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NEOLIBERALISMO MONETARISTA. La hegemonía del capital. Héctor Castaño Salas Editorial Félix Varela. La Habana 2006

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NEOLIBERALISMO MONETARISTA. La hegemonía del capital.

Héctor Castaño Salas

Editorial Félix Varela. La Habana

2006

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Índice

PRIMERA PARTE

Surgimiento, evolución y fundamentos del proyecto neoliberal.

Capítulo 1. Cambio del patrón de acumulación y redistribución del poder hegemónico

en la posguerra.

- El modelo de acumulación de posguerra.

- El reordenamiento del modelo de acumulación.

- Cambios en las relaciones monetarias y financieras Internacionales.

- Globalización y redistribución del poder hegemónico capitalista.

- El nuevo papel de la hegemonía monetaria y financiera.

Capítulo 2. La evolución del proyecto neoliberal en la práctica.

- Etapa fundacional y ortodoxia originaria.

- Los experimentos neoliberales del cono sur.

- La etapa estatal: la ofensiva neoliberal en el poder.

- Neoconservadurismo y manipulación de la democracia.

- La deuda externa.

- Los ajustes estructurales.

- El Consenso de Washington.

- La nueva política social del neoliberalismo: El ajuste estructural con cara humana.

Capítulo 3. El pensamiento político y social neoliberal.

- La ideología del mercado.

- La visión político-social neoliberal.

- “Public Choice” y estado mínimo: Buchanan, Tullock y Nozick.

- Neoconservadurismo.

SEGUNDA PARTE.

Antecedentes teórico-metodológicos del Monetarismo.

Capítulo 4. El enfoque metodológico.

- Positivismo y el giro empiricista de la macroeconomía.

- El Racionalismo Crítico de Popper.

- El debate sobre el realismo de los supuestos y la perspectiva marshalliana.

- El “F-Twist” metodológico.

- Valoración crítica general.

Capítulo 5. El Sistema Neoclásico.

- Introducción.

- Bases epistemológicas y metodológicas.

- Ideas y características básicas del enfoque neoclásico.

- La “teoría del valor” marginalista.

- Libre competencia y determinación de los precios.

- Mercado de trabajo.

- Valoración final.

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Capítulo 6. Evolución premonetarista de la Teoría Cuantitativa del Dinero.

- Los orígenes.

- David Ricardo y la controversia de los metales preciosos.

- El enfoque de las transacciones de Fisher.

- El enfoque del balance de efectivo de Cambridge.

- La reformulación de Wicksell.

- Cuestionamientos convencionales a la ortodoxia cuantitativista.

- Keynes: del “Tract” al “Treatise”.

- Keynes: la “General Theory”.

TERCERA PARTE.

La teoría y la política monetarista.

Capítulo 7. La reformulación cuantitativista monetarista.

- Introducción.

- La renta permanente.

- La estabilidad de la demanda monetaria I (1956).

- La estabilidad de la demanda monetaria II (1959-1970).

- El marco teórico del enfoque monetario.

- El mecanismo de transmisión.

- La tasa de interés en el mecanismo de transmisión.

Capítulo 8. La Tasa “Natural” de Desempleo.

- La Curva de Phillips.

- La reformulación de la Curva de Phillips: La Hipótesis de la Tasa Natural de

Desempleo.

Capítulo 9. La política económica monetarista.

- Recomendaciones de política monetaria.

- Aplicación de la política monetaria.

- La internacionalización financiera y la política monetaria.

- Recomendaciones de política fiscal.

- La contextualización crítica de la política económica.

Capítulo 10. El Neomonetarismo: La Nueva Macroeconomía Clásica.

- Introducción.

- Evolución de la Nueva Macroeconomía Clásica.

- La Hipótesis de las Expectativas Racionales.

- La función de oferta agregada y la proposición de inefectividad.

- El Ciclo Económico.

- Aplicación del modelo neomonetarista.

- Consideraciones generales.

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Capítulo 11. El dinero y la inflación desde una perspectiva crítica.

- La crítica al Monetarismo.

- El dinero y la inflación en Marx.

- Desarrollos críticos actuales sobre el dinero y la inflación.

Bibliografía.

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Introducción.

Recordando a Michel Foucault, Néstor Kohan (2003) plantea que los discursos no flotan en

el aire, no existe un acceso inmediato a la verdad, sino que los discursos están en

confrontación permanente, por lo que es obligado preguntar a toda propuesta en el ámbito

de las ciencias sociales acerca de en nombre de quien se habla y desde donde se habla.

Preguntas que rompen la inmediatez del sentido común, la ingenuidad de pretender una

posición cientificista universal o técnica pura, sin nombres ni apellidos, sin sujetos, sin

historia, sin ética, sin valores, sin política, sin luchas, sino desde una perspectiva

exactamente opuesta. Una perspectiva que significa la experiencia históricamente

construida como sentido común de la hegemonía del capital.

La experiencia del paradigma funcional al capitalismo al erigirse en sentido común como

expresión de la hegemonía prevaleciente, ha mostrado su habilidad para mediatizar la

critica al neoliberalismo. Así el énfasis en la condena al pensamiento único desde

posiciones anti-neoliberales, ha dejado intacto en buena parte de la crítica lo esencial: la

perpetuación del sistema capitalista y de la hegemonía estadounidense. Es decir, se elimina

todo análisis referido a la contradicción básica capital-trabajo, y por ende, a la explotación

y las contradicciones de clase, al enfrentamiento contra el imperialismo como forma

histórica del capital. Se produce un vaciamiento de toda la carga crítica dirigida a denunciar

al proyecto neoliberal como representación de importantes transformaciones de las

relaciones sociales a escala mundial y dentro de los propios estados nación, que reflejan un

cambio en la correlación de fuerzas que de manera brutal se ha dirigido en beneficio del

capital, específicamente de su fracción hegemónica, el gran capital financiero internacional

junto a las élites políticas del capitalismo avanzado bajo el liderazgo norteamericano.

En el campo de las ciencias económicas, el neoliberalismo-monetarista ha sido divulgado,

debatido y confrontado, como una teoría estrictamente económica. Sin embargo, la

expresión más viva de la eficacia del pensamiento tecnocrático neoliberal radica en la

"naturalización de las relaciones sociales. No se debe subestimar por tanto, como referente

teórico y práctico de un modelo civilizatorio basado en las cambiantes formas de la

hegemonía imperialista, noción de acuerdo a la cual, la sociedad liberal se constituye en el

único orden social posible. Modelo civilizatorio único, globalizado y universal.

El eje central de la ofensiva neoliberal apuntó a contrarrestar la crisis de rentabilidad del

capital de los años sesenta y setenta del siglo pasado, por lo que tiene como objetivo

estratégico asegurar el crecimiento de las ganancias y la acumulación. Se trata en esencia,

de un proceso de expansión e intensificación de la explotación. Pero se aspira además, a su

naturalización, a conseguir que el explotado considere normal su situación, a que la misma

sea vista como el único camino posible e incluso deseable. El capital requiere escamotear

culturalmente el proceso explotador naturalizando el desempleo, la pobreza y la

informalidad. El capital se lanzó en una ofensiva contra el estado de bienestar y sus formas

en los países subdesarrollados “desarrollistas”, que habían intentado crear ciertas

compensaciones que restaban capacidad de apropiación de plusvalía al capital. Así el

sistema capitalista recurrió a la manipulación del consenso social y a la represión abierta

para afirmar su política como la única posible a través de la monopolización de los medios

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de comunicación que combinan la sobreinformación y desinformación. En definitiva estos

medios de comunicación son empresas capitalistas que contribuyen al proceso de

producción del sentido común neoliberal necesario para la naturalización del sistema de

explotación

De esta forma, se sentaron las bases de un pensamiento único en política económica a nivel

de gobiernos y en el estudio de la realidad en las universidades y centros de investigación.

Se identificó a la teoría económica con el “mainstream” de la ortodoxia neoclásica,

reducida a mera econometría, a relaciones de variables numéricas sin referencia a sujetos

sociales e históricos concretos. Constituyó en definitiva, una ofensiva política e ideológica

global de colonización desde los puestos de dirección y organización del orden mundial

imperialista hacia la conformación de un nuevo consenso acerca de lo “económicamente

correcto”.

Dentro del ámbito del pensamiento crítico se hizo patente la limitación de la investigación

teórico-económica para aprehender las formas reales de ejercicio de la hegemonía

capitalista neoliberal, de ahí su incapacidad para interpretar y adelantarse a los

acontecimientos de la realidad. Por el contrario, estas formas mas concretas han sido

perfectamente asumidas por los teóricos de esa misma práctica hegemónica como

Friedman, Lucas, Fukuyama y Huntington, entre los mas visibles. La fuerza de sus

planteamientos radica en la capacidad instrumentalizadora de sus análisis acerca de la

hegemonía estadounidense, de la que son intérpretes y voceros. Es precisamente a través

del ejercicio de la hegemonía económica, política, militar, y cultural norteamericana de

donde proviene la fuerza de sus discursos y por tanto, su indiscutible peso teórico y

práctico.

Esta fuerza hegemónica del pensamiento neoliberal, ha sido subestimada dentro del campo

de la economía, al limitarse su análisis a las cortas miras de la subsistencia competitiva de

determinadas escuelas del pensamiento económico. Así, el Monetarismo y su variante de la

Nueva Macroeconomía Clásica, han sido concebidos como limitados reductos teóricos ya

"pasados de moda", y es que la gran mayoría de los economistas comparten con ingenuo

entusiasmo su incapacidad para la construcción del necesario marco de referencia para la

crítica cultural de la economía. Esto significa que la economía, no es solamente una mera

entidad material, tal como se constata en las limitaciones de la crítica anti-neoliberal del

poskeynesianismo. Es ante todo, una producción cultural, una forma de producir sujetos

humanos y órdenes sociales de un determinado tipo. Se trata no sólo de la reestructuración

de la economía en correspondencia con las exigencias del nuevo patrón de acumulación,

sino también, la redefinición de la legitimidad política del discurso hegemónico de un

modelo civilizatorio.

La propuesta contenida en este análisis crítico del neoliberalismo-monetarista apunta en el

sentido de constatar la existencia de un pulso desigual en la colonización del pensamiento

económico, sobre todo en los países subdesarrollados, sometidos a las orientaciones

"científicas" que implican posiciones ideológicas basadas en el énfasis cuantificador

positivista. Partiendo de la interpretación materialista de la historia, en este libro se sostiene

que la verdad se encuentra en invertir la relación entre lo ideal y lo material: no fue el

pensamiento neoliberal el que propició la transformación de las relaciones sociales, fueron

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las transformaciones materiales de las relaciones sociales la que dotaron de poder a tales

ideas. El proceso que constituyó el avance arrollador del neoliberalismo a partir de las

décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado, no fue impulsado por la generación

de reglas, normas y principios en un área de problemas dada, sino por las poderosas fuerzas

materiales de la transnacionalización productiva que operan bajo el régimen hegemónico de

las finanzas privadas internacionales, nada alejadas de los intereses económicos de los

principales países capitalistas, con los Estados Unidos a la cabeza.

El cambio a nivel mundial de las relaciones institucionales entre el mercado y el estado, y

entre las empresas y los mercados, no ha sido resultado del proyecto neoliberal ni tampoco

es el efecto de la aplicación de las recetas de la ortodoxia monetarista. Se trata de un

cambio que se fundamenta en su base por una configuración mucho más compleja, que se

identifica como un proceso subyacente de cambios históricos estructurales en la propia

naturaleza del capitalismo. Son estos cambios los que han posibilitado el éxito ideológico

del neoliberalismo y no al revés, aunque no por ello, este último ha dejado de desempeñar

un papel activo de primer orden.

Siguiendo a Therborn (2003), se trata de la emergencia de una nueva etapa del capitalismo

competitivo en la que se distinguen un nuevo papel y una nueva dinámica en los mercados,

esta nueva etapa del capitalismo determina los parámetros de actuación para las fuerzas

políticas del capitalismo actual. El neoliberalismo emerge entonces, como una corriente

particular, dentro de los parámetros de este capitalismo competitivo. Este enfoque enfatiza

los cambios estructurales e institucionales en desarrollo en el capitalismo, sin limitar al

neoliberalismo como la consecuencia de un proyecto ideológico y político determinado.

Esto no menoscaba en lo absoluto, el papel determinante de ciertas fuerzas políticas e

ideológicas, que sin lugar a dudas han contribuido a la catalización de estos cambios y a su

continuidad actual. Por eso, hay que reconocer el significado del triunfo de un proyecto

político e ideocultural de recomposición reaccionaría del capitalismo que representa a

importantes fracciones del capital estadounidense e internacional, dirigido a lograr un

enorme impacto reordenador a nivel global.

El discurso propio de la teoría neoliberal monetarista se basa en las apariencias, se

constituye y teoriza a partir de ellas. Sin embargo, el análisis científico en el campo de la

economía se hace necesario por la distancia que media entre la apariencia y la esencia y por

tanto, para salvar dicha distancia y establecer sus determinaciones y mediaciones. Aunque

se presente como tal, lo inmediato no es contradictorio con lo esencial, salvo para el

pensamiento precientífico. Lo característico del propio reflejo teórico del capitalismo en su

estado actual, es la inmediatez y formalización de las formas y modos político-estatales. La

inmediatez de estas formas sólo es contradictoria en apariencia con las relaciones de

producción. De hecho, el inmediatismo se desprende de la especificidad de las formas de la

esfera de la circulación y del estado. Como las relaciones de producción no se ven

inmediatamente, la tarea de la ciencia consiste en descubrirlas tras los fenómenos.

Consecuentemente con lo anterior, este libro trata entonces de cuestionar la aceptación

acrítica de las teorías y métodos de la economía convencional, más inclinada hacia la

preeminencia de las formas sobre el contenido, de las técnicas sobre el fondo de los

problemas y de las matemáticas sobre las ideas económicas. Frente a una actitud

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complaciente y mimética hacia la macroeconomía, este proyecto ha asumido una posición

conscientemente crítica ante la necesidad de someter a su análisis su presentación

convencional, a la manera de un bloque analítico coherente como sistema axiomático

puramente formal, o sea, como juego de relaciones entre signos cuyo contenido consiste en

su modelización con un referente empírico determinado. Como todos sus signos

relacionales no entran en contradicción entre sí, no se anulan recíprocamente. Modelización

carente por tanto, de su condicionamiento histórico y objetivo, de su carácter ideológico,

político y geoeconómico.

En la actualidad, pudiera pensarse en el agotamiento y fracaso definitivo del

neoliberalismo, sin embargo el discurso centrado en la noción estática de los "equilibrios

macroeconómicos", insertado dentro de la insistente "cultura de la estabilidad" generada

desde los centros académicos de punta anglosajones al amparo del "Consenso de

Washington", otorga prioridad explícita a toda medida que pueda generar "confianza" al

capital internacional. El escenario socio-político e ideocultural del capitalismo avanzado,

continúa abriendo paso a las afirmaciones de vigorosa confianza en las virtudes del

mercado para resolver los problemas existentes. El mercado continúa siendo el que puede y

debe orientar la evolución de la sociedad desde afuera de la misma.

Tal como señala Jorge Schvarzer (1999: 64), los cambios que arrinconaron al pensamiento

"progresista", se consolidaron a lo largo de más de dos décadas. Su avance respondió en

parte, como resultado de largas confrontaciones ideológicas, pero las mismas no se pueden

descontextualizar del efecto provocado por ciertas transformaciones en el funcionamiento

de la economía, tanto en el ámbito internacional como en nuestro continente. Estos cambios

modificaron la estructura de poder en la economía y en la sociedad hasta repercutir en el

ámbito de las ideas.

Estos desplazamientos teóricos y cambios prácticos condicionan los nuevos desafíos para el

pensamiento económico en América Latina, pero también suponen un reto creativo para la

construcción de una macroeconomía alternativa para nuestro país. Nuestro análisis no va

dirigido en contra de la estabilidad monetaria ni de una dirección económica competente

técnicamente. Se trata de enriquecer los temas de la estabilización monetaria y de la

macroeconomía en general, pero no desde un reduccionismo técnico-analítico, sino

presuponiendo el reconocimiento del contexto estructural de los cambios que constituyen

su referente socio-político e ideocultural. Desenmascarar como detrás de los disfraces

técnicos que caracterizan la rutina académica de reputadas universidades y centros de

formación en economía por todo el mundo, se diseña en el fondo una justificación

ideológica que oculta el carácter contradictorio y complejo del conocimiento de las

relaciones sociales de producción capitalistas. Produciendo consecuentemente, un

profesional inerme y sumiso ante la funcionalidad reproductiva del sistema.

Lo que está en juego es mucho más que un simple problema académico o un ejercicio

teórico. El neoliberalismo continúa significando no solo la exacerbación del alcance

ideológico y político de la teoría monetarista, sino que propone la reconstrucción de una

concepción fundacional de la sociedad capitalista como única concepción global del

mundo. Se trata de un conjunto coherente de ideas que abarcan diferentes aspectos como

valores, creencias y tradiciones de la esfera cultural, política y económica, conformando

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una unidad de legitimación que penetra en diferentes estamentos de la sociedad, actuando

como mecanismo de acatamiento social y preparando el terreno de las relaciones sociales.

Dado lo anterior, el análisis crítico del neoliberalismo y del monetarismo sobrepasa los

límites de su contenido analítico instrumental, que propugna la apología sin freno del

mercado como fórmula ideal y única de asignación de los recursos y su visión tecnomorfa

sobre la naturaleza individualista de los seres humanos.

El análisis crítico del neoliberalismo monetarista se ha desarrollado en diversos ámbitos: en

el de la epistemología y la metodología la ciencia, en el terreno de la teoría y la política

económica, en la vida política y social, alrededor del mundo y dentro de las fronteras

domésticas de los estado-nación del capitalismo avanzado y de los países desarrollados.

Cuanto más omnipresentes son sus efectos, más difícil es la aprehensión de la totalidad de

sus procesos constituyentes. Una voluminosa cantidad de literatura académica ha

proporcionado una descripción consensuada de su fisonomía, pero la gran mayoría, desde

perspectivas reduccionistas a partir de determinados campos de estudio.

Lo anterior reclama la integración de diferentes disciplinas de las ciencias sociales. La

dinámica real del proceso neoliberal, parece funcionar en zonas que caen entre los campos

cubiertos por distintas disciplinas académicas. Por lo tanto, los estudios en este libro han

requerido el franquear las fronteras convencionales entre las mismas, obligándonos a una

labor investigativa transdisciplinaria referida a los ámbitos de la epistemología y la

metodología económica, la crítica de la economía política y la teoría macroeconómica

convencional, la teoría socio-política, y por supuesto, la historia del pensamiento

económico, verdadero eje vertebrador de todo el orden expositivo final.

Por último, esta introducción quedaría incompleta si no declarase que sin el apoyo y el

compromiso solidario de Carlos Ricoy, de la Universidad de Santiago de Compostela,

quien nos facilitó no solo el acceso a la mayor parte de las fuentes bibliográficas utilizadas,

sino que posibilitó durante los últimos tres años condiciones de trabajo y tiempo para la

investigación, este libro que ahora presentamos, NEOLIBERALISMO MONETARISTA.

LA HEGEMONÍA DEL CAPITAL, no hubiera tenido feliz culminación. A él en primer

lugar, queremos agradecer su compromiso militante con el pensamiento crítico y junto a él,

la ayuda (y paciencia) generosa de Salomé García con quien también he contraído

impagable deuda de gratitud. No podría tampoco ignorar a mis compañeros del

Departamento de Desarrollo Económico de la Facultad de Economía de la Universidad de

la Habana, particularmente a los integrantes de la Cátedra de Pensamiento Económico y

muy especialmente a mi maestro, Rolando Ruiz Valiente, y a "mi equipo" de Pensamiento

Macroeconómico Actual. Todos ellos me han aportado mucho para la realización de este

proyecto y me han dado sobre todo, un necesario sentido de pertenencia desde el cual

oriento la brújula de mi pensamiento tercamente crítico.

La Habana-Santiago de Compostela, diciembre de 2005.

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Capítulo 1. Cambio del modelo de acumulación y redistribución de poder hegemónico

en la posguerra.

Una buena parte de los estudios que en el campo de las teorías económicas se vienen

desarrollando en los últimos tiempos, asumen las formas idealistas del conocimiento sobre

sus diversos objetos de estudio, limitando su análisis crítico, cuando lo hay, al propio

discurso internalista teorico-práctico sin considerar que la realidad social es determinante

en la construcción de las diversas formas de la conciencia social, concretamente, en su

superestructura política e ideológica. Así se niega de hecho todo condicionamiento a partir

del contexto socio-político desplegado alrededor de determinadas condiciones de

producción y reproducción capitalista, o sea, en la propia dinámica de la acumulación del

capital y del conflicto de clases que emana de la misma.

El modelo de acumulación de posguerra.

La Segunda Guerra Mundial significó un desastre productivo, comercial, financiero y

monetario para casi todos los países, con la notable excepción de los Estados Unidos, quien

se convirtió en el principal abastecedor material de insumos a los países aliados. Esta

guerra marcó la conclusión de un modelo de acumulación agotado y el advenimiento de

uno nuevo que abriría un período de sostenida expansión económica. La guerra asimismo,

significó la continuidad del sometimiento de los países subdesarrollados a una minoría de

países avanzados, entre los que se destacaría a partir de este momento, la consolidación de

la hegemonía norteamericana.

Después de 1945 se asiste pues a un nuevo patrón de acumulación capitalista basado en una

forma de organización productiva a partir de la producción en masa dirigida a un mercado

anónimo compuesto por un público pasivo en cuanto a calidad del producto y ávido de

consumo. En el modelo de acumulación que emerge se introducen significativos cambios

con relación al pasado (Palazuelos et al, 1990:36-38). La estructura económica, tanto desde

el punto de vista de sus características productivas, como en la circulación y el consumo, se

ve alterada. Se efectuaron cambios en la división internacional del trabajo, afectándose las

relaciones entre los países del capitalismo avanzado y los países subdesarrollados, al

tiempo que surgen nuevos organismos económicos internacionales y se amplían las

funciones del estado en el conjunto de la regulación social.

Dentro de la esfera de la producción ocurre una amplia renovación tecnológica y

energética, lo cual facilita una producción crecientemente automatizada a gran escala. La

organización fordista del trabajo alteró significativos aspectos del proceso de trabajo y de la

relación laboral. En la circulación y el consumo se asiste a importantes modificaciones en

los transportes y las comunicaciones, en las redes de distribución y comercialización, en el

crédito y la financiación, en el modo de consumo, etc.

La intervención del estado en la regulación del proceso económico pasa a constituir un

componente básico en la dinámica de la acumulación. A nivel del capitalismo avanzado

esta última no se desarrolla únicamente dentro de las formaciones capitalistas centrales,

sino que pasa al escenario internacional dentro de un esquema de división internacional del

trabajo sobre la base de la internacionalización del capital productivo y las finanzas, la

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amplitud de la gestión de las empresas transnacionales y la hegemonía del capital

norteamericano. Los países subdesarrollados por su parte, encontraron grandes obstáculos

para viabilizar la industrialización necesaria para lograr capacidad autónoma de

acumulación y crecimiento económico.

Para los Estados Unidos, potencia que emerge poderosa y victoriosa de la guerra, esta

última representó una oportunidad inesperada de salir de la crisis de los años treinta y de

acelerar la modernización de su sistema productivo con la generalización del sistema

fordista ya esbozado en la década de los años veinte. En la posguerra, todo el sistema

capitalista, comenzando por su porción más avanzada representada por Europa y Japón,

quedó atado detrás de los Estados Unidos a partir de la evolución de la interpenetración de

la acumulación capitalista a escala mundial.

Desde los primeros momentos de la Segunda Guerra Mundial, los planificadores

estadounidenses estuvieron conscientes de que estarían en capacidad de organizar gran

parte del mundo y naturalmente, intentaron explotar estas oportunidades. Desde 1939 hasta

1945, el Consejo de Relaciones Exteriores, que nucleaba a los círculos empresariales y

financieros con proyección internacional, y a los planificadores de alto nivel del

Departamento de Estado, dirigió extensos estudios sobre la situación del mundo en la

posguerra. Todos ellos esbozaron una economía mundial integrada que satisfaría las

necesidades de la economía estadounidense sin modificar la distribución interna del poder,

la riqueza, la propiedad y el control. Los planificadores buscaban la “seguridad nacional”,

pero en el sentido expansivo ya señalado, el cual poco tenía que ver con la seguridad de la

nación (Chomsky, 1996:110-111).

El enfoque que prevaleció en el reordenamiento monetario-financiero a nivel internacional

recogió las tesis defendidas por los Estados Unidos, quienes junto a los 44 gobiernos

participantes en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas celebrada

en 1944 en Bretton Woods, crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco

Internacional de Reconstrucción y Fomento, luego denominado Banco Internacional de

Reconstrucción y Desarrollo, o simplemente Banco Mundial.

La posición hegemónica norteamericana se puso de manifiesto desde un principio con la

estructura monetaria surgida posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial. El

funcionamiento y la estructura del FMI reflejaban las nuevas relaciones internacionales del

poder que los Estados Unidos comenzarían a ejercer desde una posición central dentro del

sistema.

Durante la década de 1950 el sistema monetario internacional funcionó con suficiente

fluidez, bajo el liderazgo de los Estados Unidos, quienes lograron subordinar al resto de los

países capitalistas dentro de un mecanismo compensador que sostuvo un cierto equilibrio

entre la oferta y la demanda de dólares en los mercados internacionales. La demanda de

dólares se basaba en la dependencia del resto de las naciones de la economía

norteamericana bajo condiciones de neta superioridad de su aparato productivo, el cual

había salido no sólo indemne del conflicto mundial, sino ampliamente fortalecido.

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En esta fase fordista se produce un compromiso histórico capital- trabajo, puesto en

práctica por el Welfare State social- demócrata del capitalismo avanzado. Las formas

particulares de esta fase, esbozada en los Estados Unidos a partir de la década de 1930, no

se generalizarían en Europa sino hasta 1945, para finalmente agotarse a finales de los años

sesenta. Sin duda alguna, la conclusión de la guerra y el despliegue de una larga etapa de

recuperación y auge económico, actuaron como factor de moderación política de los

movimientos reivindicativos en los países capitalistas desarrollados. En ellos, las masas

trabajadoras vieron mejorar sus condiciones de vida y la acción del estado posibilitó cierta

redistribución social. Así, sin que implicara por supuesto ningún peligro grave para el orden

económico y político capitalista, se desarrolló cierta institucionalización de la lucha política

y sindical encausada cuidadosamente a través de canales y márgenes de negociación,

llegando incluso al gobierno partidos socialistas o social- demócratas. Todo lo anterior se

enmarcó en la consolidación de regímenes parlamentarios y de diferentes formas de estado

que institucionalizaron las democracias constitucionales burguesas.

La distribución de la riqueza se realizaba a través de acuerdos colectivos, en donde capital y

trabajo convenían el aumento de la productividad y la intensidad del trabajo a costa de

salarios y utilidades crecientes. Los principales partidos políticos y sindicatos eran la base

del desarrollo de la lucha por la distribución de la riqueza social, conjuntamente con la

mediación del estado. La legitimación del estado se aseguraba, por una parte, por una

política de bienestar social contentiva de seguro de desempleo, educación y salud gratuitos,

transporte subsidiado, etc. y por el otro, mediante una política de subsidio a la acumulación

privada del capital.

No obstante, el sistema de regulación del período fordista fue profundamente quebrantado y

dirigido hacia su declive fatal a partir de la interpenetración creciente de los sistemas

productivos en el capitalismo avanzado. Está interpenetración aniquiló la eficacia de las

políticas macroeconómicas tradicionales y sometió al sistema en su conjunto a los

imperativos del mercado mundial. Posterior a la Segunda Guerra Mundial había comenzado

una extensión de los mercados, principalmente el mercado mundial de mercancías. Se trata

de una nueva apertura del comercio mundial bajo la hegemonía y la presión del modelo

norteamericano. El mercado sufrió una significativa expansión, generándose una tendencia

al aumento de la competencia, esto se evidenció empíricamente con el crecimiento más

rápido del comercio mundial sobre la producción.

A su vez, dentro del sistema monetario internacional aparecen determinados problemas, por

una parte, a los Estados Unidos les es imposible lograr un superávit en su balanza comercial

y en los ingresos de las inversiones capaz de compensar el exceso de dólares en circulación

fuera de sus fronteras. La demanda internacional de dólares no fue suficiente para absorber

el aumento de la circulación internacional del dólar. A lo largo de la década de los sesenta

se van reduciendo los excedentes de la balanza comercial, ya para finales de la década se

presenta un déficit creciente considerable, lo cual supone el deterioro del factor que había

sido el contrapeso de las salidas de capital financiero. Se produce la pérdida de la

competitividad norteamericana frente a otros países, principalmente Alemania y Japón.

El aumento de la cotización del dólar encareció las exportaciones norteamericanas y

abarató las importaciones. Otros mercados como el europeo, adquirieron mejores

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condiciones de rentabilidad. Esto facilitó las inversiones directas y los préstamos al

exterior. A su vez, la guerra de Vietnam y el sostenimiento de su red de bases militares por

todo el mundo supuso gigantescos gastos para la economía norteamericana.

En general, durante el proceso de quiebra del modelo acumulación estructurado al terminar

la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas centrales, se produjeron cambios en

las bases del aparato productivo. Estos cambios se concretaron en la desaceleración de la

expansión tecnológica, en él quiebre de la organización del trabajo fordista a partir de sus

límites técnicos y sociales, y por último, con los “shocks” del mercado del petróleo quedó

quebrantado el esquema de abastecimiento y consumo energético.

El desarrollo tecnológico de la posguerra había constituido un momento fundamental de la

dinámica de acumulación que emergió con la paz obtenida a partir de 1945. El mismo

influyó sobre la industrialización de los procesos científicos, sobre la relaciones

intraestructurales y las condiciones de la jerarquización productiva a escala doméstica y

mundial y sobre los niveles de productividad alcanzados.

A lo largo de los años sesenta se fue desarrollando la quiebra del fordismo no sólo como

organización del proceso técnico del trabajo, sino además como modo de relación salarial

con la productividad que reflejaba las relaciones establecidas en las negociaciones

colectivas para gestionar el mercado de trabajo. Esto tuvo que ver con los límites técnicos

del sistema organizativo y con la posición de los trabajadores frente al mismo. Se produjo

así una disminución en el incremento de la productividad que afectó las condiciones de

rentabilidad de las empresas, los salarios, la inflación, la demanda de consumo, etc.

Al disminuir las ganancias el capital productivo se vio obligado a tomar cada vez mas

préstamos para enfrentar su rentabilidad decreciente. A su vez, las ganancias de las

empresas comenzaron a colocarse en los mercados monetarios, tanto por los riesgos en los

mercados productivos como por las más elevadas ganancias financieras.De esta forma el

capital tendió a ser suspendido del ciclo productivo y colocado en los circuitos financieros.

De esta manera las deprimidas tasas de acumulación y de rentabilidad coincidían con una

rápida acumulación monetaria. El divorcio creciente entre la acumulación monetaria y la

acumulación productiva creó una espiral de deudas, expresada en una sobreexpansión del

sistema de crédito, corridas especulativas, problemas de endeudamiento y mercados

financieros turbulentos (Gigliani, 2005: 131-132).

De acuerdo a Gigliani, la acumulación de capital en la forma de dinero (D...D) es un

acumulación de capital que está suspendida de la explotación directa del trabajo en la esfera

de la producción. Se produce por tanto, una contradicción entre una lenta explotación del

trabajo y por tanto una lenta expropiación de la plusvalía, con relación a la creciente

acumulación del dinero. Dicho de otra manera, la acumulación de la riqueza en forma

monetaria es una acumulación de créditos monetarios contra una plusvalía que todavía no

fue extraída del trabajo. Es una hipoteca sobre la plusvalía futura.

La reproducción del capital sustentada en el crédito condujo a una situación en la que los

gobiernos se volvieron incapaces de emplear la inflación como una forma de erosionar el

salario real y de devaluar la deuda pública según las recetas neokeynesianas. Esto se debió,

Page 14: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

como se verá posteriormente, al nuevo contexto de desregulación del mercado internacional

de capitales, con tipo de cambio flexibles.

Finalmente, los impactos de los shocks” petroleros afectaron la factura comercial de las

economías de Europa y Japón que eran grandes importadoras del petróleo árabe, restando

capacidad competitiva frente a la capacidad comercial estadounidense. Los Estados Unidos

obtuvieron de hecho una revalorización de su pozos petroleros, así como de otras fuentes

energéticas disponibles, permitiendoseles introducir la energía nuclear casi monopolizada

por empresas norteamericanas. Para los Estados Unidos el impacto negativo del “shock”

fue limitado ya que podía lograr su autoabastecimiento con sus fuentes domésticas o con la

importación de petróleo mexicano, país no perteneciente a la OPEP.

También durante la década de 1960, con la desaceleración de la expansión tecnológica y los

límites de la organización del trabajo, se produce una ralentización de los ritmos de

crecimiento en la productividad del trabajo. En correspondencia con los patrones fordistas,

el nivel de salarios tendría que ralentizar su crecimiento para adaptarse a los cambios en la

productividad.

A partir de las recesiones de 1967 y de 1969-70 aparecen en los países capitalistas

desarrollados problemas como el estancamiento, la inflación y el desempleo, que se dejaron

sentir de manera continua en la década de 1970. Antes del primer “shock” petrolero, la

recuperación de los años 1972- 73 fue sólo de carácter parcial, en un marco de crisis en el

sistema monetario, en el comercio y las finanzas y en el sector industrial de las economías

avanzadas. La desaceleración fue particularmente aguda en el sector industrial, mientras

que de forma paralela disminuía el crecimiento de la demanda interna, especialmente de la

inversión.

La tasa de incremento del desempleo aumentó en todas las economías capitalistas

desarrolladas, aunque con marcadas diferencias a favor de Alemania y Japón en

comparación con los Estados Unidos, Canadá e Italia. A su vez la inflación se elevó tanto

en Europa como en los Estados Unidos. Se acuñó el término estanflación para referirse a la

situación de los Estados Unidos y del Reino Unido en donde el estancamiento y el

desempleo confluían junto a la inflación. Con la excepción de Japón, la tasa de ganancia

fue reduciendose al igual que el comercio internacional, el cual redujo su tasa de

crecimiento de manera significativa.

La aparición de la estanflación desatada abiertamente a partir del derrumbe de 1974,

constituyó un fenómeno nuevo, ya que hasta entonces lo que caracterizaba a las crisis era la

reducción del nivel de precios y no su elevación. Este nuevo fenómeno comenzó a corroer

la expresión de valor de la moneda como garantía de la valorización del capital, de los

intereses de la fracción hegemónica de capital financiero, cuyos activos adoptan formas

monetarias o cuasi- monetarias, y de los grandes países acreedores exportadores de capital.

En el terreno de la circulación monetaria se produjeron una serie de devaluaciones de

monedas de varios países industrializados. El presidente de los Estados Unidos Richard

Nixon termina con la convertibilidad dólar- oro sellando él quiebre del sistema de Bretton

Woods, dejando a las fluctuaciones del mercado como regulador básico del orden

Page 15: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

monetario. También los movimientos de capitales reflejaron significativas sacudidas,

produciéndose en 1970 una importante caída de las cotizaciones en Wall Street.

En definitiva, las manifestaciones de la crisis se profundizaron y generalizaron en el

período entre 1967 y 1971, extendiéndose por todo el conjunto de los países capitalistas

desarrollados. Los problemas se originaban partiendo o bien de desequilibrios internos del

proceso productivo y circulatorio o bien del propio proceso de internacionalización de

capital. Los límites en el proceso de acumulación anunciaban ya desde este segundo lustro

de los sesenta, el agotamiento del crecimiento económico sostenido por el modelo de la

posguerra. Se abrió una etapa de franco cuestionamiento de las estructuras económicas

establecidas, los organismos encargados de regular las monedas, el intercambio comercial y

las finanzas, así como de la misma hegemonía geoeconómica norteamericana que había

prevalecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El reordenamiento del modelo de acumulación.

La característica predominante de la economía mundial desde los finales del siglo veinte, es

el desarrollo de un capitalismo mayoritariamente rentista y parasitario (Chesnais, 1996:234-

235), cuyo funcionamiento obedece a las necesidades propias de nuevas formas de

descentralización de capital- dinero. El poder de este capital-dinero es defendido por las

principales instituciones financieras internacionales y los principales estados nación del

capitalismo avanzado.

Se trata de una nueva fase del proceso de internacionalización del capital que implica

significativos cambios cualitativos en las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo y

entre el capital y el estado en su forma de “welfare state”. La necesidad histórica de aceptar

por parte de la clase dominante la intervención masiva estatal en la economía y realizar una

redistribución del ingreso en favor de las mayorías, reconoce darles a los trabajadores

asalariados una serie de derechos, garantías y protección, lo que había conformado un

entorno de relaciones sociales, leyes y reglamentaciones a la libre acción del capital. A

partir de la situación agudizada a través de la crisis de la década de 1970, el capital trató por

todos los medios, si bien al comienzo de forma desigual según los diferentes contextos y

modos de regulación nacionales, de refundar un marco de expansión a su antojo, que le

posibilitara una mayor capacidad de movimiento en el plano internacional.

La superación del agotamiento del llamado modelo de acumulación fordista supuso la

flexibilización- desregulación del mercado de trabajo. Esta crisis, al suponer la

desverticalización productiva y su sustitución por unidades productivas menores y más

flexibles y el desmantelamiento de buena parte del aparato burocrático del estado, conlleva

a nuevas formas de organización y control de los procesos de trabajo y nuevas relaciones

entre capital y trabajo. En lo que respecta a la compra y venta de la fuerza de trabajo, se

pasa a acuerdos descentralizados, sin la mediación de sindicatos de masas, en la

negociación de nuevos sistemas de pago más complejos e individualizados.

Se trata de lo que en palabras de Francois Chesnais (1996:233-234) constituye un régimen

de acumulación mundial nuevo, cuyo funcionamiento está en función de los intereses del

capital privado altamente concentrado, capital tanto en la producción de mercancías y de

Page 16: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

servicios, como en forma de dinero. Dicho régimen de acumulación sería resultado de una

nueva fase en el proceso de internacionalización de capital. A nivel de los países centrales

del capitalismo avanzado, sus mecanismos económicos parecen no estar orientados hacia la

acumulación basada en la forma de inversiones generadoras de nuevas capacidades, sino

por el contrario, prevalece un tipo de capitalización rentista.

Para enfrentar el agotamiento de éste patrón de acumulación fue necesario reestructurar los

procesos productivos a través del desarrollo de tecnologías que permitieran una producción

flexible capaz de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Si en el anterior modelo de

acumulación fordista la oferta crecía más que la demanda, a partir de los 70 tendría que

adaptarse a la demanda, de forma que la producción se haría según las necesidades del

mercado, lo cual establecía nuevas formas en la organización productiva. Comenzó la

obsolescencia de las grandes empresas productoras desde la materia prima hasta el producto

final, a partir de una estructura verticalizada, con grandes redes burocráticas y costos de

producción y administración de personal. En su lugar, se van imponiendo estructuras de

producción posfordistas más flexibles que responden con eficiencia y agilidad a las

necesidades del mercado, ofreciendo productos personalizados y a bajo costo.

Junto a la sustitución de las estructuras verticalizadas de la producción fordista, aparece un

tipo de trabajador altamente calificado y especializado. Se hizo necesario desregular las

estructuras de negociación de compra y venta de la fuerza de trabajo. Esto supuso aplastar

la resistencia de los sindicatos, opuestos al desmantelamiento de sus estructuras de

negociación, al mismo tiempo que la eliminación de todo tipo de obstáculos que impedían

la libre negociación entre el trabajo y el capital. La mayor parte de la estructura del

denominado estado de bienestar tendría que ser sustituida por otra. Se puso en marcha todo

una política encaminada al desmantelamiento de las anteriores estructuras de negociación

de compra y venta de la fuerza de trabajo. En general, la crisis del patrón de acumulación

exigía una fragmentación económica, social y política en correspondencia con la necesidad

de un nuevo patrón de acumulación.

El reordenamiento capitalista mundial se manifestó en un reforzamiento del poder

económico de los principales países del capitalismo avanzado. Esto conllevó al tránsito

hacia una nueva era industrial basada en modos productivos con cambios tecnológicos

innovadores y muy flexibles. Junto al dominio de esta dinámica tecnológica, estos países

han desplegado procesos de mayor concentración de los flujos internacionales de comercio

y capitales.

El análisis del núcleo central de la crisis obligó a considerar el importante proceso de

reestructuración tecnológica industrial operado en los principales países capitalistas

desarrollados, vinculado al nivel de contradicciones y rivalidades propias del proceso

acumulación de capital, tanto a escala nacional como internacional. Este proceso de

reestructuración de la acumulación capitalista central, paralelo a la internacionalización del

capital productivo y financiero, alteraron el conjunto de las relaciones internacionales y la

división internacional del trabajo, que conectaron desigualmente a los países y regiones

centrales y periféricas.

Page 17: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Posterior al proceso de industrialización, que culmina en los países del capitalismo

avanzado a finales de los años sesenta, comenzó un proceso de desindustrialización

relativa, lo que ha sido denominado como el surgimiento de la economía posindustrial, la

cual implicó una nueva relación entre los mercados y las empresas. Menos los servicios

sociales y los públicos, los servicios privados comienzan a efectuarse en pequeñas

empresas más dependientes del mercado y de la demanda. Se introducen nuevas

tecnologías de funcionamiento electrónico y computarizado mas flexibles en la producción,

lo que conllevó a una mayor adaptabilidad a las demandas del mercado. Este proceso

significó un impacto en la dinámica macroeconómica del capitalismo avanzado, al

modificar las relaciones de poder entre las empresas individuales y el poder del mercado

(Therborn,2003:33).

Esta marcada tendencia hacia la agotamiento de la dinámica de la acumulación capitalista a

partir de la década de 1970, convirtió al cambio tecnológico producido, caracterizado como

núcleo de la recuperación (flexibilidad) capitalista, en parte importante de la respuesta que

el sistema proporciona ante el reto de la superación de la crisis.

En los años setenta tienen lugar cambios en las modalidades de inversión y en la estructura

de numerosas grandes empresas industriales. Ante la necesidad de aumentar los beneficios

en un contexto de caída de la tasa de ganancia en los países capitalistas industrializados y

de aumento de la competencia, ante las posibilidades creadas por los avances en las

comunicaciones y en el procesamiento de datos, se crean filiales-talleres que asumen el

desarrollo de partes del proceso productivo, ensamblándose el producto final de manera

centralizada. Cada fragmento del proceso productivo se localizará donde su costo absoluto

sea menor.

Además se desarrollan redes de filiales especializadas con medios de producción flexibles

gracias al cambio tecnológico que introduce una nueva generación de medios de

producción capaces de ser reconfigurados rapidamente para la realización de distintas

tareas, lo que posibilita pasar a la producción de diferentes modelos y obtener altas

productividades con costos menores de cada producto, dirigidos para el mercado mundial.

El proceso de producción pasa a desarrollarse en diversos espacios nacionales y donde el

mercado es ahora el mundial. Esto facilita la rearticulación del bloque dominante a partir de

la alianza del gran capital financiero y el gran capital productivo internacionalizado. La

estrategia norteamericana estuvo enfocada no solo a priorizar una transferencia de

excedente del capital productivo hacia el capital financiero, lo cual habría provocado una

oposición del capital productivo en alianza con la clase obrera, sino tambien a una ofensiva

neoliberal del capital contra el trabajo. La rearticulación del gran capital financiero y el

gran capital productivo se produce a partir de una transformación en la posición estructural

del segundo en las economías nacionales.

Lo anterior se da a través del hecho de que la circulación internacional de mercancías debe

superar las barreras aduaneras a nivel de los diferentes países. Esto lleva a las fracciones del

capital industrial que venden una proporción significativa de su producción en el exterior, a

presionar a sus gobiernos a que produzcan la apertura económica en los restantes estados.

La internacionalización del proceso productivo provoca el establecimiento de un régimen

Page 18: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

de comercio lo mas liberalizado posible. Las exigencias de las diferentes fraccione del

capital internacionalizado terminan configurando una política que tiende a la estructuración

de un mercado mundial capitalista unificado en torno a la capacidad de maniobra de estas

fracciones y con mínimas interferencias de los estados.

Se produce una nueva expansión del mercado mundial capitalista, en donde los estados van

a priorizar la reproducción de la fuerza de trabajo de manera de atraer la mayor cantidad

posible de capital transnacional y de propiciar el desarrollo de las condiciones de operación

del capital en cuanto a la infraestructura, regulaciones legales para preservar la propiedad,

estructura fiscal favorable, etc, abandonando su antiguo papel de proteger e impulsar la

reproducción ampliada del capital que opera en su territorio. Dado que para el capital se

propicia total libertad de movimiento y no asi para la fuerza de trabajo, se produce una

caída en el promedio de los salarios, un acrecentamiento en la concentración del ingreso y

en las desigualdades regionales y nacionales. La restructuración del mercado mundial en

función del capital transnacional tiene que ser el resultado de la acción de los estados.

Estos, controlados por el bloque dominante que detenta el poder, dependen en gran medida

de “su capital” internacionalizado, por lo que al impulsar el gran capital transnacional una

política común, esta será asumida por el conjunto de los grandes estados capitalistas.

La combinación de los cambios tecnológicos y de carácter organizativo produjeron

importantes modificaciones en el modo de producción. Siguiendo a Monreal (1990:96-97),

estos son los siguientes:

1. Las corporaciones transnacionales junto a los países capitalistas desarrollados reforzaron

su dominio sobre la producción y el mercado de los nuevos productos y servicios,

controlaron el proceso de difusión de la nueva tecnologías, estableciendo la dirección y

condiciones de su avance.

2. Se aceleraron los procesos de concentración y centralización del capital como parte de la

reestructuración de la economía capitalista.

3. Dinamización y flexibilización de la integración global transnacionalizada de la

producción y los servicios. Aumento del grado de la eficiencia con que pueden ser

separados en tiempo y espacio las distintas etapas de un proceso dado, para posteriormente

integrarse en un producto final en cualquier lugar del planeta.

4. La producción capitalista actual no requiere de una masa permanente de fuerza de trabajo

a nivel internacional, sino de un llamado “grupo central” funcionalmente flexible y

adaptable a los cambios tecnológicos, y de un “grupo periférico” numéricamente flexible

para su ajuste a los cambios del mercado.

5. Reforzamiento de una escala jerarquizada de la producción a nivel mundial, en donde los

principales países capitalistas desarrollados monopolizan las tecnologías más avanzadas. Al

mismo tiempo se produce un desplazamiento de actividades sin modificarse su carácter

jerárquico ni las diferencias cualitativas entre los distintos niveles.

Page 19: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

6. Reducción del peso de los salarios en el costo total, abaratándose la producción en los

países capitalistas desarrollados.

Por otra parte, el desarrollo paralelo de la crisis estructural ha tenido como respuesta por

parte del capital las políticas económicas neoliberales implementadas a nivel mundial.

Siendo la crisis global, ha generado una determinada respuesta global del capital. El

neoliberalismo ha facilitado la flexibilidad y el ajuste temporal del sistema capitalista ante

la crisis, a través de la mayor capacidad y acción de los componentes mayores

representados por los monopolios y los más dinámicos, es decir, la esfera financiera de

capital. “Independientemente de sus modalidades específicas, la aplicación generalizada del

liberalismo económico a nivel internacional ha posibilitado en el fondo una convergencia

en todos los ordenamientos internos que de hecho facilita enormemente el carácter cada vez

más transnacionalizado de la acumulación capitalista contemporánea y el reordenamiento

económico internacional a ella asociado ( Monreal, 1990:98).

El capitalismo en su funcionamiento requiere de la intervención de una autoridad que

representa el capital globalmente considerado. De ahí la imposibilidad de separar al estado

del capitalismo. Las políticas del capital y del estado que actúa como representante de

dicho capital, tienen una lógica propia, expresada por estadios. Dicha lógica es la que

explica porque la expansión del capital genera empleo o desempleo en ciertos momentos.

No obstante, dicha lógica no es la expresión de abstractas “leyes del mercado”, sino la

exigencia necesaria del beneficio del capital que se expresa en determinadas condiciones

históricas. El incremento del desempleo de las últimas décadas no ha sido provocado por el

mercado, sino por las estrategias del capital. Para el estado capitalista, el desempleo es un

instrumento necesario para la destrucción de los logros del movimiento obrero. Así

también, en la periferia del sistema capitalista, la pobreza y la distribución desigual de los

ingresos no constituyen efectos negativos causados por errores en la implementación de

determinadas políticas, sino resultado de la propia lógica del sistema (Amin, 1999:31).

La anterior valoración exige reflexionar si las políticas de la posguerra hasta el presente,

apoyaron la expansión capitalista o bien lograron que se abarcara las condiciones impuestas

por las relaciones sociales específicas de una fase de prosperidad que comprendería desde

el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970 y otra fase de crisis iniciada a

mediados de los 70.

La repercusión de este proceso sobre los países subdesarrollados ha constituido uno de los

objetivos básicos de la transnacionalización del capital. Ha sido precisamente la

organización de un proceso productivo a escala mundial basándose en su posesionamiento a

nivel nacional allí donde su costo es menor, lo que posibilitó la recuperación de la tasa de

ganancia a través de la ofensiva neoliberal contra el trabajo sustentada en la competencia de

los trabajadores con niveles de salarios diferentes y la ampliación del ejercito industrial de

reserva allí donde es mayor la resistencia al deterioro de las condiciones de vida y de

trabajo. Se produjo así el quiebre del modo de acumulación anterior en la periferia centrado

en la ampliación del mercado interno y el intento de diversificar su estructura productiva, y

su sustitución por un modelo basado en las exportaciones, que no es nuevo. Este

esencialmente, fue el imperante hasta la crisis de 1929-1933, aunque para muchos se

mantuvo hasta el presente, lo que conllevó a una simplificación de la estructura económica

Page 20: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

de las regiones de cada país que lograron su inserción en el mercado mundial, una elevada

concentración del ingreso, depauperación de las condiciones de vida y de trabajo y una

extrema dependencia de la demanda externa.

Cambios en las relaciones monetarias y financieras internacionales.

Se podría afirmar junto a Gowan ( 2000:30-33 ) que la relación entre el sistema productivo

y el sistema financiero constituye una relación en la que el primero es determinante, pero el

segundo es dominante. El primero es determinante porque produce la corriente de valor a

partir de la cual los capitalistas que actúan en los mercados financieros obtienen sus

beneficios, directa o indirectamente. A su vez, el sector financiero es dominante, porque

canaliza los ahorros pasados y el nuevo dinero crediticio ficticio, y determinando quien

obtendrá los flujos financieros y quién no. A pesar que las relaciones de poder reales entre

los dos sectores están en parte determinados por el ciclo económico, las relaciones de poder

entre ambos, están significativamente marcadas a nivel de las relaciones sociales de

producción. El estado, mediante un proceso muy politizado, favorecerá los intereses del

capital dinero o bien del capital productivo, y entre el capital dinero y los restantes

componentes del sistema crediticio. El estado a su vez, también tomará decisiones acerca

de la estructura interna y de las interacciones producidas dentro del propio polo del capital

que actúa en los mercados financieros.

A partir de lo referido en el párrafo anterior, surge otra distinción muy significativa entre

las carencias y los ritmos de los dos tipos de flujos financieros conectados a estos dos tipos

de circuitos. Dentro de los mercados financieros existe una tendencia a lograr rápidos

rendimientos y a mantener el capital de la forma más líquida posible. Dentro del capital

productivo se intenta establecer circuitos a más largo plazo, particularmente en lo referido a

los fondos para la inversión en capital fijo, que rendirá su máximo valor sólo al cabo de

muchos años. La tendencia del primer grupo es a generar flujos de “dinero caliente”, muy

sensibles a cambios en su entorno, mientras que el segundo tiende a generar flujos fríos y

largos, que tienden a ser sólidos ante cambios en su entorno.

Por otra parte, dentro del sector productivo, se encuentra la relación entre capital y trabajo,

fundamental con relación al funcionamiento del sistema capitalista real. También la

relación entre el capital que actúa en los mercados financieros y el sector productivo, es

otra relación social fundamental para entender los conflictos actuales dentro de las

sociedades capitalistas, lo que requiere de tomar en cuenta estas relaciones sociales entre el

sector financiero y el resto de la sociedad.

Si bien el final de la Segunda Guerra Mundial prevalecían las fuerzas que favorecían al

sector productivo, a partir de la década de 1970 se produce la resurrección del sector

financiero, transformándose no sólo las relaciones de poder institucional entre el capital

dinero y el capital productivo, sino el propio papel del estado y las relaciones entre las

clases a través de toda la sociedad.

La comprensión de este problema, requiere la consideración acerca de que las cuestiones de

diseño social e institucional no se resuelven exclusivamente a escala nacional. Por el

contrario, se trata también de una actividad del sistema interestatal, dado que los fondos

Page 21: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

pueden moverse con mayor o menor libertad de una zona monetaria nacional a otra, ya que

el polo del capital que actúa en los mercados financieros sólo desempeña su papel cuando

actúa como dinero y cuando los agentes económicos privados pueden convertir las monedas

de unos estados en las monedas de otros, por lo que las relaciones financieras domésticas

pueden afectarse por poderosas influencias provenientes de los sectores financieros de otros

estados capitalistas.

El neoliberalismo reflejó la transformación de las relaciones entre el polo del capital dinero

y el sector productivo de los capitalismos nacionales a partir de los años 70, sin embargo,

esta transformación se ha producido en conexión con los profundos cambios en las

relaciones monetarias y financieras internacionales.

Lo anterior hace necesario destacar la interrelación entre las transformaciones generales del

capitalismo a nivel mundial con los cambios ocurridos en el escenario financiero

internacional desde una perspectiva histórica que abarca desde finales de los años 60 e

inicios de los 70 del siglo pasado hasta la actualidad. Con la declinación del ritmo de

crecimiento de los países capitalistas avanzados, se fue transformando la estructura

financiera internacional entre la banca privada principalmente y las economías

subdesarrolladas demandantes de créditos externos.

Primeramente se produjo el debilitamiento de las economías capitalistas avanzadas entre

1968 y 1971 conjuntamente con la ruptura del mercado del oro en 1971. Como sintetiza

Jorge Schvarzer ( 1999:66 ), la hegemonía del capital financiero sobre el funcionamiento

del sistema se manifestó en importantes cambios que ocurrieron en el sistema monetario

financiero de los países capitalistas centrales en la década de los 70 del pasado siglo. El

primer punto de quiebre de este avance puede ubicarse en la decisión del presidente Nixon

de suprimir la convertibilidad del dólar en oro. Esa medida generó una desconfianza inédita

en el dólar y una fiebre alcista de los mercados de materias primas que culminó en la subida

de los precios del petróleo.

Samir Amín ( 1999 ) sostiene que si durante un período determinado se sostuvo la

estabilidad de los tipos de cambio, esto no correspondió a la adecuación del sistema de

Bretton Woods, sino al poder económico de Estados Unidos. Poder que fue reforzado por la

convertibilidad del oro al dólar y por los controles sobre los movimientos de capitales en

Europa, mantenidos hasta que finalizó la reconstrucción europea y que este continente

estuvo en condiciones de abrirse al exterior. Este movimiento propició el declive relativo de

los Estados Unidos y el sistema mundial pasó de la escasez a una excesiva disponibilidad

de dólares. Con el comienzo de la crisis con la erosión de las bases de la prosperidad de

posguerra a finales de los años 60 antes de la crisis del petróleo de 1973, se produce el

colapso de la oportunidad para la inversión productiva. El déficit norteamericano, que

conllevaba que el mercado dispusiera de un exceso de dólares, junto a la crisis de inversión

productiva, provocó una masa de capital flotante que obligó en 1973 que optar por tipos de

cambio flotantes fuera perfectamente racional, pues posibilitó que la gigantesca masa de

capital flotante encontrara su salida en la especulación financiera. Sin apertura financiera y

sin tipos de cambio flotantes, sostiene Amín ( 1999:36 ), el peso letal que suponía esa masa

dinero habría agravado la crisis.

Page 22: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Con el paulatino desarrollo del mercado de eurodólares, que respondía a la preocupación

soviética de obtener rédito de sus reservas sin tener que depositarlas en los Estados Unidos.

Se trata de un mercado autorizado en Londres desde los años cincuenta, en el que los

bancos operan en moneda extranjera y quedan excluidos de las reglamentaciones del banco

central. Los bancos privados actuarían por tanto sin la exigencia de constituir reservas

obligatorias. La oferta de dólares en este mercado provenía de las instituciones y empresas

norteamericanas y de las reservas en dólares de los bancos centrales. La demanda en dicho

mercado se constituye en buena medida respondiendo al financiamiento privado de los

desequilibrios externos, el cual se eleva cuando se produce un rápido desarrollo del déficit

de la balanza de capitales de Estados Unidos durante la segunda mitad de los años sesenta,

y este se incrementa aun mas con la subida del precio del petróleo en 1973.

Así, durante la década de 1970 se inicia el sistema de paridades flexibles y de tasas de

interés fluctuantes dentro del mercado financiero internacional, en el cual los organismos

multilaterales pierden el control sobre el proceso de privatización de los circuitos

financieros externos de los países subdesarrollados. Esto constituyó un catalizador de las

potencialidades especulativas y flexibilizó la expansión monetaria de los países capitalistas

desarrollados, principalmente los Estados Unidos. En estos años el euromercado presenció

un crecimiento sustancial de sus operaciones, en las cuales fueron dominantes las filiales de

la gran banca norteamericana, liberadas de las restricciones para acometer operaciones

internacionales desde su propio territorio nacional. El euromercado se relaciona con la

movilización de grandes masas de recursos monetarios a bajo costo y con altas ganancias,

resultado de los movimientos de las grandes empresas transnacionales comerciales y

financieras. En estos años los principales países capitalistas implementaron políticas

económicas restrictivas y proteccionistas mientras se asistirá a una caída de los índices de

rentabilidad empresarial, los cuales significaron una disminución del ritmo de crecimiento

económico y del comercio.

Frente al yen japonés y el marco alemán, el tipo de cambio del dólar sufrió una

devaluación, reflejando el intento de la economía norteamericana de frenar su pérdida de

competitividad comercial externa. De manera paralela se produce una disminución de la

demanda de fondos de inversión junto al mantenimiento de la inflación en los países de la

OECD, lo que provocó un exceso de liquidez internacional controlada por la banca privada.

Con el fenómeno de la afluencia de los petrodólares, este proceso desembocó en el aumento

de la oferta de recursos financieros. Es la excesiva disponibilidad de recursos por parte de

la banca privada transnacional, en momentos en que prevalecían circunstancias recesivas en

los países capitalistas desarrollados, lo que propició el otorgamiento de préstamos en

condiciones relativamente poco restrictivas en cuanto a costos y plazos hacia los países

subdesarrollados.

El sistema de crédito había subordinado a la moneda. Las formas monetarias eran

sustancialmente formas de crédito y el conjunto de la circulación del capital y de las

mercancías atravesaba al sistema financiero. Bajo estas condiciones, el sistema financiero

se constituye en medio destacado de descentralización y desvalorización del capital. El

impetuoso crecimiento de los recursos por parte de la banca transnacional tiene una

importante fuente de ganancias en los países subdesarrollados, en las inversiones en los

países desarrollados y en los ingresos de los trabajadores y otros grupos sociales. Una de las

Page 23: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

condiciones para qué estas ganancias puedan generarse de manera creciente, es la mayor

penetración de los sistema financieros de los estados nación por el capital financiero

internacional.

Se produce así una impactante expansión de los mercados financieros internacionales que

comenzó con el déficit público de los Estados Unidos financiando la guerra de Vietnam.

Mediante las innovaciones tecnológicas en los negocios y la gestión financiera, los

mercados financieros han llegado a enormes proporciones de su riqueza y recursos. Los

mismos se caracterizan por ser mercados muy competitivos y por su profundo cambio

producido en la relación entre los mercados y los estados nacionales. Estos últimos han

llegado a empequeñecerse dentro de éste mercado financiero mundial, lo cual los ha hecho

muy dependientes de la confianza que en ellos depositan dichos mercados para poder

implementar sus políticas. Ésta fuerza ha estimulado la onda de las privatizaciones, que

también ha conllevado a un profundo cambio en las relaciones de fuerza entre los mercados

y los estados.

El proceso de transnacionalización económica ayudó a conformar un sistema mundial

“globalizado” cada vez más centralizado en torno al núcleo financiero hegemónico

internacional. Se patentizó así la tendencia hacia la autonomía relativa del capital financiero

en el sistema capitalista mundial. Si en el pasado, las finanzas internacionales se movian en

función de los procesos productivos o de comercio, a partir de los años setenta la autonomía

creciente de los flujos financieros con relación a los flujos económicos reales fue

considerable. Unido a esto está el hecho del mantenimiento a partir de esta década, de una

altísima permisibilidad financiera en cuanto al acceso al crédito externo por parte de

algunos países subdesarrollados hacia la banca privada internacional.

En lo anterior se manifestó la percepción de un mayor riesgo de las colocaciones de la

banca privada internacional en América Latina, paralelamente a la puesta en marcha de

nuevas disposiciones legales para regularla en los Estados Unidos, que apuntan a

internacionalizar aún más a la gran banca privada internacional lídereada por la gran banca

estadounidense.

La liberalización de los cambios de moneda junto a la de los mercados financieros, generó

una gran movilidad del capital con una visión de muy corto plazo en la búsqueda de

beneficios. Desde la crisis del sistema de Bretton Woods, el 88% de todas las transacciones

financieras a escala mundial han sido de tipo especulativo, contrastando con la

correspondiente a las anteriores, las cuales en un 90% correspondieron a transacciones

comerciales y de inversiones productivas. Dicha liberalización de los sistemas de cambio

de moneda, al igual que la movilidad de capitales, creó un clima financiero inestable y

favorecedor de la especulación no productiva. Se produce cada día una movilidad de

capitales financieros mayor que las reservas monetarias de los principales países

capitalistas pertenecientes al Grupo de los Siete. Este mercado de capitales financieros dicta

la pauta del comportamiento monetarios de los países, penalizando a aquellos países que se

desvían de lo que se consideran como comportamientos” racionales y maduros”. De allí que

se convierta en un objetivo básico de los gobiernos el ser aceptado por estos mercados (

Navarro,2000:158 ).

Page 24: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Durante la década de 1980 se producen cambios en las tendencias de algunos indicadores

monetarios y dentro del sistema financiero internacional con la liberalización del mercado

bancario norteamericano. Estos cambios se inician con la nueva administración republicana

de Ronald Reagan que revaluó el dólar y mantuvo tasas de interés reales positivas por

encima del 4% anual. Esto posibilitó paliar el financiamiento del aumento del déficit fiscal

y del déficit externo en cuenta corriente. Con la oleada de préstamos domésticos y externos,

el crecimiento y la productividad de la economía norteamericana se recuperaron pero a

costa del acrecentamiento de la deuda global norteamericana junto a un número

significativo de quiebras y fusiones empresariales y bancarias.

La banca transnacional dirigió sus operaciones hacia las condiciones más rentables que

ofrecía el mercado norteamericano, lo que significó la afectación radical de sus flujos hacia

los países subdesarrollados, encontrando en los movimientos de los indicadores monetarios

y financieros internacionales, oportunidades especulativas altamente lucrativas. Fueron los

grandes bancos norteamericanos, los que liderearon estas operaciones en el nuevo contexto

de la desregulación financiera internacional. Fueron precisamente los abultados y crecientes

flujos financieros provenientes de todo el mundo hacia los altos niveles de rentabilidad y

poder adquisitivo sobrevaluado del dólar, los que crearon las condiciones financieras que

permitieron a la economía estadounidense impulsar y liderar aceleradamente su estrategia

de avance tecnológico.

Page 25: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Globalización y redistribución del poder hegemónico capitalista.

En la configuración del proceso globalizador los estados continúan teniendo un papel

fundamental. Problemas atribuidos a la globalización, pasan por una intervención política a

nivel de cada estado. Cuando se asiste a la implementación de políticas impopulares de

carácter neoliberal, justificada como las únicas posibles debido a la globalización, estamos

ante una posición ideológica en función de los grupos económicos y clases sociales que

controlan las instituciones y representan la hegemonía política del proceso de

internacionalización del capital.

Esta hegemonía presenta múltiples facetas y opera a distintos niveles complementarios, que

no pueden reducirse a “eficiencia económica” o a “competitividad” en el mercado mundial,

ni el dominio monetario y financiero es el único instrumento que debe ser considerado.

El concepto de hegemonía es fundamental para la crítica del capitalismo al referirse al

contexto de las relaciones de poder desde el punto de vista de las actividades que resultan

esenciales para la reproducción del sistema capitalista, cuyo control implica el

mantenimiento del liderazgo económico a nivel internacional.

La recuperación del concepto de hegemonía resulta fundamental para explicar la situación

actual. La hegemonía es una construcción social que tiene en la coerción en el consenso sus

medios generales de acción. Poe hegemonía mundial se entiende la capacidad de

determinados agentes sociales para convertir su proyecto de organización de la sociedad en

el proyecto generalmente aceptado. La hegemonía esta constituida por tres dimensiones

principales: la político-militar, la económica y la cultural (Ornelas, 2002).

Lo anterior posibilita evitar los enfoques reduccionistas no sólo de la economía

convencional, sino también de buena parte de la producción teórica crítica, que tienden a no

considerar la importancia de las relaciones poder en sus análisis de los procesos

económicos.

Por lo general, el campo de la crítica de la economía política se sitúa general,emte en un

terreno teórico abstracto limitado a captar las determinaciones económicas del proceso de

acumulación de capital. Pero tanto los cuerpos conceptuales como los diferentes temas, son

incapaces de romper con la esencia epistemológica del pensamiento neoliberal. Esta

limitación para desarrollar un pensamiento crítico desde perspectivas epistemológicas y

metodológicas, distintas a la del pensamiento dominante, lleva a asumir temas

fundamentales donde las relaciones de poder y las formas y contenidos de la hegemonía

están ausentes.

Analizar el sistema capitalista, como un sistema de organización y dominación social, es un

paso fundamental para trascender sus propios fundamentos, por lo que se hace

indispensable comprender las modalidades de dominación políticas del capitalismo y las

estrategias de control y uso de los territorios, no solo como territorios físicos, sino también

culturales.

Page 26: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La formulación del concepto de hegemonía presupone la inclusión de los aspectos

cualitativos del conflicto de poder que subyace en las relaciones económicas

internacionales capitalistas. Explica los procesos multidimensionales (dotación de recursos

económico- financieros, relaciones políticas y militares y la dimensión cultural) mediante

los cuales se ejerce el accionar de un agente (o coalición de agentes) sobre la misión

socialmente aceptada, y por tanto, dominante. En este sentido hacemos nuestra la definición

de hegemonía como la capacidad de las coaliciones formadas por empresas y sus estados de

determinar las tendencias generales de reproducción de la sociedad capitalista en escala

mundial ( Ornelas, 2005:4).

Resulta imprescindible en tal sentido, rescatar las superación de la fetichización de las

relaciones sociales. De manera tradicional, la hegemonía ha sido conceptualizada como

medida de "relaciones objetivas" referidas a la potencia militar o económica de las

naciones, dando como resultado una visión cosificada de la misma bajo la forma de una

correlación de fuerzas. En éste sentido "es central la idea de "visión del mundo" como

expresión de un complejo de relaciones sociales, que trasciende la correlación de fuerzas, e

incorpora la existencia de sujetos con proyectos de sociedad que se disputan la hegemonía"

(Ornelas, 2005:5).

Para Gramsci, la clase burguesa consolida su gobierno a través de un proceso de hegemonía

ideológica, de la movilización del consentimiento espontáneo a través del funcionamiento

de las instituciones de la sociedad civil. La hegemonía se proyecta como conjunto de

actividades prácticas, teorías, visión del mundo, mediante las cuales la clase en el poder

ejerce su dominación, intentando reproducir en diferentes planos, político, ideológico,

económico, militar, la perpetuación de las relaciones de producción capitalistas y la

dominación de clase del estado burgués.

En el estadio actual del patrón de acumulación prevaleciente, el estado burgués, como

esfera donde se organiza el poder de clase mediante la coordinación de las diferentes

fracciones en un bloque de poder, ha logrado producir un consenso a través de formas

selectivas de conocimiento social modelando la práctica de la ideología y la política

neoliberal. Estas tienen como fin, garantizar las condiciones para la continuidad de la

acumulación de capital y el mantenimiento de las relaciones capitalistas de producción en

función de las nuevas condiciones históricas creadas en la década de los años setenta del

siglo pasado.

Compartimos el análisis que plantea lo insuficiente de la argumentación acerca del declive

de la hegemonía norteamericana referida únicamente a las relaciones económicas, que

reducen el capitalismo estadounidense al ámbito de lo nacional. "Los desequilibrios

macroeconómicos también pueden ser leídos como indicadores de una posición de fuerza

de los agentes dominantes de ese país, especialmente en lo que toca a una capacidad de

endeudamiento casi ilimitada y al papel del dólar como dinero mundial. En todo caso, aún

cuando ésa posición de fuerza se erosiona crecientemente, tales desequilibrios atañen mas

al bienestar de la población y a la rentabilidad de los pequeños y medianos entes

económicos, que a las bases productivas y a las fuentes de beneficios de las grandes

corporaciones" (Ornelas, 2005: 6).

Page 27: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La ignorancia de lo político explica que el debate acerca de las ventajas y desventajas de la

internacionalización y regionalización de la actividad económica, sea poco productiva si no

se considera que, quien y como se las controla.

Hay que tomar en cuenta que el capitalismo da lugar a tendencias antagónicas, en donde el

equilibrio de fuerzas existentes en una coyuntura histórica particular, determina la dirección

final del sistema. Por eso, la acción superestructural interventora del estado dispone de un

gran potencial para regular los resultados. Sin embargo, a pesar de lo anterior, Marx

distinguía entre la tendencia dominante y las diversas tendencias subordinadas

contrapuestas, estas últimas, operando dentro de los límites establecidos por la primera.

Como la tendencia dominante surge de la misma naturaleza del sistema, las tendencias

subordinadas se canalizan en una dirección determinada. Lo cual no significa que no

puedan funcionar perfectamente cómo tendencias opuestas dentro de ciertos límites. Por

tanto, la intervención estatal tiene un potencial limitado dado su subordinación a la

dinámica intrínseca del sistema.

El análisis científico que subyace en este acercamiento, parte de concebir al estado como

uno de los momentos o manifestaciones de la contradicción fundamental entre la

socialización del proceso de trabajo y la apropiación privada de los medios de producción y

del producto del trabajo. Tal como ha sido retomado por el pensamiento crítico, constituye

la forma última de la contradicción que aparece desde el primer capítulo de El Capital entre

valor y valor de uso, por lo que se puede afirmar que todo El Capital consiste en estudiar

sus metamorfosis. En la génesis dialéctica de la forma valor se explica la génesis de la

norma política o de la forma estado ( Lojkine, 1979:78 ). El ejercicio del estado “por

encima de las clases” no es más que un aspecto de la misma relación dialéctica entre la base

económica y su superestructura, entre las relaciones de producción y las formas

enmascaradas y autonomizadas de la política engendrada por esta.

El análisis del estado supone el análisis de las clases sociales. En el plan de Marx viene

después del análisis dedicado al crédito a nivel del tercer tomo de El Capital. Es

precisamente en el análisis del crédito donde aparece por primera vez la determinación

social del estado como forma desarrollada de la producción capitalista, como condensación

del conjunto de relaciones de producción. La intervención del estado aparece como la

forma más desarrollada de la socialización capitalista, después de la sociedad por acciones

y el monopolio.

El estado es una relación social interclasista que supone la relación entre las clases

fundamentales, principalmente entre el capital y el trabajo, con sus respectivos sectores y

fracciones. Se trata entonces, de una relación de poder entre fuerzas que se antagonizan en

su proceso de reproducción social. El estado capitalista incluye una complejidad mayor que

la de fungir como capitalista colectivo, pues su papel no se limita a constituir un elemento

esencial para el proceso de valorización capitalista, no sólo en cuanto a que la reproducción

de la sociedad capitalista requiere de un tipo de dominación-explotación, sino que supone

su inserción en la totalidad del tejido social, como relación social específica de poder

(gobierno), expresando formas y características teóricamente definidas de correlación de

fuerzas entre las clases sociales y sus fracciones (hegemonía). La forma gobierno-

hegemonía expresa la correlación de fuerzas que en la sociedad se manifiestan no sólo en el

Page 28: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

campo de la lucha internacional capitalista, sino sobre todo, en la confrontación capital-

trabajo.

El estado capitalista representa una forma social entre otras, de la regulación de la

economía capitalista, para oponerse o regular, dentro de los límites de la envoltura

capitalista, a la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. El mismo expresa la unidad

interna propia del poder de la clase o fracción hegemónica. No obstante, la especificidad de

que la dominación de clase sea capitalista es la preponderancia de la coerción económica,

en lugar de la "extra económica" directa a través de la política y el poder militar. Sin

embargo, según Ellen Melksins Wood (2003:) esto no significa que el capitalismo en la

fase imperialista pueda prescindir de la misma, no solamente porque su propia historia

viene marcada por la conquista y la opresión colonial, sino porque incluso en su forma más

madura requiere del apoyo extraeconómico para mantener la propia coerción económica.

"La dificultad radica en que el papel de la fuerza extra económica, tanto en el imperialismo

capitalista como en el dominio capitalista de clases, es oscuro porque por lo general no

ópera mediante la intervención directa en la relación entre capital y trabajo, ni entre los

estados imperiales y los subordinados, sino de un modo más indirecto, mediante el apoyo al

sistema de compulsiones económicas, el sistema de propiedad (y de carencia de propiedad)

y la operación de los mercados" ( Melksins, 2003:).

Se trata de comprender las especificidades del poder capitalista y la naturaleza de la

relación entre fuerza económica y "extraeconómica" en el capitalismo. El poder económico

del capital no existe sin la ayuda de la fuerza extraeconómica del estado. En la actualidad,

con la globalización, lejos de que el poder del capital haya reducido la relevancia del

estado, este último es específicamente relevante para su forma global actual. La forma

política de la globalización no es un estado global, en su lugar, se erige un sistema global

de diferentes estados a partir de una compleja relación entre el poder económico expansivo

del capital y el alcance más ilimitado de la fuerza extraeconómica que lo sostiene.

Tomando en cuenta el aporte de Ana María Ezcurra ( 2000:224-225 ), la globalización

neoliberal refleja la gestión internacional y la concentración de significativas franjas del

capital, lo que a su vez, implicó transformaciones importantes en la estructura política

mundial. En particular, provocando restricciones del poder y capacidad de los estados-

nación. Sin embargo, los estados-nación del capitalismo desarrollado continúan siendo

actores principales en el terreno internacional. Si bien el crecimiento de agentes

trasnacionales disminuye su capacidad, al mismo tiempo, en un movimiento de signo

contrario, el programa neoliberal también induce a una significativa redistribución de poder

que favorece a dichos estados en perjuicio de los de los países subdesarrollados. A esto hay

que añadir el derrumbe del socialismo estatal europeo, que reforzó ese poder debido a la

desaparición de contrapesos mundiales.

Este fortalecimiento del poder de los estados-nación del capitalismo avanzado incide en los

mercados internacionales mediante una deliberada intervención en su funcionamiento,

especialmente con el afianzamiento de una franca colaboración estratégica con las

respectivas empresas transnacionales.

Page 29: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Entonces, apunta Ana María Ezcurra, habría que poner en entredicho las perspectivas de

análisis que sobrevaloran las restricciones que la globalización económica y el capital

transnacional imponen a los estados centro del capitalismo desarrollado, enfoques

contentivos de una devaluación del papel de los estados del capitalismo avanzado y, en

general de lo político, en la actual fase de acumulación global de significativas fracciones

del capital. Los mismos no consideran la existencia de un proyecto y una cosmovisión

neoliberal defendida por actores específicos, minimizando así el papel decisivo de ciertos

aparatos estatales y multilaterales. Citando a Carlos Vilas ( 1995), Ezcurra añade que las

nuevas modalidades de acumulación capitalista requiere de una mayor intervención del

estado y el apoyo de políticas públicas. Las nuevas modalidades de acumulación de capital

sustituyen a otras, apoyándose las intervenciones en factores extraeconómicos, así, las

fuerzas dominantes en el mercado devienen en intereses de gobierno e incluso en objetivos

nacionales.

Debido a ello, el análisis en el plano de la economía mundial hay que entenderlo como una

constitución de una realidad multideterminada y compleja, ubicándola como parte

constitutiva de un sistema de dominación y resistencia. El peso de la hegemonía de Estados

Unidos, que es el referente insoslayable de cualquier intento de reorganización social, esta

construida como un sistema integrado de relaciones militares, económicas, políticas y

culturales, de tal magnitud, que es imposible entender la dinámica mundial de las últimas

décadas sin tomar en cuenta esta hegemonía como punto básico en el inicio del análisis. Sin

esto, cualquier intento de comprensión de la globalización y de los problemas del mundo

contemporáneo corre el riesgo de volverse parcial, de convertirse en un saber inocuo.

El nuevo régimen monetario financiero impuesto dentro de la globalización, no ha sido

solamente consecuencia espontánea de procesos orgánicos económicos y tecnológicos, sino

también un resultado político, de decisiones políticas tomadas por lo sucesivos gobiernos

de un estado: Estados Unidos. El rediseño y gestión de las relaciones monetarias y

financieras internacionales a lo largo de las tres últimas décadas del pasado siglo, han

constituido parte esencial de los mecanismos que han interconectado la dinámica de la

globalización neoliberal en correspondencia con intereses políticos muy precisos.

Como señala Melksins (2003:) el comienzo formal del nuevo orden imperialista data de la

Segunda Guerra Mundial. Los Estados Unidos no sólo consolidaron su supremacía militar,

sino también su hegemonía económica a través del sistema de Bretton Woods. A través del

mismo se persiguieron diversos objetivos económicos y financieros en términos favorables

a los intereses del gobierno y el capital estadounidense mediante la reconstrucción de las

economías europeas y el "desarrollo" del tercer mundo. Sin embargo, con el agotamiento de

las condiciones iniciadas con la posguerra y el cambio de sus requerimientos, se

transformaron también las reglas de la economía mundial en función de las nuevas

necesidades del capital estadounidense, lo que supuso el reemplazo del antiguo sistema de

Bretton Woods en la década de los años setenta.

Esto fue el inicio de lo que Ellen Melksins Wood llama "la larga inflexión descendente" de

las economías occidentales hasta principios de la década de los 90. Tras las décadas de

crecimiento sostenido y ascenso de la productividad, la economía estadounidense entró en

Page 30: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

un prolongado periodo de decreciente rentabilidad al mismo tiempo que Japón y Alemania

se convirtieron en fuertes competidores.

La respuesta fue el denominado proceso de globalización, la internacionalización del

capital y la depredadora especulación financiera. Siguiendo a Melksins (2003:) "esto fue,

entre otras cosas, una respuesta no a los éxitos, sino a los fracasos del capitalismo. Los

Estados Unidos usaron su control de las redes financieras y comerciales para posponer el

día de la justicia a su propio capital interno, permitiendoseles que desplazaran la carga a

otra parte, aliviando los movimientos del excedente de capital para qué acudiese a buscar

lucro donde quiera que pudiera hallarse, en una orgía de especulación financiera".

Aunque el tipo de control de la economía global impuesto por los Estados Unidos es

incapaz de resolver las contradicciones de la "economía de mercado", está siendo usado

para obligar a otras economías a servir los intereses del poder hegemónico norteamericano

ante las fluctuantes necesidades de su propio capital interno por la vía del mando de la

deuda externa, las reglas del comercio internacional, la ayuda exterior y el funcionamiento

de la totalidad del sistema financiero. La globalización representa por tanto, el control

cuidadoso de las condiciones del intercambio en función del capital imperial

estadounidense.

Las relaciones monetarias y financieras internacionales no son el resultado de decisiones

estrictamente técnico-económicas, sino fundamentalmente de decisiones políticas de los

estados dominantes del capitalismo avanzado. Los estudios sobre la globalización y el

neoliberalismo que prescinden de analizar la dimensión política del régimen monetario

internacional en vigor desde 1973 omiten rasgos básicos de su dinámica. Este régimen

monetario internacional no sólo ha operado como “régimen económico” internacional, sino

fundamentalmente como instrumento potencial de acción política susceptible de modificar

condiciones económicas y como instrumento al servicio de una política de dominación (

Gowan, 2000:20-21 ).

La globalización apunta hacia un proceso de transformación, cuyos orígenes y

consecuencias son más complejos, debido a sus múltiples dimensiones no económicas. En

tal sentido, se muestra como una realidad no solo económica, sino política y cultural. Así,

el neoliberalismo reflejaría la transformación de los entornos nacionales de los estados

mediante el desplazamiento de las relaciones sociales internas dentro de los estados en

función de los intereses de acreedores y rentistas, de la subordinación de los sectores

productivos a los financieros y la afectación del poder y la seguridad de la gran mayoría de

la población trabajadora.

La transformación del entorno exterior de los estados reflejaría el proceso de globalización,

que ha conllevado la apertura de la economía de los países subdesarrollados a la entrada de

los productos, empresas, flujos y agentes financieros provenientes del capitalismo

avanzado, lo que ha implicado la dependencia de las políticas públicas a las decisiones

generadas en su mayoría en los Estados Unidos, aunque también en otros principales

centros capitalistas. Los dos procesos se alimentan recíprocamente: el neoliberalismo como

desplazamiento de las relaciones sociales de poder nacionales, refuerza a los estratos

favorables a la globalización, y viceversa. Ambos cambios favorecen la expansión

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transnacional de la hegemonía política económica norteamericana, al facilitar posibilidades

para los agentes y mercados financieros estadounidenses y a sus multinacionales.

Independientemente que la expansión de la globalización y el neoliberalismo es anterior a

la caída del socialismo en Europa oriental, durante los años 90 las administraciones

norteamericanas han aspirado a radicalizar y generalizar éstas tendencias. Ésta estrategia de

hegemonía geoeconómica y geopolítica ha sido conducida tanto de forma bilateral como

multilateral, a través de los programas de las organizaciones multilaterales, convertidas en

instrumentos de la misma. Según Gowan (2000:12-13), en detrimento a la mayoría de las

interpretaciones de distinto signo ideológico que conceptualizan los procesos vinculados

con la globalización a partir del desarrollo de fuerzas tecnológicas y económicas

minimizando el análisis de los intereses y los recursos políticos de las élites estatales y

empresariales estadounidenses, el proceso de globalización es comprendido a partir del

enorme poder político del estado y del capital norteamericano gracias al tipo particular de

sistema monetario internacional y al régimen financiero internacional asociado con este,

construido por el gobierno estadounidense a partir de los restos del sistema de Bretton

Woods. La inteligibilidad del proceso de globalización, así como las transformaciones

domésticas neoliberales asociadas a este, parten del papel del actual régimen monetario

financiero como poderoso instrumento de acción política para modificar la realidad

económica al servicio de las sucesivas administraciones norteamericanas.

En este sentido es necesario destacar que las denominadas corporaciones "transnacionales"

por lo general poseen una base, junto con los accionistas dominantes y las juntas directivas,

en estados nacionales específicos. Una cosa es que haya aumentado el alcance y la

velocidad de los movimientos de capital, especialmente los relacionados con las nuevas

tecnologías de información y comunicación, y otra muy distinta hablar de que el mercado

global esté realmente integrado. Los salarios, los precios y las condiciones de trabajo

continúan siendo muy diversas. En un mercado verdaderamente integrado, los

competidores se acercarían a algún promedio social común de productividad y costos del

trabajo para sobrevivir en condiciones de competencia de precios. Sin embargo, los

movimientos globales de capital han requerido no sólo de su libre acceso a la fuerza de

trabajo, a los recursos y los mercados fuera de sus fronteras, sino también a la protección

frente a los movimientos en sentido opuesto. Y es el estado nacional precisamente el que

realiza el delicado acto de equilibrista entre la apertura al capital global y la disuasión de un

tipo y grado de integración que nivelaría las condiciones sociales de los trabajadores en

todo el mundo. Además de los peligros de problemas sociales internos, existe la inevitable

contradicción entre dos necesidades constantes del capital: la de disminuir los costos del

trabajo y la de ampliar el consumo, que requiere cierta capacidad de gasto de la población (

Melksins, 2003:).

Siguiendo a Melksins (2003:) se destaca el hecho de que gran parte de la crítica de la

globalización se ha caracterizado como un proceso dominado por las corporaciones

transnacionales, asumiéndose que en el presente los servicios tradicionalmente realizados

por el estado nacional ahora son realizados por algún tipo de estado global para dichas

transnacionales. En ausencia de tal estado, la labor política del capital global la realizarían

instituciones como la OMC, el FMI, el Banco Mundial o el G-8. Los movimientos

antiglobalización toman como blanco a estas organizaciones supranacionales como

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expresión política del capital global, de la misma manera que antaño el estado nacional

representó tradicionalmente al capital nacional. Sin embargo, pudiera ser que de alguna

forma, esta fuerza "antiglobalización" pudiera estar basándose en falsas premisas. La idea

de que las transnacionales son la fuente última de los males de la globalización y de que el

poder del capital global se representa políticamente en instituciones supranacionales como

la OMC, puede basarse en la suposición de que el capitalismo global se comporta como lo

hace porque es "global" o "neoliberal", en vez de porque sea capitalista. Al convertirse en

tarea principal la oposición a los instrumentos neoliberales de alcance global del capital, se

obvia el desafío principal al propio sistema capitalista, del cual constituyen su expresión

funcional.

Incluso existe la suposición de que mientras más global se haga la economía capitalista,

más global será la organización política del capital, volviéndose irrelevante el estado

nacional. El enfrentamiento debiera entonces dirigirse más allá del estado nacional, en

dirección de las instituciones globales donde radicaría el verdadero poder del capital global.

En realidad, no deja de ser cierto el enorme impacto de las corporaciones transnacionales, y

de que la OMC y el FMI y el Banco Mundial estén en función del capital global. Sin

embargo, del mismo modo que la globalización no es una economía mundial

verdaderamente integrada, tampoco es un sistema de estados nacionales en decadencia. El

estado por el contrario, permanece en el centro vital del nuevo sistema global. Continúa

teniendo un papel esencial en la creación y mantenimiento de las condiciones de

acumulación de capital, sin que ninguna otra institución cual agencia transnacional haya

podido reemplazar su gestión administrativa y coercitiva del orden social, las relaciones de

propiedad, la estabilidad, etcétera. El estado, sobretodo en las metrópolis centrales pero

también en las naciones subordinadas, continúa ofreciendo las condiciones básicas para la

acumulación de capital global y para las empresas locales. Es el estado el que ha creado las

condiciones que han permitido al capital global sobrevivir a nivel mundial.

No hay que confundir por tanto, la retirada del estado neoliberal de sus funciones del

bienestar y redistribuidor social, de las funciones socio-políticas administrativas y

coercitivas que sostienen al sistema de propiedad y ofrecen el tipo de regularidad y orden

legal requerido por las condiciones básicas de acumulación del capital. Resultando que la

forma política de la globalización no es un estado global, su esencia es una economía global

administrada por un sistema global de múltiples estados dentro de una compleja relación de

dominio y subordinación, lo que ha requerido en última instancia la hegemonía de un solo

poder hegemónico, en donde adquiere un papel específico el uso de la fuerza militar bajo el

marco de una ideología sistemática de guerra sin fin. Así, resulta que la preponderancia de

la dominación económica bajo los imperativos del mercado manejados por las principales

potencias capitalistas dominantes no ha eliminado en lo absoluto la necesidad de la fuerza

militar. Los imperativos del mercado tienen que hacerse cumplir mediante el poder

extraeconómico. El mundo de la globalización continúa hoy más que nunca siendo un

sistema de múltiples estados nacionales.

Así por ejemplo, el poder disciplinario del FMI ejemplifica la contradicción entre

estructuras de poder que aparentan ser internacionalizadas y universalizadas, y los procesos

de participación, representación y legitimación que continúan basándose en los aparatos

Page 33: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

estatales. Se trata de una globalización de estructuras de poder que está fomentando una

comunidad política transnacional con múltiples procesos de toma de decisión autoritarios

que trascienden las fronteras nacionales pero que al mismo tiempo están basados en la

existencia de la multiplicidad de estados nacionales.

El FMI y el Banco Mundial apelan al condicionamiento de políticas con un alto

componente homogenizador a nivel planetario a través de la imposición de los ajustes

estructurales. Así, el Banco Mundial transformó su gestión tradicional. Hasta la década de

1980 el Banco Mundial financiaba proyectos específicos independientemente del marco de

políticas, pero a inicios de la década comenzó a colaborar con el FMI en la implementación

de los programas de ajuste, desplazando el centro de atención de los anteriores proyectos

particulares hacia un intento de supuesta reconstrucción integral de las economías

latinoamericanas y del Caribe. Sólo en los denominados “préstamos de ajuste estructural”

(Structural Adjustment Loans, SAL) aplicados a partir de 1982, cuando estalló la crisis por

el pago de la deuda externa, el Banco Mundial comenzó a condicionar sus créditos, lo que

el FMI venía haciendo desde hacía ya mucho tiempo, surge así lo que se llamó la

“condicionalidad cruzada”, la cual conllevó a que la disponibilidad de los recursos del

Banco Mundial y del FMI, dependiera del acatamiento y cumplimiento de los compromisos

establecidos con ambas instituciones. De esta manera se forzó el ajuste en la región, pero

variando el componente persuasivo o coactivo en función de la capacidad de resistencia de

cada país negociador.

Ambas instituciones del sistema de Bretton Woods no se limitan a la prescripción de

políticas, sino además al diseño, gestión y evaluación en detalle y por etapas de programas

y proyectos en una escala inédita. Esto significó un mayor ingerencismo en la gestión

política interna de los países deudores. En la región, la deuda externa posibilitó cambios en

las relaciones de dependencia. Se constató una especie de transnacionalización de

decisiones que conllevó a una transferencia de cierto grado de poder político desde los

países deudores hacia las agencias multilaterales controladas principalmente por los

Estados Unidos. Esto trascendió al proceso de menoscabo de soberanía producido por el

acrecentamiento de la gestión de las empresas transnacionales, convirtiéndose en una

limitación de la soberanía por el poder de órganos controlados por los principales estados

capitalistas desarrollados. Se califica esto del despuntar de una transnacionalización política

subordinada. Subordinación no sólo externa, sino también interna hacia los grupos

económicos locales más concentrados. Esto significó una subordinación de los gobiernos y

de una parte significativa de la dirección política de los países latinoamericanos. Los

gobiernos se convierten en gerentes de políticas de facturación internacional, y los partidos

políticos asumirán la legitimación de lo paquetes de medidas.

Este proceso significó el afianzamiento de la hegemonía mundial del programa neoliberal,

asentado sobre una estrategia de poder mundial bajo la dirección norteamericana contentiva

de una extraordinaria capacidad de coaccionar acuerdos mediante la manipulación de

debilidades. Se confrontaran así cambios en la distribución del poder y en su propio

carácter, incrementándose lo que ha sido llamado el “poder blando” (Soft Power), que

complementaría a la coerción tradicional del “poder duro” (Hard Power) de carácter

económico militar. El primero se expresaría en la capacidad de cooptación, es decir, de

Page 34: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

hacer que los paises deudores “quieran” hacer lo que quieren los Estados Unidos y los

gobiernos del capitalismo avanzado.

Con el fin de la guerra fría se inició una etapa de disputa por la hegemonía global entre

Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, donde a partir de la acumulación de la

capacidad militar, economico-financiera y política, pero especialmente ideológica y

cultural, Estados Unidos se mantuvo en la cúspide de la dominación del sistema mundial.

Algunos datos de la realidad habian hecho suponer una declinación del poderío

estadounidense ya que a comienzos de los noventa Estados Unidos había vuelto a perder

tereno frente a sus competidores. Sin embargo a lo largo de los noventa los Estados Unidos

mantienen una expansión económica y reafirman su poderío militar y cultural, mas allá de

la crisis recesiva sufrida durante parte de la misma y del intento de articulación

transnacional europeo con su moneda única. Con la reaparición de la generación de la

demanda efectiva desde el estado, intentando alejar los elementos mas visibles de la crisis

hacia el interior de la sociedad norteamericana, lograron crear mejores condiciones para la

disputa hegemónica.

Durante la década de los noventa, las empresas estadounidenses habían logrado reconstruir

su liderazgo en la producción de tecnologías, y en general en el campo de la producción

material. Su presencia en la banca mundial es definitiva y en la actualidad controla el

núcleo de las actividades bancarias del mundo. La supremacía tecnológica, comercial y

bancaria, se acompaña del abierto reforzamiento del poderío militar que conlleva a la

subordinación de los ejércitos del mundo a las directrices del Departamento de Defensa

estadounidense.

En los ámbitos estratégicos de la competencia (nuevas tecnologías, telecomunicaciones,

banca, industria petrolera), la disputa entre las empresas transnacionales se ha saldado a

favor de las que tienen a Estados Unidos como su territorio de origen. Esta posición de

fuerza es fundamental para la construcción de la hegemonía estadounidense. Durante estos

años, las estrategias de las empresas norteamericanas representaron la vertiente dominante

en la construcción de la hegemonía mundial a través de la liberalización de los mercados.

Se asistió a la “triadización” de las relaciones mundiales que mediatizó la lucha mundial

por la hegemonía. Bajo la administración Clinton , Estados Unidos vivió una significativa

transformación económica y social que legitimó el proyecto de dominación de las

transnacionales norteamericanas. La iniciativa estratégica de defensa de Reagan (guerra de

las estrellas), había dado paso desde los años ochenta a la construcción de las autopistas de

la información y el ascenso de los gigantes de la “nueva economía”.

Tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, el estado norteamericano bajo la

administración de George W. Bush, ha adoptado un papel prioritario en la construcción de

la hegemonía mundial bajo el discurso político-militar de la “lucha por la civilización

occidental” y de la “justicia infinita”. De suerte que los atentados abrieron una coyuntura

favorable para el repunte de los enfoques militaristas y de expansión territorial.

En América Latina esto se expresó en nuevas formas de agresión y de subordinación

económica, política y cultural en diferentes variantes. Desde la continuación del bloqueo a

Cuba hasta el Plan Colombia y el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Estos

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dos últimos son complementos de una estrategia de subordinación de los estados del

continente a la política de Washington en su disputa con la Unión Europea y Japón

(Gambina,2002).

Estados Unidos no ha dejado de conformar un mercado mundial capitalista en

correspondencia con el capital transnacionalizado en su conjunto y reforzar su hegemonía

económica, política e ideocultural mediante su alianza con este y con la transformación de

la relación de fuerzas existentes dentro del bloque dominante y entre este y los sectores

subordinados. Su estrategia se basa en el peso estructural de su economía y su capital. Esto

implica que persiguiendo intereses nacionales, lideree una nueva ofensiva del capital

transnacionalizado con el objetivo de abrir aun mas los mercados de los países

subdesarrollados y del extinto campo socialista europeo, acelerando la transformación de

sus estructuras economico-sociales.

El nuevo papel de la hegemonía monetaria y financiera norteamericana.

El estado o los estados más importantes del capitalismo avanzado, juegan un papel central

en los asuntos monetarios y financieros internacionales. La causa de que lo anterior no se

refleje en gran parte de la literatura sobre finanzas internacionales, obedece a las

limitaciones ideológicas arraigadas por la división del trabajo profesional y académico

existente entre las ciencias políticas y económicas. Como bien señala Gowan (2000:52),”

éstas anteojeras son evidentes en aquellas definiciones de globalización que sostienen que

se trata meramente de una fuerza técnico-económica, no sólo ajena a los controles político-

estatales, sino incluso opuesta a estos”.

Estas anteojeras de las que habla Peter Gowan, están reforzadas por la asimétrica influencia

político-estatal sobre el sistema monetario financiero internacional, la cual ha sido ejercida

principalmente por un único estado. Si bien bajo el sistema de Bretton Woods, existía algo

parecido a una autoridad global sobre la base de acuerdos cooperativos, en donde el oro

funcionaba como el anclaje monetario supranacional y el FMI y los bancos centrales

pretendían gestionar los flujos monetarios y financieros internacionales. Quedaba claro la

influencia de los Estados Unidos por su peso dentro del FMI, sin embargo, su campo de

acción estaba limitado por las reglas supranacionales del sistema multilateral establecido.

El sistema de Bretón Woods daba un poder asimétrico a los países superavitarios, de los

cuales el mayor de ellos en aquel momento eran los Estados Unidos. No obstante, a partir

de 1947 comienza la guerra fría y la prioridad de la política exterior norteamericana,

ejemplificada por el Plan Marshall, pasó a ser la reconstrucción y el desarrollo acelerado de

los países dentro de la órbita capitalista en el nuevo contexto geopolítico creado. Este factor

geopolítico influyó sobre la forma en que los Estados Unidos operasen el sistema monetario

y financiero internacional, permitiendo la recuperación de las economías capitalistas,

sobretodo en Europa y Asia, para defender al “mundo libre” de la “amenaza del

comunismo”.

Durante las dos primeras décadas de la posguerra, las altas rasas de crecimiento y bajas de

desempleo no conllevaron a la agudización del conflicto distributivo ni a la inflación.

Además del régimen de cambio nominal fijo, otro factor importante en la estabilidad de los

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precios a nivel internacional fue el control sobre el petróleo del Medio Oriente, que

permitió precios nominales internacionales del petróleo en dólares prácticamente estables

hasta 1970 (Serrano, 2004).

En este ambiente de relativa estabilidad, tanto la tendencia de los precios en dólares de los

“commodities” negociados en los mercados internacionales, como los índices de precios de

las exportaciones mundiales en general, medidos en dólares, quedaron prácticamente

estables en términos nominales por mas de veinte años. En este período , las tasas de interés

nominales norteamericanas, seguidas por la de otros países, se mantuvieron bastante

estables, lo que contribuyó a la estabilidad de los márgenes de ganancia de las empresas,

dado que las tasas de interés de largo plazo, sea por los costos financieros o por el costo de

oportunidad del capital productivo, constituían una influencia positiva sobre las tasas de

ganancia del sector productivo.

Durante el período de hegemonía del patrón de acumulación desarrollado con la posguerra,

se había desarrollado un conjunto de medios de pago y de instituciones de intermediación

financiera dentro de un mercado cada vez más internacional. Este sistema financiero

internacional obedecía a la dinámica internacionalizadora de dicha acumulación y de la

cada vez más fortalecida integración de los capitales.

Esta internacionalización del proceso económico había implicado la expansión del

comercio exterior, de los flujos de financiación internacional y de las inversiones

extranjeras directas realizada por las empresas transnacionales. El dilema entre la

regulación nacional y el libre desenvolvimiento del capital internacional terminó en favor

de la segunda opción.

Aparecen así, nuevos instrumentos y posibilidades de financiación internacional. El sector

bancario fue adquiriendo un mayor protagonismo en el proceso de acumulación, dentro de

un entorno de crecimiento económico intensivo en la utilización de recursos financieros.

Dada la posición hegemónica norteamericana, los Estados Unidos se situaron como

banquero mundial, otorgandosele al dólar el rango de principal divisa internacional. La

política económica de este país afectó decisivamente el comportamiento de los mercados

financieros internacionales, tomando en cuenta además que el dólar se había convertido en

la principal divisa utilizada dentro de sistema financiero internacional. Dentro de este, se

hace necesario mencionar el despliegue de numerosos organismos de intermediación

financiera que, precisaron los instrumentos financieros para la gestión de recursos. Quienes

canalizaron la mayor parte de la oferta internacional de dólares fueron los bancos privados

en el período posbélico.

Cuando en 1971 se anunció la supresión de la convertibilidad del dólar el oro y el

incremento del proteccionismo comercial con una sobretasa del 10% sobre las

importaciones norteamericanas, se intentaba el reequilibrio comercial por la vía de la

revaluación de las divisas fuertes sin necesidad de modificar la relación dólar-oro, aunque

sin convertibilidad. Posteriormente se tuvo que aceptar una devaluación limitada del dólar.

Así se llega al acuerdo adoptado por el Instituto Smithsoniano de Washington entre las

principales economías capitalistas, el cual se basaba en una devaluación del dólar, una

revaluación de otras monedas como el marco y el yen y un mayor margen de la banda de

Page 37: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

fluctuación entre las monedas. No obstante, el proceso continuó deteriorándose. El

deterioro comercial norteamericano continuo profundizándose, junto al aumento de la

especulación monetaria, en un marco donde los gobiernos tomaban decisiones cada vez

más unilaterales buscando mejores posiciones para sus respectivas monedas.

Durante los años sesenta fueron acumulándose déficits en la balanza de pagos

norteamericana cada vez mayores. No obstante, como el dólar era la moneda clave del

sistema, los déficits eran pagados en gran parte en dólares y no en oro. En este sentido, el

déficit norteamericano en la balanza de pagos era bastante diferente al déficit de los demás

países, porque era causado por una salida de capital de largo plazo en dólares que se

transformaba en una entrada de capital de corto plazo en dólares. El problema era que la

proporción entre las reservas en activos denominadas en dólares en el mundo y el stock de

oro guardado por los Estados Unidos era cada vez mayor.

Se produjeron así dos restricciones ligadas a la necesidad de mantener la convertibilidad del

oro para los Estados Unidos. En primer lugar, peligraba la garantía de la aceptación

internacional del dólar en su papel de moneda clave si aumentaba la deuda externa líquida

estadounidense con otros países, la cual podía ser convertible en oro por los bancos

centrales de estos últimos. La segunda restricción era la necesidad de mantener fijo el

precio oficial del oro en dólares, lo que impedía a los Estados Unidos tomar la iniciativa de

desvalorizar o valorizar el dólar en relación a las monedas de los demás países. El problema

era que estas restricciones colocaban a los Estados Unidos en una contradicción. De una

parte, la estrategia geopolítica de la guerra fría y la recuperación de la competitividad

europea y japonesa estaba reduciendo progresivamente los superavits comerciales y de

cuenta corriente norteamericanos, pero para mantener el papel de moneda internacional del

dólar era necesario evitar los déficits en cuenta corriente. Al mismo tiempo, la manera de

mejorar la competitividad externa norteamericana sería a través de una desvalorización del

dólar, lo cual amenazaría su papel como moneda internacional.

En este contexto es importante señalar que la alternativa de seguir políticas

macroeconómicas contraccionistas para garantizar el mantenimiento de la tasa de cambio

nominal nunca fue considerada por el gobierno norteamericano, pues entraba en

contradicción con sus prioridades de política doméstica e internacional, y significaría una

inaceptable admisión de una restricción externa a su crecimiento y a sus políticas

económicas en general.

Es cierto que la declaración de no convertibilidad del dólar en 1971 evidencia la debilidad

de la moneda estadounidense como un activo de reserva y refleja asimismo los crecientes

déficits que emanaron de la última fase de la guerra de Viet Nam sobre la economía

norteamericana. Así, en lugar de la corrección de los desequilibrios de balanza de pagos

mediante la limitación del gasto público y permitiendo cierto grado de recesión programada

para disminuir la inflación, se violentaron las reglas establecidas del sistema de Bretton

Woods y el 15 de agosto de 1971 el presidente Nixon anunció de manera unilateral, que a

partir de entonces el dólar no sería convertible en oro, esto provocó que los dólares que

poseían los países del mundo se devaluaran. A partir de entonces, la ofensiva del dólar, y su

significado en el ámbito financiero y monetario mundial, estaría asociado en lo esencial, a

las decisiones de política económica de los propios Estados Unidos.

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Si bien esto indica la dimensión de la crisis del sistema monetario internacional, la

desmonetización del oro aceleró la expansión de las reservas monetarias internacionales y

la transnacionalización del sistema financiero, trasladando el eje del sistema financiero

hacia las condiciones de la expansión de los mercados internacionales de crédito con claro

epicentro en las nuevas estructuras bancarias.

Este sistema se había basado anteriormente en la convertibilidad fija del dólar en oro,

manteniendo paridades fijas del resto de las monedas con relación al dólar y haciendo que

el nivel de liquidez internacional dependiera del comportamiento de la balanza de pagos

norteamericana. El dólar había quedado como principal moneda de reserva y de pago, su

demanda internacional garantizaba la estabilidad de su valor y su inmediata conversión en

oro. Todo el sistema expresaba la posición de supremacía productiva, financiera y

tecnológica con la que emerge victoriosa de la Segunda Guerra Mundial la nueva potencia

imperial: los Estados Unidos.

La oferta internacional de dólares dependía del déficit de la balanza de pagos

norteamericana, sopesado por la expansión internacional del capital estadounidense a través

de inversiones directas, préstamos, y otra salida de dólares. El límite razonable del déficit

exterior estaba delimitado por el saldo positivo de la balanza de mercancías y servicios

dada la capacidad comercial y la obtención de beneficios por los créditos y préstamos

concedidos, las transferencias tecnológicas y los beneficios de las inversiones directas entre

otras actividades. Los Estados Unidos podrían financiar su déficit con la moneda que

exclusivamente ellos tenían el derecho de emitir.

A finales de los años sesenta se produce la quiebra del patrón cambió oro al continuar

creciendo el déficit y producirse todo una serie de desajustes monetarios negativos,

mientras que por otra parte, las grandes empresas transnacionales presionaban sobre su

operación en los mercados internacionales en condiciones de completa libertad para sus

movimientos monetarios y financieros.

Tal como señala Enrique Arceo (2002) la respuesta norteamericana fue la destrucción del

sistema monetario y financiero establecido en Bretton Woods, que se caracterizaba por ser

un sistema de cambios esencialmente fijos en relación con el dólar a una tasa de 35 dólares

la onza de oro. Con la eliminación de la convertibilidad del dólar, se pudo devaluar al

mismo con el objetivo de recuperar en parte la capacidad competitiva. Posteriormente se

lograría la derogación del control de movimientos internacionales de capital, control que

era considerado una pieza clave para evitar que los intereses del capital productivo

quedasen sujetos a las exigencias del capital financiero.

A partir de lo anterior, la crisis del sistema monetario internacional a principio de la década

de 1970 ha sido tradicionalmente considerada como reflejo de la debilidad del capitalismo

norteamericano, al producirse la ruptura del orden monetario defendido por los Estados

Unidos. No obstante, Gowan (2000:37-44) sostiene que la ruptura del sistema de Bretton

Woods fue parte de una estrategia de restauración de la dominación de los capitales

norteamericanos a través de la conversión del sistema monetario internacional en un

régimen patrón-dólar. Ante el desafío de sus principales rivales europeos y del Japón en los

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mercados de bienes, la administración Nixon buscaba romper un conjunto de acuerdos

institucionales que limitaban la dominación estadounidense en la política monetaria

internacional. Dos momentos decisivos de este contexto, fueron: el primero, la decisión de

Nixon de cortar el vínculo entre el dólar y el oro en agosto de 1971. El segundo, el alza de

los precios del petróleo en 1973, y la forma en que los principales países occidentales

manejaron financieramente dicho aumento.

A partir de un contexto de crecimiento acelerado de la economía norteamericana y mundial,

aumento de la inflación en los Estados Unidos, tasas de interés de corto plazo bajas en

dólares y creciente capacidad de creación de crédito en el circuito offshore de eurodólares,

el fin de la convertibilidad del dólar llevó a una verdadera explosión de precios en dólares

de las materias primas en los mercados internacionales a partir de 1972. Esto marcó el

inicio de una gran volatilidad en los mercados de “commodities” internacionales como

resultado del nuevo régimen de cambios fluctuantes.

A partir de 1972 la OPEP había comenzado a presionar por un reajuste del precio del

petróleo, produciéndose reajustes de cerca del 50 por ciento del precio internacional del

petróleo de 1971 1973. En agosto de este año, como parte de su política de seguridad

energética, los Estados Unidos congelaron el precio del petróleo doméstico producido en

los pozos ya existentes con el objetivo de evitar su explotación predatoria, al mismo tiempo

que liberaban el precio del petróleo venido de los nuevos pozos con el objetivo reestimular

la inversión en estos últimos. Simultáneamente. Para evitar el desabastecimiento de su

economía en una situación internacional tensa, el gobierno norteamericano abolió las cotas

oficiales de importación de petróleo, lo que aumentó mas la demanda de petróleo importado

de los países de la OPEP. La guerra de Yon Kippur fue el detonador del gran aumento del

precio internacional del petróleo que se cuadriplicó en 1973. Queda claro que la magnitud

del efecto de la crisis del petróleo obedeció a la política macroeconómica expansiva

norteamericana, especialmente a su nueva política de seguridad energética , la cual priorizó

la ampliación de las reservas internas y la garantía del abastecimiento de los Estados

Unidos (en el fondo, la preservación de la rentabilidad de la industria petrolífera interna

norteamericana). Estas prioridades fueron mantenidas a despecho de los evidentes costos de

esta política, que incluía el aumento de la inflación en los Estados Unidos y el resto del

mundo, la transferencia de renta a los países árabes, parte de las cuales fue para las

multinacionales norteamericanas, y especialmente, las grandes dificultades en las balanzas

de pagos creadas a los demas países industrializados competidores, que a diferencia de los

Estados Unidos, no emitían los dólares necesarios para pagar a la OPEP. Estos problemas

con los precios de los commodities y del petróleo conllevaron a la desaceleración del

crecimiento de la economía mundial.

Ya desde los años sesenta, dentro de los propios Estados Unidos había crecido el apoyo al

establecimiento de un patrón monetario basado exclusivamente en el dólar. Lo cual

colocaría la dirección de la política monetaria mundial en manos norteamericanas, lo que

produciría una asimetría de poder desfavorable para la CEE y Japón.

Con el establecimiento del patrón dólar, numerosos países se vieron imposibilitados de

mantener tipos de cambio fijo entre sus monedas y el dólar, lo cual convenía a la

administración estadounidense, dado que se forzaría una apreciación de dicha monedas. Por

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otra parte, la misma administración Nixon se había propuesto lograr un nuevo papel para

los grandes bancos privados norteamericanos en las relaciones financieras internacionales

en detrimento de la influencia de los bancos centrales de otros países. Esto se lograría a

través del control sobre los enormes dividendos de la oferta internacional del petróleo.

El aumento de los precios del petróleo produciría un aumento de los beneficios en dólares

de los países productores del mismo, los cuales no podrían absorber los fondos

multimillonarios generados. Al mismo tiempo, el aumento de los precios del petróleo

estimularían los déficits comerciales de numerosos países al aumentar los costes de las

importaciones del petróleo. Así quedaba claro un cuadro de reciclaje de los petrodólares

desde el golfo, a través de los sistemas bancarios occidentales dirigidos por bancos

estadounidenses hacia los países no productores de petróleo.

Ante la posición de Japón y de los países europeos de canalizar los excedentes de los países

petroleros hacia donde existen problemas de balanza comercial mediante el FMI, los

Estados Unidos eliminan sus controles a la entrada y salida de capitales, lo cual posibilitó la

participación de todos los bancos norteamericanos en el reciclaje de los petrodólares y no

solo de los eurodólares. Los grandes bancos norteamericanos asumen el liderazgo en el

reciclaje de los petrodólares a través de los intermediarios financieros privados.

La gran mayoría de los gobiernos de las potencias capitalistas deseaba mantener un control

sobre los movimientos financieros privados internacionales a partir de sus respectivos

bancos centrales. No obstante, los Estados Unidos lograron lo que deseaban por medio de

acciones unilaterales, complementando el reciclaje de los petrodólares con la abolición en

1974 de sus propias restricciones sobre los controles de capital, es decir, sobre la entrada y

salida de flujos de fondos de su territorio. Para esto se aprovecharon del papel internacional

de la City de Londres en las operaciones financieras privadas internacionales de todo tipo.

El papel de la City como centro financiero desregulado, dependía mucho de la política

estadounidense que permitiría a los bancos norteamericanos operar al margen de las

regulaciones bancarias internas de Estados Unidos al establecerse en Londres.

El nuevo papel para las finanzas privadas en las relaciones monetarias internacionales era

cualitativamente diferente al de los movimientos del capital privado bajo el sistema de

Bretton Woods. Con la liberalización de los mercados financieros privados, las finanzas

privadas internacionales se colocaron en el centro del funcionamiento del nuevo sistema

monetario internacional y comenzaron a actuar a una escala cualitativamente diferente con

relación al régimen de Bretton Woods.

Los Estados Unidos lograron capacidad suficiente para condicionar la política económica

de los demás países capitalistas desarrollados. En el plano monetario financiero se hizo

evidente el liderazgo de la gran banca privada norteamericana, así como el control

norteamericano sobre el FMI y el Banco Mundial, y el condicionamiento en toda la

economía mundial a partir de las decisiones establecidas por la política monetaria de los

Estados Unidos y la fijación de las tasas de interés internacionales. Su propósito es

desarrollar una densa red de interdependencia bajo su hegemonía, de manera que dificulte

cualquier opción que intente transformaciones alternativas o que pretenda romper con el

sistema financiero y económico impuesto. Queda claro que los Estados Unidos adecuaron

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los ajustes neoliberales al enfoque estratégico global en correspondencia con sus “intereses

de seguridad”.

Según señala Gowan (2000:42-44), la estrategia de Nixon al promover la liberalización de

los mercados financieros internacionales buscaba evitar que los Estados Unidos

sucumbieran a sus debilidades económicas y fortalecieron su poder político, a partir del

criterio de que un mercado financiero internacional liberalizado preservaría la privilegiada

posición financiera global norteamericana y la función internacional clave del dólar. Así, el

fundamento de la economía norteamericana se estaba desplazando del dominio directo

sobre los estados a otra forma de dominio basadas en el mercado.

El significado del auge de las finanzas privadas internacionales respecto a las relaciones

monetarias internacionales entre estados consiste en que el mismo alteró las bases sobre la

que los gobiernos mantenían la estabilidad de sus propias monedas. Con el anterior sistema

de Bretton Woods, la base de la estabilidad cambiaria estaba vinculada a la estabilidad de la

balanza comercial y a la actitud del FMI y de los bancos centrales de las principales

potencias capitalistas con relación a los gobiernos con problemas en su balanza comercial.

Los estados con superávit por cuenta corriente gracias al comercio de bienes y ganancias

procedentes de beneficios y dividendos de sus compañías en el exterior o de participaciones

de empresas extranjeras, tenían monedas fuertes y estables. Si un país controla un déficit

por cuenta corriente, tendría que emplear sus divisas para defender su moneda o convencer

al FMI y a otros gobiernos para recibir su ayuda.

A partir del nuevo sistema, los estados con superávit por cuenta corriente estaban aún en

una situación más fuerte. Pero lo más significativo consistiría en que la base efectiva de la

estabilidad de la moneda dependería de la credibilidad del estado en los mercados

financieros internacionales privados. En el sistema anterior, éstos en gran medida quedaban

excluidos por la intervención dentro del sistema monetario internacional.

El nuevo sistema funcionaría dependiendo de dos mecanismos centrales: el dólar y los

mercados financieros internacionales, cada vez más centrados en los Estados Unidos. El

gobierno norteamericano alcanzó mayor influencia sobre las relaciones monetarias y

financieras internacionales que la que tenía con el anterior sistema de Bretton Woods. Toda

gestión de un país determinado sobre sus relaciones monetarias internacionales dependería

de la situación dentro de los mercados financieros angloamericanos, los que a su vez

podrían transformarse por las acciones y palabras del Departamento del Tesoro o de la

Junta de la Reserva Federal Estadounidense.

Los efectos fundamentales de la liberación de los sistemas bancarios privados

angloamericanos consistieron, en primer lugar, en la colocación repentina de los bancos

privados en el centro de las finanzas internacionales, desplazando a los bancos centrales, lo

que propició la dominación internacional de los sistemas y agentes financieros

angloamericanos. Segundo, posibilitó la supervisión pública de los agentes financieros.

Tercero, mayor vulnerabilidad de los tipos de cambio y los sistemas financieros de otros

países, principalmente los subdesarrollados, a la evolución de los mercados financieros

angloamericanos, y por último, generó grandes presiones competitivas dentro de los

sistemas bancarios de los países de la OECD, logrando que el gobierno norteamericano

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influyese sobre los tipos de presiones competitivas y las formas de regulación internacional

de los mercados financieros que existirían en el futuro.

No se puede perder de vista el significado político de este proceso sobre las finanzas

internacionales, dado que los sistemas financieros son partes fundamentales de cualquier

sistema capitalista, vinculados a las funciones centrales de control de los estados

capitalistas. Estos estados, mediante el control de los flujos financieros, ejercen gran parte

de su influencia política sobre la sociedad. El reforzamiento de los vínculos entre los

Estados Unidos con los sistemas financieros nacionales provocaría que los mismos

tenderían a escapar del control ejercido por sus propios estados. Ante una crisis de un

sistema financiero nacional, el estado norteamericano podría abrir todo el sistema

capitalista del estado en crisis para qué se reconvirtiera en función de los intereses del

capitalismo estadounidense.

Relacionado con lo anterior, habría que considerar dentro de la dinámica de la estructura

económica mundial, la recuperación de las funciones de la hegemonía por parte de los

Estados Unidos en el sistema capitalista mundial posterior a la progresiva declinación que

conoció hasta los años setenta y ochenta. A finales de la década de 1970, la economía

norteamericana presentaba una difícil situación tanto a nivel doméstico como internacional.

El crecimiento se había reducido, había un repunte de inflación, alto desempleo y aumenta

el desequilibrio comercial con un dólar más debilitado. Después del “shock” petrolero de

1973 las economías capitalistas rivales, principalmente Japón y Alemania, mostraban

mayor capacidad de crecimiento y mejor equilibrio macroeconómico. En estas condiciones,

se produjeron una serie de fenómenos comerciales, monetarios y energéticos que resultaron

en una ralentización en la reactivación de las economías rivales y un reasentamiento de la

hegemonía norteamericana. Destacan en este sentido la adopción por parte de la Reserva

Federal de una serie de disposiciones tendientes a lograr un alza en las tasas de interés del

mercado estadounidense que afectó al resto de las economías.

El impacto alcista logrado buscaba incentivar la entrada de capitales extranjeros para

financiar la actividad económica doméstica, mientras que además se afectaban las

posibilidades de crecimiento de las economías rivales. Así, la economía norteamericana,

que tradicionalmente suministraba capitales al mundo, invirtió ese comportamiento,

pasando a reflejar superávits en su balanza de capitales con la entrada neta de capitales. El

dólar se revaluó frente al resto de las monedas. La elevación del dólar y las tasas de interés

ofrecieron a los capitales disponibles perspectivas de beneficios elevadas, succionando

ahorro mundial hacia los Estados Unidos.

Este crecimiento de la esfera financiera que se aceleró a partir de los años 80, no se

comprende fuera de las contradicciones y los obstáculos anteriores de la economía mundial

capitalista. Siguiendo a Chesnais (1996:255-257), a partir de las ganancias no repatriadas,

pero también no invertidas en la producción, obtenidas principalmente por las empresas

transnacionales norteamericanas, el mercado de los eurodólares había tenido su

lanzamiento durante la década de los setenta. El reciclaje de los petrodólares, operados en

este mercado, posibilitó al capitalismo avanzado recuperarse de la recesión de 1974-1975,

aumentando en poco tiempo sus exportaciones. Sobretodo propició, a finales de los setenta,

el surgimiento de la deuda externa. Las transferencias financieras viabilizaras por las

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instituciones financieras internacionales controladas por los países capitalistas avanzados,

jugaron un papel central para la consolidación de su capacidad financiera.

Este enfoque rentista, basado más en la apropiación que en la creación de riquezas, contó

con la generación de nuevas formas de centralización del capital-dinero, diferentes a las de

los bancos y sin su relativo disciplinamiento. El crecimiento de los grandes fondos de retiro

y de los fondos comunes de inversión y de administración de carteras de títulos (Mutual

Funds), produjeron nuevas instituciones con un extraordinario manejo de enormes masas

financieras que buscaban su valorización bajo formas puramente financieras. Se buscaba la

mayor rentabilidad junto al máximo de movilidad y de flexibilidad.

Así, los grandes operadores financieros, a partir de sus nuevas capacidades y con la

experiencia ganada en el mercado de los eurodólares, buscaron ante todo recuperar la

libertad total de movimientos perdida fundamentalmente en las décadas de 1930-1940.

Lograron influenciar sobre los gobiernos más dispuestos a satisfacerlos, como el de

Margaret Thatcher con su liberalización total de los movimientos de capital en 1979, y el

gobierno norteamericano de Reagan, con una amplia gama de medidas de desregulación,

desintermediación y liberalización monetarias y financieras. Este proceso, como apunta

Chesnais, fue coronado con la elección de Paul Volcker para la conducción del Sistema de

Reserva Federal para impulsar una política monetaria restrictiva, en paralelo con una

política presupuestal basada en la venta de bonos del tesoro en el mercado de obligaciones

a partir de la garantía ofrecida al capital financiero, poseedor de obligaciones y de

sostenimiento de tasas de interés reales positivas, acompañado a su vez, con la disminución

de los salarios y flexibilidad del trabajo. “La época de la economía global financiera y

rentista había nacido” ( Chesnais,1996:256).

Con la designación de Paul Volcker al frente de la Reserva Federal se producirá un cambio

radical al plantear la elevación de la tasa de interés lo suficiente como fuera necesario para

restaurar el valor del dólar. El objetivo no solo era combatir la inflación y restituir el valor

del dólar, sino aumentar la rentabilidad del capital en su conjunto; detener la “eutanasia de

los rentistas”; eliminar las bajas tasas de interés que expandir excesivamente el crédito y

estimulan la inflación; favorecer el ahorro y la asignación de los recursos mediante la

desregulación de los mercados; y finalmente restablecer a Nueva Cork como centro de las

finanzas internacionales e invertir los flujos financieros entre los Estados Unidos y el resto

del mundo. Se inicia un proceso de liberalización financiera que se profundizará y

extenderá al resto del mundo. Esta política refleja una visión que asigna al mercado

financiero, un papel preponderante en la asignación de los recursos e identifica la

liberalización de los mercados financieros con los interese de Estados Unidos. Se produce

así la respuesta de este país a la reducción de su precio relativo en la producción y el

comercio mundial, consistente en lo fundamental en la creación de un nuevo sistema

basado en la desregulación de los mercados financieros y los tipos de cambio flexibles. En

este nuevo sistema de desregulación, o sea, sustraído del control de los restantes estados,

las paridades están condicionadas por la política monetaria y fiscal de la potencia

hegemónica y el gran capital financiero recupera un lugar central dentro del bloque de clase

dominante. Estados Unidos deviene en el centro de atracción del ahorro mundial, lo cual le

posibilita absorber recursos de todo el mundo.

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Con la decisión de estabilizar el sistema, Volcker desistió de coordinar la política de la FED

en conjunto con los estados nación aliados a los Estados Unidos, ante la insistencia de estos

de efectuar cambios en lo que hoy se suele llamar la “nueva arquitectura financiera

internacional” con el objetivo de reducir el papel asimétrico del dólar (Serrano, 2004). Con

la elevación unilateral de la tasa de interés norteamericana, dentro del contexto de las

repercusiones del segundo shock del petróleo de 1979, se acabó lanzando a la economía

mundial a una gran recesión en paralelo con la inauguración de un período de valorización

del dólar que duró hasta 1985, pero que forzó a los competidores industrializados a desistir

de cuestionar la dominación del dólar en Europa y en el mundo.

Es necesario destacar que el aumento de las tasas de interés no provocó una reducción de

los márgenes de ganancias líquidas. O sea, descontados los pagos de intereses, de las

empresas estadounidenses, debido a que el aumento de los márgenes brutos de ganancias

fueron suficientes para que la variable de ajuste fuesen los salarios reales de los

trabajadores. Esto respondió a la ofensiva neoliberal inaugurada por Ronald Reagan que

significo un ataque frontal a la clase trabajadora, al movimiento sindical y a las fuerzas

progresistas en general. Reagan confrontó y debilitó de manera directa a los sindicatos y

terminó con las políticas de rentas de Carter e hizo avanzar el proceso de desregulación

industrial. Esta última, en nombre de la promoción de la “competencia y la innovación”,

incentivó fusiones y adquisiciones de empresas que fueron “restructuradas” con nuevas

administraciones, abandonándose contratos y acuerdos hechos con trabajadores

sindicalizados. La desregulación, en un contexto de dólar valorizado, estimuló un proceso

de relocalización industrial de las cadenas productivas en donde sus partes de mas

intensidad de utilización de trabajo no calificado fueron transferidas para determinados

países subdesarrollados.

De esta manera, el poder de negociación de los trabajadores norteamericanos sufrió un duro

golpe, en el marco de la reestructuración industrial, de una creciente competencia externa y

de las amenazas de las empresas de profundizar su deslocalización. La tasa de desempleo

llegó a niveles record jamás vistos desde la crisis de 1929-1933. Esto posibilitó que los

salarios reales se mantuvieran por debajo de los niveles de productividad, no solo en los

Estados Unidos, sino en general en los principales países del capitalismo avanzado. Estos

cambios distributivos mostraron que la nueva era de tasas de interés reales elevadas no

causó un conflicto permanente entre el capital productivo y el capital financiero, ya que fue

realizada conjuntamente con una drástica ofensiva contra el poder de negociación del

trabajo en relación con el capital en general.

Se produce la apertura y liberalización internas de los sistemas monetarios y bancarios y de

los mercados financieros nacionales, que como apunta Chesnais, se trataba de la

liberalización monetaria y financiera, la liberalización de los mercados financieros

nacionales y la desintermediación. Procesos interrelacionados entre sí, puesto que la

liberalización interna entre las diferentes funciones financieras y diferentes mercados (de

cambios, de créditos, de acciones y obligaciones) y la interpenetración externa de los

mercados monetarios y financieros nacionales y su integración subordinada a los mercados

globalizados, configuraron un espacio verdaderamente mundial bajo la jerarquía del núcleo

financiero norteamericano, dominante sobre la mayoría de los sistemas nacionales. De esta

forma, grandes volúmenes concentrados de capital-dinero lograron amplia libertad para su

Page 45: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

valorización a través de diversas operaciones de inversión de fondos y de préstamos a corto

y largo plazos, así como también mediante operaciones desarrolladas en el interior de la

esfera financiera que aportaron beneficios financieros “puros”. La integración financiera

global recibió además el efecto de la creación de diversas formas nuevas de inversión de los

“nuevos productos financieros” en la medida que la eliminación de los anteriores controles

domésticos abrieron el camino a las “innovaciones financieras”. Este proceso demandaba la

implementación práctica de un proyecto político y económico funcional a la hegemonía del

capital a nivel mundial.

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Capítulo 2. La evolución del proyecto neoliberal en la práctica.

Etapa fundacional y ortodoxia originaria.

Sintetizando la contribución de Ezcurra ( 2000:198-200 ), se puede caracterizar al

neoliberalismo como conjunto de procesos y estrategias irreductibles al ámbito económico,

y que desde la década de los 80 del siglo pasado alcanzó una propagación de alcance

mundial y presentó una evolución que hasta la actualidad continúa preservando los rasgos

distintivos esenciales de la ortodoxia fundacional.

Esta evolución parte de lo que ha sido denominada como la etapa fundacional que comenzó

en 1947, la cual se prolongó aproximadamente por tres décadas, en medio de las cuales se

sentaron las bases de un cuerpo doctrinario sistemático y coherente en el cual se asienta la

ortodoxia neoliberal originaria. Su texto de origen fue “Camino de servidumbre” de

Friedrich V. Hayek, publicado en 1944, en donde se realiza un ataque contra la limitación

de los mecanismos de mercado por parte del estado. El mismo constituyó una reacción

teórica y política contra del estado intervencionista y de bienestar. Se trata de un vehemente

ataque contra toda limitación de los mecanismos del mercado por parte del estado,

calificada como amenaza a la libertad económica y política. En 1947, Hayek funda la

Sociedad de Mont Péllerin ( Suiza ), la cual sirvió de embrión al desarrollo de la

sistematización de la tesis claves del neoliberalismo.

A la fundación de esta sociedad asistieron Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwig Von

Mises, Milton Friedman, Walter Euken, Michael Polanyi y un número significativo de

figuras del liberalismo del siglo veinte. La Sociedad de Mont Péllerin se dedicaría con

verdadera vocación misionera a la propagación del ideario neoliberal. La misma efectuaría

reuniones internacionales cada dos años con el propósito de combatir al keynesianismo y

preparar las bases de la refundación de un capitalismo duro y sin reglas para el avance

hegemónico del capital.

La tesis neoliberales surgen en lo económico del pensamiento neoclásico, que como se

sabe, parten del postulado de que el mercado constituye el marco idóneo y más eficaz para

la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades, frente a las ideas neo

keynesianas que serían asumidas por la generalidad del entramado político a partir del fin

de la Segunda Guerra Mundial.

Este neoliberalismo fundacional impugna al estado de bienestar, y en particular, al estado

como redistribuidor en beneficio de las clases y capas más desfavorecidas de la sociedad.

Se critican los intentos de reformar la fijación de recursos por el mecanismo de libre

mercado, de ahí la defensa de un estado mínimo.

A partir de la tesis redimensionadora del estado en su vínculo con el aparato económico

capitalista, el neoliberalismo conformó una agenda de políticas con cuatro ideas- fuerza

claves:

A) La promoción de un máximo de crecimiento económico de libre mercado.

Page 47: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

B) Un aumento de la tasa de ganancia de capital privado.

C) Una reducción de los costos salariales mediante una disminución en el costo de la fuerza

de trabajo.

D) Contención del gasto público social.

Como afirma Ezcurra ( 2000:212 ), el neoliberalismo en su etapa fundacional desarrolló un

concepto de desarrollo propio del capitalismo cuya idea básica es que el crecimiento

económico y el progreso técnico actúan en función del principio dominante del modo de

producción capitalista, que es la expansión de la producción y de la acumulación privada

con el fin de acrecentar los beneficios de las élites hegemónicas de los países capitalistas

desarrollados. El sujeto de la acumulación sería el capital privado en función de la

maximización de la tasa ganancia.

Como corolario, la fuerza de trabajo queda reducida a la condición de instrumento

necesario para el progreso de las fuerzas productivas, es decir, medios en función de un fin

superior: el crecimiento económico. Se promueve así la reducción máxima de los costos

salariales tendiéndose a comprimir el valor de la fuerza de trabajo. Los trabajadores son

percibidos como consumidores mínimos, lo que se contraponía diametralmente a las

políticas salariales negociadas bajo el “welfare state”, que estimulaba el consumo masivo

mediante una masa de trabajadores solventes y beneficiarios de una redistribución del

ingreso vía el aumento de los gastos sociales en el presupuesto.

El neoliberalismo desde su etapa fundacional va a suponer una regresión a costa del factor

trabajo con la finalidad de elevar la ganancia del capital. Esta ofensiva del capital contra el

trabajo tuvo un carácter integral, dado que fue acompañada por la afectación de los costos

indirectos del trabajo y por ende, de la carga fiscal impositiva, de ahí que el programa

contuviese el recorte del gasto público social.

Citando a Perry Anderson, Ezcurra apunta que el pensamiento neoliberal postulaba una

“nueva y saludable desigualdad”, concebida como un valor positivo para dinamizar la

acumulación privada. Esto conllevó al planteamiento de quebrar el poder de los sindicatos y

del movimiento obrero con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y el estado.

No obstante, a partir de la posguerra y durante los primeros veinte años posteriores a la

culminación de la misma con un auge económico sin precedentes, los gobiernos de los

principales países del capitalismo desarrollado implementaron políticas de inspiración

neokeynesiana y se estructuró un significativo consenso político alrededor del estado de

bienestar. El neoliberalismo en esta etapa, no logró convertirse en el pensum predominante

de la hegemonía política del capitalismo avanzado, que continuó apostando por las recetas

de inspiración keynesiana. Se limitó a su fortalecimiento doctrinario en el plano académico

en determinados reductos universitarios, por autores de profunda raigambre neoclásica, que

nunca se plegaron ante el avance arrollador de la síntesis neoclásica –keynesiana.

Al producirse el agotamiento del modelo económico de posguerra cayendo los países del

capitalismo avanzado en una profunda recesión, combinando inéditamente, bajas tasas de

Page 48: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

crecimiento con altas tasas de inflación, se produce un vacío teórico que fue llenado por el

ideario neoliberal- monetarista. Según el diagnóstico de Hayek, las causas de la crisis se

encontraban en el excesivo poder de los sindicatos y del movimiento obrero en general, el

cual había socavado las bases de la acumulación privada, a través de sus presiones

reivindicativas sobre los salarios y sobre el estado para que aumentase los gastos sociales.

Ambos procesos, según el diagnóstico neoliberal, habían destruido los niveles necesarios de

beneficios de las empresas y desencadenado procesos inflacionarios que culminarían en una

crisis generalizada de las economías de mercado. El remedio, por tanto, no podía ser otro

que implantar un estado fuerte para quebrar el poder de los sindicatos, o sea, fomentar el

ejército industrial de reserva unido al control del dinero, al mismo tiempo que se

gestionaría una contracción significativa de los gastos sociales y de la gestión económica

estatal. Así, una “ nueva y saludable” desigualdad volvería a dinamizar las economías

avanzadas afectadas por la estanflación.

Los experimentos neoliberales del Cono Sur.

A partir del golpe de estado contra el gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende en

Chile durante 1973, seguido por las dictaduras militares uruguaya y Argentina ( 1974 y

1976), se conformaron una especie de experimentos neoliberales que constituyeron la

avanzada monetarista con una visión reduccionista de los problemas económicos

excluyente de cualquier tipo de preocupación social. La violencia de la represión militar fue

necesaria para la implementación y profundización del modelo económico lo cual

estableció una diferencia importante con relación a la aplicación neoliberal monetarista en

los países del capitalismo central como sería más tarde las experiencias de los EE.UU. y del

Reino Unido.

Chile se convirtió en uno de los primeros laboratorios de la propuesta neoliberales a partir

del sangriento golpe de estado de Pinochet. Allí comenzaron sus prácticas los “Chicago

Boys”, economistas tecnócratas preparados con las ideas de Friedman y Harberger que

iniciaron un programa de estabilización y ajustes estructurales.

Una de las características más relevantes de los programas de estabilización a partir de la

triple experiencia del cono sur latinoamericano, ha sido su radicalización y voluntad

reestructuradora. Tanto Chile, como Uruguay y Argentina, a pesar de sus respectivas

especificidades nacionales, compartieron rasgos de radicalización político- económica.

Independientemente del diferente grado en que incorporaron elementos no ortodoxos al

conjunto concreto de medidas de factura neoliberal monetarista, los tres países

constituyeron experimentos de laboratorio con un alto nivel de aplicación del modelo

aperturista propuesto.

García Menéndez ( 1989:207-208 ) advierte que estos tres países presentaron numerosas

diferencias estructurales: tamaño, grado de industrialización, capacidad y diversificación

exportadora, peso sectorial relativo, etc. al mismo tiempo, los tres tendrían distintas

características acerca de la ejecución del programa de estabilización adoptado: rigor y ritmo

del ajuste, restricciones internas, condicionantes sociopolíticos y filiación filosófico-

económica justificadora de cada fase de los experimentos neoliberales. Sin embargo, a

pesar de la existencia de cualquier singularidad nacional, se muestran rasgos de forma y

Page 49: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

contenido de comulgación con el credo neoliberal monetarista dominante, lo cual permite

una presentación conjunta del modelo.

Como primer elemento común se sitúa la justificación a partir de una situación caótica

previa a la adopción del modelo, ya fuera por la evolución histórica o las condiciones

inmediatas provocadas por la política económica de la Unidad Popular en Chile, la

decadencia de los últimos gobiernos peronistas en Argentina o la progresiva

desestabilización en Uruguay. Sin embargo, este “desorden” no concitaría una respuesta de

corto plazo de tipo coyuntural, sino que por el contrario, las nuevas autoridades económicas

que auspician el modelo aperturista ven en el caos, la consecuencia de una larga

acumulación de errores que habían alejado a cada país de la “racionalidad económica”.

Esto provocó recomendaciones de política económica dirigidas a enfrentar problemas de

magnitud cualitativamente superior, por lo que el modelo se dirigió hacia la reprivatización

y la transnacionalización. En consecuencia, el patrón de acumulación propuesto se asentara

en cuatro momentos fundamentales: apertura económica, liberación de mercados, nuevas

pautas de concentración de la renta y la riqueza y privatización de las actividades. Con

relación a cada uno de los mismos, García Menéndez refiere las siguientes matizaciones:

1. El nuevo modelo cuestiona el tipo de crecimiento desarrollado en América Latina,

proponiendo una mayor racionalidad económica que asigne los recursos en función de la

estrategia de ventajas comparativas reveladas por el sistema de precios internacional. Por

tanto, se procede a la apertura del mercado de bienes y el mercado financiero a la esfera

internacional, convirtiendo a estas economías en “tomadoras de precios”.

2. El único centro regulador será el mercado, por lo que debe contar con las máximas

facilidades otorgadas por la apertura para la recepción de señales (precios) internacionales y

con la máxima libertad requerida para qué no distorsione las “señales” internas.

3. La minimización estatal en actividades productivas y redistributivas, basándose en el

enfoque subsidiario, lo que determinará las pautas de distribución y concentración del

ingreso y la riqueza acorde con el mercado. Es decir, la distribución y concentración del

ingreso será una consecuencia lógica de la “eficacia relativa” de cada agente económico

individualizado, y no del “poder relativo” de cada clase social o del influjo redistributivo

del estado.

4. Por último, el enfoque subsidiario adoptado es extremo. No sólo impidió la beligerancia

estatal en la redistribución, sino que exigió la reprivatización de las actividades productivas

y asistenciales encomendadas al estado por el modelo anterior, limitando el activismo

estatal a las tareas reproductivas que signifique un beneficio para el sector privado, desde la

infraestructura viaria hasta la represión social.

La existencia de una abundante y rica literatura crítica acerca de la perversidad de estos

experimentos y sus evidentes costos sociales, abrevian el examen de la evolución del

modelo y posibilitan avanzar sobre el mismo, sin caer en repeticiones innecesarias.

La etapa estatal: la ofensiva neoliberal en el poder.

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Durante los años 70, la mayoría de los gobiernos de la OECD intentaron aplicar las recetas

de la síntesis neoclásica-keynesiana para aplacar infructuosamente los efectos de la crisis.

Pero ya al final de la década, en 1979 fue elegido el gobierno conservador de Margaret

Thatcher en el Reino Unido, y un año más tarde, Ronald Reagan llega a la presidencia de

los EE.UU.

Los triunfos de la Thatcher y de Reagan marcaron la apoteosis neoliberal desde los inicios

de la década de los 80. Al convertirse en el dogma dominante en los Estados Unidos y el

Reino Unido ( Borón, 2003b:58 ), el neoliberalismo logró una gravitación en el sistema

mundial pocas veces vista en la historia. Este proceso de derechización del clima ideológico

y político abrió el espacio a la teoría neoclásica, y con ella, a sus “gurúes” dispuestos a

aplicar, en todas partes y en cualquier circunstancia, la misma receta codificada que más

tarde sería conocida como el Consenso de Washington.

En 1982, Kohl derrota en la RFA a Helmut Schmidt. En 1983, Dinamarca, modelo de

estado de bienestar escandinavo, cae bajo el control de una coalición de derecha. Casi todos

los países del norte de Europa Occidental, menos Suecia y Austria, tuvieron un viraje hacia

la derecha como aumento del poder de atracción del neoliberalismo político, que consolidó

el predominio de una nueva derecha en Europa y los EE.UU.. A su vez en el sur de Europa,

llegaban al poder gobiernos de centro- izquierda como Mitterrand en Francia, Felipe

González en España, Soares en Portugal, Craxi en Italia, Papandreu en Grecia, los cuales

según señala Perry Anderson ( 2003:20-21 ), todos se presentaban como una alternativa

progresista que contrastaba con la línea derechista Reagan-Thatcher y los demás gobiernos

del norte de Europa. Mitterrand y Papandreu, intentaron realizar una política de deflación y

redistribución, pleno empleo y protección social, pero el proyecto fracasó, y a la altura de

1982 y 1983 el gobierno socialista francés se vio forzado por lo mercados financieros

internacionales a cambiar su rumbo y debe orientarse hacia un camino más próximo al

neoliberalismo, priorizando la estabilidad monetaria, la contención en el presupuesto,

concesiones fiscales al empresariado capitalista y el abandono de la política de pleno

empleo. Por su parte, en España el gobierno de Felipe González en ningún momento trató

de realizar una política redistributiva de matriz keynesiana. Por el contrario, desarrolló una

política económica próxima al monetarismo y al capital financiero, favorable a la

privatización y serena cuando el desempleo alcanzó el récord europeo del 20% de la

población económicamente activa.

Para Anderson estas experiencias evidenciaron la hegemonía neoliberal en el ámbito

ideológico. Aunque desde el inicio, fueron sólo los gobiernos de derecha los que

implementaron las políticas neoliberales, posteriormente aquello gobiernos

autoproclamados de centro izquierda siguieron el mismo camino. La propia

socialdemocracia europea incorporó en su programa las ideas defendidas por los gobiernos

neoliberales. Durante la década de 1980 casi la totalidad de los países de la OECD

presentaban un perfil político que señalaba el apogeo de la hegemonía neoliberal en el

capitalismo avanzado.

Según ha sido destacado ( Ezcurra,2000:199 ) durante este período el neoliberalismo sufrió

su primera fase de transformación desarrollando un programa de política económica

Page 51: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

relativamente uniforme y de alcance mundial que, en América Latina y en Europa oriental,

se concretó en los denominados ajustes estructurales, los cuales independientemente de sus

particularidades nacionales, mantienen un diseño común.” En los ochenta el mercado

mundial pasó a ser considerado como principal mecanismo en la asignación de recursos.

Como corolario, se produjo un agudo sobre acento en la búsqueda de competitividad

(externa). Ello exacerbó la política de disminuir el costo de la fuerza de trabajo y los

salarios. El trabajo, pues, retrocedió al papel de una mera mercancía comprada al menor

precio posible. Se trata entonces, de una bandera ortodoxa que persiste en los ochenta,

aunque agudizada; y que continuó hasta el presente, nuevamente intensificada (con los

programas de flexibilización laboral). El resultado es una descomunal redefinición de poder

entre el capital y el trabajo como un fruto y característica crucial del capitalismo en su etapa

neoliberal”( Ezcurra,2000:199-200 ).

En los EE.UU. en 1981 se aprueba el programa para la recuperación industrial de la

administración Reagan, el cual supuso un drástico reajuste económico sobre la base de que

la causa fundamental de la crisis económica norteamericana radicaba en la intervención del

estado en la economía, a través de la política fiscal en la recaudación y el gasto, de la

política monetaria en la expansión de la oferta monetaria, y del sistema de regulación de los

precios, la producción, el comercio y los sectores sociales, que han limitado la actividad del

empresariado privado. A partir de este diagnóstico, la política económica de Reagan

incluyó cuatro aspectos fundamentales: reducción del crecimiento del gasto público, menos

de los de defensa; reducción de las tasas fiscales, reforma de la política de regulación y por

último, una política monetaria contractiva.

La aplicación de este programa provocaría tres efectos importantes en la economía

norteamericana:1) incremento del déficit fiscal dada la rigidez a la baja de los gastos

corrientes, incremento del gasto militar y la caída de los ingresos por la reforma impositiva,

2) incremento de las tasas de interés a causa de la política monetaria restrictiva, lo que

significó una elevación también de las tasas de los países desarrollados para frenar la salida

masiva de sus capitales. Para lo países subdesarrollados supuso el inmenso incremento del

servicio de la deuda externa, y 3) crecientes déficit comercial, destacandose el significativo

volumen de las importaciones mundiales destinado al mercado norteamericano.

Ya desde octubre de 1979, bajo la dirección de Paul Volcker, la Reserva Federal había

anunciado que en el futuro harían la fijación de objetivos sobre agregados monetarios,

pareciendo que el monetarismo había prevalecido. No obstante, tres años más tarde, la

Reserva Federal anunció que abandonaba sus objetivos monetarios, desde entonces ha

repetido lo mismo y los objetivos han atraído gradualmente menos la atención. Si la

Reserva Federal fue monetarista en sentido estricto, lo fue durante menos de tres años (

Krugman,1998:103 ). Siguiendo a Krugman, hacia finales de 1982, la inflación

norteamericana estaba disminuyendo, pero la recesión parecía en peligro de descontrolarse.

La crisis de la deuda del tercer mundo despertó temores de un caos financiero. La Reserva

Federal volvió a una política activa y discrecional. Se aprobó el control monetario y la

economía comenzó una paulatina recuperación. Desde entonces, la Reserva Federal ha

tratado de afinar sus intervenciones manejando la oferta monetaria. Cuando teme un

resurgimiento de la inflación la retiene, y cuando la recuperación parece decaer, la aumenta.

La tasa de crecimiento monetaria ha variado sustancialmente. Posterior al abandono de los

Page 52: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

objetivos, Friedman previó una desastrosa aceleración de la inflación o una severa recesión

como consecuencia de la inestabilidad monetaria, lo que no fue así.

En los países de la OECD la tarea prioritaria del programa neoliberal fue detener el

crecimiento inflacionario de los años 70. En este sentido se logró disminuir la inflación del

8,8% al 5,2 % entre los años 70 y 80 y esta tendencia a la baja continuó en los años 90, en

éste sentido su éxito fue innegable. Perry Anderson ( 2003:21-23 ) reconoce éxitos

objetivos del programa en los países de capitalismo avanzado a partir de revertir el sentido

del comportamiento de los precios hacia un proceso deflacionario como condición para la

recuperación de las ganancias. En los años setenta la tasa de ganancia de la industria de lo

países miembros de la OECD había disminuido alrededor del 4,2%, mientras que la década

de 1980 aumentó el 4,7%. La razón esgrimida de dicho cambio fue la derrota del

movimiento sindical, manifestado en la caída significativa del número de huelgas en los

años 80 y en la evidente contención de los salarios. Esto se debió en buena medida a lo que

se considera el tercer éxito del neoliberalismo, que fue el crecimiento de las tasas de

desempleo como mecanismo “natural” y necesario en una economía de mercado eficiente.

Así, la tasa media de desempleo en lo países de la OECD se duplicó, pasando un promedio

de 4% en los años setenta, al doble en los años 80. Por último, apunta Anderson, otro

objetivo importante del programa neoliberal que alcanzó un resultado satisfactorio según

sus propios intereses, fue el aumento del grado de desigualdad en el conjunto de lo países

de la OECD: la tributación de los salarios más altos cayó un 20% a mediados de la década

de 1980 mientras que los valores de la bolsa se cuadriplicaron más rápidamente que los

salarios.

Si bien en cuanto a deflación, ganancias, desempleo y salarios el programa neoliberal

obtuvo éxitos, dichas medidas representaban medios para alcanzar la reanimación del

capitalismo avanzado a través de la recuperación de altas tasas de crecimiento estables, tal

como existían antes de la crisis de los años 70. Sin embargo, no fue así, no se produjo

ningún destaque significativo en la tasa media de crecimiento, la cual se mantuvo baja en lo

países de la OECD. A pesar de las condiciones creadas en favor del capital, la tasa de

acumulación, es decir, la inversión efectiva en los equipamientos productivos apenas creció

en la década de 1980 y fue inferior en relación a sus niveles en los años 70. Para lo países

de capitalismo avanzado el incremento anual fue de 5,5% de los años sesenta, 3.6% en los

70 y 2,9 % en los años 80.

Para Anderson, a pesar de haberse logrado la recuperación de las ganancias esto no condujo

a una recuperación de la inversión debido al proceso de desregulación financiera que creó

condiciones más propicias para la inversión especulativa que la productiva. Durante la

década de 1980 se produjo una efervescencia en los mercados cambiarios internacionales

produciéndose un incremento vertiginoso del peso de las operaciones especulativas.

Por otra parte, a pesar de las medidas tomadas intentandose contener el gasto social, el peso

del estado de bienestar no disminuyó significativamente. Si bien el crecimiento de la

proporción del PNB consumido por el estado ha sido notablemente desacelerado, su

proporción absoluta no disminuyó, sino todo lo contrario, aumentó durante la década de

1980 de un 46% a un 48% del PNB medio de los países de la OECD ( Anderson,2003:22 ).

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Esto se debió al aumento del gasto social con el desempleo y al aumento demográfico de

los jubilados lo que produjo el incremento del monto de las pensiones.

Como se verá posteriormente, significativos sectores del capitalismo latinoamericano

asociados con el capital transnacional lograron imponer un proyecto político

profundamente reaccionario con el pretexto de “modernizar” la economía y de “sanear” el

aparato estatal, pero en realidad persiguió una transformación privatizadora y

desnacionalizadora hacia una mayor libertad de los mecanismos de mercado. Este proyecto

sólo benefició en lo fundamental, al capital transnacional y a sus aliados en la región,

reforzando la miseria y explotación de las mayorías populares latinoamericanas. Los

efectos este proceso desde el punto de vista del desarrollo fueron nefastos para América

Latina. Sin embargo, sus resultados fueron justificados bajo el argumento de constituir un

costo necesario para el establecimiento de una economía eficiente y productiva.

Neoconservadurismo y manipulación de la democracia.

Con la administración Reagan el neoliberalismo sufrió una rearticulación con el

pensamiento neoconservador, en un proceso de reorganización ideológica que produce,

como vuelve a apuntar Ezcurra ( 2000:200 ) una nueva síntesis con dos aspectos básicos:

A) El ensamble del ideario neoliberal con valores típicamente neoconservadores,

consolidándose como un proyecto de social integral que sobrepasó lo económico y se

proyectó hacia lo político. Se produce una transformación global de la sociedad que se

intensificó en los años 90.

B) Se desarrolló una firme voluntad internacionalista de carácter neoconservador, la cual

promovió la propagación mundial del programa como un intento de homogenización de

alcance internacional. La misma se convirtió en una prioridad explícita de la política

exterior de Reagan bajo la denominación de “democratización global”. Ésta fue retomado

por la administración de Bush padre, y posteriormente asumida por el gobierno demócrata

de William Clinton, bajo el título de “Alianza Global por la Democracia” . Por tanto, se

está en presencia de una estrategia externa norteamericana con un significativo consenso

bipartidario.

Se puede concluir que desde los ochenta se ha proyectado un programa neoliberal

conservador de factura norteamericana, contentivo de un proyecto social integral y mundial

que alcanzó una amplia expansión hasta el presente. A pesar de los innegables costos que

han tenido que soportar los sectores sociales mayoritarios, no sólo importante sectores

poblacionales del primer mundo, sino sobretodo de América Latina y del resto del mundo

subdesarrollado, que se han manifestado en el triunfo democrático de gobiernos que han

declarado su vocación antineoliberal, aún se mantiene la preeminencia alcanzada por el

neoliberalismo en lo ideológico a nivel de los grupos expresan la hegemonía política de

gran capital.

Durante la administración Reagan el neoconservadurismo se desarrolló como un

movimiento heterogéneo conformado con diversas fracciones internas como los

denominados neoconservadores, y la Nueva Derecha, los primeros una corriente de

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intelectuales que produjo un pensamiento sistemático que desarrollo tareas de influencia

ideológica, el cual será objeto de análisis mas adelante; y los segundos, otro movimiento

muy conservador que implicó una alianza entre diversas organizaciones sociales con

determinadas reivindicaciones específicas, lo que posibilitó una base de masas en los

Estados Unidos, alrededor del concepto de “capitalismo democrático”: idea clave que

refleja un extendido consenso en el país a partir de la relación necesaria entre el capitalismo

y la democracia liberal con una matriz antiintervencionista adversa al estado del bienestar.

Dicha “democratización global” se constituyó en materia de seguridad. La misma es

considerada como decisiva en el balance de poder internacional, por lo que se inserta en

una lógica de defensa a largo plazo para los Estados Unidos. Esta democracia global en

código de seguridad se proyectó en América Latina a través de la denominada “visión

democrática de la seguridad”, un producto de la administración Reagan desarrollado por el

pentágono y el Departamento de Estado, y continuado por la administración Bush padre.

Esta vuelta de tuerca hacia un repunte de los afanes “democratizadores” en América Latina

y el Caribe obedeció a un reanálisis de la visión neoconservadora, que desde una actitud

benevolente con las dictaduras militares, pasó al cuestionamiento de la pertinencia de una

tolerancia hacia los autoritarismos que debilitaban la legitimidad gubernamental y

estimulaban la “subversión”, la cual podría construir alianzas en favor de verdaderas

reivindicaciones democráticas. Las dictaduras, ayer sostenidas como necesarias para frenar

el cuestionamiento del statu quo, en lo delante pasan a ser cuestionadas por su fertilización

del enemigo. El terrorismo estatal de la Doctrina de la Seguridad Nacional deja de tener el

apoyo del gobierno norteamericano y se pasa a una fase de seguridad regiónal basada en la

“democracia política”.

Con el colapso de la Unión Soviética y del socialismo de estado europeo a finales de la

década de 1980, lo que conllevó a un cambio radical en el balance global del poder y a la

celebración de una “revolución democrática global” con un capitalismo democrático en

clave neoliberal sin aparentemente ninguna alternativa ideológica, se produce el argumento

de Francis Fukuyama. Con la tesis sobre el “fin de historia” ( Fukuyama,1992 ) se anuncia

la terminación de la evolución ideológica de la humanidad con el triunfo del liberalismo

político y económico mediante la realización como idea de la democracia liberal. Se estaría

produciendo según Fukuyama, una victoria en el plano ideológico y conceptual que más

tarde o temprano terminaría con su realización total a nivel global.

Sin embargo, como bien señala Ezcurra ( 2000:218-220 ), aunque en su momento, se

interpretó el pensamiento de Fukuyama como una manifestación de la racionalidad

neoconservadora de la administración Bush padre, esto significó una comprensión errónea

de la misma. En tal sentido cabe apuntar que “el fin de historia” suscitó dentro de los

conservadores una reacción adversa ante un “finalismo” que estructuraba un discurso

complaciente que devaluaba los riesgos de seguridad en la posguerra fría, los cuales

continúan siendo una tesis fundamental del pensamiento estratégico dominante en las

administraciones norteamericanas hasta el presente. Si bien la denominada “revolución

democrática global” se consideraba un éxito de la “guerra de ideas”, esto no necesariamente

significaba una “victoria final”, por lo que habría que continuar impulsando un activismo

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político en función del fortalecimiento del capitalismo democrático neoliberal a escala

mundial.

Con la administración demócrata de William Clinton la “democratización global” fue

relanzada bajo el rubro de” alianza global para la democracia”. Se continuó de forma

ininterrumpida con la expansión del capitalismo dentro de la visión neoliberal con énfasis

en la apertura en el orden internacional hacia el libre flujo del comercio y las inversiones.

Se hizo evidente que la “irradiación internacional del modelo pasó a la agenda del estado

norteamericano como un eje de política exterior amparado por un considerable consenso

bipartidario, lo que le confiere solidez y estabilidad a largo plazo”( Ezcurra,2000:220 ).

Se concluye que desde los inicios de la década de 1980 se asiste a la construcción y

expansión de un programa neoliberal conservador producido fundamentalmente en los

Estados Unidos, que conlleva el intento de homogenización a nivel mundial de un proyecto

de social neoliberal integral y mundial.

Sin lugar a dudas, a partir de los años ochenta el neoliberalismo adquirió una difusión

internacional estimulado por las administraciones Reagan-Bush. Partidos y movimientos

que tradicionalmente habían sostenido paradigmas de desarrollo basados en la intervención

del estado, como numerosos gobiernos socialdemócratas europeos, tales los casos de

España, Francia, Grecia, Italia y Portugal, y en América Latina, como el peronismo en la

Argentina y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, evidenciaron un

proceso de reconversión ideológica, que en la práctica demostró la hegemonía ideológica

del neoliberalismo. Con el “desmerengamiento” del mal llamado socialismo real en la

Europa oriental se produce una nueva carga ofensiva neoliberal aún más fundamentalista

que la sostenida en occidente. Esta generalizada expansión neoliberal construyó una

fortalecida hegemonía ideológica a nivel de las élites dirigentes y en escala mundial. Se

expandió un nuevo “sentido común” basado en el fetiche del mercado, en la rentabilidad a

toda costa y en el logro de la mayor competitividad, sustituto del generado por el estado

benefactor y el intervencionismo de raigambre keynesiana.

La deuda externa.

El principio del fin del sistema monetario internacional de Bretton Woods, el alza de los

precios del petróleo y la coyuntura desfavorable del comercio internacional, aceleraron y

ahondaron el proceso de endeudamiento, relacionado con el conjunto de restricciones

monetarias y crediticias de los programas de estabilización condicionado por el FMI para la

América Latina.

El empuje de la liquidez internacional que saturó los mercados de capitales obligó a

propagar las funciones de marketing bancario en detrimento de las funciones de análisis de

cada caso y de cada solicitud de préstamo. El crédito internacional paso de una situación de

recursos escasos a otra de mercancía vendible en un contexto altamente competitivo.

La expansión de los bancos privados, principalmente norteamericanos, desplazó a los

organismos multilaterales, FMI y Banco Mundial, en la rectoría del suministro de créditos a

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los países subdesarrollados. Este perfil privado de la deuda externa vino acompañado de un

determinado grado de liberalidad para el otorgamiento de créditos.

Al bajar las tasas de interés era fuerte el incentivo para endeudarse. Las tasas de interés

eran bajas y la liquidez abundante, y tanto prestamistas como prestatarios tenían sus

expectativas fundadas en la continuación de la inflación, lo que conduciría a mayores

incrementos de los ingresos por exportaciones y reduciría la carga real de la deuda externa.

Los países deudores embarcaron su política económica dentro de una racionalidad

económica sólo válida momentáneamente, sin darse cuenta que todo el entorno

macroeconómico podía ser transformado a través de decisiones políticas sobre el precio del

dólar y las tasas de interés tomadas por el gobierno norteamericano y transmitidas a toda la

economía mundial mediante su control sobre el nuevo modelo monetario- financiero

internacional.

La interpretación neoliberal acerca de la crisis de la deuda latinoamericana fundamenta la

existencia de la misma por la quiebra de las antiguas estrategias estatalistas de acumulación

mediante la sustitución de importaciones. Éste diagnóstico omite los fracasos de los

gobiernos del area en el ajuste de la política macroeconómica ante el impacto del aumento

del precio del petróleo y el caos orquestado por el nuevo sistema monetario- financiero

internacional de la década de 1970. Éste fracaso macroeconómico táctico fomento crisis

monetarias y financieras que posibilitaron al gobierno norteamericano imponer un nuevo

modelo estratégico neoliberal sobre estos países. Éste modelo neoliberal, era en esencia un

conjunto de propuestas acordes con los requerimientos de los bancos estadounidenses para

que se les pagasen sus préstamos.

La concentración de la deuda en los países más ricos de América Latina está asociada con

el nuevo papel de la banca privada a costa de la banca multilateral. Dicha concentración fue

manejada por los gestores norteamericanos, al punto que más del 66% de la deuda privada

de todos los países subdesarrollados no exportadores de petróleo se debía a bancos

estadounidenses.

No fue casual que éste proceso se realizara en el marco de la políticas monetaristas y

estrategias de apertura reestructuradoras. El modelo ortodoxo ofrecía una justificación

teórica que adecuó la ilusión de oferta de crédito externo ilimitada. Los “policy makers”

latinoamericanos, comprometidos con el neoliberalismo monetarista, ignoraron la

información incómoda que avisaba acerca de la quiebra del modelo aperturista y sobre los

riesgos contraídos.

Como es conocido, el incremento de los pagos por el servicio de la deuda está ligado al

aumento de las tasas de interés internacionales, elemento central en la política económica

de la administración Reagan como medio de captar el ahorro externo que permite financiar

el monumental déficit público y comercial de los Estados Unidos, así como su

reestructuración tecnológica e industrial frente a sus competidores alemanes y japoneses,

logrando con esto, además, la revalorización del dólar en los mercados financieros

internacionales.

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Con la crisis de la deuda el Fondo Monetario Internacional pasa a desempeñar el papel de

garante ante los bancos acreedores de la disciplina adoptada por los deudores en la

aplicación de la política de ajuste conducente a la recuperación de la solvencia. En este

contexto, todo acuerdo de refinanciación como países deudores socios del FMI ha sido

precedido de un contrato de préstamo “stand by” otorgado por esta entidad, en el que se

establece un conjunto de medidas de política económica en función del ajuste de las

economías deudoras.

Por tanto, de la relativa marginación en el proceso de financiación en el que estaba situado

el FMI durante la etapa de bonanza bancaria, le sucedió un nuevo protagonismo como

supervisor de la ortodoxia neoliberal tendiente a dotar a los países deudores de la

recuperación de la capacidad de pago necesaria. El proceso de privatización de la deuda a

principios de los 70 concuerda con el fin del ciclo expansivo de la economía del

capitalismo avanzado, y los grandes bancos se ven obligados a buscar nuevos clientes,

ofreciendo su dinero más barato y fácil que las agencias multilaterales. La demanda de

crédito proveniente de los países subdesarrollados se desbordó, fundamentalmente en el

primer lustro de los 70, para absorber el pago del petróleo a los nuevos precios. La

naturaleza de este proceso marginó al FMI como proveedor multilateral. Pero la banca

privada, en la medida que aumentó la demanda y el suministro de recursos, comenzó a

aplicar parecidas restricciones fondomonetaristas en atención prioritaria del servicio de la

deuda. En este momento de riesgo para los acreedores, el FMI fue redescubierto para que

pusiera en funcionamiento su ortodoxia monetaria en lo que sería la subsiguiente etapa del

proceso de endeudamiento, la de garantizar la recuperación del capital a los agentes

prestamistas.

Se origina el llamado “club de acreedores” capitaneado por la banca de Bretton Woods, es

decir, el FMI y el Banco Mundial. Según Borón ( 2003b:62 ), más allá del desempeño de

sus funciones “técnicas”, el Banco Mundial y el FMI se han constituido en un gigantesco

“think tank” del neoliberalismo. Más de 10.000 economistas y unos pocos centenares de

cientistas sociales trabajan, acopiando datos y realizando estudios de todo tipo que

constituirán la base para las recomendaciones de los “policy makers” de ambas

instituciones, y sobretodo, para sustentar el discurso neoliberal de sus representantes,

prodigando un halo de cientificidad tecnocrática en función de las presiones que ejercen

sobre los gobiernos.

Durante los años 80, la era en que Ronald Reagan y Margaret Thatcher promovieron

políticas neoliberales para los Estados Unidos y el Reino Unido, el FMI y el Banco

Mundial se convirtieron en lo que Stiglitz llamó “instituciones misioneras” (

Stiglitz,2002:37 ), a través de las cuales el ideario neoliberal fue impuesto sobre los países

subdesarrollados que necesitaron de sus préstamos y subvenciones.

Consecuente con su interpretación ortodoxa con respecto a las medidas que receta, el FMI

ve las causas de la inflación y del desequilibrio externo, en el manejo equivocado de la

política económica, específicamente en el manejo interno de la economía. Toda la

terapéutica ha sido sustancialmente la búsqueda del problema en el orden interno a través

de la restricción de la demanda interna. Esta formulación técnicamente restrictiva patentiza

un definido trasfondo ideológico. Se trata del determinismo cortoplacista de la banca

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privada internacional, quién es la inspiradora de las recomendaciones para el aseguramiento

de que el equilibrio externo permite atender el servicio de la deuda por encima del

desarrollo interno de la economía nacional de cada país.

El Secretario del Tesoro de Reagan, James Baker, apreció la crisis de la deuda como

oportunidad para utilizar los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial,

como agencias promotoras de los intereses norteamericanos. El Plan Baker de ajuste

estructural lanzado en 1985 sería contentivo de las nuevas funciones internacionales del

FMI y el Banco Mundial. Al defender la integridad del sistema financiero, el FMI defendía

la gestión norteamericana del nuevo sistema financiero. Al reestructurar a las diferentes

economías domésticas para qué pagasen sus deudas, el Banco Mundial las estaba adaptando

al mismo sistema internacional centrado en los Estados Unidos. Es a partir de las

necesidades del sistema que se entienden las medidas neoliberales de devaluación, la

estrategia exportadora, las medidas de paliar los déficits presupuestarios, y la búsqueda de

divisas en la cuenta de capital mediante un proceso de privatización apoyado por el capital

extranjero y la atracción de flujos de monedas fuertes gracias a la liberalización de la

cuenta de capital.

En realidad el Plan Baker fue la respuesta neoliberal del gobierno de Estados Unidos al

problema de la deuda externa y los reclamos de los países deudores por un nuevo orden

económico internacional. En esencia dicha propuesta representaba una sobredosis de

neoliberalismo como requerimiento para los países endeudados, a los que se les proponía

seguir los lineamientos de los intereses hegemónicos a nivel internacional. A cambio de

poner a disposición de las principales naciones endeudadas la cantidad de 29 mil millones

de dólares, se sometía a dichos países a un riguroso ajuste y liberalización comercial. Según

la fórmula de “crecer y pagar”. El plan replanteaba la relación entre las instituciones

multilaterales, la banca trasnacional y los países endeudados subdesarrollados pretendiendo

impulsar a la banca trasnacional a destinar parte de sus recursos financieros dentro de una

perspectiva de crecimiento y solvencia de los países endeudados, apoyados por el FMI y el

Banco Mundial, en función en última instancia de lograr la profundización de las

estructuras capitalistas de mercado en los países sometidos a la deuda.

A partir de la transferencia neta de recursos financieros de la región hacia el exterior, junto

a las presiones para liberalizar los controles a la inversión extranjera directa, el comercio y

los servicios en general, se presionaba el comprometímiento político de los gobiernos

latinoamericanos en la ruta de la profundización del capitalismo bajo la influencia de las

decisiones de la política económica adoptada por Washington. El discurso contentivo del

Plan Baker no era otro que el de la continuidad del proyecto hegemónico estadounidense de

convertirse en el líder tecnológico, financiero, militar y espiritual del capitalismo del futuro.

Los Ajustes Estructurales.

A partir del problema de la deuda externa los países de la región latinoamericana se vieron

forzados a recurrir al FMI y al Banco Mundial con vistas a obtener su aprobación para

negociar en el comité de gestión con la banca privada y con los gobiernos representados en

el Club de París. Estas negociaciones dirigidas por estos organismos multilaterales

implicaron programas de estabilización y ajuste. Se crea así el escenario para la

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interrelación de los enfoques iniciales del FMI y el Banco Mundial. El primero se perfiló

hacia la reducción de los desequilibrios externos y fiscales, lo cual posteriormente consistió

en los programas de estabilización antiinflacionarios, por su parte el Banco Mundial

desarrolló programas con el fin de reestructurar el estado y el mercado. Ambos enfoques se

conjugaron en el ajuste estructural con el objetivo de reestructurar la economía y la

sociedad en función del capital internacional. El mercado internacional pasa a constituirse

en el nuevo ordenador de la economía y la sociedad.

Con una aparente gran cantidad de lógica y de sentido común, de todos aquellos que saben

que para distribuir algo, primero hay que elaborarlo, se postula primero el esfuerzo en crear

la riqueza, ya que sin su existencia y posesión no se puede repartir. Detrás de esta “teoría

del pastelero”, se encuentra una concepción política de la distribución de la renta.

Supuestamente se busca incrementar la tasa de utilidad, lo que en clave crítica sería la ley

fundamental del capitalismo, el aumento de una mayor tasa de plusvalía para lograr el

ahorro necesario para financiar nuevas inversiones que generarían un crecimiento del

producto que beneficiaría a la sociedad en general.

Lo anterior se oferta como la base lógica del ajuste económico. Sólo recuperando el

crecimiento se podría pasar después a su redistribución. La simpleza de éste mensaje

intenta ocultar que todo sistema de producción genera riqueza asociada a alguna

distribución de la misma, vía utilidades o salarios, de la renta o de las pensiones. Esta

distribución, como señala Acosta ( 2000:302-303 ) incide en las decisiones productivas. Lo

que el ajuste neoliberal provoca es una mayor concentración del excedente a partir de crear

las condiciones básicas del financiamiento de un proceso de acumulación diferente.

Para lograr la reinserción de las economías subdesarrolladas en el mercado mundial, se

incentivó la reprimarización de las economías del área recurriendo entusiasmadamente a la

alta renta diferencial de las ventajas comparativas naturales con bajo perfil tecnológico. De

forma paralela se fomentó la desindustrialización y la terciarización mediante un creciente

sector informal, junto a la necesidad de hacer competitiva la fuerza de trabajo a través de

una programada depreciación del poder adquisitivo de los salarios.

El alcance del ajuste estructural hay que comprenderlo dentro del marco de las políticas

aplicadas, la que conllevaron a la desgravación arancelaria, liberalización de los precios y

del sistema bancario y financiero, privatización de empresas estatales y de los servicios

públicos, reducción del gasto y redimensión del estado creciendo la mercantilización de

múltiples de sus actividades y flexibilización laboral. Estas políticas manifestaban el

objetivo de incrementar los niveles de la reserva monetaria internacional, disminuir la

inflación, controlar el tipo de cambio, disminuir los déficits del sector público y mejorar los

balances externos. Pero el objetivo implícito, menos conocido, fue la consolidación de una

nueva modalidad de acumulación.

Tal como ha sido reconocido ( Sanchez y Solis, 1986:13 ), a nivel de los objetivos y

finalidades de los programas de ajuste, existen dos planos cuya conexión no se evidencia de

forma manifiesta. Por una parte, los objetivos declarados están centrados en la corrección

de los desequilibrios monetarios-financieros crecientes, como hipotética condición previa

para la recuperación del ritmo de crecimiento y de los niveles de ocupación. Sin embargo,

Page 60: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

por otra parte, encontramos objetivos subyacentes, no declarados, que apuntan hacia una

recomposición efectiva de las bases de la acumulación y del dominio capitalista, cuyos

parámetros principales serían los de un fuerte proceso de concentración de la propiedad y

del ingreso, y de un endurecimiento de las condiciones de reproducción y de utilización de

la fuerza trabajo. Así, determinadas orientaciones específicas aparecen bajo otro cariz

cuando se analizan bajo el perfil de la recomposición capitalista en donde los intereses de

las economías latinoamericanas y los del capital local no necesariamente coinciden con los

del capital productivo y financiero internacional.

Al nivel de las políticas económicas domésticas de los países latinoamericanos, sus

objetivos estaban dirigidos a la creación de condiciones de confianza, fundamentalmente

del capital financiero, medida importante para lograr la atracción de recursos que aseguren

el pago del servicio de la deuda externa. Resultado de dicha supeditación al capital

financiero, se relevó la atención de la esfera productiva, influenciado por los efectos de la

política monetaria contraccionista. La preocupación prioritaria de los gobiernos pasa a ser

la generación de los superavits comerciales que contribuyan al pago del servicio de la

deuda.

Desde el inicio de los ochenta, las políticas neoliberales han instrumentalizado la

adecuación de los países subdesarrollados a la necesidad del capital financiero

internacional, lo que ha conllevado a un aperturismo externo como mecanismo para el

aseguramiento de elevados superávits comerciales con la finalidad de sufragar el servicio

de los intereses de la deuda externa, junto a la libre remisión de ganancias de las empresas

transnacionales a sus centros matrices . Esta masiva transferencia de recursos sirvió para

financiar la revolución tecnológica- organizativa producida en los países del capitalismo

avanzado encabezados por los Estados Unidos. Este país reestructuró su economía

basándose en que su funcionamiento se caracteriza por una dimensión internacional muy

definida que ha supuesto una reestructuración del la economía mundial con disímiles

efectos sobre los países subdesarrollados en función del mayor o menor nivel de

dependencia de la economía norteamericana. Así, la estabilización y el ajuste no están

proyectados simplemente para la reducción de la inflación o a la incentivación del

crecimiento económico de los países subdesarrollados, sino básicamente en

correspondencia con los intereses de la economía del capitalismo central.

Las políticas de ajuste intentaron reducir los persistentes déficits de la cuenta corriente de la

balanza pagos, mientras que los programas de estabilización supuestamente persiguen

reducir el ritmo del aumento de la inflación.La reducción de las importaciones con el fin de

limitar el déficit comercial, conllevó un impacto recesivo sobre el nivel de la actividad

económica interna, y de la misma forma, las políticas estabilizadoras o de control de la

inflación, al mantener las tasas de interés elevadas con la finalidad de disminuir la cantidad

de dinero en manos del público, y así intentar frenar la presión de la demanda sobre los

precios, produjeron desvios del ahorro hacia las aplicaciones especulativas en detrimento de

la inversión productiva, lo cual también produce efectos recesivos, prolongando el

estancamiento y las manifestaciones de la crisis.

Estos programas de ajuste son el resultado de las limitaciones impuestas por la

transformación del capitalismo avanzado hacia los países subdesarrollados principalmente.

Page 61: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Son aceptados en la región como respuesta inevitable ante la imposibilidad de obtener

recursos financieros externos que compensen los que a través de distintos mecanismos son

transferidos desde el subcontinente hacia el exterior.

Como ya ha sostenido Samir Amín ( 1999:28 ), el programa de ajuste estructural consiste

en un simple y universal programa de actuación aplicado inicialmente a los países

subdesarrollados que se encontraban en crisis, a los que se obligó a “ajustarse”

unilateralmente a las nuevas condiciones. A fines de la década de 1980, dichos programas

se habían extendido a varios países socialistas de Europa Oriental para “viabilizar” su

reconversión hacia el capitalismo. Del mismo no es necesario ahondar en sus numerosas y

bien fundadas empíricamente críticas a través de una abundante literatura basada en

estudios específicos de experiencias nacionales, de modo que resultaría repetitivo

rememorar estos estudios. De sobra se conocen sus efectos sobre el incremento del

desempleo, el descenso de la remuneración salarial, el deterioro de los servicios sociales, la

disminución de la capacidad productiva, el crecimiento del endeudamiento externo, etc.

Siguiendo con Amín, se llega a dos conclusiones importantes: la primera, las políticas

establecidas por las instituciones internacionales obedecen a estrategias adoptadas por los

países del G-7, lo que constituye la causa del brutal empobrecimiento de las mayorías

populares en el sur y en el este. La segunda conclusión, es que estas políticas no

proporcionaron solución alguna a la crisis, por el contrario, agravaron su desarrollo.

El eje básico de los ajustes estructurales era la restitución de un crecimiento económico alto

y sostenido. Los mismos irían acompañados de duras políticas de estabilización. Así, en el

corto plazo, se prioriza la meta de la preservación de los equilibrios macroeconómicos,

especialmente en materia de presiones inflacionarias y de las cuentas fiscales y externas. A

su vez, se producen reformas estructurales que se proyectan hacia una profunda

reorganización del estado de la sociedad orientada hacia la libre operatividad de los

mercados. De una parte se estimuló la reducción del estado mediante políticas de

privatización de empresas estatales, la desregulación de los mercados internos y la

contracción del gasto público social.

En el plano externo, se promueve que el sostenimiento del crecimiento recaiga en la

inserción competitiva en los mercados internacionales, dándoles a las exportaciones el

papel protagónico. El mercado mundial sería el principal mecanismo de asignación de

recursos. El corolario en materia de política sería la apertura radical de las economías

domésticas al capital transnacional, lo que conllevó a procesos de liberalización comercial

y financiera y de estimulo a las inversiones extranjeras directas. Todo esto, como se planteó

al inicio, bajo una intensiva búsqueda de competitividad externa, que implicó deprimir el

valor de la fuerza trabajo mediante políticas salariales restrictivas.

Como componentes fundamentales del paquete de las políticas de ajuste estructural se

encuentran:

1. Medidas anti- inflacionarias y de disminución del gasto público.

2. Una apertura económica como la política de liberalización del comercio y de los flujos

de capital.

Page 62: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

3. La desregulación de las actividades del sector privado.

4. Privatización de los medios de producción.

5. Redimensionamiento y modernización del estado.

A nivel estructural, los impactos del programa de ajuste estructural están asociados con las

clases sociales fundamentales en la sociedad capitalista. Su estructura básica está formada

por la relación capital- trabajo. Con relación a la clase capitalista, el proceso conllevó a un

acrecentamiento de la concentración y centralización de capitales, produciéndose

numerosas fusiones sobre todo en el capital organizado transnacionalmente.

A su vez, la clase media recibió un impacto profundo que provocó una tendencia

descendente de la misma y la quiebra y bancarrotas de sus empresas bajo un acentuado

endeudamiento bancario. La clase media sufrió un proceso de proletarización o

subproletarización, este último fue más característico en formaciones sociales en el campo

de los países subdesarrollados, manifestándose en la necesidad de los pequeños productores

de recurrir al trabajo asalariado transformándose en jornaleros, etc. en no pocas ocasiones

este proceso conllevó a un empobrecimiento que reflejó su descenso como clase. Éste

proceso fue diferenciado aunque generalizado, siendo posible identificarlo en casi todos los

países del mundo con grados y ritmos diferentes. En el campo, en la sociedad rural, a través

de la apertura, la liberalización de las importaciones, caída de los precios y de crédito,

eliminación de los subsidios, etc., esta clase fue abatida por la política neoliberal.

No obstante todo lo apuntado anteriormente, fue la clase trabajadora en sus distintos

sectores, la que sin duda fue más golpeada por la política neoliberal representando un alto

costo social como punto crítico del modelo. En diferentes países la clase trabajadora vió

transformada su relación con el capital, su estructura interna y sus formas y condiciones de

trabajo. A inicios de la década de los 80, la clase trabajadora en numerosos países

presentaba como componente básico a los obreros y trabajadores asalariados en general en

las industrias básicas y pesada y el sector público, quienes tras años de luchas y conquistas

alcanzadas habían reivindicado su derecho a condiciones de trabajo dignas. Los

trabajadores habían logrado representar una significativa fuerza social acumulada y

organizada. Pero a finales de la década de los 90, como resultado de la ofensiva neoliberal,

esta clase se encontraba dividida y reducido su sector tradicional. Se convirtió en una clase

trabajadora sometida a condiciones de inseguridad económica y social, de precariedad

laboral, desarticulada y remunerada por debajo de su valor, sujeta a condiciones laborales y

formas de empleos inferiores, provocándose el crecimiento de un enorme ejército de

reserva en condiciones de acrecentada explotación de la misma. Las condiciones de estos

cambios, así como sus formas, son variadas de país a país, pero se pueden encontrar lo

mismo en el capitalismo avanzado que en la periferia subdesarrollada.

Esta reestructuración del “factor trabajo” va a constituir el centro del ajuste,

transformándose la participación del trabajo y del capital en los recursos productivos y en el

ingreso generado por ellos Veltmeyer y Petras ( 2000:383 ) señalan que el cambio se ha

materializado en:

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1. Un descenso en el valor real del salario, reflejándose en el salario mínimo legalmente

prescrito.

2. Sustitución del trabajo de jornada completa y bien remunerada en el sector industrial y

público por un trabajo en el sector de servicios, irregular, de jornada incompleta y mal

remunerado.

3. Crecimiento de la economía informal no regulada por el estado.

4. Un incremento del desempleo y del número de trabajadores sujetos a diversas formas de

inseguridad laboral y de subempleo.

5. Debilitamiento, desarticulación y hasta represión de la clase obrera y sus organizaciones,

lo que ha significado una afectación en su capacidad negociadora de contratos colectivos,

mantenimiento de su nivel salarial y de su capacidad para mejorar sus niveles de empleo.

6. Extensión y profundización de la pobreza.

Los resultados de los programas de reestructuración del FMI- Banco Mundial no son

automáticos, dependen de los enfrentamientos políticos nacionales entre grupos sociales

cuya resolución depende de la estructura política del estado y del equilibrio existente entre

las fuerzas políticas en el momento de la crisis. Es por esto que pese a los esfuerzos del

FMI-BM para imponer un paquete idéntico aplicable a todos los países, los resultados

variarán de un estado a otro.

A pesar de los deseos del FMI por declarar lo contrario, la mayoría de las investigaciones (

Veltmeyer y Petras,2000b:454 ), incluyendo algunas realizadas por el propio FMI,

demuestran la no correlación positiva entre los ajustes y el crecimiento económico. Lo que

si ha sido objeto de consenso es el establecimiento de un equilibrio macroeconómico,

particularmente en lo concerniente a la inflación galopante en América Latina. En lo

referido al crecimiento económico la cuestión no está tan clara, aunque los países de Asia

oriental crecieron de forma muy rápida, lo hicieron sin ajustes y políticas neoliberales

alguna, mientras que por el contrario, la mayoría constituida por países latinoamericanos y

del África subsahariana han padecido una reducción significativa de sus tasas de

crecimiento bajo los ajustes neoliberales.

La formación y camino hacia el poder y la riqueza de una clase se ha materializado en un

grupo de propietarios de los medios de producción globales y controladores de las

instituciones y las instancias del poder económico, lo que se ha conformado en paralelo con

la producción y expansión de la ideología neoliberal, diseñada para enmascarar los

beneficios que reporta el capital financiero el proceso global de ajuste y acumulación. Así,

la realidad es encubierta por la retórica que intenta desviar la atención de las normas que el

Banco Mundial y el FMI han conformado como medios para cumplir su agenda. Los

términos como “estabilizar”,” liberalizar”, y alentar reformas económicas institucionales,

constituyen el maquillaje utilizado para trasmitir una imagen económica neutral que

promueva emotivamente cierto interés por el bienestar social. Henry Veltmeyer y James

Page 64: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Petras ( 2000:386 ) ejemplifican esto cuando ponen como ejemplo el término “reforma”,

que significa “enmendar, remendar, mejorar por un cambio de forma o eliminación de

fallas o, cambiar de forma mejorada, finalizar un mal imponiendo un mejor método o curso

de acción”, que son cualidades deseables. Así también “liberalismo” implica bondad y

conveniencia del acto de liberarse de algo coercitivo: el mercado de la intervención estatal,

al empresario de la regulación del estado y de la burocracia, a la sociedad del control estatal

respecto de la distribución de los recursos. A su vez, “estabilización” evoca la imagen de

una meta deseable: alivio de una perturbación temporal dentro de un estado saludable y

normal de la economía, de las relaciones y asuntos políticos y sociales. El más cuestionable

de éstos términos es el de “ajuste estructural”, el cual implica un cúmulo de actividades y

de resultados deseados. Para vender este término se ha requerido de una rápida y extensa

campaña a través de los medios masivos de comunicación que se han constituido en soporte

de una potente propaganda que sugiere un deseable y necesario conjunto de cambios.

En realidad, la lógica del sistema requiere por tanto, centrarse en realidad en la” gestión” de

la crisis más que terminar con ella, algo que el sistema es incapaz de hacer. Las políticas de

ajuste neoliberales impuestas al tercer mundo y al anterior bloque de países socialistas

europeos, han sido proyectadas hacia la gestión de la crisis y no de su solución. Toda la

interpretación crítica acerca de los errores derivados de seguir el recetario neoliberal, no

toma en cuenta que no se trata de errores o aberraciones en continuar el enfoque ortodoxo.

El FMI no intentó prevenir el excesivo endeudamiento en los años setenta porque la deuda

era muy útil como instrumento para gestionar la crisis y la superabundancia de capital

desocupado producida. De ahí que la lógica del ajuste requiere la prevalencia de la libre

circulación de capitales, aún si esto provoca demandas de contracción debido a las

reducciones en salarios y gasto social, la liberalización de los precios y eliminación de los

subsidios, devaluaciones, etc.

Por otra parte, las altas tasas de interés tampoco constituyeron un error. Por el contrario, es

la forma más eficaz de garantizar un retorno aceptable para el capital flotante, considerando

la exigencia de garantías del capital respecto a los riesgos de cambios que implica el

sistema flexible establecido. Se trata de un conjunto coherente de políticas para gestionar la

crisis.

Concluye Amín que la culpa no corresponden ni al FMI ni al resto del sistema de Bretton

Woods. “Cuando el sistema entró en crisis, el sistema de Bretton Woods se colapsó. La

opción que se escogió para afrontar la nueva situación (monedas flotantes, altos tipos de

interés y liberalización de los flujos de capital) ha permitido, hasta el momento, una gestión

eficaz de la crisis, desde el punto de vista del capital. Al mismo tiempo, permite a Estados

Unidos prolongar su hegemonía, manteniendo el papel internacional del dólar a falta de una

alternativa, y de su déficit mediante préstamos forzados concedidos por sus socios. Dicha

acción está lejos de ser irracional, concuerda perfectamente con los intereses

estadounidenses al contribuir al costoso mantenimiento de la posición militar hegemónica

del país. Existe una notable analogía entre la situación actual y lo que sucedió cuando el

Reino Unido perdió su posición económica dominante. Inglaterra dejó de ser la potencia

industrial más eficiente hacia 1880, pero el patrón libra esterlina sobrevivió durante el largo

proceso de decadencia del país, es decir, hasta 1931” ( Amín, 1999:37 ).

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Es difícil coincidir con la valoración del ajuste en términos de su inutilidad o de que sus

nefastas consecuencias fueron indeseadas. Calificar a los años 80 como “una década

perdida” constituye una simplificación de la realidad, tal como suscribe Acosta ( 2000:309-

310 ), “la crisis, como sabemos, no afectó a todos por igual”, y continúa en tal sentido,”

este ajuste podrá ser considerado como éxitoso para quienes han resultado ganadores en

esta modalidad de acumulación que fomenta la exportación primaria o submanufacturera

para el mercado internacional, al tiempo que crea las condiciones para el parasitismo

especulativo y el consumismo. Basta mencionar a aquellos grupos financieros que, en estos

años de crecientes dificultades para la mayoría de la población, lograron ampliar sus niveles

de riqueza y por cierto su participación en la renta nacional, alcanzando simultáneamente

un mayor poder político. Concretamente se podría incluir a los exportadores tradicionales y

nuevos de productos primarios; a los importadores, beneficiarios de la apertura y aun a

aquellos industriales que vincularon sus empresas al comercio importador; a los banqueros

y financistas, beneficiarios de la liberalización financiera; a por supuesto, los especuladores

de bienes o papeles financieros (incluidos aquellos que negocian los pagarés de la deuda

externa). Aquí también aparecen los productores de bienes no transables (por ejemplo los

constructores para los sectores acomodados y sus actividades productivas) y aquellos que

participan de los excedentes generados por los anteriores, como pueden ser los tecnócratas,

los asesores, los empleados de las empresas suministradoras de servicios y naturalmente los

intermediarios del capital internacional”.

Tal como lo señala Gigliani (2005: 127-129), la característica destacable en la década de

los 90 y comienzos del siglo presente consiste en que los ajustes implementados por

algunos países latinoamericanos, Cardoso-Lula en Brasil, Duhalde-Kirchner en la

Argentina y Batlle-Vazquez en Uruguay, han reorganizado la economía de manera tal que

la transferencia del excedente a los países avanzados se realice sin inestabilidad financiera.

El salario real se ha convertido en la variable relevante para alcanzar las "metas" fiscales.

Estos gobiernos han logrado "lubricar" el ajuste con el objetivo de facilitar los pagos

externos y de manera paralela, crear a los capitalistas transnacionalizados locales

condiciones más favorables de rentabilidad, dada por la caída de salario real y por la

perspectiva de una reinserción en el sistema financiero mundial.

El ajuste ha diferenciado la balanza de capitales del sector público de la del privado. El

gobierno se convierte en deudor internacional y se compromete con el FMI y con los

acreedores privados, a cancelar los pagos con transferencia al exterior. Como resultado se

tiene una balanza de capitales negativa lo que ha obligado a generar superávits fiscales, lo

cual no ocurre con la balanza de capitales privada, porque el pago efectivo de la deuda

pública y el visto bueno del FMI crean condiciones para retorno de los fondos del exterior

en un contexto de liquidez en la economía mundial.

Este aspecto "positivo" del ajuste de Kirchner es destacado por los economistas ortodoxos.

Para los capitalistas, lo relevante es el monto neto de las transferencias ni en un retorno,

Tultitlán Mussolini en al exterior y ello se garantiza en la medida en que el gobierno

desarrolle políticas que aseguren que va a continuar pagando la deuda externa y que

permiten el retorno de los capitales al país. Esto hará que, a pesar de que el gobierno

continúa pagando, los capitalistas locales volverán a beneficiarse con un flujo positivo de

capitales del exterior.

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La exigencia de los acreedores internacionales y del FMI de que los países deudores

cancelen el capital y los intereses, sin recurrir a los mercados externos de crédito, determina

que la garantía del pago efectivo de la deuda dependa de la generación de un ahorro

interno. Este debe ser transferido, lo cual depende de una más efectiva explotación de la

fuerza de trabajo productiva. Es así como el logro y el mantenimiento de superávits fiscales

exige que el gobierno establezca políticas de distribución del ingreso en perjuicio de los

trabajadores asalariados y de que ajusten la oferta de dinero.

La política de austeridad buscan ajustar el peso de la deuda con relación a la acumulación

productiva del capital y garantizar los derechos de los acreedores, mediante el control de la

parte del gasto público que iría hacia los trabajadores. El "ajuste", como bien destaca

Gigliani, es algo más que un término técnico para describir el control de la deuda pública

significa una política de dinero duro, el reemplazo de la respuesta inflacionaria a cualquier

intento de lucha de la clase obrera, por una regla de austeridad estatal que acepte al

desempleo como una manera de contener la inflación. El ajuste significa la generación

permanente de superávits de balanza comercial a través del incremento de los ingresos de la

exportación. En definitiva implica una política de reemplazar los déficits por las finanzas

sólidas, conteniendo la inflación y tratando de establecer un vínculo entre la expansión de

la oferta monetaria y la actividad productiva.

El Consenso de Washington.

En 1990, John Williamson del Institute for Internacional Economics, confeccionó un

inventario que identificaba las principales reformas implementadas en América latina, al

cual denominó “Consenso de Washington”. En el mismo se aludía al papel de los Estados

Unidos y del FMI y el Banco Mundial, cuyas sedes centrales se encuentran precisamente en

la ciudad de Washington, en el diseño y lanzamiento de un proyecto con signo neoliberal,

no meramente económico, sino también político, a partir del papel de los aparatos del

estado, nacionales y multilaterales, que confluyen en un programa común consensuado.

Dicho “consenso” parte del diagnóstico que la causa más profunda de la inestabilidad y la

falta de crecimiento, así como del sobre- endeudamiento externo de la región están en la

estrategia de desarrollo a partir de la posguerra, la cual concedió un papel fundamental a la

industrialización sustitutiva de importaciones impulsada por el intervencionismo estatal

como motor del crecimiento. La causa de la crisis de la deuda externa radicaría en las

políticas económicas de los propios gobiernos latinoamericanos. Consecuentemente, las

propuestas del Consenso de Washington están dirigidas a transformar las características

estructurales e institucionales de la región, sustituyéndola por una basada en el mercado y

la apertura hacia el exterior ( Acosta,2000:308-309 ).

En la base del “consenso” se hallan determinados intereses identificados con las acciones

altamente concentradas del capital transnacional que actuaban a escala mundial. De ahí que

en correspondencia con el programa neoliberal, se centrara en la liberalización de los

mercados mundiales productivos, comerciales y financieros. El Consenso de Washington,

entre el FMI, el Banco Mundial y el Tesoro de los Estados Unidos, sobre la políticas

“correctas” para los países desarrollados, se basó en la sacralización de libre mercado según

Page 67: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

el credo neoliberal, promoviendo la austeridad fiscal, la privatización y la liberalización de

los mercados durante ( Stiglitz ,2002:81 ).

En enero de 1993, el Institute for Internacional Economics, reunió a un grupo de

especialistas en torno a un documento escrito por John Williamson en un seminario

internacional cuyo tema fue “The Political Economy of Policy Reform”. En el mismo,

ejecutivos del gobierno, de los bancos multilaterales y empresas privadas junto con algunos

académicos, discutieron con representantes de 11 países de Asia, África y América Latina,

lo que pudieran considerarse como las circunstancias más favorables y las reglas de acción

que podrían ayudar a obtener el apoyo político que posibilitara realizar exitosamente el

programa de estabilización de reforma económica que Williamson había denominado

“Consenso de Washington”.

Se trataba de un plan único de ajuste de las economías subdesarrolladas y de Europa

oriental aprobados por el FMI y por el BIRD en más de 60 países de todo el mundo,

conformandor de una estrategia de homogeneización de la políticas económicas

neoliberales. Se supone que fueran aplicadas en países con equipos de tecnócratas bien

estructurados, por los que Williamson los llamó “technopols”, que significa que son

economistas del capacitados en el perfecto manejo macroeconómico neoliberal para su

implementación política en sus respectivos países. La propuesta consistía en un programa

secuencial en tres etapas: la primera, referida a la estabilización macroeconómica,

priorizando un superávit fiscal primario que conllevaba la revisión de las relaciones fiscales

intergubernamentales y la reestructuración de los sistemas de seguridad social pública; la

segunda, contemplaba las reformas estructurales, o sea, la liberalización financiera y

comercial, la desregulación de los mercados y privatización de empresas estatales; y la

tercera etapa, que conllevaría al retorno de las inversiones y el crecimiento económico.

Las evaluaciones nada optimistas tanto del FMI como del BIRD en los años 90 destacaron

la importancia del " factor político " para el éxito del programa económico. Esta

preocupación de los gestores del Consenso de Washington es la que explica la realización

del seminario. Williamson, a partir del reconocimiento de los negativos efectos económicos

y sociales de las medidas de austeridad y liberalización y por tanto, el peligro de la

inestabilidad política a partir de dichas circunstancias, sugiere varias tácticas para lograr la

aceptación de los desastres sociales del programa neoliberal, como algo transitorio y

necesario en nombre de un bien mayor para el largo plazo. Se trataba en definitiva de la

formación de una coalición de poder suficientemente fuerte para asumir el control de

gobiernos sustentados por mayorías parlamentarias para darle " credibilidad " a los analistas

de riesgo de las grandes empresas de consultoría financiera, responsables en última

instancia, de la dirección en que se mueven los capitales " globalizados " ( Fiori, 1973:222-

223 ).

La nueva política social del neoliberalismo: el ajuste estructural con cara humana.

Ante la amenaza del crecimiento del desencanto social, y con la posibilidad de su

movilización en contra no sólo de la política neoliberal, sino del sistema capitalista que la

sustenta, comenzaron a producirse a finales de los años 80 expresiones de temor ante el

peligro de inestabilidad política de los regímenes neoliberales y el sistema subyacente. Esta

Page 68: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

preocupación ha provocado una reacción revaluadora por parte de las mismas instituciones

que han diseñado y expandido la implementación de estas políticas: el Banco Mundial junto

a otras instituciones financieras internacionales y regionales. Esta reacción dio como

resultado la elaboración de un nuevo paradigma de desarrollo y un modelo económico que

tuvo expresión más cabal en los informes a partir de 1991 sobre desarrollo mundial del

Banco Mundial y del BID ( World Bank, 1991 ). El nuevo modelo asumido contó con los

siguientes componentes básicos:

1. Énfasis en la participación de lo supuestos beneficiarios de la política y los proyectos de

desarrollo, particularmente los pobres y las mujeres.

2. La descentralización de la toma de decisiones, compartiendolas con las instituciones de

poder local, es decir, los gobiernos y las ONGs, con la implementación de los proyectos

requeridos.

3. Priorizar los problemas de la pobreza extrema, mitigándola mediante proyectos

financiados por un fondo especial de inversión social.

4. Políticas específicas con relación a la salud, la educación y el empleo y en ciertos casos

el fomento de microempresas, con el objetivo de incorporar a las mujeres al proceso de

desarrollo, asegurando su participación activa.

5. Reformas estructurales y una reorientación institucional capaz de favorecer una política

social nueva y un proceso de desarrollo social.

La incorporación de la mujer obedece a un razonamiento económico dada su posición

crítica en relación al proceso de producción y la reproducción. En cuanto a los pobres, sin

duda los más afectados por las políticas de ajuste, se evidenciaba la necesidad de aliviar sus

condiciones por razones declaradamente económicas y sociales, pero en realidad políticas.

A su vez él concepto de " participación " tiene que ver más que nada con la asociación con

organizaciones locales, o sea, gobiernos locales y ONGs que intermedian en las relaciones

con las organizaciones de la comunidad de base, para que puedan participar en los

programas y proyectos de gobierno.

La esencia del nuevo modelo es una política social neoliberal que logre dar una cara

humana, una dimensión social que sustituya la política social tradicional que formaba parte

del estado del bienestar. Esta nueva política social se basaba en una restricción de los gastos

del estado y una fuerte aportación de las instituciones financieras multilaterales enfocada

hacia las comunidades con las más altas tasas de marginalidad y pobreza. Las evaluaciones

realizadas de los programas basados en la nueva política social han demostrado que sólo en

el caso de Chile se logró un leve impacto positivo, pero en ningún otro caso. En Chile esta

política ha tenido poco impacto ante la magnitud de la pobreza, pero ha tenido un éxito en

el número de clasificados " en condiciones de extrema pobreza ", se considera no obstante,

que esta política no ataca el fondo del problema. Una parte del éxito está en la capacidad

del régimen de elevar el fondo de inversión social sobre la base de la modernización del

sistema de impuestos y el sistema de pensiones, mecanismos principales para la elevación

de la tasa de ahorro nacional en Chile, la más alta del continente. En otros casos, como el

Page 69: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

muy publicitado de México, la nueva política social no ha tenido ningún impacto social

positivo.

Como señalan Veltmeyer y Petras ( 2000: 459 ), el modelo de desarrollo que impone el

FMI, aparenta no sostenerse en el neoliberalismo, dado que su política no depende sólo de

la mano invisible del mercado, sino también de la visible del estado, y además, de la tercera

mano de la " solidaridad entre los ricos y los pobres ". En lo referido al mercado y al

estado, conciben sus roles en una forma más que dudosa, otorgando más importancia al

estado que la considerada dentro del modelo neoliberal ortodoxo. En esta nueva situación,

se forma una aproximación teórica y política a los postulados neoestructuralistas de la

Cepal, que en su formulación evidenciaba un interés por fomentar un diálogo y una

aproximación a los postulados neoliberales. El punto más crítico del nuevo modelo del "

liberalismo social " es el planteamiento de una relación de solidaridad entre los ricos,

beneficiarios sin lugar a dudas del proceso, y los pobres, las víctimas de sus costes.

Esta política del liberalismo social se basa en el " desarrollo humano " definido y medido

en base a un aumento de la capacidad de la sociedad en dar más oportunidades a sus

miembros y más libertad en la realización de su potencialidad. El concepto fue elaborado

por el PNUD como base de su informe anual desde 1990. Sus premisas se encuentran en el

pensamiento y proyecto de cambio social de los pensadores de la ilustración del siglo

XVIII: libertad del individuo como ser dotado de diversas potencialidades impedidas de

desarrollarse por las restricciones del estado y de la estructura de la sociedad; igualdad para

crear condiciones que fomentaran una comunidad de individuos libres y en condiciones

iguales; y la justicia social, muy ligada a la idea de la igualdad. Con vistas a darle

institucionalidad a este concepto y así crear las condiciones necesarias para realizarlo, las

instituciones financieras multilaterales, encabezada por el Banco Mundial y las agencias de

las Naciones Unidas, como el PNUD, han promovido no sólo una política nacional de

ajuste estructural sino una política de descentralización en la que su esencia radica en su

colaboración con instituciones locales como los gobiernos municipales y ONGs que sirven

de mediadoras entre los gobiernos centrales y las organizaciones de base en las

comunidades. Las ONGs en su papel de mediadoras, muchas veces han debilitado las

organizaciones de base en la comunidad que han tenido que recurrir a ellas para acceder a

los recursos del gobierno central.

Lo anterior constituye un área de debates teóricos y respuestas políticas puesto que se han

evidenciado contextos políticos nacionales en donde las ONGs han sido convertidas, en su

mayoría, en instrumentos de política del gobierno, agencias mediadoras que en la práctica

incidieron en la desmovilización del enfrentamiento anti-neoliberal.

Esta estrategia elaborada por los economistas del Banco Mundial y del PNUD conllevó a

no enfrentar el fenómeno de la pobreza de forma integral y profunda, sino focalizandola en

las comunidades de extrema marginalidad y necesidad, al mismo tiempo que indujo a la

privatización de los programas de bienestar social (seguridad social, salud y educación)

reduciendo los gastos sociales del estado.

La pobreza es percibida como un riesgo para la sustentabilidad política del programa

neoliberal que puede dar lugar según destaca Ezcurra ( 2000:202-206 ) a una erosión del

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consenso social mínimo necesario, una generalización de conflictos distributivos que

pueden llegar a la violencia y a la aparición de alternativas o " movimientos anti-reforma".

En definitiva, se percibe la persistencia de la agudización de riesgos para el mantenimiento

de la hegemonía del programa neoliberal-conservador. El Banco Mundial asumió el

liderazgo, publicando su famoso Informe sobre el Desarrollo Mundial en el que declara su

propósito de reducir la pobreza como la máxima prioridad de la política internacional y de

la gestión del propio banco. Tal jerarquización se extendió a la comunidad de donantes bajo

la influencia del Banco Mundial a partir de su poder financiero, su potencial analítico y su

capacidad de formulación y condicionamiento de políticas. Asi el Banco Interamericano de

Desarrollo ( BID ) bajo presiones de Estados Unidos y con la supervisión directa del Banco

Mundial, se convirtió en el principal órgano financiero o bilateral del área en lo referido a

la cantidad de fondos movilizados.

Se asiste de esta manera, a partir de la última década del pasado siglo, a la jerarquización de

la pobreza y del deterioro social en general. Adquieren importancia conceptos como

desarrollo humano y desarrollo social retomados a partir de ahora por la banca multilateral.

Sin embargo, lo relevante para la valoración de tal "renovación" en el pensum neoliberal es

determinar cómo se define el problema como tal, es decir, cuál es su diagnóstico causal y

que se propone para solucionarlo dentro de la agenda de políticas.

Así se implementa un régimen neoliberal de políticas sociales diseñado en su mayor parte

por el Banco Mundial con un patrón distributivo muy restringido cuyo principio directriz es

la fiscalización. Esta consiste en la selección y reducción de los destinatarios de las

prestaciones sociales que brindará el estado. Se produce una concentración de fondos en un

volumen menor de receptores lo que disminuye los costos fiscales, acotándose el gasto

público social. En definitiva aunque se recupera el gasto público como canal distributivo, se

busca refrenarlo y conducirlo a las franjas de pobreza extrema.

Es incuestionable que se ha producido una revisión de la visión en cuanto al papel de los

ajustes estructurales en el origen, o sea, como factor causal del acrecentamiento de la

pobreza en la América Latina. La institucionalidad financiera encabezada por el Banco

Mundial admite que los ajustes suelen provocar "efectos desfavorables" en los pobres, y en

general, en los trabajadores. No obstante, se enfatiza en el aseguramiento de que se trata de

resultados transitorios. Esto significa que en el mediano plazo las "reformas de mercado"

lograran disminuir la pobreza. De lo que se deduce como corolario en materia de políticas,

la ratificación de los aspectos fundamentales del programa, al cual se le añadirán ciertas

correcciones.

En tal sentido se asiste a una revalorización del papel del estado como la mayor

intervención pública con fines distributivos. No obstante, la misma se realiza en paralelo

con la generalización de criterios y mecanismos de mercado en el estado, incluso en

servicios públicos como la educación y la salud. Se trata de una intervención

mercantilizada, que en realidad da lugar a un pensamiento transaccional en donde continúa

predominando el dogmatismo neoliberal originario del mercado como óptimo social.

Page 71: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Lo que ha sido calificado como carácter transitorio carece de todo fundamento empírico. En

realidad, se trata de la ratificación de la tesis teórica que estructura el programa neoliberal:

el mercado como óptimo mecanismo de asignación de recursos y satisfacción de

necesidades. Por tanto, se evidencia la racionalidad dogmática que en definitiva, provoca el

acrecentamiento del deterioro social. La evolución de los principales indicadores sociales

en la región ha sido persistentemente negativa, sobre todo se muestra coincidente con el

período de implantación del programa neoliberal en sus distintas fases a partir de los años

ochenta.

La prolongación, nada cortoplacista ni transitoria, del retroceso social latinoamericano

permite sostener como hipótesis diagnóstica alternativa, fundada empíricamente y no en

ninguna tesis dogmática, que el retroceso social en América Latina constituye un impacto

negativo de largo plazo, no transitorio. Constituye por tanto, un efecto estructural inherente

al programa neoliberal. Por tanto, se precisa una reorientación o visión alternativa del

desarrollo que tenga un alcance que sobrepase los limitados presupuestos de

"humanización" del ajuste, así como la agregación de lo social al programa básico

neoliberal.

Paradójicamente, desde la década de los noventa, el mismo Banco Mundial y el BID, junto

al FMI, han ejercido continuamente presiones en favor de una desregulación del mercado

de trabajo a través de una reforma integral de la legislación laboral. El objetivo es una

flexibilización profunda ( Ezcurra, 2000:246-248 ):

A) En la contratación, con la ayuda del empleo temporario a través de la remoción de las

restricciones vigentes en los contratos por hora, a término, a prueba, etc.

B) En el régimen de despidos, especialmente mediante la ampliación del espectro de

despidos justificados y la rebaja de las indemnizaciones y los costos empresariales.

C) En los salarios, con el estímulo de remuneraciones individualizadas según los niveles de

productividad.

D) En los "costos no salariales" mediante la limitación de las contribuciones patronales a la

seguridad social como jubilación, salud, accidentes de trabajo, desempleo, etc.

E) En la jornada laboral, a través de la disminución o eliminación de los recargos por horas

extra, trabajó nocturno o días feriados.

La flexibilización del mercado laboral se convierte así en la vía básica para la creación de

empleo. Esto significa que se trata de legitimar esta ofensiva contra el trabajo en nombre de

beneficiar al mismo. Sin embargo, la flexibilización más que producir puestos de trabajo, lo

que hace efectivamente es disminuir el costo de la fuerza de trabajo, una idea fuerza del

neoliberalismo desde su origen. Por esto, se busca el acrecentamiento de la tasa de ganancia

del capital privado, otra idea-fuerza clave neoliberal. Se conforma así una política

proyectada a redimensionar la intervención del estado en la fijación del precio de la fuerza

de trabajo mediante el cuestionamiento y desmantelamiento a fondo de su protección.

Page 72: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Esta regresión de las conquistas del trabajo se materializa así en el declive del costo laboral

a través de la proliferación de la precariedad de la relación salarial, la cual será inestable,

con menor o nula protección social, bajas retribuciones y aumento de las cargas de trabajo.

Se intenta la eliminación de la estabilidad laboral mediante contratos temporales sin

ninguna seguridad social.

El programa neoliberal en definitiva fomenta el excedente de mano de obra junto a una

exclusión estructural que atenta contra todo crecimiento económico con mayor nivel de

ocupación. A través de la política de flexibilización se avanza hacia la restauración de una

lógica mercantil que cercena los resguardos jurídico del trabajo propio del estado del

bienestar. El resultado es la precarización de los trabajadores asalariados, proceso no

privativo de los países subdesarrollados, sino que se verifica también en el capitalismo

avanzado.

Page 73: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 3. El pensamiento político y social neoliberal.

El neoliberalismo constituye un proyecto, no la expresión necesaria de determinaciones

históricas inexorables ( Ezcurra, 2000: 201), su propagación mundial responde a la

dinámica de determinadas estructuras económicas y políticas. Éstas no son más que los

aparatos estatales de los países del capitalismo desarrollado, y en primer lugar, el de los

Estados Unidos, a través de la doble vía de su estrategia exterior y mediante las

instituciones económico-financieras internacionales. Estas últimas están constituidas

principalmente por las agencias de Bretton Woods, como son el Fondo Monetario

Internacional y el Banco Mundial. Ambos, organismos multilaterales en los que sus

miembros son estados con grandes diferenciaciones de sus capacidades resolutivas en

proporción al capital comprometido.

No se revela nada nuevo con la afirmación del rol decisivo en las definiciones de políticas y

la toma de decisiones que mantienen los estados centrales del capitalismo desarrollado, por

lo que se reafirma la crisis del redimensionamiento, y no la negación, del papel otorgado a

la intervención estatal dentro del proyecto político neoliberal.

Sin embargo, en el mundo subdesarrollado, y formando parte de él, en la América Latina,

se produce el condicionamiento de políticas mediante la acción del FMI y del Banco

Mundial, que apelan a la misma como instrumento para la efectiva formulación e

implantación del programa neoliberal. En el subcontinente se produce la injerencia

constante en las cuestiones internas de los países deudores. La agenda de políticas

pertenecientes a los distintos modelos domésticos de sociedad, no son el resultado de la

acción pública de los gobiernos ni de la presión social de los ciudadanos y partidos

políticos. La gobernabilidad queda limitada por el condicionamiento de políticas

importadas desde los centros del capital financiero internacional que venden una ideología

funcional a las élites que ejercen la hegemonía del capital sobre el trabajo.

La ideología del mercado.

El liberalismo no fue el método natural según el cual funcionarían los mercados, sino

precisamente, esa fue la tarea a realizar.

Una clarificación metodológica acerca de este problema se encuentra en "Sociedad civil y

hegemonía" de Jorge Luis Acanda (2002: 77-80). En su análisis acerca de la modernidad y

del capitalismo, Acanda retomando a Karl Polanyi y a Michael Mann, relaciona lo

económico con lo político a partir del surgimiento y desarrollo del mercado capitalista de

manera no espontánea ni natural, sino precisamente a partir del papel esencial desempeñado

por el estado, el cual mediante su intervención establece las condiciones necesarias para un

mercado nacional dentro del contexto histórico conformado por cambios económicos,

políticos y culturales propios del advenimiento del nuevo modo de producción capitalista.

Acanda recalca el proceso acerca de que la liberación del individuo y de la propiedad con

relación a toda determinación no económica expresa un proceso de artificialización de las

relaciones humanas, producida desde el poder y sus nuevas relaciones con el nuevo orden

capitalista. La aparición del capitalismo supuso la mercantilización de la fuerza de trabajo y

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la tierra, y esto se logra desde la esfera de lo político y del estado. La autonomización de lo

económico como resultado de acciones de carácter político despoja a la economía

capitalista de todo carácter natural y esclarece desde el punto de vista metodológico la

relación de las leyes de la economía capitalista a partir de su imposición y sentido político

como condición de su funcionamiento.

A partir de lo anterior, se comprende que la nueva propuesta neoliberal constituyó un

contraataque en toda la línea frente al avance de las políticas económicas neokeynesianas,

el "welfare state" y el repunte de la intervención del estado en la economía como expresión

de los requerimientos impuestos por las contradicciones del capitalismo. No se trataba,

como una apresurada crítica ha planteado, de una negación de la necesidad y puesta en

práctica de la intervención estatal en la economía, sino de reevaluar su grado, su "correcta"

dosificación de los problemas económicos del "que, cómo y para quien" producir ante la

concentración, centralización y distribución de la renta. Como lo expresa con claridad

García Menéndez (2000b: 35), la eficaz asignación de los recursos desde la óptica de la

economía positiva plantea la no viabilidad económica de la planificación junto al carácter

armonioso del mecanismo de precios en el mercado. Así, la eficacia en la asignación de los

recursos productivos y los servicios en el ámbito de la oferta se basa en la imposibilidad de

aumentar la producción de uno o más bienes a costa de la reducción de otro u otros. Por su

parte, desde la demanda, la eficacia en la asignación de bienes se dará cuando ya fijada

previamente el nivel de renta y riqueza de los demandantes, no se podrá aumentar la

posición de alguno de los mismos sino es empeorando la posición de algún otro. Oferentes

y demandantes se situarán en curvas de transformación y en cajas de Edgeworth, para

respectivamente, lograr combinaciones de asignación eficaz de recursos y de asignación

eficaz de bienes.

El "qué" producir lo determinará la demanda en el mercado, el "cómo" lo hará la

competencia estimulando a la producción y el progreso económico e imponiendo los

precios más próximos al coste marginal, el "para quien" será determinado por la

distribución de la renta y la riqueza, que para los neoliberales, es asumido como un dato

desigual e inequitativo.

La economía competitiva neoliberal parte de los precios de equilibrio impuestos por una

competencia que nada tiene de perfecta ni de neutral, puesto que ciertos agentes tienen

suficiente capacidad para moverlos en cierta dirección, y beneficiar a aquellos con más

poder. Se acepta el status quo de un inequitativo punto de partida, de una desigual

distribución de la renta y riqueza heredada históricamente.

La premisa de la armonía social en su forma actual refinada señala que cada individuo

recibe una dotación inicial de "factores", tierra, trabajo, etc, y los intercambia por otros de

manera que su utilidad se eleve al máximo. El sistema es estable y se reproduce a si mismo.

No hay conflicto, no hay clases sociales, no hay explotación, no hay imperialismo. Estos

son conceptos "cargados de ideología", difíciles de cuantificar para elaborar un análisis

exacto positivo. El imperialismo no puede ser estudiado, no es un término "científico" ni

puede "definirse operativamente". Las palabras abstractas carecen de sentido. Si no

sabemos que es el imperialismo. ¿Cómo podremos luchar contra el? La mano invisible ha

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vaciado el mercado. El mecanismo del intercambio se materializa en la ideología política de

la sociedad capitalista occidental.

Lechner (1982: 34) resume el fundamento liberal en tres puntos:

1. La autonomía individual: concibe la naturaleza humana como necesidades ilimitadas, por

lo que la libertad consiste en satisfacerlas acumulando riquezas sin restricciones. La

libertad es una libertad del individuo. Es una libertad negativa: la ausencia de coacción

externa.

2. El mercado como integración: la sociedad es el conjunto de intercambios. Es una

asociación entre propietarios privados donde el interés general es realizado por el mercado.

La "mano invisible" del mercado asegura que cada cual al perseguir su interés particular

contribuya sin proponérselo al bien común de todos.

3. La autoridad impersonal: si la libertad individual se realiza en la acumulación de riqueza

y si el mercado realiza la integración social de los individuos autónomos, el estado es sólo

un artificio contractual para garantizar la propiedad privada. Es necesario pues, una

autoridad que defienda el orden establecido.

Para el neoliberalismo el mercado es la autoridad social en última instancia, el mercado

controla socialmente a las masas restableciendo la responsabilidad individual, o sea,

diferenciando y atomizando la masa uniforme de los más débiles, a los que no hay que

facilitar la lucha por la vida mediante la previsión estatal. Las luchas de las masas han

obligado a una progresiva ampliación del ámbito político a través de una mayor

democratización que, según este discurso neoliberal, habría destruido las bases económicas

y los fundamentos morales de la libertad (burguesa). La democratización exige un

desarrollo de los servicios públicos de salud, vivienda, educación, seguridad social que

pueden ser financiados solamente "mediante una expropiación fiscal" de las clases

superiores.

La utopía liberal renace a raíz de los problemas que levantan los intentos de regular y

compensar las fallas mercado. El desarrollo capitalista está acompañado de una creciente

organización nacional-estatal de la estructura productiva (proteccionismo, legislación

social). Este proceso entra en crisis con la internacionalización del capital. Las dificultades

para compatibilizar las exigencias del orden político como pleno empleo, seguridad social,

redistribución de ingresos, con los requisitos del capital privado, como alta tasa de

acumulación y productividad, libre disposición sobre inversiones, baja carga tributaria, son

visualizadas cómo responsabilidad del estado. El neoliberalismo imputa los problemas

actuales más a una crisis del estado que a una crisis del capitalismo. Lechner precisa que a

tal percepción contribuye una izquierda que, por un lado, adoptó las políticas keynesianas

y, por otro lado, no reflexionó esa disposición política; es decir, una izquierda sin política

económica y sin teoría política. Es sobre éste trasfondo histórico que el anti-estatismo

neoliberal pudo ganar elecciones.

Se produce así una vuelta a ideas que retoman especial impulso a partir de los años 80 del

siglo pasado. Se propaga la reducción de la intervención estatal, profundizándose el proceso

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de privatización de la actividad económica bajo el supuesto de la ineficiencia intrínseca del

sector estatal, al que se recomienda limitar el gasto gubernamental. Se asume que el sector

privado puede destinar los ingresos a fines de mayor rentabilidad, por lo que deben

limitarse los impuestos. El mercado y sólo este es capaz de lograr la óptima asignación de

recursos mediante la desregulación de sectores económicos graves.

Borón (2003b: 47) concuerda con el desplazamiento del centro de gravedad de la relación

estado-mercado en dirección al segundo en el marco latinoamericano. Según el a la crisis

estructural del estado, dada su regresividad tributaria, la irracionalidad del gasto, la sangría

de la deuda externa y la hipertrofia burocrática, habría que añadirles el discurso ideológico

autoincriminatorio que caracteriza al estado con la ineficiencia, la corrupción y el

despilfarro, mientras que se sublima con la eficiencia, la probidad y la austeridad al capital

privado. "Estas imágenes dicotonómicas de "lo público" y lo "privado" no resisten el menor

análisis, aunque sea por el hecho elemental de que la otra carga de la corrupción y la

ineficiencia del "estatismo" es el empresario privado que corrompe al funcionario estatal"...

"toda la insensatez fue justificada por una ideología crudamente "privatista" que,

incentivada por los tecnócratas ligados a las instituciones financieras internacionales,

sostiene que todo lo que hace el estado es malo, ineficiente y corrupto; y que todo lo que

hace el sector privado es bueno, eficiente y virtuoso" ( Borón, 2003b: 48-51).

La estrategia de dominación de la burguesía, articulada en los diferentes países con las

fracciones hegemónicas del capital trasnacional, ha sido facilitada por el retroceso del

movimiento obrero en todo el mundo, lo cual ha precipitado la ofensiva sin precedentes que

a través de las desregulaciónes, liberalizaciones, aperturas indiscriminadas de los mercados,

y las privatizaciones mediante las cuales los capitalistas controlaron las empresas estatales

y los servicios públicos más rentables, han determinado la preponderancia del mercado y el

retroceso del estado.

Acanda (2002: 126-127) puntualiza la diferencia entre lo que constituye el discurso liberal,

lo que dice ser, y el orden social que representa, es decir, lo que es realmente. Se trata de

contrastar la interpretación liberal del estado con la esencia objetiva del estado liberal. La

declaración de la no intervención del estado en la economía se deduce del supuesto carácter

natural del orden económico capitalista. Pero, como ya se vio, el mercado capitalista surge

y se amplía con la intervención permanente del poder político. El verdadero objetivo del

liberalismo no es tanto que el estado no intervenga en la economía, como que se subordine

a la lógica del funcionamiento del mercado capitalista. Toda intervención del estado que

facilite los intereses de la burguesía será legítima, aún vulnerando los principios de la libre

oferta y la demanda.

Para imposibilitar todo tipo de medidas redistributivas, se trata de desmantelar los servicios

públicos de manera que queden en el vacío las demandas sociales. Hay que destruir el

"estatismo" para que las masas no puedan escapar a la disciplina del mercado. No sólo se

privatizan las empresas económicas en manos del estado. También se traspasan los

servicios públicos a la "iniciativa privada": la previsión social, los sistemas de salud,

educación y vivienda social tienen que autofinanciase o son entregados a capitales

privados. Privatizar significa que el principio de la responsabilidad colectiva es

reemplazado por el principio de la rentabilidad privada.

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Se requiere entonces un gobierno fuerte que imponga y haga respetar las leyes del mercado

y que se resista a las demandas populares, que no se deje doblegar por los intereses

organizados de los desposeídos. El autoritarismo político no es contrario al liberalismo

económico. Tal gobierno fuerte no interventor tendría además la ventaja de aparentar una

neutralidad social por encima de las clases, pues se asume que las leyes del mercado

evitarían tener que decidir entre intereses materiales contrapuestos. Sólo el mercado

nacional y mundial decide finalmente quiénes y cómo sobreviven. Sobreviven "los

mejores" y el mercado define "lo mejor". Se trata de una visión darwinista donde la

economía aparece como sistema preconstituido y natural dotado de un sentido intrínseco y

necesario en donde las formas de la producción material se reducirían a la aplicación

inevitable de un principio prefijado: el cálculo formal ( Lechner, 1980: 60-62).

Es por lo anterior que todos los pronunciamientos acerca de la sociedad se reducen a los

individuos privatizados que se buscan a sí mismos. No se reconoce la existencia de la clase

social, ni que los orígenes de clase pueden influir sobre el desarrollo de un individuo, ni que

los intereses de las distintas clases pueden ser contradictorios, quizás irreconciliables. Si

bien en la sociología y en la ciencia política académicas se volvió respetable desde hace

mucho tiempo el concepto de clase social, la economía convencional neoliberal aún se

aferra a la aberración epistemológica del Robinson Crusoe. Una concepción del consumidor

o productor soberano que guía la economía mientras eleva su satisfacción al máximo, no

tiene antecedente ni consecuente. Es un dato ¿humano? definitivamente aislado, en

equilibrio estable excepto por los golpes de las fuerzas violentas que lo desplazan de una

dirección a otra. Autoimpuesto en el espacio elemental, gira simétricamente sobre su propio

eje hasta que el paralelogramo de fuerzas le cae encima, y a partir de ése momento sigue la

línea de la resultante: cuando la fuerza del efecto se agota el hombre queda en reposo. No

se sugiere ni remotamente que la mediación social produzca necesidades y deseos, que el

consumidor sea posiblemente un producto en masa del sistema ( Hunt y Schwartz, 1977:

11-12).

La visión político-social neoliberal.

Friedrich August Von Hayek ha sido sin duda el autor mas destacado en la construcción de

la filosofía polìtica neoliberal. Hayek se apoya en las ideas de David Hume, quien en el

siglo XVII había desarrollado una crítica desde posiciones empiristas a la concepción del

“estado de naturaleza” de Hobbes y del “contrato social” de Locke, enfoques que se verán

mas adelante. Para Hume el verdadero origen del estado es la violencia, y el mantenimiento

del mismo se basa en buena medida en la costumbre creada y en los altos costes de la

desobediencia. En definitiva para Hume el estado existe porque es útil pues establece

ciertas reglas del juego que facilitan armonizar los diversos intereses.

El discurso de Hayek se fundamenta en la existencia de una supuesta selección evolutiva

que proporcionaría la comprensión de la formación de un orden en las relaciones humanas.

Para esto distingue entre taxis, orden creado, y cosmos, orden espontáneo. Este último es el

objetivo de su desarrollo teórico. Frente a la “fatal arrogancia” de los objetivos del

socialismo, que según el tratan de ordenar la sociedad como una organización (taxis),

Page 78: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

antepone la “evolución cultural” de las normas e instituciones que generan un “orden

espontáneo”, donde unicamente la libertad y el bienestar material pueden ser alcanzados.

Según Hayek la evolución cultural, que se diferencia de la evolución biológica

principalmente en que la primera se funda totalmente en la selección grupal, selecciona

grupos cuya eficacia constituye el criterio permanente de selección. Es decir, que la

evolución cultural favorecerá a aquellas agrupaciones humanas que se adaptan mejor al

entorno. Una de las características de esta evolución es la ausencia de un plan o dirección

consciente de cualquier tipo, solo existen ciertas reglas, entendidas como guías para la

acción exitosa.

Los argumentos utilizados por Hayek para defender la “sociedad libre” capitalista son

auténticamente darwinistas. Se defiende la libertad como instrumento para la multiplicación

de la especie, identificando el valor ético con el éxito evolutivo llegando a parecer que la

expansión de la especie humana es algo similar a un imperativo biológico. Se deben asumir

acriticamente y pasivamente las tradiciones heredadas – conservadurismo – si han

sobrevivido al tiempo y haber demostrado su adaptación al entorno. Solo los mejores

adaptados sobrevivirán y desplazaran al resto. Se trata de la justificación del capitalismo

desde una perspectiva evolucionista como fundamento de la filosofía neoliberal. Su rechazo

de la libertad desde bases iusnaturalistas hacen que la justifique desde una óptica

utilitarista: la ley que ha garantizado la libertad negativa ( no coacción estatal ) ha logrado

el “orden espontáneo” mas acabado, la civilización occidental capitalista.

Para conocer y valorar el contenido político-social neoliberal no se puede acudir solamente

al pensamiento de Hayek, a pesar de su enorme influencia fundante. No hay dudas de que el

rechazo de este a toda decisión colectiva sobre la reproducción material de la sociedad jugó

un papel ideológico de primer orden. Para el la acumulación y distribución de la riqueza

social habría de seguir un curso natural y espontáneo a través del mercado. Los postulados

de valores materiales como igualdad y justicia son condenados como discriminación, es

decir, como interferencia en el libre juego del mercado. Si la libertad individual es el único

principio moral, sólo el mercado asegura reglas de conducta justa.

Sin embargo para la América Latina en general no ha sido a través del austríaco Friedrich

A. Von Hayek, sino del estadounidense Milton Friedman de quien se ha recibido la más

contundente expresión del pensamiento político y social neoliberal. Para conocer la

propuesta friedmaniana al respecto hay que acudir a tres de sus obras principales:

"Capitalism and Freedom" de 1962, "Free to Choose" de 1979 y "The Tyranny of Status

Quo" de 1983. Estos libros contienen sus tesis fundamentales y la esencia de todo este

pensamiento. Principalmente la primera en el tiempo y la más importante en contenido,

pues en la misma se hayan las ideas básicas que posteriormente han significado

aportaciones para la elaboración de la visión total del proyecto político neoliberal.

Para Friedman, el desarrollo de todo estudio teórico está encaminado a la solución de

problemas reales. Toda política debe ser congruente con la resolución de un problema

básico de cuya solución va a depender el conjunto de medidas a tomar: la coordinación de

todos los individuos que buscan cada uno su fin propio.

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Para solucionar éste problema va a considerar dos premisas, que serán los parámetros para

juzgar los logros y dificultades del sistema de organización económico-político y social

propuesto, estas premisas son el individualismo y el imperativo de la libertad.

Estos supuestos son los cimientos sobre los que se construye todo el discurso de la política

económica, así como los criterios de valoración del modo de organizar la sociedad y sus

relaciones socioeconómicas. Así, la sociedad capitalista se representa como la organización

que posibilita al individuo el mayor campo de acción posible. De ahí que el papel del

estado se limite al establecimiento de ese campo de acción, la formulación y cumplimiento

de las reglas de funcionamiento y la defensa contra las amenazas exteriores e interiores.

Cuando Friedman se refiere al campo de acción, no hace más que asumir al mercado

capitalista, como se vio en el apartado anterior, en su forma más pura y ahistórica. El

mercado se basa en consecuencia, en dos presupuestos: la propiedad privada y la

cooperación voluntaria, que supone que toda transacción u operación comercial se va a

realizar sin coacción de ningún tipo, es decir, del modo más voluntario y libre posible.

Para entender la defensa de estas ideas hay que tomar en cuenta que Friedman se considera

a si mismo un liberal pero no del que venía desarrollándose en lo político en los Estados

Unidos y que expresaba la aceptación de la intervención del estado y cierta proyección

dirigida hacia una sociedad del bienestar más distributiva e igualitaria como respuesta del

sistema ante la presión de las masas trabajadoras, sobre todo a partir de la crisis de 1929.

Muy por el contrario, Friedman se identifica con el liberalismo que comenzó a gestarse a

fines del siglo XVIII y comienzos del XIX y que se concretó en el programa político del

partido británico de los "whig".

Los ideales de los "whig" ingleses cristalizaron en el movimiento liberal europeo en el que

se inspiraron los fundadores de los Estados Unidos para redactar su carta constitucional.

Los elementos centrales de la tradición intelectual del liberalismo se concretaron con el

gobierno de los "whig", un gobierno parlamentario con énfasis en la libertad de asociación

y la propiedad privada. La orientación que tiene esta doctrina es fundamentalmente política,

pero se extiende a diferentes aspectos del hombre y de la sociedad, porque el liberalismo no

se limita a ser un conjunto de proposiciones políticas, económicas, sino que asume una

concepción completa sobre el hombre, la sociedad, las relaciones económicas, sociales,

políticas, etc.

Dentro del liberalismo destaca como uno de sus elementos fundamentales el

individualismo, por el que se destaca la primacía de lo individual frente a lo social. En el

mismo se afirma que sólo los individuos tienen existencia real y sentido de sí mismos, por

tanto, todo constructo social o político tiene que tener como valor referente y significado al

individuo.

Esta concepción del individuo despliega dos proposiciones. La primera es que el

perfeccionamiento del hombre se concibe desde una perspectiva exclusivamente

individualista. El individuo agota la existencia real, por lo que no puede haber nada fuera

de él con valor en sí mismo. El conjunto de metas y fines que determinarán su vida, sus

valores, sólo pueden concebirse desde la propia individualidad y no tienen, por tanto, por

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qué coincidir con los demás. El bien común deja de tener consistencia propia, pasando a

formularse como la suma de los bienes individuales de los individuos que forman la

sociedad, a esta determinación individual de las metas se une la confianza en que el hombre

es capaz de estructurar su vida para alcanzarlas siempre que se le deje actuar. La mejor

política es la que se le deje hacer: la doctrina del laissez-faire. Por tanto, se postula la

defensa a ultranza de la libertad, que pasa a ser entendida como la ausencia de coacción

para obrar en todas las actividades del individuo.

La segunda proposición consiste en que las relaciones entre los hombres adquieren un

planteamiento individualista. Si no hay nada real fuera del individuo, la organización social

no se puede fundamentar desde la propia sociedad. La sociedad se concibe siempre referida

al interés individual. Si el interés se despliega en lo económico, la razón de ser de la

sociedad ser reduce a fomentar la eficacia económica como consecuencia de la división del

trabajo.

A pesar de la confianza que se tenía en el individuo, se admitía la existencia del gobierno

como aparato de coacción necesario para facilitar la protección de los derechos

individuales. Esta tesis, básica del liberalismo político se debe a Hobbes.

El fundamento de la sociedad es contractualista, se basa en el contrato entre las partes. Los

individuos como seres aislados radicalmente distintos en cuanto a lo fines, tienen todos los

mismos derechos ante la ley, la cual refrenda que mientras persigan sus objetivos

personales, cuya referencia es el propio sujeto, nadie puede entrometerse en sus planes.

Este es el fundamento de la pretendida neutralidad estatal, que formulada por Hobbes,

aprueba la legitimidad del gobierno para actuar en lo referente al orden público, pero sin

entrometerse en la autonomía del individuo. Si bien Hobbes formuló los principios básicos

del liberalismo va a ser Locke el que amplíe el contenido de los derechos del individuo,

incluyendo el derecho a la propiedad privada.

Por tanto, desde la perspectiva liberal, el individualismo fundamenta el carácter contractual

de la sociedad, la neutralidad del estado, la autonomía moral, la propiedad privada y la

doctrina económica del laissez-faire.

Sin embargo, para Friedman, en su evolución el liberalismo ha sufrido una adulteración por

el desarrollo del socialismo, lo que ha conllevado a que en el siglo XX se interprete al

liberalismo, al menos en los EE.UU., asociado al bienestar y a la igualdad y a favor de la

intervención estatal. Según Friedman la corriente liberal ha experimentado una evolución

que ha renegado del principio básico de la libertad del mercado por el logro en la actualidad

del bienestar de la mayoría. Según él, poco a poco se ha ido considerando este aumento del

bienestar no como un subproducto de la desaparición de las trabas, sino como un fin en sí

mismo y el liberalismo adulterado se fue concibiendo como la acción del estado que

equivocadamente conduce hacia ese bienestar de la mayoría.

Friedman se adscribe rotundamente a la concepción original en la que se prioriza la defensa

de la libertad individual frente al logro de un mayor bienestar social, para el esta es la

esencia del capitalismo, entendido como sistema de libre empresa y privada, que opera sin

compulsión alguna.

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Lo único que hay que lograr es la información necesaria para qué esta coordinación se haga

extensible a todos los individuos de la sociedad. Por tanto, la cuestión a resolver es la de

que cada individuo tenga acceso a la información pertinente y que la use eficazmente. El

mecanismo que posibilita que esta información sea asequible a todos es el sistema de

precios. Mediante los precios, los individuos, como agentes económicos, disponen de la

suficiente información para tomar decisiones racionales y optimizadoras. Según Friedman,

este es el mérito del sistema de precios destacado por primera vez por Adam Smith.

Para Smith el hombre nace con determinadas "motivaciones naturales", entre las cuales está

el egoísmo económico, el sentido de la propiedad y la necesidad de cambiar bienes entre sí.

La satisfacción del egoísmo, lejos de constituir un valor negativo, representa por el

contrario el logro del bienestar social, ya que para lograrlo había que satisfacer el egoísmo

de los demás. Existía por tanto una especie de "mano invisible" (el mercado), que sin que

nadie se lo propusiera lograba la armonía a nivel de toda la sociedad.

Así pues, lo único que según Friedman hay que lograr, es el flujo de la información

necesaria para qué esta coordinación o "mano invisible" se haga extensible a todos los

individuos de la sociedad. Por tanto, la cuestión a resolver es la de que cada individuo tenga

acceso a la información pertinente y que la use eficazmente. El mecanismo que posibilita

que esta información sea asequible a todos es el sistema de precios. Mediante los precios,

los individuos, como agentes económicos, disponen de la suficiente información para tomar

decisiones racionales y optimizadoras. Según Friedman, consecuentemente con Smith en su

referencia a la "mano invisible", esto es lo que posibilita la "libertad de elegir".

Para que esto sea posible, los precios han de cumplir tres funciones básicas:

1. Transmitir información. Esta función es el centro básico de la importancia de los precios,

ya que a través de éstos se tiene información sobre la oferta y la demanda de todos los

productos, de los gustos de los consumidores, de las disponibilidades de recursos, de todo

aquello relevante para la compra o venta de un bien.

2. Estimulación de la adopción de métodos de producción menos costosos que inducen a

emplear los recursos disponibles para los empleos mejor remunerados. Esto permite al

productor buscar la mejor combinación y distribución de sus recursos para obtener el

máximo de beneficio, teniendo en cuenta el precio máximo al que la gente está dispuesta a

comprar ese producto. Cuando ese precio sea igual al coste marginal de producir una nueva

unidad, se parará la producción.

3. Distribuir la renta, determinando quien obtiene las distintas cantidades de cada producto.

Para que los precios distribuyan la renta y está distribución incentive, es necesaria la

propiedad privada de los medios de producción, porque si el beneficio de esa operación no

va a repercutir en el dinero obtenido por los agentes económicos, su motivación para

amoldar el comportamiento según la información transmitida por los precios desaparece.

Al igual que en la relación democracia-capitalismo, Friedman no logra articular

coherentemente la relación libertad-igualdad porque no cuestiona el origen y la naturaleza

Page 82: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

de la propiedad, a la cual consideró un valor político supremo. El neoliberalismo asume la

evolución política del liberalismo clásico, que si bien por una parte, generalizó a través del

sufragio universal, una extensión cuantitativa del voto, por la otra conservó la calidad de

aquellos votos que representaban la propiedad y los intereses de los propietarios. El

liberalismo empezó como doctrina de emancipación de la clase media y se transformó

después de 1789 en un método de disciplina para la clase trabajadora. La libertad

contractual que buscaba emancipó a los propietarios de sus cadenas, pero en el logro de ésta

libertad, está contenida la esclavitud de quienes sólo podían vender su fuerza de trabajo.

Friedman considera válida la escuela neoliberal del "Public Choice" y su teoría de los

derechos de la propiedad, la que será objeto de análisis a continuación. La misma defiende

la existencia de un preciso derecho de propiedad sobre los objetos de transacción en el

mercado, lográndose la consecución de la libertad económica y política. Esto posibilita dos

cosas de suma importancia apologética: la primera, el carácter beneficioso de la propiedad

para la existencia de la libertad, y la segunda, la justificación del origen histórico de la

propiedad y del estado que tiene la obligación de protegerla.

De esta manera, el enfoque subsidiario del estado promueve el retorno a las restricciones de

las funciones del estado. Si a partir de la crisis de 1929-1933, el estado en la economía

occidental rebasó sus propios límites, esto no sucedió respondiendo a su carácter necesario

sostiene Friedman, sino a la incomprensión de la opinión pública y de los economistas

respecto a la verdadera realidad de la crisis (Friedman, 1980: 106). Es por esto que según

él, el retorno a la restricción del estado modelará el conjunto idóneo de funciones estatales

que no distorsionarán el mercado: mantener el orden y la ley, definir los derechos de

propiedad y las reglas de la economía, hacer cumplir los contratos, fomentar la competencia

y promover un adecuado sistema monetario (García Menéndez, 1989: 116).

La crítica sobre la trampa del status quo enfilada hacia la política social del estado refleja

en realidad el miedo a la pérdida del verdadero status quo de la clase burguesa ante la

amenaza de la incompatibilidad histórica entre democracia y capitalismo.

Así, para el neoliberalismo la democracia es un fin secundario y prescindible en cuanto el

estado garantice la libertad económica mediante otros mecanismos. Es la libertad

económica la que constituye un fin en sí mismo a la que debe someterse cualquier otra

meta, que deberá ser siempre una extensión de la primera.

La ofensiva ideológica que supuso la implementación del proyecto neoliberal representó

una reacción contra los principios de la soberanía popular y contra toda voluntad de

emancipación social. Ésta ofensiva vislumbró la vinculación de democracia y socialismo

como una amenaza a la "libertad burguesa contra la democracia roja". Pinochet,

inaugurando el 11 de marzo de 1981 su "período constitucional", relaciona a su manera,

pero correctamente, voluntad colectiva, reproducción material de la sociedad y una ética de

responsabilidad social, "¡el gobierno no acepta presiones de nadie! Los años de demagogia

favorecieron al estatismo socializante, cuyas concepciones doctrinarias provenían de una

profunda desconfianza frente al ejercicio práctico de la libertad personal y de la

consiguiente herencia en la supuesta necesidad de someter la acción económica y social de

los individuos a toda suerte de controles y regulaciones estatales que, lejos de disminuir,

Page 83: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

iban aumentando inexorable y desmesuradamente. Fueron ésas décadas de demagogia y

estatismo socialista lo que erosionó nuestra vida política, económica y social y preparó la

embestida del marxismo para intentar directamente transformar a Chile en un país

comunista" ( Lechner, 1982: 27).

El ataque contra la demagogia, el estatismo y el marxismo apunta a la política misma,

Lechner señala como el objetivo neoliberal, según el propio título de Hayek, es "la

contención del poder y el derrocamiento de la política". Es decir, contra la voluntad de los

hombres de decidir sobre sus condiciones materiales de vida y asumir la responsabilidad

por la vida de todos es combatida, al igual que la decisión colectiva y consciente sobre el

proceso reproducción material. De eso tratan la democracia y el socialismo. Hayek y sus

discípulos latinoamericanos, al contrario, abogan por la subordinación de todas las

relaciones sociales a las "leyes del mercado", universo totalitario al que nadie debiera

sustraerse.

En su trabajo "El proyecto neoconservador y la democracia", Norbert Lechner (1982)

presenta el discurso neoliberal a través de la valoración crítica de un texto de Arturo

Fontaine, ex director del periódico El Mercurio, real "intelectual orgánico" de la derecha

chilena, titulado " Mas allá del Leviatán", el cual muestra sin sofisticaciones los principios

político-ideológicos generales del proyecto neoliberal. En el mismo se postula el principio

de la libertad individual concebida como ausencia de coacción arbitraria ajena. Esta noción

de libertad negativa, como ya fue planteado anteriormente, sería sofocada por la

intervención estatal, de ahí que el mercado sería el medio adecuado para lograr la libertad

deseada. Para lograr el funcionamiento pleno del mercado hay que erradicar la "tentación

estatista" a través de la mercantilización de toda relación social.

La política queda reducida a una "autoridad vigorosa que crea el ordenamiento objetivo".

Se trata de una libertad económica privada que no habría que confundir con la participación

democrática en la elección del gobierno y en el control de la administración del país. Tal

libertad política sería secundaria. Como sostiene el maestro Hayek, "un pueblo libre no es

necesariamente un pueblo de hombres libres"... "la libertad, como espontaneidad y ausencia

de coacción, no significa, pues, ni poder ni riqueza ni bienestar de ausencia de mal o de

injusticia. Podemos ser libres y continuar siendo desgraciados. La libertad no impide

morirse de hambre ni incurrir en dolorosas equivocaciones ni correr riesgos mortales" (

Fontaine, 1980: 127).

Así, contra la responsabilidad social de una igualitarismo afeminado se proclama en tono

nietzcheano la grandeza patética del más fuerte: un orden macho. Muriéndose de hambre,

incurriendo en dolorosas equivocaciones, corriendo riesgos mortales se va forjando el

hombre libre. A través del dolor y la muerte el capitalismo occidental revitaliza su

superioridad, ya que el discurso neoliberal sostiene que el bien proviene del dolor, la vida

surge de la muerte. La democracia con sus consignas de justicia e igualdad promete la vida,

pero trae la muerte. Por lo tanto, habría que matar esas falsas promesas de vida. Es matando

que se vive: unos viven mediante la muerte de otros. Éste discurso condensa perfectamente

la quintaesencia del capitalismo.

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Como se puede apreciar, el individuo, configuró el a priori de la representación ideal de la

sociedad del liberalismo, lo cual le posibilitó la despersonalización del problema del poder

(Acanda, 2002: 102), la legitimidad del poder implicará su abstracción. Así se originó una

visión del estado y el poder que los representa desvinculados de todo nexo concreto con

intereses con grupos específicos, apareciendo sólo en función de la conservación del orden

social. Esto constituirá la nueva forma teórica de lo político para la construcción del estado

burgués reducido al mantenimiento del orden en general para el libre desarrollo del

individuo. Cómo puntualiza Acanda, orden e individuo son pensados en una relación de

reciprocidad resultado de la necesidad de la ideología liberal de una antropología de

carácter individualista y abstracta.

De ahí la conexión entre el proyecto político-social y sus presupuestos epistemológicos. El

primero encuentra sus fundamentos en los segundos. Estos últimos consisten en el

distanciamiento del pensamiento respecto del ser, la constitución del sujeto en una relación

de frontalidad con relación al objeto. El objeto comprendido no como expresión de un

sistema de relaciones sociales, sino como cosificación contrapuesta e independiente del

sujeto. Según Acanda esta concepción cosificada de la sociedad está condicionada por las

exigencias de la implantación y desarrollo del sistema capitalista. Éste requiere de la

liberación de la propiedad de toda vinculación personal, política y social. Hay que hacer de

la propiedad una cosa objeto de derecho, mercancía de libre circulación que establezca las

relaciones entre los hombres. Las relaciones humanas se transformarán en relaciones entre

cosas y entre sujetos abstractos de derechos. Esta visión es contentiva de una concepción

del objeto que conlleva necesariamente una interpretación abstracta del sujeto. El

individualismo abstracto conforma otro presupuesto epistemológico básico del liberalismo.

Lo anterior conforma una comprensión de la subjetividad como extrañamiento del sujeto

con relación al objeto a partir de una visión del individuo como ente libre y por encima de

todo condicionamiento material. Para Acanda (2002: 106) del individualismo abstracto y de

la visión cosificada de la sociedad se desprende otro presupuesto epistemológico del

liberalismo: pensar toda la experiencia social en términos duales. Sus conceptos se

constituyen en torno a parejas aparentemente antinómicas: individuo y estado, libertad y

autoridad, sujeto y objeto, etc. Para el funcionamiento del capitalismo se produce la

escisión del sujeto y del mundo en dos esferas pensadas como contrapuestas, la pública y la

privada, la economía y la política. De todas estas contraposiciones la más importante es la

separación del estado con respecto a la sociedad. La misma proporciona la clave del modo

liberal de entender no sólo lo político, sino la propia existencia de la sociedad.

La separación entre el estado y la sociedad identificaba al mercado como la entidad

socializadora por excelencia. El estado sería presentado como una instancia instrumental

garante del orden natural que legitima el desarrollo de las relaciones económicas

capitalistas. Además, el objetivo fundacional declarado del liberalismo, fue el

aseguramiento de la libertad del individuo en contra del despotismo y la arbitrariedad, de

ahí la idea del estado de derecho limitado, que no exceda su función de guardián del orden

capitalista establecido.

Pero al referirse a la libertad, se trata en realidad de la libertad del propietario,

produciéndose un desplazamiento de sentido que conserva una importante implicación

Page 85: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

conceptual con relación a la interpretación del individuo. Resultando que el individualismo

abstracto liberal se refiere a una interpretación del individuo como propietario. El individuo

es tal porque es propietario, posee la necesidad de poseer, su esencia se traduce en su

relación de posesión con los objetos. Reduce toda la variedad y complejidad de las

relaciones humanas a relaciones de posesión. Entonces, la libertad y la propiedad resultan

inseparables para el liberalismo. Sin propiedad no puede haber libertad. El hombre nace

con una serie de atributos o motivaciones que lo llevan al deseo de propiedad, y como

propietario, establece sus relaciones con otros propietarios. Se trata de una libertad natural.

La imagen idealizada del burgués se convierte en prototipo del individuo como realización

natural de su esencia como propietario. Y de ahí, que toda la actividad económica se

conciba entre productores-propietarios libres.

Siguiendo a Acanda (2002: 111-112), se trata de una interpretación especulativa del

hombre, de la propiedad y de la sociedad. Para explicar a cada uno de los tres y sus

interrelaciones, se acude a una visión ahistórica, y por tanto natural. El individuo, la

existencia de la propiedad privada, el ordenamiento político, la libertad, todos son

fenómenos naturales.

Según esta conceptualización el egoísmo económico del que hablaba Adam Smith es una

condición absoluta, no un producto histórico. También se lo identifica con el interés propio

y con la propiedad privada. El egoísmo, expresión de la propiedad privada se concibe como

una condición indispensable. De esta forma, se supone a la propiedad privada como

atributo esencial de la naturaleza humana. La idea de que el egoísmo del homo

oeconomicus es en última instancia el factor decisivo en las interacciones humanas en el

terreno de la economía es común al enfoque liberal.

Por su parte, Marx niega que el hombre sea en esencia un ser egoísta, porque no acepta que

la naturaleza humana sea fija. En su visión, el hombre no es por naturaleza egoísta ni

altruista. Su propia actividad lo hace lo que es en un momento dado. Toda manifestación

compleja de la vida humana se explica por referencia final a un principio dinámico, la

actividad misma. Esto se enfrenta con las concepciones liberales que trataban de d anuncian

educir las distintas características de la forma dada de la sociedad capitalista, incluyendo la

propiedad privada, a partir de una concepción estática supuesta de manera arbitraria de una

naturaleza humana fija. Según Marx, la propiedad privada y sus consecuencias humanas

deben explicarse históricamente, no suponerse ni deducirse a partir de un supuesto o

cualidad abstracta inherente al individuo singular. Sólo puede existir en las relaciones de

los individuos entre sí en correspondencia con un determinado condicionamiento histórico.

“Public Choice” y Estado Mínimo: Buchanan, Tullock y Nozick.

La visión político-social neoliberal tiene diversas fuentes y variantes. El origen de este

pensamiento es anterior a las ideas desarrolladas por Hume, en tanto estuvieron

estrechamente vinculadas a la evolución de las interpretaciones “contractualistas” del

estado. La racionalización de la sociedad facilitó el camino al desarrollo del capitalismo y

de su forma estado dentro de una visión naturalista de los fenómenos. Por tanto, el orden

social debía reconstruirse basándose en leyes naturales que serían extraídas del uso de la

razón. La interpretación científica de la sociedad debería de construir axiomas de

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comportamiento, para mediante un proceso lógico deductivo, reconstruir las instituciones

sociales.

Un lugar destacado de esta forma de proceder lo constituyó la explicación deductiva desde

sus propios axiomas o principios incontrovertibles en el ámbito de la reflexión filosófica y

política ofrecida por Thomas Hobbes en la mitad del siglo XVII. Hobbes parte de su

convicción de que dada la naturaleza humana, no existe ninguna seguridad de que las

personas se sometan a las leyes de la naturaleza, lo cual lo lleva a presentar al estado o

“Leviatán” como la institución necesaria para resolver el problema del orden social.

Hobbes parte de la existencia natural de impulsos hedonistas, subjetivos, en el individuo, o

sea, que el nexo causal de todo lo humano comienza en la definición del interés por parte de

los hombres por satisfacer su propia carga compulsiva, y por otra parte, de la configuración

de instrumentos para satisfacerlos a través del poder. Ambos elementos constituyen el

basamento de su construcción analítica del estado. Dado que los hombres siguen sus

“compulsiones naturales”, tenderían a su propia destrucción y sometimiento mutuo dentro

de un “estado de la naturaleza” que los enfrentaría a un estado de guerra permanente. Su

propia racionalidad les llevaría a comprender que cooperar (paz) les sería mas beneficioso

que competir (guerra). Por tanto, la razón sugiere normas de paz basándose en las cuales los

hombres pueden llegar a un acuerdo. Esta sería la base del contrato social o pacto que

crearía al estado político como institución de carácter irrevocable e incondicional, lo cual

conllevaría a la creación de un gobierno fuerte y estable que evite las guerras civiles y

garantice los derechos de propiedad y las libertades para la libre contratación. Su obra

ofrece una forma de absolutismo que se concilia con las aspiraciones de la nueva burguesía

pujante en la Inglaterra de su época.

En la actualidad, desde la perspectiva de la teoría neoclásica, las ideas contractualistas

hobbesianas constituyen una especie de teoría económica del estado, cuya idea central es

que el estado surge para resolver un problema de producción de la “ley y el orden”. Así, la

llamada Teoría de la Elección Pública (Public Choice) desarrollada básicamente por el

Premio Nobel James Buchanan y Gordon Tullock, ha constituido la corriente que dentro de

la economía convencional mas ha contribuido al estudio del estado. Se trata de una

derivación de la teoría económica neoclásica aplicada a la ciencia política. Al igual que la

teoría neoclásica, los postulados básicos de la conducta de la elección son los referidos al

hombre considerado como un ser egoísta, racional y maximizador de la utilidad.

Los postulados metodológicos básicos de esta escuela son por tanto el individualismo

metodológico y la conducta racional guiada por el propio interés subjetivo,

instrumentalizados dentro del enfoque macroeconómico de la teoría neoclásica y llevados a

un proceso de adopción al terreno de la política. Al igual que su precedente histórico

constituido por la interpretación contractualista hobbesiana, la teoría de Buchanan, recogida

en lo fundamental en su obra “The Limits of Liberty” (1975), concibe el pacto entre los

individuos como la solución óptima para poner fin al estado de naturaleza, el cual se

caracteriza por la inexistencia de vínculos jurídicos entre los componentes del grupo, por lo

que resulta una nueva presencia de vínculos jurídicos garantizados por la existencia de una

autoridad investida de la potestad de asegurar el cumplimiento y respeto a los términos del

contrato, incluso mediante el uso de la fuerza.

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Así, el contrato social constituye una ficción ahistórica con la que se pretende racionalizar

el debate sobre la necesidad y justificación del derecho burgués, pues en definitiva, será un

derecho que tratará de disminuir las externalidades negativas de las relaciones sociales a

través de los derechos de propiedad que emanarían de un simple “equilibrio natural”. El

estado se convierte en árbitro y juez por encima de las clases y su única función consiste en

que se cumplan los términos del contrato. En el fondo la construcción de la Public Choice

persigue la defensa del estado neoliberal como crítica de la “expansión desmedida”

emanada del estado de bienestar.

Si el pensamiento de Hobbes esta presente en la escuela del Public Choice de Buchanan y

Tullock, el de John Locke (1690) no tiene menos actualidad en el campo de la filosofía

política a través de la justificación del estado minímo y de la “mano invisible” del mercado

realizada por Robert Nozick.

Al contrario de Hobbes, John Locke tuvo una visión antropológica positiva: el ser humano

es naturalmente bueno, por lo que se pregunta por que existe el estado (gobierno civil), y

mas concretamente, en que circunstancias es legítimo que exista. Su respuesta es que debe

existir si es útil a los ciudadanos y protege los “derechos naturales” de los mismos. A partir

de un estado de naturaleza original en el que los hombres se encuentran en igualdad

“natural”, es necesario la existencia de leyes que guíen la convivencia, no deducidas de la

razón del autointerés como en Hobbes, sino de unas leyes morales dado que se trata de

seres humanos. La clave detrás de las mismas se encuentra en el derecho de propiedad,

considerado el derecho natural básico.

Locke plantea que la desigualdad es el producto de la mayor laboriosidad y juicio de los

que han acumulado, por lo que los hombres adquieren posesiones en proporciones

diferentes, así como también que el dinero da la oportunidad de seguir conservando dichas

posesiones y aumentarlas. El corolario queda claro: la propiedad no es amoral pues esta en

correspondencia con la ley natural. La productividad innata a los hombres a través de una

economía monetizada ha dado como resultado al capitalismo, con su inevitable y justificada

desigualdad. Esta última es el germen de la discordia por lo que se constituye la sociedad

política (el estado) para que proteja a la “propiedad”. Locke expresa la apología de la

legitimidad del nuevo orden capitalista y de los nuevos sujetos, la burguesía: el hombre es

libre para acumular y el gobierno esta para crear la seguridad para las actividades privadas

de cada uno.

La explicación de Locke es ahistórica. Se trata de un constructo o esquema lógico que le

sirve para reivindicar la libertad y la propiedad desigualmente repartida. No busca en la

historia la corroboración acerca de si la adquisición de la propiedad se ha ajustado a las

leyes de la naturaleza. Da por hecho que la propiedad se ha adquirido de manera legítima y

que el estado se creó para evitar la inseguridad. Marx en su capítulo XXV del primer tomo

de El Capital señala como “esta acumulación originaria viene a desempeñar en economía

política el mismo papel que desempeña en teología el pecado original (…) los orígenes de

la primitiva acumulación pretende explicarse relatándonos como una anécdota del pasado.

En tiempos muy remotos – se nos dice – había, de una parte, una minoría trabajadora,

inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra un tropel de descamisados, haraganes, que

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derrochaban cuanto tenían y mas (…) la historia del pecado original económico nos revela

por que hay gente que no necesita sudar para comer. No importa. Así se explica que

mientras los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por no tener nada que

vender mas que su pellejo. De este pecado original arranca la pobreza de la gran mayoría

(…) sabido es que en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, la

esclavización, el robo y el asesinato; la violencia, en una palabra”. Marx nos recuerda que

la esencia de este proceso estuvo marcada por la separación violenta de los medios de

producción de los productores directos. Que son creadas determinadas circunstancias

concretas para la polarización del mercado a partir de la existencia, por un lado, de los

propietarios de los medios de producción y dinero, y por el otro, de los propietarios “libres”

de fuerza de trabajo, como condiciones fundamentales de la producción capitalista.

La liberación del individuo y la propiedad con respecto a toda determinación política es

expresión de un proceso de artificialización de las relaciones humanas, que poco tiene que

ver con un proceso natural y espontáneo, sino que fue el producto histórico de decisiones y

voluntades provenientes desde el poder que finalizó con la mercantilización de la vida y la

naturaleza. Esto fue posible desde la esfera de lo político y del estado. La autonomización

de lo económico proviene del poder político, se trata de un proceso de gran artificialidad

(no natural) y de sentido político (Acanda, 2002).

El pensamiento de Locke esta presente en la justificación del estado minímo realizada en la

actualidad por Robert Nozick en su libro “Anarchy, State and Utopia”, donde realiza una

exploración filosófica sobre los derechos individuales y el estado con evidentes ecos

lockianos. La definición del espacio que dejan al estado los derechos individuales

inalienables es su gran objetivo declarado, intentando justificar la legitimidad de un estado

mínimo (minimal state), limitado a las funciones de protección civil y la ejecutoriedad de

los contratos. Nozick descalifica como ilegítimo todo estado que exceda estas funciones

minímas, negando toda justificación a la justicia distributiva que exigiría aumentar la

acción estatal. Frente a esto, desarrolla su “Entitlement Theory” o teoría de los derechos

adquiridos por justo título que enfrentará a la teoría marxista de la explotación por el

capital. Para esto Nozick recurre a la ficción del estado de naturaleza de Locke, el que

contiene la existencia de unos derechos naturales (vida, libertad, posesiones) anteriores a la

sociedad civil e inmanentes a la naturaleza humana, llegando a la conclusión que la “mano

invisible” del mercado conlleva a crear el estado minímo.

Neoconservadurismo.

Si bien el llamado neoliberalismo de mercado de Hayek y Friedman, desde el punto de vista

de su filosofía política afirma que se dirige hacia el logro de la libertad del individuo frente

a las decisiones colectivas en el marco del mercado capitalista, habría que considerar

además, tal como ya fue planteado anteriormente, el papel jugado por el

neoconservadurismo en cuanto a su enfoque de los aspectos culturales, morales y

religiosos.

Efectivamente, se trata de una corriente enfocada sobre todo a los aspectos morales y

culturales en la crítica al Welfare State de la segunda posguerra. A pesar de que incluye

autores que en si mismos constituyen un universo de análisis particular, es posible

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encontrar postulados o axiomas básicos generales que permitan referirse a un grupo de

intelectuales norteamericanos que provienen en su mayoría del seno del propio movimiento

intelectual liberal (en el sentido estadounidense) bajo el rótulo de “neoconservadores”.

Dentro de este se suelen ubicar a autores como Nisbet, Bell, Kristol, Clazer, Lipset,

Kirkpatrick, Podhoretz, Wilson y Banfield entre otros.

Antes de producirse su arrepentimiento desde posiciones de centro izquierda hacia el

neoconservadurismo, algunos de estos autores, fundamentalmente Daniel Bell y Lipset,

compartían a inicios de los años sesenta la teoría del fin de las ideologías. El discurso

básico de la misma consistía en que las propuestas y los ideales con pretensiones

universalistas se habían diluido en la evolución pragmática de las sociedades. Plantean que

para el mundo occidental, principalmente en los Estados Unidos, para el final de la década

de los años cincuenta se viene dando un proceso de desilusión ideológica, de reducción de

las tensiones por la disminución de la fuerza de los conflictos ideológicos. Se critica la

interpretación materialista de la historia, a la que se le contrapone una teoría funcionalista

de la sociedad industrial, de acuerdo a la cual toda sociedad avanzada funciona bajo los

imperativos de la tecnología y la economía. Se postula la caducidad de las grandes teorías

emancipatorias y el agotamiento de las energías utópicas. Según sus análisis, los crecientes

niveles de producción alcanzados con la recuperación económica de la posguerra, habían

suavizado la desigualdad económica pues fue aprovechada para una intervención social del

estado en una acción que trató eficazmente de eliminar la miseria social. Las tensiones

sociales y los conflictos ideológicos estarían siendo sustituidos por la resolución técnica de

los problemas económicos y sociales. Por tanto, el consenso democrático, posible en la

sociedad de la abundancia, había sustituido el vigor ideológico.

Sin embargo la complacencia y la confianza en el modelo del estado benefactor, pronto fue

sustituido con su rechazo mas abierto. Este repliegue conservador encuentra sus causas en

los problemas económicos, los conflictos sociales y los cambios culturales que se

desarrollaron a finales de los años sesenta y principios de los setenta. Ante el agotamiento y

las insuficiencias reguladoras de la macroeconomía neokeynesiana para enfrentar los

compromisos sociales, se desarrolló un enfoque conservador dirigido hacia la

transformación cultural de los años sesenta. El ataque neoconservador se concentró en la

crítica del hedonismo como ideología social.

Ante la efervescencia ideológica de esos años, se reaccionó con la renuncia de las antiguas

posiciones socialdemócratas. Sus ideas estaban dirigidas a neutralizar las fuerzas

contestatarias de sectores de la sociedad norteamericana. En consecuencia, se culpa al

“Welfare State” de la crisis existente, al posibilitar la extensión de las demandas sociales,

dificultando la legitimación del estado y del sistema capitalista. Se trata entonces de

recuperar esta legitimación del sistema, o sea, había que desplegar una contraofensiva en

defensa del capitalismo, cuestionando el carácter de su estructuración social del estado y

reconstituyendo su legitimidad a través del reforzamiento de su estructura institucional y

valorativa. Lo anterior se haría a través del rescate de los valores tradicionales del sistema

puritano: responsabilidad, frugalidad, laboriosidad, etc.

Su crítica hacia la ingobernabilidad del sistema se compone de tres líneas básicas: en

primer lugar, la impotencia del estado para responder a la multiplicidad y tipo de

Page 90: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

expectativas generadas en la ciudadanía por el proteccionismo del estado benefactor. En

segundo lugar, la crisis de la autoridad del estado debido a esa insatisfacción de la demanda

social, se produce una pérdida de la capacidad de dirección de las instituciones del estado.

Por último, existencia de una crisis moral y espiritual ante la desaparición de los valores de

fundamentación y disciplinarios que antes lograban el consenso de la hegemonía capitalista.

La acción intervencionista y protectora del estado benefactor había llegado a niveles

insustentables. Se había llegado así a un sistema económico estatal macrocéfalo, con

agentes e instituciones agigantados e inoperantes. El estado de las finanzas públicas

mostraba un desequilibrio en los gastos con relación a los ingresos. El aumento del sector

público se interpretaba como realizado a costa de la reducción de la capacidad inversora

privada. Los costos del agigantado estado social habían provocado la debilidad de la

capacidad inversionista, el estancamiento económico y el desempleo (Bell, 1976;Kristol,

1972).

Para los neoconservadores, el problema de la ingobernabilidad radica en la pérdida relativa

de la capacidad de dirección por parte del estado. Según Daniel Bell (1976: 220-224) se ha

producido el acrecentamiento de un conjunto mas amplio de derechos – políticos, civiles y

sociales, que rebasan la antigua demanda de igualdad económica, y antes los cuales, la

crisis financiera y la irresponsabilidad política del estado benefactor no puede satisfacer.

Ante esta incapacidad e irresponsabilidad del sistema político, se profundiza la

desconfianza en el mecanismo de la representatividad política, del que depende la

legitimidad estatal.

Las causas de la crisis y la decadencia económica no puede reducirse según los

neoconservadores, a factores estrictamente económicos. En el substrato cultural es donde

habría que encontrar las razones de la situación creada. Es en las transformaciones

culturales de los años sesenta donde radican las causas que han generado la crisis

economico-social a partir de los años setenta hasta la actualidad. Según este diagnóstico, se

ha producido la pérdida de los valores tradicionales que han servido de sustento al

desarrollo capitalista y al sistema democrático. Para Irving Kristol (1972) se ha producido

una expansión de un hedonismo irrestricto que ha contaminado la estructura social. Se ha

reblandecido la moral protestante de la gratificación postergada frente a una

autosatisfacción ilimitada. El estado benefactor ha agrandado la crisis de valores al debilitar

la disciplina social al propiciar un irresponsable aumento de la demanda. El proteccionismo

habría debilitado la familia y las instituciones religiosas, las cuales se han visto sustituidas

por la búsqueda de un mayor consumo público y privado.

Se señala que la decadencia moral tiene su base original en los intelectuales. Son estos los

culpables de que se produzca un antagonismo radical en la cultura con respecto a los

valores de la civilización (capitalista) que la sustenta. Cuanto mas cultivada es una persona,

mas descontenta se encuentra no solo ante la realidad, sino en relación con su idealidad. Se

trata de la expansión del espíritu anti-burgués que comenzó con el Romanticismo del siglo

XIX entre los artistas e intelectuales, y sus planteamientos contra las convenciones de la

sociedad burguesa. Al vincularse estas ideas con la política, terminan en la subversión del

“stablishment”. El problema no esta en lo que piensan en si los intelectuales, sino la

influencia que han adquirido en el estado de bienestar. Piensan que con el trasfondo de la

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utopía socialista han atraído a la juventud y a grandes sectores generando indisciplina y

actitudes improductivas.

Daniel Bell no comparte la idea simplista de ver la causalidad de la crisis a partir de la

cultura y su efecto en la gobernabilidad del sistema. El problema radica según el en la

propia dinámica del desarrollo del sistema capitalista. En “The Cultural Contradictions of

Capitalism” (1976) señala que el propio desarrollo capitalista ha socavado los propios

valores, que según el, sustentan al mismo. Si en un principio las restricciones puritanas y la

ética protestante habían servido de frenos para limitar la acumulación suntuaria ( pero no la

acumulación de capital, eje del sistema), al ser apartada la ética protestante, solo quedó el

hedonismo cultural, la idea del placer como modo de vida y justificación cultural, o moral,

del capitalismo. Y esto ha conllevado a la demanda creciente de consumo y a su

desplazamiento al ámbito de la política, pensionando la relación entre deseos y recursos. La

tendencia será hacia un agigantamiento burocrático ineficaz, verdadero Leviatán

cuestionado por los subsidios y reclamaciones de la sociedad.

La ”terapia” que habría que aplicar para solucionar el problema de la ingobernabilidad se

resume en tres componentes: primero, disminución de la sobrecarga del sistema; segundo,

la atemperización del nivel democrático de legitimación y de la práctica de los principios

democráticos; y tercero, la reactivación de los factores disciplinarios como amortiguadores

tradicionales del conflicto social. Se trata de aliviar al gobierno de las demandas privadas,

reencontrándose con los postulados neoliberales. Se receta el “laissez-faire” y la

privatización de las empresas estatales y la desreglamentación del mercado laboral, el

recorte de las prestaciones sociales y la cobertura del estado benefactor contra el

desempleo, asi como la privatización de los servicios públicos. La libre competencia y el

mercado constituirían el mecanismo de crecimiento económico y propiciarían

paralelamente la contracción del poder de un estado agigantado a costa del sector privado.

Todas las reclamaciones de la sociedad se desviarían del estado hacia el terreno del

mercado. Se produciría la “despolitización” de las demandas sociales. El mercado

dispersaría la responsabilidad, cuando se produce una decisión a través de las múltiples

elecciones de millones de consumidores individuales, ninguna persona o grupo puede ser

acusado por esas decisiones, mientras que las decisiones públicas si son visibles y se sabe a

quien acusar.

El Neoconservadurismo apela a la regeneración moral frente a la ingobernabilidad del

sistema. Habría que recuperar el “espíritu del capitalismo”. Unir el interés propio con una

base moral trascendente, restableciendo la legitimidad cultural del capitalismo basándose

en las concepciones religiosas judeo-cristianas. Para unir la posible contradicción entre la

búsqueda del enriquecimiento con la solidaridad cristiana se apela a la “mano invisible” de

Smith. El capitalismo sería entonces un sistema que extrae de sus tendencias pecaminosas

el mayor bien posible. Se trata de un sistema diseñado para pecadores, en la esperanza de

lograr el máximo grado del bien moral que los individuos son capaces de generar.

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Capítulo 4. El enfoque metodológico.

Positivismo y el giro empiricista de la macroeconomía.

Desde el punto de vista de la crítica a la filosofía de la ciencia convencional (Castaño,

2002: 52-54), la definición de líneas de demarcación epistemológicas dentro de la tradición

positivista que distinguieran con precisión entre ciencia y pseudociencia o metafísica tiene

un sentido ideológico no explicitado abiertamente. A partir de la construcción de un modelo

de ciencia unitario, abstracto y fetichizado, con una sola racionalidad, una sola ciencia, y

separado de las condiciones históricas de su producción, se podría demarcar los

científicamente auténtico de lo inauténtico. La unidad positivista de la ciencia divide y

excluye toda ciencia que represente un cuestionamiento a las fuerzas hegemónicas que

legitiman el orden establecido. De ahí el aliento de una formación y práctica profesional

instrumentalizada y tecnocrática que aparenta ser parte de un proceso institucionalizado

neutro. La ciencia no sólo sería el medio para hacer predicciones sino también el

instrumento de su autolegitimación. Mientras mayor fuera el rigor epistemológico, mayor

sería el rigor de un ejercicio profesional reducido a la recogida y procesamiento de datos,

verificación fenoménica de las hipótesis y proyección instrumental de sus resultados

predictivos.

Esta racionalidad instrumental "éticamente neutral" derivada del concepto "legítimo" de

ciencia, se limitó a desarrollar habilidades que ajustaran medios a fines dentro de una

valoración técnica de la eficiencia optimizadora. Dicha concepción creó las bases para una

ideología de carácter tecnoburocrático que defendía una gestión social aplicada por

expertos y técnicos que utilizarían una formalización matemática aplicada a la

administración de la sociedad segmentada en disciplinas independientes, cual objetos

parciales marginados de su contexto sociohistórico. De ahí la eliminación de todo el

cuestionamiento reflexivo y crítico desarrollado. El sistema capitalista sólo debe ser

concebido científicamente para una manipulación instrumental de control y explotación

eficiente de sus recursos humanos y naturales. La aplicación técnica derivada de lo teórico,

marginaba toda conceptualización crítica de sus propias teorizaciones.

Cuando se logra interpretar la realidad más allá de los hechos de la empiria, se posibilita el

estudio concreto del concepto de "hecho" considerando el fundamento social que le da

origen. Es cierto que el avance del pensamiento alrededor de los hechos a partir de la

realidad dada ha permitido el sometimiento de la naturaleza al hombre, pero también el

ocultamiento de su carácter histórico y social, de su naturaleza esencial.

Lukács (1982: 207), ve en los hechos la tendencia inmovilista y estática del pensamiento

cosificado. Para él, la esencia de la evolución capitalista, hecha extraña al hombre,

inmovilizada y reducida a cosa impenetrable, se cristaliza en el hecho bajo una forma que

hace de esa inmovilidad y esa enajenación el fundamento más evidente de la aprehensión

del mundo.

"Frente a la inmovilidad de esos "hechos", todo movimiento aparece como un simple

movimiento en su nivel, toda tendencia a modificarlos como un principio solamente

subjetivo (deseos, juicios de valor, deber ser, etc.). Cuando esta prioridad metodológica de

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los "hechos" ha sido quebrantada, cuando el carácter de procesos de todo fenómeno ha sido

reconocido, se puede al fin comprender que lo que se suelen llamar "hechos" consisten mas

bien en procesos. Se puede comprender entonces que los hechos no son justamente otra

cosa que partes, momentos, del proceso de conjunto, separados, artificialmente aislados e

inmovilizados. Al mismo tiempo se comprende también porque el proceso de conjunto, en

el cual la esencia del proceso se afirma sin falsificación y cuya esencia no es oscurecida por

ninguna inmovilidad, representa con relación a los hechos, la realidad superior y auténtica.

Y se comprende al mismo tiempo porque el pensamiento burgués cosificado debía

necesariamente que hacer de esos "hechos" su máximo fetiche teórico y práctico. Esta

facticidad petrificada, donde todo se inmoviliza en "magnitud fija", donde la realidad del

momento está presente en una inmutabilidad total y absurda, hace toda comprensión, aún

de esta realidad inmediata, metodológicamente imposible" (Lukács, 1982: 207-208).

La realidad captada no será más que la ilusión objetiva, la apariencia empírica del mundo

de la superficie bajo el prisma de la falsa armonía social y de la ilusoria coherencia del

aparato de dominación capitalista, el cual al sistema social existente, sólo le entrega sus

instrumentos epistemológicos de ajuste. Al limitarse a la ilusión objetiva, avala el sistema.

La simple descripción de la realidad fortalecerá el conocimiento de la realidad dominante y

se perpetuará su legitimidad. La simple descripción de los hechos significa prescribir el

comportamiento que predica el sistema.

Como ha sido analizado previamente (Castaño, 2002: 211-217), a partir de la obra de

Keynes se constituye un marco para la elaboración de una teoría explicativa del

funcionamiento de los conjuntos económicos complejos. Se logra una nueva percepción

sobre la actividad económica como sistema global. Éste marco se constituye como marco

macroeconómico, en cuyo desarrollo influyeron los cambios profundos que sufre la

metodología de la disciplina y su asimilación generalizada por los economistas formados en

su gran mayoría, por la ortodoxia neoclásica.

Es por lo anterior que la principal preocupación de los macroeconomistas es la regulación

de la actividad económica, aspirándose a corregir la evolución espontánea del sistema

económico, cuando éste conlleva resultados insatisfactorios. Está claro que en el

capitalismo el estado nunca ha estado de espaldas a la esfera económica. Lo que va

cambiando son las formas, modos, fines, principios y reglas de esta intervención, así como

la retórica que la envuelve para legitimarla (Barceló, 1998: 215).

Se acortó así la distancia entre el "stablishment" académico y el mundo de los negocios y

de la gestión política de gobierno, lo que significó una mayor reconocimiento del interés

práctico de sus aportes y en la creación y ampliación de servicios de estudios económicos

en diversas instituciones. El crecimiento de una tecnocracia, que de manera simultánea

desarrolló trabajos académicos y el asesoramiento y la consultoría pública o privada,

produjo un cambio en las elaboraciones teóricas hacia un mayor pragmatismo.

Del anterior interés en deducir y formalizar las supuestas leyes universales de la

racionalidad económica, tan significativas para la teoría neoclásica, se pasó al estudio del

comportamiento de ciertos agregados en busca de su predicción y manejo. Se sustituyó el

método analítico deductivo desarrollado por los marginalistas por un empirismo más

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práctico. Así, el mismo uso de las matemáticas sufrió un cambio de enfoque, desde las

formalizaciones abstractas que pretendían explicar el equilibrio general walrasiano, se pasó

hacia la producción de modelos macroeconómicos diseñados para hacerlos cuantificables y

predictivos. De la aspiración inicial por explicar de los primeros autores neoclásicos, se

pasó a la más simple y práctica de predecir.

Se abandonaron las preocupaciones originarias neoclásicas de construir una ciencia logico-

deductible a partir de unos axiomas que definían lo económico y los supuestos del

comportamiento en el "homo oeconomicus". Lo que en lo adelante importaría para buscar

una teoría serían sus resultados empíricamente observables y no sus supuestos. Éste nuevo

enfoque tuvo en Milton Friedman su principal portavoz. Friedman invirtió la justificación

de la validez de los resultados en independencia del grado de evidencia y aceptación de los

supuestos que permitirán acceder a aquellos por vía de la lógica, planteando por el

contrario, que debería ser sólo la eficacia alcanzada en la predicción la que justificara el uso

de los medios empleados. Lo único que importaba era si las teorías formuladas ofrecían o

no predicciónes aceptables.

Bajo la influencia positivista, la macroeconomía distinguiría entre proposiciones positivas y

proposiciones normativas. Los términos mismos no están libres de ambigüedad.

"Normativo" se entiende frecuentemente en sentido amplio, incluyendo cualquier

aplicación del conocimiento económico positivo para llegar a decisiones políticas. Cuando

se traspasa la investigación positiva, llegándose a la conclusión de que se debe hacer tal y

tal cosa, el trabajo tiene entonces un carácter normativo. Esta división pretendía hacer de la

macroeconomía un baluarte de objetividad avalado por el peso de la contratación empírica.

Limitarse a esa racionalidad instrumental y tratar de reducir a ella el quehacer científico, es

la mejor manera de perpetuar el status quo en el que se desenvuelve la macroeconomía. La

justificación de racionalidades parciales y de los usos instrumentales de la teoría

macroeconómica, sin considerar las contradicciones ocultas a las que puede llegar,

evidencia el carácter conservador de la misma como visión conformista de una realidad

compleja. La burocracia que participa en la conducción macroeconómica recepciona y

acepta sus resultados parciales, plenos de interminables detalles formales y empíricos, que

dejan incólumes los principios del orden que sustentan. El aparato conceptual de la

macroeconomía produce evidencias empíricas domesticadas que jamás permitirán

impugnar al sistema económico capitalista en la que basa sus razonamientos. La

hipérbolización del carácter objetivo de las pruebas empíricas y de lo "positivo" de su

enfoque formal la hace considerarse a sí misma con ínfulas doctorales, como economía

positiva independiente de cualquier posición ideológica o juicio valorativo, cuando en

realidad, el sistema de positividades viene dado por un aparato conceptual cargado de

ideología.

El Racionalismo Crítico de Popper.

Tal como ha sido señalado (Blaug, 1985: 832), "más que cualquier otro filósofo de la

ciencia, Popper ha ejercido una gran influencia sobre la economía moderna. No es que

muchos economistas lean a Popper. Por el contrario, leen a Friedman, pero Friedman es

simplemente Popper con un giro aplicado a la economía". No hay duda que la comprensión

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de la metodología económica desarrollada por Friedman requiere del análisis crítico del

papel desempeñado por el racionalismo crítico de Karl Popper en cuanto a la construcción

de un discurso de continuidad y ruptura hacia las ideas fundamentales de la filosofía de la

ciencia. Su obra principal es "Logik der Forschung" (La Lógica de la Investigación

Científica) publicada en 1931, y tardíamente traducida al inglés en 1959. En la misma

Popper critica el principio de verificabilidad neopositivista y en su lugar sostuvo el

principio de la falsabilidad como criterio de hipótesis verdaderamente científica.

"Toda crítica racional es la crítica a la afirmación de que una teoría es verdadera y capaz de

resolver los problemas para cuya solución se concibió. Por tanto, no sustituyo la cuestión

de si una teoría es verdadera por la cuestión que si es mejor que otra. Más bien, sustituyo la

cuestión de sí podemos presentar razones válidas (razones positivas) a favor de la verdad de

una teoría por la cuestión de sí podemos presentar razones válidas (razones críticas) contra

su afirmación de que es verdadera o contra la verdad de sus rivales"... "toda crítica es un

intento de refutar la teoría criticada: es decir, demostrar que no es verdadera" (Popper,

1985: 64- 65).

Una de las referencias críticas de Popper frente al positivismo, constituye su proposición de

que la ciencia avanza por el establecimiento de conjeturas audaces y refutaciones críticas, y

no como lo sostiene el positivismo, mediante los intentos repetidos de confirmar hipótesis.

La base empírica que se utiliza para someter a prueba las diferentes teorías, puede ser

objeto de modificación y su aceptación es siempre provisional. Al no haber una

observación pura de los hechos, las hipótesis deben ser siempre previas a la observación.

Por lo que propone frente al método inductivo, el método deductivo contrastable, según el

cual una hipótesis científica debe ser formulada con carácter previo a su contrastación.

Otro de los aspectos que es necesario destacar es el referido al lugar que le concede Popper

al carácter predictivo de la ciencia. Las predicciones tienen una importancia fundamental

para él con relación a la contrastación de las teorías explicativas. Así, redujo los criterios

tradicionales de la filosofía de la ciencia del siglo XIX en cuanto a las condiciones que

habrían de cumplir las teorías científicas para su aceptación y en su lugar destacó la

relevancia práctica de sus implicaciones, es decir, su exigencia general de producir

predicciones falsables.

En su análisis sobre las predicciones en Popper, Blaug (1993: 23) destaca que a pesar de

que el propio Popper niegue que las explicaciones científicas sean simplemente "pases" que

permiten inferir predicciones ("inference tickets"), insiste de todas formas en que las

explicaciones científicas sólo pueden evaluarse por las implicaciones que proporcionan.

Así, la falsación de las predicciones de una explicación teórica se da gracias a la existencia

de fenómenos observables que serían compatibles con la explicación en cuestión. La

confirmación de una teoría, o como Popper prefiere decir, que esté bien corroborada,

depende de que la misma resista la falsación y que pueda predecir exitosamente de forma

tal que ninguna de las teorías alternativas lo pueda realizar.

Sin embargo, esta metodología "falsacionista" resulta ser una concepción simplista del

problema de la contrastación en la investigación de la macroeconomía convencional, por

tres razones importantes:

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1. Al confrontar las teorías con los hechos, el método de la falsación no desempeñó un

papel neutral. Pueden existir muchos métodos de contrastación de complejidad variable, en

donde la respuesta depende tanto del método utilizado como de la hipótesis y los datos

confrontados. El mismo debate keynesiano-monetarista ha provocado la refinación de

diversos métodos.

2. Existe el problema de que una teoría macroeconómica no genera sólo hipótesis

singulares. Una teoría surge cómo un paquete completo con algunas proposiciones básicas

a priori que no son contrastables. En términos lakatosianos se diría que se trata de un

programa de investigación compuesto por un núcleo duro inverificable rodeado por un

cinturón protector de explicaciones derivadas del núcleo que contienen un conjunto de

hipótesis expuestas a su contrastación formal. La importancia de considerar a una teoría

como un "programa" radica en que proporciona un entendimiento de por qué cuando se

rechaza una hipótesis singular, no desaparece el programa, sino que se mantienen un

número de alternativas abiertas que sostienen la permanencia de la teoría. En la

contrastación de una teoría no hay ninguna confrontación estática y definitiva "fuera de

toda duda". Las batallas teóricas y sus resultados se asemejan más al tipo de confrontación

prolongada tipo guerra de guerrillas.

3. Las proposiciones de la teoría económica convencional se refieren a configuraciones de

equilibrio: estáticas o dinámicas de estado estable. Los datos manejados dependen del

tiempo. Así los precios, las cantidades, el ingreso, el empleo, están conformados en ciertas

fechas. La teoría sugiere que éstas variables deben de guardar entre sí ciertas relaciones de

equilibrio, pero esto no significa que este equilibrio deba existir en todo momento, ya que

la teoría se verá seguramente refutada por los datos. Por eso se plantea la distinción entre el

corto y largo plazos, suponiéndose que los pronósticos del equilibrio sólo se corresponden

con el largo plazo. Pero el largo plazo de la teoría económica no es un tiempo preciso

medido en determinada cantidad de años. Es el tiempo en el que se realizan todos los

ajustes ante una perturbación inicial. Sólo puede convertirse en un tiempo de calendario si

se añade la prevención "ceteris paribus", es decir, "si no cambia nada más entre tanto", se

requerirán tantos períodos (meses, años, décadas) para el logro del ajuste total. Esto explica

la complicación que tienen tanto la medición de los retrasos del ajuste, como la

contrastación de los datos de equilibrio a partir de los datos reales.

El debate sobre el realismo de los supuestos y la perspectiva marshalliana.

Como ha sido analizado previamente (Castaño, 2002: 138-145), el intento de construir un

nuevo marco interpretativo hacia la búsqueda de una explicación diferente acerca de los

fenómenos asociados al mercado y al nuevo enfoque del valor, fue simplificándose de

manera paradigmática hacia la consecución de tareas predictivas. De la deducción y

formalización de principios universales de la economía, desarrollado por la teoría

neoclásica de finales del siglo XIX y principios del XX, se pasó al análisis del

comportamiento de determinados agregados con vista a lograr su predicción y manejo

político. Esto significó la sustitución del método analítico deductivo por una proyección

empírica más funcional acorde con los requerimientos del control macroeconómico

requerido por los cambios manifestados dentro del mecanismo económico capitalista. La

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formalización matemática acerca del equilibrio estático dentro del marco general

walrasiano y parcial marshalliano, evolucionó hacia la construcción de modelos

macroeconómicos cuantificables y predictivos.

En este contexto se ubica el trabajo militante y comprometido de Milton Friedman con una

de las más transparentes tradiciones orales del paradigma neoclásico. Su enfoque

metodológico respondió a la necesidad de recomponer la fundamentación lógica de la

ortodoxia, que requería del abandono de un deductivismo ya incapacitado de responder al

giro operativo de la economía convencional y proponer en su lugar un enfoque empirista

más cercano al complejo accionar de una economía, que ya había mostrado mayores

exigencias hacia una práctica profesional más adaptable y flexible ante los problemas.

En sus primeros años en la Universidad de Chicago, junto a su interés por el papel del

dinero en la política económica, Friedman focaliza su atención sobre la metodología

científica de la economía. Sus estudios, aunque pocos, lograron una gran influencia dentro

de la comunidad científica de la economía convencional.

Su proyección metodológica hacia la economía como ciencia no se dirigía hacia

determinadas cuestiones metodológicas en sí mismas, analizadas exclusivamente dentro del

plano epistemológico o metodológico. Su abordaje de la metodología se realiza en el

contexto de debates particulares sobre problemas económicos concretos enfocados en

función de su aplicación práctica.

Sin lugar a dudas, lo que será la asimilación positivista del nuevo giro metodológico de

Friedman respondía al incremento del compromiso tecnocrático asumido por la comunidad

de los economistas convencionales principalmente en los Estados Unidos. La comunidad

académica, el mundo de la consultoría y los nuevos servicios profesionales para el accionar

político económico del estado y las empresas privadas, conformaron un complejo

tecnocrático de cortas miras instrumentales. La economía convencional requería el aval de

la contrastación empírica, la cual hiperbolizaría su pretendido carácter objetivo y neutral.

Esta objetividad resultaría muy funcional a las clases y grupos dominantes empleadores de

los equipos de científicos-funcionarios de mentalidad burocrática. Estos proporcionarían las

justificaciones técnicas y las argumentaciones objetivas ante las medidas opresoras y el

carácter esencialmente explotador del sistema.

El análisis marginalista contenido dentro de la teoría neoclásica se basaba en el supuesto de

que las empresas maximizan el beneficio como si calcularan los costes marginales

mínimos. Frente a este supuesto, en 1946 Richard A. Lester realizó un estudio basado en un

cuestionario que envió a distintos empresarios, con preguntas sobre la influencia que tenían

determinados factores a la hora de determinar el empleo y otras variables. Las conclusiones

a las que llega es que la mayoría de los encuestados son profundos desconocedores de la

teoría marginalista. Los resultados de este estudio cuestionaban cualquier intento de

analizar el comportamiento empresarial en cortos períodos de tiempo sobre las curvas

marginales. Se dudaba de la validez de la teoría marginalista convencional y sobre los

supuestos en los que descansaba. Posteriormente aparecieron artículos de Machlup, Stigler,

Oliver y otros en los que se calificaba a este supuesto absolutamente irrealista, ya que los

agentes económicos no efectuaban los razonamientos y cálculos necesarios para hallar los

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valores marginales mínimos y por tanto no se podía asumir que las empresas adoptaran un

comportamiento maximizador. La posible salida del problema es que los agentes

económicos maximizaran sin saber muy bien como, de modo inconsciente, pero esto era

incompatible con la concepción del "homo oeconomicus" como sujeto racional.

Este debate se desarrolló paralelamente a la exigencia de que los supuestos tuvieran una

contrapartida empírica, por lo que el ataque contra la teoría marginalista apuntaba hacia el

núcleo duro del enfoque neoclásico. Las exigencias de realismo y contrastabilidad de los

supuestos fue enfrentada por Friedman sobre la base de su argumento sobre la falsa idea de

que las hipótesis deben ser contratadas por el realismo de sus supuestos,

independientemente de lo acertado de sus predicciones.

Así, ante el aumento de la evidencia y de las críticas hacia los supuestos en lo que se basaba

la construcción neoclásica, la ortodoxia establecida recurre a la respuesta instrumentalista,

como cortina epistemológica que oculte la separación de los nexos lógicos entre las ideas y

la acción de la teoría. En este contexto Friedman adopta una metodología defensiva, cuyo

principal objetivo será la protección de la economía positiva de raíz neoclásica de las

crecientes críticas dirigidas contra él irrealismo de sus supuestos (Blaug, 1993: 98).

Para Friedman el problema es elaborar una teoría que se formule a través de meras

correlaciones temporales o espurias sin ningún interés en lograr una explicación. Su énfasis

en la predicción le lleva a preferir las correlaciones que predigan acertadamente sobre las

explicaciones causales. No importa que los antecedentes o supuestos sean falsos, lo

importante es que den lugar a predicciones verdaderas. Tampoco se puede descalificar una

teoría como falsa cuando no acierta, ya que se puede recurrir al argumento de que no es

"adecuada" a un problema concreto. Lo verdadero o falso sobre una proposición no es

relevante para el, no es la cualidad lo que hace interesante una teoría. Si una teoría acierta

en sus predicciones está justificada sin necesidad de demostrar que sea verdadera desde un

punto de vista lógico, epistemológico u ontológico.

Desde el punto de vista metodológico, Friedman asume la defensa de la concepción

marshalliana de la ciencia en contraposición al análisis walrasiano: el análisis de Marshall

consistía en el estudio de las circunstancias de cada problema concreto para su mayor

conocimiento y poder decidir qué es lo más conveniente de hacer. El análisis walrasiano es

más totalizador y más coherente con la consideración de la interdependencia general del

sistema económico, lo que implica un desarrollo teórico más formalizado.

"Desde la perspectiva marshalliana, la teoría es, en las propias palabras de Marshall, "una

máquina para descubrir la verdad concreta". Aquí, "la teoría económica... tiene dos papeles

que están mezclados entre sí: proporcionar métodos sistemáticos y organizados de razonar

acerca de los problemas económicos, basados en hechos reales, sobre la forma en que

actúan las causas. En ambos papeles, la teoría se comprueba por su valor para explicar los

hechos, para predecir las consecuencias de los cambios que sufra el ambiente económico.

La abstracción, la universalidad, la elegancia matemática son elementos secundarios que a

su vez deben juzgarse por la prueba de la aplicación"…”desde una perspectiva walrasiana,

la abstracción, la universalidad y la elegancia matemática se han convertido, hasta cierto

punto, en fines en sí mismos, en criterios para juzgar la teoría económica. Los hechos deben

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describirse, no explicarse. La teoría debe ser comprobada por la precisión de sus supuestos,

en cuanto descripciones fotográficas de la realidad, no por la corrección de las predicciones

que se pueden derivar de ella (Friedman, 1953: 91).

Friedman al asumir el criterio metodológico marshalliano introduce un planteamiento

bastante determinante: que la validez de una teoría debe ser juzgada en relación al éxito en

la comprensión del problema para el que fue elaborada. Por lo que la elegancia y la

generalidad del equilibrio general que los seguidores de Walras le atribuyen a su sistema

tiene una importancia secundaria y estarán en función de una mayor comprensión de los

problemas reales.

Estas diferentes posiciones metodológicas confluyen en el debate durante la década de 1940

entre la exactitud descriptiva que sostenía la defensa de supuestos realistas y modelos

suficientemente formalizados encuadrados en el equilibrio general de Walras, y por otra

parte, la pertinencia analítica del análisis marshalliano de equilibrio parcial que dejaba al

éxito de las implicaciones de la teoría llevar el peso de la prueba, independientemente del

grado de realismo que tuvieran los supuestos.

Este debate entre la metodologías walrasiana y la marshalliana se vio incrementado por el

debate entre el nuevo método económico para el análisis del ciclo económico que estaba

entrando con fuerza en el dominio científico y el método científico empleado en la Oficina

Nacional de Investigación Económica (NBER) por Friedman.

El primer modelo económico en gran escala de la economía norteamericana se debe a Jan

Timbergen en 1939. En el mismo este utilizó una estructura de equilibrio general con un

enfoque absolutamente causal, donde se unía la teoría formal estadística con la teoría

formal económica en una instrumentación econométrica. Friedman se enfrentó a éste

proceder a partir de su formación en el NBER y a su aplicación de la estructura

marshalliana para el análisis del ciclo económico. Según él, la ruta más segura para conocer

los fenómenos de la dinámica del ciclo económico era el análisis empírico de los sectores

individuales de la economía, a diferencia de Timbergen que desarrolló un análisis

completamente matemático como un paso indispensable para el conocimiento, tal como lo

había realizado Walras. Como resultado de este debate, Friedman salió convencido de la

necesidad de descomponer los problemas en partes, prestando atención a problemas

concretos, por lo que la conservación y la medición eran más importantes que la elegancia

matemática y la generalidad. La última prueba de las teorías era su capacidad para predecir

datos que no se habían empleado en la génesis de las hipótesis.

El "F-twist" metodológico.

A partir de la publicación de "Essay on the Methology of Positive Economics" (1953) el

enfoque metodológico de Friedman se convirtió en el más difundido y aceptado por

diversas generaciones de economistas, que de esta forma, sin tener conciencia la mayoría

de ello, recepcionaron la metodología de Popper aplicada vía Friedman a la economía

convencional. De hecho la metodología de Friedman ha sido considerada la mayor

influencia metodológica que ha intentado relacionar la economía positiva con la filosofía de

la ciencia positivista y popperiana (Hausman, 1992: 18).

Page 101: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Friedman comienza distinguiendo la economía positiva y la economía normativa al

describir el objeto de su ensayo: el enfoque metodológico que subyace en la construcción

de la "ciencia positiva precisa" tal como la reclamaba John Neville Keynes, en particular el

problema de la decisión acerca de si una hipótesis o teoría propuesta forma parte de la

sistematización del conocimiento referido a lo que es (Friedman, 1953: 211). Friedman deja

claro desde el primer momento su aceptación del enfoque axiológico sostenido por la

tradición británica de la economía ortodoxa, especialmente por Keynes y Robbins en

cuanto a la independencia de la economía positiva de toda posición ética o valorativa.

"La economía positiva es en principio, independiente de cualquier posición ética o

cualesquiera juicios normativos. Como dice Keynes, se refiere a "lo que es" no a lo "que

debería ser". Su tarea reside en suministrar un sistema de generalizaciones que pueda

utilizarse para hacer predicciones correctas acerca de las consecuencias de cualquier

cambio en las circunstancias. Su funcionamiento ha de ser juzgado por la precisión, alcance

y conformidad de las predicciones que suministra con la experiencia. En resumen, la

economía positiva es, o puede ser, una ciencia "objetiva" precisamente en el mismo sentido

que cualquiera de las ciencias físicas" (Friedman, 1953: 211).

Lo anterior no significa que Friedman participe de un enfoque absoluto en la división entre

la economía positiva y la normativa, sino todo lo contrario. Para él, la cuestión científica

sobre lo que se cree que es cierto y su fundamentación, dentro de los límites de la economía

positiva, es aplicable al enfoque político de los resultados deseados y la manera de lograrlos

bajo las propuestas de la economía normativa (Friedman, 1979:IX). Para él, el contenido de

la ciencia positiva viene determinado por el desarrollo de una hipótesis o teoría que

suministren predicciones válidas y con sentido acerca de fenómenos aún no observados.

Esto se lograría mediante:1) un lenguaje que proporcionaría el uso de métodos de

razonamientos sistemáticos y organizados y 2) un conjunto de hipótesis diseñadas para

abstraer ciertos rasgos de una realidad compleja que constituye la evidencia empírica acerca

de la forma de actuar de las causas. De hecho, Friedman asume el análisis económico

positivo como un medio para la construcción de instrumentos para ser utilizados

directamente en el análisis de problemas prácticos como la predicción de las consecuencias

de los cambios de los fenómenos económicos. La teoría o hipótesis se juzga por el poder de

sus predicciones sobre la clase de fenómenos que intenta explicar (Friedman, 1953: 213).

"La evidencia empírica no puede probar nunca una hipótesis; únicamente puede dejar de

desaprobarla, que es lo que generalmente queremos decir, de forma un tanto inexacta,

cuando afirmamos que la hipótesis ha sido confirmada por la experiencia" (Friedman, 1953:

214).

Para Friedman no constituye una deficiencia de los modelos de la competencia perfecta, ni

una ventaja de los modelos de la competencia imperfecta, el que los primeros se basen en

supuestos menos realistas con relación a los segundos. Lo único importante es que cumplan

su función de servir de pronósticos al comportamiento futuro de determinados fenómenos.

Friedman está convencido de que no es posible tener un debate un establecer de manera

absoluta la certeza en la ciencia ya que la evidencia a favor o en contra de las hipótesis

nunca puede lograrse de forma totalmente objetiva. De hecho, está convencido de que el

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programa neoclásico de investigación ha superado la mayoría de las pruebas a las que ha

sido sometido. La competencia supone un mecanismo darwiniano de supervivencia que al

final produce los mismos resultados que se tendrían bajo el supuesto de que todos los

consumidores maximizasen su utilidad y todas las empresas maximizasen sus beneficios.

Lo importante entonces, es que el modelo neoclásico predice de forma adecuada

independientemente del alejamiento de sus supuestos con los hechos. Lo que cuenta es la

evidencia de las incontables aplicaciones de dichas hipótesis a problemas específicos para

su continuado uso y aceptación durante un largo periodo de tiempo, aunque en su ensayo,

no aporta ejemplos de dichas incontables aplicaciones (Blaug, 1993: 101).

Así sostiene que el problema importante acerca de los supuestos de una teoría no consiste

en su realismo descriptivo, si no en sí constituyen aproximaciones suficientemente

aceptables para la eficacia de la teoría, lo cual consiste en la realización de predicciones

ajustadas. Lo importante no es el realismo de los supuestos sino la construcción de una

teoría que suponga que si lo fuera, a través de la cláusula del "has if..." dentro de un plano

hipotético y simplificado que posibilitara la verificación de las hipótesis por medio de sus

implicaciones predictivas.

Esta conservación de los supuestos fundamentales neoclásicos ante las dificultades

presentadas por su no correspondencia con la realidad objetiva y la argumentación

friedmaniana que fundamenta su utilización, se conoce como "the F-twist" o la "contorsión

F". La misma consiste en suponer que las premisas se comportaran "como si" la realidad

correspondiera a lo planteado. Se conserva así, la premisa neoclásica acerca del

comportamiento racional del empresario que maximiza sus ganancias, utilizando

información completa. Friedman se percata de que este supuestos no son tan evidentes con

la experiencia. Pero la "contorsión F" funciona como un artilugio metodológico que

determina la construcción teórica pasada en que las firmas se comportaran "como si"

buscaran maximizar sus rendimientos y tuvieran un conocimiento completo de todos los

datos necesarios. Cualquier duda sobre la evidencia de las premisas es inoperante: lo sean o

no, los hechos sucederán como si los supuestos de los que se parte fueran ciertos. Toda

ficción será válida porque es útil para fortalecer un enfoque teórico basado en axiomas no

evidentes, pero presentado en formulaciones lógicas coherentes en un marco ahistórico y no

social. Es decir, si la predicción de una teoría resultó ser verdadera, se concluye que la

teoría es verdadera "como si" sus supuestos fueran verdaderos. Si la teoría "funciona", sirve

cualquier supuesto como su base analítica.

Para Blaug (1993: 104) la propuesta friedmaniana de que las preocupaciones metodológicas

deben dirigirse únicamente hacia las implicaciones sin tocar otras partes de la teoría,

obedece a la reacción de la ortodoxia contra un siglo de "bombardeo crítico" iniciado por la

Escuela Histórica Alemana. En el fondo, de lo que se trata es de la preservación y defensa

del núcleo de la economía positiva. La inmensa mayoría de los integrantes del enfoque

ortodoxo de la misma aceptarán, junto a Friedman, que no importa el realismo de los

supuestos. Desde las posiciones positivistas, la veracidad de los enunciados sintéticos se

formulan inductivamente mediante la comparación de sus implicaciones con la experiencia.

Lo importante es verificar estas implicaciones de las hipótesis predictivas y obviar la

relevancia de las bases axiomaticas sobre las que se edifica la teoría. Para Friedman los

aspectos analíticos de la teoría cumplen sólo la tarea de archivos facilitadores que no

Page 103: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

determinan la elección de unas hipótesis con relación a otras. Lo importante es que éstas

formen parte de una teoría general aplicable a una diversidad amplia de fenómenos y cuyas

implicaciones sean capaces de ser refutadas pero no lo hayan sido hasta el presente bajo

una diversidad mayor de circunstancias. Se escoge la teoría más abstracta, elegante y

general que funcione pragmaticamente desde el punto de vista predictivo.

El giro metodológico de Friedman apaciguó la polémica sobre las bases fundacionales de la

teoría neoclásica, que cuestionaba la validez de los postulados originales de la ortodoxia, de

los que se deducirían las construcciones formalizadas de la economía convencional. El

instrumentalismo significó una "solución" pragmatica del programa ante el problema de la

relación entre las dificultades de la teoría científica y el mundo real como tal. El

instrumentalismo diferencia entre los conceptos teóricos y los conceptos aplicables a

situaciones observables. Los primeros son ficciones útiles que facilitan los cálculos

necesarios, mientras que los segundos son descripciones observables sobre la realidad

fenoménica.

La ciencia económica se ve así reducida a un conjunto de teorías en función de su

capacidad de predecir fenómenos observables, abandonando su función explicativa y

transformadora y su papel en la dirección y sistematización del material empírico en

función de la búsqueda de la verdad como objetivo último del trabajo investigativo. La

teoría se va a limitar a la conformación de resúmenes formalizados de escogidas

generalizaciones empíricas, a la enunciación de correlaciones y tendencias de determinadas

variables observadas para conformar un pragmatismo predictivo de corto alcance sobre

supuestos tales, como la racionalidad de los agentes económicos, la competencia perfecta,

la maximización de los beneficios, el conocimiento perfecto, etc.

Valoración crítica general.

A partir del reconocimiento de que la correlación espuria puede ocurrir, el análisis

metodológico requiere la consideración de la cuestión de la "correlación" por oposición a la

"causación". Suponiendo eliminada la correlación espuria, queda el problema de cuándo se

puede afirmar que una variable X (la oferta monetaria) causa una variable Y (el ingreso

nominal o el nivel de los precios). Habría que ver lo que la teoría económica convencional

considera como la determinación de la causalidad.

Dentro de la metodología instrumentalista friedmaniana, "causal" significa que contiene

información que ayuda a pronosticar mejor una variable en el contexto de un mecanismo de

transmisión de los cambios ocurridos en el conjunto de variables predeterminadas a los

cambios ocurridos en las variables endógenas.

En la década de 1960 había desacuerdo acerca de las teorías pero no acerca de los

procedimientos de verificación, sin embargo con el avance de las técnicas econométricas

una década después el desacuerdo se refiere a las teorías y a los procedimientos para la

verificación de los pronósticos de teorías rivales. Se rechaza la teoría tanto como la

metodología económica utilizada.

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Diferencias así son extensibles a la historia de otras ciencias, lo cual produce dificultades

para la obtención de un consenso sobre la información suministrada por una base de datos

comunes. Estas diferencias se observan en el debate acerca de la relación dinero-ingreso a

principio de los años 70. Como se verá más adelante, Friedman sostiene que los cambios en

la cantidad de dinero determinan de forma consistente el ingreso nominal en el sentido que

los picos de M (cambio de M) ocurren cerca de 16 meses antes que el pico de la actividad

económica general.

Sin embargo, en un artículo titulado "Money and Income:Post hoc ergo propter hoc?"

(1970), Tobin construyó dos modelos muy simples, uno "ultrakeynesiano" y el otro

"friedmaniano". Luego derivó una relación entre el cambio de la cantidad de dinero M y el

nivel de ingreso Y. En este artículo, Tobin desarrolla un ingenioso método de construcción

de un modelo teórico que incluye un determinado mecanismo de transmisión para generar

pronósticos acerca de los retrasos de sus variables. Tobin demuestra que a partir de cierto

manejo acerca de las relaciones causales entre dos variables, todos los datos observados por

Friedman son consistentes con las implicaciones cronológicas del modelo

"ultrakeynesiano", lo que significó un llamado de alerta acerca de las limitaciones de la

modelación económica para qué la aceptación de determinados resultados dependan o no de

la aceptación de una determinada base teórica.

En el modelo "ultrakeynesiano", el gasto en inversión era la variable exógena que cambiaba

autónomamente de manera cíclica. En el modelo "friedmaniano", la tasa de crecimiento de

la cantidad de dinero se tomó como la variable exógena que cambiaba en forma cíclica.

Con esta estructura, Tobin demostró que en el modelo "ultrakeynesiano", en donde las

autoridades monetarias adaptaban la oferta monetaria según las necesidades de la economía

(fluctuaciones del inversión y de la demanda de dinero), se observó la pauta de retrasos que

Friedman había planteado, o sea, la tasa de cambio de dinero se adelanta al ingreso por un

poco menos de medio ciclo. El modelo de Friedman no produjo tales pronósticos, el

crecimiento del ingreso se adelantaba al crecimiento de la cantidad de dinero.

Si se analizan con detenimiento las tesis de Friedman y, sobretodo, las ocasiones en las que

las diferentes comprobaciones no han confirmado las hipótesis, se destaca como en ninguna

de esas ocasiones se ha producido el rechazo de sus teorías, sino que siempre considera que

esa prueba tiene que ser "corroborada y refinada". Por el contrario, cuando los datos

empíricos confirman sus tesis, considera que han quedado suficientemente aseguradas y

aceptadas, es decir, que la contratación ha sido suficiente. Son numerosas las críticas que

sostienen que Friedman no contrasta para rechazar, como harían los falsacionistas

consecuentes como Popper, sino que lo hase para confirmar que su hipótesis está en el

camino de la verdad o para corregir la posible desviación que tenga.

La política económica recomendada por Friedman, como se verá posteriormente, no es

consecuente con su propio método científico, ya que no siempre acompaña sus recetas con

un análisis predictivo de sus consecuencias, y cuando lo realiza, no están avaladas por el

éxito. Su argumentación proviene del recurso a valores normativos provenientes del credo

neoliberal.

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A pesar de que exime a sus propuestas del acompañamiento de predicciones exitosas,

utiliza frecuentemente este argumento para combatir las propuestas de sus rivales.

Se supone la existencia de un "policy maker" desideológizado, experto en medios y no en

fines políticos. Este "ocultador" de ideología manifiesta como capacidad técnica de experto

lo que en realidad es una ideología apologética del orden social capitalista. En el fondo se

trata de un mito tecnomorfo que hace vender los servicios profesionales, basándose en una

fe fundamentalista que legitima su misión tecnocrática.

Friedman emplea argumentos normativos para resolver cuestiones que pensaba que

quedaban resueltas con argumentos exclusivamente positivos. Como parte como premisa

básica, de su visión individualista para determinar el objetivo y fin de toda acción social,

considera que la misma no supone una intromisión de lo normativo con lo positivo, sino

que es un principio universal en el que están de acuerdo todas las personas y por tanto, no

tiene por qué adulterar los resultados positivos, dada su condición de premisa básica.

Así vemos, como su visión ideológica determina su modo de entender la ciencia,

concretamente su teoría del conocimiento, es decir, el modo de acercarse a la realidad por

vía cognoscitiva, lo que a su vez condiciona su metodología científica.

El individualismo postulado por Friedman niega lo universal tanto en el plano ontológico

como en el cognoscitivo. Esto impide el uso de la inducción como el paso de lo singular a

lo universal. Pero si niega la existencia de algo universal y permanente en los fenómenos

singulares, carece de la capacidad de dar el salto a través de la intuición que le permita

captar, de la observación de un conjunto de objetos o sucesos individuales, la esencia

común, que daría lugar a la formulación de una hipótesis.

Friedman rechaza la inducción porque la concibe como enumeración, o sea, al no aceptar

las esencias, el único modo de llegar a algo general que permita establecer una hipótesis

sería por medio de la observación de todos los casos de los fenómenos objeto de estudio, y

esto es imposible cuando los fenómenos son incontables. El modo por el que asciende

Friedman de lo singular a la formulación de la hipótesis es la aducción, que descansa en

una intuición no lógica, una sospecha o corazonada, cuyo fin no es captar la esencia, sino

poder formular una hipótesis tentativa que luego pueda ser contrastada con la experiencia,

para saber si el razonamiento era acertado. Por tanto, la verdad para Friedman viene dada

por el análisis de sus consecuencias, por el éxito de sus resultados.

Esta verdad es supuestamente garantizada por sus comprobaciones, que van creando un

clima de opinión favorable entre los científicos hacia esa teoría, lográndose poco a poco el

acuerdo dentro de la comunidad científica. La verdad no llega a alcanzarse, sino lo que se

logra es un acuerdo entre los economistas, un consenso lejos de ser una verdad definitiva.

A continuación se expresarán algunas consideraciones sobre el método de Marx aportadas

por Néstor Kohan en su libro "Marx en su (tercer) mundo" (2003: 104-113), que permitirán

una contrastación con el enfoque metodológico de Friedman, reubicándolo como momento

subordinado al método dialéctico. En éste sentido se destaca como la construcción de

conceptos científicos no es equivalente a la reproducción cognoscitiva de la realidad social.

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El pensamiento científico, del cual formaría parte supuestamente el enfoque metodológico

friedmaniano, ofrece una representación aparentemente plena de la realidad. Sin embargo,

se trata de una representación que en sus inicios, aún los elementos no están articulados ni

ordenados, por lo que se ve limitado su alcance para explicar la realidad en forma

científica. Este comienzo del análisis aún no ha separado los elementos y aspectos

principales y esenciales de lo que son accidentales y secundarios. Aún está mezclada con

elementos del sentido común mediado por la hegemonía cultural de quienes detentan y

ejercen el poder.

La tradición neopositivista y popperiana, de la cual forma parte el instrumentalismo

pragmático de Friedman, establece la necesidad de inaugurar un proceso de análisis que

separa, desagrega y fija cada uno de los elementos de la representación intuitiva y confusa

anteriormente descrita. Se proporciona así ciertas determinaciones simples y generales a

partir de las cuales se definirán los conceptos o categorías. Esta selección de estos

elementos e hipótesis se hace desde una perspectiva político conservadora. La

consideración por tanto de las categorías analíticas y empíricas friedmanianas, propias de la

ortodoxia neoclásica, no es independiente de la ideología neoliberal. Estas primeras

definiciones o categorías analíticas tienen desde una perspectiva dialéctica, el carácter de

abstractas, en tanto se encuentran desligadas de un conjunto de relaciones dentro de las

cuales adquiere su sentido. Esto sucede hasta que dichas definiciones simples y abstractas

sean integradas en una totalidad conceptual construida concreta con relación a las

determinaciones simples del nivel anterior.

Desde la perspectiva metodológica de la crítica de la economía política, de la totalidad

conceptual construida se pueden extraer nuevas categorías y conceptos científicos, ya no

tan abstractos y genéricos como los propios de la representación inmediata ya señalada

anteriormente, sino con una densidad más concreta y específica, lo que les proporcionará

mayor poder explicativo. El modo de exposición y validación consistirá en la ordenación de

las categorías desde las más simples y abstactas hasta las más concretas y explicativas. Esta

ordenación, como bien apunta Kohan, no es para nada independiente de los objetivos

políticos de quien la realiza. Con estas categorías ordenadas a partir de la primera totalidad

conceptual construida, que se proyecta hacia la construcción de totalidades cada vez más

concretas, complejas y abarcadoras e incorporando las categorías explicativas más

específicas, se tiende a construir una explicación de la totalidad más concreta en el ámbito

no sólo económico, sino también político y social.

Sin embargo, en este punto del análisis se hace necesario distinguir entre todo este enfoque

dentro del mundo conceptual que construye las categorías y conceptos científicos y la

propia economía real producida y mediada por la praxis histórico-social.

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Capítulo 5. El Sistema Neoclásico.

introducción.

Tal como ha sido señalado por Néstor Kohan ( 2003:93-94 ), la teoría de Marx prioriza en

su explicación de los procesos sociales las condiciones materiales de existencia del hombre

en sociedad y sus actividades productivas en el nivel histórico- social. No se trata de un

realismo ingenuo que postule la primacía del mundo objetivo existente independientemente

del sujeto. Si fuera así, el objeto de El Capital sería el estudio de la relación del ser humano

con la naturaleza objetiva-material pensada a partir de la centralidad de la categoría de

fuerzas productivas. Según Kohan, quien intente leerlo de esta manera, se le escapará el

objetivo perseguido por Marx, quien había elegido como subtítulo explicativo de su magna

obra, "La crítica de la economía política". Esta crítica se despliega al nivel de la

determinación de las formas sociales que adopta la praxis humana. Sólo a partir de la

separación metodológica que realiza Marx entre "materia" y "forma social" de la actividad

humana y de sus productos objetivados, es como puede realizar la crítica de la confusión

ahistoricista en la que cae la economía política. En todo El Capital se reitera que el ámbito

de su sistema categorial no se encuentra en el terreno material sino en el social.

Es en el tratamiento de las formas sociales, diferentes a las formas materiales, en donde

reside la crítica de la economía política neoclásica, base analítica del neoliberalismo

monetarista. La misma prescinde de tal diferencia y subordina las primeras a las segundas,

por lo que obtienen formas de producción ahistóricas, que por lo tanto legitiman la

"eternidad" del modo de producción capitalista y de sus relaciones sociales.

Con la llegada del individualismo metodológico, toda visión socio- histórica del

capitalismo desapareció del pensamiento burgués, bloqueando el uso de cualquier

herramienta analítica basada en conceptos de clases sociales y contradicciones internas del

sistema capitalista. A partir de su posicionamiento alrededor del concepto de utilidad, la

realidad se redujo a una interacción entre "hombres económicos", rompiéndose el puente

entre la teoría del valor y la explotación, y a través de este, una determinada relación

económica y política.

El discurso neoclásico obtuvo el reconocimiento oficial de las autoridades políticas

burguesas al final del siglo XIX. De inmediato, proliferaron la creación de cátedras

académicas para la enseñanza de la "economics", convirtiéndose la teoría neoclásica en el

pensamiento institucional y, por tanto, en la ortodoxia oficial con rango de ciencia única

para la explicación del funcionamiento de la economía en equilibrio. Por una parte se hizo

predominante la enseñanza de equilibrio general walrasiano, o bien, predominaba la

enseñanza del equilibrio parcial marshalliano. Ambos enfoques libres de conflictos

sociales, enmarcados dentro de la competencia perfecta en donde empresas con

características similares eran incapaces de condicionar la formación de los precios.

No obstante, la realidad económica y social de la época imponía tercamente un

cuestionamiento frontal a la coherencia del discurso formal. Los conflictos sociales y las

intensas y largas crisis padecidas en las décadas de los setenta y los ochenta en los

principales países europeos en donde el capitalismo se desarrollaba, ponían en duda la

Page 108: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

certeza del reflejo formalizado construido por el marginalismo. Las formas de la

competencia eran afectadas con el surgimiento del capitalismo monopolista que alteró el

funcionamiento de los mercados de bienes y factores. Las empresas monopolistas a través

de su comportamiento agresivo reforzaban sus ventajas competitivas, lo que provocaba el

aumento de sus escalas de producción con el consiguiente incremento de sus rendimientos a

escala crecientes. El comercio internacional se desenvolvía asimétricamente a partir del tipo

de mercancía comercializada y de los estados- nación participantes. Varios países como

Estados Unidos y Alemania habían logrado un inusitado desarrollo industrial sosteniendo

decisivas prácticas casi proteccionistas.

Mientras el capitalismo de libre competencia fenecía ante el empuje del capitalismo

monopolista, cuestionando los postulados, los argumentos y las conclusiones del discurso

neoclásico, éste permaneció en su sitial kuhniano de "ciencia normal". Así continuó

difundiéndose entre los académicos, los empresarios y los políticos, una concepción del

mercado como si este realmente coincidiera con los atributos ideales de los postulados

axiomáticos sostenidos por el enfoque neoclásico. De esta manera, la teoría neoclásica

ejerció un dominio intelectual basado, más que en su capacidad de reflejar la compleja

realidad económica y social, en su solidez lógica y en la rigurosidad de su formalización. El

cálculo diferencial parecía otorgar un carácter irrefutable a las teorías o por lo menos le

daba suficiente consistencia lógica. A partir de sus presupuestos de partida, se desarrollaban

diferentes argumentos que derivaban en conclusiones incuestionables, ya que sólo mediante

un proceso lógico formal se justificaba el uso del procedimiento teórico.

La teoría de Marx ya había establecido científicamente la crítica de la economía política

burguesa, tanto clásica como vulgar, y por ende, del propio sistema capitalista, lo que

suscitaba su rechazo y necesidad de generar una alternativa apologética al orden social y

político existente. Lo anterior se facilitaba por la existencia de una comunidad académica

caracterizada por su notable voluntad conservadora. Sobran los comentarios en relación a

como Walras, quien en carta a su hijo, le comenta, "algo que encuentro perfectamente

satisfactorio en el plan de tu trabajo es tu intención - que apruebo desde cualquier punto de

vista- de mantenerte en los límites más inofensivos respecto a los señores propietarios. Hay

que dedicarse a la economía política como uno se dedicaría a la acústica o a la mecánica (

Screpanti y Zamagni, 1997;165 ).

En consecuencia, el nuevo discurso académico sería del agrado de los empresarios

capitalistas y de los gobiernos conservadores europeos de la segunda mitad del siglo XIX.

Era el apoyo a un discurso que justificaba con argumentos "científicos neutrales" problemas

como la desigualdad de la distribución de la renta en cada país, el intercambio desigual del

comercio internacional o lo inconveniente de limitar la actuación de las grandes empresas

monopolistas en los mercados ( Palazuelos, 2000:54 ).

Bases epistemológicas y metodológicas.

Aunque en realidad mediante la actividad consciente se satisfacen las necesidades físicas

básicas y se genera un modo de existencia específicamente humano, se trata de un proceso

de automediación en donde el hombre, por la actividad productiva, elabora un mundo de

objetos y se produce a sí mismo. Sin embargo, en el capitalismo se interpone en este

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proceso de autodesarrollo un conjunto de barreras artificiales, el mundo de objetos e

instituciones que el mismo hombre ha producido, se cosifica, se vuelve ajeno y externo a él.

Se habla entonces de tendencias de precios, reconociéndose el movimiento autónomo de los

objetos en un mundo gobernado por la producción de bienes, en donde el producto controla

al productor y los objetos son más poderosos que los hombres. Los objetos materiales útiles

se han convertido en bienes, es decir, son objetos de utilidad producidos para el intercambio

en un mercado autónomo. En este estado de cosas, las relaciones humanas se subordinan a

las relaciones existentes entre los objetos externos. Las relaciones cuantitativas producidas

por el intercambio asumen el aspecto de una realidad natural inmutable.

Cuando el mundo de los bienes ha logrado su independencia y ha sujetado a los

productores, éstos llegan a mirar a ése mundo en forma similar a su contemplación de esa

naturaleza misma a la que deben adaptarse. El orden social se reduce a lo natural. El

hombre se siente como una cosa que ha de utilizarse con éxito en el mercado. Su objetivo

es venderse con éxito en el mercado. Su imagen de sí mismo no deriva de su actividad

como individuo pensante y consciente, sino de su papel socioeconómico, como una

abstracción, alienado de su naturaleza real. Su sentido de valor depende de su éxito, de que

pueda venderse en los mejores términos. La teoría neoclásica es la formulación algebraica

de esta ética, una aritmética históricamente limitada de precios, donde las relaciones

sociales básicas se toman como dadas, se aceptan y se suponen válidas eternamente.

Palazuelos ( 2000:164-165 ) sostiene que todo éste análisis acontece en un mundo abstracto

ideado a imagen y semejanza de la física mecánica. Mundo despojado de las características

reales del sistema capitalista, el cual estaría supuestamente corregido por relaciones de

causalidad lineal y dotado de un orden estático que permanece siempre en equilibrio. Se

trata de un mundo económico en el que sus elementos se pueden descomponer en unidades

atomizadas de manera que la mera agregación de las partes individuales posibilita la

reconstrucción de su totalidad. El propósito del análisis consiste en argumentar cuál es la

mejor asignación de los bienes y recursos entre los agentes que deciden su artificio de

acuerdo a los criterios del "margen", mediante un sistema de precios que permite lograr

situaciones óptimas para los consumidores y los productores. Las demás variables

permanecen constantes, las decisiones de oferta y demanda están necesariamente en

correspondencia y la economía está en equilibrio. Cualquier perturbación del mismo,

generaría una modificación de los precios que reajustaría las decisiones adoptadas, de

forma que la economía será reconducida hacia una nueva situación equilibrio.

Es así como se asiste a un tipo de análisis que niega los contenidos sustantivos económicos

desarrollados por el pensamiento clásico. La preocupación por el excedente y por su

dinámica del crecimiento queda velada por un enfoque en donde la riqueza se considera un

stock ya determinado. Los problemas determinantes asociados al proceso de acumulación

de capital analizados dentro y fuera del proceso de producción son sustituidos por el

comportamiento de los precios en la fase del intercambio.

Éste enfoque se fundamenta epistemologicamente a través del modelo de la mecánica

clásica que conlleva la idea de equilibrio, en el que las fuerzas naturales tratan de establecer

en las relaciones económicas un equilibrio cuyo apoyo es la competencia perfecta. Se

supone que la economía presenta una condición innata hacia el equilibrio y que las

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alteraciones al mismo se corrigen mediante los automatismos del propio mercado. Mediante

la movilidad absoluta de los recursos productivos, la flexibilidad total de los precios y la

existencia de una información completa de todos los agentes, se supone la existencia de la

competencia perfecta.

Se trata de un enfoque que metodológicamente cumple con las propiedades lógicas pero no

con las propiedades empíricas de un modelo. Su sistema axiomático está formado por un

conjunto de enunciados a priori desvinculados de la realidad objeto de estudio. En

consecuencia, los teoremas que son deducidos a partir de dicho sistema axiomático a través

de la aplicación rigurosa del método deductivo, son enunciados verdaderos sólo en el

sentido de la lógica formal, son consecuencias lógicas de las proposiciones iniciales o

axiomas. Pero los mismos no pretenden satisfacer las propiedades empíricas, lo que

convierte a éste enfoque en un ejercicio intelectual con grandes deficiencias desde el punto

de vista científico. El rigor lógico de esta construcción intelectual es inobjetable. Sin

embargo, esta coherente construcción realizada por los economistas neoclásicos es en

realidad un bien estructurado entretejido de ideas primitivas, supuestos, especulaciones y

teoremas que se desvanece por su flagrante contradicción con la compleja y total realidad

capitalista ( Dagum, 1978:13-15).

Se parte de tres simplificaciones para lograr construir todo el andamiaje teórico neoclásico.

La primera es que las unidades básicas de análisis son individuales, todo comportamiento

colectivo es reducido a una mera agregación cuantitativa. En segundo lugar, estas unidades

individuales básicas mantienen comportamientos racionales fundados en la maximización

de su bienestar, obtenida mediante una función de utilidad en el caso del consumidor y una

función de producción en el caso del empresario, y tercero, el resto de los elementos son

exógenos al modelo, tales como el marco político- institucional, la dotación de recursos y

su distribución, etc.

Como sostiene Palazuelos (2000: 109) la modificación de estos supuestos cuestiona el

conjunto del discurso, el cual está formulado como si se tratara de la mecánica celeste

newtoniana extendida al universo económico. Se concibe un conjunto de planetas

constituidos por los hogares que maximizan su utilidad y otro conjunto formado por las

empresas que maximizan sus ganancias. Los componentes de cada uno de estos conjuntos

mantienen relaciones de causalidad lineal dentro de un equilibrio estático. Si son

vulnerados los supuestos de quietud mecánica, se pierde el sistema de referencias. Así

ocurriría si se dejan de considerar axiomas centrales como: a) la concepción del mercado

smithiana (la mano invisible); b) el comportamiento maximizador de los consumidores y

productores, y c) la desconexión histórica y social de los fenómenos económicos.

La mayoría de los manuales de microeconomía utilizados comienzan descubriendo un

sistema económico en que: a) las elecciones de los consumidores en el mercado se

determinan por un ordenamiento subjetivo coherente de preferencias; b) las decisiones

relativas a la gama de bienes que deben producirse y la forma como haya de producirse

están gobernadas sólo por el deseo de los productores de aumentar las ganancias al

máximo, y c) compradores y vendedores se enfrentan entre si en un mercado tan grande que

ningún comprador o vendedor individual puede afectar el precio del mercado mediante sus

propias compras o ventas ( Hunt, 1997: 181). Posteriormente a partir de determinados

Page 111: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

axiomas relativos a la naturaleza de los ordenamientos de la preferencias de los

consumidores y a las relaciones técnicas entre insumos y productos, deductivamente se

llega la conclusión de que el sistema económico asignará sus recursos en forma tal que todo

cambio posible que pudiera mejorar la situación de una persona, sólo podría lograrse

empeorando la situación de alguna otra. En definitiva, los recursos se asignarían

eficientemente de forma que, dados los gustos y la distribución del ingreso existentes, sería

imposible aumentar el valor agregado mediante una reasignación.

Se demostraría que la economía capitalista competitiva satisface el criterio de eficiencia

económica óptima. Esta doctrina se convierte en la afirmación, siguiendo a Hunt, de que el

capitalismo de "Laissez Faire" representa el mejor de todos los mundos posibles.

Al abstraer los fenómenos del intercambio de las relaciones productivas y de las

instituciones de propiedad y de clase de que son expresión, la teoría neoclásica llega a

generalizaciones válidas para cualquier tipo de economía de intercambio. De las relaciones

generales de un mercado abstracto se pasa a las relaciones que prevalecerán necesariamente

en cualquier situación donde medios escasos con usos alternativos sirvan a fines dados. No

se trata que está tenue definición carezca de elementos del mundo real, pero sus

proposiciones resultantes se encuentran lejos de ser imperativas para los problemas del

mundo real.

En una sociedad de clases las ideas abstractas construidas a partir de lo dado tienden a

asumir un carácter fetichista, es decir, que pasan a describir la sociedad y la economía real

en forma invertida. No obstante son tratadas como constitutivas de la esencia real de la

sociedad contemporánea y no como su reflejo abstracto y parcial. Pudiera considerarse lo

inocuo de semejante abstracción de determinados aspectos de las relaciones de intercambio

para poder analizarlas de forma aislada de las relaciones sociales de producción. Pero a la

realidad cuando se hace esta abstracción, se le es concebida una existencia independiente

como si representara su esencia y no una faceta contingente de la misma. La abstracción

adquiere un carácter fetichista.

No se trata únicamente del tratamiento de las relaciones de intercambio haciendo

abstracción de las relaciones sociales de producción y presentando a las primeras como

dominantes de las segundas, sino que el tratamiento de las relaciones de intercambio a nivel

del mercado son tratadas en su aspecto subjetivo, en términos de su reflejo mental en el

terreno de los deseos y elecciones individuales, suponiéndose que la célula básica de la

economía es el individuo, con un comportamiento estandarizado al margen de toda

contextualización histórico- social específica.

Este tipo de enfoque postula que la contradicción fundamental de la existencia del hombre

surge de la insaciabilidad de las necesidades humanas ante la limitada disponibilidad de los

recursos físicos. La insaciable codicia capitalista se transforma en una cualidad de la

naturaleza humana de carácter eterno, por tanto, el capitalismo es presentado como el

conjunto de normas sociales que automáticamente permite la libre expresión de dichos

instintos o motivaciones humanas. Y todavía más, como representación de la situación

institucional eternamente óptima.

Page 112: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El agente de la racionalidad estará representado por el homo oeconomicus, el cual es un tipo

ideal de sujeto calculador extremo, interesado solamente en objetivos económicos como

únicos móviles de su accionar. Este maximizará la utilidad dado que es un elector

calculador que ejecutará acciones como resultado de un determinado nivel de información

sobre las alternativas posibles. Este homo oeconomicus como sujeto microanalítico

reducido a los lineamientos de un modelo de conducta orientada al máximo de satisfacción

con el mínimo costo o esfuerzo, es un sujeto esquemáticamente ahistórico, desprovisto de

preocupaciones no económicas y aislado del ambiente social.

Ideas y características básicas del enfoque neoclásico.

Entre los fundamentos del sistema neoclásico se encuentra un conjunto de ideas, muchas de

las cuales provienen de sus predecesores del pensamiento económico vulgar como

Bentham, Mandeville, Say, Cournot y Von Thunen. También dentro de la economía

política clásica, paralelamente a su aporte científico iniciador del análisis en la esfera de la

producción, se manifestaron importantes ideas vulgares que fueron asumidas como propias

por el enfoque neoclásico. Entre los autores más representativos de esta tendencia destaca

sin ninguna duda, Adam Smith. A continuación se presenta una formulación sintética del

conjunto de ideas ( Ramirez, 1996:78-81 ) que sustentan el sistema neoclásico con sus

autores, y que han continuado constituyendo la base analítica del neoliberalismo

monetarista.

1. La economía de mercado (o de intercambio) es la forma natural de existencia de las

sociedades humanas ( Smith, 1776).

2. El funcionamiento del mercado está sujeto a leyes naturales e inmutables ( Smith, 1776).

3. El mercado constituye un sistema dentro del cual el libre desarrollo de las fuerzas

naturales, garantiza la interdependencia entre los agentes económicos individuales y el

conjunto del organismo social ( Smith, 1776).

4. La prosperidad del sistema económico y el bienestar de la sociedad en su conjunto

descansa en la "autopreferencia individual" ( Bentham, 1786) y en la acción de los

individuos orientada a su satisfacción personal ( Smith, 1776).

5. Todos los individuos por medio del intercambio obtienen ventajas relativas ( Smith,

1776).

6. Conducidos por el móvil del interés privado, el conjunto de los individuos pone en

marcha el mecanismo regulador del mercado (mano invisible) que regula la oferta y la

demanda de productos del sistema económico ( Smith, 1776).

7. Los recursos con que cuenta una sociedad son escasos y por lo general, en plazos breves

de tiempo, están dados y fijos ( Say, 1803).

8. El objetivo de la economía como ciencia consiste en asignar racionalmente los recursos

escasos, entre los fines alternativos deseables ( Robbins, 1932).

Page 113: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

9. La adecuada asignación de los recursos, para ser racional, es decir, científica, exige el

desarrollo de conocimientos teóricos de aplicación práctica ( Robbins, 1932). El uso de los

instrumentos teóricos en el análisis económico es lo que posibilita su sistematización (

Cournot, 1838) y permite distinguir el conocimiento científico del no científico ( Robbins,

1932).

10. Los fines a que se han de destinar los recursos escasos no son objeto de estudio de la

ciencia económica, lo cual se delega a la ética, ni tampoco la elección de esos fines (

Robbins, 1932). Tales elecciones dependen de las decisiones subjetivas de los hombres. El

consumidor es el soberano del mercado ( Marshall, 1890).

11 los individuos, agentes económicos individuales ( Marshall, 1890), eligen o toman

decisiones racionales: homo oeconomicus ( Bentham, 1786).

12. La racionalidad del homo oeconomicus está determinada por su naturaleza hedonista :

regulada por el principio del máximo placer- utilidad y el mínimo dolor- desutilidad (

Bentham, 1786).

13. Los individuos satisfacen sus necesidades por medio del consumo de bienes materiales

y servicios. La cualidad de los bienes de satisfacer necesidades les hace útiles, y en la

utilidad descansa su valor económico o precio ( Galiano,1750; Bentham,1786; Say,1803).

14. La utilidad de los bienes decrece (aún tratándose de bienes homogeneos) a medida que

la naturaleza humana satisface su necesidad de ellos o se harta ( Bentham,1786;

Gossen,1854 ). Cada decremento de la utilidad, debida al consumo de una unidad adicional

de un bien, es denominada "marginal" ( Dupuit, 1848; Menger, 1871), "final" ( Jevons,

1871 ), "incremental" o "cuotal" ( Wicksteed, 1914).

15. El grado, nivel o intensidad de la utilidad adquirida por el consumo de los bienes o

servicios, es una magnitud medible por ejemplo en dinero ( Bentham, 1786) o en unidades

abstractas como el "útil" ( Jevons, 1871). Puede sin embargo, prescindirse de su medición

en el análisis económico y limitarse a ordenarla según sus niveles ( Pareto, 1906).

16. Supuesto un monto fijo de bienes en el mercado, el precio del producto igualará el valor

de la utilidad (marginal) de la última unidad consumida. Supuesto fijo el precio de los

bienes en el mercado, el consumidor los demandará hasta que la última unidad comparada

le retribuya una unidad (marginal) igual al precio ( Jevons, 1871).

17. El costo de producción de los bienes es en la suma de los precios de mercado de cada

uno de los servicios productivos o factores de producción (salarios del trabajo, ganancias

y/o interés del capital, renta de la tierra) ( Say, 1803; Smith, 1776).

18. El uso continuado de unidades sucesivas de un factor variable (trabajo) aplicado sobre

un factor fijo (tierra), puede inducir rendimientos no proporcionales (crecientes o

decrecientes), pero más tarde o más temprano la productividad del factor variable terminará

por ser decreciente (Ricardo, 1817; Von Thunen, 1826; Bohm-Bawerk,18 ).

Page 114: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

19. Los precios de los factores productivos (precios de alquiler) se fijan en los mercados

competitivos a un nivel en el que dichos precios son iguales al valor (precio) de los

productos o bienes producidos multiplicados por el número de unidades producidas - valor

de la productividad marginal ( Clark, ; Marshall, 1890).

20. El precio de los factores productivos, asi determinados, constituye la parte del valor del

producto generado que corresponde a dicho factor en estricto acuerdo a su contribución a

esa producción. En condiciones ideales (competencia perfecta), el valor- precio del

producto generado es igual a la suma de los precios de los factores productivos ( Clark y

Wicksteed).

21. El valor precio de los bienes y servicios y de los factores productivos, es la señal

reguladora del mercado. Productores y consumidores ajustan el volumen de su producción

y su consumo guiados por la señal (las variaciones de los precios), de tal manera que

establecen acuerdos por tanteos hasta alcanzar el precio de mercado ( Smith, 1776) o el

precio de equilibrio en el mercado parcial (Marshall, 1890).

22. El conjunto de equilibrio en los mercados parciales, tanto de productos como de

factores productivos, no son incompatibles en el sistema considerado como un todo (

Walras, 1874).

23. La suma de los precios de los bienes producidos (oferta), iguala a la suma de los pagos

de los factores (demanda), a un nivel de precios relativos tal que la economía se encuentra

en equilibrio general. Ello supone un flujo circular de bienes y servicios en condiciones

estáticas ( Walras, 1874).

24. El hecho de que toda oferta cree su propia demanda garantiza el equilibrio general en

todos los mercados por la vía de los flujos circulares, e imposibilita la existencia de la

crisis. El atesoramiento carece de importancia ( Say, 1803).

25. Es un equilibrio general estable aquella situación en la que los bienes producidos e

intercambiados es tal, que si dicha distribución se altera para beneficiar a alguna persona, el

cambio necesariamente perjudica a otra, situación óptima a la que conducen las leyes de la

concurrencia ( Pareto, 1906).

26. El dinero, integrado al sistema general, sólo funge como unidad de medida y carece de

efectos en la esfera real de la economía ( Walras, 1874).

27. Cambios en la cantidad de dinero supondrán cambios en el nivel de precios (Marshall,

1890; Fisher, 1911).

A partir de las ideas-base anteriores puede establecerse un conjunto de características

generales ( Fernández et al,2003 ) para el sistema neoclásico:

1. El enfoque principal se concentra en lo microeconómico.

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2. Se establece un marco de libre competencia, información perfecta y transparencia total

del mercado, en donde los agentes se comportan de manera racional y coherente con el

objetivo de maximizar beneficios o utilidades, según sean productores o consumidores.

3. La preocupación fundamental recae en los problemas económicos a largo plazo, tomando

en cuenta que el sistema económico capitalista está determinado básicamente por factores

reales y no por factores monetarios.

4. Se trata de un enfoque en donde la determinación fundamental de sistema viene por el

lado de la oferta, dado que son las fuerzas de la misma las necesarias y suficientes para

alcanzar el equilibrio con pleno empleo. Aceptación de la Ley de Say. Esto es, sólo

transitoriamente se producirán insuficiencias de demanda. Esta ley sólo sostiene una

tendencia, por lo que no excluye la posibilidad temporal de un exceso general de

producción, pero que sería automáticamente eliminado, por lo que a largo plazo, la

economía se desarrollará en correspondencia con el crecimiento del ahorro.

5. Aceptación de la Ley de Walras, por lo que se producirá una tendencia automática del

mercado hacia el equilibrio.

6. Flexibilidad total de precios, tasas de interés y salarios, tanto al alza como a la baja.

7. La cosmovisión neoclásica establece un mundo de expectativas ciertas y estáticas.

8. A partir de la flexibilidad de salarios y unas funciones de oferta y demanda de trabajo en

los mercados de libre competencia, el desempleo sólo será voluntario y temporal.

9. La teoría monetaria se basa en la teoría cuantitativa del dinero. En donde el dinero, al

menos a largo plazo, es neutral. Se establece la dicotomía entre la economía real y la

monetaria. No obstante, algunos autores reconocen que a corto plazo, determinadas

perturbaciones monetarias pueden afectar el sector real de la economía.

10. La demanda monetaria se caracteriza por responder básicamente al motivo

transacciones, aunque algunos autores del enfoque de Cambridge comenzaron a considerar

el motivo especulación. Es decir, el dinero se demanda básicamente como medio de pago y

no como activo financiero líquido demanda es en términos de saldos reales, no en forma de

saldos monetarios. En general, la demanda monetaria es estable. Como la tasa de interés es

el coste de oportunidad del dinero y como éste es un activo no rentable, la influencia de la

tasa de interés carece de importancia.

11. La tasa de interés es el premio a la abstinencia, al no consumir , por lo que se considera

que los agentes trasladan parte de sus recursos del consumo a la inversión.

12. A partir del supuesto del pleno empleo, todo incremento de la inversión se produce a

costa de una disminución del consumo, por lo que la tasa de interés es el premio por

lograrlo. Así, la tasa de interés de equilibrio iguala la oferta de ahorro (función creciente del

mismo) y la demanda de inversión (función decreciente de la misma). Es el simple

resultado de factores económicos en cuyo funcionamiento no influye de forma significativa.

Page 116: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

13. Oposición a cualquier tipo de política económica activa por parte del gobierno. Sólo la

política monetaria podría ser importante, dado que del correcto manejo de la oferta

monetaria, dada la estabilidad de su demanda, se controla la inflación.

La "teoría del valor" marginalista.

Todas las determinaciones del equilibrio del cambista y del productor, conforman la

fundamentación de una supuesta teoría del valor que no es más que la explicación de las

circunstancias que regulan las razones del cambio entre mercancías destinadas al consumo.

En realidad esta teoría se abstrae de la producción capitalista, limitándose a ser una simple

conexión entre las leyes del cambio y de la producción, de la manera particular en que, por

ejemplo, Jevons asume a esta última. Lo importante en éste enfoque es la posibilidad de

aplicar el cálculo de las variaciones con un fin estrictamente oportunista: el demostrar una

conexión formal entre leyes inferidas y aquella parte de la economía política que es

susceptible de enunciaciones en términos matemáticos, a partir de la premisa general acerca

de la naturaleza humana y desarrollando el cálculo diferencial. Esto conlleva a una

sistematización en un esquema riguroso desde el punto de vista formal, que asegura el

carácter de conclusiones necesariamente verdaderas, en concordancia con la concepción de

la economía política como ciencia lógica y matemática.

Al partirse de las preferencias del individuo dentro de la teoría de la elección, aparece el

concepto de utilidad como indicador del nivel de satisfacción de las necesidades. Dada la

ordenación de las preferencias, se produce una función de utilidad. Desde el punto de vista

matemático a resultado conveniente hablar de utilidad y de funciones de utilidad, dada la

función clave que desempeña el concepto de maximización en la teoría marginalista. El

comportamiento económico se reduce a un intento de maximizar algo. La empresa

maximiza los beneficios y los consumidores la utilidad. La función de utilidad sólo tiene

que ver con medios y no con fines porque estos últimos están fuera del objeto de la teoría

económica. La racionalidad afectará sólo a la instrumentación de los fines y no a los fines

mismos.

Lo anterior advierte acerca de qué no hay que dejarse engañar por los enunciados formales

que la propia teoría marginalista propone en su producción teórica. Cuando se propone una

teoría del consumo, seguida de una teoría de la producción, en la primera se exponen las

"leyes de intercambio de los bienes". Estas se establecen considerando dados el stock de

bienes y los gustos de los consumidores, y de relaciones que definen el equilibrio según la

igualdad de las utilidades marginales de los bienes ponderados por sus precios, que se

deducen a su vez del principio de maximización de la utilidad. En relación con la teoría de

la producción, sus leyes se establecen considerando dados el stock de factores y de técnicas

disponibles, y partiendo de relaciones que definen el equilibrio a partir de la igualdad de las

productividades marginales de los factores ponderados por sus precios, que se deducen del

principio de minimización del coste.

En éste enfoque no hay ningún elemento analítico que indique en relación con la teoría del

consumo, que la producción es un fenómeno distinto del cambio. Los problemas de la

producción son una generalización de las leyes del cambio, como si se tratara de un cambio

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en un mercado particular, el de los servicios de los factores de producción, sometido a las

mismas determinaciones que cualquier otro cambio, de lo que resulta que las leyes del

cambio constituirán las leyes de la demanda de productos y que las leyes de la producción

serán las leyes de la demanda de factores, o sea, las leyes de la oferta de los productos. Por

tanto, la causa de la tergiversación de la noción de producción es su concepción como un

cambio, que deviene de la negación de la noción de producto excedente como categoría de

la teoría de la producción, cuyo verdadero ámbito es precisamente la formación y nivel del

producto antes de ser una categoría de la teoría de la distribución ( Benetti, 1978: 117).

Por otra parte, la teoría de la productividad marginal desempeña un papel fundamental en la

asignación óptima de los recursos, al resolver el problema de la combinación óptima de los

factores de la producción disponibles, y en función de sus usos alternativos. Está óptima

asignación de recursos es una relación respecto a los valores de uso.

Así pues, la "teoría de la producción" queda reducida a una fundamentación que parte de

suponer que todos los factores son homogéneos, divisibles y sustituibles entre sí en

cualquier cantidad, dado que sólo bajo tales premisas se puede utilizar funciones

homogéneas de primer grado. Se establecen así funciones de producción continuas y

diferenciables, donde las productividades marginales de los factores se obtienen como

primeras derivadas parciales, positivas y decrecientes. Al mismo tiempo se supone que los

rendimientos a escala son constantes y que la elasticidad de sustitución de los factores es

igual a la unidad.

Lo anterior se deriva del planteamiento del equilibrio en términos de oferta y demanda en el

mercado de los factores. Para la teoría marginalista el precio de venta de los servicios

productivos es el que determina su precio de coste. El precio de los servicios productivos se

establece en el mercado de estos servicios según la oferta de los propietarios de la tierra, de

los trabajadores y de los capitalistas y de la demanda de los empresarios. Esta demanda

depende a su vez de los precios de los productos. Si el precio de equilibrio de los productos

determina el precio de equilibrio de los servicios productivos, como remuneración de lo

factores, no puede haber ninguna diferencia cuantitativa entre el valor producido y el valor

de los elementos requeridos para la producción.

¿Contiene la teoría de la utilidad marginal algún elemento racional? Dejando a un lado

momentáneamente el análisis crítico del concepto de utilidad, sin lugar a dudas que el uso

del análisis marginal, diferencial, en la investigación económica constituye un aporte

teórico de singular importancia. En el mismo se pueden encontrar ciertos elementos de una

teoría moderna de una óptima asignación de recursos. No obstante, la economía subjetiva

prioriza el comportamiento del consumidor en la maximización de la satisfacción de sus

necesidades como la causa final del fenómeno económico, de ahí que el peso de la relación

sujeto-bien económico, y consiguiente punto de partida del análisis basado en la escala de

necesidades del individuo, constituye la clave del entendimiento de todo fenómeno socio

económico. Sin embargo, las necesidades de los consumidores son significativas en la

formación de precios solamente si las mismas se constituyen en demanda efectiva. De ahí

que todo análisis basado en la intensidad de las necesidades del consumidor individual no

considera el definido marco social en el que el hombre desarrolla su actividad económica.

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Es precisamente el carácter de este marco socio económico y la posición que dentro del

mismo posee el sujeto de la que depende su relación con los bienes. Incluso si en la

estructura de la demanda de los individuos se reflejara la escala de sus necesidades, esto no

constituye la causa final de una estructura de demanda determinada. Detrás de la misma

existen leyes determinantes que gobiernan las necesidades de los diferentes estratos

sociales de los cuales el individuo es un miembro. Son precisamente estas leyes de las que

el análisis científico debe partir. La Segunda Ley de Gossen no proporciona ninguna

información acerca de estas leyes que determina la estructura de la demanda por la sencilla

razón que la misma es construida basada en un principio general totalmente independiente

de toda posición social del sujeto.

Toda conceptualización basada en las necesidades como causalidad final es incapaz de

responder a la pregunta del propio surgimiento de nuevas necesidades. Marx por su parte,

revela la relación entre producción y consumo destacando que la primera no existe sin la

segunda, no tendría ningún sentido. Lo genuino de un producto se concreta en su consumo,

y el consumo y su reproducción de necesidades, estimula la producción. Los fundadores de

la teoría marginalista solamente consideraron este último componente de la relación,

abstrayéndose del otro componente de la interdependencia, la provisión de los bienes de

consumo por la producción y como está determina la forma del consumo y sus nuevas

necesidades. La producción no solamente produce un objeto para el sujeto, sino también el

sujeto para el objeto. El consumo es una fase de la producción.

Marx señala que en el consumo los productos se convierten en objetos de disfrute, de

apropiación individual, pero precisamente porque previamente los productos han sido

creados para satisfacer las necesidades humanas. "La producción facilita los objetos que

responden a las necesidades ; la distribución los reparte según las leyes sociales; el cambio

reparte de nuevo lo que ya está distribuido según la necesidad individual; y finalmente, en

el consumo, el producto desaparece del movimiento social, se convierte directamente en

objeto y servidor de la necesidad individual y la satisface con el disfrute. La producción

aparece así como punto inicial; el consumo como punto final"... "en la producción el sujeto

se objetiva; en el consumo, el sujeto se subjetiva" ( Marx, 1966: 243).

En un sistema teórico basado en la satisfacción de la necesidades de los consumidores

individuales, las categorías económicas que expresan las relaciones sociales de producción

están ausentes. Para la teoría neoclásica el precio constituye una especie de manifestación

del enjuiciamiento de la utilidad social. Pero partiendo de reconocimiento que el fin último

de la producción es la satisfacción de las necesidades en todo sistema social, no se puede

llegar a la conclusión que el análisis económico debe de partir de las necesidades, sin

revelar la forma social de la interrelación entre producción y necesidades correspondientes

al sistema económico bajo consideración, para determinar el mecanismo económico a

través del cual estas necesidades influencian sobre la producción bajo dicho sistema

económico. Desde la forma social de la interrelación entre producción y necesidades, el

mecanismo económico trasmite el impacto de las necesidades en correspondencia con el

sistema económico. Este no puede ser deducido de la relación entre el consumidor y los

bienes escasos independientemente del sistema social en que el mismo vive.

Page 119: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Por otra parte, no solamente la determinación social es fundamental metodológicamente

para comprender la relación del consumidor con los bienes escasos a los que tiene acceso,

tal como lo representa la teoría de la utilidad marginal. Esta relación requiere además de un

condicionamiento histórico. En la manera en que es presentada tal teorización, el

consumidor desarrolla concientemente un uso óptimo de sus recursos en el consumo,

cambio y producción. Al igual que el empresario capitalista, el consumidor despliega un

comportamiento "optimizador" en circunstancias ahistóricas en las que las relaciones de

producción capitalistas no existen, pues son sustituidas por el individualismo metodológico

de la economía de Robinson Crusoe.

En su libro “History of Modern Non-Marxian Economics” ( 1985 ) Antal Matyas,

consecuentemente con su perspectiva crítica, plantea que en una economía capitalista la

base de la relación producción-consumo es el motivo ganancia. El capitalista para

maximizar su ganancia ajusta su proceso de producción en función de la demanda existente.

Pero el motivo ganancia no puede ser deducido de algún tipo de abstracta actitud

psicológica del consumidor, es por el contrario, el producto de la estructura de una sociedad

históricamente determinada. El capitalista desea más y más ganancias no porque desea

consumir más, sino estimulado por un acrecentamiento de su riqueza, de la cual necesita

utilizar una parte de su plusvalía para asegurar la generación de más plusvalía ( Matyas,

1985: 45).

Libre competencia y determinación de los precios.

La producción capitalista constituye una forma de vida social sobre la base de trabajos

privados individuales, regulados por la obtención de ganancias de quienes emplean y

utilizan dichos trabajos para obtener un producto. Los trabajos individuales deben producir

una ganancia para el capitalista que los controla, pero para lograr que sean viables en un

sentido social deben producir los medios y las condiciones para su reproducción. Este

trabajo privado, que se realiza sin tener en cuenta la reproducción social, tiene que estar

articulado dentro de la división social del trabajo. Pero esta articulación nada tiene que ver

con la ficción de un omnisapiente subastador walrasiano que abre el camino hacia el

equilibrio general, por el contrario, es por medio de un proceso real de errores y

discrepancias alrededor de objetivos móviles y cambiantes que se produce una regulación

de carácter turbulento. Es sólo por medio de un proceso de regulación turbulenta y no

mediante una situación estática de equilibrio como se realiza la necesaria distribución del

tiempo de trabajo social.

La competencia entre capitales en el interior de una industria obliga a vender los productos

similares a precios casi iguales. La imposición de un determinado precio común de venta

hace que la competencia intrarramal tienda a diferenciar las tasas y los márgenes de

ganancia.

A su vez, al nivel de determinación siguiente correspondiente a la competencia interramal,

se forman los precios de producción. Aqui son determinantes los flujos de capital buscando

maximizar su tasa de ganancia, lo que alterará las relaciones entre la oferta y la demanda de

cada industria de manera que anularán las diferencias existentes entre las tasas de

ganancias. Así se producirán excesos que en determinados momentos, crearan nuevas

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restricciones en un proceso sucesivo que nunca producirá equilibrio. El resultado es un

cuadro muy diferente al equilibrio general de competencia perfecta.

Para que la abstracción científica sea lo que Marx llama una "abstracción determinante", la

misma debe ser la extracción de la más simple caracterización de algún aspecto de la

realidad. En la teoría neoclásica, las abstracciones tienden a ser idealizaciones, no

tipificaciones. La noción marxista de competencia define un proceso, no un estado.

Describe un proceso destructivo y antagónico, no una fantasía de equilibrio.

Marx se refiere a la reproducción de la contradicción móvil que representa la producción

capitalista de mercancías, un proceso de reproducción y regulación tendencial en el que

discrepancias y errores producen otros de una clase opuesta. La competencia capitalista es

competencia de capitales, una especie de disputa entre capitales individuales por capturar la

más grande porción posible del mercado, suplantando y excluyendo a los competidores del

mercado. Todo esto muy lejos del análisis del equilibrio de competencia perfecta,

contendiente no sólo de un alto grado de idealización de la realidad capitalista, sino de una

sistemática e ideológica tergiversación de la misma.

"El concepto de competencia perfecta es la piedra angular de la visión de un capitalismo

perfecto", así sintetiza Anwar Shaikh ( 1990:87 ) el manejo de la noción de competencia

perfecta en la economía neoclásica, situándola en el marco de una tradición anti-clásica y

anti-marxista fórmulada para defender las virtudes del capitalismo y para escapar de la

ansiedad de la teoría del valor-trabajo.

Resulta fundamental para la concepción neoclásica su definición de competencia perfecta

como una situación en la que cada firma actua como si no tuviera la intención ni la

capacidad para influir en la formación de precios. Cada "agente" asumiría el papel de un

"tomador de precios". Siguiendo a Shaikh, para justificar este marco conceptual hay que

realizar varios supuestos, el primero es suponer que cada firma siempre fija los precios de

su producción al precio de mercado corriente o esperado. Sus ventas potenciales varían

según su volumen de producción y al comparar las ventas potenciales con los

correspondientes costos estimados, la firma calcula el volumen de producción que

maximizará sus ganancias totales.

La firma resulta entonces que no es sólo un maximizador de ganancia, sino un maximizador

pasivo de ganancia, que se supone nunca busca bajar sus precios para atacar a sus rivales.

Por el contrario, de manera pacífica vende todo lo que puede al precio de mercado: es un

tomador de precios de manera que todo antagonismo queda excluido en los supuestos del

análisis. Pero como la producción de la firma puede llegar a alcanzar tal peso en el mercado

global que pueda afectar el precio de mercado a través de su impacto sobre la oferta total

del mercado, se hace necesario suponer que cada firma es infinitesimal en relación con el

mercado total y productora por consiguiente, de una porción infinitesimal del producto

infinitamente divisible. La firma no sólo será pacífica, sino además impotente.

Lo anterior sería sólo el punto de partida. Estos supuestos acerca de la divisibilidad infinita

de los insumos y los productos excluyen cualquier noción de concentración y centralización

Page 121: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

de capitales como parte orgánica de la competencia. En todo caso, violaría el requerimiento

de que cada firma permanezca y sea infinitesimal.

Aún más, añade Shaikh, pues dentro de un equilibrio perfectamente competitivo de largo

plazo se supone para cada firma la misma tasa de ganancia que para el resto. Como a causa

de la divisibilidad infinita de insumos y productos de cada firma infinitesimalmente

pequeña, cada capital individual es prácticamente un átomo en un fluido global en donde

cada uno tiene perfecto conocimiento de todos los eventos pasados, presentes y futuros,

relevantes para sus decisiones. Así, se afirmaría que todos los trabajos privados e

independientes, terminan en una articulación inmediata de la división social del trabajo, es

decir, en equilibrio general. De esta manera sean ahora la anarquía de la producción

capitalista, la necesidad del articulación forzosa del trabajo, etc. Un equilibrio

perfectamente competitivo deja afuera todas las contradicciones inherentes a la mercancías

y al capital, la concentración y centralización, así como la rivalidad y colisión entre firmas.

Todo esto a partir de concebir los supuestos "apropiados" que hacen al modelo tan

"perfecto".

Lo que escamotea el análisis microeconómico neoclásico acerca del mercado es que

consiste en un mecanismo de asignación de recursos que produce asignaciones

técnicamente eficientes sólo bajo supuestos muy restrictivos, en donde se pueden tratar

como dos temas independientes el de la eficiencia técnica y el de la distribución de la renta.

De manera rigurosa el mercado no asigna de una de forma eficaz cuando existen

externalidades, ni bienes públicos, ni rendimientos crecientes de escala, ni cuando existen

determinados tipos de costes de información y transacción. Por otra parte, las propiedades

de estabilidad del mercado competitivo son muy débiles, no garantizando que los ajustes

ante situaciones dinámicas cambiantes sean eficientes, ni en caso de serlo, rápidas. La

docencia ortodoxa elude explicar esta concepción "delicada" del funcionamiento del

mercado, dejando de considerar que sus presupuestos no corresponden con los mecanismos

reales en donde operan las relaciones económicas ( Palazuelos, 2000:113 ).

En palabras de Carlos Ricoy ( 1994:896-897 ), "el enfoque convencional de la economía

del equilibrio se caracteriza por la determinación conjunta de precios y cantidades"... "los

datos fundamentales del análisis son las dotaciones iniciales de recursos (factores)

productivos, las preferencias de los agentes y la tecnología de producción; en lo que se

refiere a las preferencias y a la tecnología, el elemento esencial a considerar lo constituyen

las propiedades formales de las mismas en términos de las posibilidades de sustitución

entre bienes, entre factores, y entre bienes y factores. Suponiendo, para simplificar, que los

factores se ofrecen inelasticamente en su totalidad, a partir de la optimización de las

preferencias por parte de los consumidores y del beneficio por parte de las empresas,

sujetas ambas a la respectiva restricción presupuestaria (definidas en términos de la

cantidad y de los precios de los bienes y de los factores, junto con la posibilidades

tecnológicas de producción en el caso de la maximización del beneficio por parte de las

empresas), se obtienen las respectivas funciones de demanda y oferta de bienes y de

demanda de factores; sobre esta base, en equilibrio, se determinan conjuntamente los

precios, las cantidades y la distribución de la renta (la cual depende de la valoración de los

factores productivos); los precios de los bienes y de los servicios de lo factores así

determinados aseguran la igualdad entre las cantidades demandadas y producidas de los

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bienes y entre las cantidades demandadas de factores (requeridas para la producción) y las

dotaciones iniciales (cantidades ofrecidas) de cada uno de ellos; en este sentido, el

equilibrio supone el pleno empleo de los mismos. En última instancia, la consecución del

equilibrio se basa en las posibilidades tecnológicas de sustitución entre factores en la

producción; con respecto a estas últimas, es necesario suponer que la intensidad en el uso

de lo factores es distinta en la producción de los diversos bienes; sobre esta base, y a través

de la maximización de los beneficios, se llega a la determinación de funciones de demanda

bien comportadas de factores- que muestran una relación inversa entre su intensidad de uso

y sus precios relativos; así, como consecuencia de la sustitución, el juego de los precios

relativos asegura que, en equilibrio, las cantidades demandadas de factores se igualan a las

respectivas cantidades ofrecidas (a las dotaciones iniciales). En el análisis en términos

agregados, el equilibrio del mercado de trabajo resulta en un salario real que asegura el

pleno empleo de la fuerza de trabajo; al mismo tiempo, el equilibrio entre el ahorro y la

inversión se alcanza a través de las variaciones del tipo de interés; a este respecto, el

elemento central del análisis es la noción de una demanda de inversión decreciente con el

tipo de interés, la cual, en última instancia, se deriva de la demanda del factor capital que de

nuevo, muestra una relación inversa entre la intensidad de uso del mismo y el tipo de

interés".

El concepto de competencia perfecta correspondería a un estado ideal de la economía

capitalista, se trata de una teoría de la determinación de los precios bajo un régimen

hipotético de libre competencia absoluta. Como diría el propio Walras, se estudia el

modelo, no el mundo. Para la teoría neoclásica el capitalismo de libre competencia no

constituye una etapa histórica del desarrollo del capitalismo desaparecida con el desarrollo

de los monopolios. Desde su perspectiva, el capitalismo de competencia semeja una

realidad atrofiada a la cual sería necesario regresar para que todo funcionara óptimamente.

Esta realidad tendría entonces un carácter de "norma" que funciona como ideal. De ahí que

la libre competencia como ideal por realizar se presenta como una estructura normativa,

como una estructura que es necesario sostener para alcanzar el óptimo funcionamiento

económico y social. Por supuesto que este óptimo sólo es reconsiderado dentro del marco

de sistema capitalista, determinado por la desigualdad estructural de la propiedad de los

medios de producción y del capital que define las relaciones entre capitalistas y

trabajadores.

Toda la conceptualización acerca de la racionalidad de la libre competencia se enfrenta a

dos tipos de problemas a los cuales no puede responder la teoría neoclásica. Problemas que

según Maurice Godelier ( 1968:52-53 ) quedaron suspendidos en el vacío interno de la

incapacidad de responderse. El primero trata sobre ¿cómo surgió el sistema capitalista y

desapareció la etapa de la libre competencia a pesar de la mano invisible racional que

conducía el sistema más o menos automáticamente hacia el óptimo? El otro consiste en

¿cómo fundamentar la desigualdad de la propiedad del capital?

Para pasar por encima de estas cuestiones que conllevan todo una visión histórica y

dialéctica de la economía política, la salida neoliberal es postular con relación a la segunda

pregunta, que la desigualdad de la propiedad es positiva e incluso la mejor posible,

justificando la existencia de la desigualdad estructural. Así entonces, queda allanado el

camino para evitar una explicación científica y responder a la primera pregunta. El sistema

Page 123: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

capitalista existe porque era el mejor y es el mejor porque existe. Se trata al final de

cuentas, de una elección ideológica que establece una especie de "ideal" incontestable.

Este modelo de "intercambio competitivo" presenta tasas de cambio de equilibrio de los

distintos bienes establecidas en aquellos niveles para los cuales los mercados "se vacían", o

sea, para los cuales los agentes tienen la posibilidad de intercambiar y obtener "un

incremento de la utilidad adicional, dadas sus dotaciones iniciales de bienes. Este tipo de

conceptualización coincide en apariencia con el análisis de la producción mercantil simple

desde el punto de vista de los consumidores del valor de uso de la mercancía, bajo el

movimiento M-D-M. Desde este último punto de vista, Marx puntualiza que este tipo de

intercambio supone una operación en la que ambas partes ganan ( Ricoy, 1994:90 ). Y es

que la teoría neoclásica se desarrolló como una construcción teórica que intentaba refundar

a la ciencia económica, haciendo tabla rasa de las hipótesis clásicas y marxistas.

Esta voluntad militante de arrasar con todo lo anterior, provocó en el marxismo un rechazo

de los análisis marginalistas. Sin embargo, Godelier ( 1968:224-225 ) sostiene la hipótesis

de que estas teorías no se excluyen totalmente sino que pueden combinarse y ampliar la

teoría marxista del valor y de los precios. Para que el marginalismo no fuera una alternativa

teórica excluyente se necesitaría distinguir a partir del análisis crítico, lo que creian

explicar los marginalistas de lo que explicaban efectivamente, a través de aislar en un

conjunto de proposiciones teóricas las que se derivan realmente de la ciencia y las que se

derivan de la ideología. Según esta perspectiva, los marginalistas creyeron construir una

teoría del valor cuando en realidad desarrollaron elementos de una teoría de los precios.

Aunque el marxismo contiene la única teoría del valor posible y proporciona por tanto, el

fundamento científico de una teoría de los precios, se requiere para su desarrollo, de una

integración de numerosos análisis marginalistas relativos a la formación de los precios. La

base de esta idea está en la distinción marxiana entre proceso de formación del valor y

proceso de realización del valor.

De esta forma Marx brinda la posibilidad de un análisis científico de los sujetos

económicos reales y de su comportamiento dentro de relaciones sociales históricamente

determinadas, evidenciando el carácter especulativo del individualismo metodológico sobre

el sujeto económico.

El papel de la oferta y la demanda debe ser retomado dentro de la teoría marxista del valor

y de los precios, no se trata de verdaderas alternativas teóricas en cuanto el marginalismo y

el enfoque neoclásico representan vastas construcciones ideológicas que intentan evitar el

cuestionamiento de si tema capitalista, pero si bien el enfoque marxista proporciona la base

teórica completa que permite recoger y procesar todos los elementos racionales de la

investigación marginalista y desarrollarlos, para esto el marxismo tiene que desarrollarse a

sí mismo, más allá de donde Marx se detuvo voluntariamente en El Capital, hacia las

nuevas formas de la competencia y las nuevas formas de gestión empresarial y estatal.

Godelier ( 1968:cap. I ) desarrolla un análisis sugerente en este sentido, que aporta a la

comprensión del debate entre los dos paradigmas económicos fundamentales de hoy. En

consecuencia, se considerarán a continuación algunos de sus puntos de vista.

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Marx de manera voluntaria no desarrolla en El Capital toda la complejidad del accionar de

la oferta y la demanda a nivel de la competencia, ya que el movimiento real de la misma no

estaba contemplado dentro de un análisis que se proponía el estudio de la organización

interna del sistema capitalista de producción en su media ideal. Marx llega sólo a esbozar

su análisis porque estaba consciente de que lejos de constituir un punto de partida simple,

constituye un punto de llegada complejo del análisis económico, consciente de que su

análisis científico presupone la existencia de diversas clases y subclases entre las que se

reparte la renta total de la sociedad, de las que parte la demanda, y por tanto, la necesidad

de penetrar primero la estructura del proceso capitalista de producción. Pero además, Marx

está consciente de que en el plano de la competencia en el mercado se manifiesta un

proceso de inversión que disimula las formas esenciales y ocultas de las relaciones

económicas capitalistas.

Para Marx el proceso de formación de los precios no es el proceso de formación del valor,

sino el de la realización del valor, en donde efectivamente intervienen la oferta y la

demanda. Aquí, en la venta de las mercancías, se produce la formación de los precios, que

parece depender de la medida de las necesidades sociales y de las preferencias individuales.

Por tanto el análisis presenta un movimiento aparente que sugiere una línea discursiva que

va del consumo a la producción como si fuera el movimiento real de la formación del valor,

cuando en realidad es un aspecto real del movimiento de formación de los precios y de la

realización del valor. El mismo requiere, para lograr su verdadero alcance científico, partir

previamente del proceso de formación de valor, dentro de una teoría de la producción y la

distribución que esclarezca la determinación establecida a partir de la relación social entre

la clase capitalista y la clase obrera y su diferente acceso a los medios de producción, esto

implica la desigualdad en el acceso al producto social dadas las proporciones existentes

entre plusvalía y salario y las diferentes partes en las que se descompone la plusvalía.

Sólo sobre la base del análisis anterior, se conformaría la posibilidad de negar la

conceptualización especulativa marginalista y el rescate de los elementos de una teoría de

los precios que debe ser asumida críticamente como una explicación efectiva diferente a lo

que el propio paradigma neoclásico creyó explicar cómo teoría del valor subjetivo. La

posibilidad de desarrollar la teoría marxista del valor y de los precios, está en asumir el reto

representado por la inversión y el ocultamiento bajo las formas visibles de la práctica, del

movimiento aparente del sistema capitalista a través de la conciencia espontánea de los

agentes de la producción, y del análisis teórico que lo reflejó. Se debe tener en cuenta que

en la teoría marxista, la oferta y la demanda desempeñaron un papel determinante en la

explicación de las diferencias de los precios del mercado y la tendencia a reducir las

mismas por medio de la competencia y las fluctuaciones de los precios ( Marx, 1973:cap. X

). El centro de estas fluctuaciones lo constituye el valor de mercado, la oferta y la demanda

se explican en base a la teoría del valor.

Mercado de trabajo.

La teoría neoclásica postula que la producción de bienes y servicios tiende a permanecer en

aquel punto en que los recursos disponibles están en plena ocupación. Dada la supuesta

existencia de la Ley de Say que garantiza la inexistencia de límites a la producción por el

lado de la demanda, esta siempre sería suficiente para sostener el pleno empleo. Como el

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pleno empleo es parte de un orden natural en la economía, la política económica sería

innecesaria como reguladora de la producción y el nivel de ocupación.

El modelo neoclásico de determinación del ingreso y el nivel de empleo puede expresarse

mediante la siguiente figura . La parte de arriba representa un mercado de trabajo en el que

concurren una oferta de trabajo (L ) y una demanda de fuerza de trabajo (L ) en el que se

determina un precio para las mismas en términos de salario real. Estas funciones tienen las

formas convencionales de un mercado competitivo. La curva de demanda tiene una relación

inversa con el salario real reflejando el principio de los rendimientos marginales

decrecientes del trabajo y el de maximización de la ganancia empresarial, lo cual implica la

igualación del salario real con la productividad marginal del factor trabajo. A su vez, la

oferta de trabajo se conforma en términos de trabajadores que maximizan una función de

bienestar cuyos argumentos son el ingreso derivado del trabajo y los usos alternativos del

tiempo disponible, o sea, los trabajadores estarán dispuestos a trabajar una mayor porción

de su tiempo cuanto más alta sea su remuneración, esto es, el salario real. La oferta de

trabajo es por tanto, una función creciente del salario real.

La parte inferior de la gráfica expresa la determinación del nivel de producción (Y)

correspondiente al nivel de empleo ya anteriormente en determinado en el mercado de

trabajo. Esto se conoce como función de producción de corto plazo. En la misma se supone

que el volumen de capital, recursos naturales y tecnología están dados (corto plazo), y que

las variaciones de la producción son el resultado de las variaciones en el nivel de empleo.

Existe por lo tanto una relación positiva entre empleo y producción aunque, dado el

principio de los rendimientos decrecientes del trabajo, los incrementos de producción

atribuibles al aumento del empleo son menores a medida que aumenta el número de

trabajadores ocupados. El nivel de empleo y de producción así determinado, es un punto de

pleno empleo y de equilibrio. En este equilibrio no hay ninguna tendencia inherente al

cambio. Cualquier desviación del mismo, se reestablecería automáticamente por las fuerzas

de la oferta y la demanda.

Valoración final.

Como ha sido señalado ( Castaño, 2002:186-189 ) los límites del enfoque neoclásico, es

decir, el plano del análisis asumido, representa sin dudas una característica metodológica de

especial significación. La estructura de eslabones y dependencias causales sufrieron un

cambio significativo en relación al análisis clásico. El sistema de variables económicas y su

área de determinación fueron circunscritos al mercado, o al conjunto de mercados

interconectados que constituye la esfera del cambio. En el análisis clásico, sobre todo en el

de Ricardo, así como en un sentido más definido, también en Marx, existía un sentido de la

exposición en el cual la distribución era anterior al cambio, o sea, que sólo se podía llegar a

las relaciones de precio o a los valores de cambio después de haber sido postulado el

principio que afecta a la distribución del producto total. Los determinantes de la

distribución estaban ubicados en las condiciones de producción, que en el caso de Marx se

expresaban en las relaciones sociales de producción, introducidas desde fuera del mercado

a partir de un fundamento histórico- social. En cambio, el enfoque neoclásico redujo el

problema de la distribución a la formación de los precios de los insumos por un proceso de

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mercado, que de manera simultánea determinaba el sistema interconectado de productos e

insumos. La distribución no sólo quedaba determinada desde el mercado o el proceso de

cambio sino que lo estaba en la forma de precios derivados de bienes intermedios o factores

productivos dados, o sea, que esta determinación provenía del mercado de productos

finales, y desde allí, de la estructura e intensidad de la demanda de los consumidores (

Dobb, 1973:189 ).

Dicho enfoque desvió la atención que se ponía sobre los costos en la producción y por lo

tanto en las condiciones de la misma, hacia la demanda y el consumo final, centrandose

sobre lo que emergía de la línea de producción para contribuir a la satisfacción de los

deseos y necesidades de los consumidores. De este cambio de atención derivó un prejuicio

individualista sobre el análisis microeconómico de la conducta y la acción individual en el

mercado, que dio lugar a que fuera descrita en términos de un cambio hacia una "teoría

subjetiva del valor".

Desde una perspectiva crítica Lukács (1982: 129- 130) había señalado como la propia

división del trabajo capitalista disloca todo proceso orgánicamente unitario de lo social,

descomponiendolo en sus elementos y funciones parciales racional y artificialmente

aisladas, para que sean ejecutadas de manera racional por cierta especialización autónoma

que tenderá a evolucionar según la lógica de su especialidad. Para Lukács esta tendencia se

incrementará al aumentar la división del trabajo y su racionalización, ya que mientras más

se desarrolla esta, más se refuerzan los intereses profesionales de los especialistas

portavoces de dichas tendencias. Esta especialización hace desaparecer toda concepción de

la totalidad, perdiéndose la captación de los momentos en su unidad y conformándose un

sistema formalmente cerrado de leyes parciales especiales, por el cual el mundo que se

halla fuera de su dominio y el objeto que se tiene por conocer, pasen por imperceptibles

desde el punto de vista metodológico.

En lo referente a la economía política, Lukács plantea que dado lo señalado anteriormente

"sería un error creer que se pueda franquear ésta barrera mediante ciertos modos de pensar

la cuestión, como por ejemplo, el de la teoría de la utilidad marginal; tratando de partir de

actuaciones subjetivas en el mercado, y no de las leyes objetivas de la producción y del

movimiento de las mercancías, leyes que determinan al propio mercado y a los modos

subjetivos de actuación en el mercado, no se hace otra cosa que relegar la cuestión

planteada a niveles aún más derivados, más cosificados, sin suprimir el carácter formal del

método que elimina por principio los materiales concretos. El acto de cambio en su

generalidad formal, que es el hecho fundamental precisamente para la teoría de la utilidad

marginal, suprime el valor de uso en tanto que valor de uso y crea esa relación de igualdad

abstracta entre materiales concretamente desiguales y hasta inigualables de dónde nace esa

barrera. Así el sujeto del cambio es tan abstracto, formal y cosificado como su objeto y los

límites de este método abstracto y formal se manifiestan justamente en la finalidad que se

propone alcanzar: un sistema de leyes abstractas al cual la teoría de la utilidad marginal,

pone en el centro de todo, exactamente como lo había hecho la economía clásica. La

abstracción formal de este sistema de leyes transforma incesantemente la economía en un

sistema parcial cerrado que, por una parte no es capaz ni de penetrar en su propio sustrato

material, ni de encontrar, partiendo de allí, la vía hacia el conocimiento de la totalidad

social, y que por otra parte, por tanto, capta esa materia como una cosa dada, inmutable y

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eterna. De este modo, la ciencia queda privada de la posibilidad de comprender el

nacimiento y la desaparición, el carácter social de su propia materia, así como también el

carácter social de las tomas de posición posible respecto de sí misma y respecto de su

propio sistema de formas" ( Lukács,1982:130-131 ).

Una modificación radical desde el punto de vista planteado es imposible en el terreno de la

sociedad burguesa. Su evolución filosófica sigue teniendo como tendencia fundamental la

de considerar los resultados y los métodos de las ciencias particulares, como cosas dadas, y

se limita a la tarea de justificar el fundamento de la validez de los conceptos así formados.

Esta filosofía asume la constitución formalista de los conceptos de las ciencias particulares

en un substrato inmutable dado, sin cuestionar la cosificación que es la base de ese

formalismo. Sólo entonces, mediante la crítica de dicho mundo cosificado como el único

posible y conceptualmente captable, es que se llegaría a un enfoque verdaderamente

científico de los problemas, a las cuestiones que versan sobre el nacimiento y la

desaparición, sobre la esencia real y el sustrato de esas formas. Al limitarse, la teoría

económica neoclásica a estudiar las condiciones de posibilidad de la validez de las formas

en las que se manifiesta el ser que es el fundamento, se requiere entonces de su apropiación

crítica en función del cuestionamiento y transformación de la propias estructuras

capitalistas que pretendió eternizar.

Al plantearse que el cometido propio de la economía era el cálculo del máximo

condicionado o como lo señaló Robbins, el aspecto del comportamiento que surge como

consecuencia de la escasez de medios para lograr fines dados ( Robbins, 1944 ), se quitó a

la economía su preocupación por los fines en función del prejuicio analítico de un mayor

interés por la estructura lógica, lo que ha dado como resultado el que el enfoque neoclásico

excluyera muchas cuestiones significativas en el campo del economía política.

El reconocimiento de los aportes neoclásicos tiene que basarse en la comprensión de que

esta conceptualización económica no es neutra, sino que constituye una ideología

disimulada en un sistema de conceptos aparentemente neutrales, cuantificables y

operativos. Lo anterior debe tomarse en cuenta partiendo del reconocimiento de que la

teoría neoclásica se ha construido de manera abstracta como un cálculo de ventajas y

desventajas netas, susceptibles de expresión cuantitativa en términos de precios y costos del

mercado en donde cada sujeto se consideraría lógicamente aislado de los demás e incapaz

de imponérseles, tomando como canal de información básico al sistema de precios en

condiciones de competencia pura y perfecta. Ésta manipulación analítica aceptada y

expresada matemáticamente para el mundo físico, proviene de formas de pensamiento

favorables para los detentadores del poder económico cuya conservación permiten. Se

desvía así la atención de los fenómenos cuya comprensión sería peligrosa para el orden

social establecido, el cual responde a quienes lejos de las condiciones idealmente

conceptualizadas, manipulan el mercado muy diferentemente por cierto de la obediencia al

precio que expresaría la soberanía de todos los sujetos capaces de hacer elecciones eficaces.

El mercado no "nace" ni subsiste sin operaciones fuera del mercado. Este no es, como

señala Marx, un punto de partida simple sino un punto de llegada complejo. Una

interpretación unilateral reducida al plano fenoménico del mercado, sólo se justifica

ideológicamente en la negación de la comprensión del funcionamiento real de la sociedad

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capitalista. La exclusión de todo análisis y toda crítica del mercado a través de su

enmarcamiento abstracto ajeno a la consideración de lo social, limita al final al propio

conocimiento del mercado, pues éste no es inteligible fuera del modo de producción en que

funciona. No se puede comprender al mercado si se rechaza el escrutinio de todo lo que sea

anterior a la oferta, a la demanda y a lo precios formados en el mismo.

Sólo a partir de aceptar la integridad del núcleo duro epistemológico del marginalismo,

sería posible aceptar el significado económico de las funciones agregadas de la teoría

neoclásica. Su aplicación constituye un acto de imaginación pues la visión del

comportamiento de la realidad económica que se sostiene es de carácter estático. El

equilibrio obtenido se deriva de supuestos irreales de partida. La utilización del cálculo

diferencial para trabajar con funciones lineales impone restricciones inadmisibles acerca de

unas relaciones absolutamente mecánicas entre las variables decisivas.

La economía dista de la visión simplista de un sistema de precios relativos del equilibrio

relacionados en una combinación óptima de recursos escasos y factores productivos.

Tampoco ópera en ella una lógica de comportamiento del consumidor que maximiza su

utilidad y por supuesto, en nada garantiza que el logro del interés individual en un marco de

libre competencia conduzca a la satisfacción del bienestar colectivo de la sociedad.

Siguiendo a Godelier ( 1968:57-60 ) en el trazado de un balance de conjunto del enfoque

neoclásico del funcionamiento del capitalismo, se llega al criterio de su incapacidad para

establecer la necesidad histórica de este sistema. Por definición, una situación es óptima

cuando no se puede añadir o restar un elemento sin producir un resultado menor. Se trata de

una situación límite, lo cual justifica el uso de los procedimientos del cálculo del margen.

La tasa de utilidad, eliminando las complicaciones derivadas de la amortización, la

obsolescencia de este capital, etc. es la relación del valor agregado al monto del capital

invertido. El precio es una tasa de cambio que depende de la oferta y la demanda de un

mercado competitivo. Todo ocurre de manera tal como si la oferta y la demanda

determinarán el valor de las mercancías, como si junto a los demás factores, el trabajo fuera

un factor más y como si el capital rindiera utilidad. El mecanismo económico no supone

ninguna explotación de los trabajadores. Los conceptos comunes de la economía se remiten

a la práctica de los negocios y no revelan ningún tipo de explotación. Mayor eficacia

apologética sería imposible de obtener. Se trata de una teoría ideológica del funcionamiento

capitalista, pero no obstante, no carece de cierto reflejo de la realidad. La utilidad es

"realmente" el valor agregado que se aporta al capital invertido y la oferta y la demanda

determinan realmente una parte del mecanismo de la formación de los precios.

Dado que la oferta y la demanda desempeñan un papel real en la formación de lo precios, el

enfoque marginalista parece aportar el principio general de la explicación del valor y de los

precios. Sin embargo, para Godelier esta teoría es una falsa alternativa como teoría

científica general acerca del valor y los precios. Se trata de una vasta construcción

ideológica que mediante la teoría marginalista del ingreso de los factores de la producción

propone la existencia de un estado óptimo de bienestar que satisface a todos.

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A partir de lo anterior, debe existir entonces una teoría que plantee el papel de la oferta y la

demanda sin hacer de las preferencias de los consumidores el fundamento del valor de las

mercancías, y explicar los diversos elementos del capital sobre la tasa de utilidad,

excluyendo la teoría del ingreso de los factores.

Según Shaikh ( 1990:67 ) el análisis de Marx es muy superior en toda su estructura al

limitado espacio conceptual de la teoría neoclásica, cuya mayor debilidad se encuentra en

su formalismo basado en conceptos cuyas raíces ideológicas generan sus conclusiones

básicas. No se trata sin embargo, de rechazar a dicha economía en sus formas original o

adaptada, por el contrario, se reconoce que parte de sus contribuciones pueden ser

utilizadas pero a partir de una apropiación crítica de su conocimiento que evidencie el

carácter vulgar de los conceptos camuflados en ella.

Page 130: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 6. Evolución premonetarista de la teoría cuantitativa del dinero.

La teoría cuantitativa del dinero, desde el punto de vista de la economía convencional

neoclásica, básicamente es una teoría acerca del nivel de los precios. Sostiene en términos

muy simples, que los precios varían proporcionalmente con la cantidad de dinero y que en

consecuencia, la cantidad de dinero determina el nivel de los precios. Cuanto mayor sea la

oferta de dinero tanto más bajo será su "valor", lo que es lo mismo que decir que más

elevado será el nivel de los precios de los bienes y los servicios. El "valor" del dinero queda

determinado, al igual que el de cualquier otro bien, por la oferta y la demanda, pero con la

particularidad de que el dinero no se demanda por sí mismo, sino por las cosas que se

podrían comprar con el. La demanda de dinero no era otra cosa que la oferta de bienes

disponibles. Si esta última responde a la constancia de las condiciones de pleno empleo, la

demanda dinero es constante, por lo que el nivel de precios varían a proporcionalmente con

la oferta monetaria.

Se descarta así la posibilidad de que los cambios de la cantidad de dinero pudieran afectar a

la demanda real de bienes y servicios, e implícitamente, a la demanda dinero. El dinero sólo

determinaba el nivel de precios al que se realizarían las transacciones, pero no el nivel de

estas, el cual estaría fijado en forma independiente por el sector real de la economía.

De manera fundamental estos son los elementos que de una manera u otra han sido

reformulados de diversas maneras hasta llegar a la versión cuantitativista monetarista

actual. A continuación se realizará una revisión crítica de carácter histórico-analítica de los

momentos más importantes que han caracterizado la evolución de la teoría cuantitativa del

dinero.

Los orígenes.

Como es conocido, el mercantilismo limitó su objeto de estudio a la esfera de la circulación

y dejó fuera de su análisis cualquier consideración correspondiente a la esfera productiva,

en razón de que fue el capital comercial, la primera modalidad libre de existencia del

capital como tal. Su análisis del funcionamiento de estas primeras manifestaciones del

capitalismo explicaban los cambios en el nivel absoluto y relativo de precios como un

fenómeno que obedece exclusivamente a la ley de la oferta y la demanda. En el siglo XVI y

mediados del siglo XVII, el capitalismo se hallaba en su etapa comercial. El estudio de los

mercantilistas de los fenómenos económicos se basaba en criterios prácticos con la

intención de sacar provecho de ellos. Dado que aún la etapa del desarrollo manufacturero

no se había desarrollado, los beneficios de la nueva burguesía comercial provenían de

lograr una diferencia entre el precio de compra, fundamentalmente de los productos

coloniales, y el precio de venta en el mercado europeo.

La primera interpretación de la teoría cuantitativa tiene como principales representantes a

Bodín y Davanzati. Los mismos presenciaron la revolución de los precios que tuvo lugar en

Europa tras el descubrimiento de América. A partir de que el proceso inflacionario

coincidía con la llegada de los flujos de metal precioso de América hacia Europa, se afirmó

que la superabundancia de metales preciosos era la causa de la subida de precios. Al

Page 131: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

aumentar la cantidad de metálico en circulación, el valor de cambio de la moneda

disminuye, es decir, el nivel absoluto de precios de las mercancías aumenta. Su análisis se

limitó al principio de la oferta y la demanda. Así salía a la luz la primera versión

cuántitativista, un incremento de la cantidad de moneda incrementa los precios de las

mercancías.

Posteriormente, en el período de 1620 a 1750 se interrumpe el flujo de oro y plata

proveniente de América y el fenómeno inflacionario deja de constituir el centro de

atención, en su lugar, se colocaba la escasa disponibilidad de moneda para financiar el

comercio. Al interrumpirse los flujos de oro y plata, el apoderamiento de metales preciosos

por parte de los principales estados nacionales europeos estaba limitado a un juego de suma

cero, donde unos ganarían lo que otros tendrían que perder.

Las prescripciones de política serían en consecuencia obstaculizar la salida de metales

preciosos prohibiendo la exportación de oro y plata, aumentar el poder adquisitivo de las

monedas extranjeras en el territorio nacional, obligar a las empresas nacionales a pagar sus

importaciones con mercancías prohibiéndoles la exportación de moneda, adquirir en el

exterior importaciones como un importe menor al de las mercancías exportadas, etc. El

razonamiento que se hallaba sosteniendo estas medidas de política económica consistía en

qué un superávit en el balance comercial de un país conllevaría a un incremento en la

cantidad de moneda circulante y un incremento en la producción doméstica. Esta confianza

por parte de los mercantilistas acerca de la determinación del nivel de actividad por parte de

la cantidad de moneda, hacía que recomendasen al monarca que no atesorase, ya que la

reducción de la masa de circulante inhibiría la actividad económica. Los mecanismos de

transmisión entre la cantidad de metálico circulante y el nivel de actividad consistían; uno,

en el impulso que la liquidez le da al consumo; y el otro, en que el aumento de la

circulación monetaria afectaría la tasa de interés, lo cual abarataría el crédito y por tanto se

estimularía el comercio.

En definitiva los mercantilistas limitaban el proceso de formación de precios a la ley de la

oferta y la demanda. Cuanta más moneda hubiese en circulación mayor sería el nivel

absoluto de precios, intuían qué un aumento en la cantidad de circulante es semejante a un

cambio en la unidad de cuenta. Pero al tratarse de circulante metálico, los precios reflejan

otro proceso que no se produce en el mercado, sino en el proceso de transformación

técnico-material de las mercancías. Cuando se produce el descubrimiento de nuevas

técnicas productivas y de ricas minas americanas, esto significó una ganancia extraordinaria

para el capital asociado a la extracción y procesamiento de los metales preciosos, lo cual

generó un desplazamiento de recursos hacia las nuevas áreas de explotación, aumentando la

producción y disminuyendo el precio de mercado. La reducción en el precio de producción

de los metales preciosos disminuyó el precio de producción relativo del oro y la plata

respecto al resto de las mercancías, por lo que a un precio menor correspondía un mayor

nivel de demanda para dichos metales.

Dentro de los mercantilistas, Thomas Mun había advertido ya en 1630, que una entrada de

metales preciosos elevan los precios internos. "Todos los hombres aceptan que la

abundancia de dinero en un reino encarece los bienes nacionales". Sin embargo, si partimos

de la conocida ecuación de intercambio, M.V=P.T, la cual se analizará posteriormente, en

Page 132: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

donde la cantidad de dinero (M), multiplicada por el número de veces que cambia de manos

en un periodo de tiempo dado (V), es idénticamente igual al volumen total del comercio

(T), multiplicado por los precios medios de estos bienes (P), el hecho es que los

mercantilistas enfatizaron el efecto de M sobre T antes que sobre P. La teoría cuantitativa

de los siglos XVII y XVIII se centraría en la proposición de que el dinero estimulaba al

comercio. Para los mercantilistas el dinero aceleraba el comercio al aumentar la velocidad

de circulación de los bienes. Se creía que a un aumento de la oferta monetaria se asociaba

un aumento de la demanda monetaria, de forma tal que el volumen del comercio, y no los

precios, aumentaría con el incremento de los metales preciosos.

En la década de 1690, John Locke señaló que los precios varían en una proporción

correspondiente a la cantidad de dinero en circulación, entendiendo que la cantidad de

dinero incluye la rapidez de su circulación. Así, el valor del dinero varía inversamente a su

cantidad y destacando la función del dinero como medio de cambio.

Cuatro décadas mas tarde, Cantillon escribió su "Essay on the Nature of Comerce in

General" pero que no fue publicado hasta 1755. En el, Cantillon, uno de los más destacados

antecesores de Smith, destacó la importancia del análisis monetario al demostrar que un

aumento de la cantidad de dinero produce un efecto sobre los precios y los ingresos en

dependencia de la forma en que se inyecte el efectivo en economía. Para Cantillon, Locke

se había dado cuenta que el dinero encarece todo, pero no como lo hace. Para él, el reto

teórico consistía en saber en qué forma y en que proporción un aumento del dinero eleva

los precios. En consecuencia, describe la manera en que un incremento de la producción de

las minas de oro británicas afecta primero los ingresos de dicha industria, después el gasto

en bienes de consumo, y posteriormente, el precio de los alimentos, lo que aumentará los

beneficios de los agricultores y disminuye los salarios reales. Esto produce una presión

hacia arriba sobre los salarios monetarios y nuevos ciclos de aumento de los gastos y de los

precios. Para Cantillon, no sólo P aumenta en proporción a M, sino que se modificará la

estructura de los precios, en dependencia de quienes serán los beneficiarios iniciales del

nuevo dinero y de su demanda relativa de bienes.

Con los trabajos de David Hume (1752) se logra un giro fundamental en la teoría monetaria

a partir del mecanismo flujo monetario-precios. En los marcos de una economía nacional

cerrada al comercio exterior, la teoría monetaria de Hume señala que un aumento en la

cantidad de moneda circulante tendrá como único efecto un aumento proporcional en el

nivel absoluto de precios. Para Hume la moneda posee un "valor ficticio", significa esto, en

contraposición con lo que será el precio natural de Smith, que el precio relativo de la

moneda respecto a las mercancías no gravita alrededor de un precio natural. Hay que tomar

en cuenta, que la moneda empírica en la época de Hume no es el papel moneda, sino

moneda metálica, que posee un precio de producción determinado. El argumento de Hume

denunciaba la esterilidad de las políticas mercantilistas. Dado que un superávit comercial

implicaría una entrada de moneda al circuito monetario nacional, al aumentar el nivel

absoluto de precios internos se reduciría la competitividad de la producción doméstica,

generándose las condiciones que restablecerían el equilibrio de la balanza comercial.

"Durante los siglos XVI y XVII, los precios de las mercancías en Europa subieron a medida

que aumentaba la masa de oro y plata importada de América; luego los precios de las

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mercancías de cada país están determinadas por la masa de oro y plata que en el existe. Esta

era la primera "consecuencia necesaria" de Hume" (Marx, 1966: 198).

Esta interpretación parte del supuesto que las mercancías entran en el proceso de

circulación sin precios, y el oro y la plata sin valor. Esto quiere decir que para Hume el

precio de las mercancías y la capacidad adquisitiva del dinero nacen de la proporción

cuantitativa en que se encuentran en el mercado la masa de mercancías y la cantidad de

dinero. El oro y la plata recibieron valor en la medida que funcionan como dinero. Si el oro

y la plata reciben su valor por su función como dinero, y si el nivel que es el valor está dado

por la proporción de sus cantidades con relación a la masa de mercancías, también se le

atribuiría lo mismo a sus medios de circulación de dinero papel. Así se comienza a negar

las leyes objetivas del valor del dinero. Si el valor del trabajo no es inmanente al oro y la

plata y por el contrario el valor de los mismos depende de su relación cuantitativa con la

masa de mercancías, pasaría lo mismo posteriormente con los medios de circulación de

dinero papel.

Si por el contrario, se parte de reconocer al valor trabajo materializado en las mercancías,

éstas al entrar en el proceso de circulación ya tienen una suma determinada de precios. Será

sólo entonces cuando la competencia a nivel del mercado o sea, la acción de la oferta y la

demanda, la que concretará la magnitud de los precios. El dinero por su parte, como metal

monetario entra en la circulación con un valor trabajo determinado.

Hume formuló lo que posteriormente en la economía convencional actual se llamaría el

postulado de la homogeneidad: si la cantidad de dinero existente se duplicara, los precios

acabarían por duplicarse.De esta manera Hume establece la proposición cuantitativista

básica y además bosquejó un mecanismo de transmisión que señala que un aumento del

dinero genera un aumento de los precios de los bienes por la vía de su efecto sobre los

salarios, el insumo de mano de obra y la productividad. Según Hume un aumento de dinero

aumenta el empleo al salario prevaleciente. El efecto de las mayores compras de los

trabajadores a los precios antiguos alienta a los agricultores a producir más y al mismo

tiempo pueden comprar más a los comerciantes. Si se sigue el camino del dinero por toda la

comunidad, vemos que los efectos inmediatos de un aumento del mismo son favorables

para el empleo, pero posteriormente los precios aumentarán gradualmente, hasta que

alcanzan una nueva proporción con la cantidad de oro que hay en el reino.

De acuerdo a lo anterior, Hume reconoció la posibilidad de que un aumento de la oferta

monetaria produjera efectos reales significativos, aunque momentáneos. Para él, el aumento

de los precios provocado por el aumento de la moneda en circulación, se transmitiría de

forma gradual por distintos sectores de la economía. En este proceso de transmisión, los

aumentos de los gastos pueden provocar, junto a los aumentos de los precios, una

expansión de la producción y el empleo.

"Dadas ciertas condiciones, un aumento o disminución en la cantidad, sea del dinero

metálico circulante, sea de los signos de valor circulantes, parece cobrar uniformemente

sobre los precios de las mercancías. Si hay alza o baja del valor del oro o de la plata en que

están evaluados los valores de cambio de las mercancías como precios, éstos suben o bajan

porque ha variado su medida de valor y circula más o menos oro o plata, en calidad de

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moneda, porque ha habido alza o baja de los precios. El fenómeno visible es la variación de

los precios- quedando el mismo valor de cambio de las mercancías-, como aumento o

disminución de la cantidad de medios de circulación. Y si, por otra parte, la cantidad de

signos de valor circulantes baja o asciende de su nivel necesario, vuelven a él

violentamente, obligados por la baja o el alza de los precios de las mercancías. En los dos

casos parece que la misma causa ha producido el mismo efecto, y Hume se atiene a esta

apariencia" (Marx, 1966: 194-195).

Lo anterior lo plantea Marx tomando como punto de partida el de las formas sociales del

trabajo. Éste horizonte analítico por un lado define a la mercancías como punto de partida

de la explicación del capitalismo lo que implica resaltar el espacio social necesario para

comprender al capital como forma y proceso social, lo cual se inicia con la exposición del

modo de apropiación social históricamente determinado de los productos del trabajo. Por

otra parte, este análisis supone el reconocimiento de una socialidad cosificada dado que el

proceso de socialización en la sociedad mercantil es mediado por los objetos, o sea, asume

un carácter fetichista.

Así, la teoría de la mercancía, como punto de partida, implica asumir el hecho de que la

sociedad capitalista es una forma específica de la sociedad mercantil, lo cual genera un

conjunto de implicaciones fundamentales para comprender la inserción de la concepción de

Marx acerca de la moneda en el mundo mercantil capitalista. En consecuencia, Marx

introduce la moneda como derivación de las relaciones entre mercancías, o sea, a posteriori,

como resultado lógico e histórico de la expresión del valor de las mismas. La moneda se

explica en y por el mundo mercantil. Este último surge de la atomización privada. Es decir,

el vínculo de unidad parte de la separación y fragmentación de los individuos. El

intercambio en el espacio de conexión de lo privado con lo social, constituye la validación

de los individuos como individuos sociales. La circulación mercantil no es neutra ya que se

establece a través de la confrontación de los sujetos sociales. La constitución de los sujetos

mercantiles como sujetos sociales es el proceso de recomposición de los sujetos separados,

la unidad del proceso en su conjunto. La socialidad mercantil es el resultado de la

homogenización y diferenciación de los individuos en su confrontación. El valor como

relación social es la forma específica de constitución de los sujetos económicos.

A partir de lo anterior, para Marx el problema monetario parte de la determinación de la

forma moneda como la forma social que adopta el vínculo de validación de lo privado en lo

social. La moneda queda entonces asumida como un factor fundamental para explicar la

sociedad mercantil. Éste enfoque se opone a la teoría cuantitativa que parte de postular

como el problema monetario central la determinación del nivel general de los precios a

partir de la cantidad de dinero, concibiendo a la moneda como un instrumento neutro dentro

de una óptica funcionalista de la misma. Esto es, la define a partir de sus funciones

(Gutiérrez, 1989: 62-63).

El enfoque de Marx de la teoría del dinero requiere comenzar señalando el doble carácter

de la mercancía como valor de uso y valor de cambio, lo cual conlleva a examinar la

dualidad implícita en la noción de valor de cambio que, a su vez, condujo a la distinción

entre el valor, la causa intrínseca del valor de cambio, y el presidente dinero, que es la

expresión de este valor en términos de un equivalente general (oro). Para que las

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mercancías sean iguales en valor a cierta cantidad de oro, es decir, para que tengan precios

en dinero, deben ya tener un valor pues el dinero no da valor, simplemente lo mide (Shaikh,

1990: 188-193).

Los factores que determinan el valor de una mercancía en el intercambio, también

determinan su precio en dinero. Esto factores son la cantidad y la distribución del tiempo de

trabajo social. Si la distribución del trabajo social hace que la producción de mercancías

corresponde a las diferentes necesidades sociales, la oferta será igual a la demanda, y el

precio en dinero de una mercancía será igual a su precio regulador, a los precios directos,

suponiendose él cambio en proporción a los valores: los precios de producción, en su nivel

más alto de análisis. En estos casos, la cantidad de tiempo de trabajo determinan estos

precios reguladores.

A su vez, si la distribución del trabajo no se corresponde con las diferentes necesidades

sociales, el precio de mercado de una mercancía se alejará de su precio regulador,

produciéndose un cambio en la distribución del trabajo social para reducir la discrepancia

entre los precios de mercado y los precios reguladores. Dejando fuera del análisis los

fluctuantes precios de mercado se considera sólo los precios reguladores. En un año la

suma de lo precios de todas las mercancías producidas debe equivaler al número de

monedas en circulación multiplicado por la velocidad de circulación, lo cual según indica el

mismo Marx, constituye una tautología.

Desde el punto de vista teórico, se parte del supuesto de que los precios reguladores son

precios directos. El precio de cualquier mercancía es su valor relativo al del oro, por lo que

la suma de los precios de todas las mercancías producidas en un año está dada por su valor

total relativo al valor del oro. Representando por TP a la suma de los precios, TW la suma

de los valores y WG el valor de una unidad de oro.

En esta ecuación, apunta Shaikh (1990: 189), la suma de los precios reguladores es la

expresión de la suma de los valores de las mercancías. Si la velocidad de circulación es k,

la cantidad de oro G en la forma de monedas necesarias como medio de circulación será:

La causalidad vendría dada por la suma de los valores de las mercancías producidas en un

periodo dado que determinaría la suma de sus precios en dinero, y esto junto a la velocidad

de circulación determina el número de monedas de oro necesarias para la circulación de

mercancías. La velocidad de circulación del dinero es en realidad la tasa a la cual las

mercancías entran y salen de la circulación. Pero como el dinero queda en circulación y la

mercancías entran para ser vendidas y salen cuando son consumidas, es el dinero el que

parece causar, en vez de medir, el movimiento de la mercancía (Shaikh, 1990: 189).

WG

TWTP

WG

TW

kk

TPG

1

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Todas las relaciones que anteceden fueron derivadas basadas en precios directos, pero no se

alteran al pasarse a precios de producción ya que tienen la misma suma que los precios

directos. Es decir, suponiendose precios directos o precios de producción, la suma de los

precios iguala a la suma de los valores, dividida entre el valor de la onza de oro. La

cantidad necesaria de oro es igual en ambos casos

Cuando la cantidad de monedas de oro excede un número necesario tomará la forma de

monedas ociosas o en exceso. A medida que tanto la producción de mercancías como el

sistema bancario se desarrollan y extienden, el atesoramiento se va concentrando en los

bancos en estas condiciones, los excesos o deficiencias de dinero en oro en relación con la

necesidad de la circulación, se manifiestan como incrementos o decrementos de las reservas

de los bancos. Para el banco, un excedente de reservas bancarias sobre el mínimo requerido

legalmente es una oferta de capital bancario ocioso, capital-dinero que está dejando de

percibir ganancias para el banco un aumento de las reservas de los bancos conlleva por lo

general a una disminución de la tasa de interés ya que el banco trata de convertir sus

reservas en capital. Por el contrario, una disminución de las reservas por debajo del mínimo

legal conduce a un aumento de la tasa de interés. En lugar de elevar los precios, el efecto

inmediato de un excedente de dinero en oro es bajar la tasa de interés.

Para Marx, aunque un incremento de la falta de oro pueda conducir a un aumento de la

demanda efectiva y temporalmente pudiera aumentar los precios de algunas mercancías,

eventualmente debe conducir a una expansión de la producción para satisfacer la nueva

demanda. Cuando crece la producción, bajan los precios hasta que recuperan sus niveles

originales. Así, la suma de los precios de todas las mercancías saldrá incrementado, no

porque el nivel de precios haya aumentado, sino porque la masa de mercancías es mayor.

Por tanto, en la medida en que un incremento puro en la oferta de oro produzca un

incremento de la demanda efectiva, también producirá un aumento en la necesidad de

monedas de oro para la circulación.

David Ricardo y la “Controversia de los Metales Preciosos”.

Las ideas cuantitativistas de Hume no fueron condicionadas por alguna crisis monetaria

inmediata. Ya había ocurrido la prolongada subida de los precios de los siglos XVI y XVII,

pero a mediados del siglo XVIII no existía un contexto específico que lo condicionara a

formular la teoría cuantitativa. Sin embargo, décadas mas tarde a partir de los hechos que

siguieron a la suspensión de la convertibilidad de los billetes del Banco de Inglaterra en

1797, al inicio de las guerras napoleónicas, Ricardo reflexionó acerca de la depreciación del

papel moneda que fue acompañada por la elevación del precio del cereal. La inflación

provocó una importante controversia que determinó la formación de un comité en el

parlamento que en 1809 publicó su famoso Informe Monetario. En este contexto Ricardo

delineó la teoría cuantitativa del dinero en una forma más rigurosa.

Ricardo había cerrado filas con los partidarios del oro, planteando que el Banco de

Inglaterra había realizado una emisión de billetes excesiva y que ésta era la causa de la

inflación o "la depreciación de los billetes". Su plan estaba dirigido a nacionalizar al Banco

como reconocimiento de la necesidad de contar con una política monetaria decidida y en

manos de una autoridad central. Por su parte, los directores del Banco sostuvieron la

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imposibilidad de una emisión excesiva de papel moneda, aún cuando, como era el caso,

fuese inconvertible, mientras solo se emitiesen billetes nuevos para descontar el papel

comercial garantizado a corto plazo. Según ellos, el deterioro de los términos de

intercambio en contra de Inglaterra no era causado por la inflación monetaria, sino por el

estado de la balanza de pagos.

El contexto histórico en el que se desarrolló la “Controversia de los Metales Preciosos” fue

la guerra contra la Francia napoleónica que había obligado al Banco de Inglaterra a la

suspensión de pagos con metales preciosos, es decir, el Banco estaba autorizado a negarse a

pagar sus billetes en oro. La inconvertibilidad coincidió con el estado de guerra que

implicaba grandes préstamos por parte del gobierno a sus aliados, lo cual coincidió con una

racha de malas cosechas que provocaron grandes importaciones de cereal con los

consiguientes efectos sobre la balanza de pagos y el aumento gradual de los precios.

Dentro de la controversia se encontraba como una de sus partes contendientes, la

“bullionista”, que fue la posición asumida por los principales economistas identificados con

el “laissez-faire”. Sus dos mas destacados representantes fueron Henry Thornton y David

Ricardo. Para Ricardo la esencia del problema era lo que se denominaba como el precio del

oro y el de la acuñación. Se trataba de la depreciación de la moneda provocada por el

exceso de emisiones de billetes del Banco de Inglaterra debido a la inconvertibilidad. Según

Ricardo, el cambio de la libra esterlina con las divisas europeas había permanecido por

debajo de la paridad determinada por el precio de acuñación del oro, provocado por el

exceso de emisiones del Banco de Inglaterra.

Para Ricardo si se considera la acción del mercado, es decir, si la oferta de una mercancía

excede su demanda, el precio de mercado de la misma bajará o sea, se cambiará por una

cantidad menor de mercancías. Aplicando esto al dinero, llega a la proposición que cuando

la cantidad de monedas de oro excede la demanda de la misma, el "precio" del oro baja.

Como el oro es dinero, no puede tener precio en dinero, pero como se puede utilizar para

comprar cualquier mercancía en el mercado, se puede decir que las restantes cantidades de

las diferentes mercancías que se pueden comprar con el, constituyen sus múltiples "precios

mercancías". Así de acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero sostiene que cuando la

cantidad de monedas de oro excede los requerimientos de la circulación, todos los precios

mercancía del oro bajarán. Como eso significa que el oro comprará menos de cada

mercancía, es lo mismo que afirmar que todos los precios en dinero subirán.

Si el oro fuera producido dentro de un país extranjero, decir que el "precio" del oro en

Inglaterra ha bajado, es igual a decir que su poder de compra de otras mercancías han

disminuido. El oro tendrá poderes de compra diferentes según los distintos países y saldrá

de Inglaterra hacia los países donde su precio sea más alto, el efecto será disminuir la

cantidad de dinero en Inglaterra y así subirá el "precio" del oro hacia su nivel natural. De

esta manera, los flujos internacionales de oro conducirán, más o menos, el mismo poder de

compra del dinero (oro) en todos los países. A esto se llama la doctrina de la "paridad del

poder de compra" (Shaikh, 1990: 181).

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Si la moneda fuera convertible, razonaban los “bullionistas”, no pudiera existir una

divergencia entre el precio de mercado y el precio de acuñación del oro, ya que los

comerciantes convertirían las libras esterlinas en lingotes para venderlo en el mercado. Así,

la oferta de oro en el mercado se modificaría eliminando cualquier “premio” por su precio.

Paralelamente, se eliminaría automáticamente, mediante su conversión en oro, cualquier

exceso de circulación monetaria. Para Ricardo y los “bullionistas”, la existencia de un

“premio” permanente del oro en régimen de inconvertibilidad, constituía una prueba de un

exceso en la emisión por parte del Banco de Inglaterra.

Ricardo sostuvo que todos los aumentos de precios son el resultado del exceso de la

cantidad de dinero. Si existían aumentos en los precios, el Banco de Inglaterra debió de

haber emitido un exceso de papel moneda:post hoc, ergo propter hoc.

Es en base a los razonamientos anteriores que los bullionistas rechazaron el “Restriction

Act” como una intromisión del gobierno dentro del sector privado, puesto que el Banco de

Inglaterra lo era. El “Bullion Committee” presentó un informe optando por el retorno a la

inconvertibilidad, sin embargo, en la práctica los hechos se desarrollaron de manera

diferente a como lo postulaba la teoría cuantitativa.

Fue a partir de los análisis de los problemas reales, como habían sido las guerras contra

Napoleón, que habían requerido un suministro de recursos financieros por parte del Banco

de Inglaterra, así como el alto costo de los suministros de materias primas aunado a las

malas cosechas, lo que había constituido la base del análisis de los “anti-bullionistas”,

como William Pitt, ministro de hacienda y Charles Bosanquet, Robert Torrens y Robert

Malthus. Los “anti-bullionistas” sostenían que la depreciación del cambio se debía a esos

factores exógenos excepcionales por lo que la convertibilidad permitiría equilibrar la

balanza de pagos , pero a costa de producir efectos aun mas perjudiciales que el mal que

quería curar. Cualquier política restrictiva deflacionaria por parte del Banco provocaría un

drástico descenso de la producción y del empleo. Lo que ante la coyuntura política tan

comprometida, era impensable.

Con relación a la inflación, los “anti-bullionistas” consideraban que la causalidad se

desarrolla de los precios a la oferta monetaria, y no al revés. La inflación vendría de la

economía real. Para ellos el crédito ofrecido por el Banco de Inglaterra solo se hacía en

función de nuevas transacciones, de forma que el stock de moneda en circulación estaría

siempre en función de las necesidades de las transacciones.

Sin lugar a dudas, la influencia metodológica de Ricardo se dejó sentir hasta la

especulación puramente lógica y deductiva de la tradición neoclásica de finales del siglo

XIX, que a pesar de significar un cambio radical en el objeto de estudio de la ciencia

económica, continuó la tradición deductivista iniciada por Ricardo (Castaño, 2002: 99).

Pero su influencia no se limitó al ámbito metodológico. Ricardo formó las opiniones de su

generación y las de generaciones posteriores sobre los efectos del dinero en la actividad

económica. En su teoría, la determinación de la producción a corto plazo es irrelevante, su

interés se concentra en el largo plazo en donde los problemas de los cambios nominales en

el valor de la producción se separan de los problemas de los cambios reales.

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Ricardo estableció así, las bases de la futura dicotomía neoclásica entre los aspectos reales

y los aspectos monetarios de la economía. Los factores reales determinan la producción real

y el dinero sólo afecta a lo monetario, se convierte en un velo. Ésta dicotomía, junto a su

énfasis en el equilibrio a largo plazo, desestima la secuencia de Hume, de variaciones en el

esfuerzo, el empleo y la producción, y en su lugar, postula que todo aumento de la cantidad

de dinero, produce un aumento equiproporcional de los precios. El mecanismo de

transmisión no tiene importancia pues sólo le interesa la influencia final del dinero sobre

los precios: su efecto de equilibrio a largo plazo.

Los planteamientos monetarios de Ricardo significaron un triunfo completo para la teoría

cuantitativa del dinero durante más de cien años. Se eclipsó totalmente toda concepción que

intentara encontrar en la producción o en el lado de la oferta de bienes, factores que

incidirían determinantemente sobre la inflación. De ésta manera se vió entorpecido por

parte de la economía convencional el análisis de numerosos casos de inflación inducidos

por causas no monetarias.La influencia cuantitativista de Ricardo sobre la política

monetaria en Inglaterra fue decisiva durante el período de 125 años que va de 1815 a la

Segunda Guerra Mundial, la economía británica se vio sometida al primero de sus períodos

deflacionarios siguiendo las recomendaciones de Ricardo a partir de 1815, acompañados

por la pasividad de los gobiernos, convertida en ortodoxia oficial.

Años mas tarde, se reeditó la polémica anterior entre los representantes de la denominada

“Currency School” y la “Banking School”. Fue precisamente la primera, la que puede

considerarse predecesora del Monetarismo, al basarse en los postulados cuantitativistas y

recomendar un control estricto y reglamentado de la oferta monetaria con el objetivo de que

sus fluctuaciones no produjesen crisis de convertibilidad de la moneda que repercutiesen en

problemas económicos.

Por otra parte la “Banking School” negaba la posibilidad de una emisión excesiva de papel

moneda convertible porque las necesidades del comercio determinaban automáticamente el

volumen de los billetes emitidos. Esta interpretación anti cuantitativista significaba la no

necesidad de un control legal sobre el circulante mientras existiera la convertibilidad.

Además se sostenía la imposibilidad de controlar la oferta monetaria mediante el control de

los billetes del banco solamente como planteaba la “Currency School”, dada la existencia

de los depósitos bancarios ,letras de cambio y otras formas de crédito sustitutas de los

billetes de banco.

El enfoque de las transacciones de Fisher.

A pesar de la aceptación explícita a las recomendaciones cuantitativistas de Ricardo, era

evidente la falta de correspondencia entre los resultados de la teoría y los hechos de la

observación, destacada por la crítica que le hace Keynes (1976: 32-34) en donde señala "su

marcada incapacidad para el pronóstico científico" desde las nuevas coordenadas

empiricistas en la que se movía el autor de la "Teoría General". Un significativo paso en

esta dirección fue la formalización, hecha por Irving Fisher de la proposición ricardiana en

una formulación matemática adecuada para su verificación estadística. Fisher estaba

perfectamente capacitado para ésta tarea, en su doble condición de teórico económico del

dinero y las tasas de interés, y como uno de los fundadores de la teoría estadística de los

Page 140: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

números índices. En su libro "The Purchasing Power of Money" de 1911, formula la

famosa ecuación de cambio o de las transacciones.

M . V = P . T ( )

Donde (M) es la cantidad de dinero, (V) es su velocidad de circulación, (P) es el nivel

general de los precios, y (T) es un índice del volumen del comercio.

Su denominación obedece a que señala que el gasto total expresado en términos

monetarios, es equivalente con el valor monetario de todas la mercancías transadas, es

decir, que lo pagado por los compradores es igual a lo cobrado por los vendedores. A nivel

agregado, el valor de las compras es igual a la cantidad media de dinero en circulación,

multiplicada por el número medio de veces en que la moneda cambia de manos durante un

cierto periodo de tiempo, mientras que el valor de las ventas corresponde al número de

operaciones efectuadas durante el periodo de tiempo considerado, multiplicada por su

precio medio.

En este enfoque subyacen tres hipótesis básicas (Fernández et al, 2003: 5-8):1. Los cambios

de V y T son independientes de los cambios de M. 2. V y T se suponen constantes al menos

en el corto plazo. 3. M produce efectos sobre P. De esta manera,V y T pueden considerarse

constantes al no verse influidas por M a corto plazo. A su vez esta formulación implica que

el sentido de la causalidad va de M a P. Se pretende así construir una teoría del "valor real

del dinero" a partir de que el mismo varía de forma inversa a su cantidad de dinero, es

decir:

Según Fisher (1920: 74-78) en el corto plazo el volumen de transacciones se considera

constantes al depender de cuatro tipos de factores muy estables: primero, los que afectan a

los empresarios, entre los que están la distribución geográfica de los recursos naturales, la

división del trabajo, la acumulación de capital y el conocimiento de las técnicas de

producción. En segundo lugar, los que afectan a los consumidores, como la extensión y la

diferenciación de los gustos. Tercero, los que afectan simultáneamente a empresarios y

consumidores, como es la libertad de comercio, facilidades del transporte, el sistema

monetario de bancario y la confianza empresarial. Por último, el grado de integración de la

economía que conformará la cantidad de transacciones necesarias para que los bienes

lleguen a los consumidores.

Dado que la teoría neoclásica asume la existencia de pleno empleo, los factores

anteriormente mencionados se consideran estables, por lo que T será constante para el corto

plazo, y sólo se modificará a largo plazo cuando sean significativos el aumento de la

población y de las innovaciones técnicas que incrementen la productividad. A su vez, la

constancia de V vendrá dada porque los factores que influyen sobre la misma sólo cambian

esporadicamente a mediano y largo plazo. Estos son la frecuencia y regularidad de los

cobros de los pagos, los hábitos de los agentes en el uso de los cheques, el atesoramiento y

sobriedad sobre el crédito comercial. También considera la densidad de población y la

rapidez de los transportes. Además, como los agentes demandan dinero para realizar su

PM “Valor real del dinero”

Page 141: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

transacciones, dado que el volumen de estas es constante a corto plazo, el dinero necesario

para las mismas circulará a una velocidad también constante.

La ecuación está basada en la lógica que debe existir entre la totalidad de las ventas o

compras y su contrapartida monetaria equivalente. Estas transacciones considerarán en lo

fundamental bienes y servicios de reciente producción, pero además compras y ventas de

bienes durables o de títulos de bienes existentes como la tierra y la maquinaria. En

resumen, Fisher incluye dentro de las transacciones la compra o venta de riqueza, tanto

inmuebles como productos básicos; propiedades, en los que incluye bonos, hipotecas,

pagarés, letras de cambio, y finalmente servicios, o sea, inmuebles alquilados, muebles

alquilados, trabajadores contratados.

Su planteamiento teórico básico consistía en sostener que si se duplicaba la cantidad de

dinero se duplicarán los depósitos de cheques en la misma proporción, no afectándose

apreciablemente la velocidad de dinero o de los depósitos o el volumen del comercio, por lo

que de manera necesaria y matemática se duplicarán los precios. Esto quiere decir que el

efecto normal de un aumento de la cantidad de dinero es un aumento proporcional del nivel

general de los precios.

De esta manera Fisher defendió la dicotomía clásica y separó la determinación de la

producción real de cualquier influencia del dinero, aunque sin descartar por completo los

efectos de los cambios de precios a corto plazo.

Según Desai (19 : 53) la contribución de Fisher a la teoría cuantitativa del dinero ha sido la

formalización de las ideas básicas cuantitativistas de la teoría clásica. No es la constancia

de V, sino su independencia de M, P y T, lo que resulta fundamental para la interpretación

causal de la ecuación de cambio. También la misma deja claro que el volumen de T no se

relaciona con la cantidad de dinero ofertada. La misma reitera la importancia de la

dicotomía clásica: el dinero no influye sobre la determinación del producto real, sino

solamente en la determinación del nivel absoluto de los precios.

Fisher se dio cuenta de que su ecuación era una identidad contable y por tanto, una

perogrullada. Pero la utilizó para afirmar la proporcionalidad existente entre los aumentos

de M y los aumentos de P, que bajo determinados supuestos, se convirtió en una expresión

matemática. Pero en realidad, lo importante no recaía en su formulación matemática en sí,

sino en la edificación del efecto de saldos reales a partir de la estabilidad del equilibrio

monetario. Para Fisher, un aumento de las tenencias monetarias de los individuos altera la

relación óptima entre los saldos en efectivo y los gastos de los individuos. En términos

walrasianos, una mayor cantidad de dinero al nivel de precios existente, genera un exceso

de oferta de saldos monetarios en manos de los individuos. Así, estos intentan reducir su

exceso de saldos monetarios aumentando los gastos. Si el producto permanece invariable,

como suponía Fisher, el aumento de la demanda dinero elevará los precios hasta que

alcancen la misma proporción que el aumento del dinero. De esta forma se alcanza un

nuevo equilibrio porque los saldos monetarios de los individuos han regresado a su nivel

óptimo. Como se verá posteriormente, este análisis fue retomado por Friedman y constituyó

uno de los ejes vertebradores de su reformulación cuantitativista.

Page 142: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Fisher nunca demostró la utilización del exceso de saldos monetarios o en efectivo, con la

adquisición de valores, elevándose de esta forma la cotización de dichos valores y

disminuyendo el interés. Es decir, no demostró nunca como un aumento monetario podría

producir indirectamente un aumento del producto a través de una tasa de interés más baja.

Otro elemento que será retomado por Friedman es el denominado "efecto Fisher", a partir

del estudio de este autor sobre las ramificaciones de la inflación real y la inflación esperada

y sus interacciones con las tasas de interés nominales y la demanda de saldos monetarios

reales. Fisher considera que la demanda de saldos monetarios reales puede expresarse de la

siguiente manera:

Donde (Md), la demanda de saldos monetarios reales, es una función de (y), la renta un

ingreso real, y de (i), la tasa de interés nominal. La demanda monetaria es la recíproca de la

velocidad de circulación monetaria. Fisher descubrió el proceso a través del cual se

determina la tasa nominal de interés como el coste de oportunidad de la tenencia monetaria.

Fisher estableció que la tasa de interés nominal es el producto de los factores: primero, la

tasa de interés real, que refleja las fuerzas subyacentes en el endeudamiento y en el

préstamo, y segundo, la tasa de inflación esperada en un momento de tiempo determinado.

En un contexto de equilibrio global, es decir, con tasa de inflación constante, la tasa de

inflación real es igual a la tasa de inflación esperada:

Donde (i) es la tasa de interés nominal, (r) es la tasa de interés real y es la tasa de inflación

esperada. Generalmente cuando la tasa de inflación esperada es igual a la tasa de inflación

real, la tasa nominal de interés es igual a la tasa real.

La lógica de Fisher funciona así. Si la tasa nominal de interés se consigue por los

prestamistas como suma de la tasa real más la inflación esperada durante el transcurso del

periodo del préstamo, como una tasa de inflación esperada del cinco por ciento y una tasa

de inflación real del 4 por ciento, los prestamistas no estarían dispuestos a prestar fondos a

menos del nueve por ciento. Si ex post, la tasa de inflación real, pasa a ser del diez por

ciento, el prestatario ha obtenido fondos a un tipo de interés real negativo y los prestamistas

lo ajustarán en los sucesivos periodos..

Fisher ejerció sin lugar a dudas una influencia muy marcada sobre el monetarismo de

Chicago. Fue el que inició el análisis sobre el papel de las expectativas en la subida de los

precios, y por otra parte desarrolló la diferenciación entre las tasas de interés nominales y

reales.

),( iyFM d

*)( PpriE

Page 143: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El enfoque del balance de efectivo de Cambridge.

Desde finales del siglo XIX se habían producido determinados esfuerzos por evitar la

inconsistencia entre el corto y el largo plazo que daba lugar a cierta imprecisión en las

ideas, ya que de otro modo los cambios de la producción observables a corto plazo

entrarían en contradicción con la teoría económica aplicable al largo plazo. En este sentido

Alfred Marshall jugó un papel importante en la formulación de la teoría cuantitativa para el

corto plazo. Para él, la ecuación del cambio era adecuada para el largo plazo, pero para el

corto plazo propuso el enfoque del balance de efectivo. Es así como desarrollar un análisis

microeconómico de las causas por las que se posee dinero y de la cantidad de estas

tenencias. Relacionó los saldos en efectivo mantenidos por los agentes con su ingreso,

riqueza y propiedad. Señaló que se mantenía por los mismos un saldos de efectivo que era

una fracción estable del valor nominal de una de estas magnitudes o de las tres.

Posteriormente planteo que la gente mantiene en efectivo un décimo de su ingreso anual y

la quincuagésima parte de su propiedad. Como efectivo entendía las monedas y billetes, no

los depósitos bancarios.

Marshall estableció una relación entre los motivos de tener dinero y la conveniencia y el

deseo de aprovechar los cambios esperados en los precios. Pensaba que el análisis del

saldos de efectivo era más adecuado para relacionar las fluctuaciones de los precios con los

cambios de la oferta monetaria a corto plazo. Marshall no formuló nunca la ecuación del

balance de efectivo en términos matemáticos, fueron sus alumnos de Cambridge quienes

formularon de varias maneras sus ideas, principalmente Pigou, Keynes y Robertson. Fue

precisamente este último quien desarrolló la ecuación de Cambridge que ha trascendido

hasta el presente:

M = k . P . y ( )

Donde (M) es la cantidad de dinero, (P) es el nivel de precios, (y) el ingreso nacional real y

(k) es una relación de proporción o fracción de los activos que se mantiene en dinero. Si (k)

es constante, se sigue que un cambio de (M) generará un cambio proporcional en (P) y (y).

La (k) de Cambridge es el recíproco de la velocidad de circulación del dinero (V), la cual

consta en la ecuación de Fisher como se vio anteriormente.

Los supuestos básicos detrás de la ecuación de Cambridge son: a) la oferta monetaria es

exógena; b) el sector privado demanda cierta cantidad de moneda estable, lo que hace que

la velocidad del dinero o no varía; y c) el ingreso real es constante pues la economía se

encuentra funcionando con pleno empleo. Si aumenta la oferta monetaria, ceteris paribus

dado que la economía se considera estacionaría, no hay progreso técnico ni crecimiento

demográfico, se supone la estabilidad de (k) e (y), por lo que los precios aumentan en la

misma proporción.

Esta ecuación ( ) puede verse como una reformulación de ( ) donde (k) es el recíproco de

(V), y (y) es sólo otro nombre de (T). Estas dos formulaciones se relacionan también en el

corto y el largo plazos en formas separadas. Por tanto, el mismo nivel de ingreso real puede

generar diferentes niveles de transacciones en dependencia de diversos factores como la

frecuencia de los pagos en salarios, la celebración de contratos, el grado de integración

Page 144: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

vertical de la economía, etcétera. En general se ha trabajado muy poco para establecer

alguna corrección entre (y) y (T).

Según la versión de Cambridge, los individuos mantienen una fracción constante de sus

activos en forma de dinero para facilitar las compras inminentes. Si los individuos se

encuentran con el doble del dinero que necesitan como disponible inmediato, gastan el

exceso comprando bienes o activos. Este aumento del gasto hace que los precios se

dupliquen y de esta forma vuelve el valor de los saldos de caja a su nivel deseado. La

demanda de saldos reales se iguala con la nueva oferta de dinero mediante un ajuste del

nivel de precios. Nada cambia excepto el "valor" del dinero.

Para este enfoque, cuyo interés se centraba en los factores determinantes de la demanda de

dinero, el mismo no constituidas solamente un medio de cambio, sino también un activo

financiero, según la conducta de los agentes en los mercados monetarios, que quieran

conservar su saldos de caja.

De esta manera, se supone que el enfoque de Fisher no consideraba la cantidad de moneda

que los agentes económicos desean mantener, simplemente determinaba la cantidad de

moneda que se conserva en la economía, dado que se necesitaría moneda para efectuar

transacciones. Por su parte, el enfoque de Cambridge consideraría explícitamente los

deseos de los agentes, concentrando así el análisis en la elección individual. Aunque la

reformulación cuantitativista en la obra de los autores de Cambridge siguió un camino

distinto al de Fisher, comienza en una forma parecida y concluye con resultados similares.

Según el enfoque de Cambridge, la moneda es conservada por los servicios que ofrece.

Además de representar un poder de compra inmediatamente realizable, permite comparar

en condiciones favorables y prevenir contra contingencias en el futuro. Pero los otros

bienes que se pueden adquirir con la moneda también ofrecen servicios. El individuo ha de

evaluar los servicios proporcionados por los distintos bienes y los beneficios que ofrece el

dinero para decidir qué proporción de bienes y moneda desea. Es por esto que la cantidad

de moneda que un individuo decide conservar depende de los beneficios que ofrece retener

la moneda frente a los costos de oportunidad. También dependen de las expectativas que

tenga el individuo y de los recursos totales de las personas. Para cada situación de la

economía hay entonces alguna fracción del ingreso que se desearía conservar en forma

monetaria.

Para Friedman (1981: 21) la ecuación de los saldos en efectivo destaca las variables que

afectan a la utilidad del dinero como activo: los costos y rendimientos de la tenencia de

moneda en lugar de otros activos, la incertidumbre del futuro, etcétera. Es decir, lo

importante de la misma es que destaca la función que desempeña el dinero en efectivo en

una cartera. Friedman se apoyó en esta versión para construir la suya acerca de la demanda

monetaria como se verá posteriormente.

A pesar de que tanto la versión de Fisher como la de Cambridge se enmarcan dentro de las

hipótesis generales de comportamiento del modelo neoclásico, en donde los agentes son

racionales y competitivos y toman sus decisiones maximizando la utilidad y el beneficio en

condiciones de competencia perfecta y transparencia total, ambas no presentan solamente

diferentes formalizaciónes, sino también distintas direcciones. En el enfoque de Fisher se

Page 145: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

asume una sola vertiente del mercado monetario, la oferta monetaria, desde una perspectiva

más macroeconómica. En la versión de Cambridge aparecen (M) y (k), por lo que se

considera los efectos de los cambios en las tasas de interés sobre los precios mediante su

impacto sobre la demanda dinero. Al enfocarse más hacia la cantidad de dinero que los

agentes desean tener en su cartera, su énfasis es más microeconómico.

La reformulación de Wicksell.

El desplazamiento del interés hacia el problema del mecanismo a través del cual los

cambios en la cantidad de dinero llegaban a influir en los precios en la manera que predecía

la teoría cuantitativa, trajo consigo el planteamiento natural de un problema que era

corolario del anterior: el problema de las condiciones monetarias apropiadas para garantizar

la neutralidad a corto plazo del dinero. Esta fase de la evolución de la teoría monetaria, que

dominó en todo el período inmediatamente anterior a la Teoría General de Keynes, puede

identificarse con la concentración de la teoría en el problema de las condiciones del

equilibrio monetario

El economista sueco Knut Wicksell en su reformulación de la teoría cuantitativa presentó el

efecto de los saldos en efectivo reales como un mecanismo equilibrador que asegura la

estabilidad cuando se producen perturbaciones monetarias. Para Wicksell un aumento de la

oferta monetaria, provoca un exceso de saldos en efectivo. Para contrarrestar esto, se

produce un aumento de la demanda de bienes y servicios, la que lógicamente, provocará un

crecimiento del nivel de los precios, hasta el nivel en que los saldos en efectivo se

consideran adecuados.

El paso decisivo de Wicksell en la teoría monetaria prekeynesiana fue el de pasar de un

concepto del dinero mercancía a un sistema de crédito puro, elaborando un mecanismo

según el cual los cambios en la cantidad de moneda influyan en las tasas de interés que, a

su vez, afectaban los flujos de inversión y de ahorro. Sin embargo, al igual que otros

autores cuantitativistas, Wicksell mantuvo la dicotomía entre teoría "real" y la "monetaria"

al tratar la oferta como un dato exógeno. Las condiciones wicksellianas de equilibrio

monetario se pueden resumir brevemente en los principios alternativos de la igualdad ex

ante entre el ahorro y la inversión, de la igualdad entre las tasas de interés nominales y las

reales, y de la estabilidad del nivel de precios.

Su punto de partida era la teoría cuantitativa del dinero, entendida bajo la proposición de

que en el largo plazo el nivel de precios tiende a ser proporcional a la cantidad de moneda.

Su objetivo era explicar como ambos, la cantidad de moneda y los precios se moverían de

un nivel de equilibrio a otro. Éste movimiento interequilibrios es su famoso proceso

acumulativo. Los desajustes en la tasa de interés fue la clave de la hipótesis de la

explicación. Para el, la tasa de interés de mercado denota el valor actual de la tasa real de

interés, mientras que la tasa natural de interés está referida al valor de equilibrio de la

misma variable.

Wicksell consideró a los cambios en la tasa de interés como el principal factor inmediato

causante de la inflación, y no a las variaciones en la oferta monetaria como postulaba el

enfoque cuantitativista ortodoxo. Proponía en este sentido, que en la explicación del nivel

Page 146: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

general de precios de los bienes y servicios, el análisis debería recaer sobre la oferta y

demanda global de bienes y servicios, en lugar de la oferta y demanda de dinero, como lo

venía siendo el enfoque tradicional cuantitativista neoclásico. En consecuencia, señalaba

que el ingreso nacional se destina una parte a consumo y otra parte a ahorro. Por su parte, la

demanda global estaba constituida por la demanda de bienes de consumo y demanda de

bienes de inversión. De esta forma, el equilibrio se produciría cuando el ingreso o renta no

consumido, es decir, el ahorro se convierta en inversión gracias a la flexibilidad de la tasa

de interés.

Y = C + S ( )

D = C + I ( )

S = I ( )

En su estudio de la tasa de interés, Wicksell considera dos conceptos sobre la misma: tasa

de interés monetaria y tasa de interés real o natural. La primera es la establecida entre la

oferta y la demanda de créditos. Constituye el precio que pagan los prestatarios a las

entidades de crédito. La segunda sería el rendimiento del capital empleado en una situación

estática en donde la tecnología y los recursos se consideran constantes. Si la tasa de interés

monetaria es inferior a la real, se tiende al aumento de los precios ya que aumentaría la

demanda de créditos al incrementarse el rendimiento del capital utilizado con relación a su

coste. Como la medición de la tasa de interés real en un proceso dinámico presenta

problemas, dado que presupone la tecnología y los recursos constantes, Wicksell colocó en

su lugar el concepto de tasas de interés natural. Como se verá posteriormente, éste enfoque

será retomado por Friedman, reconociendo este su influencia para su análisis de la tasa

natural de desempleo.

La tasa de interés natural expresaría la igualdad de la oferta de ahorro como función

creciente de la tasa de interés y la demanda de inversión como función decreciente de la

misma, tal como se aparecía en el gráfico . En el mismo (rn) es la tasa de interés natural y

(rm) la tasa de interés monetaria.

Page 147: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Cuando las tasas natural y monetaria coinciden, se produce el equilibrio en la economía,

pero cuando la tasa de interés monetaria está por debajo de la natural producto de un

incremento en la oferta monetaria que disminuye el coste de los préstamos bancarios para

eliminar dicho exceso, se producen dos efectos: uno es la tendencia a disminuir el ahorro

planeado al caer la tasa de interés, aumentando la demanda de bienes de consumo; y por

otra parte, aumentan las oportunidades de beneficio de los empresarios al no producirse

cambios en la tasa de interés natural, por lo que aumenta la demanda de préstamos para

inversiones planeadas.

Dado que Wicksell dentro de la aceptación del marco neoclásico, presupone el pleno

empleo, con la no utilización de recursos para la inversión aumentaría los precios y así se

recuperaría la equivalencia entre las tasas de interés monetaria y natural. Se produce así una

inflación de demanda a partir del exceso de demanda de inversión sobre la oferta de ahorro.

Como se aprecia, a pesar de la propuesta wickselliana de un diferente mecanismo en donde

la oferta monetaria no actúa de forma directa sobre el nivel de precios, sino indirectamente

a través de la tasa de interés, no obstante se mantienen los presupuestos cuantitativistas

básicos, al proponer como causa fundamental de los cambios en las tasas de interés a la

oferta monetaria. Estos cambios en las tasas de interés, impactan sobre las decisiones de

ahorro e inversión, y dado el carácter constante de la oferta en condiciones de pleno

empleo, estas decisiones son la causa inmediata de la inflación. Esta al final del proceso

influiría de nuevo sobre la tasa de interés monetaria y se produciría una vuelta al equilibrio

inicial.

r

rn

rm

S=I I,S

I

S

rm = rn

I = S } ΔM→rm(rm ‹ rn)→ { ∆I

S→∆C } → ∆D → ∆P- ∆rm (Ỹ)

Page 148: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Tanto Fisher como Wicksell estaban conscientes del mecanismo equilibrador de la teoría

cuantitativa, mediante el cual actúa un aumento de la cantidad de dinero sobre los precios,

de forma que implica la identidad de Say. Ambos consideraban la distinción fundamental

existente entre los saldos monetarios activos y pasivos, entre el dinero como medio de

cambio y el dinero como un almacén de valor. Si bien para la economía política clásica

británica, el énfasis se concentró en las implicaciones a largo plazo de la teoría cuantitativa,

con la teoría neoclásica la característica más notable fue la insistencia en los problemas a

corto plazo ( Blaug, 1985: 757).

Cuestionamientos convencionales a la ortodoxia cuantitativista.

Durante más de 100 años el enfoque cuantitativista del dinero había gozado de un

reconocimiento absoluto, la formulación fisheriana en términos algebraicos de 1911 parecía

constituir el remate exitoso de toda una tradición clásico-neoclásica en materia monetaria.

A pesar de las contrastantes teorías del valor sustentadas por Ricardo y Walras, ambos

creían en la capacidad del mecanismo de mercado para obtener resultados de equilibrio en

los diferentes sectores de la economía. Se suponía que mediante la flexibilidad del

mecanismo de precios y la movilidad perfecta de los recursos, sin ninguna intervención

estatal, se lograría automáticamente el equilibrio del mercado. Además, tanto del

pensamiento clásico como el neoclásico compartían la supuesta dicotomía entre el sector

real y el monetario. La teoría cuantitativa del dinero sólo fijaría el nivel absoluto de los

precios materializando dicha dicotomía.

A principios de la década de 1930 existía una significativa actividad científica en el terreno

de la teoría monetaria ( Desai, 1989: 66). Las obras de Robertson, Keynes, Hayek, Myrdal

y otros autores habían comenzado a integrar la teoría monetaria de los precios y la teoría de

la producción. La integración del dinero, la producción y los precios en un marco teórico

dinámico era el objetivo declarado de Keynes, Hayek y Myrdal. El marco teórico de la

teoría cuantitativa del dinero, en las versiones Fisher-Marshall, se vio superado, si no

rechazado.

La literatura historiográfica ha afirmado repetidamente que fue la revolución keynesiana, o

sea, la publicación de "The General Theory of Employment, Interest and Money" y su éxito

en convencer a la mayoría de la comunidad de economistas, de una nueva concepción del

ingreso y el empleo, lo que provocó la caída de la teoría cuantitativista. Sin embargo, la

teoría cuantitativa del dinero estaba declinando antes de la revolución keynesiana pues ya

se había evidenciado que era teóricamente inadecuada y mecánica o simplista como marco

para la comprensión del papel del dinero en la economía. Tanto en Keynes, como en

Myrdal y Hayek, se dan los primeros intentos hacia la construcción de una teoría monetaria

más compleja que la herencia de la teoría cuantitativa del siglo XIX. Una teoría monetaria

que estuviera vinculada a los problemas de la producción y la acumulación en un ambiente

de incertidumbre.

Con el amenazante entorno de una severa deflación, que para Europa ocurrió en el período

de 1924-1938 y para los Estados Unidos en el de 1929-1938, se intensificó la búsqueda de

explicaciones alternativas. Hayek con "Prices and Production", Myrdal con "Monetary

Equilibrium", y antes que todos, Robertson con "Banking Policy and the Price Level", y por

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supuesto Keynes con "The Treatise on Money". Todos exploraron superiores marcos

teóricos para la explicación del bajo nivel de la actividad económica europea. Sus estudios

marcaban las conexiones entre el dinero, el ahorro y la inversión bajo el denominador

común del rechazo a la teoría cuantitativa del dinero en cualquiera de sus variantes, la

fisheriana o la marshalliana. Tanto Hayek, Myrdal como Keynes estudiaron el papel del

dinero con relación a la producción y la acumulación, considerando las causas de la

fluctuaciones cíclicas en los cambios ocurridos en la confianza empresarial y en las

condiciones monetarias.

Para Myrdal la teoría monetaria neoclásica estaba construida con conceptos apropiados

para una economía de trueque estacionaria, por lo que trató de conformar un enfoque

teórico para una economía monetaria donde las magnitudes ex ante difirieran de las

magnitudes ex post, y donde las expectativas fuesen una influencia fundamental sobre la

inversión.

Aunque Myrdal logró avanzar en la construcción de una teoría monetaria fuera de los

lineamientos neoclásicos, su libro tuvo muy poco efecto sobre el trabajo posterior. En

cambio Hayek representa un caso muy interesante, pues a pesar de que se le ha considerado

como uno de los grandes defensores del neoliberalismo monetarista, resulta paradójico

advertir que es muy categórico en su crítica a la teoría cuantitativa del dinero. En su libro

critica los esfuerzos de Fisher por formalizar la teoría cuantitativa, negando además que

categorías tales como la cantidad total de dinero, el nivel general de todos los precios y la

cantidad total de la producción tengan alguna influencia sobre las decisiones de los

individuos. Tal como lo señala Desai (1989: 65), en cierto sentido está diciendo, en

términos modernos, que la teoría cuantitativa es una visión macroeconómica sin ningún

fundamento microeconómico.

Para Hayek la teoría cuantitativa es sólo una rudimentaria etapa inicial de la teoría

monetaria. El desarrollo de la teoría monetaria no va precisamente dentro de sus limitados

recursos analíticos, sino cuando la teoría ha tratado de encontrar el mecanismo más

complejo por el cual se relaciona el dinero con las diversas categorías de la actividad

económica. Hayek desarrolló el argumento de que no es la oferta de crédito como tal, sino

su distribución entre los productores de bienes de capital y los productores de bienes de

consumo, lo que provoca lo que en términos de Marx sería una falta de proporción entre los

dos sectores de la economía. Lo decisivo según él, es el efecto del dinero sobre la estructura

de la producción, en particular el alargamiento del período de producción, lo que puede

explicar la inflación de los precios de los bienes de consumo, el retraso existente entre los

salarios monetarios y los precios cuando se inicia el ciclo del crédito, y el desplome final

del auge causado por la expansión del crédito.

Según Hayek el sistema walrasiano era incapaz de explicar el continuo desempleo. Según él

mismo, en un marco de salarios y precios flexibles, se supone que los mercados se vacían y

se reestablecería el equilibrio en el caso de que alguna causa exógena lo perturbara. Hayek

identificó la incapacidad del sistema walrasiano para lograr una explicación de los ciclos

económicos dada la ausencia del dinero dentro del modelo de Walras. Éste modelo

conforma una economía de trueque en donde los precios relativos determinan en el

resultado de equilibrio. El dinero no desempeña ningún papel esencial y no puede hacerlo

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ya que dado que la incertidumbre está completamente ausente del modelo, pueden ser

previstos todos los ingresos y todos los pagos sin necesidad de que alguien mantenga saldos

monetarios.

Keynes: del "Tract" al "Treatise".

Sin lugar a dudas habría que establecer criterios diferenciadores en lo referido a las ideas de

Keynes en materia monetaria, en tanto las mismas sufrieron significativas modificaciones.

Hay un Keynes netamente cuantitativista en su "Tract on Money Reform" (1923), que a su

vez evoluciona "wicksellianamente" en "A Treatise on Money" (1930), en donde se

distancia del tratamiento ortodoxo de la teoría cuantitativa. Finalmente habría que marcar la

diferencia de ambas etapas anteriores con el Keynes de la "Teoría General" de 1936.

En él "Tract" Keynes comulga con el tratamiento ortodoxo del dinero como neutral a largo

plazo y facilitador del cambio de bienes transables, el mismo posibilita la expresión

nominal de las variables económicas reales. Para él, a partir de las características del

sistema capitalista, la inestabilidad en el valor del dinero afecta tanto al ahorro como a la

inversión, por lo que el gobierno debe de implementar una política monetaria estabilizadora

que evite cualquier proceso inflacionario. La inflación tendría su causas por los cambios en

la oferta monetaria, especialmente mediante la expansión del crédito. Es por esto que

recomienda una activa política monetaria aplicada discrecionalmente con el objetivo de

afectar la tasa de interés bancaria y así estabilizar el valor del dinero, mediante el control de

la oferta monetaria y el coeficiente de activos líquidos mínimos que deben de mantener los

bancos.

"A Treatise on Money" constituía la obra más relevante de Keynes sólo eclipsada años más

tarde por la "Teoría General". Se puede concebir como la etapa de transición entre él

"Tract" de 1923 y la "Teoría General" de 1936. En esta obra Keynes desarrolló un análisis

monetario que de alguna manera reflejaba la insatisfacción con la versión cuantitativista de

Marshall. En la misma profundizó en la distinción realizada por Robertson entre el nivel de

precios considerado en la ecuación del saldo de efectivo de Cambridge y el nivel de precios

implicado en la ecuación del cambio de Fisher. Al Marshall destacar las raíces conductistas

de la tenencia de dinero, se produce cierta insatisfacción con el mito de un solo consumidor

cuyo supuesto comportamiento se reflejaba en (k). Se había planteado que los

consumidores y los empresarios capitalistas tenían motivaciones diferentes para mantener

los saldos monetarios, lo que implicaría una (k) diferente. En él "Treatise" Keynes

desarrolló esta diferenciación de los saldos monetarios por tipo de poseedor de dinero.

Para el Keynes del "Treatise", el dinero no se guarda por sí mismo, sino para comprar

bienes. Así, le da el nombre del poder de compra del dinero para esta medida a la que

también denomina el patrón de consumo (Pc). Una medida alternativa se refiere a lo que

denomina el poder de trabajo del dinero según el patrón de ingresos (Pi). Según Keynes, ni

el nivel de precios de la ecuación de Marshall ni el nivel de precios de la ecuación de Fisher

miden el patrón del consumo y el patrón del trabajo. Keynes menciona al respecto el patrón

del saldo en efectivo y el patrón de las transacciones en efectivo.

Page 151: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Según Keynes estas diferencias entre distintas medidas de los precios significan que la

relación que existe entre el dinero y la inflación no es simple ni siquiera a un alto nivel de

agregación. Si los salarios monetarios aumentan más rápidamente que la productividad,

implica una disminución en el poder laboral del dinero (un aumento del Pt) o sea, lo que

Keynes llama la inflación del ingreso. El aumento de los precios de los bienes de consumo

constituye para Keynes la inflación de los bienes, o la inflación a secas. Keynes llama

inflación de capital al aumento de los precios de los bienes de capital que de inmediato no

preocupa a los consumidores, pero es importante para la distribución del ingreso.

Al establecer estas distinciones se observa el punto en que la inflación no afecta a todos los

bienes y a todos los individuos por igual, como parece desprenderse de las versiones

cuantitativistas de Fisher y de Marshall. Para Keynes, la inflación tiene implicaciones

distributivas, y aunque el dinero fuese la única causa de la inflación, se necesita saber quién

es el receptor del dinero adicional para saber cuáles precios se elevarán primero y cómo se

verán afectados.

El establecimiento de las identidades o ecuaciónes que vinculan la rotación del dinero con

la rotación de los bienes y servicios que se cambian por dinero, no agota para Keynes el

interés científico de la teoría monetaria. Según él, la verdadera tarea de tal teoría es la de

tratar el problema en términos dinámicos, considerando los diferentes elementos que

intervienen de manera tal que se descubra el proceso causal por el cual se determina el nivel

de precios y el método de transición de una posición de equilibrio a otra. La dificultad que

él encontraba, ya desde que escribió su "Treatise", consistía en las limitaciones analíticas de

la teoría cuantitativa del dinero. Esta servía para establecer las identidades que pueden

formularse conectando diferentes factores monetarios, pero sin capacidad de separar e

identificar los factores a través de los cuales opera el proceso causal monetario durante un

período de cambio.

Cuando Keynes escribe él "Treatise" no se sentía marginado de la tradición cuantitativista.

Por el contrario, intentaba enriquecer la tradición de Cambridge. No obstante, llega a la

idea revolucionaria de que la ecuación del balance en efectivo y la ecuación del cambio son

inútiles para el análisis del efecto del dinero sobre los precios fuera del equilibrio. Sólo son

apropiadas bajo la condición de equilibrio, es decir, cuando existe pleno empleo en la

utilización de los factores productivos, la igualdad en el ahorro e inversión, y el público no

espera que suban ni bajen los precios de los valores.

Una representación del modelo contenido en él "Treatise" (Fernández et al, 2003: 40-41)

consistiría en el siguiente sistema de ecuaciónes.

Y = E + B ( )

O = C + K ( )

S = E + PC ( )

I = P´+ K ( )

Page 152: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

( )

En donde (Y) es el ingreso o renta nacional; (E) la remuneración de los factores de

producción; (B) los beneficios imprevistos o extraordinarios; (O) la producción global; (C)

los bienes de consumo; (K) los bienes de capital; (S) el ahorro; (P) el índice de precios de

los bienes de consumo; (PC) los gastos de consumo; (I) la inversión; (P´) el índice de

precios de los bienes inversión; (P´K´) el gasto en bienes inversión y ( ) el nivel general de

precios.

Si se despeja el valor de (PC) en la ecuación ( ) y se sustituye en la ecuación ( ), y se hace

lo mismo con (P´ K) en la ( ), se tiene

( )

Lo que es lo mismo a

( )

De esta manera los cambios de los precios se deben, por una parte, a un aumento de la

remuneración de los factores por encima de la producción efectuada (E / O), lo que

significaría una inflación de costes, o por otra parte, a la discrepancia entre el ahorro e

inversión en relación con la producción generada (I – S/ O), lo que sería una inflación de

demanda.

En él "Treatise" el enfoque keynesiano sobre las fluctuaciones de los niveles de precio son

sumarizados por Carlo Panico (1998: 113-114) en tres proposiciones:

1) La inestabilidad de las decisiones de inversión constituye la base de la fluctuaciones

económicas.

2) La ocurrencia de estas fluctuaciones no requieren necesariamente de ninguna activa

operación del sistema bancario.

3) El sistema bancario tiene la capacidad de controlar estas fluctuaciones a través de su

poder para afectar la tasa de interés, aunque de manera limitada por la situación monetaria

internacional.

Las fluctuaciones en los niveles de precios obedecen principalmente a cambios en los

precios de demanda de los bienes de consumo. Keynes destaca el rol jugado por la

O

KPPC '

O

ISE

O

SI

O

E

Page 153: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

incertidumbre, el riesgo y las expectativas sobre la alta inestabilidad de las decisiones sobre

la inversión.

Cómo se podrá apreciar, aunque no de manera directa, sino mediante su efecto sobre la tasa

de interés a través de las decisiones de la ahorro e inversión, Keynes sigue planteando que

en última instancia, es el incremento de la oferta monetaria lo que produce la inflación,

aunque eso sí, a través de un mecanismo más complejo. El aumento de la oferta monetaria

de manera indirecta actúa sobre los precios de la ecuación ( ) al emplearse en el pago de

una mayor remuneración de los factores de producción, es decir, un aumento de ( E / O). A

su vez, aumentarían las reservas bancarias por lo que disminuiría la tasa de interés de

mercado, concediéndose más préstamos. La tasa de interés de mercado quedaría por debajo

de la tasa natural y así (I – S)> 0, produciendo una efecto adicional sobre los precios.

Queda evidenciado la aceptación del enfoque de Wicksell en cuanto a la tasa de interés de

mercado y la natural. Ésta última responde al sector real de la economía a través de la

igualdad entre el ahorro e inversión, dependerá del comportamiento del sistema bancario en

cuanto a su falta de créditos y al comportamiento de la demanda de recursos financieros de

los agentes económicos.

Es de destacar que a diferencia del enfoque cuantitativista que considera a la oferta

monetaria una variable exógena, Keynes postula la endogeneidad de la misma. Para él la

emisión monetaria estaría en función de la actividad económica, brindando a los

empresarios la satisfacción de las peticiones emanadas por el sector real de la economía.

Para Keynes entonces, el objetivo de la política monetaria sería alcanzar la igualdad entre el

ahorro que le inversión, estabilizando el nivel general de los precios, y de esta forma, ( I – S

/ O) sería 0.

El periodo que va del "Treatise on Money" hasta la "General Theory" refleja un

significativo cambio en la actitud de Keynes hacia el enfoque tradicional neoclásico de la

teoría del dinero y sus vínculos con la teoría del sector real. En el mismo Keynes desarrolló

una actitud crítica hacia esta teoría e intentó revertir la tradicional relación causal entre las

variables monetarias y reales, estableciendo el análisis teórico acerca del impacto de los

factores monetarios sobre el nivel del output y la distribución del ingreso a través de la

determinación de la tasa de interés (Panico, 1998: 102).

Carlo Panico (1998: 107-111) puntualiza sobre las limitaciones del análisis keynesiano

contentivo de la crítica a la teoría marginalista del valor y la distribución, lo que significó

un indiscutible debilitamiento de su posición. En su "Treatise", las variables monetarias y

reales continúan tratadas de la misma manera que en la aproximación tradicional

marginalista. A su vez, los aspectos principales referidos al análisis de la inversión y de la

preferencia por la liquidez, presentados en la "Teoría General," fueron introducidos ya en él

"Treatise". Por último, la observación de los acontecimientos económicos asociados a la

crisis que comenzó en 1929, cambiaron en Keynes su punto de vista acerca de la relación

entre la variables monetarias y reales. Sin embargo, del estudio del "Treatise" deriva la

conclusión de que a este nivel del desarrollo de su pensamiento económico, Keynes aún

permanece dentro de la sombra neoclásica, en donde las tasas reales de beneficios están

determinadas sobre la base de la demanda sobre la oferta de los factores de producción. Las

Page 154: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

tasas de equilibrio real de los beneficios están determinadas simultáneamente con el nivel

de output de la economía, el cual se encuentra a nivel de pleno empleo, en donde en

condiciones de equilibrio, la demanda de cada factor es equivalente a su oferta.

Keynes: la "General Theory".

El período que va del "Treatise" a la Teoría General se caracteriza por una intensiva

búsqueda de una nueva estructura de análisis y por significativos cambios de punto de vista

acerca del enfoque neoclásico ortodoxo. El área de mayor reconsideración con respecto al

enfoque neoclásico fue la relación entre la teoría monetaria y la teoría del valor,

distribución y producción, es decir, entre las variables monetarias y reales.

Siguiendo a Panico, a partir de 1932, en plena crisis, Keynes comenzó un abandono gradual

de la teoría neoclásica, negando la existencia de un mecanismo de ajuste en el mercado del

cual emane una tendencia de largo plazo hacia el pleno empleo. Así, durante los años

previos a la publicación de la "Teoría General", Keynes elaboró una nueva aproximación

teórica teniendo como punto analítico central al principio de la demanda efectiva. Esta

teorización consistió en una nueva aproximación hacia los problemas monetarios, lo cual

implicó el abandono de la idea de una tasa "natural" de interés y de una política monetaria

neutral de aquí se derivó la necesidad de un nuevo tratamiento de la tasa de interés como

expresión de la preferencia por la liquidez. Este enfoque priorizó el papel jugado por la

política de las autoridades monetarias y el análisis de la demanda monetaria.

Con la "Teoría General", Keynes cuestiona a la Ley de Say y por tanto, la tendencia

automática del sistema al equilibrio con pleno empleo como sustento teórico del enfoque

neoclásico de la teoría cuantitativa del dinero. Además, en su análisis de la demanda

monetaria, incluye el motivo especulación, destacando el papel del dinero no sólo como

medio de pago sino también como forma de mantener la riqueza, como activo financiero.

De esta manera convierte a la tasa de interés en una variable fundamental que, a contrapelo

de la visión dicotonómica cuantitativista, establece el enlace entre el sector monetario y el

sector real del economía. Es decir, propone la sensibilidad de la demanda de dinero a la tasa

de interés. Además, como se verá a continuación, señala que a niveles bajos la tasa de

interés sería perfectamente elástica. El análisis de la tasa de interés como precio del dinero,

y particularmente, su propuesta acerca de un motivo especulativo para demandarlo, se basó

en la existencia de una diferencia entre el nivel normal y el nivel corriente actual de la tasa

de interés.

Keynes rechaza la concepción neoclásica acerca de la neutralidad del dinero, con sus

implicaciones sobre la estabilidad de la demanda monetaria y la flexibilidad de los precios,

sobretodo con relación a la tasa de interés y al salario. De hecho, se trata del

cuestionamiento de la proposición neoclásica acerca del estabilidad de la economía

capitalista y del equilibrio con pleno empleo.

Específicamente dentro de su teoría monetaria, el estudio de la demanda de dinero realizada

por Keynes en su "Teoría General", ha sido suficientemente explicitado por la literatura

especializada por lo que no será necesario abundar sobre el particular. Como se conoce,

Keynes distingue tres motivos por los que la comunidad demandaría dinero: motivo

Page 155: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

transacciones, motivo precaución y motivo especulación. Como ya se señaló previamente al

reseñar el enfoque de Cambridge, los motivos transacción y precaución fueron

considerados por la reformulación cuantitativista neoclásica. Los agentes particulares y las

empresas demandarían dinero para cubrir los desfases entre ingresos y gastos y así facilitar

la cantidad de transacciones a efectuar. Al mismo tiempo, la desconfianza ante las

contingencias imprevistas, así como las oportunidades de compras ventajosas, demandan

una protección en términos de una disponibilidad de liquidez capaz de proporcionar cierto

nivel de seguridad ante un contexto de incertidumbre en el mercado.

Para Keynes, la cantidad de depósitos para satisfacer los motivos transacción y precaución

(sea L1) es, como primera aproximación, independiente de la cantidad retenida para

satisfacer el motivo especulación (sea L2). La primera depende sobretodo del nivel de

ingreso monetario, la segunda es a su vez función de la tasa de interés o de las expectativas

que conciernen a la tasa futura. Si en un momento todos los agentes económicos no retienen

en el mismo tiempo los depósitos sujetos a especulación, es porque sus previsiones respecto

a la tasa futura de interés son diferentes. La demanda total de moneda (M) puede entonces

expresarse así:

M = L1 (Y) + L2 (i) ( )

En L1, (Y) es el ingreso nominal. L2 es una función decreciente de (r), y su valor es variable

en la medida de que las expectativas del público, con relación a las tasas futuras de interés

se modifiquen. Keynes sugiere la posibilidad de que la tasa de interés caiga aún nivel donde

la preferencia por la liquidez es absoluta. Entonces, quien sea prefiere retener depósitos en

lugar de recurrir a activos financieros cuyo rendimiento se vuelve casi nulo.

Sin duda, el motivo especulación constituye una innovación con respecto a las

reformulaciones cuantitativistas neoclásicas. Keynes compara la tenencia de dinero con la

tenencia de un único activo, los bonos del tesoro, que son títulos de renta fija y con una tasa

de interés nominal dada. Al existir incertidumbre sobre la cotización futura de los bonos,

cuyo precio es inverso a la tasa de interés efectiva esto hace que los agentes deseen dinero

en forma líquida para especular. Keynes planteaba la existencia de una tasa de interés

considerada normal a largo plazo por los inversores. Si la tasa de interés actual era superior

a la normal, se esperaba que bajase, y viceversa. Por tanto, mientras más baja fuese la tasa

de interés, más se supondría que subiese en el futuro y mayor sería la demanda monetaria.

Es por esto, que la demanda monetaria por motivo especulación podría expresarse como

una función inversa de la tasa de interés actual.

( )

Cuanto más bajas sean las tasas de interés mayor la probabilidad de un alza de las mismas,

por lo que aumentaría la demanda de dinero por especulación. La curva que relaciona dicha

demanda con la tasa de interés, la denominada función de preferencia por la liquidez, será

infinitamente elástica. Entonces, todo aumento de la cantidad de dinero implicará un

aumento de la demanda del mismo, pero sin provocar más descenso en la tasa de interés.

)(1)( rLMdr

Page 156: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Aquí se produce la denominada "trampa de la liquidez" keynesiana. En la misma, todo

aumento monetario no producirá variaciones en la renta monetaria.

La trampa de la liquidez, tal como se aprecia en el gráfico ( ), es aquel nivel mínimo de la

tasa de interés correspondiente con el inicio de una preferencia por la liquidez totalmente

elástica, de forma que todo aumento adicional de la oferta monetaria no producirá ningún

tipo de impacto expansivo al no bajar más la tasa de interés.

A diferencia del desglose wickselliano entre la tasa de interés natural y monetaria realizado

en su "Treatise", en la "Teoría General" sólo contempla una tasa de interés como precio del

dinero, resultado de la confluencia entre la oferta y la demanda monetaria a la que

denominó preferencia por la liquidez. Esta concepción de la tasa de interés como un

fenómeno monetario, contrasta con el enfoque neoclásico preponderante en su época, que la

consideraba como "premio" por la abstención del consumo. Para Keynes la tasa de interés

es el "precio del dinero". Al producirse cambios entre la oferta y la demanda monetaria,

arranca un proceso de ajuste que produce cambios en las variables reales por su efecto

sobre la inversión, que como componente de la demanda efectiva, actúa sobre el ingreso y

el nivel de empleo. Por tanto la tasa de interés condiciona la inversión, que a su vez, por el

efecto multiplicador y por ser un componente de la demanda global, influencia sobre la

demanda efectiva y por ende, sobre la producción y el ingreso. Resultando que las

autoridades al hacer variar la masa monetaria, tienen la posibilidad por medio de la tasa de

interés, de estimular el producto final o ingreso. La moneda entonces no es neutral como en

la teoría cuantitativa ortodoxa.

Para Keynes es la tasa de interés a largo plazo la que verdaderamente ejerce una mayor

influencia sobre la inversión. El control sobre la misma presenta dificultades significativas

que limitan el impacto efectivo de la política monetaria: en primer lugar se hace muy difícil

una quiebra de la estabilidad de la tasa de interés a largo plazo como consecuencia de

i

i0

i1

M

M S 1 M S 0

M d

Page 157: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

cambios en la preferencia por la liquidez, ya que una reducción drástica en la tasa de interés

provoca en los agentes que prefieran mantener liquidez en vez de poseer otros activos. La

autoridad monetaria ve limitada su capacidad de controlar efectivamente esta variable. Es la

situación que refleja la trampa de la liquidez. En segundo lugar, la actividad controladora

de los bancos centrales, que en su época, una buena parte eran de propiedad privada y por

tanto, priorizaban la obtención de beneficios, era muy limitada. Los mismos no se

caracterizaban precisamente por realizar operaciones significativas de compraventa de

títulos con vencimiento a largo plazo para alterar las tasas a largo plazo que podrían

implicarles significativas pérdidas de capital.

A pesar de estas dificultades, Keynes consideraba que una firme política monetaria podría

ejercer su efecto sobre los agentes económicos y lograr reducir la tasa de interés a largo

plazo, por lo que concebía una importante capacidad instrumental a la misma, al lograr

niveles que estimularían una cuantía óptima de la inversión privada.

Keynes tiene la intención de determinar la tasa de interés "promedio" sobre la base de

consideraciones esencialmente monetarias. Esta tasa promedio dependería de lo que la

"opinión común" prevaleciente en el mercado mantiene como expectativa. Según Panico

(1998: 128-129) dentro del análisis keynesiano sobre la tasa de interés se pueden apreciar

dos pasos. El primero deriva de la estructura del mercado de dinero y los diferentes

componentes de la oferta y la demanda de dinero. El segundo paso por su parte, tiene que

ver con los factores que afectan la opinión común acerca de su futuro valor.

La descripción de la estructura del mercado de dinero conlleva a la concepción de que la

oferta monetaria está regulada directamente por la autoridad monetaria. La preferencia por

la liquidez está contenida dentro del análisis de los diferentes componentes de la demanda

de dinero y las causas de sus variaciones. Al igual que en él "Treatise", el análisis de la

preferencia de la liquidez juega un papel básico en la determinación de la tasa de interés de

mercado y en la explicación de cómo suceden los cambios en el mercado de dinero. Según

Keynes, la demanda de dinero para la especulación, la cual es fundamental como causantes

de los cambios en el mercado de la tasa de interés dada su alta variabilidad, no tendrá una

definida relación cuantitativa como una tasa de interés dada. Lo que importa no es el nivel

absoluto de la misma sino el grado de su divergencia de lo que se considera como un nivel

"seguro" de interés. Para Keynes es muy importante la alta inestabilidad de la demanda

monetaria por los motivos especulación y precaución.

El segundo paso contenido en la "Teoría General" en cuanto al análisis de la tasa de interés,

está relacionado con los factores que afectan la "opinión común" y la tasa de interés

"segura". La tasa de interés no solamente depende de la política corriente de la autoridad

monetaria, sino también de las expectativas del mercado con vistas a la política futura a

seguir. Según Keynes, cuando el público siente que la política monetaria corriente no puede

ser sostenida y requiere ser cambiada para el futuro, esta política no puede determinar la

tasa de interés promedio, al no ser que esta política logre manipular el cambio de la opinión

pública.

Keynes no se limitó a considerar solamente las expectativas derivadas del movimiento de

los precios de los bonos, sino que contempló las expectativas económicas generales,

Page 158: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

fundamentalmente en situaciones de crisis, las cuales incidirían sobre un aumento de la

preferencia por la liquidez y de ahí que aumente la demanda monetaria por el motivo

especulación.

Es decir, en situación de crisis, con una alta preferencia por la liquidez y por tanto, alta tasa

de interés, una política monetaria expansiva sería incapaz pues no produciría una

disminución de la tasa de interés que estimularía a la inversión real, sino que por el

contrario, incidirían en un aumento en la retención monetaria por parte de la comunidad.

Si lugar a dudas Keynes rompe con importantes axiomas neoclásicos que cumplían la

función de supuestos básicos de la reformulación cuantitativista. En primer lugar, con el

supuesto de pleno empleo, por lo que un aumento de la oferta monetaria no sólo implicaría

un aumento del nivel general de precios, sino también, provocaría un aumento sobre

variables reales vía tasa de interés, como la inversión, componente de la demanda efectiva y

por tanto, el nivel del producto real y del empleo.

Por otra parte, Keynes consideraba que la velocidad de circulación del dinero (V), dependía

de factores como el carácter de la organización bancaria e industrial, los hábitos sociales en

el uso de cheques o acceso al crédito, la distribución de la renta entre los distintos grupos

socioeconómicos, el coste de mantener efectivo y el nivel de producción o de renta. Estos

factores influenciaban de manera de imposibilitar la constancia a corto plazo de la

velocidad de circulación del dinero.

Según Friedman, Keynes le asesta dos golpes mortales a la teoría cuantitativa. En primer

lugar, afirma que la velocidad es inestable en respuesta a la variaciones experimentadas en

el dinero. En segundo lugar, acepta situaciones en la que la demanda dinero por motivo

especulación se vuelve totalmente elástica a los cambios en la cantidad de dinero, de modo

que éstos son absorbidos casi por completo en los saldos especulativos

∆M

∆P

r ∆I ∆DE ∆Y ∆L

Page 159: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 7. La reformulación cuantitativista monetarista.

Introducción.

Parece ser que el término "monetarismo" fue acuñado originalmente por Karl Brunner al

referirse a la existencia de una contrarrevolución sobre la teoría y la política económica

keynesiana. Se trató de un movimiento académico surgido a finales de la década de 1940 en

la Facultad de Economía de la Universidad de Chicago, en donde existía un baluarte

antikeynesiano solidificado a través de una "tradición oral" propia en la enseñanza de la

economía. Esta tradición oral de Chicago tuvo durante los años veinte y treinta del siglo

pasado a la trilogía de Frank H. Knight, Jacob Viner y Henry Simons como sus más

importantes portavoces, trilogía que sería sustituida en los años cincuenta por la formada

por Milton Friedman, George Stigler y Allen Wallis.

Sin lugar a dudas, Milton Friedman, quien se reconoce heredero de dicha tradición, es

quien encabeza el liderazgo de este enfoque en las décadas de los cincuenta, los sesenta y

los setenta, junto a A. Schwartz, D. Meiselman, H. Johnson, R. Mundell, A. Meltzer, K.

Brunner, D. Laidler, E. Phelps y otros.

El origen de las ideas monetaristas responde a la evolución de la teoría cuantitativa del

dinero, considerada en el capítulo anterior. El monetarismo no constituye un enfoque

monolítico de ideas compartidas por todos sus representantes, por el contrario, dentro del

mismo existen diversas corrientes dentro de las cuales la encabezada por Friedman,

asociada a Chicago, es la de mayor trascendencia e impacto a nivel internacional, pero de

ninguna manera monopoliza un enfoque sometido a diversas interpretaciones que han

originado distintos "monetarismos".

El monetarismo es un concepto proteico (Félix, 1984: 11). Aún cuando se supone que se

debiera aplicar de manera universal a todas las economías capitalistas, sus formas

específicas de construcción teórica y del contenido de su paquete de políticas, cambian con

el tiempo y lugar de aplicación. Su flexibilidad proteica refleja reinterpretaciones de

algunos de sus principios básicos para responder por fallos en su aplicación y por

circunstancias institucionales cambiantes. La renuencia para descartar sus dogmas básicos

está basada en sus predilecciones ideológicas neoliberales. Sobre pasan de esta manera su

expresa proyección de constituir una teoría sobre la inflación, puede y debe ser

comprendida entonces, como un intento de restablecimiento de un "intraparadigma"

macroeconómico alternativo al keynesiano.

La primera etapa del desarrollo del monetarismo se centró en la redefinición de la teoría

cuantitativa del dinero a partir fundamentalmente, del enfoque de Milton Friedman, quien

desde 1946 era profesor de economía en la Universidad de Chicago hasta su jubilación en

1977, a partir de entonces, fue jefe de investigaciones asociado de la Hoover Institution.

Contrariamente al punto de vista de los primeros neokeynesianos, Friedman sostenían que

la demanda de dinero era estable. En contra del argumento de la trampa de la liquidez,

Friedman sostuvo que la elasticidad interés de la demanda dinero no era infinita, sino más

bien escasa. La cantidad de dinero sería entonces la principal influencia sobre el nivel de la

Page 160: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

actividad económica. Para comprender el alcance de esta posición monetarista, se debe

partir de la conceptualización acerca del papel del dinero por parte de la Síntesis

Neoclásica-keynesiana.

Durante los primeros años de la posguerra ( 1945-1950), muchos de los primeros teóricos

neokeynesianos subestimaban la importancia del dinero y la efectividad de la política

monetaria como herramienta de estabilización, sobre la base de criterios empíricos sobre las

pendientes de las curvas IS-LM, que como se conoce, son importantes para la

determinación de la eficacia relativa de la política monetaria y fiscal. Bajo la influencia de

la experiencia de la crisis de 1929-1933, sostenían que la función LM era bastante plana y

que la función IS era bastante inclinada, configuración que caracterizaría las condiciones de

la crisis de los años treinta. La misma manifestó bajos niveles de ingreso y de tasas de

interés. Con una baja tasa de interés, la elasticidad de la demanda dinero sería alta,

asemejándose a la situación keynesiana de la trampa de la liquidez, en donde la curva LM

se vuelve plana. Por otra parte, se creía que en condiciones de depresión, la inversión sería

relativamente inelástica, conformando una curva IS muy inclinada. Durante la crisis la tasa

de utilización de la planta y del equipo existente fue muy baja. Con tal excedente de

capacidad instalada, se argumentó la improbabilidad de que la inversión respondiera de

forma activa a los cambios de la tasa de interés.

La figura ilustra la configuración IS-LM que evidencia la ineficacia de un aumento de la

cantidad de dinero que desplaza la curva de LM0 a LM1 .Al encontrarse el punto de

equilibrio en él sector relativamente más horizontal, un cambio en la oferta monetaria tiene

un efecto reducido en la disminución de la tasa de interés, el primer eslabón de la cadena

que conecta el dinero con el ingreso en el modelo keynesiano. A su vez, con una curva IS

inclinada, una caída de la tasa de interés no aumentaría significativamente la inversión. Esta

combinación de una supuesta elasticidad interés alta de la demanda dinero y una elasticidad

interés baja de la demanda de producción, provocó la conclusión neokeynesiana de que no

era relevante la cantidad de dinero.

Contrariamente a lo anterior, Friedman argumentó que la elasticidad de la demanda dinero

no era infinita sino más bien escasa la cantidad de dinero, lejos de carecer de relevancia,

constituye la influencia más importante del nivel de actividad económica. Así, el análisis

LM0

LM1

IS0

y0 y1

r0

r1

r

y

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monetarista de la demanda monetaria es más complejo y elaborado que el de sus

predecesores, aunque sus conclusiones con relación a las causas de la inflación no difieren

de las postuladas por la teoría cuantitativa tradicional. Se trata de un estudio de los factores

que determinan la cantidad de dinero que la comunidad de agentes privados desea

mantener.

Friedman parte de una premisa básica de la teoría del capital neoclásica: que la renta es el

rendimiento del capital esto significa que el concepto de renta o ingreso que Friedman

utiliza en su construcción de la teoría cuantitativa no es el que utilizó Keynes en su modelo

ingreso-gasto. En su lugar, Friedman denominó renta permanente a su medida de la renta,

lo que equivale a decir que trató al ingreso como valor actual descontado de una corriente

de pagos que deriva de un stock de riqueza existente, incluyendo la riqueza humana.

La renta permanente.

Dentro del modelo keynesiano el estudio de la función consumo tuvo como objeto

determinar que suma se gastará en consumir cuando el nivel de empleo alcanza cierta

magnitud. El estudio de la propensión a consumir conduce al análisis del consumo como

función de la cantidad del ingreso, de las circunstancias objetivas que lo acompañan y de

las necesidades subjetivas e inclinaciones psicológicas de los individuos. Keynes plantea

que una cualidad de la propensión a consumir es su estabilidad, la misma no se manifiesta

como constancia sino como un comportamiento derivado de una ley psicológica

fundamental que "consiste en que los hombres están dispuestos, por regla general y en

promedio, a aumentar su consumo a medida que su ingreso crece, aunque no tanto como el

crecimiento de su ingreso" (Keynes, 197: 93).

La relación funcional que establece la influencia del ingreso real corriente sobre el

consumo es denominada “funcion consumo”.

( )

la formula sugiere que el consumo es la variable dependiente y que el ingreso la

dependiente. Lo cual es inconcebible desde el punto de vista neoclásico. En el análisis

neoclásico, el consumo, el empleo, la oferta de capital y el ingreso están determinados de

manera simultanea de acuerdo con las preferencias individuales y los precios. El consumo y

el ingreso están conectados por los medios de la restricción presupuestaria, lo cual no

presupone ninguna relación de causalidad del ingreso sobre el consumo.

Aunque la fórmula sugiere que el ingreso real es la única variable sobre el consumo real,

esto no es exactamente lo que el propio Keynes consideró. En realidad, la función consumo

expresa que el ingreso real, es la única variable importante en el corto plazo.

Implícitamente, la función consumo contiene muchas mas variables, el propio Keynes

consideró mas de dos decenas de las mismas en los capítulos 8 y 10 de su “Teoría General”.

Uno de esos factores fue precisamente la tasa de interés, la cual juega un papel importante

en la teoría neoclásica en cuanto a la decisión consumir versus ahorrar.

Page 162: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Otro elemento que es necesario destacar en la función consumo keynesiana con vistas a la

interpretación friedmaniana de la renta permanente, es que el consumo depende del ingreso

real corriente, no del pasado ni de los ingresos esperados en el futuro.

A partir de esta función, Keynes construye la propensión marginal a consumir, la cual

establece el incremento aproximado del consumo a partir de un incremento del ingreso, lo

cual se define:

( )

de acuerdo a la ley psicológica fundamental, la propensión marginal a consumir es mayor

que cero y menor que la unidad:

( )

Suponiéndose una función consumo lineal, la misma pudiera representarse así:

La conceptualización keynesiana de la función consumo dio lugar a diversas formas de

entender e integrar teóricamente la misma dentro de la versión estándar de la

macroeconomía convencional. La función consumo ha sido considerada como un eslabón

teórico que permite determinar el ingreso de equilibrio.

A diferencia del análisis keynesiano, Friedman cuestiona que la función consumo dependa

del nivel del renta corriente. Según Keynes, la función consumo consiste en una relación lo

suficientemente estable como para servir de base al multiplicador del gasto autónomo, a

través del cual un incremento en este en el nivel macroeconómico generaba un considerable

incremento de la demanda agregada. La regularidad y la predicción de la función consumo

era central para la efectividad de la política fiscal keynesiana. Sin embargo, Friedman va a

relacionar su demanda de dinero con la renta permanente más que con la renta actual. El

fundamento teórico de esto está contenido en "A Theory of the Consumption Function"

(1957) en donde introduce su concepto de la renta permanente, basada en la teoría del

Page 163: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

capital de Irving Fisher, de acuerdo con la cual la renta es el rendimiento de la riqueza y

ésta es el valor actual de las rentas futuras esperadas.

Esta tesis adquirió posteriormente una gran importancia en la fundamentación de la

estabilidad de la demanda de dinero. A diferencia de los keynesianos, que sostenían que la

demanda de dinero se alteraría sustancialmente con los cambios en el ingreso, Friedman

sostuvo que el dinero se demanda porque tiene varios servicios de modo que la demanda se

ajusta al ingreso permanente en lugar de al ingreso real, y el comportamiento de la demanda

de dinero es estable con respecto a este ingreso permanente.

En su libro Friedman cuestiona una de las proposiciones fundamentales emanadas de la

"Teoría General" de Keynes. Para este, las economías domésticas aumentaban su gasto en

consumo en una cantidad menor que el incremento en su renta corriente. Friedman presentó

series temporales de datos de familias que intentaban demostrar que el consumo corriente

no estaba muy correlacionado con la renta corriente, y que el porcentaje de renta ahorrada

tampoco aumentaba con la renta, y finalmente, que el ratio de ahorro en los Estados Unidos

desde 1899 había sido relativamente constante, a pesar de producirse un aumento de la

renta real. Así, a través de su Teoría de la Función Consumo Friedman procede a la

elaboración de un estudio empírico que intentaba demostrar que la relación entre consumo

e ingreso había permanecido prácticamente constante a lo largo de las primeras cuatro

décadas del siglo XX, a pesar del considerable aumento del ingreso.

Desde el punto de vista teórico, Friedman consideró que los factores que podrían tener una

incidencia importante en el consumo son la renta permanente y la tasa de interés. De forma

más precisa, el consumo permanente depende de la renta permanente y de la tasa de interés.

Cuando se refiere a la renta consideraba al ingreso que el consumidor tiene planeado

percibir, o sea, su ingreso planeado o su ingreso permanente. Se plantea analíticamente una

formulación del problema del consumo en términos de maximización de la utilidad

condicionada al valor actual de una corriente de ingreso futuro. Se considera que el

consumo corriente registra gastos en bienes duraderos que realmente serán consumidos en

el curso de varios períodos de tiempo, es por eso, que el consumo permanente hace

referencia al flujo real de bienes y servicios que se planean consumir en un periodo dado.

Friedman define la función consumo de la siguiente forma:

Cp = k ( i, u ) Yp ( )

Donde el consumo permanente es una función k del ingreso permanente Yp determinada

por la tasa de interés y por los otros factores que influyen en la preferencia de los

individuos en el tiempo expresados en la variable u.

Como se puede apreciar, a diferencia de Keynes, la construcción de la función consumo por

parte de Friedman se hace desde la perspectiva analítica de la microeconomía neoclásica,

ya que desarrolla su estudio a partir de los determinantes de la conducta del consumidor.

Así, se arriba a una función para un solo consumidor, para posteriormente conformar una

función agregada simplemente sumando las funciones de consumo de todos los individuos

de una comunidad. En correspondencia con su proyección neoclásica, supone que el agente

Page 164: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

tiene un conocimiento pleno del futuro, por lo que puede decidir con certeza la distribución

de los gastos de consumo en el tiempo. Incluso al introducir la incertidumbre en el análisis,

no considera que la misma altere en lo esencial a la función dado que estima que la misma

se convierte en un motivo más para conservar riqueza que sería la de disponer de una

reserva para casos de emergencia. De esta forma, Friedman completa la definición de la

fórmula de la función consumo de la siguiente manera:

Cp = k ( i, u, w ) Yp ( )

Donde w representa la proporción entre la forma de riqueza que obedece a las situaciones

de emergencia como riqueza no humana, y la renta permanente. Se distingue entre el

consumo de bienes inmediatos y el correspondiente para los bienes de uso duraderos. La

función del gasto en consumo a largo plazo para los bienes no duraderos está determinada

por la riqueza real neta agregada del sector privado que se divide en riqueza humana, que

no es más que el conjunto de aportaciones o renta de factores y que está representada en la

función de consumo por la renta disponible del sector privado, y por la riqueza no humana,

integrada por el dinero, títulos de la deuda pública, activos reales, etc. A partir de su

concepción del consumo y la renta permanente, Friedman deduce que el consumo y la renta

corriente están determinados por los mismos:

C = Cp + Ct ( )

Y = Yp + Yt ( )

Donde Ct y Yt representan los componentes transitorios del consumo y del ingreso.

Para Friedman y el monetarismo en general, la verdadera función de consumo es la de largo

plazo y no la de corto plazo, tal como la había planteado Keynes en su Teoría General. El

consumo no estaría determinado por el nivel de ingreso de la coyuntura presente, sino por

el ingreso medio anticipado para una cierta secuencia temporal, lo que representa el ingreso

o renta permanente. Ésta renta permanente se define para un período t como una media

ponderada de las rentas obtenidas en n períodos anteriores:

Donde β representa la ponderación de la renta actual y las rentas anteriores que determinan

la renta permanente.

Tal como lo plantea Victoria Chick (1973: 36-37), el concepto de ingreso o renta

permanente se refiere a los estimados de la gente de sus ingresos prospectivos. O sea, la

tasa de retorno de su propio capital humano. Si el ingreso corriente fuera año por año, el

mismo constituye una pobre guía para las decisiones intertemporales, consumo y ahorro. El

punto básico para el ahorro es lograr mantener un consumo estable independientemente de

las fluctuaciones del ingreso.

nt

n

tTTPt YYYYY )1(...)1()1( 2

2

1

Page 165: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La propiedad importante para Friedman es que el ingreso permanente (Ypt) fluctúe menos

que el ingreso corriente (Yt), la discrepancia entre ambos es denominada "ingreso

transitorio", que representaría las fluctuaciones inesperadas alrededor del ingreso

prospectivo "verdadero". Si la demanda monetaria es, entre otras variables, función del

ingreso permanente, la misma sería más estable que si fuera función del ingreso corriente.

Como se verá posteriormente, en el análisis de la demanda monetaria es fundamental para

establecer su relativa estabilidad, su dependencia de la renta permanente, lo cual refleja la

evolución de la renta normal a largo plazo, que por término medio es anticipada. De esta

forma, las decisiones con relación a la demanda monetaria no se orientan por los cambios

coyunturales de la renta efectiva, sino por la renta permanente.

La relación entre ambos tipos de renta, efectiva y permanente se representa en la figura . En

la misma se aprecia la función de demanda monetaria para un tipo de interés dado (i1), tanto

en función de la renta efectiva observada (y) como en la de la renta permanente (yP). En el

punto A ambas rentas coinciden (yP = y0). Se supone que una situación recesiva disminuye

la renta corriente hasta y1, cayendo la demanda monetaria hasta Y1, situación representada

en el punto B. Sin embargo la hipótesis de la renta permanente señala que el punto C

representa el equilibrio verdadero. En el mismo, la renta permanente (yP1) disminuyó

menos que la renta efectiva. Contrariamente, en una fase expansiva, si la renta efectiva

aumenta hasta y2, la renta permanente permanece solo hasta YP2, elevándose la demanda

monetaria hasta Md

2 (Fernández et al, 1999: 137-138).

Desde el punto de vista de la macroeconomía convencional el punto de partida de la

conceptualización de la función consumo de Friedman no solamente difería del análisis

keynesiano, sino sobre todo, las implicaciones del estudio sobre el consumo y la renta

permanente se enfrentaba a la lógica keynesiana de la correlación entre el crecimiento del

ingreso y el crecimiento del consumo, lo cual establecía la mayor proporción del ahorro

md

md2

md0

md1 B C

A

D

Y1 YP

Y2 Yp2 Yp0=Y0 YP1 Y1

Md=a+b(i1)Y

Md=Ka+b(i1)YP

Page 166: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

asociado a ese ingreso. Esta proporción creciente de ahorro determinaba para Keynes la

necesidad de encontrar nuevas oportunidades de inversión para lograr estimular la demanda

efectiva y que aumente el ingreso y el nivel de empleo.

Al estar la función consumo determinada fundamentalmente por un módulo a largo plazo

de renta permanente más que por lo ingresos corrientes, se tendría una estimación más baja

de la propensión marginal a consumir con cargo a la renta corriente, lo que daría lugar a un

multiplicador de inversión más bajo y en definitiva a la conformación de una visión del

sistema económico más estable en cuanto a movimientos cíclicos, diferente a la visión de

inestabilidad intrínseca del sistema dentro del modelo keynesiano.

Dentro del enfoque de la Síntesis Neoclásica-keynesiana, que marcó cierta interpretación de

la herencia keynesiana de forma sistematizada dentro de la macroeconomía convencional,

el multiplicador de inversión explica cómo se establecerá el equilibrio cuando hay cambios

en la inversión. La determinación del ingreso de equilibrio, se entendía como aquel que se

iguala con el gasto. Requiere que el consumo y la inversión sean iguales a la suma del

consumo y el ahorro, por lo que se deduce que el ahorro es igual a la inversión si el ingreso

está en equilibrio. El análisis del ingreso muestra que un aumento de la inversión aumentará

k veces (multiplicador) el ingreso nacional. Este efecto amplificado de la inversión sobre el

ingreso se denomina la teoría del multiplicador, que no es más que el coeficiente numérico

que indica la magnitud del aumento del ingreso producido por cada aumento de la

inversión.

( )

El cual se encuentra vinculado a la propensión marginal a consumir:

( )

Por tanto, el cuestionamiento de la función consumo keynesiana es a su vez un

cuestionamiento de la idea y el papel que Keynes da al multiplicador, ya que si se le

considera con un efecto debilitado, se rompe como uno de los eslabones más importantes

de los mecanismos de transmisión de la inestabilidad del sistema capitalista inherente a la

inversión. Se trata de un cuestionamiento a fondo, tanto de la función consumo como del

multiplicador de inversión, como eslabones que permiten explicar y describir cómo se

propaga la inestabilidad de la inversión en el ingreso y el consumo. Friedman comienza así

a cuestionar los eslabones de la cadena keynesiana que explican las fluctuaciones del

sistema, preparando el terreno para restablecer la teoría cuantitativa del dinero como

fundamento de la determinación del ingreso.

En su artículo The Demand for Money: some Theoretical and Empirical Results de 1959,

Friedman extiende su hipótesis sobre el consumo desarrollada en 1957 hacia la demanda

monetaria, convirtiendo a ésta última en una función no dependiente del ingreso corriente

sino del ingreso permanente (Yp).

Page 167: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La estabilidad de la demanda monetaria I (1956).

La reformulación de la teoría cuantitativa del dinero no podría resurgir como si no hubiese

sucedido nada en la teoría económica desde los tiempos de Marshall y Fisher. Ya Keynes

había producido una teoría del ingreso y el empleo agregados, lo cual había cambiado la

naturaleza y el alcance de la teoría monetaria. A partir de la formulación de la curva de la

demanda dinero realizada por Hicks dentro de su sistema IS-LM, Friedman desarrolló la

teoría cuantitativa del dinero como teoría de la demanda dinero frente a la relación

keynesiana de la preferencia por la liquidez. En su "The Quantity Theory of Money:A

Restatement" (1956) sostiene que la teoría cuantitativa del dinero es en primera instancia

una teoría de la demanda dinero, no de la producción, ni del ingreso monetario, ni del nivel

de precios (Friedman, 1969: 52).

Para 1956 esta aseveración representó un cambio significativo en la concepción de la teoría

cuantitativa del dinero. Ya se analizó, que para Fisher, la misma era una teoría del nivel

agregado de los precios que intentaba aportar la ecuación que faltaba dentro un sistema

walrasiano. Sin embargo posteriormente Keynes ya había establecido que la demanda

dinero a nivel agregado constituía una significativa e importante relación macroeconómica.

Al reformular la teoría cuantitativa del dinero a partir de las formalizaciones Marshall-

Fisher, Friedman la redefine en función de la demanda dinero pero incorporandola dentro

de la macroeconomía establecida, aunque como una interpretación alternativa al modelo

keynesiano. Queda claro que el impacto de la "Teoría General" de Keynes hacía necesario

el desplazamiento de la teoría cuantitativa hacia una relación agregada macroeconómica, en

donde se relacionaban el ingreso nominal y los precios con la demanda dinero. Pero

mientras que el enfoque macroeconómico keynesiano de la demanda dinero consideraba al

dinero un agente pasivo en la determinación del ingreso, Friedman lo convirtió en una

variable activa.

Para Friedman la esencia de su reformulación de la teoría cuantitativa consiste en la

estabilidad de la demanda dinero (Kaldor, 1982: 9). Esto implica que también la velocidad

de circulación del dinero es estable, dado que ésta no es más que el ingreso de la demanda

dinero.

Esta función de demanda dinero es presentada como una decisión de cartera con respecto a

activos alternativos, tal como ya lo había hecho Keynes. Friedman por tanto, no ignoro el

análisis keynesiano de la demanda dinero. Las personas conservarían una cartera o

selección de diferentes activos, tales como bienes, bonos, acciones y otras inversiones, pero

como cada persona tendrá un grado diferente de riesgo y tendrá un rendimiento distinto,

cada una tendrá que reunir una combinación diferente de activos acorde con su tolerancia al

riesgo y los rendimientos deseados. Aunque el dinero ocioso no represente un ingreso en

efectivo, si se lo proporciona en un sentido general, al estar disponible en caso de que se

presente una buena oportunidad, pudiendo amortiguar los desembolsos necesarios pero

imprevistos.

Page 168: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Por tanto, los factores que pueden influir en que cantidad de dinero se quiere conservar, o

sea, la demanda dinero, dependerían de los futuros niveles de precios, los rendimientos de

activos alternativos, la riqueza total de la persona, sus gustos, sus ingresos y otros factores

reales. Para Friedman, la mayoría de ellos no variarán significativamente, por lo que la

función de demanda dinero es relativamente estable, siendo muy reducida su elasticidad

con respecto al interés y desapareciendo la posibilidad de la trampa de la liquidez.

Este papel preponderante de la demanda dinero defendido por Friedman se hizo en dos

formas: primero, la afirmación de que la función de la demanda dinero es empíricamente

estable; segundo, el reconocimiento de la demanda dinero como una teoría de la

determinación del ingreso. Con relación al primer paso, la determinación de la estabilidad

en forma empírica se hizo en sentido econométrico. En relación con la utilización de la

demanda dinero como una teoría de la determinación del ingreso, se hizo sosteniendo que

la oferta dinero se determina de forma autónoma, es decir, que constituye una variable

exógena en correspondencia con los criterios a seguir por la política monetaria.

Para Friedman el análisis de Keynes sobre la preferencia por la liquidez, contribuyó a la

aprobación de la teoría cuantitativa en términos de demanda de depósitos en vez de en

términos de transacciones. Se propone así reubicar la demanda de moneda en el marco de la

teoría neoclásica de la utilidad.

Según él, la moneda es sólo una de las formas con la cual un individuo puede retener la

riqueza. En consecuencia con la teoría de la elección del consumidor, la demanda de

moneda, como la de cualquier otro activo, depende de tres factores:1. La riqueza total; 2.

Los precios y las utilidades respectivas de las diferentes formas esta riqueza; y 3. Los

gustos y preferencias de los individuos.

En relación con el primer tipo de consideraciones, Friedman entiende a la riqueza como la

restricción relevante. Dentro de la riqueza, incluye además de los bienes físicos (W), la

riqueza humana (h), y los diferentes rendimientos ( ). La riqueza humana puede ser

considerada como el valor actual del flujo de ingreso futuro que proviene del trabajo.

Cuanta mayor educación y capacitación reciba un individuo, mayor riqueza humana

poseerá y mayor será el valor actual de su ingreso futuro. El ingreso es considerado como el

rendimiento de la riqueza y la riqueza como el valor presente del ingreso. Friedman

reconoce las dificultades de incluir la riqueza humana en una función de demanda, al

considerar imperfecta su sustitución con la riqueza no humana. Incorpora entonces el

cociente entre la riqueza humana y la no humana como argumento en la función. Cuanto

mayor sea la proporción de la riqueza humana en el total, mayor será la demanda monetaria

para compensar la imperfecta sustitución entre la riqueza humana y no humana.El segundo

tipo de consideraciones que tiene en cuenta se refiere a la tasa esperada del nivel de precios

(1/p dp/dt,), si esta tasa es positiva, cuanto mayor resulte menor será la demanda dinero.El

tercer tipo de factores que se considera incluye los gustos y preferencias (u).

La consideraciones anteriores se pueden resumir en la siguiente función de demanda

monetaria:

Page 169: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

( )

Al determinarse la estabilidad de la función demanda dinero, un aumento de la oferta

monetaria no produce un aumento directo proporcional del nivel general de precios, sino

que la variable que mide el impacto de dicho aumento es el ingreso nominal (Y), sin

determinarse con exactitud en qué medida se incrementan sus componentes: los precios (p)

y el ingreso real (y). Esto se conoce como "la ecuación perdida de Friedman".

Los cambios de la oferta monetaria, a corto plazo provocan efectos en el ingreso real y en

los precios, aunque como un determinado nivel de desconocimiento acerca de en qué

medida afectarán al primero o a los segundos a largo plazo. Los efectos sobre el nivel de

ingreso real y en otras variables reales, desaparecerán, permaneciendo solo los provocados

sobre la tasa de inflación. Las variables reales estarían así determinadas por fenómenos

"extramonetarios" como la naturaleza del sistema económico, las cualidades de la

población, el estado de la tecnología, los recursos naturales disponibles, etc. El impacto a

largo plazo de la oferta monetaria se ejerce sobre las magnitudes nominales, especialmente

sobre el nivel de precios.

El problema en cuestión es que tanto el incremento del ingreso nominal consiste, en un

incremento del ingreso real o en un incremento de los precios. O dicho de otra manera,

resultará una política monetaria expansiva en un crecimiento del output o de la inflación.

Este aspecto crucial no queda resuelto en esta etapa del análisis de Friedman. Hasta este

nivel de su trabajo, suponía habitualmente que el ingreso real está determinado de alguna

manera por el sistema walrasiano y que la expansión monetaria produciría

fundamentalmente crecimiento del nivel de precios, aunque para ciertas circunstancias se

admitía efectos reales en la política monetaria. El impacto de la política monetaria sobre las

magnitudes reales, tendrá que esperar a un análisis posterior.

La reformulación de Friedman se plasma en una teoría del ingreso nominal, en donde los

cambios del mismo “reflejan” los cambios de la cantidad nominal del dinero sin decir nada

acerca de la parte que se refleja en la producción real o en los precios (Friedman, 1969: 62).

M = Y = P. y ( )

Como bien ha sido destacado por Desai(1989: 97), el término “reflejan” indica la

ambigüedad del idioma inglés ¿”Reflejar” significa causar o no especifica la dirección de la

causalidad entre M y Y y sólo establece una correlación?

),1

,,,,,( dT

dp

piEibimhwf

P

M

ΔM ΔY

Δy

ΔP

(Real)

(Nom)

Page 170: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El “Restatement” de 1956 representó el primer paso hacia una rehabilitación de la teoría

cuantitativa del dinero. Friedman la reformuló como una función de la demanda dinero en

lugar de una relación directa entre el dinero y los precios ( Marshall-Fisher). No obstante,

Friedman estaba consciente de que esto no bastaba para destruir el modelo keynesiano.

Friedman desarrolló su ofensiva en el terreno econometrico-empírico, desplazando la teoría

cuantitativa hacia la argumentación empírica de la estabilidad de la función de la demanda

de dinero. Indicó tres aspectos como fundamentales en su defensa cuantitativista:

1. La estabilidad y la importancia de la función demanda dinero. Fue aquí, como ya se

afirmó, en donde se desarrolló el debate durante los diez años siguientes. Friedman

concentró su ataque a partir de su “Restatement” sosteniendo la hipótesis empírica de que la

demanda dinero no sólo es muy estable, sino más estable que la función de consumo

keynesiana que constituía la relación alternativa. Esta afirmación constituirá como se verá

posteriormente, la siguiente etapa del debate.

2. La independencia de los factores que afectan la demanda y la oferta dinero. El sistema

IS-LM de la síntesis neoclásica-neokeynesiana aceptaba la exogeneidad la oferta monetaria.

Pero existía un debate que databa del siglo XIX acerca de que la oferta monetaria esté

determinada o no por la demanda.

3. La forma de función de demanda de dinero como ya se explicó, descarta la trampa de la

liquidez keynesiana , o sea, se niega que en alguna parte la demanda de saldos reales

respecto a la tasa de interés se volviera infinitamente elástica.

Si comparamos lo anterior con la teoría de la demanda dinero keynesiana, la cual estaba

basada en tres motivos: transacciones, precaución y especulación, tenemos que Keynes

además del papel del dinero en las transacciones, enfatizaba en su papel como activo. En

este sentido asumió el supuesto simplificador de que los diferentes activos eran lo

suficientemente homogéneos como para incluirlos dentro de la categoría de "bonos". Según

Keynes las personas distribuyeron su riqueza entre dinero y bonos en independencia del

nivel de ingreso y del nivel de la tasa de interés:

Friedman por su parte, como se ha visto, reemplaza a la tasa de interés keynesiana por

diferentes tasas de interés, aunque esta diferencia es la de menor significado. En segundo

lugar las dos aproximaciones emplearán diferentes conceptos del ingreso: ingreso

permanente en Friedman e ingreso corriente en Keynes. La demanda monetaria en Keynes

está sujeta a cambios espontáneos en correspondencia con variaciones del ingreso corriente.

En Friedman en cambio, no sucede esto, ya que la demanda monetaria depende del ingreso

permanente, por lo que la función de demanda monetaria de Friedman es más estable que la

keynesiana. Para Keynes la demanda monetaria era inestable independencia de los cambios

de la confianza pública en la economía. Detrás de este argumento se encuentran diferencias

importantes en las cosmovisiones neoclásica y keynesiana en cuanto al comportamiento

agregado de los agentes en el mercado. En tercer lugar, la tasa de inflación es determinante

en la ecuación de Friedman, lo que para el constituye un novedoso elemento dinámico en

comparación con el análisis keynesiano, en donde tiene un menor peso. Por otra parte,

Keynes propone una diferenciación de los componentes de la demanda monetaria en

Page 171: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

función de las necesidades de saldos para distintos motivos. Friedman por su parte reconoce

que el dinero representa diferentes motivos pero no considera necesario segmentar su

demanda según los diferentes cursos del mismo.

No obstante estas diferencias, la teoría de la demanda dinero de Friedman toma en

consideración el análisis de Keynes del papel del dinero como activo, a diferencia de las

reformulaciones cuantitativistas neoclásicas que sólo consideraban su papel como medio

para efectuar transacciones.

No obstante lo anterior, en el fondo, el análisis de Friedman constituye un reflejo de la

influencia de Irving Fisher. Si bien es cierto que la demanda de dinero de Friedman es una

derivación de Keynes, no es menos cierto que esta reformulación incorporaba la importante

distinción fisheriana entre tasas de interés reales y nominales, al igual que la influencia de

las expectativas de inflación, y esta es una característica que separa totalmente la derivación

analítica de la demanda dinero de Friedman respecto a la de Keynes.

Como señala Bhaduri (1990: 146) en la formulación cuantitativista friedmaniana se

presentan graves ambigüedades. En primer lugar se supone que la demanda monetaria

responda a la concepción ortodoxa de la racionalidad microeconómica en donde cada

agente económico maximizar el ingreso derivado de su acervo de riqueza. No obstante, en

ninguna parte se indica explícitamente como se agregan las decisiones de todos los agentes

para construir la función desde el punto de vista macroeconómico. No queda claro que las

funciones de demanda monetaria individuales puedan simplemente sumarse sin tomar en

cuenta los cambios en las distintas posiciones de los agentes de deudor a posiciones de

acreedor, ya que se trata de una economía en donde el dinero crediticio se trata como una

forma de pasivo. En definitiva, se construye una especificación macroeconómica a la cual

no se llega desde un modelo explícito de maximización en lo individual, consecuente con el

enfoque neoclásico, que desde esa perspectiva, produce la agregación del comportamiento

de los diferentes agentes.

En consonancia con sus propios presupuestos metodológicos instrumentalistas, la prueba de

un hipótesis está en su uso, en probar su validez empírica. Sin embargo la ecuación ( )

contiene muchas variables que no son observables y que no pueden ser manejadas

directamente. Se ha argumentado que dichas variables no pueden observarse

estadísticamente y son muy difíciles de estimar. Por otra parte, la sensibilidad de la

demanda monetaria a la tasa de interés y la estabilidad de la velocidad de circulación, no

cuentan con el suficiente respaldo empírico. Múltiples trabajos empíricos cuestionan que la

velocidad de circulación sea estable.

La estabilidad de la demanda monetaria II (1959-1970).

El siguiente paso de Friedman en su desafío a la teoría keynesiana consistió en la

estimación de una función de demanda dinero. La misma se publicó bajo el título de "The

Demand for Money: some Theoretical and Empirical Results" (1959) esta línea de trabajo

continuó hasta conformar después de varios años de investigación junto con David

Meiselman y Anna Schwartz, un estudio de la historia monetaria de la economía

norteamericana (Friedman y Schwartz, 1963).

Page 172: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En su artículo de 1959 Friedman llegó a dos conclusiones fundamentales:

1. Dada la estabilidad a largo plazo de la velocidad del ingreso, todas las variaciones en la

oferta monetaria a corto plazo se convertirán en cambios del ingreso medio, más bien que

del ingreso permanente. Cuando ocurra esto, la demanda dinero aumentaría y los nuevos

aumentos del ingreso no serían sostenibles sin nuevos aumentos de la oferta monetaria. Lo

cual significaba que el efecto multiplicador de un cambio de M sobre Y es mayor que el

multiplicador de la inversión keynesiano.

2. La política monetaria actúa sobre el ingreso directamente a través de los cambios de la

oferta monetaria, y no indirectamente como planteaba Keynes, por la vía del interés, la

inversión, la demanda efectiva y el ingreso.

Ambas conclusiones implican que los multiplicadores monetarios son mayores que los

multiplicadores de inversión a corto plazo, y que el mecanismo de transmisión de la política

monetaria es más sencillo que el de la política fiscal.

Friedman reforzó estas afirmaciones durante esta etapa por dos vías: primero, en Chicago

trabajó con David Meiselman y junto publicaron The Relative Stability of Monetary

Velocity and the Investment Multiplier in the U.S. 1897-1958 (1963), donde argumentaron

que la velocidad del dinero es más estable que el multiplicador de la inversión keynesiano.

Usando series de datos del periodo analizado, calcularon la correlación entre el gasto en

consumo y las reservas monetarias y, por otra parte, la correlación entre el gasto en

consumo y el gasto en inversión, concluyendo que la correlación con el dinero era más

fuerte, por lo que éste es mejor guía para controlar la renta que la inversión.

En colaboración con Anna J. Schwartz se responsabilizó con hacer un estudio para la

NBER sobre el papel del dinero en el ciclo económico. Friedman trató de comprobar

empíricamente las predicciones de su reformulación cuantitativista con los datos que

aportaba el pasado en los Estados Unidos. Aunque el plan inicial debía tener una duración

de tres años, se prolongó durante tres décadas dando lugar a una buena cantidad de

publicaciones entre las que se destaca "A Monetary History of the United Status, 1867-

1960" (1963).

Su libro acerca de la historia monetaria de los Estados Unidos, escrito junto a Anna

Shwartz, contiene un estudio de la experiencia monetaria de dicho país durante nueve

décadas como apoyo empírico al papel de la oferta monetaria y su relación con el ingreso y

los precios, justificando así la reformulación de la teoría cuantitativa del dinero. En la

misma se documenta una interpretación de determinados hechos económicos en los Estados

Unidos, en particular de la crisis de 1929-1933. En este sentido se plantea que la crisis se

produjo como resultado de una política monetaria equivocada. Ante un descenso en un

tercio de la cantidad de dinero en sólo cuatro años, la Reserva Federal no suministró la

liquidez necesaria al sistema bancario, no actuando como prestamista de última instancia en

correspondencia con la función por la que fue creada. Para Friedman (1992: 17) la

interpretación equivocada de la crisis fue lo que destruyó la credibilidad de la teoría

cuantitativa del dinero. Según el, la supuesta demostración de la ineficacia de la política

Page 173: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

monetaria para enfrentar la caída de la actividad económica a partir de la destrucción de la

credibilidad de la teoría cuantitativa del dinero, se basó en un análisis equivocado, que en

realidad constituye una contrastación acerca de la efectividad de la política monetaria, no

una demostración de su impotencia.

En este estudio, tomando como referencia los promedios de 18 ciclos económicos en los

Estados Unidos, los máximos de las tasas de variación del stock de moneda preceden a los

máximos de la actividad económica durante más o menos seis meses. Friedman y Schwartz

señalaron de acuerdo a su interpretación, que la demanda de moneda no determina el stock

nominal de moneda, es decir, la oferta de moneda, sino que por el contrario, ésta sólo

depende del Banco Central.

El resultado de esta investigación se puede sintetizar en la conclusión de que las grandes

inestabilidades de los Estados Unidos, han sido producidas, o por lo menos intensificadas,

por la inestabilidad monetaria. Esta ha surgido generalmente por la intervención

gubernamental o por la controversia acerca de lo que la política monetaria gubernamental

debía ser. Por tanto, reducen a la incapacidad del gobierno en conformar una estructura

monetaria estable como el factor responsable de las inflaciones y depresiones sufridas en

los Estados Unidos.

"La Reserva Federal estaba en condiciones de impedir la caída en la cantidad de dinero y

producir un aumento de la misma. No es que la política monetaria había sido puesta a

prueba y fracasó. No se intentó ponerla en práctica. O, viéndolo desde un punto de vista

alternativo, se la había puesto a prueba en forma perversa. Se la había utilizado para

imponer una deflación increíble a la economía norteamericana y al resto del mundo"

(Friedman, 1992: 22).

En una conferencia pronunciada en Gran Bretaña en 1970 titulada "La contrarrevolución en

teoría monetaria" expone en once puntos una visión de conjunto acerca de su propuesta

monetaria:

1. Siempre existe una relación, aunque no exacta, entre la tasa de aumento del dinero y la

tasa de crecimiento del ingreso nominal.

2. Ésta relación no es evidente porque las variaciones del dinero necesitan cierto tiempo

para influir en el ingreso.

3. Este tiempo produce los llamados "lags" (retrasos). La cantidad de dinero tarda de seis a

nueve meses en actúar sobre el ingreso.

4. La variación de la tasa de crecimiento del ingreso nominal influye primero sobre el

volumen de la producción, y sólo afectará a los precios cuando se produzca el salto entre el

nivel de producción efectiva y el potencial.

5. El efecto sobre los precios se hace notar otros seis o nueve meses después del efecto del

ingreso en la producción.

Page 174: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

6. Aún teniendo en cuenta el retraso, la relación entre el crecimiento del dinero y el efecto

en el ingreso y en los precios no es perfecta.

7. A corto plazo, la variación del dinero influye primeramente sobre la producción y a largo

plazo principalmente sobre los precios, lo que ocurra con la producción dependerá de los

factores reales.

8. La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario. Se produce cuando la

cantidad de dinero aumenta más rápidamente que la producción real de bienes y servicios.

9. El gasto público sólo es inflacionario si se financia creando dinero. La política fiscal en

sí misma, carece de importancia a efectos de la inflación.

10. La cantidad de dinero afecta al ingreso a través de las tasas de interés y de los precios

de los activos.

11. La cantidad de dinero influye en las tasas de interés primero en un sentido y luego en el

contrario, por lo que las tasas de interés no son una guía fiable. El objetivo de la política

monetaria debe ser la cantidad de dinero y no la tasa de interés.

En esta conferencia alerta sobre algunas dificultades que hay que considerar en la

implementación de la política monetaria. Dado que los cambios en la cantidad de dinero

tienen un gran efecto, pueden ser un importante desestabilizador, y como su relación con el

ingreso no es exacta, es preferible que aumenten de una manera constante. Así, propone la

aplicación de una política de regla fija de crecimiento de la oferta monetaria en la que su

objetivo no sea la tasa de interés, sino la oferta monetaria creciente constante.

Con relación a las técnicas utilizadas en la medición y contrastación de la teoría monetarista

en esta fase del trabajo desarrollado por Friedman, se puede observar que si una

proposición teórica que sostiene la existencia de una relación entre dos variables Y y X, por

ejemplo,Y es el nivel de los precios y X la cantidad de dinero, para confirmar que tal

proposición es válida hay que precisarla aún más, por ejemplo:a) existe una asociación

entre los movimientos de Y y los de X. b) existe una relación causal entre Y y X, donde X

es la causa y Y es el efecto.

El enunciado (a)sólo afirma que existe una correlación entre Y y X, pero el enunciado (b)

va más allá y sostiene que existe una relación causal entreY y X. Si aplicamos esto a la

propuesta de Friedman sobre la demanda de dinero, vemos que plantea la existencia de una

correlación entre la cantidad de dinero en términos nominales o reales y el ingreso nacional

en términos monetarios o reales.

Esta afirmación de la correlación sería aceptable, ya que dos variables pueden avanzar

juntas a causa de la influencia común de un tercer elemento, (z), de modo que la correlación

sólo afirmaría que tales variables están asociadas en sus movimientos. Sin embargo,

Friedman sostiene algo más fuerte que la correlación. Para él, la relación de corto plazo

existente entre los niveles del dinero y el ingreso es mucho más débil que en el largo plazo.

Pero lo significativo es su afirmación de que los cambios de la oferta monetaria preceden a

Page 175: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

los cambios del ingreso real y de los precios. Por lo tanto, lo que está afirmando es que

existe una correlación entre los cambios de la cantidad de dinero pasada y el nivel de

ingreso nominal corriente.

Sin embargo, las pruebas de Friedman sobre los retrasos prolongados y variables entre estas

variables fueron refutadas por John Karenken y Robert Solow (1963), los cuales analizaron

los datos utilizados por Friedman. Karenken y Solow niegan que estos datos sobre los

puntos de inflexión del ciclo constituye una prueba de la relación causal que debiera

prevenir, como lo pretendía Friedman, contra el uso de la política monetaria. Para ellos la

pauta observada en el ciclo económico general y el oferta monetaria y sus incrementos, es

compatible con muchas hipótesis acerca de que los hechos hayan ocurrido de la forma en

que lo hicieron. Para estos autores puede crearse de manera artificial una relación de

adelanto y retraso entre el cambio de una variable y el nivel de otra, aunque no exista tal

relación. Según ellos, la oferta monetaria el nivel de actividad se mueven aproximadamente

de forma simultánea, pero cuando midieron los cambios de M y de la producción industrial

como sustituto de la producción real, encontraron que la correlación era mucho más baja

que lo indicado por los datos de Friedman. Este último no presentó ninguna respuesta a esta

crítica. Su afirmación acerca de los retrasos extensos y variables se siguió repitiendo y

difundiéndose.

El método usado por Friedman fue criticado también por Ando y Modigliani (1965) como

un procedimiento de verificación deliberadamente manipulado para sesgar los resultados a

favor del multiplicador monetario. Esto condujo a la acusación de que la función consumo

implícita en Friedman-Meiselman estaba mal especificada. Ando y Modigliani corrigieron

los resultados y cuestionaron la afirmación de la mayor estabilidad del multiplicador

monetario. La crítica de ambos nunca fue desafiada.

A través del uso de criterios econométricos para comparar su teoría con la keynesiana,

Friedman utilizó procedimientos muy sesgados dentro de un modelo muy restrictivo, sin

verificar éstas restricciones, por lo que una deficiente especificación de las variables influye

sobre los resultados de sus pruebas. El objetivo de Friedman era colocar su modelo como

un rival serio de la economía keynesiana y lograr la adhesión de la comunidad científica y

de la administración en los Estados Unidos. Poco importó cuando completamente

equivocadas han resultado las conclusiones de las propuestas de los primeros años sesenta.

Como ha ocurrido antes y después, el debate entre keynesianos y monetaristas no resolvió

la discusión.

El marco teórico del enfoque monetario.

El uso de las técnicas de análisis de los ciclos y los métodos adoptados en el NBER, los

cuales son los asumidos por Friedman, fueron duramente cuestionados por los

revolucionarios de la econometría. Así, Tjalling Koopmans crítica la tendencia a

reemplazar en las explicaciones científicas, las conexiones causales por funciones

matemáticas.

A partir de la crítica de Koopmans de inmediato comenzó una abundante y documentada

avalancha de cuestionamientos contra la fundamentación científica empleada por Friedman,

Page 176: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

en las que éste analiza una masa de datos sin ninguna referencia a una estructura teórica. Se

argumentó que el proceso de transmisión monetaria se presenta como una caja negra en la

que parece que el dinero es mágico y donde no se da ninguna explicación de su papel

causal, solamente correlaciones espurias, razonamiento bautizado como post hoc ergo

propter hoc (después de esto, luego por esto).

En este sentido se cuestionó la justificación teórica del uso de las tasas de cambio de las

reservas monetarias como la medida básica del dinero, así como el análisis empírico de la

velocidad del dinero "como si" las tasas de interés no produjecen efectos. Friedman y Anna

Schwartz fueron acusados de exagerar el papel de los errores de la Reserva Federal durante

la crisis de 1929-1933, pasando por alto a su vez los efectos de una caída en la calidad del

crédito en la segunda mitad de la década de 1920. También fueron criticadas las

conclusiones de Friedman y Schwartz sobre los "lags" en la política monetaria como

insostenibles, tanto lógica como empíricamente, ya que establecen lazos causales basándose

en el análisis ex post de unos datos como si la prioridad temporal implicara prioridad

causal.

La crítica más importante en esta época fue la de Tobin en su artículo” Money and Income:

post hoc ergo propter hoc?” (1970) donde se afirma que la evidencia en la que se basa

Friedman para establecer la relación causal entre el dinero y el ingreso es puramente

factual, y por tanto, no fundamenta nada. El argumento “después de esto, luego por esto”no

sigue las reglas de la lógica, es una falacia lógica. Tobin cuestiona el uso que hace

Friedman de la evidencia temporal como la demostración de la causalidad del dinero sin

una justificación teórica.

En parte, las críticas dirigidas contra Friedman obedecieron a su empleo de una

metodología marshalliana en momentos en que imperaba el análisis neowalrasiano del

modelo IS-LM de Hicks.Friedman desde el punto de vista metodológico, como ya se había

señalado anteriormente, era más marshalliano que walrasiano. Consideraba que los

problemas tenían que analizarse por sus partes constitutivas, priorizandose la atención a los

casos concretos y colocando a la observación y a la medición por encima de la elegancia y

la coherencia matemática y del enfoque global de los modelos. La prueba última de los

modelos sería su capacidad de predicción de datos nuevos y no el refinamiento teórico. La

comunidad académica estaba dominada por el análisis neowalrasiano, que postulaba un

fuerte énfasis en la especificación teórica detallada como un modo de avance y de guía del

análisis empírico, identificando la elegancia matemática con la precisión científica. Como

la obra de Friedman no contenía ningún modelo teórico general explícito de las relaciones

causa-efecto, le fue criticado la ausencia de un modelo construido antes de ser medido y

estimado.

Todas estas críticas produjeron un debate acerca del marco teórico del enfoque monetario

de Friedman. Este debate se desarrolló en varios simposios organizados por publicaciones e

instituciones académicas. En respuesta a dichas críticas, Friedman proporcionó los

fundamentos teóricos a todo su trabajo sobre el dinero en su “A Theoretical Framework for

Monetary Análisis” que fue editado por primera vez en 1970. Aunque Friedman había

presentado anteriormente su enfoque teórico general en el “Restatement...” de 1956, se

demandaba un enunciado más formal y completo, en el que Friedman analizara los canales

Page 177: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

a través de los cuales el dinero influye en el ingreso y en el gasto, y comparar si su enfoque

monetarista de la teoría cuantitativa del dinero con el enfoque de la síntesis neoclásico-

keynesiana que dominaba la enseñanza de la macroeconomía en los Estados Unidos.

Un año después añadió otro artículo como complemento al primero, titulado “A Monetary

Theory of Nominal Income” (1971). Ambos trabajos fueron entonces reeditados y

difundidos en uno solo dando lugar a la versión ampliamente difundida del “A Theorical

Framework “. Sobre esta edición se le propuso a cinco economistas (Karl Brunner y Allan

Meltzer, James Tobin, Paul Davidson y Don Patinkin) comentarios sobre el mismo. El

resultado fue un debate en el que no quedó claro que el enfoque monetarista de Friedman

alcanzara la justificación aludida. Al final la opinión generalizada era que el monetarismo

de Friedman no tenía una fundamentación teórica. Lo cierto es que independientemente de

este debate, sobre lo que no hay duda es de su enorme influencia dentro de la comunidad

académica y fuera de ella en los medios masivos de comunicación y en varios gobiernos

durante los años 70 y 80, acerca del papel del dinero y de la importancia de la política

monetaria.

Su marco teórico comienza con una presentación, primero, de la ecuación de Fisher para las

transacciones, M V = P T; segundo, la modalidad de dicha ecuación que se basa en el

ingreso, M V = P y, y por último, de la ecuación de Cambridge para los saldos en efectivo

M = k P y con la que Friedman afirma tener la máxima afinidad.

Como ya ha sido planteado, Friedman partió de la versión de los saldos en efectivo

vinculada al aparato general marshalliano de la demanda y la oferta. Así,considera a esta

ecuación como una función de la demanda de dinero, “en la que P y y del segundo miembro

son dos de las variables en que estriba la demanda de dinero, y en la que k simboliza todas

las demás variables, de suerte que no se deberá considerar como una constante numérica,

sino como algo que es en sí mismo una fusión de otras variables más (Friedman, 1981: 22).

Friedman hace un resumen de los elementos fundamentales de la “Teoría General” de

Keynes en versión Chicago resaltandose en forma especial la tendencia de los keynesianos

a considerar el nivel de precios como fijo.los elementos del análisis keynesiano y de la

teoría cuantitativa del dinero son incluidos en un “modelo común simple”contentivo de

siete variables y sólo seis ecuaciones, por lo que cada enfoque resolverá a su manera la

ecuación faltante. La teoría keynesiana simple fijaría el nivel de precios y la teoría

cuantitativa simple fijaría el nivel de producción real. Friedman añade un tercer enfoque

que representaría su “teoría monetaria simple del ingreso nominal”, la cual fijaría la

diferencia entre la tasa real prevista de interés y la tasa secular real del crecimiento de la

producción.

Friedman (1982: 40-41) presenta así un modelo agregado sumamente simplificado de una

economía, que abarcaría los casos especiales de la teoría cuantitativa del dinero y del

enfoque keynesiano de ingresos y gastos. En el mismo hace abstracción del comercio

exterior, suponiendo que la economía es cerrada, y del papel fiscal del gobierno, por lo que

también supone que no hay ni gasto público ni ingreso público. Este modelo se presenta por

medio de seis ecuaciones:

Page 178: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Las tres primeras ecuaciones describen el reajuste de los flujos de ahorro e inversión, y las

tres restantes la masa monetaria demandada y ofertada. La ecuación ( ) es una función

consumo en función del ingreso y de la tasa de interés. En aras de la sencillez, Friedman

omite la riqueza.la ecuación ( ) es una función de inversión en función de la tasa de interés,

en concordancia con la eficacia marginal del capital keynesiana. La ecuación ( ) constituye

la identidad del ingreso o la igualación o ajuste entre el ahorro e inversión. La ecuación ( )

es la función de la demanda nominal monetaria, o en términos keynesianos, la función de la

preferencia por la liquidez, en función del ingreso real y de la tasa de interés. Aquí también

en aras de la sencillez, Friedman omite la riqueza. La ecuación ( ) es la función de la oferta

monetaria nominal. Para hacer congruente con la literatura incluye a la tasa de interés,

aunque Friedman aclara que pudiera expresarse como una variable exógena determinada

por las autoridades monetarias. Finalmente la ecuación ( ) es la contrapartida a la ( ), y es

una ecuación de ajuste del mercado monetario que especifica que la demanda monetaria es

igual a la oferta monetaria.

Según propone Friedman, “estas seis ecuaciones serían aceptadas por igual por los

partidarios de la teoría cuantitativa y los de la del ingreso y gasto. A este nivel de

abstracción no hay ninguna diferencia entre las dos. Sin embargo, aunque hay seis

ecuaciones, son siete incógnitas: C, I, Y, r, P, Md, Ms. Falta una ecuación” (1982: 42). Por

lo que la condición que habría que añadir marcaría la diferencia entre la teoría cuantitativa

y la del ingreso-gasto.

La teoría cuantitativa simple añade la ecuación

( )

que significa que el ingreso real es determinado fuera del sistema, a partir del enfoque

walrasianodel equilibrio general, lo que significa aceptar el supuesto neoclásico del pleno

empleo.así se reduce el sistema global simple a un conjunto de seis ecuaciones

determinantes de seis incógnitas.

MM

M

M

sd

s

d

rh

rP

YLP

P

I

P

CY

P

S

P

I

P

C

P

U

rgP

I

rp

wf

P

C

,.

,

yyP

Yo

Page 179: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La teoría del ingreso-gasto simple añade la ecuación

( )

es decir, que el nivel de precios se determina fuera deL sistema, lo que de nuevo reduce el

sistema a seis ecuaciones de seis incógnitas. Esto lo hace incorporando un fundamento

histórico-institucional de precios rígidos sometidos además al poder de negociación con el

trabajo.

Tanto en uno como en el otro enfoque, se ofrecen soluciones lógico-abstractas sobre la base

de supuestos extremos a priori. Para la teoría cuantitativista, la invariabilidad del volumen

de producción dado el pleno empleo en la utilización de los recursos. Para la teoría

keynesiana, la invariabilidad de los precios.

A partir de esta presentación del modelo global simple Friedman utiliza la teoría

cuantitativa para derivar una teoría del ingreso nominal,más que de los precios o del

ingreso real. En este nuevo modelo los cambios consisten en lo siguiente: en la ecuación( )

el ingreso real es sustituido por el nominal, dando lugar a la siguiente ecuación ( ); se

retoman las ecuaciones ( ) y ( ) y se agrega la ecuación ( ) que determina la tasa de interés a

partir de las ideas de Keynes y Fisher, las cuatro ecuaciones del modelo del ingreso

nominal quedan de la siguiente manera:

La ecuación ( ) parte de suponer que la elasticidad de la demanda monetaria con respecto al

ingreso real es igual a la unidad. Esto permite eliminar los precios y el ingreso real de las

ecuaciones del sector monetario. Según Friedman, desde el punto de vista empírico la

elasticidad de la demanda monetaria con respecto al ingreso no es muy distante de la

unidad, posiblemente sea mayor que la unidad pero no mayor que 2.0.

Por otra parte, la ecuación ( ) es el resultado de la distinción de Fisherentre la tasa nominal

de interés r y la tasa real de interés . Así, para Fisher:

( )

En la misma, (1/P)(dP/dt) es la variación porcentual del nivel de precios y es la tasa real de

interés realizada.Friedman designa valores “permanentes” o “previstos”, lo que indica

añadiendo un asterisco, por lo que es la tasa real permanente o prevista, así:

dt

dY

Y

lr

rh

rlY

k

MM

M

M

o

sd

s

d.

dt

dP

ppr

1

Page 180: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

( )

Que se puede escribir de la siguiente forma

Donde y equivalea la tasa permanente o anticipada de crecimiento del

ingreso real, o sea a su tendencia.

Suponiendo que

( )

O sea, que la diferencia entre la tasa real interésprevista y la tasa prevista de crecimiento

real está determinada fuera del sistema, lo que constituye un supuesto parecido a los de

pleno empleo y precios rígidos de la teoría cuantitativa simple y de la teoría keynesiana

simple de ingreso-gasto. Por lo que la ecuación ( ) queda como:

( )

Donde [(1/Y) (dY/dt)]* es la tasa permanente o prevista de crecimiento del ingreso

nominal, que constituye una variable predeterminada por una “historia anterior” del ingreso

en una tendencia de largo plazo, en base a la experiencia pasada o a consideraciones ajenas

al modelo (Friedman, 1982: 48). Este modelo del ingreso nominal contiene los elementos

fundamentales de la reformulación cuantitativista de Friedman: la función neoclásica de la

demanda monetaria basada en la necesidad de saldos de caja y la magnitud del ingreso

monetario. En segundo lugar, la exogeneidad de la oferta monetaria. Por último, el

mecanismo de la tasa de interés en dependencia de los cambios en el nivel de los precios.

Para Friedman queda claro que este modelo no dice nada sobre los factores que determinan

las proporciones en que a corto plazo, una variación del ingreso nominal se divide en

variación de precios y variación del producto (Friedman, 1982: 52).

El mecanismo de transmisión.

Independientemente del estado actual de elaboración de la teoría de la política monetaria,

así como de los numerosos "canales de transmisión" de los impulsos monetarios que

afectan el ingreso y el gasto, de manera sintética pudieran reducirse dichas teorías a dos

*1

*

dt

dP

ppr

*1

**

*1

*1

*

dt

dY

Ygpr

dt

dy

Ydt

dY

Ypr

*//1* dtdYyg

dt

dY

Yr k

10

Page 181: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

visiones básicas: el mecanismo neoclásico de los "efectos directos" y el mecanismo

keynesiano del canal del costo del capital ( Chick, 1973: 17).

La concepción moderna del mecanismo neoclásico, del que se deriva el friedmaniano,

consiste en que la oferta monetaria afecta directamente las decisiones de gasto del sector

privado. Esta teoría sugiere que el nivel de output es mantenido, exceptuando alguna

fluctuación temporal, a un nivel determinado por el pleno empleo de los recursos. Salarios

y precios, y por tanto, los salarios reales, son asumidos como muy flexibles, lo que significa

que se ajustan rápidamente vaciando los mercados de bienes y de trabajo. Se asume que el

producto está determinado a un nivel dado. Esto por supuesto que es una simplificación

extrema del argumento, pero lo básico queda en la afirmación de que la política monetaria

afecta el ingreso nominal directamente.

Por su parte el mecanismo de transmisión keynesiano plantea que un incremento de la

oferta monetaria, a través de la preferencia por la liquidez, reduce el costo del crédito,

estimulando la inversión, lo que a través del mecanismo del multiplicador de inversión,

acrecentará el ingreso. Esquemáticamente este mecanismo de transmisión constituye la

siguiente relación:

Este mecanismo está reflejado en la "Teoría General", "el efecto primario de un cambio en

la cantidad de dinero sobre el volumen de la demanda efectiva se ejerce a través de su

influencia sobre la tasa de interés" (Keynes, 2003: 286).

Ambos mecanismos de transmisión representan una clara dicotomía. El dinero no produce

un efecto directo sobre el ingreso (mecanismo keynesiano) y no existe ningún efecto a

través de la tasa de interés (mecanismo neoclásico). Ambos mecanismos de transmisión

dependen críticamente de la especificación de la función de la demanda monetaria. Dado el

supuesto compartido de que la oferta monetaria es exógena, las variables que conforman la

función de la demanda monetaria son aquellas que ajustan si el mercado retorna al

equilibrio. Es entonces necesario para el mecanismo neoclásico que el ingreso forme parte

de la función demanda monetaria y que para el mecanismo keynesiano la tasa de interés lo

sea de la demanda monetaria (Chick, 1973: 25).

En el enfoque monetarista la tasa de interés no constituye un elemento clave que sirva de

vínculo entre el sector real y el sector monetario, como en efecto lo había sido en el modelo

keynesiano. El énfasis dentro del mecanismo de transmisión cae sobre las modificaciones

de la estructura del balance de cartera que incluye el conjunto de activos acumulados como

dinero, obligaciones, capital real, bienes de consumo duradero, etc. El impulso inicial para

estos cambios sobre la estructura de los activos, corresponde a la reserva de dinero. Por el

contrario, Keynes concedía un papel central a la eficacia marginal del capital y a las

inversiones sobre las fluctuaciones del proceso económico, lo que es cuestionado por el

análisis de Friedman que concede al factor monetario el rol fundamental del

comportamiento real de la economía.

YIVM

Page 182: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Otra diferencia entre keynesianos y monetaristas con relación al mecanismo de transmisión,

consiste en el espectro de activos considerados. Cuando un monetarista observa un

incremento de la oferta monetaria, las tenencias de monedas del público se han

incrementado en relación con las tenencias de valores y activos reales de todo tipo. En

consecuencia, el público sale de esos saldos excesivos comprando títulos, bienes de capital

y bienes de consumo. Para un keynesiano, sin embargo, el tratamiento característico del

aumento de la oferta monetaria se proyecta como si éste afectara fundamentalmente a la

inversión y no al consumo. Hay dos razones para esto. En primer lugar, al mirar hacia la

tasa de interés la interpretación keynesiana destaca que el aumento del stock de moneda

reduce las tasas de interés por lo que se produce un menor costo de la toma de préstamos y

así se estimula la inversión. En segundo lugar, frecuentemente se utiliza el supuesto

simplificador según el cual la propensión a consumir (C / Y) no es afectada directamente

por la tasa de interés, de modo que un aumento de la cantidad de moneda afecta únicamente

a la inversión.

Dentro del debate sostenido entre ambas escuelas se asume por ambas partes la llamada

"teoría de la selección de carteras" según la cual los agentes económicos mantienen en su

cartera o patrimonio activos de naturaleza distinta, como pueden ser bienes reales o activos

financieros, cada uno con un determinado grado de liquidez, de rentabilidad y de riesgo. En

cada momento, los agentes tendrán una composición de su cartera de activos que

considerarán óptima en función de sus valores, rendimientos y también de sus propias

preferencias, por lo que si su patrimonio se separara por algún motivo de esa composición

óptima, los agentes comprarían y venderían distintos activos hasta volver a dicho óptimo.

Tomando en cuenta la argumentación de Fisher acerca de que la tasa nominal de interés era

igual a la suma de la tasa real interés y la tasa de inflación esperada, se asume una manera

particular de formación de las expectativas: las expectativas adaptativas. Las cuales se

forman sobre la base de la experiencia de inflaciones anteriores, pesando más la experiencia

sobre los precios del pasado reciente que la experiencia relativa a un pasado más distante..

Si la tasa nominal de interés es en parte una función de las expectativas de precios y por

otra parte, la demanda de saldos en efectivo es, a su vez, una función de la tasa nominal de

interés. Tasas nominales de interés más altas significan mayores costes de oportunidad de la

tenencia de dinero, lo que conlleva una disminución de la demanda de saldos en efectivo, y

viceversa.

Friedman puede dar una explicación simplificada de la inflación utilizando las expectativas

adaptativas, el efecto Fisher y su función de demanda de dinero modificada. Esta

modificación sería incluir sólo el ingreso corriente, es decir, no al permanente, y las tasas

de interés nominales.

En correspondencia con lo anterior, Friedman supone:

1. Una tasa constante del aumento de la oferta monetaria realizada por el Banco Central.

2. Las tasas de inflación esperadas y la tasa de inflación real son iguales y equivalentes a la

tasa constante de aumento de la oferta monetaria.

Page 183: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

3. La tasa de interés nominal es igual a la tasa de interés real más la inflación, que es

constante.

4. Las tenencias reales y deseadas de saldos en efectivo son iguales.

5. La renta real crece a una tasa constante.

A partir de estos supuestos, se plantea un aumento de la tasa de oferta monetaria por parte

del Banco Central. Esto provoca un aumento de los saldos reales en efectivo de los

individuos y las empresas, por encima de sus niveles deseados, y la disminución inicial de

la tasa nominal de interés, ya que los fondos prestables han aumentado, reduciendo

temporalmente la tasa real de interés (efecto Wicksell) el exceso de saldos en efectivo lleva

a un aumento del gasto en bienes, valores y todos los demás activos. Los precios reales

comienzan a subir, debido al aumento del gasto nominal. Después de un tiempo, las

expectativas se adaptan a los aumentos de precios, haciendo que la tasa nominal de interés,

que inicialmente baja, vuelva a subir. El proceso no concluye hasta que:

1. La nueva tasa de inflación es igual a la nueva tasa de oferta monetaria.

2. La tasa de interés nominal ha aumentado en una cantidad igual a la diferencia entre la

vieja y la nueva tasa de inflación.

3. Los saldos reales en efectivo son de nuevo iguales a los saldos en efectivo pasados.

4. La tasa de interés real se restablece a su nivel anterior.

Observerse que el nivel de saldos en efectivo nuevo será realmente menor que el que existía

antes del aumento de la oferta monetaria, dado que se produjo un aumento de la tasa

nominal de interés, lo que significa un coste menor de la tenencia monetaria.

"Lo que importa en último término a quienes tienen dinero es la cantidad real, y no la

cantidad nominal, y que hay una cantidad real de dinero bastante definida que la gente

desea tener en cualquier circunstancia. Supongamos que casualmente la cantidad nominal

que el público tiene en determinado momento, corresponde a precios corrientes, a una

cantidad real mayor de la que desean tener. En ese caso, los individuos tratarán de

deshacerse de lo que consideran como un exceso de saldos en efectivo; tratarán de

desembolsar para comprar valores, bienes y servicios, o liquidar sus deudas, o como

regalos, una suma mayor de la que estén recibiendo de las fuentes correspondientes. Sin

embargo, no pueden lograrlo en cuanto grupo. Los gastos de una persona son los ingresos

de otra"... "el intento de hacerlo produce importantes efectos. Si los ingresos pueden

cambiar libremente, el intento de gastar más hará que aumente el volumen de gastos e

ingresos, expresados en unidades nominales, a consecuencia de lo cual la demanda hace

que aumente los precios y también, tal vez, la producción" (Friedman, 1981: 14-15).

Para Friedman, los cambios de los precios y del ingreso nominal pueden ser producidos, o

bien por cambios de los saldos reales el público desea tener, es decir, por variaciones en la

Page 184: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

demanda monetaria, o por cambios de los saldos nominales existentes a los que se tiene

acceso como resultado de variaciones de la oferta nominal monetaria. Dado que a nivel

empírico la demanda monetaria es relativamente estable y sus cambios reales tienden a

efectuarse lenta y gradualmente, queda claro la conclusión de que los cambios de los

precios y del ingreso nominal son de resultado única y exclusivamente de los cambios del

oferta nominal monetaria por parte del Banco Central.

"Una tasa de crecimiento monetario aumentada, sea producida a través de operaciones a

mercado abierto o de otras maneras, aumenta la cantidad de efectivo que la gente y las

empresas tienen en relación a otras formas de capital. Los tenedores del efectivo ahora

excedente tratarán de ajustar sus carteras con otros activos. Pero los gastos de un individuo

son los ingresos de otro individuo. Toda la gente no pueden cambiar la cantidad de efectivo

que tienen todos-sólo las autoridades monetarias pueden hacer eso-. Sin embargo, a medida

que la gente intenta cambiar sus balances de efectivo, el efecto se va extendiendo de un

activo a otro. Esto tiende a aumentar los precios de los activos y a reducir las tasas de

interés, lo que alienta el gasto para producir nuevos activos y también alienta el gasto en

servicios corrientes empresas de en la compra de activos existentes. Así es como el efecto

inicial sobre los balances se traduce en un efecto sobre el ingreso y el gasto" (Friedman,

1992: 30).

En este mecanismo juega un papel básico la estabilidad de la demanda de saldos de caja,

consecuencia de la tradición cuantitativista de Cambridge que sostenía una correlación

constante entre la reserva monetaria y el nivel de ingreso. Sólo la política del Banco Central

mediante cambios inesperados de la emisión monetaria, lograría perturbar la estabilidad del

balance de cartera y desencadenar un proceso de fluctuaciones en el sector real de la

economía. Esto obedece a que los agentes reaccionarían reorganizando su estructura de

activos y obligaciones, lo que provocaría un proceso de compras y ventas en el mercado

alterándose los precios de los activos y las tasas de beneficio que producen. Se producirán

cambios en los gastos de consumo e inversión y por tanto del producto final.

Como se puede apreciar, la oferta monetaria no es un factor importante en la afectación de

los cambios en las magnitudes reales. Estos últimos responden a la naturaleza del sistema

económico, las cualidades de la población, el estado de la tecnología, las disponibilidades

de recursos naturales, etc. Son estos y no la política monetarias los determinantes de la

riqueza real. El verdadero impacto a largo plazo de la oferta monetaria se proyecta sobre las

magnitudes nominales, sobre el nivel general de precios.

Por tanto, para Friedman “la única y exclusiva” causa de la inflación, reside en la expansión

de la oferta monetaria debido al manejo discrecional de la política monetaria por parte del

banco central. La inflación queda reducida a un problema provocado por un elemento

“exógeno” al correcto funcionamiento del modelo, que reflejaría, en clave neoclásica. El

eficiente funcionamiento del mercado. Se trata de una “patología” ajena al sistema,

resultado de un mal manejo de la política monetaria expansiva de inspiración keynesiana.

Page 185: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Para Amit Bhaduri (1990: 151-156) el mecanismo de transmisión monetarista se reduce a

un ajuste simultáneo en todos los principales mercados de activos. Parece sugerirse que los

agentes económicos ante un aumento de la oferta monetaria, reaccionan demandando, al

mismo tiempo, más activos físicos, financieros y capital humano. Sin embargo, el punto de

partida de este razonamiento es falso, porque no incorporará el aspecto básico de la

creación de dinero crediticio. Aceptando incluso que los agentes económicos, al disponer

de más dinero, puedan simultáneamente demandar más activos físicos y más activos

financieros, se parte de la falsa premisa de que los agentes reciben dinero de la nada. En

cualquier economía capitalista el dinero fiduciario o crediticio representa siempre un pasivo

del sector financiero. Su incremento sólo puede darse por medio de las instituciones

financieras y por tanto, todo argumento acerca de un aumento de la oferta monetaria debe

partir del mercado de los activos financieros, o sea del proceso de creación de pasivos en

respuesta a la demanda por parte del público. Dado que la teoría cuantitativa se reduce a

señalar que la demanda de dinero está regida por el ingreso nominal y no ofrece esquema

alguno para determinar a ésta variable, no puede explicar cómo responde la oferta de dinero

crediticio a la demanda mediante ajustes en el mercado de activos financieros.

La tasa de interés en el mecanismo de transmisión.

Ante un aumento de la oferta monetaria se produce una evolución de las tasas de interés

que aparentemente coincide con lo planteado por Keynes, pero con posterioridad, las tasas

suben incluso por encima de su nivel inicial. Esta evolución se produce a través de tres

efectos: liquidez, renta y anticipación de los precios (Fisher).

"El impacto inicial de incrementar la cantidad de dinero a tiempo más rápido que lo que se

ha incrementado en el pasado consiste en hacer más bajos los tipos de interés por un

periodo”.

Pero éste es solamente el principio del proceso, no el final. El tiempo más rápido de

aumento de la oferta monetaria estimulará el gasto, tanto por medio del impacto que sobre

la inversión causan los más bajos tipos de interés de mercado como por medio del impacto

sobre otro complemento del gasto y, de ese modo, sobre los precios relativos de los saldos

en efectivo más altos. Pero como el gasto de una persona constituye la renta de otra. La

elevación de la renta elevara la preferencia de liquidez y la demanda de préstamos; puede

también elevar los precios, que reducirán la cantidad real de dinero. Estos tres efectos

invertirán la presión inicial descendente sobre los tipos de interés bastante pronto, digamos,

en menos de un año. Justamente, tenderán, tras un intervalo un poco prolongado, digamos

de uno o dos años, a devolver los tipos de interés al nivel que de otro modo hubieran

tenido"... "un tipo más elevado de expansión monetaria corresponde a un nivel de tipos de

interés más elevado, no más bajo que el que de otra manera hubiera predominado. Este

efecto se producirá si se permite que el tipo más elevados de aumento del oferta monetaria

produzca precios en alza, y que el público espere que los precios continúen elevándose. En

tal caso los prestatarios estarán dispuestos a pagar y los prestamistas pedirán tipos de

interés más elevados, según ya Irving Fisher señaló hace varias décadas” (Friedman, 1969:

102).

Page 186: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La evolución de la tasa de interés se produce por tanto, inicialmente a través del efecto

liquidez. Este se produce al aumentar la oferta monetaria, produciéndose cambios en el

balance de cartera de los agentes buscando una composición óptima, y produciéndose un

aumento de las cotizaciones (precios) de ciertos activos y por tanto reducciones de sus tasas

de rendimiento efectivo. Se trata de la fase inicial de la alteración del balance de cartera

como resultado de un aumento de la masa monetaria. El excedente monetario por encima

de su nivel "habitualmente estable", provoca en los agentes una compra a partir de sus

saldos de caja alterados, de valores, lo que eleva su precio y consiguientemente, disminuye

la tasa de interés real.

Posteriormente, en lo que se conoce como efecto renta, se produce al disminuir la tasa de

interés, una reactivación de la inversión y vía multiplicador, del ingreso, que aumentan la

demanda monetaria, lo que provoca un aumento de la tasa de interés. Es decir al bajar la

tasa de interés se producen un crecimiento del ingreso, lo que provoca una mayor demanda

de capital de préstamo, por lo que las tasas de interés recuperan su nivel inicial.

Finalmente, el efecto anticipación de los precios o Fisher se produce basado en la diferencia

existente entre las tasas reales y las nominales de interés que viene dada por el crecimiento

de la tasa de inflación. Al aumentar la oferta monetaria se producen expectativas

inflacionistas, y los prestamistas, al esperar una mayor inflación, subirán sus tasas de

interés nominales para protegerse de la pérdida del valor real que le inflación supone.

Éste efecto se inspira en la consideración de Fisher acerca de la tasa de interés nominal de

mercado que contempla la tasa real, determinada por los factores del oferta y la demanda de

capital, y la "prima" que depende del ritmo esperado en la modificación de los precios.

Según Fisher, mientras lo precios suben, los acreedores tienden a calcular las pérdidas por

la devaluación del monto básico de la deuda. Mientras que cuando lo precios se mantienen

estables, la "prima" de la debe comprarse por lo que coincidirán la tasa real y la nominal del

interés.Cómo se observa, el aumento de la tasa de interés al alterarse el equilibro monetario,

está vinculado a la modificación de los precios. El aumento del ingreso vendrá acompañado

por el aumento los precios. Esto generará expectativas sobre su posterior elevación por lo

que los acreedores se protegerán agregando un por ciento de aumento los precios para el

período por el que fue otorgado el crédito.

Por lo tanto, solo en una primera fase, la tasa de interés se comportaría tal como lo habría

prescrito Keynes ante un aumento de la oferta monetaria. Pero este efecto inicial sería

contrarrestado por el efecto renta que aumentaría la demanda monetaria y por tanto,

aumentaría la tasa de interés recuperándose al nivel del punto de partida inicial. Finalmente,

el proceso inflacionario generaría expectativas en los agentes, que indexarían el reembolso

de sus prestamos por lo que aumentaría aún mas la tasa de interés.

Page 187: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 8. La Tasa "Natural" de desempleo.

La Curva de Phillips.

En 1958 A. W. Phillips publica el resultado de una investigación acerca de una

investigación empírica acerca de la relación entre el desempleo y la tasa de cambio de los

salarios monetarios con el título de “The Relation Between Unemployment and the Rate of

Change of Money Wages in the United Kingdom, 1861-1957”. Con este trabajo Phillips

revolucionó el campo de investigación acerca de la relación entre los salarios y el

desempleo. Su ejecución econométrica le otorgó reconocimiento instantáneo dentro de una

comunidad científica que ya estaba recurriendo a la econometría en una escala significativa.

Su contribución había llegado en un momento oportuno. La Síntesis Neoclásica-keynesiana

carecía de una teoría macroeconómica de la inflación y Phillips le había encontrado una

relación empírica estable, que aparentaba ser aplicable a cerca de todo un siglo. Esta

relación vinculaba al desempleo con los salarios monetarios y parecía reconocer cierta

rigidez de los salarios monetarios hacia abajo, tal como había supuesto Keynes

originalmente. Se trataba de la confirmación empírica de un importante supuesto teórico.

La finalidad de su artículo era "comprobar si la evidencia estadística apoya la hipótesis de

que la variación de los salarios monetarios en el Reino Unido puede explicarse por el nivel

de paro y el ritmo de

variación del mismo" (Phillips, 1982: 257). Para lograrlo, se basó en datos que cubrían el

período 1861-1957 y con métodos estadísticos, ajustó una curva de datos, que

posteriormente sería conocida como "Curva de Phillips".

Phillips descubrió que en el Reino Unido, para el período de 1861 a 1913, existió una

correlación negativa entre la variación de los salarios monetarios y la tasa de desempleo.

Sobre la base de la evidencia empírica, llegó a la conclusión de que esta relación para el

período 1913-1957 podía llegar a explicarse por medio de la misma función que había sido

estimada para el período 1861-1913. De acuerdo a esta función, la tasa de crecimiento de

los salarios monetarios decrece a la par que se incrementa la tasa de desempleo. La forma

de la curva original de Phillips tiene dos propiedades que la caracterizan: primero, los

salarios permanecen estacionarios cuando la tasa desempleo es del cinco y medio por

ciento. Segundo, existe un circuito cíclico con dirección contraria a la de las manecillas del

reloj, o sea, los salarios monetarios crecen más de prisa cuando la tasa de desempleo

disminuye, y un poco más despacio cuando dicha tasa aumenta, en relación a lo que se

hubiera estimado al considerar la curva aisladamente.

Page 188: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El elemento original de la investigación de Phillips no fue el establecimiento de una

correlación negativa entre las tasas de crecimiento de los salarios monetarios y del

desempleo, sino su proposición de que dicha relación fuera estable. Fue esta supuesta

estabilidad de la relación lo que causó que el trabajo de Phillips se convirtiera en el centro

de la difusión macroeconómica durante los primeros años sesenta. De esta supuesta

estabilidad de la curva en el largo plazo se sostenía que las autoridades de política

económica tenían la posibilidad de colocar a la economía en un determinado punto de la

curva y mantenerlo mediante un correcto manejo de la demanda agregada.

En la figura a cada valor de la tasa de desempleo, le corresponden dos valores de la tasa de

salarios monetarios. A la tasa de desempleo or le corresponden dos puntos: la tasa de

inflación salarial rb, que ocurre cuando la tasa de desempleo está descendiendo, es decir,

cuando la demanda de trabajo se encuentra en ascenso, y la tasa de salarios ra, que sucede

cuando la tasa de desempleo está aumentando, es decir, cuando la demanda de trabajo está

μ

W

5,5 %

A

B

R μ 5,5%

W

Page 189: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

disminuyendo. La tasa de crecimiento de los salarios monetarios depende por tanto, no

solamente de la tasa de desempleo, sino además de sus variaciones, que pueden presentarse

con cierta aproximación por

Por tanto la curva de Phillips puede expresarse como

( )

Se supone que el único punto en el que no se produce presión para que cambie del

desempleo es donde la oferta de trabajo sea igual a la demanda de trabajo. Sin embargo este

punto de equilibrio en el mercado de trabajo no tiene por qué ocurrir a una tasa nula del

desempleo. De acuerdo con los datos de Phillips, el equilibrio en el mercado de trabajo se

da a una tasa del desempleo de entre cinco y seis por ciento. Posteriormente a la

publicación del trabajo de Phillips se ha sostenido que la igualdad entre oferta y demanda

de trabajo sólo indica que existen tantas vacantes como número de desempleados, que no

están en condición de desempleo friccional o voluntario, dado que tanto el empresario

como el trabajador carecen de información completa e instantánea acerca de las

condiciones de las respectivas demandas y ofertas existentes en el mercado.

A partir de la publicación de su artículo se desarrolló una gran cantidad de investigaciones

tanto a nivel teórico como en el plano de la contrastación empírica. La relación de Phillips

llegó a convertirse en un punto de reflexión fundamental de la macroeconomía

convencional. En un principio la curva de Phillips, era una relación empírica, una medición

sin teoría, lo que dada su validez e importancia fue interpretada teóricamente. Una de las

interpretaciones que tuvo mayor relevancia fue la de R. G. Lipsey en 1960, el que la

concibió como un modelo de exceso de demanda. Lipsey derivó la curva de Phillips de la

correlación entre oferta y demanda en un mercado de trabajo único. A diferencia de la

teoría neoclásica del mercado de trabajo, en donde la oferta y la demanda de trabajo son

funciones del salario real, Lipsey utilizó el salario monetario.

En ese mismo año de 1960, Paul Samuelson y Robert Solow reformularon la curva de

Phillips de manera que tuviera un mayor impacto para la instrumentación de la política

económica. Primeramente, a través de su modificación de forma tal que reflejara la relación

entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación, esta segunda en sustitución de la tasa de

cambio de los salarios monetarios. En segundo lugar, se instó a las autoridades de política

económica a considerar a la curva de Phillips como un instrumento para la formulación de

combinaciones de objetivos de desempleo e inflación.

Samuelson y Solow postularon una curva de Phillips aproximadamente igual para los

Estados Unidos y para el Reino Unido e interpretaron los precios y los salarios

relacionando los precios con el costo laboral. Así, realizaron un estudio como el de Phillips

para la situación en los Estados Unidos, sustituyendo la relación entre los salarios

dt

d

)/,( dtdhw

dww

Page 190: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

monetarios y el desempleo por la relación precio-desempleo, ya que la tasa salarial es un

componente básico de los costos, por lo que salarios y precios tienden a moverse juntos.

Para el caso de los Estados Unidos, si se deseaba la estabilidad de precios debía aceptarse

una tasa de desempleo alrededor del cinco y medio por ciento. Para reducir la tasa de

desempleo al tres por ciento sólo podía lograrse si se estaba dispuesto a aceptar una tasa de

inflación del cuatro y medio por ciento aproximadamente.

A partir del comportamiento marginal del precio se asume que la tasa de inflación es igual a

la diferencia entre las tasas de crecimiento del salario monetario y la productividad del

trabajo. Se supone así que la curva de Phillips se puede representar como:

( )

Lo que significa que él por ciento de la tasa de cambio de los salarios monetarios (w)

depende de la tasa prevista de inflación ( ), del grado de presión de la demanda medido

por y de la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo ( ). A partir de la ecuación

( ) se obtiene la curva de Phillips modificada Samuelson y Solow:

( )

Con esta ecuación, la tasa de inflación está determinada por la tasa prevista de inflación,

por la presión de la demanda sobre el mercado de trabajo ( ), y por el término (

) que indica la parte del crecimiento en la productividad del trabajo que no es transferida a

los trabajadores en forma de aumento en los salarios monetarios. Cuanto mayor sea éste

componente de la productividad del trabajo, menor será la tasa de inflación. Por tanto, la

curva de Phillips se desplazará hacia abajo y hacia el origen.

En razón de la consideración de la curva de Phillips como una relación técnica que

posibilita su utilización como instrumento de política económica, cada punto de la curva

puede considerarse como una posible propuesta o alternativa de política económica. Tal

como se representa en la figura ( ), entre los puntos a y b existe una correlación entre las

tasas de inflación y de desempleo; si por ejemplo, se supone que durante un largo periodo

de tiempo los precios se han elevado a una tasa del cuatro por ciento anual y un

mantenimiento de la tasa de desempleo alrededor del siete y medio por ciento. Si el

gobierno trata de reducir el desempleo, lo va a hacer a través de una política expansiva de la

demanda mediante un aumento del déficit presupuestario financiado mediante un aumento

en la oferta monetaria. Esto se basa en la capacidad del multiplicador de empleo defendido

por Keynes. Pero el efecto multiplicador si bien tiene un efecto real, también lo tiene

inflacionario.

1* buw

10;0 b

*1u

)1(* 1 bu

1bu )1(

Page 191: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Ya desde principios de los años 60, la mayoría de los economistas, casi todos bajo la

bandera de la Síntesis Neoclásica-Neokeynesiana consideraban a la curva de Phillips como

el eslabón perdido en el modelo keynesiano. Con la misma, se lograba una teoría de la

inflación que podía integrarse al marco IS-LM para completar el modelo neokeynesiano. Su

formulación tuvo implicaciones inmediatas para la política económica. Parecía que se

podrían conjurar todos los demonios a la vez, el empleo y la estabilidad de los precios

aparentemente estaban al alcance instrumental de los hacedores de políticas económicas.

La reformulación de la Curva de Phillips: La Hipótesis de la Tasa Natural de

Desempleo.

Desde principios de los años 70 del siglo pasado, el fenómeno inflacionario no estuvo

acompañado de reducciones en el nivel de desempleo, tal como lo planteaba la curva de

Phillips. Según la aceptación de la misma, los hacedores de la política económica podrían

escoger determinada combinación de valores y calibrar los instrumentos de política

neokeynesiana correspondientemente. Si esto fuese posible, dada la interpretación a corto

plazo de la curva de Phillips, se tendría una situación opuesta a la proposición ya efectuada

por Friedman, acerca de los límites de la política económica. Consecuentemente se hubiera

demostrado que la política discrecional podría ser efectiva, al mismo tiempo que

racionalizaba un estado de inflación permanente y moderada.

Es por lo anterior, que el ataque de Friedman y de Edmund Phelps contra la curva de

Phillips no debe verse sólo como un ejercicio técnico aislado, sino como parte de sus

intentos de construir una alternativa total al modelo keynesiano. Su ataque llegaba al

corazón de la Síntesis Neoclásica-Neokeynesiana.

En su discurso presidencial de 1968 a la "American Economic Association", titulado "The

Role of Monetary Policy", argumentó que la relación de Phillips a largo plazo era vertical

en correspondencia con una determinada tasa natural de desempleo. Esto es, a largo plazo,

cualquier tasa de expansión monetaria y de inflación tiene poco o nada que ver con la tasa

natural de desempleo.

μ 7,5 3 0

π

B

A 4

8

Page 192: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Según la concepción de Friedman, la tasa natural de desempleo está determinada por las

condiciones reales que influyen en la oferta y demanda en el mercado de trabajo. Estos

factores incluirían todos los acuerdos institucionales, tales como el grado de sindicalización

de los trabajadores, las leyes de salarios mínimos, la proporción de mujeres en la fuerza de

trabajo, el nivel de educación del trabajador, etcétera.

La curva de Phillips se había justificado en general como una expresión de la forma en que

la demanda excedente en el mercado de trabajo conduciría a un cambio en el precio del

trabajo, pero a fin de ser una versión consistente de la relación de la demanda excedente-

cambio de precio de un modelo walrasiano de equilibrio general, este precio tendría que ser

un precio relativo y no un precio absoluto. Si la curva de Phillips refleja el comportamiento

de la oferta de fuerza de trabajo, Friedman insistía en que la oferta de trabajo es una función

del salario real y no del salario monetario. O sea, el poder de compra del salario es lo que

importa a los trabajadores, y a los empresarios su coste real, en lugar de los cambios

nominales de los salarios.

Para Friedman (1992: 83-88), aunque el análisis de Phillips pueda parecer muy persuasivo

y obvio, es totalmente falaz al pasar la oferta y la demanda de trabajo como función de la

tasa de salario nominal y no del salario real. Friedman considera que el punto de vista de

Phillips se basa en las curvas usuales de oferta y demanda tal como se ilustra en la siguiente

figura.

En el punto de intersección o, el mercado está en equilibrio a la tasa salarial ((Wm)o), con

la cantidad de trabajo empleado (Lo) igual a la demanda de trabajo. El desempleo es o, sólo

existiría desempleo friccional o voluntario. En este punto no habría según Phillips ninguna

presión hacia arriba sobre los salarios. Sin embargo, en el punto f, donde la demanda de

trabajo es mayor que la oferta, hay desempleo, los salarios están en ((Wm)F), por debajo del

nivel de equilibrio, y habrá sobre ellos una presión hacia arriba. En el punto m hay

desempleo, el nivel de salario ((Wm)M) está por encima del nivel de equilibrio de la tasa

salarial y presiona hacia abajo. Cuanto mayor sea la discrepancia entre la demanda de

M LS

O

F LD

LF L Lo LM

(Wm)F

(Wm)o

(Wm)M

Wm

Page 193: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

trabajo y la oferta, tanto mayor será la presión y en consecuencia, tanto más rápido subirán

o bajarán los precios.

Phillips traduce este análisis a una relación observable calculando el nivel de desempleo en

un eje, y la tasa de cambio de los salarios en el tiempo, en el otro.

En la gráfica representa la tasa de cambio de los salarios en el tiempo y U es el nivel

de desempleo. El punto corresponde al punto Uo. El desempleo está a su nivel "natural", por

lo que los salarios están estables. El punto f corresponde al "exceso" de empleo de modo

que los salarios están subiendo mientras el punto m corresponde al desempleo, de modo

que los salarios caen.

Este análisis de Phillips, según la versión de Friedman, es falaz ya que el eje vertical en la

figura debiera referirse no a la tasa de salarios nominales sino a la tasa de salarios reales.

Según Friedman, Phillips no estableció la diferencia entre salarios nominales y reales por el

clima intelectual influenciado por la revolución keynesiana. "Desde este punto de vista, el

elemento esencial de la revolución keynesiana era el supuesto de que los precios son muy

rígidos en relación a la producción" (Friedman, 1992: 87) y por tanto un cambio en la

demanda se reflejaría casi por completo en la producción y el nivel de empleo y muy poco

en los precios. La manera simple de interpretar a Phillips es que en consecuencia, va a

considerar los cambios en los salarios nominales como iguales a los cambios en los salarios

reales.

Siguiendo el análisis que realiza Friedman sobre la curva de Phillips, no era de manera

simple como se debió de interpretar a Phillips, pues lo que afirmaba era un poco más

complejo. Consistía en que los cambios esperados en los salarios nominales eran iguales a

los cambios esperados en los salarios reales. Pero en correspondencia con Keynes, se podía

suponer que los salarios reales ex post podrían ser alterados por una inflación "no

esperada". Todo el argumento keynesiano en favor de una política de pleno empleo surgiría

del supuesto de que era posible conseguir que los trabajadores, al menos en la década de

dt

dS

S

I

Tasa mayor que la “natural”

M

UM

UO

UF

F

Tasa menor que la “natural”

(“exceso de empleo)

O

U

Page 194: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

1930 cuando Keynes escribió la "Teoría General", aceptaran salarios reales más bajos

producidos por la inflación, a un nivel que no aceptarían en la forma de una reducción

directa de los salarios nominales.

Por tanto, a partir de lo anterior, Friedman destaca que esto implica una aguda distinción

entre salarios nominales y reales esperados y salarios nominales y reales efectivos.

Los resultados de este análisis se derivan de dos elementos analíticos fundamentales. El

primero es la reintroducción de un mercado de trabajo competitivo con una oferta de

trabajo como función positiva del salario real esperado. Por eso la desviación de la tasa de

desempleo con relación a su nivel natural será una función de la diferencia entre el ritmo

esperado de crecimiento del nivel de precios y su ritmo de crecimiento efectivo. En

segundo lugar, que los individuos forman y corrigen sus expectativas atendiendo a las tasas

pasadas de inflación y a los errores de previsión cometidos en el pasado, por lo que el nivel

de precios esperados en un período es un promedio ponderado de las tasas pasadas de

inflación y en el que el pasado más reciente tiene mayor importancia que el más lejano.

El contraste fundamental de la interpretación Phelps-Friedman con relación a las

formulaciones precedentes, tanto a la de Lipsey como a la de Samuelson-Solow, es que las

dos últimas no toman en cuenta el papel que juegan las expectativas inflacionarias. Las

inferencias de política económica que se derivan del análisis de Phillips, implicaban la

inexistencia de estas expectativas. Al lograrse el punto deseado desde el punto de vista

político, la estabilidad de largo plazo de la curva sugería que esta situación podía

mantenerse indefinidamente a través de una correcta administración de la demanda. Sin

embargo para Friedman, cuando se reconoce la existencia de un determinado nivel de

inflación, los oferentes de trabajo revisan sus expectativas de precios hacia el alza y

corrigen su comportamiento en el mercado de trabajo. La curva de Phillips acorde con la

nueva expectativa inflacionaria ya no es la original, sino una nueva que se encuentra a su

derecha y hacia arriba esto es, existiría una curva de Phillips para cada nivel de precios

esperados.

Las expectativas inflacionarias se basan en la hipótesis de las expectativas adaptativas, la

cual supone, tal como se planteó anteriormente, que la tasa esperada de inflación está

determinada por las tasas de inflación experimentadas en el pasado, de forma que los

individuos extrapolan la inflación esperada en el futuro. Estas representan la suma

ponderada de observaciones de las tasas de crecimiento de los precios en el pasado. Por

tanto, la curva de Phillips se explica sólo por el rezago en la captación de la inflación

efectiva por parte del público, los errores en la subestimación de la inflación real ( )

explican el "trade-off" entre inflación y desempleo en el corto plazo.

A partir de esto el rescate del análisis monetario dentro de la tradición cuantitativista

conllevó a destacar la distinción entre salarios nominales y salarios reales, y al posterior

análisis empírico que desarrolló un conjunto de datos que comenzaron a cuestionar la

aplicación de la curva de Phillips a diferentes contextos, Friedman reformula la curva de

Phillips, esta reinterpretación es un intento de rescatar el punto de vista de la curva de

Phillips a partir de la distinción entre corto plazo y largo plazo. Friedman (1992: 89)

PPE

Page 195: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

sostiene que "tanto los empleadores potenciales como los empleados potenciales tienen en

mente un contrato de empleo implícito o explícito para cubrir un período relativamente

largo, ambos tienen que adivinar por anticipado que salario real corresponderá a un

determinado salario nominal. Por tanto, ambos deben formarse una visión sobre el nivel de

precios futuros. Por tanto, la tasa del salario real que aparece en el eje vertical en el

diagrama de la curva de oferta y demanda no es el salario real actual sino el salario real

esperado".

"Los trabajadores contemplan la situación de manera diferente. Para ellos lo importante es

el poder adquisitivo de su salario, no con respecto al bien que producen, sino a los bienes

en general tanto ellos como los empresarios que los contratan adaptan sus estimaciones con

retraso al movimiento general de los precios porque les resulta más difícil conseguir

información acerca de este último extremo que respecto a las alteraciones que se produzcan

en el precio del bien que ellos elaboran. El resultado es que un alza en los salarios

nominales, percibida por los trabajadores como un aumento en los salarios reales, puede

provocar una mayor oferta de trabajo; y que a su vez, los empresarios, interpretándola como

un descenso del salario real, se apresten a incrementar la oferta de empleo" (Friedman,

1985: 24-25).

Tomando como referencia la figura , una manera de poner lo anterior en los términos de la

curva de Phillips es expresando en el eje vertical, no el cambio en los salarios nominales,

sino la tasa esperada de cambios en los precios:

Que representa la tasa de cambio de precios anticipados, se sustrae de la tasa de cambio de

los salarios nominales

dt

dP

P

1

dt

dW

Wm

M1

Page 196: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Se supone para comenzar, que la economía está en el punto UO, con precios y salarios

estables. Se supone que se produce una expansión monetaria que provoca un crecimiento de

la demanda nominal agregada, lo que a su vez produce un aumento de precios y salarios a

una tasa, por ejemplo, del dos por ciento anual. Siempre siguiendo a Friedman, los

trabajadores inicialmente interpretaran esto como un aumento de sus salarios reales y por

tanto estarán dispuestos a ofrecer más trabajo, es decir, cae el desempleo. Los empleadores

pueden tener las mismas expectativas que los trabajadores con respecto al nivel general de

precios, pero están más directamente interesados en los precios de los productos que están

produciendo y mucho mejor informados acerca de esto. Inicialmente interpretaran un

aumento en la demanda y el precio de su producto, como un aumento en su precio relativo

lo que implica una caída en la tasas de salario real que deben pagar, medida en términos de

su producto. Por tanto estarán dispuestos a contratar más trabajo, el resultado combinado es

un movimiento al punto f que corresponde a "exceso" de empleo, con los salarios subiendo

a un dos por ciento anual.

Pero al transcurrir un cierto período de tiempo, digamos al expirar el tiempo del contrato de

trabajo, los empleados se dan cuenta que la inflación ha rebasado sus expectativas, por lo

que para la nueva negociación de sus contratos de trabajo elevan su estimación de la tasa de

inflación esperada. Ante esta nueva situación, se vuelve al punto , así sólo para el corto

plazo se produce el "trade-off" entre inflación y desempleo, pero ninguno para el largo

plazo.

Según Friedman, lo que importa para el desempleo no es la inflación en general, sino la

inflación no anticipada, es decir, no esperada. Solamente esta puede conducir

"temporalmente" a una disminución del desempleo porque solamente esta produce un

cambio en el salario real. Este cambio es temporal porque los trabajadores todavía no saben

si ése aumento de precios es general o particular de un mercado (sufren ilusión monetaria),

por tanto, su negociación sobre los salarios está sesgada por expectativas inciertas que

provocarán que su salarios reales bajen más de lo esperado.

O UF

F

UO

UM

M

U

Page 197: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En términos del mecanismo de transmisión, la lógica del Friedman se expresaría a partir del

supuesto de que el nivel general de precios (P) ha permanecido estable por un determinado

período de tiempo y que la tasa de desempleo consistente con el equilibrio de las tasas de

salario real (UN) es de x por ciento, se asume que se decide por parte del gobierno reducir el

nivel de desempleo por debajo de (UN) mediante una política monetaria expansiva. Al

incrementar el Banco Central la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, se produce un

aumento de los saldos en efectivo en casa, o sea, las tenencias líquidas nominales por

encima del nivel deseado por la gente, lo cual tiende a reducir la tasa de interés, y se

estimula el gasto y el ingreso agregado. Este estímulo a la actividad económica reducirá por

el momento el nivel de desempleo por debajo del x por ciento correspondiente a la tasa

natural. Esto es así, porque el cambio inesperado en la demanda agregada normalmente

aumentará el precio de venta de los productos más rápidamente que el precio de los factores

de la producción.

Friedman es muy insistente en que la disminución en el desempleo sólo es posible a través

de una reducción en el salario real pero tan pronto los trabajadores se percaten de que los

precios han subido por encima de sus expectativas en las que se basaron para negociar sus

contratos, comenzarán a demandar un alza de los salarios nominales. Dado que existe un

exceso de demanda de trabajo, los salarios reales tenderán a subir a su nivel original, lo cual

aumentará el desempleo a su tasa natural. Si el gobierno insiste en su intento de reducción

del desempleo, tendría que hacerlo aumentando aún más la oferta monetaria lo que

induciría a un mayor crecimiento de los precios.

Según Friedman, el deseo de mantener permanentemente una tasa de desempleo por debajo

de su tasa natural, implicaría tener que preservar la diferencia entre la tasa efectiva de

inflación y la tasa esperada de inflación. Esto sólo se podría lograr, a través de una

aceleración de la inflación real lo suficientemente rápida para que las expectativas

inflacionarias siempre se mantengan por debajo de la inflación real. Esto se denominó la

tesis "aceleracionista". Todo el argumento se resume en que el "trade-off" negativo de

Phillips es un fenómeno de corto plazo y la única relación compatible con la formación de

expectativas acertadas sería una línea vertical o semi vertical que marca la tasa natural de

desempleo para el largo plazo.

Esta hipótesis fue llamada la "Hipotesis de la Tasa Natural de Desempleo". El término "la

tasa natural" ha sido según Friedman, malinterpretado. No se refiere a un mínimo

irreductible de desempleo. Sino que se refiere por el contrario, a la tasa de empleo que es

coherente con las condiciones "reales" existentes en el mercado laboral.

La hipótesis está basada en el concepto de Wicksell de "tasa natural", que postula la

imposibilidad de reducir o incrementar la tasa de desempleo real en el mercado

permanentemente con relación a su tasa "natural". De acuerdo a esta definición la tasa

natural de desempleo no es constante ni inmutable. Por el contrario, está influenciada por la

política económica con relación a una tasa legal mínima de salarios, los costos de búsqueda

de nuevos empleos, la movilidad laboral, las innovaciones tecnológicas y otros factores

vinculados a la fuerza de trabajo y a los mercados de capital. La introducción de este

concepto por Friedman, quien fue precedido como ya se vió, por Wicksell, obedeció a su

intención de separar las fuerzas reales de las fuerzas monetarias en la tasa de mercado de

Page 198: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

desempleo. La desviación de la tasa de mercado con relación a la tasa natural de desempleo

obedece a los cambios inesperados en la tasa de inflación. La única manera de mantener la

tasa de mercado por debajo de la tasa natural es impulsando al alza la tasa de inflación.

La versión simple de la hipótesis de la tasa natural de desempleo puede representarse como:

Donde Ut es la tasa de mercado de desempleo, U*t es la tasa natural de desempleo, es la

tasa de inflación, y es la tasa esperada de inflación formada en el pasado t-1. La

desviación de la tasa de mercado con relación a la tasa natural de desempleo está

determinada en términos de los errores en las expectativas, .

"La tasa natural de desempleo, en otras palabras, es el nivel que fundamentaría el sistema

walrasiano de ecuaciones de equilibrio general, con tal de que encaje en el las efectivas

características estructurales de los mercados de mano de obra y bienes" (Friedman, 1969:

103).

Obsérvese que la reducción temporal en el desempleo, así como el retorno al nivel

"natural", está modelada como enteramente voluntaria. Los cambios en el desempleo son la

consecuencia de respuestas voluntarias a los cambios en el salario real. Este tratamiento del

desempleo y los cambios en el mismo como enteramente voluntarios, es un talón de

Aquiles para los modelos de la hipótesis de la tasa natural desempleo. Otra implicación de

estos modelos sumamente cuestionable es que los intentos de reducir el desempleo por

debajo de su tasa natural se apoyan en el engaño, ya que su éxito tiene en cuenta las malas

interpretaciones por parte de la fuerza de trabajo del verdadero salario real.

Toda la polémica entre keynesianos y monetaristas relativa a la naturaleza de la relación

entre la inflación y el desempleo, y en cuanto a la posibilidad de la participación de la

política económica en la fijación y logros de objetivos, está limitada dentro del mismo

plano del análisis al que el estudio del mecanismo económico capitalista está circunscrito

por parte de la teoría macroeconómica. Tanto la inflación como el desempleo son

fenómenos económicos y sociales muy complejos, por lo que su comprensión requiere de la

consideración de otros constructos teóricos que sobrepasan a los enunciados

convencionales utilizados por defensores y críticos de la curva de Phillips. La elaboración

de modelos econométricos que aportan datos de la existencia o inexistencia de esta

relación, no satisfacen los requerimientos de un enfoque totalizador sobre la misma. Si

Friedman tuviera la razón, y la explicación de la relación de la inflación y el desempleo

obedece a una incapacidad estructural para aumentar la planta productiva y la generación

de empleos, el continuar con el limitado ejercicio sobre las ecuaciones de salarios y precios

que tratan de encontrar una correspondencia econométrica entre estas, es evadir la matriz

fundamental del problema.

Etttt UU *

0

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Et

Ett

Page 199: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El sentido de la mayoría de las aportaciones contenidas en la literatura macroeconómica

actual va en la dirección de encontrar relaciones empíricas que se ajusten a lo buscado. Se

destacan unánimemente por la falta de imaginación para incursionar en la exploración de

explicaciones alternativas en las cuales la inflación y el desempleo se enmarquen en un

enfoque más abarcador y profundo contentivo de las relaciones causales que afloran

superficialmente a nivel del mecanismo económico capitalista.

Dentro del ámbito del modo de producción capitalista, la creación y acumulación de

plusvalía, motivo propulsor del funcionamiento del sistema, hace que el aumento de los

salarios, en la medida en que supone una reducción del tiempo de trabajo no pagado, y por

tanto de la plusvalía creada no pueda alcanzar un punto que constituya una amenaza para el

propio sistema. En consecuencia, tal como lo plantea Carlos Ricoy (1994: 216-217), debe

de ceñirse a ciertos límites que están dados por las variaciones periódicas del "ejército

industrial de reserva" de los trabajadores desempleados. Las mismas están determinadas

por la propia dinámica de la pasada acumulación. Así, el salario normal o permanente está

determinado según los requerimientos propios de la reproducción y expansión del capital.

Con el discurso de 1967, Friedman inició un nuevo ataque al núcleo del modelo keynesiano

contentivo de una política de manejo de la demanda que opera sobre el empleo en la

medida que sea capaz de actuar sobre los salarios, y por tanto, sobre la ganancia. El

estímulo sobre las ganancias (demanda efectiva como maximización de esperanzas sobre la

obtención de las mismas) sería capaz según Keynes de convencer a los empresarios de que

ocupen a los desempleados. Lo que plantea Friedman por el contrario, en esencia, es que la

administración de la demanda no es capaz de alterar el nivel "natural" del desempleo. Si

bien el manejo monetario pueda actuar sobre el nivel de precios, el ajuste de las

expectativas de los trabajadores implicará cambios sobre el nivel de los salarios nominales,

evitando la caída de salario real y el aumento de las ganancias.

El avance del monetarismo y de la teoría neoclásica en general, no obedeció a ningún

adelanto científico impresionante. Habría que encontrar las claves de su éxito, en la síntesis

de su discurso: el precio de cualquier mercancía, y de la fuerza de trabajo en especial, se

rige por las condiciones de la oferta y la demanda, y no hay nada que deba hacer el estado

para cambiar esta situación. Esta defensa del mercado, es la respuesta intelectual de

amplios sectores de la burguesía, ante el peligroso cambio en la correlación de fuerzas en la

sociedad capitalista posterior a la crisis de 1929-1933 y de la Segunda Guerra Mundial.

Esto es, el fortalecimiento de la capacidad de resistencia de los trabajadores para defender

el poder adquisitivo de sus salarios. La administración de la relación salario-ganancia

mediante el manejo keynesiano de la demanda agregada, que suponía que vía inflación

podría asegurarse la afectación de los salarios reales, demostró sus limitaciones ante la

organización y resistencia de los trabajadores. Se imponía un reordenamiento disciplinario

para enfrentar abiertamente a los trabajadores con el desempleo con el objetivo de fracturar

su capacidad de resistencia. El neoliberalismo monetarista no es un ataque al estado

interventor, es la defensa de la fuerza del mercado, que es la fuerza del desempleo. El

fantasma del ejército industrial de reserva como necesidad inexcusable de la acumulación

capitalista, sería el árbitro absoluto de la relación salario-ganancia. No sería entonces contra

el fantasma de Keynes en quien recae el exorcismo neoliberal, sino contra el de Marx.

Page 200: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El pensamiento crítico entonces, no puede limitarse al análisis causal de la inflación en los

términos reduccionistas que lo limitan a la existencia de un exceso en la oferta monetaria.

El crecimiento inflacionario es un resultado también de un conflicto redistributivo que

refleja una relación estructural propia del régimen capitalista: resulta de la existencia de dos

grupos sociales que, en un momento dado, entran en choque. Estos grupos se encuentran en

una posición social totalmente asimétrica. Uno de ellos, fija los precios y al definirlos,

define la tasa de ganancia. Fija los salarios necesarios para garantizar dicha tasa de

ganancia. La aceleración de la inflación se deriva de la exacerbación de este conflicto

distributivo en el que se penaliza, necesariamente, a los trabajadores mediante una

reducción progresiva de la capacidad de compra de sus salarios.

Las relaciones antagónicas constituyen una contradicción básica de la sociedad dividida en

clases y esto se refleja tanto en el control que ejercen los capitalistas en el proceso

productivo como en la puja entre capitalistas y trabajadores por la apropiación de la

plusvalía. El conflicto está presente en una serie de aspectos de la vida económica, tales

como en la selección de las técnicas de producción a ser empleadas, en la duración e

intensidad de la jornada de trabajo y en la distribución del ingreso. Todos estos factores

influyen sobre el comportamiento de los salarios y los precios.

Gigliani (1994) incorpora el análisis realizado por Bob Rowthorn (1977) acerca de la

manera en que la puja distributiva afecta la tasa de inflación en una economía capitalista

avanzada. Esto lo hace a través de un modelo formalizado en el cual los capitalistas pueden

incrementar sus ganancias a expensas de los trabajadores recurriendo al aumento de sus

precios. El trabajo de Rowthorn introduce por primera vez entre los autores marxistas, el

tratamiento de las expectativas inflacionarias y la curva de Phillips.

Para Rowthorn resulta importante considerar todos los factores de orden político,

ideológico y económico que puedan influir sobre la relación de fuerzas entre los capitalistas

y los trabajadores. Así, la demanda agregada constituye un regulador del conflicto y es

capaz de disciplinar a ambas partes y delimitar sus aspiraciones. Tal como lo advirtió Marx,

la existencia de un amplio ejército industrial de reserva determina que la capacidad de lucha

de los trabajadores se vea debilitada. Debido a ello, la participación salarial en el ingreso

está relacionada con las condiciones de la demanda en el mercado de trabajo. De igual

manera, si existe capacidad ociosa, las empresas llevarán a cabo una política de precios

muy cautelosa, para impedir ser desplazadas por sus competidores. La participación en las

ganancias dependerá de la capacidad utilizada.

Es importante destacar que estas relaciones entre el capital y el trabajo deben ser también

analizadas en el largo plazo. En esta perspectiva, tales relaciones dependen de las técnicas

de producción empleadas y pueden ser alteradas por los capitalistas a través de la

introducción de técnicas ahorradoras de mano de obra y de la reorganización del proceso

productivo.

Rowthorn señala que las condiciones en el mercado de trabajo y en la producción están

estrechamente asociadas, de manera que la reserva laboral disminuye cuando la capacidad

ociosa de las fábricas se reduce. En consecuencia, el poder de negociación de obreros y

capitalistas varía en sentido inverso al desempleo.

Page 201: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Al vincular de esta forma la tasa de inflación y el desempleo, se presenta una versión de la

curva de Phillips diferente a la original y a la reformulada por Friedman. En la versión de

Rowthorn, al caer el desempleo, la demanda agregada se fortalece y ello induce a que los

capitalistas y trabajadores intenten aumentar su participación en el ingreso. De esta forma

se inicia un conflicto redistributivo que desata un aumento de la tasa de inflación.

Pudiera concebirse un nivel de desempleo coincidente con una situación donde no hay

aspiraciones para alterar la distribución del ingreso. Sin embargo esto no representa el nivel

"natural" de desempleo de Friedman. En el esquema propuesto por Rowthorn los

trabajadores están en condiciones de cambiar el reparto existente a su favor, si pujan

vigorosamente por salarios más elevados, aún cuando el costo de esta lucha sea un aumento

de la inflación. De igual forma, los capitalistas pueden agrandar su participación si ponen

en práctica una política de ganancias agresiva. Ambas formas de redistribución tienen

efectos inflacionarios.

Para obtener una redistribución en favor de las ganancias, la inflación que provoquen los

capitalistas debe ser más elevada que la tasa de inflación prevista en las negociaciones

salariales. Cuando los precios crecen lentamente, como ocurría en las décadas de 1950 y

1960, los contratos salariales no contienen demasiadas previsiones sobre la inflación futura.

En estos casos, resulta sencillo para los capitalistas llevar adelante una política agresiva de

ganancias. En períodos de alta inflación, en cambio, los trabajadores procurarán

resguardarse más efectivamente de los aumentos futuros de precios.

Basándose en la hipótesis del conflicto distributivo, Bresser Pereira y Nakano (1989)

consideran que la experiencia de América Latina en la década de 1980 demostró que la

combinación de desempleo e inflación crecientes puede ser un fenómeno perdurable. En

aquellos países sometidos al ajuste del FMI, cuando el desempleo y la capacidad ociosa

pasan de cierto nivel, los capitalistas incrementan el margen de ganancias sobre sus costos

con el fin de compensar la pérdida de ventas. Resulta así una "inflexión" de la curva de

Phillips que adopta una pendiente positiva, como se muestra en el siguiente gráfico.

Page 202: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El gráfico refleja como a medida que se acelera la inflación el desempleo aumenta. Más allá

del nivel de desempleo D1, los oligopolios aumentan sucesivamente los márgenes de

ganancia, de manera que la curva de Phillips sufre desplazamientos. A medida que el

desempleo aumenta de a , y , la curva de Phillips se desplaza hacia arriba y a la derecha,

desde la curva I, a las curvas II, III, y IV. En este caso, la inflación en vez de sufrir una

reducción a lo largo de la curva original, sigue la trayectoria de los puntos A, B, C y D,

como si la curva sufriera una "inflexión", tal como lo muestra la línea punteada.

La retórica ortodoxa postula frente a este caso la restricción monetaria. Sin embargo, esta

política es usada para reducir el poder de lucha de los trabajadores y reducir el salario real,

por eso, los planes de estabilización ortodoxos típicamente reducen la producción, mientras

que la inflación continúa impulsada por la puja distributiva.

Un segundo aspecto es la distinción entre inflación inercial y la originada en el conflicto.

Los trabajadores buscan indexar sus convenios laborales a fin de preservar su salario real

cuando los precios se disparan. En este caso, se abre un proceso de inflación inercial porque

los incrementos de precios del período anterior son proyectados hacia el período siguiente.

En cambio, la inflación tendrá su origen en el conflicto si los trabajadores deciden pugnar

por un aumento del salario real.

Esta distinción quiere destacar que las expectativas sólo toman en cuenta un aspecto de la

dinámica inflacionaria cuyo origen se encuentra en el conflicto entre clases. Desde una

visión crítica, los problemas económicos no pueden ser planteados en términos puramente

técnicos por cuanto, son inherentes al proceso de acumulación capitalista. Esto muestra la

invalidez de convertir cuestiones teóricas en cuestiones técnicas, como por ejemplo reducir

la inflación distributiva a un problema de expectativas, propiciando como hace el

monetarismo, mejores sistemas de información que perfeccionan la formación de esas

expectativas sobre la inflación futura como solución a un problema estructural.

I II III IV

A

B

C

D “Inflexión” de la

curva de Phillips

U1 U2 U3 U

Curva de Phillips “inversa”

P

Page 203: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 9. La Política Económica Monetarista.

Recomendaciones de política monetaria.

A pesar de que la reformulación de la teoría cuantitativa del dinero convertía a la moneda

en un determinante activo del ingreso nacional, las conclusiones de la política económica

no conllevaban a una actuación discrecional por parte de las autoridades monetarias (Banco

Central). En un informe que Friedman presentó en 1958 al Comité Económico Conjunto

del Congreso de los Estados Unidos, con el título de "The Supply of Money, and Changes

in Prices and Output", Friedman se basó en la relación a corto plazo existente entre la oferta

monetaria y el ingreso nominal y los precios. Sus conclusiones se resumen en tres

apartados: la causalidad, los retrasos y los límites de la calibración.

Con relación a la causalidad, señaló que la dirección de la influencia entre la oferta

monetaria, el ingreso y los precios es menos clara y más compleja para el corto plazo. Los

cambios de la cantidad de moneda son una consecuencia y una causa independiente de los

cambios ocurridos en el ingreso y en los precios, aunque una vez que ocurran producirán a

su vez nuevos efectos sobre el ingreso y los precios. Esto complica la relación existente

entre la oferta monetaria y los precios, pero no la invierte.

Con relación al segundo aspecto, la tasa de cambio de la oferta monetaria muestra ciclos

bien delimitados que se asemejan a los ciclos de la actividad económica en general y los

preceden por un largo intervalo. En promedio la tasa de cambio de la oferta monetaria ha

alcanzado su pico entre 16 y 12 meses antes que la actividad económica. Ésta cronología

varía considerablemente de un ciclo a otro. Desde 1907, el período más breve en que el

pico monetario precedió al del ciclo económico duró 13 meses y el más largo duró 24

meses. Desde el punto de vista de la efectividad de la política monetaria que trate de

controlar discrecionalmente la actividad económica, los retrasos son perturbadoramente

grandes.

Por último, la variación de la cronología significa que hay un margen significativo en la

relación precisa existente entre los cambios en la oferta monetaria y los cambios de los

precios en periodos cortos, ya que existen otros factores que producen estas variaciones.

Dado el estado actual del conocimiento macroeconómico, existe un límite muy definido

para cualquier posibilidad de sintonización fina (fine tunning) del nivel general de presos

mediante la oferta monetaria. A partir de éstas tres consideraciones Friedman concluye con

una recomendación de política monetaria en razón de una regla de crecimiento de la oferta

monetaria de un 3 a un 5 por ciento anual. Para él, toda política monetaria discrecional que

se proponga adaptar el crecimiento de la oferta monetaria en correspondencia con los

cambios de la actividad económica sería desestabilizadora en última instancia. Debe existir

una autoridad monetaria "fuerte" que se resista a las presiones políticas de "todo tipo".

Para los monetaristas en general, el indicador de la política monetaria es una variable que

mide el "empuje", es decir, la dirección y magnitud, de la política monetaria. Debe ser, por

lo tanto, una variable que esté expresamente controlada por el Banco Central. Debe

disponerse de información precisa sobre ella, siendo necesario que tenga una alta

correlación con las variables objetivos. Para los monetaristas el stock monetario es el

Page 204: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

indicador esencial de la política monetaria. En este sentido eligen una medida de las

reservas totales, como la fracción de la base monetaria constituida por las reservas de los

bancos, ajustadas por cambios en las reservas exigidas o en las reservas no tomadas en

préstamo. Estas variables están bajo control del Banco Central, son medidas con precisión y

tienen fuertes efectos sobre el stock monetario, la variable objetivo de los monetaristas. Por

tanto, la elección de una medida de la base monetaria como indicador de política monetaria

obedece a que consideran que la base monetaria ajustada por los cambios en las reservas

exigidas es el mejor indicador de futuros cambios en la cantidad de moneda.

Los neokeynesianos por su lado, de manera general, utilizan la tasa de interés de corto

plazo como su indicador preferido, la que pudiera relacionarse a la tasa de interés de largo

plazo. Esta diferencia tiene cierta relación con los diferentes mecanismos de transmisión

utilizados, porque los neokeynesianos están mirando la tasa de interés mientras los

monetaristas utilizan el stock de moneda.

Para Friedman en cambio, las relaciones entre el dinero y el rendimiento de activos (tasas

de interés) son más bajas que entre el dinero y el ingreso nominal (Friedman, 1992: 31). En

consecuencia la Reserva Federal en enero de 1970 cambió la definición de su política

basada en las condiciones de la tasa de interés, para basarse en el agregado monetario, es

decir, la cantidad de dinero.

Ya desde el análisis empírico realizado en su "historia monetaria" de 1963, Friedman

consideró que los cambios monetarios impactan a la demanda agregada y al ingreso

nominal con cierto retraso y que, además, la estructura de este retraso, la manera como se

distribuyen estos efectos a lo largo del tiempo, han tenido una gran variabilidad. La

longitud y variabilidad de retraso descalifica las políticas monetarias anti cíclicas

neokeynesianas ya que las hace impredecibles en el corto plazo. De esta forma, una medida

monetaria expansionista diseñada para contrarrestar una disminución de la demanda

agregada podría tener sus efectos cuando la economía hubiese aumentado su nivel de

actividad. La medida por tanto, hubiera sido prociclica en vez de anticiclíca y contribuiría a

ampliar la fluctuación en lugar de reducirla. Las políticas monetarias anticíclicas, dada su

impredecibilidad, tendrían resultados aleatorios y podría ocasionar perturbaciones

adicionales.

"Algunos monetaristas concluyen que los cambios deliberados de las autoridades en la tasa

de crecimiento monetario pueden ser útiles para contrarrestar otras fuerzas que llevan a la

inestabilidad, siempre que sean graduales y tomen en cuenta los retrasos que se producen.

Son partidarios del ajuste fino y de utilizar cambios en la cantidad de dinero como

instrumentos políticos. Otros monetaristas, entre los que me incluyo, concluyen que nuestra

actual comprensión de la relación entre el dinero, los precios y la producción es tan pobres,

que hay un margen tan amplio en estas relaciones, que tales cambios discrecionales hacen

más daño que bien. Creemos que una política automática bajo la cual la cantidad de dinero

crezca a una tasa estable-mes tras mes, año tras año,-provee un marco monetario estable

para el crecimiento económico, sin ser en sí misma una fuente de inestabilidad y

perturbación" (Friedman, 1992: 31).

Page 205: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Así, para Friedman, dado que existen desfases entre el aumento del oferta monetaria y el

curso del ingreso nacional, se produce un amplio margen de holgura que marca una

ausencia de correspondencia mecánica biunívoca entre ambos fenómenos. Ésta es la razón

de recomendar una política monetaria cuasi automática en los Estados Unidos, bajo la cual

la oferta monetaria crecería a una tasa estable del 4 al 5 por ciento anual, la misma variará

de país a país (Friedman, 1992: 32).

La propuesta de Friedman, se tradujo en términos de la polémica entre monetaristas y

neokeynesianos, en la controversia "reglas vs. discrecionalidad", pero, la expresión

"discrecionalidad" en realidad no describe bien el enfoque neokeynesiano presentando un

sesgo a favor del monetarismo. En realidad, la política sobre la demanda agregada de corte

neokeynesiano no consistía en ningún manejo arbitrario como lo sugiere el término

"discrecional". Por el contrario, esta política también sigue una regla que consiste en

expandir la demanda cuando el crecimiento del empleo o del producto están por debajo de

un nivel determinado y contraerla cuando el crecimiento de esas variables presiona hacia

arriba al nivel de precios. Por tanto, se trata de una regla que vincula la tasa de expansión

de la demanda agregada y la oferta monetaria con el valor pasado de alguna variable clave

como el empleo o el producto.

Como ya se vio anteriormente, el debate reglas vs. discrecionalidad se remonta a la

controversia que en el siglo XIX mantuvieron en el Reino Unido los partidarios de la

Currency School y de la Banking School. Desde entonces hasta el presente, la discusión se

ha ido renovando continuamente sin que se haya llegado a un acuerdo definitivo acerca de

la superioridad de las reglas sobre la discrecionalidad en la conducción de la política

monetaria. Parece ser que a partir del terreno ganado por el monetarismo a partir de los

años 70 del siglo pasado y sobre todo, de su continuación doctrinaria por la Nueva

Macroeconomía Clásica, como se verá posteriormente, la cual logró influenciar a buena

parte del "stablishment" monetario-financiero, se considera en la actualidad una nueva

propuesta en el debate. Se trata de un concepto de regla propio de un moderno programa de

investigación macroeconómica en el que adquiere importancia la noción de regla como

respuesta sistemáticamente flexible de los instrumentos de política monetaria al estado de la

economía. Es decir, se examina el papel que desempeñan las reglas consideradas no un

procedimiento mecánico simplista, sino políticas sistemáticas, elaboradas de acuerdo a un

plan y no de forma contingente e improvisada. Este programa ha sido desarrollado por J. B.

Taylor en la Universidad de Stanford y aplicado en primera instancia al comportamiento de

la Reserva Federal estadounidense (Erias y Sanchez, 1998: 19).

Tratando de definir lo más posible lo que significa una política monetarista a través de

algunos de sus componentes básicos, pudieran señalarse los siguientes:

1. Énfasis en la regulación del crecimiento de la cantidad de moneda.

2. Las metas deben ser cuantitativas.

3. La tasa de crecimiento de la oferta monetaria fijada puede ser constante, aunque no

necesariamente, puede ser un tanto por ciento.

Page 206: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

4. Se anuncian por adelantado las metas para cada año.

5. La política prioriza exclusivamente la restricción del crecimiento monetario, aunque

también puede estar en combinación con otras políticas macroeconómicas, como la política

de ingresos.

6. Una política monetarista pura no tratara de fijar las tasas de interés.

Como sostiene Carlo Panico (1998: 192) en base al enfoque analítico de Sraffa, existe un

enlace directo entre las políticas monetarias y los problemas de la distribución del ingreso.

Las intervenciones monetarias no son sólo medios técnicos para lograr la estabilización de

la economía. Las mismas afectan por igual, a través de su influencia sobre el costo de

producción y los precios de las mercancías, las divisiones o partes distributiva hasta de los

diferentes grupos sociales, tales como los banqueros, los capitalistas industriales y los

trabajadores.

Con relación a la exogeneidad de la oferta monetaria, Nicholas Kaldor (1982: 45) sostuvo

las limitaciones de la teoría cuantitativa del dinero y de la exogeneidad del dinero

apoyándose en un estudio cuantitativo de los datos de muchos países de la OECD. Kaldor

les imputa tres proposiciones al monetarismo:

1. Que la economía se autorregula por el mecanismo de mercado; la hipótesis smithiana de

la mano invisible, del equilibrio walrasiano o de la hipótesis de la tasa natural de

desempleo.

2. Que no existen diferencias entre una economía de dinero efectivo y una economía de

dinero crediticio.

3. Que el control eficaz del crecimiento del oferta monetaria ejercerá por sí mismo un

efecto descendente sobre los precios.

Se considera que la proposición 1 ha sido suficientemente tratada, por lo que se verán la 2 y

la 3. La principal contribución de Kaldor es el argumento de que en una economía en que

funciona el dinero crediticio, dado que el dinero es creado por los bancos en respuesta a las

demandas de préstamos de agentes privados, la oferta monetaria está determinada por la

demanda. Por lo que, mientras que en una economía de dinero efectivo puede existir la

imposición de una oferta excedente involuntariamente, en una economía de dinero

crediticio, solicitan préstamos voluntarios los individuos, por lo que los bancos pueden

crear dinero. Si hubiese un excedente, y dado que los préstamos son costosos, los

individuos retirarán el exceso pagando sus deudas en dinero. La oferta de dinero está

determinada por la demanda y por tanto es endógena. Esto corresponde a la dificultad de

definición del dinero. La proliferación de las definiciones del dinero: M1, M2, M3, etc.

ilustra el hecho de que el dinero definido en sus diferentes términos, es sólo parte de la

liquidez en general. Kaldor destaca que la posición del Informe Radcliffe es la correcta.

Esto significa las limitaciones de un banco central para controlar directamente la oferta

monetaria.

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Para Kaldor el Banco Central no tiene control directo sobre la cantidad de dinero mantenida

por el público en forma de depósitos en los bancos. El poder del Banco Central de manera

directa reside en la determinación de las tasas de interés cortas, mediante el anuncio de una

tasa de préstamo mínima (tasa de redescuento), o indirectamente, mediante la influencia de

las operaciones de mercado abierto sobre las tasas del mercado de dinero. En ausencia de

controles cuantitativos sobre las actividades de préstamos de los bancos, sólo podrán influir

sobre la tasa de cambio del volumen de los depósitos bancarios mantenidos por el público a

través de los cambios realizados en las tasas de interés, cuyos efectos no son precisos. Por

lo tanto, en el caso del dinero crediticio, por oposición al dinero en especie, no es cierto que

el nivel del gasto en bienes y servicios aumente como resultado de un aumento en la

cantidad de dinero bancario. Por el contrario, es una elevación del nivel del gasto lo que

exige un aumento de la cantidad de dinero bancario. Por lo que, en una economía de dinero

crediticio, la cadena causal entre el dinero y los ingresos, o entre el dinero y los precios, es

la contraria a la postulada por la teoría cuantitativa del dinero.

Friedman por su parte, insistió en la necesidad del establecimiento de reglas que regulen la

vida en sociedad de los individuos. De aquí que las decisiones sobre política monetaria

tomadas por los representantes políticos del estado no supongan coerción al suponerse que

son el resultado del juego democrático en una sociedad libre. Al justificar la regla de

crecimiento monetario Friedman aduce que de esta forma se limita el poder de los políticos

de crear dinero y evitar la discrecionalidad en sus decisiones, ya que la discrecionalidad es

una amenaza al poder estar basada en factores extraeconómicos.

De esta forma, su sistema encajaría en un esquema neoliberal, donde supuestamente los

ciudadanos eligen al gobierno, que a su vez adopta una regla monetaria. Pero de esta forma

se hacen evidentes dos objeciones a éste planteamiento: en primer lugar, la implantación de

la regla quiere eliminar la discrecionalidad, pero la propia decisión política de fijar una

regla surge de un grupo de personas que no pueden actuar de otro modo que no sea

discrecional al tratar de determinar qué regla se aplicará. En segundo lugar, cuando la regla

ha quedado establecida, por definición no se puede cambiar, lo que introduce un elemento

importante de coerción, ya que a partir de entonces, los ciudadanos no pueden ejercer

presión sobre la política monetaria.

Por tanto, para evitar la discrecionalidad cae en un sistema que descansa en la

discrecionalidad, y para defender la "libertad" cae en un sistema que reduce la libertad,

sometiendo todo el comportamiento monetario al sometimiento de una regla inamovible.

De esta forma el establecimiento de la regla fija implica que Friedman caiga en los mismos

errores que pretende evitar. El razonamiento de Friedman para defender la medida de la

regla fija de crecimiento de la oferta monetaria, implica contradicciones y no se ajusta a su

marco metodológico de acompañar esta propuesta con un análisis de las consecuencias, ya

que no realiza predicciones acertadas y no rectifica al comprobar el error, tampoco estudia

detalladamente las circunstancias, ya que introduce una regla validada previamente para

todos los casos.

Page 208: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Aplicación de la política monetaria.

Las simulaciones de políticas realizadas por los constructores de modelos de la teoría

econometrica distan mucho de ser trasplantadas directamente a la política económica

efectiva. Cuando se simulan determinadas relaciones de causalidad entre dos variables, el

constructor de modelos está realizando un ejercicio en el papel a fin de persuadir a los

hacedores de políticas de que atribuyan mayor importancia a cierta recomendación política

en lugar de otra. Los economistas y los econometristas, incluso en el nivel más alto de

miembros del Consejo de Asesores Económicos del gobierno de los Estados Unidos o de

principal asesor económico de la Tesorería del Reino Unido, sólo aportan uno de los

muchos componentes que determinan la realización efectiva de las políticas económicas.

En este proceso de elaboración de las políticas intervienen otros factores, desde el cabildeo

y los grupos de presión dentro de sistema de partidos políticos hasta la percepción política

que tenga el gobierno de su fuerza electoral.

El consejo de asesores económicos del gobierno de los Estados Unidos genera memorandos

o "piezas para pensar", en los cuales se exponen los problemas para centrar la atención

sobre un asunto determinado. Preparan a su vez, un conjunto de criterios para evaluar qué

tipo de medidas serán las más útiles para los "intereses nacionales" de los Estados Unidos,

proponiendo un esquema de priorización de las medidas a tomar las cuales serán analizadas

por el consejo económico nacional (NEC), coordinador de la política económica que

"equilibra" sus criterios con las presiones políticas reflejadas en las diversas agencias del

gobierno, para finalmente presentarlas al presidente del gobierno para su decisión final.

En la teoría económica convencional, sobre todo en la macroeconomía, la defensa de los

argumentos teóricos no puede resolverse como una discusión meramente técnica. Los

resultados técnicos dependen de la aceptación de cierta base teórica. En la discusión entre

neokeynesianos y monetaristas acerca del vaciamiento automático o no del mercado de

fuerza de trabajo, al tomarse por parte de Friedman una hipótesis a priori que

posteriormente se somete a una comprobación empírica, sus resultados técnicos van a ser

congruentes con el supuesto ya establecido de que los mercados se vacían. De esa premisa

se sigue que no hay desempleo involuntario, que la expansión fiscal no puede generar

beneficios netos, etc. Pero a su vez los argumentos teóricos están condicionados por una

determinada visión político-ideológica de carácter neoliberal.

Desde una perspectiva histórica, el "laissez faire" prevaleció en la práctica de la política

durante el siglo XIX a partir de la débil organización de los trabajadores, sin derecho al

voto y con un acceso muy limitado al estado. Esto posibilitó que el estado olvidara

impunemente el curso cíclico y secular del desempleo. La ampliación del voto, de los

derechos políticos conquistados a través de la presión y el enfrentamiento, debilitó el

ejercicio del "laissez faire". La hegemonía política se hizo sensible a la nueva situación,

agravada con la crisis de 1929-1933. Correspondió a la habilidad de Keynes la proposición

de una conciliación, aunque no fuera para el largo plazo, del mercado económico con la

democracia burguesa.

A partir de la segunda posguerra los niveles de empleo y crecimiento productivo se

mantuvieron por más de dos décadas en un nivel sin precedente. Sin embargo, la situación

Page 209: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

del mercado de trabajo, las políticas de expansión de la demanda y la democracia política

constituyeron una combinación explosiva. La tasa de ganancia declinó en la mayoría de los

países capitalistas. Cuando se produce el alza de los precios, se crea el catalizador que

convirtió la inflación moderada de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, en la

hiperinflación de principios de los setenta. Los teóricos del "laissez faire" vieron su

oportunidad y la aprovecharon.

Pero una política neoliberal monetarista sólo puede funcionar si un gobierno logra

permanecer inmune frente a la presión popular, como ocurría en el siglo XIX. Es necesario

un relativamente largo período de mayor desempleo para qué tal política alcance su

verdadera meta de alterar el balance del poder entre el trabajo y el capital. La mayoría de

los economistas vinculados al gobierno y partícipes en diversa medida de las propuestas de

la política económica a partir de las administraciones de Margaret Thatcher y Ronald

Reagan, constantemente hicieron proclamaciones empíricas en apoyo al monetarismo. Así

se produjeron las afirmaciones en el sentido de que el desempleo se deriva de las demandas

salariales inflacionarias o de que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario.

Estas afirmaciones se basaron supuestamente en los "hechos". Por supuesto, esto no es

verdad. Fueron pronósticos empíricamente contrastables de una teoría particular que

expresaba una determinada interpretación socio-política, es decir, derivados de la

interpretación de los datos en manos de los monetaristas.

Para estos, la política monetaria hace un énfasis extraordinario en la reducción de la

inflación mediante la reducción de la oferta monetaria. Propone la posposición de la

preocupación sobre los desastrosos efectos sobre el desempleo mediante la invocación de

las expectativas a largo plazo o a los espejismos del "laissez faire" que trata todo desempleo

como voluntario. La teoría ganó un apoyo indiscutido, sobre todo en las décadas de 1970 y

1980, a pesar de los esfuerzos realizados en señalar las fallas teóricas y empíricas de su

discurso. El atractivo del monetarismo ha estado dirigido hacia el reforzamiento de la

hegemonía política conservadora. Utiliza la reducción de la inflación por la vía del control

monetario para crear en el mercado de trabajo una situación regresiva en la que se debilite

de manera permanente la fuerza de los trabajadores para moderar sus demandas salariales

reales, y así restablecer la rentabilidad del capital. La reducción de la inflación por la vía

del control de la oferta monetaria incrementa el desempleo con la esperanza de reducir los

salarios reales. Tal política tuvo que confrontar y conformar, y aún lo hace, la realidad

política.

En los Estados Unidos en particular, aunque hubo una amplia difusión y aceptación del

monetarismo durante los años setenta, no se pueda afirmar de manera rotunda que se haya

adoptado una política monetarista completa. Esto se debe en parte a la coparticipación del

ejecutivo, el congreso y el sistema de Reserva Federal en la elaboración de la política

económica. Aunque el sistema de la Reserva Federal adoptó una postura "más monetarista"

en estos años en relación a la década anterior, sólo en 1979 anunció públicamente la

fijación de metas cuantitativas para la oferta monetaria. Y el ejecutivo nunca estuvo

firmemente comprometido con la posición monetarista hasta la toma de posesión de la

nueva administración republicana de Reagan en enero de 1981.

Page 210: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Todo parece indicar que la arrancada en la aplicación de esta política se produjo en 1979

cuando el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker convoca una reunión secreta del

órgano decisorio del Banco Central, el Comité de Mercado Abierto, a la que habría de

seguir otra con los miembros de la junta. En dicha reunión se aprobó un paquete de

restricciones. Se elevó la tasa de descuento un punto porcentual más hasta un máximo

histórico del 12 por ciento, se impusieron coeficientes de caja especiales sobre el

crecimiento de los depósitos a plazo comerciales y, lo más importante de todo, se

anunciaron importantes cambios en las técnicas operativas para controlar el crecimiento del

oferta monetaria. El anterior seguimiento por parte del Sistema de Reserva Federal de las

tasas de interés a corto plazo, en concreto, la tasa de los fondos federales, que es el precio al

que los bonos estadounidenses se prestan entre si un día para otro, fue abandonado por un

control más directo de la oferta monetaria a través del seguimiento de las reservas

bancarias. En total, la Reserva Federal pasó de controlar el precio de la moneda (la tasa de

interés), a controlar su cantidad.

Sin embargo, aunque Volcker y su equipo estaban sin duda, influenciados por el cambio de

opinión qué Friedman y los monetaristas habían provocado entre la comunidad científica de

los economistas, los banqueros y los medios de comunicación, no acababan de abrazar

completamente el monetarismo. El Sistema de Reserva Federal seguiría permitiendo un

cierto margen de maniobra en términos del crecimiento de la oferta monetaria, al tener

como objetivo un rango en lugar de un valor único. Sin embargo, el hombre que habría de

suceder a Volcker en la Reserva Federal, Alan Greenspan, comentó que si la Reserva

Federal pretendía en serio controlar la oferta monetaria exclusivamente y abandonar todo

control sobre la tasa de interés, lo que se aproxima a la política monetarista, sería el cambio

de política monetaria más revolucionario en la historia del Banco Central norteamericano.

Lo cierto es que a partir de 1979 la Reserva Federal había puesto en marcha un proceso de

nuevas técnicas que significaron cambios en los sistemas de control monetario que

iniciaron un efecto de arrastre que ganó fuerza entre los gobernadores de banco centrales en

los años ochenta. En su gran mayoría, tanto en Europa como en América Latina, decidieron

que la estabilidad de los precios por medio del control estricto de la oferta monetaria era el

principal objetivo de la política monetaria.

El análisis de la propuesta principal de política monetaria monetarista, la regla de

crecimiento constante del dinero, desde el punto de vista de sus propias prescripciones

metodológicas, que imponen la formulación de predicciones y su comparación exitosa con

la realidad, hizo que la misma no pisara terreno firme. Las predicciones de la relación entre

el crecimiento del dinero y el nivel de los precios, falló en repetidas ocasiones. Sus

estimaciones de la relación entre el producto nacional bruto real y la tasa de inflación

realizadas para el período 1969-1971 no se ajustaron a lo que realmente sucedió, y su

respuesta al reconocer su error fue aumentar el lag de 12 a 24 meses (Friedman, 1972). Las

predicciones sobre el cambio de los precios en relación al petróleo durante los años setenta

volvieron a fallar, al igual que la estimaciones sobre los precios de 1981 a 1985.

En lo referido a la determinación de la tasa natural de desempleo en donde se equilibrarían

los precios y el desempleo, Friedman sostuvo que no se tuvo un suficiente conocimiento

para saber exactamente cuál sería, lo que evidentemente lo convierte en un violador de sus

Page 211: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

propias reglas metodológicas. Por otra parte, su estudio sobre la influencia del dinero en los

ciclos no se basa en proyecciones futuras, sino en hechos históricos vistos

retrospectivamente. Lo cual no está acorde con la utilidad de su teoría económica según su

propia metodología que se basaba en la predicción del futuro.

Ante sus predicciones equivocadas y omitidas, Friedman alegó que no se disponía de

suficiente conocimiento para hacer predicciones seguras sobre la relación entre el dinero y

la inflación, por lo que toda política discrecional del gobierno sería inapropiada.

Paralelamente a la imposibilidad de hacer predicciones, buscó explicaciones ex post,

seleccionando ejemplos históricos que sirviera de evidencia empírica. No obstante para

Friedman es especialmente importante la realización de las predicciones, por lo que es

metodológicamente inconsecuente el adoptar políticas económicas que intentan evitar

malas experiencias del pasado sin la base predictiva que el mismo exige a otros.

La Internacionalización Financiera y la Política Económica.

Sin lugar a dudas, los nuevos mercados financieros, como los mercados de derivados, y los

rápidos cambios en el sistema financiero plantean muchos problemas a los responsables de

la política monetaria. Al reducirse el papel de los bancos en el sistema, en los Estados

Unidos la cuota de participación de los bancos en el conjunto de los activos de los

intermediarios financieros cayó entre 1980 y 1990 desde un 37 por ciento hasta un 27 por

ciento, el impacto de las técnicas de los bancos centrales para el control de los flujos de

crédito se redujo. En la actualidad, el peso que debe reconocerse a los objetivos de la

política monetaria y en qué medida los bancos centrales deberían utilizar su propio juicio en

lugar de seguir reglas fijas, es objeto de un amplio debate.

Aunque comenzó en la década de los setenta del siglo XX, fue sobre todo a lo largo de la

década de los ochenta, cuando el diseño de las políticas monetarias de los principales países

capitalistas fue caracterizado por la práctica generalizada dentro de estrategias con

objetivos intermedios en términos de agregados monetarios. En los años 90, los procesos de

innovación financiera, la desregulación de los mercados financieros internos y la

integración creciente de los mercados de capitales, tanto entre los diferentes segmentos

nacionales, como a nivel internacional, provocaron cambios importantes en el contexto

financiero en el que se desarrolla la política monetaria. En este nuevo contexto, el

seguimiento de los objetivos intermedios de los agregados monetarios resulta insuficiente,

como objetivo exclusivo de la política monetaria a corto y mediano plazo. Al mismo

tiempo, los condicionantes de estrategias sobre los acuerdos de fijación del tipo de cambio

han visto ampliarse sus dificultades, a partir de que la erradicación creciente de las trabas a

la circulación de capitales a nivel internacional a tendido a disminuir el margen de

autonomía de la políticas monetarias nacionales, sobre todo en los países subdesarrollados,

y a convertir a los mercados cambiarios más proclives a la inestabilidad.

Erias y Sánchez (1998: 24-25) destacan que en el análisis de deficiencias de las políticas

macroeconómicas en general y monetaria en particular, ocupan un lugar destacado los

mercados financieros. Es precisamente en el sector financiero donde la interdependencia de

la globalización precisa el entorno en el que se desenvuelve un volumen impresionante de

transacciones financieras. En dicho entorno, cada vez mayores stocks de información son

Page 212: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

administrados por gestores de cartera profesionales, siendo el corolario de este fenómeno

una susceptibilidad y volatilidad creciente en este tipo de mercados.

Los mercados financieros han adquirido una dinámica propia que implica una altísima

velocidad de reacción, paralelamente a una desvinculación cada vez mayor de la economía

real. Las transacciones financieras se efectúan a nivel mundial, volviéndose incontrolables,

lo que conduce a la limitación de las políticas económicas nacionales. La

internacionalización de las decisiones de inversión financiera implica que estas políticas

pueden quedar subordinadas al capital transnacional, mientras que las políticas de los

principales países que ejercen la hegemonía económica y política repercutirán

considerablemente sobre los precios que se sigan en dichos mercados financieros. Todo ello

implica que la política económica está sujeta a una permanente tutela y control por parte de

los "mercados".

La velocidad conque los mercados financieros experimentaron cambios estructurales,

innovaciones y reglamentaciones, afectó la eficacia de las políticas monetarias domésticas

en muchos países, haciendo menos predecibles sus resultados.

Para captar el alcance económico y político de las relaciones entre los mercados financieros

y la política monetaria hay que tomar en consideración las profundas transformaciones que

se han operado en los sistemas financieros de los países desarrollados. Transformaciones

que han afectado a mercados, instituciones e instrumentos. Estos cambios estructurales han

condicionado la evolución del diseño y formulación de las estrategias de política monetaria.

La dimensión adquirida por la globalización reflejó relevantes cambios estructurales en

cuanto a la liberalización de los movimientos internacionales de capitales que posibilitaron

el traslado de elevadas masas de capital de unos mercados a otros de forma muy rápida.

Esta agilidad en el traslado del capital tiene su correlato tecnológico en los espectaculares

avances en los sistemas de comunicación y tecnologías de procesamiento, almacenamiento

y transmisión de datos e informaciones. Estos han posibilitado el surgimiento de

innovaciones financieras caracterizadas por sofisticados productos y complejas técnicas de

análisis y gestión de carteras.

Sin embargo, el despliegue de toda la carga tecnológica que posibilita la movilidad

internacional de capitales a corto plazo y la creciente integración financiera internacional,

ha estado facilitada por la políticas de desregulación financiera de carácter neoliberal,

consistentes básicamente en la eliminación de controles sobre movimientos de capitales

transfronterizos y de límites sobre el tipo de interés.

La situación de los propios objetivos de la política económica en general, han sido alterados

por la globalización. Los mercados financieros bajo los efectos de la libre movilidad del

capital, penalizan las actuaciones de política económica que según sus criterios, no gozan

de la suficiente credibilidad. Para qué estas políticas sean creíbles, tienen que ser

"temporalmente consistentes", es decir, para cada situación determinada, la actuación

política implementada tiene que ser la "óptima". De ahí, que sólo las políticas que

garantizan la estabilidad de los mercados financieros son las que poseen su visto bueno

aprobatorio y tienen mayor viabilidad a través del entorno externo.

Page 213: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En concreto, por una parte predomina la estabilidad de los precios, objetivo al que deben de

subordinarse los restantes. Por otra parte, el alejamiento de la reducción del déficit público

implicaría el castigo inmediato por parte de los "mercados", los cuales hacen pagar una

prima de riesgo mayor sobre las tasas de interés. El margen de maniobra que poseen los

responsables de gestionar la políticas económicas domésticas se reduce en función de

priorizar la estabilidad macroeconómica, en un marco delimitado por la profundización del

proceso de liberalización y de desregulación económicas, que posibilita la mayor

potencialidad de acción por parte de la fuerzas del mercado en su afán de mejorar la

competitividad. Eufemismo que encubre la rentabilidad del capital que aprovecha las

nuevas condiciones impuestas para incrementar la explotación de la fuerza de trabajo ante

los cambios del patrón de acumulación.

Hasta principios de la década de 1980 en la mayoría de las economías desarrolladas

capitalistas se pensaba que existía un vínculo predecible entre el agregado monetario

elegido como objetivo intermedio de la política monetaria y los cambios en el ingreso

nominal. Sin embargo, la eclosión de innovaciones financieras a partir de mediados de los

años ochenta y la volatilidad de los precios de activos tales como divisas, títulos de deuda y

acciones, tendieron a reducir la estabilidad de la relación entre grandes agregados

monetarios y el PIB. El avance de la globalización financiera hizo que los mecanismos de

transmisión monetaria fueran cada vez menos predecibles, afectando negativamente a la

eficacia de la política monetaria. Debido a que la velocidad de circulación de los agregados

monetarios se volvió impredecible, sus tasas de crecimiento perdieron atractivo como

objetivos intermedios de la política monetaria y pasaron a ser un indicador más para la

autoridad monetaria, al igual que lo que pueden ser el crecimiento salarial o la variación en

el precio de las materias primas por ejemplo.

La estructura del sistema financiero se convierte así en un elemento crucial en la elección

del agregado monetario para la estrategia monetaria del Banco Central (Erias y Sánchez,

1998: 121-123). Esto es así porque la predictibilidad de la relación entre el PIB y las

distintas definiciones monetarias y de crédito depende de la estabilidad de las funciones de

ahorro, inversión y demanda monetaria.

Con estas consideraciones se trata de destacar que los cambios estructurales operados en los

mercados financieros afectan la estabilidad de la función de la demanda de dinero y alteran

el mecanismo de transmisión monetaria a través del cual las tasas de interés inciden sobre

la economía real. Estas consecuencias son el resultado en gran parte del avance en el

proceso de globalización de los mercados financieros, del crecimiento de los derivados

financieros y de la eliminación de las barreras que tradicionalmente separaban a

instituciones financieras y no financieras. Los avances tecnológicos en las comunicaciones

y el procesamiento de datos junto al proceso de desregulación han dado lugar a nuevas

formas de mantener la riqueza con un alto grado de liquidez.

Un gran impacto ha tenido la creciente integración y globalización internacional de los

mercados financieros sobre la capacidad y el margen de maniobra de la política monetaria y

sobre la eficacia de ésta. Esto ha determinado en parte la limitación del alcance de la teoría

monetarista que está basada en una visión convencional donde los bancos centrales definían

su curso de acción a partir de los datos que manejaban y basándose en el sistema de

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relaciones postuladas por la teoría económica neoclásica y en su experiencia práctica. Con

sus actuaciones trataban de incidir sobre la marcha de la economía, siendo el primer

eslabón, el sistema bancario y los mercados monetarios. Dicho eslabón funcionaba como

mecanismo más o menos complejo que transmitía los impulsos monetarios del Banco

Central al resto de la economía, sin producir ninguna reacción imprevista por sí solo. Esta

visión en el presente es prácticamente un anacronismo. Los mercados financieros han

adquirido una dinámica autónoma que puede reforzar la estabilidad monetaria pero en

ocasiones actúa contra ella (Padoa-Schioppa, 1996). La interacción entre los bancos

centrales y los mercados financieros, que suelen tener un carácter estratégico, es un aspecto

esencial en la implementación de las políticas monetarias.

La desregulación financiera internacional indujo a cambios importantes en la política

económica en general, al someterla a una exposición permanente al juicio de los mercados

financieros. En este nuevo contexto se producen pérdidas de soberanía de las políticas

macroeconómicas nacionales. Sin embargo, si bien la teoría monetaria de Friedman y los

monetaristas estaba anclada dentro de una concepción implícita que presenta a la política

macroeconómica como un ejercicio de regulación análogo al control ingenieril del

funcionamiento de un complejo mecanismo, no es menos cierto que cumplió y cumple con

la conformación de un nuevo "referente teórico" que refleja la recomposición hegemónica

del capitalismo financiero.

Toda la preocupación expresada por los gestores financieros está en correspondencia con lo

principios neoliberales y monetaristas en general. Por esto su proyección para priorizar la

desinflación, el control de las finanzas públicas, la reducción fiscal, la disciplina salarial, la

mejora de la competitividad vía precios, el mantenimiento del equilibrio externo, etc. Los

mercados financieros acaban imponiendo una visión de la política económica

antikeynesiana, subestimando el problema del empleo, que deja de ocupar un lugar

prioritario en la escala jerárquica de objetivos de política económica del capital financiero

internacional.

En un mundo donde las expectativas inflacionarias y las numerosas causalidades

macroeconómicas imposibilitan un cuerpo teórico inequívoco que permita determinar de

forma clara y cierta la orientación de la política económica, de lo que se deriva una

incertidumbre en cuanto a las normas de políticas posibles en beneficio de los intereses del

capital financiero, el monetarismo representó la base metodológica para la creación de

dicho "referente teórico".

Un "referente teórico" sería el conjunto de enunciados que constituye el cuerpo de doctrina

que resume el funcionamiento de la economía al cual se adhieren la mayor parte la opinión

pública económica. El surgimiento, consolidación y la transformación de los contenidos

abstractos que configuran dicho referente se entiende perfectamente si se tienen en cuenta

cuáles son sus soportes político-institucionales: aparatos del estado que emiten el discurso

oficial de política económica, círculos académicos que legitiman dicho discurso

otorgándole la condición de "científico", instituciones de formación de élites

administrativas y políticas, organismos y acuerdos internacionales (FMI, ALCA, etc.) que

refuerzan su hegemonía dándole un carácter universal y medios especializados que lo hacen

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llegar tanto a la comunidad financiera como al gran público, cuya aprobación legitimadora

no se puede ignorar.

La función primordial del "referente teórico" es hacer converger las representaciones de la

sociedad en una visión del mundo compartida. Es por lo tanto el conjunto de discursos que,

transmitido por los canales institucionales adecuados, establecen el carácter hegemónico e

incontestable de un modelo de funcionamiento de la economía que se acabará convirtiendo

en la norma de referencia en la valoración de lo que es una "buena" política económica.

Arias y Sánchez señalan en este sentido, que la formulación de los principios que inspiran

el funcionamiento de las relaciones entre variables económicas conduce a la prescripción de

la norma que se debe de seguir "para que todo vaya bien". Así pues, ante la complejidad de

la realidad económica, el referente ofrece un conjunto de representaciones que permite

emitir juicios de valor sobre lo que es bueno y lo que es malo y que orienten a los "agentes"

que se mueven en un entorno indeterminado.

Si a esto se añade la capacidad de los agentes del capital financiero posesionados en los

principales países capitalistas, para reaccionar en función de sus expectativas sobre el

comportamiento futuro de variables económicas relevantes, es inevitable que estos sometan

a las políticas económicas de los gobiernos subordinados a una especie de evaluación

continua y penalicen de forma rápida y contundente aquellas que no consideren correctas.

La disponibilidad en las pantallas electrónicas de un flujo continuo de información

económica, financiera e incluso política, junto a la rapidez con la que los operadores

traducen la nueva información en decisiones de compra y venta de una amplia gama de

productos financieros, resulta en una mayor capacidad de reacción de los "mercados", que

terminan ejerciendo un control activo sobre la políticas económicas nacionales.

La instrumentación de políticas económicas por parte de los gobiernos subordinados a los

países del capitalismo avanzado, a través de los organismos multilaterales que no se

atengan a los intereses de los grandes operadores internacionales en los mercados

financieros, están condenados a generar decisiones que pueden frustrar la consecución de

los objetivos conformados en un principio para la política económica. Sin necesidad de

llegar a este extremo, en el mejor de los casos probablemente obliguen a un

replanteamiento, reorientación o rectificación de dicha política. De aquí se deduce que los

procesos de transformación operados en los mercados financieros y su creciente integración

conduce a la perdida en la autonomía de las políticas económicas nacionales,

principalmente de los países subdesarrollados.

La desregulación financiera de la década de 1980 colocó en manos del capital financiero

controlado en primer lugar por los Estados Unidos la tutela de la política económica en

grandes zonas económicas del mundo, situando a numerosos gobiernos ante la disyuntiva

de satisfacer las exigencias de la ortodoxia neoliberal en vigor, o de incurrir en fuertes

penalizaciones a través de ajustes cambiarios, inviabilidad de los sistemas de tipo de

cambio fijos, aumento de la volatilidad de los precios de los activos financieros, etc. El gran

capital financiero, a través del alto grado de liberalización financiera de los mercados

castigaron a aquellos países que no formularon objetivos claros de estabilidad en

concordancia con las recetas neoliberal monetaristas. En este contexto de integración

financiera los "mercados" juzgarán la política monetaria atendiendo al objetivo que persiga,

Page 216: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

y efectuará un seguimiento continuado de la política macroeconómica, fundamentalmente

de la política fiscal, también en correspondencia con el disciplinamiento fiscal monetarista.

Por otra parte, los operadores en los mercados financieros no pierden de vista en ningún

momento los resultados alcanzados por el Banco Central y hacen llegar "consejos" a esta

institución por dos vías: primero, sus opiniones acerca del comportamiento de las

autoridades monetarias. Concretamente, somete a una evaluación continua la política

monetaria. Estos criterios llegan inmediatamente a la mesa del despacho del gobernador del

Banco Central gracias a los modernos sistemas de comunicación. Segundo, los precios de

los activos financieros que se constituyen en señales de un sistema que se retroalimenta en

el cual los "mercados", primero, recomiendan (predicen) lo que los bancos centrales

deberían hacer (haran) y luego recompensan si se siguen sus indicaciones al pie la letra.

Con la globalización el mecanismo de transmisión monetaria se vuelve más complejo, los

impulsos monetarios se difunden por una más amplia gama de mercados, los canales de

transmisión son más difíciles de identificar y la estimación de los efectos de las acciones

discrecionales es más complicada. Para la eficacia de la política monetaria lo más

importante no es el aumento del número de canales de transmisión, lo realmente

significativo es el "sesgo" cada vez mayor introducido por las expectativas de los mercados.

Desde el punto de vista de la naturaleza del mecanismo de transmisión de la política

monetaria, dicho sesgo tiene dos implicaciones fundamentales: primero, la transmisión del

impacto de la política monetaria se produce a través de los efectos confianza. Una

desviación discrecional de una clara política antiinflacionista es penalizada con la salida de

capitales. Segundo, las expectativas inciertas se traducen en una alta volatilidad en los

precios de los activos.

Los bancos centrales optan por instrumentos orientados hacia el mercado y por

procedimientos que permitan una política monetaria con una alta calidad en la

"señalización" de las intenciones ortodoxas del Banco Central.

Para comprender la naturaleza del capital financiero y los límites que impone a la soberanía

de la política monetaria nacionales de la periferia capitalista, hay que tener en cuenta que en

los mercados financieros actuales existe un reducido número de participantes con el tamaño

suficiente para condicionar la evolución de aquellos. Los gestores de las grandes carteras

están en permanente contacto, intercambian sus puntos de vista y pueden actuar de forma

coordinada. El peso hegemónico en las finanzas internacionales de este grupo es de tal

magnitud que no sólo permite desafiar a los bancos centrales de determinados países, sino

que también se pronuncian sobre determinados procesos de carácter político económico e

incluso tienen capacidad de alterar el curso de estos. La reciente trayectoria de la políticas

monetarias de algunos gobiernos de centro-izquierda en la América Latina patentizan lo

anterior.

Recomendaciones de Política Fiscal.

Según la macroeconomía convencional, la misma se encamina hacia la consecución de tres

objetivos a través de la política macroeconómica, supuestamente de manera independiente

de la visión teórica que la determine: alto empleo, precios estables y un rápido crecimiento

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económico, los cuales definen lo que se considera eficiencia económica. Las diferencias

estriba en cómo llegar a ellos, en algunos casos la búsqueda de estos objetivos implica una

desigual distribución del ingreso, lo que provoca un conflicto de fines entre el dualismo

eficiencia-equidad.Este dualismo está detrás del debate acerca de la política fiscal. Si priva

el objetivo de la eficiencia sobre el de equidad, la justificación del papel del estado va a ser

totalmente distinta del que sería a la inversa.

Friedman inicia un debate contra la política fiscal de inspiración neokeynesiana. Las

diferencias radicaban fundamentalmente en el ámbito político y filosófico más que en

problemas técnicos, en donde la valoración por parte de Friedman del legado de Keynes es

mucho más positiva (Friedman, 1988: 26), aunque cuestionó también algunos problemas

técnicos.

El procedimiento keynesiano de estimular la demanda tenía en sentido general dos pasos: el

primero era un incremento de la renta producido por un aumento del gasto autónomo

público o por una disminución de los impuestos, que estimulara el consumo privado.

Segundo, se corrige la subida de la tasa de interés provocada por la financiación del déficit

presupuestario a través de un aumento del oferta monetaria.

Friedman critica ambos pasos. En primer lugar plantea que un aumento del gasto público se

realiza a costa del sector privado a través de los impuestos, por lo que se producirán

cambios en la nueva composición del gasto pero sin variación en el volumen del mismo. En

segundo lugar, si el déficit presupuestario se financia a través de la emisión de créditos, la

subida de las tasas de interés neutralizará el efecto final, y la pretensión de equilibrar la tasa

de interés a través del aumento del oferta monetaria es un error técnico al no diferenciar los

términos reales de los nominales, que provoca ignorar el efecto del "overshooting", el que

consiste, en una dinámica de ajuste entre el dinero y la inflación en correspondencia con la

existencia de expectativas adaptativas, que al producirse un cambio en la tasa de expansión

monetaria, la tasa de inflación inicialmente cambia más que proporcionalmente. Esto tiende

a negar el rol de la demanda dinero de amortiguar los cambios monetarios.

Asumiendo una perspectiva desde sus antecedentes en el pensamiento económico

contemporáneo y partiendo de su concepción alrededor de la existencia del pleno empleo,

la teoría neoclásica sostenía que los cambios en la política fiscal eran intrascendentes para

la determinación de la producción y el empleo. La política de gastos e ingresos del estado

sólo puede alterar la composición del producto y del empleo total entre el sector privado y

el público, desplazando recursos productivos de un sector a otro. La política fiscal en sí

misma es estéril, dado que un déficit presupuestario es equivalente a un aumento en la tasa

de impuestos en el futuro, lo cual conduce a una disminución del gasto en consumo que

neutralizará el impacto del déficit sobre el gasto agregado. A su vez, la velocidad de

circulación del dinero al ser estable, supone que sólo los cambios monetarios son capaces

de modificar la demanda agregada.

Sin embargo, para Keynes lo que caracteriza a la economía capitalista no es el pleno

empleo, ni la velocidad de circulación del dinero es estable, ni el déficit público es

necesariamente una promesa de mayores impuestos ya que puede incentivar la producción

y ésta a su vez, generar mayores ingresos sin cambios en la tasa impositiva.

Page 218: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Aunque en realidad en su "Teoría General" no le dedicó mucho espacio a la política fiscal,

de su esquema conceptual se concluye que la política fiscal no sólo constituía un valioso

instrumento de regulación de la demanda agregada, sino también que, en determinadas

circunstancias, podía ser más eficiente que el instrumento monetario para tal propósito.

Estas circunstancias son, en primer lugar, cuando los cambios monetarios son neutralizados

por un desplazamiento en la preferencia por la liquidez de manera que la tasa de interés se

mantiene invariable (trampa de la liquidez). Y en segundo lugar, cuando la inversión es

insensible a los cambios de la tasa de interés. Estas dos posibilidades de bloqueo del

mecanismo monetario hicieron que Keynes fuera escéptico con relación al éxito de una

política puramente monetaria.

Para Keynes un aumento del gasto público que no sea acompañado por una elevación

correspondiente de los impuestos, o lo que es técnicamente igual, una disminución de

impuesto no acompañaba por un descenso de los gastos públicos, produce una expansión de

la demanda agregada. Esto significa que es la expansión del déficit fiscal lo que conduce a

una ampliación de la demanda global y de la actividad económica. Por su parte, una política

monetaria expansiva ópera reduciendo la tasa de interés, lo que estimula la inversión, la

demanda efectiva y el aumento del empleo y la producción.

El monetarismo por su parte, retomando las posiciones de la teoría neoclásica, planteó que

el déficit del sector público por sí solo, no tiene relación con la demanda agregada. La clave

del problema no es el déficit en sí mismo, sino su forma de financiamiento. Si la

financiación del déficit se hace mediante préstamos del público, entonces no habrá

incremento de la demanda agregada, ya que la expansión de la demanda como resultado de

un aumento del gasto público o de la disminución de impuestos, es contrarrestado por la

disminución de la demanda ocasionada por el descenso de la inversión privada.

La otra alternativa es financiar el déficit con préstamos del Banco Central a través de un

aumento de la emisión monetaria. En este caso, si se produciría una expansión de la

demanda debido a que las variaciones fiscales, como el aumento del gasto público o

disminución de los impuestos, no estarían anuladas por la disminución de la inversión

privada. Sin embargo, la ampliación de la demanda no sería atribuible a la política fiscal

sino a la política monetaria que permitió el aumento de la oferta monetaria. Por tanto, para

el monetarismo, si no se hubiese producido ningún cambio fiscal y se hubiese aumentado la

oferta monetaria por medio de operaciones de mercado abierto, préstamos de reservas a los

bancos o disminución del encaje sobre depósitos, el resultado sobre la demanda agregada

habría sido el mismo. Es decir, para el monetarismo, la política fiscal sólo produce cambios

en la demanda agregada, sólo si van acompañados de cambios monetarios. Sólo la política

monetaria es importante.

Para los monetaristas, los impulsos fiscales no afectan el ingreso de forma duradera, pero

pueden eventualmente, influenciarlo en el corto plazo. En efecto, consideran que los gastos

del gobierno financiados por el préstamo público o los impuestos, sólo sustituyen un

volumen aproximadamente igual al de los gastos privados en consumo e inversión, por lo

que la producción y el ingresos sufren una modificación mínima.

Page 219: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Después del análisis técnico acerca de la ineficacia de las políticas de estimular la demanda

si no entran en juego a la vez medidas monetarias, Friedman aportó estudios empíricos que

aunque no fueron definitivos acerca de la superioridad de la política monetaria sobre la

fiscal, lograron que dentro de la comunidad científica y en el gobierno, se inclinará la

balanza hacia el reconocimiento de la mayor eficacia de la política monetaria.

En este sentido Friedman contó con los estudios realizados por el Banco de la Reserva

Federal de San Luis sobre la determinación de que política es más poderosa, predecible y

rápida. Además de sus propios trabajos en los que compara la inflación registrada en

Estados Unidos durante tres períodos en tiempo de guerra con la idea de dilucidar si los

movimientos de los precios se explican mejor con los indicadores monetarios o con los

fiscales. También el trabajo que realizó con David Meiselman comparando los poderes

predictivos de los modelos monetario y fiscal y por último la revisión de la historia

monetaria de los Estados Unidos en colaboración con Anna Schwartz. Todos los trabajos

tienden a sostener que las medidas fiscales sólo producen un efecto leve y temporal en la

economía, al no ser que vayan acompañadas de cambios monetarios. En sentido general

todos apuntaban a hacer creer que los cambios monetarios son más fiables que los fiscales.

Desde el punto de vista político, Friedman se oponía al planteamiento keynesiano sobre el

papel activo ejercido por el gobierno en el ejercicio de la política económica en la búsqueda

de un mayor nivel de bienestar y equidad funcional a los intereses de la élite en el poder del

sistema capitalista. Todo esto desvirtuaba el núcleo de la filosofía política neoliberal acerca

del papel del individuo (homo oeconomicus), el "laissez faire", etc., como ya fue analizado

anteriormente.

En contraposición a la justificación teórica que ofrece el sistema keynesiano y a su respaldo

político ofrecido por el "New Deal", Friedman consideró que el mismo conllevó a un gasto

estatal demasiado elevado y que el déficit se debería reducir limitando el gasto más que

aumentando los impuestos. El "New Deal"posibilitó la puesta en práctica de numerosos

programas en distintos campos de la vida social y económica genéricamente resumidos con

el término de "Welfare State". Su quiebra expresó el cuestionamiento de un estilo de

asistencia e intervención del estado en la vida económica y social y supuso la ruptura de la

ambigua alianza entre el trabajo y el capital en el logro de objetivos aparentemente

compatibles.

Friedman consideró que el método más efectivo para contraer el gasto del gobierno es a

través de una enmienda constitucional, que asi estaría por encima de cualquier presión

política. Esta propuesta ha sido la guerra que Friedman ha librado durante muchos años. En

1975 entró a formar parte del NTLC (National Tax Limitation Committee) que buscaba la

adopción de limitaciones constitucionales al gasto, con la idea de crear un estado de

opinión con suficiente fuerza para entrar en el Congreso de Estados Unidos. Su

planteamiento era la reducción del gasto a toda costa. Por dos veces, en 1982 con Reagan y

en 1994 con Clinton, se quedó a un solo voto de ser aprobado.

Friedman sostiene que la misión del mercado es la asignación eficiente de los recursos, y en

la medida en que realiza esta labor, también lleva a cabo una distribución de la renta. Lo

Page 220: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

que Friedman no admite es que una vez ejecutada esta distribución, se redistribuía la renta

por medio de la política fiscal, procedimiento que es ajeno a las "leyes del mercado".

Sobre la base anterior, se proponen en consecuencia toda una serie de medidas fiscales que

gravitan en la visión neoliberal acerca de la condición del hombre como ser que asume

riesgos en sus decisiones, lo que sustenta a su vez la justificación de la no intervención

estatal en favor de la igualdad de oportunidades y de la distribución de renta final como un

pago a esos riesgos asumidos. Así se proponen la eliminación de los impuestos progresivos

por un impuesto fijo, el desmantelamiento de la seguridad social y en su lugar la

privatización de las pensiones de jubilación y la eliminación de los seguros de desempleo

los que serán sustituidos por impuestos negativos. Eliminación de los subsidios a la sanidad

sustituyéndose por seguros privados. La eliminación de los subsidios a la vivienda

sustituyéndose por los impuestos negativos. Eliminación de los subsidios a la educación

pública sustituidos por "cheques educativos" para los pobres. El eliminación de los

subsidios a la educación superior sustituyéndose por la privatización de la misma y un

sistema de "créditos educativos" para los pobres.

La argumentación de estas propuestas no se ha basado primordialmente en la teoría

económica. La economía positiva no le ha aportado razones convincentes en favor de

determinada política, lo cual le ha obligado a asumir valores normativos en

correspondencia con el credo neoliberal para obtener argumentos persuasivos en favor de

dichas propuestas.

Para que las razones positivas tengan el carácter científico necesario según los presupuestos

metodológicos del propio Friedman, éstas tienen que estar acompañadas de predicciones

estadísticas que garanticen las conclusiones alcanzadas. Pero Friedman no logra aportar

ningún basamento empírico. Sus procedimiento ha sido el de recurrir a ejemplos pasados

que supuestamente le proporcionan un conocimiento de las regularidades empíricas, pero

sin un estudio de las consecuencias efectivas que ocasionaría la aplicación de esta

propuestas.

Sin entrar a hacer valoraciones sobre el carácter reaccionario y retrógrado de tales medidas,

en lo que significan de retroceso de las conquistas alcanzadas por las grandes mayorías de

la sociedad, y siguiendo los presupuestos metodológicos de la propia economía

convencional, es correcto señalar que en el campo de las medidas de bienestar social no se

han tenido en cuenta los problemas de información asimétrica que impiden que la

información de que se dispone en el mercado no es perfecta ni aproximada, por lo que el

riesgo se convierte en incertidumbre y ante esta es imposible defenderse con seguros. La

imposibilidad de cubrir las múltiples contingencias que pueden ocurrir justificaría por sí

sola la existencia del sistema público.

La escasez de estudios empíricos en el debate de las pensiones de jubilación y subsidios al

desempleo y en general a los distintos subsidios, en donde no existen estudios de las

condiciones antes y después de las medidas a aplicar, ni sobre la multitud de factores reales,

invalida la efectividad de la propuesta neoliberal según sus propios presupuestos

metodológicos.

Page 221: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Ante el dualismo entre la eficiencia y equidad, al no poder llevar el argumento de la

eficiencia hasta sus últimas consecuencias desde el punto de vista empírico, Friedman da

mayor relevancia al plano normativo de la política fiscal. Pero, al eliminar la equidad en el

sentido de la redistribución de la renta, reduciendo la igualdad de oportunidades ("free to

choose"), justifica lo injustificable con los supuestos de la primacía de la libertad individual

y su concepción del juego en el hombre como tomador de riesgos en el marco del

mecanismo de mercado para lograr la eficiencia económica, es decir, el capitalismo salvaje.

En la literatura crítica acerca del monetarismo, al abordarse el análisis crítico de la

implementación de las recomendaciones de la política fiscal, abundan las caricaturas

simplificadas acerca del proceso de elaboración de esta política, asumida por el enfoque

normativo monetarista, como si fuera un problema de "control óptimo" como si se tratara

de un procedimiento técnico afín con la ingeniería. En esta caricatura, se subestima la

capacidad analítica neoliberal monetarista y se pretende mecanizarla rudimentariamente

como si verdaderamente sólo intentará lograr la optimización de una función sujeta a un

conjunto de restricciones que vienen dadas por la disponibilidad de recursos y las

posibilidades de la tecnología. Creyendo ingenuamente en la versión tecnocrática de la

solución del problema como si consistiera en la maximización condicionada de la función

de un óptimo de primer orden alcanzable en un mundo ideal en el que los mercados son

perfectamente competitivos, se le hace el juego al supuesto neoliberal de que las decisiones

se toman con el objeto de resolver un problema de elección. La autoridad económica queda

entonces contemplada como una especie de "planificador social" que máximiza una función

del bienestar social perfectamente definida: la estabilidad monetaria, que, además, coincidía

con la función de utilidad del "agente representativo de la economía", es decir, para un

contexto socio-económico de homos oeconomicus perfectamente racionales.

Resulta obvio que tal simplificación, es por lo menos, poco realista. Pero lo peor de tal

esquema caricaturesco, es que impide reconocer que la formulación e instrumentación de la

política fiscal monetarista se hace por autoridades económicas perfectamente conscientes

de su doble condición de agentes económicos y políticos, conocedores e intérpretes de

múltiples condicionamientos que derivan de contextos sociales, políticos y culturales

específicos.

Para dar cuenta de los efectos que se derivan de dichos contextos en función de los

intereses de los grupos hegemónicos que en última instancia, definen la "función objetivo"

a conseguir, es imprescindible, y así lo hacen, tener presente la naturaleza estratégica de las

relaciones que se establecen entre los actores de la escena político-económica. En este

sentido, la implementación de la política fiscal es planteada dentro de la interacción

estratégica entre las fracciones y grupos que mantienen la hegemonía política, es decir, el

conjunto de sujetos que constituyen si no la totalidad, al menos los sectores económicos,

financieros y políticos con capacidad de gestionar la economía nacional dentro de la visión

estratégica neoliberal. Es por estas razones que se requiere contextualizar desde una

perspectiva de clase, los determinantes que inciden sobre la construcción de la política

económica.

Page 222: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La contextualización crítica de la política económica.

A partir de la incomprensión de muchos economistas de los más variados tintes

ideológicos, de los que no se excluyen una parte de la corriente crítica, sobre la naturaleza

social, es decir, de clase, del estado y de su papel en la economía, existe una creencia

bastante generalizada a circunscribir las soluciones de la política económica a un nivel

puramente conceptual e instrumental, dentro del marco de una racionalidad económica

abstracta o como resultado de decisiones de expertos de gobierno cual suponemos "gurúes"

de la conducción económica.

Desde el punto de vista de la macroeconomía convencional, la política económica se reduce

al estudio del conjunto de objetivos a alcanzar en un determinado período de tiempo, así

como al análisis de los diferentes instrumentos necesarios para lograrlos. Se discuten en

este sentido objetivos a corto plazo como son la estabilidad de precios, pleno empleo y

equilibrio de la balanza de pagos, y objetivos a largo plazo, como es el crecimiento

económico.

Es obvio que existen evidentes insuficiencias en el tratamiento teórico y metodológico

sobre el tema de la política económica, al circunscribirlo al limitado plano del análisis al

que se ha reducido por lo general a través del manejo tradicional de la macroeconomía

convencional. La bibliografía sobre el tema se remite a delimitaciones convencionales y a

un manejo categoríal aceptado por definición, cuya difusión y aplicación parece haberlas

eximido de todo cuestionamiento crítico, el cual esta ausente en la base conceptual de la

producción de conocimientos de política económica.

Lo anterior evidencia la limitación y la deficiencia que implica asumir acríticamente la

versión analítica de la política económica de la macroeconomía convencional, que

desarrolla exclusivamente su contenido económico. El limitado contenido economicista que

caracteriza este enfoque, parte de la convicción de que la política económica es una

cuestión básica y estrictamente "técnica". Según esta interpretación, el análisis de la política

económica carece de la posibilidad de abstraer de sí misma elementos teóricos científicos

como fundamento de las decisiones. Simplemente la política económica se conceptualiza

como un conjunto de practicas que entrañan juicios de valor según el "deber ser" de las

acciones que se adoptan. Así, la interferencia de elementos ideológicos a través del manejo

de valores, creencias y preferencias, falsea el carácter clasista de la política económica,

brindándose una imagen de aparente neutralidad de la misma, en donde las decisiones

parecen funcionar en la práctica como resultado de un proceso de prueba y error, de

racionalidad.

En los términos en que es presentada la elaboración de la política económica, no posibilita

su análisis objetivo, sino que habría que entenderla exclusivamente tal como lo desean los

"hacedores" de la misma. Ésta tendría entonces un carácter normativo y sería considerada

como un arte o una simple técnica, que encubriría su carácter de representación ideológica

ocultadora de las contradicciones económicas del sistema y por tanto de la necesidad de

fortalecer las relaciones dominantes que la caracterizan. Desde este punto de vista, la

concepción de la política económica como técnica, conjunto de instrumentos o arte de

tomar decisiones, sólo sirve a la clase burguesa cuya ideología es dominante y que está

Page 223: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

interesada en desconocer las leyes que determinan la reproducción del capital y el papel

regulador del estado al respecto.

El análisis crítico de la política económica significa reconocer que su objeto está inscrito en

el campo científico que trata de determinar las leyes y tendencias emanadas del estudio

histórico y materialista del desarrollo capitalista. Desde la perspectiva de la crítica de la

economía política, los elementos técnico-instrumentales aportados por la macroeconomía

convencional no constituyen fuentes primarias ni los límites para el tratamiento científico

de la política económica, sino formas de manipular y justificar una realidad histórica en la

cual el poder se asocia en última instancia a la necesidad de la reproducción del sistema. El

poder no es un dato ni se puede relativizar su ejercicio a un simple manejo instrumental en

función de fines económicos. Por el contrario, hay que condicionarlo en su relación con las

estructuras sociales y políticas en que descansa.

Hay que tomar en cuenta que durante el período de entreguerras se había producido la crisis

más profunda de la historia del capitalismo, expresión de la crisis del mecanismo

económico capitalista y de su transformación cualitativa. En este período, la regulación

macroeconómica a través de los instrumentos de la política económica se transformó en una

necesidad para el manejo de las proporciones globales. De hecho, en realidad se trata de la

regulación monopólista estatal de la economía capitalista desarrollada sobre la base de las

relaciones monopólistas de estado, que elevan la importancia de la política económica,

como elemento del mecanismo que expresa las tendencias del desarrollo del factor

subjetivo en el proceso de regulación (Rodríguez, 1991: 175-176).

Dentro del proceso de regulación económica la intervención del factor subjetivo no resta

objetividad a la acción de las leyes económicas. Lo subjetivo se transforma en consciente

en el capitalismo monopolista, por lo que se introducen elementos de dominio del hombre

sobre sus relaciones de producción. La regulación, expresión de la influencia mutua entre lo

objetivo y lo subjetivo no significa una contradicción con el carácter objetivo del

mecanismo económico. Lo subjetivo, consciente o no, es siempre un reflejo de la acción

objetiva de las leyes económicas. El desarrollo del proceso de regulación económica se

produce desde la regulación espontánea a la regulación consciente, a través de formas que

van expresando el acrecentamiento de la influencia del factor subjetivo en dicho proceso.

La política económica y las formas económico-organizativas que derivan de la misma,

pueden convertirse, dado un determinado grado de madurez del mecanismo en un factor

decisivo.

Sin embargo, como bien ya ha sido apuntado (Lichenztejn, 1986: 121-122), la elaboración

y concreción de la política económica no es un proceso mecánico ni su racionalidad está

acotada por una visión sólo de enfoques y estructuras de poder. Diferentes problemas y

conflictos gravitan sobre las definiciones que conforman el debate sobre la viabilidad

política. Por esto, la valoración de las experiencias de política económica constituye una

tarea compleja, pues entran en ella factores que relacionan los planos económicos y

políticos de las relaciones sociales. Siendo así, la política económica expresa una relación

determinada entre el estado y los procesos económicos y entre el estado y la fuerzas

sociales de clases, o sea, debemos considerarla en el plano de la inclusión del estado en el

proceso mismo de producción y circulación de mercancías y además, como expresión de

Page 224: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

determinadas correlaciones de clases que tienen dentro del estado canales de manifestación

(Solís y Sánchez, 1986: 35).

Es necesario tomar en cuenta esta doble determinación: la derivación del propio proceso

económico y del lugar que ocupa el estado en el mismo, y por otra, como resultado de la

interacción de fuerzas en la esfera política que se relacionan desigualmente y de forma

contradictoria entre ellas mismas y de ellas para con el estado. La política económica se nos

presenta así no como un proceso lineal, funcional, instrumentalizado y exento de

contradicciones, sino como resultado de las modalidades de la acumulación de capital y de

la dominación política de clases. Sólo así se lograría comprender la acción del estado no

solamente como relación existente entre la esfera económica y la esfera política, sino

también en su inserción de la economía del país en el sistema capitalista mundial (Solís y

Sánchez, 1986: 36).

La comprensión de la política económica no puede entonces hacerse sobre una frontera

difusa entre lo económico y lo político sino que requiere una correspondencia precisa entre

ambos planos de las relaciones sociales. El significado último de esta articulación se

comprende según los objetivos perseguidos. Ante todo hay que reivindicar la índole

económica de dichos objetivos. El tomar en cuenta de que la instancia política se mueve

con referencia a la solución de una problemática económica, es una afirmación esencial. La

política económica como esfera específica de conocimientos debe interpretarse partiendo de

un accionar dirigido a corregir o reforzar el funcionamiento económico.

Por supuesto, que esto no contradice el hecho de que la misma política económica hay que

entenderla como la formulación de decisiones emanadas desde el poder político constituido,

cuya máxima expresión es el estado. Por lo cual sus objetivos económicos están

estrechamente relacionados con la defensa de la unidad estructural en la que se basa ése

poder. Es decir, al propender al logro de determinados objetivos económicos, la política

económica está fijando al mismo tiempo precisos objetivos políticos. Sus propósitos se

comprenden no sólo por su papel atenuador de ciertos problemas económicos, lo cual sería

su aspecto u objetivo económico explícito, sino también por su papel de salvaguardar la

cohesión política de la estructura del poder burgués, lo cual sería su aspecto u objetivo

político implícito.

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Capítulo 10. El Neomonetarismo: La Nueva Macroeconomía Clásica.

Introducción.

El desarrollo intenso de los procesos estanflacionarios durante la crisis de los años setenta y

el consiguiente agotamiento del análisis de la síntesis neoclásica-keynesiana, demandaron

la reconceptualización fundamental de los conceptos teóricos alrededor del comportamiento

de los participantes en el proceso económico. Una de las características más importantes del

desarrollo de la teoría macroeconómica durante estos años, se centró en el papel de las

expectativas inflacionarias. La consideración de las expectativas de dichos participantes

alcanzó particular relevancia a partir de las condiciones de saltos bruscos de la coyuntura y

de grandes variaciones de precios y tasas de interés en un marco de aumento de la

inestabilidad de la economía capitalista.

Según Keynes, los cambios en la intuición de los agentes económicos en relación con el

futuro constituyen una causa importante de los desequilibrios producidos dentro de un

sistema de mercado. Para la síntesis neoclásica-keynesiana, la ilusión monetaria de los

trabajadores explicaba los movimientos en el nivel de empleo, sucediendo una relación

inversa entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación, o sea, la curva de Phillips.

En contra del anterior argumento, el monetarismo plantea que tales desequilibrios son

privativos fundamentalmente del corto plazo, para el largo plazo, en la medida que los

agentes recaban más información, corrigen sus expectativas y el sistema vuelve al

equilibrio. Así, Friedman sustentó que la curva de Phillips era válida sólo para el corto

plazo y que para el largo plazo desaparecía la ilusión monetaria.

Basándose en una hipótesis sobre el comportamiento de las expectativas, planteada a

inicios de la década de los años 60, una serie de economistas cercanos a la ortodoxia

monetarista, señalaron que los agentes económicos utilizarían la información existente de

manera óptima, en correspondencia con la lógica del enfoque neoclásico más depurado.

Para los mismos, los desequilibrios económicos fundamentales no pueden explicarse ni

siquiera para el corto plazo a partir de la ilusión monetaria de los trabajadores. Los

desequilibrios de corto plazo deben explicarse en base a una fundamentación

microeconómica dentro del marco del sistema de mercado considerado. La denominación

utilizada por ellos mismos, contentiva de una fuerte carga definitoria fue la de Nueva

Macroeconomía Clásica.

El adjetivo "nueva" indica que no se trata pura y simplemente de una vuelta atrás, aunque

tampoco una ruptura con el monetarismo. Por el contrario, la ambición explícita de estos

neomonetaristas era proporcionar fundamentos teóricos más sólidos a las propuestas y

políticas económicas avanzadas por Henry Simons, Milton Friedman y los monetaristas de

Chicago. Con la designación de "macroeconomía", los representantes de este enfoque

desean expresar que los agentes económicos en sus modelos toman en consideración todas

las condiciones que gravitan sobre su acción optimizadora en la elaboración de sus

expectativas. Por la parte del término "clásica", se desea constatar que se trata de la

continuidad con el enfoque basado en la teoría "neoclásica". Su denominación por tanto,

obedece a una voluntad de renovación sobre la base de perfeccionar la formalización del

Page 226: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

enfoque duro de la teoría neoclásica, a través de la defensa a ultranza del equilibrio

económico y el vaciado de los mercados.

La misma ha sido considerada como la "segunda ola" de la contrarrevolución monetarista, o

sea, una variante más radical del monetarismo ( Matyas, 1985: 569). En este sentido

también ha sido utilizado el término "neomonetarismo" ( Screpanti y Zamagni, 1997: 326)

por su vinculación explícita al monetarismo tradicional, del cual sólo lo distinguen su

mayor refinamiento del planteamiento teórico y metodológico y su mayor extremismo en

política económica.

Su máximo representante, Robert Lucas, insistió en introducir "el dinero dentro de un

modelo dinámico neoclásico de modo que sea posible restablecer en términos actuales la

teoría cuantitativa del dinero, de la inflación y del interés" (Lucas, 1988: 87). Así pues, la

Nueva Macroeconomía Clásica no constituye un enfoque teórico y político económico

desconectado de la trayectoria del pensamiento económico moderno, sino que por el

contrario, está insertada en la tradición del liberalismo y el neoliberalismo económico,

suponiendo una vuelta renovada, "nueva", y aún más radical, al núcleo duro de la ortodoxia

neoclásica, pasando por el camino intermedio del monetarismo. Los nuevos

macroeconomistas clásicos parten del pensamiento neoclásico y su derivación monetarista,

conformando una de las más formalizadas conceptualizaciones económicas del

neoliberalismo de finales del siglo XX.

La Nueva Macroeconomía Clásica se ha constituido en una escuela de pensamiento

económico con diversos campos de estudio en áreas como la teoría de la política monetaria,

la modelización del ciclo de los negocios, la formalización de las predicciones económicas,

los microfundamentos del análisis macroeconómico, etc. Al intentar definir los principios

básicos en que se sustenta este enfoque teórico, Usabiaga y Ókean (1994: 55-56) constatan

que cubren un amplio espectro que va desde el ámbito metodológico hasta el terreno

instrumental o aplicado. Según su consideración, partiendo de los aspectos más genéricos y

concluyendo por los más instrumentales, pudiera contarse con lo siguiente principios:

1. Existencia de agentes optimizadores. Casi todos los aportes de este enfoque se basan en

funciones microeconómicas que reflejan soluciones optimizadoras por parte de agentes

individuales, las cuales constituyen los microfundamentos de la macroeconomía. "Los

desarrollos recientes más interesantes de la teoría macroeconómica consisten, desde mi

punto de vista, en la reincorporación de problemas de carácter agregado, tales como la

inflación y el ciclo económico al marco general de la teoría "microeconómica". Si estos

desarrollos tuviesen éxito el término "macroeconomía" dejaría de utilizarse y el calificativo

"micro" pasaría a convertirse en algo superfluo" (Lucas, 1988: 123).

2. Los agentes responden a factores reales al tomar sus decisiones económicas reales. Las

decisiones económicas en el sector real sobre el ahorro, el consumo, la inversión, etc., se

basan únicamente en factores no monetarios, o sea, en valores deflactados de las variables

pertinentes, sin ilusión monetaria.

3. La construcción de los modelos se basa en condiciones de equilibrio en las que se

produce el vaciamiento continuo de los mercados.

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4. Contiene un enfoque optimizador en el ámbito de las predicciones, formalizado a través

de la hipótesis de las expectativas racionales de Muth. Supone que los agentes realizan

predicciones óptimas según la información disponible, sin aceptar la posibilidad de errores

de predicción sistemáticos.

5. Papel determinante de las señales de precios en el desempeño económico.

6. Supuesto de información imperfecta o incompleta. Ejemplo de esto lo constituye la

"economía de islas" de Lucas, donde los agentes tienen limitado el acceso a la información

acerca del nivel de precios a los de su propio mercado.

7. Aceptación de la hipótesis de la tasa natural de desempleo de Friedman y Phelps, pero a

través de la versión más radical de Lucas, según la cual el desempleo no puede mantenerse

ni a largo ni a corto plazo inferior a la tasa natural por motivo de medidas de política

económica de control de la demanda agregada anticipadas por los agentes económicos.

8. Consideración de la función de oferta de Lucas, la cual relaciona el output agregado con

la "sorpresa" de precios.

9. Existencia de un mercado de trabajo con flexibilidad salarial, agentes con elevada

capacidad de sustitución intertemporal entre ocio y trabajo, y desempleo voluntario.

En sentido general, la base fundamental de la Nueva Macroeconomía Clásica consiste en la

hipótesis de las expectativas racionales, la cual supone la optimización neoclásica en el

ámbito de la predicción económica. La misma se realizaría a través de agentes que

mediante el acceso y uso de la información necesaria, realizarían predicciones ajustadas. La

instrumentación de las expectativas racionales se presenta como un avance en la

modelización de las predicciones económicas con relación a los modelos de expectativas

extrapolativas y adaptativas dentro de la modalidad autorregresiva, que fueron empleados

profusamente en los años 50 y 60 del siglo pasado. A pesar de las dificultades que ha tenido

la hipótesis de las expectativas racionales por su falta de respaldo empírico, los nuevos

campos de investigación que ha sugerido y los resultados a que ha conducido dentro de la

modelización macroeconómica, la han mantenido como pivote básico del sostenimiento del

programa neomonetarista.

Al presuponerse un marco de flexibilización máxima de las relaciones de mercado, se

considera que el sistema económico alcanza para cada momento dado una utilización

óptima de todos los recursos económicos, en plena correspondencia y fidelidad absoluta a

los principios del análisis neoclásico. Se supone que el mercado establece el equilibrio entre

oferta y demanda y que las oscilaciones cíclicas de la actividad económica son producidas

por los atrasos estables en la percepción de la información. Entre las pocas variables

económicas importantes que no están regidas directamente por las fuerzas del mercado, se

encuentra la oferta monetaria. De ello se deriva, en conjunción con las tesis neoclásicas,

que es precisamente los cambios en la oferta monetaria el factor que puede provocar, no

sólo la dinámica de los precios, sino también cambios en la economía real. Para la Nueva

Macroeconomía Clásica, una de las principales deficiencias en la antigua versión del

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análisis neoclásico consiste en que el "hueco negro" entre la esfera de la circulación

monetaria y los procesos que operan en el sector real del economía.

Las acciones de los agentes en el proceso económico están subordinadas a la maximización

de la funciones individuales de utilidad dentro del marco de un sistema de precios flexibles,

utilizado como una de las principales fuentes de información. La evolución de la economía

se manifiesta como oscilaciones continuas en torno a cierto punto de equilibrio. Se supone

que cada uno de los participantes dispone no sólo de esta información, sino de todos los

conocimientos relativos a alteraciones posteriores de la única variable exógena del sistema,

la oferta monetaria. Al utilizarse de una forma racional toda esta información, se podrá

pronosticar las variaciones posteriores de los precios, sin cometer errores sistemáticos.

Cuando las variaciones de los precios esperados sirven de meta de orientación para todas

las operaciones económicas acometidas, el cambio de la oferta monetaria no podrá influir

en la dinámica de las variables reales.

Esta hipótesis fue un subproducto del análisis microeconómico realizado por Charles C.

Holt, Franco Modigliani, Herbert Simon y por supuesto, John Muth, quienes intentaban

explicar las causas de que muchos agentes no parecían optimizar de acuerdo a las

prescripciones neoclásicas. Sus trabajos trataban de explicar a través de modelos dinámicos

lo que Simon denominaba como el comportamiento "satisficente", o sea, la causa de que el

comportamiento de las empresas no correspondía a los modelos microeconómicos. En este

sentido Muth apuntaba lo siguiente, "se argumenta en ocasiones que el supuesto de la

racionalidad en la economía conduce a teorías incoherentes, o inadecuadas para explicar,

los fenómenos observados, especialmente los cambios con el tiempo... nuestra hipótesis se

basa exactamente en el punto de vista opuesto: que los modelos económicos dinámicos no

presuponen suficiente racionalidad ( Muth, 1961: 316).

A partir del supuesto de "racionalidad dinámica", Muth cambio el desequilibrio en

equilibrio. Al igual que los teóricos neoclásicos utilizaron la racionalidad para asegurar la

óptimalidad individual estática o para asegurar que los agentes se mueven hacia la

tangencia de su línea de presupuesto y curva indiferencia, Muth la utilizó para expresar la

óptima calidad individual "dinámica", para colocar al agente en la curva de indiferencia

intertemporal. Si los agentes se ajustaran óptimamente en dependencia de la información

disponible, se encontrarían en la vía del ajuste óptimo.

La Nueva Macroeconomía Clásica define un universo económico en el cual el mercado es

concebido como una instancia socialmente eficiente. Los mercados son siempre "cleared" y

los agentes actúan de manera racional. Pueden aparecer imperfecciones en la información,

por lo que los agentes económicos no conseguen tener a través de los precios, la totalidad

de la información disponible. Esto se traduce en imperfecciones de mercado, las cuales son

definidas como desvios en relación a los resultados del modelo walrasiano.

En el ámbito neoclásico, la información permite conocer las condiciones vigentes en el

mercado. En el sistema walrasiano tradicional, el precio constituye una señal para divulgar

de forma gratuita, la totalidad de la información referente al mercado para el conjunto de

los agentes económicos. Sin embargo, la Nueva Macroeconomía Clásica estudia los

procesos de optimización en situaciones de información incompleta. El precio en este caso,

Page 229: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

no resume la totalidad de la información disponible del mercado por lo que parte de la

información va a adquirir un costo.

Dentro de modelo walrasiano de equilibrio general, los precios transmiten gratuitamente la

totalidad de la información en el marco de un proceso centralizado en el cual existe una

flexibilidad perfecta e instantánea de los precios, por lo que el comportamiento racional de

los agentes permite alcanzar una situación socialmente eficiente: el óptimo de Pareto. A

partir de estos presupuestos alejados de la realidad capitalista, la información es un bien

libre que el mercado ofrece a través de la señal dada por los precios. El proceso de la

competencia neoclásica es centralizado a través de los precios de equilibrio determinados

ex ante por él "subastador walrasiano", lo cual permite alcanzar, instantáneamente, una

situación en la cual la oferta es igual a la demanda.

El programa de investigación de la Nueva Macroeconomía Clásica presenta como

característica relevante su uniformidad ( Usabiaga y O¨kean, 1994: 159-160). Esta escuela

posee claros perfiles con una uniformidad geográfica, temporal, en sus autores y en la

esencia de sus análisis. Desde el punto de vista geográfico, dos universidades

estadounidenses constituyen los núcleos generadores de sus proposiciones básicas: la

Universidad Carnegie-Mellon, donde surge el embrión de esta escuela, y la Universidad de

Chicago, en la que se consolida, dando lugar a que la Nueva Macroeconomía Clásica pueda

considerarse formando parte de la tradición monetarista de Chicago, no sólo por los

vínculos profesionales de sus principales autores, sino sobre todo por sus recetas de política

económica, bastante compatibles con las del monetarismo de Chicago.

Se parte de una situación de equilibrio permanente de los distintos mercados de un sistema

económico, sobrepasando en este sentido, al equilibrio neoclásico. Este último se limitaba a

suponer la existencia de un mecanismo autorregulador automático que promueve la

tendencia automática al equilibrio, pudiendo incluso existir situaciones de desequilibrio que

tenderían a autocorregirse. Por el contrario, los nuevos macroeconomistas clásicos creen en

una situación de equilibrio simultáneo continuo en los diferentes mercados, en cuyo marco

se producirá la maximización de la utilidad y el beneficio. Todos los agentes económicos

optimizarían dadas sus restricciones y sus expectativas racionales sobre el futuro. Los

individuos maximizarían su satisfacción y las empresas maximizarían sus beneficios en un

entorno de ilimitada flexibilidad de precios y salarios.

Queda claro el carácter apologético de semejantes enunciados en su referencia a una libre

competencia que rara vez existe en la situación real, y en donde por el contrario, se

soslayan las demandas no materializadas, las operaciones realizadas a precios distintos a los

de equilibrio, la acumulación de stocks empresariales y todo una serie de casos de

desequilibrio que evidencian más que un reflejo interpretativo de la realidad, un intento de

construir un referente teórico normativo de muy definido perfil ideológico. La hipótesis del

equilibrio continuo de los mercados, como se verá posteriormente, violenta los principios

de verificación empírica positiva sobre los cuales supuestamente se basa, en un mundo de

constantes desequilibrios, desempleo estructural, insuficiente demanda, etc.

Page 230: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Evolución de la Nueva Macroeconomía Clásica.

La Nueva Macroeconomía Clásica surge en los primeros años de la década de 1970, en el

ámbito de algunas universidades norteamericanas como ya se afirmó, aunque también se

extendió por el Reino Unido y en la actualidad se divulga ampliamente al conformar parte

del enfoque macroeconómico convencional. La misma se ha convertido en objeto de

atención no sólo en el ámbito académico, sino que logró penetrar en ciertos círculos

políticos que expresan los intereses de importantes fracciones hegemónicas defensoras del

neoliberalismo, inspirando en cierta manera las políticas económicas de las

administraciones Reagan y Thatcher.

Sin lugar a dudas que en los orígenes de la Nueva Macroeconomía Clásica, alcanza un

lugar esencial y fundacional, la aportación realizada en 1960 y 1961 por J. Muth, el cual se

basó en un significativo artículo de Modigliani y Grunberg de 1954 titulado "The

Predictability of Social Events", en el que se definen a las "predicciones públicas correctas"

como aquellas que se cumplen en el presente, a pesar de su efecto "feedback" sobre la

realidad actual dadas las reacciones de los agentes a las propias predicciones.

Fue Muth quien creó el concepto de expectativas racionales dentro de un modelo de

formación de predicciones que marcó la diferencia con los modelos básicos de expectativas

adaptativas. En dos artículos, el primero titulado "Optimal Properties of Exponentially

Weighted Forecasts" (1960), y el segundo, "Rational Expectations and the Theory of Price

Movements" (1961) introduce la hipótesis relativa a que las expectativas de los agentes

económicos son esencialmente las mismas que las predicciones resultantes de usar la teoría

económica. Señala desde el interior de un marco integral de racionalidad, que se pueden

analizar imperfecciones, como puede ser la ausencia de información completa, sin

necesidad de sacrificar la racionalidad global del sistema.

Se supone que los agentes económicos utilizan de forma eficiente la información de que

disponen. Esto significa que la distribución subjetiva de probabilidad de la gente,

condicionado por la información a la que tiene exceso, coincide con la distribución de

probabilidad objetiva, condicionada por el nivel de información. Es decir, si los agentes

económicos cometen errores en el proceso de formación de sus expectativas, estos errores

se deben a las limitaciones o deficiencias de información propias de los agentes, pero no

pueden explicarse imputándole ineficacia al método utilizado para analizar tal información.

Esta concepción relativa a que los trabajadores, al transcurrir un tiempo determinado,

corrigen sus expectativas, por lo cual en el largo plazo no existe una ilusión monetaria,

representaba una forma embrionaria de formación de expectativas, que llevó a autores

como Lucas, Sargent y Wallace al desarrollo del concepto de la función de la oferta

sorpresa. Esta implica la necesidad de distinguir entre los cambios inesperados en la oferta

monetaria y los planes monetarios. Las sorpresas pueden afectar el nivel del producto, no

así los planes. Se supone que los agentes prevén los aumentos futuros en la oferta

monetaria, no confundiéndolos con incrementos reales en los precios, y por tanto, no

responde con aumentos del producto, se producen sólo aumentos en el precio nominal.

Page 231: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El refuerzo de la ofensiva del pensamiento neoclásico vía monetarismo, conllevó a la

promoción del interés sobre algunos de los postulados en que se basaban los modelos de

funcionamiento de la economía, específicamente en el papel de los esquemas de formación

de las expectativas económicas. Durante toda una década se mantuvieron en la sombra sin

lograr ningún impacto sobre la teoría económica, hasta que inicios de los años setenta la

obra de Robert E. Lucas jugó un papel fundamental en la creación y desarrollo de lo que

actualmente se conoce como Nueva Macroeconomía Clásica. Sus contribuciones

constituyen obligada referencia dentro de todas las versiones y ramas de dicho enfoque

teórico: la proposición de inefectividad y su contrastación empírica, la macroeconometría y

la evaluación de las medidas de política económica, así como los modelos del ciclo de los

negocios, los cuales han consolidado una corriente de pensamiento macroeconómico que

hasta el presente continúa representando una matriz generadora de nuevos campos y

aplicaciones en diferentes aspectos del análisis macroeconómico.

La proposición de inefectividad puede considerarse la principal prescripción política de la

Nueva Macroeconomía Clásica, la cual destaca la inefectividad de las políticas

discrecionales de inspiración keynesiana para mantener el output y el nivel de empleo por

encima de sus niveles "naturales". Al estudiar las consecuencias para la política económica

de las expectativas racionales, Lucas fortaleció la concepción monetarista acerca de la

neutralidad del dinero llevándola incluso hasta el corto plazo, al mismo tiempo que

cuestionó la efectividad de la política económica de estabilización del gobierno. Para

Lucas, la hipótesis de las expectativas racionales constituye la forma apropiada de formular

la hipótesis de la tasa natural desempleo de Friedman-Phelps (Lucas, 1985: 283).

También en la modelización del ciclo económico Lucas abrió una nueva brecha

investigativa. En 1975 elaboró un modelo de ciclo monetario basado en la noción de

equilibrio diferente a la modelización convencional. Posteriormente en 1982, Kydland y

Prescott desarrollaron otra vía con la modelización del ciclo real, la cual fue objeto de

múltiples aportes dentro del enfoque de la nueva macroeconomía clásica.

Tal como se planteo al inicio del capítulo, la mayoría significativa de los fundadores y

principales exponentes de la Nueva Macroeconomía Clásica han guardado una estrecha

relación con dos universidades norteamericanas: Chicago y Carnegie-Mellon. Muth fue

profesor de Carnegie-Mellon a finales de los años cincuenta y principios de los 60 del siglo

pasado. Lucas, sin dudas el principal exponente de la Nueva Macroeconomía Clásica,

obtiene su doctorado en la Universidad de Chicago en 1964, durante su estadía en Chicago,

Friedman ejerció una importante influencia en su formación, por lo que desde muy

temprano determinados problemas derivados del enfoque monetarista, como la hipótesis de

la tasa natural desempleo desarrollada a finales de la década de 1960, fueron asumidos

dentro del cuerpo teórico de la Nueva Macroeconomía Clásica. Posterior a su doctorado,

Lucas estuvo más de una década en la Universidad de Carnegie-Mellon, de dónde saldrán

las principales tesis de la nueva escuela. En esos momentos Meltzer ejercía un destacado

liderazgo en dicha universidad en defensa del pensamiento monetarista de Chicago. En

Carnegie-Mellon, Lucas sostuvo unA importante colaboración con Rapping y Prescott, la

cual dio como resultado las colaboraciones de Lucas y Rapping al tratamiento del mercado

de trabajo y de Lucas y Prescott a la introducción de las expectativas racionales. Tanto

Rapping como Prescott también estuvieron vinculados a la Universidad de Chicago.

Page 232: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Otro importante representante de la Nueva Macroeconomía Clásica, Thomas J. Sargent,

también pasó un tiempo en Carnegie-Mellon y en Chicago, hasta que se trasladó a la

Universidad de Minessota y al Banco de la Reserva Federal de Minneapolis. Sargent realizó

importantes trabajos sobre las expectativas racionales junto con Wallace, quien había

obtenido su doctorado en Chicago, y con el que produjo significativos aportes en

macroeconomía. El otro importante autor que completa el cuarteto fundacional básico de la

Nueva Macroeconomía Clásica, Robert Barro, fue también profesor en Chicago y

curiosamente, se constata que además de sus enfoques del equilibrio dentro de esta escuela,

proviene de la tradición de los modelos de desequilibrio económico junto a Grossman con

quien trabajó a inicios de los setenta.

Dentro de los precedentes de reconocida importancia en lo que más tarde se conformaría

como el enfoque de los neomonetaristas, se encuentra el modelo de mercado de trabajo de

Lucas y Rapping de 1969. Este fue concebido empleando expectativas adaptativas, pero

constituyó una contribución significativa para el desarrollo del mercado de trabajo de los

"nuevos clásicos" y de la función de oferta de Lucas.

Otro antecedente significativo fue la concepción neoclásica de un modelo de equilibrio

general compuesto de mercados atomizados, tal como fueron visualizados por Edmund

Phelps, a la manera de un conjunto de islas entre las cuales el flujo de información es

dificultoso. La pluralidad de "mercados-islas" atomizados provocaría imperfecciones en la

transmisión de la información y por tanto fluctuaciones amplias en el empleo, compatibles

con las características neoclásicas de la tasa natural desempleo y de igualdad de oferta y

demanda en todos los mercados.

Aúnque Muth había producido su concepción de expectativas racionales en 1961, y de que

Phelps y Friedman desarrollaron su hipótesis de tasa natural de desempleo entre 1967 y

1968, no es hasta la primera mitad de los años setenta cuando de ambas

conceptualizaciónes, enmarcadas en un contexto de equilibrio general neoclásico,

comienzan a extraerse resultados relevantes dentro del enfoque de la Nueva

Macroeconomía Clásica, como intento de constituirse en un nuevo paradigma frente al

debilitado consenso neokeynesiano.

A pesar de que parte de la literatura a asumido de manera un tanto simplificada los vínculos

entre ambas escuelas, en el sentido de que la Nueva Macroeconomía Clásica es considerada

además como una variante del monetarismo, es inocultable el hecho básico de que la misma

parte del análisis de los factores dinámicos más significativos en los cambios de la esfera

monetaria. Más concretamente, supone que todos los participantes del sistema económico

pueden captar de forma inmediata las informaciones sobre la dinámica de los precios

relativos de algunos bienes y servicios, lo que concuerda con la visión macroeconómica

monetarista.

Así, la Nueva Macroeconomía Clásica hereda el modo de abordar el manejo óptimo de la

política monetaria del enfoque monetarista de Chicago. Según destacan Usabiaga y O¨kean

(1994: 135.000.139), Tobin le da a la Nueva Macroeconomía Clásica la denominación de

Monetarismo II en relación a lo que sería entonces el Monetarismo I de Friedman y sus

Page 233: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

seguidores, al considerar un lugar común las prescripciones políticas de ambos enfoques.

Tambien Hahn, por la comulgación de los presupuestos teóricos monetaristas y Solow, se

pronuncian por establecer una línea monetarista común entre dichas escuelas, que convierte

a la Nueva Macroeconomía Clásica en una versión renovadora del monetarismo tradicional.

No obstante, puede constatarse que además de ciertas semejanzas y aspectos de

acercamiento, existen importantes diferencias.

Entre las primeras se puede destacar la distinción compartida en sus análisis entre

cantidades nominales y reales; la introducción en sus modelos de la tasa natural desempleo,

la exclusiva relevancia atribuida a los factores reales en la toma de decisiones económicas

reales, la concepción acerca de lo que constituye una posición de equilibrio y una

aproximación hacia el manejo de la política monetaria a través de un crecimiento constante

y reducido de la oferta monetaria.

Por la parte de las discrepancias y siguiendo a Usabiaga y O¨kean, desde una perspectiva

metodológica, ambas escuelas coinciden en la naturaleza de la economía como sistema

interdependiente complejo según el núcleo duro de la teoría neoclásica. Sin embargo,

Friedman considera que sólo es válido el método marshalliano de análisis por partes según

los problemas específicos a enfrentar para producir resultados fructíferos concretos. La

Nueva Macroeconomía Clásica se proyecta más hacia el método walrasiano, ya que

concibe que sólo a través de la completa y total especificación del problema de

optimización por parte de la totalidad de los agentes, se pueden obtener resultados seguros.

Los monetaristas postulan una teoría del proceso inflacionario con un dinero neutral a largo

plazo, mientras que los nuevos macroeconómistas clásicos conciben el dinero neutral tanto

a largo como a corto plazo a través de la proposición de inefectividad, como se verá mas

adelante. Además, en lo relacionado al "trade-off" inflación-desempleo, los monetaristas

desarrollan la curva de Phillips "ampliada con expectativas", en la que aceptan la existencia

de un "trade-off" a corto plazo. La Nueva Macroeconomía Clásica introduce por su parte la

función oferta de Lucas, en la que la posibilidad de un "trade-off" ventajoso desaparece.

A su vez, desde el ámbito de las predicciones, los monetaristas consideran que las

expectativas se adaptan lentamente, las cuales van corrigiendo los errores cometidos en los

periodos precedentes y que no explotan eficientemente toda la información disponible,

incluso en los años sesenta, las expectativas contempladas eran las adaptativas. Friedman

había asumido las expectativas adaptativas de Philip Cagan, las cuales se forman a través

de la extrapolación mecánica de la experiencia pasada lo que posibilitaba el que los agentes

económicos se dejen engañar sistemáticamente debido a los errores de previsión

sistemáticos. Lucas en su lugar, adoptó la hipótesis de las expectativas racionales.

A pesar de que tanto el Monetarismo como la Nueva Macroeconomía Clásica se refieren en

sus análisis a la existencia de agentes económicos consistentes y optimizadores, existen

diversos matices entre ambos enfoques que denotan diferencias en la consideración de estos

conceptos. En el tema del ciclo de los negocios, los monetaristas sólo argumentan que ante

un shock monetario la economía pasa de un equilibrio a largo plazo a otro, sin profundizar

en el proceso de ajuste entre ambos equilibrios. Por su parte, la Nueva Macroeconomía

Clásica si ha desarrollado varias líneas de trabajo dentro de su enfoque de equilibrio del

ciclo económico.

Page 234: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La Hipótesis de las Expectativas Racionales.

Es inobjetable el reconocimiento de la influencia que tienen las expectativas sobre

determinados comportamientos y manifestaciones de los diversos participantes dentro del

plano del análisis de la macroeconomía convencional. Una significativa cantidad de

relaciones macroeconómicas se hallan conectadas con la influencia del valor esperado de

ciertas variables, como pueden ser las expectativas inflacionarias, las previsiones sobre la

tasa de interés, tipo de cambio, la renta esperada, etc. Las decisiones sobre si ahorrar o

consumir en el presente o no y cuánto, requiere tomar en cuenta la futura tasa de inflación,

las tasas de interés esperadas, los cambios previsibles en la política económica y las

expectativas sobre los ingresos futuros.

La inclusión dentro de relaciones funcionales pertenecientes a un modelo macroeconómico

de las expectativas, hace que su funcionamiento y sus implicaciones de política económica

dependan de la propia conceptualización y utilización por los participantes en dicho

modelo. La mayoría de las decisiones económicas significativas suponen un determinado

horizonte temporal que implica la realización de previsiones sobre los valores que

adoptarán las mismas en el futuro.

Antes de la aparición de la hipótesis de las expectativas racionales, la cual supuso la

introducción a ultranza del enfoque optimizador neoclásico en el análisis de las

predicciones económicas, tuvieron lugar determinadas contribuciones acerca del

tratamiento de las mismas. Pero aunque a lo largo de la historia del pensamiento

económico- Locke, Marshall, Keynes, Hicks, etc, hicieron avanzar el análisis de las

predicciones económicas, en el terreno de su formalización, los dos modelos de formación

de expectativas más representativos que anteceden a las expectativas racionales son el de

"expectativas extrapolativas" de Allan Meltzer y el de "expectativas adaptativas" de Cagan

y Nerlove (Usabiaga y O¨kean, 1994: 69-70).

El modelo de expectativas extrapolativas de Meltzer supone que la predicción extrapolativa

de una variable es igual al valor efectivo de la misma en el periodo anterior más o menos

una proporción del cambio de su valor entre los dos últimos periodos. Las mismas pudieran

expresarse de la siguiente forma:

( )

Donde constituye la expectativa de la variable P para el período t realizada con la

información disponible en el período t-1. y son los valores observados de la

variable para los periodos t-1 y t-2. El coeficiente es un coeficiente de expectativas cuyo

valor positivo, negativo o nulo, señalará el sentido de la tendencia.

Por su parte en el modelo de expectativas adaptativas, los agentes revisan o ajustan sus

expectativas futuras considerando los errores cometidos en el pasado, así, la fórmula

empleada para movilizar las expectativas actuales de inflación contienen un promedio

PPaPPE tttTt 2111

Et 1

Pt 1 Pt 2

Page 235: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

ponderado de las expectativas formadas en periodos anteriores y la tasa de inflación en el

periodo anterior, lo cual se puede representar del siguiente modo:

( )

También usualmente se representa así, sea t-1XE

t el valor en el tiempo t de la variable x que

esperan los individuos que forman expectativas al final del tiempo t-1. La hipótesis de las

expectativas adaptativas sostiene que:

( )

Si se tiene cierta predicción basada en información disponible al final del tiempo

t-2, los agentes examinan ex post con que grado de eficacia predice este pronóstico del

valor real de y revisan su predicción para x un periodo después en el tiempo t mediante

cierta fracción del error pronosticado en el tiempo t-1. Las expectativas adaptativas pueden

estimarse a partir de los valores históricos de la serie económica de que se trate, mediante

operaciones matemáticas simples.

El marco en que por primera vez se introdujeron las expectativas adaptativas, fue uno de

ciclos suaves, alrededor de una tendencia de crecimiento estable. Tanto el nivel de precios

como la tasa de desempleo eran relativamente estables durante las décadas de 1950 y 1960.

En esta situación, era más razonable suponer que el comportamiento se rija por la tendencia

y no por fluctuaciones menores cuando el patrón cíclico es más pronunciado.

Ambos modelos se consideran autorregresivos pues realizan las predicciones de las

variables en función de sus valores pasados. Se prescinde así de toda información que no

sea proporcionada por los valores pasados de la variable a predecir.

Las expectativas adaptativas implican suponer que los agentes económicos adaptarían sus

expectativas según la experiencia reciente y que aprenderán de los errores cometidos en la

misma. En la medida en que van transcurriendo los diferentes períodos de tiempo se ajustan

o "adaptan" las expectativas sobre una variable en correspondencia con la experiencia de su

evolución.

En un contexto de continua aceleración del aumento de los precios, las expectativas

adaptativas se atrasan cada vez más en relación con el aumento real de los precios. Por lo

que la intensificación de los procesos inflacionarios a partir del segundo lustro de los años

60 y principios de los 70 del siglo pasado, constituyó una de las razones de la exitosa

difusión del nuevo esquema teórico de las expectativas racionales.

Puede hacerse una comparación entre la naturaleza retrospectiva de las expectativas

adaptativas y la naturaleza futurista de las expectativas racionales. En el modelo de la

síntesis neoclásica-keynesiana las expectativas son retrospectivas, o sea, ven hacia atrás, ya

que la expectativa de una variable, como el nivel de precios, se ajusta al comportamiento

pasado de la variable. Por su parte, según la Nueva Macroeconomía Clásica, los agentes

PPPPttt

tt

Et 111

XXXXEttt

Ett

Et

t12112

1

10

Xt tt 12

Xtt 1

Page 236: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

económicos utilizan toda información pertinente y evalúan la implicación de la misma en el

comportamiento futuro de una variable como el nivel de precios.

A diferencia de los modelos autorregresivos, como el extrapolativo y el adaptativo, donde

la información relevante procede de los valores pasados de la variable a predecir, las

expectativas racionales suponen que el agente presta atención a toda información,

incluyendo a esos valores pasados, que puedan mejorar la predicción.

El supuesto de expectativas racionales considera que la información disponible de los

agentes se refiere a la estructura de la economía y que a partir de la misma se basan para

hacer predicciones. Los agentes forman sus expectativas de las variables económicas en

base a las predicciones cuantitativas de la teoría económica. Esto significa que mediante el

supuesto de expectativas racionales, las expectativas son consistentes con el modelo teórico

neoclásico que explica el comportamiento de la economía.

Este concepto de expectativas racionales fructificó en una masa considerable de

economistas dispuestos a desarrollar los principios de maximización que constituyen la

base de los esquemas tradicionales de equilibrio general. Todo el aparato analítico de

expectativas racionales facilitó la interpretación del avance teórico de múltiples modelos en

torno al equilibrio macroeconómico neoclásico. Desde el mismo comienzo, se avanza

considerando el concepto de agente económico ( homo oeconomicus) al que le es extraño

cualquier tipo de preferencias, hábitos o compromisos estables asumidos de antemano. Los

acontecimientos ocurridos en el pasado año desempeñan determinado papel en la formación

de sus estimaciones mientras que se supone que el este ocupado permanentemente en la

recogida y procesamiento de las informaciones relativas a los acontecimientos futuros.

Lo anterior parte de la suposición sobre el carácter no contradictorio de las expectativas, lo

cual sería congruente con los postulados neoclásicos acerca de la conducta económica.

Partiéndose de estos principios, el valor esperado de una determinada variable económica

puede formalizarse en forma de expectativa matemática, de manera que los valores de las

probabilidades que figuran en la expresión obtenida no dependan de las particularidades

subjetivas del individuo, sino del conjunto de informaciones acumuladas hasta el momento

presente. Si se reduce el elemento de incertidumbre, la hipótesis se refiere al conocimiento

de la previsión suficientemente exacta.

Es importante en este sentido apuntar que en los modelos teóricos de expectativas

racionales aparece como principio fundamental de funcionamiento del sistema económico,

la existencia de precios flexibles y de equilibrio instantáneo entre la oferta y la demanda de

los mercados. Se supone que todos los mercados se caracterizan permanentemente por un

estado de equilibrio que permite en la construcción de modelos, la utilización del aparato

técnico de la teoría neoclásica. Este enfoque postulaba que las evaluaciones subjetivas de

los acontecimientos económicos futuros podían utilizar de una manera eficiente el máximo

de información existente.

La hipótesis en sí, permite que se incluya información actual no incorporada en la serie

histórica, dentro del modelo utilizado para reproducir el proceso formativo de expectativas

de los agentes económicos. A partir de la información actual existente, se sostiene la

Page 237: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

anticipación de valores futuros de la serie económica que se trate, los cuales pueden

derivarse a partir de sus valores históricos. Se presupone que estos agentes poseen el mismo

nivel de información y que formulan expectativas correctas en relación con los valores

futuros de la variable económicas.

Pueden considerarse dos versiones en la formulación de las expectativas racionales, la

"débil" y la "fuerte". La primera sugiere que los agentes forman sus expectativas

considerando toda información disponible que supone vale la pena analizar. La versión

fuerte supone en cambio un marco de predicciones óptimas dentro de la información

disponible. Se trata en definitiva, de un modelo estocástico, en donde los agentes

económicos no poseen toda la información necesaria para tomar la decisión, pero utilizan

toda la información accesible en una forma óptima.

La teoría económica que sirve de soporte a las expectativas racionales, sólo podía construir

modelos que posibilitaran deducir algunos efectos de la economía real. De esta concepción

general acerca del carácter de la teoría económica deriva que la teoría no consiste en un

conjunto de afirmaciones con relación a la evolución real del economía, sino ante todo, un

dispositivo de instrucciones, formuladas de forma clara de manera que permita construir un

sistema paralelo de analogías, o sea, una imitación mecánica del sistema económico. En

consecuencia, los nuevos macroeconómistas clásicos se centran sobre los principios de

edificación de los modelos teóricos de funcionamiento de la economía. No es significativo

entonces, comulgando con el "giro metodológico" del "F-Twist" friedmaniano, exigir que

los supuestos iniciales que constituyen la base del modelo de imitación tengan un carácter

realista.

La expectativa o anticipación del valor futuro de una variable se denomina racional si es

igual a su esperanza matemática condicionada a todas las informaciones a las que se tiene

acceso y que sean pertinentes en el momento en el que se realiza. Esta condición racional

pudiera expresarse de la siguiente manera:

( )

Donde recoge las variables que proporcionan información. Este enfoque presupone que

las personas utilizan de manera inteligente la información disponible, conociendo las

relaciones que unen las variables observadas con lo que se trata de predecir. Lo mismo

sucede con el cálculo del patrón de respuesta sistemática de los hacedores de política. Así,

si la economía, de la cual forman parte la conducta de los responsables de formular las

políticas, hubiera sido estable y hubiera sufrido poco cambio durante un largo periodo, no

sería irracional creer que los agentes económicos llegaran a conocer las relaciones

implícitas que rigen las variables de política. Pero los keynesianos, sostiene Richard Froyen

(1997: 285) afirman que el modelo de equilibrio no es realista a largo plazo. A corto plazo,

el costo de la recopilación y procesamiento de la información puede ser lo suficientemente

alto como para que los oferentes de mano de obra no consideren que valga la pena buscar

demasiados datos y sobretodo más allá del comportamiento anterior de los precios.

¿?1

t

tE

t

PEP

1t

Page 238: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La Nueva Macroeconomía Clásica, de manera falaz introduce la posibilidad de que "los

agentes económicos" poseen el mismo nivel informativo que el gobierno para formar sus

expectativas. Pero en realidad ni tiene acceso al modelo económico, ni a la información

estadística, etc. la mayor capacidad informativa de los gobiernos se da por sus posibilidades

de ocultar información y por las economías de escala que se percibe al ser ellos quienes

controlan la elaboración de adquisición de tal información. En realidad se produce el

desconocimiento por parte de los agentes económicos de la estructura de la economía dada

la falta de información, tanto estadística como del funcionamiento del sistema.

La hipótesis en sí, como ya se afirmó, representa una aplicación del concepto de "homo

oeconomicus", cuyo irrealismo ha sido fuertemente criticado. Muth, en plena sintonía con

el "F-Twist" friedmaniano, asume la idea acerca de que la falta de realismo de las hipótesis

carece de importancia, dado que lo significativo es que posibilitaran deducir resultados

contrastables empíricamente. Para Muth, es posible construir un modelo "como si "en el

mismo los agentes tuviesen un conocimiento perfecto de la economía. Consecuentemente,

las previsiones subjetivas de los agentes económicos coincidían con los valores reales de

las variables, por lo que la incertidumbre en relación al futuro desaparece.

Lawrence Boland (1984:cap.4) insiste en la ausencia de discusión acerca de la teoría del

conocimiento que sirve de soporte al concepto de expectativas racionales. En tal sentido

apunta que los modelos que emplean la hipótesis de las expectativas racionales están

basados implícitamente en un enfoque inductivista del aprendizaje. Para Boland los teóricos

neoclásicos en general, que representan el "mainstream" en el que se incluye a la Nueva

Macroeconomía Clásica, no pretenden alcanzar un conocimiento verdadero absoluto basado

en fundamentos inductivos. Se conforman en su lugar, con alcanzar un determinado grado

de probabilidad que se acerque a 1.00, mientras más cerca de 1.00 mejor será el

conocimiento. Acorde con la teoría inductivista del conocimiento, los individuos aprenden

coleccionando hechos suficientes que induzcan una teoría verdadera capaz de explicar el

fenómeno sustentado en los mismos. En la actualidad, una versión convencionalista de la

teoría inductivista del aprendizaje reconoce la imposibilidad de recolectar suficientes

hechos para probar de manera absoluta cualquier explicación, lo más que se puede lograr es

maximizar la cantidad de hechos, lo cual se ilustraría en el siguiente diagrama en el cual la

curva indica una función de posibilidades de aprendizaje inductivo. Representando en una

función monotonicamente creciente que aumenta de forma creciente, de manera que se

aproxima asintoticamente a la línea horizontal que representa la probabilidad de 1.00.

Page 239: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

A partir de este análisis, se establece una analogía con la función de utilidad de la teoría de

la demanda, en la cual la probabilidad juega el rol de la utilidad y la información

desempeña el papel del bien consumido: cuando el consumidor maximiza sus utilidad, esto

no significa que se alcanza el máximo absoluto, sino solamente el nivel más alto de utilidad

que el consumidor puede asumir. Así, la hipótesis de las expectativas racionales, no asume

la obtención del máximo absoluto de la probabilidad del conocimiento, sino la de los

beneficios y costos de incrementar la probabilidad.

Esto se ilustra ( Boland, 1985: 72-73) con el diagrama . En el mismo la óptima cantidad de

información será obtenida cuando el beneficio marginal (la pendiente de la curva de

beneficios) coincide con el costo marginal (la pendiente de la curva de costo). Esto es, la

óptima cantidad de información recolectada significa solamente la cantidad de información

donde los beneficios netos son maximizados.

0.00

Función de posibilidades de

Aprendizaje inductivo

Medida de

probabilidad

1.00

Información recolectada

sobre el tiempo de

aprendizaje inductivista

Page 240: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En definitiva, en buena medida, la atención ganada por la hipótesis de las expectativas

racionales obedece a ser congruente con la tradición neoclásica que asume que todo agente

adquiere información suficiente hasta el punto en que es económicamente factible a partir

de la adquisición del conocimiento sobre la base del costo de oportunidad.

La Función de Oferta Agregada y la Proposición de Inefectividad.

La función de oferta agregada constituye uno de los principios fundamentales de la Nueva

Macroeconomía Clásica, a partir de la tasa natural desempleo, por lo que relaciona la

producción real con el nivel general de precios en la medida en que el segundo difiera de su

valor esperado. De esta fusión depende la proposición de inefectividad de las políticas

estabilizadoras sistemáticas sostenida por los nuevos macroeconomistas clásicos. Fue en

1972 a través de dos artículos, "Econometric Testing of the Natural Date Hipothesis" y

"Expectations and the Neutrality of Money" cuando Lucas introduce esta concepción hoy

reconocida en todos los manuales de macroeconomía. La misma es concebida dentro de un

modelo donde los mercados se vacían y donde la curva de Phillips es resultado de la

información imperfecta o incompleta acerca del nivel de precios agregado.

La función de oferta de Lucas plantea que los mercados están físicamente separados, en

correspondencia con su "economía de islas", distinguiéndose entre disturbios agregados que

afectan al nivel de precios agregado y disturbios relativos, referidos al precio de un

determinado mercado. Se supone que los disturbios relativos son en promedio cero y que

los agentes de cada mercado sólo conocen el precio nominal efectivo de su mercado cuando

toman sus decisiones.

Estos agentes en un determinado mercado sólo conocen el precio de su mercado, pero son

incapaces de calcular el precio relativo sin alguna estimación del nivel de precios agregado.

Se trata de un problema de "extracción de señal". Se supone que los agentes actúan con una

costos

beneficios

0,00

Beneficio

óptimo

Máximo posible de beneficios

Cantidad de información

Adquisición conocimiento racional

Page 241: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

estimación del nivel de precios agregado en forma de promedio ponderado del nivel de

precios agregado esperado y de los precios que son observados efectivamente en sus

mercados. Se deduce así que el precio relativo estimado que incide directamente en la

decisión de producción de los agentes, aumenta con el precio observado en ese mercado,

dado un determinado nivel de precios agregado esperado. Al considerar todos los mercados,

el output agregado es una función creciente del nivel de precios absoluto en relación con el

nivel de precios agregado esperado. Para obtener esta función desde el punto de vista

analítico habría que partir de la interpretación de Lucas de la curva de Phillips ampliada

con las expectativas:

( )

En esta expresión la tasa efectiva de desempleo (U) sólo será inferior a la tasa natural ( )

si la inflación efectiva (P) se mantiene por encima de la inflación esperada (t-1 ), lo cual

no podría suceder si las expectativas son racionales como sostiene Lucas, salvo la

existencia de perturbaciones aleatorias impredecibles.

Dado lo anterior, la expresión de la función de oferta agregada quedaría de la siguiente

forma:

( )

Donde ( ) constituye el nivel "natural" de producción correspondiente a la tasa natural

desempleo ( ). En esta expresión se observa, ahora con referencia a la producción y no

al desempleo, que el valor efectivo sólo será diferente del "natural" si la inflación efectiva

es distinta de la esperada.

Resulta útil establecer un breve análisis comparativo de esta función oferta agregada de la

Nueva Macroeconomía Clásica, con relación a las formalizaciónes neoclásica, keynesiana y

monetarista que la anteceden (Fernández et al, 1999: 180-183).

La teoría neoclásica expresa la función oferta agregada como una línea vertical al nivel de

producción de pleno empleo (YF) de equilibrio del mercado de trabajo, tal como se expresa

en la figura ( ), si el precio sube, baja el salario real y aumenta la demanda de trabajo por

parte de los empresarios. Dado que los trabajadores ofrecen todo el trabajo al antiguo

salario real, algunos decidirán no trabajar al nuevo e inferior salario real y no aumentará la

oferta de empleo. Con esto la demanda de trabajo será mayor que la oferta. Este exceso

continuará hasta que el salario nominal aumente en la misma medida que los precios, por lo

***

PPUU EN

)0

U N*

*

PE

*

1

**

PPYYEtttNt

)0(

Y N*

U N*

Page 242: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

que se volverá al antiguo salario real y así, al equilibrio en el mercado de trabajo y a la

producción (YF).

La función oferta keynesiana usualmente se refleja mostrando una parte de la pendiente

positiva por debajo de pleno empleo, en la que al subir los precios y disminuir los salarios

reales, aumenta la demanda de trabajo. Como hay desocupación, las empresas contratarían

más trabajadores desocupados aumentando la producción hasta llegar al pleno empleo ( ) en

la que la curva se hace vertical semejante a la situación neoclásica.

El monetarismo por su parte, distingue entre el corto y largo plazo. En el largo plazo, el

sector real de la economía no depende de la acción monetaria pues el dinero es neutral,

siguiendo la tradición cuantitativista del dinero. Sin embargo, a corto plazo, cambios en la

oferta monetaria sí producen efectos reales significativos. Por lo anterior, la oferta agregada

se representa como una recta vertical para el largo plazo, mientras que para el corto plazo

como una línea creciente, resultado de expectativas equivocadas dada la ilusión monetaria

por parte de los trabajadores. En el punto A se supone que la economía está en equilibrio.

Una política monetaria expansiva aumentaría la demanda agregada, la cual se desplazaría

de D a D´ con dos posibilidades: a) si el desplazamiento es correctamente anticipado, el

equilibrio pasaría inmediatamente al punto C, y b) si no es anticipado, iría a B y luego a C

cuando se descubriera el error.

Siempre siguiendo a Fernández et al, las distintas pendientes de la función oferta agregada

expresan las diferencias entre estas corrientes de pensamiento económico, reflejando

fundamentalmente distintas concepciones sobre el funcionamiento del mercado de trabajo.

Para los neoclásicos siempre se mantiene vertical; para los keynesianos primero es

creciente y luego vertical; para los monetaristas tiene pendiente positiva a corto plazo y

resultando vertical al largo plazo; y para los nuevos macroeconomistás clásicos siempre es

vertical, excepto con cambios no anticipados en la demanda, en cuyo caso la función

tendría pendiente positiva a corto plazo.

Page 243: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En dependencia al papel atribuido a la política monetaria en el marco de la Nueva

Macroeconomía Clásica, así como en las pautas referidas al manejo óptimo de los

instrumentos monetarios, se ha desarrollado lo que se denomina la proposición de

inefectividad. La misma constituye la principal prescripción de política económica de la

Nueva Macroeconomía Clásica, aunque tal es la centralidad del análisis monetario de la

misma, que pudiera hablarse de inefectividad de la política monetaria o neutralidad

monetaria. Básicamente el planteamiento de dicha proposición supone la inefectividad de la

política económica discrecional, por lo que se postula un manejo de política económica a

través de reglas de amplio conocimiento por los agentes, que evite una incertidumbre

innecesaria.

P

Yf Yt Yf

Yt

Yt

(a) Formulación clásica

Y

Yt

(b) Formulación keynesiana

P

Pt

Ptt

P

SLP

SCP

D’

D’’ A

B

C

Y’

Y

D’

D

St

St’

S

A

B

C

(c) Formulación monetarista (d) Formulación de la nueva

macroeconomía clásica

S

S

Page 244: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Según la Nueva Macroeconomía Clásica, el mercado de trabajo presenta determinadas

características, que inciden en la conformación y diseño de la proposición de inefectividad.

Entre las mismas se destacan la existencia de salarios flexibles que vacían los mercados,

supuesto que también se aplica al mercado de bienes y servicios. Dentro de la

macroeconomía convencional se han producido numerosas líneas de investigación que han

cuestionado el supuesto de flexibilidad de salarios y precios y el vaciado continuo de los

mercados, cuestionando a fondo uno de los fundamentos reconocidos por la Nueva

Macroeconomía Clásica.

Otro concepto importante dentro de esta concepción del mercado de trabajo lo constituye la

hipótesis de elevada sustituibilidad intertemporal entre ocio y trabajo a partir de las ideas de

Lucas y Rapping. Según la misma, los trabajadores eligen determinadas combinaciones de

ocio-trabajo para el período corriente y los siguientes, combinaciones que presuponen una

alta sustituibilidad entre el ocio presente y el futuro de los agentes.

Finalmente habría que considerar la concepción de desempleo voluntario sustentada por los

nuevos macroeconomistas clásicos basada en el ofrecimiento por parte del trabajador de

cierta cantidad de trabajo que determina su combinación óptima de ocio y consumo, a partir

de sus consideraciones acerca de las condiciones del presente como de sus predicciones

acerca del futuro. Según Lucas todo desempleo presenta un componente involuntario y otro

voluntario, este último viene dado por el supuesto de que siempre podría encontrarse "algún

tipo" de trabajo. Esto significa que quien no trabaja lo que está haciendo es esperar por una

mejor oferta en el futuro, eligiendo ocio en el presente frente a trabajo a partir de las

condiciones reales del mercado de trabajo. Se considera que cuando el trabajador reduzca lo

suficiente sus demandas salariales o de condiciones laborales, podría encontrar algún

empleo.

"No es útil considerar la política económica -las estrategias seguidas por el gobierno, el otro

"jugador" que participa en este juego- solamente en términos de las decisiones actuales. Los

agentes privados tomaran en consideración necesariamente la forma en que se llevarán

adelante las políticas fiscales y monetarias que se instrumenten en el futuro" (Lucas, 1988:

119-120).

Se afirma por tanto, que la parte predecible de la oferta monetaria no debería afectar a la

producción, ni al empleo, ni a ninguna variable real de la economía. Solamente cambios no

anticipados de la oferta monetaria pueden afectar a la producción. No existen diferencias de

comportamiento de la producción y del empleo entre una política activa y otra de regla de

crecimiento monetario constante. El nivel de precios se afectará por la parte anticipada y no

anticipada de la oferta monetaria, pero sólo los movimientos no anticipados pueden afectar

al output.

Esta proposición se basa en un modelo simple propuesto por Sargent y Wallace presentado

en su artículo "Rational Expectations and the Theory of Economic Policy" (1976). A

continuación presentaremos una versión más didáctica de la misma a partir de la

elaboración de Sheffrin (1985: 52-57).

Page 245: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El modelo presenta tres componentes: una función de demanda agregada, una función de

oferta agregada y una regla de oferta monetaria. La demanda agregada supone una política

fiscal constante, por lo que la única variable de política económica que afectará la demanda

será la política monetaria, expresada en la reformulación de la teoría cuantitativa del dinero

a través de la ecuación de cambio escrita en forma logaritmica:

( )

Donde (Mt) es el logaritmo de la oferta monetaria, (Vt) el logaritmo de la velocidad

constante del dinero, (Pt) el logaritmo del nivel de precios y (Yt) el logaritmo de la

producción real.

La función oferta agregada está basada en la "ecuación de oferta de Lucas" ya analizada. La

producción se desviará de su nivel de pleno empleo (Yt) sólo cuando los precios corrientes

sean diferentes de los anticipados. En logaritmos la ecuación de oferta de Lucas se

expresaría así:

( )

Donde ( ) es la producción de pleno empleo, ( ) es el logaritmo del nivel de precios

esperados en el tiempo t-1. Si el nivel de precios corrientes es mayor al nivel de precios

anticipados, los productores pensaran que parte de este exceso obedece a un incremento de

su precio relativo y la producción se situará por encima de su tendencia. Si el nivel de

precios estaría por debajo del nivel anticipado, los productores creerán, en parte, que los

precios relativos han disminuido y la producción caerá.

yPVM tttt

)( 11 PPyy EttNt

yN P

Ett 1

S (t-1Pe

t)

D (Mt)

P

yP y

Page 246: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Como se aprecia en la figura , la curva de demanda agregada es decreciente, ya que con un

stock monetario dado, precios más altos deben conducir a un output más bajo para

mantener la demanda nominal constante. La curva de oferta agregada para un determinado

nivel de precios esperados, tiene pendiente positiva, ya que a mayores niveles de precios, la

brecha entre precios corrientes y esperados aumenta, provocando niveles de producción

mayores. Si las expectativas de los precios no cambiasen al aumentar la oferta monetaria, la

producción y los precios aumentarían como se ve en la figura . Este resultado corresponde

al de la mayoría de los modelos macroeconómicos, pero el mismo no es consistente con las

expectativas racionales.

Con expectativas racionales, las expectativas de los precios no están predeterminadas, sino

que responden a los movimientos anticipados en la oferta monetaria. Siguiendo a Sheffrin,

para ilustrar esto se utiliza una regla monetaria empleada por las autoridades monetarias

expresada como:

( )

Donde la oferta monetaria en el período t es una función del nivel de producción del último

período más un shock aleatorio ( ) impredecible. La proporción del stock monetario

basado en la producción del último período ( ) es conocida por los agentes y puede

ser interpretada como una política de "feedback", ya que dependen de los valores pasados

de las variables observadas. La proposición de invariabilidad establece que el parámetro (

), fijado por las autoridades, no afecta al comportamiento de la producción. Sólo la parte

no anticipada del stock monetario ( ) provocará las desviaciones del output de su nivel de

pleno empleo.

Este resultado se podrá apreciar en la figura . En la misma los agentes racionales no

esperarán que el nivel de precios permanezca en Po. Al suponerse que adivinan que los

EyM ttt 1

,

E t

yt 1

,

E t

S (t-1Pe

t)

D’

D0

y yP

P

Page 247: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

precios aumentaran al igual que el incremento de la oferta monetaria, o sea, la distancia

vertical que va de Do a Dl. En la medida que van cambiando sus expectativas de precios, la

curva de oferta agregada se desplazará de So a S

l . El nivel de precios corrientes será P

l,

siendo correctas las expectativas de los agentes. La producción permanece en Yp mientras

que los precios suben al igual que se espera que aumenta la oferta monetaria. Los aumentos

anticipados en la oferta monetaria no producirán ningún efecto sobre la producción, sólo

sobre los precios.

Las expectativas racionales de los precios se determinan dentro del modelo de acuerdo a la

evolución de la oferta monetaria, lo que se expresaría así:

( )

Se sostiene que la expectativa del nivel de precios ( ) corresponde a la esperanza

matemática del nivel de precios, dada la estructura del modelo y la información disponible.

La expectativa de los precios queda como una variable endógena, o sea, determinada dentro

de modelo.

"Hay varios elementos clave en este análisis. El primer rasgo fundamental es la neutralidad

del dinero anticipado en el modelo. Es decir, un cambio anticipado en el stock monetario

solo afectará a las magnitudes nominales (precios), pero no a las variables reales como la

producción. A su vez, los cambios anticipados en los precios no afectarán a ninguna

variable real. El segundo aspecto fundamental es la ecuación de oferta de Lucas: los precios

son plenamente flexibles y el output se desviará del pleno empleo sólo cuando los precios

difieren de sus niveles anticipados. En ausencia de cualquier sorpresa en el nivel de precios,

la economía permanecerá en el nivel de pleno empleo. El elemento final del análisis

concierne a la información disponible de los productores individuales. En estos modelos

simples se supone que los individuos poseen información local más que información de

carácter económico global" ( Sheffrin, 1985: 57 y 57-58).

IPEP ttEtt 11 /

Do

Dl

So

Sl

y

P

Pl

Po

Page 248: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Queda claro la influencia de la hipótesis de la tasa natural de desempleo y de las

prescripciones de política monetaria basada en reglas fijas versus a las discrecionales,

propias del monetarismo ortodoxo, como determinantes para la elaboración de la

proposición de inefectividad. Reconociendo la hipótesis de la tasa natural, la Nueva

Macroeconomía Clásica considera la existencia de un nivel de producción de equilibrio

dado. Sólo la confusión de los agentes a partir de su información incompleta, les podría

inducir a ofrecer una combinación errada ocio-trabajo, lo cual incidiría sobre el nivel del

producto a partir de la función de oferta de Lucas (Barro, 1976: 2-3).

A diferencia del planteamiento monetarista, todos los agentes son optimizadores incluso en

el área de sus predicciones gracias a la existencia de expectativas racionales, por lo que

reconocerán la confusión generada por el empleo de cualquier "sorpresa" monetaria por

parte del gobierno que intenta elevar el nivel del producto por encima de su tasa natural. De

esta manera, los mismos agentes realizaran ciertas medidas correctoras. A su vez, otra

diferencia con Chicago, es que el Monetarismo se basa en expectativas adaptativas y por

tanto los agentes se deberían sorprender sistemáticamente. Con las expectativas racionales,

los sujetos aprenderán a no confundirse en un marco de inestabilidad monetaria. Se apuesta

entonces por un manejo de política económica basado en reglas conocidas y preanunciadas

que reduzcan la incertidumbre de los agentes.

Aparte de las críticas realizadas a la difícilmente sustentable hipótesis de precios-salarios

flexibles, y a la propia hipótesis de expectativas racionales, la proposición de inefectividad

ha sido criticada debido a su planteamiento acerca de que solamente los movimientos

impredecibles de la demanda agregada son capaces de desviar el output de su nivel natural.

Si esto fuera así, cabría esperar oscilaciones enfáticamente erráticas del output en torno al

hipotético nivel natural, sin embargo, empíricamente esto no ha sido así. Por el contrario, el

output agregado de las economías ha presentado ciertas correlaciones seriales.

En general, tal como resaltan Usabiaga y O´kean (1994: 103), las críticas esgrimidas dentro

de la propia macroeconomía convencional alrededor de los análisis empíricos acerca de la

proposición de inefectividad, han contribuido a la pérdida de confianza en dicha

proposición. Tras las objeciones incontestadas que la evidencia empírica ha puesto delante

de tal proposición de inefectividad, se concluye con un cuestionamiento a fondo acerca de

la veracidad y pertinencia de tal propuesta.

El Ciclo Económico.

Para los nuevos macroeconomistas clásicos los ciclos económicos son explicados a partir

de causas monetarias o reales, pero siempre como comportamientos racionales de agentes

económicos capaces de predecir el futuro y a adaptarse a este, confundiendo las señales o

informaciones recibidas. Las premisas básicas del ciclo económico son:1) todos los

participantes del proceso económico utilizan de la mejor manera posible la información

económica a su disposición; 2) la economía se encuentra en estado de equilibrio. Para cada

momento dado, coinciden la oferta y la demanda; 3) el modelo tiene un carácter estocástico,

supone que cada participante dispone de insuficiente información no sólo respecto a los

acontecimientos futuros, sino también sobre la situación actual.

Page 249: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El comienzo de este tipo de análisis realizado por la Nueva Macroeconomía Clásica se dio

mediante la colaboración entre Lucas y Rapping acerca de la determinación del empleo

agregado y los salarios en la economía norteamericana (Lucas, 1985: 2). Han sido

precisamente los modelos de ciclo de los negocios generados por la Nueva Macroeconomía

Clásica una de sus vertientes más productivas. La misma contiene la descripción de las

fluctuaciones económicas como equilibrios competitivos. Los modelos de ciclo de la Nueva

Macroeconomía Clásica son en lo fundamental de dos tipos: los ciclos monetarios y los

ciclos reales.

El ciclo monetario es un modelo de ciclo correspondiente al ámbito monetario que sirve de

guía en la modelización del ciclo económico. Según el modelo de Lucas, la economía está

compuesta por un determinado número de productores y consumidores que observan el

precio corriente de su producto. Este, junto con los niveles anteriores de precio y las tasas

de interés, son los medios de los que disponen los agentes para inferir el nivel general de

precios corriente. A partir de la proposición de inefectividad y en el marco de la esfera

monetaria, los cambios no anticipados en la cantidad monetaria tienen efectos reales, y

constituyen la fuente de fluctuaciones o "ruido monetario".

A su vez, el modelo parte del supuesto de información imperfecta o incompleta, con esta la

confusión entre precios relativos y generales no se produciría. Si aumentara la demanda, los

productores con su información imperfecta, calculan que proporción es debida a la

variación de la estructura de la demanda en favor de su producto y cuál debida a un

incremento inflacionario de la cantidad de dinero agregado.

Para Lucas, los shocks de oferta monetaria positivos harán que los "agentes racionales"

interpreten el incremento de la demanda como si fuera originado por el aumento del stock

monetario, volviendo de manera gradual el nivel del producto y el empleo a sus niveles

naturales. Esta adaptación gradual se debe a que los productores se enfrentan a un problema

de extracción de señal debido a la información deficiente con que cuentan, por lo que se

confunden durante cortos períodos dado el "ruido monetario". Como las predicciones de los

agentes son racionales, los períodos de confusión son menores comparados con los que se

produciría de utilizarse otro modelo alternativo de formación de predicciones no racionales.

A su vez, dado que un aumento inesperado de la oferta monetaria estimula el output, los

productores estiman que la demanda futura aumentará por encima de su tendencia

corriente, por lo que supondrán también que las tasas de interés sobre el capital real

tenderán a subir. Esto conduciría a estimular la inversión corriente por lo que las variables

reales se desviarían respecto a su tasa natural, ya que dicha inversión corriente aumentaría

la capacidad productiva futura.

Como se puede apreciar, en este modelo son las perturbaciones monetarias las que

desencadenan el ciclo económico, en la articulación de este último, un papel fundamental lo

juega la confusión de los agentes entre movimientos generales y relativos del precio dada

su información imperfecta y la inversión, al extenderse en el tiempo los efectos iniciales

originados por los movimientos del nivel general de precios.

Page 250: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

En estos modelos desempeñan un papel destacado los atrasos de la información a través de

los canales del sistema económico. Pueden ocurrir errores o atrasos en la percepción de la

información relativa a la política monetaria aplicada por el Banco Central, y

consecuentemente, pueden producirse errores en la percepción de la información contenida

en la dinámica de los precios.

Ya Friedman y Phelps, a través de la hipótesis de la tasa natural de desempleo, ofrecieron la

interpretación monetarista del origen del efecto en el corto plazo de la expansión monetaria

sobre la producción y el empleo. Como ya se vio anteriormente, los participantes en el

proceso son inducidos inicialmente a errores por el aumento de los precios de los bienes y

servicios que venden. Durante un cierto periodo de tiempo, estos interpretan el aumento

absoluto del nivel de precios como un aumento del precio relativo, por lo que responden

aumentando la oferta de sus productos o servicios hasta que las ilusiones desaparecen y el

sistema regresa a su estado natural de equilibrio.

Se trata, en otras palabras, de un aumento no esperado en la cantidad de moneda, lo cual

provocaría un incremento en el nivel general de precios que de manera errónea pudiera

interpretarse por los "agentes económicos racionales", que si bien observan que aumenta el

precio del producto que venden en el mercado, carecen de información sobre los demas,

como un aumento del precio relativo de su mercado, por lo que aumentarían su oferta. Ya

que todos los agentes incurrirían en el mismo error, la producción aumentará cada vez que

el nivel de precios en un momento dado sea superior al esperado sobre la base de la

información anterior. Es decir, sería la información incompleta sobre la cantidad monetaria

y el nivel general de precios lo que haría que el dinero no fuera neutral y que sus

variaciones cuantitativas produzcan confusiones temporales entre los precios relativos y

absolutos que conlleven a ajustes en la producción y el empleo durante períodos

suficientemente prolongados como para constituir auges y depresiones.

A tal efecto, la política monetaria adecuada vendría a ser una regida por unas reglas claras y

conocidas por los agentes que evitara todo "ruido monetario". La política de regla fija

monetarista propugnada por Friedman, un crecimiento reducido de la oferta monetaria

anunciado y constante, eliminaría según los nuevos macroeconomistas clásicos las

fluctuaciones cíclicas.

En los modelos de ciclo real se considera que los ciclos son endémicos y que se mantienen

incluso con una oferta monetaria creciente a una tasa constante, a partir de que se estima

que el origen de las fluctuaciones cíclicas son los shocks en la economía real. Fue

precisamente el modelo de Kydland y Prescott el iniciador de los estudios en este campo, el

mismo es una variación del modelo de crecimiento neoclásico en el que se consideran

principalmente shocks reales de variaciones en la tecnología. Al asumirse que la

información sobre los shocks es incompleta, se producen problemas de extracción de señal

por parte de los agentes, con lo que serán la causa de fluctuaciones cíclicas.

En los mismos se sostiene que las fluctuaciones en la producción y el empleo obedecen a

diferentes perturbaciones reales y no como resultado de las acciones de política monetaria,

ni siquiera de las no anticipadas, sobre las variables económicas reales. Entre estas

perturbaciones reales están los shocks en la oferta o en la productividad a partir de crisis

Page 251: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

energéticas, por nuevos métodos de producción, por aumentos del gasto público, cambios

en la tecnología y en las preferencias, etc. El mecanismo de propagación más común es la

sustitución intertemporal del ocio, que significa que los agentes trabajan más en tiempos de

auge dado que la oferta de trabajo tiene una alta elasticidad hacia las variaciones temporales

de los salarios.

Como se puede apreciar, el enfoque de la Nueva Macroeconomía Clásica acerca del ciclo

de los negocios, plantea que las fluctuaciones económicas sólo obedecen a deficiencias de

información o bien a distorsiones ajenas al mercado, que se corrigen cuando cesan esas

deficiencias y distorsiones de manera que los agentes recuperan la fluidez de información.

La racionalidad de ese comportamiento autorregulador disipa todo rastro de incertidumbre

económica, dado que los agentes computan las probabilidades de decisión y eligen con base

a la máxima racionalidad (Palazuelos, 2000: 107). El foco de interés que debería

concentrarse en los fenómenos económicos que tienen lugar en torno al proceso de

acumulación de capital y su relación con la producción capitalista se eclipsa, y la atención

se circunscribe al comportamiento de los precios en la fase de intercambio y al papel de la

información sobre las expectativas de los mismos.

Aplicación del modelo neomonetarista.

La Nueva Macroeconomía Clásica ha constituido un programa de acción política de gran

significado. Muchas de sus temáticas han pasado a formar parte del manejo convencional

de la política económica. Entre estos cabe señalar la distinción entre políticas anticipadas y

no anticipadas, la consideración de una comunidad formada por agentes racionales que

anticipan las políticas estabilizadoras, el cuestionamiento a la simulación de diferentes

medidas de política económica a través de la crítica de Lucas, el papel concedido a la

consistencia o credibilidad para el éxito de la política económica, etc. Estos aspectos

desarrollados por la Nueva Macroeconomía Clásica constituyen un soporte teórico en

diversas áreas que adolecían, según los criterios de la economía convencional, de una

insuficiente formalización en el marco del análisis neoclásico.

Dentro de la Nueva Macroeconomía Clásica se asistió a una proliferación de líneas de

investigaciones en las que pareció constatarse un esfuerzo en la elaboración y

fundamentación científica de sus hipótesis y predicciones contrastables dentro del marco

positivista y popperiano. Ha sido muy destacado el esfuerzo en la contratación empírica de

sus principales implicaciones de política económica. Sin embargo no deja de sorprender el

papel central en el enfoque de los "nuevos clásicos" que tienen un conjunto de

proposiciones emanadas del marco teórico neoclásico que de manera muy deficiente han

soportado su contratación empírica.

En el aspecto de la hipótesis de expectativas racionales, no se ha prestado demasiada

atención a su contratación empírica, como bien ha sido señalado (Usabiaga y O¨kean, 1994:

152). Los tests directos sobre dicha hipótesis, así como los contrastes realizados sobre la

proposición de inefectividad de la política monetaria, han evidenciado problemas empíricos

en elementos esenciales de esta escuela, llegando a considerar innecesaria la contrastación

aislada de la hipótesis de expectativas racionales, pues la conciben irrefutable, lo que en

clave lakatosiana sería, el núcleo duro de su programa de investigación. La defensa de esta

Page 252: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

posición viene dada mediante el argumento de que esta hipótesis permite desarrollar

modelos explicativos cuyas predicciones son verificadas por la realidad. Por su parte

también con relación a la proposición central de la política económica de la Nueva

Macroeconomía Clásica, es decir, la proposición de inefectividad, no ha sido la misma

respaldada por la mayoría de los análisis empíricos. A pesar de estas dificultades a partir de

la refutación de estos elementos claves de este tipo de modelización, no se ha producido

dentro de dicho paradigma, la reelaboración de los mismos ni el abandono de tales

hipótesis.

La Nueva Macroeconomía Clásica se ha mostrado poco interesada en el trabajo empírico

acerca de la formación de las expectativas y de cómo cambian. Para sus defensores, se trata

de expectativas racionales, no porque así se haya probado sino porque así debe ser, si el

agente optimizador que toma decisiones actúa como se supone debe hacerlo el homo

oeconomicus.

Si se supone, como lo hace la mecánica cuántica, que el comportamiento de los electrones

individuales es aleatorio, no interesará el trabajo de laboratorio que trace las rutas de los

átomos individuales ni los esfuerzos realizados para pronosticar las rutas futuras de átomos

individuales, ni el descubrimiento de un mecanismo para tratar de controlar las rutas de

átomos individuales: todo sería un desperdicio de tiempo. Pero, lo interesante es que antes

de que pueda justificarse esta conclusión, deberá probarse empíricamente que el

comportamiento económico individual se realiza igual al de un electrón en la mecánica

cuántica. Los físicos después de todo, tienen suficientes comprobaciones empíricas para

sustentar la teoría de la mecánica cuántica. Pero por el contrario, para los defensores de las

expectativas racionales, las expectativas existentes deben aceptarse simplemente como una

de las características dentro de las cuales ópera el sistema económico. Estas expectativas se

convierten en una formalización en función de reanimar una visión con marcados perfiles

neoclásicos sobre la economía (Thurow, 1988: 180).

Cómo apunta Sheffrin (1985: 190-192), el plan económico del presidente Reagan,

consistente en rebajas impositivas sobre las personas y las empresas, además de una

reforma legislativa y de una reducción sostenida de la tasa de crecimiento monetario,

resultaba en una combinación de política fiscal y de control monetario, que fue considerada

conducente a una colisión entre ambas políticas, dando lugar a altas tasas de interés y a una

reducción del crecimiento. Ante tal panorama se produce una divergencia acentuada entre

las predicciones de la administración y las predicciones más convencionales reacias a las

expectativas racionales.

La Oficina de Administración y Presupuesto habría contratado a John Rutledge, del

Claremont Economic Institute, para aplicar un modelo desarrollado por el para obtener

predicciones para la administración. El modelo contenía la combinación de políticas

fiscales de reducción de impuestos y políticas monetarias contractivas y su resultado no era

inflacionista. La política monetaria contractiva reduciría las estimaciones de las tasas de

inflación futuras del sector privado de forma que se produjese una desinflación poco

dolorosa. Las disminuciones de los impuestos relanzarían los ahorros, la inversión y el

crecimiento sin alimentar la inflación. La inflación estaría determinada por las expectativas

Page 253: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

inflacionistas que podrían ser directamente alteradas por una comprometida restricción

monetaria.

Esta versión de un modelo con expectativas racionales jugaría un papel importante en el

prestigio del plan económico de Reagan, y en general de toda la plataforma económica del

Partido Republicano. Sin embargo la prensa y la mayoría del sector privado no estaban

convencidos con este nuevo proyecto económico. Detrás del modelo de Claremont no

existía ninguna reputación oficial y no había sido sometido a ningún examen académico. La

prensa reflejó esto y se mostró escéptica ante tales predicciones. Estas predicciones

tampoco fueron respaldadas por los principales representantes teóricos de la Nueva

Macroeconomía Clásica. Lucas se mostró "pesimista" con respecto a que la teoría de las

expectativas racionales pudiera ser utilizada para desarrollar predicciones matemáticamente

cuantificables.

Al final, la administración Reagan retiró sus predicciones originales. El presidente del

Consejo de Asesores Económicos del presidente Reagan, Murray Weidenbaum, estableció

un compromiso dentro de la administración para cambiar las predicciones utilizadas en el

presupuesto.

Consideraciones generales.

La hipótesis de expectativas racionales constituye en definitiva un método matemático que

incorpora las expectativas en los modelos económicos. No se trata de un principio o

postulado de comportamiento humano real. No obstante, el neomonetarismo ha desplegado

una vasta ofensiva retórica apelando a un refinamiento lógico formal que ha deslumbrado a

buena parte de una comunidad académica educada en una visión reduccionista y

tecnocrática de la economía en el marco de la ofensiva neoliberal. Su eficacia se ha visto

potenciada por el triunfo conservador a través de los gobiernos de Margaret Thatcher y

Ronald Reagan, que conformaron el marco idóneo para la recepción del ideario neoclásico

en su más novisíma expresión.

La metodología que subyace al análisis de las expectativas racionales no es nueva y, de

hecho, es completamente consistente con el análisis tradicional del equilibrio general. Al

nivel político, las implicaciones para la política económica en lo referido a la inefectividad

de la intervención del gobierno en la economía, fueron muy atractivas para la nueva

derecha.

Sin embargo, la razón principal del éxito del neomonetarismo, al menos en lo referente a

los ambientes académicos, hay que buscarla en el papel que ha desempeñado el desarrollo

de la ofensiva neoliberal monetarista. En la evolución de esta tradición, la Nueva

Macroeconomía Clásica ha representado el punto final de llegada. El propio Lucas ha

reconocido que la hipótesis de las expectativas racionales ha constituido un refuerzo a las

recomendaciones de política de Milton Friedman (Lucas, 1985:1).El desarrollo de los

modelos de espectativas racionales refrendaron las principales posiciones monetaristas de

Chicago.

Page 254: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

A partir de lo anterior, una política monetaria sistemática y por lo tanto anticipada, no

tendría ningún efecto real, incluso a corto plazo. Este análisis parecía formular la

prescripción intuitiva ya adelantada por Friedman de que la autoridad monetaria podría

adoptar una tasa estable y predecible del crecimiento monetario en lugar de intentar

cualquier ajuste fino. También logró proporcionar un apoyo teórico a la alocución

presidencial de Friedman de 1968 ante la Asociación Económica Estadounidense, en la que

debatía la capacidad de la política monetaria para afectar a variables reales. Además,

explicó la curva de Phillips vertical en la que el desempleo es independiente de las tasas de

inflación esperadas, aunque exhiba alguna correlación ex post con la inflación real, y por

último, justifica la afirmación de Irving Fisher en el sentido de que un aumento en la tasa de

inflación esperada aumentará las tasas de interés nominal en la misma cantidad sin alterar

las tasas de interés real esperadas ( Begg, 1989: 124).

Los nuevos clásicos han aceptado el referente teórico fundamental neoclásico referido al

equilibrio económico general walrasiano, además de una serie de convicciones de no poca

importancia, como la de que Keynes no tendría carta de ciudadanía en un mundo de precios

flexibles e individuos racionales. Ya el primer monetarismo había derribado algunas

puertas, mostrando, por una parte, las necesarias implicaciones de la hipótesis "flex-price"

en términos de predominio de la oferta (respecto a la demanda efectiva) a la hora de

determinar las propiedades del equilibrio general; y por otra, el carácter "natural" de tales

propiedades. Los neomonetaristas han aceptado ambas implicaciones teóricas del viejo

monetarismo. Y lo que han añadido-completando de este modo, el distanciamiento respecto

a Keynes - es la hipótesis de las expectativas racionales, la única plausible, según sus

propios presupuestos, en un mundo en el que los sujetos son perfectamente racionales (en el

sentido neoclásico), y los mercados, perfectamente competitivos. Así, partiendo de las

lejanas premisas "keynesianas" de la síntesis neoclásica-keynesiana, no se podía llegar más

que a las lógicas últimas conclusiones de la Nueva Macroeconomía Clásica. Y la única

diferencia real entre los padres y los hijos parece finalmente reducirse sólo al distinto

campo de ingenuidad, con el que se puede creer en el realismo de la hipótesis "flex-price"

(Screpanti y Zamagni, 1997: 330-331).

La mayoría de las formulaciones de la Nueva Macroeconomía Clásica parten de un mundo

donde los problemas detectados por Keynes que constituyeron el marco de su "Teoría

General", son dejados de lado de manera apriorista. Dado que se asume un estado de

continuo equilibrio walrasiano incluso para el corto plazo, con oferta y demanda siempre en

equilibrio a los precios corrientes y con expectativas racionales, no se puede presentar, por

definición, "desocupación involuntaria" keynesiana, por lo que tampoco tendría razón de

existir la política económica de estimulación de la demanda.

Las fluctuaciones del desempleo son atribuidas solamente a "problemas de información",

no a que el sistema pueda situarse en un punto distinto al de equilibrio. Un mundo en el que

los mercados se vacían y los agentes económicos prevén el futuro y son racionales,

corresponde a un entorno prekeynesiano general. Keynes superó con su crítica este tipo de

análisis basados en supuestos totalmente alejados de la realidad, de ahí su posición con

relación al comportamiento irracional del sector privado y su escepticismo acerca del

funcionamiento del mercado. Según James Tobin, los modelos de expectativas racionales

no son más que una versión sofisticada de las nociones prekeynesianas basadas en una fe

Page 255: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

que los hacía cerrar los ojos a los acontecimientos que ellos sabían que a priori no podían

estar ocurriendo... Keynes podría decir que esto era así cuando el llegó ( Sheffrin, 1985:

79).

Como señaló en su momento Luigi Spaventa (1986: 18), la tradición keynesiana al ligar la

inflación a la dinámica salarial, plantea el dilema entre estabilidad y empleo, que demanda

así la moderación de los reclamos salariales. Sin embargo, la Nueva Macroeconomía

Clásica aparenta anunciar buenas noticias: no puede atribuirse ninguna responsabilidad a

los trabajadores por la inflación, pues ésta depende sólo del crecimiento de la oferta

monetaria. El nivel de empleo es independiente del desenvolvimiento del nivel nominal del

producto y solamente es determinado por la productividad y por las preferencias

intertemporales de los trabajadores. ¿Constituirá esto un regalo a los opositores a la política

de ingresos?, se pregunta Spaventa, si, pero se trata en realidad de un regalo envenenado.

La contrapartida de la libertad salarial es la conceptualización de la Nueva Macroeconomía

Clásica de la inexistencia de un problema de empleo. Toda política económica que trate de

interferir el "equilibrio natural" del mercado de trabajo, como toda mercancía libremente

demandada y libremente ofertada, resultara no sólo inútil, sino contraproducente.

Por otra parte,en términos empíricos se presentan ciertas dificultades para la explicación de

los parámetros de la Nueva Macroeconomía Clásica. La larga duración del ciclo económico

hace difícil digerir la creencia de que tal fenómeno ocurre sólo por la información

equivocada. Pudiera ser que algunos agentes pudieran percibir erradamente los cambios de

los precios agregados como si fueran cambios de los precios relativos, por ejemplo, todos

los precios y salarios aumentan por igual, pero los empresarios sólo aprecian erradamente

mayores salarios y por esto despiden trabajadores. También pudiera ser que cambios

transitorios de los precios fueran vistos como cambios permanentes, como pudiera ser que

una baja de la demanda de un producto a corto plazo sea tomada como una baja

permanente, y se cierren las instalaciones productivas. Sin embargo, a pesar de los casos

anteriores, todos los agentes económicos no pudieran cometer tales errores en forma

sistemática. Y si así lo hicieran, los errores serían corregidos con una relativa rapidez. El

problema es que el desempleo es demasiado persistente para que sea interpretado como

resultado de una información equivocada. Según Thurow (1988: 174- 175), sería razonable

cuestionarse el que todos los agentes pudieran haber estado sistemáticamente mal

informados durante los doce años de la gran depresión.

El hecho de que el neomonetarismo es constantemente objeto de refutaciones por parte de

la investigación empírica no es tan significativo como los problemas mucho más graves de

carácter teórico. Los nuevos clásicos definen la economía en forma tautológica, y no

aceptan ninguna prueba que vaya en contra porque tal prueba no puede existir. Cómo

reseñan Screpanti y Zamagni (1997: 329- 330) el propio concepto de racionalidad de las

expectativas sirve básicamente para reducir a un riesgo calculable los efectos que el futuro

imprevisible puede causar en el presente. Simplemente se niega la existencia de este

problema a través de la suposición difícil de digerir de que los agentes pueden introducir en

su cálculo toda la multiplicidad de acontecimientos posibles.

Otro problema en la misma dirección se refiere a la hipótesis de la naturaleza estacionaría

del equilibrio hacia el que convergería la economía a partir de la acción de los agentes

Page 256: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

económicos racionales. Siguiendo a Screpanti y Zamagni, el modelo teórico sobre el que se

forman las expectativas racionales debe representar una economía con una estructura

bastante persistente, que justifique la formación de expectativas sobre la evaluación de

variables "fundamentales". Se supone además que sólo existe un modelo correcto de la

economía. Dado que el equilibrio dependería de las expectativas, deberían existir tantos

equilibrios, como expectativas capaces de autorrealizarse.

En la mayoría de los planteamientos de la Nueva Macroeconomía Clásica se manifiesta la

tendencia a transformar sus postulados básicos en axiomas reales y verdaderos

independientemente de su oposición abierta a los hechos observados. Se minimizan los

resultados adversos en pruebas de contratación empírica, sustituyendose por pruebas

lógicas que contienen los mismos presupuestos neoclásicos que sus teorías, de forma que se

convierten en ejercicios de auto comprobación de su consistencia lógica y de su

refinamiento matemático al margen de las realidades económicas. Estas formulaciones han

ido alcanzando un grado de formalización cada vez más elevado, posibilitando la

elaboración de una arquitectura ornamental de tan brillantes contornos formales como

falaces contenidos, en una singular combinación de axiomas endebles e irreales con

sofisticados instrumentos matemáticos.

Basándose en la idea del equilibrio walrasiano, presupone la existencia de fuerzas

económicas naturales que establecen un equilibrio cuyo punto de apoyo es la competencia

perfecta. De esta manera, se hacen sus preposiciones en forma axiomatica y estableciendo

parámetros de distinto tipo de acción para construir una teoría intemporal

descontextualizada de su marco histórico y social. Así, la economía estaría compuesta por

individuos-tipo con comportamientos estandarizados, al margen de contextos histórico-

sociales específicos. Se trata del despliegue de la construcción intelectual del equilibrio

walrasiano, cuyo desarrollo ignora los problemas y las categorías económicas que no son

manipulables por los procedimientos matemáticos empleados en su formalización. Como

señala Palazuelos (2000: 111) tal forma de proceder desfigura el conocimiento de la

realidad al considerar únicamente dichos elementos matematizables, con la pretensión de

que el mero hecho de expresar los resultados a través de ese lenguaje formal proporciona

una teoría universalmente válida.

Se supone por tanto, que la economía presenta una condición innata hacia el equilibrio, en

donde las posibles alteraciones del mismo son externas al mercado y se corrigen a través

del automatismo del mismo. Supone la movilidad de los recursos productivos, la

flexibilidad total de los precios y la existencia de suficiente información por parte de

productores y consumidores.

Lo anterior conlleva a la aceptación del falaz proceso del "subastador" walrasiano, que

siempre estaría operando para todas las transacciones realizadas a precios de equilibrio.

Así, sólo bajo este marco ideal de una economía de libre mercado, de operación eficiente

del mecanismo de precios relativos y de estabilidad del sector privado, puede suponerse la

existencia del aparato teórico basado en las expectativas racionales. Toda política de

estabilización encauzada por el gobierno que intentara incidir sobre el ciclo económico

quedaría descartada de antemano ante la acción del mercado con precios perfectamente

flexibles. Cualquier desequilibrio accidental quedaría rápidamente neutralizado por las

Page 257: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

decisiones racionales de los agentes que tomarían sus decisiones basadas en funciones de

oferta y demanda conocidas dado un nivel de información acerca de la situación del

mercado, gracias a la construcción y manejo racional por parte de los agentes económicos

de sus expectativas de inflación. Toda esperada tasa de crecimiento monetario será

inmediatamente transformada en su correspondiente incremento de los salarios nominales y

del nivel de precios.

La incertidumbre es concebida como un no completamiento de la información con respecto

al futuro. El tiempo económico es por naturaleza irreversible. Los mecanismos económicos

y sociales son intrínsecamente históricos, no es posible prever el futuro, cuantificarlo a

partir de un cálculo en términos de probabilidades acerca de los eventos futuros. No es

posible prever, a partir de las informaciones disponibles, el estado de los mercados futuros.

El mundo económico y social es no ergódico.

Según los teóricos de las expectativas racionales, en situaciones de información imperfecta,

los agentes continúan siendo racionales, igualando el costo marginal y la utilidad marginal

de la información. Este análisis es reductor por el hecho de considerar, implícitamente, la

información como dada para el conjunto de los agentes económicos. Si, al contrario, se

define la información como signo objeto de modalidades diferenciadas de recepción, no es

posible aplicar el concepto de racionalidad a la adquisición de información. No es posible,

tomando en cuenta la incertidumbre debido a su complejidad, evaluar su utilidad ex ante ,

no siendo posible maximizar el comportamiento relativo a la compra de la información. La

racionalidad del agente económico es limitada por la incertidumbre relacionada con el

conocimiento a disposición del agente.

Existe un problema lógico asociado con la hipótesis del comportamiento maximizador

cuando se aplica este a la recopilación de información. Se pretende que los individuos

igualen el costo marginal de adquirir información con el beneficio marginal a derivarse de

la misma información. Pero, ¿cómo es posible conocer el beneficio marginal de la

información, hasta saber cuáles es esa información? Se sostiene que la inmensa masa de

simples trabajadores, poseen exactamente la misma información con respecto al proceso

inflacionario que los hacedores de la política monetaria. En tal sentido sería mucho más

realista asumir que el público no tiene un acceso total al modelo económico y a la completa

información acerca de la operación del proceso económico suficiente para realizar las

acertadas previsiones que supone el modelo de las expectativas racionales. El nivel superior

de información por parte de las autoridades monetarias con relación al público en general,

sin entrar a analizar los diferentes niveles de información acorde con los segmentos del

mismo, se manifiesta de dos maneras. Por una parte existe la posibilidad de que las

autoridades deliberadamente no transmitan la información requerida hacia el público.

Mientras que por otra parte puede ocurrir que la centralización de concentrar e interpretar la

información en función de hacer economías de escala, las autoridades adquieran

determinadas ventajas sobre la descentralización de las informaciones manejadas por los

sujetos económicos individuales. En ambos casos, las autoridades monetarias pueden

provocar efectos reales en el corto plazo mediante una activa política monetaria ya que en

tales circunstancias la acción monetaria no poder ser prevista "racionalmente".

Page 258: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Las señales emitidas por el sistema de precios son, por naturaleza, imperfectas y parciales:

imperfectas, por el hecho de que los diferentes agentes no tienen el mismo acceso a la

información (asimetría de la información); parciales, por el hecho de que no son nada

transparentes. Por otra parte, un mercado constituye un punto de llegada complejo y no

puede ser analizado independientemente de las instituciones y demás relaciones sociales

que lo sustentan. El tipo de regulación que lo caracteriza depende de ciertas instituciones

históricamente determinadas. A medida que el mercado deja de ser considerado una

instancia universal socialmente eficiente y autorregulado, no puede asegurar sus

condiciones de reproducción sin la existencia de ciertas instituciones sociales.

El mercado no poder ser concebido como una instancia autorreguladora, el mismo no tiene

condiciones suficientes para ofrecer informaciones sobre el valor futuro de las variables

económicas claves. Los procesos de estabilización consisten en disminuir la inestabilidad

propia del juego del mercado, creando mecanismos de regulación macroeconómica y de

coordinación mesoeconómica.

Page 259: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Capítulo 11. El Dinero y la Inflación desde una perspectiva crítica.

La crítica al monetarismo.

La perspectiva analítica de la que parte el Monetarismo es el análisis del equilibrio general,

por lo que las proposiciones de su teoría monetaria se derivan de la aplicación de las

mismas técnicas de análisis de una economía de intercambio cuyo rasgo distintivo es la

ausencia de producción. Las cantidades de bienes disponibles constituyen un dato, su

distribución inicial es arbitraria y el problema fundamental es el de su redistribución óptima

entre los agentes. Si los agentes se encuentran en una posición inicial que no coincide con

su posición óptima, entran en el mercado como compradores para obtener una cantidad

superior a la que poseen, o a la inversa, como vendedores. Todo parte de éste análisis

microeconómico que muestra la redistribución de los bienes por la acción de los mercados.

El paso a la macroeconomía se encuentra en este comienzo.

Asumiendo un método de análisis dialéctico para el análisis crítico de la economía

convencional en general, se podría situar al monetarismo en el plano de la unilateralidad del

análisis económico y no solamente en el del error absoluto. Esto posibilitaría el poder

reconocer la parte de racionalidad que encierran fragmentos de verdad en su discurso

económico, aunque de manera unilateral. Esto último en el sentido de absolutizar lo

relativo, de tomar la parte por el todo, el momento por la totalidad. Significa analizar

críticamente un enfoque teórico inmerso en un marco ideológico neoliberal en el que dentro

de su oscuro fondo de la "sin razón", se podrán rescatar determinados argumentos

racionales, sin por ello disminuir la crítica de los mismos.

A partir de un análisis histórico-analítico de las principales tesis monetaristas, queda claro

que las mismas constituyen una representación deformante de las manifestaciones externas

de los procesos reales de la reproducción capitalista. Lo anterior no significa que debe

subestimarse su parcial aporte cognoscitivo en el plano de las analogías externas avaladas

por cálculos estadísticos superficiales que en aspectos puntuales describen ciertos

comportamientos monetario-financieros. Por supuesto, no podía ser de otra forma, ni

Friedman ni los monetaristas pretenden aproximarse a los verdaderos procesos de creación

del valor y del valor de uso de las mercancías sobre la base real de la explotación del

trabajo asalariado, ni a la comprensión de la circulación del capital social en sus diferentes

formas, así como del intercambio entre las dos subdivisiones de la producción social en su

composición material y de valor. Sus derroteros teóricos son otros, lo cual les posibilita

abstraerse de las relaciones causales que determinan la estratificación de clases y la

creciente desigualdad social, así como de las diversas formas capitalistas de explotación y

sojuzgamiento de las grandes masas desposeías. Sin embargo, no por lo anterior, dejan de

reflejarlas en el deformante plano de sus manifestaciones externas.

Las ideas monetarias convencionales carecen de un alcance científico decisivo al situarse

en el marco de una limitada concepción del dinero que desconoce su significación como

relación social. Todo el análisis especializado oscila entre una determinación "exógena" y

una determinación "endógena" de la oferta monetaria. Tampoco es válida la inversión del

problema de la oferta, y partir de la demanda monetaria como condición determinante, ya

Page 260: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

que de esta forma, se continúa dentro del marco analítico de la oferta y la demanda y se

vuelve a encontrar nuevamente la dualidad de lo exógeno y lo endógeno.

Consecuentemente con lo anteriormente expresado, Guillermo Gigliani (1994; 2005)

desarrolla un análisis crítico de los problemas monetarios contemporáneos que

consideramos imprescindible para la deconstrucción del discurso monetarista. En

consecuencia incorporaremos algunas de sus ideas fundamentales al respecto.

El enfoque que prioriza la consideración exógena de la oferta monetaria considera que los

bancos comerciales deben contar con reservas excedentes, y por tanto, con depósitos,

suficientes para el otorgamiento de préstamos al sector privado. En el proceso de creación

monetaria, la causalidad parte de las reservas (base monetaria) hacia la oferta de dinero,

siendo la base una variable exógena que estaría bajo el control del Banco Central.

Por su parte el enfoque endógeno asume que el factor determinante es la demanda de

préstamos, por lo que se produciría una causalidad inversa que iría desde el crédito hacia la

base monetaria, la cantidad de dinero existente sería un resultado de las necesidades del

proceso de producción, o sea de su nivel de actividad. En correspondencia con la

interpretación crítica del monetarismo cuantitativista y asumiendo la ausencia de cambios

significativos en la velocidad de circulación del dinero, la oferta monetaria respondería a

los cambios en el ingreso nominal.

En su trabajo titulado "The Scourge of Monetarism", (1982: 42-43), Kaldor deja sentado

que las proposiciones monetaristas están conformadas en correspondencia con una

economía imaginaria, tal como la postulada por Walras en su modelo de equilibrio general,

en el que se asume que existen un número finito de bienes intercambiados en mercados

perfectos. Bajo las condiciones de la competencia perfecta en donde uno de los bienes sirve

como dinero (oro o plata), su uso como dinero crea una demanda adicional dado que tanto

productores como consumidores desean mantener determinado nivel de dinero efectivo en

relación a su ingreso. Y dado que en un mercado perfecto cada bien (incluyendo el dinero)

está sometido a su realización bajo un precio "vaciador del mercado" en donde se equilibra

su oferta y demanda, un aumento en el precio de un bien solamente puede ocurrir como

resultado de un exceso de demanda, y viceversa, una caída en el precio del "bien dinero"

significa la existencia de un exceso de oferta de ese bien, que bajo estos supuestos, viene a

ser lo mismo que un exceso de demanda para todos los otros bienes. En equilibrio el

"valor" del dinero se determina en el punto de equilibrio de los balances monetarios

efectivos de todos los participantes.

En la cuarta edición de su libro (1900), Walras añadió lo que representa la esencia de su

posición monetarista: dado que los sustitutos del dinero de diversas clases existen en una

proporción fija y constante con relación al dinero real (oro o plata), la oferta de dinero es

exógena. Y como la economía walrasiana funciona con plena y eficiente utilización de

recursos escasos: 1) un aumento en el nivel del precio sólo puede ocurrir por un exceso de

demanda de los bienes en general, 2) este exceso de demanda solamente surge, dada la

estabilidad de la demanda de balances de dinero efectivo del público, cuando la oferta de

dinero se incrementa más rápidamente que la oferta de bienes en general, y de ahí que el

valor del bien-dinero caiga en relación a los demás.

Page 261: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Sin embargo desde una perspectiva crítica se tiene que "la oferta y la demanda pueden

explicar el intercambio de mercancías y hacer inteligibles las curvas de los precios

funcionales y luego, previos tanteos, el precio del equilibrio; pero éste aparato analítico no

sirve para la moneda. En efecto: ésta, desde que se encuentra en los saldos, aún antes que se

abra al mercado, tiene que tener un poder adquisitivo realizado previamente y que, por

ende, no puede ser resultado del mercado en el que se forman los precios de equilibrio, si

este poder de compra no es otra cosa que la inversa del nivel de los precios de las

mercancías, giramos en redondo. Desembarazada del peso inicial del valor objetivo, la

moneda no puede encontrar el sustituto de aquel en las determinaciones del mercado, del

que ella misma es un dato previo. La indeterminación inicial de su valor acarrea la

indeterminación económica de la cantidad nominal de moneda, y el que se recurra a una

determinación política" ( Brunhoff, 1975: 43).

Como bien señala De Brunhoff, el concepto de moneda de la economía convencional, se

adopta, no se lo construye: la oferta monetaria no se define inicialmente ni en sus

funciones, ni en la forma en que se integra dentro de sistema económico, solamente se la

define en relación con el sistema de emisión, como moneda emitida por el Banco Central.

Aparece así como si se tratase simplemente de un problema técnico, interno del mecanismo

de eimisión, y por tanto, que las funciones de la oferta monetaria careciesen de importancia

teórica.

El carácter particular de la oferta monetaria, como variable originariamente dependiente de

la producción de valor, no se capta como tal al reflejar la mutación de una mercancía en

moneda. Esta aparece como negación de las determinaciones de la producción bajo la

forma cuantitativa de la proliferación arbitraria de los medios de pago. La moneda, que

posee un valor objetivo en la producción, de donde procede el papel de patrón que puede

desempeñar el oro, tiene un valor relativo a su cantidad en la circulación. De aquí procede

el carácter mecánico y voluntarista de la regulación de las emisiones bancarias. Esto

obedece a que las transacciones en relación con la moneda, son concebidas como cambios

de bienes, y no como circulación de mercancías que incluye relaciones monetarias

específicas. Las transacciones se realizan como si se tratara de una confrontación inmediata

de los bienes en donde la moneda sólo serviría para desplazarlos de un punto a otro. El

papel de la moneda se reduce a la facilitación de la simultaneidad del intercambio.

La cantidad de moneda nominal aparece como un dato exógeno del sistema de intercambio

dependiente de un órgano emisor exterior, el Banco Central, exógeno a las relaciones

económicas. La relación de la demanda monetaria frente a la cantidad dada de moneda

responde a la forma cómo nacen y se pagan en los mercados ciertos movimientos que

producen insuficiencias o excesos de la oferta en el juego del equilibrio de los mercados. Ni

la oferta ni la demanda monetaria aparecen como relaciones socioeconómicas particulares,

pues están referidas a una concepción economicista que es incapaz de incluir una reflexión

acerca del significado de las formas del intercambio de valores.

Analizando el papel que le corresponde a la interpretación monetarista que reformula la

ecuación cuantitativa del dinero, la relación dinero-precios debe ser analizada en el marco

dinámico de la reproducción capitalista, la cual se ve alterada permanentemente por

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desequilibrios de oferta y de demanda. Estos desequilibrios pueden originarse tanto en una

caída de la demanda efectiva, debida, por ejemplo, a una insuficiencia del poder de compra,

como en la contracción del valor monetario de la producción, que podría resultar de la

mejor tecnología empleada. En ambos casos se está en presencia de una discrepancia entre

la masa de crédito que se generó en la economía y el valor final de la producción:

Brecha = flujo del crédito - flujo del valor de producción

Esta brecha entre el flujo financiero y el flujo productivo no sólo es causada por una

expansión exógena de la oferta monetaria como sostienen los monetaristas, que en

condiciones de pleno empleo originaría una inflación de demanda. Además de ello, ésta

discrepancia se origina en términos de la economía convencional, en la disminución de la

demanda efectiva por la reducción ex post del valor de la producción, motivada esta última

por las mejoras tecnológicas. Una y otra situación determinan que el valor monetario de las

mercancías producidas sea inferior al de las deudas contraídas para financiar su producción.

El monetarismo como se ha visto, ignora este tipo de causaciones y postula que la inflación

proviene única y exclusivamente de un aumento de la oferta monetaria. La política

monetaria "neutral" monetarista se reduce a una mera consideración de problemas

estadísticos y de tasas de crecimiento de la oferta monetaria, ignorando que la misma es una

de las responsabilidades del estado que no puede ser analizada de forma aislada. No existe

en realidad una estricta función técnico-económica o política del estado, sino una función

global de cohesión, legitimación y reproducción de sistema. Así, la inflación no puede

limitarse a ser explicada como una cuestión de tasas anuales del nivel de precios o una

circunstancia patológica de la economía capitalista, sino como un fenómeno inherente al

sistema.

Como ya se analizó, la visión exógena de la oferta monetaria tuvo su mayor florecimiento a

través de las ideas de Milton Friedman y de otros autores monetaristas. El Bundesbank

alemán fue la institución que durante 1976-1988 perseveró en mayor medida en la

aplicación de las metas cuantitativas. Sin embargo el avance de la internacionalización

financiera tornó muy difícil el manejo de la cantidad de dinero. En la actualidad la idea de

que el Banco Central pueda controlar los agregados monetarios ha sido abandonada por la

mayor parte de la teoría ortodoxa. Incluso la política de los bancos centrales no intenta

establecer metas cuantitativas sobre los agregados monetarios, como era común en la

primera mitad de los años 80, en su lugar, se ocupa de la fijación de una tasa de interés de

corto plazo. La dificultad de los gobiernos en implementar estrategias de control

monetaristas responde a la naturaleza endógena del dinero y al carácter inestable de la

demanda monetaria. Independientemente de que la teoría ortodoxa no reconozca la

naturaleza endógena del dinero, las políticas de abandonar el control de los agregados

monetarios y de fijar la tasa de interés del mercado se corresponde más con una explicación

endógena del dinero que con explicación exógena del mismo.

En la fijación de la política monetaria, los bancos centrales han perdido confianza en su

capacidad de controlar los agregados monetarios con el fin de mantener la estabilidad de

precios. En su lugar, esas políticas se basan en la fijación de una tasa de interés de corto

plazo a fin de regular la demanda agregada y de esta forma, influir sobre la tasa de

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inflación. Éste la razón por la cual muchos modelos macroeconómicos tienden a basarse en

la curva IS y no en la curva LM. Esta última es expresión de una oferta monetaria exógena.

Se reconoce que el Banco Central es incapaz de controlar la cantidad de base o de oferta

monetaria ni tampoco puede intervenir sobre la reserva de los bancos comerciales de una

forma discrecional. Para la política monetaria actual, la ecuación cuantitativa del dinero,

que expresa que en el largo plazo, el control de la cantidad dinero garantiza la estabilidad

los precios, es algo que no puede ser llevado a la práctica.

Sin embargo, no obstante lo anterior, las concepciones monetaristas a pesar de haber

perdido terreno y de que se haya renunciado en buena medida al enfoque de una oferta

monetaria exógena, el instrumental de políticas propiciadas por la ortodoxia no ha perdido

terreno y esto se expresa a través de rechazo de las políticas fiscales y de poner el énfasis en

el manejo monetario.

Muchas interpretaciones marxistas consideran que el Banco Central ejerce un control sobre

el mercado del dinero, tanto sobre las tasas de interés como sobre la base monetaria, aunque

ese control esté sujeto a limitaciones. Se afirma que el gobierno no tiene un manejo directo

sobre las tasas de interés que se forman en los mercados de capitales no bancarios, también

se hace referencia al carácter imperfecto de la regulación del Banco Central. Esto obedece a

dos causas fundamentales: 1) a la complejidad de los mercados del dinero y a su relativa

segmentación; 2) a las innovaciones financieras que se suceden en forma continua. Se

considera que las instituciones monetarias son muy complejas y que se van transformando a

lo largo del tiempo, las mismas comprenden una gran pirámide de bancos y de otros

intermediarios financieros, mientras que, las empresas influyen sobre el nivel de las

transacciones a través del uso de cantidades flexibles de crédito comercial. Esto es sin

contar el fuerte impacto de las relaciones financieras externas.

Gigliani cita a Altvater acerca de que el Banco Central es una institución que puede obtener

parcialmente una regulación exógena del dinero, de la tasa de interés y del tipo de cambio.

Esto puede hacerlo de manera parcial, ya que existe una interconexión entre la tasa de

interés y la tasa de ganancia lo cual implica que el dinero y su precio están influidos

además por la dinámica endógena del sistema capitalista. Esto hace que el dinero sea

endógeno y que la tasa de interés se define en principio por las fuerzas del mercado.

No obstante lo planteado anteriormente, en el análisis de la capacidad del gobierno de

manejar la oferta monetaria, habría que establecer la distinción de que tipo de países están

siendo considerados. En los países del capitalismo avanzado, éste un asunto complejo, ya

que sus sistemas se han visto a partir de los noventa, sometidos a tendencias especulativas y

en ocasiones a crisis financieras y de balanza de pagos. Mientras que en los países

dependientes sometidos a crisis fiscales, bancarias o de deuda externa, la regulación que

lleva a cabo el Banco Central puede llegar a ser muy limitada, sobre todo en aquellos que

tienen un alto grado de "dolarización". En este tipo de economías, los déficits fiscales y las

fugas de capitales suelen tener un carácter permanente y determinan que la oferta de dinero

quede fuera del control efectivo del gobierno. Esta volatilidad dificulta la programación de

la oferta monetaria del Banco Central, no obstante ser muy "oportuna" para establecer los

frenos monetarios capaces de controlar los precios y los salarios, tal como lo exigen los

planes de ajuste del FMI.

Page 264: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

El dinero y la inflación en Marx.

A partir de lo anterior, al concebirse el análisis de la moneda en términos de oferta y

demanda, todo queda dentro de un esquema analítico que impide comprender los

fenómenos de creación monetaria bajo el término oferta. La concepción general de una

economía monetaria determina el uso del enfoque de oferta y demanda de moneda,

asumiendo la separación entre sistema monetario y la economía. Al definirse a la oferta

monetaria como cantidad exógena, la misma presenta el carácter de un fenómeno no

económico.

Con el análisis de Marx, se parte de una economía mercantil que necesariamente es una

economía monetaria, a diferencia de una economía real a la que se agregaría la moneda. El

problema básico no sería el de la confrontación entre la oferta monetaria con su demanda,

sino el de la formación de la moneda como relación socioeconómica específica que expresa

la manera en que la estructura del intercambio se relaciona con cierto tipo de producción. El

uso generalizado de una moneda es inseparable en sus inicios de la producción de

mercancías. Se trata de una relación puramente económica que implica la acción de la ley

del valor, que garantizaría el carácter socialmente necesario del trabajo efectuado. Moneda

y mercancías constituyen dos polos complementarios y antagónicos del intercambio de

equivalentes. La mercancía tiene que cambiarse por moneda para quedar socialmente

realizada. Sólo mediante su conversión en moneda, una mercancía puede cambiarse por

otra mercancía equivalente (M-D- M).

Cuando se sale de la abstracción de la producción mercantil y se consideran las relaciones

de producción capitalistas, la moneda no refleja la estructura de la producción ya que sólo

se remite al intercambio de equivalentes. Al aparecer en el plano superficial de la esfera de

la circulación de las mercancías como la relación del dinero que es valorizado y convertido

en capital (D-M-D), se hace necesario encontrar en la producción y no en el intercambio, el

origen de la acumulación y de la transformación de D en D. Queda así oculta la relación

entre una estructura del intercambio y un tipo de producción, por lo que se hace necesario

el análisis que posibilite definir las condiciones sociales del uso de la moneda, de lo

contrario, la moneda disimularía su propio carácter de relación social, ocultando así sus

verdaderas condiciones de formación y utilización.

La inversión consistente en la sustitución del predominio de la oferta por el de la demanda

de moneda, no resuelve el problema de la condición económica de la moneda, ya que deja

el problema planteado en términos de oferta y demanda. De Brunhoff (1975: 168-169)

propone desplazar este tipo de análisis hacia el de las condiciones en las que se forma la

moneda. El objetivo de este análisis, de inspiración marxista, no será el de demostrar la

primacía de la demanda de moneda nominal, independientemente que la concepción de

Marx es cercana a la de la Banking School, en oposición al cuantitativismo de Ricardo.

Marx le atribuye en este sentido a la demanda un papel regulador de la cantidad de moneda

que circula pero lo hace sólo después de haber analizado la determinación de la forma

moneda con relación a la circulación de mercancías y a la ley del valor. Su análisis no parte

de la oferta, ni de la demanda monetaria, porque estas nociones no permiten construir un

concepto teórico de moneda.

Page 265: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Tal como apunta Gigliani (2005: 160-165), en la teoría monetaria de Marx, el oro, como

mercancía producida, adquiere el status de dinero y equivalente general. En el tomo I de El

Capital señala como la génesis del equivalente general constituyó un fenómeno espontáneo

y descentralizado que acompaña el desarrollo de la forma mercancía. El dinero constituye

un vínculo entre la mercancía, el valor y la explotación del trabajo. A partir de esto, Marx

desarrolló una teoría del dinero capaz de dar cuenta de una gran cantidad de fenómenos

monetarios de su tiempo, tales como la circulación del papel moneda, las leyes que

relacionan el dinero con el nivel de precios de las mercancías, el atesoramiento y el papel

de crédito. De esta manera, la teoría marxista del dinero constituye un marco que posibilita

la comprensión de los procesos económicos sobre bases más profundas que la neoclásica.

Con relación a la concepción del dinero como equivalente general, para Marx el sistema

capitalista se caracteriza por el hecho de que la unidad de producción y las unidades de

consumo actúan en forma separada. Esta disociación requiere un momento de asociación,

que pueda reconocer los objetos útiles producidos, como objetos socialmente útiles y así,

que los trabajos llevados a cabo en forma independiente sean trabajos sociales. El

intercambio es ese ámbito de encuentro, en el cual la producción y el consumo se enfrentan.

Pero para que pueda tener lugar este intercambio, los objetos útiles, que son el producto de

la actividad humana, deben ser reducidos a una forma unitaria y el valor es él común

denominador. Por lo tanto, el sistema capitalista de producción requiere que la actividad

humana y los objetos útiles adoptan la forma del valor. En tanto no se validen como tales,

no tienen existencia desde el punto de vista social.

De esta manera el dinero como una forma del valor, es el resultado de la necesidad de

expresar y validar los productos del trabajo privado como trabajo social. Las mercancías se

validan sólo cuando se ven relacionadas con la mercancía que sirve de "equivalente

universal", el intercambio exitoso con el dinero constituye la "realización" del valor y así se

reconoce el trabajo privado como parte del trabajo social general.

Al adquirir esa forma de valor, los objetos útiles se desdoblan en valores del uso y valores

de cambio y se constituyen en mercancías. El valor tiene una dimensión social de carácter

abstracto y general, que se concreta en el dinero. Dado que el valor es un común

denominador, tiene que medir las unidades heterogéneas. La primera condición de la

existencia del dinero es que sea una medida del valor. Además, dado que también va más

allá del intercambio accidental, también necesariamente es un almacén de valor. La

segunda condición de existencia del dinero como medida de valor es que sea medio de

circulación. Así, el dinero como medio de circulación refuerza la función de medida del

valor. Estas tres funciones, medida de valor, almacén de valor y medio de circulación,

determinan al dinero como el equivalente general de una economía.

Por otra parte, el análisis del dinero de Marx parte de explicar su génesis a partir de las

contradicciones de la mercancía. El dinero no es introducido desde afuera de lo económico,

sino que surge de las mismas relaciones sociales. En este sentido Marx criticó la

concepción puramente "física" del valor de Ricardo, que no tomó en cuenta la cuestión de

la objetivación del valor o cosificación, que es propia de la forma mercancía. Marx plantea

que el trabajo humano como tal sólo existe de manera subjetiva, como actividad, y que de

Page 266: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

ninguna manera es universal e idéntico a si mismo. Es por esto que en el momento del

intercambio de la mercancía no se pueden comparar trabajos humanos vivos sino trabajos

muertos, objetivados ,es por esto que el trabajo abstracto debe asumir una forma objetiva

distinta de sí misma, que es el dinero. Para que el valor pueda ser una propiedad de la

mercancía, o sea, de la cosa que se independiza hasta cierto punto del productor, es

necesario que ese valor se exprese a través de una relación entre las cosas.

Lo anterior obedece a dos razones: 1) el valor no es una propiedad natural de la mercancía,

sino social, la mercancía no puede expresar esta propiedad con su propia forma natural. 2)

porque constituye una relación cosificada que debe expresarse como relación entre las

cosas. Así, el trabajo privado contenido en la mercancía deviene trabajo social, pero no

como trabajo vivo, sino en cuanto trabajo objetivado. Para que esto suceda, el contenido del

valor, el tiempo de trabajo, necesita la forma del valor. La forma mercantil relativa necesita

encontrar en el mercado, la forma equivalente.

Siguiendo a Gigliani, para Marx el surgimiento del dinero obedece a ésta necesidad de

superar temporalmente, la contradicción básica de la producción mercantil, la que existe

entre la producción bajo la forma privada y su contenido social, ya que sólo si la mercancía

encuentra su equivalente, o sea, si el trabajo invertido se objetiva como propiedad de la

mercancía, el trabajo privado deviene en trabajo social. Es a través de la metamorfosis de la

mercancía en dinero que el tiempo de trabajo invertido en la producción se valida como

tiempo social. Se trata de una relación cosificada no evidente al control consciente de los

hombres. En su lugar, será el lenguaje de las mercancías, el mundo cosificado, el que se

hará evidente para los hombres.

Por tanto, el dinero para Marx no puede explicarse a través de convenciones o instituciones,

sino a través de la misma dialéctica de la mercancía. Aúnque reconoce que las instancias

legales y políticas tienen incidencia en las formas del dinero, son las leyes económicas

subyacentes que le dan su origen, las determinantes, es por esto que la concepción de Marx

sobre la génesis y la naturaleza del dinero conduce a un doble rechazo. Primero, niega que

la mercancía-dinero sea una mercancía más, un simple "numerario", al estilo Walras.

Segundo, también niega que el dinero sea un mero signo, algo que nace de una convención,

es por esto que la referencia a la mercancía no puede desaparecer, aúnque sea reemplazada

por signos de sí misma.

En la época de Marx, durante la vigencia del patrón oro, se registró la circulación de papel

moneda, es decir, de signos de valor que representan al equivalente general y que tienen el

carácter de convertibles. Al ser emitidas estas monedas por los gobiernos, recibieron su

valor del dinero mercancía a través del estándar de precio, que define la unidad de dinero

estatal como una cantidad de la mercancía dinero. Por ejemplo, el congreso norteamericano

en 1790 definió al dólar como la vigésima parte de una onza de oro.

La convertibilidad efectiva del dinero, a través de un mercado libre entre el dinero y el oro,

la tasa de conversión (el estándar de precio), aseguraba que el precio monetario de las

mercancías reflejara su precio en oro. El nivel de precios nominales estaría determinado por

la cantidad de tiempo de trabajo necesario contenidos en las mercancías y en el oro. Esto

significa que el nivel de precios es independiente de la cantidad de dinero de circulación.

Page 267: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Para Marx la cantidad de dinero en circulación está determinada por la suma de los precios

nominales junto con la velocidad del dinero. Se trata de una visión endogenista en donde la

cantidad de dinero en circulación se debe ajustar a la suma de los precios nominales, es

decir, a las necesidades de circulación, a través del atesoramiento y de cambios en la

velocidad de circulación del dinero. Esto constituye la base de la crítica de Marx a la teoría

cuantitativa del dinero postulada por Ricardo y por Hume. Marx plantea que el error

fundamental de los cuantitativistas es que consideran al dinero sólo como medio de

circulación y omiten otras importantes funciones, tales como medio de atesoramiento y de

unidad de valor.

Marx destaca el vínculo entre el ciclo productivo y las necesidades de crédito. Esta

concepción se distancia de la teoría cuantitativa, a partir de que son las exigencias de la

producción las que determinan la cantidad de dinero a ser creado. Es decir, la relación

causal en Marx corre desde el lado de la actividad económica hacia el dinero y no a la

inversa. Además, Marx identifica uno de los mayores problemas con que se enfrentan los

defensores de la versión exógena del dinero, el cual es la inestabilidad de la demanda

dinero. Al explicar Marx el papel que juega el atesoramiento, al retirar dinero de la

circulación en los momentos de menor actividad económica y, el desatesoramiento, al

inyectarlo en las fases de expansión, deja claro que la demanda de dinero no es estable sino

que se mueve en consonancia con el ciclo económico. Por tanto, no sólo la oferta de dinero

tiene una naturaleza endógena, sino que además, su demanda no es estable. Finalmente, al

desarrollar su análisis sobre el sistema bancario a nivel del tomo III, refleja el papel que

juega el dinero y el crédito en impulsar la acumulación en capital circulante y en capital

fijo. Muestra como el financiamiento tiene lugar no sólo a través de los préstamos entre

capitalistas superavitarios en flujos líquidos y capitalistas deficitarios que necesitan un

fondo para producir, sino también como va surgiendo el sistema bancario como circuito

especializado del crédito que concentra los ahorros de la sociedad en gran escala y los pone

a disposición de los industriales para apoyar el circuito del capital.

Así, el análisis monetario en Marx forma parte de una concepción teórica del capitalismo

que ve al ciclo y al crecimiento como rasgos endógenos de este sistema. La tasa de

ganancia es la variable que determina la expansión de la producción y de la inversión, y por

lo tanto, regula la demanda efectiva y el crecimiento. De acuerdo a su enfoque, la

interacción entre los sectores reales y financieros muestra que el crédito impulsa a la

acumulación y paralelamente, constituye un amortiguador endógeno que la limita. Si por

una parte el crédito facilita la expansión de la economía, a partir de un determinado

momento actúa como un freno para la misma. Marx ya había planteado que las relaciones

crediticias pueden verse muy poco confrontadas con la obtención de valor en la producción.

Esto tiene una gran vigencia en la actualidad cuando los capitales monetarios dejaron de

estar vinculados al financiamiento de las actividades del capital productivo y se orientaron

más hacia los mercados financieros, a la búsqueda de rendimientos más altos y rápidos que

los que podían obtenerse en los mercados de la producción. Esta disociación entre la

acumulación monetaria y la acumulación productiva se profundizó a partir de los años

setenta del siglo pasado con las crisis financieras recurrentes en muchos países.

Page 268: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Desarrollos críticos actuales sobre el dinero y la inflación.

Marx había teorizado con el objetivo de entender y modificar el mundo en que se

desenvolvía. Su teoría del dinero constituyó un elemento importante en el entendimiento de

la manera en que las economías capitalistas se reproducen a sí mismas. Gigliani (2005:

175-176) recalca el hecho de que para mucha gente puede resultar desorientador el que la

derivación de la mercancía-dinero de su teoría no corresponda con la realidad actual

capitalista, por lo que cabría preguntarse si es errónea su teoría del dinero en algún aspecto

fundamental. En tal sentido plantea que Duncan Foley contesta esta interrogante

sosteniendo la coherencia lógica del argumento de Marx, en el sentido de que el dinero

"debe" ser una mercancía. Pero una cosa es afirmar el carácter lógico de la derivación del

equivalente universal a partir de la mercancía, y otra distinta es no ver que ya esto no se

corresponde con la realidad. Quizás una alternativa sería suponer que se atraviesa un

período histórico en el cual la teoría del dinero-mercancía está suspendida. En este sentido,

habría que reconocer que el método de Marx no tiene ningún carácter axiomático, por lo

que cuando muestra que el dinero, como expresión independiente del valor de cambio, es

inherente a la forma mercancía, está argumentando algo que ocurre en la realidad.

Si entendemos el surgimiento de una mercancía particular producida como el equivalente

general, como un estado en la evolución histórica de la forma dinero, se podría comprender

este proceso de evolución continúa en la actualidad. Los desarrollos a través de los cuales

las funciones del dinero fueron transferidas a un capital ficticio que toma la forma de una

deuda estatal, están firmemente relacionados con la forma de crédito y de papel dinero

inconvertible, que la teoría de Marx explica exitosamente. En la medida en que el crédito

estatal es intercambiado satisfactoriamente con mercancías producidas, aunque ese crédito

no sea una mercancía producida, no hay una inconsistencia formal en considerarlo como

forma socialmente aceptada de equivalente general en el marco de su teoría de las formas

de valor.

Lo anterior preserva la integridad de la teoría de Marx y la extiende para comprender las

nuevas instituciones históricas. Si bien es cierto que deja un cabo teórico suelto, al no

considerar al precio de producción del dinero-mercancía como determinante de la expresión

monetaria del tiempo de trabajo, pero aún en la teoría del dinero-mercancía este

determinante opera sólo gradualmente en el largo plazo.

Por otra parte, este enfoque presenta un panorama del sistema monetario, en donde una de

las monedas toma la funciones de moneda mundial, en lugar de que sea la mercancía-dinero

la que funcione como tal. El predominio de una moneda nacional ya era un rasgo del

funcionamiento del patrón oro en el período 1870-1914. El enfoque de Foley aborda los

problemas de la contemporaneidad a través de una extensión de la teoría de Marx que

considera una nueva forma del equivalente general socialmente aceptado, al igual que la

teoría del crédito de Marx extendía su teoría del dinero para considerar nuevas formas de

medios de circulación y de medios de pagos. El sentido real de la teoría marxista del dinero

es comprender la naturaleza de las instituciones monetarias y la forma en que ellas expresan

las relaciones de clase en una escala mundial.

Page 269: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Por supuesto que el sistema monetario actual presenta una situación diferente a la descrita

por Marx, en tanto el dinero nacional ha dejado de ser convertible en oro. Se ha producido

una disociación entre el equivalente general y la mercancía. Esto ha complicado la

explicación del valor del dinero en términos del oro, esto es, de una mercancía. A su vez, es

importante considerar que el surgimiento de divisas sin contrapartida metálica se verifica en

un contexto mundial jerarquizado y desigual. Si bien las naciones del capitalismo avanzado

se desenvuelven con monedas que cumplen todas las funciones del dinero, en los países

subdesarrollados las crisis monetarias constituyen un problema crónico, con su secuela en

la pérdida efectiva de las funciones del dinero nacional.

Por supuesto que a lo largo del siglo XX se produjeron modificaciones del sistema

monetario que para nada pudieron ser anticipadas por Marx. Las monedas nacionales

dejaron de ser convertibles en oro, y por tanto el dinero dejó de estar fijado en términos de

oro. Ésta disociación determinó que desapareciera toda conexión entre el oro y los precios

de la mercancías. Se trata de un proceso gradual que se extendió a lo largo de casi seis

décadas, desde 1914 hasta 1971. Pero esta evolución ha tenido la suficiente consolidación

como para poder pensar que el oro dejó de ser un elemento que regula las oscilaciones de

los precios nominales de las mercancías y el stock de dinero y de crédito que existen en

cada país. Este cambio produjo nuevas situaciones, tales como la aplicación de políticas de

los bancos centrales que han revestido diversa naturaleza a lo largo del tiempo. Estos

cambios en el funcionamiento monetario que han dado lugar a un cambio en cuanto a la

naturaleza del dinero, pues la circulación del dinero mercancía, o del dinero convertible, ha

sido sustituida por un dinero creado por el Banco Central, han conllevado a que muchos

autores que constatan la desaparición del vínculo institucional entre el dinero y el oro,

lleguen al criterio de la imposibilidad de una teoría marxista del valor de la moneda

nacional en términos de la mercancía. Esto ha sido considerado un vacío teórico muy

importante en un mundo en el cual las luchas en torno a la inflación y al valor de las

monedas nacionales juegan un rol central en la política económica.

Gigliani (2005) considera que en el estado actual del debate hay una coincidencia, el oro ya

no es más el equivalente general. Pero, a partir de este acuerdo se abren dos corrientes

principales: una propone avanzar en la explicación de los fenómenos monetarios de las

economías modernas, a pesar del reconocimiento de la existencia de ese "vacío teórico" que

todavía no ha sido cubierto. Se llega a plantear la no existencia de una explicación del

"valor del dinero" basada en la teoría del valor trabajo. El otro tipo de respuesta, reexamina

la teoría del dinero-mercancía de El Capital proponiendo nuevas soluciones.

Siguiendo a Ferran Brunet (1987) la inflación entendida como cambio en la expresión

monetaria de los precios de las mercancías, como depreciación del signo de valor, es un

fenómeno resultado de determinaciones que superan las capacidades políticas del estado o

del Banco Central. Por el contrario, resulta de circunstancias y tendencias que rigen la

producción capitalista contemporánea y que poseen un significado especial en lo referido a

la valorización del capital. Esto significa que la inflación resulta de circunstancias no

estrictamente monetarias, resultado de las formas y tendencias de la producción, circulación

y valorización capitalistas.

Page 270: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Las monedas, como signos de valor circulantes, se deprecian en proporción a la cantidad

que exceden en relación a las necesidades de la circulación mercantil. Ésta cantidad

depende del valor de la producción mercantil y de las circunstancias de su circulación como

son el crédito y otras prácticas financieras. Los depósitos y la emisión y circulación de

crédito bancario, así como la emisión secundaria de signos de valor, multiplica los signos

de valor convertibles en signos de valor circulantes.

Por su parte el crédito posibilita la separación entre el cobro y el pago de la circulación de

mercancías. La emisión y circulación del crédito permiten anticipar y sancionar unos

precios potencialmente distintos y superiores a aquellos que corresponden al movimiento

de la productividad de la fuerza de trabajo, al valor y a la capitalización. Tendencias de la

producción capitalista como el descenso de los precios, las dificultades de circulación y

valorización por el alza de la capitalización, se traducen en virtud del sistema financiero en

precios constantes o al alza y en la obtención de un flujo de dinero que permita la

realización de las mercancías y la valorización del capital. La independencia lograda por la

emisión y circulación de signos de valor en relación con la producción y circulación

capitalista de mercancías hace que la emisión secundaria de signos de valor permita la

emisión y circulación de crédito y a la emisión y circulación de títulos, superar los límites

que la valorización del capital interpone a la circulación mercantil, siempre que la

diferencia entre el movimiento de los precios y el movimiento de su expresión monetaria

tenga el soporte de la emisión primaria de signos de valor de curso forzoso.

Es el estado quien realiza la emisión primaria de signos de valor, regula indirectamente la

emisión secundaria y la circulación de moneda, de crédito y de títulos, sin embargo su

poder termina en el momento de la emisión. Posteriormente, los signos de valor emitidos se

desprecian según su exceso en correspondencia con las necesidades de la circulación

mercantil. Al producirse la desvalorización de los signos de valor en los que se cuenta y

valoriza al capital, éste se desvaloriza.

Las tensiones inflacionistas desencadenadas en los años setenta fueron conceptualizadas a

través de los planteamientos de raíz keynesiana o monetarista. Los primeros se centraron en

la existencia de una exceso de demanda efectiva, y los segundos por medio de una exceso

de la oferta monetaria en circulación. Ambos enfoques se centraban en las presiones por el

lado de la demanda, o por el lado de la oferta, existía una referencia directa a la inflación de

costes como resultado del aumento de los salarios y de los precios de las materias primas.

Sin negar el papel que puedan haber jugado en el arranque de la inflación dichos elementos,

habría que considerar la existencia de elementos estructurales propios del modelo

acumulación que durante estas décadas incidieron sobre el nivel de precios (Palazuelos et

al, 1988:cap. 3). Siguiendo éste enfoque, los elementos para contemplar serían:

1) El predominio de las estructuras monopolistas.

2) El intento de recuperación ficticia de la tasa de ganancia.

3) La crisis del sistema monetario internacional.

4) El papel de la política monetaria en el proceso acumulación.

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5) La financiación del déficit público.

Con relación al primer aspecto, las grandes empresas actúan con un amplio margen de

ganancia a través del sobreprecio aplicado a partir de su control sobre los mercados. Esto

les posibilita trasladar a los precios los posibles incrementos en los costes de producción y

en los gastos de circulación.

Por su parte, el segundo elemento refleja el descenso de las tasas de productividad y de

rentabilidad a partir de la desaceleración tecnológica, de la quiebra de la organización

fordista del trabajo y de la competencia internacional. Con la disminución de las ganancias,

las empresas utilizan la elevación de los precios como mecanismo compensatorio.

Con la crisis del sistema monetario internacional a partir de las nuevas condiciones creadas

como el crecimiento acelerado de los mercados de capitales, los movimientos de la

transnacionalización financiera, la elevación de los precios del petróleo y el aumento del

déficit de la balanza por cuenta corriente de los Estados Unidos, se produce el descontrol

sobre la liquidez monetaria y la transmisión de tensiones inflacionarias. Este exceso de

liquidez internacional carecía de la correspondiente contraparte en el crecimiento de la

producción.

Como cuarto elemento se plantea el efecto de las políticas monetarias, pero a diferencia del

limitado análisis monetarista que se reduce al problema de la oferta monetaria en sí misma

sin trascender las razones que subyacen a la misma, se señala que los sistemas monetarios,

liberados de todo patrón metálico y con formas puramente nominales, estaban capacitados

para crear moneda y créditos de forma ilimitada por encima de la dinámica del crecimiento

de la economía real.

Por último, el crecimiento acelerado de los déficits públicos obligó a la emisión de deuda

pública por parte de los gobiernos y a acudir a los créditos de los bancos centrales, lo que

determinó movimientos de creación de moneda.

Como se concluye (Palazuelos et al, 1988: 126), estos elementos estructurales eclocionaron

al reducirse el ritmo de crecimiento del PIB y de la productividad. De forma adicional, el

alza de los precios de las materias primas aceleró el proceso a partir de 1973 si bien la

inflación aparenta ser un proceso de la circulación que refleja el desfase entre la creación de

liquidez y el crecimiento de la producción, en realidad constituye una manifestación de la

quiebra del modelo acumulación.

En un trabajo publicado en 1994, Gigliani pasa revista a una serie de análisis sobre la

inflación desde diversas perspectivas del pensamiento crítico. Mucho de lo que a

continuación se considera, toma en cuenta los criterios de distintos autores considerados

por Gigliani, por lo que se referenciarán de forma particular a medida que correspondan

con los argumentos expuestos.

Gigliani (1994) destaca que a pesar de que Marx no consideró a la moneda inconvertible en

su análisis de la economía capitalista, omisión que puede justificarse tomando en cuenta

Page 272: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

que en el momento en que escribía El Capital, el circulante estaba basado en el oro, esto no

absolutiza a no utilizar la posibilidad analítica de acercamiento al fenómeno inflacionario a

partir de Marx. Las emisiones inflacionarias de papel moneda convertible se vuelven a la

larga incontrolables, porque entrañan el peligro de un colapso total de los pagos extranjeros

debido a la desaparición de las reservas de oro. Un descenso del valor del oro, como el que

ocurrió en los siglos XVI y XIX, puede conducir a un aumento del nivel de precios. No

obstante, el inicio de la inflación permanente recién se contempla en el siglo XX. En este

sentido, los planteamientos de Marx sobre el dinero, y su interrelación con el proceso de

acumulación y reproducción del sistema, demanda un análisis y una extensión que los haga

corresponder con los complejos procesos monetarios contemporáneos.

En la economía, el dinero y la inflación están directamente vinculados tanto al desarrollo

del proceso de reproducción como sus contradicciones. Bajo determinadas condiciones, la

intensificación de esas contradicciones puede conducir a una inflación acumulativa y, en

caso límite, a la hiperinflación. La inflación en este sentido no obedece "a una sola y

exclusiva causa", sino que es el resultado de un conjunto de causas. Teniendo presente el

referente de Marx, la inflación como fenómeno macroeconómico, está vinculado a la

dinámica de la acumulación y al estado del conflicto social.

Gigliani considera que entre sus causas habría que contemplar de manera general, por lo

menos los siguientes momentos interrelacionados e insoslayables no considerados dentro

del enfoque monetarista:

1) La endogéneidad de la oferta monetaria.

2) El papel del crédito.

3) La inestabilidad financiera.

La oferta monetaria endógena.

En contraposición a las tesis monetaristas que asocian la política monetaria expansiva a las

necesidades del sector público, por lo que el origen de la inflación radica en el

sobredimensionamiento de las actividades estatales y en su monetización espuria, se plantea

( De Vroey, 1984) una interpretación que presta atención a la creación de crédito dirigido al

sector privado, es decir, a la emisión monetaria destinada a refinanciar las pérdidas privadas

que pudieran haberse generado.

Partiendo de las condiciones imperantes a partir de la segunda posguerra, con la

implementación de políticas económicas emanadas de un acrecentamiento del papel del

estado y sus instituciones en la regulación consciente de la reproducción del capital social,

se desarrolla un régimen de acumulación intensiva. En éste marco, además del salario

mínimo, el gasto social, las negociaciones colectivas, se cuenta la extensión del crédito a

los empresarios con la finalidad de garantizar la demanda efectiva. Bajo la sombra del

pensamiento keynesiano, se produce una relación muy estrecha entre régimen de

acumulación intensivo, la emisión de papel moneda y la tendencia a la inflación

permanente.

Page 273: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Para explicar cómo se lleva cabo la inyección del crédito, se parte del supuesto de una

oferta monetaria endógena, en total desacuerdo con la interpretación friedmaniana sobre la

exogeneidad de la misma ( Kaldor, 1982. Moore, 1988). De acuerdo a esto, el aumento de

la cantidad de dinero tiene lugar con el otorgamiento de nuevos préstamos de los bancos en

base a sus reservas excedentes o a la transformación de sus tenencias de títulos públicos

para financiar al sector privado. El carácter "endógeno" de la oferta monetaria no elimina el

reconocimiento del papel del Banco Central, sino que enfatiza que la expansión monetaria

es llevada a cabo por los bancos para satisfacer las necesidades de fondos del proceso

capitalista de producción.

La endogeneidad de la oferta monetaria siempre se cumple, incluso en aquellos casos en

que los bancos exceden su capacidad prestable porque el Banco Central se ve obligado a

convalidar esa expansión mediante el suministro de redescuento para evitar que la solidez

del sistema financiero se vea debilitada. Por tanto, de acuerdo con este punto de vista,

existe la posibilidad de que se registre un incremento del crédito aún cuando el Banco

Central no lo haya decidido. En otros términos, la oferta crediticia puede ser expansiva con

independencia de que el Banco Central desee encarar una política monetaria "acomodante".

No obstante, esta concepción de la endogeneidad propuesta por Kaldor y Moore y adoptada

por De Vroey, está sujeta a una objeción. Si bien es cierto que en una economía moderna

los bancos pueden expandir sus préstamos aunque no reciban depósitos adicionales, ello no

podría ocurrir indefinidamente sin el aval de las autoridades monetarias dispuestas a

auxiliarlas mediante el redescuento. Más aún, el gobierno tiene la posibilidad de alterar

sustancialmente el funcionamiento del sistema bancario. Este límite a la "endogeneidad"

conduce a pensar en un régimen crediticio que extienda una ampliación del crédito para

continuar la reproducción ampliada como una oferta monetaria endógena, pero que

requiere, más allá de cierto margen, del visto bueno de las autoridades monetarias. Al

respecto Victoria Chick (1983, cap. 12) señala que la oferta monetaria no puede ser

considerada ni completamente "endógena" ni completamente "exógena.

El papel del crédito.

De acuerdo a Marx, el valor del capital existe en tres formas: dinero, producción y

mercancías y el proceso de acumulación puede ser entendido como el movimiento del

capital, o como las dificultades que registra ese movimiento, a lo largo de estas tres formas.

Así, el proceso de intercambio representa un movimiento entre el capital dinero (D) y el

capital mercancías (M) y el proceso de producción (P) representa una transformación de los

imputs (M) en un producto que encierra un valor expandido (M). La integración de estos

movimientos del capital constituye el ciclo completo del capital y las continuidades y

discontinuidades de estos movimientos reflejan los ciclos y las crisis de la acumulación.

Marx analiza la fórmula general del capital industrial, a través de la secuencia capital-

dinero, capital-mercancías y capital productivo:

D - M - P ( C,V ) - M - D

Page 274: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

De acuerdo a este ciclo, el capital dinero permite a los capitalistas la adquisición de

insumos (capital mercancías) destinado a la producción. En el siguiente paso, se lleva cabo

el proceso productivo, en el que tiene lugar la creación de plusvalía. El capital mercancías

así materializado ( output ) M, incorpora un mayor valor que el M inicial. La última etapa

consiste en la realización, esto es, en la venta de las mercancías para obtener un capital

dinero D aumentado con respecto al D inicial.

Loranger (1989) incorpora el ciclo del crédito ( D* ) que antecede al del capital dinero y

que debe autoliquidarse al final del proceso productivo.

D* - D - M - P ( C,V ) - M - D - D*

Basándose en un trabajo de Duncan Foley (1982) en donde éste presenta un modelo

matemático del ciclo de rotación del capital industrial incorporando el capital crediticio,

Loranger introduce explícitamente el circuito del crédito ( D* ), distinto del circuito del

capital dinero y como una existencia relativamente autónoma. En el modelo, las

dificultades del proceso acumulación originadas en la realización de las mercancías pueden

ser superadas estableciendo la hipótesis de un crecimiento continuo de las deudas.

Así, el funcionamiento del sistema crediticio permite remover la restricción financiera

existente al comienzo del proceso productivo y trasladarla a su finalización, bajo la forma

de una deuda que normalmente debe autoliquidarse con el valor generado mediante ese

ciclo productivo. O sea, los préstamos permiten que pueda tener lugar una nueva inversión

sin un aumento equivalente del ahorro (capital dinero), debido al acceso a un sistema

bancario que proporciona un poder de compra. Al integrar el crédito en el ciclo completo

del capital, se avanza en la formulación de una teoría monetaria de la producción que el

propio Marx esbozó en el tomo II.

En el tomo II de El Capital, las tres formas del capital son en gran medida sucesivas, pero

también coexistentes. El capital dinero no puede meramente preceder o seguir al capital

productivo, sino que tiene que existir a su lado. El paso adelante dado por Marx en los

esquemas de la reproducción consiste en que la marcha del proceso productivo depende de

que se verifiquen ciertas proporciones tanto de los valores de cambio (ingresos), como de

los valores de uso (mercancías). Esto implica que el proceso de rotación del capital se

manifiesta como un movimiento dual basado en el flujo dual continuado: un flujo de

valores materiales generados en la producción y un flujo de dinero ( Mandel, 1985: 98-

107).

Al considerarse los préstamos bancarios para inversión o capital de giro, el costo financiero

entra directamente en la determinación del nivel de precios. De ésta forma se pueden

identificar diversas presiones inflacionarias que actúan conjunta o separadamente: a) el

aumento de las deudas contraídas por las empresas para financiar su producción o para

facilitar las ventas, b) el alza de las tasas de interés del sistema financiero y c) el incremento

de los precios nominales que pueden decidir los capitalistas cuando experimentan una

subida de sus costos financieros, es decir, los capitalistas fijarán sus precios aplicando un

margen sobre sus costos variables. Todos éstos efectos suelen pasar desapercibidos para la

teoría monetarista.

Page 275: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

La inestabilidad financiera.

En el tomo III de El Capital, Marx señala las tendencias a la especulación y la inestabilidad

que tiene lugar en el sistema crediticio en las fases de auge del ciclo económico. Durante la

expansión, los préstamos bancarios les permiten a los capitalistas financiar sus inversiones

a cuenta de los resultados futuros de la producción. La existencia de altas tasas de

ganancias en las distintas ramas impulsan a los capitalistas a incurrir en sobreinversiones.

El crédito constituye un instrumento que estimula la confianza de los empresarios y sus

"excesos de producción y especulación" que ocurren mientras dura la prosperidad.

Cuando se agota el auge y se acumula la producción sin vender, los capitalistas empiezan a

percibir una escasez de fondos que hasta entonces habían fluido normalmente desde el

sistema financiero. De esta forma, a la caída de la tasa de ganancias se le suma el alza de la

tasa de interés, reforzándose las condiciones de la crisis. Es así como el sistema financiero,

cuyo objetivo era facilitar la producción, tiende a acentuar las contradicciones cuando

surgen las dificultades de venta. Asimismo, empiezan a acumularse en la economía masas

de prestamos que revisten el carácter de un "capital ficticio" porque fueron extendidos para

financiar una producción que no llegó a concretarse o que no pudo venderse en el mercado.

Tales préstamos y sus intereses suponen una pesada carga sobre los capitalistas que

afrontan la caída de sus ventas. Es así como el sistema de créditos se independiza del

proceso de reproducción, imponiendo una pesada carga sobre el capital industrial.

En Marx, estos ciclos de endeudamiento-iliquidez terminan en una crisis de deflación. Ello

es así porque en el capitalismo de libre competencia los bancos centrales no extendían

créditos suplementarios para amortiguar la recesión y las quiebras. En tales condiciones, el

capital dinero se mantenía intacto aunque ello significara la destrucción (desvalorización)

de una parte de capital físico.

Loranger, basándose en las ideas de Hyman Minsky, plantea que las relaciones

contradictorias entre sistema crediticio y la reproducción ampliada da lugar en la

actualidad, a procesos de inestabilidad financiera y de alza inflacionaria ( Minsky, 1984:

199-218). Según Minsky, el financiamiento crediticio extendido a los capitalistas para

facilitar la producción y las ventas puede conducir a ciclos de endeudamiento que, a partir

de cierto límite, determinen la insolvencia de las empresas y la crisis del sistema bancario.

Así, cuando el endeudamiento alcanza determinado nivel, los ingresos corrientes que se

originan en la producción no son suficientes para cubrir los vencimientos de capital e

intereses de las empresas, e incluso en ocasiones no alcanzan para pagar ni siquiera los

intereses devengados.

Este aumento de la masa del crédito sin una contrapartida equivalente de la producción, o

sea, un aumento de lo que Marx denominó el "capital ficticio", puede provocar caídas de

empresas insolventes y la necesidad de que el Banco Central auxilie a los bancos

comerciales para evitar que algunos de éstos puedan quebrar. Así, se crea una presión

ascendente sobre el nivel de precios de la economía.

Page 276: 1 Castaño '06 Neoliberalismo Monetarista. La hegemonía del capital

Nos obstante, estos ciclos de endeudamiento e inflación, en los que la deuda tiende a

hacerse autónoma respecto al sistema productivo, son interrumpidos cuando los propios

bancos toman la decisión de restringir los créditos al percibir el aumento excesivo de sus

riesgos. Es así como sobrevienen períodos de contracción del financiamiento que se

manifiestan en caídas de la producción y en quiebras, en lo que puede persistir el alza de los

precios.

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