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¿Qué te sugiere el título de la unidad? ¿Alguna vez no has subido a algún sitio por miedo a no poder bajar? ¿Qué teme la gente que tiene miedo a volar? P rimero ha sonado como un silbido que venía de la parte delantera del motor. Luego se han empezado a oír golpecitos cada vez más fuertes. Finalmente ha aparecido una nube blan- ca y húmeda, parecida a la respiración de las ballenas. De pronto, el motor ha callado, las lucecitas de delante del volante se han quedado a oscuras y, poco a poco y en silencio, nos hemos ido acercando a la cuneta. Cuando por fin mamá ha abierto las puertas y hemos salido a contemplar la agonía mecánica, lo hemos hecho con una sonrisa. Entonces he entendido que podíamos quedarnos allí todo el tiempo que hiciese falta, porque no teníamos pri- sa ni reloj ni frío ni obligaciones. Y eso significa- ba que acababa de empezar el verano, la época en que lo viejo desaparece y entra lo nuevo. Mientras esperábamos a la grúa, mamá hacía planes. Hace tiempo que mi madre tiene planes para mí, pero al final siempre acabamos haciendo lo que podemos. Hace cuatro años que vivimos en Bélgica. Llegamos aquí cuando yo tenía ocho años y, siem- pre que hay vacaciones, vuelvo a Barcelona, a casa de mis abuelos. Voy solo y en avión. Las azafatas me ponen una especie de babero con mi nombre y a veces me dejan ver la cabina del piloto y, si el día está despejado, vamos repasando el nombre de los ríos y las montañas. Del avión me gusta todo, hasta la comida. Pero cada vez que subo me entra miedo. Y no es el miedo a volar que tienen algunos pasajeros. Lo que me da miedo es no poder bajar. 8 Unidad 1 1. Miedo a no poder bajar Diccionario agonía L E E R Y C O M P R E N D E R

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¿Qué te sugiere el título de la unidad? ¿Alguna vez no has

subido a algún sitio por miedo a no poder bajar? ¿Qué

teme la gente que tiene miedo a volar?

P rimero ha sonado como un silbido que venía

de la parte delantera del motor. Luego se

han empezado a oír golpecitos cada vez más

fuertes. Finalmente ha aparecido una nube blan-

ca y húmeda, parecida a la respiración de las

ballenas. De pronto, el motor ha callado, las

lucecitas de delante del volante se han quedado

a oscuras y, poco a poco y en silencio, nos hemos

ido acercando a la cuneta.

Cuando por fin mamá ha abierto las puertas

y hemos salido a contemplar la agonía mecánica,

lo hemos hecho con una sonrisa. Entonces he

entendido que podíamos quedarnos allí todo el

tiempo que hiciese falta, porque no teníamos pri-

sa ni reloj ni frío ni obligaciones. Y eso significa-

ba que acababa de empezar el verano, la época

en que lo viejo desaparece y entra lo nuevo.

Mientras esperábamos a la grúa, mamá hacía

planes. Hace tiempo que mi madre tiene planes para mí, pero al final

siempre acabamos haciendo lo que podemos. Hace cuatro años que

vivimos en Bélgica. Llegamos aquí cuando yo tenía ocho años y, siem-

pre que hay vacaciones, vuelvo a Barcelona, a casa de mis abuelos.

Voy solo y en avión. Las azafatas me ponen una especie de babero

con mi nombre y a veces me dejan ver la cabina del piloto y, si el día

está despejado, vamos repasando el nombre de los ríos y las montañas.

Del avión me gusta todo, hasta la comida. Pero cada vez que subo me

entra miedo. Y no es el miedo a volar que tienen algunos pasajeros.

Lo que me da miedo es no poder bajar.

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Un

ida

d 1

1. Miedo a no poder bajar

Diccionario

agonía

L E E R Y C O M P R E N D E R

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Entre el personal de las líneas aéreas circula la leyenda de un hom-

bre que nació en un avión hace muchos años y todavía no ha podido

llegar a tierra. Dicen que sus padres vivían en un país de África que

había sido colonizado por una potencia europea. Las cosas no iban

demasiado bien y la familia, ante el riesgo de revuelta, decidió instalar-

se en la metrópoli. La madre estaba embarazada. Vendieron todo lo

que pudieron y tomaron el último avión.

Por lo visto, apenas el avión emprendió el vuelo, la mujer empezó a

sentir los dolores del parto y su hijo nació auxiliado por una comadro-

na de la Cruz Roja, que también huía. Al llegar al aeropuerto de desti-

no, las autoridades consideraron a los pasajeros como ciudadanos de

un país con el que acababan de entrar en conflicto. Las autoridades

de inmigración prohibieron la entrada a la nueva familia y los obliga-

ron a permanecer en el avión. A pesar de los esfuerzos que hizo el

padre para que se reconociese la identidad y nacionalidad de su hijo,

no hubo manera. Las dificultades eran enormes, porque el avión tenía

que seguir volando y él sólo podía hacer las gestiones cuando, por

casualidad, llegaba a un aeropuerto de la antigua potencia colonial.

Así fueron pasando los meses. En uno de los aterrizajes, el padre salió

pero ya no regresó. El niño y la madre seguían en su pequeña patria,

que consistía en un par de asientos de clase turista que nunca abando-

naban. Poco a poco el niño fue creciendo entre el afecto y la com-

prensión de la compañía aérea y su personal. Un día murió la madre

y la desembarcaron en un aeropuerto desconocido. El niño de las

nubes siguió solo mirando el mundo desde el agujero de su ventanilla.

Y cuentan las azafatas que aún hoy sigue volando de ninguna parte a

ninguna parte como si fuese una pieza más del armazón, un pasajero

en tránsito permanente que sirve para que las líneas aéreas puedan

contar su historia y distraer a los viajeros asustados por una tempestad

o un posible secuestro.

Diccionario

colonizarmetrópoliarmazón

1. ¿Cuál ha sido la reacción del protagonista y de su madre ante la avería del coche?

2. ¿Qué planes tiene la madre del protagonista para él?

3. ¿De qué tiene miedo el chico cuando va en avión?

4. ¿Por qué razón la madre del protagonista visita tan poco a sus padres?

5. ¿Qué edad tiene el protagonista? ¿Y su madre?

6. ¿Quién es el niño de las nubes?

7. ¿Crees que esta historia puede ser cierta? ¿Por qué? ¿Cree el protagonista del tex-

to que la historia del niño de las nubes es cierta?

10

Un

ida

d 1

De no ser por esta historia, la ilusión

de ir a ver a mis abuelos sería absoluta.

Porque entre los planes que iba haciendo

mi madre mientras esperábamos a la grúa

estaba la posibilidad de viajar conmigo al

empezar las vacaciones y pasar unos días

en Barcelona. Hace tiempo que mamá no

va a ver a los abuelos. Debe de ser porque

siempre le dicen cómo tiene que vestirse y con quién tendría que vivir.

A los abuelos nunca les gusta nada de lo que hace mamá y, mientras

yo la veo como una señora, ellos la tratan como si fuera una niña, y

eso que hace ya un año —entonces yo tenía once— hicimos una fiesta

en la gabarra para celebrar sus cuarenta. O sea que, de niña, nada.

Mientras esperábamos salir de la avería, hemos visto caer la tarde

en silencio y se han encendido las primeras luces en el pueblo del llano.

He preguntado cómo se llamaba el pueblo y mi madre me ha dicho

que «Waterloo». Me suena a guerra y, en cambio, parecía un espacio

de dimensiones dulces y tranquilas. Entonces ha llegado la grúa.

Hemos subido al coche destartalado y nos hemos dejado arrastrar.

JOAN BARRIL

Diccionario

gabarradestartalado

Después de la lectura

H A B L A R Y E S C U C H A R

8. Lee el siguiente texto:

11

Cuando las vacaciones de verano ya estaban a

punto de terminar, sucedió algo terrible. De

pronto, en medio del aeropuerto, desapareció

Félix, la liebre de trapo de Sofía.

—No te preocupes, Sofía —le dijo su

mamá para tranquilizarla, cogiéndola en

brazos. Pero Sofía notaba que se le estaba

haciendo un nudo enorme en la garganta.

«¿Y si Félix ha desaparecido para siempre?», pensó.

—Ya verás como yo lo encuentro —prometió papá,

poniéndose enseguida a buscarlo.

—¡Nosotros te ayudamos! —exclamaron sus hermanos.

Pero aunque Lena, Nicolás y Julio fueron de aquí para allá, buscando a Félix

por todas partes y preguntando a los pasajeros, la liebre seguía sin aparecer.

¡Eso era verdaderamente espantoso! Porque Sofía y Félix se conocían de toda la

vida. Para ser exactos, desde la misma cuna, en la que dormían juntos. La pequeña

liebre de trapo y Sofía eran inseparables.

Cuando el gran cartel luminoso anunció el vuelo a casa, de Félix todavía no

había ni rastro. Así pues, Sofía tuvo que subir al avión sin su liebre de trapo. No

quiso comerse la porción extra de helado ni mirar por la ventana. Se quedó todo el

rato quietecita en su asiento, blanca como el papel.

Para consolar a Sofía, su hermanita Lena le dibujó una liebre con los lápices de

colores. Su dibujo incluso se parecía un poco al desaparecido Félix. Entonces, Sofía

tragó saliva una vez, luego otra, y al final no pararon de saltársele las lágrimas. De

vuelta en casa, a Sofía le pareció que la cama estaba terriblemente vacía sin Félix.

A la hora de dormir era cuando más echaba de menos a su liebre de trapo. Y así

fue como sus vacaciones de verano se terminaron de forma muy triste.

ANNETTE LANGEN Y CONSTANZA DROOP

9. Sofía se siente terriblemente sola sin Félix. A continuación tenéis algunas ideas para

solucionar su situación. En grupos de tres, discutid las ventajas y los inconvenientes de

cada posible solución. Llegad a un acuerdo sobre cuál sería la mejor de todas ellas y

exponed el porqué al resto de la clase.

– Sus padres podrían comprarle otra lie-

bre de trapo.

– Sus padres podrían convencerla de que

ya es mayor para dormir con un muñeco

de trapo.

– Sofía podría marcharse de casa e ir en

busca de Félix.

– Sofía podría dormir con sus padres; así

no extrañaría tanto a Félix.

10. Comentad en grupos qué creéis que le ha sucedido a Félix. ¿Dónde puede estar?

¿Qué será de él?

11. Muchos niños pequeños necesitan

algún tipo de objeto que les proporcione

seguridad, sobre todo a la hora de dormir.

Algunos usan un chupete, un muñeco de

peluche, una manta, etc.

• ¿Tenías tú algún objeto del que no te

separabas de pequeño?

• ¿De qué se trataba?

• ¿Lo conservas todavía?

• Si ya no lo tienes, ¿qué fue de él?

• Explica a la clase algún recuerdo de tu

relación con ese objeto tan querido.

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Un

ida

d 1

E S C R I B I R

12. Finalizadas las vacaciones, Sofía empieza a recibir cartas de Félix. Primero, desde

Londres, y luego, desde París y Roma. La última que ha recibido viene de Egipto:

13. Contesta a Félix como si fueras Sofía.

13

El Cairo, en octubre

Querida Sofía:

Aquí en Egipto casi hace más calor que en Roma. Ayer monté en un camello que me estuvo columpiando como si

fuera un barco. El camello se pone de rodillas y se tumba para que te puedas montar bien. Pero la mayoría de la

gente no viene aquí por los camellos, sino para ver las pirámides. Por si lo quieres saber, son como triángulos

puestos de pie en el desierto. Pero lo mejor es que, hace mucho tiempo, enterraban dentro a los reyes de Egipto. ¡Y

con todos sus tesoros! Para que nadie los pueda

molestar, dentro de la pirámide hay un montón

de caminos secretos. A mí eso me da mucho miedo.

¿Qué pasa si con tanto camino secreto uno ya no

sabe encontrar la salida? Al lado de una de las pirá-

mides, como si fuera un perro guardián, hay un gato

gigante… O un león gigante, no sé. Pero tiene la cara

de una mujer. A mí todo esto me parece rarísimo…

Un beso,

Félix

Sigue el siguiente esquema:– Indica el lugar desde donde escribes y la fecha, en la parte

superior derecha.– Utiliza un encabezamiento adecuado.– Explícale cómo te has sentido al recibir sus cartas y saber

que está bien.– Explícale cómo te sentiste al perderle y volver a casa sin él.– Explícale lo que esperas que suceda a partir de ahora.– Despídete y firma la carta.

¡Fíjate bien!

Precious Ramotswe es la protagonista de una historia que

tiene lugar en África. A juzgar por su nombre, ¿cuál de las

siguientes profesiones creéis que es la suya? ¿Por qué?

a) modelo, b) detective, c) reportera, d) maestra

De pequeña, a Precious Ramotswe le gustaba dibujar. Por su

décimo cumpleaños la prima le había regalado un bloc de dibujo

y una caja de lápices de colores, y muy pronto su talento empezó a

aflorar. Obed Ramotswe se sentía orgullosa de su habilidad para llenar

las páginas vírgenes de su bloc con escenas de la vida cotidiana

de Mochudi. Dibujaba, por ejemplo, el estanque que había frente

al hospital, todo bastante reconocible, o a la enfermera jefe mirando

a un burro, así como la pequeña tienda que vendía de todo, con cosas

delante que podían ser sacos de harina o quizá gente sentada, impo-

sible descifrarlo, pero eran dibujos magníficos, muchos de los

cuales Obed ya había colgado en la parte superior de las pare-

des del salón de su casa, donde revoloteaban las moscas.

Sus profesores, que estaban al corriente de tal habilidad,

le dijeron que quizás algún día sería una gran artista. Eso la

animó, y a un dibujo le siguió otro. Cabras, ganado, coli-

nas, calabazas, casas; había tantas cosas en Mochudi

para el ojo de la artista que no corría peligro de quedar-

se sin temas de inspiración.

En el colegio se enteró de que se había convocado

un concurso de dibujo infantil. El Museo de Gaboro-

ne había pedido a todos los colegios del país que pre-

sentaran el dibujo de uno de sus alumnos; el tema era:

«Botsuana hoy en día». Naturalmente, no había ningu-

na duda respecto a quién haría ese dibujo. Le pidieron

a Precious que dibujara algo muy especial, que lo dibuja-

ra tomándose su tiempo, para enviarlo después a Gaborone

en representación de Mochudi.

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Un

ida

d 2

Diccionario

descifrarinspiración

representación

2. Precious RamotsweL E E R Y C O M P R E N D E R

15

Diccionario

ultimarsúbitamente

Hizo el dibujo un sábado en que salió temprano de casa con su

bloc y volvió algunas horas después con los detalles aún por ultimar.

Estaba contenta con su dibujo, y a su profesora, a quien se lo enseñó

el lunes siguiente, le encantó.

—Seguro que ganaremos el premio —le dijo—. Todos se sentirán

muy orgullosos.

Pusieron el dibujo cuidadosamente en una carpeta de cartón y lo

enviaron al museo por correo certificado. Tuvieron que esperar dos

semanas, durante las cuales todo el mundo se olvidó del concurso.

Y no volvieron a acordarse de él hasta que el director recibió una car-

ta, que, sonriendo, le leyó a Precious en voz alta.

—Has ganado el primer premio —anunció—. Tienes que ir a Gaboro-

ne con tu padre, con tu profesora y conmigo para recibir el premio de

manos del ministro de Educación en una ceremonia especial.

Hicieron el viaje en la furgoneta del director y llegaron a la cere-

monia demasiado pronto, por lo que se pasaron varias horas sentados

en el jardín del museo. Cuando al fin se abrieron las puertas, aparecie-

ron más personas, profesores, periodistas, autoridades… Después llegó

el ministro en un coche negro.

Precious vio que su dibujo estaba colgado en un sitio especial, en una

pared, y que debajo de él habían enganchado una pequeña tarjeta. Se

acercó a la pared con su profesora, y su corazón dio un vuelco al ver su

nombre escrito a máquina: «PRECIOUS RAMOTSWE (10; ESCUELA

PÚBLICA DE EDUCACIÓN BÁSICA, MOCHUDI)». Y debajo,

también a máquina, el título que el museo le había puesto al dibujo:

Vacas junto a una presa. Se quedó inmóvil, súbitamente horrorizada. No

era cierto. El dibujo no era de vacas, sino de cabras. ¡Se habían pensado

que eran vacas! Y ahora le iban a dar un premio, que no merecía, por un

dibujo de vacas.

—¿Qué pasa? —le preguntó su padre—. Tendrías que estar conten-

ta. ¿Qué te ocurre?

No pudo articular palabra. Estaba a punto de cometer un fraude.

No podía aceptar un premio que, simplemente, no le correspondía.

Pero el ministro ya estaba a su lado preparándose para pronunciar

un discurso. Ella le miró y él le sonrió satisfecho.

—Dibujas muy bien —le dijo—. En Mochudi deben

de estar orgullosos de ti.

Precious clavó la vista en el suelo. Debía confesar.

—No es un dibujo de vacas —rectificó ella—. Son cabras.

Me he equivocado y no merezco el premio.

El ministro arqueó las cejas y miró la tarjeta. Luego se dio la

vuelta y le dijo:

—Son ellos los que se han equivocado. Yo también creo

que son cabras y no vacas.

Se aclaró la garganta y el director del museo pidió silencio.

—Este precioso dibujo de cabras —comentó el ministro—

demuestra el gran talento que tienen los jóvenes de este país. Esta

jovencita se convertirá en una excelente ciudadana y quizás en una

artista famosa. Le voy a dar el premio que se ha ganado.

Precious cogió el paquete envuelto que le dio el ministro, quien,

con la mano apoyada en su hombro, le susurró:

—Eres la niña más sincera que he visto en mi vida. ¡Así se hace!

ALEXANDER MCCALL SMITH

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Un

ida

d 2

1. Precious Ramotswe dibuja escenas de Mochudi, su pueblo en Botsuana, un país del

sur de África. En el texto se dice que había tantas cosas para la mirada de un artista en

Mochudi, que no había peligro de que se le acabasen los temas.

Cita algunos de estos temas que Precious podía dibujar.

2. ¿Cómo se sintió Precious al saber que había ganado el concurso? ¿Y cuando vio su

dibujo colgado en el museo con su nombre? ¿Qué sintió cuando leyó que el título de

su dibujo era Vacas junto a una presa?

¿Crees que hizo lo correcto al aclarar la confusión? ¿Qué habrías hecho tú?

¿Qué crees que veía realmente el ministro en el dibujo, vacas o cabras?

3. En tu opinión, ¿merecía Precious el premio?

Después de la lectura

H A B L A R Y E S C U C H A R

4. De mayor, Precious Ramotswe se convirtió en la primera mujer detective de África.

Lee el texto que te explica cómo es su agencia de detectives:

Mma* Ramotswe era propietaria de una agencia de detec-

tives en África, al pie del monte Kgale. Contaba con una

pequeña furgoneta blanca, dos mesas, dos sillas, un

teléfono y una vieja máquina de escribir. Mma Ramots-

we, la primera —y única— detective privada de Botswa-

na, tenía, además, una tetera en la que preparaba té de

rooibos.** Y tres tazas, una para ella, una para la secre-

taria y otra para el cliente. ¿Qué más se necesita en una

agencia de detectives? Las agencias de detectives se basan

en la intuición y en la inteligencia, dos cosas que a Mma

Ramotswe no le faltaban, pero que, naturalmente, no po-

dían incluirse en ningún inventario.

Pero tampoco el panorama podía aparecer en un inven-

tario. ¿Cómo se iba a describir en una lista de esas caracte-

rísticas la vista que se contemplaba desde la puerta de la agen-

cia? Enfrente, una acacia, árbol que crece en las lindes del Kala-

hari, cuyas grandes y amenazantes espinas blancas contrastan

con las tiernas hojas verde aceituna. En sus ramas, al caer la tar-

de o en el frescor del amanecer, se podía ver, o mejor dicho oír,

a algún vistoso turaco.*** Y más allá de la acacia y de la calle polvo-

rienta, los tejados de la ciudad bajo un manto de árboles y arbustos salvajes; y

recortándose contra el horizonte, cual espejismo azul producto del calor, las colinas

parecían irreales e inmensos túmulos de termitas.

ALEXANDER MCCALL SMITH

*Mma: forma de tratamiento de respeto para dirigirse a una mujer. Se pronuncia máá, es decir, condoble vocal.**Rooibos: arbusto rojo que crece exclusivamente en Sudáfrica. Al no contener teína ni cafeína tie-ne efectos relajantes.***Turaco: pájaro de la selva africana.

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5. Los dos textos que has leído en esta unidad te proporcionan una idea de cómo es

la vida en Botswana. Comentad en parejas vuestras impresiones y aquello que más os

haya sorprendido.

6. En la ilustración podéis ver al

detective privado Harlow. Entre todos

comentad cómo creéis que es su vida.

En la pizarra, haced una lista de todos

los aparatos que Harlow necesita en su

despacho (fax, teléfono, etc.). Pensad

si trabaja solo o necesita personal que

le ayude a resolver sus casos. Imagi-

nad también cómo es su oficina, en

qué tipo de edificio está, en qué ciu-

dad. Añadid otros detalles que os pa-

rezcan significativos.

7. En parejas, comparad la agencia de Mma Ramotswe con la del detective Harlow, tal

y como os la habéis imaginado antes en la clase. Para ello, comentad las semejanzas y

las diferencias de los siguientes aspectos:

– El tipo de oficina: edificio, mobiliario, aparatos de que disponen, personal, etc.

– La situación de las agencias: el entorno en el que se encuentran, el paisaje que se

puede ver desde ellas.

– El ritmo de vida que llevan los detectives de las dos agencias.

8. ¿Cuál de los dos detectives creéis que es más feliz? ¿Por qué?

9. Si fueses detective y tuvieras tu propia agencia, ¿cuál preferirías? Explica tus motivos.

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Un

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E S C R I B I R

10. Lee el anuncio que Mma Ramotswe puso a la entrada de su pueblo:

Dibuja dos vallas publicitarias. Puedes hacerlo en el ordenador utilizando un programa

de diseño gráfico. Cada una de ellas deberá contener un anuncio para uno de los

siguientes negocios:

– La primera peluquería donde en lugar de cortarte el pelo te lo hacen crecer.

– Una escuela de idiomas para olvidar los que has aprendido.

– Un gabinete de abogados donde sólo pagas si pierdes el juicio.

– La consulta de un dentista para acabar sin dientes.

– Una zapatería donde sólo venden zapatos incómodos.

19

20

El cuerpo puede ser un instrumento de expresión, pero para ello debemos

aprender a utilizarlo. Junto a la comunicación verbal, el gesto y el movi-

miento pueden ayudar a hacernos entender mejor. Demos, por tanto, espa-

cio y tiempo a la expresión global a través del teatro; dejemos que salga al

exterior lo que en la vida real no expresamos. El juego teatral permite

ponernos en la piel de un personaje bien distinto de nosotros mismos.

Imitemos, inventemos, juguemos, y entre todos hagamos posible un

espectáculo que nos permita disfrutar y entretener.

Os proponemos que confeccionéis vosotros mismos un texto teatral o que mani-

festéis vuestra opinión sobre un tema candente.

1. Dividid la clase en grupos de siete u ocho alumnos y alumnas.

2. Primero, entre los miembros de cada grupo se debe hablar sobre los aspectos que

conforman una obra de teatro.

3. Después, cada alumno y alumna debe im-

provisar un personaje atendiendo, además, al

trabajo de los demás: qué quieren expresar

vuestros compañeros, cómo interaccionan los

personajes, etc. Este trabajo de improvisa-

ción permite que cada alumno y alumna

defina las características de su perso-

naje (sexo, edad, rasgos físicos,

personalidad, etc.).

HACEMOS TEATRO

21

4. Una vez definidos los personajes, deben establecerse relaciones entre ellos: pue-

den ser amigos, familiares, compañeros de trabajo, compañeros de aficiones, vecinos,

desconocidos, etc.

5. Entre todos los componentes del grupo debéis definir el entorno y el contexto en

el que sucederá la acción y el lugar en el que se moverán los personajes. Es el momen-

to de escribir el guion: trama y secuencias, con la intervención, en cada caso, de los

personajes necesarios. Debéis describir el movimiento de los personajes, el lugar de

cada secuencia y las intervenciones que se sucederán.

6. Aún sin concretar el texto, realizad un ensayo con improvisaciones que ya vayan

definiendo las intervenciones y los diálogos.

7. Luego, secuencia a secuencia, escribid los diálogos entre los personajes. A medida

que las secuencias queden listas deben ensayarse. El texto avanzará a medida que lo

vayáis enriqueciendo.

8. Revisad el texto tantas veces como sea necesario hasta que lo deis

por definitivo y se lo enseñéis a la maestra. Cuando el texto esté

a punto, tendréis que memorizarlo y ensayarlo las veces que

sea necesario.

9. Para presentar vuestra obra de teatro al resto

de los compañeros y compañeras de clase,

debéis, también, preparar el escenario y el

vestuario, según el contexto que hayáis

determinado.

EN LA ESCUELA