar la tarea del psicólogo comunitario implica en la realización de un trabajo que: 1) tenga como telón de fondo una buena teoría explicativa, evaluada de forma positiva por otros profesionales del área, que tengan experiencia y conocimiento; 2) que sea capaz de realizar un análisis sistemático y lo más completo posible de la realidad, con base en el conocimiento construído entre el saber científico y el saber popular; 3) que se oriente por los valores éticos de respeto, solidaridad y compromiso.

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Paradigma ecologico

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Cap. 1.- EL PARADIGMA ECOLÓGICO EN PSICOLOGÍA COMUNITARIA: DEL

CONTEXTO A LA COMPLEJIDAD

Jorge Castellá Sarriera

1. La importancia de la elección de una teoría explicativa

Aunque nos sea familiar la máxima: ‘no hay nada más práctico que

una buena teoría’, la experiencia nos muestra la dificultad de mostrar

coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. Así le ha pasado a

la Psicología Comunitaria durante mucho tiempo que, de forma

intuitiva, bajo la ley del ‘ensayo-error’, ha ido tanteando los

caminos de la acción comunitaria. Por ese motivo algunas prácticas

comunitarias se transformaron en acciones asistencialistas, y,

además, con frecuencia, sin conseguir evaluar la consecución de sus

objetivos de trabajo, si es que estaban inicialmente explicitados.

Profesionalizar la tarea del psicólogo comunitario implica en la

realización de un trabajo que: 1) tenga como telón de fondo una buena

teoría explicativa, evaluada de forma positiva por otros profesionales

del área, que tengan experiencia y conocimiento; 2) que sea capaz de

realizar un análisis sistemático y lo más completo posible de la

realidad, con base en el conocimiento construído entre el saber

científico y el saber popular; 3) que se oriente por los valores

éticos de respeto, solidaridad y compromiso.

La Psicología Comunitaria, como área aplicada de la Psicología

Social, puede valerse de cualquier teoría que explique el

comportamiento humano. Sin embargo, cada teoría ha sido construída

mediante el conocimiento producido con determinadas prácticas y en

determinados contextos. Una teoría tendrá más consistencia y fuerza

explicativa dentro del campo en la cual fue validada. Así existen

buenas teorías para explicar los procesos de aprendizaje, la clínica

psicológica, el contexto social, educacional, laboral y de la salud.

Transferir conocimientos construídos de un área de actuación para

otra, puede traer dificultades interpretativas por ignorar las

especificidades del entorno en donde el comportamineto se produce. Por

eso, los psicólogos comunitarios han ido escogiendo, adaptando o

creando teorías que tuviesen su origen en las prácticas sociales, a

veces de áreas afines como la antropología, la educación, el servicio

social, la medicina social, otras de la propia Psicología, como la

Social, Educacional, de la Salud o Institucional.

Las teorías expuestas en este libro reflejan aquellas con las

cuales los psicológos comunitarios latinoamericanos se han adherido

con mayor énfasis por creer que representan mejor nuestra realidad.

Son ellas: La Psicología Social Comunitaria (Serrano-García y Collazo,

1992; Montero, 2003), y la Psicología de la Liberación (Martín-Baró,

1998). Por otro lado, están las teorías adaptadas a nuestra realidad

pero provenientes de contextos diferentes, que, por su relevancia,

están contribuyendo con el avance de la Psicología Comunitaria

Latinoamericana, son: el Paradigma Ecológico en Psicología Comunitaria

(Kelly,1986a, 1986b; Sarriera,1998, 2004) y el Enfoque Ecológico-

Sistêmico de la Salud (Saforcada, 2001, 2003). Sabemos que ninguna de

estas teorías es, por sí sola, capaz de explicar la complejidad de los

fenómenos sociales, ni es suficientemente amplia para asumir, al mismo

tiempo, diferentes niveles de análisis (personas, grupos,

instituciones o sociedades).

Será la opción profesional, junto con los valores personales y el

análisis del problema o situación a trabajar, que llevará a escoger el

instrumental teórico-metodológico que podrá ser más eficaz para llegar

a los objetivos propuestos. En la práctica, muchos conceptos de las

teorías antes citadas se complementan y se enriquecen. Cada una de

ellas atribuye mayor importancia a ciertas categorías de análisis o a

focos temáticos determinados (concienciación, fortalecimiento,

organización y cambio comunitario, salud y prevención, desarrollo

humano y social). Las teorías que hemos selecionado para este libro, a

pesar de sus diferencias, poseen presupuestos epistemológicos

convergentes.

2. La crisis paradigmática

Estamos saliendo actualmente de una crisis paradigmática que ha

marcado las discusiones en las universidades, entre los más

conservadores y progresistas. La búsqueda actual de nuevos paradigmas

explicativos, capaces de rescatar los elementos perdidos en la

investigación psicológica y social tradicional, sigue una perspectiva

más integrada y comprometida socialmente con el ser humano.

Han evolucionado los conocimentos, los instrumentos y las

estrategias del trabajo interventivo e investigativo, especialmente en

las áreas aplicadas. El llamado paradigma tradicional o positivista,

hasta hace poco divisor de aguas entre lo que era considerado

científico y no científico, ha sido duramente criticado por nosotros

psicólogos sociales por ser reduccionista y simplificador de la

realidad humana.

Otros paradigmas, llamados pós-modernos (Montero, 1996), valorizan

aspectos de la realidad dejados de lado por el paradigma tradicional

como: la complejidad, el desorden, el movimiento, la experiencia, el

significado, el contexto, y la conciencia, y se constituyen en

elementos de análisis necesarios para una realidad, ya no estática,

sino en permanente cambio y construcción.

La perspectiva epistemológica, la visión de hombre, de mundo y de

realidad han cambiado e inclusive el proprio concepto de Ciencia. Los

supuestos ontológicos se afirman desde una perspectiva ética de las

relaciones interpersonales y del trabajo científico. El conocimiento

sobre el ser humano se expande, integrándose en una comprensión más

unitaria a partir del entendimiento de las interdependencias que

ultrapasan al ser humano y su ambiente vital.

Como toda área de conocimiento, la Psicología Comunitaria necesita

plantearse y discutir sus principios epistemológicos, sus constructos

explicativos y su intrumental metodológico. Pero, además, y como

característica de la Psicología Comunitaria, los presupuestos éticos

asumen mucha importancia, enfatizando valores, entre ellos cambio

social por mejores condiciones de vida, la participación ciudadana, la

elaboración de políticas públicas que contribuyan para la disminución

de las desigualdades sociales y la búsqueda de mejores condiciones de

salud, trabajo y vivienda dignas para todos.

Como afirma Maritza Montero (1996), la construcción de un paradigma

en Psicología Social se debe basar en la valorización de la

construcción y transformación crítica, a través de una relación

dialógica y participativa entre el investigador externo (psicólogo

comunitario) y los investigadores internos (comunidad), dando énfasis

a la aplicación de los avances de la ciencia al servicio del cambio

social y de la mejoría de la cualidad de vida.

3. El Paradigma Ecológico en Psicología Comunitaria

La palabra ‘ecológico’ (del griego oikós = ‘habitat’, casa),

representa una metáfora que, para Boff (1999) significa el cuidado con

el entorno, con la naturaleza, con las personas, con las comunidades,

para conquistar o preservar una cualidad de vida deseable de forma

sustentable y solidaria. Pensar en ecología, significa pensar en la

interdependencia entre los sistemas que nos rodean, en el buen

aprovechamiento y adecuada distribución de los recursos. Significa

también pensar en red, pensar acerca de la complejidad y de la

producción de la subjetividad social en los más diversos contextos y

eventos. Ser ecológico significa tener una actitud proactiva e

interactiva con el ambiente (micro, meso, macrosistémico). Es buscar

la armonía del hombre con la naturaleza, produciendo cultura y

transformando el entorno en un lugar con mejores condiciones de vida

para todos. Esa adaptación o armonía entre el hombre y su contexto

tiene carácter activo y transformador, significa la buena convivencia

y el equilibrio. Sin embargo, exige también una vigilancia permanente

para la preservación y promoción del desarrollo del ser humano y de su

ambiente en constante movimiento.

Encontramos en el Paradigma Ecológico posibilidades de una visión

más holística de la realidad, con un instrumental de análisis más

próximo del contexto psicosocial en el cual están inmersas personas y

comunidades. Gracias al desarrollo actual del conocimiento psicológico

y de áreas afines (interdisciplinares), podemos contar con una serie

de teorías que dan sustentación al Paradigma.

Como podemos ver en el cuadro 1, hemos escogido algunas teorias que

consideramos más relevantes para configurar el Paradigma,

exponiéndolas a través de dos ejes, adaptando la idea de Swartz y

Martin (1997, p.11), según expliquen la realidad desde una

perspectiva más subjetiva (Realidad Percibida), o más objetiva

(Realidad Actual), y según enfaticen más la Persona o el Grupo y la

Comunidad.

Como autores más representativos de la concepción ecológica del ser

humano, es decir, de la explicación de que el ambiente ejerce un

importante impacto en las personas y que las mismas podrán ejercer

mayores repercusiones sobre los cambios ambientales, citamos a Kurt

Lewin desde 1935 (1951; 1978), y demás pioneros de teorías sistémicas

y ambientales como Bertanlaffy (1968) y R. Barker (1968).

Posteriormente, el desarrollo de otras teorías han dado mayor

consistencia al paradigma, como el de Ecología del Desarrollo Humano

desarrollado por Urie Bronfenbrenner a través del Modelo Bio-ecológico

(1998), en el cual Persona, Proceso, Contexto y Tiempo (PPCT), nos

ofrecen una excelente base de comprension entre el proceso biológico y

el contextual de desarrollo en sus dimensiones espacio-temporales.

Otras propuestas de modelos que contribuyen para la comprensión de

esta propuesta paradigmatica son la Ecología Social desarrollada por

Rudolf Moos (1973), en donde elabora la noción de clima familiar,

social, escolar, organizacional y presenta instrumentos para su

evaluación; el modelo ecológico de las Relaciones Salud-Trabajo,

desarrollado en las últimas décadas por el equipo de Peter Warr (1987)

en donde analiza las relaciones entre desempleo, medio ambiente y

salud mental; la Ecología Contextual en Psicología Comunitaria,

impulsada por James G. Kelly (1986b) y por Trickett (1984), aplicando

a la intervención comunitaria los principios del modelo ecológico,

apoyados también por Rapapport (1981) que afirma que el objetivo

básico de todo psicólogo comunitario debería estar relacionado al

fortalecimiento (empowerment) de personas y comunidades.

Cuadro 1. Matriz Configurativa del Paradigma Ecológico

Nuevos pensadores actuales piensan un nuevo mundo posible para la

ciencia a partir de la complejidad, como Edgar Morin(2001), y de la

Grupo/Comunidad

Ecología Social Ecología Contextual Ecología Integral Rudolf Moos James Kelly Leonardo Boff Edison Trickett

Fortalecimento en la Comunidad Ecología Salud-Trabajo J.Rappaport/ Maritza Montero Peter Warr

Ambiente Redes Sociales / Paradigma de la Complejidad Ecología del AmbientePercibido Comunitarias Edgar Morin Desarrollo Humano Real/Actual

E.Dabas/C.Sluzki Urie Bronfenbrenner Elina / Carlos Paradigma Integrativo

F. Capra Fritjof Eco-comportamentalismo

Psicología Ambiental Roger Barker

Interaccionismo Clásico Ambiente físico Psicología Social/Experimental Comportamental Kurt Lewin Jacob Robert Kantor

Persona

interdependencia, redes de relaciones y procesos, como F. Capra

(2002). En el caso del Brasil, sin configurar una teoría, pero con un

aporte relevante, la perspectiva de la Ecología Integral de Leonardo

Boff (1999), es una fuente de inspiración para los psicólogos

comunitarios. No cabe aquí extendernos en cada una de estas teorías.

Quien esté interesado en estos enfoques debiera conocer y submergirse

en las lecturas de cada uno de sus autores, sobre los cuales, dejamos

en las referencias bibliográficas, posibilidades de lectura

complementar.

El Paradigma Ecológico, es uno de los más difundidos actualmente

entre los psicólogos comunitarios. Rappaport (1981), uno de los

pioneros y fundadores del área de Psicología Comunitária, afirma que

la naturaleza de la teoría en Psicología Comunitaria no puede ser sino

de naturaleza ecológica, porque sus valores son los que mejor sirven a

los intereses del área. Al mismo tiempo, afirma el autor, la propuesta

ecológica es la que mejor conduce al descubrimiento más fidedigno de

los fenómenos comunitarios (Hombrados-Mendieta, 1996).

Kelly (en Saforcada, 1992), justifica la elección de este

paradigma, por sus valores y bases epistemológicas:

La investigación realizada bajo las premisas filosóficas y

metodológicas del positivismo ha tenido el efecto de reducir nuestro

conocimiento sobre las limitaciones y cualidades complejas peculiares

de un ‘sistema’ determinado... Proponemos que una epistemología

ecológico-contextualista proporcione la libertad para plantear líneas

de investigación más congruentes con los intereses filosóficos y

sociopolíticos de la Psicología Comunitaria, (p.46).

En América Latina el Paradigma Ecológico está presente en la

Psicología Comunitaria en varios países, con una producción científica

relevante, en donde se destacan algunos trabajos como el que viene

realizando Saforcada, en el área de la Salud Pública en Argentina

(Saforcada,2001, 2003), o en el área del Desarrollo Comunitario en

Chile (Rozas, 1995); en la Investigación e Intervención Psicosocial en

el Brasil (Sarriera, 1998, 2004; Maciel, 2000), en la producción

Teórica y Práctica de la Psicología Comunitaria en Venezuela

denominado como Paradigma de la Construcción y Transformación Críticas

(Montero, 1997, 2003),

Pasamos a exponer las bases teóricas, los elementos para la

comprensión dinámica de la realidad y las estratégias de intervención

comunitaria, que componen los principios explicativos básicos del

Paradigma.

4. La Estrutura Ecológico- Sistémica

El medio ecológico se compone de estructuras físicas, sociales y

psicológicas que caracterizan el intercambio entre personas y sus

ambientes. Es concebido como una serie de estructuras concéntricas

llamadas microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema (Figura

1).

Los contextos en los cuales la persona desarrolla su vida y sus

actividades reciben el nombre de microsistemas. La familia, la

escuela, el trabajo, la iglesia, la calle, el puesto de salud, etc.,

son diferentes microsistemas que hacen parte del cotidiano de nuestras

vidas. Cada microsistema tiene características físicas y materiales

particulares y en él se dan relaciones, se atribuyen papeles y se

desarrollan actividades.

Un grupo de microsistemas interrelacionados componen un

mesosistema, que se caracteriza por ser un contexto mayor en donde la

persona desarrolla su vida. Este ámbito es el comunitario, entorno

formado por una serie de microsistemas y que tiene una unidad de

análisis específica. El mesosistema, por lo tanto, exige un análisis

de las interrelaciones entre dos o más ambientes en los cuales la

persona participa activamente. Intervienen las características

personales, familiares, educacionales, sociales y de trabajo de las

personas de la comunidad, así como los aspectos físicos (área

geográfica, infraestructura sanitaria, eléctrica, de habitación, etc.)

y los recursos o apoyos sociales (sanitarios, de seguridad,

educacionales, religiosos y asociativos). Estos indicadores son

imprescindibles para el estudio integrado de la comunidad.

Figura 1. El medio ecológico

Exosistema

Lugar TrabajoMicrosistema

Subculturas EscuelaUniversidad

Microsistema

FamíliaMicrosistema

Macrosistema

Mesosistema COMUNIDAD

Instituciones

PersonaMicrosistema

AmigosMicrosistema

AsociaconeslMicrosistema

Políticas PúblicasCultura

Sistema político y económico

Religión

Además de las influencias de los diferentes microsistemas de los

cuales la persona hace parte activa, existen otros microsistemas o

ambientes que, aunque no se participe directamente de ellos, ejercen

influencia en la conducta. Por ejemplo las condiciones de trabajo del

padre o de la madre, podrán influenciar las relaciones familiares y el

desempeño escolar de los hijos. Otro ejemplo son las instituciones

políticas, de salud, educación, etc., de las cuales depende el

mesosistema comunitario y que ejercen notable influencia en la

cualidad de los atendimientos a los miembros de la comunidad. Este

sistema, del cual la persona o la comunidad no participa directamente,

pero del cual sufre indirectamente su influencia, se denomina de

exosistema.

El macrosistema conecta y atraviesa los sistemas de menor orden

(micro, meso e exo). Ese sistema se refiere tanto en su forma como en

su contenido, a las diferentes subculturas, a la cultura como

totalidad, a los sistemas de creencias e ideología que sustentan las

relaciones entre subsistemas (políticas educativas, de salud,

económica; valores, tradiciones al modelo sócio-econômico imperante,

entre outros).

Cuando la posición en el ambiente ecológico de una persona o

comunidad se modifica, como consecuencia de un cambio de políticas, de

atividades, de papeles o de recursos del sistema, se da un proceso de

Ideología

transición ecológica. Si esa transición ha sido preparada, anticipada,

y desarrollados recursos para su rápida resolución, la transición

entre microsistemas o del proprio mesosistema será más saludable y con

menos estrés psicosocial. Estudios de Sarriera (1995; 2004) centrados

en la transición de los jóvenes de la escuela al trabajo, revelan las

dificultades de los jóvenes en esta etapa para la cual no fueron

preparados, muchas veces por omisión de la escuela, familia y

sociedad, encontrándose en una ‘tierra de nadie’, desencadenando

malestar psicológico y social.

El ser humano, como la comunidad, está en continuo proceso de

adaptación, evolución e intercambio. Adaptación aquí significa,

diferente del contenido funcionalista, por mucho tiempo imperante en

la psicología, no la ausencia de tensión, sino el desarrollo

continuado del fortalecimiento de los recursos de la persona y del

ambiente. Así, se desea la construcción continuada de ambientes

óptimos y saludables en los cuales las posibilidades de adaptación y

desarrollo se potencien en la construcción del sujeto y de una

sociedad mejor.

Este entendimento ecológico-sistémico de la realidad nos revela la

riqueza multidimensional del análisis de los fenómenos psicosociales,

respeta y no reduce la complejidad de los mismos, propone el

desarrollo de la persona a través de la optimización de su potencial

para ejercer cambios en el medio, al mismo tiempo no ignora, sino

puntúa la influencia determinante del ambiente en la conducta.

5. La Dinámica del Paradigma Ecológico

Los principios por los cuales se rige el Paradigma Ecológico

muestran la forma dinámica de la interacción persona-ambiente. Según

Kelly (1966) y Trickett, Kelly e Todd (1972), son los siguientes:

Interdependencia:

Tanto personas como ambientes, cuando provocan o experimentan algún

cambio producen también cambios en los demás sistemas (personas,

familia, escuela, comunidad, sociedad). Personas y ambientes

permanecen en constante interacción, no solamente en el sentido de

influenciarse mútuamente, sino también por su interacción continuada

en el transcurso del tiempo. Siendo ambos activos y transformadores,

podemos evaluar la importancia tanto del sujeto como protagonista del

cambio en el ambiente social, como el sujeto siendo transformado, a

través del tiempo, por el propio ambiente social.

Como ejemplo de esta interdependencia podemos analizar el proceso

de desintitucionalización de los enfermos mentales, de la inclusión

escolar de los niños con necesidades especiales, de la inserción de

los inmigrantes en la nueva cultura, de los problemas del hambre, del

mal atendimiento en la salud pública, entre otros. Todos estos

programas de acción social han podido desarrollarse o han fracasado,

en el caso de atender a la articulación entre los diferentes sistemas

que directa o indirectamente dentro de una determinada acción

innovadora han generado en los demás sistemas.

Podemos distinguir, según Prilleltensky (2000), tres niveles

interdependientes de análisis: 1) el personal (micro); 2) el

relacional (meso); y el colectivo (macro). Como consecuencia del

principio de la interdependencia, los acontecimentos, recursos y

personas situados en medios sociales inmediatos a la persona (micro) o

en la comunidad (meso), influenciarán también las estructuras, los

papeles y las normas de funcionamiento del propio medio social

(macro).

La interdependencia se contrapone a la perspectiva aislada,

individualista, en la cual el sujeto es considerado como único

protagonista; como también se contrapone a los procedimientos

impuestos socialmente sin participación del sujeto em la comunidad,

siendo la ideología, el poder público o el equipo técnico, el único

actor; excluyendo la comunidad. No cabe duda que nuestra acción estará

centrada en lo que Bronfenbrenner (1996) llama de ‘unidad de

funcionamiento’, persona-ambiente, ambos inseparables y constructores

de la subjetividad social.

Nos desafía el hecho, por ser psicólogos comunitarios, de

vislumbrar las posibles consecuencias de la acción comunitaria en los

diferentes sistemas, directa o indirectamente involucrados y los

aspectos éticos relacionados. Al mismo tiempo el tener que reducir

nuestra acción para saber escoger la unidad de análisis de

investigación adecuada, sin perder la complejidad del fenómeno y al

mismo tiempo su singularidad.

Congruencia y Adaptación:

Consiste en la tendencia para encontrar un equilíbrio entre la

dinámica del desarrollo de las personas, de los sistemas y de las

oportunidades o dificultades que van surgiendo. El continuo desarrollo

inherente a las personas y al medio facilita una serie de actividades,

así como inhibe otras, cambiando siempre las condiciones en el

ecosistema.

Los dos procesos que intervienen para alcanzar la congruencia son

el enfrentamento y la adaptación. En toda situación, el comportamiento

refleja un proceso continuado de adaptación y competencia de la

persona o de la comunidad con relación a su medio ambiente. Diferentes

contextos y diferentes tiempos podrán modificar los criterios de un

comportamiento considerado hasta entonces adaptativo y tener que

cambiar buscando mejores y más competentes formas de resolucion.

Evolución y Sucesión:

La sucesión conlleva en sí la perspectiva de largo plazo y orienta

su atención en el análisis del contexto histórico de la comunidad, en

donde el problema o la necesidad son vistos desde una perspectiva

integrada de tiempo y orientada hacia el futuro (Nelson &

Prilleltensky, 2004).

De la misma forma que es esencial el conocimiento de la historia

del individuo para su comprensión actual y de los recursos de los

cuales dispone, también el medio ecológico (geográfico, cultural,

biológico...) dispone de sus propios recursos y de su propia historia.

Construir el futuro tiene como base una buena información y sabia

comprensión del pasado y del presente.

Dentro de nuestra perspectiva, personas, contextos y

acontecimientos deberán estar en constante proceso de evaluación. El

cambio personal y/o comunitario podrá darse de forma espontánea o a

partir de una determinada intervención. El cambio representa una

oportunidad para redefinir y reajustar los recursos que puedan

facilitar el proceso de evolución.

Circularidad de los recursos:

Los sistemas se caracterizam por el intercambio de recursos.

Personas y contextos, intercambian productos, sean en forma de

relaciones, conocimientos trabajo, dinero, tecnología, poder, tiempo,

etc. Este principio focaliza la importancia de la identificación,

desarrollo, modificación, creación u obtención de los recursos para el

fortalecimiento comunitario.

El procesamiento de recursos dirige su atención también al

potencial de recursos aún no desarrollado o descubierto, como la

sensibilización de las personas a través de una conciencia más clara

de la necesidad del desarrollo de sus capacidades, habilidades

sociales y de liderazgo, así como la potencialización los recursos de

la comunidad, o, en su ausencia, la posibilidad de creación u

obtención de los mismos podrá llevar a la mejoría de la cualidad de

los ambientes y de las personas en ellos incluídos.

6. La Intervención Psicosocial en la perspectiva Ecológica-Contextual

El enfoque ecológico utilizado por los psicólogos comunitarios da

énfasis a la persona inmersa en el contexto, en contraposición a la

postura histórica de la psicología tradicional que focaliza las

variables individuales y deja de lado el papel de los sistemas

sociales en la construcción del sujeto.

Dentro del modelo ecológico se privilegia la investigación en

contextos naturales, contraponiéndose a los escenarios artificiales.

Coherente con sus principios, el psicólogo comunitario se insiere y se

familiariza en el contexto en donde va a desarrollar su intervención.

Las propiedades o características de las personas, las estructuras

que definen los contextos sociales y los procesos que ocurren en

ellos, deben ser analizados en los sistemas en donde ocurren (unidades

de análisis), con la finalidad de preservar la singularidad y

especificidad de cada subsistema.

Considerando los pasos del desarrollo de la investigación en el

enfoque ecológico, cabe destacar, en primer lugar, la importancia de

identificar los problemas que surgen en un determinado contexto o

situación y evaluar cómo los sistemas del contexto provocan,

incrementan o mantienen estos problemas o necesidades. La permanencia

de los problemas o necesidades puede ser debida a la falta de recursos

del propio contexto para hacer frente a los mismos. Cabrá al

investigador y a la comunidad, comprender y respetar los valores y la

cultura del contexto, localizar de forma adecuada la manifestación de

los problemas y propiciar la autonomía y el fortalecimento de recursos

pesonales y comunitarios para su solución (Levine citado por

Hombrados-Mendieta, 1996). En ningún caso el psicólogo comunitario

determina o lleva ‘a priori’ su foco de investigación desconsiderando

a la comunidad y a las características del contexto.

Para evaluar los contextos proponemos tres dimensiones diferentes

aunque complementarias: 1) ambientes percibidos, evaluando las

relaciones, desarrollo personal y la permanencia o el cambio en los

sistemas (Moos, 1974/1994); 2) características objetivas del ambiente:

físicas y arquitectónicas; políticas y procedimentos; recursos

ambientales; indicadores demográficos y sociales de la comunidad; 3)

esquemas transaccionales incluyendo características de conducta de las

personas y del ambiente (Linney, 2000).

Para toda intervención el psicólogo comunitario tiene que estar

embebido del espíritu ecológico de la intervención (Trickett, 1996),

para poder llevar a cabo su trabajo social. En primer lugar la premisa

participativa y colaborativa es fundamental (Kelly en Saforcada1992),

trabajar con la comunidad y no para la comunidad. El grado de

participación de la comunidad es una buena medida del éxito de la

intervención. En segundo lugar hay que estar atentos sabiendo que

resolver un problema en un contexto puede generar nuevos problemas en

otros contextos. La perspectiva ecológica presupone que el cambio

social no es lineal. En tercer lugar el foco de la intervención no

está dirigido a objetivos individuales a través de un programa

comunitario determinado, sino se debe tener una perspectiva de las

metas que se conseguirán con la intervención en los diferentes niveles

de análisis. El éxito de una intervención se fundamenta en la

capacidad de movilizar a la comunidad y al contexto para futuras

acciones y programas. Y en cuarto lugar una intervención dependerá del

papel y de las características del interventor. Por definición la

intervención ecológica es flexible e improvisada, iniciando por

enfatizar la construcción de buenas relaciones con los diferentes

sectores de la comunidad.

No podemos olvidar algunos presupuestos que nos auxiliarán a la

hora de la Intervención:

El concepto de ambiente ecológico con múltiples niveles de

análisis. Cabe definir inicialmente un nivel de análisis.

Aceptar que la conducta es transaccional y no puede ser

analizada fuera del contexto en donde esta ocurre.

Reconocer la posibilidad de descubrir grandes diferencias en

ambientes semejantes.

Entender el contexto nos lleva a identificar patrones

individuales de conducta.

En síntesis, se fuéramos a proponer una estrategia de intervención

dentro de este modelo, algunas etapas podrían ser consideradas como

fundamentales, conforme Fernández-Ballesteros (1987):

1. Identificar los contextos o

sistemas relevantes de la persona o comunidad, con base en los

objetivos de la intervención;

2. Estudiar las características de

los contextos (físico, social, político, cultural);

3. Evaluar las necesidades y las

variables ambientales percibidas por la persona (problemas,

expectativas, valores, actitudes, representaciones), y

contrastar si estas mismas percepciones se manifiestan en

otros sujetos que habitan en estos contextos;

4. Planear de forma colaborativa,

entre investigador y observadores, los posibles ámbitos de

abordaje o áreas de intervención;

5. Evaluar secuencialmente las

modificaciones producidas por las interacciones entre persona-

ambiente, investigador-comunidad.

En síntesis, la evaluación de una intervención ecológica implica en

identificar conductas, expectativas, necesidades, escenarios y

condiciones de la intervención. Al analizar los contextos se

identifican también las posibles fuentes de discordancia. Algunas

características diferenciales de los ambientes (natural o social,

específicos, como la clase, la familia, la empresa, la comunidad),

harán que la intervención se oriente de forma diferenciada. Algunos

contenidos de análisis para la intervención siempre deben estar

presentes como: concientización, relaciones, redes de apoyo social,

organización, cambio social y recursos.

La lectura fenomenológica que el investigador hace de la realidad,

se relaciona con criterios de cientificidad esencial en este enfoque

como la validez ecológica, que consiste en el análisis de las posibles

correspondencias entre las percepciones que las personas tienen y las

características o propiedades que el investigador supone o piensa que

tengan las personas o comunidades. Supone, como afirma Kelly (en

Saforcada,1992), una construcción mutua entre investigador y

participantes en un determinado contexto compartido.

Otro parámetro de cientificidad está relacionado con la validez del

desarrollo. ¿ Cómo una determinada intervención ha podido contribuir o

contribuye con el desarrollo humano o comunitario?.¿ Los cambios

producidos en concepciones y actividades de personas y comunidades se

extendieron a otros sistemas y ambientes, o en el mismo ambiente en

momentos diferentes? En este aspecto, Bronfenbrenner (1996) señala lo

que sería un cambio transformador:

‘(aquel cambio que consigue)... la modificación y la re-

estructuración sistemática de los sistemas ecológicos existentes, de

forma que desafien las formas de organización social, los sistemas de

creencias y los estilos de vida que prevalecen en una cultura o sub-

cultura particular’ (p.61).

Aunque el estudio de los contextos sociales está en fase inicial de

desarrollo, existen avances en la instrumentalización,

conceptualización y evaluación de contextos. Los psicólogos

comunitarios necesitan entender los aspectos patológicos y opresivos

que caracterizan los ambientes humanos y estudiar los ambientes

saludables que puedan ayudar en el trabajo junto a las comunidades,

para crear ambientes que promuevan salud, bienestar y competencia

(Nelson & Prilleltensky, 2004).

Podemos concluir que el Paradigma Ecológico en Psicología

Comunitaria representa una perspectiva teórica que entiende la

realidad dentro de la complejidad, como una construcción conjunta e

interactiva entre personas y ambientes, creando conciencia e

información de las interdependencias que crean las injusticias y

desigualdades, desarrollando y fortaleciendo los recursos que

contribuyen a una optimización de las condiciones de vida, actuando en

las intancias macro, meso y microsistémicas, de forma colaborativa y

solidaria entre los miembros de la comunidad y entre el investigador y

la comunidad, fortaleciendo las redes sociales que auxilien en la

resolución de los problemas psicosociales. El Paradigma Ecológico

promueve la integración de las relaciones interpersonales, el

conocimento de las características socio-históricas de la comunidad,

el espacio físico, el ambiente en su sentido más amplio, la cultura y

los recursos existentes. Atiende a las características específicas de

cada contexto, y propicia a los investigadores una instrumentación

variada, con metodologías participativas, cualitativas y

cuantitativas, según los objetivos de cada Programa Comunitario.

Propone como valores prioritarios la cualidad de vida y el

establecimento de estruturas sociales que apoyen el desarrollo, la

igualdad y la diversidad, a través de la acción participativa y

transformadora de personas y comunidades.

Referencias bibliográficas

Bateson, G. (1991). Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos

Aires: Planeta-Carlos Lohlé.

Barker, R.G. (1968). Ecological Psychology: concepts and methods for

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