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    Locura o enfermedad mental? Malestares diagnsticos de la psicopatologa

    contempornea. *Ponencia presentada en el marco del V Congreso Internacional de Psicoanlisis: Locura y Violencia. En la

    Ciudad de Quertaro, Mxico

    Abril 2015

    Hans Hiram Pacheco Garca1

    Alfonso Sarabia Romo2

    Al igual que sucede con la psiquiatra, a algunos psiclogos y terapeutas les es preciso auxiliarse

    de cuadros sintomatolgicos, nosografas, pronsticos, observaciones, historiales clnicos,

    manuales estadsticos, protocolos, formatos de entrevista y distintos tipos de pruebas entre otros

    instrumentos. Enmarcndose tras ello, tal vez sin darse por aludidos, en las polticas pblicas

    institucionales e irguindose con orgullo como profesionistas de la salud mental. La misin de

    estos profesionistas ser prevenir y cuidar-curar.

    La llamada enfermedad mental y las pasiones, son condiciones que hay que cuidar o resguardar

    en el enfermo de si mismo, de la sociedad y viceversa, ya que la enfermedad mental es una

    enemiga de la higiene pblica. Esto se refleja en algunos de los objetivos de la llamada psicologa

    de la salud, a saber: busca aumentar la salud y bienestar de las personas, promover la prevencin,

    o en su caso, modificar las enfermedades, procura el funcionamiento idneo en individuos

    diagnosticados con algn tipo de trastorno mental; as como controlar las causas que provocan

    enfermedades fsicas (tales como el estrs) e intenta eliminar el comportamiento de una persona

    que atente contra su salud, y lo anima a procurar que aquellas conductas que le sean saludables.

    Asi, la prioridad de la psicologia de la salud, como sucede tal vez con parte de la psicologa, y

    algunas psicoterapias, es promover y mantener la salud, asi como prevenir y tratar la enfermedad,

    tomando en cuenta el estudio de los elementos que componen el proceso del binomio salud vs.

    enfermedad. Por consecuencia a esta psicologa le incumben los procesos psquicos que se

    involucran desde que un individuo presenta un estado de salud, cuando en este surge y

    evoluciona una enfermedad, y hasta que se recupere de la misma.

    1 Docente Investigador de la Unidad Acadmica de Piscologa de la Universidad Autnoma de Zacatecas 2 Docente Investigador de la Unidad Acadmica de Piscologa de la Universidad Autnoma de Zacatecas

  • 2

    Ahora bien, la codificacin de enfermedad, se da gracias a que sta se detecte o catalogue como

    un peligro social3 (Foucault 1975, p. 116); a sabiendas de que cualquiera podra estar a merced

    de ser calificado como un enfermo y por lo tanto como un peligro, pues quin podra estar

    completamente exento?: en definitiva, en las conductas del hombre no hay nada que, de una u

    otra manera, no pueda examinarse psiquitricamente4 (Foucault, 1975, p. 153). Bajo este

    argumento, la psiquiatra y otras perspectivas afines, ubican al individuo como un nmero

    estadstico, lo sitan segn sus caractersticas por arriba, por debajo, o en la media misma,

    dependiendo de dnde se encuentre la mayora, y de la idea de lo propio y lo correcto que la

    cultura y la poca tengan. De ahi que Foucault afirme:

    La concepcin de Durkheim y la de los psiclogos americanos tienen como rasgo comn que encaran la

    enfermedad como un aspecto negativo y virtual al mismo tiempo. Negativo, porque la enfermedad es

    definida en relacin a una media, a una norma, a un patern, que en ese alejamiento reside toda la esencia

    de lo patolgico: la enfermedad seria marginal por naturaleza, y relativa a una cultura en la sola medida en

    que es una conducta que no se integra a ella. Virtual, porque el contenido de la enfermedad es definido por

    las posibilidades, en si mismas no morbosas, que se manifiestan en ella: para Durkheim es la virtualidad

    estadstica de un alejamiento de la media; para Benedict, es la virtualidad antropolgica de la esencia

    humana; en los dos anlisis, la enfermedad esta ubicada entre las virtualidades que sirven de margen a la

    realidad cultural de un grupo social [...] Durkheim y los psiclogos americanos han hecho de la desviacin

    y del alejamiento de la media, la naturaleza misma de la enfermedad por efecto de una ilusin cultural que

    les es comn: nuestra sociedad no quiere reconocerse en ese enfermo que ella encierra y aparta o encierra;

    en el mismo momento en que diagnostica la enfermedad, excluye al enfermo. Los anlisis de nuestros

    psiclogos y de nuestros socilogos, que hacen del enfermo un desviado y que buscan el origen de lo

    morboso en lo anormal son, ante todo, una proyeccin de temas culturales5. (Foucault, 1954, pp. 85-87)

    As, la llamada enfermedad mental depender del contexto y la poca cultural que la defina. A

    sabiendas que dicha definicin obedecer a los especialistas sobre el tema, y a la demanda de la

    sociedad. De tal manera que algunos trastornos que antes eran parte ineludible de un Manual

    diagnostico y estadstico de los trastornos mentales (DSM), hoy tuvieron la suerte de ya no

    aparecer en sus pginas. De la misma forma, ciertos desordenes mentales que en el DSM-IV

    3 Foucault, M. (2007). Los Anormales. Curso en el College de France (1974-1975). Clase del 5 de Febrero de 1975. Ed. Fondo de Cultura

    Econmica: Argentina. Pg. 116 4 Foucault, M. (2007). Los Anormales. Curso en el College de France (1974-1975). Clase del 12 de Febrero de 1975. Ed. Fondo de Cultura

    Econmica: Argentina. Pg. 153 5 Foucault, M. (1984). Enfermedad mental y personalidad. (1 ed. 1954). Ed. Paids: Espaa. Pgs. 85-87

  • 3

    aparecan, en la nueva edicin han sido eliminados. As le dan una justificacin a algunos a

    declarar que, por ejemplo, los neurticos se estn extinguiendo; o como en su caso, Savater

    llamaria al DSM, el magno catalogo de de todas las rarezas, desviaciones y locuras6 (Savater,

    1988, p. 275)

    Por cierto, sobre cmo la enfermedad mental esta acorde a las posturas sociales y de los

    especialistas, Savater afirma lo siguiente:

    ...los enfermos mentales no son enfermos en el sentido literal, ni deben ser tratados coactivamente como

    tales, porque el llamado trastorno psquico no es en el fondo sino un tipo de juego o estrategia de conducta

    poco afortunada, sea por culpa del contexto en que el sujeto se mueve o de los principios aplicados por el

    propio sujeto. La pseudo enfermedad mental [...] en un amplio margen de casos, consiste en el intento

    frustrado de comunicacin de un individuo con los dems, reclamando atencin, comprensin o ayuda.7

    (Savater, 1988, p. 280).

    Los psiclogos y otros profesionistas de la psi tambin corren el riesgo de ser una proyeccin de

    temas culturales, en la medida en que estn a merced de hacer de sus pacientes lo que la cultura y

    el momento les marque, segn lo que la mayora, o los especialistas decreten como normal y

    anormal; es decir, la normalidad es determinada a travs de la democracia-estadstica y lo

    cientfico. En este contexto, tal parece que algunos de los llamados profesionistas de la salud

    mental, se ofrecen como guas de las almas-psiques; unos psiclogos y psicoterapeutas,

    principalmente los de la cultura estadounidense, se ofrecen como un reflejo o termmetro

    cultural, y puede ocurrir que ellos mismos dicten a la sociedad cul es el modelo normal de

    comportamiento y el estado de salud a partir del saber psicologico-estadistico, pues son estos

    profesionistas los que poseen las teoras comprendidas en catlogos de enfermedades.

    As, algunos profesionistas asumen la misin de guiar las almas a manera de, como los llamo

    Lacan, managers de almas8. (Lacan, 1955, p. 386); es decir, como gurs o pastores modernos.

    En la actualidad, la promesa de un reino de los cielos (la salvacin) tiene menor importancia que

    6 Savater, F. (1988) Enfermedad mental o enfermedad moral?. En: tica como amor propio. (1 Ed.). Ed. Mondadori: Espaa. Pg. 275. 7 Savater, F. (1988) Enfermedad mental o enfermedad moral?. En: tica como amor propio. (1 Ed.). Ed. Mondadori: Espaa. Pg. 280.

    8 Lacan, J. (2013). La cosa freudiana, o sentido del retorno a Freud en psicoanlisis. En Escritos 1 (1. ed. 1966) Conferencia pronunciada en la

    clnica neuropsiquiatra de Viena el 7 de noviembre de 1955. Ed. Siglo XXI: Argentina. Pg. 386

  • 4

    antes, y ha sido remplazada por el ofrecimiento de bienestar (salud mental) que ahora hacen los

    cientficos y profesionistas del campo psi, tal como podemos observar en la respuesta de Michel

    Foucault a una pregunta de Kerkel: en efecto, yo pienso que el sentido de interpretacin en el

    siglo XIX, se aproxima a lo que usted entiende por teraputica. En el siglo XVI, la interpretacin

    encontraba su sentido por el lado de la revelacin de la salvacin. Les citare, simplemente, una

    frase de un historiador que se llama Garca: En nuestros das dice en 1860 la salud ha

    remplazado la salvacin9. (Foucault, 1964, p. 57).

    En este sentido, el significado de teraputica, y el desplazamiento que sufri la salvacin por la

    promesa actual de la salud mental, deja ver que nuestra poca no est distante a los siglos a los

    que Foucault hizo referencia. Los profesionistas del campo psi, como ciertos psiclogos o

    terapeutas, suelen estar acorde a las ideas y polticas pblicas que las organizaciones tienen como

    parmetros de bienestar psicolgico. En este caso no estaramos lejos de lo que escribio el

    filsofo y ensayista italiano Remo Bodei en su texto Destinos personales acerca del surgimiento

    de los psicagogos, una aleacin entre psicologa y demagogia, cuando vemos al tradicional

    demagogo (conductor de pueblos) transformarse en el nuevo psicagogo (conductor de almas) y

    ocupar el centro de una poltica que nace y se desarrolla en un terreno indirectamente

    predispuesto por la difusin de las doctrinas que alientan al descredito y al socavamiento de la

    conciencia y la autonoma individual10. (Bodei, 2006, p. 12).

    Ejemplo de cmo los analistas responden a una exigencia social, normas o a las necesidades

    culturales del momento, antes de detenerse a meditar si la clnica psicoanaltica debe estar acorde

    a ello, lo vemos en el intento o propuesta terica de Otto Rank. El mismo Freud opina que Rank

    era hijo de su poca: fue concebido bajo el influjo de la oposicin entre la miseria europea de

    posguerra y la prosperity norteamericana, y estaba destinado a acompasar el tempo de la terapia

    analtica a la prisa de la vida norteamericana11 (Freud, 1937, p. 219).

    9 Foucault, M. (1970). Nietzsche, Freud, Marx. Ponencia de M. Foucault en el VII coloquio filosfico internacional de Royaumont sobre el tema

    Nietzsche en julio de 1964. Ed. Anagrama: Espaa. Pg. 57 10

    Bodei, R. (2006). Destinos personales. La era de la colonizacin de las conciencias. Ed. El cuenco de plata: Argentina. Pg. 12 11

    Freud, S. (1937). Anlisis terminable e interminable. En Sigmund Freud Obras Completas. Volumen XXIII - Moiss y la religin monotesta, Esquema del psicoanlisis, y otras obras (1937-1939). Ed. Amorrortu: Argentina. Pg. 219

  • 5

    Rank responde y atiende, como lo hacen algunos terapeutas, a las exigencias culturales del

    momento y a la idea que en ese instante se tiene por enfermedad, pues no olvidemos que la

    enfermedad no tiene realidad y valor de enfermedad ms que en una cultura que la reconoce

    como tal12. (Foucault, 1954, p. 83).

    As, el psicoterapeuta o el psicoanalista, segn sea el caso, al intentar responder a la poca y a la

    cultura hace a un lado la vigencia y poder del inconsciente, pues si el psicoanlisis siempre ha

    estado a la altura de la poca es porque esta a la altura del sujeto, ya que el psicoanlisis y el

    sujeto siguen el ritmo que les depara lo inconsciente.

    Desde que el psicoanlisis surgi en Europa y hasta la fecha, esta disciplina no cobra sentido ni

    esta condicionada a prevalecer en la medida que de respuestas a las situaciones psicosociales o

    fenmenos culturales del entorno; es decir, la intervencin del psicoanlisis no se limita a inicios

    del siglo XX cuando fue creado, pues si el psicoanlisis tiene algo que decir ante las

    manifestaciones subjetivas que le rodean, incluso en la actualidad, no es bajo el principio de tener

    que curar a las personas, adaptar al individuo, humanizar al sujeto, domesticar al infante,

    reeducar al adulto o compadecerse del anciano, sino de ofrecer al sujeto una escucha diferente, un

    espacio fuera de lo comn para atender su discurso y su posible padecer, esto a pesar de que el

    psicoanlisis haya surgido gracias al malestar cultural. En razn a esto Roudinesco escribe:

    Nacido en una crisis de la sociedad occidental, el psicoanlisis no puede en ningn caso convertirse, en la

    visin lacaniana, en el instrumento de una adaptacin del hombre a la sociedad. Puesto que naci de un

    desorden del mundo, esta condenado a vivir en el mundo pensando el desorden del mundo como un

    desorden de la conciencia. Y por eso, en el momento mismo en que Lacan enunciaba ese principio de que

    todo sujeto se determina por su pertenencia a un orden simblico, adelantaba otra tesis segn la cual el

    reconocimiento de esa pertenencia es para el sujeto fuente de un desgarramiento original y de una

    ineluctable neurosis13

    . (Roudinesco, 2000, p. 319).

    Ahora bien, no se trata de que el psicoanlisis no tenga nada que decir o que hacer ante los

    fenmenos de la civilizacin y las crisis sociales de hoy, pues el psicoanlisis no intenta, ni

    12

    Foucault, M. (1984). Enfermedad mental y personalidad. (1 ed. 1954). Ed. Paids: Espaa. Pgs. 83 13

    Roudinesco, E. (2000). Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento. (1a ed. en francs, 1993). Ed. Fondo de Cultura Econmica: Colombia. Pg. 319

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    podra permanecer ajeno a estas peripecias que aquejan a la humanidad, ya que son

    manifestaciones que le ataen en el momento mismo que son provocadas por el sujeto del

    inconsciente. Lo que afirmamos es que el quehacer del psicoanlisis no esta supeditado a los

    estndares, normas o demandas del Otro, del colectivo o del orden simblico, como si esos

    parmetros de lo correcto, lo sano y lo normal que establecen el comn de la gente, parmetros

    que se sostienen desde el registro simblico, fueran el molde a seguir, bajo el cual hay que

    adecuar y conformar al sujeto y a lo inconsciente.

    Por otra parte, cabe destacar que en la introduccin del Manual diagnstico y estadstico de los

    trastornos mentales (DSM-IV-TR) se da una definicin de trastorno mental, que por cierto en

    su primer prrafo lamenta la dualidad o separacin que dicha nocin lleva consigo, mismo que se

    cita a continuacin:

    El trmino trastorno mental implica, desafortunadamente, una distincin entre trastorno mental y

    fsico (un anacronismo reduccionista del dualismo mente/cuerpo). Los conocimientos actuales indican

    que hay mucho de fsico en los trastornos mentales y mucho de mental en los trastornos fsicos.

    El problema planteado por el trmino trastornos mentales ha resultado ser ms patente que su solucin,

    y, lamentable- mente el trmino persiste en el ttulo del DSM-IV, ya que no se ha encontrado una palabra

    adecuada que pueda sustituirlo.

    Es ms, a pesar de que este manual proporciona una clasificacin de los trastornos mentales, debe

    admitirse que no existe una definicin que especifique adecuadamente los lmites del concepto trastorno

    mental. El trmino trastorno mental, al igual que muchos trminos en la medicina y en la ciencia,

    carece de una definicin operacional consistente que englobe todas las posibilidades14

    . (APA, 2002, p.

    XXIX).

    Pero hay que aclarar que este sealamiento o crtica que se realiza al concepto de trastorno

    mental, no es en referencia al antagonismo que algunos dicen que hay entre el trastornado y el

    sano, sino que se estanca en solo cuestionar la dupla mente-cuerpo.

    Lacan tambin llega a cuestionar la desafortunada distincin que algunos quieren hacer entre lo

    mental y lo fsico; entre el alma y el cuerpo, al decir: es sorprendente que el

    psicoanlisis no haya brindado aqui el ms mnimo estmulo a la psicologa. Freud hizo todo lo

    14

    A.P.A. (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnstico y estadstico de los trastornos mentales. Texto Revisado. Ed. Masson: Espaa. Pg. XXIX

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    posible para ello, pero, obviamente, los psiclogos son sordos. Esa cosa que slo existe en el

    vocabulario de los psiclogos una psique adherida como tal a un cuerpo. Por qu diablos, cabe

    decirlo, por qu diablos el hombre sera doble? Que haya un cuerpo ya de por si encubre

    suficientes misterios...15. (Lacan, 1975, p. 130).

    Esta idea del dualismo se enmarca en parte, en la tradicin que dejara Ren Descartes, quien

    propone una dualidad en lo humano: el espritu (res cogitans) y la materia (res extensa). Lo

    anterior se encuentra en la sexta meditacion de Descartes, misma que se puede leer en su

    texto Meditaciones metafisicas en las que se demuestran la existencia de Dios y la inmortalidad

    del alma (1641). En algunos casos estas ideas descansan en el paralelismo psicofsico de

    Gottfried Leibniz, quien formula en su texto Monadologa (1714), a diferencia de Descartes,

    que los elementos de ese dualismo no interactan entre si, ya que son sustancias (monadas)

    apartadas e incomunicadas.

    Otros pensadores que le dan lugar a la doctrina del dualismo son Toms Hyde (el primero que

    utilizara la nocin de dualismo, aunque en el mbito religioso), Pierre Bayle y Christian Wolff.

    Asimismo, encontramos a filsofos como Pitgoras, Empedocles, Aristteles, Anaxagoras, y el

    mismo Kant.

    Si bien desde el psicoanlisis, se podra tomar como un avance el hecho de que en el campo

    mdico, segn el DSM, se reconoce que prevalecen ciertas instancias que no deberan separarse

    como distantes y diferentes, como es en el caso de lo mental y lo fsico; es decir, del almacuerpo,

    vemos, con base al concepto de trastorno, que prevalece desde la medicina una separacin

    entre lo sano y lo enfermo. Esta dupla que se da entre lo normal-anormal o lo sano-enfermo es

    para la psiquiatra, y algunas psicoterapias, una especie de termmetro psicolgico que permite

    ubicar al sujeto en esta bipolaridad, para saber que tan enfermo o anormal se encuentra. Ya que

    este termmetro psicolgico, de acuerdo a la manera en que algunos conciben los

    llamados trastornos mentales, ha permitido tomar decisiones sobre alteraciones ubicadas entre

    la normalidad y la patologa16 (A.P.A., 2002, p. XXIX), dualidad en que se insiste desde ciertos

    15

    Lacan, J. (1988) Conferencia en Ginebra sobre el sntoma. Conferencia pronunciada el 4 de octubre de 1975 en el Centro Raymond de Saussure, Suiza. En: Intervenciones y textos II. Ed. Manantial: Argentina. Pg. 130 16

    A.P.A. (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnstico y estadstico de los trastornos mentales. Texto Revisado. Ed. Masson: Espaa. Pg. XXIX

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    campos de las teoras psicolgicas, y como se ve, en la misma psiquiatra. As, las ltimas

    versiones del Manual de trastornos mentales, como sus usuarios, utilizan la idea de que lo

    subjetivo no slo es dual, sino adems medible.

    Cabe preguntar con esto ltimo: La subjetividad se puede calcular? Es posible fraccionar en

    dos lo subjetivo como si estuviera segmentado? De inicio, lo que cabe cuestionar es: existe una

    drstica separacin entre lo subjetivo y lo objetivo? Si se piensa as, entonces dnde se

    encuentra lo subjetivo y dnde lo objetivo?, No sera ms bien que estamos acostumbrados, en

    nuestras cortas entendederas, a establecer una distincin demasiado somera entre lo objetivo y lo

    subjetivo?17. (Lacan, 1954, p. 124).

    Diremos, en palabras similares a las usadas en la introduccin del DSM-IV-TR:

    es desafortunado que haya una distincin entre trastorno y normalidad, haciendo con ello

    un anacronismo reduccionista del (supuesto) dualismo salud/enfermedad, malestar/bienestar,

    control/ descontrol. Los conocimientos del psicoanlisis indican que hay mucho de normal en

    lo anormal (es decir, en la desviacin estadstica), y mucho de anormal en lo supuestamente

    normal.

    Por ello, cuando a Lacan en una entrevista filmada para la televisin belga en el otoo de 1972,

    Franoise Wolff le pregunta si es peligroso que ciertos analistas digan tener la clave de lo

    normal, ste responde: Si, en fin... es una opinin totalmente destituida. Ningn analista

    debera permitirse, bajo ningn punto de vista, hablar de lo normal. Tampoco de lo anormal. El

    analista en presencia de una demanda de anlisis debe ver si es propicia a lo que el proceso

    analtico se compromete... Como dice el refrn zapatero a tus zapa- tos. En nombre de que el

    analista hablara de una norma cualquiera. Si se me permite el chiste, de una norma mala, de una

    norma macho18.

    A propsito de la introduccin del DSM-IV-TR, que dice: lamentablemente el trmino

    trastorno mental persiste en el ttulo del DSM-IV, ya que no se ha encontrado una palabra

    17

    Lacan, J. (1981). El seminario de Jacques Lacan. Libro 1. Los escritos tcnicos de Freud. Clase del 24 de Febrero de 1954. Ed. Paids: Argentina. Pg. 124 18

    Wolff, F. (14 de octubre de 1972). Video entrevista a realizada a Jacques Lacan. Blgica. Recuperado de: http://vimeo.com/13017760

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    adecuada que pueda sustituirlo19. (A.P.A, 2002, p. XXIX), proponemos, desde el psicoanlisis,

    un trmino o palabra adecuada que pudiera sustituir el vocablo de trastorno: estructura;

    estructura subjetiva o estructura clnica, o como tambin la llamo Freud:

    unidades; unidades clinicas (neurosis, psicosis y perversin). Los conceptos de estructura y

    unidad no intentan ubicar al sujeto en lo enfermo o en lo sano, ni diagnosticar sus pasiones como

    malas o como buenas, eliminando as la lamentable idea anacrnica y reduccionista de lo

    subjetivo.

    Apropsito del no-lugar que tiene la nocin de enfermedad en el psicoanlisis, cabe citar parte

    del planteamiento que Lacan hace en su entrevista con Emilia Granzotto: En el psicoanalisis, los

    terminos enfermo, medico, medicina no son exactos, no son utilizados. Incluso las formulas

    pasivas que son utilizadas habitualmente no son justas20. (Lacan, 1974).

    Esta claro que el psicoanlisis no intenta clasificar a los sujetos; el propio DSM coincide con ello

    al explicar que una concepcin errnea muy frecuente es pensar que la clasificacin de los

    trastornos mentales clasifica a las personas; lo que realmente hace es clasificar los trastornos de

    las personas que los padece21. (A.P.A., 2002, p. XXIX).

    Debemos aclarar que el psicoanlisis no est en contra de poder ubicar o nombrar ciertas

    caractersticas o manifestaciones subjetivas, como sucede al identificar una estructura clnica y

    sus sntomas; ms all de que nos debe quedar claro que es imposible clasificar todas las

    conductas o manifestaciones subjetivas de lo humano; a los que nos oponemos es al intento de

    clasificar en el campo de lo sano o de lo trastornado ciertos rasgos, sntomas, pasiones, deseos,

    caractersticas o atributos subjetivos que el sujeto puede presentar, pues se corre el riesgo de

    ubicar a los sujetos como enfermos o como normales. El psicoanlisis intenta evadir esa vieja

    idea de simplificar en un dualismo al sujeto y sus manifestaciones inconscientes, entendiendo de

    antemano que las estructuras subjetivas o los sntomas no son sino retoos de dicha instancia, y

    como tales, al igual que el mismo inconsciente, no son enfermedades o productos de ellas.

    19

    A.P.A. (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnstico y estadstico de los trastornos mentales. Texto Revisado. Ed. Masson: Espaa. Pg. XXIX 20

    Granzotto, E. (21 de noviembre de 1974). Freud por siempre. Entrevista con Jacques Lacan. Recuperada de: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/practicas_profesionales/162_hospital_dia/material/docentes/freud_po

    r_siempre.pdf 21

    A.P.A. (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnstico y estadstico de los trastornos mentales. Texto Revisado. Ed. Masson: Espaa. Pg. XXIX

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    Incluso, el diagnstico en psicoanlisis no tiene mayor relevancia, no es necesario detectar, por

    ejemplo, que neurosis se juega en un paciente. Si leemos bien la segunda cuartilla de La

    iniciacin del tratamiento (1913), cuando Freud propone que las entrevistas previas tienen

    adems una motivacin diagnstica22, dicho objetivo no se detiene ahi, pues el fin de esta meta

    es dar lugar a la duda si en el paciente se presenta una psicosis; es decir, el quinto objetivo

    (ltimo) de estas entrevistas preliminares es solamente detectar una posible estructura psictica,

    ya que en ese caso, se tendra que considerar una modificacin apropiada a la tcnica

    psicoanaltica, tal como lo dira Freud al inicio de su pensamiento en Sobre psicoterapia (1904)23

    .

    En otras palabras, al psicoanlisis no le interesa el diagnstico diferencial, ya que se est en

    contra del intento de clasificar y medir intersubjetivo.

    Si bien el psicoanlisis no trata de clasificar la pasin o el carcter como malo o bueno, tampoco

    procura deshacerse de esas pasiones (o del sntoma), ni de los impulsos descontrolados. Asi,

    uno [como analista] no se propondra como meta limitar todas las particularidades humanas a

    favor de una normalidad esquematica, ni demandara que los analizados a fondo no registren

    pasiones ni puedan desarrollar conflictos internos de ninguna ndole24. (Freud, 1937, p. 251).

    Esta idea la hallamos en Lacan, al afirmar que el ideal del anlisis no es el completo dominio de

    si, [o] la ausencia de pasin. Es hacer al sujeto capaz de sostener el dilogo analtico25. (Lacan,

    1953, p. 14), que pueda desenmascarar la verdad y as encararla, descubrirla, o mejor dicho,

    construirla. En el entendido que al investigar la verdad un analista tiene que renunciar

    radicalmente a utilizar una oposicin como la de afectividad e intelectualidad26

    , tal como

    demandaba Lacan a sus discpulos (Lacan, 1954 p. 399), siendo que ello dista de ser un trato

    analtico.

    22

    Freud., S. (1913). Sobre la iniciacin del tratamiento (Nuevos consejos sobre la tcnica del Psicoanlisis, I) En Sigmund Freud Obras Completas Volumen XII (1911-13) Sobre un caso de paranoia descrito autobiogrficamente y otras obras. Ed. Amorrortu: Argentina. Pg. 126 23

    Freud, S. (1905[1904]). Sobre psicoterapia. En Sigmund Freud Obras Completas Volumen VII. Fragmento de anlisis de un caso de Histeria (Dora) y otras obras. Ed. Amorrortu: Argentina. 24

    Freud, S. (1937). Anlisis terminable e interminable. En Sigmund Freud Obras Completas. Volumen XXIII - Moiss y la religin monotesta, Esquema del psicoanlisis, y otras obras (1937-1939). Ed. Amorrortu: Argentina. Pg. 251 25

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    Lacan, J. (1981). El seminario de Jacques Lacan. Libro 1. Los escritos tcnicos de Freud. Clase del 7 de Julio de 1954. Ed. Paids: Argentina. Pg. 399

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    Por eso, escuchar las pasiones desde el psicoanlisis conlleva a escuchar el deseo de nuestro

    peculiar objeto-sujeto de estudio. De ah que podramos proponer a manera de definicin que el

    psicoanlisis es el anlisis del deseo, bajo el entendido de que no es el analista quien analiza el

    deseo, sino el mismo analizante, pues nuestra meta es que sea l quien articule la verdad sobre su

    deseo, para que pueda dar cuenta si ha actuado conforme a su propio deseo.

    Referencias Bibliogrficas.

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