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INTRODUCCIÓN 1.1. Concepto de Neurociencia del Lenguaje La Neurociencia del lenguaje es una disciplina joven, que estudia la organización del lenguaje en el cerebro. Trata de integrar diferentes disciplinas que investigan sobre el lenguaje y sus bases neurológicas Por otra parte, hace uso de todos los medios posibles, y, en este sentido, las técnicas de neuroimagen han supuesto un salto cualitativo en este campo. La Neurociencia del lenguaje persigue los mismos objetivos que la Neuropsicología clásica o la Neurolingüística, pero sus métodos han cambiado. Los avances tecnológicos han sido claves en estos cambios, pues hasta la segunda mitad del siglo XX la única manera de estudiar las bases neurológicas del lenguaje era observando, mediante autopsia, cerebros de personas que habían tenido trastornos afásicos para comprobar qué zona del cerebro era la que estaba dañada. Conociendo el tipo de trastorno lingüístico que habían tenido en vida y el área que había sido dañada, se podía establecer una relación entre áreas cerebrales y funciones lingüísticas. A partir de los años setenta, por la aparición de las técnicas de neuroimagen) se produjo un cambio en la metodología de estudio, pues ya no era necesario que un paciente muriese para comprobar el lugar de la lesión, sino que se puede comprobar in-vivo. Pero el salto espectacular llegó en las dos últimas décadas, con la confluencia de varios hechos importantes. El desarrollo de las técnicas de neuroimagen funcional (resonancia magnética funcional o magnetoencefalografía) que permiten observar el funcionamiento cerebral tanto en pacientes como en personas sanas mientras hacen uso del lenguaje, posibilita la realización de experimentos en los que se puede ir cambiando la tarea para comprobar en cada caso qué zonas del cerebro se están activando. Otro hecho de gran importancia fue la elaboración, por parte de la Psicolingüística, de modelos cada vez más complejos que detallan la estructura y organización de todos los componentes del sistema de

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Page 1: 1. Introducción neuroleng

INTRODUCCIÓN

1.1. Concepto de Neurociencia del Lenguaje

La Neurociencia del lenguaje es una disciplina joven, que estudia la organización del lenguaje en el cerebro. Trata de integrar diferentes disciplinas que investigan sobre el lenguaje y sus bases neurológi-cas Por otra parte, hace uso de todos los medios posibles, y, en este sentido, las técnicas de neuroima -gen han supuesto un salto cualitativo en este campo. La Neurociencia del lenguaje persigue los mis-mos objetivos que la Neuropsicología clásica o la Neurolingüística, pero sus métodos han cambiado.

Los avances tecnológicos han sido claves en estos cambios, pues hasta la segunda mitad del siglo XX la única manera de estudiar las bases neurológicas del lenguaje era observando, mediante autopsia, cerebros de personas que habían tenido trastornos afásicos para comprobar qué zona del cerebro era la que estaba dañada. Conociendo el tipo de trastorno lingüístico que habían tenido en vida y el área que había sido dañada, se podía establecer una relación entre áreas cerebrales y funciones lingüísticas.

A partir de los años setenta, por la aparición de las técnicas de neuroimagen) se produjo un cambio en la metodología de estudio, pues ya no era necesario que un paciente muriese para comprobar el lugar de la lesión, sino que se puede comprobar in-vivo. Pero el salto espectacular llegó en las dos últimas décadas, con la confluencia de varios hechos importantes. El desarrollo de las técnicas de neu -roimagen funcional (resonancia magnética funcional o magnetoencefalografía) que permiten observar el funcionamiento cerebral tanto en pacientes como en personas sanas mientras hacen uso del lengua-je, posibilita la realización de experimentos en los que se puede ir cambiando la tarea para comprobar en cada caso qué zonas del cerebro se están activando.

Otro hecho de gran importancia fue la elaboración, por parte de la Psicolingüística, de modelos cada vez más complejos que detallan la estructura y organización de todos los componentes del siste-ma de procesamiento del lenguaje en el cerebro, ya que sin ellos no se pueden interpretar los datos que proporcionan las técnicas de neuroimagen. Además, cuanto más detallados son esos modelos, más fácil resulta entender los datos y encontrar el correlato neurológico de los distintos componentes del sistema de procesamiento lingüístico.

Los estudios neuropsicológicos clásicos utilizaban modelos lingüísticos muy sencillos, como si el lenguaje consistiese en entender y producir palabras. A consecuencia de ello, la cantidad de áreas cere-brales que se suponía intervenían en el lenguaje era muy reducida. Pero en cuanto se empezaron a elaborar modelos más complejos en los que se consideraban otros aspectos del lenguaje se comenzó a comprobar que son muchas más las áreas que intervienen en el lenguaje.

También se comprobó que los tipos de trastornos afásicos que se pueden producir debido a lesiones cerebrales son más variados de los que recoge la tipología clásica. La afasia de Broca engloba un con-junto de subsíndromes (agramatismo, trastornos articulatorios, etc.) que son disociables entre sí, lo que significa que pueden aparecer en unos pacientes y no en otros; y lo mismo sucede con Wernicke. El modelo clásico es cada vez más insatisfactorio para explicar la implicación de nuevas áreas cerebrales y la aparición de nuevos tipos de trastornos afásicos.

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Por otra parte, los estudios con pacientes estaban enfocados a la búsqueda de centros cerebrales responsables de determinadas funciones lingüísticas, como si el cerebro estuviese organizado por cen-tros o módulos. Hoy en día se sabe que el procesamiento cognitivo no se realiza en centros específi-cos, sino a través de redes neuronales que se extienden pro amplias zonas del cerebro.

Históricamente, la idea de redes neuronales procede de Hebb, quien propuso la noción de “asam-bleas neuronales” en 1949. Las asambleas son conjuntos de neuronas que se coactivan ante los mismos estímulos o las mismas tareas, y tal coactivación conlleva, a su vez, una asociación de las mismas, para que en próximas ocasiones vuelvan a activarse simultáneamente. Además, estas asociaciones pueden ocurrir entre neuronas próximas o alejadas. Lo que tiende a diluir el concepto de localización de funciones cerebrales.

Los estudios de neuroimagen muestran que ante la realización de determinada tarea lingüística no se activa un único centro cerebral, sino que se activan varias zonas cerebrales, incluso apartadas entre sí. Cualquier actividad requiere la activación de múltiples neuronas que forman parte de una misma red, aunque estén muy alejadas espacialmente.

Ejemplo:

Las rede responsables de palabras con alto contenido olfatorio (perfume o incienso) se extien-den por las regiones cerebrales del olfato, o las redes responsables de palabras referentes a acciones (agarrar o saltar) se extienden por las áreas premotoras en el lóbulo frontal.

Estas redes pueden tener mayor densidad de neuronas en una zona determinada y, por ello, una lesión en esa zona tiene más posibilidades de dañar la red y provocar determinados síntomas. Pero también puede ocurrir que lesiones en zonas alejadas de la red produzcan daños similares y, por consi -guiente, los mismos síntomas. Esa es la rezón por la que a veces se encuentran pacientes con caracte -rísticas similares que tienen lesiones en zonas distintas del cerebro, y pacientes con lesiones en las mismas zonas que muestran síntomas diferentes. En consecuencia, es necesario pasar de la búsqueda de centros del lenguaje o áreas implicadas en el procesamiento del lenguaje, a la búsqueda de redes neuronales, esto es, redes responsables de las diferentes habilidades lingüísticas.

Para avanzar en el conocimiento de las bases neurológicas del lenguaje, sólo se puede hacer desde un punto de vista interdisciplinar, con aportes diversos y con modelos de procesamiento lingüístico que guían la búsqueda cerebral, mediante técnicas de neuroimagen cada vez más precisas en cuanto a localización espacial y temporal, con el estudio de paciente afásicos que muestren lo que sucede cuan-do se lesiona una determinada zona del cerebro y que a través de modelos computacionales que sean capaces de simular el procesamiento lingüístico en condiciones normales. En definitiva, con aportacio-nes de disciplinas tan diversas como la Psicolingüística, la Neurología, la Neuropsicología, la Lingüís -tica la Inteligencia Artificial. La combinación de todas esas disciplinas con el objetivo de conocer la organización del lenguaje en el cerebro es lo que constituye la Neurociencia del Lenguaje. Y las dos principales metodologías son los estudios con técnicas de neuroimagen y los estudios con pacientes afásicos.

Las modernas técnicas de neuroimagen, sin duda, suponen una importante herramienta para investi-gar la organización del el lenguaje en el cerebro, especialmente si se cuanta con buenos modelos cog-nitivos. No obstante, estas técnicas tienen algunas limitaciones importantes. Por eso los estudios con pacientes lesionados cerebrales siguen siendo una importante fuente de datos. Estos estudios propor-cionan importantes restricciones a la interpretación de los resultados que se obtienen con las técnicas de neuroimagen, razón por la cual la Neurociencia del Lenguaje utiliza estos dos procedimientos, ya que la combinación de ambos proporción información que ninguno de ellos puede aportar por sí solo.

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Pero, además, el ideal de esta disciplina es conseguir encajar los datos procedentes de las distintas perspectivas, es decir:

Contar con modelos de procesamiento lingüístico que interpreten todas las actividades del lenguaje (comprensión producción, lenguaje oral y lenguaje escrito) y en todos sus niveles (fonológico, morfológico, sintáctico, semántico y pragmático).

Encontrar los correlatos neurológicos (corticales y subcorticales) de todos los componentes de esos modelos: redes neuronales, tractos, etc.

Predecir y explicar los trastornos afásicos en función de esos modelos lingüísticos y neuroló -gicos.

Cuando los tres tipos de datos encajan, se está proporcionando validez a los tres niveles: a los modelos psicolingüísticos, a los modelos neurológicos y a la tipología de afasias.

1.2. Estudios con pacientes afásicos

Los estudios científicos sobre las bases neurológicas del lenguaje con pacientes afásicos comenzaron en la segunda mitad del siglo XIX (1861), cuando Broca presentó el famoso caso de Tan, llamado así porque “tan” era el casi el único sonido que podría emitir. Este paciente tenía totalmente dañada la capacidad de producción oral, y comprendían todo lo que le decían. El análisis post mortem mostraba una considerable lesión en la circunvolución frontal inferior del HI. Poco después, Broca publicó otro caso con características muy similares y con lesión en la misma zona. En los dos años posteriores completó su muestra con daños de otros seis casos más, todos con problemas de producción oral y hemiparesia derecha. Por el contrario, un paciente con lesión similar, pero en el HD, no tenía trastor -nos del habla. Esto llevó a concluir que esa zona frontal del hemisferio izquierdo (área de Broca) sería la responsable de la producción del lenguaje.

En 1874, Wernicke descubrió dos pacientes también con trastornos de lenguaje, pero con caracte-rísticas totalmente opuestas a las descritas por Broca, ya que hablaban con fluidez pero o comprendían lo que se les decía. Mediante autopsia encontró dañada la circunvolución temporal superior posterior del hemisferio izquierdo, por detrás del córtex auditivo primario, por lo que asignó a esta área la fun-ción de comprensión del lenguaje (área de Wernicke).

Además, Wernicke desarrolló un modelo teórico que explicaba esta disociación entre sus pacientes y los de Broca. Según este modelo, habría dos centros de representación de las palabras:

1. Centro auditivo en la circunvolución superior de lóbulo temporal izquierdo2. Centro articulatorio en la circunvolución frontal inferior

Estos centros estarían a su vez conectados entre sí por medio de fibras nerviosas. De esta manera, una lesión en el centro auditivo produciría trastornos en la comprensión, y una lesión en el centro arti-culatorio, trastornos en producción. Wernicke predijo un tercer tipo de afasia: afasia de conducción, que se produciría cuando se dañasen las fibras que unen el centro perceptivo con el centro articulato-rio, lo que dejaría los dos centros desconectados. La característica principal de este trastorno sería la incapacidad para repetir palabras, aun cuando el paciente mantuviese intactas la comprensión y la producción.

Ese trastorno de desconexión fue descubierto en 1885 por Lichtheim, en un paciente que, efectiva-mente, tenía como único trastorno la repetición de palabras. Lichtheim propuso además un nuevo cen-tro, el centro conceptual, en el que se encontrarían almacenados los significados, y que sería esencial

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para entender las palabras. Amplió el modelo de Wernicke a tres centros y tres conexiones entre ellos. También amplió el número de posibles trastornos afásicos.

Cuando la lesión se produce en la conexión entre el centro auditivo y el centro conceptual, el paciente tiene todas las características de la afasia de Wernicke, excepto que estaría preser-vada la repetición. Este trastorno fue denomi-nado afasia transcortical sensorial. Y cuando la lesión se produce en la conexión del centro conceptual con el motor, tendría todas las ca-racterísticas de la afasia de Broca, excepto la afectación de la repetición. Este trastorno se denominó afasia transcortical motora.

Esta forma de observar la relación entre las facultades cognitivas y el cerebro, consistente en estu -diar a cada paciente de manera minuciosa mientras estaba vivo y después realizar el estudio post mor-tem para establecer el lugar concreto de la lesión, predominó durante la segunda mitad del siglo XIX. A principios del XX surgieron fuertes críticas contra esta corriente, llamada localizacionistas, que acabaron su desarrollo. Según los autores de la denominada posición globalista, los diferentes tipos de afasias eran consecuencia del grado de severidad de la lesión y del hecho de que estuviesen asociadas o no con algún trastorno motor. El lenguaje es mucho más complejo y depende de todo el cerebro más que de zonas específicas. Esta posición globalista se vio reforzada por los estudios de Lashley, que apoya la hipótesis de que el cerebro completo participa en todas las funciones (teoría de acción de masas), y que cada área del cerebro puede realizar cualquier función (principio de equipotencialidad).

Varias décadas después, al resultar obvio que las lesiones puntuales producían trastornos específi-cos, Geschwind recuperó el modelo Wernicke-Lichtheim y añadió nuevas aportaciones. Así, el centro conceptual, cuya localización cerebral no había sido especificada por Lichtheim, Geschwind lo situó en la parte inferior posterior del lóbulo parietal izquierdo, esto es, en las circunvoluciones angular y supramarginal. A partir de la información acumulada, Geschwind elaboró un modelo neurológico so-bre las áreas cerebrales que intervienen en la comprensión y producción de palabras habladas.

Este modelo postula tres centros básicos del lenguaje: área de Wernicke (centro de compren-sión), área de Broca (centro de producción), cir-cunvoluciones angular y supramarginal (centro conceptual) y las conexiones entre ellas. El proce-samiento del lenguaje implica la activación de las representaciones en esos centros y la transferencia de unos a otros a través de los tractos de la materia blanca. Así durante la repetición de palabras, las áreas de cerebrales que participan son las siguien-tes:

En primer lugar, los sonidos del habla, provenien-tes de los oídos a través de los nervios auditivos. Son analizados en el área auditiva primaria, situada en la circunvolución temporal superior del hemisferio izquierdo. De ahí pasa la información al área de Wernicke para el procesamiento léxico. Desde el área de Wernicke, a través del fascículo arqueado (haz de fibras que se origina en el lóbulo temporal y se curva alrededor de la fisura de Silvio), la infor-mación se proyecta al área de Broca, en el lóbulo frontal, para el procesamiento fonológico y posterior

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Ilustración 1 Modelo de Litchtheim

Ilustración 2 Modelo de Geschwind

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articulación a través del área motora. En el caso de comprensión de palabras habladas, desde el área de Wernicke se activan los significados de esas palabras en el centro conceptual

De acuerdo con este modelo, los trastornos afásicos se pueden agrupar en siete grandes síndromes afásicos: los cinco ya descritos, más la afasia global (cuando los trastornos del lenguaje son muy gra-ves y alcanzan tanto a la comprensión como a la producción) y la afasia anómica (cuando el único trastorno es una dificultad para recuperar las palabras). Tres de ellos son producidos por lesiones de los centros (Broca, Wernicke y la global), y otros tres por lesión en las conexiones (de conducción, transcortical sensorial y transcortical motora). La afasia anómica no tiene un claro correlato neuronal.

Este modelo tuvo una gran influencia debido a sus aplicaciones prácticas. El procedimiento que se seguía era el siguiente: primero, a través de los test neuropsicológicos, se detectaban todos los sínto-mas que presentaba el paciente. Después, a partir de esos síntomas, se clasificaba la paciente en uno de los síndromes afásicos. Finalmente, se infería la zona cerebral dañada.

Así, de acuerdo con el modelo de Geschwind:

Afasia de Broca dañada la circunvolución frontal inferior izquierdao Dificultades en el habla espontánea

o Lenguaje poco fluido y de tipo telegráfico

o Expresiones gramaticalmente anómalas

o Dificultades en la repetición

o Comprensión buena

Afasia transcortical motora lesión en el área suplementaria del lóbulo frontal izquierdo, justo por delante de Broca, o en la conexión entre el área motora suplementaria y el área de Broca.

o Presenta los mismos síntomas que la afasia de Broca pero conserva la repetición

Afasia de Wernicke lesión en la zona posterior de la circunvolución superior del lóbulo temporal izquierdo

o Lenguaje fluido

o Abundantes parafrasias y neologismos

o Dificultades en la comprensión y repetición

Afasia transcortical sensorial lesión en la circunvolución angular o supramarginalo Mismos síntomas que en la Afasia de Wernicke pero conserva la repetición

Afasia de conducción lesión que afecta a las fibras del fascículo arqueadoo Problema con la repetición de palabras y frases

Afasia global lesión masiva que afecta a gran parte del HIo Graves trastornos del lenguaje que afectan tanto a la comprensión como a la produc-

ción. Afasia anómica leve lesión en el lóbulo temporal izquierdo

o Anomia (aunque cualquier lesión en la zona del lenguaje puede producir anomia)

El modelo de Geschwind presenta algunos problemas a la hora de establecer las relaciones cerebro-lenguaje, fundamentalmente cuatro:

Son más las zonas cerebrales que intervienen en el modelo, prácticamente todo el hemisferio izquierdo e incluso el hemisferio derecho, además de las estructuras subcorticales

Complejidad del lenguaje. El modelo no recoge toda la complejidad y riqueza del procesa-miento lingüístico. Los lingüistas distinguen varios niveles diferentes (fonológico, léxico, morfológico, semántico, sintáctico y pragmático) y las reglas para combinar los componentes de esos niveles. El modelo clásico no tenía en cuenta esos niveles, y eso dificultaba la inter-

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pretación de algunos síntomas, como las dificultades de comprensión en la afasia de Broca. Los afásicos de Broca tienen dificultades para comprender las oraciones gramaticalmente complejas (pasivas y del relativo), y algunos pacientes muestran disociaciones entre trastornos morfológicos y sintácticos.

Los síndromes clásicos no representan todos los posibles trastornos afásicos. Estos son mu-chos más variados y la mayoría de los pacientes no encajan en ninguno de los síndromes clási -cos, ya que presentan síntomas a veces correspondientes a más de un síndrome. Esta es la razón por la que se ha acuñado la afasia mixta, para incluir a esos pacientes que, con síntomas variados, no encajan en uno sólo.

Pobre correspondencia entre los síndromes y las áreas cerebrales responsables de esos síndro-mes. Las técnicas de neuroimagen pudieron localizar de manera más precisa las lesiones mos-trando poca correspondencia entre los síndromes y las áreas cerebrales que clásicamente se les habían asignado.

Basso et al. Encontraron que pacientes con lesiones anteriores presentaban afasia de Wernicke; y, por el contrario, otros con lesiones posteriores tenían afasia de Broca.

Dronker et al., comprobaron que algunos de los pacientes, clasificados como afásicos de Broca de acuerdo con la batería neuropsicológica (16%), no tenían lesión en el área de Broca. Por el contrario, sólo entre el 50-60% de los pacientes con lesión en el área de Broca mostraban los síntomas de afasia de Broca, alguno presentaba síntomas de afasia de conducción, y la mayoría de afasia anómica. En el caso de la afasia de Wernicke, la correspondencia era aún menor, el 65% de los pacientes clasificados como afásicos de Wernicke tenían lesión en esa área, y únicamente el 35% de los pacientes con lesión en el área de Wernicke mosraba los síntomas correspondientes a este síndrome. Y en lo que se refiere a la afasia de conducción, la mayoría no tenía lesión en el fascículo arqueado, sino en la circunvolu -ción temporal superior y en la parte inferior del parietal izquierdo.

En la actualidad se utilizan categorías más pequeñas que los síndromes, una especie de subsíndro -mes, que reúnen aquellos síntomas que suelen ir juntos y no son disociables, y que tienen un claro correlato nrolócio y una misma interpretación cognitiva. Con esta nueva concepción, la utilización de los pacientes afásicos sigue siendo una metodología muy útil, y proporciona datos valiosos Pero tiene también algunas limitaciones, cuando se hacen estudios con pacientes afásicos, hay que ser muy cuida-doso metodológicamente, si no se quiere llegar a conclusiones erróneas.

Los estudios de este tipo deben cumplir una serie de criterio o requisitos para que los resultados sean fiables:

1. Hacer evaluaciones minuciosas y exhaustivas de los pacientes. Muchas interpretaciones erró-neas se deben a malas evaluaciones de los pacientes debido a baterías no demasiado fiables y modelos de procesamiento lingüístico incompleto y poco detallado.

2. Tener una información lo más completa y precisa de la localización y tamaño de la lesión. No sólo de la corteza cerebral, sino también de la materia blanca. Metter y Hanson comprobaron que lesiones en el tálamo pueden producir síntomas de tipo Broca o Wernicke, dependiendo del área lesionada: si es en la zona de conexiones anteriores, produce trastornos muy similares a los que presentan los afásicos de Broca; y si es en las posteriores, similares a los de los afá-sicos de Wernicke.

3. Establecer la correlación entre los trastornos lingüísticos y la lesión lo más tempranamente posible, ya que el paso del tiempo se puede producir una reorganización cognitiva y cerebral. Hay que tener en cuenta que cuando se estudia al paciente en la fase aguda, al poco tiempo de producirse la lesión, se puede achacar el trastorno lingüístico al área que a través de la reso-nancia magnética o el escáner se e lesionada, cuando, en realidad, parte de esos trastornos

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pueden ser causados por otras áreas cerebrales que no están funcionando debido al shock su-frido por la lesión, pero que no están dañadas. Si además de la resonancia magnética estructu-ral se estudia al paciente con la resonancia magnética funcional, se podrán comprobar las zo-nas que están dañadas las que, estando intactas, tienen un nivel de funcionamiento por debajo del normal.

1.3. Técnicas electrofisiológicas de neuroimagen

Las técnicas electrofisiológicas y de neuroimagen permiten observar al momento la activación cerebral de las personas sanas mientras realizan una actividad lingüística. Gracias a estas técnicas, se han con-firmado muchos de los hallazgos obtenidos con los estudios de pacientes (también que otros eran erró-neos)), pero sobre todo se han obtenido nuevos hallazgos. El más importante es que no existen centro en el cerebro responsables de determinadas funciones lingüísticas, sino que el cerebro funciona a tra -vés de redes distribuidas que se extienden por amplias zonas del cerebro, mucho más allá de las regio-nes clásicas del lenguaje. El hecho de que ante una tarea lingüística simple se activen simultáneamente zonas alejadas en el cerebro, sólo se puede explicar bajo el supuesto de que esas áreas formen parte de una amplia red cerebral, cuyas conexiones pueden estar a nivel subcortical.

Dentro de las técnicas de neuroimagen, las dos más utilizadas son la tomografía por emisión de positrones (TEP) o PET y la resonancia magnética funcional (RMf) o fMRI. Ambas miden la actividad cerebral a través del flujo sanguíneo. El principio del que parten es que al realizar una operación cog -nitiva se activan ciertas regiones del cerebro, y esa actividad se ve reflejada en un aumento del flujo sanguíneo que va a esa región y del oxígeno que contiene esa sangre, actividades metabólicas necesa-rias para nutrir aquellas áreas que están realizando un trabajo extra.

Cada una de estas dos técnicas utiliza un procedimiento diferente para medir el flujo sanguíneo. La TEP se basa en la detección de marcadores radiactivos integrados en el agua (oxígeno 15), que se in -yectan en la sangre. El agua marcada se diluye enseguida en la sangre y llega a todo el cuerpo, inclui-do el cerebro. El equipo de tomografía permite detectar el marcador, por lo que señala las zonas del cerebro que están recibiendo mayor aporte sanguíneo como consecuencia de la actividad que está rea-lizando el participante. Es importante decir que esta técnica no se puede usar en niños debido a esa sustancia radiactiva. No obstante, las dosis radiactivas que se inyectan so muy pequeñas y los isótopos radiactivos tienen una duración muy corta, son rápidamente eliminados de la sangre. Debido a su corta duración, es necesario disponer de un laboratorio al lado del equipo con el que poder producir los isó-topos.

La RMf, visualiza la actividad neuronal directamente a través de los cambios en el oxígeno que contiene la sangre; no necesita, inyectar sustancias radiactivas. Su funcionamiento se basa en la detec-ción del aumento de la oxihemoglobina en una determinada zona cerebral a través de sus propiedades magnéticas. La actividad cerebral se visualiza al contrastar las zonas ricas en oxihemoglobina con las regiones de flujo sanguíneo normal. Lo que sí necesita la RMf es disponer de potentes electroimanes para recoger los campos magnéticos generados por la oxigenación sanguínea, que es en lo que se basa esta técnica.

Ambas tienen una buena resolución espacial, informan con bastante precisión de las zonas del cere-bro que se activan ante determinadas tareas. Ambas tienen muy poca resolución temporal, puesto que la actividad metabólica es posterior al disparo neuronal responsable de los procesos cognitivos impli -cados en la tarea; es decir, informan sobre la zona activada con bastante retraso, al basarse en la llega-da del flujo sanguíneo que acude al área cerebral bastante tiempo después de realizada la función.

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Además, estas técnicas son bastante incómodas, ya que los sujetos tienen que estar en posición hori -zontal y dentro de un tubo.

Para conocer el curso temporal son mejores las técnicas electrofisiológicas que registran las co -rrientes eléctricas generadas por la actividad cerebral. A través de electrodos sobre el cuero cabelludo, se puede recoger la actividad de grupos amplios de neuronas y amplificar esas corrientes eléctricas, para comprobar en qué zonas del cerebro se está produciendo mayor actividad. Con esa finalidad, se colocan electrodos por toda la cabeza, para que recojan simultáneamente la actividad de todo el cere -bro. En función de los estímulos o tareas presentadas, las ondas generadas son distintas, unas son posi-tivas y otras negativas, y aparecen en diferentes momentos después de presentado el estímulo y en distintas áreas cerebrales. Esta metodología, denominada potenciales evocados relacionados con even-tos (ERP) o potenciales evocados tienen una alta resolución temporal pero una baja resolución espa-cial, ya que carece de capacidad para informar con precisión de las áreas cerebrales activadas, espe-cialmente de áreas profundas del cerebro. Dos potenciales muy conocidos del procesamiento lingüísti -co son el N400, que se genera cuando la persona se encuentra con una incongruencia semántica, y el LAN (left anterior negativity), que se produce ante una transgresión sintáctica.

Una técnica electrofisiológica con mejora resolución espacial es la magnetoencefalografía (MEG). La MEG recoge los campos magnéticos generados por las corrientes eléctricas cerebrales, por lo que tiene una buena resolución temporal. Y como los campos magnéticos se distorsionan menos que los eléctricos al atravesar los tejidos cerebrales, su resolución espacial también es buena. Los participantes se encuentran sentados, en una posición cómoda para realizar cualquier tipo de experimento. El princi-pal inconveniente es el elevado coste de adquisición y mantenimiento.

Un problema con las técnicas de neuroimagen es que no proporcionan información sobre la materia blanca, que parece jugar un papel importante en el lenguaje. Pero recientemente se está desarrollando a partir de la resonancia magnética, la difusión de imagen de tensor (DIT), DIT o tractografía, que permite ver los tractos de la materia blanca que no se pueden visualizar con la resonancia convencio -nal. De esta manera, se puede investigar la conectividad de las redes neurales. Con esta técnica se ha descubierto la existencia de otras vías de conexión entre el lóbulo temporal y el frontal, además del fascículo arqueado. También permite informar de una manera más precisa del pronóstico de la lesión en los pacientes afásicos, pues cuando la lesión alcanza algún tracto, las posibilidades de recuperación son mucho más bajas.

Otra técnica interesante es la estimulación magnética transcraneal (EMT) o TMS. Esta técnica pro -duce campos magnéticos, que se aplican directamente sobre el cráneo e influyen sobre la actividad neuronal de la zona estimulada. En un principio, se utilizó para la rehabilitación de los trastornos psi-cológicos y neurológicos, puesto que, cuando se aplican frecuencias rápidas, los campos magnéticos tienen efectos excitatorios sobre la actividad neuronal. Pero también se están utilizando a modo de investigación, produciendo una especie de lesión virtual reversible, ya que, cuando se utilizan frecuen-cias lentas, se inhibe la actividad neuronal. La EMT es una metodología similar a la del estudio de pacientes afásicos, pero que permite poner a prueba de una forma más directa el papel de determinadas áreas cerebrales sobre el procesamiento lingüístico.

La EMT tiene algunas ventajas sobre el método de lesiones:

1. En las lesiones reales siempre hay riesgo de que se produzca una reorganización cerebral y que los pacientes utilicen estrategias compensatorias, mayor cuanto más tiempo haya transcu-rrido desde la lesión, mientras que en la EMT, al ser instantánea, no existe esa posibilidad

2. Puede estudiar al mismo participante en situación normal y de lesión y comparar los resulta-dos

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3. Resulta útil que se pueda seleccionar el área que se quiere estudiar y producir una lesión focal.

Tiene el inconveniente de que no permite estudiar los efectos de las lesiones subcorticales, porque no llega a las zonas profundas del cerebro.

Las técnicas de neuroimagen tienen algunos problemas importantes que limitan su contribución:

1. Forman pare de la correlación que existe entre la ejecución de determinadas tareas y los patro-nes de activación que aparecen en diferentes áreas cerebrales, pero no se puede concluir que esas áreas activadas sean las responsables de la actividad lingüística realizada. No se puede establecer una relación causal, porque la actividad detectada podría tratarse simplemente de un epifenómeno o resonancia del proceso que se está estudiando.

2. En cualquier actividad lingüística no se activan sólo las áreas cerebrales responsables del len-guaje, sino otros procesos que intervienen en esa actividad lingüística. Con lo cual, es difícil determinar qué parte de la activación cerebral corresponde al lenguaje y cuál al resto de los procesos cognitivos.

3. No informan de lo que sucede en los núcleos subcorticales (tálamo, ganglios basales, etc.), y especialmente en los tractos subcorticales que unen las distintas zonas de la corteza, aunque los recientes desarrollo de la técnica de tractografía están permitiendo realizar disecciones virtuales de los tractos en personas vivas.

Todas esas limitaciones obligan a tener que completar los estudios de neuroimagen con otras meto-dologías. De ahí que, se siga investigando con pacientes afásicos.

1.4. Conclusiones

Las investigaciones recientes parecen demostrar que el modelo clásico de Wernicke-Geschwind no recoge todas las áreas cerebrales que intervienen en el lenguaje, ni es capaz de explicar toda la varie -dad de trastornos afásicos existentes. A pesar de ello, los textos siguen basándose en ese modelo y refiriéndose únicamente a las áreas clásicas del lenguaje.

Por ello, se está produciendo una sustitución del modelo Wernicke-Geschwind, por modelos de procesamiento lingüísticos y neurológicos más complejos. Así, la taxonomía de síndromes es cada vez menos usada y en su lugar lo que se hace es estudiar individualmente a cada paciente. Esto permite interpretar cada uno de los síntomas del paciente y diseñar programas de intervención ajustados a sus trastornos. Como consecuencia de este cambio de enfoque , también se han modificado las baterías de evaluación de los trastornos afásicos. Así, baterías como el test Boston se han ido sustituyendo por nuevas baterías como la evaluación del procesamiento lingüístico en la afasia (EPLA) o la batería de evaluación de los trastornos afásicos (BETA), que tratan de evaluar cada uno de los procesos que in-tervienen en las diferentes facetas del lenguaje, tanto oral como escrito, y tanto en comprensión como en producción. Para ello cuentan con tareas, destinadas a cada uno de los subprocesos lingüísticos: discriminación de fonemas, acceso léxico, acceso al significado, etc.

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