1 metaforismo de lope de vega j

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Page 1: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

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| CRONOS | I EN EL |

1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

| POR |

1 JOAQUÍN DE ENTRAMBASAGUAS 1

M A D R I D 1935

Page 2: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

E D I C I Ó N ESPECIAL DE

50 EJEMPLARES NUMERADOS

j e m p i a r n u m . ^ ^

Page 3: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

,Z. ~\ü\\

Page 4: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

C r o n o s e n e l m e í a í o r i s m o

d e L o p e cié V e g a

A Francisco de CastiMls; sobre su barca de ensueño «María el ¿I Man.

Cuando la sensibilidad de la mayoría de las gentes estaba embotada para juzgar a Góngora y no se le entendía sino como al prototipo de lo oscuro y lo monstruoso» el sol, cuya luz se arrojaba sobre él, era Lope.

Lope, por fiarse los críticos más de los datos que existen de su lucha con Góngora, que de lo apreciable en una lectura di­recta de sus obras, resultaba su antítesis: lo llano frente a lo crespo; lo popular frente a lo culto; lo claro, frente a lo oscuro.

Pero cuando los estudios realizados principalmente por Dá­maso Alonso (i) han demostrado que Góngora no es un ente extraño y excéntrico en la historia de nuestra literatura de la Edad de Oro, sino el final magnífico de una evolución poética, y que su poesía, no sólo es perfectamente clara y transparente, aunque difícil de entender, sino que acaso por su técnica apre-

(1) Véanse el prólogo de su edición de las Soledades, de Góngora, Ma­

drid (s. a.). Temas gnngorinos, Madrid, 1927. La supuesta imitación por Gón­

gora de la «Fábula de Acis y Culatean, Madrid, 1932, y sobre todo su mag­

nífico y reciente estudio, verdadero modelo en su género, de La lengua poéti­

ca de Góngora. (Primera Parte.) Madrid, 1935.

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^ CRONOS EN El, METAFORISMO DE I.OFK DE VEGA

tada de expresión» es hasta sobria y densa, los puntos de vista de los censores han variado totalmente, salvo en aquellos casos ele irremediable incomprensión (i), que nada significan dentro de toda una crítica coincidente.

Ya se va considerando que el culteranismo poético, tildado por la terrible crítica del siglo X I X ele «vicio» y ((decadencia», no es otra cosa que una evolución natural y una consecuencia lógica de la transformación del arte renacentista en barroco, y yo mismo recientemente (2) no he dudado —ni dudo a u n ­en afirmar que lo barroco no es más que la nacionalización es­pañola del Renacimiento italiano, respecto de la poesía, al menos.

Como confirmación de lo dicho, se pueden aducir dos ejem­plos muy significativos: uno, la conversión al culteranismo del poeta D. Juan de Jáuregui, cerebro claro en juzgar la cuestión que en un principio atacara, y otro, la evidente existencia de elementos culteranos, abundantes y perfectamente definidos, en la obra de Lope de Vega, a quien siempre se ha presentado como el polo opuesto a lo culto (3). Y son significativos, y aun diría decisivos, porque demuestran cómo la adopción del culteranismo era tan natural e inevitable en los poetas dotados de auténtica sensibilidad poética, como la de la métrica italia­nizante lo había sido en los del período anterior.

( l i j u z g ú e l e del trabajo de don Jus to G a r c í a : D. Luis Carrillo y Solo

mayar y los orígenes del culteranismo, Madr id . 1926, rebal ido en su totali­

dad por Dámaso Alonso en IAI supuesta imitación... ya r i l a d a ; y di: las opi­

niones acerca de Gónsiora sustentadas por Astrana Marín en varias críticas

suvas. v especialmente en El Cortejo de Minerva. Madr id (s . a.), pág. 207.

(2) ¡A)pe de. I'c.írt, símbolo del temperamento estético español. (En El

Debate, 8 de junio de 1(J35J Pos te r io rmente , t raducido al a lemán por Ger-

hard i .epiorz, se ha publ icado en la revista de Ber l ín Hochschulc und Aus-

huid (Afioslo. 1935, págs. 15-24), con el t í tulo de Lope de Vega ais nationaler

Dicfiter Spaniens.

(3) El estudio del cul teranismo del Fénix en relación con el de Góngora

figura en mi l ib ro , en preparac ión , La ideología literaria de Lope de Vega,

que confío publ icaré p ron to . Tengase este t rabajo como u n ínfimo avance de

un aspecto de mi labor .

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TOAOUÍN DE ENTRAMBASAGUAS 5

Hubiera resultado absurdo —y lo absurdo no cabe en la Historia— que Lope, mente avizora siempre en percibir y transformar el mundo sensible que le rodea, esquivara con un gesto de incomprensión retrógrada el desarrollo de toda una téc­nica poética que aparecía llena de promesas de realización.

La verdad fué de muy distinta manera. Lope, que de no existir Góngora hubiera sido, sin duda, el jefe del movimiento culterano, ya que lo fué del barroquismo popular y de otras ten­dencias, como escritor de vanguardia que era, comprendió que en aquéllo le sería imposible competir con Góngora, que ha­bía logrado ya, al realizarlo, efectos insuperables. La lucha de ambos en este aspecto no fué más que un simple problema de rivalidad poética.

La poesía de Lope, como su propia vida, de sensación rápi'-da y fecunda y más rápida creación, se prestaba rara vez a la demorada y preciosista orfebrería culterana que exigía lentitud y minuciosidad técnicas excepcionales. El virtuosismo del Fé­nix, unido a su empleo dramático, eran lo menos propicio para cultivar aquel genero de poesía, reducido de espacio y denso de expresión. Bien se evidencia que las potencias poéticas de ambos escritores podían equilibrarse, sin esfuerzo, cuando los hallamos frente a frente en el terreno, idéntico para cada uno, de la poesía popular de los romances y letrillas.

No obstante lo dicho, dejó Lope de Vega a lo largo de su obra un riquísimo caudal de pasajes barrocos, del culteranismo propio de su época, a veces casi gongorino, dotados de incom­parable belleza, ya que el Fénix puso en ellos, además de las ca­racterísticas comunes a la técnica culterana, su imaginación portentosa y su innata prodigalidad, expresando un mismo tema varias veces; pero siempre con distinto atuendo poético.

He reunido y ordenado aquí las metáforas de Lope alusi­vas al tiempo, entresacadas de las obras del poeta, porque acaso manifiestan, mejor que otros aspectos de su producción, todo el valor estético que, como creador culterano, se merece el Fénix.

La eterna carrera del tiempo, del clásico Cronos, alado de pies, cada vez que aparece ante Lope le sugiere espléndidas e

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O CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOPE DE VEGA

interesantes metáforas» nunca agotadas, que fundamenta en la Mitología grecorromana resucitada por el Renacimiento, y en la Astrología, y enriquece con los arreos opulentos de su crea­ción poética, en los límites interpretativos de una exactitud matemática.

# # #

E L TRANSCURSO DEL TIEMPO

La sencilla expresión de una fecha, que se abarroca con re­cargada ornamentación en la poesía culta de la Edad de Oro, presenta en Lope metáforas tan numerosas como variadas.

Los signos del Zodíaco le servirán para establecer, sin error, el cómputo del numero de años que hayan transcurrido, según se explica en estos dos pasajes:

La pluma, que al pastor en su dorada

carroza el sol respetará formada

de estrellas, quanlas veces

del Aries de oro a los australes Peces

camine por su eclíptica, en que dora

los crespos rizos de la blanca aurora (1).

"Volvió a pintar los signos otras tantas

veces el claro sol, divino Apeles,

renovando las flores y las plantas

las puntas de sus únicos pinceles (2).

Pero veamos el metaforismo de medidas exactas del tiem­po, lleno de gracia e inventiva.

Sea la primera esta metáfora del espacio de seis días. Dos nombres del sol, poco conocidos, establecen la medida:

(1) Canción de la IV Parte del Arte de escribir, de Díaz de Morante. (Ed. Obras sueltas, de Sancha, tomo XVII, pág. 296.)

(2) Amarilis, égloga (O. S. X-167K

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¡OAOUÍN DE; ENTRAMBASAGXIAS 7

Había el dorado Criseo seis veces desde este día ilustrado de sus rayos

el Oriente, y otras tantas llorado el Alba la muerte de Memnon, su hijo,

cuando una noche clara (1).

El transcurso de trece días y trece noches, es de una sen­cillez poética algo ingenua:

Trece veces había el sol vestido

de luz y claridad el polo opuesto,

y tantas por las ondas sumergido

con encendido círculo traspuesto (2).

Dos y tres meses, es decir, dos y tres lunas se expresan con esta distinta e ingeniosa simplicidad, en que ha bastado variar la denominación del astro para no repetir la metáfora, análoga en verso y prosa:

Dos veces la triforme Diosa tuvo

menguado el rostro y otras tantas l leno,

mientras que Tisbe solitaria estuvo (3).

Tres veces se había renovado la vieja Cintia y otras tantas mostrado al

mundo su lleno rostro (4).

El espacio de un año resultaría pobre en número si no se enriqueciera con la alusión a los doce signos del Zodíaco:

Había ya desde el etéreo Toro

del campo superior, que influye en éste,

las doce piezas de diamantes y oro

bañado el sol al trancelín celeste (3).

(1) La Arcadia ( 0 . S. VI-79). (2) La Circe ( 0 . S. 111-35). (3) La Hermosura de Angélica (O. S. 11-284). (4) La Arcadia (O. S. VI-294).

(3) La Hermosura de Angélica (O. S. 11-408).

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8 CRONOS EN EL MBTAFORISMO DE LOPE DE VEGA

En los espacios de dos o más años es abundante la alusión metafórica al paso del sol por Aries y Piscis, es decir, por mar-zo y febrero, o sea el comienzo y fin del año racional que empieza en la primavera:

Y el sol, con sus rayos de oro,

de Coicos miró el tesoro

por su eclíptica dos veces,

y otras dos los fríos peces,

que tus desdenes adoro (1).

Más sencillas son estas otras relativas al transcurso de tres años; la segunda, especialmente, ha sustituido toda complica­ción mitológica con alusiones a la naturaleza y a la luna:

Tres veces encendió la luz febea

las medias lunas al fenicio Toro (2).

Tanto, que a las murallas enemigas,

tres veces vieron flores las campañas,

tres veces vio la tierra espigas,

y el trillo quebrantó las rubias cañas :

tres veces reposó de sus fatigas

el labrador, y vieron las montañas

de nieve coronadas sus cabezas

con cintas de cristal rotas a piezas.

Tres veces engendró granizo el Austro,

el céfiro, claveles y alhelíes,

vio la luna el horóscopo del plaustro

treinta y seis veces nueva, y de rubíes

cubrió otras tantas su menguante cara

fénix, que muere y nace, y nunca para (3).

(1) Isidro (O. S. XI-186). (2) A Monseñor J . B. Ciampoli. Soneto (O. S. IV-499).

(3) Jerusalén Conquistada (O. S. XIV-440).

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JOAQUÍN DE ENTRAMBASAGUAS 9

En la siguiente, para indicar que han pasado cuatro años, se señala el tiempo por la situación del sol en el signo Aries; esto es, marzo:

Cuatro veces el sol en oro y grana

pasados del hibierno los enojos,

bañó la piel del frigio vellocino (1).

La misma metáfora, más completa, ya que también hace referencia al signo de Piscis o febrero, para señalar los cinco años aparece en estos versos:

Bañó templado el sol las armas bellas

del frigio vellocino en su tesoro

un lustro alegre, y vióse en sus estrellas

el Pez de piala cinco veces oro (2).

Dos bellas y distintas metáforas pueden verse a continua­ción, que marcan el transcurso de seis años. En la primera, la alusión es al signo Tauro del Zodíaco, propio del mes de abril:

Después de haber el sol bañado el Toro

seis veces de su luz al tiempo mismo,

que el vuestro ausente como Clicie adoro (4).

La segunda es algo más complicada a causa de la diferencia puramente numérica que ha de realizarse además. Por otra parte, la designación del sol como el «hermano de Lampecia» o la luna, es menos frecuente:

(1) Amarilis, égloga (O. S. X-176). (2) Va Filomena (O. S. 11-383). (3) Epístola XIV. Al Conde de hemos ( 0 . S. 1-449).

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1U CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOPE DE VEGA

Pues cuenla desde trece a diez y nuevo

las vueltas que el hermano de Lampecia

al mundo pudo dar con rayos de oro (1).

El espacio de siete años se indica por varias metáforas de muy diferente intensidad. Las dos primeras no presentan no-verdad. Son la frecuentísima alusión cronológica del año, ya se­ñalada :

Mi peregrinación, áspera y dura,

Apolo vio pasando siete veces

del Aries a los Peces,

hasta que un Alba fué mi noche oscura (2).

y Siete veces verás que en Aries nace,

y que la blanca plata, le recibe,

de los peces del Eufrates, en tanto

que te detiene con su dulce canto (3).

En esta otra se ha buscado la originalidad aludiendo a las épocas del año:

Siete veces el sol miró distinta

la línea equinoccial, y a los iguales

trópicos declinando el áurea cinta

los ilustró de rayos solsticiales (4).

Pero la verdadera complicación metafórica, bipartita para mayor ostentación ornamental, aparece en estos versos:

Tres veces la lustrosa

Corona do Ariana

(1) La Dragontea (O. S. III-347). (2) Égloga A Claudio (O. S. IX-357). (3) La Circe ( 0 . S. III-103). (4) La Rosa Blanca ( 0 . S. 111-144).

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TOA£)UÍN DE ENTRAMBASAGUAS 11

en la Libra nació del cielo adorno,

y en la faz perezosa

do escarcha siempre cana

se puso occidental el Capricorno :

y en el divino torno

por cuatro tiempos vario,

otras tantas corrió sus paralelos

el dios que tuvo altar en Delfo y Délos;

y el arco boreal del Sagitario,

mientras en esta cueva

venció Benito la serpiente de Eva (1).

• Las alusiones se aclaran, no obstante» fácilmente: Si tres veces las estrellas que forman la Corona de Ariadna han pasa­do por Libra o septiembre y cuatro el sol por Sagitario o no­viembre, han transcurrido, en total, siete años.

A menudo es preciso señalar dos medidas cronológicas dis­tintas, que forman el total de tiempo transcurrido, y en este caso es imprescindible el cálculo y la suma de los datos metaforiza-dos; diez veces se ve a Croto o Sagitario, símbolo del mes de noviembre, esto es, diez años; y diez veces «el toro de Feni­cias hacía desaparecer las estrellas, o sean diez amaneceres; en total, diez años y diez días. He aquí los versos:

Diez veces nuestra Argólica milicia

sobre Troya miró flechando a Croto,

y otras tantas el toro de Fenicia

pacer estrellas al celeste soto (2).

Y a veces también, como en el siguiente ejemplo, se pun­tualiza, además, metafóricamente, la época en que empezó el espacio de tiempo a que se refiere. En este caso, el suceso debió de acontecer, para que así se realice lo indicado, después de

(1) Canción a San Benito Casinense (O. S. XIII-339).

(2) La Circe ( 0 . S. IH-15).

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12 CRONOS EN El, METAFORISMO DIÍ LOPE DE VIjCA

abril y antes de noviembre, es decir, después de Tauro y an­tes de Sagitario, y luego transcurrir doce años y medio:

En dos lustros y medio el sol había

doce veces no más corrido el Toro (1).

Más sencilla es esta otra que se refiere al espacio de trece años:

Trece veces el sol en la dorada

esfera devanó los paralelos,

por cuya senda candida, esmaltada

de Auroras, baña en luz tierras y cielos (2).

Y conforme a la más frecuente metáfora se expresan en los versos que siguen el transcurso de diez y siete, veintidós y ochenta y ocho años. Solamente en el segundo ejemplo se ha logrado ese toque de originalidad típico de Lope, sustituyendo la palabra sol por otra metáfora muy predilecta del poeta. El sol es «el tierno amante del laurel ingrato», porque Dafne, perseguida por Apolo, se convirtió en esta planta, dedicada luego a honrar la frente de los poetas:

Había visto diecisiete veces

Filis, y el sol por su inmortal camino,

la distancia del Aries a los Peces (2).

Que después que canté su vida santa,

que ya en mayores números dilato,

pasó veintidós veces

del Aries a los Peces,

el tierno amante del laurel ingrato (4).

(1) La Filomena (O. S. 11-384).

(2) Amarilis, égloga (O. S. X-164).

(3) Filis, égloga (O. S. X-200). (4) Canción, al milagro de los bueyes de San Isidro ( 0 . S. XII-177).

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JOAQUÍN DE ENTRAMBAS AGUAS 13

y Ochenta y ocho veces visto había

el sol al Pez de plata, al Aries de oro (1).

Por último, véase, en cambio, qué sobriamente se predi' ce el transcurso de cinco siglos:

La herejía en las márgenes leteas,

quinientas veces verá el sol el Toro (2).

LA AURORA

Las descripciones del amanecer hallaron bellísimos y deli-cados motivos poéticos en el metaforismo de Lope.

Más ricos de técnica y originalidad son estos ejemplos, que ordeno conforme a la exquisita sensibilidad cronológica mos-trada en ellos. Dudo que en ningún poeta pueda hallarse esta variedad metafórica, realmente sorprendente, en que casi se llega a puntualizar los minutos de avance de las luces ma­tutinas.

En el siguiente pasaje alude el Fénix a las últimas horas de la noche, primeras del amanecer:

Comenzaron con diversas pláticas a entretener la noche, mientras el

Alba perezosa en los fines de Hebrero se levantaba de los brazos de su espo­

so a madrugar el día (3).

Una vibrante sensación de madrugada, de vagas luces, ha­llamos en estos versos, de exactos adjetivos:

Coronada de estrellas se ausentaba

con luz escasa la triforme diosa,

(1) Jvrusalén Conquistada (O. S. XIV-65). (2) La Juventud de San Isidro, comedia (O. S. XII-141).

(3) El Peregrino en su Patria (O. S. V-16).

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14 CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOPE DE VEGA

tan poco el orbe candido llenaba

la nueva cara a amor y al hurto odiosa (1).

La blancura plateada de la aurora, en estos versos, anun­cia y promete el oro del sol que vendrá luego:

Por ser al tiempo que la blanca aurora

por prendas de oro daba plata al día (2).

Ha transcurrido algún tiempo y ya las pálidas luces del amanecer toman tonos cálidos que reflejan el sol próximo a sa­lir, mientras la aurora se borra. He aquí tres pasajes suma­mente bellos y expresivos de este momento del díat to­mado como unas instantáneas fotográficas. Los «ojos de dia­mantes)) de las estrellas van a convertirse en el ojo de Polife-mo, alusión al sol, como indican las luces del amanecer:

Argos celeste, ya pavón supremo,

los ojos de diamantes brilladores

tendidos de la rueda por lo extremo

de fúlgidos bañaba resplandores;

y para transformarse en Polifemo

daban lugar las lámparas mayores

a la primera túnica del día,

que en ellas encenderse parecía (3).

En el sereno campo de los cielos

entraba el sol, pisando las estrellas

sus caballos flamígeros, y dellas

limpiando el manto de color de celos (4).

(1) Corona Trapica (O. S. IV-48). (2) Corona Trapica (O. S. IV-73). (3) Corona Trapica ( 0 . S. IV-67). (4) Riman (O. S. IV-202).

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JOAQUÍN DE KNTRAMBASAGUAS 15

No bien la blanca aurora

los jazmines del pie puso en la plata

del coturno que dora,

al tiempo que con luz el sol los ata (1).

En los textos que síguent el sol está ya en el horizonte, y sus rayos cloran el paisaje con suaves destellos:

No habían reparado los ojos en que a toda priesa llamaba a las venta­

nas el Alba, dulce aposentadora del venidero sol, que ya en los balcones del

Oriente resplandecía (2).

Resplandecían por las puertas del Oriente Flegon y Etonte con las borda­

das cubiertas y las guarniciones tachonadas de diamantes, dando en las espal­

das del Alba con espumas de oro (3).

Pero la mañana, ya espléndida, con el sol en plena carrera, aparece en este fragmento, de luz deslumbradora:

Ya el rojo y claro padre de Faetonte

los caballos con ágil movimiento

sacaba a discurrir nuestro horizonte,

vertiendo espuma de oro y luz de aliento (4).

Y no solamente estas descripciones graduales del amane' cer, sino otros matices maravillosos que revelan una observa' ción asimiladora verdaderamente pasmosa.

Un amanecer nublado, en que el sol parece detenido y se escucha el gemir de la tormenta, le sugiere estos limpios ver' sos enteramente modernos:

Temió salir el sol y sus caballos

ya cuanto al arrancar, se detuvieron;

(1) Huerto Deshecho (O. S. IX-375). (2) La Arcadia (O. S. VI-279).

(3) El Peregrino en su Patria (O. S. V-106.)

(4) La Dragontea (O. S. III-287).

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16 CRONOS EN EL METAFÜRISMO DE LOPE DE VEGA

los cielos sin mover, ni ser movidos

sus siempre fijos ejes oprimieron,

que do tan grave máquina sentidos,

daban, como quejándose, gemidos (1).

En la amplitud ele horizonte que se revela en el siguiente fragmento, donde el primer término está iluminado por el sol y el fondo aún aparece oscuro, no es difícil imaginarse el ama­necer en una llanura, acaso la meseta castellana, que el poeta bien conocía, aun cuando se aplique a Levante:

El encendido hermano de Latona

bordaba las almenas de oro puro,

con quo el fuerte cantillo se corona,

huyendo de la noche el manto escuro (2).

Y como contraste con este amanecer» la aparición del sol en pleno mar, descrita en estos versos:

Cuando la roja aurora aljófar peina

por blancos montes y por verdes prados :

purpúreo el sol, donde Nepluno reina,

sacaba los cabellos coronados

de cerúleas ondas que surtían,

y otro mayor en su cristal fingían (3).

Pero ese contraste señalado clel amanecer en el mar y en la tierra es aún más bello y colorista en otros fragmentos:

Crinado Apolo de follajes de oro

a las espaldas de la noche fría,

pródigo de la luz de su tesoro

(1) Silva a la Ciudad de Logroño (O. S. III-50Q).

(2) Fiestas de Denia ( 0 . S. III-422).

(3) Corona Trágica ( 0 . S. IV-28).

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TOAQUÍN DE ENTRAMBASAGUAS 17

en el campo del mar resplandecía;

de varias aves el pintado coro

trinaba dulce, lisonjero, al dia (1).

Ya se mostraba Hiperión Titano

con su rosada boca al nuevo mundo,

dorando el sesgo mar cerúleo y cano

y el vientre al suelo próspero y fecundo (2).

Ahora bien; Lopet en otros casost no destaca estos mati-ees cronológicos» sino que superpone imágenes y metáforas rá­pidamente» y presenta juntos el principio y el fin de la evolu­ción» como en este pasaje:

O que andaba del carro de Faelonte

por los campos del cielo desatado

paciendo estrellas, o Flegon o Etonte

fugitivo del pértigo dorado (3).

Y alguna vez también complica el barroquismo multipli­cando en una sola descripción alusiones» imágenes y metáforas con un ingenio exquisito:

La noche apresuró de lastimada

su carro helado, anticipada un hora,

y fué a llamar llorando a la rosada

ventana de la luz madrugadora;

salió por sus balcones destocada

a despertar el sol la blanca Aurora,

y acechando a los dos por la cortina,

vio en brazos de Plulón a Proserpina (4).

(1) Corona Trapica (O. S. IV-76).

(2) La Dragontea (O. S. 111-368). (3) La Andrómeda (O. S. 11-507). (4) Jerusalén Conquistada (O. S. XIV-160J.

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Page 19: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

1S CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOrE DE VEGA

E L OCASO

Con no menor gradación de luces que la aurora, describe Lope el anochecer. Bastan unos cuantos ejemplos para que se vea bien su sensibilidad finísima y su clara técnica poética.

Comencemos por admirar esta breve descripción de la úl-tima hora de la tarde en que el sol brilla todavía con todo su esplendor, aunque le resta poco tiempo de estar sobre el ho­rizonte :

Al carro de la noche sucesivo,

cuyas ruedas somníferas bajaban,

daba breve lugar el sol estivo,

y las nubes con él se matizaban (1).

Este es el momento de ocultarse el sol y aparecer la luna, que Lope fija con rápidas pinceladas expresionistas y origina^ lísimas:

El sol, de su carrera desmayado,

cayóse en el cristal del mar Tirreno,

y el Héspero planeta levantado

el aire puro esclareció sereno (2).

Oculto completamente el sol, el frío de la noche se deja sentir, recordando el frío invernal:

A quien del sol el breve curso eterno

deja en los brazos de la noche fría,

prolija esposa del lluvioso hibierno (3).

Entonces es cuando la luna y las estrellas aparecen en el cielo, en esta noche descrita así por el poeta:

(lí La Hermosura de Angélica (O. S. 11-127). (2) La Circe (O. S. 111-56). (3) Elisio, égloga (O. S. IX-254).

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TOAOUÍN DÜ ENTRAMUASAGUAS 19

Ya la diosa cobarde y atrevida,

tanto de los amantes adorada,

del mundo comenzaba a ser temida,

mostrándose de estrellas coronada (1).

Al fint en la noche plena, lucen sólo las estrellas que Lope, erróneamente, supone que carecen de luz propia y la reciben y reflejan del oculto sol:

A la escasa luz, que el luciente Febo, ausente del Arctio polo, comu­

nicaba a las nocturnas estrellas (2).

Por último, hay algún caso en que, desdeñando Lope la casi obligada alusión mitológica, una metáfora, viva de descrip­ción impresionista, le proporciona nueva y valiente expresión:

Ya bajaba la noche mal vestida,

los pies envueltos en nublados pardos,

pisando las espaldas, atrevida,

al sol, que se iba, aunque con pasos tardos (3).

LAS ÉPOCAS

Aún metaforiza Lope en otro aspecto cronológico. Los me­ses, las estaciones, los períodos del año, los momentos del día, en fin, hallan en su poesía elegantes expresiones de novedad»

A continuación pueden leerse cuatro fragmentos alusivos a meses del año. Se fijan refiriéndose al «transformado Júpi­ter», o sea al Toro, Taurus o abril y a la conjunción de Escor­pión con Marte, esto es, en octubre en los dos primeros y al signo de Géminis o mayo en los otros dos:

(1) Fiestas de Denia (O. S. III-408). (2) La Quinta de Laura, novela (O. S. VIII-291). (3) Jerusalén Conquistada ( 0 . S. XIV-469).

Page 21: 1 METAFORISMO DE LOPE DE VEGA J

20 CRONOS EN EL MET AFORISMO DE U)PE DE VEGA

En tanto que tus cabras y las mías

al verde prado afeitan la melena

de la menuda hierba y fértil grama,

y el transformado Júpiter los días,

que restituyen voz a Filomena (1).

Ya se aumentaba el tiempo riguroso,

y el Escorpión meridional salía

en la casa de Marte sanguinoso

con su naturaleza húmeda y fría (2).

Dejando atrás para otro curso el Toro,

los abrazados niños toca el rayo

en claro, hermoso y apacible mayo (3).

Ya de los dos hermanos, abrazados,

en la mitad del mayo el sol estaba (4).

Pero, a veces, el poeta quiere puntualizar simultáneamen-te un espacio de tiempo concreto, y la metáfora busca una du­plicidad que detalle ambas cosas. Véase con cuánta originali­dad y exactitud se determinan los diez últimos días de agosto cuando el signo de Astrea o Virgo, que corresponde a este mes, casi llegaba al final de el donde comienza el equinoccio:

Diez veces había el sol por otros tantos paralelos cercado el cielo casi

en la sazón que Astrea igualaba las balanzas al equinoccio (5).

Épocas menos concretas permiten metáforas aún más be­llas, que tienen verdaderas calidades de clásicas alegorías pie-

(1) Amarilis, écloga (O. S. X-147). (2) La Dragontea (O. S. III-214). (3) La Hermosura de Angélica (O. S. 11-317). (41) A la miarte de Don Diego de Toledo, octavas (Entrambasagua? ;

Elegía de Lope de Vega a la muerte de Don Diego de Toledo. Madrid.

1933, pág. 49). (5) El Peregrino en su Patria (O. S. V-424).

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tóricas. En estos versos se alude al final de julio y comienzo de agosto; es decirt al concluir el signo de Leo y al empezar el de Astrea o Virgo:

El sol de León saliendo,

y entrando en la rubia Astrea,

vertiera el cuerno Amaltea,

de la abundancia cogiendo

cuanto la copia desea (1).

Acuario, signo correspondiente al mes de enerot y Pis­cis —((Pez austral^— que equivale a febrero, son contiguos. El paso de uno al otro se expresa así en este bello fragmento de Lope:

Que cubra el campo el Acuario frío,

cerca del Pez austral vertiendo nieve,

y con toldos de cidro los arroyos;

y que vos desatéis a las palomas

los costales de trigo (2).

Análoga, aparte de ésta est naturalmente, una metáfora donde se indica el final del invierno:

Salía el sol del Pez austral, que arpenta

las escamas de nieve, al tiempo cuando,

cuerda, Amarilis, a vivir se alienta (3).

El invierno también queda determinado en esta sencilla alusión metafórica, verdaderamente sobria:

Era ya la sazón en que se vía

el parco austral de la Corona hennoeo,

(1) Isidro (O. S. XI-1Í19). (2) Oración a la beatificación de San Isidr« (O. S. XI-386). (3) Amarilis, égloga (O. S. X-181).

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22 CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOPE DE VEGA

que con sus cuatro estrellas difundía

los rayos de su imperio luminoso (1).

Muchísimo más complicado es cierto conjunto metafóricot

de confusionismo lánguido, donde se señala una primavera fe­cunda y cálida:

A la parte oriental Turo tendía

las alas vagorosas,

el Austro y Mediodía,

y Bóreas fiera a las distantes Osas

por el Septentrión temor ponía :

el sol, por sus dorados paralelos

comenzaba el camino de los cielos,

que por no diestra del calor la copia

blanca Alemania, que negra Etiopía,

cuya eclíptica de oro no sabría

el nombre de los signos, que tenía,

ni en su campo pensó, que espigas de oro

pariera el Aries y rumiara el Toro.

La casta luna, en su argentado plaustro

no se mostraba al Austro

lluviosa, alternativas las dos puntas,

una a la tierra y otra al claro cielo,

sino pidiendo con las manos juntas

calor al sol para su eterno hielo,

sin temer el piloto en los confines

del vasto mar astrólogos delfines,

que pacífico rey de su elemento

se imaginaba superior al viento (2).

La explicación de todo esto puede resumirse así: Como el viento Este corría por Oriente, el Sur y Mediodía y Bóreas,

(1) Lo Circe (O. S. 111-78). (2) El Siglo de Oro (O. S. IX-4).

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el viento Norte aterraba a las Osas Mayor y Menor. El sol co­menzaba su carrera en el cielo, es decir, la primavera; pero el calor era tal que el Norte vino a ser Sur y se confundían los signos del Zodíaco hasta el punto de que en Aries y Tauro, co­rrespondientes a marzo y abril, había espigas maduras* La luna en menguante, eternamente helada, pedía calor al sol. El pi­loto no temía a los delfines astrólogos, porque siendo del mar pacífico rey se creía superior al viento.

Por el contrario, es sencilla esta metáfora en que se deter­mina el medio día con una simetría finamente reflejada en la alusión a los dos lugares en que se adora al sol:

Llegaba a la mitad de su carrera

el Dios que adorna Rodas y Tegira (1).

# * #

Cronos, el viejo Cronos de la mitología clásica, que nos ha­bla amargamente de la brevedad de la vida y de lo efímero de nuestro paso por ella, es embellecido y remozado por Lope. El Fénix, con una técnica poética magistral, con su vocabulario exquisito y su imaginación portentosa, adorna con metáforas múltiples y gratas la enfadosa presencia del tiempo, que así muestra opulenta y rozagante de poesía su desgarbada y pro­saica figura.

Esto hace el poeta, poniendo toda su sensibilidad y su amor a lo bello; pero Lope de Vega, en su obra, tiene una contrafi­gura o caricatura suya. Un bufón que se ríe de su señor. Algo como el gracioso que imita burlescamente al galán en sus come­dias, y que no perdona ocasión de subrayar con un chiste cuan­to escribe Lope; que toma a broma hasta estas bellas creaciones del poeta.

Tiene el gracioso nombre de Tomé de Buyguillosf y es

(1) Jeriisalén Conquistada (O. S. XIV-277).

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¿* CRONOS EN EL METAFORISMO DE LOPE DE VEGA

tan inseparable del Fénix que sin él no podría existir. Y aunque sabe esto no le respeta y, por el contrario, se burla de to­das sus cosas, de todas aquellas, claro es, que teme Lope sirvan de risa a los demás.

Por eso el poeta no se enfada con Burguillos. Sabe que riéndose él no han de reírse sus críticos, y esto le deja a salvo. Porque para Lope el gran problema, a veces, es quedarse a salvo de toda responsabilidad por las innovaciones literarias que rea­liza o las aportaciones nuevas que sugiere a las letras.

Así, en este caso, cuanto he transcrito y comentado en lo antecedente de este ensayo sirvió de burla a Burguillos, que supo parodiar con verdadero ingenio satírico los versos de Lope.

Juzgúese, si no, de estos dos pasajes, donde se determinan espacios de tiempo de dos y tres años con metáforas grotescas, figuras de cartón y colorines:

Dos veces calentó Micer Apolo

los Peces fritos y el carnero verde,

en tanto, Isidro, que mi verso y prosa

vuestro nombre llevó de polo a polo (1).

Tres veces, rey de Délo

los paralelos de oro devanaste,

haciendo ovillo el cielo

en su de azul almidonado engaste,

y la tierra tres veces

sin agua vio tus estrellados pece6 (2).

Y también debió de ser Burguillos, aunque no se diga, quien en un descuido de Lope, cuando escribía una de sus co­medias, se burló de sus descripciones de la aurora en estos ver­

i l) Canción al milagro de los bueyes de San Isidro, por Burguillos (O.

S. XII-196). (2) Canción a San Isidro, por Burguillos ( 0 . S. XI-419).

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sos que pone en boca del gracioso» su verdadero hermano lite­rario :

SANCHO. Ya doña Aurora Celeste

clarifica el aposento,

y le dan el parabién

los pájaros dése huerto,

chillando por los tejados

tantos gorriones nuevos,

que parece que nos llaman.. .

BERNARDO. Perdidos amanecemos (1).

Porque de él es esta pintura de la mañana» no menos bur-lesea:

Al tiempo que el Aurora fugitiva

de su cansado esposo

arrojaba la luz a los mortales,

y el sol infante en líquidos pañales

de celajes azules

mandaba recoger en sus baúles,

para poder abrir los de oro y rosa,

el manto de la noche temerosa,

aunque era todo el manto de diamantes,

en el zafiro nítido brillantes

ojos del sueño, el hurto y el espanto (2).

En fin, ¿que Lope designa los meses con metáforas? Pues Burguillos también. Pero las metáforas de Burguillos, poeta llano, serán claras. Tan claras que se diga sin más el concepto. Léanse, si no, estos versos que se refieren al mes de mayo, nom­brado con todas sus letras, aunque para ornamentarlo se haga una irrespetuosa alusión a Géminis, los hijos gemelos de Júpi­ter y Leda, o signo propio de aquel mes:

(1) El Desprecio Agradecido, comedia (O. S. X-65). (2) La Gaiomaquia, por Burguillos (O. S. XIX-191).

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¿0 CROMOS EN EL METAFORISMO DE LOPE Dlí VEliA

Estaba el sol ardiente

una siesta de mayo calurosa,

aunque amorosamente

plegando el nácar de la fresca rosa,

que producen los niños abrazados,

huevos del cisne y huevos estrellados,

pues que los hizo estrellas (1).

J ¿ . J L ^L. TT "TT "A*

Tales son las variadas metáforas con que aparece Cronos en la poesía de Lope. Sólo este punto concreto de su creación literaria ha servido para divagar amablemente en unas cuantas páginas. Si con ello se animaran más doctas plumas a tratar de aspectos análogos, me daría por satisfecho de mi trabajo, y es posible que, además, se echaran así los cimientos de un libro que hace mucha falta: La mitología grecorromana en la obra de Lope de Vega, para el cual voy reuniendo elementos a tra­vés de mis continuas lecturas del Fénix,

Santander, 27 de agosto de 1935.

(1) La Gatomnquia, por Bursxuiilos (O. S. XIX-194).

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