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Cartagena, 7 de marzo de 2014

Forjarel carácter:templanza y desarrollo personal

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Walter Mischel, Stanford University, 1972.

“Marshmallow experiment”, en Bing Nursery School.

Seguimiento durante años: grado de instrucción, pruebas acceso a la universidad (SAT scores), índice masa corporal, ratios sociales.

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Aplazar la gratificación: lucha entre el deseo primario y el autocontrol, entre la gratificación y su demora.

Resistir el impulso es el fundamento del autocontrol emocional, pues no todo deseo será oportuno.

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Quienes desarrollan esta capacidad son en su vida adulta personas notablemente más emprendedoras y equilibradas, menos proclives a desmoralizarse, más resistentes a la frustración, y más decididos y constantes.

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Quienes no desarrollan esa capacidad se abandonan a sus impulsos y son manejados por otros.

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“La clase dirigente del mañana serán los niños a los que se les haya dicho no. Serán los únicos que hayan conservado la capacidad autónoma de pensar.” (Susannna Tamaro).

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Tener una voluntad fuerte es como estar en buena forma física.

Quien lo logra, con un poco de esfuerzo se mantiene bien y disfruta con ello.

Mantenerse en forma supone exigencia, y cansancio, pero la pereza cansa más y aburre más.

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Para volar con soltura hace falta fuerza pero también ligereza.

Además de fuerza de voluntad hace falta soltar lastre: austeridad, templanza.

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Es triste ver cómo pierden esa libertad que desaparece en el momento en que comienza el exceso de bienes.

El afán por tener más y más lleva consigo un despojamiento, una apuesta equivocada por lo material que deja a las personas sin defensas ante los desafíos de la vida.

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Muchos talentos se pierden por falta de recursos, pero muchos más por la blanda comodidad de la abundancia.

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Falta de voluntad y de reciedumbre, decepción crónica, fracaso escolar, falta de autoestima, conflictos crecientes.

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El principal educador de cualquier persona es él mismo. Poner a cada uno frente a esa realidad. Tomar las riendas de la propia vida.

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La realidad no es como nos gustaría que fuera.

El escenario de juego es el que hay.

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Quizá las personas más desgraciadas sean las grandes inteligencias con poca voluntad, porque son las más conscientes de cómo esa gran inteligencia se pierde sin remedio.

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Enreciarse no es una tarea absurda.

Entender por qué privarnos de algo que no es malo y que podemos permitirnos.

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Templanza no es una serie de prohibiciones que nos impiden disfrutar de la vida.

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No limitarse a las prohibiciones, pero hay que saber poner límites.

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Por ejemplo, templanza en la comida: es fundamental el orden en los horarios, no ser caprichoso, no comer a deshoras, etc.

Saber plasmar los grandes principios en decisiones prácticas.

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Prestar atención a qué sucede con lo que nos gusta poco, y con lo que nos gusta mucho.

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Los grandes enemigos son la pereza, los excesos, la falta de moderación, el desorden.

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La pereza y la destemplanza son como una tortura lenta y despiadada, que dura toda una vida.

Esa persona hará poco, y ese poco le costará mucho.

Gran bajón de calidad de vida.

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Las posturas tienen más importancia de lo que parece.

El modo de sentarse, mantener el cuello erguido, la compostura en el vestir, etc., todo eso influye mucho en las actitudes vitales.

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El exceso de horas de televisión y consolas facilita el sedentarismo, la obesidad, la alimentación caprichosa, la falta de concentración y el bajo rendimiento académico.

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Cada persona custodia en su intimidad una puerta del cambio, una puerta que sólo puede abrirse desde dentro.

Cambiar es algo asequible a todos.

Nadie tiene tanto poder para persuadirte a ti como el que tienes tú mismo.

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Descubrimiento de Fleming: comprender mejor lo que sucedía hizo posible un avance extraordinario.

Un buen diagnóstico abre la puerta a grandes posibilidades de curación.

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Lloyd Alexander: una vez que tienes el valor de mirar al mal cara a cara, de verlo por lo que realmente es y de darle su verdadero nombre, carece de poder sobre ti y puedes destruirlo.

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La falta de moderación en la televisión, videojuegos, música, etc., sumerge a las personas en un mundo virtual en el que se refugian.

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Dejarse invadir demasiado la cabeza por las redes sociales tiene sus riesgos.

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Necesitan ayuda para no ser absorbidos por un mundo virtual.

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Y hay diversas formar de afrontar el asunto…, unas más antiguas que otras.

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Influencia del ambiente. Hábitos ineludibles vinculados a un grupo de pertenencia.

Si estás en el grupo, tienes que hacerlo, porque si no, te encuentras excluido.

Ambiente de austeridad y trabajo.

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Tener el valor de ir contracorriente, de saber decir que no cuando todos se apartan y decir que sí cuando nadie se atreve a dar el primer paso.

Chesterton decía que, a fin de cuentas, todos los siglos han sido salvados por media docena de hombres que supieron ir contra las corrientes de moda en ese siglo.

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No buscar en las rarezas una afirmación de la personalidad.

Suelen empezar por cosas pequeñas, pero no se sabe en qué acaban.

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La pereza es una gran limitación para muchas personas. Les impide hacer uso de su libertad.

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Templanza en la actitud ante las vacaciones, fines de semana.

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Templanza en el uso del dinero.

Saber lo que cuestan las cosas, lo que valen, lo que cuesta ganarlas.

No taparles la boca con dinero.

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Dificultad para levantarse, pereza hasta para desayunar.

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Aprendizaje de la decepción.

Hacer frente al abatimiento o al enfado, reconducir nuestros pensamientos negativos y transformar el fracaso en una herramienta de mejora.

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No eludir la dificultad de la vida.

No podemos escondernos ante la realidad de que las cosas que valen, cuestan.

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Transmitir el progreso científico o económico es relativamente fácil, pero el progreso moral siempre será difícil, pues cada persona empieza de cero.

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Grandes inversiones de tiempo, energía y dinero para ampliar cada vez más los conocimientos y mejorar la preparación personal.

Sin embargo, serias carencias en la formación básica del carácter: pesimismo, indecisión, desorden, inseguridad, dependencia de los estados de ánimo, dificultad para trabajar en equipo y relacionarse con los demás, etc.

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Forjar una psicología sana y fuerte es algo muy valioso.

Para lograrlo es fundamental la fuerza de voluntad y la templanza.

No se alcanza sólo con voluntarismo.

Todos necesitamos ayuda.